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La experiencia social como sentido de vida
Por: Luis Alejandro García Cervantes
La forma en que ubico el concepto de «vida» en mi trabajo es de ir más allá de las
reflexiones y los pensamientos teórico epistémicos, de cruzar la frontera de la caverna e ir
hacia donde se encuentra el mundo terrenal de los sujetos, de los actores sociales, el de la
experiencia social vital. Experiencias sociales que en su batalla cotidiana por conquistar
sus sueños, sus deseos, es dialogar en la transgresión y en la divinización de sus acciones,
porque “todo ángel es terrible”, 1 todo ser humano es un sujeto deseante, todo sujeto es
un transgresor de su impronta realidad.
En este sentido –metafórico-, si vemos al sujeto social desde la representación de
un angelus caesus, un ser –sacro y profano, moral e inmoral, bueno y malo- de sus actos,
una identidad contingente cuya diásporicidad permite, por una parte, una in-fecunda
perspectiva crítica frente a las limitaciones y deficiencias del mundo real cotidiano, de la
naturaleza humana y de la sociedad que lo interpela; y por la otra, el ser que se reconoce
como sujeto social que interpela está en la antesala de las vías de constitución de formas
de existencia ilimitadas y formas simbólicas de mayor sentido, y significado, i.e la
experiencia social, la experiencia estética, la experiencia creativa, la experiencia de la
experiencia.
El sujeto no está solo, no habita en soledad, construye sus espacios de
interlocución con los otros, da sentido y vida a su entorno inmediato, puede reestructurar
su morada, su hábitat, el espacio social a sus necesidades más primordiales para su
bienestar y comodidad, pero también es capaz de destruir en un instante los códigos de
relación con el mundo social, colapsar los caminos de la paz y el orden. Y es así como el
sujeto se aleja de su horizonte de plenitud, y entra en terrenos de contingencias
incesantes en la vida cotidiana, con tiempos y espacios que se pueden marcar por
múltiples interacciones que entran en disputa, en relaciones de poder que buscan un lugar
de afirmación en la realidad social.
Desde este horizonte, al explorar las fronteras de los sujetos en el marco de sus
acciones, en la indecidibilidad de sus contingentes matices identitarios según los tiempos
y los espacios, al dialogar en los espacios de la intersubjetividad, junto al papel de la
voluntad y los códigos del hábito reflexivo se desarrollan en sí el juicio, la sagacidad y el
espíritu de finura, para adquirir mayor seguridad en la utilización de nuestras propias
facultades y asegurar un mejor proceso de intelección de lo social. Para formar una visión
y comprensión epistémica, entonces partamos del hecho por reflexionar desde un
1
Cfr. RILKE, Rainer Maria. Antología poética. México: Editorial letras vivas. (s.f.)
posicionamiento contextuado y conocer desde el plano de la realidad misma, desde la
alteridad u otredad para aprehender más mundo y anclarse a más realidades para poder
expresar lo que sucede en nuestras sociedades, pues en términos de lo político, al
observar las condiciones crípticas de la realidad se puede decir lo que se cree que no
debería decirse. Que el silencio no nos haga cómplices por omisión a la realidad social.