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CONTENIDO REVOLUCIONARIO DEL MOVIMIENTO BOLIVARIANO POR LA NUEVA COLOMBIA
Por: Matías Aldecoa. Coordinador Movimiento Bolivariano
Suroccidente de Colombia.
El concepto revolucionario que encarna el MBNC en relación con el objeto de las transformaciones que
impulsa y la naturaleza del nuevo orden social que propone para Colombia, es una construcción que
parte de una reelaboración y reinterpretación de más de 200 años de historia de una tradición
libertadora-independentista, enriquecida con un discurso histórico nuevo, que recoge los aportes más
destacados de las ciencias sociales que han estudiado el desarrollo del capitalismo y el tránsito hacia el
socialismo en el siglo XX y lo que va del XXI. Es claro para el Movimiento Bolivariano que no se trata de
importar modelos, más bien es el rescate de las raíces originarias del proyecto inicial de los pueblos de
Nuestra América, mirándonos por dentro, hasta las propias raíces, y descubrir allí los puntos de partida
de nuestra dignidad para cimentar nuevos caminos, indagando sobre nuestro pasado, pero tomando en
cuenta también los elementos contemporáneos válidos y aplicables a nuestra realidad. El plantearnos un
MB Revolucionario lo hacemos como búsqueda de originalidad americana en la edificación de nuevos
modelos de sociedad en el que cuenta el peso que tiene la relación entre ideología y cultura en los
procesos de construcción de alternativas para las mayorías sociales, como nos señalaba Gramsci(1).
Las generaciones actuales debemos, como expresaba Walter Benjamín, “pasarle a la historia el cepillo a
contrapelo”. Expresaba este autor que “Existe una cita secreta entre las generaciones que fueron y la
nuestra. Y como a cada generación que vivió antes que nosotros, nos ha sido dada una flaca fuerza
mesiánica sobre la que el pasado exige derechos… La clase que lucha, que está sometida, es el sujeto
mismo del conocimiento histórico. En Marx aparece como la última que ha sido esclavizada, como la
clase vengadora que lleva hasta el final la obra de liberación en nombre de generaciones vencidas”(2).
Este enfoque histórico está claramente en contraposición con quienes les han asignado a la clase obrera
el papel de redentora de generaciones futuras, para cortar con ello los nervios de su fuerza mejor: el
odio y la voluntad de sacrificio, condiciones ambas que se alimentan de la imagen de los antecesores
esclavizados y no del ideal de los descendientes liberados (Walter Benjamín).
Adentrándonos en este orden de ideas se nos vuelve preponderante estudiar a fondo los procesos
independentistas y liberadores de nuestros pueblos, como también las luchas por hacer valer sus
derechos y las contribuciones teóricas de pensadores y experiencias de luchadores populares
latinoamericanos en relación a la búsqueda de caminos para la revolución en América Latina, desde
Bolívar hasta los tiempos más recientes; en la perspectiva de acopiar los elementos históricos que
conservan validez para edificar un futuro con justicia social para estas naciones. “Esta circunstancia que
en uno u otro caso implica un movimiento de época, un cambio en las características del momento que
se vive, un “nuevo período”, una transición o un cambio abrupto respecto a una circunstancia histórica
anterior se puede asumir en términos de rompimiento o de renovación… o en términos del cambio
radical que si bien implica desechar lo viejo no involucra ello como absoluto, sino recabando en el
rescate de lo más rico del pasado como experiencia, como tradición valiosa, hacia la que siempre hay
que mirar para afrontar el futuro con optimismo […] En el revolucionario, el tiempo pretérito no debe
desaparecer de su visión creadora, porque es el recinto de la experiencia que hay que acumular para
hacer las nuevas construcciones”(3)
En el caso del Libertador, “cuando se plantea la transformación liberadora, quizás no esboza aún un
orden social sin dominación, no se plantea aún ese orden social en el sentido pleno del socialismo, pero
sí, indudablemente, en cuanto a establecer fuertes cimientos de justicia al enfrentar uno de los más
perversos e inhumanos sistemas de explotación colonialista que se había sostenido durante siglos […] la
abolición de la servidumbre indígena como de la esclavitud fue aspecto principal del proyecto social de
justicia e igualdad promulgado por Bolívar […]la misma convicción que en cuanto a oponerse a las
diferencias de clases reiteraría en 1817 … y que en adelante mantendrá como un inamovible de su
proyecto social, de su ideario…: “¿Nuestras armas no han roto las cadenas de los esclavos? ¿La odiosa
diferencia de clases y colores no ha sido abolida para siempre?”(BOLÍVAR, S.: Proclama al Ejército
Libertador. Angostura, 17 de octubre 1817). […] Lograr ese propósito emancipante era parte esencial
de su utopía, y con ello no se pretendía la culminación de la misma sino su salto hacia un nivel
superior de conquista liberadora con el rompimiento de las cadenas que ataban la conciencia…(4)
Encontramos en la anterior cita de Bolívar no solo una visión de clases de la sociedad - desde antes de
que MARX naciera-, sino la perentoria decisión de abolir para siempre esa “odiosa diferencia de clases
y colores”. Encierra, entonces, el indudable propósito de terminar con las desigualdades sociales, una
indiscutible idea de socialismo: la de abolición de las clases, planteamiento que en su tiempo existía
como “socialismo utópico”, fuente ideológica nutriente de la conciencia de Simón Rodríguez, el maestro
del Libertador, y que, sin duda, contribuyó a formar la conciencia social humanista de Bolívar, para
quien no habría más que una clase de hombres: “Todos serán ciudadanos”. Este socialismo llamado
utópico “ha sido y seguirá siendo fuente insustituible del marxismo; el socialismo utópico es,
entonces, fuente fundamental también, de las convicciones que nutren al bolivarismo de hoy, en el
que como en el marxismo utopizar no puede tener un sentido fuera de la acción y la consecuencia
con lo que se piensa”(5). Como derivación, y ateniéndonos a la sentencia del Che Guevara sobre el ser
revolucionario al que concebía en términos de “un hombre que actúa como piensa”, fue Bolívar un
revolucionario.
En su praxis el Libertador fue fiel a los intereses de los más desfavorecidos, la revolución social que
lideró lo enfrentó a las clases poseedoras de terratenientes, comerciantes y nuevos propietarios, en una
lucha cuya legitimidad continúa vigente en nuestros tiempos y cuyo contenido revolucionario y
humanista lo expresó en su idea de gobierno: "El sistema de gobierno más perfecto es aquel que
produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad
política”. Si interpretamos la ideología del Movimiento Bolivariano como la que sustenta a un gobierno
que tiene como fin la felicidad del pueblo –como lo expresaba el Libertador-, los postulados adquieren
un sentido de renovación del régimen despótico y antidemocrático que ha imperado desde su muerte en
Colombia. El hacer efectivos en la práctica social y política los principios bolivarianos de Igualdad,
Libertad, Justicia y Democracia conlleva, de hecho, a la redistribución de la riqueza nacional,
circunstancia esta que envuelve un rompimiento con el esquema económico generador de exclusión y
enfrenta al pueblo con quienes defienden tal sistema, en una contienda prolongada en la que ambas
partes recurren a las formas más diversas de lucha.
La libertad en Bolívar se asocia indisoluble a la igualdad, es decir, no podía existir sin reconocer la
igualdad de los seres humanos en su dignidad y derechos; tenía como permanente convicción que la
igualdad es la ley de leyes y que sin ella “perecen todas las garantías, todos los derechos” como lo
señaló ante el Congreso de Bolivia en 1826. Así mismo piensa que todos nacen con derechos iguales a los
bienes de la sociedad y que son iguales ante la ley como ciudadanos. Además de la igualdad política
formal que de por sí es un progreso, Bolívar considera la igualdad social como un acto necesario de
justicia con la humanidad; por eso tomará medidas sociales favorables a lo que denomina “clases
inferiores mayoritarias” excluidas, como la devolución de tierras a los indígenas y medidas contra los
abusos y exacciones que sufrían, la repartición de tierras y bienes nacionales a los llaneros y soldados
del ejército patriota, la proscripción de los privilegios, las iniciativas para posibilitar el acceso a la
educación y por extensión el acceso al ejercicio pleno de los derechos políticos para los grupos sociales
excluidos
del
poder.
Hoy día, para Colombia y América Latina, “el símbolo de Simón Bolívar es paradigmático, ya que más
allá de la historia letrada y sistematizada por la narrativa oficial tradicional, en el imaginario y en la
memoria histórica popular condensa valores de justicia y de igualdad, en una clara relación con su
realidad social y política”(6). Aquel Bolívar que liberó a los esclavos y abolió la servidumbre, el
libertador de los pueblos de la Gran Colombia, Perú y Bolivia, resurge como mito que en el presente
simboliza la lucha contra la opresión y exclusión social que padecen, pasando a representar, su
imagen, una esperanza de liberación y de justicia social que solamente puede concretarse a través de
un proceso revolucionario que supere las desigualdades sociales, la explotación económica y la
concentración de la riqueza.
La reciprocidad que debe mantenerse entre los planteamientos ideológicos y la práctica política del MB
por un lado, y el imaginario social popular por el otro, debe ayudar a encontrar la respuesta a un
problema de gran importancia política como es partir de las condiciones específicas de la sociedad
colombiana para construir una concepción orgánica que produzca una actividad y una voluntad
transformadoras REVOLUCIONARIAS en las mayorías sociales identificadas en torno a un mismo
proyecto, el que apunta a la inauguración de un orden nuevo, construido sobre la base de la elaboración
de nuestra genealogía, a partir de las tradiciones emancipadoras latinoamericanas, de nuestra PATRIA
GRANDE, y del pueblo colombiano, del pensamiento y la experiencia revolucionaria de Bolívar y de
muchos otros luchadores que han entregado la vida por el pueblo, así como de lo mejor de las
tradiciones y cultura de los pueblos latino caribeños.
El proceso revolucionario bolivariano está enmarcado en las particularidades políticas, sociales,
históricas y culturales del contexto latinoamericano, y también de las peculiaridades de la realidad e
historia colombianas. En otras palabras, debe ser una revolución forjada desde la historia particular e
intentando recrear y transformar la sociedad colombiana incorporando en el proyecto la fuerza de
imaginarios colectivos construidos a lo largo de siglos, aunado a lo mejor de la experiencia e ideas de
nuestros más connotados próceres y pensadores. Una revolución cuyo fin debe ser la edificaciónn de una
NUEVA sociedad, justa, con igualdad social, con democracia popular, en la que el SER HUMANO SEA LO
MÁS IMPORTANTE y el bien común se privilegie por encima de los intereses individuales. Estos cambios,
para darse, suponen, el relevo del PODER a la BURGUESÍA por parte de las clases populares, lo que está
en armonía con el concepto “moderno” de revolución, inaugurado a fines del siglo XVIII, entendida
como cambio de las estructuras sociales y de las relaciones que la sustentan. No en vano la
Plataforma Bolivariana por la Nueva Colombia se dice que “Patria Grande y socialismo será nuestra
divisa…”.
1-Decía Antonio Gramsci: “Sería interesante estudiar en concreto, y para un país determinado, la organización cultural que mantiene en
movimiento el mundo ideológico y examinar su funcionamiento práctico”.
2-Benjamín, Walter. Tesis sobre la filosofía de la Historia.
3- Santrich, Jesús. Bolivarismo y marxismo, un compromiso con lo imposible. KAOSENLARED.NET.
4-Ibidem.
5-Ibidem.
6-Mario Hugo Ayala, “El perfil ideológico del Movimiento Bolivariano venezolano y su relación con el imaginario popular”.