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Elementos para discutir una propuesta diferente de acceso a la Educación Superior
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CENTRO DE ESTUDIOS SOCIALES CONSTRUCCIÓN CRÍTICA
Elementos para discutir una propuesta que apunte a cambiar radicalmente el
acceso a la Educación Superior en Chile.
“La más sencilla observación muestra que en todos los contrastes notables que
se manifiestan en el destino y en la situación de dos hombres, tanto en lo que
se refiere a su salud y a su situación económica o social como en cualquier otro
respecto, y por evidente que sea el motivo puramente “accidental” de la
diferencia, el que está mejor situado siente la urgente necesidad de considerar
como “legítima” su posición privilegiada, de considerar su propia situación
como resultado de un “mérito” y la ajena como producto de una “culpa”.
Max Weber, Economía y Sociedad
La marcada elitización a la que se ha sometido permanentemente la matrícula de nuestra
Universidad, la matrícula de las universidades llamadas “tradicionales” en general y en particular
de nuestra Facultad, no puede dejar a nadie indiferente. Como es sabido, actualmente el
mecanismo principal por el cual se ingresa a la Universidad es la PSU, la cual está directamente
vinculada con el colegio de procedencia y el nivel socioeconómico (NSE) de los estudiantes.
Pero más allá de centrarse en la necesaria crítica a la PSU, el presente documento pretende
contribuir con elementos que aporten al debate sobre cómo materializar un sistema de acceso
diferente, basado en principios que, aplicados de manera progresiva desde nuestra Facultad,
permitan proyectar propuestas de fondo a la totalidad del sistema de Educación Superior (ESUP).
1. La discusión al interior del grupo de investigación CESCC-OPECH
Hace ya dos años se conformó por iniciativa del CESCC un grupo de investigación con apoyo de la
OPECH y estudiantes de nuestra Facultad1, con el objetivo de abordar el tema del acceso a la ESUP
bajo la premisa de que éste se encuentra fuertemente estructurado en términos de clases, es
decir, fundamentalmente orientado a satisfacer las necesidades de los sectores más acomodados
de la sociedad chilena, así como parcialmente abierto a las aspiraciones de la llamada “clase
media” para evitar un descontento generalizado.
Luego de estudiar detenidamente el tema, una de las conclusiones a las que se llegó más
tempranamente en dicho grupo de investigación, es que plantear el debate a partir de nociones
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Mayor información sobre el trabajo de dicho grupo en www.debateacceso.blogspot.com y
www.construyendocritica.org
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como el talento, el esfuerzo individual o la “meritocracia” -noción que abarca las dos anteriorescomo un objetivo deseable y/o un mecanismo de selección, implica dar una batalla de ideas
reconociendo de antemano la victoria de quienes han generado conscientemente el descalabro
que se puede apreciar en la ESUP para satisfacer sus propios intereses.
Para explicar esto deben aclararse de inmediato algunas cosas. En primer lugar, ¿Qué es la
“meritocracia” exactamente y qué problema podría haber con ella? Profundamente funcional y
ligado al sistema neoliberal, este concepto (originario del discurso filosófico del liberalismo, y
conducente a su ideal de “sociedad capitalista con movilidad social”) propio más bien de un
discurso de centro-derecha, ha sido apropiado por diversos sectores de izquierda o progresistas,
quizás acríticamente, sin advertir las consecuencias de su aceptación.
Escondiendo las razones estructurales y sociales que condicionan inexorablemente los resultados
en el ámbito de la educación, la aparentemente noble y neutral meritocracia, opera y siempre ha
operado como un discurso naturalizador y legitimador por excelencia de las desigualdades a la
hora de evaluar los éxitos o fracasos de los individuos, generando una falsa oposición entre
exitosos y perdedores, que encuentra su expresión más radical en el hecho de que los propios
estudiantes tiendan a sentirse plenamente “culpables” por sus resultados sin considerar sus
condiciones materiales, ya sean ventajosas o perjudiciales.
Bajo la promesa de que solo en base a los propios méritos uno obtiene la posición social en que se
encuentra, una sociedad con una fuerte concentración de la riqueza en un puñado de familias
intenta desviar la incómoda idea de que no se trata de cuanto esfuerzo y empeño ponga un
humilde trabajador: los límites de la movilidad social vienen determinados por la estructura misma
del sistema económico que genera la desigualdad y la convierte en ley. Y sería la más criminal de
las cobardías que las ciencias sociales no sean capaces de ponerlo en evidencia.
2. El acceso en la Universidad de Chile y el baile de los que… se esfuerzan
En el ámbito de la educación, apelar al esfuerzo o al talento -que son las dos caras de la
meritocracia- para determinar quiénes ingresan a la ESUP, trae consigo dejar de lado importantes
elementos respecto al desarrollo de las habilidades personales y de la influencia que tienen los
distintos entornos sociales de los individuos.
En primer lugar, el talento es un elemento que se desarrolla a lo largo de la vida, y solo en una
ínfima proporción responde a factores biológicos: la clave está siempre en las posibilidades
materiales que tienen los individuos de desarrollar ciertas habilidades y de los estímulos que
refuercen dichas actividades. En segundo lugar, la noción de esfuerzo es bastante relativa y difícil
de medir. Por ejemplo: ¿cómo comparar al único estudiante que en un colegio municipal precario
logra sacar 500 puntos, con aquel que en un colegio particular obtiene fácilmente 650 puntos
junto con varios compañeros? ¿Quién se esforzó más?
En efecto, un estudio del grupo de investigación CESCC-OPECH constató que en FACSo los
estudiantes que provienen de colegios particulares (que representan apenas a un 4% del total de
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colegios en Chile) no necesitan ser destacados en su establecimiento, basta con que estén en el
promedio o incluso por debajo de éste para sacar el puntaje suficiente para ingresar a la Facultad,
mientras que los que vienen de colegios municipales (cerca de un 43% del total de colegios) deben
estar en su mayoría por sobre el promedio de su colegio para que su puntaje les alcance.
Pero lo interesante es la interpretación que se puede hacer de estos datos: en vez de indignarse y
exigir al cielo que los estudiantes de colegios particulares deban ser los más esforzados para entrar
a la Universidad, es mejor preguntarse ¿Por qué en cierto tipo de colegios el mérito no es un
requisito excluyente para llegar a la ESUP, mientras que a los estudiantes más pobres se les exige
como si fuera una regla imprescindible? Este sencillo fenómeno demuestra que no es realmente
necesario ser “el mejor” de un curso o de una generación para llegar a la Universidad, y que si se
exige en un sector y no en otro es porque hay un grupo social que quiere mantener como
privilegio el acceso, o la posibilidad del acceso a la ESUP, y restringirlo controladamente a la
mayoría de la población.
En relación a este mismo dato, y al observar la composición de la matricula de la Universidad
según tramos de ingreso ¿Por qué se le exige ser los mejores a los individuos de menores recursos
para acceder a la ESUP, mientras que de los sectores más acomodados puede acceder la mayoría
independientemente de su ranking en el colegio? ¿Por qué la composición de la matricula sobrerepresenta a los sectores más acomodados y a su vez sub-representa a la mayoría de la sociedad?
¿Qué justicia hay en esto?
Tabla: Caracterización de la matrícula de algunas Universidades CRUCH en base a ingreso bruto
familiar comparada con el país
El gráfico muestra como el ingreso a
las universidades más “emblemáticas”
está concentrado para los sectores de
ingresos sobre los 800 mil pesos “La
Universidad para todos” no es más
que un mito
Fuente: Extraído desde Pablo Valdivieso: Caracterización educacional y sociodemográfica de los estudiantes
que rinden la PSU, postulan y se matriculan en las universidades reunidas en el Consejo de Rectores. Datos
de Chile aproximados, desde CASEN 2009.
Como se puede apreciar la respuesta es más política que técnica, apela a lo que se quiere
entender como educación. En ese sentido, al utilizar la noción de mérito como criterio para el
acceso se apunta a mantener los cierres sociales y a la permanencia de privilegios de los grupos
más favorecidos; como también a través de la casuística y el milagro de que algún estudiante de
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los primeros quintiles logre estudiar, se pueda decir que el sistema realmente funciona. La PSU
como herramienta de “medición” construida en base a esta ideología de la meritocracia sirve
entonces para crear este filtro y estos “casos ejemplares” de “esfuerzo”, “méritos” y “ascenso
social”. En este sentido, resulta de gran relevancia el para qué sirve la educación superior y, luego
de ello, posicionarse ante el argumento hegemónico meritocrático que tiene por ideal el mito de
la igualdad de oportunidades. ¿Qué otra opción de ideal tenemos? La educación como derecho
universal y gratuito, y la igualdad de resultados como horizonte.
3. ¿Qué hacer en FACSo? Buscando otro tipo de respuestas
Ahora bien, a pesar de la visión política que se puede construir en torno al tema de acceso a la
ESUP, se deben considerar las capacidades de acción que se tienen actualmente y las iniciativas
que se han llevado a cabo en los espacios de la Facso. Es así como aparecen los Cupos de Equidad,
una propuesta construida desde la Facultad para enfrentar el gran tema de la desigualdad en
educación, que apuesta por dar cabida en el ingreso a estudiantes que por medios normales no lo
hubieran conseguido. Sin embargo, a pesar que con este cupo se cuestionan ciertos parámetros
con que se mide el derecho de un estudiante a entrar a una institución de educación superior, no
es un mecanismo que haga temblar en lo más mínimo al sistema de educación en general. Sólo al
poner la barrera de los 600 puntos se dejan afuera al 44% de los establecimientos educacionales,
que son aquellos que no logran siquiera que 1 estudiante logre ese puntaje 2. Asimismo, dentro del
selecto grupo de los 64 colegios municipales y particulares subvencionados que logran un
promedio PSU igual o mayor que 600 puntos, se observa que tienen un I.V.E. promedio de 35,5%,
vale decir, son establecimientos que no presentan altas tasas de vulnerabilidad en sus alumnos.
Incluso de los 64 colegios según la JUNAEB, el 78% se les considera como medio-alto y el 17,2%
como alto. De estos establecimientos el 74% no tenía necesidad de subvención preferencial
(Directorio SEP 2010). Por lo tanto, ¿qué cambio sustantivo pensamos hacer cuando este
mecanismo de acceso igualitario no logra enfocarse en aquellos estudiantes que tienen una
reducida o nula posibilidad de entrar a la educación universitaria y, por el contrario, atiende a un
sector donde ya es una alternativa real entrar a una institución de este tipo?
Siguiendo con lo anterior, otro de los aspectos que surgen en torno a los Cupos de Equidad, es la
pertinencia de incluir a colegios emblemáticos dentro del foco a quienes se les destina este
ingreso especial. Cuando se espera que el sistema de educación sea considerado realmente como
un derecho y que en la práctica se traduzca en el hecho de que todos tengan la posibilidad de
recibir una educación de calidad, el potenciar y dar más beneficios a colegios que desde la básica
están seleccionando a los mejores estudiantes es un acto que contradice tal visión. Los colegios
emblemáticos se caracterizan por el alto nivel educativo que imparten, pero también por operar
bajo la misma lógica de la meritocracia, puesto que al elegir a los mejores es más fácil cumplir con
el rol educativo de tales instituciones. Entonces, los Cupos de Equidad estarían dando más
facilidades a quienes en sí ya cuentan con altas posibilidades de entrar a una institución de
educación superior, lo que no sería malo si no fuera por el hecho de que se excluye a sectores de
estudiantes que no cuentan con tal preparación.
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Fuente propia, obtenida a partir del cruce de datos de IVE 2011 y PSU 2010.
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Por último, si vamos a hablar sobre la importancia de generar mecanismos de acceso igualitario,
no podemos dejar de lado o quitarle importancia a las condiciones de estudio y continuidad de los
estudiantes en sus respectivas carreras. En una facultad como la de Ciencias Sociales de la Chile,
donde una gran cantidad de los estudiantes vienen con una alta preparación académica, se genera
prácticas socioculturales a partir de un perfil de estudiante que no tiene grandes problemas para
dedicarse a la universidad. Sin embargo, si estamos apostando por cambiar la composición social
de la facultad, es necesario también transformar las prácticas con que se imparten las clases, vale
decir, desarrollar un estamento docente que se haga partícipe de forma real de este proceso y
genere dinámicas de estudio que aborden tales problemas, de tal manera que se tienda a una
igualación en el rendimiento de todos los estudiantes de su clase. No obstante, no toda la
responsabilidad recae en el estudiante ni en los profesores, sino que la Facultad como institución
también debe aprender a abordar tales problemáticas; no se puede suponer que todos los jóvenes
que ingresen tendrán las mismas condiciones materiales para poder dedicarse a sus estudios, es
decir, asumir que todo estudiante tiene acceso a internet, que cuenta con el tiempo suficiente,
que no debe trabajar al mismo tiempo que estudiar, y una serie de otros factores, genera ciertas
dinámicas que imposibilitan la continuidad de los mismos estudiantes que buscamos hacer
ingresar.
El Centro de Estudios Sociales Construcción Crítica apela a la noción de educación como un
derecho y, en ese sentido, el acceso a la ESUP no debería estar condicionado por factores
socioeconómicos, pues el horizonte es llegar a una Universidad donde exista universalidad en el
acceso. Para que se tornen más evidentes las contradicciones inherentes al modelo neoliberal de
la Universidad, como también en el conocimiento que dentro de ella se genera, de las prácticas
de desigualdad que reproduce y finalmente del modelo de sociedad que legítima. Por tanto, sólo
cuando nos planteemos que la educación es un derecho, por ende, una necesidad, podemos
entender que hoy en día la educación no debe ser sólo una forma de generar movilidad social, sino
que las instituciones educativas deben estar orientadas en su conjunto a pensar el país en que
queremos vivir para así aportar al bienestar general de la sociedad, a partir del desarrollo
científico, artístico e intelectual para que sea un aporte a las transformaciones que Chile necesita,
de las cuales ya todos sabemos que una de ellas es universalizar el derecho a la educación para
todos los sectores del país.
No se debe olvidar por tanto ese horizonte a la hora de desarrollar políticas que mejoren el
acceso en el corto plazo, y hay que tenerlo en cuenta cuando analizamos cada política que se
busca instaurar en las facultades de la Universidad. Pero mientras se siga la lógica del mérito en la
confección de propuestas de acceso, la educación como derecho se seguirá alejando otros diez
pasos si el movimiento estudiantil insiste en seguir caminando por ese sendero, ya que solo tiende
a mantener la desigualdad social y a seguir depositando toda la culpa en los estudiantes por el
poco esfuerzo que ponen en sus estudios.