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El carácter histórico de la familia y las transformaciones
sociales contemporáneas *
Sergio Reuben Soto
Escuela de Antropología y Sociología
Universidad de Costa Rica.
[email protected]
Tabla de Contenidos
Resumen ................................................................................................................................... 1
Abstract ..................................................................................................................................... 1
1.
La familia como forma de adaptar las necesidades de la reproducción de la especie a las
necesidades de la sociedad. ................................................................................................................. 2
2.
La familia nuclear como relación de parentesco en la acumulación de capital. ........................ 11
3.
La transformación contemporánea de la acumulación de capital y los efectos en la familia. ... 15
4.
Algunas conclusiones................................................................................................................. 18
5.
Bibliografía.................................................................................................................................. 22
Resumen
El trabajo propone la existencia de dos tipos de relaciones entre los hombres, las primigenias
surgidas sobre la base de los sentimientos elementales de cariño y protección, y las propiamente sociales, surgidas de la cooperación; la institución familiar supone ambas. Como resultado de las condiciones que consolidan al capital aparece la familia nuclear y se propone
la discusión de su crisis desde la perspectiva de las transformaciones contemporáneas de la
acumulación de capital en escala mundial. Concluye presentándola como una forma familiar
altamente permeable a las relaciones primigenias y a las sociales, lo que constituye su debilidad y su fortaleza.
Abstract
This work proposes two different types of relationships between human beings, those primigenial, appearing from the most elementary feelings of care and protection, and those merely
ArtFamVerEspañola.doc
2
social, resulting from the need for cooperation. Family is the expression of both. Nuclear family is the result of conditions that consolidate capital; the discussion on its crisis appears under
the perspective of modern transformations on accumulation of capital on a world scale. The
conclusion presents the nuclear family as one highly permeable to the primigenial as well as
to the merely social relationships, there its weakness and at the same time, its strength.
― o0o ―
1. La familia como forma de adaptar las necesidades de la reproducción de la especie a las necesidades de la sociedad.
En un reciente trabajo señalábamos que la relación entre familia y sociedad no siempre
se ha presentado clara para el análisis social; la usual concepción de ésta como perteneciente al espacio “privado” ha enturbiado el vínculo. Tal concepción ha ocultado las relaciones de
la familia con la actividad social en general y con la acción del Estado en particular. Sin embargo, las rupturas y cambios en los planos de las relaciones económicas, de las relaciones
socioculturales y políticas de las naciones que se han llevado a cabo en los últimos quince
años, por su profundidad y velocidad, han realzado este vínculo presentándolo desde una
nueva perspectiva. Como que esos cambios han extremado el conflicto existente entre las
relaciones sociales propiamente dichas y las relaciones familiares, desnudando de manera
más bien dramática los conflictos existentes entre ellas.1
Ante esta constatación hemos pensado en la necesidad de revisar el análisis de estas
relaciones siguiendo la propuesta epistemológica de Marx según la cual, no obstante haberse
ideado las categoría sociales para expresar y representar, cada una de ellas, determinados
hechos sociales, en toda su concreción histórica; las más abstractas…
* - Este artículo es una ampliación y revisión del publicado en la revista reflexiones de la Facultad de
Ciencias Sociales de la Universidad de Costa Rica, Vol. 81, No.2, San José, 2002.
1 - Puede verse un primer señalamiento de este fenómeno en Reuben, Sergio, “Política Social y familia”, Contrapunto, No.8, SINART, 2000, San José, pp15-22. También publicado en Rosero B., Luis,
Edtr. Población del Istmo 2000: Familia, migración, violencia y medio ambiente, Edt. Centro centroamericano de población, San José, 2001.pp. 25-41.
3
“… surgen únicamente allí donde existe el desarrollo concreto más rico, donde un elemento
aparece como lo común a muchos, como común a todos los elementos. Entonces, deja de poder ser pensado solamente bajo una forma particular”.2
Partiendo de esta concepción del proceso de conocimiento, la “familia”, concebida como una
categoría abstracta, adquiere su forma particular contemporánea en respuesta a las condiciones y requisitos fundamentales de la sociedad burguesa, y al concebirse esta última como
la sociedad dominante en la actualidad, la familia nuclear (la conformada por los progenitores
y sus hijos solteros3) presenta circunstancias desarrolladas que permiten mirar con perspectiva más enriquecida las relaciones que fundamentan la institución familiar. Pero no sustituyendo el sentido moderno en el marco de la cultura tradicional como lo señala Hocart 4, sino,
por el contrario, interpretando éste último en su marco con los contenidos enriquecidos por el
devenir histórico de la categoría.
Sin duda, uno de los quid pro quo que más ha contribuido con la formación de una visión prejuiciosa sobre la familia ha sido precisamente el entendido de una conexión armónica
entre la sociedad y la familia, y la correspondencia funcional de esta con la sociedad y viceversa.5 Pero lo que comienza a surgir del análisis que hemos venido realizando sobre las
2 - Marx, Karl, 1982, Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse)
1857-1858, duodécima edición, Siglo XXI editores, México, p. 25).
3 - Desde luego, con el aumento del divorcio y la separación conyugal los arreglos que consideramos
como “nucleares” contemplan la existencia de hijos solteros de uno y otro cónyuge e hijos comunes,
véase Reuben, S., “Características familiares de los hogares costarricenses”, Mimeografiado, Instituto
Mixto de Ayuda Social, Vol. I, 1992, San José, puede verse también una versión resumida, en Contribuciones No.28, Instituto de Investigaciones Sociales, Universidad de Costa Rica, San José y en Cristina Gomes, Edtra. Procesos Sociales, población y familia, Edtl. FLACSO-México y Miguel Ángel Porrua, México, 2001, pp.147-197.
4 - Con relación a este proceso de conocimiento es interesante considerar el trabajo de Arthur M.
Hocart, Mito, ritual y costumbres: Ensayos heterodoxos, Ed. Siglo XXI,1975, Madrid, donde nos advierte precisamente sobre el error de confundir los sentidos que el investigador puede darle a un “término clasificatorio” (categoría) con los sentidos reales o propios que la propia cultura le da: así, “Una
breve revisión de los hechos nos lleva a suponer que los términos clasificatorios no son fruto de una
extensión, sino que, por el contrario, nuestro hábito de denotar la proximidad de parentesco es más
bien el resultado de una contracción.”, (p.256). Con este juicio, Hocart expresa la idea de que las categorías del parentesco, propias de lenguajes enriquecidos como los contemporáneos, son más específicas y concretas (restrictivas) que las usadas por las culturas estudiadas, y que es un error pensar
que los sentidos más abarcadores que tienen en tales culturas son el resultado de una “extensión” del
“original” el cual es el sentido restrictivo y concreto (moderno) que dicha categoría tiene para el etnógrafo, (p.243-44). De esa manera se confunde el sentido contemporáneo con el primitivo y se entrampa la historia. El concepto de “familia” parece haber tenido esa suerte con el sentido de “familia nuclear” como trataremos de mostrar en este trabajo.
5 - En estudios relativamente próximos como los de Talcott Parsons, se llega a concebir la familia conyugal no solo como la más apropiada a la estructura social contemporánea, sino que se la concibe
como la forma más apropiada para responder a las necesidades que presupone una sociedad libre:
4
formas familiares es una visión más bien de confrontación interesada entre ella, un equilibrio
por oposición cuyo rompimiento perjudica a ambos términos de la ecuación.
Para poder exponer consistentemente esta idea es necesario establecer la perspectiva
desde donde concebimos la sociedad y la formación de la cultura.
Pensamos el origen de la sociedad como una asociación de individuos que se integran
para enfrentar retos y ejecutar tareas conjuntas. Así, suponemos que las necesidades más
elementales de la supervivencia y la reproducción habían sido atendidas, antes del surgimiento de estos grupos mayores, por grupos más pequeños, tales como la progenitora y sus
hijos, los progenitores y la prole, o grupos un poco más grandes con varias hembras y machos adultos y sus proles.6 Y que, por tanto, son otras tareas y retos, precisamente inalcanzables para tales grupos pequeños, los que se buscan enfrentar con la integración voluntaria
de dos o más de ellos en comunidades mayores. Así, se puede suponer razonablemente que
la conformación de tales entidades implicó el surgimiento de nuevas formas de relacionarse y
de vincularse; relaciones que implicaron independencia de los sentimientos de afecto, de ternura, de pasión, de las inclinaciones instintivas asociadas al estro sexual, que determinaban
la conformación de los grupos primigenios, para dar paso a relaciones fundadas en la conveniencia y el interés, establecidas para atender retos y alcanzar objetivos que iban más allá,
por la envergadura de la actividad, por el número de individuos requeridos, por el grado de
especialización y subdivisión de las tareas, etc., de los que se podían alcanzar con los grupos
“Todo parece indicar, que a pesar de las tensiones y dificultades que comporta, nuestro sistema familiar es más apto que la mayoría de los restantes para desarrollar los rasgos temperamentales adecuado a dichas exigencias. También concede un grado de libertad para el desarrollo de los sentimiento y
de las vinculaciones personales que raramente se encuentra en los sistema más estrictamente controlados de otras sociedades. En sus forma más perfectas, parece constituir, en la esfera privada, una
pauta muy apropiada para la vida de los ciudadanos cultos de una sociedad libre.”, Parsons, Talcott,
“La estructura social de la familia”, en Fromm, E., Horkhiemer, M., Parsons, T., et al, La familia, Edtl.
Península, Barcelona, 1978, pp. 64-65. Selección de artículos del libro de Anshen, Ruth Nanda, The
Family, Edt. Harper & Brothers, New York, s.f.
6 - Una visión complementaria del origen de la familia humana la encontramos en Linton, Sally, “La
mujer recolectora: sesgos machistas en Antropología” (en Harris, O., y Young, K., comp., Antropología
y Feminismo, Edt. Anagrama, Barcelona, 1979), donde se discute la visión machistas de ver en la caza
el principal origen de las condiciones generadoras de los rasgos humanos. Desde la perspectiva levantada por la autora, el nacimiento inmaduro y la dependencia de las crías habrían sido unos de los
principales factores en el surgimiento de condiciones para el desarrollo cultural y social; y la repartición
de alimentos, uno de los rasgos humanos ―aunque también presente en algunos primates―, habría
surgido en la díada madre-hijo (Idem, p.42 y ss.). Asimismo, la relación macho-hembra, de acuerdo
con la autora, debe redimensionarse en la visión tradicional, dándole al estro sexual de la hembra una
importancia mayor como para hacer pensar que la familia nuclear no fue sino el resultado de un largo
proceso histórico: “La monogamia a largo plazo es claramente un modelo bastante raro, incluido entre
los humanos modernos, y pienso que es un sesgo típico del varón occidental suponer su existencia en
5
básicos y en el marco de las relaciones elementales. 7 El tipo de relaciones que estas actividades demandan son totalmente distintas a las que se originaron en el ámbito de las necesidades primordiales del apareamiento y acompañamiento, cuido de la prole y su enseñanza
de prácticas para la supervivencia, porque implican, al menos, planeamiento y organización,
comunicación y orden, jerarquía y disciplina, límites a la libertad individual en pos de alcanzar
objetivos colectivos, todo ello entre personas adultas del mismo sexo y edad, indistinguibles
jerárquicamente y sin que medien entre ellas los sentimientos de empatía que suponen las
relaciones originadas en el apareamiento, cuido y acompañamiento.
De esta manera, con el surgimiento del homo sapiens, conviven dos tipos de relaciones
distintas entre individuos, las originadas en las necesidades elementales de la supervivencia,
la reproducción y el acompañamiento, asociadas a formas instintivas y elementales de vinculación (relaciones para el cuido primordial), y las originadas en las nuevas necesidades de la
apropiación colectiva, conciente y calculada de la naturaleza, que dan pie al surgimiento de la
la sociedad protohumana.” (Idem, p.41). El concepto de familia propuesto por nosotros es consistente
con la visión más amplia que surge de la crítica feminista del concepto “androcéntrico”.
7 - Para el lector interesado sobre estudios en la dirección de los elementos sustantivos con que se
cuentan para la reconstrucción de los orígenes de las relaciones de parentesco recomiendo el trabajo
de Kathleen Gough, “El origen de la familia” (en Polémica sobre el origen y la universalidad de la familia, Edt. Anagrama, 1976, Barcelona), en el que la autora analiza el comportamiento de los primates,
los restos materiales del hombre prehistórico y en tercer lugar la vida familiar de los grupos recolectores y cazadores de la actualidad para elaborar una propuesta sobre este origen. No obstante la conclusión de la autora relacionada con la formación de los vínculos familiares y sociales, y que muestra la
confusión con respecto a la familia que precisamente en este trabajo intentamos discutir, su propuesta
general establece los conceptos centrales y básicos sobre los cuales podemos confiar las teorías sobre el origen de la familia. Ilustramos la confusión transcribiendo un párrafo que nos parece típico: “La
familia proporcionó el armazón para todas las sociedades anteriores a la aparición del estado y la fuente de toda creatividad. Al agruparse para la supervivencia de su especie y el desarrollo del conocimiento, los humanos aprendieron a controlar sus deseos sexuales y a suprimir su egoísmo individual,
su agresividad y su rivalidad. La otra cara de este autocontrol fue una capacidad creciente para el
amor. No solo el amor de la madre por su hijo ―lo que se da ya entre los simios― sino del macho por
la hembra (que establecen relaciones duraderas) y entre miembros del mismo sexo hasta llegar a grupos cada vez más amplios de seres humanos. Sin este autocontrol inicial, que se manifiesta en la prohibición del incesto y en la generosidad y orden moral de la vida familiar primitiva, la civilización no
hubiera sido posible.”, (Idem p.150). Lo que nosotros planteamos es de alguna manera lo contrario, no
cabe duda que los grupos primigenios formaron el andamiaje de las sociedades, pero una vez constituidas estas sobre relaciones utilitarias entre individuos, transformaron las relaciones primigenias en
las relaciones que hoy conocemos propiamente como familiares (o relaciones de parentesco). Los
sentimientos de empatía, de cariño y amor, de ternura, están asociados a la maternidad, a la dependencia filial, a la protección, y acompañamiento frecuentes, al reconocimiento mutuo al compartir actividades elementales y hasta a la presencia misma de rasgos neotónicos, todas situaciones que se
presentan en formas elementales de existencia e incluso en los mismos simios y en algunos mamíferos. Por lo que endilgarle a la “familia”, como hecho cultural o civilizado, tales virtudes es invertir ideológicamente los términos de la realidad. Más bien, desde nuestro punto de vista, el reto de la civilización es precisamente lograr tales sentimientos primarios ―para decirlo en términos bíblicos― “… para
con nuestro prójimo”, esto es, para con nuestros conciudadanos y compatriotas...
6
cultura.8 Estas últimas son las relaciones sociales propiamente dichas, que por su extraordinario poder de transformación y apropiación colectiva del entorno (y dominio de la contingencia), una vez constituidas y consolidadas, comienzan a desplegarse y a ganar espacios en
forma de instituciones, y comienzan a incidir en las relaciones de cuido primordial y sus costumbres conforme muestran su eficacia para alcanzar objetivos, enfrentar retos y conseguir
tareas propuestas que benefician al individuo.
Se delimitan así dos ámbitos que definen una parte de la dinámica social, a saber, el ámbito de las relaciones que podríamos ahora denominar primigenias asociadas al cuido primordial y el ámbito de las relaciones de cooperación interesada que podríamos denominar
sociales (o públicas).9 El resultado es una comunidad de individuos que se ven en la necesidad de relacionarse en forma interesada, “utilitaria”, en la busca de su bienestar por medio de
la asociación y, por otra parte, en forma afectiva y solidaria, en pos del llenado de las necesidades elementales e instintivas de socialización que no atiende, ni resuelve, la asociación,
pero que no solo son necesarias para el bienestar individual, sino que son fundamentales
para la reproducción de los grupos y de la sociedad.10
8 - Para los puristas teóricos la diferenciación propuesta seguramente no es suficiente porque siempre
se podrá argumentar que el mismo instinto materno, o los mismos sentimientos de ternura engendrados por rasgos neotónicos, presentes en los mamíferos, podrían haberse originado en una voluntad de
apropiación consciente de la naturaleza y por tanto indistinguible del fundamento de las relaciones
sociales propiamente dichas. No obstante, nos parece totalmente razonable pensar que, mientras
tales relaciones elementales se pueden encontrar en la mayoría de los mamíferos y ciertamente en
todos los grandes simios, las otras, las que hemos definido como sociales propiamente dichas, sólo en
el zoon politikon como define al hombre Aristóteles en De Republica, libro I, cap. 2.
9 - Desde luego, que con el surgimiento y extensión de las relaciones sociales, no obstante ser estas
de naturaleza interesada, el contacto y la comunicación frecuente entre los individuos para la cooperación, darán pie, entre algunos de ellos, al surgimiento de relaciones determinadas por sentimientos de
solidariedad y afecto similares a los que fundamentan las relaciones primigenias. Pero la tónica general que guía a las relaciones públicas será, entonces, fundamentalmente distinta a la que guía las privadas. Al lector no se le escapará que, de manera general, uno de los principios fundamentales de las
principales religiones es precisamente el establecimiento de relaciones tipo primigenias (como las
hemos definido), entre sus prosélitos, y las más universalistas, entre todo el género humano, como
hacíamos ver en nota 7.
10 - La contradicción que propone el psicoanálisis entre super-ego y cultura es la expresión, desde una
perspectiva individualista, de esta oposición entre tipos de relaciones distintas (entre individuos), que
procuran resolver problemas y necesidades de naturaleza distinta; las primordiales, asociadas por el
psicoanálisis con la formación del super-ego y la personalidad básica del individuo y las sociales, asociadas con la represión y la frustración (véase Benedek, Theresa, “Estructura emocional de la familia”,
en Fromm, E., Horkhiemer, M., Parsons, T., et al, La familia, Edt. Península, Barcelona 1977, pp.149176). La cultura, sin embargo, viéndola como el resultado de la sociedad de individuos propuestos a
alcanzar objetivos comunes, es la proveedora del conjunto de bienes colectivos para el bienestar de
los individuos, por tanto, más que una contradicción propiamente dicha, lo que existe es una oposición
en la busca del objetivo general del bienestar individual. La inconsistencia reside en la misma natura-
7
De esa especie de oposición entre los dos tipos de relaciones implicadas en la organización humana se puede entender la relación antiperistática entre las instituciones que regulan
y conforman los dos ámbitos: Por una parte, las unidades menores requieren de la asociación con otras como medio de apropiación creciente de los recursos del entorno, pero la
apropiación de tales recursos implica la integración de los miembros de esas unidades menores con otros miembros por medio de relaciones independientes y distintas de las que las rigen, mientras que, por otra, la marcha de la asociación requiere del adecuado funcionamiento
de las unidades menores (en tanto que proveedoras de los individuos capaces de insertarse
en los procesos sociales de apropiación de la naturaleza), pero esa asociación se rige por
relaciones distintas a las de las unidades menores. El resultado de este vínculo antiperistático es un ente social integrado en forma compleja y hasta cierto punto encontrada que requiere, para llenar las expectativas de los individuos interesados, de la racionalización de las relaciones implícitas a los dos ámbitos. Y de aquí surge, como se podrá entender, la necesidad
de establecer regulaciones para las relaciones primigenias. 11
Pero la implicación y preponderancia que las relaciones sociales van adquiriendo en la
vida del individuo ejercen una influencia creciente en tales relaciones primigenias, de forma
tal que conforme se extienden las relaciones sociales en el acontecer cotidiano, se van alterando en la vida del individuo tales relaciones elementales y se van supeditando a las sociales.12 La confusión entre las relaciones primigenias y las sociales y la incomprensión de la
leza humana, el hombre como Zoon Politikon expresa en última instancia la oposición entre una naturaleza individual por su origen biológico y una naturaleza social por su nuevo destino colectivo.
11 - Sin duda es este vínculo complejo el que Levy-Strauss (1976), en un artículo ya clásico, busca
explicar recurriendo al análisis de los estudios etnográficos. Pero no obstante lograr expresar con precisión los términos de la ecuación, cae en la tentación ideológica de privilegiar la civilización contra el
instinto, lo que lo lleva a expresar la idea sibilina: “En conclusión, la existencia de familia es, al mismo
tiempo, la condición y la negación de la sociedad” (Levy-Strauss, Claude, “La familia”, en Polémica
sobre la universalidad y origen de la familia, Edt. Anagrama, Barcelona 1976, p.49). El problema que
constatamos en el trabajo de este autor es el no haber identificado la naturaleza distinta de las relaciones que constituyen y dominan los dos tipos de actividades en que se ve envuelto el homo sapiens. El
autor formula correctamente el problema cuando dice: “La sociedad pertenece al reino de la cultura,
mientras que la familia es la emanación, al nivel social, de aquellos requisitos naturales sin los cuales
no podría existir la sociedad y, en consecuencia tampoco la humanidad.” (Idem, p.48), pero su postura
ideológica no le permite invertir los términos en el sentido de reconocer que esos requisitos naturales,
esas relaciones primigenias son una parte constitutiva del ser humano y por tanto de la civilización,
que no puede ser sacrificada por la integración social para el dominio de la contingencia. Así, para
Levy-Strauss, la familia es una institución social pero no las necesidades del apareamiento, de la reproducción, del acompañamiento y del cuido… Confundir estos términos conduce a ver familias en
donde no las hay; como entre muchas especies de mamíferos, o, viceversa, a ver en la familia o la
expresión del instinto, o la mano del Creador.
12 - De las consideraciones anteriores, se puede identificar una oposición entre ambos tipos de relaciones, que aparecerá cada vez que la una o la otra demande mayor tiempo y esfuerzo del individuo de
8
dinámica implícita a ellas, son las que han producido el quid pro quo que ha impedido un análisis sistemático y consistente del fenómeno del parentesco y la familia.
El parentesco es pues un arreglo meta-social para formalizar las relaciones primordiales y
atender las necesidades (ahora transformadas y enmarcadas por la asociación) de reproducción y supervivencia elementales.13 Y la familia, pues, puede definirse como el conjunto de
individuos que lleva a cabo esas relaciones de parentesco, y, por tanto, como institución, no
solo define quiénes sino qué tipo de necesidades deben estos individuos atender. En ella se
tramitan, así, dos tipos de situaciones: las originadas en las relaciones elementales y primitivas por las que se administran los acoplamientos y maridajes, las paternidades y cuidos de la
prole, la transmisión de los “conocimientos patrimoniales” para la supervivencia y el acompañamiento, entre otros, y por otra parte, las situaciones originadas por la definición social del
parentesco: cuáles papeles y funciones debe desempeñar y por quiénes precisamente. La
familia es pues, desde esta perspectiva, un engendro de relaciones de naturaleza distinta: las
originadas en las necesidades primordiales básicas y las originadas en las necesidades de la
organización social para regular tales inclinaciones y el “buen funcionamiento” ─para los fines
de la asociación─ de esas unidades.14 En ese sentido, más que una sociedad en miniatura,
se antoja concebirla como un meta-individuo (o individuo expandido).
Más aún, las relaciones e instituciones sociales en la actividad cotidiana real, en los distintos momentos de la actividad productiva (material, cultural, institucional) y conforme los
retos y objetivos propuestos, implican relaciones sociales extendidas; requieren de los individuos un desempeño cada vez más colectivo, socializado, externo y desligado de las relaciones primigenias. Esta contradicción es pues la que modela las relaciones de parentesco, la
que las constituye con formas particulares e históricas correspondientes a las necesidades
los que demandaba el equilibrio previo, porque los usos y costumbres asociados a una de ellas se debilitarán (p.ej., el amamantamiento), mientras que serán insuficientes o se verán superados aquellos
donde la otra se concentre (p.ej., trabajo externo a la familia), generándose así condiciones disfuncionales entre ellas e inestabilidad de la organización total.
13 - Meta-social porque es un segundo nivel de organización en tanto que implica reglas para preservar
la asociación independientemente de los objetivos y metas propuestos con ella. Así como el primer
nivel de organización implica el interés por ciertas metas y objetivos, el segundo nivel implica el interés
por la asociación independientemente de sus objetivos y metas: la asociación por la asociación.
14 - Es importante destacar aquí la perspectiva de Hocart, según la cual tales sistemas, en última instancia, obedecen a una necesidad de orden público, tanto en los sistemas de “primos cruzados” (Ob.
Cit. p.249) como en los “europeos” (Idem, p.250), son las necesidades de reproducción social las que
determinan las relaciones de parentesco.
9
del cuido primordial y a las necesidades de la organización social; dentro de las condiciones
de conocimiento y dominio técnico de cada momento.15
Así, conforme la acción individual se va haciendo más dependiente de la asociación, y
por tanto, menos del grupo primigenio; más tiende a vincularse en su actividad diaria el individuo con grupos e individuos externos por medio de relaciones interesadas, y menos con los
parientes en relaciones primordiales básicas. La “historia de la familia”, esto es, tanto como
proceso de acumulación de condiciones que condujo hasta la familia nuclear que hoy domina
el panorama de la mayoría de las sociedades, cuanto como constatación hecha por los etnólogos de las distintas formas de familia que han dominado las variadas organizaciones sociales reportadas por sus estudios, esa historia de la familia ha sido determinada por esta oposición.
Y aún más, conforme se consolida esa vida colectiva y asociada, es de sentido común
pensar que la supervivencia comienza a depender más de la capacidad de los individuos a
integrarse en la sociedad (para recibir su amparo) que en aprender a sortear individualmente
la contingencia. Ese aprendizaje, esa adaptación, esa integración social, comenzarán entonces a formar parte de conocimientos patrimoniales transmitidos y del proceso de adiestramiento para el comportamiento social, procesos que requieren “familiares” o parientes responsables. Debe advertirse que los miembros del grupo más amplio querrán hacer perdurar
la asociación, también formalizando o haciendo regular y normal el comportamiento que ha
permitido la cohesión social (o introduciendo nuevas prácticas que suponen la mejoren). Así,
por el lado de los grupos que podríamos denominar primordiales como por el del grupo más
amplio que hemos denominado asociación, se generan las condiciones para el surgimiento
de las relaciones de parentesco y de la familia.
15 - Pueden verse los trabajos de Malinowsky, Bronislaw, (Estudios de Psicología primitiva, el complejo
de Edipo, Edt. Paidos Ibérica, Barcelona, 1982), el ya citado de Levy-Strauss y el de Kathleen Gough
(“Los Nayar y la definición del matrimonio”, en Polémica sobre el origen y la universalidad de la familia,
Edt. Anagrama, Barcelona, 1976) en los que se describen con cuidado los distintos arreglos en las
relaciones de parentesco descubiertos entre los pueblos marginados y aislados de la “civilización”.
Otra fuente interesante de comprobación de estas ideas se encuentra en los estudios realizados en los
Estados Unidos de América alrededor del fenómeno de las comunidades hippies durante los años 60 y
parte de los 70 del siglo pasado. El análisis de los procesos de construcción, con proyecto de supervivencia fundamentalmente anarquista, de estas comunidades hippies (véase Benjamin Zablocki “A model for Utopia?”, en Shultz, D. y Wilson, R., Edit. Readings on the Changing Family, Prentice-Hall, New
Jersey, 1973, pp.248-253, passim), sus dificultades relacionadas con el aprendizaje de los medios de
producción y finalmente de su disolución por la dificultad de articular la libertad individual con las obligaciones de la vida en comunidad (Idem, pp.256-262, passim), ofrecen una extraordinaria visión que,
como el mismo autor lo reconoce, pueden ilustrar ―con todas las salvedades metódicas del caso,
agregamos nosotros― el proceso primitivo de formación social.
10
Y por tanto, es razonable pensar que las relaciones primigenias por su parte, afectasen
los procesos de asociación: ciertas desigualdades entre grupos primordiales seguramente
dieran origen a celos y enfrentamientos entre ellos poniendo en dificultad la perpetuación de
la asociación. El esfuerzo por evitar este tipo de pugnas originadas en las predilecciones entre hembras y machos, por ejemplo, probablemente diera origen a la institución del matrimonio; una manera de formalizar (sacralizando) las relaciones de protección, reconocimiento,
cuido, etc., entre individuos determinados. Las condiciones generales dentro de las que el
grupo mayor se desenvolviera, tales como feracidad del terreno, clima, presencia de enemigos o incluso de otros grupos mayores de humanos, etc., determinaran así la forma que
asumiera ese matrimonio.16 Asimismo, mientras las relaciones sociales no implicaran, en
cuanto a tiempo y atención, compromisos mayores para los miembros de la asociación, es
natural pensar que la actividad de alimentación por ejemplo, u otras de tal naturaleza, se llevaran a cabo en forma individual (desde luego, para las crías, con la ayuda de la madre) y
que esporádicamente se presentaran comportamientos solidarios y empáticos entre los
miembros de los grupos primordiales en estas actividades. Pero conforme las tareas colectivas se extendieran y comprometieran más las actividades individuales privadas y la especialización obligase al recurso de la ayuda de otros para esos menesteres, las relaciones primigenias, en tales condiciones, pudieran haber servido de base para la constitución de esta
ayuda solidaria entre los miembros del grupo primordial. Y con estos actos, como se podrá
comprender, este grupo primordial comenzó a contribuir en la consolidación de una asociación más duradera y eficaz y a desempeñar funciones propiamente dichas de familia.
Vemos entonces, cómo las relaciones primigenias se “familiarizan” por medio de la acción ejercida por la asociación; no obstante continuar llenando necesidades individuales elementales asociadas con el acompañamiento, el cuido, el apareamiento, el cariño, la empatía
y el auto-reconocimiento etc. Mientras que, por su parte, la asociación, requiere de las relaciones primordiales para la reproducción adecuada de sus individuos y de buena parte de sus
costumbres y medios de organización.
16 - Desde luego que una vez establecida la relación entre apareamiento y reproducción el incesto ge-
neró nuevas condiciones sobre las que regular el matrimonio. El lector interesado en la discusión clásica sobre los orígenes de esta institución, puede consultar los dos textos de Cathleen Gough antes
citados.
11
2. La familia nuclear como relación de parentesco en la acumulación de capital.
De la discusión sobre el origen de la familia llevada a cabo en el apartado anterior, surge la cuestión sobre la relación existente entre familia nuclear y las características de la organización social que la acoge. Cuestión que puede expresarse también, en los términos generales correspondientes al momento histórico, como el resultado de la oposición entre las necesidades del cuido primordial y las necesidades de la sociedad de asegurar el logro de tales
objetivos en el marco de una división social del trabajo altamente extendida y determinada
por las reglas del mercado y la acumulación de capital.
El desarrollo conceptual de esta relación se origina en el siglo XVIII cuando se plantea
la discusión sistemática sobre el origen y función de la familia en el marco ya de sociedades
orientadas por la relación capitalista. Desde la perspectiva burguesa, las sociedades occidentales se presentan como culminación de la civilización, la familia nuclear (asociada al matrimonio monogámico) aparecía consecuentemente como la forma más desarrollada y acabada. Con la crítica a la sociedad burguesa iniciada a finales del siglo XIX, comienzan a ponerse en perspectiva histórica las características fundamentales de esta forma de organización
social y a denunciarse sus limitaciones, sus contradicciones y sus ausencias con respecto al
ideal que la había inspirado y los ideales que pretendía alcanzar. La familia nuclear aparece
así, históricamente determinada, esto es como producto histórico de ciertas relaciones sociales antagónicas, relaciones sociales inmersas en un todo social dinámico; carga, así, las contradicciones implícitas en la sociedad. Por eso Marx la ve conteniendo
“[…] en germen, no solo la esclavitud (servitus), sino también la servidumbre, y desde el comienzo mismo guarda relación con las cargas en la agricultura. Encierra in miniature, todos los
antagonismos que se desarrollan más adelante en la sociedad y en su Estado.”17
La síntesis de la confrontación entre la visión burguesa y su crítica, sin embargo, no se produce en el siglo XX, pero sí surgen dos perspectivas de la sociedad que contienen, a nuestro
entender, elementos de esa síntesis.18 Nos referimos a perspectivas micro-interaccionistas
que privilegian las relaciones interpersonales sobre las estructurales para explicar el comportamiento social, y perspectivas originadas en los estudios semióticos, que privilegian las relaciones de comunicación antes que las productivas como fundamento de la organización so17 - Cf. Engels Frederich, “El origen de la familia, la propiedad privada y el estado”, en Marx y Engels,
Obras Escogidas, Edt. Progreso, Moscú.1970, p. 247.
18 - En el marco de esta visión general, el siglo XX aparece entonces como el momento histórico en el
que se enfrentan ambas perspectivas, pero en el que no logran resolverse. Las condiciones generales
de las sociedades no están lo suficientemente maduras como para parir una solución que implique la
12
cial. Así, ganados estos elementos, el concepto de familia adquiere una dimensión nueva.
Ya no es la fórmula natural o el designio divino, pero tampoco es solo el resultado de las
fuerzas estructurales y los intereses de la producción social, de la reproducción de la fuerza
de trabajo como lo había señalado la crítica estructuralista, sino que en ella se llevan a cabo
relaciones personales que tienen que ver con la comunicación, con las necesidades psicosociales del individuo: como el reconocimiento, la identificación personal, la formación e integración social, que son fundamentales tener en cuenta en la explicación del comportamiento
social y del papel de la familia en el ordenamiento social.
A partir de esta propuesta de relacionamiento entre familia y capital, una primera conclusión que inevitablemente surge es la que hacíamos para poner de relieve la naturaleza “histórica” de la familia nuclear, llamando la atención en que esta responde a las condiciones sociales, económicas y políticas de la sociedad burguesa:
“No cabe duda que la familia como hoy la conocemos no ha existido siempre, esa forma familiar ‘nuclear’ típica de nuestra sociedad ya había sido señalada en su carácter histórico por
Marx y Engels, […]. Su origen habría que irlo a buscar en las condiciones sociales y económicas que van consolidando, lentamente, la relación social (o el conjunto de relaciones) que permite el reconocimiento y legitimación social del valor de cambio en los productos, y su acumulación individual.” 19
señalábamos que estas condiciones que permiten asociarle un valor de cambio a cada producto para su intercambio, se conforman en un proceso histórico que podríamos denominar
“acumulativo” que signa una buena parte de la historia de la civilización y adquiere distintas
formas según las condiciones históricas de las sociedades.20 En uno de sus trabajos fundamentales, Norbert Elias asocia este proceso con un proceso de “control emotivo”21 que no
corresponde analizar aquí, pero que su referencia es obligada por la estrecha relación que
esta idea tiene con la discusión sobre las relaciones primigenias y el origen de la familia que
abolición del capital y desde luego del mercado como medios de creación de riqueza y bienestar general; no obstante la presencia de fallas flagrantes en estos medios para el logro de tales objetivos.
19 - Reuben, Sergio, Ob. Cit., p.16.
20 - Por procesos históricos acumulativos entendemos aquellos cambios en el sistema de relaciones
sociales cuyos efectos implican a las condiciones del mismo sistema, por lo que favorecen la generación de nuevos cambios. Véase la formalización de este concepto hecha por Raymond Boudon (La
lógica de lo social, introducción al análisis sociológico, Ediciones Rialp S. A., Madrid, 1981, particularmente caps. V y VI) que, no obstante estar marcada por una perspectiva ideológica individualista que
oculta lamentablemente la realidad estructural de la acción social, logra con ella limpiar de imprecisiones al concepto.
21 - Elias, Norbert, El proceso de la civilización, investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas, Fondo
de Cultura Económica, México, 1994, véase particularmente Introducción.
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hemos propuesto. Pero lo que sí parece oportuno aclarar aquí es que ese proceso es un
proceso lento que culmina, de acuerdo con nuestro fundamento teórico, con el surgimiento y
posterior consolidación del capital. Por eso es que vemos también el origen y posterior consolidación de la familia burguesa, la forma “nuclear” de familia, como resultado de la transformación de costumbres, usos y comportamientos, generada por las nuevas condiciones
sociales y económicas que le abren paso a dicho principio; y por tanto tan lento como este.
La familia asume entonces formas distintas en el cumplimiento de esas funciones según
las condiciones sociales, económicas y políticas existentes. La familia nuclear (padre, madre
e hijos solteros) a la que hoy asociamos con el concepto de familia, se habría configurado
entonces, alrededor de la propiedad privada individual (esto es no estamentaria o familiar de
la organización señorial), que hiciera posible a “cualquier individuo” forjar fortuna suficiente
como para “asentar familia”, esto es, constituir un grupo que pudiera desempeñar las funciones que venían desempeñando otros grupos más complejos o extensos en el llenado de las
necesidades de la reproducción social y del cuido primordial; y esa “familia individual” se presenta como familia nuclear. El que esta forma responda a determinadas condiciones sociales
e históricas no impide que las relaciones a su interior sean de naturaleza distinta, según la
oposición propuesta en el apartado anterior, a las que dominan la sociedad. 22
Ahora bien, esta familia, siguiendo nuestra propuesta teórica, podría pensarse que es la
forma más cercana, de las hasta ahora experimentadas, a las relaciones originarias que conformaron al grupo primordial. Esto se habría podido alcanzar gracias al alto grado de productividad individual que se logra con el capitalismo, como se explicó arriba, y al mismo tiempo,
debido a la individualización que las relaciones capitalistas imponen sobre el individuo.23 Pe22 - Sobre este “contrapunto”, para no plantearlo en términos de “contradicción”, entre la racionalidad
de las relaciones de “competencia” y la surgida del cariño y la “atracción emocional”, es importante
recordar a T. Parsons: “Si el tipo de sistema familiar que resulta compatible con nuestro tipo particular
de sistema ocupacional está sujeto a exigencias funcionales claramente definidas, también puede decirse, a la inversa, que dentro de la amplia pauta estructural del sistema de parentesco existen una
serie de exigencias funcionales para la conservación de la solidaridad de su unidad esencial: la familia
conyugal.”, y continúa más adelante: “Constituye [la familia conyugal] una relación sin ningún apoyo
estructural y sin más base, prácticamente, que la atracción emocional: por ello se la ha de proteger
contra las tensiones que provoca la competencia por el prestigio entre sus miembros.”, Ob. Cit., p. 54.
Más recientemente en un trabajo interesante, Eva Illouz analiza un conjunto de hechos presentes en
las familias norteamericanas que asocia con un proceso de dominio capitalista (apropiación y acumulación privada individual de bienes) de las relaciones familiares, que, como luego señalaremos, habían
quedado impolutas de la racionalidad de la acumulación de capital (Illouz, Eva, Consuming the Romantic Utopia: Love and the Cultural Contradictions of Capitalism, Berkeley: University of California Press,
1997, (Introduction y Cap. I). Puede consultarse en: http://www.familydiscussions.com/books/illouz.htm.
23 - Sobre esta relación puede verse como Norbert Elias (Ob Cit., pp.10 y 11) plantea el proceso de la
civilización en la dirección “… de un grado superior de diferenciación e integración [social]“ que puede
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ro las particularidades que plantea esta asimilación como puede deducirse sencillamente, es
que ahora, por una parte, la institución se va a ver afectada por las relaciones primigenias en
forma directa: las variaciones en tales relaciones asociadas a predilecciones, gustos, relaciones sentimentales entre los miembros del grupo primordial tienen un efecto inmediato y directo sobre la familia y su funcionamiento, cosas que, en otras formas organizadas, por el tamaño y la complejidad de sus estructuras, se veían mediadas. Así, nunca como ahora, las relaciones entre hembra y macho, entre esposa y esposo, entre madre e hijos, entre padre e
hijos y viceversa, van a afectar de manera tan directa y determinante la formación, socialización, culturización y demás acciones desempeñadas por las relaciones de parentesco entre
los individuos. Y por otra parte, de acuerdo a la relación antiperistáticas definida; nunca como ahora, tampoco, la cultura, las relaciones de producción, la organización social en general, van a ejercer una influencia tan activa y efectiva en las relaciones primigenias y en el cuido primordial.
El fetiche de la mercancía y de la explotación que Marx descubre y devela a la base de
las relaciones sociales burguesas son responsables de la visión individualista generada en el
individuo y su incapacidad de concebirse como sujeto de las relaciones sociales en estas sociedades. El primero porque la independencia de la determinación señorial (de la servidumbre), que el productor individual logra por medio del intercambio de sus producto-mercancías
con los otros productores en el mercado, le hace ver su actividad individual como si fuera suficiente para producir por sí solo todo lo que la sociedad le demanda poseer para su debida
integración a ella: Porque su producto vale cuanto valen los productos necesarios (y en las
cantidades requeridas) para asegurar ese abastecimiento, el individuo se ve, a sí mismo, como independiente del resto de los miembros de la sociedad.24 Queda así, borrando todo vínculo de cooperación de una realidad que, por el contrario, el intercambio y el mercado han
convertido en un complejísimo sistema de relaciones económicas, de relaciones productivas,
de relaciones técnicas que hacen posible, precisamente, los altos niveles de productividad
individual que permiten, paradójicamente, tal visión individualista.
asociarse con la individualización. Más adelante completamos esta idea asociando tal individualización con la naturaleza de las relaciones sociales bajo el capital.
24 - “A estos [los productores], por ende, las relaciones sociales entre los trabajos privados se les ponen de manifiesto como lo que son, vale decir, no como relaciones directamente sociales trabadas
entre las personas mismas, en su trabajos, sino por el contrario como relaciones propia de cosas entre
las personas y relaciones sociales entre las cosas” Marx, K., El capital, Tomo I, quinta edición en español, Edt. Siglo XXI, México, 1977, p.89, las cursivas en el original.
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Y la segunda porque esas mismas relaciones le impiden percibir y controlar el monto
real del valor de su trabajo que aporta para la acumulación de capital social y le imposibilitan
administrar el uso de ese excedente, cediéndoselo prácticamente íntegro a la iniciativa de los
dueños de los medios de producción.
Estas condiciones van a ejercer una influencia notable sobre el grupo familiar que se va
a encontrar ya no sólo a merced de las relaciones primigenias, como se señaló arriba, sino,
además, inconscientemente a merced de las determinaciones que “el mercado y el capital”
establezcan en relación con la distribución del producto social y los tiempos de sus miembros
destinados a la actividad colectiva (y por diferencia, a la familiar).
3. La transformación contemporánea de la acumulación de capital y los efectos en la
familia.
En la perspectiva de esta realidad dual de la familia, las transformaciones en las relaciones sociales, económicas y políticas contemporáneas la afectan de una manera compleja.
No en forma de una determinación directa, sino en forma de oposiciones entre su comportamiento concreto y el comportamiento esperado. Oposiciones que en momentos límites se
expresan como crisis, esto es, como la cúspide de una continuidad y su ruptura. La situación
actual de la familia, en la que destacan entre otros elementos su dificultad para llenar algunas
de sus funciones fundamentales, las nuevas formas de organización interna, la transformación de los roles de sus miembros, la reducción y simplificación de su estructura y la heterogeneización de sus formas, son la expresión de esa ruptura.
Tratemos de construir por medio de los instrumentos que el análisis social contemporáneo nos ofrece, los procesos por medio de los cuales se lleva a cavo la determinación de las
relaciones sociales señaladas sobre las formas y relaciones familiares.
Para esto partimos de la constatación de que las aspiraciones de bienestar material asociadas a la acumulación de capital (y la producción de mercancías) en las nuevas condiciones globales ─con todo lo que esta forma particular de producción implica en términos de
explotación de recursos naturales y humanos y de distribución desigual del ingreso social─
han comenzado a hacer socialmente significativos sus efectos sobre las relaciones familiares;
antes eran efectos meramente episódicos o propios de algunos sectores sociales pequeños.
Más aún, muchas de estas que hemos denominado “aspiraciones”, por medio de típicos procesos sociales, se han convertido en “necesidades” que requiere la propia integración ciuda-
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dana: Para poder ser considerado ciudadano y poder actuar como tal se requiere de un conjunto mínimo de bienes cuya posesión se hace así socialmente necesaria.25
Las implicaciones laborales que estas aspiraciones imponen, las relaciones entre el trabajador y los medios de producción, y entre éste y el producto, tienen consecuencias importantes en las funciones y en las características familiares. La necesidad de acumulación de
riqueza asociada a estas aspiraciones requieren de un ingreso creciente que sólo el aumento
de productividad y el traslado creciente de excedente al salario pueden satisfacer sin que
arrastre la necesidad de incorporar otros miembros de la unidad familiar al trabajo remunerado o al sometimiento de jornadas e intensidades de trabajo extenuantes normalmente fuera
del hogar (del ámbito familiar). Sabemos que el primer proceso de redistribución requiere de
un conjunto de condiciones económicas y políticas que no siempre están presentes en una
sociedad o región, y ciertamente, si atendemos las manifestaciones de algunos estudiosos
del ciclo económico, éstas han comenzado rápidamente a menguar para el capitalismo mundial desde finales de los años 80.26 Y desde luego, el aumento del salario, sobre el traslado
de una parte del excedente a éste, no es tampoco una situación normal en el capitalismo. De
esta manera, nuestra presunción es que la forma en que se han venido atendiendo tales aspiraciones y necesidades es por medio de la incorporación de otros miembro de la familia al
trabajo remunerado, de la ampliación de las jornadas laborales y de la intensificación del trabajo.27 Todas situaciones que, como el lector podrá adivinar, se confabulan con el buen desempeño de la familia nuclear como institución familiar.
Por otra parte, la vía de la acumulación de capital en escala mundial ha seguido un sendero de reducción del aparato institucional desarrollado por las sociedades nacionales para
fortalecer las condiciones de la cohesión social, sendero que ha reducido substancialmente la
provisión de asignaciones y servicios sociales asumidos por el Estado Nacional para que, en
los países con bajos niveles de acumulación de capital, las familias pudieran desembarazarse
de algunas funciones tradicionales que impedían o limitaban su incorporación a la moderni25 - Recomendamos al lector interesado en esta idea leer el artículo de Maxine Molyneoux, “Ciudadanía
y política socia en perspectiva comparada”, en Reuben, S. Edt., Política Social: Vínculo entre Estado y
Sociedad, Edt. Universidad de Costa Rica, FLACSO, UNICEF, San José, 2000.
26 - ¿Y qué no podríamos decir para nuestra región latinoamericana que aún no ha logrado alcanzar
tasas de crecimiento de la riqueza per capita en los últimos 10 o 15 años?
27 - El lector no podrá inadvertir que, de alguna manera, en este tira y encoge entre el capital y el trabajo, aún los individuos y grupos familiares menos favorecidos por la economía (y por tanto cuyas aspiraciones son reducidas), ya porque sus salarios son los menores o porque no tienen siquiera ingresos
estables, se verán obligados, por la imposición de necesidades para la participación en sociedad, a
redoblar sus esfuerzos por completar el ingreso mínimo que los haga “ciudadanos”.
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dad, o bien, en países con niveles altos de acumulación, para atender los efectos que el “asalariamiento” de la fuerza de trabajo y las necesidades sociales del consumo habían venido
ejerciendo sobre las funciones familiares de la familia nuclear.28
Esta es la contradicción que se está presentando; por una parte la necesidad de “asalariar-informalizar” a la gran mayoría de la población con las consecuencias que este proceso
trae para las familias, precisamente obstaculizando el desempeño de su papel de formarsocializar al individuo, y a la par, paradójicamente, la pauperización de sus miembros por
medio de la reducción de los salarios e ingresos informalizados.29 Y por otro lado, además,
ha significado la eliminación de las condiciones creadas por el Estado para cubrir las funciones que la familia nuclear, inhabilitada por la proletarización de sus miembros, ya no podía
cumplir pero que ─desde el Estado de Bienestar y Desarrollista─ se concebían necesarias
para la formación ciudadana y, de ahí, para la cohesión social.30
Otro elemento que ha surgido como producto de la integración capitalista mundial es el
despliegue del movimiento de liberación femenina y que tiene también implicaciones importantes en las características familiares, pero que no vamos a desarrollar aquí por lo discutido
del asunto y por sus efectos obvios en la familia nuclear y en las funciones del parentesco.
Por eso es que los rompimientos que hoy observamos de las continuidades sociales a
las que estábamos acostumbrados tienen repercusiones múltiples, en variadas esferas del
acontecer social, porque comprometen instituciones fundamentales del ordenamiento: instituciones que venían desempeñando calladamente (privadamente o, como se llegó a decir, “naturalmente”) funciones básicas de la reproducción del orden social. Es así como el debilitamiento de las acciones socializadoras del estado, tales como la educación pública, las instituciones de promoción cultural, deportiva, patriótica, los centros de atención a la niñez y a los
28 - Pueden verse Muñoz de Bustillo, Rafael, “La ‘crisis’ del Estado de Bienestar: elementos comunes”,
Molyneux, Maxine, Ob. Cit, y Reuben S., “Política Social, bienestar y ejercicio del poder”, en Reuben,
S. Edt., Política Social: Vínculo entre Estado y Sociedad, Edt. Universidad de Costa Rica, FLACSO,
UNICEF, San José, 2000.
29 -Desde luego siempre cabría la posibilidad de “capitalizar” en vez de “asalariar” a la población, que
ha sido el sueño y meta-discurso de la socialdemocracia internacional, si no fuera porque ese proyecto
es esencialmente contradictorio con la naturaleza excluyente de la acumulación de capital, como ha
quedado demostrado en estos días de revelaciones con la tragedia en que devino el proceso de informalización del trabajo —y el “cuenta-propismo”— en América Latina (que de acuerdo con los Hernando de Soto ─Cf. The other Path, Harper & Row, New York, 1989─ de los años 80 se presentaba como
un mecanismo de desproletarización de las relaciones laborales y de nuevo desarrollo social).
30 - Véase Ayala, Roberto y Reuben, Sergio, “Estado, Globalización y Política Social en América Latina”, en Fernández, Oscar Edt. Política Social y Descentralización en Costa Rica, UNICEF, San José,
1998, pp127-171.
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ancianos, etc., y más aún el deterioro de los servicios suministrado por las instituciones públicas en general, el empobrecimiento de los regímenes de pensiones y de salud, tienen un
efecto deletéreo sobre la conciencia y la participación ciudadanas al coincidir con la intensificación del rompimiento de la familia nuclear y su debilitamiento para cumplir los roles asignados.
4. Algunas conclusiones.
El papel que había venido desempeñando la familia nuclear en el marco incluso de la
acumulación a escala nacional, era, no obstante su contradicción con el sino del capital, el de
constituir ciertas condiciones de la reproducción de la fuerza de trabajo fuera de la lógica de
la acumulación de capital; en el corro de las relaciones del trabajo no remunerado, de las relaciones fundadas en valores y principios simpáticos y solidarios. La razón por la que “la acumulación de capital en escala nacional”, aún en los países en que logró los niveles más altos,
no “alcanzó” la esfera de la reproducción de la fuerza de trabajo en su espacio familiar propiamente dicho,31 no la vamos a discutir aquí, baste pensar que ese fenómeno estaría concebido por el método en la dimensión más general del “ejército industrial de reserva” y su relación con la dinámica de la acumulación.32 Pero la extensión internacional de la acumulación,
31 - Reproducción de la fuerza de trabajo como proceso de socialización general, de aprendizaje de
habilidades y destrezas físicas, intelectuales y psicológicas requeridas para la integración plena del
individuo en la sociedad.
32 - Implícita está en esta aseveración la hipótesis de que el grado de acumulación de capital logrado
por el “capitalismo nacional” (o sea, en el marco de una nación) no fue lo suficiente como para “alcanzar” a toda su población, porque las limitaciones impuestas por las relaciones de explotación en ese
marco nacional impidieron su extensión hasta eliminar el Ejercito Industrial de Reserva, del que la mayoría de los miembros de la familia nuclear, proponemos nosotros, forman parte, y que no es sino
cuando esa acumulación se extiende urbi et orbi que tal relación puede alcanzar a todos los miembros
de la familia e influir en sus relaciones. El concepto de Ejército Industrial de Reserva lo utiliza Marx
para comprender las poblaciones cuya dinámica laboral ─si no social─ no se ve afectada por la dinámica de la acumulación de capital; particularmente las poblaciones campesinas del siglo XIX en la mayoría de los países europeos (véase particularmente Marx, Karl, El capital, Ob. Cit., Vol. I, T.III, cap.
XXIII), sin embargo, cuando analiza los informes de “The Children’s Employment Commission” en Inglaterra, hace una referencia que conviene transcribir por la pertinencia con el tema de este trabajo:
“Por el contrario, toda regulación de la llamada industria domiciliaria, se presenta de inmediato como
usurpación de la patria potestas ─esto es, interpretándola modernamente, de la autoridad paterna─, un
paso ante el cual el remilgado, tierno parlamento inglés fingió titubear durante largo tiempo. No obstante, la fuerza de los hechos forzó por último a reconocer que la gran industria había disuelto, junto al
fundamento económico de la familia tradicional y al trabajo familiar correspondiente a esa, incluso los
antiguos vínculos familiares. Era necesario proclamar el derecho a los hijos.”, (Ob. Cit., T. II, p. 595).
Porque como lo transcribe el autor de los mismos expedientes de la Comisión, “[…] ‘de la totalidad de
las declaraciones testimoniales surge que contra quienes es más necesario proteger a los niños de
uno u otro sexo es contra los padres”, (Ibidem). Y continúa más adelante la Comisión: ‘Porque los
padres no deben detentar el poder absoluto de convertir a sus hijos en simples máquinas, con la mira
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y particularmente su integración ya no como capitales nacionales que marginalmente liquidan
sus deficits-excedentes ─sus discordancias para la realización y acumulación domésticas─
en el mercado internacional, sino como capitales que se realizan y acumulan en escala internacional, ha significado un nuevo impulso en la dirección de la dominación del conjunto de
relaciones sociales por la lógica capitalista. Ya no solo en términos de su extensión geográfica en el mapa nacional sino en el mapamundi, y a profundidad hasta la esfera de las relaciones íntimas.
Esta integración capitalista está extendiendo, pues, las relaciones capitalistas de manera
que están ejerciendo creciente influencia en relaciones sociales que se habían mantenido
hasta hace poco “impolutas” ─o rezagadas─, tales como las que rigen o norman la vida familiar.
Otra conclusión de este trabajo es que con el progreso de las transformaciones sociales
originadas en la profundización local e integración mundial de las relaciones capitalistas, más
el conjunto de hechos asociados o correlacionados con estos movimientos, tales como la incorporación de la mujer al trabajo remunerado y su lucha por la igualdad, la integración de las
comunicaciones y la extensión del transporte internacional con la correspondiente divulgación
de “culturas” y mercancías, se han ido consolidando algunas situaciones sociales, políticas y
económicas que se enfrentan abiertamente con la estructura y los papeles que la familia nuclear había venido desempeñando. Situaciones que son vistas por algunos como un fenómeno de “relevado de funciones” para la familia, funciones que habían venido siendo asumidas por distintas instituciones públicas, primero asociadas al Estado de Bienestar, y luego, en
el marco de la reciente privatización y reducción del aparato estatal, instituciones privadas,
ciertamente independientes de las familias.33 Funciones que, sin embargo, observamos nosotros, la familia no puede reasumir en las nuevas condiciones sociales, cuando el achicamiento estatal y la ineficacia privada en este tipo de actividades impiden su debida atención,
de extraer de ellos tanto o cuanto salario semanal… Los niños y adolescentes tienen el derecho de
que la legislación los proteja contra ese abuso de la autoridad paterna que destruye prematuramente
su fuerza física y los degrada en la escala de los seres morales e intelectuales.’ (Idem, p.596). Y concluye Marx, “No es sin embargo, el abuso de la autoridad paterna lo que creó la explotación directa o
indirecta de fuerzas de trabajo inmaduras por el capital, sino que, a la inversa, es el modo capitalista
de explotación el que convirtió a la autoridad paterna en un abuso, al abolir la base económica correspondiente a la misma. Ahora bien, por terrible y repugnante que parezca la disolución del viejo régimen familiar dentro del sistema capitalista, no deja de ser cierto que la gran industria, al asignar a las
mujeres, los adolescentes y los niños de uno u otro sexo, fuera de la esfera doméstica, un papel decisivo en los procesos socialmente organizados de la producción, crea el nuevo fundamento económico
en que descansará una forma superior de la familia y de la relación entre ambos sexos.”, (Idem).
20
pero cuando, al mismo tiempo, las nuevas necesidades sociales requieren de los miembros
de la familia nuclear una dedicación exclusiva al trabajo remunerado fuera del hogar; creándose así un vacío funcional sustantivo en las sociedades contemporáneas.34
Estas conclusiones asocian algunas transformaciones estructurales de la sociedad con
las transformaciones en las relaciones de parentesco en el marco de la familia nuclear, sin
que, con ellas, pretendamos formular una relación de determinación fuerte y unívoca. En el
seno de la familia, como relación primigenia, por su parte, los procesos de desarrollo de la
conciencia ─a lo Elias─ contribuyen también en ese proceso de rompimiento de usos y costumbres que servían a los intereses de relaciones de dominación, posesión y explotación nefastas para la formación de los individuos.
El problema que se presenta finalmente, a esta altura del razonamiento, es que “la modernización” de la sociedad, o sea, la liberación del ser humano de las limitaciones impuestas
por su ignorancia, su debilidad y vulnerabilidad (tanto materiales como psicológicas), se lleva
a cabo hoy día en el marco de las relaciones capitalistas, en el marco de la propiedad privada, en el marco de las relaciones de explotación y dominación propias de la sociedad burguesa y bajo la égida de la acumulación de capital. Y hasta que tal vía de progreso y liberación no se vea cerrada o angostada por estas relaciones, no habrán condiciones históricas
para su reemplazo. La contradicción fundamental del capital formulada por Marx, la que surge entre el carácter privado de la acumulación y el carácter colectivo de la producción y la
demanda, que sería la que precisamente desencadenase las contradicciones internas al capitalismo, se debilita y fortalece en el marco de un progreso técnico que le ofrece a la acumulación privada medios para su conservación. Pero adentro de este proceso de “acumulación de
condiciones históricas”, la tendencia natural hacia la igualdad y la equidad, deberá conducir al
agrupamiento de condiciones favorables a la integración social, a la incorporación consciente
y comprometida de más individuos en los procesos sociales de producción social y administración del poder, entre otros; lo que hace pensar en procedimientos más racionales o eficaces, más democráticos o participativos que los concebidos en el marco de la democracia representativa. El perfeccionamiento, por su parte, de la institucionalidad, el mejoramiento de
los mecanismos e instrumentos puestos a disposición de las instituciones públicas (como ex-
33 - López, María de la Paz, “Familia y Política pública”, en La familia: Investigación y Política pública,
El Colegio de México, México D.F, 1996, p. 27.
34 - Reuben, Sergio, “Política Social, bienestar y ejercicio del poder”, en Reuben Sergio Edt., Política
social: Vínculo entre Estado y Sociedad, Edtl. Universidad de Costa Rica, FLACSO, UNICEF, San José, 2000.
21
presiones del Estado), la acumulación de medios y conocimiento por ellas, va generando
condiciones favorables para que su gestión pueda ser más eficaz y hasta competir con los
resultados obtenidos con el mercado y la distribución del ingreso social llevada a cabo por el
capital. Vemos pues que es totalmente razonable imaginar una gestión pública de los recursos sociales más eficaz ─mejorada tanto por la acumulación de medios a su disposición como por las ganancias en el nivel de conciencia y participación ciudadana─ que la gestión de
tales recursos por las instituciones de una organización social determinada por el azar y la
explotación.
En el marco de estas transformaciones, la familia nuclear se encuentra en una encrucijada que describíamos de la manera siguiente en un trabajo recientemente publicado:
“Así, la familia, como uno de los principales elementos de ese entorno, se ve sometida a fuertes presiones por esas transformaciones, y no se sabe bien si podrá enfrentarlas ejerciendo influencia sobre ellas de suerte tal que se transformen o atenúen para que esta institución pueda
conservar su estructura y sus papeles actuales, o bien, que ella misma se modifique adaptándose a las nuevas condiciones sociales. O, bien, finalmente, está por verse si las nuevas condiciones sobre las que se levanta lo que hoy se conoce como la “sociedad de la información”, la
“sociedad individualizada”, o el creciente dominio en el ámbito social de la lógica de la “acumulación de capital”, terminarán por hacerla desaparecer...; en un paradójico movimiento por el
que, su defensor ante el Comunismo, enemigo “número uno” de la familia en los años de guerra fría, termine apuñalándola por la espalda ahora que se ha desembarazado del incómodo
acompañante.” 35
Los procesos de socialización de los individuos se han fundamentado en las relaciones
de parentesco y estas han asumido formas distintas de acuerdo a las condiciones naturales e
históricas que han encontrado las sociedades. Estas, tal y como hoy las concebimos, requieren de esa socialización para su mejoramiento y reproducción. La familia sin embargo, como
relación de parentesco normalizada, en tanto que constituida sobre la base de lazos y uniones simpáticos y solidarios, se ve amenazada por las relaciones utilitario-instrumentales impuestas por las exigencias de la cooperación social. Pero lo que se presentaría desde esta
perspectiva como una inevitable aniquilación por la preeminencia de las relaciones de cooperación, el análisis cuidadoso de la condición humana nos advierte sobre las características
particulares de los procesos de acoplamiento y acompañamiento, sobre las necesidades
afectivas de la formación de la personalidad, de la socialización, del aprendizaje de prácticas
y costumbres elementales para la comunicación social, de la integración y la cohesión socia35 - Reuben, Sergio, “Política Social y familia”, Loc. Cit. p.15.
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les que no son sencillas de alcanzar fuera de las relaciones familiares. Tal condición requiere
de cuidos, atenciones, relaciones de empatía y de cariño, comportamientos extraños a las
relaciones sociales construidas sobre la base de lazos y uniones originadas en la cooperación instrumental e institucional; no obstante que, bajo ciertas circunstancias, algunos de
esos requisitos puedan haber sido parcialmente alcanzados por medio de tales relaciones.
Esa es la fuerza de la familia y, al mismo tiempo, su debilidad: mientras las relaciones de parentesco (como relaciones primigenias normalizadas) sean más eficaces en el logro de la reproducción del individuo, de su acompañamiento, de su formación como ciudadano y de su
integración social que las relaciones institucionales creadas en esos ámbitos, la familia (cualquiera que llegue a ser su forma) dispondrá de aliento suficiente como para curvar las tendencias hacia su desaparición. Sobre esta fundación teórica deben elaborarse las políticas
públicas que busquen fortalecer el logro de tales objetivos por parte de la sociedad.
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― El capital, Tomo I, quinta edición en español, Edt. Siglo XXI, México, 1977.
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Malinowsky, Bronislaw, Estudios de Psicología primitiva, el complejo de Edipo, Edt. Paidos Ibérica, Barcelona, 1982. Primera edición “The Myth in Primitive Psychology”, “The Father in Primitive Psychology” Edt.
por Kegan P. and Trench T. & Co., Londres y “Mutterrechtliche familie und Oedipus-komplex”, Edt. por Internationaler Phychoanalystisher, Verlag, Viena.
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Molyneux, Maxine, “Ciudadanía y política social en perspectiva comparada”, en Reuben, S. Edt., Política
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Muñoz de Bustillo, Rafael, “La ‘crisis’ del Estado de Bienestar: elementos comunes”, en Reuben, S. Edt.,
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•
− “Política Social, bienestar y ejercicio del poder”, en Reuben Sergio Edt., Política social: Vínculo entre Estado y Sociedad, Edtl. Universidad de Costa Rica, FLACSO, UNICEF, San José, 2000.
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Monde, 2 Mars, Paris, 1999.
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Zablocki, Benjamin, “A model for Utopia?”, en Shultz, D. y Wilson, R., Edit. Readings on the Changing Family, Prentice-Hall, New Jersey, 1973.