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La transformación del sistema de estratificación social de América Latina y sus
implicancias
Alberto “Pepe” Robles
5 de diciembre de 2012
Instituto del Mundo del Trabajo “Julio Godio”
Una transformación sin precedentes
América Latina está protagonizando una transformación sin precedentes de su tradicional
sistema de estratificación, que excluía completamente a casi la mitad de la población.
Hasta comienzos del siglo XXI, el 45% de la población estaba completamente excluido,
con ingresos menores a 4 dólares por día. Y sólo un 20% tenía ingresos de más de 10
dólares por día, formando una escasa y exclusiva “clase media”. 1 Entre ambos, el tercio
restante, se debatía en un estado intermedio de vulnerabilidad. Es decir, América Latina
tenía una estructura de clases PVM, con porcentajes de 45/33/20. Por encima de las
tres, se ubicaba una pequeñísima clase alta, proporcionalmente mucho más rica que en
cualquier otra región del mundo. Este sistema de estratificación social, basado en la
exclusión y la desigualdad, tiene sus raíces en el sistema colonial de discriminación
étnica.
A partir de 2003 se registra un cambio sorprendente y muy veloz del sistema de
estratificación social latinoamericano. El porcentajes de personas pobres se ha reducido
casi a la mitad (hasta 2011 inclusive) del 45% al 29% (CEPAL, PS12:13), y por primera
vez en la historia de la región, los pobres han dejado de ser el estrato social más
numeroso. Casi 100 millones de personas (92,32M) dejaron la pobreza y la exclusión
1 Ferreira, Franciso y otros (2012). Economic Mobility and the Rise of the Latin American Middle Class
(Movilidad económica y el aumento de la clase media latinoamericana), Banco Mundial.El Banco Mundial
denomina “clase media” a la población que recibe entre u$s10 y u$s50 por día, es decir entre u$s 900 y
u$s 4.500 por mes, por persona. Así que si en una familia de cinco miembros, hay dos niños y dos
adultos que trabajan, se necesita que cada padre gane entre u$s 1.800 y u$s 7.200, para ser
considerado dentro de la “clase media”.
completa, pasando a integrar los estratos vulnerable y “medios”. El estrato vulnerable
pasó a ser el sector más numeroso (38% en 2009) y la “clase media”, superó a partir de
2010 al estrato “pobre”, alcanzando el 30%. Es decir, América Latina ha dejado de tener
una estratificación PVM sin movilidad social ascendente, para pasar a tener una
estratificación VMP con alta movilidad social ascendente impulsada por el proceso
de inclusión. 2
El proceso es sorprendente por varios motivos: la velocidad, el cambio estructural, la
cantidad de personas involucradas, la continuidad, el impacto socio-político-económico.
Se trata claramente de un proceso en marcha, que de seguir la dirección de la última
década, tiende a eliminar la pobreza extrema (menos de u$s 1,25 por día) y reducir la
pobreza a niveles cercanos al 15%, en el curso de esta década. Por otra parte, la llamada
“clase media”, tiende a crecer para ubicarse como sector más numeroso, en un porcentaje
cercano al 40%.
El impacto económico, político, laboral, sindical, cultural, del cambio en marcha es
gigantesco. América Latina está produciendo el cambio más importante de su
estratificación social, desde que Europa inició la colonización del continente en
1492.
Esto no significa que en América Latina no sigan existiendo problemas sociales
gravísimos. Un tercio de la población continúa en la pobreza y otro tercio continúa aún
excluida como vulnerable. La exclusión en sus distintas manifestaciones (indigencia,
pobreza, informalidad, precariedad laboral, discriminación étnica, muy bajos salarios),
seguirá afectando a la mayoría de la población, por varias décadas más. La desigualdad
social es altísima.
Es cierto que la exclusión se está reduciendo y que si estas políticas continúan, seguirá
reduciéndose, pero aún así los excluidos (pobres y vulnerables) seguirán siendo la
mayoría durante al menos dos décadas, y luego seguirán siendo un grupo enorme. Por lo
tanto la lucha contra la exclusión es y seguirá siendo la tarea prioritaria de América
Latina para este siglo, al menos para la mayor parte de este siglo.
Pero además, el cambio del sistema de estratificación social, implica cambios de las
dinámicas sociales (políticas, económicas, culturales, internacionales, laborales,
sindicales, artísticas), en todos los campos de la vida social, que deben ser tenidos en
cuenta, tanto para comprender el sentido profundos de los acontecimientos, como para
diseñar estrategias y caminos.
Nuevo modelo
La Crisis de Argentina 2001/2002, luego de que el país siguiera rigurosamente las
indicaciones del FMI, y sobre todo la Crisis de Europa y EEUU de 2008/2012, pusieron en
crisis el modelo neoliberal, luego de que se iniciara en 1975 y 1976, en las dictaduras
militares de Chile y Argentina, y hegemonizara el orden mundial en los años '90.
Mientras que Europa y Estados Unidos han mostrado serios problemas económicos y han
visto deteriorarse severamente las condiciones de vida de sus pueblos, China y el resto
de Asia-Pacífico, América Latina y África, han registrado altas tasas de crecimiento y
2 Ferreira, Franciso y otros (2012). Economic Mobility and the Rise of the Latin American Middle Class
(Movilidad económica y el aumento de la clase media latinoamericana), Banco Mundial.
mejoras -en algunos casos históricas- en las condiciones de vida de sus pueblos, a partir
de modelos económicos con fuerte acción económica del Estado y el rechazo de los
postulados neoliberales.
El mundo asiste a la puja por un nuevo modelo mundial, con sus manifestaciones
regionales y nacionales, a fin de reemplazar al neoliberalismo en crisis. Es muy sugerente
el debate que la revista The Economist abrió en diciembre de 2012: "¿El nuevo modelo
capitalista de Estado es una alternativa para el modelo capitalista liberal?". 3
Cuatro fenómenos interrelacionados han cambiado la dinámica del orden económico
mundial a una velocidad vertiginosa:
China;
el aumento del precio de las materias primas;
los “nuevos gobiernos” no-neoliberales sudamericanos;
la crisis de Estados Unidos y Europa.
Como ha observado recientemente Evo Morales, los cuatro fenómenos están
interrelacionados y se retroalimentan. 4 El corazón de este proceso es lo que se ha dado
en llamar “la gran duplicación”, 5 es decir el ingreso de cientos de millones de personas a
los mercados de trabajo y consumo, sobre todo a partir de las transformaciones
socioeconómicas planificadas en China. 1.500 millones de trabajadores-consumidores
ingresaron al mercado, duplicando la cantidad que existía en 1990.
El ingreso por persona en China pasó de 100 dólares en 1980, a más de 5.000 dólares.
Algo similar, en menor medida y con otra dinámica, está pasando en la India. Ambos
países constituyen casi el 40% de la humanidad y son los únicos que tienen una cantidad
de población suficientemente grande para impactar por sí solas en la economía mundial.
China ha hecho de la inclusión masiva el motor del desarrollo económico global. Un
camino que modifica radicalmente el que adoptó el capitalismo europeo-estadounidense,
apoyado principalmente en los mecanismos de saqueo colonial y neocolonial de la mayor
parte del mundo, y que por eso sólo pudo incluir a una pequeña parte de la humanidad,
quedando la mayor parte excluida.
Este proceso de inclusión que viene impulsando China, significa también un aumento
exponencial de las necesidades de materias primas y alimentos, bienes que desde hace
siglos son producidos a bajos precios para Europa y Estados Unidos, por los países
periféricos.
La gran duplicación lleva a un cambio completo de la tendencia al deterioro de los
3 TheEconomist, Debates, State Capitalism, January 10th, 2013.
4 Discurso de Evo Morales el 17 de octubre de 2012 en el acto de inauguración de un certamen deportivo en la
región de Chuquisaca: “"Hay crisis en EEUU, hay crisis en algunos países de Europa. A qué conclusión yo llego:
como ya no nos están robando, no nos están saqueando, entonces hay crisis en los países capitalistas o europeos y
nosotros estamos levantándonos... Desde la colonia, la república, solo robando, robando a Latinoamérica, EEUU y
los países europeos eran potencias. Ahora que no pueden robar ya tienen crisis económica, crisis financiera".
5 Freeman, Richard E: (2006) “The Great Doubling: The Challenge of the New Global Labor Market” (La gran
duplicación: el desafío del nuevo mercado de trabajo global”, Berkeley.
terminos de intercambio en perjuicio de los países periféricos, duplicando y hasta
triplicando los precios de los bienes que producen los países periféricos.
La CEPAL viene señalando la relación estratégica que la nueva dinámica abre para China
y Sudamérica. 6 Sudamérica, se caracteriza por tener enormes territorios, ricos en
materias primas y alimentos, con baja densidad de población, lo que permite grandes
saldos exportables, a precios justos por primera vez en la historia.
El riesgo es que se instale un modelo de primarización (enfermedad holandesa), que
utilice la capitalización generada por los altos saldos exportables, para potenciar el
consumo de las clases medias y altas tradicionales, en lugar de orientar la capitalización
que generan las exportaciones de materias primas, hacia el desarrollo de ramas
productivas de mayor valor agregado, capaces de generar decenas de millones de
nuevos empleos formales, que puedan incluir masivamente a los excluidos. Solo este
último modelo es capaz de combinar crecimiento con inclusión y requiere necesariamente
de la integración de los países sudamericanos, de modo de formar un mercado interno
regional de 600 millones de personas.
Este es la encrucijada de modelos en la que se encuentra el sindicalismo latinoamericano.
No se trata solo de repartir mejor lo que hay, sino fundamentalmente de impulsar una
dinámica productiva de mayor valor agregado, que pueda sostener mayores niveles de
inclusión y el aumento de los salarios.
Las nuevas clases medias-trabajadoras de América Latina
Uno de los fenómenos más impresionantes de la nueva dinámica económica global, es la
transformación del tradicional sistema de estratificación social latinoamericano, como
consecuencia de las políticas de inclusión.
El Banco Mundial considera que 50 millones de personas ingresaron a la clase media
latinoamericana entre 2002 y 2009, totalizando 150 millones. Un tercio de la población
total. 7
En Argentina el cambio fue aún más pronunciado. Luego de casi tres décadas de
destrucción de la clase media, Argentina duplicó su clase media en los seis años
que van de 2003 a 2009, pasando de 9,3 millones de personas a 18,6 millones de
personas. 8 Teniendo en cuenta la expansión económica y las medidas sociales tomadas
en 2010-2011, la clase media argentina debe haber superado las 21 millones de
personas, poco más de la mitad de la población total.
Esto significa que hay 10 millones de personas que salieron de la exclusión, pero también
que hay otras 20 millones que aún están excluidas, y que a este paso se tardaría casi dos
décadas para alcanzar una sociedad con plena inclusión.
El fenómeno viene siendo analizado detalladamente en Brasil por estudiosos como
6
CEPAL (2010), “La República Popular de China y América Latina y el Caribe: hacia una relación
estratégica”. CEPAL (2012) “La República Popular China y América Latina y el Caribe: Diálogo y cooperación ante los
nuevos desafíos de la economía global”.
7 Ferreira, Franciso y otros (2012). Economic Mobility and the Rise of the Latin American Middle Class
(Movilidad económica y el aumento de la clase media latinoamericana), Banco Mundial.
8 Ferreira, Franciso y otros (2012). Economic Mobility and the Rise of the Latin American Middle Class
(Movilidad económica y el aumento de la clase media latinoamericana), Banco Mundial.
Marcelo Neri 9 y Marcio Pochmann. 10
Esta enorme transformación del sistema de estratificación social impacta enormemente
sobre los sindicatos (y también sobre las clases media y alta tradicionales). Porque se
está formando una nueva clase media-trabajadora, que está siendo incluida por las
políticas activas que impulsa el Estado y que está ocupando los nuevos empleos
formales. Se trata de una nueva clase media-trabajadora, en expansión, muy diferente de
la tradicional clase media.
La tradicional clase media latinoamericana, se formó con un alto peso de profesionales
autónomos (“mi hijo el dotor”), 11 comerciantes y pequeños empresarios. En general
desconfiaron del Estado y valoraron la informalidad, a través de un pacto implícito por el
cual había un pequeño Estado sostenido con los impuestos de los más pobres a través
del IVA, mientras que los sectores medios recurrían a los servicios privados. En su
relación con los excluidos, amplios sectores de la clase media tradicional construyeron
una cultura de discriminación étnica y territorial, con raíces en la colonia.
Por el contrario, la nueva clase media-trabajadora que se encuentra en pleno surgimiento
y expansión, está formada mayoritariamente por trabajadores asalariados formales, que
valoran al Estado activo que les permitió salir de la exclusión. En su gran mayoría se trata
de trabajadores jóvenes de ambos sexos, provenientes de los sectores que han
permanecido tradicionalmente excluidos. La formalidad laboral los incorpora también al
sistema de salud y turismo social, a una previsión social que les abre toda una
perspectiva del futuro antes inexistente, al sistema de crédito y por supuesto, a los
sindicatos. Para quienes siempre han estado excluidos estos bienes no tienen precio.
Pero además mantienen una relación estrecha y solidaria con esa mitad de la población
que aún se encuentra afectada por la exclusión, la pobreza, la desigualdad y la
vulnerabilidad social, que constituyen la prioridad de los planes sociales sudamericanos, y
cuya inclusión debe ser la prioridad del movimiento obrero, tanto por razones de justicia
social, como de poder sindical y sustentabilidad económica del modelo.
Estos jóvenes que integran las nuevas clases medias-trabajadoras, son parte de la
primera generación de niños nacidos con derechos (Convención de Derechos del Niño de
1989) y de la primera generación de argentinos nacidos y criados enteramente en
democracia. Sin jóvenes que preguntan y presionan por horizontalizar las relaciones
sociales. No admiten estructuras demasiado verticales, ni políticas, ni empresarias, ni
sindicales.
El dato esencial de la transformación del sistema de estratificación argentino y
latinoamericano, es la exclusión. Lo que está sucediendo es que se está formando un
nuevo sistema de estratificación social, que en lugar de apoyarse en la exclusión, lucha
contra la exclusión y se alimenta de la inclusión. Esto implica no solo un cambio
económico, sino también un cambio cultural y el desmonte de los infinitos mecanismos
sutiles de discriminación étnica sobre los que está montada tradicionalmente la exclusión
latinoamericana.
El sindicalismo, como instancia de organización de los trabajadores asalariados formales,
9 Neri, Marcelo (2010). Nova Classe Média: o lado brilhante dos pobres. FGV: Rio de Janeiro
10 Pochmann, Marcio (2012). Nova classe média? O trabalho na base da pirámide, Boitempo: Sao Paulo.
11 Sánchez, Florencio (1903). M'hijo el dotor.
se vé directamente afectado por esta transformación profunda del sistema de
estratificación, y tiende -como los demás estratos sociales tradicionales- a dividirse entre
aquellos sectores que visualizan la inclusión como un status que debe ser preservado con
independencia de la situación de los excluidos, y aquellos que visualizan la inclusión
como un privilegio que debe ser eliminado mediante un proceso de inclusión masiva, en el
que consideran que el sindicalismo debe ser agente activo de inclusión.
Resistir ya no alcanza
El sindicalismo latinoamericano tiene una fuerte cultura de resistencia. Pero la conquista
de la democracia y la crisis del modelo neoliberal durante la ultima década, han cambiado
radicalmente las condiciones en las que se desarrolló aquella cultura de la resistencia. La
resistencia no alcanzan para incidir protagónicamente en el proceso de construcción y
estabilización del nuevo modelo. Estas carencias se hacen notar y se expresan en las
diferentes corrientes y en las divisiones.
Un sindicalismo que sea capaz de impulsar un nuevo modelo, debe profundizar la noción
de sindicalismo sociopolítico que Julio Godio desarrolló para dar cuenta del papel que
el sindicalismo latinoamericano debía jugar en la reconquista y consolidación de la
democracia en la región. Ello lo obliga a examinar con mucho más cuidado sus pioridades
reivindicativas, con el fin de fortalecer el modelo de desarrollo y el proceso de inclusión.
América Latina, Sudamérica en particular, corre varios riesgos. La Restauración
Neoliberal, por un lado y la primarización, por el otro. Ambos modelos por otra parte se
tocan y pueden ser complementarios.
El gran sociólogo alemán Adolf Sturmthal, escribió en 1954 un libro titulado “La tragedia
del movimiento obrero alemán”, en el que explicaba como el comportamiento como puro
grupo de presión del sindicalismo alemán, al no hacerse cargo de las dificultades políticas
y económicas de la primera post-guerra, permitió el ascenso del nazismo al poder.
El sindicalismo sudamericano tienen un papel irreemplazable en el nuevo modelo de
crecimiento con inclusión en el que está embarcada la región. Es insustituible, porque el
modelo está orientado a incluir a los excluidos, mediante la creación de suficientes
empleos formales para todos. Para ello es necesario aumentar sustancialmente el nivel de
valor agregado de la economía argentina y sudamericana, impulsada por un mercado
interno sudamericano, creado mediante la integración subregional (Mercosur) y regional
(Unasur) y la reducción sustancial de los niveles de desigualdad social. Para todo ello es
necesario que los trabajadores formales estén organizados y que actuén a su vez como
agentes de inclusión. El proceso de formalización laboral e igualación social en el que
está embarcada Sudamérica, es un momento óptimo para producir un aumento histórico
de la densidad sindical.
El movimiento obrero también se ve interpelado por el proceso en plena marcha de
inclusión de millones de excluidos. Porque implica establecer los términos en que se
va a dar en adelante la relación con ese enorme sector que estaba afuera de los
sindicatos, pero que a medida que van siendo incluidos como trabajadores formales,
quedan en posibilidad de sumarse a los sindicatos (y de hecho lo hacen). E implica
también establecer nuevas prioridades sociales, nuevos criterios sobre la urgencia de la
lucha contra la pobreza y la exclusión, que no siempre significan poner en primer lugar las
reclamaciones de los trabajadores asalariados formales, y muy especialmente los que
cobran los salarios más altos.
Si bien los datos del Banco Mundial dan cuenta de que hace una década está en marcha
un enorme proceso social de signo muy positivo, aún quedan dos tercios de la población
excluida, sumando a los pobres y a los sectores vulnerables fronterizos. Esta es la
prioridad absoluta del modelo de inclusión. No se trata de una tarea simple, ni
automática. Se trata de crear unos 100 millones de nuevos empleos formales
decentes. Podría llevar dos décadas, de continuar el proceso a la velocidad que ha
tenido en la última década.
La inclusión, la formalización, la reducción de la desigualdad y la sindicalización no es un
resultado que vaya a producirse de manera automática. Necesita políticas activas de los
Estados y militancia de los sindicatos. Necesita que los sindicatos sean vistos como casas
de estos nuevos trabajadores y trabajadores que vienen de la exclusión. Necesita
políticas activas antidiscriminatorias, principalmente orientadas a combatir la
discriminación étnica y de género.
Conclusión
América Latina y Sudamérica en particular, se está transformando profundamente y
rápidamente desde hace una década. Las viejas formas de la extremadamente desigual
estratificación social latinoamericana, están sufriendo una profunda e histórica
transformación. Sudamérica vive la hora de los excluidos. Estos cambios cruzan a
todos los estratos sociales y obligan a todos los estratos sociales a tomar posición frente
al proceso de transformación.
El movimiento obrero latinoamericano se encuentra ante la disyuntiva de un nuevo
modelo inclusivo, de proyección sudamericana, que está cambiando la conformación de la
propia clase obrera y la ubicación de Sudamérica. Se trata entender la magnitud del
momento y su carácter fundacional. Una nueva Sudamérica inclusiva está emergiendo.
Esta nueva Sudamérica necesita un movimiento obrero comprometido con el modelo y el
proceso de inclusión, que está creando una nueva clase trabajadora. Para eso se requiere
una nueva cultura sindical protagónica, que le permita representar cabalmente a la nueva
clase trabajadora, producto del proceso de inclusión masivo, como agente central del
modelo. Resistir ya no es suficiente.