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CORAZONES DE LOS PRISIONEROS: UN DISCO FUNDACIONAL
Macarena Lavín
El pasado 10 de julio Jorge González se presentó en el bar Liguria ante poco más
de 200 personas. El show era íntimo, y pocos días atrás había estado en un festival
masivo con grupos de la década de los 80s. Esa noche pudimos escuchar las canciones
de su último disco solista: Libro (2013) y presenciar la entrega del disco de oro. Este
reconocimiento es también una revalidación de su carrera desde músicos y fans de
nuevas generaciones. Algunos bordeaban los 10 años cuando se editó Corazones y
ahora vuelven a él. Siendo el último disco de Los Prisioneros, se dice que fue el
primero solista de Jorge González, el cantante y líder de esa banda. Con Libro se cierra
un ciclo.
Los Prisioneros han pasado a la historia como uno de los grupos más
importantes de la música popular chilena, junto con Los Jaivas. El grupo, formado en
1983 dio en el clavo hablando de temas sociales y cotidianos de manera directa,
abrazando el pop y tomando elementos punk. Estaban la desigualdad, la
industrialización, el sexo, la marginalidad. Primero vino La Voz de los 80 (1984), luego
Pateando Piedras (1986) con el que llenaron el Estadio Chile para su lanzamiento y La
Cultura de la Basura (1987). Transformándose en una banda significativa y de
resistencia a la dictadura instaurada en 1973, también fueron el baluarte de un llamado
boom de rock/pop chileno. En este pasaron grupos tan blandos y olvidables como
Engrupo y otros tan experimentales e influyentes como Electrodomésticos. El
movimiento, que fue más bien, comercial dejó a varios grupos de capa caída, que habían
sido levantados casi arbitrariamente y a los auditores cansados de tanta sobreexposición.
Los Prisioneros sobrevivieron a eso y se convirtieron en leyenda.
Corazones fue editado el 22 de mayo de 1990 y tuvo un recibimiento magnífico
en términos de masividad. Vendió 10 mil copias por adelantado, y al momento de
lanzarse oficialmente en Santiago con un concierto a comienzos de agosto había
aumentado a 20 mil. A comienzos de 1991 la cifra llegó a 80 mil: un éxito por donde se
lo mire. Pese a esto, no todo era una celebración.
En un comienzo, la promoción de Corazones no fue fácil. Por un lado, el rock y
pop chileno sufría una baja mediática especialmente en radio y TV, luego del
agotamiento que tuvo la prensa frente al boom del rock en español a fines de los
ochenta. De moda estaban los New Kids on the Block, Jon Secada, “los grupos de metal
de peluquería tipo Poison, Juan Luis Guerra. Los Prisioneros no habían tenido
canciones nuevas en los últimos años”1, recuerda el periodista David Ponce2. El grupo
fue tratado indiferentemente por las radios por ser “un grupo del pasado” según su
manager Carlos Fonseca. “Los tenían esperando horas para atenderlos, como si fueran
un grupo que estuviera empezando” (losnoventa.cl) Por otro lado, algunos críticos
expresaron su descontento. Esperaban que tuviese cariz político, social y todas aquellas
temáticas que caracterizaban a las antiguas canciones de Los Prisioneros.
Con este precedente, se analizará en este ensayo la recepción que tuvo
Corazones en la prensa nacional a la luz de la autenticidad rock. Esta “no es una
propiedad de, sino que algo que nosotros le adscribimos a una representación” (Rubidge
1996, en Moore, 2002, p. 219). Esto porque la recepción del disco depende de quién lo
1
(Entrevista de David Ponce con la autora, 18 de agosto de 2013)
David Ponce es periodista desde comienzos de los años 90s y ha trabajado en distintos medios, El
Mercurio, EMOL, Rolling Stone, y ahora produce un programa en radio Cooperativa “Acordes Mayores”.
2
escucha y cuándo lo escucha, creando una conexión entre el auditor y la obra. En esto se
toma en cuenta las construcciones propias de cada persona y la disposición con la que se
enfrenta a la música de Los Prisioneros. Distinta será la reacción ante Corazones entre
un periodista que tiene asociada la autenticidad rock a Los Prisioneros, de un niño de 10
años por primera vez en 1990 (y que ahora es músico influenciado por ese disco). De
esta manera se puede estudiar cómo va creciendo y mutando la relación de un fan o
periodista con un disco
Es acertado agregar que Corazones de a poco se ha ido posicionando con el
tiempo como un disco pop clásico, el cual varios músicos actuales han ido citando
musicalmente, dándole más valor que el que tuvo una vez que se lanzó a mediados de
1990. Así Corazones es actualmente considerado como el mejor disco de Los
Prisioneros, entrando a las listas de obras musicales que son dignas de la canonización;
concepto entendido como “lo que vale la pena recordar en una sociedad” (Sarjala, 2002
en Karja, 2006). El disco, por ejemplo, fue elegido como uno de los 50 mejores discos
de chilenos según la Rolling Stone (año 11, n°121; abril, 2008), en el puesto número 9.
Con todos estos puntos podemos plantear que Corazones fue un momento
revolucionario como lo entiende Keith Negus. En su capítulo Histories cita a Dave
Laing “quien escribió a finales de los 60s que el rock and roll estaba lejos de un quiebre
con la música que la precedió” (Negus, 1997, p.140). Sin embargo, en la carrera de Los
Prisioneros significó un quiebre con muchos de sus seguidores que conformaban una
comunidad rock. Al mismo tiempo sería un punto de partida para las generaciones por
venir, ya que el disco significaría para ellos una influencia importante, en su inclinación
más evidente al electropop. Sin embargo, el cambio musical venía gestándose en
canciones de discos anteriores, por lo que este giro estilístico sería parte de un proceso. .
La autenticidad en la comunidad rock
Al centrarnos en un solo disco y entender su recepción es necesario revisar qué
significaba el grupo para su audiencia y cómo se fue generando la alta expectativa para
la llegada de Corazones. Por eso cabe indicar aquí según la línea de Alan Moore (2002,
p.210) que más que preguntarse qué está siendo objeto de autenticidad (el disco), es
quién le está dando ese valor (el público, la prensa).
Después de dos álbumes muy exitosos, La Cultura de la Basura (1987) había
tenido menor difusión principalmente por razones políticas. La banda declaró
públicamente su posición al plebiscito de 1988. En medio de la conferencia de prensa de
afirmaron que votarían NO ante la continuidad del dictador Augusto Pinochet en el
gobierno. Por ello ese disco sólo llegó a presentarse en un bajo porcentaje de lugares
presupuestados, bajando de 40 a menos de 10 lugares. (Stock, p.163) Los espacios
fiscales (como gimnasios municipales) les fueron negados y tuvieron que centrarse en
su gira latinoamericana.
Pese a ello, la relación de Los Prisioneros con sus fans era cercana, y a los
problemas de difusión había un público fiel que los seguía escuchando por sus propios
medios. La autenticidad entendida como una “expresión de compromiso de las culturas
de ciertas audiencias, comunidades o localidades” (Leonard and Stratchan, 2003) es lo
que existía entre Los Prisioneros y sus fans. Jorge Leiva, periodista de radio
Cooperativa y documentalista, recuerda que con sus compañeros esperaban encontrar
respuestas en Los Prisioneros a cuestionamientos e inquietudes que se hacían. En ese
sentido, La Cultura de la Basura les hablaba a ellos, de problemas y de cosas cotidianas
de chicos de colegio con lo que podían identificarse. “Estaba lleno de (cosas como)
jugar a la guerra, canciones súper directas y contingentes bien punkis (sic) y sin
metáforas”. Algo que estaría pronto a diluirse con Corazones con letras y sonidos
distintos a los que los precedían.
La comunidad de seguidores se estaba expandiendo pues, a pesar de que las
puertas se cerraban en diversos medios nacionales para Los Prisioneros, EMI los
transformaba en prioridad internacional, por la gira exitosa que había tenido La Cultura
de la Basura en el extranjero. Esto significaba una inyección fuerte de recursos para el
grupo. A fines de 1989 Jorge González viajó a Los Ángeles, Estados Unidos y grabó el
cuarto disco prácticamente solo, pues los otros integrantes estuvieron ausentes: Claudio
Narea se había ido del grupo y Miguel Tapia no pudo viajar por problemas de visa. La
casa disquera del grupo era la EMI, la cual apostó en este trabajo del grupo, invirtiendo
50 mil dólares; presupuesto por el cual plantearon incorporar “la mano experimentada
de Santaolalla para la producción y se arrendaron los mejores estudios de la costa oeste
de Estados Unidos para dar con un sonido internacional” (Stock, p.222)
Corazones rompe con características propias de la autenticidad que se legitima
como un valor de la música rock por parte de críticos especializados en ese estilo. Una
de ellas y que tiene que ver con el más antiguo folk, el blues y el punk en sus etapas más
“puras”, es que la obra debe ser sin mediación, es decir, que ojalá las canciones hayan
sido grabadas en formato en vivo, sin máquinas ni mucha producción (Moore, 2002, p.
211). Primero que todo, Los Prisioneros ya no contaban con esa formación original de
trio rock, debido a la ausencia de los otros dos miembros de grupo. Jorge Leiva resintió
que se haya ido Claudio Narea, porque “se perdía la esencia de la banda y es una
pelotudez porque al final es una pelea de amigos”. En tanto David Ponce recuerda que
mucha gente sintió que algo se perdía con el alejamiento del guitarrista, ya que tenía
una personalidad muy entrañable en Los Prisioneros,
“más allá de que los tres fueran tipos normales, regulares, iguales a
cualquier longi de la calle, como dijo en alguna entrevista de la época
Jorge González. En especial Narea personificaba muy bien esa
cercanía con la que cualquier colegial o joven se podía identificar.
Para mí también supongo que fue triste que el grupo se separara,
pero Corazones era un disco tan poderoso que no había mucho cómo
sustraerse a ese sonido”. (Entrevista de David Ponce con la autora,
18 de agosto de 2013)
El quiebre en el grupo, fue un quiebre también en el sonido, con la renuncia de
Claudio Narea, que por ser parte importante de Los Prisioneros también significaba un
pilar importante para el estilo pop más bien rockero. Entonces si “la identificación de lo
auténtico requiere la representación consistente de los orígenes” (Bohlman en Moore,
2002, p. 213), la banda sin su guitarrista fundador perdía de alguna manera la
autenticidad que los caracterizaba. Frente a este escenario, Jorge González abrazó las
bases electrónicas y el álbum contaba con un avezado productor de primera línea. La
crítica entonces reaccionó. Un escritor bajo el seudónimo Discóbolo: “sí perdieron ese
sabor de autenticidad de otrora y están en un esquema más preconcebido y elaborado”
(La Tercera, 28 de mayo de 1990, p. 50). Algo que es contrario a lo que se le pide a un
artista auténtico, pues él (o ellos) debiera “tener falta de pretensión” (Moore, 2002, p.
211) al realizar un trabajo. Y claro, al contar con tanto presupuesto para la grabación
del disco, más la inclusión de nuevos instrumentos electrónicos se leía como un acto
pretencioso como lejos de la pureza original de la banda nacida en un colegio.
Esta nueva modalidad para hacer música se convirtió en un factor de división
entre la audiencia que seguía a Los Prisioneros. El mismo Discóbolo acertó al decir que
“las opiniones se dividirán: unos rechazarán y otros aceptarán el cambio”. Y es algo que
le llegó al público de manera directa, así lo cuenta Cristián Araya3 que los fue a ver en
la gira de Corazones.
La gente salió súper mezclada, porque no era la banda que conocían
ellos, entonces para las personas que buscaban a Los Prisioneros
sólo como militante era súper complicado, era una sensación súper
rara, porque por otro lado había mucha gente que lo respetaba como
nosotros. (Entrevista Cristián Araya con la autora, 27/07/2013)
La comunidad de fans que se había creado alrededor de Los Prisioneros se
dividía en el resultado del último disco, alcanzando aceptación a lo nuevo y rechazo.
Por ejemplo Freddy Stock en La Segunda llamaba a “replantear el rock perdido” con
una propuesta incluso:
“Hace falta una guitarra de peso, un punteo estremecedor, un
individuo de la categoría simbólico de los prisioneros que pueda
sustituir a Claudio Narea, porque si Jorge González continúa en su
tecno ante una masa que no le es incondicional, terminará por enfriar
una noche de verano”. (Freddy Stock, “Los Prisioneros: mucho tecno
poco rock”, La Segunda, 4 de agosto, 1990)
Sus expectativas estaban rotas, al esperar que el sonido de Los Prisioneros
siguiera sucio, de garage, y el formato de grupo rock masculino que le recordara más a
bandas como The Clash a los que el grupo de Jorge González citaba en sus acordes y
consignas. Como naciente crítico de rock aún defendía la legitimidad del rock como un
género auténtico y superior. El escritor habla de playback al nombrar las baterías
electrónicas y sintetizadores. Se alinea así con aquello que plantea Bohlman,
entendiendo la autenticidad es “definida por una pureza de práctica” (Moore, 2002,
p.213). Entonces usa una voz castigadora ante la decisión de la puesta en vivo del disco,
sin entender y menos respetar que el formato tecnopop se toca en el escenario de la
forma que lo hacen Los Prisioneros.
El entonces periodista de La Segunda recoge la herencia de la crítica rock más
clásica, igualándose con aquellos que se formaron en Inglaterra a principios de los 60s,
3
Cristián Araya es el director musical de radio Duna desde 2003, y director de el sitio de música
independiente super45.net desde 1996.
en cuyo discurso “la popularidad y el número de las ventas ya no eran factores decisivos
para el reconocimiento de la crítica” (Gudmunsson, p. 49). En este contexto, Freddy
Stock trataba de velar como un “árbitro del gusto” (Gudmunsson, p.45) del público que
finalmente sí se compró miles de copias del nuevo casete y que en cada ciudad llenaba
los recintos de la gira nacional y llegaron a las 20 mil copias vendidas.
Como mencionamos arriba, el disco produjo opiniones divididas,
y hubo
algunos que recibieron el disco sin teñirse con las ideas de la autenticidad rock. David
Ponce de entonces 22 años, trabajaba de periodista en la revista TV Grama. El editor lo
llamó a su oficina, puso un casete sin decirle a qué músico correspondía y recuerda
nítidos los segundos que vinieron:
Una melodía de sintetizador que no sabía qué era, luego una batería y
al mismo tiempo un sonido de charango que me sorprendió mucho en
medio de una canción tan tecnopop, y luego la voz, que creo que no
me demoré más que unos segundos en reconocer. "Los Prisioneros",
debo haber dicho. Era una completa sorpresa escucharlos sonando
así, pero la voz era inconfundible4.
El periodista reconoce ciertas cosas que permanecen en Los Prisioneros como la
fuerza de la voz de Jorge González y el tecnopop esta vez mejor trabajado. Luego de
escuchar el casete le fue asignado asistir concierto de lanzamiento, el cual juzgó sólo
por el resultado de lo ecléctico de las canciones, libre de prejuicios provenientes de la
autenticidad rock:
“Han sido dos horas que han parecido una, en la que Los Prisioneros
han fusionado una música más tecno que nunca con un espíritu que
como nunca antes tiene hoy sangre, sudor y lágrimas: el calor de tres
corazones rojos y el desgarro de un corazón roto” (David Ponce,
“Los Prisioneros en vivo: exorcismo de amor”, TV Grama, agosto de
1990)
Aquí habla del tecno como una característica más de la música sin darle
connotación negativa como las que revisamos más arriba. De ese concierto, que
recuerda con mucha precisión, “con detalles específicos que me hicieron sonreír esa
noche como cuando el grupo tocó un cover de "El rock del Mundial" de los Ramblers y
Jorge González cantó "un sonoro ceacheí / y bailemos tecnopop"5 (en vez de ‘Y
4
5
Entrevista de David Ponce con la autora, 18 de agosto de 2013
Los Ramblers, “El Rock del Mundial, 1962, http://www.youtube.com/watch?v=tEd978OF9zg
bailemos rocanrol’)”. El cantante ya se burlaba de la reacción que había causado el
disco en una audiencia más rockera, como el mismo Freddy Stock que dijo frente al
mismo cover: “el asunto se volvió patético cuando hicieron una versión del El rock del
mundial… sin el apoyo de instrumentos vivos sobre la escena” (Freddy Stock, “Los
Prisioneros: mucho tecno poco rock”, La Segunda, 4 de agosto, 1990)
Se podían encontrar otras críticas amables del disco. Iván Valenzuela fue uno de
ellos quien escribió seriamente de Corazones en la naciente revista Wikén. Se nota la
expertise respecto de la música actual, y del concepto artístico del disco:
En lo musical, Corazones mantiene el eclecticismo tradicional de Los
Prisioneros, pero cambia eso sí, sus parámetros habituales. No es The
Clash, la new wave ni el ska, esta vez. Es Pet Shop Boys, Duran
Durán, A-ha, la House Music, el rap, Camilo Sesto y Adamo. El disco
se refiere en todo momento a la música actual, donde lo moderno es
un término absolutamente ambiguo y se nota hecho en 1990. Tal vez
sea ésta una de sus mayores virtudes” (Iván Valenzuela, “La voz de
los noventa”, Wikén, 19 de mayo de 1990, p.13)
No existe quiebre para Valenzuela quién reconoce en el disco un eclecticismo
que siempre ha estado presente en el trabajo del grupo, abarcando esta vez, tecno y
música romántica. El periodista Cristián Araya6 quien por esos días cursaba aún el
colegio, recuerda:
“era un disco súper bailable, pero a nosotros no nos cayó tan mal
porque ya éramos fans de New Order, ya éramos fans de Depeche
Mode, Pet Shop Boys. Encontrábamos que tenía que ver con eso y
encontrábamos que era increíble que un disco chileno fuera tan
actual”. (Entrevista Cristián Araya con la autora, 27 de julio de
2013)
Si bien su opinión es la de un fan que aún no estudiaba periodismo si quiera se
puede ver que recibe las nuevas canciones no van amarradas a un prejuicio de algún
estilo musical, notándose un claro cambio generacional. Esta tendencia tiene que ver
con abandonar la lógica de que lo auténtico es el rock, el blues y el folk, y lo inauténtico
es el pop. O como plantea Roy Shucker: “usar la autenticidad para distinguir que es lo
pop y qué es lo rock ya no es válido” (Shuker, 1994 en Moore, 2002, p.211). Como
veremos más adelante, Corazones puede tener otros elementos de autenticidad que no
fueron considerados a primera vista. O bien, por críticos que ven este valor ya no de la
vereda del rock sino que de una visión más universal.
Otro tema que no dejaba indiferentes a los fans y periodistas era la inclinación
más bien evidente a influencias románticas del disco, que sumaba más referentes
musicales. Los Prisioneros tenían otras canciones románticas, pero fueron desechadas
como singles porque las otras quedaban mejor. Jorge González recuerda
“En Corazones a la hora de elegir los temas, escucharlos bien, y
decidir cuáles eran realmente los mejores, todos los que quedaron
eran de amor, inclusive dos que no tienen nada que ver directamente,
pero que igual eluden a alguna onda con las minas, que son
“Corazones Rojos y “Noche en la Ciudad” (Jorge Leiva y Alejandro
Goic, “Jorge González: Amores incompletos”, Rock &Pop, Julio
1996)
En una entrevista dada con motivo de la salida de Corazones, Jorge González se
refiere a su nueva temática, reconociendo en las letras sociales en un plano más
intelectual, de la misma manera que los críticos y músicos rock ven este género como
superior.
“Siempre me gustó escribir de amor, pero le tuve mucho respeto; es
muy difícil escribir sobre los sentimientos que no puedes manejar. Es
mucho más fácil escribir “Maldito Sudaca”, que es un simple
ejercicio intelectual, en cierto modo” (Iván Valenzuela, “En las
canciones, uno no puede mentir”, Wikén, 19 de mayo de 1990, p.12)
Hay un abandono entonces a la crítica social, a la desigualdad que era un
elemento importante que identificaba a la comunidad rock que lo seguía. Jorge Leiva,
recuerda como fan y estudiante el quiebre que se vivió entre los seguidores:
Teníamos el mismo prejuicio con la cuestión romántica al principio.
No estaban haciendo rock, sino que era una cuestión como burguesa
que era la música electrónica. Era una traición doble. Y habían
abandonado el lenguaje duro y proletario del rock. Pero después nos
dimos cuenta que era una estupidez. Hay que entender que en la
música popular te gustan las canciones no por motivos éticos. Si uno
no tiene ni una misión que cumplir. (Entrevista de Jorge Leiva con la
autora, 18 de julio 2013)
Se ve en sus palabras que la recepción del disco fue un proceso, que pasó de un
choque por lo que se esperaba de Los Prisioneros a una tardía aceptación. Moore
identifica tres modos de autenticidad: “los artistas hablan de la verdad de su propia
situación; los que hablan de la verdad de la situación de los otros, y los que hablan de la
verdad de su propia cultura, por lo tanto, representando a otros” (Moore, 2002, p109).
Esta es la última cualidad de autenticidad era la que esperaban los seguidores de Los
Prisioneros (tanto su público como los periodistas que escribían de ellos), como bien
ilustra David Ponce:
Es interesante que la crítica a esa supuesta inconsistencia artística
venga siempre de una prensa burguesa que ni por si acaso es la voz
del proletariado ni mucho menos; sino, por el contrario, representa a
la oligarquía y también a esa misma burguesía consumista e
individualista que tomó cuerpo durante los gobiernos de la
Concertación78.
Esto porque los diarios que criticaron a Los Prisioneros (La Segunda y La
Tercera) pertenecían (y todavía) a conglomerados periodísticos. Pero vemos aquí, que
este valor también tiene que ver con la verdad que expresa una persona de sus vivencias.
Y eso es exactamente lo que Jorge González estaba haciendo: “el desgarro de un
corazón roto”, como describía David Ponce su repertorio más arriba. Sigue Jorge Leiva:
“Después cachamos9 (sic) que el disco tenía otro tipo de cosas más estremecedoras que
tiene que ver con hablar de sí mismo”. Si hay algo que defiende la autenticidad es la
necesidad de ser y demostrar ser honesto y cercano. Y acá Jorge González lo hace,
aunque sea con temas de carácter más íntimo. Pero eso ya representaría a otra
generación que se sentiría mejor interpelada.
El disco fundacional del nuevo pop chileno
Luego de la gira de lanzamiento de Corazones, tuvieron una exitosa aparición
doble en el festival de Viña del Mar en el verano de 1991. Seguían con aquella
formación que incomodaba a mucho toda la última etapa: Jorge González en guitarra y
voz, Cecilia Aguayo y Andrea en coros, Miguel Tapia en batería programable y la
última contratación, Robert Rodríguez en teclados, cuando a fines de año anunciaron su
separación con una gira de despedida y la edición de un Grandes Éxitos (1991) vendría
7
Entrevista de David Ponce con la autora, 18 de agosto de 2013
La concertación fue un pacto político que agrupó a todos los partidos de inspiración de izquierda y cuyo
primer presidente, Patricio Aylwin, asumió en marzo de 1990, dos meses antes del lanzamiento de
Corazones.
9
Modismo chileno, que en este caso quiere decir: “Nos dimos cuenta”
8
de la mano. A mediados de los 90s se publicó un disco con una recopilación de éxitos y
rarezas, Ni por la razón, ni por la fuerza (1996). En el 2000 Los Prisioneros se
volvieron a juntar y tocaron por primera vez en el Estadio Nacional con un lleno total,
publicando con ello un nuevo álbum, esta vez con canciones en vivo (Casete Pirata,
2000). El mismo año también vio la luz un disco homenaje al grupo Tributo a Los
Prisioneros, con versiones de diferentes grupos rock y pop chileno de los 90s. Vinieron
nuevos discos (Los Prisioneros el 2003 y Manzana el 2004), y otra separación luego de
giras latinoamericanas.
Como indicamos en un comienzo, los procesos de un estilo musical como el
rock no se dan de un día para otro, sino que forma parte de un proceso. La cultura de la
basura ya tenía bases electrónicas en varias de sus canciones. “Desde el sonido precario
y casi casero del primero hasta cierta desprolijidad sonora del tercero en canciones
como ‘Que no destrocen tu vida’, que era tecnopop”10, dice David Ponce que añade que
Corazones sí parecía un disco internacional y tenía un sonido brillante.
Corazones era la culminación de aquel proceso y por eso su impacto fue más
fuerte, convirtiéndose en una piedra fundacional del pop chilena. Además de elementos
electrónicos, Jorge González va más allá e incorpora en algunas canciones el acid
house, y los arreglos son más sofisticados que aquellos presentes en los discos
anteriores. Ya no es un coqueteo con lo electrónico, sino que su influencia y ejecución
son evidentes. Esto más la actitud de Jorge González, su fuerte impostura de la voz,
heredada del mundo del rock hacen de él un artista que utiliza un diálogo musical
caracterizado por la síntesis, siguiendo el pensamiento de Keith Negus. El autor los
define como “aquellos que recurren a elementos de un estilo genérico emergente pero
que los mezclan de tal manera que crean una identidad musical distinta y nueva”.
(Negus, 1997, p.146). Gracias a eso el disco atrae a una audiencia nueva que está más
pendiente de lo que ocurre afuera y que no escucha solamente rock. En ese sentido se
instala como algo novedoso y original, digno de ser un referente. Jorge Leiva señala que
“estaba terriblemente adelantado. Es un disco que introduce lenguajes, introduce
temáticas, ritmos y estilos, mucho antes que lo que hacen todos”11.
10
11
Entrevista de David Ponce con la autora, 18 de agosto de 2013
Entrevista de Jorge Leiva con la autora, 18 de julio 2013
Al ser un disco pionero hace que Corazones inicie otro tipo de diálogo con
generaciones más jóvenes de músicos y se comience a construir una nueva continuidad
de estilo (Negus, 1997, p.145). Entre ellos encontramos a músicos como Pedro Piedra,
Gepe,
Javiera
Mena,
Alex
Anwandter, Dënver. Ellos han citado
elementos
sonoros
y
líricos
de
Corazones. Veremos a través de ellos
el impacto que ha tenido el disco y el
mismo Jorge González en su carrera.
Corazones se instaura como la base
pop de esta generación de músicos,
quienes son directos en sus letras, no tienen pudor de hablar de amor ni menos de
experimentar con cualquier estilo en particular y sobre todo escucharon el disco sin las
construcciones sociales de la autenticidad rock de antaño. De hecho, varios de algunos
de ellos salieron citados en un bullado artículo español que celebraba a Chile como el
“paraíso del pop”. En él entrevistaban a Diego Sepúlveda, el director del extinto sello
independiente chileno Cazador:
“Aquí todos escuchábamos pop, pero hasta cierto punto nos
avergonzaba decirlo. Veíamos con nuestras familias el Festival de
Viña del Mar. Todos sus artistas eran pop. De Camilo Sesto a
Backstreet Boys. El pop siempre estuvo allí, pero ha dejado de ser una
vergüenza y se convirtió en una identidad generacional". (Íñigo
López, “Chile, nuevo paraíso del pop”, El País, 4 de febrero de
2011)12
Muchos de ellos, sin tapujos, abrazaron el pop y eso a la vez les abrió las
puertas. Luego de toda una década viajando a México, Argentina y España, por nombrar
algunos, estos músicos fueron haciéndose un lugar. También pudieron conocer a Jorge
González que vivió varios años en México y compartir música. Gepe celebran que no
haya envejecido, siempre con la cabeza en la música, y Milton Mahan de Dënver
destaca lo que muchos comparten: “la admiración existe y sabemos que es el padre del
pop por acá”. Pedro Piedra, en tanto, se fue a vivir al DF por un año a fines de la década
pasada. Grabó una canción13 con voces de Jorge González para su disco debut
12
disponible en
http://elpais.com/diario/2011/02/04/tentaciones/1296847374_850215.html)
13
“Si somos salvajes” disponible en http://www.youtube.com/watch?v=hkxL-8HrPxA
(Pedropiedra, 2009) y pertenece a una generación mucho más joven, No tenía más de
12 años cuando salió el último disco de Los Prisioneros. Pudo ir a su concierto de
despedida y lo recuerda como si fuera hoy. No conocía ni el acid house, ni el electro
pop ni nada de esas cosas que traía el disco. “En ese sentido era muy llamativo, se
cachaba que era un disco internacional”14 (). El cantante desde hace un par de años es
parte de la banda de acompañamiento de Jorge González, como baterista.
Creo que lo primero que te entra esa capacidad que tiene de tener
himnos Pop, da lo mismo si la clave es electropop o lo que sea, son
tan coreables las canciones que ni siquiera es un disco que quepa en
un rango etario, es un disco de estadio. (Entrevista de Milton Mahan
con la autora, 6 de agosto 2013)
Actualmente se valoriza la música de aquel disco tal cual es, con su identidad de
Los Prisioneros de seguir una vocación pop, sin fijarse cuál es el estilo musical
específico. Es algo que los nuevos músicos tienen incorporado. “El conocimiento
histórico está directamente relacionado con la forma en que diferentes personas
desarrollan un sentido de identidad como un proceso activo” (Negus, 1997, p. 137).
Los cantantes actuales que hemos citado ven Corazones como parte de su historia, y se
relacionan con este disco en distintas partes de su vida. Como niños, como adolescentes,
adultos y como músicos. No sólo es la influencia que usan en su música sino que son
canciones que disfrutan bailando y cantando.
Yo creo que estamos en la época que ahora en que empezamos hace
un tiempo ya que la gente empezó a escuchar discos que escuchaba
cuando chico. Es bacán que pase eso porque completai (sic) un ciclo15
Cristián Araya ha seguido junto a los músicos este proceso, volviendo al disco
por intervalos de tiempo siempre impactado por su composición musical más que por
las letras. Primero en 1994, cuando se sorprendió nuevamente lo actual que había sido
el disco; luego el 2000 mientras comenzaba su carrera paralela como DJ (ponía “Con
Suavidad” que tenía el teclado house, entonces eran perfecto para ponerlos en
fiestas”16). Es el mismo año que Milton Mahan de Dënver llegó al disco Corazones y
14
Entrevista de Pedro Piedra con la autora, 6 de agosto 2013
Entrevista de Gepe con la autora, 17 de Julio 2013
16
Entrevista Cristián Araya con la autora, 27 de julio de 2013
15
según él, este disco tiene “algo más fiestero que lo hace que se pueda tocar en festivales,
matrimonios, raves o donde sea”17.
El reconocimiento de Corazones ha ido creciendo, pero fue Ivan Valenzuela
quien se adelantó en su
crítica al decir que “lo que
el álbum se convierta con
los
años
–aunque
es
prematuro decirlo sin la
perspectiva del tiempo –en
una pieza clave de la
música pop chilena de la
década (Iván Valenzuela,
“La Voz de los noventa”,
Wikén, 19 de mayo de
1990, p.13)”.
A 12 años de su lanzamiento, en noviembre de 2012 Jorge González tocó integro
Corazones en el festival Primavera Fauna. Cerró uno de los escenarios y toda una nueva
generación coreó todas las canciones del disco y Jorge Leiva lo celebra como una
revalidación del disco, como en estar de acuerdo de que el disco es bonito.
Luego de aquel concierto y previo a su presentación en el Festival de Viña del
Mar en febrero de este año, se le hizo un reportaje en el que entrevistaron a varios de los
influenciados músicos y el periodista dice. “Esas nueve canciones abrieron los ojos de
esta generación porque, por primera vez, percibieron que la electrónica en español era
capaz de armonizar el gusto del público y de la crítica” (Felipe Rodríguez, “La marca de
Jorge González”, El Mercurio, 17 de febrero de 2013).
El ciclo se va cerrando cuando Pedro Piedra toca en la banda de Jorge González
o Gepe canta con él en el escenario haciendo el rap en “Cuéntame una historia original”.
Alguien que como vimos creció escuchando Corazones dice que “el único problema de
ese disco es que es perfecto. No tiene ninguna canción mala”. El caso quizás más
ilustrativo de esta unidad es que Jorge González incorporó “Esquemas Juveniles” de
17
Entrevista de Milton Mahan con la autora, 6 de agosto 2013
Javiera Mena como parte de su repertorio. Mucho antes de que eso pasara ella decía en
una entrevista “A mí me llega eso porque es más electropop y me siento identificada
con esa música mucho más que con el rock. Los timbres que usan en el Corazones me
encantan y ‘Tren al sur’ encuentro que es la mejor canción del universo” (Luis Felipe
Saavedra,
“El
pop
de
la
nueva
generación”,
Mus.cl,
disponible
en
http://www.mus.cl/entrevista.php?fId=32). Además el año pasado grabaron juntos
“Amada mía” para la banda sonora de una película chilena. Pedro Piedra nos da unas
luces de lo que el mismo vocalista de Los Prisioneros opina de las citas que se le hacen
al disco:
“El mismo Jorge lo dijo, medio en serio, medio en broma y con
acento de rockero argentino: "hoy, muchos chicos quieren tomar un
sintetizador y hacer el Corazones…pero no es tan fáaacil…" creo que
es un disco redondo con canciones distintas que juegan un rol
específico dentro de él, producido por un maestro como Gustavo
Santaolalla. Sabe qué gran disco es el Corazones y de seguro sabe de
su importancia”18
Más arriba nos referimos a la autenticidad como “la identificación de lo
auténtico requiere la representación consistente de los orígenes” (Bohlman en Moore,
2002, p. 213) y la relacionamos con las raíces punk rock de Los Prisioneros.
Actualmente y tomando en cuenta la vasta trayectoria de Jorge González podemos ir de
nuevo a sus raíces y ver en las palabras de sus fans, de periodistas especializados y
músicos que entrevistamos que ellas están en su esencia innovadora. Esto porque sin
importar el estilo, esa es una característica que lo ha definido durante toda su carrera.
Jorge Leiva da cuenta de que Corazones tenía música romántica y esta no se rescata
hacia el final de los 90s, cuando se empezó a valorar a Los Ángeles Negros, Los Galos.
El 1997 sacó este disco de congas19 que es un disco de cumbia “y uno dice ‘¿cómo se le
ocurre sacar cumbia?’ y hoy día tú deci “se adelantó 20 años”. Chico Trujillo empieza
en 1999, se hace famoso el 2009, 10 años después”20.
18
Entrevista de Pedro Piedra con la autora, 6 de agosto de 2013
“Único disco del proyecto Gonzalo Martínez, de Jorge González y Dandy Jack, con nuevas versiones
para canciones tradicionales de baile caribeño. Su publicación se acompañó de un single, en el cual se
incluyó una remezcla de Rodrigo Peña y Señor Coconut, y otra composición de Jorge González
(\'Navidad\')”. http://www.musicapopular.cl/3.0/index2.php?action=RGlzY28=&var=MTUwNQ==
20
Entrevista de Jorge Leiva con la autora, 18 de julio 2013
19
Lo mismo Cristián Araya quien dice que la gente valoró que siempre fue de una
sola línea. “Hizo esta carrera solista de música electrónica que tiene algo fascinante y
eso como que le dio mil puntos”21. El periodista siempre estaba en contacto con la gente
que hacía música con Jorge González: trabajaba con Atom Hart o cantaba con Dandee
Jack. Y valoraba que pudiendo hacer música muy famosa hacía música electrónica.
Entonces se fue dando cuenta junto a las generaciones más jóvenes que el líder de Los
Prisioneros siempre fue fiel a sí mismo. “Por fin en una generación que vivía de jg del
recuerdo ve que el tipo sigue activo a la altura de su propia leyenda. Nunca más vuelven
a tener un disco de calidad. Es muy difícil de convivir con su propia leyenda.
A modo de conclusión, podemos reafirmar que a través del caso de Corazones
de Los Prisioneros, la autenticidad es un valor que se aplica mejor dependiendo de
quién es el que juzga una pieza musical. Aquellos que se paraban desde la vereda de la
filosofía rock, buscando esquemas determinados, terminaron por desilusionarse sin
poder ver lo importante y significativo que era ese disco para la escena musical chilena.
Algunos pudieron darse cuenta más adelante, porque como dijimos, la recepción de este
disco no era rápida, y necesitaba de más tiempo, pues Corazones resultó ser adelantado
a su tiempo, un comentario que se repetía en los entrevistados.
Con más de 20 años que nos diferencian con la publicación de ese disco,
podemos ver que la identidad del grupo no estaba puesta exclusivamente en ser un trío
rock contestatario, sino que tenía que ver con su capacidad de cambio, de movimiento,
lo que se ve reflejado en la amplitud de Jorge González para experimentar con nuevos
sonidos, haciendo lo que nadie espera que haga. En el primer hit de Los Prisioneros,
cantaban que “los hippies y los punks tuvieron la ocasión de romper el estancamiento”.
Con Corazones fue su turno, y sin duda que fue la mejor manera de sentar un
precedente para una generación que tomó su música y su desprejuicio como bandera de
lucha.
Bibliografía
Discos,
Los Prisioneros, Corazones, EMI, 1990.
21
Entrevista Cristián Araya con la autora, 27 de julio de 2013
Libros
Aguayo, E., 2012 Las voces de los ’80: Conversaciones con los protagonistas del
fenómeno pop rock, Santiago: RIL Editores
2005, Maldito Sudaca: Conversaciones con Jorge González. Las voces de los
80s, Santiago: RIL Editores
Stock, F., 1999, Corazones Rojos: Biografía no autorizada de Los Prisioneros,
Santiago: RIL editores.
Artículos
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· Goic, A. y Leiva, J., “Jorge González: Amores Incompletos”, Rock & Pop, Julio
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· González, JC, “El Conjunto Los Prisioneros es ahora un dúo”, La Segunda,
viernes 18 de mayo de 1990, pp. 56-57.
·
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-“En las canciones, uno no puede mentir”, Wikén, p.12
Otros:
(Comunicado de prensa: Emisario Musical, “Los prisioneros: Biografía esencial”, EMI
Odeon Chilena, S.A, 1990)