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UNIDAD III: PSICOLOGÍA SOCIAL CRÍTICA
Antecedentes de la Psicología Social Crítica
En un marco de protesta amplio y diverso se observa que desde la década de los
60’s surgieron corrientes constituidas por psicólogos, sociólogos y psiquiatras
(Franco Basaglia, Ronald Laing, Thomas Szasz, Erwin Goffman, etc) que
cuestionan las dinámicas de poder imperantes, siendo la psicología tradicional una
de las que favorece esta continuidad, por lo que plantean la necesidad de crear
una psicología de corte radical, que se hace visible en su diversidad desde la
década de los 80’s con la publicación de Wexler (1983) titulada “Critical Social
Psychology”. Los movimientos y teóricos que se pueden identificar como
antecedentes en su aparición son: el movimiento feminista, la antipsiquiatría, el
movimiento negro en Estados Unidos, el movimiento Gay, la Escuela de Frankfurt,
así como los postulados de Herbert Marcuse, Jurgen Habermas, Karl Marx y
Federico Engels.
Esto se debe a que el enfoque tradicional responde a las necesidades de los
grupos dominantes como el Estado y la Iglesia, los cuales controlan las Ciencias
para mantenerse en el poder. De esta manera surge el movimiento de la
Psicología Radical que critica el modelo medico tradicional de enfermedad mental,
el enfoque psiquiátrico, así como los métodos y técnicas tradicionales utilizadas
por la psicología. En concreto, y desde la salud, desmitifica las etiquetas de la
psiquiatría y se opone a la lógica de la relación médico-paciente por considerarla
un ejercicio de dominación del médico sobre su paciente, que funcionan bajo una
lógica de exclusión, represión y marginación para mantener el orden existente. La
desviación sería más bien un hecho social y la enfermedad mental sería la
expresión de las contradicciones que experimenta el individuo dentro del sistema
productivo dominante.
Desde la Psicología Social, vemos que para Montero (1987), “las acusaciones
arrojadas sobre las teorías psicológicas clásicas, de fragmentar y atomizar el
objeto de estudio, presentan aquí un ejemplo de esos inconvenientes: estudiar un
fragmento de conducta, un comportamiento específico, no explicar la totalidad de
un fenómeno complejo. Más aún diversas explicaciones parciales, lejos de
conjugarse en una explicación global, muchas veces llevan a concepciones
erróneas y a ocultar causas más profundas” (p. 40). Desde la originalidad y
contexto de aplicación de las teorías, las críticas son también claras y evidentes.
Como lo menciona Casañas y otros, (1984), y Montero (1989), esta Psicología
tradicional se caracteriza generalmente por su carácter dependiente y reproductor
de teorías, métodos y temas de estudio en boga principalmente en los Estados
Unidos y en Europa.
Sobre esta situación, Blanco (1995) menciona que la Psicología Social Psicológica
y la Sociológica incurrieron en el error de no reconocer – lo suficiente - la
importancia de la interacción entre los acontecimientos psicológicos a los que se
les llama sociales y el contexto histórico en el que estos ocurren. De esta manera,
lo psicológico y lo sociológico desarrollaron dos discursos diferentes entre sí que
no se complementaron (Doise, 1979 citado en Blanco 1995. pag.233), y que no
permitieron dar cuenta de la interacción permanente del ser humano con su
entorno. Es así como Lewin manifiesta que la relación de las cosas y de los
hechos psicológicos no se apoyan en características que los asemejan o los
diferencian de los otros, sino que las personas interactúan y se relacionan de
acuerdo a la experiencia de cada uno, tomando en consideración sus historias y
sus presentes para así poder comprender las situaciones que vivencia el individuo
en un determinado momento.
En este mismo sentido Martín Baró expresó (1987) la manera en que se hace
evidente la interpretación sesgada de una situación personal desde una mirada
tradicional: “Una forma más sutil de atribuir el fatalismo al carácter o a la
personalidad de los individuos se encuentra en quienes lo vinculan con una baja
motivación de logro. Decir, por ejemplo, que el obrero o el campesino
latinoamericanos, a diferencia de los norteamericanos, no progresan porque
carecen de esa ambición y empuje, es una forma aparentemente más “técnica”,
pero no por ello menos psicologista, de cargar a la víctima con la culpa de la
situación.” (p.145).
Origen de la Psicología Social Crítica y relación con la Psicología
Comunitaria y de la Liberación
Esta ola de protestas y movimientos sociales generan en la Psicología una
primera reacción con el surgimiento de la Psicología Social Comunitaria, la cual se
definió como el estudio de los factores psicosociales que permiten desarrollar y
mantener el control y poder que los individuos pueden ejercer sobre su ambiente
individual y social para solucionar problemas que los aquejan y lograr cambios en
esos ambientes y en la estructura social (Montero, 1982). De manera paralela
(década de los 70’s) tomaba fuerza el Movimiento Crítico a partir de la Escuela de
Frankfurt con un grupo de Neomarxistas insatisfechos con la tendencia hacia el
determinismo económico que estaba generando esta teoría (sin embargo este
grupo estaba activo desde 1923). Por otro lado también se estaba gestando el
Movimiento de la Psicología Social de la Liberación desde los inicios de los 80’s, y
será evidente en 1986 cuando surge con fuerza frente a las carencias y
desigualdades de las sociedades latinoamericanas. Para Montero (2004), la
Psicología Comunitaria, el Carácter Crítico y la Orientación Liberadora pueden
considerarse como expresiones de una misma conciencia.
El concepto de liberación, tal como lo explica Montero (2004), surge de Martín
Baró en 1986 con su artículo que expresaba la necesidad de propiciar una forma
de buscar la verdad desde las masas populares, sobre la necesidad de crear una
praxis psicológica para la transformación de personas y sociedades a partir de sus
potencialidades negadas, y la necesidad de dejar de discutir tanto sobre el estatus
científico de la psicología y más bien dedicarse a resolver los problemas de las
mayorías latinoamericanas oprimidas.
Como se observa, el análisis sienta sus bases de acción en las víctimas de
opresión, en quienes sufren carencias y han sido excluidos de los bienes que la
sociedad les debe brindar. La liberación sería el rescate del potencial de recursos
que esas personas tienen para lograr transformaciones que muchas veces son
invisibles para ellas mismas por sus condiciones de opresión históricas, culturales
y sociales.
Según lo expuesto en Montero (2004), la corriente crítica de la psicología tiene dos
orígenes. El primero generado en la práctica, que trastorna los modos de hacer y
de pensar, surgido en América Latina bajo la influencia de ciencias sociales como
lo es la sociología llamada "militante" o "crítica" (Fals Borda, 1978, citado en
Montero, 2009), la educación popular freiriana y su área de influencia que incluye
a sociólogos, antropólogos y educadores tales como Vio Grossi, Le Boterf, May,
de Witt, entre otros (Vio Grossi, Gianotten & de Witt, 1981, citados en Montero,
2004); la etnometodología, y algunas formas de antropología. En la psicología esta
corriente encuentra expresión en la naciente Psicología Social Comunitaria y en el
movimiento llamado de "alternativa a la psiquiatría". Tales movimientos tienen
lugar en América Latina a partir de mediados de los años setenta y si bien el
segundo de los nombrados no pareció continuar más allá de mediados de los
ochenta, la psicología social comunitaria sí se desarrolló primero como parte de la
aplicación de la psicología social y luego como rama específica de la psicología,
aunque siempre con un marcado acento psicosocial.
Otro origen comenzó a ser planteado en el campo de la psicología anglosajona a
mediados de los sesenta (Brown, 1973, citado en Montero, 2004), bajo el nombre
de Psicología Radical. Tal psicología era radical en su crítica y en sus
perspectivas sobre cómo intervenir no sólo en la relación con los individuos, sino
también en la sociedad en la que tanto ellos como los psicólogos viven (Brown,
1973, citado en Montero, 2004). Por crítica puede entenderse el someter a análisis
las teorías, conceptos y perspectivas aceptadas como explicaciones últimas de los
fenómenos psicológicos, develando sus contradicciones, sus lagunas, sus
incoherencias y debilidades, así como también sus fortalezas.
En definitiva, según Montero (2009), la Psicología Crítica cambia el modo de ver
las cosas ya que desarticula los mecanismos de poder que sostienen los enfoques
establecidos y abre nuevas perspectivas al conocimiento. Ella es parte de la
complejidad del mundo, usualmente tan difícil de aceptar. Y en este sentido la
crítica es liberadora. Libera de formas y modos pre-establecidos que se
consideraban como los únicos que podían comprender el mundo, explicar lo que
ocurre en su entorno, y además, que mantenían cierta jerarquía y relaciones
basadas en la desigualdad y en la subordinación.
Características de la condición “Critica” en Psicología Social
Es muy difícil definir la condición “Crítica” pero Montero y Christlieb (2003, citados
por Montero, 2004) lo han consignado en los siguientes puntos que se presentan
brevemente:
1. Se parte del término crisis - que se toma de su significado griego - para
representar la acción o facultad de elegir. Es decir que existe crítica cuando se
identifican las diferentes caras o explicaciones que pueden encontrarse a un
fenómeno, identificando el carácter complejo de los hechos.
2. Como un resultado de la crítica, se acepta la existencia de un estado de
molestia o de alteración "clima de perturbación" (Stainton Rogers & Stainton
Rogers, 1997), resultante del proceso de someter al análisis exhaustivo lo que se
considera como la ultima explicación de un objeto, concepto o teoría, lo cual
permite ver sus vacios, incoherencias y debilidades
3. El proceso de la crítica, implica señalar de dónde parte y por qué la hace así;
mostrar sus sesgos y tendencias en lugar de presentar el aspecto defendido como
si fuese el único o fuese la norma a seguir. Se debe poder “criticar a sí misma”.
4. Siempre existirá la crítica, a pesar de lo mal que pueda ser recibida, lo cual le
confiere el carácter de "fatalidad de la vida cotidiana" (Montero & Fernández
Christlieb, 2004), condición que la une a la ciencia y a la esencia de todo
investigador que acepta la no existencia de un principio de autoridad, sino que las
"verdades" de la ciencia lo son sólo hasta prueba en contrario.
5. Lo crítico es cambiante. El mundo que cambió deviene natural y habitual y será
de nuevo objeto de crítica. La crítica entonces no tiene contenido ni forma
predeterminada.
6. La crítica no es en sí ni buena ni mala. Es necesaria para cambiar las cosas. Al
igual que las teorías, los métodos y el conocimiento en general, puede ser usada
con los más variados designios, pero siempre mostrará las debilidades y fortalezas
de lo criticado y de quien critica.
7. El movimiento crítico expresa la tesis monista de que el conocimiento no es un
reflejo objetivo de la realidad sino que está marcado por las condiciones históricas
de su producción, de las cuales forma parte.
Como se observa, la Crítica desencaja los modos de ver habituales y siempre abre
nuevas perspectivas. No se la debe categorizar al interior de una corriente o
tendencia o metodología ya que la crítica está en todas partes, y sería amarrarla
con una mirada parcializada del mundo, con lo cual la crítica se acabaría. Sin
embargo, la posición crítica se puede identificar en la Psicología Social
Comunitaria y en la Psicología de la Liberación, siempre y cuando se puedan
responder las siguientes preguntas propuestas por Prilleltensky y Fox (1997,
citados casi textualmente de Montero, 2004):
1. ¿Se está promoviendo el statu-quo de la sociedad en la cual se está realizando
la investigación o intervención? Ahogar los aspectos críticos es una de las formas
de expresión del autoritarismo y de sus abusos de poder, que comienzan por
eliminar las disensiones en un campo específico y terminan suprimiendo todo
aspecto crítico, inclusive con desaparición física de quienes los plantean. En el
aplanamiento de la opinión pública y en el rechazo a la diversidad se reconocen el
autoritarismo y el ejercicio abusivo del poder.
2. ¿Se promueve la justicia o la injusticia social en esa investigación o
intervención? Esto puede definirse si nos hacemos otras preguntas
complementarias que ya han sido hechas antes en la literatura de las ciencias
sociales (Fals Borda, 1970/1981), tales como: ¿A quién o a quiénes beneficia lo
que se está haciendo? ¿Se escucha a los supuestos beneficiarios de ese trabajo?
¿Se considera que también ellos tienen algo que decir, y hay el espacio y el
tiempo para que lo hagan? ¿Se toma en cuenta y se discute seriamente lo que
ellos dicen?
3. ¿Hay conciencia de las repercusiones sociales de las prácticas y teorías del
campo, o se desentiende ese campo de sus efectos negativos potenciales? Esta
es una pregunta que exige un examen crítico de lo que se está haciendo; de los
conceptos y explicaciones a los cuales se acude para explicar o interpretar lo que
se investiga; de los métodos empleados para hacerlo; así como de las reacciones,
alcances y limitaciones que puede tener la tarea que se realiza.
4. ¿Hay declaración explícita de los valores que se asumen al realizar una
investigación o una intervención, por parte tanto de teóricos y de practicantes, o
asumen que lo que hacen está libre de valores? La respuesta en este caso nos
debe indicar si las personas que llevan a cabo un estudio expresan sus sesgos,
sus tendencias, sus creencias y su compromiso con determinadas posiciones no
sólo teóricas, sino políticas, religiosas y en general aquellas que son
fundamentales en la orientación de nuestra conducta.
5. Complementando la pregunta anterior, aparece esta: ¿Cuáles son los
compromisos culturales, morales o de valores y cómo afectan ellos las críticas que
se hacen? Este aspecto es muy importante por cuanto muchas veces los sesgos
de nuestros estudios se deben a ese tipo de compromisos que pueden haber sido
adquiridos muy temprano en nuestras vidas y pueden derivarse de pautas de
socialización ligadas a la nacionalidad, a la religión, a la etnia, a una época o a la
situación de clase. Su expresión puede explicar el por qué de ciertas ideas, tanto
para mantenerlas como para condenarlas, e incluso la elección misma del tema de
investigación puede depender de tales compromisos.