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Perspectivas teóricas sobre la cuestión social y el servicio social
Potyara A. Pereira
Revista Temporalis Ano IV, Nº 7, Porto Alegre, ABEPSS, enero a junio 2003
Traducción: Carmen Lera
Fundamentos de la conceptualización:
Cuestión social como dice Castel (1988), es un desafío que interroga, que pone en cuestión la capacidad
de una sociedad (o nación) de existir como un conjunto ligado por relaciones de interdependencia, esto
es, por relaciones de integración. Es más exactamente, una amenaza de ruptura de ese conjunto de
relaciones, que se manifiesta por medio de conflicto de intereses. Esta es la percepción corriente de la
cuestión social encontrada también en autores como Rosanvallon (1988) y otros más antiguos, que se
tornaron clásicos, como Karl Polanyi (1980).
Con todo, pocos alientan el hecho de que el desafío que constituye una amenaza de ruptura tiene dos
elementos fundamentales en su composición:
uno estructural, y otro histórico.
O mejor, de un lado, la cuestión social está constituida de factores estructurales, independientes de la
acción política de sujetos en circunstancias dadas; y del otro, contiene acciones deliberadas y concientes
de sujetos que quieren modificar su historia. De ello se concluye que, aisladamente, ninguno de esos dos
elementos es capaz de suscitar la cuestión social. La cuestión social es producto y expresión de la
relación contradictoria entre esos dos elementos, o es producto de la expresión contradictoria
fundamental entre capital y trabajo históricamente problematizada.
Como efecto, la cuestión social así calificada fue suscitada en el inicio del siglo XIX no solo por la
existencia efectiva, real, de condiciones deshumanas de vida y de trabajo del proletariado emergente
bajo el moderno proceso de industrialización, sino también por la toma de conciencia y reacción de esa
clase contra esas condiciones. Es por eso que Castel, en un pasaje poco profundizado de su libro “La
metamorfosis de la cuestión social” (1988), dice que la clase trabajadora industrial, sometida a un
degradante estado de pauperización por la burguesía (Polanyi, 1980), fue al mismo tiempo víctima de
esa situación y agente de su problematización.
Por lo tanto, vale la pena insistir: la cuestión social articula al mismo tiempo estructura y sujetos
históricos tanto en su origen como en su procesamiento. Eso quiere decir que, para su constitución y
desenvolvimiento, no bastan modificaciones estructurales impulsadas por el avance de fuerzas
productivas, que a su vez, va a forzar y superar las antiguas relaciones de producción jurídicas,
culturales, etc. Es preciso además que:
a) sujetos sociales concientes y estratégicamente situados como fuerzas políticas, aprovechen las
contradicciones engendradas por las modificaciones estructurales para problematizar y
desnaturalizar inequidades sociales prevalecientes.
b) Tales sujetos inscriban en el pensamiento y en el discurso de los dominantes, así como en la
agenda de los gobiernos, sus problematizaciones referidas a hechos reales, regulares en el
tiempo, que están por a exigir respuestas políticas.
Surgimiento y conceptualización aproximada de cuestión social
Como he insinuado, el surgimiento de la cuestión social, ocurre bajo un proceso salvaje de
industrialización capitalista en el siglo XIX, en Gran Bretaña. Ese surgimiento está asociado a luchas de
la clase trabajadora de entonces por algún tipo de protección social y legal, dada la conciencia de miseria
a la que estaba sometida.
Tal hecho marcó una profunda inflexión en la concepción y en el trato a la pobreza y la protección social
pública, porque por primera vez, la naturalización de la miseria fue políticamente contestada. Como dice
Castro Gomes (1979, p.31) en aquella época, la pobreza no era considerada un “problema”, o un
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“fenómeno disfuncional” para la vida de las sociedades, capaz de merecer algún tipo de consideración
política y científica con vista a su enfrentamiento. Por el contrario, como dice Bendix (1996), desde el
mercantilismo, en el siglo XIV, predominaba el sentido común de que la pobreza era útil al
enriquecimiento de los Estados Nación y por eso, debería ser cultivada. Ese cultivo era condición
necesaria para transformar a los pobres en clase laboriosa, siempre al servicio de la acumulación de
riquezas nacionales. Tales concepciones contribuían enormemente para la formación de ideologías
empresarias como la doctrina de utilidad de la pobreza, a la cual, según Bendix (idem), preconizaba la
reproducción de los pobres, dada su utilidad económica, y encaraba el trabajo estafante por ellos
realizados como “terapia” o “pedagogía”, impeditivas de revueltas contra el sistema y de
exteriorizaciones de sus “más bajas cualidades” (vicios, pereza, falta de ambición). Los pobres, por
tanto, eran “hombres comunes”, toscos, brutos, colocados utilitariamente al servicio de “hombres de
calidad”.
Esa situación perduró hasta 1830 cuando, en el rastro de la moderna Revolución Industrial, el
pauperismo se expandió de tal forma que se confundió, según Rosanvallón (1998), con el propio proceso
de industrialización. Tal hecho, representó una "subversión de perspectivas" exigiendo
reconsideraciones inéditas respecto de la propiedad privada y del trabajo, porque por un instante nadie se
imaginaba que:
a) “un trabajador empleado puede tener un nivel de renta tan bajo que casi es posible considerarlo
un indigente” (Rosanvallon);
b) la pobreza no transcurre de la escasez a la abundancia, esto es, “crecía en relación directa en que
aumentaba la capacidad social de producir riquezas”. O sea, “tanto más la sociedad se revelaba
capaz de producir progresivamente más bienes y servicios, tanto más aumentaba el contingente
de sus miembros que, además de no tener acceso a tantos bienes y servicios, se veían desposeídos
de las condiciones de vida que disponían anteriormente” (Netto)
De ahí la “perplejidad de los liberales” y la comprensión, tanto de la burguesía como de las autoridades
públicas y, principalmente, del proletariado ascendente y de críticos del sistema, de que la condición
social de la clase trabajadora no podía ser tratada con más trabajo y menos con caridad. Tal condición
cuestionaba los propios fundamentos de la nueva organización económico-social instituida y amenazada
en sus relaciones de interdependencia y de “cohesión social”. Es más, puso de relieve las condiciones
objetivas y subjetivas para el surgimiento de la cuestión social, a saber:
Condiciones objetivas:
a) surgimiento de “nuevos problemas vinculados con las modernas condiciones de trabajo urbano y
los derechos sociales que advienen al final del siglo XIX” (Castro Gomes)
b) aparición de dos grandes clases sociales directamente contrapuestas: burguesía y proletariado.
“De ahí Marx califica a la Revolución Industrial como la fase previa de lucha de clases y como la
gestora de nuevas condiciones de opresión dada la imposición, desde entonces de la burguesía
como clase dominante” (Pereira-Pereira, 2001)
c) introducción de una nueva forma de explotación que, diferente de las explotaciones esclavistas y
feudales (llevadas a cabo de modo directo y obvio) escamotea sobre el discurso de libertad en la
esfera ruidosa de circulación, la más cruel opresión en el recóndito silencio de la producción.
(Gough; Urry);
d) la pauperización creciente de la clase trabajadora determinada por la tendencia capitalista de
aumentar la tasa de explotación del trabajo independientemente de la productividad de esta.
De donde se concluye que es la peculiar forma de explotación capitalista, sobre la cual se asienta la
estructura social de ese modo de producción que engendra y profundiza la pobreza determinando, en
última instancia, el surgimiento de la cuestión social. Más y por lo tanto, la acción de sujetos
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estratégicamente situados y con poder de presión, también necesita hacerse presente para que esa
cuestión se explicite como tal.
Condiciones subjetivas
a) conciencia de clase trabajadora de su situación de explotación, permitiendo que esta pasase de
una “clase en sí” a una “clase para sí”. Fue esa conciencia que caracterizó la pertenencia de clase
del proletariado, pues no bastaba que ello fuera objetivamente una clase; era preciso que tuviese
conciencia de eso para imponer, “en su propio nombre”, sus intereses;
b) solidaridad de clase, esto es, la organización de los trabajadores guiados por los principios de
cooperación y de apoyo mutuo, en torno de un objetivo común: la memoria de sus condiciones
sociales. Eso colocó en ruta de colisión dos conjuntos diferenciados de intereses: la burguesía, en
su búsqueda incesante de mayor rentabilidad económica privada, y el proletariado, en su intento
de encontrar respuestas dignas a sus legítimas necesidades sociales;
c) inscripción de demandas de trabajadores en el pensamiento y en el discurso de la clase
dominante, así como en la agenda política de los gobiernos, como una cuestión que amenazaba la
“cohesión social”. Tanto fue así que el término cuestión social no fue acuñado por el proletariado
pero sí por los críticos del sistema y posteriormente por la propia burguesía.
d) reconocimiento de que el pauperismo no es un estado de cosa natural, es un hecho histórico,
producido y reproducido socialmente, es por eso pasible de enfrentamiento y superación. Por lo
tanto fueron de gran valor las investigaciones sobre pobreza realizadas en Gran Bretaña a fines
del siglo XIX (como las de Rowntree y Booth) las cuales concluían que el pauperismo era un
problema social serio y extenso producido por el propio sistema (Alcock, 1992);
e) presión de los trabajadores para la institucionalización de un lugar a ser ocupado por la
dimensión social a partir “del hiato existente entre la organización política y el sistema
económico” (Castel). Este social, por no obedecer ni a la lógica estrictamente económica ni a la
jurisdicción estrictamente política, debería, como de hecho ocurrió, consistir en un sistema de
regulación no mercantil basado en la ciudadanía, que colocara barreras al despotismo del capital.
De lo expuesto, es articulando las condiciones objetivas y subjetivas mencionadas, que se puede hacer,
una primera aproximación al siguiente concepto de contenido complejo de cuestión social originada en
el siglo XIX: Es un desafío histórico – estructural, que resulta de las contradicciones concretas entre
capital y trabajo, a partir del moderno proceso de industrialización capitalista, teniendo como
determinantes indisociables:
a) el empobrecimiento agudo de la clase trabajadora (producido por el peculiar modo de
explotación burguesa);
b) conciencia de clase y de su condición de explotación;
c) lucha política desencadenada por esa clase contra sus opresores a partir de esa conciencia.
Queda claro, en base a esta concepción, que la industrialización, acompañada de urbanización,
constituye un proceso desencadenador de cuestión social, en el cual las relaciones sociales y económicas
pre-industriales fueron sustancialmente desmanteladas por el avance de las fuerzas productivas, que
responden primariamente a las mudanzas estructurales. La pobreza resultante de ese proceso no
constituye en sí la cuestión social, como es comúnmente entendido, ni constituirá en ningún otro
momento histórico. Ella fue (y es) la precondición estructural de cuestión social que, para ser explicitada
como tal, precisa ser políticamente problematizada por actores sociales dotados de poder de presión y
capacidad de amenazar la cohesión del sistema. Sin esa problematización, la pobreza, el desempleo, la
"exclusión social", aún produciendo efectos devastadores sobre la humanidad, no constituye la cuestión
social en su entereza.
Más si la cuestión social sólo surgió en el siglo XIX, ¿qué nombre debe ser dado a los desafíos y las
amenazas de ruptura del tejido social ocurridos antes de ese siglo? Y lo que viene a ser llamada nueva
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cuestión social instaurada, en opinión de varios autores, a fines de años 70 del siglo XX y agravada en
los días actuales?
A los efectos didácticos, hablemos primeramente del antes, para seguir discutiendo el después.
La cuestión social antes del siglo XIX
De los autores que admiten la existencia de un esbozo de cuestión social en las sociedades precapitalistas, Castel (1998) es el que presenta reflexiones más sistematizadas.
Para él, las sociedades precapitalistas, esto es, "el período histórico que en occidente cristiano, va de la
mitad del siglo XIV a las profundas transformaciones ocurridas en el fin del siglo XVIII", ya
presentaban desafíos sociales relacionados a la pobreza. Esos desafíos, aunque estuvieran desviados de
la lucha por derechos, también exigían de los poderes públicos regulaciones sistemáticas. Esto significa
que, antes de la invención de lo social como espacio paulatinamente ocupado por la ciudadanía desde
fines del siglo XIX, ya existía un social que se encargaba del control de los pobres, no solo con medidas
asistenciales, sino también con represión. Es el caso de múltiples formas institucionales, de naturaleza
no mercantil, como la asistencia a los pobres promovida por las Poor Law (Leyes de Pobres) inglesas, la
represión gubernamental a los vagabundos que podían trabajar, pero eran blanco de la inestabilidad de
empleos y vagaban en busca de ocupaciones siempre inciertas; la obligación de trabajo y la disciplina
draconiana en asilos, albergues y casas de trabajo forzado (casas de trabajo), también descriptos por
escritores como Charles Dickens; y el control de circulación de mano de obra.
Esas regulaciones ocurrían, dice Castel porque ya despuntaban desafíos en sociedades pre-industriales
de Europa Occidental, amenazando la integración social en torno al trabajo, considerado desde aquella
época el eje de la cuestión social. Así en base a todos esos controles sobre los pobres y vagabundos,
estaba el interés disimulado de facilitar el libre acceso al trabajo que sufre redefiniciones sobre el
impulso de nuevas formas productivas.
Es por eso que, no obstante a sus pseudoconformaciones antes del siglo XIX, la cuestión social solo va,
de hecho, a ocurrir entre la primera mitad de ese siglo y los años 60 del siglo XX, como un proceso
moderno de industrialización capitalista, cuya peculiaridad puede ser identificada en los siguientes
fenómenos antes inexistentes:
a) la pobreza, ya mencionada (Netto) pasó a tener "una dinámica radicalmente nueva". Asimismo
en la primera mitad del siglo XIX, “no era inédita la desigualdad entre las varias camadas
sociales, venía de lejos la polarización entre ricos y pobres, sí era antigua la diferente apropiación
de los frutos de los bienes sociales” y la resistencia de los oprimidos, la pobreza era diferente e
inédita. Por primera vez ella pasó a ser encarada como problema y no como solución. Su carácter
utilitario fue desmitificado. Y su asociación como la ausencia de desenvolvimiento económico y
ociocidad cayó por tierra. Ahora, parafraseando a Netto, ella se produjo por la misma lógica que
propiciaba las condiciones para su superación;
b) la explotación, también ya mencionada, es que a pesar de ser igualmente antigua, pasó a tener
una inédita y diferente connotación. Efectivamente, el concepto de explotación capitalista difiere
radicalmente de la explotación en los modos de producción pre-capitalistas, porque envuelve
clases sociales, organización del proceso de trabajo, formas de apropiación de excedente y
relaciones de producción diferentes. En el modo de producción esclavista, "la actividad
productiva básica era llevada a efecto por una clase sin derechos y libertades, cuyos cuerpos
inclusive eran propiedad del patrón. En el modo de producción feudal, en pago de obligaciones
específicas del señor, el siervo debía dar a éste un número específico de días de trabajo (o su
equivalente en dinero o en especie). En ambos, la extracción de excedente de trabajo era directa y
obvia. (Gough, 1982), diferente de lo que acontece en el capitalismo que se vale de
intermediaciones y subterfugios (fetiches). Bajo el capitalismo, a pesar de la "libertad" de los
trabajadores para vender su fuerza de trabajo y de la "igualdad" de mercado donde cada bien y
servicio es pagado por su equivalente, la coerción es patente en la esfera de la producción,
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porque una vez empleado, el trabajador se queda bajo el mando del empleador. Por eso, tres son
las características definidoras de la sociedad industrial capitalista, que están ausentes en
sociedades precapitalistas:
la separación entre los productores directos, que venden su fuerza de trabajo como mercadería,
de los medios de producción,
la institucionalización de la propiedad privada en la forma de muchas unidades que compiten
entre sí y,
el control capitalista del proceso de producción (o proceso de trabajo) y, por lo tanto, sobre las
fuerzas de la tecnología (Gough, ibidem);
c) las clases sociales básicas (burguesía y proletariado), igualmente nuevas y en permanente
conflicto en torno de una mercadería especial - la fuerza de trabajo- antes no considerada como
tal.
La cuestión social después de los años 70 del siglo XX
En cuanto a la nueva cuestión social, varios autores, o interesados en el tema, admiten su existencia,
constituyendo una excepción los que no la reconocen como tal, esto es, no como nueva y no como
cuestión. Hay sin embargo un pequeño grupo que la considera como cuestión más no como nueva. Sus
argumentos son, en mi punto de vista estimulantes y en ellos encontré fecundas contribuciones. Con
todo, teniendo en cuenta la ausencia de decisivas problematizaciones políticas los ingentes desafíos
actuales, no consigo percibir una presencia de una explícita cuestión social, y mucho menos de una
nueva cuestión. Más, antes de exponer mis argumentos, veamos lo que viene siendo denominado nueva
cuestión social.
Se trata, según Rosanvallon (1998) del crecimiento del desempleo y del surgimiento de nuevas formas
de pobreza, acompañados de nuevos tipos de inseguridad social, causados por modificaciones
estructurales y políticas desencadenadas a partir del final de los años 70 del siglo XX. Todo eso,
conforme Castel (1998) propició la aparición de un nuevo concepto que, aunque indiferenciado, es el
único capaz de recubrir "todas las situaciones infelices sin tornar inteligible su pertenencia a un género
común". Esto es, un concepto capaz de recubrir "personas y grupos que no tienen ni un mismo pasado y
ni un mismo futuro, ni las mismas vivencias y valores (...). E, inclusive, superclases". Tal concepto es el
de exclusión social, que, aunque genérico, no está según Rosanvallon (ibidem) desencuadrado de las
antiguas categorías de explotación del hombre.
Sólo que esta explotación se da por lo negativo, revelando una situación verdaderamente inexistente en
la época de la cuestión social original, en que el mismo trabajador peor calificado y desprotegido
socialmente, era indispensable al sistema. Lo nuevo de esta situación, por lo tanto, es la redundancia
para el proceso productivo de considerables porciones de población del planeta y la imposibilidad de
tratarla por los antiguos métodos de gestión social propios del Estado Social, ahora en re-estructuración.
En vista de eso tenemos el siguiente cuadro:
La relación entre pobreza y derechos se transformó con la modificación de las percepciones de esos
fenómenos. Así, si entre la pos-segunda guerra mundial y el final de los años 70, la pobreza era
considerada un riesgo que contaba con compensaciones temporarias del Estado, hoy ella no se equipara
a un riesgo, más es una situación estable de exclusión social. En vista de eso, el Estado no puede más
ofrecer compensaciones, pues ellas se tornaron permanentes. Eso implica considerar lo social y sus
formas de regulación de modo diferente, ahora disociado del reconocimiento de derechos, Es, rota la
garantía de derechos, la pobreza contemporánea se queda sin salvaguardas.
Esta es sintéticamente, la situación que se presenta como una nueva cuestión social, aunque
desarticulada de problematizaciones de actores estratégicos y con poder de presión. El propio Castel
(ibidem) reconoce que es difícil ver como los excluidos sociales podrán representar una "fuerza de
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presión", un "potencial de lucha", si ellos "no actúan directamente sobre ningún sector neurálgico de la
vida social" aunque eso, en su opinión, puede constituir una paradoja, porque los excluidos continúan
formando parte y amenazando el sistema que los engendra. Pero, por lo que se sabe, esta amenaza
transcurre de las contradicciones estructurales del fenómeno y no (aún) de problematizaciones de parte
de las fuerzas políticas estratégicas. O, en otros términos, el resorte estructural está armado, falta su
accionar político.
He ahí porque no considero la existencia, hoy en día, de una cuestión social por entero. Considero sí que
los graves desafíos actuales son producto de la misma contradicción entre capital y trabajo que generó la
cuestión social en el siglo XIX, más que, contemporáneamente, asumieran enormes proporciones y no
fueran suficientemente problematizados. El propio concepto de exclusión social contribuye para esta
indefinición política, pues, además de ser indiferenciado, oculta el concepto de clase social, que está en
la base de la cuestión social, y lo de status, que siempre formó parte del repertorio de derechos de
ciudadanía. Eso coloca un problema político y teórico serio, pues, como hablar de cuestión social con
ausencia de clases y sin la perspectiva de derechos?
No es sin ton ni son el retorno de concepciones arcaicas y equivocadas de protección social como
respuesta a esos desafíos. De ella forma parte la revalorización de principios y criterios de gestión
social, que busca prioritariamente reintegrar a los que echan al margen de un sistema que no tiene
capacidad de integrarlos. Y al que así hicieran, acaban contribuyendo para retardar la explicitación de la
cuestión social en su entereza.
En vista de eso, conviene fijar a la par del proceso político de transformación de "problemas" (o de
"estado de cosas" naturalizados) en "cuestiones" que exigen resoluciones públicas, porque, a mi ver, es
este proceso que exige del Servicio Social como profesión decisivo entendimiento y participación.
La importancia de la cuestión social para la política pública:
Ampliando el arco de relaciones de la cuestión social, se puede decir que "cuestiones" estratégicas y
socialmente producidas están en la base tanto de la política como estrategia de acción, cuanto de teoría.
Eso quiere decir que, sin la existencia de una cuestión de partida, no hay resolución política y teórica.
Más, ¿sería correcto afirmar que la política y la teoría son formas de resolución? Diría que sí, salvando
sus diferencias y no encarando, en el caso de la política, esa resolución una respuesta invariablemente
positiva.
La política intenta resolver una cuestión propuesta en la esfera de las relaciones sociales, confiriendo, o
no, bienes, servicios y derechos reivindicados por una colectividad.
La teoría intenta resolver una cuestión puesta en la esfera del conocimiento, confiriendo explicaciones a
dudas relacionadas al reconocimiento de ignorancias contenidas en esa misma cuestión. Es por eso que
el conocimiento de que no se conoce determinado asunto es el principal ingrediente de pesquiza y de
punto de partida de la ciencia.
El término "resolver" tiene, por lo tanto, varias connotaciones. La mayoría de las veces significa dar
respuestas, que pueden ser de diferentes tipos. Se dice, la mayoría de las veces, porque la omisión
deliberada, a no dar respuestas, también es una forma de posicionamiento político frente a una cuestión.
En la política, que no tiene compromisos inenarrables con la verdad, la resolución puede asumir las
siguientes configuraciones:
a) atender efectivamente a una cuestión
b) atender en parte a una cuestión
c) aplazar la atención efectiva de la cuestión
d) sustituir la cuestión en otra alternativa
e) descalificar la cuestión, diciendo que ella es una falsa cuestión
f) negar la evitabilidad de las cuestiones que dieran origen a la cuestión
g) relegar la cuestión a un benevolente olvido
h) reprimir a los actores envueltos en la cuestión
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En teoría, que tenga compromiso con la verdad, la resolución puede asumir las siguientes formas:
a) problematizar más aún la cuestión propuesta con el apoyo de la investigación
b) ofrecer respuestas provisorias e hipotéticas a la cuestión propuesta
c) dar explicaciones efectivas a la cuestión propuesta, que nunca son acabadas.
El Servicio Social hace frente a ambos conjuntos de cuestiones. Sin embargo lo que más lo requiere es lo
político en cuánto estrategia de acción (política) porque casi todos los asistentes sociales participan de
esta arena, sea decidiendo, planeando, gestionando o ejecutando.
Por eso, de aquí para adelante, nos vamos a atener a la política, sin olvidar que los análisis de ésta se
respaldan en teorías.
Para analizar la relación entre cuestión y política, es preciso partir de algunos conceptos claves, tales
como:
a) problemas (o cuestión potencial, porque constituyen la condición previa para la aparición de una
cuestión): son identificados con necesidades y demandas aunque no suficientemente problematizados
tendiendo, por eso, a su resolución política constantemente aplazada. Asumen generalmente, la
forma de "estado de cosas" naturalizados que, a pesar de producir efectos negativos, no movilizan
fuerzas políticas para su enfrentamiento. De ahí serán también considerados "no-cuestiones";
b) cuestiones: son necesidades y demandas socialmente problematizadas por actores sociales
estratégicos y con poder de presión, que creen poder hacer algo para cambiar ese "estado de cosas"
prevalecentes y se movilizan porque poseen condiciones de promover la incorporación de sus pleitos
en la agenda pública. Sólo cuando un problema se transforma en cuestión de las políticas, como
estrategia de acción, surgen.
En el proceso de constitución de la cuestión, muchos actores (clases, fracciones de clases, grupos y hasta
individuos estratégicamente situados) se envuelven a favor o en contra de ella. Descubrir esos actores, su
naturaleza, sus intenciones, objetivos, intereses, recursos, capacidad de movilización, alianzas y
conflictos es un paso importante de análisis de políticas públicas. Es ese análisis el que puede contribuir
para la elaboración de teorías, se debe, según Oszlak y O'Donnell (1976) procurar saber:
a) quién y cómo problematizó necesidades y demandas?
b) quién, cómo y cuando convirtió el problema en cuestión?
c) Con qué recursos, estrategias y alianzas? Con qué oposición?
d) Qué fuerzas sociales tuvo que enfrentar?
e) Cual es la definición de cuestión propuesta?
Donde se concluye que analizar el lapso entre lo previo al surgimiento de una cuestión y el proceso
mediante el cual esta cuestión se constituye como tal, es importante no solo para interpretar el
significado y el alcance de las políticas presentadas como respuestas a esa cuestión, más también para
mejor conocer el carácter del Estado y los padrones de relaciones que ellos mantienen con la sociedad.
Entretanto, no terminar ahí el análisis.
Una cuestión socialmente propuesta siempre exige resolución política. Ya fueron vistas las formas que
esa resolución puede tomar. Por eso, independientemente de la forma asumida, se dice que una política
vuelta para la resolución de una cuestión es una toma de posición intencional. En general, incluye
decisiones de una o varias organizaciones, simultáneas o sucesivas, que constituyen un modo de
intervención frente a la cuestión.
De ahí porque la toma de decisión no es unívoca, homogénea, permanente y no invariablemente positiva.
La omisión (o no acción) y la represión forman parte del repertorio de resoluciones.
Hay, aunque destacar, el carácter negociado y abiertamente conflictuado que frecuentemente asumen las
tomas de posición del Estado frente a una cuestión. Eso se explica porque la resolución puede provocar
otros problemas y cuestiones.
El análisis aquí privilegia la relación de la cuestión con la política, de la cual se retiran informaciones
respecto a las articulaciones dinámicas entre Estado y sociedad, difiere de esquemas analíticos
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sistémicos que privilegian la fragmentación de demandas (inputs) y productos (outpusts) a simples
análisis de impactos sociales. Por consiguiente, lo que está en la base del análisis en pauta es la relación
orgánica entre Estado y sociedad como un todo, que no se caracteriza como una suma, sino como un
proceso unitario. En ese sentido, la política solo adquiere significación práctica y teórica en la medida en
que fuera sistemáticamente vinculada a una cuestión.
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