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PRÓLOGO1*
La obra de Ernesto Che Guevara rebasa por mucho lo que hasta ahora se ha
dicho de ella dentro y, principalmente, fuera de Cuba.
A más de treinta años de su muerte, es impostergable rescatar, de alguna
manera, el gran aporte que su pensamiento ofrece para enfrentar dos retos: la
lucha sin tregua contra el capitalismo-imperialismo, y el estudio científico por
edificar una nueva sociedad diferente sustancialmente de la burguesa.
Che Guevara era sobre todo un marxista revolucionario, y por ello la
sociedad a la que aspiraba se identificaba con la sociedad comunista. Las
reformas al capitalismo, en este sentido, nunca le interesaron. A través de la
experiencia latinoamericana -como la caída de la democracia guatemalteca en
1953 que presenció, por los intereses del capital estadounidense-, o del
1
Para esta segunda edición, el autor realizó leves modificaciones que aclaran mejor
algunas líneas del Prólogo original.
*Extraído del libro: CHE el Guerrillero Heroico. 39 años de una vida intensa y llena de
virtudes. Editora Política, La Habana, Cuba-Ediciones El caballito México, D. F. 2ª
edición, 2001. Colección Marxismo Vivo. Dirigida por David Álvarez Saldaña. pp. 7-16.
estudio de las revoluciones sociales -como el análisis que hizo de la Comuna
de París de 1871, en escritos de Marx-, comprendió que la burguesía tarde o
temprano termina aplastando militarmente los intereses de los trabajadores.
Las reformas al capitalismo, sobre todo las dirigidas por la burguesía,
nunca pueden solucionar la contradicción social fundamental entre burguesía
y proletariado; es decir, entre dueños de los medios de producción, de la
riqueza social, por un lado, y los asalariados, explotados, desposeídos de
medios de producción, por el otro.
Los proletarios no se pueden conformar con recibir de la burguesía, de su
gobierno o de sus partidos políticos, reformas que no solucionan la
concentración del capital del lado burgués, y la concentración del desempleo
y la miseria del lado proletario. Estas ideas las comprendió muy bien Che
Guevara desde joven, y por eso trató de prepararse física y mentalmente desde
entonces para cuando llegara el momento de luchar por ellas.
Este Prólogo tiene el claro propósito de acentuar la invaluable aportación
que la obra de Che Guevara ha ganado, por méritos propios, en el concierto
del conocimiento universal. Su vida encarna las aspiraciones de emancipación
de los pueblos latinoamericanos, explotados secularmente por diferentes
imperialismos (España, Inglaterra, Estados Unidos).
Colateralmente, estas líneas también tienen la expresa intención de
responder, aunque muy brevemente (ya tendremos la ocasión de hacerlo
puntualmente en otro lugar), a los escritos de tres autores, que interpretan la
obra de Che según el estereotipo burgués ampliamente difundido por la
ideología dominante y sus medios informativos. Nos referimos a La vida en
rojo una biografía del Che Guevara, de Jorge Castañeda, Alfaguara, México,
1997; Che Ernesto Guevara, una leyenda de nuestro siglo, de Pierre Kalfon,
Plaza & Janes Editores, México, 1997; y a Ernesto Guevara también
conocido como el Che, de Paco Ignacio Taibo II, Editorial Planeta Mexicana,
México, 1997. Es imprescindible mencionar a estos autores y discutir sus
apreciaciones sobre la vida de Che por dos razones:
En primer lugar, porque representan la imagen de derecha que la ideología
dominante da a consumir al pueblo, a través de sus aparatos y centros de
poder, como la escuela, los medios de información, la cultura oficial, etc.
En segundo lugar, porque aprovechando la ocasión de cumplirse 30 años de
su caída en combate, han distorsionado deliberadamente su pensamiento con
la publicación de los libros arriba mencionados.
Jorge Castañeda, actual Secretario de Relaciones Exteriores en el gabinete
neoliberal de Fox, ha dedicado parte de sus escritos a criticar y censurar la
presencia del pensamiento revolucionario y de la guerrilla en América Latina.
Por tanto, en su libro se obsesiona en ocultar la actitud marxista, comunista y
ejemplar que tiene Che Guevara en la historia de la lucha de clases en
Latinoamérica. Uno de sus propósitos en su libro es tratar de evitar que la
figura de Che siga brillando, por lo antes dicho, en la mente y en el corazón
de millones de explotados y marginados por el capital nacional y extranjero,
en esta parte del mundo.
Paco Ignacio Taibo II es menos virulento con la obra de Che. Sin embargo,
en su libro le dedica más tiempo a la anécdota intrascendente, que a los
aportes genuinos en la labor revolucionaria contra el capitalismo de Ernesto
Che Guevara.
Pierre Kalfon abunda en la personalidad de Che. Enfatiza desde su mística
de sacrificio, hasta el parecido de su muerte con la de Jesús; desde su
vagabundeo altruista, hasta su estricta disciplina moral; desde sus inciertas
virtudes como teórico de la revolución, hasta su utopismo pequeñoburgués en
busca de la libertad e igualdad. Repiten los tres el mismo coro que se dice de
Che después de su muerte, por los intelectuales orgánicos del régimen
dominante.
Así, estos autores se suman a la tarea ideológica que intenta sepultar la
genuina personalidad y aportación de Che al marxismo, y a las luchas de
emancipación nacional contra el capitalismo-imperialismo en todo el mundo,
particularmente en Latinoamérica. Tratan de opacar y distorsionar las virtudes
humanas de Che como marxista revolucionario: la de oponerse con todas sus
fuerzas físicas y espirituales, como un estoico revolucionario latinoamericano,
a la explotación social inherente al régimen de vida capitalista, y la de
legarnos con su ejemplo una obra pletórica de ideas y actitudes innovadoras,
inexistentes hasta entonces en los anales del saber social en general, y del
marxismo en particular.
Por nuestra parte, queremos que al menos el lector tenga elementos de
juicio diferentes a los normalmente divulgados por los antiguevaristas,
antimarxistas, antisocialistas y anticubanistas. Deseamos que se entere,
aunque sea brevemente, de que la obra de Che jamás puede reducirse a
grotescas imputaciones como las siguientes: de pertenecer al imaginario social
de una generación, resumir el viaje hacia la muerte, o expresar un
voluntarismo cuasinarcisista, como afirma Castañeda; reflejar una mística de
sacrificio o plasmar las alucinaciones de un condottiere, como apunta Kalfon;
o desarrollar una fascinación heredada por el peligro, realizar una locura
personal, o constituir un mito intergeneracional, como dice Taibo II.
Tales apreciaciones son para estos autores los ejes que vertebran sus
gruesos escritos. Y aunque guardan diferencias de exposición entre sí, los
hermana el hecho de que los tres minimizan la obra trascendental de Che, al
recluirla en calabozos repletos de epítetos malintencionados, como lo hacen
sus respectivos libros.
Che fue integrante de la guerrilla que detonó la insurrección en Cuba, la
que casi de inmediato hizo suya el pueblo en 1956-58. Pueblo y guerrilla,
fusionados en Ejército Popular, potenciaron su Revolución triunfante años
después, transformándola en socialista. En ese ínterin, Ernesto Che Guevara
fue creando un ideario, por fortuna plasmado en papel, que definió con toda
precisión su vocación natural de luchador social.
De esta manera, la construcción del socialismo y la asunción de la teoría
marxista como inspiración revolucionaria, se convirtieron en la piedra angular
en el pensamiento de Che. Con ellos señaló y analizó una serie de problemas
concernientes a las humanidades y a las disciplinas sociales (literatura,
política, filosofía, economía, etc.), que enriquecieron el plexo conceptual del
marxismo. Este pensamiento late en el continente que lo vio nacer: la América
irredenta, como decía él.
Sí, la obra de Che Guevara encierra, sobre todo la que se gesta y consolida
en la Revolución Cubana, un conjunto de pinceladas maestras con las cuales
no sólo replicó el discurso burgués, eternamente colonialista y antihumano,
sino con las que planteó genialmente diversos aspectos que ni Marx, Engels o
Lenin habían contemplado, por la sencilla razón de la especificidad histórica
del socialismo en ese país.
Por tal motivo, Che exploró tesis originales, inéditas hasta entonces, con
relación al conocimiento de la sociedad capitalista, pero sobre todo, con
relación a su sustitución revolucionaria por el socialismo, en un periodo de
transición entre formaciones sociales como las que encarnó el pueblo cubano.
Podrá comprenderse con lo dicho hasta aquí por qué la obra de Che
Guevara forma parte ya de la cultura universal, y por qué es imprescindible
para la cultura latinoamericana en particular, en la que por desgracia siempre
la ideología dominante levanta una muralla para impedirlo.
Su obra representa en la historia de las ciencias sociales, casi siempre de
factura occidental, un filón de pensamiento científico en la búsqueda del
nuevo hombre, no capitalista, sino comunista de nuestra región. Ciencia y
Revolución en América latina tienen ya un rostro y un nombre: la obra de
Ernesto Che Guevara.
Nunca sobra decir que las ideas de Che no se limitan a discurrir sobre
temas de estrategia militar, de carácter moral o de utopías personales. Es bien
sabido que esos aspectos los trabajó innumerables veces, pero siempre
vinculados orgánica y coherentemente al tópico del socialismo, a la creación
del hombre nuevo que lo animaría, y a la sustancia social que lo cohesionaría,
es decir, el sistema de trabajo socializado emancipador, remunerado y
voluntario.
Imbricados así estos y otros diferentes temas en el pensamiento de Che
Guevara -el combate, la moral y el socialismo, por ejemplo-, se comprende
con facilidad que en su propuesta hayan cobrado vida en la definición dada
por él del guerrillero como reformador social, como comunista.
No es por azar, pues, que utilicemos este Prólogo para fomentar una tarea
de divulgación del pensamiento guevarista, que lamentablemente es
sistemáticamente truncada, soslayada o proscrita por la cultura dominante, y
hasta por la izquierda de este país.
Ya que estamos ponderando los aportes de Che Guevara en las ciencias
sociales, no está por demás, a riesgo de ser esquemáticos -pues en su
momento significaron grandes y profundos debates entablados con propios y
ajenos-, que mencionemos algunos de ellos en las siguientes disciplinas del
conocimiento:
Sociología: la concepción sobre
• La concepción, siguiendo a Lenin, de que la revolución contra la burguesía
comienza con la lucha campesina por la posesión de la tierra, acaparada
por los terratenientes nacionales y extranjeros.
• la guerrilla no como una guerra chiquita, en miniatura, de un grupo de
desesperados contra las fuerzas del orden, sino como la guerra organizada
de todo el pueblo contra la opresión capitalista.
• la aparición de la guerrilla como resultado espantoso de la pobreza y la
opresión del capital nacional-internacional sobre los pueblos.
• el revolucionario como aquel cuyo deber es hacer una revolución social, en
distintas trincheras de la lucha social, pues en la oposición contra la
burguesía de nada sirven los esfuerzos aislados, personales, o la pureza de
ideales.
• la extinción del individuo egoísta que encarna al capital, y su sustitución
por el individuo colectivo, que trabaja y piensa de manera socialista, es
decir, como hombre nuevo comunista.
• que el reformador social, y su conversión en guerrillero, es marxista por
naturalidad.
• el régimen socialismo como planeación, incremento y distribución de la
producción por y para el pueblo trabajador; con la crítica y autocrítica la
actitud de todos los involucrados en el proceso de trabajo.
• la planificación de la producción socialista a partir de la innovadora
categoría análisis económico, que privilegia el desarrollo armónico de la
planta industrial de la sociedad al invertir capital en empresas necesarias
no consolidadas pero también como un incremento aún mayor de la
conciencia humana, en aras del interés socialista.
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•
Política: la concepción sobre
el concepto de Soberanía, no como la autonomía política de los electores
para elegir "libremente" un gobierno, que por lo general termina
endeudándolos y empobreciéndolos más, sino como poder revolucionario
del pueblo para defender los recursos naturales y humanos de la sociedad,
evitando de raíz que el capital extranjero siga dilapidándolos.
que la conciencia, siguiendo a Lenin también, como conjunto de relaciones
sociales (de producción), puede acelerar y moldear el desarrollo de las
fuerzas productivas en el socialismo.
el marxismo como una ciencia de verdades perfectibles, no dogmáticas ni
eternas como las burguesas, que la cultura y la ciencia de los pueblos
emancipados del yugo imperialista ha incorporado.
el Partido como una vanguardia de vanguardias de todas las actividades
de la sociedad.
que las relaciones diplomáticas y comerciales entre los pueblos estén
inspiradas no en relaciones lucrativas y usureras, propias del modelo
clásico imperialismo-colonia, sino en el nuevo paradigma del
internacionalismo proletario, que garantizaría un desarrollo material
parecido en áreas estratégicas de la economía entre países acreedores y
países deudores, entre países desarrollados y países pobres.
Economía: la concepción sobre
• que si en el capitalismo el interés material en las relaciones sociales (de
producción) es el motor que incentiva a los hombres, el interés moral
comunista en la construcción del socialismo representa el incentivo
principal.
• la asamblea de producción, en el sentido de que en el socialismo es como
una Cámara Legislativa, que enjuicia, aún sin estricto apego a si la
rentabilidad de la empresa particular lo permite o no. Este concepto lo
opuso al de “autogestión financiera”, central en la planificación económica
que se realizó en los países ex socialistas de Europa Oriental y de la ex
URSS, que primaba a toda costa la rentabilidad de la empresa particular,
obligándolas a vender sus productos en el extranjero y a instaurar un
sistema de trabajo basado en estímulos materiales discriminatorios, que
contravenía el principio de igualdad en las condiciones de vida socialistas.
• el análisis económico como una nueva categoría que enriquece la
economía política marxista.
• que el análisis económico obstruye y extingue el funcionamiento cabal
de la ley del valor, propia del régimen de producción burgués.
• el mejor funcionamiento de la economía en el beneficio material y
espiritual de la sociedad, y no la rentabilidad empresarial particular como
principio, pues corroe los ideales socialistas y representan un retorno al
capitalismo.
Filosofía: la concepción sobre
• las cualidades de la juventud en el sentido de hacer suyo el apotegma
martiano (de José Martí) que dice: todo hombre verdadero debe sentir en
la mejilla, el golpe dado a cualquier mejilla de hombre.
• la primacía de estímulos morales y materiales de carácter social -nueva
educación comunista, reconocimientos a la ejemplaridad e n el trabajo y en
el estudio revolucionario, designación a puestos de dirección o
representación popular sin enriquecimiento personal, acceso a vivienda
colectiva, a instalaciones deportivas, a Universidades e Institutos, a
recreación popular, a la atención médica preventiva y curativa, etc.- en la
formación del individuo humano, por encima de los estímulos materiales
individuales propios del capitalismo -sobresueldos, prebendas y privilegios
discriminatorios, becas y estímulos excesivos, turismo ostentoso, premios
en dinero, nombramientos para enriquecerse, etc.-, que avivan las
diferencias sociales entre el pueblo trabajador, propician la lucha de clases
e impiden el desarrollo de las nuevas relaciones sociales socialistas en el
pueblo, convirtiendo al hombre en lobo del hombre al servicio de la
acumulación de capital.
• el trabajo (voluntario) como una necesidad u obligación moral, como un
deber social del nuevo individuo que vive el socialismo, que cede
plustrabajo gratuito al servicio de la sociedad.
• el socialismo como período histórico en el cual se posibilita (siguiendo a
Marx y Engels) saltar del reino de la necesidad al reino de la libertad,
permitiendo por primera vez en la historia a todos los individuos dedicarse
a las actividades que los engrandecen como seres humanos, ante todo en
las actividades laborales y espirituales que consolidan este régimen de
vida.
• la creación del hombre nuevo comunista no sólo para una o dos
generaciones, sino para las generaciones por venir del próximo siglo XXI.
Antes de finalizar, queremos citar u n fragmento del pensamiento de
Ernesto Che Guevara, pronunciado ante la asamblea general obrera de la
fábrica Ariguanabo, la más grande entonces de Cuba, el 24 de marzo de 1963.
Allí se sintetiza lo que hemos dicho de su eterna presencia en el saber
universal.
En el socialismo hay dos tareas fundamentales a realizar
la producción, el desarrollo de los bienes para el pueblo; y la profundización de la conciencia
(...) El socialismo no es una sociedad de beneficencia, no es un régimen utópico, basado en la
bondad del hombre como hombre. El socialismo es un régimen al que se llega históricamente,
y tiene como base la socialización de los bienes fundamentales de producción y la
distribución equitativa de todas las riquezas de la sociedad, dentro de un marco en el cual
haya producción de tipo social (...) ¿Y por -qué la conciencia? Bien, la conciencia es todavía
más importante, si cabe. Y es tan importante por las características nuevas que arroja los
procesos de desarrollo de las sociedades en este siglo...Lo que hizo Marx, fue...demostrar que
estaba todo relacionado con la producción, que la conciencia del hombre está generada por el
medio en que vivía, y ese medio estaba dado por las relaciones de producción. Pero al
profundizar en el análisis, Marx hizo algo más importante todavía: demostró que,
históricamente, el capitalismo debía desaparecer y dar paso a una nueva sociedad: la sociedad
socialista.
Pero pasando el tiempo, Lenin profundizó más el análisis y llegó a la conclusión de que,
el paso de una sociedad a otra, no era un paso mecánico, que las condiciones podían
acelerarse al máximo, mediante algunos catalizadores, pudiéramos llamar -no es una frase de
Lenin, sino mía, pero es la idea central. Es decir, que si había una vanguardia del proletariado
que fuera capaz de tomar las reivindicaciones fundamentales del proletariado, y, tener además
la idea clara de a donde se debía ir, y tratar de tomar el poder, para establecer una nueva
sociedad, se podía avanzar y quemar etapas (...) La sociedad vieja pesa, los conceptos de la
sociedad vieja pesan, constantemente, en la conciencia de los hombres. Y allí es donde el
factor de profundización de la conciencia socialista adquiere tanta importancia (...) nuestra
función no es la de liquidar a los rezagados, no es la de aplastarlos y obligarlos a que acaten a
una vanguardia armada, sino la de educarlos, la de llevarlos adelante, la de hacer que nos
sigan por nuestro ejemplo, la compulsión moral que llamara Fidel una vez.
David Álvarez Saldaña
México, D.F., noviembre de 1999