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HISTORIA RECIENTE (2000- 2009) DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL EN COLOMBIA: UNA MIRADA DESDE LA RED COLOMBIANA DE PSICOLOGIA SOCIAL CRÍTICA. Extractos del módulo elaborado por: Álvaro Días DESDE DÓNDE HABLAR La escritura del tiempo presente se hace desde la procesualidad, a partir de la contingencia propia de la vida cotidiana, desde los intersticios que se dan en la tensión de la tradición y lo nuevo, con los lenguajes y lógicas características de una época, pero también con aquellos estilos de comunicación que vamos instaurando en contra de lo prevaleciente. Desde lo anterior, quiero hacer ésta presentación en forma autobiográfica, desplegando una forma narrativa, priorizando el YO en cuanto expresión de un NOSOTROS, pero asumiendo la responsabilidad de encarnar las palabras y los sentidos que ellas puedan tener, e igual, mostrar un camino andando en relación con otros, pero donde la soledad existencial no se diluye, sino que se expresa en cuanto potencia vital, tesonera, que ayuda en la dinamización de procesos sociales y en la generación instituyente de nuevas prácticas y discursos constitutivos de la realidad, de nuestra realidad, de aquella que asumimos es la real. Lo social no es dato, es proceso, devenir, construcción histórica, colectiva, cotidiana; por eso, a veces, perdemos las retrospectivas y las perspectivas actuales que se despliegan en prospectivas explicativas de lo social histórico. Lo social es entramado donde emergen hitos que desde la memoria nos ayudan a ubicar qué hemos sido, qué ha ocurrido, qué hemos hecho en la configuración, o para la configuración de la realidad social - histórica. En nuestro caso, la que denominamos de PSICOLOGÍA SOCIAL“ Por un asunto meramente explicativo y de delimitación de esta presentación, haré una reducción de la mirada a la última década de vida académica que he desarrollado en diferentes espacios académicos y desde distintas universidades, a través de sus facultades de psicología y de forma específica en la áreas y colectivos de psicología social-comunitaria, con la tonalidad de mi experiencia particular. Esta delimitación no pretende negar los procesos académicos colectivos, sino reconocer que no hay universales en la universidad; que las facultades - en éste caso de psicología- no tienen una lógica hegemónica, aunque haya tendencias explicativas o de pensamiento académico; que los colectivos de docentes no actúan de manera unívoca y que por lo tanto, siempre desde lo personal, desde la subjetividad, emergen experiencias que son reales, aunque no sean institucionales o institucionalizadas. CONTEXTO HISTORICO DE LA PSICOLOGÍA EN COLOMBIA. La psicología como disciplina y profesión, se expresa a través de distintas vías, una de ellas, la académico/científico que a su vez se desdobla en lo organizacional/ gremial. El Desarrollo histórico de la psicología en Colombia se encuentra documentado en Ardila (1973; 1986; 1993; 2000) En el libro de 1993, Ardila convoca a profesores universitarios para que escriban sobre los siguientes tópicos: la evolución de la psicología en Colombia; la institucionalización de la psicología; la investigación científica; sus aplicaciones; y las perspectivas, siendo esta la obra más actualizada y completa que al año 2009 existe sobre el desarrollo de la psicología en Colombia. Por pertinencia para el contexto que estoy ofreciendo, retomo de éste texto los planteamientos de Rodríguez (1993) quien hace una periodización en cinco grande momentos: Primitivos pobladores; la colonia; Francisco José de Caldas; siglo XIX y siglo XX. Haciendo evidente como la formación profesional en psicología se inicia “el 20 de Noviembre de 1947”, siendo reconocida como profesión por la ley 58 del 28 de diciembre de 1983. Por su parte, Mankeliunas (1993) hace una periodización donde privilegia la manera como se desarrollan problemas, siendo estos: la psicometría, donde lo que se privilegió fue la aplicación de pruebas técnicas y objetivas para la admisión de los interesados en los estudios de educación superior lo que demarca que la psicología haya iniciado como una “actividad profesional y no con la formación académica” (pg. 46); Segundo período: conciencia e inconsciente, donde se centra la formación en el estudio de la personalidad “fundamentalmente significa la conciencia, la unidad, la identidad, la individualidad y la responsabilidad” (Pg 51) tercer período: experiencia (vivencia) y comportamiento; cuarto período: Búsqueda de identidad científica y profesional; el último período lo enuncia Mankeliunas como Camino hacia el año 2000, aunque bien se puede denominar consolidación del proceso desarrollado. CONTEXTO HISTÓRICO RECIENTE DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL. La psicología social en Colombia ha tenido un tránsito no ajeno de tensiones entre estas opciones, así se encuentra documentado por Cruz (1993) quien plantea un escaso desarrollo de esta área, atribuyéndolo a “factores como la ausencia de agremiaciones fuertes sobre el área, la falta de programas en pre y posgrado que fomenten el desarrollo de la psicología social Colombiana, los deficientes mecanismos de comunicación” (pg 381) Esto contrasta con lo planteado por Ardila (2000) para quien las áreas en las que más se investiga (a juzgar por el número de investigaciones públicas) son la psicología social, en primer lugar y el análisis experimental del comportamiento, aunque en las opciones profesionales, la psicología social aplicada se encuentra en el cuarto lugar de escogencia después de psicología clínica, educativa, y organizacional. Es de entender que estas tensiones se presentan, en cuanto, como lo plantea Barrero (2000; 207) “la psicología social en Colombia no surge porque simplemente aparece un nuevo objeto de investigación, sino porque hay un desarrollo histórico que determina nuevas necesidades para los individuos y la sociedad” Durante dos décadas la Universidad Nacional Abierta y a Distancia (UNAD)ofreció formación pregradual en psicología social-comunitaria, pero por normativa del Gobierno nacional, se debió cambiar éste énfasis, en tanto se asume que es una especialidad que se debe cursar, como tal, en los niveles posgraduales.Otro tanto ocurrió con el programa de psicología social que estuvo ofreciendo la Universidad Externado de Colombiaen Bogotá, y la Fundación Universitaria Luís Amigó, en Medellín; Los tres programas se ofrecen ahora con la titulación genérica de psicología. Lo anterior, sin duda, limita la conformación de un capital intelectual que se exprese como comunidad académica y científica, centrada en los problemas teóricos y prácticos que se delimiten como pertinentes para ella. Lo anterior se ve contrarrestado con la emergencia de programas de especialización, como el ofrecido por la Universidad Pontifica Bolivariana, sede Medellín, en psicología social aplicada, y desarrollado con los siguientes seminarios: Perspectivas teóricas y problemas de la psicología social; Campos de aplicación y proyección laboral en psicología social; Seminario especializado I, II, III, IV; Métodos y estrategias de intervención psicosocial; Cuatro enfoques para una psicología social contemporánea; El problema de la construcción social de la subjetividad; Métodos y estrategias de investigación psicosocial; Desarrollos y aportes de la psicología social en Colombia y en América Latina; La intervención psicosocial y los aspectos éticos;; seminario optativo I y II vinculado al trabajo de grado; Estrategias de intervención con grupos poblacionales en situación de problemáticas específicas; Contextualización sociopolítica de la realidad colombiana contemporánea. O, el ofrecido por la Universidad el Bosque, en Bogotá, con la denominación: psicología social, cooperación y gestión comunitaria, desarrollado con un plan de estudios compuesto por seis áreas: Fundamentos epistemológicos y desarrollo de la psicología contemporánea; Avances en psicología social contemporánea; Modalidades y diseños de intervención e investigación psico-social; Modalidades y diseños de intervención e investigación psico-social; Formulación, gestión y evaluación de proyectos; Política social colombiana, inversión y cooperación; Análisis crítico de estudios y programas seleccionados sobre gestión comunitaria en Colombia y en otros países con fines de soporte al trabajo de grado. También se cuenta en el país con la especialización en Intervención psicosocial, ofrecida desde el año 2009 por la Fundación Universitaria Luís Amigó, en la modalidad presencial y a Distancia, está compuesta por tres áreas: Fundamentos, intervenciones y metodologías. Es dentro de ella, que se desarrolla la presente propuesta del módulo de “nuevos desarrollos de la psicología social en Latinoamérica” En este contexto, y como devenir, emerge un trayecto organizativo gremial de los psicólogos sociales, cuyas huellas se encuentran en: La asociación nacional de estudiantes de psicología (ANEPSI) que en la década del 80, impulsó dos seminarios nacionales de psicología comunitaria y un congreso nacional sobre esta área(Nieto; 1993); en 1987 se organizó por parte de un grupo de psicólogos interesados en el área el congreso denominado “psicología social comunitaria” desarrollado en Bogotá; la sociedad Colombiana de psicología social (Acopsic), realiza el II congreso Colombiano de psicología social en 1990 (Escobar, 1993); la cátedra libre Ignacio Martín Baró (http://www.catedralibremartinbaro.org/) ha impulsado y realizado tres seminarios nacionales de psicología social; derivado de lo anterior, se constituyó el colectivo nacional de psicología social, del que forman parte docentes, investigadores, profesionales y estudiantes, quienes priorizan en su quehacer laboral lo que asumen es el rol del psicólogo social comunitario; y por último, la red de psicología social crítica. Que emergió -junto con otras redes de investigadores en diversas áreas de la psicología- por iniciativa de ASCOFAPSI en el año 20005(http://www.ascofapsi.org.co/), en el contexto de lo que se denominó “Pre-encuentro de Investigadores para conformar la red de Investigadores de Psicología en Colombia” y realizado en la Universidad Católica de Colombia (Bogotá) PERSPECTIVAS TEÓRICAS DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL EN LATINOAMERICA. LOS NUEVOS Y CONTEMPORÁNEOS CONTEXTOS SOCIALES EN Y PARA EL DESAROLLO DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL COMUNITARIA LATINOAMERICANA. En el primer quinquenio del siglo XXI en devenir, se presenta vigencia de algunas de las condiciones sociales prevalecientes en las tres últimas décadas del siglo XX, tales como la existencia de amplios sectores populares que viven en condiciones de pobreza, la concentración de capital en pocas manos y por lo tanto, la vida marginal de bastas capas de la sociedad, quienes no logran acceder a los bienes y servicios de la sociedad de consumo que genera el capital. Lo anterior implica que la pobreza es aún, una característica de los países Latinoamericanos.La segregación social tiene una fuerte presencia, la pirámide educacional se mantiene con educación de calidad solo para una minoría en los niveles secundarios y universitarios. Las poblaciones urbanas aumentan en detrimento de las rurales y si bien es cierto se fortalece una capa media de la estratificación socio-económica, aumenta la tensión entre los polos de pobreza y de riqueza, lo que implica mala calidad de vida psicosocial para los primeros. En el plano socio político se ha desvanecido la guerra fría entre Estados Unidos y el boque socialista.El derrumbe del muro de Berlín, símbolo de la “caída del socialismo real”, está siendo reemplazado por la guerra contra el terrorismo, por lo que si en las décadas del 70 al 90 todo aquel que se revelara contra el establecimiento era denominado guerrillero, ahora se le adjetiva como terrorista y el miedo se va entronizando como mecanismo de control (Aristizabal: 2003;Ordóñez: 2006; Díaz: 2007) Las polaridades entre los países desarrollados y los denominados en vía de desarrollo se desvanecen desde los procesos de globalización económico y cultural que el capitalismo va generando, con ello, lo local, regional y global van adquiriendo otros sentidos. Lo comunitario, lo público, lo privado, lo íntimo, son categorías que emergen como explicativas en la construcción de lo social y van a permear el discurso y quehacer de la psicología social comunitaria (Ortiz: 2005; Suárez: 2005). La opción por la democracia es un horizonte generalizado en América Latina y las tendencias políticas de centro izquierda y de izquierda que expresan matices de socialismo van emergiendo en Brasil, Chile, Argentina, Venezuela, Uruguay, Ecuador. Los movimientos sociales siguen en movimiento como ocurre con los indígenas en Ecuador, Bolivia, Colombia, México, donde estos se expresan en las calles de las ciudades, en las vías interdepartamentales, en las comarcas y selvas (Tabares: 2006; Caycedo: 2006) Así, respectivamente, ellos marchan y protestan contra la corrupción e incumplimiento de los planes de gobierno, por la defensa y nacionalización de los hidrocarburos, contra la violencia armada y por la neutralidad de la población civil en los conflictos internos, por la dignidad y reconocimiento de las etnias y culturas ancestrales invisibilizadas. Si bien hay un desencanto hacia los partidos políticos, no existe claridad respecto a un proyecto político unificador, no se reconoce una utopía aglutinante que direccione el quehacer de los movimientos sociales y populares. Estos no han desaparecido. Han mutado. Se han adecuado a las nuevas condiciones globales, regionales y locales, conllevando a nuevas miradas interpretativas de estas realidades. En el plano teórico, se ha agudizado la crisis de los metarrelatos, de la verdad única, de los discursos omnicomprensivos, del pensamiento lineal, moderno, instituyéndose las narrativas, las verdades construidas socialmente y por lo tanto con valor contextual, la racionalidad compleja, el pensamiento débil, la pretensión de abordaje de totalidades explicativas y no de partes, la interrelación y no la separación de procesos. En la investigación social se expande la tendencia del pensamiento complejo (Estupiñán: 2003) por lo que más que la metodología, lo que se privilegia es el método en cuanto lógica de racionalidad comprensiva del mundo, no vale tanto, el camino andado por otros y que nos es transmitido a manera de receta, sino la propia andadura conceptual, el esfuerzo del pensamiento, el valor de la autonomía intelectual, la pluralidad rigurosa en la construcción de conocimiento (Sotolongo y Delgado: 2006) En mi entender, en este nuevo contexto, la psicología social comunitaria tiene un camino construido, y en cuanto no hay camino, sino que se hace camino al andar, ésta tiene su propia andadura que tal vez requiera ser leída desde las nuevas condiciones, y acompasada para que sea más pertinente al día de hoy, al devenir que vivimos de manera activa. El psicólogo social comunitario concreta múltiples roles simultáneos y polivalentes, por tanto debe profundizar uno de ellos, el de intelectual. Desde la creación teórica, propia de éste rol, puede ampliar la perspectiva transdisciplinar que le fue característica cuando cuestionó la crisis de relevancia de la psicología y estableció diálogos fructíferos a la vez que migraciones conceptuales con la sociología, de donde retomó – si bien no con ése nombre, si en su sentido político- la sociología militante, para hacer lo que ahora podemos denominar psicología social comunitaria militante, de aquella asumió como opción privilegiada de investigación la perspectiva de la Investigación Acción Participante (IAP) (Tovar:2001; Díaz:2003;Montero:2006) igual, de la pedagogía, los elementos de la educación popular, con categorías como concientización, liberación, que fue haciendo suyas e indagando sus potencialidades y cualidades psicológicas. De la comunicación alternativa o popular retomó lo relacionado con los medios decomunicación comunitarios como el periódico barrial, la radio comunitaria, el casette foro, lo que permitió reconocer otras dimensiones de la comunicación diferentes a la interpersonal o la que se presenta en la relación terapéutica. De la filosofía se retomaron los planteamientos de la escuela de Frankfurt frente al poder, el autoritarismo, las nociones de ciencia, la clasificación de las ciencias en crítico -sociales, histórico – hermenéuticas, y empírico – analítica. La relectura del marxismo y del psicoanálisis. Por ello el discurso de la psicología social comunitaria es plural, abierto, convergencia/divergencia de múltiples miradas (Varas: 2005; Sánchez: 2004; Montero 2005; 2006; Arango: 2006 b). Sin embargo, el nuevo rol/reto del psicólogo social comunitario es variar su mirada del plano lineal y profundo, pero sin relaciones, al nivel de la superficie rizomatizada e interconectada. Ello conlleva a un cambio de racionalidad, unos nuevos lenguajes que la signifiquen y ayuden a construirla en esos nuevos sentidos.(hasta acá … para realizar el 1° Registro de lectura) LAS HUELLAS TEÓRICAS. Si se quiere ser actor de los tiempos presentes, hay mínimo tres opciones desde los ámbitos universitarios: la escritura académica; la presencia en seminarios, congresos y eventos de comunidades académicas; y el acompañamiento en procesos de práctica e intervención profesional estas opciones expresan los desdoblamientos teóricos y de época que procesual y vivencialmente se protagonizan. Así, desde mi realidad docente se encuentran las siguientes huellas: Psicología social Latinoamericana Se intenta, sin desconocer otros referentes, configurar la tradición de la psicología social que se ha protagonizado desde América Latina y con ello en Colombia, ubicándola en los tiempos y espacios presentes que nos corresponde vivir. Así, Díaz (2005) explicita cuatro rasgos de lo que puede ser una psicología social latinoamericana contemporánea: El devenir, en cuanto se asume como una forma diferente de pensar y de hacer psicología social, donde ésta se encuentra en construcción, con certezas, vacíos, brumosidades, intersticios de coincidencia y divergencia, por lo que no cierra su cuerpo categorial, sino que se abre como diáspora conceptual (Doménech e Ibáñez, 1998) La diversidad de matices, tal apertura, no reconoce una psicología social, sino que ubica pluralidades, opciones investigativas y de intervención, cada una con sus lenguajes, representantes y particularidades, asíencontramos: la psicología social construccionista (Figueroa; 1994); la psicología social crítica (Molina y Estrada; 2006. Christlieb; 1991, 1994;) y la psicología compleja (Estupiñán; 2003) La criticidad. La psicología social contemporánea es y debe se crítica respecto a toda concepción fundamentalista del conocimiento, a toda noción apolítica de la ciencia, a cualquier a-historicismo científico, a cuanto conocimiento estanco y fosilizado exista, a las nociones de verdad universal, de conocimiento objetivo, de conocimiento representacional, a las dicotomías en la concepción del mundo, la naturalización de lo psicológico, a cualquier esencialismo de lo humano, de la psicología como técnica (Díaz, 2005) 2.- Psicología social comunitaria Latinoamericana. En este apartado estamos ubicados en una perspectiva plural de ésta área de la psicología, donde retomamos planteamientos de sus pioneros y reconocemos las transiciones o transformaciones de sus pensamientos y el posicionamiento que actualmente comparten. Así entonces, se abordan los siguientes ejes en la comprensión de la psicología comunitaria (Díaz, 2007): lo epistemológico, desde donde, históricamente se ha discutido respecto de qué es el conocimiento, qué es el conocimiento científico, qué entender por verdad, cómo se construye la verdad, cuál es la historicidad del conocimiento, qué mecanismos de poder le son inherentes (Serrano García: 1992; Díaz: 2003). Lo conceptual, cuyo énfasis es el conocimiento propio para el contexto latinoamericano, construir teorías que den cuenta de las particularidades psíquicas de los hombres y mujeres de esta parte del mundo, (Montero: 2005; MartinBaró: 1988) Lo práxico, que permite reconocer nuevos horizontes de acción, cambios en los escenarios de actuación del psicólogo, ampliación del área clínica a otras opciones como la psicología social y por esta vía a la psicología comunitaria, pasando del consultorio al territorio, al ámbito barrial, que en su sentido ideológico-políticoutópico se asumió como “la comunidad” (Díaz: 2004; Carvajal: 1984) La psicología social comunitaria Latinoamericana inicia sus desarrollos en la década del 70 como alternativa a las deficiencias epistemológicas, conceptuales y práxicasde la psicología hegemónica vigente en ése momento, en particular su perspectiva clínica (López: 1992; Montero: 2002; Díaz, 2003) En lo epistemológicopretendía construir – retomando tendencias de la filosofía y la sociología de la ciencia- otras opciones respecto a qué es el conocimiento, qué el conocimiento científico, qué entender por verdad, cómo se construye la verdad, cuál es la historicidad del conocimiento, qué mecanismos de poder le son inherentes (Serrano García: 1992; Díaz: 2003) En lo conceptual se proponía generar conocimiento propio para el contexto latinoamericano, construir una teoría que diera cuenta de las particularidades psíquicas de los hombres y mujeres de esta parte del mundo, explicitar y dar nuevos sentidos a la teoría psicológica que permitiera superar la “crisis de relevancia” disciplinar de la psicología (Montero: 2005; Baró: 1988) Respecto a lo práxico delineaba un horizonte de acción donde se debían cambiar los escenarios de actuacióndel psicólogo, ampliarlo del área clínica a otras opciones como la psicología social y por esta vía, en la que ya se iba construyendo como psicología comunitaria, pasar del consultorio al territorio, al ámbito barrial, que en su sentido ideológico-político-utópico se asumió como la comunidad, entendida como un lugar geográfico donde habitaba una población determinada y poco flotante, ubicada en las zonas urbanas – posteriormente se presentarían experiencias rurales- con pertenencia a una clase social excluida de la propiedad del capital y llamado por ello sectores marginales, periféricos, pobres (Díaz: 2004; Carvajal: 1984) Lo anterior implicaba para el estudiante de psicología interesado en ésta área, nuevos procesos de formación académica, otros contenidos curriculares, diferentes opciones de comprensión de lo psicológico en cuanto proceso y de la psicología en tanto disciplina (Brea, L y Correa E: 1980). Como todo conocimiento emergente, el de la psicología social comunitaria se fraguó al margen de la institucionalidad universitaria, paralelamente al poder instituido desde los programas de psicología y las diversas agremiaciones, aunque luego fue incorporado al discurso académico hegemónico y sus respectivos planes de estudio. Así, por ejemplo, en Colombia no existía hasta el año 1980 un programa de psicología que formalmente incluyera la psicología social comunitaria como asignatura o componente de formación (Díaz: 2002), será en el año 1982, cuando en la Universidad INCCA de Bogotá y en la Universidad del Valle en Cali, surja la propuesta de esta área como espacio de práctica y formación teórica (Arango, Carlos 2006 a: 2006 b). Realizándose en el año 1984 y liderado por el movimiento nacional estudiantil de psicología y el apoyo del programa de psicología de la Universidad INCCA, el primer congreso Colombiano de psicología comunitaria, en la ciudad de Bogotá. Esto se presenta en el contexto de (que a su vez dinamiza) los procesos de transformación social y luchas de liberación nacional que se presentaron en América Latina durante las décadas del 70, 80 y principios del 90, expresados en la revolución Cubana en 1958, el ascenso del socialismo democrático en Chile, mediante Salvador Allende y su Movimiento de Unidad Popular y el inmediato golpe de estado liderado por Augusto Pinochet en 1979, la revolución Sandinista, la guerra civil en el Salvador. Las dictaduras militares en Argentina, Uruguay, Brasil, Bolivia, Ecuador. Todo ello marcaba nuevos tonos al quehacer de las ciencias sociales y humanas que planteaban el compromiso político con los sectores populares, la militancia política como expresión de tal compromiso, la vinculación orgánica con grupos de pobladores, la relación vivencial desde sus expresiones culturales, la decodificación de los lenguajes tecno-instrumentales que en cuanto mecanismos de poder, generaban guetos y distancia con los sujetos con los cuales se interactuaba, de allí la estrategia de la desprofesionalización del conocimiento (Brea, L y Correa E: 1980). 3.- Psicología social de la liberación. Esta huella tiene la presencia sutil, pero cierta de los planteamientos teóricos y la experiencia práctica de Ignacio Martín-Baró y quienes desde Latinoamérica hemos ayudado (Díaz, 2007) (Díaz, 2007) en la constitución de una tendencia de pensamiento denominada psicología de la liberación o psicología social de la liberación. En principio hemos propuesto una hipótesis de trabajo académico; Asumir la psicología de la liberación como campo de investigación y de intervención de la psicología política (Díaz, 2007) lo que implica reconocer que aquella es la forma específica, particular, que asume ésta en su concreción en Latinoamérica. Sus rasgos particulares pueden ser los siguientes: se asume como psicología, “no se trata de una subdisciplina con un objeto, un método, un lenguaje, un marco conceptual, propios y distintos”1 aspira a ser distinta a partir de cinco condiciones: primera, en cuanto la manera de producir conocimiento. Se hace en contexto, historizado, interpretando las necesidades de los sectores subalternos de la sociedad desde y con la voz de los propios sujetos. Segunda, es crítica del cuerpo categorial hegemónico de la psicología tradicional retomando la nuez de sus planteamientos y dejando de lado o relativizando aquellos argumentos que no aportan en los procesos de humanización de la humanidad. Tercero, en tanto la perspectiva que asume respecto a los sujetos con quienes interactúa es de horizontalidad, no los ve como victima de todos sus males, sino como sujetos que en su proceso de constitución han sido sujetados, pero que pueden des sujetarse para asumir autonomía, criticidad, participación y vincularse en procesos de construcción intencional de la sociedad. Cuarto, Por ello, los escenarios sociales desde y donde acompaña con su saber psicológico son aquellos donde la mayoría de psicólogos no lo hacen por considerar que no son grupos con los cuales se tenga que intervenir, no reconocen lo psicológico sobre lo que se puede actuar, no presentan las condiciones tradicionales para el ejercicio de la psicología tales como: se tiene el poder, hay un único saber, se está frente a un cliente, se tiene control sobre todos los procesos que se dan en la interacción psicólogo-usuario, entre otros. Estos escenarios son o pueden ser grupos políticos, asociaciones de presos políticos, asociaciones de familiares de personas desaparecidas, secuestradas, Asociaciones de víctimas de violencia política, asociaciones y grupos de desplazados, refugiados, exiliados, grupos de mujeres, grupos defensores de los derechos Humanos, grupos minoritarios discriminados, ya sea por su opción sexual, tales como los lésbicos, gay, homosexuales, transexuales, su condición étnica, negros, indígenas, su opción religiosa, su alternativa política, siempre alternativa a las formas políticas dominantes. Quinto, por ésta última condición, desde la psicología de la liberación son claras las opciones éticas y políticas que se asumen, donde lo profesional disciplinar no se separa de la participación política del psicólogo, pero tampoco reemplaza los saberes específicos en los que se ha formado. Se considera que éstos forman parte del entramado ideológico-político de la sociedad, por lo que se puede revertir su discurso y acumulado teórico hacia quienes carecen del 1 id., Perspectivas y retos de la psicología de la liberación. Op. Cit., pp 20 control y poder de los sistemas políticos estructurales de la sociedad, desde una perspectiva ética de humanización de la humanidad. La psicología de la liberación es una psicología de las márgenes en el contexto disciplinar de ésta, no tiene aún reconocimiento amplio por parte de las comunidades académicas de psicólogos, se le mira con recelo, sus discursos se asumen como orientaciones políticas y no como alternativa psicológica. Su concreción es vista como acción militante y no como perspectiva ético – política – disciplinar- psicológica. Ahora, esto en últimas, a los psicólogos que constituyen la psicología de la liberación no les interesa, porque saben que todo ello forma parte del entramado que se está construyendo en la tensión entre viejas y nuevas racionalidades, porque no se quiere únicamente el poder gremial, sino el poder social. Como campo de la psicología política, la psicología de la liberación está en posibilidad y es un deber suyo, asumir la construcción de: nuevas categorías, discursos emergentes, estrategias novedosas de acompañamiento, lenguajes que resignifiquen, afectos que humanamente se entrecrucen, redes cognitivas que muestren las múltiples experiencias que en nuestros contextos multiétnicos y pluriculturales se presentan por fuera de la academia, sin que ésta los reflexione, sistematice y visibilice. Pero que son, que están y se expresan como voz y eco colectivo, mayoritario, emergente. Una psicología de la liberación, concretada en psicólogos de la liberación, debe permear desde la discursividad y la práctica. Los siguientes ámbitos: 1. El académico. Donde propicien condiciones para que se genere una reforma del pensamiento, que ayude a hacer la migración del viejo al nuevo paradigma vigente en las ciencias sociales y humanas. Aquel, caracterizado por la repetición acrítica de teorías, la búsqueda de coincidencia de la teoría descriptiva de otros momentos y otras condiciones con los hombres y mujeres concretos que habitan la realidad actual. La carencia de investigación que permita obtener conocimientos pertinentes y contextuados, la implementación de metodologías e instrumentos, tanto para la investigación como en el plano profesional que no corresponden con los sujetos y las subjetividades de los latinoamericanos, pero que forzamos a que así sea. La repetición discursiva por vía de los currículos, de teorías ahistóricas,superadas y restrictivas. Aquí se debe trabajar en función de posicionar en la agenda académica otras visiones sobre la psicología, otros autores, otras categorías, otras maneras de hacer y pensar la psicología, que pasa por otras maneras de formar a las nuevas generaciones de psicólogos, con otro tipo de relaciones y de didácticas. 2. El comunitario y de proyección social. Lo anterior conduce necesariamente a que el trabajo de la psicología se descentre, como opción mayoritaria, del ejercicio de la psicología clínica con el modelo medico asistencial que le subyace, por otros espacios y sujetos con los cuales intervenir. Así, se abre opción por ejemplo, para la psicología comunitaria, la psicología política, la psicología de la liberación, la psicología ambiental, la psicología jurídica, la psicología deportiva, con diversas perspectivas teóricas. Pero además, que las otras áreas de la psicología con mayor visibilización hagan un giro en su mirada para visualizar otros escenarios en los cuales es posible realizar el rol del psicólogo como es la educación, no formal e informal, la psicología del trabajo con sindicatos, microempresas, ONG. Esto relativiza y cambia las maneras de incursionar en la realidad, junto con los usuarios de los servicios de psicología, obliga a crear otras maneras de denotar la realidad, en cuanto en la comunidad nos relacionamos con ¿usuarios, clientes, pacientes, enfermos, ciudadanos, anormales, diferentes, otredades? Allí hacemos ¿intervención, acompañamiento, asistencialismo, paternalismo, autogestión, participación? En los nuevos escenarios el lenguaje predominante debe ser ¿el técnico, el comunitario, un diálogo de saberes? El conocimiento científico ¿se construye por parte de la comunidad académica, de la comunidad barrial, entre ambos? ¿Qué diferencia las lógicas de cada cual? 3. El organizacional/gremial de las asociaciones de psicología. Para que las organizaciones no se preocupen sólo por la reivindicación gremiales, sino que reconociendo su vínculo con la sociedad, piensen que en tanto actores sociales colectivos, deben proponer nuevas maneras de organización de los psicólogos, nuevas tareas (formulación de políticas públicas desde la psicología) vinculación con grupos sociales por vía de sus asociados, incidencia sobre los programas de formación pre y postgradual, actualización de las normativas orientadoras del quehacer del psicólogo para ayudar a abrir otras opciones. Superación del caudillismo y el personalismo en la representación de las organizaciones gremiales, desarrollo de proyectos colectivos y no individuales, potencialización de la colectividad y no únicamente de la persona. Es ayudar en la liberación de la psicología en su plano disciplinar, profesional y gremial. Al fin y al cabo la realidad no se presenta a manera de estancos independientes, sino integrada, sistémica, total y compleja. 4.- Psicología política latinoamericana. Aquí se ha trabajado en el proceso de ubicación histórica sobre lo que ha sido, es y puede ser la psicología política, en su perspectiva latinoamericana (Díaz, 2007) proponiendo cinco horizontes posibles de actuación de los psicólogos que se ubican desde ésta área del conocimiento: a) Fortalecimiento de la comunidad académica que la constituye y construye; b) generación de mecanismos de difusión de los conocimientos construidos; c) acercamiento de los diferentes horizontes conceptuales sobre lo que es la psicología política; d) realización de investigaciones que permitan enriquecer el acervo teórico-metodológico existente hasta el momento.; e) hacer rupturas con los paradigmas tradicionales para instaurar nuevas formas de racionalidad y con ello de comprensión y concreción del mundo. Lo anterior se despliega en un sentido teórico mediante seis “ejes y temas constitutivos desde los cuales se está concretando la reflexión-acción de la psicología política” (Díaz, 2007; 11) epistemología de la psicología política(Montero, M. 2000; Dobles, I. 2000);psicología y democracia, desde donde se aborda la participación social, la construcción de ciudadanía, la identidad nacional, los efectos psicosociales de las crisis y los cambios institucionales (Juárez, y Arciga, 2000; Paulín, H: 2004; Nateras O: 2000); psicología y derechos humanos con problemáticas como los Derechos de los niños y las niñas, la perspectiva de género y el trabajo con mujeres, Salud Mental y Derechos Humanos, procesos terapéuticos o de restitución psicológica de las víctimas, efectos psicosociales del desplazamiento y la violencia política (Vázquez, 2002; De Freitas, 2002; Bello, M: 2002; Pérez: M. 2004; Bello, M, 2006)psicología social de la guerra, donde temas como la Memoria colectiva, el perdón, el olvido y la reparación son fundamentales, en una situación de conflicto armado como el que se vive en Colombia (Moreno, 2004; Martín-Baró, 1990; Romero, M: 2003; Castro, C 1997; Barrero 2006);subjetividad, globalización y neoliberalismo (Jiménez, 2000; Castro, M, 2003) enseñanza aprendizaje de ésta área. Desde la tradición/actualidad construida en Latinoamérica, el intersticio que se asume y se ayuda a abrir es el de la comprensión de la subjetividad política (Díaz; 2005, a) en perspectiva de la teoría de la complejidad, desde la mirada neo marxista de Castoriadis y la histórico cultural, de González Rey. Del primero se retoman los conceptos de imaginación, imaginario radical e imaginario instituyente que en cuanto referentes generales y básicos de su obra permiten el abordaje de categorías específicas y centrales como “significación imaginaria de la sociedad” (Castoriadis, 2000:16) entendida como los procesos simbólicos mediante los cuales, dada la necesidad que tiene toda sociedad de una noción de unidad, esta asume alguna forma de cohesión que permite, aún en los momentos de crisis, que haya unidad y se trabaje por los mismos objetivos comunes, esta unidad la dan las múltiples, variadas e intrincadas redes de significaciones. Pero esta noción de unidad no es estructura pétrea que determine el actuar social, sino que es contexto desde el cual se constituyen opciones desde el proceso de la reflexividad, entendida como “la posibilidad de que la propia actividad se vuelva objeto explícito, y esto independientemente de toda funcionalidad. Explicitación de sí como un objeto no objetivo, en la manera como lo son los otros objetos, simplemente por posición y no por naturaleza” (Castoriadis 2004:102) Esto implica acción creadora, no automatismos y por ende posibilidad, siempre posibilidad de oposición a lo instituido, en éste caso, el conflicto interno armado. La opción, lo emergente, se expresa mediante lo que Castoriadis denomina como “capacidad de actividad deliberada” y asumida como la dimensión reflexiva de lo que somos en tanto seres imaginantes” (Castoriadis, 2004:109) Por lo tanto, no somos sólo repetición, no somos sólo datos de encuestas oficiales, somos sujetos de acción creadora. De González Rey, se retoman los conceptos de procesualidad, sentido subjetivo y configuración subjetiva. ”La idea de procesualidad es clave, en tanto se opone a la idea prevaleciente de estructura, de organización cerrada y con ello a la dicotomía entre lo social y lo individual” (Díaz y González, 2005; 375) Aquí se encuentran claves de comprensión sobre la historia, la constitución de lo social y lo colectivo como acción compartida y cambiante, no supeditada a un sanedrín en el poder del gobierno, ni a un líder omnipotente o elevado a la condición de Mesías. Mucho menos a masas amorfas de ciudadanos homogenizados en sus concepciones de vida y de la política. El sentido subjetivo es la unidad constitutiva de la subjetividad. Éste se caracteriza – según González Rey (2007) - porque en él se específica una cierta autonomía de lo emocional; no aparece como resultado de la mediación semiótica, sino que la acompaña; es una unidad compleja, dentro de la que circulan tipos diferentes de emociones que se asocian de múltiples formas con diversos procesos simbólicos, “el sentido subjetivo es una síntesis de otro orden de la multiplicidad de aspectos que caracterizan la vida social, y que caracterizaron la historia de cada sujeto y espacio social concreto” González Rey (2007; 15)Tal sentido subjetivo es la unidad básica que emerge en la acción de reflexividad y que le permite al sujeto ser él, en cuanto otro distinto a sus pares. Aquí se incuba la potencia autopoiética del sujeto político. La configuración subjetiva, por su parte, es asumida como “una organización de sentidos subjetivos que definen los procesos simbólicos y las emociones que se integran de forma inseparable en relación a las experiencias del sujeto dentro de los espacios simbólicos de la cultura” (Díaz, y González, 2005:375, González Rey, 2007) De tal manera, la subjetividad no es sólo una acción intrapsíquica, sino que siéndolo, se relaciona -porque emerge de ella- con la cultura y por ende con lo social (Díaz, 2007). Aquí la acción colectiva, la posibilidad de asociación alterna a lo hegemónico, las disidencias, tienen posibilidad de realización. PSICOLOGÍA SOCIAL - COMUNITARIA Y PSICOLOGÍA POLÍTICA. ENCUENTROS Y DESENCUENTROS Como se ha mencionado previamente, tanto la psicología comunitaria, como la psicología política, han sido paradigmas emergentes durante los últimos treinta años en Latinoamérica, con dos rasgos distintivos: son psicologías de los márgenes, en tanto no se encuentran empoderadas en amplias comunidades académicas y son psicologías alternas, en cuanto proponen otros discursos teóricos respecto a los que han predominado en la psicología en cuanto disciplina. De allí que bajo el presente título se pretenden mostrar algunas características de la psicología comunitaria y relacionarla con las que presenta la psicología política, para distinguir entre la perspectiva política de aquella y el quehacer de ésta en ámbitos comunitarios donde se puede entrecruzar con la primera. Por esto, el siguiente enunciado a desarrollar: La psicología comunitaria es tendencialmente política, pero eso no la hace psicología política. Entre tanto, la psicología política comparte tangencialmente conceptos de aquella, pero, no por ello es psicología comunitaria. Hay un intersticio entre ellas que les es común, allí confluyen categorías, opciones metodológicas y perspectivas sobre lo que la psicología puede ser y significar en nuestros contextos latinoamericanos. ENCUENTROS ENTRE LA PSICOLOGÍA COMUNITARIA Y LA PSICOLOGÍA POLÍTICA. PRIMER ENCUENTRO: SU DECADA DE ORIGEN. Dado el origen de la psicología comunitaria en la década de 1960 (Montero, 2002; Tovar, 2001; Serrano y Álvarez, 1992; Díaz, 2001) esta rama disciplinar, se empezó a designar como: 1.- Psicología de la salud mental comunitaria que recogía la herencia primigenia de su acepción en EE.UU. 2.- Psicología social, que se ejercía en la comunidad. 3.- psicología social comunitaria, lo que daba el margen de posibilidad para que constituyera su propio cuerpo teórico aunque y sobre la base del consolidado de la psicología social. 4.- psicología comunitaria propiamente dicha, como una opción de autonomía disciplinar y nuevo paradigma en la psicología. Pero, de hecho y de manera clara, lo que había de distancia teórico – práctica e investigativa entre la psicología clínica comunitaria y la psicología comunitaria en emergencia, era una perspectiva ético - política sobre el quehacer de la psicología y del psicólogo en el contexto convulsionado de América Latina. No era gratuito entonces, que para muchos, el psicólogo comunitario relegaba su rol profesional o disciplinar para asumirse –o al menos era lo que más se reconocía - como activista y militante de una opción política (Espejo,1991) La psicología política, específicamente la que nos refieren desde España, también inicia su desarrollo en la década del 60 - 70, de hecho Sabucedo (1996) plantea como “la psicología política tiene una corta historia pero un largo pasado”(pg. 9)y ubica en la década de los 70 la temporalidad en la cual se inicia con dinamismo el fortalecimiento de lo que él llama una nueva disciplina. En igual sentido se pronuncian (Seoane y Rodríguez 1988) quienes consideran que en los últimos diez años -anteriores a 1988se originan nuevos modelos sociales y valoraciones científicas, menos rígidas, por lo que en su libro presenta “los desarrollos usuales de esta disciplina, hasta el momento presentes”(pg. 16) Aquí cabe la pregunta que sólo se enuncia pero no se desarrolla ¿es realmente la psicología política una disciplina? ¿Lo es la psicología comunitaria?¿Son éstas, áreas, campos, ramas de conocimiento de la psicología? ¿Aceptamos que ésta es la disciplina fundante, por lo que cualquier otra adjetivación es una derivación que no asume independencia disciplinar y en tal sentido no se debe llamar disciplina? Esto no quiere decir que no guarden rigor académico, tengan su propio cuerpo discursivo y sean compartidos por comunidades académicas específicas. Obvio, aquí la pregunta es de orden epistemológico y debemos entonces reflexionar sobre: la producción de conocimiento, su clasificación, las diferencias entre ciencias, disciplinas, campos de conocimiento, praxeología y profesión, es un estricto trabajo de conocimiento, que rebasa la pretensión del presente texto, pero que se puede rastrear en Mota, 1999; Dorna, 2007. SEGUNDO ENCUENTRO: SU INTERÉS POR SUPERAR EL INDIVIDUALISMO ANALÍTICO Y METODOLÓGICO. La psicología si bien es cierto reconoce en teoría y de manera general la condición social del hombre y de la mujer, en sus aspectos específicos de intervención profesional y de investigación asumen al individuo, se centran en él, desplazan lo colectivo, invisibilizan al grupo y lo social. Por ello, áreas como la psicología social, en lo que se ha dado en denominar la crisis de relevancia de la psicología, asumieron la discusión en torno a la relación individuo-sociedad; la función política de la psicología, sus perspectivas éticas, La pertinencia de la investigación en el laboratorio de hechos que se presentan en el contexto socio - económico que deviene histórico (Baró, 1989; Baró 1988; Sánchez, 2004, Martínez, 2004). La psicología comunitaria (es necesario precisar, que aquí, se está hablando de psicología comunitaria de manera genérica en tanto no hay una psicología comunitaria, sino modelos y enfoques, por lo que no se asume uno en particular, sino que se presentan ideas de lo que le es característica a ésta área de la psicología) hace suyas estas tensiones paradigmáticas y se pregunta igualmente por la relación individuo – grupo - sociedad; la asepsia del conocimiento científico, el rol político del psicólogo que no se puede separar de su condición como ciudadano, el papel de la ciencia y del conocimiento científico (Correa, 1980; Arango, 2007;. Por su parte, a los psicólogos que inician la reflexión sobre psicología política les interesan aspectos similares, por ello, hacen la crítica a las maneras como tradicionalmente se han asumido estas características, así Seonane y Rodríguez(1988) presentan algunas críticas referidas en su perspectiva disciplinar y específica de la psicología social: Respecto a lo disciplinar plantean como después de la segunda guerra mundial se asumen dos grandes estrategias: el individualismo donde el individuo emerge como el objeto fundamental de la psicología y el objetivismo donde se elimina como método el conocimiento individual y contextuado por un método universal “esto significó para la psicología que durante varias décadas su único prestigio consistía en ser una física disfrazadao, en el mejor de los casos, una biología naturalista” (Pg. 15) Respecto a la psicología social, el argumento es, como aún, con el adjetivo de social, esta rama de la psicología se limita al estudio de individuos y de sus interacciones, sin asumir mayoritariamente explicaciones históricas, sociales o culturales. De allí que la dimensión política de la actividad humana y en particular de lo que hace referencia a lo colectivo, los grupos y las comunidades no era posible ser asumido. Pero, los nuevos tiempos han permitido que se presenten reflexiones sobre psicohistorias y psicobiografías, identidades éticas y psicología colectiva, que demarcan otros horizontes conceptuales y por lo tanto demandan nuevas opciones metodológicas (Rodríguez, 1998) Al igual que la psicología comunitaria, la psicología política no es un cuerpo unificado de conocimientos (Rodríguez, 1998; Dorna, 2007) Sabucedo sugiere cuatro razones para ello: Su vocación interdisciplinar; la convivencia de diversas tendencias que van desde el psicoanálisis hasta el cognitivismo; las distintas procedencias de sus autores; la actitud abierta para recibir las contribuciones desde diversas ópticas teóricas. Lo anterior se expresa en un repertorio diverso de técnicas para recoger la información (Sabucedo; 1996 Seoane, 1988) tales como material proyectivo, encuestas, psicobiografías, estudios experimentales, análisis de discursos, entre otros, cierra éste autor diciendo “La psicología política, pues, es más una colección de diversas teorías y procedimientos de investigación que un cuerpo coherente y sistematizado de formulaciones teóricas y estrategias metodológicas” (Seoane, 1988, pg. 24) TERCER ENCUENTRO: LA EMERGENCIA DENUEVOS TEMAS DE INDAGACIÓN E INTERVENCIÓN. La psicología comunitariaasumió como parte de su quehacer cuatro aspectos: primero; la necesidad de ayudar en la producción teórica de éste paradigma en emergencia (correa, 1980) segundo; La construcción de una propuesta específica de psicología; tercero; La necesidad de asumir las contradicciones propias de la disciplina y de las ciencias sociales como contextopara pensar qué podía ser la psicología social y la psicología comunitaria; Cuarto; aportar otras perspectivas respecto a lo que puede y debe hacer el psicólogo para empoderar de una manera particular el ejercicio de la que se empezaba a denominar psicología comunitaria. Pero, éste ejercicio profesional no era nuevo en y para las comunidades, ya que otras disciplinas y profesiones lo habían implementado antes, por lo que se trataba de asumir una perspectiva crítica para identificar conjuntamente con los pobladores qué se había aportado, tanto a la comunidad, como a la disciplina (Espejo. P. 1991) Por ello, categorías nuevas para la psicología y características de la psicología comunitaria tales como autogestión, participación, desarrollo, empoderamiento, conciencia política, empiezan a emerger y a migrar de otras disciplinas de las ciencias sociales y humanas, hacia esta rama disciplinar. La psicología política, por su parte, reconoce la necesidad de abordar temas que habían sido relegados por la psicología y aún la psicología social, tales como la persuasión, la propaganda política y en términos generales los procesos psicosociales explícitos que se presentan en el “arte de gobernar”. Pero, cuando ésta área de la psicología se empieza a desarrollar en América Latina, en la década del setenta en el contexto sociopolítico de las dictaduras del cono sur, y en la década del ochenta en Centroamérica con los movimientos de “liberación Nacional” los intereses temáticos cambian y se empieza a indagar sobre la ideología, los procesos psicosociales que se presentan en la participación política contra el poder dominante, tales como las torturas, las desapariciones forzadas, el exilio, el trabajo político clandestino (Martin-Baró, 1999). Para la década del noventa y hasta la actualidad, se giran los intereses hacia la constitución de ciudadanía, subjetividad, conformación de sujeto político, análisis de las estructuras organizativas y grupales de los grupos armados, procesos de inserción de excombatientes -principalmente de la guerrilla y los paramilitares- a la vida civil (Moscovici,1997; Vásquez, 2000) Como se reconoce,el mapa ha cambiado, el territorio es otro y tanto la psicología comunitaria como la psicología política ya no son lo que fueron. CUARTO ENCUENTRO: PROPUESTA DE FORMAS ALTERNAS DE INVESTIGACIÓN. La psicología comunitaria en su quehacer por fuera del laboratorio, en su encuentro con la realidad social, tal cual ella es, sin restricción de variables, en el espacio “natural”, cotidiano y contradictorio de la vida económico/material/cultural, se vio obligada a reconocer como interactuaba y no controlaba, conversaba con sujetos y no sólo entrevistaba con miradaclínica a sus clientes, giro su miradainvestigativa al encontrarse con sujetos que querían y exigían participar en los procesos investigativos, a la vez que pedían que sus resultados les fueran devueltos y cumplieran una función comprensiva de la realidad, por parte de ellos, de sus condiciones de marginación, pobreza y subordinación social. En su giro, se fue apropiando de formas “emergentes” de investigación respecto a las maneras hegemónicas cuantitativas imperantes en ése momento (Díaz, 2003; Montero, 2006). Así fue desarrollando desde su objeto de estudio opciones cualitativas como la Investigación acción participante, la etnografía y tímidamente opciones desde la fenomenología. Ellas formaban parte de las opciones metodológicas para obtener conocimientoen ciencias sociales y humanas, por lo que las hizo migrar de otras áreas disciplinares hacia su campo de interés, siendo ahora características de sus opciones investigativas. Desde la psicología política, se encuentra que con quienes se interactúa, no son seres genéricos, ni personas únicamente psicopatologizadas, sino que son sujetos que participan social y políticamente de manera consciente e intencional en la transformación de condiciones de vida que valora como dominantes, deshumanizadoras y posibles de cambiar por vía de procesos organizativos y colectivos con los actores sociales que habitan los sectores populares. Por ello, se requieren formas diferentes de investigación, lo que lleva al encuentro con metodologías cualitativas, que intentan captar las narrativas y vivencias de los actores políticos, por esta vía, va desarrollando opciones como las historias de vida, la autobiografía, los análisis de contenido que existiendo en las ciencias sociales y humanas no habían sido retomadas por parte de la psicología (Mota, 1999, Rodríguez, 1998, Dorna, 2007). DESENCUENTROS ENTRE LA PSICOLOGÍA COMUNITARIA Y LA PSICOLOGÍA POLÍTICA. PRIMER DESENCUENTRO: EL CAMPO DE APLICACIÓN (CONCRETO DELIMITADO- COMUNITARIA- AMPLIO E INESTRUCTURADO –POLÍTICA- Y Los espacios esperados de acción de la práctica psicológica comunitaria eran el barrio, llamado genéricamente la comunidad (Carvajal, C,1984) se intervenía con sectores populares, en organizaciones de base, con grupos comunitarios, pretendíamos ayudar en la desprofesionalización de la psicología –“por desprofesionalización de la psicología se entiende que los miembros de la comunidad adquieren los medios propios de esta disciplina de manera informal, con el fin de aplicarla a los diferentes problemas psicológicos que les aquejan”- (Correa; 1980;308) y en el dialogo de saberes que permitieran disminuir la brecha comprensiva entre los lenguajes de los técnicos y el de los habitantes, ciudadanos o “el pueblo”, como se le decía en términos genéricos (Díaz, 2004). La psicología política, por su parte, si bien realizaba parte de su trabajo en las comunidades, fue centrando o descentrando su mirada hacia dos ejes, los sujetos políticos, y los movimientos sociales (Martin-Baró, 2000; Mota, 2006) no era su interés el grupo o la comunidad en sentido geográfico, sino los procesos psicosociales que se presentaban en la interrelación desde y por el poder. La tendencia aún se mantiene. SEGUNDO DESENCUENTRO: SU OBJETO DE ESTUDIO. La psicología comunitaria ha planteado objetos de estudio para abordarlos como área disciplinar, así se propone que sea el “desarrollo comunitario” (Montero, 1982) Los procesos psicosociales que se presentan en la interrelación cotidiana en espacios micro, vitales y significativos para los habitantes de espacios geográficos denominados comunidades (Díaz, 2003). También se ha asumido como objeto de estudio el proceso de empoderamiento comunitario en la perspectiva de transformación social y opción para asumir el poder político, en cuanto forma de gobierno de un partido político determinado. Estos objetos de estudio, demarcan enfoques en y de la psicología comunitaria, pero todos coinciden en que ello se concreta en el plano de lo práctico con grupos sociales específicos que habitan un territorio y que se ubican en las escalas de subordinación de la estructura social general. El objeto, así planteado, adquiere expresión en la acción social comunitaria. La psicología política, en una opción alternativa a los discursos que son dominantes en la academia, desde ésta área de conocimiento, y que se centra en el marketing político, la imagen de favorabilidad de candidatos en procesos electorales, la intención de voto de los ciudadanos en la ritualización de expresiones de nociones sobre la democracia, asume como preocupaciones y objeto de estudio el poder, o también el “estudio de los fenómenos colectivos, como las creencias, las ideologías, la comunicación social, los valores, las normas, las religiones, los movimientos sociales y políticos, la política y la democracia; también aborda sus referentes manifiestos y ocultos como expresión y concreción en la vida cotidiana. Además, se interesa por el análisis de los sujetos socialesque encarnan estos fenómenos y les dan vida, o sea, los individuos, los grupos y las comunidades” (Uribe, F, 1997) Como se reconoce, hay cercanía temática,coincidencias disciplinares, pero igual, matices que las diferencia y hacen que cada una se mantenga como área independiente, tanto en su acción práctica, como en la teórica. Así, desde la primera, no se note en el plano de la realización del rol del psicólogo esta diferencia. TERCER DESENCUENTRO: LOS TEMAS DE INTERÉS ESPECÍFICOS. Los lenguajes, discursos y acciones que empleamos en la década del 80 cuando nos identificábamos como psicólogos comunitarios (actores y protagonistas de la psicología comunitaria) eran: compromiso, transformación, participación, sectores populares, saber popular, empoderamiento, desalienación, ideología, barrio, comunidad, política. Comunicación popular y alternativa, educación popular y empoderamiento social, locus de control, procesos organizativos comunitarios. Cada uno de estos términos tenía su semántica específica que conllevaba unos roles esperados del psicólogo comunitario, tales como: una sólida formación profesional, una instrumentalización variada, amplio y profundo conocimiento de la realidad, posibilidad de crear y recrear, formación política, actitud democrática y permisiva, sensibilidad socialy resistencia a la frustración (Díaz, A, 1990, Arango, 2006) Desde la psicología política, los términos que le son más comunes e identificatorios de su paradigma son: política, ciudadanía, representación social, democracia, esto en su opción de análisis de lo psicológico político en sociedades no afectadas de manera generalizada por conflictos armados, es decir una sociedad democrática y civilista (Manjares y otros, 2005; Rocha 2006). Cuando las condiciones no son estas y el psicólogo político se encuentra en escenarios de conflictos armados, los temas que le son de interés se centran en la guerra, el trauma psicosocial, la guerra y los procesos de deshumanización, la guerra psicológica, efectos psicosociales de la represión, perdón y olvido, memoria histórica, construcción social del miedo, psicología de la tortura, efectos psicosociales que se presentan en las personas en condiciones de desplazamiento (Martin-Baró, 2000; De la corte y otros, 2004;López y otros, 2005). He aquí, nuevamente, como los límites se borran, se notan difusos, los intersticios emergen, y se superponen temáticas en una realidad que fraccionamos sólo con pretensiones comprensivas, pues la realidad en sí, no lo es. CUARTO DESENCUENTRO: LAS OPCIONES DE INTERVENCIÓN- DIRECTA COMUNITARIA, DE COMPROMISO DE LA PSICOLOGÍA COMUNITARIAINDIRECTA, PRIORITARIAMENTE INVESTIGATIVADE LA PSICOLOGÍA POLÍTICA. En cuanto tendencia, ya que siempre se presentan las acepciones y las emergencias de lo nuevo, la psicología comunitaria, se ha centrado en la intervención en contextos territoriales, barriales, donde desde la I.A.P. (Castro, 1996; Montero, 2006; Díaz, 2007) realiza procesos de acompañamiento a los grupos y movimientos que desde allí se generan, asumiendo expresiones de compromiso social y político que aunque lentos, leves y poco pretenciosos, siguen con el horizonte de ayudar en la consolidación de una sociedad plural, abierta, incluyente, democrática en lo social, cultural, político y económico. Por su parte, la psicología política, es más comprehensiva, y menos “activista”, intenta reconocer teóricamente, porqué se presentan determinados fenómenos sociales, en el plano de lo psico-político y se compromete desde el conocimiento académico con sectores comunitarios, movimientos sociales y grupos dominados/emergentes en la dinámica social estructural. Hasta aquí, lo que se han presentado son retos, rasgos, miradas sobre lo que es, fue o pueden ser la psicología política y la psicología comunitaria, su consolidación como paradigmas autónomos, confluyentes y en mutuo diálogo no pueden ser acciones voluntaristas, sino construcción comunitaria política, de los psicólogos comunitarios y los psicólogos políticos.