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Universidad de Buenos Aires
Fac. de Ciencias Sociales - Sociología
Cátedra Errandonea- Modalidad Infesta Domínguez
Metodología y Técnicas de la Investigación Social III
Traducción Juan M. Bustos
Versión revisada por Ma. José Llanos Pozzi
Traducción y edición realizadas en 2do Cuat. de 2004
Cuestiones Metodológicas en el análisis conversacional.
Por Paul Ten Have 1 i
Resumen
El análisis conversacional (AC), una tradición de investigación que se originó en la
etnometodología, tiene algunas características metodológicas únicas. Estudia la
organización social de la “conversación”, o “interacción hablada” (‘talk-ininteraction’), mediante una detallada inspección de grabaciones y transcripciones
hechas de estas grabaciones. En este trabajo, voy a describir algunas de esas
características con el interés de explorar sus raíces. Al hacerlo, discutiré los
problemas y dilemas a los que se enfrenta el AC en su práctica diaria, usando como
recursos la literatura y mi propia experiencia. Voy a presentar la estrategia de
investigación del AC como una solución al problema de la etnometodología de la
invisibilidad del sentido común y describirla en una forma idealizada como un
procedimiento de siete pasos. Discutiré algunas de las mayores críticas elevadas
contra éste y esbozaré algunos desarrollos recientes. El AC es una manera
disciplinada de estudiar la organización local de episodios de interacción, su
práctica metodológica única ha permitido a los que la practican producir una masa
de ideas sobre los fundamentos procesales detallados de la vida cotidiana. Ha
desarrollado algunas soluciones muy prácticas para algunos problemas
metodológicos más bien complejos. Como tal es metodológicamente “impuro” pero
funciona.
Intereses y prácticas de Análisis Conversacional
La mayoría de los practicantes del análisis conversacional evitan, en sus informes de
investigación, una extensiva discusión teórica y metodológica. Los documentos de AC tienden
a estar dedicados exclusivamente a una discusión basada en la empiria de cuestiones analíticas
específicas. Esto puede contribuir a la confusión de los lectores que no tienen familiaridad con
este estilo de investigación particular. Éstos usarán sus expectativas habituales, derivadas de la
practica científico-social establecida, como marcos de referencia para entender esta especie
inusual de práctica científica. Pero un reporte de AC generalmente no tendrá una discusión
previa de la literatura para formular sus hipótesis, difícilmente algún detalle sobre situaciones
de investigación o temas investigados, ninguna descripción de las técnicas de muestreo o
procedimientos de codificación, ningún test ni ninguna estadística. En cambio, el lector es
confrontado con una detallada discusión de las transcripciones de las grabaciones de
i
[N. del T.] Original en inglés: Ten Have, P. (1990): “Methodological issues in conversation analysis' Bulletin de
Methodologie Sociologique, Nr. 27 (June): 23-51, Consultado el 1 de Marzo de 2004 en
http://www2.fmg.uva.nl/emca/Mica.htm.
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Metodología y Técnicas de la Investigación Social III
Traducción Juan M. Bustos
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interacciones (mayormente verbales) en términos de dispositivos utilizados por los
participantes.
Sin embargo, algunos de los primeros artículos que presentaban trabajos de AC, como
Schegloff y Sacks (1973), incluían algunas explicaciones de los propósitos del AC. Y más
recientemente, fue publicado un número creciente de trabajos y capítulos introductorios que
presentan una accesible visión de la posición teórica y/ o metodológica del AC y/o hallazgos
sustantivos 2 . Un importante agregado a esta literatura es la edición de una colección de
fragmentos de las conferencias no publicadas de Harvey Sacks que tratan de cuestiones
metodológicas en el AC (Sacks, 1984a).
La “metodología” que es presentada en estas fuentes es, sin embargo, diferente a la que
uno puede encontrar en la literatura metodológica establecida. No hay casi prescripciones para
seguir si uno quiere hacer “un buen AC”. Lo que uno encuentra son descripciones resumidas de
prácticas que se utilizan en el AC, junto a algunas razones para estas prácticas. Lo que es
presentado puede llamarse, en términos de la introducción de Schenkein (1978), un “esquema
de mentalidad analítica”.
El razonamiento básico en AC parece ser que los procedimientos metodológicos
deberían adecuarse a los materiales disponibles y a los problemas que uno está enfrentando, en
vez de ser especificados a priori. Mientras las características esenciales de los materiales, por
ejemplo grabaciones de flujos de interacción, y los propósitos generales de estudio, p. ej. un
análisis procedimental de esos cursos, establecen amplios límites para lo que un analista puede
responsablemente hacer, le dejan al investigador un amplio espacio para desarrollar los
procedimientos heurísticos y argumentativos propios 3 y los más apropiados.
El AC podría concebirse como una trayectoria analítica específica que puede ser
utilizada para alcanzar un tipo especifico de discernimiento sistemático de las formas en las que
los miembros de la sociedad “hacen interacciones”. En su introducción a una colección de
trabajos de investigación, Heritage y Atkinson (1984) escriben:
La meta central de la investigación de AC es la descripción y la explicación de las
competencias que utilizan y en que se apoyan hablantes comunes al participar de
interacciones socialmente organizadas inteligibles. En lo básico, este objetivo es el
de describir los procedimientos por los cuales los hablantes producen su propio
comportamiento y entienden y tratan el comportamiento de los otros. Una premisa
básica es la propuesta de Garfinkel (1967:1) de que estas actividades – producir
conducta y entendimiento y encargarse de éste- son logradas como productos
explicables de conjuntos comunes de procedimientos.
Heritage y Atkinson (1984: 1).
La idea es que las conversaciones están ordenadas, no sólo para los analistas que
observan, sino en primer lugar para los miembros participantes (Schegloff y Sacks, 1973:290;
Sacks, 1984a: 22). Este orden es visto como el producto de un despliegue sistemático de
métodos interaccionales especificables –“dispositivos”, “sistemas”, “aparatos”- que son usados
por los miembros como soluciones para problemas organizacionales especificables en la
interacción social. Estos métodos tienen una característica de dos caras: de un lado son bastante
generales, por el otro, permiten una adaptación de sintonía fina a circunstancias locales; en los
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términos usados por Sacks y otros (1978), ambas son “libres de contexto” y “sensibles al
contexto”.
Los investigadores de AC insisten en el uso de grabaciones de audio y video de
episodios de interacciones “ocurridas naturalmente” -es decir no experimentales- como sus
datos básicos. Esta insistencia es bastante especial en las ciencias sociales y significa que
algunas de sus fuentes de datos preferidas como: 1) datos de entrevistas como expresiones de
opiniones y actitudes o descripciones de situaciones no presenciadas por el investigador, 2)
estudios observacionales que se basan en notas de campo o procedimientos de codificación, 3)
ejemplos idealizados o inventados basados en las intuiciones propias del investigador, y 4)
metodologías experimentales, no son usadas en el AC. Todo este tipo de datos es visto como un
producto excesivo de la manipulación, selección o reconstrucción del investigador o sus
informantes basados en nociones preconcebidas de que es importante o probable. Heritage y
Atkinson (1984: 2-3).
Los datos grabados, en cambio, son extremadamente ricos en detalles empíricos, que
nunca podrían haber sido producidos por la imaginación de nadie.
El uso de datos grabados sirve como control de las limitaciones y fallas de la
intuición y la recolección; expone al observador a un amplio rango de materiales y
circunstancias de interacción y también provee una garantía de que las conclusiones
analíticas no serán resultado de artefactos de idiosincrasia intuitiva, de la atención o
de la recolección selectiva o de diseños experimentales. La disponibilidad de
grabaciones permite repetidos y detallados exámenes de eventos de interacción
particulares y de ahí aumenta grandemente el rango y la precisión de las
observaciones que se pueden realizar. El uso de estos materiales tiene la ventaja
adicional de proveer a los que escuchan, y en menor medida a los que leen, los
reportes de investigación de un acceso directo a los datos sobre los que las
afirmaciones analíticas son hechas, permitiendo así que estén disponibles para el
escrutinio público de una manera que minimiza la influencia de la preconcepción
individual.
Heritage y Atkinson (1984: 4).
Entonces las grabaciones son los datos básicos del AC. Las transcripciones hechas en
base a éstas deben ser vistas como una forma conveniente de representar el material grabado de
forma escrita, pero no como un substituto real (Pasthas y Anderson, 1990). Al hacer una
transcripción el investigador está forzado a prestar atención a detalles de la interacción que se le
escaparían a un oyente común. Una vez hechas, las transcripciones proveen al investigador de
un acceso rápido a un amplio rango de episodios de interacción, que pueden ser inspeccionados
con propósitos comparativos. Aún más, como se señaló, las transcripciones son provistas con
su análisis como una parte esencial de los reportes de investigación de AC, lo que le da al lector
una vía para chequear el análisis presentado, cosa que no está presente con otros métodos.
Hay que enfatizar, sin embargo, que las transcripciones no pueden representar a las
grabaciones en un completo detalle. Son siempre y necesariamente selectivas. El sistema usado
en el AC está especialmente diseñado para revelar la forma secuencial del habla. Con el
desarrollo del sistema a través de los años, más y más detalles de la producción secuencial real
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de la interacción hablada han sido agregados al “texto” básico escrito con ortografía standard.
Desde su concepción en el trabajo de Sacks en los 60’s, este desarrollo se debe
fundamentalmente al trabajo de Gail Jefferson, cuya sensitividad y precisión en la descripción
de los detalles de interacción no ha sido igualada por nadie en este campo 4 .
Aquí sigue un ejemplo de un fragmento de una consulta médica transcripta por ella 5 ii .
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Dr: Come'n sit down, (.) Missiz Sampson,=
Pt: =Yes
Dr: Ah
(0.3)
Dr: ¨t¨hhhh |^I |vdon't think we've |^met before |^h'v we
(1.0)
Pt: Well I've had this: u-sore throat on'n off, for weeks no:w.=
Dr: =|^Oo dear.
Pt: En I've got a cough- writs- it's- I've been you know choking
you know'n I'm[coughin]g- I'm getting no relief from=
Dr:
[Mm|^hm,]
Pt: coughing it's just taw- choking that (.) [( ) back]of=
Dr:
[¨h h h h h h ]
Pt: =my[( )
Dr:
[Do you bring any |vphlegm up when you |vcough.
(0.7)
Pt: Well- (0.2) e-yesterday I managed to be sick'n I di:d you
know,? but normally: i[tDr:
[But you: vomited then,
Pt: Ye:s u[h huh
Dr:
[Mm.
Como se nota, la elección de detalles a ser incluidos en una trascripción se debe en gran
medida a las intuiciones desarrolladas por el AC, especialmente aquellas concernientes a la
organización secuencial de la conversación (c.f. las superposiciones en varios lugares de la
ii
[N. del T.] Se transcribe la versión original en inglés. Traducido sería
aproximadamente así:
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Dr: Pase siéntese, (.)Señora Sampson,=
Pt: =Sí
Dr: Ah
(0.3)
Dr: ¨t¨hhhh |^No |vcreo que nos hayamos |^conocido antes |^lo hicimos?
(1.0)
Pt: Bueno Tengo esto: dolor de garganta devezen cuando, por semanas aho:ra.=
Dr: =|^Oo querida.
Pt: y Tengo tos- órdenes- es- He estado Ud. sabe ahogándome
Ud. sabey estoy[tosien]do- No tengo ningún alivio por=
Dr:
[Mm|^hm,]
Pt: toser es tan sólo lanzar- eso ahogándose (.) [( ) detrás]de=
Dr:
[¨h h h h h h ]
Pt: =mi[( )
Dr:
[Le viene alguna |vflemma cuando |vtose.
(0.7)
Pt: Bueno- (0.2) a-ayer estuve enferma-y lo hi:ce Ud.
sabe,? Pero normalmente: es[toDr:
[Pero Ud.: vomitó entonces
Pt: Sí:í u[h huh
Dr:
[Mm.
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trascripción anterior). Pero, al mismo tiempo, muchos investigadores de AC enfatizan que las
trascripciones no deben ser realizadas teniendo en mente un problema específico de
investigación o una hipótesis. El ideal sería tener una larga colección (corpus) de
transcripciones muy detalladas que pueden usarse para localizar y analizar fenómenos
específicos. Con el objeto de hacer el reporte uno puede entonces usar transcripciones
simplificadas seleccionadas (c.f., para el caso, Maynard, 1984: 21). De esta manera, un
compromiso práctico puede alcanzarse para el dilema entre precisión y legibilidad (Heritage y
Atkinson, 1984: 12).
El hecho de que el sistema de transcripciones esté especialmente focalizado en
representar la organización secuencial de las conversaciones está de acuerdo con la concepción
básica del AC sobre la interacción hablada. En cualquier momento, el desarrollo futuro de la
interacción – lo que en las transcripciones está a la derecha y debajo de lo que está anotadoestá en gran medida abierto y todavía para ser producido por los propios interactuantes, de
formas que no están controladas por ninguno de ellos. La interacción hablada está en los hechos
siempre “cerrada a la izquierda” y “abierta a la derecha”. Mientras una postura abierta a la
negociación en la interacción parece bastante obvia cuando uno considera desarrollos futuros,
es, en un sentido, también cierto para el presente y para el pasado. Puede demostrarse en
muchos casos que, para los propios participantes, lo que una declaración “significa” y lo que
“hace” – su significado semántico y pragmático – no es fijo, una vez que es producido, pero
está sujeto a ser definido y redefinido -en breve, negociado- en declaraciones siguientes. Estas
propiedades esenciales de la conversación llevan, en consecuencia, al estudio de su
organización. El hecho de que:
los que hablan entienden un dicho por referencia a su carácter de turno dentro de la
secuencia, provee de un recurso central para darle sentido al diálogo tanto para los
participantes como para el analista que oye de casualidad.
(Heritage y Atkinson, 1984: 7).
Tomando una declaración específica como punto de referencia, podemos decir que
mientras esté orientada a un estado de la interacción según se haya desarrollado hasta ese
momento, va a mostrar esa orientación hacia un lado u otro, la declaración siguiente hará lo
mismo. Entonces, mientras la declaración 1 puede exhibir una concepción específica de lo que
está ocurriendo, la declaración 2 va a contener una concepción similar o diferente, luego de la
cual el hablante de la declaración 1 puede reaccionar a eso con la declaración 3, posiblemente
con otra versión (c.f. Schegloff y Sacks, 1973:297-8). De hecho, en “secuencias de reparación”
esta negociación de la estructura es habitualmente bastante clara. Pero también en casos menos
abiertos, estos procesos de negociación y acomodamiento interaccional ocurren continuamente
(c.f. el significado de enfermo (sick) en la línea 29 de la trascripción anterior).
Como fue sugerido en la última cita, estas circunstancias son un importante recurso para
el analista conversacional, o, como argumentaré más adelante, una de las principales
“estrategias de apoyo” del AC. El analista debería siempre comparar sus lecturas del
significado de una declaración con las lecturas demostradas en declaraciones que siguen a la
elegida. No se proveen pruebas definitivas, sin embargo, como Heritage y Atkinson (1984: 11)
no fallan en notar, los entendimientos y negociaciones sobre entendimientos no serán en
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muchos casos visibles fácilmente en la superficie de la conversación. Declaraciones
subsecuentes no deben verse como ventanas no problemáticas de las mentes de los
participantes.
Muchos críticos del AC, sin embargo, parecen sugerir que ese es el objetivo básico del
AC. Desde mi perspectiva, la interpretación del significado de las declaraciones para los
participantes no es el fin por sí mismo, sino un medio posible para un fin, que es el análisis de
la organización de las conversaciones. El hecho destacado anteriormente de que muchos
trabajos de AC no contienen explicaciones programáticas, tiene como uno de sus efectos
posibles que los lectores no estén informados de los objetivos y estrategias de investigación
específicas del AC. Esta falta de conocimientos de los fundamentos puede ser una de las
razones por las que las críticas al AC usualmente producen la impresión de perder el punto
sobre lo que el AC es realmente. Por esta razón, parece provechoso proseguir mis explicaciones
sobre los objetivos básicos del AC, antes de tratar algunas de estas críticas. La mejor manera de
hacerlo, en mi opinión, es conectar la práctica del AC de nuevo con la posición de la
etnometodología, desde la cual se ha desarrollado. Antes de hacer esto, presentaré una nueva
cita, esta vez de una conferencia transcripta de Harvey Sacks 6 :
El objetivo grueso del trabajo que estoy haciendo es ver cuán precisamente los
detalles de una conversación real que ocurre naturalmente puede ser sujeto de un
análisis que va a producir la tecnología de la conversación. La idea es tomar
secuencias singulares de conversaciones y separarlas de manera de encontrar reglas,
técnicas, procedimientos, métodos y máximas (una colección de términos que más o
menos se relacionan entre sí y que yo uso de manera intercambiable) que pueden
usarse para generar las características ordenadas que encontramos en las
conversaciones que analizamos. El punto es, entonces, regresar a las cosas
singulares que observamos en una secuencia singular, con algunas reglas que
gobiernan esas características singulares y también, necesariamente, gobiernan una
gran cantidad de otros eventos.
Sacks (1984b): 411.
Estrategias metodológicas en la etnometodología
La etnometodología propone el estudio del orden social como éste es constituido en y a
través de la conducta socialmente organizada de los miembros de la sociedad 7 . Harold
Garfinkel derivó el problema del orden social y la noción de ser miembro de la teoría de la
acción de Talcott Parsons. Pero la forma en que la ha abordado se deriva fundamentalmente de
la tradición fenomenológica, especialmente “la fenomenología constitutiva de la actitud
natural” como es concebida por Alfred Schutz. En la etnometodología, cualquiera sea el caso,
los miembros pueden ser estudiados mediante un modelo procesal. La idea central es que los
miembros están continuamente, en todo momento de su vida despierta (waking life), ocupados
en establecer qué puede esperarse razonablemente que exista, conectando cualquier cosa que se
les presente a su atención con elementos de su acervo de conocimientos. Este conocimiento
consiste, como argumento Schutz, en tipificaciones y recetas, como tipos de acción, tipos de
personas y tipos de cursos de acción (c.f. Schutz, 1962.) Los miembros demuestran
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competencia mostrando esto y cómo ellos saben cuál es el caso conectando “detalles
indexicales”, información específica del contexto de una manera razonable, con el
conocimiento general disponible, “lo que cualquier miembro competente sabe”. Así ajustando
“casos” a “tipos”, un mundo razonable es constituido (Garfinkel, especialmente p.78).
Dado que la etnometodología tiene un interés en el estudio procesal del sentido común
tal como es utilizado en la práctica, enfrenta un problema metodológico particular. Este puede
ser llamado el “problema de la invisibilidad del sentido común”. Los miembros poseen un
interés más bien práctico que teórico en su trabajo constitutivo 8 . Ellos toman al sentido común
y a sus prácticas constitutivas como dadas, salvo por algunos tipos de “problemas” que hacen
que sea necesario prestar atención. Así una estrategia temprana de Garfinkel fue “romper” las
expectativas para generar este tipo de problemas (Garfinkel, 1967: 35-75). Para la
etnometodología, las prácticas del sentido común son el tópico de estudio, pero estas prácticas
son también, inevitablemente, usadas como recurso para cualquier estudio que uno quiera
emprender. Sin el uso del sentido común, su objeto de estudio sería simplemente inaccesible,
porque éste es constituido a través de la aplicación de métodos del sentido común, como el
“método documental de interpretación” (Garfinkel, 1967: 76-103). Entonces el problema de la
etnometodología es cómo las prácticas de sentido común y el conocimiento del sentido común
pueden perder su estatus como “recurso” no examinado, para poder ser un “tópico” para el
análisis (c.f. Zimmerman y Pollner, 1971). Formulado de esta manera, es un problema de dos
caras: de un lado un problema de minimizar el uso no examinado del sentido común; del otro el
de maximizar su posibilidad de ser examinado. Este problema de dos caras parece en principio
insalvable, uno está seguro de perder o bien el recurso o bien el tópico. Entonces uno debe
encontrar soluciones prácticas, que son inevitablemente compromisos. Ahora voy a sugerir una
tipología de las soluciones que han sido intentadas hasta ahora en la etnometodología.
La primera estrategia es especialmente prominente en el trabajo temprano de Garfinkel
(1967). Esta estrategia consiste en el estudio cerrado de actividades que tienen sentido (sensemaking activities) en situaciones donde son especialmente destacadas. Este tipo de situaciones
son aquellas con agudas discrepancias entre las expectativas y/o competencias existentes de un
lado y el comportamiento práctico y/o las tareas interpretativas del otro que necesitan esfuerzos
extraordinarios de comprensión por parte de los miembros. Este tipo de situaciones puede
ocurrir naturalmente – como en el caso de un transexual estudiado por Garfinkel (1967:116-85)
– o pueden ser creadas a propósito - como los experimentos de “ruptura”, mencionados antes-.
Para escapar de algunos de los problemas prácticos y éticos generados por estos
experimentos, se desarrolló una segunda estrategia. En ésta el investigador estudia su propia
actividad de comprensión (sense-making work) colocándose en una suerte de situación
extraordinaria. Ésta puede ser una situación en la que los procedimientos de comprensión de
rutina seguramente fallan, o en la que uno debe dominar una tarea difícil y desconocida, o en la
que uno es instruido por un miembro establecido a ver el mundo en la forma en que es natural
para ellos pero no para uno. Mehan y Wood (1975) usan la expresión “convertirse en el
fenómeno”, mientras Schwartz y Jacobs (1979) recomendaron la estrategia de convertirse en El
Extranjero o El Novato. De los muchos ejemplos me gustaría mencionar el estudio de David
Sudnow (1978) sobre convertirse en un pianista de jazz y el de Lawrence Wieder (1974) sobre
cómo fue instruido en el uso del “código de los convictos” como un dispositivo interpretativo y
explicativo general en una casa de adictos en libertad condicional.
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La tercera estrategia es la que más se parece al trabajo tradicional. Consiste en
observaciones cercanas de actividades situadas en su ambiente natural y su discusión con los
practicantes experimentados (seasoned practitioners), a fin de estudiar las competencias
involucradas en el desempeño rutinario de estas actividades. Para desarrollar este estudio
cercano, o para poder estudiar estas actividades después del hecho, pueden usarse equipos de
grabación. Ejemplos de este tipo de estudio pueden encontrarse en el trabajo de Garfinkel
(1967) sobre jurados y jueces de primera instancia, el de Zimmermman (1969) sobre
trabajadores (case-workers) en una agencia de bienestar y el de Lynch (1985) sobre científicos
de laboratorios.
La cuarta estrategia es la que ya he descripto como la que utiliza el AC. Involucra el
estudio de las practicas ordinarias primero mediante la grabación mecánica de algunos de sus
“productos” con el uso del audio o el vídeo. Estas grabaciones luego son transcriptas de una
forma que se limite el uso de procedimientos del sentido común para escuchar qué es lo que se
está diciendo y anotar cómo está siendo dicho. Las transcripciones son usadas para localizar
algunos “productos” ordenados. Es la tarea del analista, entonces, formular un “dispositivo”
que podría haber sido usado para producir ese “producto” y fenómenos como éste (c.f. Sacks,
1984a).
En la práctica real, estas estrategias tienden a combinarse de varias maneras. Como
ejemplo de los tres primeros tipos, existe una tendencia a usar citas literales de lo que ha sido
dicho por los sujetos investigados, como en los reportes de Garfinkel (1967) de sus
“experimentos”, mientras que en estudios más recientes la grabación y la transcripción tienden
a ser usadas, como en Garfinkel y otros (1981) y Lynch (1985). Sin embargo, hay una gran
diferencia entre estas tres estrategias –estudios etnometodológicos en el sentido estricto- y la
cuarta –AC. En el primer grupo, se crean o buscan circunstancias específicas, en las que las
actividades con sentido son más prominentes y por consiguiente más fáciles de estudiar. De
esta forma la etnometodología exhibe una preferencia estratégica por lo extraordinario 9 . En
contraste, el AC tiende a focalizarse en lo completamente mundano, la cháchara ordinaria de la
vida cotidiana. Mientras en la etnometodología el “problema de la visibilidad” es resuelto, en
parte, con la creación o selección de ambientes “extraños”, en el AC esta tarea de
extrañamiento es realizada por la máquina de grabar y el proceso de transcripción.
La idea general detrás del uso de estas estrategias es, de este modo, evadirse hasta
donde se pueda del uso del sentido común no pensado y no percibido que parece ser inherente a
las prácticas empíricas en la sociología. La crítica etnometodológica de estas prácticas objeta
que las “reconstrucciones” idealizadas y descontextualizadas de la vida social, hechas por los
sujetos de investigación y/o el investigador, son estudiadas en vez de esa vida en su
particularidad situada 10 . Entonces de los etnógrafos puede decirse que estudian sus propias
notas de campo como recurso no examinado para su estudio de la vida comunitaria. O los
investigadores que usan entrevistas estudian las respuestas que han grabado como recurso no
examinado para su estudio de opiniones y actividades no observadas. En ambos casos la
producción “situada” de estos materiales no recibe atención sistemática por derecho propio. El
foco de estos estudios está en individuos o colectividades. En contraste a tal “individualismo
metodológico” o “colectivismo”, la etnometodología y el AC suscriben una posición que Karin
Knorr-Cetrina (1981) llama “situacionalismo metodológico” (methodological situationalism).
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La crítica anterior, sin embargo, puede también volverse en contra de la
etnometodología y el AC. A pesar que el uso “no pensado” del sentido común puede
minimizarse, no puede evitarse, pero este hecho no es reconocido habitualmente. Ahora
discutiré dos casos donde autores etnometodólogos discuten el problema con bastante
franqueza. El primero de estos es el “prefacio” de Don Zimmerman al estudio de Wieder
(1974).
Zimmerman apunta al uso general, manifiesto (sensible) e inevitable de lo que
llamamos “idealizaciones” en las ciencias naturales y sociales así como en la vida cotidiana.
Las idealizaciones son construcciones selectivas, abstractas y lógicamente coherentes que son
usadas para recolectar fenómenos en términos de características seleccionadas que se juzgan
relevantes desde un punto de vista especifico, es decir teórico. Aunque él reconoce el éxito de
este procedimiento en las ciencias naturales, ve ciertos problemas para su uso en las ciencias
sociales: “una consecuencia necesaria es la supresión de grupos enteros de datos”. Él
específicamente objeta el uso de tales idealizaciones que ignoran el hecho de que la
idealización es una característica propia de la vida social estudiada.
Así, los etnometodólogos pueden argumentar que estas idealizaciones en las
ciencias humanas han ignorado el hecho de que la idealización ocurre naturalmente
dentro del dominio de la teorización científica (el que, después de todo, es hecho
dentro del mundo) y ocurre también dentro del dominio de la vida cotidiana – en la
forma de tipificaciones del sentido común (..). para la etnometodología entonces la
“idealización” (en su forma científica como de sentido común) es un fenómeno para
estudiar, no un recurso (..). Por lo que los etnometodólogos deben ellos mismos
idealizar sus fenómenos de alguna forma cuando desarrollan un análisis, su abordaje
difiere de la teorización constructivista actual en que sus idealizaciones intentan
incorporar la visión que, desde el principio, los miembros de la sociedad reconocen
y logran las estructuras ordenadas de su mundo (...) a través del uso de las
idealizaciones.
Los fenómenos de interés, entonces, son los que Schutz (1962) refiere como
fenómenos de segundo orden, a saber, las idealizaciones de los miembros sobre su
conducta y la de los otros (..) la realidad social consiste en el sentido común, la
actividad práctica de las “idealizaciones” cotidianas del mundo social y las
actividades dentro de éste (...). Para los etnometodólogos a las idealizaciones (o
construcciones racionales) del mundo social debe reconocérseles también como
poseedoras de las características de ser “hechas desde dentro del mundo” y ser
“partes y parcelas de este mundo”, p. ej., lo que Garfinkel (1967) llama
“características reflexivas”.
Zimmerman en: Wieder (1974):22-3
Entonces las idealizaciones son usadas siempre e inevitablemente en la vida ordinaria
como en la ciencia. El punto es reconocer esto y tomarlo en cuenta en las propias prácticas
idealizantes. Cómo debe hacerse eso, es menos claro. Mi segundo caso arroja alguna luz sobre
esto desde la perspectiva del AC.
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Traducción Juan M. Bustos
Versión revisada por Ma. José Llanos Pozzi
Traducción y edición realizadas en 2do Cuat. de 2004
Como solución al controvertido problema de la relación entre conocimiento cultural
compartido (conocimiento de los miembros) que el sociólogo posee y el aparato
analítico que es su responsabilidad producir, propongo lo siguiente: a) el sociólogo
inevitablemente se apoya en su conocimiento como miembro para reconocer las
actividades que los participantes de la interacción realizan; por ejemplo, es por
virtud de mi status como miembro competente que puedo recurrentemente localizar
en mis transcripciones instancias de “la misma” actividad. Esto no es decir que los
miembros son infalibles o que hay un acuerdo perfecto para reconocer una y varias
instancias; es solamente decir que ninguna resolución de casos problemáticos puede
ser realizada apoyándose en procedimientos que están supuestamente
incontaminados del conocimiento de los miembros (resoluciones arbitrarias hechas
con la intención de facilitar los problemas de “codificar”, no son de ninguna manera
una resolución para esta empresa). b) El sociólogo habiendo tomado su decisión de
primer nivel con base en el conocimiento de los miembros, debe entonces situar
como problemático cómo es que las declaraciones salen como unidades de actividad
reconocibles. Esto requiere que el sociólogo explique los recursos que él comparte
con los participantes al darle sentido a las declaraciones en un fragmento de
conversación. En cada paso del camino, inevitablemente, el sociólogo continuará
usando su competencia socializada, mientras seguirá haciendo explícito cuáles son
estos recursos y cómo los utiliza. No veo alternativa a estos procedimientos,
excepto no prestar atención explícita al conocimiento socializado de uno mientras se
continúa usándolo como ayuda indispensable. En breve, los descubrimientos
sociológicos son ineluctablemente descubrimientos dentro de la sociedad.
Turner (1971): 177
Lo que Turner sugiere es que la investigación etnometodológica es hecha en dos fases.
En la primera el investigador usa su propio conocimiento como miembro para interpretar sus
materiales, mientras en la segunda él analiza esta interpretación desde una perspectiva
procesal 11 . Los cuatro tipos de estrategias, discutidas previamente, difieren en la forma en que
éstas producen sus materiales. Pero siempre el estudio de estos materiales puede ser visto como
si estuviera organizado en estas dos fases de interpretación: como miembro y análisis procesal.
En el libro de Wieder (1974) sobre las casas para adictos, por ejemplo, la primer parte está
dedicada a un estudio etnográfico del escenario en el que emerge el concepto de Código del
Convicto, mientras que la segunda trata de las formas en que este código es usado como
dispositivo diario de interpretación y explicación.
Un modelo de prácticas de investigación de AC
Estas ideas pueden ser usadas para construir un modelo idealizado de prácticas de
investigación de AC.
1. Como primer paso, la producción de los materiales a analizar es “delegada” en una máquina
a la que se le “ordena” grabar todo lo que pueda ser escuchado o visto mediante sus
receptores. Aunque las grabaciones son en una cierta forma “selectivas”, esta selección no
es naturalmente idealizadora, en el sentido dado por Zimmerman en la cita anterior. Hay,
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por supuesto, un factor humano en la decisión de grabar una conversación particular que
involucra a los participantes en ese escenario en ese momento. En general al AC no le
parecen problemáticas estas decisiones y sus consecuencias. Mientras la grabación suene
“natural” se considera que provee datos útiles 12 . Esta base de datos primaria puede ser
hecha más accesible a través de la transcripción, pero permanece “por siempre” disponible
en su forma original.
Las transcripciones de las grabaciones son hechas de una manera que es, como describí
antes, un compromiso práctico entre varios objetivos, consideraciones y circunstancias. Al
hacer una transcripción uno inevitablemente usa su conocimiento de miembro, pero uno
trata de restringir esto para entender qué esta siendo dicho y cómo está siendo dicho. Tanto
el conocimiento informal de uno sobre lo que las declaraciones “significan” como los
intereses analíticos propios van a predisponer a uno a escuchar ciertas cosas, pero uno
puede tratar de chequear sistemáticamente lo que escuchó con la grabación. Uno también
puede tener una transcripción chequeada por otros. Idealmente, el investigador debe realizar
él mismo las transcripciones que va a usar. Cuando son usadas transcripciones ya
disponibles, deben chequearse con las grabaciones. Con tiempo y experiencia cualquiera
puede hacer una transcripción razonablemente aceptable que provee una representación útil,
aunque siempre incompleta, de lo que fue dicho y cómo fue dicho.
El episodio a ser analizado puede ser seleccionado de las transcripciones basándose en una
variedad de consideraciones. Uno puede seleccionar un conjunto particular de
circunstancias, como comienzos de consultas, como en el fragmento citado antes. O puede
reconocer la presencia de un interesante “fenómeno candidato” (como las discusiones sobre
el significado de términos dudosos -lay- como “enfermo” -sick-). O uno puede estar
intuitivamente intrigado por algunos materiales. Algunas veces los hablantes parecen tener
bastante éxito en rescatar algunas cosas –Jefferson llama a esto “momentos virtuosos”- y
éstas pueden proveer buenos puntos para empezar. El episodio generalmente consiste en
una o más secuencias, en las que el interactuante inicia una acción y otro(s) reacciona(n) a
ésta.
El investigador, entonces, trata de darle sentido al episodio, usando mayormente el sentido
común, como Turner enfatizaba en la parte a) de la última cita. Este conocimiento es en
principio procedimentalmente similar al que usan los interactuantes mismos para reconocer
y producir el episodio bajo consideración. Esta interpretación está específicamente dirigida
a una tipificación sobre qué puede pensarse que las declaraciones que forman la secuencia
“hacen” y cómo esto que “hacen” se interconecta.
En un próximo paso, el investigador trata de explicar la interpretación previamente
producida, con base en el sentido común, como Turner indica en la parte B de la cita. Un
razonamiento es construido y que posiblemente conduce a la tipificación dada,
especificando sus bases empíricas, p. ej. los detalles del episodio bajo consideración y sus
recursos analíticos, el conocimiento de sentido común usado. En otras palabras, en esta fase
del análisis el investigador usa tanto los detalles de la interacción como sus conocimientos
como miembro como recurso para el estudio del conocimiento usado por los participantes
para lograr la secuencia bajo consideración. De esta manera, éstas quedan disponibles para
análisis ulteriores.
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6. Este análisis puede elaborarse de varias maneras. Como fue explicado antes, un recurso
significativo para apoyar el análisis de una declaración particular es inspeccionar su
respuesta, declaraciones siguientes y secuencias. El análisis de los participantes de las
declaraciones y secuencias elegidas puede desarrollarse ahí. Los participantes pueden, por
ejemplo, referirse a un episodio, explícito o implícito, mucho después en la interacción, y al
hacerlo dar una pista de cómo ellos lo “oyeron”.
7. Otro apoyo para un análisis particular puede encontrarse continuando el proceso analítico
en el que el episodio actual y su análisis van a ser comparados a otros casos. Como queda
claro en la cita anterior de Sacks, un análisis de AC siempre es comparativo, directa o
indirectamente. La idea es que los dispositivos usados para reconocer y producir una
instancia particular son similares a aquellos usados en muchas otras. El sentido común
usado en el paso 4 proviene de, como argumentó Schutz, las propias experiencias de uno y
de las de los otros transmitidas a través de ejemplos y explicaciones habladas. Y tanto en
este paso como en los siguientes los resultados analíticos previos de uno y los de los otros
van a jugar también un papel. La comparación con casos similares o diferentes, sea
implícita o explícita, es un recurso importante de lo que es llamado “análisis de casos
individuales”, que se focalizan en la explicación de un episodio en particular. Pero es la
estrategia principal en muchos otros proyectos de AC, los llamados “estudios de colección”,
en los que “colecciones” de instancias que son similares o semejantes de manera relevante
son sistemáticamente comparados. Y también hay trabajos que usan un diseño intermedio
entre estos tipos 13 .
En el fragmento citado antes, el episodio único puede ser inspeccionado primero en sí
mismo, pero aun en ese caso las “escuchas” particulares van a tender a estar basadas en
expectativas generales sobre lo que es probable o “normal” en circunstancias de una consulta,
p.ej. formular quejas, o dar una respuesta a un tipo particular de declaración, como mencionar
que no se han conocido antes. Con esto como respaldo podemos ver que la expresión del
paciente “Bueno, tengo esto, la garganta inflamada, por semanas ahora” (línea 19) corresponde
al primero, pero no al segundo. Uno podría usar una observación como ésta como punto de
partida del análisis posterior, tomando ejemplo de otras consultas y considerando los
descubrimientos de análisis anteriores sobre estas ocasiones (c.f. Heath, 1981; Ten Have, 1980,
1987).
Debe remarcarse, entonces, que el esquema de siete pasos representa una idealización y
puede no ser avalada por otros AC. La formulación del paso 4 y su separación de este y los
pasos siguientes puede ser especialmente debatible. Muchos investigadores tenderían a unir los
pasos 4, 5 y 6. Yo argumento, sin embargo, que puede ser algo bueno considerar por separado
al paso 4, en el sentido de que uno trata de explicar el significado local de las declaraciones y
secuencias independientemente del interés analítico del proyecto en el que uno trabaja 14 . En mi
opinión, entonces, este esquema representa algunas de las tendencias intelectuales básicas del
AC., aunque el orden sugerido aquí, por supuesto, no está estrictamente adherido a la práctica
real. Los investigadores, por ejemplo, van a retornar seguidamente a las fases tempranas. Y el
paso 7, cuando es tomado en su forma explícita, obliga al investigador a reciclar los pasos 3 al
6 para cada instancia en particular usada en la comparación.
Empezando por el paso 4, una interpretación de sentido común local de un episodio, el
esquema sugiere que esta interpretación sea considerada nuevamente en los pasos siguientes,
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explicándola y posiblemente revisándola. La meta final, como dije antes, es no argumentar por
la mejor interpretación posible, sino formular los significados usados por los miembros en sus
interacciones situadas: “dispositivos”, “aparatos” o “la tecnología de la conversación”.
La base de datos “restringida” del AC.
Como indiqué antes, el AC tiende a usar una base de datos muy restringida, p. ej.
grabaciones de interacciones que ocurrieron naturalmente. Esto es habitualmente visto como
una limitación a la validez de sus descubrimientos. Desde el punto de vista del AC, sin
embargo, es más bien un punto fuerte de sus resultados analíticos, si éstos se construyen
únicamente con base en los datos grabados. Las críticas en este punto pueden tomar una
variedad de formas. Se ha hecho referencia a “datos faltantes” respecto a los participantes,
como las usuales variables macrosociológicas (nivel socioeconómico, edad, género), posición
institucional, historia personal. Habitualmente los críticos tienden a quejarse de que el contexto
institucional de la interacción es desatendido analíticamente por el AC (Cicourel, 1981). Y
otros se preguntan por qué no son utilizados los recursos como las entrevistas con los
participantes, sus comentarios en las grabaciones o la interpretación del material grabado por
paneles de legos (lay panels).
Me encargaré del asunto institucional primero. Para entender la posición del AC en este
punto, debemos volver al comienzo del AC en los trabajos tempranos de Harvey Sacks y
Emanuel Schegloff. En esa fase temprana estos especialistas estaban trabajando con materiales
de ambientes institucionales, tales como llamadas a un sitio de emergencias psiquiátricas o a la
policía en casos de desastres. Pero estos estudios mostraron que los participantes en tales
circunstancias institucionales inusuales usaban dispositivos para la interacción que eran
bastante comunes. Estos dispositivos, entonces, podrían -o probablemente es lo mejor- ser
estudiados en circunstancias menos predefinidas y dramáticas, tales como conversaciones
comunes entre pares.
La elección de la “conversación” ha sido presentada como arbitraria (Schegloff y Sacks,
1973: 289-290), pero con la prudencia de la retrospectiva, puede juzgarse como afortunada. La
conversación ordinaria parece tener una importancia mayor en la vida social, tanto para
“viejos” como “nuevos” miembros, es la base para el entendimiento intersubjetivo, y también
un tipo de “reserva tecnológica” para cualquier tipo de vida social más “formal” o
“restringida” 15 . Visto así, ha sido una decisión sabia concentrarse, al menos por una cierta
cantidad de tiempo, en las conversaciones más ordinarias como materiales de análisis. Su
banalidad ha sido un activo más que una deficiencia, dado que no hay obvia ni pre-dada
significancia funcional para prejuzgar lo que está pasando con los datos.
En desarrollos posteriores del AC, sin embargo, vemos que muchos miembros de
generaciones más tardías han vuelto al análisis de las interacciones en ambientes
“institucionales” 16 . Audiencias previas al juicio, audiencias en la corte, entrevistas en las
noticias, encuentros médicos, interacciones en el aula o manifestaciones políticas han estado
entre los objetos de análisis. Lo que estos investigadores han hecho es, para decirlo en pocas
palabras, usar el repertorio de dispositivos conversacionales, descriptos por la primera
generación de AC mayormente en base a las conversaciones ordinarias, para explorar cómo
este repertorio es usado restrictivamente por miembros para constituir episodios de la vida
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“institucional”, reconocibles como tales para ambos, los miembros y los analistas (c.f.
Atkinson). Como señaló Heritage al resumir su discusión sobre estos tipos de análisis:
Such institutional
contexts are created as visible states of affairs on a turn-by-turn basis. It
is ultimately through such means that 'institutions' exist as accountable
organizations of social actions.
Es dentro de estas secuencias locales de habla, y sólo ahí, que estas instituciones
son a fin de cuentas y de manera conciente habladas para que existan (talked into
being). (..) los detalles de secuencias pequeñas y locales que al principio parecen
estrechas, insignificantes y contextualmente no interesantes, se convierten en los
recursos principales por los que son evocados los marcos más grandes de la
actividad institucionalizada. Estos contextos institucionales son creados como
declaraciones visibles de asuntos fundamentados turno por turno. Es finalmente a
través de tales significados que las “instituciones” existen como organizaciones
informadas (accountable) de las acciones sociales.
Heritage (1984: 290)
Para decirlo francamente, las explicaciones de lo que ocurre en cualquier tipo de
interacción, institucional o no, que hacen referencia a “previstos” (fixed givens) tales como
identidades y funciones institucionales, recursos o relaciones institucionalizadas, o lo que sea,
no son aceptables para el AC, hasta que la relevancia procesal local sea demostrada 17 . Y aun en
ese momento, lo que puede decirse concerniente a esos momentos es sólo que sus propiedades
o relaciones son realizadas por el habla en ese momento y tiempo. Por ejemplo, en mi propio
trabajo sobre consultas médicas, pienso que puedo mostrar que una “consulta médica” es
solamente constituida durante partes específicas del encuentro, y mediante significados
analizables, mientras que en otros momentos algo como una “conversación” u otro tipo de
interacción está ocurriendo (ten Have, 1989a). El mismo tipo de razonamiento puede aplicarse
a ciertas propiedades e identidades que son, para los miembros, consideradas estables dentro de
los escenarios, tales como ser un paciente o un médico, y también aquellas que son pensadas
como constantes en cualquier escenario, como la edad o el sexo (c.f. Garfinkel, 1967: 116-85).
Dadas estas ideas y descubrimientos, cualquier preconcepción sobre las propiedades,
relaciones y ocasiones que son usadas como la realidad dada en otras ramas de la ciencia social
son puestas entre corchetes en un análisis como al que aspira el AC. En este sentido el AC es
miembro de la familia de “ciencias fundadoras”, examinando lo pre-dado de la vida cotidiana
(c.f. Lynch y otros, 1983: 208). Debe notarse que uno podría aun objetar, con esta base, que se
mencione la identidad institucional de los hablantes (p.ej. Dr. y Pt.) como fue hecho en el
fragmento de transcripción antes citado. La existencia y relevancia de tales identidades,
estrictamente hablando, serán descubiertas en el análisis, como producto de las prácticas locales
de los participantes.
Tipos similares de argumentos pueden utilizarse contra las críticas que acusan al AC de
descuidar imprudentemente otras fuentes de datos, aparte de las grabaciones. Por ejemplo,
cuando presento mi propio trabajo sobre consultas médicas a una audiencia no es del AC (nonCA), soy interrogado habitualmente acerca de por qué no utilizo otras varias fuentes de
información para apoyar mis descubrimientos, tales como entrevistas con los participantes,
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grabaciones de casos o las interpretaciones hechas por un panel de legos. Mi respuesta a la
pregunta de por qué no entrevisto a los doctores y pacientes que son representados en el cuerpo
de las grabaciones es la siguiente. No hay forma de saber cómo una interpretación de una
acción hecha por un participantes, producida en un lugar diferente al original, se relaciona con
la acción así interpretada. Puede tener más sentido conectar tales interpretaciones al escenario
en el que son hechas, la entrevista sociológica, las sesiones de observación o escucha, que al
escenario al que se refieren. Para los participantes puede ser muy difícil reconstruir después del
hecho el intercambio (interweaving) de significados momento a momento en la interacción.
Pueden tener tendencia a presentar relatos parciales, poniendo sus acciones bajo un foco
favorable. Más aún, la atención del AC no está dirigida a descubrir los significados ocultos, los
proyectos estratégicos, y otros por el estilo, sino a los significados que en realidad y de manera
observable son producidos en y a través de la interacción para describir la tecnología utilizada
para originarlos.
Argumentos similares pueden levantarse contra el uso de grabaciones de casos como
recurso de información sobre los antecedentes del paciente o las carreras médicas, y contra el
uso de paneles legos para interpretar las grabaciones, para rechazar o confirmar las
interpretaciones del investigador. Una y otra vez el practicante del AC sentirá que esos otros
recursos pueden ser analizados en términos de sus propios procesos productivos (c.f. Heath,
1982.), pero que la información que éstos producen no puede prejuzgar el análisis detallado de
los propios datos de la interacción y que no debe considerarse más valiosa que aquellos datos
con fundamentos a priori.
La propia práctica interpretativa del AC
Argumentos como los antes referidos podrían, por supuesto, utilizarse en contra del
propio AC, el que puede ser considerado simplemente como otro contexto que produce
significado, tan extraño como el escenario original, como otros mencionaron más arriba. Estos
argumentos, por cierto, representan un serio problema para el AC, el problema de cómo dar
cuenta de sus propias contribuciones reflexivas a sus resultados. Este problema no puede ser
resuelto en principio, sólo en la práctica. Uno puede tan sólo tratar de crear circunstancias y
diseñar procedimientos que parecen promover las posibilidades de producir una lectura valiosa
de lo que ocurrió. Lo que es valioso, sin embargo, depende del tipo de análisis al que uno se
dedique. Y los intereses prácticos de participantes anteriores pueden perfectamente “explicar”
lo que fue hecho con un motivo racionalizador, antes que con un interés imparcial en entender
el episodio como un todo. Más aún, el marco interpretativo, usado por un investigador de AC,
es diferente del de otro participante u otro observador lego. Tomando prestada la terminología
desarrollada por Anthony Giddens (1984), podemos decir que mientras se asume que los
miembros son “prácticamente” competentes para producir una interacción ordinaria, la
transformación de este conocimiento en el tipo “discursivo” parece requerir un conocimiento
especial, motivos especiales y mucho tiempo. Todas estas cosas no están disponibles al
escuchar o ver sesiones con participantes o jueces legos independientes.
En términos de Alfred Schutz (1962), la actitud natural de los miembros está reñida con
la actitud que toman por los investigadores, también y en especial cuando el primero es el
objeto del segundo, como es el caso de todos los tipos de investigaciones orientadas
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fenomenológicamente, incluido el AC. Por este tipo de razones Harold Garfinkel y Harvey
Sacks (1970:345) recomendaron una actitud de “indiferencia etnometodológica” como “política
procesal”.
En la visión del AC, como se explicó antes, se asume una competencia práctica general
disponible para todos los miembros (c.f. Harold Garfinkel y Harvey Sacks, 1970:342). La
misma competencia es usada por los investigadores de AC, pero de una manera diferente y por
razones diferentes: para explicarla como parte de una empresa científica. No parece haber otra
forma que el análisis laborioso de grabaciones detalladas para hacer este trabajo.
Lo que ha sido cuestionado por críticos relativamente cercanos a la posición del AC,
como Aarón Cicourel (1981) y Michael Lynch (1985), sin embargo, es la disponibilidad de la
competencia práctica usada por los participantes para el analista que oye una conversación de
casualidad, quien no tiene un íntimo conocimiento de los participantes y sus circunstancias. El
AC parece asumir más una competencia “conversacional” general, mientras que sus críticos
focalizan más en escenarios especializados o competencias atadas a las tareas. Como Lynch
formuló esta crítica, mientras parece estar garantizada la existencia de una competencia general
involucrada en la producción de la “conversación”, la aplicación de los resultados y conceptos
del AC al estudio de episodios de “hablar del trabajo” (“shop talk”), divorciados de una
investigación más comprensiva de su escenario original, revelaría solamente los aspectos
“conversacionales” del diálogo, no aquellos que son constitutivos del carácter único de tareas y
escenarios específicos.
Para citar algunas de las formulaciones de Lynch:
La aplicación al por mayor de resultados de estudios de la conversación a
investigaciones de situaciones específicas del trabajo produce una forma fácil de
generar hallazgos analíticos mientras se deja inexplicado el carácter sustantivo y
específico del trabajo que se está haciendo, en y a través de la conversación. Al
elaborar sobre el uso situado de “estructuras” de conversación generales el analista
recapitula los intereses extrínsecos de la sociología sobre el trabajo al usar un
cuerpo de “estructuras” analíticas de la “sociedad en general” (o “conversación
ordinaria” en este caso) para dar cuenta de instancias específicas de la conducta. Tal
práctica garantiza una distancia analítica de las detalladas habilidades del trabajo
como rasgo específico de estos escenarios.(..) El “sólo qué” del trabajo
específicamente elude cualquier relato que subsuma un análisis del habla sobre el
propio trabajo dentro de un analítico general de conversación (general conversation
analytic)
(Lynch, 1985:9)
Lo que Lynch objeta es tratar cualquier episodio de diálogo interaccional como una
conversación, dado que por instancia el habla como parte del trabajo, podría también involucrar
competencias que no son discernibles para investigadores que no conocen “el negocio”, pero
éstos tienen que apoyarse en grabaciones de la interacción únicamente.
Visto desde esta perspectiva, es interesante notar que la mayoría de los estudios del AC
sobre la interacción “institucional” trataron las de un tipo muy específico, llamémoslas
interacciones profesional-lego. Este sub-género puede considerarse que ocupa un tipo de
posición intermedia, entre por un lado “conversaciones” y del otro “hablar del trabajo”. Estos
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encuentros pueden estudiarse, entonces, o bien desde una perspectiva profesional, tomando
estudios sobre “hablar del trabajo” en la profesión concerniente como el punto de partido, o
desde una perspectiva lega, desde el punto de vista de la “conversación”. Es esta última línea la
que ha sido tomada por la mayoría de los estudios del AC de varios tipos de interacción entre
profesional y lego (c.f. Atkinson, 1982; Frankel, 1984; Heritage, 1985; la discusión en
Heritage, 1984: 280-290; también, Ten Have, 1991).
Un tema importante en esta investigación es la identificación de lo que hace a las
interacciones diferentes a las conversaciones. Comparando estos encuentros con lo que es
sabido sobre las conversaciones, uno toma a las competencias generales de los participantes
legos como un punto de partida para el análisis. Así el foco está en aquellos aspectos de los
encuentros en los que éstos más difieren de las conversaciones, por ejemplo la distribución
específica de grupos (party specific) o “asimétrica” de varios tipos de declaraciones. Podría
perfectamente ser que los estudios tipo AC que empezarán desde un lado profesional, tomando
el “hablar del trabajo” como punto de partida, puedan producir varios tipos diferentes de
resultados, por ejemplo, focalizándose en la profesión específica involucrada, en estrategias
profesionales, etc.
En otras palabras, la cantidad de conocimiento de antecedentes “etnográficos” que el
investigador de AC elige recoger y usar en su análisis está relacionado a aspectos de la
interacción que uno quiere explorar. En su investigación sobre el “pedido de negociación” (plea
bargaining), por ejemplo, Douglas Maynard (1984) hizo un estudio etnográfico de las
audiencias previas al juicio en un escenario de corte municipal, para fundamentar su análisis de
una colección de negociaciones grabadas. El análisis propiamente dicho, sin embargo, produjo
un tipo de resultado típico del AC, un modelo secuencial que fue seguido en una forma más o
menos flexible en todos los casos. Entonces aquí se probó que las especificidades del trabajo
profesional pueden ser analizadas a la manera del AC, pero el investigador necesitaba saber
algo sobre el trabajo y su escenario antes de poder hacer el análisis. El resultado de su trabajo, a
pesar de esto, el modelo secuencial, es bastante formal y promete tener una relevancia mayor
que el de la singular corte municipal estudiada.
De una forma similar, uno podría traer el problema del AC “a través de culturas” (cross
cultural). Cuando el AC está fundamentado en la competencia general del investigador, ¿hace
esto imposible la investigación en escenarios culturales diferentes? En la practica real, la
mayoría del AC es hecho por investigadores que estudian material “de su propia cultura”. El
antropólogo Michael Moerman, sin embargo, estudió interacciones en una cultura radicalmente
diferente, la de Tailandia. Sus estudios produjeron resultados que son ampliamente compatibles
con estudios de AC en interacciones “occidentales”. Pero, reflexionando sobre su trabajo,
Moerman (1988) abogó por lo que él llama “AC culturalmente contextuado”, un AC que es
profundamente informado por un estudio etnográfico de la cultura en que las interacciones
estudiadas están imbricadas. Yo pienso que su trabajo sugiere que el AC puede producir
resultados que son bastante “universales” en el nivel de las estructuras y mecanismos formales,
pero necesita estar fundamentado en un íntimo conocimiento de la cultura desde la que se
producen las interacciones. Pero que este conocimiento sea obtenido por ser miembro o a través
de la etnografía parece ser poco importante, un asunto práctico.
Volviendo a las opiniones de Lynch, uno puede decir que éstas presentan una suerte de
ambivalencia en la perspectiva reciente de los etnometodólogos respecto al AC. De un lado, los
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“resultados” del AC son respetados, pero del otro hay algunas dudas con respecto a la forma en
que han sido obtenidos. Compare lo que sigue sobre el apoyo del AC en grabaciones y
transcripciones:
No puedo decir que el AC que está tan situado con respecto a su fenómeno no
explota la “distancia” analítica constituida en su uso de grabaciones y trascripciones
de “conversaciones ordinarias”. Además, la relación del AC con las
“conversaciones originales” es tal que provee una versión “alcanzada a oír” de
cualquier conversación cuando la interpretación de las declaraciones es hecha desde
la perspectiva de cómo estas declaraciones perduran para “cualquiera” que pueda
oírlas aparte de aquellas personas que están en la conversación (aunque una
familiaridad con la situación particular es obtenida y habitualmente se usa para
“informar” el análisis). La posibilidad de reescuchar las grabaciones es
adicionalmente un recurso para el desarrollo capacitado de “escuchar” por parte del
analista, y este “escuchar” se desarrolla en formas detalladas que no son idénticas a
ninguna “primer escucha” de una grabación, especialmente por practicantes naives
del AC. Cómo esto es simétrico con el “escuchar” de los participantes originales de
la conversación es una pregunta abierta.
Y él agrega:
Mencioné estas características de la distancia analítica del AC no como una forma
de encontrar defectos a ser corregidos, dado que estas características son idénticas a
los recursos para encontrar “novedades” sobre la conversación que es de tal detalle
y complejidad como para no poder realizarse sin el uso de grabaciones, colecciones
sistemáticas de “instancias”, etc. Todas estas operaciones analíticas marcan al AC
como una empresa analítica constructiva en muchos aspectos, pero con otras
empresas similares existentes hay un reclamo fuerte por el descubrimiento de rasgos
de la conversación que de alguna manera “exhiben” las actividades de los miembros
como “orientadas” a ellos.
Lynch (1985): 196:n.17.
En breve, mientras se reconocen los aportes hechos por el AC, éste es visto como
peligrosamente cercano a las prácticas “constructivas” que la etnometodología critica a la
ciencia social convencional. Anteriormente en su libro Lynch denominó al AC como un recurso
de “doble filo” para su trabajo. Su “distancia analítica es, de un lado objetada dado que se basa
en una “perspectiva de escucha causal” (overhearer’s perspective), y en este aspecto no es fiel
a la realidad fenomenológica de las multitudes interaccionales vividas que estudia, pero, por el
otro, sus resultados nos traen “novedades” sobre el logro de una conversación que no parece
estar disponible de otra formas.
En una entrevista con Bennetta Jules Rosette (1985) Harold Garfinkel hizo algunos
comentarios que van en este sentido. Por ejemplo, después de establecer que hay
compatibilidades profundas en el foco de un análisis procedimental y la producción local, él
agrega iii ,
iii
[N. del T.] En Francés en el original “Mais je me demande comment cette généralité peut être documentée et
détaillée. Les scripts me mettent mal à l'aise. (..) Oui, les transcriptions. Je suis sceptique quant à l'utilisation d'une
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Pero me pregunto cómo esta generalidad puede documentarse y enumerarse. Los
escritos me ponen incomodo. (..) Sí, las transcripciones. Soy escéptico en cuanto a
la utilización de una teoría de los signos para tratar de un fenómeno como objeto
teorizado. Se utiliza una teoría de los signos para analizar un objeto teorizado que es
producido, reconocido y comprendido por y para sus miembros sola y enteramente
in situ, dentro de detalles coherentes, inevitablemente pertinentes, y como tales. Se
da una interpretación del significado de los signos con el fin de informar del signoobjeto a los intereses de la interrogación. ¿Pero está bien eso qué ustedes quieren?
¿No sería necesario más bien buscar la coherencia controlable, producida
localmente y de manera endógena, de los detalles identificadores del objeto?
Jules-Rosette, 1985: 38
Lo que estos comentarios sugieren es que la estrategia desarrollada por el AC, mientras
comienza con las mismas problemáticas que los otros tipos de etnometodología, está, por su
apoyatura en la reificación de su objeto a partir de “la escucha por casualidad” de grabaciones y
construcción de transcripciones, restringido al estudio de las corrientes conversacionales como
prácticas situadas- En cambio, una representación secuencial estructural es estudiada desde la
posición de “cualquiera”. Esto sugiere que algunas propuestas de la etnometodología fijan una
posición más principista en relación al dilema metodológico que discutí anteriormente, que la
que toma el AC, que puede ser visto como más comprensivo y práctico.
Cuantificación y posibilidad de codificar (codability) 18 .
Desde una perspectiva fenomenológica, entonces, el AC puede ser visto como
peligrosamente cercano a transformarse simplemente en otra forma de “análisis constructivo”,
esto es un tipo de análisis que constituye su propio objeto sin tomar esto en cuenta. Esto es
especialmente agudo cuando consideramos las posibilidades de que el AC se desarrolle como
una empresa cuantitativa, o más generalmente, las posibilidades de “Codificar” los fenómenos
de interacción.
Como se ha dicho antes, el AC apunta a analizar los dispositivos y las competencias a
un nivel bastante general, disponible para “cualquiera”, prácticas que son relativamente “libres
de contexto”, aunque capaces de una delicada “sensitividad contextual (Sacks y otros, 1978).
Visto desde esta perspectiva, es bastante racional que muchos estudios de AC no se limiten a
una extensa discusión de uno o unos pocos fragmentos de un diálogo, sino que pongan bajo
examen sistemático colecciones más grandes de instancias. Cuando leemos estos tipos de
estudios uno es golpeado por el uso muy frecuente (!) de varios tipos de expresiones de
théorie des signes pour traiter un phénomème comme object théorisé. (..) Une théorie des signes est utilisée pour
analyser un object théorisé qui est produit, reconnu et compris par et pour ses membres seulement et entièrement
in situ, dans des details cohérents, inévitablement pertinents, et en tant que tels. Une interprétation de la
signification des signes est donnée afin de rapporter le signe-object aux intérêts de l'interrogation. Mais est-ce bien
cela que vous voulez? Ne faut-il pas plutôt rechercher la cohérence contrôlable, produite localement et de façon
endogène, des details identificateurs de l'object? Jules-Rosette, 1985: 38”
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cuantificación, tales como “rutinariamente”, “regularmente”, “frecuentemente”, “un número
sustancial”, “habitualmente”, “generalmente”, “recurrentemente”, “comparativamente raro”,
“comúnmente”, “masivamente recurrente” y “ausente”. De esta forma, la discusión de
instancias específicas recibe una amplia relevancia como tratamiento ejemplar de algo que es
en algún sentido, típico o atípico. Usualmente, sin embargo, la información cuantitativa se
mantiene relativamente vaga: el foco primario continua en los propios fragmentos citados.
En contraste a este tipo común de “cuantificación” en el AC, podemos notar una
cantidad de estudios que mientras reclaman una cierta relación con el AC, ponen su foco en la
propia calificación, en el sentido de presentar sus mayores hallazgos en términos de tablas y
porcentajes. Los ejemplos más conocidos de este tipo se encuentran en una serie de estudios de
Candance West y Don Zimmerman sobre diferencias basadas en el género en el
comportamiento interaccional, especialmente la interrupción (empezando con Zimmerman y
West, 1975, c.f. West y Zimmerman, 1985). El mismo abordaje fue utilizado por West en sus
últimos estudios sobre consultas médicas, focalizados en las interrupciones y en la distribución
de varios tipos de preguntas entre los participantes (West, 1984). Con una orientación similar,
Richard Frankel (1984) ha dado cuenta en su investigación sobre el uso por parte de los
médicos de “la opción del tercer turno”, luego de que un paciente ha respondido una pregunta.
Lo que es remarcable de estos estudios es que mientras discuten algunos extractos
cualitativamente, tienden a basar su conteo de instancias en criterios “objetivos” especificados.
Por ejemplo, (West, 1984: 55), provee una “definición operacional” de una interrupción,
refiriéndose a su trabajo anterior con Zimmerman:
Una interrupción es la iniciación de habla simultánea que se entromete
profundamente en la estructura de las palabras en uso del hablante;
operacionalmente, se encuentra más de una sílaba más allá del limite de una unidad
tipo posiblemente completa.
Zimmerman y West, 1975: 113-115
Y en Frankel (1987: 157), encontramos un tipo de definición similar:
Para propósitos de análisis, todos los terceros turnos que contienen uno más
términos contrastantes, p.ej. bueno-malo, correcto-incorrecto, verdadero-falso, etc.
Son codificados como secuencias de Evaluación. De manera similar, todos los
terceros turnos que contienen uno o más términos neutrales son codificados como
secuencias de Reconocimiento (o acuse de recibo).
Aunque estas definiciones, especialmente la primera, presuponen algunas capacidades
analíticas – por ejemplo poder diferenciar los límites de una unidad tipo- éstas tienden hacia el
tipo de instrucciones de codificación que se encuentran en la sociología cuantitativa
convencional. Un abordaje de este tipo implica que el análisis de cierto tipo de objetos puede
ser especificado de forma tal que puede delegarse responsablemente a una “máquina” o un
“dependiente”.
Problemas similares de “codificabilidad” se encuentran cuando uno usa ciertos tipos de
programas de computación para “asistir” en el análisis del material conversacional (Ten Have,
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1989b). Estos programas admiten un limitado número de caracteres para “codificar” un ítem
como una declaración o un episodio. Esta limitación fuerza al analista a documentar su análisis
de instancia en una o dos palabras o en un acrónimo. El debe usar un repertorio limitado de
códigos de una manera consistente. De esta manera son inevitablemente perdidos el significado
y las propiedades específicas de instancias separadas. Mis sugerencias son construir esta
iniciativa “desde abajo”, por así decirlo, esto es explicando el análisis de uno en relatos
separados, ligados a los códigos, para poder reflexionar después sobre asuntos como la
consistencia, el significado modificado, etc., en vez de usar las definiciones estipuladas altobajo (top-down). En otras palabras, uno puede desarrollar “rutinas del usuario” para permitir la
examinación reflexiva como una estrategia para contrarrestar un cierre interpretativo
prematuro.
Lo que básicamente está en discusión es si uno puede ignorar el ambiente secuencial de
los items interactivos, o más bien cómo ese ambiente puede estar implicado en cualquier tipo
de codificación. En el AC, la expresión “ambiente secuencial” se refiere en primer instancia a
las declaraciones que inmediatamente preceden y siguen. El significado de cualquier cosa
hecha o ausente en una conversación depende en última instancia del “lugar” en el que es
encontrado o del que está faltando (c.f. Schegloff, 1968, Schegloff y Sacks, 1973). Pero el
ambiente más grande puede también ser importante, por ejemplo en la consulta médica la fase
del encuentro (ten Have, 1987, 1990, 1991). En el estudio de West (1984) acerca de las
preguntas iniciadas por el paciente, no se prestó atención a la fase en las que estás fueron
introducidas, aunque en mi material esto parece ser decisivo para su aceptabilidad (Ten Have,
1991). Frankel (1984) ha simplificado este problema al restringir su material a los primero
minutos del encuentro. Al codificar transcripciones para análisis asistidos por computadora, he
propuesto incluir códigos para el ambiente secuencial como parte de la rutina. En breve, sea
que uno codifica para investigar distribuciones o para propósitos de recuperación rápidas en la
base de datos, la codificación deber ser sensible a los cambios de significados, especialmente
en relación al cambio de ambientes.
Estos problemas pueden ser ilustrados parcialmente considerando algunos aspectos del
fragmento citado al comienzo de este trabajo. Esto es claro desde la fase de apertura del
encuentro, entonces las contribuciones del médico en la parte cubierta por las líneas 19-33
puede ser analizadas como instancias de “haciendo que recibe una queja de entrada”. Muchos
de ellos empiezan con una superposición con el paciente y pueden clasificarse como
“interrupciones” según West. Esta terminología sugiere cierta agresividad, una tendencia a
forzar al paciente a hablar dentro de los marcos de lo que el médico establece como relevantes.
Cuando estas contribuciones son analizadas más profundamente, sin embargo, y relacionadas a
sus “objetivos”, parecen ser más bien de apoyo a los dichos del paciente y relativamente
“tardías” en aparecer. Por ejemplo, la pregunta en la línea 27 se refiere a la “tos” de la 24 e
incita al paciente a desarrollar su historia sobre este punto. El hecho de que “interrumpe”
parece ser tanto producto de la forma apurada de hablar del paciente, como de la “impaciencia”
del doctor (c.f. también su inhalación “anuncio” en la línea 25). De forma similar, la
declaración en la línea 31, “Pero Ud.: vomitó entonces,”, se relaciona con la precedente
“enferma y lo hice” (sink’n I di:d’) y es también “invitada” por el “Ud. sabe,?”, pero el paciente
no le da un espacio abierto para seguirlo. En breve, las definiciones operacionales, aun cuando
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están orientadas secuencialmente, pueden oscurecer más que iluminar las delicadas
negociaciones que ocurren en las interacciones cotidianas.
Discusión
Revisando las cuestiones metodológicas discutidas en este trabajo, podemos concluir
que la posición del AC está marcada por una tensión entre lo que podríamos llamar
“interpretación” y “análisis”. “Interpretación, aquí, se refiere al esfuerzo por formular
relativamente el único significado que una declaración, una acción o un episodio parece tener
para los participantes y/o investigadores, mientras “análisis” es usado para indicar los esfuerzos
para aislar aspectos, mecanismos y procedimientos que son relevantes para un rango de casos.
El AC puede ser definido, entonces, como la empresa de analizar las interpretaciones en
interacción.
La historia del AC ilustra este punto. En el comienzo el foco estuvo mayormente en los
aspectos textuales o verbales de lo que es hecho en la interacción. Gradualmente, otros aspectos
fueron añadidos a esta base, mayormente en relación a la organización secuencial de la
interacción, por ejemplo puntos de solapamiento, respiración audible o fenómenos de
entonación. Esto puede ser visto claramente al comparar las transcripciones incluidas en
estudios tempranos y tardíos (c.f. Jefferson, 1985). Los problemas especiales están conectados
con el análisis de los fenómenos no vocales en la interacción directa, como las expresiones
faciales y los movimientos corporales. Una objeción frecuente al AC es que uno no puede
decidir el significado de las “palabras” sin considerar lo que es llamado conducta “no verbal”.
Esta objeción asume que uno sólo puede decir algo sensible sobre los significados cuando uno
considera la situación total (in toto). El contra argumento del AC parece ser que mientras se
reconoce que el significado depende de una Gestalt en movimiento, uno puede analizar
separadamente la contribución de detalles específicos o clases de fenómenos para esa Gestalt.
Entonces uno puede empezar con los aspectos más accesibles de lo que es hecho en las
conversaciones, la expresión de palabras, y proseguir el análisis de los más difícilmente
aislables después, cuando uno ha aprendido más sobre la organización total a través del
primero. Así el comienzo con aspectos verbales no es una elección por principios, sino una
práctica. Una colección creciente de estudios de AC de fenómenos no vocales, incluyendo
prominentemente a Gooodwin (1981) y Heath (1986), exhibe que eso puede ser muy bien
incorporado al marco del AC. Pero en este campo también, la investigación ha empezado con
los aspectos más accesibles de las corrientes de interacción, las más “plausibles de ser
transcriptas”, como la dirección de la mirada (gaze direction).
Lo que está detrás de las formas en que los investigadores de AC tratan las tensiones
entre “interpretación” y “análisis” es una “ética de trabajo” definida. Los practicantes del AC se
dan menos a la reflexión filosófica que al trabajo duro. La habilidad de producir resultados
analíticos, basados empíricamente sobre procedimientos básicos de “hacer ser humano” (doing
being human), es una de sus mayores atracciones. La solución de los problemas básicos del
AC, que provienen de la forma en que ha desarrollados sus problemáticas básicas mediante un
fuerte compromiso empírico, debe ser encontrada en estas mismas prácticas. Y esta atada a ser
una solución práctica. Es con la intención de elucidar este proceso que este trabajo reflexivo ha
sido escrito.
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ANEXO: notaciones de la transcripción
Los símbolos usados en la transcripción son explicados aquí de manera resumida. Para una
versión más amplia ver Atkinson & Heritage (1984): IX-XVI
Las declaraciones que se superponen son marcadas con [ y a veces ] = conecta declaraciones
“picaporte” ('latched' )
Los intervalos en y entre declaraciones son dados en segundos (0,3), un (.) es una pequeña
pausa sin tiempo (small untimed pause.)
Una coma marca una extensión del sonido que sigue.
Las marcas de puntuación son usadas para indicar entonación: un punto una caída en el tono
(stopping fall); una coma entonación continuada; un signo de pregunta una inflexión que se
eleva
Un guión marca un corte abrupto.
Las flechas marcan cambios en la entonación en subida (|^)o en bajada (|v)
El subrayado indica énfasis.
Un signo de grado () marca un pasaje más suave de la conversación..
Las aspiraciones audibles son indicadas con hhh, las inhalaciones con ¨hhh.
Los paréntesis vacíos encierran habla no identificable.
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NOTAS
1
Ésta es una versión electrónica de un trabajo publicado originariamente en el Bulletin de Méthodologie
Sociologique, Nr. 27 (June): 23-51. Algunas referencias han sido actualizadas, pero aparte de esto, el texto es el
que se publicó. Una primera versión fue leída en una sesión sobre 'Issues in Qualitative Data Interpretation',
Research Committee 33, Logic and Methodology in Sociology, International Sociological Association, XIth World
Congress of Sociology, New Delhi, August 1986.
2
Estos incluyen, en orden de publicación, Schenkein (1978: 1-6), Bergmann (1981), Levinson (1983: 284-370),
Heritage (1984: 232-92), Heritage & Atkinson (1984), Heritage (1989), y Lee (1987).
3
Por conveniencia cuando ninguna persona particular es indicada, uso el género del escritor para decidir la
elección de pronombres personales; no hay intención de excluir a nadie.
4
C.f. Jefferson, 1985 por su interpretación progresivamente refinada de la risa y sus amplificaciones. Para una
discusión más extensa de las prácticas de transcripción, comprando los abordajes del AC, la Psicología Social y la
Lingüística, ver Section 3: Transcription procedures, en Roger & Bull, 1989. Ver también Psathas & Anderson,
1990
5
Las convenciones de transcripción son resumidas en el anexo
6
Ninguna disciplina o escuela científica es la invención de un hombre, pero la contribución del difunto Harvey
Sacks (murió en 1975) se acerca a tal posición. Sus conferencias transcriptas, que ahora han sido publicadas
completas (Sacks, 1992), son un recurso continuo para los investigadores de AC.
7
Mi tratamiento de la etnometodología va a ser esquemático. Para exposiciones más elaboradas ver Heritage
(1984, 1987). Livingston (1987) usa discusiones ejemplares de tópicos más que la historia intelectual para explicar
su perspectiva. La fuente básica es Garfinkel (1967).
8
C.f. Giddens (1984) sobre conciencia 'práctica' versus 'discursiva'.
9
Esto parece menos para el tercer tipo. Hay una tendencia, sin embargo, a seleccionar escenarios en los que la
producción de hechos es una tarea central, como en el ejemplo citado antes. Una tendencia similar es discernible
en el trabajo mencionado de Aaron V. Cicourel.
10
Por esta razón esos análisis son llamados 'constructivos' (Garfinkel & Sacks, 1970).
11
Un modelo similar para la investigación etnometodológica fue desarrollado por Ilja Maso (1964).
12
Parece que la mayoría de la gente que sabe que está siendo grabada se va a acostumbrar a esta idea más bien
rápido. Aún más, los tipos de detalles que interesan al AC no son los que pueden ser controlados concientemente
de manera muy fácil. (c.f. Ten Have & Komter, 1982).
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Ejemplo de estos tipos varios en el trabajo de Sacks y Schegloff son, para “análisis de caso singular”: Sacks,
1974, 1978, Schegloff, 1987; para “estudios de colección”: Sacks, et al. 1978 (1974), Schegloff, 1968; y para tipos
mixtos: Schegloff, 1978.
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Maso (1987) propone tal análisis independientemente de las preguntas de investigación principales como
estrategia general en la investigación cualitativa
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Ver Heritage (1984: 238) para una argumentación más extensiva en esta línea. Uno puede también considerar el
hecho de que la participación en una conversación ordinaria parece ser una de las actividades humanas más
difíciles de simular en una computadora (c.f. McTear, 1987).
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Luego de la publicación original de este trabajo, dos colecciones editadas fueron publicadas y contienen
discusiones sobre estos temas y sobre trabajos ejemplares, una editada por Boden & Zimmerman (1991), y la otra
por Drew & Heritage (1992).
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C.f. Schegloff (1991), quien usa la expresión “consiguiente procesal” ('procedural consequentiality'.)
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Luego de la publicación de este trabajo, Schegloff (1993) produjo algunas “reflexiones” muy interesantes sobre
el tema de la cuantificación en AC.
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