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Universidad de Deusto
Instituto de Estudios Cooperativos
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COLECCION DE CASOS / ANEXO:
Modelos de Balance Social:
Criterios clasificatorios
Dra. Aitziber MUGARRA ELORRIAGA
Profesora de la Universidad de Deusto
Directora del Instituto de Estudios Cooperativos
(Extraído del Capítulo 4: «Los Diferentes Modelos del Balance Social» de la tesis doctoral El
Balance Social Aplicado a las Cooperativas, defendida en la Universidad de Deusto en
diciembre de 1995)
I.- Criterios clasificatorios del balance social
I.1.- Clasificación según el destinatario
I.2.- La utilidad planteada al balance social
I.3.- Nivel de participación en la elaboración del balance social
I.4.- Obligatoriedad legal
I.5.- El método como criterio clasificatorio
I.- Criterios clasificatorios del balance social
Al hablar del concepto de balance social señalábamos que bajo dicho
epígrafe se aglutinan todo un conjunto de tendencias y orientaciones
diferentes. Toda esta variedad puede ser explicada por el hecho, según
SALAS PUIG, de que “las necesidades informativas varían según el marco
jurídico-institucional y el sistema político económico en que la empresa se
sitúe.”1 BAUER y FENN aducen como motivo de esta confusión precisamente
el amplio espectro de presiones demandando algún tipo de auditoría social:
todos hablan de la auditoría social, pero apenas nadie coincide con nadie sobre
qué es exactamente y no hay dos organizaciones que lo estén haciendo del
mismo modo. 2
Cada una de las experiencias que sobre balance social se han llevado
adelante obedece a una necesidad particular, bien sea de la empresa concreta o
1 SALAS PUIG, J.M.: «Los Indicadores Sociales como Unidad Operativa de la Contabilidad Social» I Jornadas de
Estudio sobre Economía y Sociedad. Banco de Bilbao. Madrid, 1981, pág.368
2 BAUER, R.A. & FENN, D.H.: «What is a Corporate Social Audit?». Harvard Business Review. Enero-febrero, 1973,
pág.39
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bien de alguno o varios de sus interlocutores sociales. Toda esta variedad está
íntimamente ligada al porqué de la necesidad de un balance social, que hemos
situado en la responsabilidad social y a la que hemos dedicado toda la primera
parte, por lo que no parece oportuno seguir insistiendo.
En lo que sí debemos insistir, junto con KELLER REBELLON, es en
considerar el balance social como un fenómeno social-empresarial más que
como una técnica concreta.3 Son numerosas las técnicas concretas que se han
propuesto para abordar un balance social, cuyo denominador común es el
constituirse en un sistema de información empresarial hacia la
sociedad. No debemos olvidar que la aspiración última de todas estas técnicas
en su evolución es la de que, en un futuro, en palabras de BAUER y FENN, las
empresas rindan cuentas de su actuación social con la misma regularidad y la
misma apariencia de precisión con la que ahora informan sobre su actuación
financiera.4
A la hora de establecer un cuadro clasificatorio de técnicas concretas para
elaborar un balance social, nos encontramos con algunas dificultades para
elegir los criterios diferenciadores que nos ayuden a explorar con un cierto
orden toda esta variedad de técnicas y experiencias de balance social. Han
existido otras iniciativas en este sentido pero como esquema general he optado
por seguir, con algunas modificaciones, la propuesta clasificatoria hecha por el
Instituto Nacional de Industria en su Informe de 1978.5 Utilizaremos cinco
criterios:
1.- El destinatario del Balance Social,
2.- La utilidad planteada a dicho instrumento,
3.- El nivel de participación en su elaboración,
4.- Si es obligatorio por ley o no, y
5.- El método elegido para su configuración.
Ciertamente, el más importante a efectos de este trabajo es precisamente
este último, pero vamos a mencionar brevemente los cinco porque nos servirán
para posteriormente en el próximo capítulo ubicar determinadas experiencias
prácticas ya realizadas sobre balance social y también determinar cuáles deben
3 KELLER REBELLON, R.: «El Balance Social». Ponencias y Comunicaciones al I Congreso AECA. Instituto de
Planificación Contable, Ministerio de Economía y Hacienda, Madrid, 1983, pág.520
4 BAUER, R.A. & FENN, D.H.: «What is a Corporate Social Audit?». Harvard Business Review. Enero-febrero, 1973,
pág.40
5 INSTITUTO NACIONAL DE INDUSTRIA: El Balance Social y su Aplicación en el I.N.I. (Informe de los Grupos de
Trabajo y Experimental de Empresa). Dirección de Estudios. Madrid, 1978, págs.40-52
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ser las características de un balance social cooperativo. Desarrollemos estos
criterios:
I.1.- Clasificacion según el destinatario
Este criterio de clasificación se refiere a los agentes sociales destinatarios
del Balance Social, su número y tipo. Es habitual entre los autores diferenciar
entre balances sociales internos y externos, en referencia a los partícipes
sociales relacionados con la empresa, entendiendo ésta como coalición, según
expresamos en páginas anteriores y donde señalábamos la diferenciación entre
agentes sociales internos y externos.
Ya Melvin ANSHEN utilizaba esta distinción del balance social según sea
el destinatario al preguntarse sobre los objetivos del balance social: “•¿Es su
propósito fundamental permitir a una corporación dar a conocer sus
actividades socialmente responsables, en términos que tengan sentido para un
auditorio externo, sus accionistas o el público en general? O •¿es su propósito
proporcionar datos para una mejor adopción de decisiones administrativas
internas y, posiblemente, robustecer la aptitud de la gerencia para obrar?”6 . El
autor distingue de esta manera entre aquellos balances sociales pensados para
dar información significativa a los gestores de la empresa (la dirección y el
consejo de administración, según el gráfico de Andrew DANGERFIELD
presentado en el primer capítulo) a la hora de tomar sus decisiones y aquellos
otros pensados para informar al resto de agentes sociales, pudiéndose
establecer diferentes gradaciones dentro de esta última opción. Tal distinción
tiene su incidencia en la forma concreta que adopta el balance social.
Son balances sociales internos aquellos que tienen en cuenta sólo las
relaciones de la empresa con los agentes sociales internos. Y dentro de ellos
incluimos aquellos elaborados con el objetivo de aportar información
significativa para que la dirección tome las decisiones pertinentes en temas
sociales. Estos modelos de balance social interno son muy necesarios para
integrar coordinadamente los aspectos sociales en la gestión económica. En
este grupo ubicaríamos los Tableau de Bord o Cuadros de Mando que
permiten a los gestores mediante una serie de indicadores simples realizar un
seguimiento en materia social. La utilización más habitual de dichos Tableau
de bord es en la gestión de personal.
6 ANSHEN, M., citado por ABT, C.C.: Auditoría Social para la Gerencia. Ed. Diana. México, 1981, pág.193
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Con ello damos entrada al siguiente partícipe social dentro de la
perspectiva del balance social interno: los trabajadores, colectivo laboral
diferenciado de la dirección. Ha habido frecuentes iniciativas focalizando la
información hacia dicho colectivo. A destacar por su trascendencia tenemos el
modelo de balance social impuesto por la ley francesa de 1977, planteado más
como instrumento informativo para dicho colectivo que de gestión
empresarial. Generalizando, podemos afirmar que son frecuentes este tipo de
balances en la esfera francesa como resultado del hecho de que las críticas a la
empresa francesa han surgido predominantemente desde los propios
trabajadores y sus sindicatos.7
Hemos hablado hasta ahora de los destinatarios internos como criterio
para definir un balance social interno, pero debemos hacer una matización.
Determinados autores utilizan la misma expresión interno/externo para
referirse no ya al destinatario, sino al ámbito de la información. Aunque
mayormente ambas clasificaciones suelen coincidir, no siempre es así. Por
ejemplo, imaginemos un balance social diseñado para informar a nuestros
trabajadores, en el que incluyamos un apartado referente a la incidencia
contaminante de nuestro proceso productivo. Este es un aspecto en el que
claramente la empresa incide en su entorno, con lo que desde su ámbito
podríamos señalarlo como aspecto externo.
Los balances sociales externos son aquellos que contemplan las
relaciones que mantiene la Empresa “exclusivamente con los Agentes Sociales
situados de ‘puertas a fuera’”, en palabras del INI8 . En estos balances se
subrayan concreciones de la responsabilidad social empresarial con dichos
colectivos, como son los aspectos de medio ambiente, calidad de los productos
ofrecidos, relaciones con la comunidad en la que se inserta la empresa, etc.
Los balances externos, como ya hemos indicado, son típicos de las empresas
estadounidenses y también inglesas, como consecuencia lógica de las demandas
a las que estaban sujetas, pero no exclusivos. Si bien en el planteamiento
francés predomina el balance interno, ya en el año 1977 surgen voces que
hablan de la necesidad de un balance externo, que, por ejemplo, Jean-Yves
EICHENBERGER denomina «rapport d'environnement» en la editorial del
número especial dedicado al balance social en la revista Revue Française de
Gestion. 9
7 Circunstancia esta a la que ya hacíamos referencia en la primera parte de este trabajo.
8 INSTITUTO NACIONAL DE INDUSTRIA: El Balance Social y su Aplicación en el I.N.I. Dirección de Estudios. Madrid,
1978, pág.45
9 EICHENBERGER, J.Y.: «Le Rapport Social de l'Entreprise». Revue Française de Gestion, 12-13. Noviembrediciembre, 1977, pág.5
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También ha sido típico de estos balances sociales externos, pero tampoco
en este caso exclusivo, la tentación de remitirse solamente a los donativos para
caridad, como denuncia Clark C. ABT10 , cayendo en la utilización de dichos
balances sociales como meros instrumentos de relaciones públicas en su sentido
más peyorativo.
Nos resta por citar una tercera posibilidad: los balances sociales
mixtos (o globales, en palabras del Instituto Nacional de Industria). Nos
referimos a éstos cuando analizamos las relaciones establecidas por la empresa
con todos o alguno de los agentes sociales situados tanto de ‘puertas a dentro’
como de ‘puertas a fuera’. Estos balances son frecuentes en la esfera germana
y de los países del norte de Europa, aunque no exentos de matizaciones según
el país.
Dentro de ellos puede haber balances más o menos amplios, pero la
tendencia apunta hacia una opción por el tipo de balance social mixto. Mixto
tanto en cuanto que reconoce como destinatarios a colectivos internos y
externos a la empresa como cuanto que debe recoger información de la
actividad empresarial en ambos ámbitos. S. GARCIA ECHEVARRIA señala
que la empresa precisa de las dos dimensiones de realización de cuentas a las
que nos referíamos al comenzar a tratar el criterio de los destinatarios:
“• Una, la de presentación de cuentas a terceros, a uno o a varios grupos
sociales; • Otra, la de disponer de un sistema de información interno que
facilite la base para la toma de decisiones en la empresa.”11 Ello exige, en la
medida de lo posible, mantener el equilibrio entre ambas dimensiones, aunque
no sea tarea fácil.
I.2.- La utilidad planteada al balance social
El segundo criterio clasificador se refiere a las posibles utilidades del
Balance Social. También es un criterio mencionado abundantemente por los
autores, distinguiéndose claramente varias posibilidades. Cualquier experiencia
de balance social puede cumplir varias de estas utilidades.
Algunos autores establecen una cierta evolución temporal en las
aspiraciones del balance social: así, por ejemplo, Robert ACKERMAN
distingue tres etapas, que él denomina etapas política, técnica y de integración
10 ABT, C.C.: Auditoría Social para la Gerencia. Ed. Diana. México, 1981, pág.65
11 GARCIA ECHEVARRIA, S.: «El Balance Social en la Gestión Empresarial». ESIC-MARKET. 25. Enero-abril, 1978,
pág.16
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de los nuevos objetivos sociales en el proceso de toma de decisión, como
estadio más elevado en la asunción de la responsabilidad social empresarial.12
Etapas que se corresponderían con su utilización como instrumento de
relaciones públicas, de información y de gestión social.
Los primeros balances sociales surgieron con un gran componente de
relaciones públicas y de mejora de la imagen de la empresa, como defensa
ante la presión social proveniente tanto desde el exterior, ante la contestación
de colectivos de consumidores, ecologistas, etc., como desde el propio
interior, buscando la justificación ante sus propios trabajadores.
Y así nos encontramos con empresas que entienden por balance social la
simple enumeración de los donativos empresariales para distintas
organizaciones benéficas o las posibilidades vacacionales que ofrecen a sus
trabajadores, por ejemplo. El destino final de estos balances es la publicidad
(hasta tal punto que ACKERMAN y BAUER no encuentran en dichos casos
significativas diferencias con lo que ellos llaman ‘Public Relations Reports’13 ).
Lo que los caracteriza es que no conllevan ningún replanteamiento de la
gestión empresarial y de sus objetivos primordiales pues se refieren a acciones
claramente separadas del día a día de la empresa. Esta ausencia de relación
entre la información social que se transmite en estos balances y los objetivos
de la empresa y sus agentes sociales constituye la principal crítica que se
hace a estos balances sociales. Es por ello que determinados colectivos han
calificado estos balances sociales como mera “treta empresarial, como
cosmética de la empresa o como anestesia social”14 , según recoge Dante
CRACOGNA.
Ciertamente ha habido motivos para estas críticas y el peligro de
manipulaciones de la información para destacar exclusivamente lo positivo
es algo siempre a tener en cuenta. Este es un riesgo que hay que reconocer y
ante el cual se deben establecer controles. Uno de estos controles podría ser el
asegurarnos que participe más de un colectivo en la confección de dicho
balance social15 . Hay autores, como CEA GARCIA, que también proponen una
12 ACKERMAN, R., citado por CUERVO GARCIA, J.A.: «Eficiencia y Responsabilidad Social de la Empresa». I
Jornadas de Estudio sobre Economía y Sociedad. Banco de Bilbao. Madrid, 1981, pág.330
13 ACKERMAN, R.W. & BAUER, R.A.: Corporate Social Responsiveness: The Modern Dilemma. Reston Publishing
Co. Reston, 1976, pág.226
14 CRACOGNA, D.: «El Balance Social de la Empresa» Administración de Empresas. 124. Julio, 1980, pág.339
15 Ya hablaremos del criterio de nivel de participación más adelante.
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garantía de objetividad mediante la verificación realizada por expertos
independientes, al igual que ocurre con la información financiera.16
Indudablemente siempre habrá una dimensión de imagen en todo balance
social pero lo importante es que esta función no constituye su objetivo
fundamental. Hasta ahora nos hemos referido a las relaciones públicas con un
tinte claramente peyorativo, casi identificándolo con manipulación de la
información. Muchas veces se utiliza el término con dicho matiz pero es hora
de hacer algunas aclaraciones al respecto.
Empecemos definiendo positivamente la función de relaciones públicas.
Para ello nos remitimos a Peter DRUCKER, quien lo entiende como “una
función orientada externamente [cuyo] cometido es observar y percibir lo que
sucede fuera de la compañía, evaluándolo luego en dos términos: primero, en
qué forma afecta a la organización; y segundo, qué debería hacer, o no hacer,
o hacer de un modo diferente la organización, en respuesta a lo que está
sucediendo en el exterior de tal forma que “el gerente le preste atención a la
realidad exterior que éste tiende a no ver [haciéndole] más consciente de la
realidad de que se esperan cosas de él, y a que los de afuera ven lo que él hace
de un modo muy diferente a como lo ve por sí mismo.”17
Desde ese punto de vista, todo balance social tiene un componente de
relaciones públicas, en la medida en que se convierte en un “medio para evitar
los conflictos potenciales que genera una estructura social tan crecientemente
concienciada”18 , en palabras de Francisco PARRA LUNA. Todavía más claro
si nos remitimos a otro autor, quien señala que “el objeto del mensaje en las
Relaciones Públicas […] es […] la comunicación de que la institución […]
cumple el fin económico-social que convenga a su entorno comunitario. E,
incluso, la comunicación de que, excepcional y circunstancialmente, no lo
cumple.”19 No son los únicos en defender esta interpretación positiva de las
relaciones públicas, “muy lejano del de propaganda y publicidad e imposible
de confundirlo con mera ‘cosmética’ social”20 . Dentro de esta interpretación el
16 CEA GARCIA, J.L.: «La Teoría del Balance Social». Cuadernos Universitarios de Planificación Empresarial. 3.
vol. VI. 1980, pág.367
17 DRUCKER, P.F. con HERTH, D.E.: «Cómo trabajar con la Dinámica de los Impactos y Responsabilidades
Sociales». Cap.4. Dirección Dinámica de Empresas. págs.68 y 73
18 PARRA LUNA, F.: El Balance Social de la Empresa como Instrumento de Gestión. Ediciones Deusto. Bilbao, 1989,
págs.124-125
19 DESANTES GUANTER, J.M.: «El Derecho y el Deber de Informar en las Instituciones Financieras». I Jornadas de
Estudio sobre Economía y Sociedad. Banco de Bilbao. Madrid, 1981, pág.684
20 CUESTA RUTE, J.M. DE LA: «Balance Social y Deber de Información de la Empresa». Ponencias y Comunicaciones
al I Congreso AECA. Instituto de Planificación Contable, Ministerio de Economía y Hacienda, Madrid, 1983, pág.548
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balance social tiene un cometido nada despreciable, muy interrelacionado con
su utilización como instrumento de información.
Por lo que se refiere al balance social como instrumento de
información empresarial, debemos destacar que es información que pasa a
los diferentes colectivos sociales con los que la empresa se interrelaciona. No
ha sido la primera iniciativa en este sentido pues ya previamente a los balances
sociales las empresas han transmitido información de su actuación en la
perspectiva social. Pero quizá su mérito estriba en el intento de aglutinar y
completar todas esas informaciones, normalmente facilitadas de forma
fragmentaria, en un documento único. Dicho documento busca transmitir
una panorámica de conjunto de la actuación de la empresa en este campo, en la
que se debe mantener la mayor objetividad posible, dando cuenta
necesariamente tanto de las realizaciones positivas como negativas de la
empresa.
Desde ese punto de vista es un documento de marcado carácter
descriptivo, pero que ha de permitir dar un paso más en el sentido de
facilitar la evaluación social de la empresa. Así lo reconoció José Ángel
SANCHEZ ASIAIN cuando afirmaba, en la presentación del primer Balance
Social del BB, que “la idea de «balance social» no es un truco dialéctico, una
especie de adorno hacia el exterior; constituye una realización concreta de una
preocupación más profunda: tratar de medir y valorar -en términos
cuantitativos y cualitativos- la responsabilidad social de la empresa.”21 Este
planteamiento obliga a renunciar a experimentos exclusivamente puntuales
para integrarse en un planteamiento a largo plazo, en el que periódicamente
se analicen unas mismas áreas, para permitir la comparación y la valoración
de su evolución.
Debemos ahora combinar este criterio con el anteriormente explicado del
destinatario, pues cuando se enfoca (bien exclusivamente o combinándolo con
otros posibles destinatarios) hacia la información al colectivo gestor de la
empresa, suele adoptar la forma de tableau de bord, como base para la toma
de decisiones. Se convierte entonces en un instrumento de gestión social.
Cuando se diseña pensando en informar al resto de los colectivos
empresariales sobre cuestiones de su interés, nos adentramos en su
utilización como instrumento de participación, negociación y concertación, en
el sentido de que, como señala GARCIA ECHEVARRIA, “lo que hace es
21 Banco de Bilbao: Balance Social del Banco de Bilbao de 1978. Banco de Bilbao. Bilbao, 1979, pág.8
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modificar los comportamientos de los grupos de referencia […] en un feedback de información […que] tiende a modificar las prestaciones que realiza esa
[empresa].”22
Pero antes de adentrarnos en esas otras utilidades del balance social, no
podemos por menos que advertir un riesgo muy sentido por el colectivo
gestor respecto a la transmisión de información social de la empresa.
ORTIGUEIRA BOUZADA lo define como el “riesgo de que la competencia
conozca determinadas informaciones que se traduzcan en una especie de
‘espada de Damocles’ para la empresa. Y esto, no porque lo social sea
demasiado importante, sino porque lo social es terriblemente indisociable de lo
económico y lo técnico, y en este terreno sí que existe peligro.”23
A pesar de que actualmente se defienda con tanta fuerza la transparencia
informativa en las empresas, como práctica que, en palabras de GARCIA
ABAD, “tensiona a la organización para que se plantee con nuevos ojos la
lógica de su propia actuación de forma que pueda evitar disfuncionalidades”24 ,
no debemos menospreciar este argumento, pues suele ser habitualmente
esgrimido por los contrarios a las iniciativas en pro del balance social. Es más,
según apreciación personal de Carlos DE LA ERRAN, el hecho de que la
confección del balance social obligara a compartir información incluso en el
seno de la propia empresa fue uno de los mayores obstáculos (aunque no el
único), que llevaron a dicho banco a abandonar la confección del tercer
balance social, que había prometido publicar para 1985.
A pesar de las dificultades expuestas, no cabe duda de que la información
contenida en el balance social puede posibilitar un feed-back entre la empresa
y sus partícipes sociales. Desde ese punto de vista se configura como
instrumento empresarial de participación, negociación y concertación
con todos esos colectivos, con los que llegar a un acuerdo respecto a las áreas
de responsabilidad social que debe cubrir la empresa y su plan para llevarlo
adelante.
De hecho, el Centro de Estudios de la Empresa (CEDE) de la Asociación
Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE) ve en el balance social la “ocasión
de confrontar puntos de vista en un marco determinado, con la intención de
22 GARCIA ECHEVARRIA, S.: «Balance Social de la Empresa en España». Working Papers. 116. Serie Azul.
Universidad de Alcalá de Henares. Madrid, Mayo, 1986, pág.28
23 ORTIGUEIRA BOUZADA, M.: «La Gestión Social de la Empresa» en CUERVO, A.; ORTIGUEIRA, M. & SUAREZ,
A.: Lecturas de Introducción a la Economía de la Empresa. Ed. Pirámide. Madrid, 1979, pág.635
24 GARCIA ABAD, J.: «La Empresa ante el Problema de la Comunicación Social». Boletín de Estudios Económicos.
122. Agosto, 1984, pág.242
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extraer acciones prioritarias [… hasta el punto de que medirían el éxito de
dicho balance social] más por la calidad y los resultados de esa confrontación
que por la precisión del instrumento utilizado para el debate.”25 Y dentro del
ámbito europeo, también Rodolfo CRESPO, en el Dictamen elaborado por la
Comisión de Asuntos Sociales y Empleo del Parlamento Europeo sobre los
Balances Sociales, subraya esta utilidad al señalar que “la introducción del
balance social en las empresas podría constituir un importante instrumento de
concertación social para la aplicación correcta de la ‘estrategia cooperativa de
desarrollo’.”26
A la hora de especificar dichos colectivos, es claro que unos son más
fáciles de identificar que otros. Una empresa, por ejemplo, tiene una serie de
clientes, pero es probable que éstos sean numerosos y además sus
representantes no estén claramente identificados, a pesar de que estamos
viendo iniciativas en este campo. Y no sólo en cuanto al colectivo de clientes.
Pero aún en muchos casos la representatividad es escasa. Por ello es frecuente
que esta utilidad se haya circunscrito al colectivo laboral de la empresa, con lo
que el balance social se convierte en palabras de Gustavo DE SANTIS, en un
instrumento más de relaciones
industriales27 . Con respecto a dicho
colectivo, existen una serie de cauces ya estipulados para designar a sus
representantes, con los que poder establecer una negociación. Y el balance
social debe proveer de la información necesaria para facilitar dicha
negociación con los trabajadores. Por tratar de informar esencialmente a dicho
colectivo, en tales balances suele predominar la información de aspectos
sociales que previamente habíamos llamado internos.
Y de nuevo nos encontramos en la tradición francesa del balance
social, que insiste mucho en este uso (Alain CHEVALIER, Edmond
MARQUES, Jacques IGALENS y Jean-Marie PERETTI, entre otros), y en
función del que se diseñó su ley de balance social de 12 de julio de 1977, para
el que se establecieron tres objetivos: la información, la concertación y la
planificación, como reconoce Pierre CABANES28 , Director de Relaciones
Laborales en el Ministerio de Trabajo cuando se adoptó la ley. Para cumplir
25 MARTINEZ, G.F. & BIALAKOWSKY, A.L.: El Balance Social en las Cooperativas. Evaluación Sistemática del
Impacto Social. Ediciones Colegio de Graduados en Cooperativismo y Mutualismo de Buenos Aires. Buenos Aires,
1984, pág.24
26 CRESPO, R.: «Dictamen elaborado por la Comisión de Asuntos Sociales y Empleo sobre los Balances Sociales».
Dictámenes de las Comunidades Europeas. PE DOC A 2-74/87. 1987, pág.6
27 SANTIS, G. DE: «Introduzione». en VARIOS: Responsabilità Sociale e Bilancio Sociale d’Impresa. Esperienze e
Prospettive negli Stati Uniti e in Europa. Franco Angeli Editore. Milano, 1981, pág.13
28 «Les trois buts poursuivis sont l'information, la concertation et la planification.» (CABANES, P.: «Le Bilan Social
de l'Entreprise». Revue Française de Gestion. Noviembre-diciembre, 1977, pág.2)
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dicho objetivo de concertación, el balance social debe proporcionar, según
MARTINEZ CHURIAQUE, un “vocabulario calificado […] base de la
comunicación y del entendimiento”, que permita la resolución de las más
frecuentes tensiones en cualquier negociación laboral: el hecho de que “la falta
o insuficiencia de datos ralentizan o impiden que la discusión progrese y que
se alcancen las soluciones.”29
Por último, consideraremos el balance social como instrumento de
gestión
social. José Ángel SANCHEZ ASIAIN, referente a la
responsabilidad social, afirmaba que ésta debe ser elevada a “la categoría de
objetivo empresarial y a sus diversas materializaciones a la de instrumentos
de gestión. Esa es […] la única forma de convertir el balance social en un
instrumento operativo, un instrumento de análisis que llevará al empresario a
tomar decisiones considerando todos y cada uno de los elementos con los que
se relaciona”30 , lo que necesariamente pasa por completar nuestros procesos de
planificación y de control (intrínsecamente unidos) con el establecimiento de
objetivos sociales, a los que no olvidemos que se debe conferir igual
importancia que a los económicos.
Objetivos sociales y económicos que adquieren su aplicación más
profunda en la medida en que entendemos el balance social como un
instrumento de gestión social. Esta utilidad ha sido especialmente subrayada
por Santiago GARCIA ECHEVARRIA: “el Balance Social no puede
constituir solamente un hecho complementario a los sistemas de información
externa o interna de la empresa, sino que constituye toda una forma de pensar
de los hombres responsables en esa empresa en cuanto a la integración del
entorno en sus propios procesos y tomas de posición y decisiones en la
empresa.” 31 Por tanto, el balance social debe integrarse necesariamente en el
sistema de información para poder cumplir con su misión en la gestión
empresarial.
El autor insiste frecuentemente en esta necesidad de integración de lo
social con lo económico: “debe realizarse en la gestión empresarial una mayor
integración que lleve, no ya sólo a que los comportamientos de sus miembros
consideren el tema societario en sus actuaciones empresariales, sino que lo
29 MARTINEZ CHURIAQUE, J.I.: «La Aplicación del Balance Social en Francia». Técnica Contable. 365. Mayo,
1979, pág.166
30 SANCHEZ ASIAIN, J.A.: «Sesión de Clausura» I Jornadas de Estudio sobre Economía y Sociedad. Banco de Bilbao.
Madrid, 1981, pág. 65
31 GARCIA ECHEVARRIA, S.: «Responsabilidad Social de la Empresa Hoy: el Balance Social». Conferencias y
Trabajos de Investigación. 139. Instituto de Dirección y Organización de Empresa. Alcalá de Henares, Abril, 1988,
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incluyan, tanto en los planteamientos de cálculo económico, como en el
conjunto de sus decisiones empresariales.” 32
O en manifestaciones anteriores afirmó que “estos objetivos sociales
deben integrarse en los sistemas de decisión e información a los distintos
niveles empresariales [… de tal manera que] los sistemas de información y de
decisión deberán ser más integrales”33 en lo que él llama un enfoque
‘estratégico’ del Balance Social.34 En este enfoque convierte al balance social
en un elemento de planificación empresarial, y no una mera “presentación de
cuentas del pasado.”35
Otros autores también han insistido en esta utilidad del balance social.
Podríamos mencionar a Francisco PARRA LUNA, quien, subrayando el
aspecto del control de la gestión, considera que “el balance social, como todo
balance, ha de reflejar el estado de una labor realizada y servir en este sentido
de instrumento crítico de la gestión empresarial” lo que implica, según él,
dos cuestiones: “primeramente la incorporación de la totalidad de los aspectos
empresariales dentro de su estructura (el balance social, o es integral o deja
de ser social), y en segundo lugar implica una reestructuración técnica del
balance, de forma que desdoble lo previsto, lo realizado y lo desviado, en un
lenguaje estandarizado y comparativo.”
En dicha reestructuración técnica se deben detallar, según el autor, “como
mínimo, los siguientes hechos:
1. Lo previsto por realizar en cada uno de los indicadores utilizados, y
además de una manera cuantificada;
2. Lo realizado, utilizando idéntica escala cuantitativa;
3. La desviación, producida entre lo previsto y lo realizado;
4. Las desviaciones totales por área de responsabilidad […] y la
desviación global de la empresa;
5. Las desviaciones producidas en cada valor perseguido así como la
desviación axiológica global de la empresa.”36
32 GARCIA ECHEVARRIA, S.: «Responsabilidad Societaria y Estrategia Empresarial: Balance Social». Working
Paper. 62. Serie azul. Universidad de Alcalá de Henares. Madrid, 1981, pág.31
33 GARCIA ECHEVARRIA, S.: «El Balance Social en la Gestión Empresarial». ESIC-MARKET. 25. Enero-abril, 1978,
pág.20
34 GARCIA ECHEVARRIA, S.: «Balance Social de la Empresa en España». Working Papers. 116. Serie Azul.
Universidad de Alcalá de Henares. Madrid, Mayo, 1986, pág.29
35 GARCIA ECHEVARRIA, S.: «Balance Social: ¿Para qué la Empresa?». Nueva Empresa. 3. Julio, 1978, pág.35
36 PARRA LUNA, F.: El Balance Social de la Empresa como Instrumento de Gestión. Ediciones Deusto. Bilbao, 1989,
págs.98-100 y PARRA LUNA, F.: «El Balance Social de la Empresa como Instrumento Integrado de Gestión». Revista
Internacional de Sociología. 49. Enero, 1984, págs.67 y 79
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Otro autor que ha visto en el balance social un instrumento de gestión y
que recogemos en estas páginas por su interés en el tema es John HUMBLE,
quien, en un pequeño manual muy citado en las bibliografías sobre el tema, ya
en 1973 (la traducción al castellano espera hasta 1975) plantea un audit social
(al que los traductores han convertido en ‘encuesta de responsabilidad social’)
que, según sus palabras, “debería ser una parte íntegra del proceso de
programación estratégico y operacional de la empresa y no un ejercicio
aislado que ‘hace bien’.”37 Su propósito, según el propio HUMBLE, sería:
1. Examinar sistemáticamente los planes y las políticas existentes que
tengan relación con la responsabilidad social, tanto interna como externa.
2. Analizar las fuerzas y defectos, riesgos y oportunidades de estos planes
y políticas.
3. Preparar un plan de mejora, a corto y a largo plazo, concentrado en
un número limitado de prioridades identificadas
4. Revisar con regularidad su marcha y renovar prioridades al menos
una vez al año.
5. Comprometer a aquéllos que más y mejor puedan contribuir.
Destaca en su planteamiento, como un consejo práctico, el uso de dicha
encuesta de responsabilidad social para el establecimiento de prioridades: “Si
intentamos analizar y mejorar todo, no lograremos nada. Por tanto, la
encuesta destaca, de manera invariable, un número mínimo de áreas donde
surgen graves amenazas u oportunidades.”38
Ya al principio de este capítulo hacíamos referencia a que íbamos a seguir
en lo básico la clasificación planteada por la Dirección de Estudios del
Instituto Nacional de Industria, quien en este criterio de la utilidad
diferencia básicamente dos concepciones diferentes de la empresa, de las que
se deducen a su vez dos finalidades últimas del balance social: como
instrumento coyuntural o como instrumento de gestión social integrada.
La primera finalidad se correspondería con su instrumentación como
herramienta de relaciones públicas, mientras que la segunda finalidad
integraría el resto de los posibles usos que hemos distinguido en esta
clasificación.
Esta última finalidad llevaría, por un lado, a ampliar la gestión
tradicionalmente desarrollada en la empresa, añadiéndole la vertiente social, y,
37 HUMBLE, J.: La Responsabilidad Social de la Empresa. Cuadernos Universidad-Empresa. 5. Fundación
Universidad-Empresa. Madrid, 1975, pág.105
38 HUMBLE, J.: Op. Cit., págs.39 y 41
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por otro, a contemplar lo social en la empresa como algo inseparable de lo
económico. Consecuencia de una concepción de la empresa derivada de la
Teoría General de Sistemas (teoría a la ya nos habíamos referido
previamente en el capítulo primero), de la que se deriva dicha Gestión Social
Integrada. Esta gestión social integrada “debería materializarse en un Plan
Socioeconómico -con objetivos económicos y sociales y medios para
alcanzarlos-, en unos instrumentos para controlar la efectiva aplicación y
consecución de aquellos objetivos y en unos mecanismos que permitan conocer
y diagnosticar los nuevos problemas emergentes e ilustrar posteriores
decisiones.”39 Lamentablemente, todo este planteamiento previo no llega a
materializarse en una propuesta tan completa como cabría esperar.
Y quizás sea el momento de recordar una anteriormente realizada
advertencia respecto a la imprecisión con la que se utiliza el vocablo social.
Al hablar de gestión social, nos podemos preguntar si los diferentes autores se
están refiriendo a la gestión de la sociedad como un todo, incluyendo por tanto
aspectos económicos y sociales, o exclusivamente a estos últimos Santiago
GARCIA ECHEVARRIA no deja ninguna duda respecto a que se sitúa en la
primera opción, en la que incluye tanto aspectos típicamente sociales como
aspectos económicos. También Francisco PARRA LUNA y el INI utilizan
claramente el término social en ese sentido. Y John HUMBLE, que aunque se
limita a un cuestionario para delimitar las responsabilidades sociales de la
empresa, al considerar la responsabilidad social como una de las áreas clave de
la empresa, lo conecta con el resto de la gestión empresarial.
Manuel ORTIGUEIRA BOUZADA también considera el balance
social como un instrumento al servicio de la gestión social de la empresa,
aunque se sitúa ya en la segunda opción al referirse exclusivamente a los
aspectos sociales, dejando a un lado los económicos. Y lo integra en lo que él
denomina un “modelo cibernético de pilotaje social de la empresa”40 .
Confecciona este modelo con todo un conjunto de instrumentos relacionados
unos con otros, cada uno de los cuales se surte de los datos aportados por los
demás. Los instrumentos constitutivos del modelo son cinco: •el diagnóstico
social, •el plan social, •el control de la gestión social, •el balance social, y •el
‘Audit’ social, de tal manera que:
“a) El diagnóstico social busca las causas reales de las disfunciones;
39 INSTITUTO NACIONAL DE INDUSTRIA: El Balance Social y su Aplicación en el I.N.I. Dirección de Estudios. Madrid,
1978, pág.42
40 ORTIGUEIRA BOUZADA, M.: «La Gestión Social de la Empresa» en CUERVO, A.; ORTIGUEIRA, M. & SUAREZ,
A.: Lecturas de Introducción a la Economía de la Empresa. Ed. Pirámide. Madrid, 1979, pág.630
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b) La planificación social traduce en planes y programas asociados a
objetivos y tiempo las políticas sociales de una dirección;
c) El control de la gestión social mide las desviaciones entre previsiones
y realizaciones;
d) El balance social da al final de cada etapa del plan una medida de los
esfuerzos cumplidos y de los resultados alcanzados;
e) El audit social facilita una opinión sobre la capacidad de una unidad
para alcanzar con su estructura propia los objetivos propuestos, facilitando
información sobre la fiabilidad de los medios de control utilizados.” Lo
representa gráficamente con el siguiente cuadro:
ENTORNO SOCIAL
PLAN SOCIAL
BALANCE SOCIAL
CONTROL
DE LA
GESTION SOCIAL
PUESTA EN MARCHA
DEL PLAN
AUDIT SOCIAL
DIAGNOSTICO
SOCIAL
Gráfico 1.: Entorno social41
Es importante destacar como el autor hace mención al hecho de que esta
planificación social es una más de las planificaciones parciales de la empresa y,
como una parte más del proceso de planificación general de la empresa, no
puede entenderse con independencia del resto.
Otros muchos autores han abundado en la utilización del balance social
como instrumento de gestión social, bien sea refiriéndose exclusivamente a la
gestión de los aspectos sociales, bien sea refiriéndose a la gestión de la
totalidad de la empresa, incluyendo tanto aspectos meramente sociales como
económicos. De hecho, ésta es la utilización del balance social que mejores
perspectivas de futuro presenta. Actualmente hay empresas que, sin bien no
41 ORTIGUEIRA BOUZADA, M.: Op. Cit. págs.631 y 640
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publican balances sociales, sí se sabe que están utilizándolo como instrumento
de gestión social.
I.3.- Nivel de participación en la elaboración del balance social
El tercer criterio clasificatorio es aquel que diferencia según el nivel de
participación de los diversos agentes sociales en la elaboración del Balance
Social, poniendo el énfasis en determinar quién define lo que se mide, quién
obtiene los datos y distintas informaciones necesarias y, por último, quién
valora los resultados. Este es un criterio no tan utilizado por los autores, como
veremos. Algunos, como GARRIDO BUJ y RODRÍGUEZ CARRASCO,
diferencian entre balances paritarios y no paritarios, en función de que quienes
elaboren estos balances representen a todos o a parte de los estamentos
implicados o interesados en el informe.42
Nosotros vamos a seguir la clasificación realizada por el INI, según la
cual se puede diferenciar entre balances sociales unilaterales, de participación
parcial y multilaterales.
Los balances sociales unilaterales son aquellos en los cuales toda la
labor recae exclusivamente en un sólo Agente Social. En la mayoría de los
casos se trata de la Dirección General o alguna Dirección específica de la
empresa pero siempre y cuando esté ligada al colectivo de los ‘directivos’.
Habitualmente se suele circunscribir a la gestión de personal, en su sentido más
tradicional, y se configura en una serie de Cuadros de Mando para la jerarquía
de la empresa.43 Como ejemplos, podemos mencionar la consultora BattelleGinebra, el Audit Social, etc. Este es ciertamente el caso más habitual, en la
medida en que en diversas experiencias prácticas y propuestas realizadas por
diversos autores no se especifica la participación de diversos colectivos en el
proceso de elaboración del balance, sino como meros receptores de la
información, una vez elaborada (aspecto al cual nos referíamos anteriormente
al hablar del criterio del destinatario)
Son balances sociales con participación parcial de algunos agentes
aquellos en los que, si bien el proceso básico sigue correspondiendo a un
agente social, se pretende implicar también en su elaboración a otros agentes
42 GARRIDO BUJ, S. & RODRIGUEZ CARRASCO, J.: «Contabilidad Social: Modelos y Técnicas». Economía
Industrial. 196. Abril, 1980, pág.24
43 INSTITUTO NACIONAL DE INDUSTRIA: El Balance Social y su Aplicación en el I.N.I. Dirección de Estudios. Madrid,
1978, pág.49
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sociales. De hecho, se dan a conocer sus resultados, ya sean totales o parciales,
a los diferentes agentes que intervienen en el proceso.
Dentro de este grupo destacan aquellos balances sociales en cuya
confección se precisan encuestas: por ejemplo, podríamos citar la experiencia
de examen social realizada por Emile FAVARD y BEADEUX para el diario
francés L'Expansion, y en la que se interrogaba sobre una serie de temas a
representantes tanto de la dirección como de los sindicatos de empresas. De
hecho suele ser típico de este tipo de balances el hecho de que el otro colectivo
sea precisamente el de los trabajadores o sus representantes.44
Otro ejemplo típico es el de la ley francesa, que establece que el proyecto
elaborado por la dirección debe ser entregado al comité de empresa, para su
información y opinión y comunicado a los delegados sindicales, aunque no es
obligatorio que el balance social definitivo incluya las modificaciones
propuestas por el comité de empresa o de centro de trabajo. Es un grado de
participación parcial, que sin duda dejó insatisfechos a los representantes de
los trabajadores, que aspiraban a una participación mayor.
Ciertamente, estos balances sociales con participación parcial recorren un
amplio abanico de posibilidades y grados de participación, desde el balance
social unilateral hasta llegar a los balances sociales multilaterales.
En los balances sociales multilaterales participa en mayor o menor
medida el máximo número de agentes sociales. “En el límite exigiría la
participación de todos los Agentes Sociales en la determinación del qué
analizar, en el modo de realizarlo y de la valoración final de los resultados
obtenidos”, nos recuerda el INI45 . Han sido varios los autores que han señalado
la necesidad de incluir a los sectores involucrados en el análisis en la
confección de los balances sociales. Desde la teoría se hacen frecuentes
llamadas a la necesaria participación de todos los colectivos pero al repasar la
bibliografía sobre el tema se echa en falta la realización de propuestas
concretas que, más allá de la teoría, analicen cómo materializar en la práctica
dicha participación.
I.4.- Obligatoriedad legal
44 En conexión con lo que ya señalamos de la órbita francesa en el balance social interno.
45 INSTITUTO NACIONAL DE INDUSTRIA: El Balance Social y su Aplicación en el I.N.I. Dirección de Estudios. Madrid,
1978, págs.50-51
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Bajo el punto de vista legal, los balances sociales que son impuestos por
ley se diferencian de aquellos que son definidos voluntariamente por las
propias empresas, bien sea por propia iniciativa o como resultado de presiones
exteriores.
Y es que, como sugiere DIERKES, “ante la limitación que supone dejar el
Balance Social a la buena voluntad de las empresas, cabe hacerlo obligatorio
por ley, para asegurar su amplia utilización y estandarización.”46 Varios
países, entre los que cito Francia y Portugal cuentan ya con legislación al
respecto. Son países en los que se establece la obligatoriedad de presentar un
balance social para aquellas empresas que emplean a un determinado número
de trabajadores. Otros países como Italia, Gran Bretaña, Holanda, Alemania y
Noruega han elaborado proyectos y mantenido debates sobre el tema pero no
han llegado a su regulación legal.
Rodolfo CRESPO, en su Dictamen elaborado por la Comisión de Asuntos
Sociales y Empleo del Parlamento Europeo sobre el Balance Social, comenta
la “posibilidad de crear un modelo de balance social europeo para las
empresas que tengan en cuenta las normas europeas existentes y se base en una
plataforma de indicadores comunes que permita una utilización directa de los
datos por parte de las instituciones comunitarias en previsión de la creación
del Mercado Único en 1992”47 . Pero, por el momento, el tema no se ha
desarrollado.
A favor de que se establezca un marco jurídico que normalice el modelo
de balance social, bien sea a nivel europeo o de cada país, podemos recoger
algunas argumentaciones. Así, Edmond MARQUES nos recuerda que, como
resultado de las presiones de diversos grupos sociales, “el número de leyes y
reglamentos que obligan a las empresas a efectuar publicaciones de carácter
social no ha cesado de crecer […Pero] estas informaciones sociales son
desgraciadamente, a menudo, dispersas y no presentan la ventaja de estar
integradas en un informe único, comparable al informe financiero anual.”48 El
propio CRESPO insiste en que “estas informaciones surgen de manera dispersa
y […que] sería útil reagruparlas y encuadrarlas en un informe global que
permitiría su utilización comparativa.”49
46 DIERKES, M.: «Balance Social: Teoría y Práctica». Situación. 1. 1985, pág.104
47 CRESPO, R.: «Dictamen elaborado por la Comisión de Asuntos Sociales y Empleo sobre los Balances Sociales».
Dictámenes de las Comunidades Europeas. PE DOC A 2-74/87. 1987, pág.6
48 MARQUES, E.: «De la Contabilidad Financiera a la Contabilidad Social». I Jornadas de Estudio sobre Economía y
Sociedad. Banco de Bilbao. Madrid, 1981, pág.386
49 CRESPO, R.: «Dictamen elaborado por la Comisión de Asuntos Sociales y Empleo sobre los Balances Sociales».
Dictámenes de las Comunidades Europeas. PE DOC A 2-74/87. 1987, pág.6
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Además de permitir la comparación de los datos entre las diversas
empresas, pueden ser de gran utilidad a los Gobiernos o diferentes Ministerios
relacionados con la actividad empresarial. Ya al plantear el modelo legal
francés se vislumbraba esa nueva utilidad: “para cualquier Gobierno o
Ministerio de Trabajo, la información proporcionada de forma homogénea y
universal por las empresas francesas, puede convertirse, sin excesivo esfuerzo
de tratamiento técnico, en una herramienta privilegiada de planificación y
control en el campo socioeconómico. […] El Balance Social en Francia
puede abrir nuevas vías, basadas probablemente también en criterios más
objetivos que los actuales, para perfeccionar (o ampliar) los sistemas actuales
de intervención del estado en los aspectos ‘sociales’ de la vida empresarial.”50
Al fin y al cabo, la ley estableció la obligatoriedad de entregar una copia de
los sucesivos balances en el Ministerio de Trabajo, que podría utilizar dicha
información tal y como lo hace, por ejemplo, la Central de Balances del Banco
de España con respecto a los balances económicos de las empresas.
Sin embargo, esta posible utilidad no parece haber sido realmente puesta
en práctica, como nos señala, cuatro años después de la promulgación de la
ley, Jean-Louis JACQUET: “El equipo del Ministerio ha desaparecido y el
interés gubernamental parece que está hoy en otros campos. […] De todas
maneras, no ha habido nunca en el Ministerio medios suficientes (en tiempo y
elementos humanos), para efectuar los estudios que exigirían los Balances
Sociales recibidos, pues se trata de un trabajo enorme y de gran dificultad.”51
También la ley portuguesa establece que se entregue una copia, no sólo a
la Inspección de Trabajo (al igual que la ley francesa), sino que en su artículo
4, dedicado a los destinatarios del balance social, añade además la
obligatoriedad de entregar una copia al Servicio de Estadística del Ministerio
de Trabajo52 . Debo reconocer que no he conseguido averiguar la utilidad que
dicho Servicio de Estadística está dando a toda esa información, pero sí es
cierto que ya en 1978 el Banco de Fomento Nacional portugués proponía que
el Estado, además de establecer por ley la obligatoriedad de elaborar balances
sociales, pueda también determinar que “las ayudas que concede bajo forma
de subsidios, incentivos fiscales, etc., se calcularan con base a criterios de
50 ARSUAGA NAVASQUES, E.: «El Modelo Legal Francés de Balance Social». Dirección y Progreso. 42. Noviembrediciembre, 1978, pág.57
51 JACQUET, J.L.: «El Balance Social en Francia y la Ley de 12 de Julio de 1977. ‘Radiografía’ de 120 Balances
Sociales: de las Ley a la Realidad». I Jornadas de Estudio sobre Economía y Sociedad. Banco de Bilbao. Madrid, 1981,
pág.483
52 Assembleia da República: «Lei nº 141/85 de 14 de Novembro: Balanço Social». Diário da República. 262. Lisboa.
1985, pág.3795
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valoración de la contribución social de la empresa (como se hace ya
en Canadá)”53 .
Esta podría ser una nueva utilidad para todos esos datos recopilados por
el Servicio de Estadística, además de un incentivo para cumplir diligentemente
con la obligación de presentar el balance social, al mismo tiempo que una
nueva intervención del Estado en la vida de las empresas, lo que nos da pie
para pasar revista a las argumentaciones contrarias al establecimiento de una
ley de balance social.
En contra de dicha obligación legal tenemos primeramente los
argumentos de aquellos que ven en dicha obligación una nueva forma de
intervencionismo estatal en la vida económica y empresarial. Así lo
entiende Andrés OLLERO TASSARA, profesor de Filosofía del Derecho,
quien critica a aquellos que, “antes de verse obligados a invertir
productivamente su libertad [,…] preferirán esperar a la contradicción de un
balance «social» impuesto legislativamente por el poder «estatal»: un parche
que alimenta el intervencionismo. […] Si se pretende asumir una
responsabilidad «social», hay que dejar que sea la sociedad, a través de sus
órganos democráticos de gestión, la que marque su contenido.”54 Y
precisamente como resultado de dicho intervencionismo, las empresas se ven
obligadas en muchas ocasiones a destinar considerables recursos para cumplir
con las distintas obligaciones informativas impuestas por la ley.
Estas obligaciones informativas pueden resultar no eficientes, en la
medida en que se acumulan, sin hacer una evaluación de la conveniencia y
oportunidad de dicha información en cada momento, dando como resultado
una sobreabundancia estéril en muchas ocasiones. En este sentido hay que
entender la crítica realizada por DAUMAN y VAN DEN BERGH, quienes
consideran que “esta escalada de legislación sobre información empresarial […
normalmente va más lejos de sus objetivos reales e incluye apartados que no
son particularmente útiles para nadie y que sólo conducen a costosos ejercicios
de gestación de datos […con el resultado de que] mucha de la información
que hoy se publica no es deseada’.”55
53 «El Balance Social de la Empresa ante el Futuro». Acción Empresarial. 87. Septiembre, 1978, pág.14 (traducción
del Boletín Mensual del Banco de Fomento Nacional)
54 OLLERO TASSARA, A.: «Balance Social y Modelo de Sociedad». I Jornadas de Estudio sobre Economía y Sociedad.
Banco de Bilbao. Madrid, 1981, pág. 82
55 DAUMAN & VAN DEN BERGH, citados por DANGERFIELD, A.: Informe Social de Empresa (ISE). Document SA.
Barcelona, 1979, pág.20
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También GARCIA ECHEVARRIA tiene una valoración negativa de los
balances impuestos legalmente debido a su falta de eficiencia: “en la práctica,
burocratizan el instrumento que debiera constituir la medición más eficiente
de la relación entre empresa y sociedad.” 56 Dicha burocratización trae además
consigo una falta de flexibilidad debido al hecho de no poder extender a todas
las empresas lo que únicamente algunas específicas pueden hacer. El autor
sugiere como solución la búsqueda de una normativa generalmente aceptada
como mínimo realizable. 57
Esta falta de flexibilidad de cualquier modelo legal que se establezca fue
subrayada también en una conferencia coloquio sobre el balance social
realizada en 1980, en la que se llegó a la conclusión de que “este tipo de
información pierde parte de su fecundidad y operatividad al ser sometida a
modelos normativos que originen rigideces para su adaptación a los diversos
ámbitos y empresas.” 58
Estos rasgos de inflexibilidad y rigidez son señalados asimismo por
Meinolf DIERKES, del Wissenschaftszentrum de Berlín, quien, refiriéndose a
la ley francesa, la acusa de hacer que “el informe [resultante] carezca de la
flexibilidad necesaria para incorporar los avances metodológicos. Además,
probablemente limita la atención empresarial a aquellas áreas sociales
definidas por la legislación. Pues, al especificar una lista de indicadores,
dificulta que las empresas atiendan a nuevas áreas de preocupación social o a
las peculiaridades de su propio entorno.”59
A pesar de estos inconvenientes, el autor propone la obligación de que la
empresa confeccione un balance social como única forma de asegurar la
realización mayoritaria de balances sociales. Pero no se está refiriendo a un
modelo tan específico como el reflejado en las iniciativas actualmente en
vigor. Su propuesta consiste en que la ley establezca únicamente unas líneas
generales de actuación a seguir en la confección de los balances sociales.
Y aún va más allá en su propuesta al señalar que “para asegurar la
necesaria flexibilidad en el tiempo entre las distintas industrias, lograr un
56 GARCIA ECHEVARRIA, S.: «Responsabilidad Social de la Empresa Hoy: el Balance Social». Conferencias y
Trabajos de Investigación. 139. Instituto de Dirección y Organización de Empresa. Alcalá de Henares, Abril, 1988,
pág.10
57 GARCIA ECHEVARRIA, S.: «Balance Social de la Empresa. Posibilidades y Límites Operativos en su Planteamiento
Actual». Alta Dirección. 65. Enero-febrero, 1976, pág.130
58 MALLO RODRIGUEZ, C.: «Reseña de la Conferencia-Coloquio sobre el Balance Social». Cuadernos Universitarios
de Planificación Empresarial. 3. Vol. VI. 1980, pág.351
59 DIERKES, M.: «Balance Social: Teoría y Práctica». Situación. 1. 1985, pág.104
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concepto operativo y el desarrollo de los indicadores apropiados, deben
intervenir comités especiales (de alguna forma paralelos al funcionamiento
de las normas sobre contabilidad). Tales comités han de estar formados por
representantes del mundo empresarial y de las distintas instituciones de
intereses, de acuerdo con los distintos tipos de empresa. Los indicadores
deberán ser válidos en el sentido de poder realizarse con ellos comparaciones
intersectoriales, que permitan su seguimiento mediante procesos de
auditoría.”60 Esta idea del comité especial para el seguimiento y actualización
de los indicadores a aplicar en cada momento la recogeremos como muy
interesante por su sentido práctico para incorporarla a la propuesta específica
de balance social cooperativo, a la que dedicaremos la última parte de este
trabajo.
De todas formas, entre los autores prepondera la opinión de que, de
establecerse una normativa legal, ésta debe ser, en palabras de Josep Mª
SALAS PUIG, la consecuencia de un “proceso social que pasa sucesivamente
por las fases de consideración aislada o teórica, aplicación voluntaria y
aceptación general, para llegar a la sanción legal de una práctica generalizada
y aceptada por la mayoría de la colectividad”61 , que permita así reducir otro
problema: el de la posible incompatibilidad entre el modelo aceptado
legalmente y el modelo voluntario aplicado con anterioridad en empresas
concretas.
I.5.- El método como criterio clasificatorio
En cuanto a los criterios clasificadores, destacamos como fundamental el
del método utilizado para elaborar el balance social. Los enfoques para
resolver el problema de la elaboración de un Balance Social han sido muy
diversos, cada uno con sus ventajas e inconvenientes, por lo que podemos
afirmar que la investigación no ha convergido en un modelo general,
claramente superior al resto. Es más, CEA GARCIA llega a afirmar que “no
creemos que […] deba aspirarse a encontrar el camino ideal que señale el
contenido y el instrumento técnico universal de elaboración del balance social,
sino que creemos en la pluralidad de opciones de llevar a efecto esta
preocupación en los distintos casos concretos.”62
60 DIERKES, M.: «Balance Social: Teoría y Práctica». Working Paper. 101. Serie azul. Universidad de Alcalá de
Henares. Madrid, 1985, págs.42-43
61 SALAS PUIG, J.M.: «Normativa Legal Francesa del Balance Social». Cuadernos Universitarios de Planificación
Empresarial. vol. VI. 3. 1980, págs.381-382
62 CEA GARCIA, J.L.: «La Teoría del Balance Social». Cuadernos Universitarios de Planificación Empresarial. 3.
vol. VI. 1980, pág.368
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Es preferible, por tanto, que existan diferentes modelos para así
posibilitar la medición de la variedad de relaciones entre empresa y partícipes
sociales, medición que no queda garantizada con la aplicación de un único
modelo. Sí es cierto que el ejemplo de los informes financieros y contables ha
pesado mucho en las expectativas respecto a los balances sociales. Pero
debemos reconocer que es difícil establecer un modelo de balance social único
que sea tan exacto y preciso como lo son actualmente dichos informes
financieros y contables.
Si existe una multiplicidad de métodos para abordar un balance social,
también existe una multiplicidad de posibilidades de clasificación de
dichos métodos, que combinan muchas veces el método con el contenido.
Una clasificación muy amplia es la propuesta por M.R. MATHEWS,
profesor de contabilidad en la Universidad Massey, de Nueva Zelanda, quien
establece cinco tipos generales en los que clasificar las diferentes propuestas,
tanto teóricas como prácticas, sobre balance social:
1- Contabilidad de Responsabilidad Social (Social Responsibility
Accounting (SRA)), en la que se engloba toda divulgación de información
tanto financiera como no financiera, tanto cuantitativa como cualitativa, sobre
las actividades empresariales.
2- Contabilidad del Impacto Total (Total Impact Accounting (TIA)),
término usado para referirse al efecto agregado de la organización sobre el
entorno, para lo cual es necesario medir los costes tanto públicos como
privados.
3- Contabilidad Socio-Económica (Socio-Economic Accounting (SEA)),
que es el proceso de evaluación de las actividades públicamente consolidadas,
utilizando tanto medidas financieras como no financieras. Su objetivo es
evaluar dicha actividad en su conjunto, para poder opinar sobre la
conveniencia de los gastos efectuados en relación con los resultados obtenidos.
4- Contabilidad de Indicadores Sociales (Social Indicators Accounting
(SIA)), utilizado el término indicador social en este caso para referirse a la
medición de los acontecimientos macro-sociales, en términos de
establecimiento de objetivos y valoración del grado en el que se alcanzarán en
el largo plazo. Este análisis es especialmente interesante para los planificadores
y otros participantes en los procesos políticos nacionales y regionales.
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5- Contabilidad societal (Societal Accounting (SA)), término utilizado
para sugerir una forma de contabilidad que integra todo el resto de formas en
una meta-teoría, manteniéndose la discusión en el ámbito meramente
conceptual debido a las dificultades de implementación que conlleva.
Este autor combina dicha clasificación con los tres niveles de medición
propuestos por la American Accounting Association en el informe elaborado
en 1975 por su Comité de Costes Sociales: En el •primer nivel, la actividad es
identificada y descrita sin más; En el •segundo nivel, la actividad es medida
utilizando unidades no monetarias; Y en el •tercer nivel dichas medidas se
convierten en estimaciones de costes y beneficios para los partícipes sociales,
desde los accionistas hasta el público en general.63
Evidentemente, el abanico recogido es excesivamente amplio para el
objeto de este trabajo: Nosotros nos limitaremos a aquellos tipos que se puedan
aplicar en la práctica en el sector privado, según la diferenciación que realiza
MATHEWS. Con ello nos limitaremos al primer y segundo tipo de este
cuadro: la contabilidad de responsabilidad social y la contabilidad del impacto
total.
Dentro de este ámbito elegido, las posibilidades de clasificación vuelven a
ser numerosas. Determinados autores utilizan la medición como criterio
diferenciador. Una primera distinción sería aquella entre modelos que se
limitan a utilizar una única unidad de medida de aquellos que conjugan en su
interior varias unidades, combinando la información recogida con éstas. Este
es el caso, por ejemplo, de la distinción realizada por WYSOCKI entre
informes sociales de carácter unidimensional y multidimensional, definiendo
los primeros como “aquellos sistemas de información cuantitativos que tratan
de reducir a una sola dimensión, principalmente monetaria, los costes y las
utilidades sociales que producen las prestaciones de una empresa a la
sociedad.”64
Si, independientemente de la cantidad de unidades de medida utilizadas,
nos fijamos en el tipo de dichas unidades, podemos diferenciar entre modelos
cuantitativos y cualitativos para distinguir aquellos modelos que aspiran a
cuantificar todas las medidas de aquellos que renuncian a la cuantificación a
cambio de poder reflejar lo cualitativo en las relaciones empresa-partícipes
sociales. En esta línea se sitúan, por ejemplo, GARRIDO BUJ y RODRÍGUEZ
63 MATHEWS, M.R.: Socially Responsible Accounting. Chapman & Hall. London, 1993, págs.59-60
64 WYSOCKI, citado por GARCIA ECHEVARRIA, S.: Responsabilidad Social y Balance Social de la Empresa.
Fundación Mapfre. Madrid, 1982, pág.106
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CARRASCO al utilizar los términos ‘modelo numérico’ y ‘no numérico’.65
También MARTINEZ y BIALAKOWSKY establecen su clasificación
siguiendo esta distinción al establecer “dos enfoques principales: Uno que
acentuaría la medición de tipo ‘objetivo’ con una fuerte tendencia a la
cuantificación de los factores. Por otro lado se manifiesta un enfoque de tipo
‘comprensivo’ […] que apoya sus conclusiones en razonamientos, es decir, en
la explicación por razones, con una mayor tendencia a lo cualitativo.”66
MAS MONTAÑES, sin embargo, plantea una variación sobre lo anterior
en su clasificación al considerar que siempre se utilizarán medidas
cuantitativas. La primera diferencia entre los modelos estaría en si utilizan
única y exclusivamente medidas cuantitativas o si las combinan con algún
acercamiento a lo cualitativo: “Por lo que se refiere a las técnicas empleadas,
puede tomarse la opción de utilizar exclusivamente información cuantitativa,
excluyendo las descripciones verbales o emplear simultáneamente ambos
sistemas.” Pero va más allá en su clasificación y considera que, “a su vez, y
dentro de la primera opción, cabe emplear únicamente información contable
valorada en términos monetarios, o puede darse entrada a otro tipo de
técnicas, como la de indicadores sociales, utilizar información obtenida a base
de encuestas, etc.”67
Esta segunda clasificación del autor es frecuentemente utilizada por otros
como clasificación principal, distinguiendo entre modelos
contables,
aquellos que siguiendo el ejemplo de la contabilidad financiera buscan amoldar
el esquema a la información social, y modelos no contables, que sin ningún
tipo de limitación inicial, buscan la mejor forma metodológica de reflejar las
relaciones entre empresa y agentes sociales. Nosotros vamos precisamente a
utilizar esta segunda como criterio principal, pero veamos antes otras
clasificaciones utilizadas.
El Department of Commerce Task Force norteamericano, en su informe
de 1979, diferenció siete tipos de acercamiento:
1- El acercamiento a través de los costos o desembolsos, que trata de
identificar el coste monetario de las actividades sociales de la empresa, pero
65 GARRIDO BUJ, S. & RODRIGUEZ CARRASCO, J.: «Contabilidad Social: Modelos y Técnicas». Economía
Industrial. 196. Abril, 1980, pág.23
66 MARTINEZ, G.F. & BIALAKOWSKY, A.L.: El Balance Social en las Cooperativas. Evaluación Sistemática del
Impacto Social. Ediciones Colegio de Graduados en Cooperativismo y Mutualismo de Buenos Aires. Buenos Aires,
1984, pág.37
67 MAS MONTAÑES, E.: «El Balance Social de las Instituciones Financieras. La Experiencia del Banco de Bilbao». I
Jornadas de Estudio sobre Economía y Sociedad. Banco de Bilbao. Madrid, 1981, pág.694
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sin entrar en la medición de los beneficios para la empresa de dichas
actividades, aunque permite poder tomar decisiones intuitivas sobre dichos
programas.
2- El acercamiento a través de la contabilidad de recursos humanos, que
busca la medición de la capacidad productiva de la empresa y de la lealtad
tanto de sus empleados como de sus clientes.
3- El acercamiento a través del coste/beneficio, que usa una hoja de
balance para determinar los costes y beneficios tanto de las acciones como de
las omisiones de la empresa.
4- El acercamiento a través de inventario, buscando identificar y
describir el impacto social de las actividades normales de la empresa, o de
programas específicos establecidos para resolver problemas sociales también
específicos.
5- El acercamiento a través de la gestión de programas, que extiende las
técnicas de gestión a aquellas actividades que una empresa emprende por
razones sociales.
6- El acercamiento a través de indicadores sociales, utilizando
indicadores de bienestar social para medir las actividades empresariales.
7- Y, por último, el acercamiento a través de la auditoría de procesos,
que analiza los problemas sociales que afectan o son afectados por la empresa,
tanto en el presente como en el futuro.68
Esta es una clasificación bastante amplia, pero en la que aún se echan en
falta determinados acercamientos. Otros autores prefieren clasificaciones más
sencillas y esquemáticas. GARCIA ECHEVARRIA, por ejemplo, únicamente
diferencia tres tipos de planteamientos principales (esquema compartido con
DIERKES), correspondientes a los métodos contables, los informes verbales y
la contabilidad por objetivos:
“1- Todos los planteamientos referentes a una orientación cercana a la
expresión del balance financiero, buscando una expresión de los costes y
utilidades y tratando de buscar una cuenta de resultados de las aportaciones.
68 Department of Commerce Task Force, citado por CUJES, R.: Social Reporting-Auditing for Co-operatives. A
Description, Background and Report Form for Social Auditing Co-operatives. Coop Resources Limited. Truro, Nova
Scotia, 1986, págs.9-10
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2- Los planteamientos en base de informes verbales, con amplitud de
estadísticas, que pretende llevar a una cuenta de valor añadido, en la que se
asignan importes de las mismas a los diferentes grupos sociales con los que la
empresa mantiene contacto, tanto grupos internos como externos.
3- [Goal Accounting] Se trata básicamente de la creación de sistemas de
objetivos, sistemas de objetivos que en diferentes niveles implican a toda una
organización jerárquica empresarial, su observación y al mismo tiempo la
norma o pauta para sus comportamientos y decisiones.”69
También José Luis CEA GARCIA distingue entre tres tipos pero esta vez
en función de la procedencia de la información contenida en el balance social.
Diferencia entre balances sociales según su información proceda de la
contabilidad convencional, de otra fuente informativa interna de la empresa o
precise de cálculos y estimaciones específicos para su incorporación al balance
social. Establece una gradación entre ellos ordenándolos “en orden creciente
de ambición y de dificultades:
1- Propuestas basadas en una nueva disposición de la información
contenida en los registros contables convencionales inspiradas en criterios
tendentes a resaltar determinados aspectos sociales [,…entre los que diferencia,
a su vez, posteriormente,]
2.- Propuestas basadas en la incorporación de datos de naturaleza social
contenidos en el sistema informativo, contable o no contable, de la empresa
[…]
3.- Propuestas que incorporan las economías y deseconomías externas
generadas por la empresa”70 .
Sin embargo, Rob GRAY, David OWEN y Keith MAUNDERS han
optado por otro tipo de clasificación, combinando el criterio del origen de la
información con la finalidad establecida para ésta. Aplicando dicha
combinación de criterios, distingue entre: •informe social, referente a la
información no financiera, •informe social, pero referente a la información
financiera, •rendición de cuentas a los trabajadores, en su aspecto de
información, y •rendición de cuentas a los trabajadores, pero en su aspecto de
69 GARCIA-ECHEVARRIA, S.: «Balance Social y Sociedad. (El Balance Social como Elemento Integrante de una
Economía de Mercado)». ESIC-MARKET. Septiembre-diciembre, 1980, págs.107-108
70 CEA GARCIA, J.L.: «La Teoría del Balance Social». Cuadernos Universitarios de Planificación Empresarial. 3.
vol. VI. 1980, págs.369-375
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negociación colectiva, dejando un quinto apartado para referirse a los
•informes sociales preparados externamente o auditorías sociales.71
Son, por tanto, muy variadas las tipologías que se pueden establecer para
clasificar los balances sociales en función del método utilizado en su
confección. Ahora bien, en todas ellas observamos una disyuntiva: Si se opta
por diferenciar entre unos pocos tipos principales, quedarán otras variantes
necesariamente sin mencionar. Pero si se opta por una tipología más
exhaustiva, las fronteras entre los diferentes tipos se difuminan y éstos
acabarán entrecruzándose unos con otros. A continuación, vamos a establecer
una tipología no demasiado amplia, pero en la que comentaremos las
diferentes variantes y combinaciones que se pueden establecer entre unos tipos
y otros.
71 GRAY, R.H.; OWEN, D. & MAUNDERS, K.: Corporate Social Reporting (Accounting and Accountability).
Prentice-Hall. Englewood Cliffs, 1987, capítulos 5-9
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