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Congreso Encuentro de Saberes, Construcción de Realidades.
Pensar la educación, pensar el país
Universidad de Cundinamarca
Soacha 20, 21,22 de Septiembre de 2012
Pensar la educación superior en Colombia es pensar el rumbo que queremos para el país. Junto al
debate sobre la calidad y los costos de la educación pública, los recientes sucesos relacionados con el
movimiento estudiantil universitario, nos exigen pensar el sentido profundo de lo educativo en el
proceso de construir un camino para el país, que se conecte con la nueva realidad latinoamericana y
mundial. Es evidente la importancia de comprender y afectar la conexión de la educación con el
sistema económico como un factor determinante de la política. Como forma de dinamizar el debate y
aportar con acciones concretas a la propuesta de reforma de la educación superior en Colombia,
proponemos la realización de un Congreso que permita enriquecer la discusión desde la comunidad
académica de la Universidad de Cundinamarca y los distintos sectores sociales que deseen aportar
desde la argumentación académica, teórica-práctica a esta apuesta.
1. Educación y economía política.
La sociedad comporta dimensiones históricas, económicas, sociológicas, religiosas, políticas; por eso el
conocimiento pertinente debe reconocer la multiplicidad de dimensiones. Se trata de insertar allí sus
informaciones y de enfrentar la complejidad. La educación debe promover una comprensión
multidimensional de lo complejo, para entregar al sujeto social habilidades y aptitudes para manejar
situaciones concretas o problemas especiales. La educación es un proceso intensivo de socialización.
La educación debe responder a las necesidades y requerimientos de diferentes grupos sociales. La
educación contemporánea debe ser pertinente a las nuevas necesidades sociales, además de construirse
desde la diversidad de saberes y la multiculturalidad.
La educación como sistema social responde al modelo económico dominante; entonces no podemos
pensar otra educación evadiendo el debate sobre el modelo económico pues cualquier modelo
educativo funciona articulado al sistema productivo: una economía dependiente de la inversión
extranjera, colonizada por las grandes corporaciones multinacionales, centrada en la extracción de
materia prima y con la agricultura enfocada a la producción de biocombustibles; nos implica una
educación centrada en lo técnico, sin financiación estatal apropiada para la investigación de nuestros
problemas.
Mediante el énfasis en la competitividad, el androcentrismo, el logo centrismo y el etnocentrismo
cultural, nuestro actual sistema educativo inculca una idea profesional meritocrática, racionalizando la
industria del conocimiento por niveles de clase social; reproducen la desigualdad, el racismo, el
sexismo y fragmentan las relaciones sociales democráticas. El sistema educativo nacional debe ser
considerado como arena de lucha política cultural, porque el aprendizaje no es un proceso neutral o
transparente; es un proceso cultural e histórico en el que los grupos selectos son posicionados mediante
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relaciones asimétricas de poder que reproducen principios, valores y privilegios. En esa medida la
educación se transforma en el proceso de transformar la sociedad y quienes somos parte del sistema
educativo debemos afectar nuestro entorno cotidiano con una conexión constante con propuestas
amplias pensadas para toda la nación, el continente y el mundo.
2. Educación como eje de construcción de lo nacional. Conocimiento y poder
Ubicar la educación no como un sistema mecánico de ascenso individual dentro de la estructura social
sino como un eje de construcción de lo nacional nos permite ir más allá en los términos de la discusión.
El debate que no cuestiona la educación vista exclusivamente como una combinación sincrónica
curricular no puede alcanzar el debate político profundo. Con esta mirada, el Congreso se propone
centrar el debate en lo pedagógico, pues entendemos pedagogía como proceso cultural sistemático e
intencionado que permite la reproducción social de una identidad colectiva en un territorio
determinado. Entonces lo nacional no sería una construcción impuesta desde las ideas hegemónicas del
poder dominate (a través del sistema escolar y los medios privados de comunicación entre otros) sino
una construcción colectiva desde la vida de los habitantes de nuestro territorio, con capacidad de dar
cuenta y transformar a partir de la diversidad de saberes y conocimientos propios. Para nosotros es
clave el concepto de praxis como centro de los procesos educativos, dentro y fuera de la escuela.
3. Educación y el futuro de promesas incumplidas. Contexto actual, posibles futuros y
educación.
Desde la década de los 80 hemos visto que el modelo económico era el mecanismo del capitalismo para
salvar sus crisis. La década del 90 comenzó con la esperanza que venía de la mano de la nueva
constitución política, en medio de un país que afrontaba las desgracias de la guerra integral diseñada
durante el gobierno Gaviria. El discurso de la clase gobernante nos prometió un futuro sin guerra y con
una economía exitosa en el marco de la globalización. La ilusión de un capitalismo justo se desvaneció.
Ahora afrontamos otro momento en que, como nación, nos presentan ilusiones de futuros venturosos,
los cuales son necesarios de analizar par mirar si es posible comenzar otro camino1.
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En este punto es clave recordar las palabras de Ivan Illich (Igualdad, edición de W. Sachs, 1996: 94) en el Diccionario del Desarrollo:
“El discurso del desarrollo nos impuso una imagen del futuro. En lugar de formas propias de pensar la esperanza, el porvenir;
conseguidas desde la historia local y cotidiana; construidas por hombres y mujeres concretos en sus espacios vitales, a cambio de mitos
concretos, verdaderamente reales, se nos impuso una mentira, implícita en el término desarrollo y en su red semántica: crecimiento,
evolución, maduración, modernización. También se le ofreció una imagen del futuro como mera continuación del pasado: eso es el
desarrollo, un mito conservador, si no reaccionario.
Como la igualdad de oportunidad, la idea de la igualdad en el desarrollo mundial presupone que todos en el mundo juegan o deberían
jugar el mismo juego. Para que los pueblos del mundo jueguen el juego del desarrollo, primero deben convertirse en jugadores. En los
tempranos y optimistas días de la teoría del desarrollo, los teóricos de la modernización fueron francos sobre cuan profundamente tenía
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Se evidencia como la globalización y los cambios socios económicos y culturales afectan las
tradiciones de la educación, al punto que algunos sectores plantean la crisis de ésta. Se puede entender
la crisis como un momento positivo y necesario para la transformación de conceptos y prácticas en el
ámbito educativo. La intervención de lo científico- técnico, que contribuyó a transformar la cultura en
una industria, modifica el imaginario y la práctica de la democracia y de la ciudadanía. Los cambios en
la cultura incluyen el terreno del conocimiento y de la producción, lo que exige de los individuos
nuevas habilidades cognitivas, que les permitan enfrentarse a los cambios que se presentan. En este
punto la pedagogía se convierte en campo de construcción política de otra educación, en la que
retomamos no únicamente procesos de democratización de la información sino que apuntamos a la
construcción de lo humano desde una ética política contraria al proceso civilizatorio en el que aun se
define nuestro sistema educativo idéntico al ideado en el siglo XIX.
Es interesante que el discurso en torno a poder y pedagogía se ubica en el debate entre si la pedagogía
debe ser una disciplina o si, por el contrario, se suma a los planteamientos que deconstruyen las
ciencias. El planteamiento de la pedagogía como disciplina autofundamentada, busca darle poder al
saber que produce. Al sacarla de los planteamientos que la ubican exclusivamente como un tipo de
instrumento para el proceso de aprendizaje; la pedagogía adquiere el carácter de ciencia y define objeto
y métodos, se convierte en una parte del conocimiento hegemónico. Sin embargo la ligazón entre las
pedagogías críticas y los estudios culturales pretenden alejar a la pedagogía del campo de las ciencias
como tradicionalmente se entienden. Si la ciencia, desde la epistemología, está en crisis ¿qué sentido
tendría convertir a la pedagogía en ciencia? Por el contrario, la pedagogía puede ser un planteamiento
fuerte y constructivo para las luchas contra el poder, también se trata de darle poder a la pedagogía,
pero esta vez no para fortalecer el discurso hegemónico, sino los planteamientos emancipatorios.
4. Propuestas desde prácticas educativas propias. Educación y cultura.
que penetrar esta homogeneización en la cultura y en la personalidad. Parte del proceso de modernización involucra el aprendizaje de
nuevas destrezas y la aceptación de nuevas ideas sobre la naturaleza del mundo y de las relaciones humanas. Otra parte del proceso
implica la aceptación de nuevos valores y el cambio de las demanda un cambio fundamental en las motivaciones y en la dirección en
que se percibe que las energías humanas pueden ser adecuadamente dirigidas.
"Movilizar" (es decir, reclutar) a los pueblos y a las culturas en el sistema económico mundial requeriría el mismo desgajamiento del
hombre económico, el mismo desarraigamiento que ocurrió en la migración hacia los Estados Unidos o en el movimiento del cercado de
tierras comunales en Inglaterra. Sólo que esta vez, la escala es pasmosa. Toda la hirviente multiplicidad de las culturas del mundo,
desarrolladas (en el antiguo sentido de la palabra) a través del trabajo y la imaginación de toda la historia humana, es puesta ahora bajo
un único patrón de valor y todas aquellas que no se ajusten a ese patrón deben ser descartadas con el juicio mas condenatorio que un
utilitarista puede hacer – inútil.”
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Una de las funciones del sistema escolar, desde una mirada de la lucha política en la sociedad, ha sido
la invisivilización de la variedad y riqueza de procesos educativos que se han dado en lo local, la
mayoría de las veces en territorios periféricos de los centros intelectuales. En la necesidad actual de no
sólo de invisivilizar esos procesos sino de destruirlos, surgen tensiones dentro de las nuevas políticas
educativas que pretenden recoger y homogenizar cualquier diferencia. Una de las tensiones surge
porque se considera cultura y conocimiento como eventos diferenciados: ¿a la escuela hay que llevar
sólo lo relativo al conocimiento, o todo, es decir hay que llevar la cultura?
Si se trata de escolarizar el conocimiento propio, es necesario extraerlo de la vida para convertirlo en
currículos. Extraerlo, es decir, fragmentarlo y romper el contexto donde se produce y utiliza,
convertirlo en discurso muerto. El conocimiento que se produce en la escuela no es conocimiento para
la sociedad, es aculturación. La escuela ofrece la formación que requiere un tipo de sociedad vinculado
a una propuesta política dentro de un modelo económico dominante, es la educación para el ascenso
social, para el trabajo en términos del mercado. Si el conocimiento propio es una forma de construir y
recrear una concepción del mundo construida desde la memoria y el territorio podemos entender que en
la escuela se presenta un problema: ese conocimiento no es puramente discursivo, es práctico, requiere
estar presente y activo en la vida cotidiana. El conocimiento se construye mediante la constante
confrontación dentro de las relaciones sociales, la escuela impide esa confrontación, al convertir el
conocimiento en simple acumulación de información, peor aún, convierte la información en dogma de
fe; pues se considera que lo propio no es conocimiento, se considera un discurso estático,
exclusivamente saber moral, historia muerta. Convertir el conocimiento construido en la vida cotidiana
mediante la confrontación propia de las relaciones sociales en discurso, conlleva que se pierda el
sentido, el para qué, de ese conocimiento; y con eso pierde su sentido emancipatorio.
La cultura fue un concepto minimizado en la ciencia social, tanto por el discurso hegemónico como por
los emancipatorios. Para el primero, la cultura fue sinónimo de la formación de élites “cultivadas” con
buena información o fue la única mirada hacia sociedades diferentes de la occidental, que no se
consideraban sociedades completas, en la medida en que se veían lejanas de occidente en el espacio y
el tiempo (la etnografía tradicional). Para los segundos la cultura era un elemento más de la lucha de
clases, en la que lo ideológico estaba supeditado a lo económico; la cultura para el discurso
emancipatorio era básicamente un espacio de trabajo en la construcción de la nueva conciencia.
Por otra parte la educación, entendida más como escolarización, se presentaba como una práctica social
determinante para la sociedad. Desde el discurso hegemónico de las ciencias sociales la educación era
un campo de la sociología, la psicología y la administración, definitivamente entendida como
escolarización. Por su parte los planteamientos emancipatorios, sí encontraron en la educación un
campo plural de trabajo para fortalecer los procesos sociales, en parte por la importancia que cobra la
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práctica. Cada uno de estos planteamientos llevó a fortalecer una actitud instrumental frente a la
educación. La educación se presentaba como un tipo de racionalidad instrumental para lograr unos
objetivos determinados en la sociedad.
La crisis de las ciencias sociales, y de toda la epistemología de la ciencia, que va de la mano de las
transformaciones sociales acarreadas por los procesos de globalización y por el desarrollo tecnológico;
hacen cambiar la mirada de las exigencias de verdad y objetividad que se hacía la ciencia social. En
este proceso, la cultura se convierte en un nuevo espacio, se complejiza y alcanza el nivel de paradigma
en los actuales estudios culturales. Por su lado, en la educación, la tradición crítica aporta con su
acumulado a esos estudios culturales, a la vez que se nutre de ellos. Situación que ocurre en el
momento en que el discurso hegemónico, con más fuerza y nuevos planteamientos técnico teóricos,
quiere convertir la educación, ya no entendida exclusivamente como escolar, en su principal aliado
instrumental y pragmático.
Educación y cultura son ahora campos, que mientras avanzan por un camino de deconstrucción, hacen
confluir hacia ellos los estudios críticos, que abren la ciencia como una nueva posibilidad de
conocimiento, esta vez no hegemónico, que no se contenta con producir certezas sino que busca
ampliar horizontes.
5. La sistematización de experiencias como herramienta para la proyección. Pedagogía e
historia.
Una mirada plural de la pedagogía, que la presenta como un campo interrelacionado con la cultura, le
da un lugar preponderante en la lucha contra y por el poder. Vista así, la pedagogía no puede desligarse
de su contexto socio histórico. Cada momento en cada sociedad determinada produce un tipo de
pedagogía atado a la conformación cultural, a la vez que esa conformación es un lugar clave para las
transformaciones que requiere ese momento social. La pedagogía como un campo donde se desarrollan
tensiones sociales, requiere que los trabajadores culturales no pierdan de vista lo que origina el
momento, tanto los procesos coyunturales como la tradición.
La identidad que producen territorios e historia son la materia con la que se construye un proyecto
pedagógico, que puede responder a diversas fuerzas actuantes en la sociedad. La claridad que se
alcanza al comprender la complejidad del proceso histórico, que además rescata políticamente las
historias marginales y acalladas (memorias disidentes), da a los procesos pedagógicos la base
identitaria que le permite construir desde lo local para confrontar y negociar con el mundo global.
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Con la pedagogía se puede producir una nueva forma de acceder a la historia como construcción
compleja, a la vez que desde la historia se construyen planteamientos pedagógicos acordes a las luchas
culturales. La historia se construye en el ahora para proyectarnos como futuro, para construir el sujeto;
finalmente es ella la que nos evidencia las múltiples determinaciones que nos ubican en este lugar y en
este momento, la pedagogía no puede sustraerse de la historia para habitar el mundo de los ideales
absolutos, no se trata de un conocimiento terminado que debe aplicarse, sino de una parte de la
complejidad social que construimos cada día.
La sistematización de experiencias es un proceso que se da durante y luego de una acción social y
comunitaria. Consiste en la construcción de un espacio de reflexividad colectiva sobre lo vivido y
aprendido durante el trabajo comunitario. El resultado de este espacio reflexivo se concreta en un
escrito que permite que cada experiencia pueda ser replicada de acuerdo con los cambios de contexto.
La sistematización es también un proceso de evaluación que pretende guiar las trasformaciones que se
dan en las diferentes acciones. Entendido como un proceso colectivo, la sistematización debe estar
presente desde el comienzo y en el trabajo de cada uno de los protagonistas de la acción, es el nivel de
autonomía que cada participante logre en el momento de hacer la sistematización, lo que permite que
un proceso pueda evidenciar toda la gama de efectos e incidencias en lo subjetivo e intersujetivo y
comunitario.
La sistematización de experiencias es una forma de construir un conocimiento alternativo que entre con
poder en la confrontación mundial que exige el capitalismo desde el modelo económico y las formas
tradicionales de la ciencia. La construcción de conocimiento desde las experiencias de la vida
cotidiana, en territorios localizados, permite la elaboración de sentidos (horizontes) y significados
(interpretaciones) para la construcción de mundos diferentes, con la posibilidad real de la democracia y
la libertad. Entonces la sistematización de experiencias va mucho más allá de ser una metodología para
recopilar la información de un proceso; es el momento clave en que las acciones colectivas, locales y
constructoras de territorios sociales y simbólicos, alcanzan un papel universal como poder contra
hegemónico.
La Sistematización es fundamentalmente un proceso de conocimiento, por lo tanto sin ser investigación
en estricto sentido, es una modalidad de esta, que procura hacer una conceptualización a partir de las
prácticas. Se fundamenta en la acción planificada y por tanto intencionada: pero no se agota en ella,
porque la trasciende, la toma como objeto del saber; para tratarla, analizarla, comprenderla y
reelaborarla en un nivel cualitativamente distinto a una simple descripción. La sistematización parte de
las demandas de la práctica (conocer para actuar), para comprender y enriquecer las experiencias.
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Proponemos retornar a la sistematización de experiencias como un proceso político que se realiza para
recuperar memorias, se utiliza como estrategia pedagógica y como forma de auto evaluación, para
mantener y proyectar el acumulado del trabajo comunitario, social y político. La sistematización de
experiencias tiene la capacidad de ser una opción de construcción de conocimiento en un mundo
globalizado, sin caer en el juego de situar la tecnología como el factor determinante, por el contrario,
teniendo en cuenta la importancia de los sujetos, de cada uno de los participantes de las experiencias;
sin los sujetos, sin sus relaciones, sus contradicciones, sus afectos y su historia personal habría sido
imposible la labor de sistematizar y construir alternativas nuevas para la educación popular. A través
de la sistematización se logra ordenar el conocimiento práctico que puede percibirse desordenado y
disperso en el momento de la experiencia. El proceso de sistematización también incluye las
intuiciones y tenciones vividas. Permite recordar y recuperar experiencias, conocimientos y reconstruir
otros que se creían claros y pertinentes.
Como estrategia pedagógica, y teniendo en cuenta que el conocimiento se construye socialmente, en la
interrelación con los sujetos, en el ejercicio de las prácticas y con una postura política ante el acto
educativo, la sistematización de experiencias es una forma de lograr tanto procesos colectivos de
construcción de conocimiento, como de implantar formas alternativas en esa construcción. La
sistematización de experiencias no es simplemente un narrar lo que pasó, sino un construir desde la
experiencia, sintetizar procesos en una estructura, luego de hacer un análisis de cada uno de sus
componentes. Una de las pretensiones de la sistematización de experiencias es lograr la
desterritorialización de conocimiento, entendiendo esta expresión como la posibilidad de trascender un
saber local a otros contextos, que en su misma complejidad validan y encuentran como un saber útil las
prácticas y experiencias que otras han construido.
Primer acercamiento a la metodología de trabajo
Campos temáticos
Educación y economía política
Mesas de trabajo
Modelo económico, modelo educativo.
Política pública en educación y pugna de modelos
económicos en Latinoamérica.
Educación y producción en términos de
indicadores
Lo curricular como expresión y acción de la
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Educación como eje de construcción de lo
nacional. Conocimiento y poder
Educación y el futuro de promesas incumplidas.
Contexto actual, posibles futuros y educación.
Propuestas desde prácticas educativas propias.
Educación y cultura.
La sistematización de experiencias como
herramienta para la proyección. Pedagogía e
historia.
mirada económica
Educación e identidad
Educación para el ascenso social o para la
confrontación cultural
Educación y juventud; empoderamos jóvenes,
formamos ciudadanos o recreamos lo humano
Contradicciones centrales entre fines de la
educación superior y políticas educativas
La educación como derecho o como servicio
Educación y trabajo: problema de empleo o de
ocupación
Educación gratuita y de calidad, mirada crítica de
los parámetros de la calidad en educación
Nuestra educación, procesos históricos
Desarrollo humano en educación, pensar lo básico
como diferente de lo mínimo.
Sistematización de experiencias, un proceso
educativo en sí mismo
Proyección de las experiencias educativas propias
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