Download Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas - ger

Document related concepts

Nuevos movimientos sociales wikipedia , lookup

Ciclo de protesta wikipedia , lookup

Sidney Tarrow wikipedia , lookup

Movimiento social wikipedia , lookup

Acción colectiva wikipedia , lookup

Transcript
Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte
Ficha de Cátedra Nº 10
Carrera de Sociología-UBA
Cátedra Sociología Rural
Norma Giarracca-Karina Bidaseca
Seminario“Acciones Colectivas, protestas y Movimientos Sociales en el interior del país. El
contexto de América Latina”
Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el
Norte
Introducción
En esta ficha, preparada por Pablo Barbetta y Daniela Mariotti, se sintetizan los
principales aportes que cientistas sociales europeos y norteamericanos contemporáneos
han realizado para la comprensión de fenómenos que emergen con fuerzas después de
1968. Si bien incluimos a un argentino de origen –Ernesto Laclau- todas las condiciones
de su producción son europeas. Este trabajo tiene como finalidad que ustedes conozcan
a los autores, sus principales aportes para luego conseguir el texto. Es decir, les damos
un pantallazo general para que ustedes, en la construcción del proyecto, elijan autores
de estas corrientes que les permitan “rodear”, “densificar” vuestros temas.
Las conceptualizaciones
Algunas teorías que abordan los aspectos cognitivos y culturales de las acciones
colectivas conciben al conflicto desde un modelo de lo “social no suturado”. A este
respecto Laclau y Mouffe (1987) propusieron la noción de proceso hegemónico, a
través del cual un particular es universalizado y naturalizado por un grupo social
determinado que cuenta con los recursos de poder suficientes para imponer su interés
particular y por lo tanto su propia definición. Existen puntos nodales en donde la
Ficha de Cátedra Nº 10
1
Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte
arbitrariedad de esta universalización se vuelve manifiesta para quienes han sido
excluidos del poder de definir. Entonces los conflictos pueden ser vistos como sucesos
con efectos de dislocación (Hall, 1994, citado en Pizarro, 1998) en donde existe un
antagonismo potencial. La manera en que los sujetos definen dichos conflictos, los
recursos y la acción son considerados como definiciones alternativas aún en condiciones
de subalternidad, como símbolos de la exclusión y de la no sutura (Ibidem, 4).
Las protestas son modos de aparecer y participar en la arena política a nivel
nacional e internacional. La acción colectiva de protesta aparece como una irrupción
conflictiva, que se inscribe en el espacio público a partir de una demanda concreta y que
necesita del discurso y de la acción para adquirir visibilidad.
Pero sobre todo las protestas son luchas por la producción de sentidos, esto es,
una lucha en la que los actores disputan con otros sujetos la definición de la realidad.
Las luchas simbólicas se llevan a cabo en prácticas discursivas en donde se conjugan
elementos provenientes de distintos órdenes que compiten por darle sentido al mundo, y
las categorizaciones triunfantes se vuelven hegemónicas. Sin embargo, en la medida que
los procesos de lucha continúan, las categorizaciones son re-significadas y recreadas a
lo largo del tiempo por los distintos grupos sociales.
Las acciones colectivas se relacionan con la aparición de un problema que no es
incluido para su resolución dentro de los límites institucionales, ya sea por
transformaciones recientes o por la novedad de la demanda y pueden derivar en cambios
o nuevas institucionalizaciones o agotarse en pura resistencia.
Para trabajar a las acciones colectivas, proponemos revisar el ordenamiento de
Svampa1 sobre los estudios realizados por la teoría social y política del Norte. El
criterio empleado por la autora, está orientado a delimitar los alcances y límites de las
nociones tales como comportamiento colectivo, acciones colectivas y los nuevos
movimientos sociales (en adelante, NMS) y supone preguntas acerca de la naturaleza
del actor social, si es racional o no, y la naturaleza de la acción social, si responde a
causas estructurales o a cambios en el equilibrio de la estructura de oportunidades
políticas o la crisis de integración que sufren los sistemas sociales.
La combinación de ambas dimensiones resulta en el siguiente esquema:
1
Forma parte de un seminario de Doctorado sobre la Acción Colectiva, dictado por M. Svampa en el
IDES, 2004.
Ficha de Cátedra Nº 10
2
Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte
Del cuadro sólo tomaremos la columna que trabaja al “Actor social Racional”, e
intentaremos distinguir y sintetizar las diferentes propuestas de pensamiento.
Acción Social
Actor social
Racional
Actor social
No racional
Causas estructurales
Matriz inspirada en el
marxismo y a partir de los
años ’60 en los estudios
sobre identidad. Surge la
idea de NMS. Carácter
antagónico de la acción. La
acción es portadora de
elementos emancipatorios.
Touraine, Thompson, Scott,
Melucci.
Estructura de
oportunidades políticas
y crisis del sistema
Se pone énfasis en la
emergencia de la acción
colectiva, ¿Por qué a veces
se produce y otras veces no?
Paradigma de la interacción
estratégica que pone el
énfasis en las oportunidades
del cambio.
Tilly, Tarrow, Mac Adam,
Gamsosn, Melucci, Olson,
entre otros.
La acción colectiva es de
corte emotivo, surge como
respuesta a un cambio
societal, por ejemplo la
modernización. Se incluye al
paradigma de la sociedad de
masas, sobre todo la crítica
aristocrática a las masas.
Psicología social de Lebon,
Tarde.
Impacto
en
el
positivismo latinoamericano:
Ramos Mejía.
Paradigma que se reelabora a
partir de los ’50 con la
transición a los totalitarismos
Germani, etc.
Se estudia la conducta o
comportamiento
colectivo,
propio del funcionalismo. Es
paradigma que menos ha
estudiado la acción colectiva y
además
posee
muchas
dificultades para pensar el
cambio.
Smelser por ejemplo piensa
que los individuos se reúnen
para resolver alguna cuestión
y lo hacen a partir de
creencias.
1) Procesos políticos, movilización de recursos y estructura de oportunidades
políticas
Se define “acciones colectivas” al conjunto de relaciones que se relaciona con la
aparición de un problema que no es incluido para su resolución dentro de los límites
institucionales, ya sea por transformaciones recientes o por la novedad de la demanda.
Las acciones colectivas se fundan en situaciones que colocan a los sujetos en espacios
de la negociación política.
Ficha de Cátedra Nº 10
3
Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte
En este sentido, es que se ajustan los estudios (escuela americana) sobre
procesos políticos y el enfoque de la “estructura de oportunidades políticas”.
El concepto de estructura de oportunidades políticas fue acuñado por la escuela
americana de movimientos sociales, más precisamente, por aquellos investigadores cuya
aproximación teórica remite al modelo del proceso político. Éste surgió en respuesta a la
teoría de movilización de recursos, que a partir de la década de 1960, proponía un
nuevo enfoque en el estudio de los movimientos sociales con el objetivo de distanciarse
de las teorías de la sociedad de masas y del comportamiento colectivo, las cuales
sostenían que la causa de la insurgencia social respondía a factores psicológicos más a
que a factores de índole política. Como sostiene Mc Adam (1997) “los movimientos
sociales eran vistos como esfuerzos colectivos para manejar o resolver más las tensiones
psicológicas que las producidas por rigideces del sistema” (pág. 144). De esta manera,
mientras que la acción colectiva de los movimientos sociales era considerada como
irracional, la política institucionalizada era interpretada como racional, ya que persigue
una meta política sustantiva.
A diferencia de estas teorías, la escuela de movilización de recursos enfatiza la
intencionalidad y racionalidad de los sujetos intervinientes en la protesta. Este marco
conceptual reemplaza a la muchedumbre y a las variables psicológicas de alienación y
frustración como eje central del análisis de la acción colectiva, y propone un actor
racional, ya sea individual o grupal, que emplea un razonamiento estratégico e
instrumental (Cohen; 1988). La pregunta que subyace a este abordaje se sitúa en el
“cómo” de la acción colectiva, preguntándose tanto por las motivaciones individuales
como colectivas para actuar. Aquí, en base de un actor que analiza la posibilidad de
actuar de acuerdo a cálculos de costo/beneficio, las variables a enfatizar son la
organización, las interacciones, oportunidades y estrategias.
Si bien la racionalidad estratégico –instrumental de la acción colectiva les había
permitido distanciarse de la teoría de masas y del comportamiento colectivo, los
sumergía en otro problema: cómo dar respuesta al problema del free rider (quien
aprovecha individualmente de una conquista o derecho conseguido por un grupo en el
que no participó) de Mancur Olson. Los autores de la escuela de movilización de
recursos sostienen que “Olson yerra al asumir que quienes son movilizados a la acción
colectiva son individuos desorganizados (modelo de mercado) cuando, de hecho, ya
están organizados en grupos de solidaridad” (Cohen; 1988: 13). Sin embargo, según
Ficha de Cátedra Nº 10
4
Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte
Cohen, la respuesta no hace más que remitir la problemática hacia otro ámbito, dejando
sin resolver por qué los individuos persiguen racionalmente sus intereses, se involucran
en grupos y qué los hace solidarizarse en primer lugar.
Por otro lado, también diferían en cuanto a las causas del desarrollo de una
acción colectiva. Mientras que los teóricos clásicos sostenían como causa principal los
altos grados de tensión o de descontento, los teóricos de la escuela de movilización de
recursos afirmaban que éste era un factor explicativo insuficiente. Según estos autores,
como el agravio o descontento está siempre presente en la vida social tiene poca
importancia en la generación de una insurrección. Así, el desarrollo de una acción
colectiva deviene de “un significativo aumento en el nivel de los recursos disponibles
para sostener una actividad colectiva de protesta” (Mc Adam; 1985: 21).
En un contexto teórico donde el campo político está dividido entre miembros y
grupos excluidos o desafiantes2, éstos últimos, al no contar ni con los recursos
organizacionales necesarios para generar y mantener una insurrección social ni con
recursos políticos convencionales (votos, dinero para campañas, etc.) son virtualmente
impotentes políticamente. De esta manera, un determinado movimiento social sólo
podrá tener mayor influencia en el proceso de toma de decisiones en la medida en que
sponsors externos, tales como fundaciones, agencias gubernamentales, etc., les
proporcionen dichos recursos.
Sin embargo, si bien el aumento en los recursos supone un acortamiento de la
brecha entre los miembros y los grupos excluidos, el hecho de que los recursos
provengan de actores externos implica el establecimiento de un límite en los objetivos
sustantivos del movimiento. En otras palabras, los objetivos podrán ser tan radicales
como aquellos sostenidos por los sponsors (Mc Adam; 1985).
En contraposición a esta postura que supone considerar a una élite política
deseosa de sponsorear la insurrección social, los teóricos del proceso político sostienen
que éstos reflejan un permanente conservadurismo que los lleva a resistir cambios que
amenazarían la realización de sus intereses. De esta manera, la generación de
insurgencia social recae, no ya en los miembros que proveen recursos a los grupos
excluidos, sino en un actor, que si bien convive con la disparidad de poder, posee una
2
Siguiendo a Gamson (1975), Mc Adam (1985) sostiene que los primeros son “grupos que poseen
suficientes recursos políticos y económicos para asegurar que su interés sea rutinariamente tenido en
cuenta en el proceso de toma de decisiones” Los segundos, en cambio, son “grupos cuyos intereses son
rutinariamente “organizados afuera” de la deliberación política institucional debido a su escasez de
influencia sobre la negociación” (pág. 24).
Ficha de Cátedra Nº 10
5
Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte
capacidad latente de ejercer influencia política. Y por lo tanto, como sostiene Mc Adam
(1985) “el involucramiento de la elite en la protesta social es generalmente reactivo,
ocurriendo sólo como respuesta a las presiones generadas por movimientos sociales de
masas” (pág. 31).
Pero esto no puede ser posible sin el desarrollo de un proceso de “liberación
cognitiva” (Mc Adam; 1985), el cual supone una transformación tanto de conciencia
como de comportamiento por parte de aquellos actores que serán la base para la
emergencia de un movimiento de protesta. El cambio de conciencia tiene tres aspectos
distintos: a) a nivel del sistema: la autoridad de gobernantes o los arreglos
institucionales pierden legitimidad; b) a nivel de las personas: aquellas que
generalmente son fatalistas y que creen que los arreglos institucionales existentes son
inevitables, comienzan a demandar derechos y/o cambios en ellos, y por último, c) a
nivel de la eficacia: personas que ordinariamente se consideran políticamente
impotentes, comienzan a creer en su capacidad para alterar su suerte (Piven y Cloward;
1979, en Mc Adam; 1985).
El proceso de liberación cognitiva tendrá mayores consecuencias positivas en la
medida en que esté presente bajo condiciones de fuerte integración social. Por esta
razón, los autores del modelo de proceso político introducen otro factor a tener en
cuenta: la existencia o no de “estructuras de movilización”, es decir, “los canales
colectivos tanto formales como informales, a través de los cuales la gente puede
movilizarse e implicarse en la acción colectiva” (Mc Adam, Mc Carthy y Zald; 1999:
24). En otras palabras, el término refiere a grupos de nivel medio tales como
organizaciones y las redes informales que constituyen la base colectiva de los
movimientos sociales. El argumento de los autores sostiene que “cuanto más integrada
una persona esté a una comunidad minoritaria, más fácilmente puede ser movilizada
hacia la participación en actividades de protesta” (Mc Adam; 1997: 179). Además, estas
organizaciones son la fuente primaria de reclutamiento de nuevos participantes para el
movimiento.
Por otro lado, los teóricos del modelo político no sólo toman distancia de sus
pares de la escuela de movilización de recursos en relación con la noción del actor sino
que también se apartaban del rol que asume el contexto político en el marco teórico. Si
bien algunos investigadores, provenientes de esta corriente de pensamiento, prestaban
atención a los procesos sociales más amplios y a las circunstancias políticas que
Ficha de Cátedra Nº 10
6
Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte
afectaban la posibilidad de aquellos que desafiaban el status quo para inscribir su
demanda en el espacio público, muchos otros muy frecuentemente descuidaban los
factores políticos que proveían tanto situaciones de injusticia como recursos (Meyer;
1999).
Durante los años 70’ y 80’ la aproximación teórica del modelo del proceso
político sostenía que los activistas no elegían sus metas, estrategias y tácticas en el
vacío. Más bien, afirmaban la idea de que el contexto político, definido bastante
ampliamente, influía sobre la capacidad de movilización de los activistas, permitiendo
que algunos reclamos puedan relativamente tomar fuerza mientras que otros no. Como
sostiene Meyer (1999) “si queremos entender las opciones que los activistas realizan,
necesitamos acceder no sólo a los recursos disponibles de los grupos de desafiantes sino
también a las avenidas disponibles para realizar los reclamos” (pág. 82). Aquí el centro
del análisis está puesto en el estado y sus instituciones, quienes a través de su accionar
más o menos abierto al reconocimiento de un determinado reclamo, hacen de una
protesta más o menos atractiva en términos de costos de participación. Es en este
contexto, que el término de estructura de oportunidades políticas fue desarrollado.
Una definición clásica del concepto refiere a “dimensiones consistentes -aunque
no necesariamente formales, permanentes o nacionales- del entorno político, que
fomentan o desincentivan la acción colectiva entre la gente” (Tarrow; 1997: 49). De
aquí que la tesis central de este abordaje es que la gente se suma a los movimientos
sociales como respuesta a la expansión de las oportunidades políticas, creando a
continuación otras nuevas a través de la acción colectiva. En otras palabras, el concepto
de oportunidad política pone énfasis en los recursos exteriores al grupo y refiere a
variables contextuales que restringen o apoyan las dinámicas de la acción colectiva. En
este contexto, creemos que dicho marco teórico, al ponderar la estructura externa en la
que surge la acción, no hace más que restar capacidad agencial al actor.
Sin embargo, la combinación de oportunidades políticas y las estructuras de
movilización si bien dotan a los grupos de cierto potencial para la acción, resultan
insuficientes como factores explicativos del surgimiento de un movimiento social.
Según Eder (1998), el concepto de estructura de oportunidades políticas separa de
manera demasiado limpia el fenómeno de los movimientos sociales de su entorno” (pág.
343), lo que impide que su interacción pueda ser conceptualizada adecuadamente. Así,
introducen como concepto mediador entre ambos, el de marco o frame.
Ficha de Cátedra Nº 10
7
Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte
Según Tarrow (1992), la posibilidad de que una acción colectiva se lleve a cabo
requiere que alguien pueda tomar ventaja de la oportunidad política, desarrollar
organizaciones de algún tipo, e interpretar el agravio y movilizar consenso alrededor de
él. En otras palabras, se requiere de “esfuerzos estratégicos consciente realizados por
grupos de personas en orden de forjar formas compartidas de considerar el mundo y así
mismas que legitimen y muevan a la acción colectiva (Mc Adam, Mc Carthy y Zald;
1999: 27). En este sentido, el proceso de enmarcado conecta los asuntos políticos y las
percepciones de los ciudadanos acerca de dichos asuntos, permitiendo el surgimiento de
una acción colectiva. Como sostienen Gamson y Meyer (1999) “cuando no se reconoce
la oportunidad es como si no existiera. La oportunidad política implica la percepción de
una posibilidad de cambio, es decir, tiene un componente que es, básicamente, un
«constructo» social” (pág. 401).
Así, como sostiene Eder (1998) “el marco es una variable cultural que explica
qué motiva a los actores sociales a involucrarse en la acción colectiva. Por lo tanto, el
concepto de estructura de oportunidad política se puede relacionar con el nivel de la
acción social; los marcos son tanto parte del contexto de la acción colectiva como de la
acción colectiva misma y por lo tanto, pueden tender puentes entre ambos niveles de
análisis” (pág. 343). El proceso de enmarcado supone: a) definir una situación como
injusta, intolerable y por lo tanto, susceptible de ser cambiada; b) la construcción de un
antagonista al cual se le atribuye, en términos de causalidad, la responsabilidad de dicho
agravio; c) la creación de actores colectivos capaces de cambiar al mundo (Eder; 1998).
De esta manera, se llega a una “nueva moderación analítica” (Eder; 1998) en el
estudio de los movimientos sociales que recalca la complementariedad de las
perspectivas de la investigación empírica. Las acciones de protesta se explican a través
de dos tipos de variables “aquellas variables identificadas dentro de la teoría de la
movilización de recursos (potencial de movilización, organizaciones de movimientos
sociales) y aquellas señaladas dentro de la perspectiva de los nuevos movimientos
sociales (cambios macrosociales estructurales y culturales) (Eder; 1998: 342-343).
2) Los procesos de enmarcado
El concepto de marcos y enmarcados, alude a la asignación de significados e
interpretación. La estrategia teórica del análisis de los marcos garantiza sobre todo el
Ficha de Cátedra Nº 10
8
Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte
"retorno de la cultura", en el terreno de investigación sobre la acción colectiva (Cefaï,
2001).
Los aportes de Goffman, en su obra "Frame Analysis" (1974) incitaron a
estudiosos como Gamson (1992), Snow, et. al. (1992, 1994), Show y Benford(1988)
Donati (1992), Rivas entre otros, a elaborar la "noción de marcos de análisis" y
aplicarlos los estudios sobre movimientos sociales.
La noción de marco fue implementada originalmente por Gregory Bateson,
cuando trataba de explicarse el fenómeno de la comunicación. El marco alude a los
mensajes (el nivel metacomunicativo) que definen las intenciones de comunicación
(Rivas, 1998:182) El marco en psicología social, es usado para definir a un conjunto de
esquemas interpretativos que simplifican y ordenan el mundo través de la selección y
énfasis de objetos, situaciones, eventos y secuencias de acciones presentes y pasadas. La
propuesta de Goffman, basada en los aportes de la etnometodología, de Schütz, Austin y
Wittgenstein, suponía el análisis de la construcción social de la realidad, para lo que el
"marco" designaba los elementos de que servían de base a esa construcción. El autor
propuso por un lado, una sistematización de los marcos en marcos interpretativos
primarios que podían ser naturales o sociales y por otro una serie de procesos como la
"modulación" relacionado con la transcripción de lo que sucede y el "reenmarcamiento"
que tiene en cuenta cómo al mismo tiempo que las personas enmarcan los
acontecimientos, negocian las relaciones interpersonales o alineamientos que
constituyen los acontecimientos (Ibidem, 186). A partir de estos trabajos la noción de
marcos se aplicó a todo tipo de investigaciones, con diversos resultados
Dentro del corpus teórico sobre la acción colectiva, los marcos se refieren a
esquemas interpretativos de la realidad que inspiran y legitiman las acciones no ya de un
individuo sino de un movimiento social. Son producto de los esquemas y sentimientos
preexistentes en una población dada como del trabajo de significación que efectúan
participantes y organizadores. En otras palabras, los marcos son representaciones
simbólicas e indicaciones cognitivas utilizadas para representar conductas y eventos de
forma evaluativa y para sugerir formas de acción alternativas (Gamson, 1992; Zald
1996)
Para Gamson los marcos tiene tres componentes que se hallan fácilmente en el
discurso de los movimientos sociales y actores colectivos: el de la injusticia, el de la
agencia y el de la identidad. El primero supone un juicio intelectual o componente
Ficha de Cátedra Nº 10
9
Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte
emotivo sobre lo equitativo; el segundo a la creencia de que es posible a través de la
acción colectiva modificar las situaciones y el tercero se refiere al proceso de definición
de un nosotros en oposición a un ellos. El impacto de los marcos en la sociedad depende
para el autor, de en qué medida están vinculados y resuenen familiares a la cultura
política en la que se insertan. Rivas sostiene que para Gamson los marcos son una forma
útil de analizar el discurso un método para sistematizar cuestiones del debate público y
ver cómo éstas se modifican a lo largo del tiempo (1998:191). Interesa destacar la idea
de que los marcos resuenan en las narraciones culturales, mitos, e historias populares
que hacen a la herencia cultural de los actores (Gamson, 1992; Snow y Benford, 1988)
El aporte de Snow es interesante en tanto destaca el entrelazamiento de los
intereses, valores y creencias de los individuos y las orientaciones interpretativas
propuestas por las organizaciones de los movimientos. A ese entrelazamiento denomina
él "alineamiento de marcos". En otras palabras el alineamiento de los marcos significan
que coinciden las significaciones y por ende las orientaciones a la acción de las dos
partes.
El trabajo de Paolo Donati sobre los discursos políticos, le imprime otro matiz a
los marcos. Para él un marco es una estructura de la percepción general, predefinida que
permite el reconocimiento y guía la percepción. Ante una nueva situación, los actores
seleccionan esas estructuras que le permiten construir expectativas sobre lo que va a
suceder. Esos marcos además se objetivan y se les da existencia social a través del
lenguaje y del discurso. El discurso es el lugar en el que se llevan a cabo esfuerzos por
definir la realidad, por eso el análisis del discurso político es el instrumento que permite
estudiar las formas en que la realidad política se enmarca a través del discurso y por
ende el modo en como las personas llegan a entenderla (Donati, 1992, citado en Rivas,
1998:198). El análisis supone pues descubrir los marcos utilizados por las diferentes
voces sobre un tema[2].
Dentro de los estudios franceses de la sociología pragmática, Cefaï señala que el
análisis de los marcos, sólo se torna interesante cuando abandona la perspectiva estática
y describe el trabajo de coproducción de los mismos y cómo ese trabajo de
enmarcamiento o esa "praxis cognitiva" dan lugar a una "política identitaria" (Cohen,
1985) o a una "liberación cognitiva" (Mc Adam, 1999) (Cefaï, 2001). Según el autor,
los actores interactúan para definir y controlar situaciones problemáticas, emitir sus
diagnósticos y sus pronósticos, proyectar y justificar las acciones, y de ese modo van
Ficha de Cátedra Nº 10
10
Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte
constituyendo "redes de circulación de información", conforman organizaciones que
llevan sus causas al espacio público. Por ello, trabajar con la noción de marcos implica
tener
en
cuenta
los
componentes
de
una
"arena
multiorganizacional
y
multiinstitucional", observando la dinámica temporal de la interacción entre estos
múltiples componentes (Cefaï, 2001).
Las operaciones de enmarcamiento se despliegan explícitamente en situaciones
problemáticas: cuando un asunto o problema se acelera y potencia e influye a la opinión
pública; cuando emerge un problema público. En estos casos los actores están obligados
a proponer descripciones e interpretaciones de la situación, a formular causas y
principios, a señalar a las víctimas y a los culpables, a proponer soluciones realizables, e
imaginar escenarios de intervención, evaluar recursos, encontrar aliados y proyectar
objetivos. Es a partir de un estudio fino de esas dinámicas de crisis que aparecen las
operaciones de enmarcamiento.
Estos valores y símbolos cristalizan significados sentimientos, entendimientos,
que promueven la construcción de una identidad colectiva.
Por otro lado, los marcos comprenden valores, símbolos o normas, con los que
los actores proyectan entre ellos mismos y hacia fuera la legitimidad de sus demandas,
con este componente se genera la solidaridad con otros actores o movimientos sociales.
En estos componentes se hacen evidentes aspectos de la cultura política hegemónica que
comparte y/o manipulan los actores, así como conceptos nuevos y antagónicos.
(2002:32)
3) La estructura de oportunidades políticas como concepto a analizar
El concepto de estructura de oportunidades políticas es un término por demás polémico
debido a que entre los principales teóricos de los movimientos sociales existen ciertas
dificultades para encontrar una definición unívoca del concepto. En efecto, Gamson y
Meyer (1999) sostienen que los analistas han operacionalizado el concepto de manera
diferente, otorgándole funciones disímiles.
En un intento programático por establecer cierto consenso conceptual en dicho
acercamiento teórico, Gamson y Meyer (1999) reunieron las variables utilizadas por
distintos investigadores de los movimientos sociales, organizándolas en dos pares de
dimensiones de las estructura de oportunidades políticas: volátil -estable y cultural institucional. El gráfico Nº1 resume, según los autores, algunas de las muchas variables
Ficha de Cátedra Nº 10
11
Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte
que los distintos investigadores de los movimientos sociales consideran parte de la
estructura de oportunidad política.
Gráfico Nº1 Dimensiones de la estructura de oportunidad política
ESTABLE
Mitos y narraciones, valores,
temas culturales, sistemas de
creencias, formas de ver el
mundo
Tradición estatalista
fuerte / débil
CULTURAL
(sociedad)
Legitimidad, conciencia de
clase
Clima, Zeitgeist
Estado de ánimo nacional
Culturas conflictivas
Discurso público
Los medios dan estructura a
las ideas de forma fluida
Fuerza de las instituciones
Fuerza y número de los
partidos políticos.
Capacidad e
independencia judicial y
legislativa
Centralización de las
instituciones políticas
Fuerza de las escisiones
sociales
Organización y economía
Política de los medios de
comunicación de masas
Modelos de vinculación
entre grupos de interés y
el gobierno
INSTITUCIONAL
(estado)
Tendencias económicas y tecnológicas que crean
dislocaciones
Fuerza de las organizaciones autóctonas
Infraestructura de los movimientos
Acceso a los medios de comunicación de masas
Cambios en las alianzas políticas
Ruptura entre las élites
Cambios en las políticas
Ámbito del conflicto
Capacidad de control social
Errores en el control social
elecciones
VOLÁTIL
Fuente: Gamson y Meyer (1999: 398)
En cuanto a la dimensión cultural e institucional, Gamson y Meyer (1999)
sostienen que “la oportunidad tiene un fuerte componente cultural y por lo tanto, si nos
Ficha de Cátedra Nº 10
12
Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte
fijamos únicamente en las variaciones habidas en las instituciones políticas y las
relaciones existentes entre actores políticos, corremos en riesgo de perdernos algo”
(pág. 395). Siguiendo a Nash (2001), analizar los aspectos culturales deviene de suma
importancia en la medida en que podemos analizar el rol de la cultura en la constitución
de relaciones sociales y en las identidades. En este sentido, “tradiciones, principios y
arreglos no pueden ser fácilmente desechados por los insurgentes. Ellos son
estructurales en el sentido de que son supraindividuales y constriñen la acción
individual” (Polletta; 1999: 68).
En este mismo sentido, Tarrow (1992) sostiene que los elementos culturales y
relativamente estables de la oportunidad política como las “mentalidades sociales”
(social mentalities) y la “cultura política” poco nos ayudan en la tarea de explicar el
nacimiento de una acción colectiva. Con el primero concepto, el autor denota aquellos
“valores popularmente sostenidos y prácticas acerca vida privada y comportamiento”
mientras que por el segundo hace referencia a aquellos “puntos más claramente
moldeados del interés acerca relaciones sociales y políticas, sistema que contiene tanto
elementos de soporte como de oposición” (Tarrow; 1992: 176).
Ambos conceptos, deben ser vistos como fundamentos parciales para la acción
colectiva. Las mentalidades sociales no pueden impulsar por sí mismas una acción
colectiva, ya que ellas se tratan de interpretaciones pasivas del status quo, aislados de la
agencia. Mientras que una acción colectiva es episódica, altamente focalizada, y
resultado de las decisiones explícitas de los agentes históricos y de las personas, las
mentalidades son de larga duración, desfocalizadas y creencias populares pasivas sobre
la sociedad existente. Por lo tanto, no están orientadas hacia la acción en la arena
pública (Tarrow; 1992).
Al mismo tiempo, la cultura política, si bien es organizada alrededor de puntos
comunes de consenso y de definiciones de situaciones, ella es raramente
suficientemente unívoca o aislada de los símbolos que sostienen el sistema que provee
de una firme base para la acción colectiva contra él (Tarrow; 1992). Como sostienen
Jordan y Weedon (citados en Alvarez, Dagnino y Escobar, 1998), “la legitimación de
las relaciones sociales de desigualdad y el conflicto para transformarlas son un asunto
central para la cultura política. La cultura política determina fundamentalmente los
sentidos de las prácticas sociales y, sobre todo, qué grupos e individuos tienen el poder
de definir esos sentidos. La cultura política tiene que ver también con la subjetividad y
Ficha de Cátedra Nº 10
13
Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte
la identidad, desde que la cultura juega un rol central en la constitución del sentido de
nosotros mismos” (pág. 5; las cursivas corresponden al original).
En este contexto, si bien la ideología, la identidad y otras prácticas culturales
influencian la dinámica de un determinado movimiento social, las mentalidades sociales
y la cultura política se quedan a medio camino para explicar el surgimiento de una
acción colectiva. Por este motivo, un marco para la acción colectiva debería ser opuesto
a, por lo menos, algunos de los elementos de las mentalidades existentes o, al menos,
identificar circunstancias que justifique salir de su habitual pasividad a las personas
ordinarias. Para que esto suceda, deberá sacar provecho de la existencia de una cultura
política de oposición, ya que la cultura política provee a los líderes de un reservorio de
símbolos con los cuales construir un marco cognitivo para la acción colectiva. Destacar
la dimensión cultural de la oportunidad política permite analizar la resonancia de ciertos
marcos en el proceso de generación de una oportunidad política.
Ahora bien, ¿cómo opera la estructura de oportunidades políticas, en general y
dichas variables, en particular, en el surgimiento y el éxito de un movimiento social?
Concordamos con Goodwin y Jaspers (1999) en la imposibilidad de utilizar la estructura
de oportunidades políticas como un modelo invariable o en otras palabras, ver al
modelo del proceso político como una teoría general. En cambio, debemos “explorar
cómo las formas organizacionales, los repertorios de acción, y las consecuencias de los
movimientos sociales son moldeados contingentemente por cambios históricos en las
constelaciones del proceso político” (Goodwin y Jaspers; 1999: 29-30).
Si las variaciones y las formas de la acción colectiva dependieran primariamente
de las alteraciones en las oportunidades, más que pensar los cambios en la estructura de
oportunidades políticas como ventanas que se cierran o se abren, debemos pensarla
como avenidas institucionales que canalizan la protesta de determinadas maneras pero
que raramente se encuentran cerradas de manera total. En este sentido, la serie de
opciones disponibles en un particular tiempo y lugar afectan el repertorio estratégico
que los movimientos sociales tienen a su disposición (Koopmans; 1999). Así por
ejemplo, una estructura de oportunidad política cerrada invitará a la realización de
acciones más ilegales que legales, más disruptivas que institucionales, etc. Sin embargo,
no sólo las instituciones inspiran o demandan acciones sino también las constriñe. Los
repertorios utilizados también dependen del ambiente cultural, el cual facilita la elección
Ficha de Cátedra Nº 10
14
Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte
de aquellos que son conocidos y aceptables y la exclusión de
aquellos que son
desconocidos o inaceptables.
Del mismo modo, la represión de un movimiento social no necesariamente
reduce las chances de suceso de un movimiento así como elites divididas tampoco
necesariamente aseguran el éxito (Goldstone; 1999). Tarrow (1997) sostiene que las
divisiones entre las elites no sólo incentivan el desarrollo de una acción colectiva por
parte de los grupos con recursos escasos. También pueden generar profundas divisiones
entre los grupos sociales y por lo tanto, alianzas y coaliciones, alguna de carácter
extraño, sostiene el autor, entre rebeldes y defensores del régimen. En este sentido,
Goldstone (1999) sostiene que "para entender por qué ciertos grupos realizan ciertas
acciones en determinados tiempos, tenemos que conocer más acerca de la precisa
relación entre grupos y elites que de las unívocas condiciones destacadas por la actual
teoría de las oportunidades políticas" (pág. 350).
Del mismo modo, estructuras estatales centralizadas amparan, en algunas
circunstancias, el desarrollo de movilizaciones colectivas mientras que en otras las
impide. Dada la ambigüedad del concepto de estructura de oportunidades políticas,
Goldstone (1999) sostiene que "es necesario tomar un enfoque relacional, en el cual el
preciso efecto de un factor específico depende de un movimiento particular, de los
asuntos y de las relaciones entre otros factores que están operando" (pág. 357, las
cursivas pertenecen al autor).
4) Otros conceptos propuestos
Cadena Roa (1999), propone la noción de tejido social, como pivote para pensar cómo
las condiciones sociales externas facilitan o dificultan la creación y conformación de la
acción colectiva. Esta noción remite directamente a los estudios orientados a los análisis
de redes sociales. Los mismos sostienen que las organizaciones del movimiento social,
se forman a partir del tejido comunitario existente y que a partir de ahí se van
entrelazando con otras redes (Broadbent, 1986; Della Porta, 1988; Fernández y
McAdam, 1988; Gould, 1991; McAdam, 1986 y 1988 y otros citados en Cadena Roa).
La tendencia de estos estudios es a concluir que donde el tejido comunitario es
denso y tupido el actor colectivo se establece con rapidez y firmeza, como pueden ser
las comunidades indígenas. En cambio donde el tejido social es más disperso y
disgregado el actor enfrenta mayores dificultades para formarse, arraigarse. A partir del
Ficha de Cátedra Nº 10
15
Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte
tejido social los actores sociales se entraman en un diversidad de redes, por un lado
sociales (de líderes, activistas), políticas (partidos y organizaciones políticas legales y
clandestinas) e institucionales (centros educativos, iglesias, oficinas de los tres poderes
del estado y de los tres niveles de gobierno). Entre más conexiones tengan los
individuos con miembros de otras organizaciones mayor será el grado de integración y
densidad del tejido social. El poder de los movimientos depende en buena medida del
grado en que los actores se vinculan con el resto del tejido social, político e institucional
y son capaces de usar ese poder para conseguir objetivos.
Ahora bien, aún así, ante esta exhaustividad propuesta por la perspectiva de las
oportunidades políticas, la crítica usual pergeñada es que este tipo de análisis deja sin
comprender lo propio de la acción colectiva, es decir cuál es la dinámica por la que los
actores se conmocionan y dan a luz un acontecimiento que configura una nueva
situación social.
El análisis de las redes sociales, el tejido social y las oportunidades políticas, sin
ninguna duda aportan al análisis de la ecología de los movimientos sociales, de las
acciones colectivas, sin embargo, las condiciones estructurales, las oportunidades
políticas son necesarias para la conformación de actores colectivos pero no son
condición suficiente3. Posiblemente estas perspectivas teóricas soslayen el sentido que
le dan los actores a las situaciones antagónicas, así como a las oportunidades políticas
que ellos mismos crean (Jasper, 1997). Si bien el sentido de la acción de los actores está
determinado por la gramática del sistema político, son ellos quienes definen sus propias
situaciones y definen sus propios dilemas convirtiéndolos en cuestiones públicas. En
otras palabras, la cultura, es el punto ciego de las perspectivas teóricas descriptas
anteriormente, y sobre el que debemos ahondar puesto que los actores se mueven sobre
universos simbólicos, sobre visiones de los bienes públicos que entran en conflicto
permanentemente.
Como explica Cadena Roa: para que la acción colectiva se produzca no basta
con que el actor esté agraviado; es necesario que se sienta y reconozca agraviado. Esto
significa que los agravios suponen un contenido evaluativo, pues los actores pueden
atribuir distintos significados a la situación en la que se encuentran. Para que se forme
3
Debemos aclarar que ambas escuelas americanas, hicieron eco de la crítica recibida y comenzaron a
integrar en sus análisis la noción de framing o marcos de interpretación empleada originariamente por
Goffman. Sin embargo sobre el uso que han realizado, existen muchas observaciones (véase por ejemplo
el trabajo de Cefäi)
Ficha de Cátedra Nº 10
16
Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte
un actor colectivo se requiere que, además de sentirse agraviado, se identifiquen las
causas de ese agravio, que éstas se definan como injustas, intolerables y remediables; es
decir, se requiere de definiciones morales sobre lo que está bien y lo que debe ser, y
definiciones de carácter normativo acerca de cómo deben operar en la práctica las
definiciones morales más amplias. En suma, se requiere que el significado asociado a
situaciones y relaciones sociales sea interpretado o reinterpretado. Desde esta
perspectiva, la formación de actores colectivos es un proceso de producción cultural,
no un resultado automático o espontáneo que surja inevitablemente de la situación
misma.
5) La escuela europea
Las teorías europeas de la acción colectiva, piensan a la acción como el ensamble de
varios tipos de acciones basados en conflictos. Una acción colectiva de protesta, implica
la existencia de una lucha entre actores por la apropiación y orientación de los valores
sociales y los recursos. Un segundo nivel de la acción incluye todo tipo de conductas
que transgreden las normas, que van más allá de las reglas del sistema político y/o que
atacan a la estructura de una sociedad. Este segundo nivel de acciones corresponde a los
movimientos sociales. En este sentido, la sola existencia del conflicto no basta para que
haya movimientos sociales.
Alain Touraine, intentó reemplazar una representación de la vida social basada
en nociones de sociedad, evolución y rol, por otra donde las nociones de historicidad,
movimiento social y sujeto ocuparan el lugar central. Touraine presentaba ciertos
principios capaces de conceptualizar una relación como movimiento social y
diferenciarlos de otros tipos de conductas colectivas y luchas. Definía al movimiento
social como una acción conflictiva que cambiaba tanto las orientaciones culturales
como el campo de historicidad en forma de organización social, definidos a la vez por
normas culturales generales y por relaciones de dominación social. Es decir, establecía
tres principios: orientación cultural; control de la historicidad; lucha contra la
dominación social. Para Touraine, la liberación de las barreras simbólicas representadas
por los garantes meta-sociales y el creciente control de cada vez más áreas y procesos
posibilitados por los avances tecnológicos multiplica las formas de dominación, pero al
mismo tiempo crea las condiciones para la constitución de sujetos emancipados tanto de
las imposiciones naturales como de los legados culturales. Por tanto se sugiere que para
Ficha de Cátedra Nº 10
17
Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte
este autor la aparición de los NMS se conecta a la existencia de una nueva formación
social
Se propuso, además, analizar los movimientos socio-culturales, los movimientos
socio-históricos y los movimientos sociales como parte de procesos ligados y
relacionados.
En la misma orientación, Alberto Melucci afirma que la sociedad informática
disuelve las solidaridades previas y que no crea nuevas, por lo tanto los NMS emergen
entre otras cosas para resolver este déficit de solidaridad, creando nuevas identidades
colectivas.
Ahora bien, para que haya MS es necesario que la acción colectiva provoque una
ruptura en los límites de compatibilidad del sistema en el cual se sitúa, sea a nivel del
mercado o del Estado. Una acción colectiva, nos dice este autor, implica la existencia
de una lucha entre dos actores por la apropiación y orientación de los valores sociales y
de los recursos. Pero la acción colectiva incluye un segundo aspecto: conductas que
transgreden las normas que han sido institucionalizadas en roles sociales. Es decir
acciones que tienden a una ruptura de los límites de compatibilidad del sistema dentro
del que se encuentran situados. Los Movimientos Sociales (MS) están constituidos por
acciones colectivas que cumplen con la primera y la segunda condición. De este modo,
nos advierte, los MS no son objetos empíricos sino contrucciones analíticas.
Esta analítica nos conduce a la búsqueda de significados de tales acciones y a
situarlas en el sistema de relaciones sociales. Dice Melucci "Se trata por tanto de captar
esta multiplicidad de elementos sincrónicos y diacrónicos, y de explicar entonces como
están combinados en la unidad concreta de un actor colectivo. Cada fenómeno empírico
proporciona información sobre un segmento de la estructura social, de la misma forma
en que un corte transversal en una roca revela su composición interna".
La crítica de Melucci (1994), a la perspectiva de las oportunidades políticas, es
que todas sus contribuciones se centraron sobre el nivel político y no tuvieron en cuenta
a la sociedad civil. Los conflicto sociales, se reducen a protestas políticas y son parte del
sistema político.
Melucci supone que la acción colectiva se desarrolla sobre la base de un interés
y unas expectativas colectivas. La identidad colectiva constituye por si misma un
incentivo selectivo para la acción. Abordar la explicación de la existencia de un interés
común o colectivo es hacer referencia a un proceso de identificación. Para este autor, los
Ficha de Cátedra Nº 10
18
Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte
actores buscan la constitución de solidaridades e identidades que son bienes no
medibles ni calculados. La propuesta de este autor para pensar la construcción de
identidades colectivas resulta interesante, ya que el haber identificado un conjunto de de
intereses colectivos supone un proceso previo de elaboración discursiva en que los
actores se constituyen mediante la re-definición de sí mismos en relación con las
identidades previas. El concepto de identidades colectivas ya estaba presente en autores
como Pizzorno (1978) y Touraine (1988) sin embargo él redefinió esta noción,
alejándose del tratamiento más “puro” e incluyendo conceptos de otras tradiciones y
analizándola como un “proceso de construcción interactivo”; lo que la aleja de los
enfoques que la asumen como algo dado por la clase social de los sujetos que participan
en el MS. De este modo puede superarse el dualismo entre “condiciones objetivas” y
“conciencia subjetiva” (1996). Los MS deben tener cierta permanencia en el tiempo y
sin cierta unidad de acción es casi imposible hablar de “movimientos”, sin embargo
entiende estas características como resultados de procesos complejos a través de los
cuales los miembros invierten energías emocionales y cognitivas y discuten distintas
vías de acción.
Otra distinción acuñada por este autor, es la distinción entre la fase de latencia y
la de visibilidad en de los MS. En general, sostiene el autor, las nociones heredadas de
movimiento social están muy influidas por el análisis de las movilizaciones, protestas,
marchas y declaraciones públicas. Sin embargo, los MS tienen la fase latente que
existen antes y después de la fase visible, y a veces pueden ser incluso más importantes.
La latencia permite la experimentación con nuevos sentidos, valores y pautas
culturales. La visibilidad permite la confrontación pública de esos nuevos valores con
los dominantes y facilita la transmisión de nuevas pautas culturales a otros grupos
sociales (1985). Ambas fases se complementan. La latencia proporciona los marcos
culturales y las solidaridades requeridas para las movilizaciones públicas. La visibilidad
refuerza las redes sumergidas y facilita la formación de nuevos grupos.
Mario Diani a su vez, consideraba cuatro aspectos para definir a los MS:
acciones colectivas desarrolladas en situaciones de conflictos; que tales acciones se
desarrollen fuera de la vida institucional; redes informales de interacción y creencias y
solidaridades compartidas. Hay una marcada preferencia por parte de este autor al uso
del concepto acciones colectivas sobre el de "movimientos sociales": al tratarse de un
concepto más amplio, argumenta, puede referir a una gama más amplia de aspectos. No
Ficha de Cátedra Nº 10
19
Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte
es fácil aislar un "movimiento social" de otras formas de acciones tales como la protesta
política o las movilizaciones.
6) Un intento de síntesis
Para Jasper, autor, entre otros que pretende realizar una síntesis entre la escuela
americana y la europea, comprender la dimensión cultural de las acciones colectivas de
protesta, nos conduce al encuentro con los actores, con sus biografías, trayectorias,
idiosincrasias complejas, que son elementos fundamentales para el análisis de las
acciones colectivas, ya que son ellos quienes toman las decisiones estratégicas del
cómo, del cuando y el por qué. Si se ignora esta dimensión, los conceptos tales como
estructura de oportunidades, recursos o identidades, son forzados a magnificar sus
potenciales explicativos. Por otra parte no es dable pensar, desde esta perspectiva, la
existencia de las oportunidades políticas objetivas e independientes de las
interpretaciones que de ellas hacen los actores, o bien que los recursos son
independientes de lo que las personas piensan de ellos y de cómo utilizarlos, o bien que
las redes sociales importan más allá de los significados y lealtades afectivas que
presentan para los actores.
Es necesario entonces, para comprender cómo los actores construyen y
manifiestan un compromiso público, sobre un asunto público, analizar las creencias
cognitivas, las respuestas emocionales y las valoraciones morales –los tres
subcomponentes de la cultura para Jasper- que conjuntamente motivan, racionalizan y
canalizan la acción política (Jasper, 1997).
El concepto de “arena pública”, desarrollado por Cefaï (2002) a partir de Dewey,
Park, Gusfield y otros, (aporte de la sociología pragmática) alude a experiencias y
actividades que se inscriben en el horizonte de un “buen vivir en común”, apuntan a la
satisfacción de “intereses” o
“deseos” comunes y no privados o de una relación
personal, y que tienen además consecuencias que van más allá del círculo de personas
reales o ficticias directamente implicadas. Una arena pública es entonces, un lugar de
ajuste recíproco y de ordenamiento expresivo de los comportamientos. Es una estructura
de coordinación entre versiones alternativas de descripción, de interpretación o de
acción, sobre “situaciones problemáticas”, alrededor de las cuales giran campos rivales,
dentro de formas de comportamientos colectivos o de opinión pública, y de auditorios.
Ficha de Cátedra Nº 10
20
Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte
El concepto de arena pública va de la mano, siguiendo a Cefaï, con el análisis
pragmático, que hace especial hincapié en el análisis de la situación, a través del cual se
puede dar cuenta de formas de experiencia, de opinión y de acción pública que no cesan
de instituirse. Ese proceso se da simultáneamente, por un lado, a una dinámica de
producción de actores individuales y colectivos, en el cual la identidad no está definida
a priori, sino que se modula durante sus intervenciones y sus interacciones, y por otro a
una dinámica de elaboración de culturas públicas, bajo la forma, por ejemplo de
repertorios de argumentos o de vocabularios de motivos (Cefaï y Joseph, 2002). El
análisis pragmático se propone comprender la dinámica de emergencia de las “arenas
públicas”, en donde, continúa el autor, la formación de creencias compartidas, la
adquisición de costumbres convergentes, el arbitraje regulado entre convicciones
conflictuales y la convocación de reservas de experiencia, la suscripción a un principio
de pluralismo y de tolerancia, la preferencia en recurrir al derecho más que a la fuerza y
el entendimiento en el marco de procedimientos racionales y razonables, son los
resultados de una larga sedimentación histórica y de un proceso continuo de
experimentación.
Esta perspectiva, motoriza la idea de que una arena pública, es un episodio social
en permanente construcción y no una unidad, no es un espacio-tiempo uniforme y
homogéneo, sino que se dispersa en una multiplicidad de escenarios públicos, a la vez
susceptibles de ser analizados en situación, y ligados entre ellas en un archipiélago de
micro-arenas públicas.
Ya adelantamos en las primeras líneas de esta introducción, algunos de los aportes
conceptuales de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe a estos problemas. Ellos abordan las
condiciones discursivas de la emergencia de una acción colectiva, encaminada a luchar
contra la desigualdad, desde los aspectos que hacen a la subversión del carácter
diferencial positivo de una posición subordinada de sujeto. El desplazamiento
equivalente entre distintas posiciones de sujeto, como condición de emergencia de los
antagonismos puede presentarse de dos formas:
* pueden ser relaciones de subordinación ya existentes que, gracias a un
desplazamiento del imaginario democrático, se rearticularán como relaciones de
opresión;
Ficha de Cátedra Nº 10
21
Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte
* pueden ser derechos adquiridos puestos en cuestión o relaciones sociales que no
habían sido construidos bajo la forma de la subordinación que comienzan a serlo bajo el
efecto de ciertas transformaciones sociales.
La novedad de los movimientos sociales reside en que ponen en cuestión nuevas formas
de subordinación. Pero en todos los casos -afirman los autores- lo que permite a la
resistencias asumir el carácter de luchas colectivas es la existencia de un exterior
discursivo que impide estabilizar la subordinación como diferencia. Que impide la
solidificación, la naturalización de lo social.
Bibliografía
Cadena Roa, J. (1999) “Acción Colectiva y creación de alternativas” en Chiapas Nº 7,
México, http://www.ezln.org/revistachiapas
Cohen; Jean (1988) “Estrategia o identidad: paradigmas teóricos nuevos y movimientos
sociales contemporáneos” en Cohen, J., Touraine, A., Melucci, A. y Jenkins,
J.C. Teoría de los movimientos sociales, Cuadernos de Ciencias Sociales, Costa
Rica, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).
Cefaï, D. (2001) “Les cadres de l'action collective. Définitions et problèmes”, en (Cefaï,
D. y Trom, D. Coords.) Les formes de l'action collective. Mobilisations dans des
arènes publiques, Editions de l’EHESS, Paris.
Cefaï, D. (2002) “¿Qué es una arena pública? Algunas pautas para un acercamiento
pragmático”, en Cefaï, D. y Joseph, I.(Coord.) (2002) La herencia del
pragmatismo. Conflictos de urbanidad y pruebas de civismo, Edición de l’Aube,
Francia
Della Porta D. y Diani M., (1999) Social Movements. An Introduction. Blackwell
Publisher.
Diani, Mario, "Analysing Social Movements Networks" en Diani, M., and
Eyerman, Ron, Studying Collective Action, Londres, SAGE, 1992.
Donati, Paolo, (1984) "Organization between movement and institution", en Social
Science Information, Nº 23, 4/5, London Sage.
Eder, K. (1998) "La institucionalizacion de la accion colectiva ¿hacia una nueva
problemática teorica en el análisis de los movimientos sociales?" en Ibarra, P. y
Ficha de Cátedra Nº 10
22
Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte
Tejerina, B . (eds.) Movimientos sociales, transformaciones políticas y cambio
cultural. Madrid, Trotta
Eisinger, P. (1973) “The condicitions of protest behavior in American Cities”,
American Political Science Rewiew 67.
Gamson, W. (1992) “The social psychology of collective action”, en Morris, A. y
Muller, C. (Eds) Frontiers in social movement theory, New Heaven, Yale
University press.
Gamson, W. y Meyer, D. (1999) “Marcos interpretativos de la oportunidad política”, en
Mc Adam, D., Mc Carthy, J. y Zald, M. Movimientos sociales: perspectivas
comparadas. Oportunidades políticas, estructuras de movilización y marcos
interpretativos culturales, Madrid, ISTMO.
Goffman, E. (1974) Frame Analysis: An essay on the organization of experience.
Cambridge, University Press.
Goldstone, J. A. (2004) “More social movements or fewer? Beyond political
opportunity structures to relational fields” en Theory and Society Nº 33, Holanda
Goodwin, Jeff y Jaspers, James M. (1999) “Caught in a winding, snarling vine: the
estructural bias of po Koopmans, Ruud (1999) “Political. Oportunity. Structure.
Some splitting to balance the lumping” en Sociological Forum, Vol. 14, Nº1
Gorlier, J.C. y Guzik, K. (2002) La política de género en América Latina. Debates,
teorías, metodologías y estudios de caso. Ediciones al Margen. La Plata.
Jasper, J. (1997) The art of moral protest, University of Chicago Press. Chicago.
Jenkins, C. (1983) "Resource Mobilization Theory and the Study of Social
Movements", Annual Review of Sociology, vol. 9, pp. 527-53.
Kriesi, H. et al (1995) New Social movements in western Europe: A comparative
analysis, Minnesota Press.
Kriesi, Hans Peter (1999) “La estructura organizacional de los nuevos movimientos
sociales en su contexto político” en Mc Adam, D., Mc Carthy , J.D. y Zald,
M.N. (editores) Movimientos sociales: perspectivas comparadas. Oportunidades
políticas, estructuras de movilización y marcos interpretativos culturales,
Ediciones Istmo S.A., Madrid.
Kate Nash (2001) “The ‘Cultural Turn’ in Social Theory: Towards a Theory of Cultural
Politics” en Sociology, Vol. 35, Nº 1, Londres.
Ficha de Cátedra Nº 10
23
Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte
Laclau, E. y Mouffe, C. (1987) Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una
radicalización de la democracia, Alianza Editorial, Madrid.
López Maya, M. (coord.) (2002) Protesta y Cultura en Venezuela: los marcos de acción
colectiva en 1999, CLACSO, Buenos Aires.
Mc Adam, D., Mc Carthy, J. Y Zald, M. (1999) Movimientos sociales: perspectivas
comparadas. Oportunidades políticas, estructuras de movilización y marcos
interpretativos culturales, Madrid, ISTMO.
Mc Adam, Doug, (1985) Political Process and the Development of Black Insurgency
1930-1970, Chicago: The University of Chicago Press.
Mc Adam, Doug (1997) “Culture and Social Movements”, en Buechler, S. Y Cylke, F.
Social Movements. Perspectives and Issues, Mayfield Publisher Company,
California.
Melucci, Alberto, (1980) "The new social movements: a theoretical approach", en
Social Science Information, Núm 19.2.
Melucci, Alberto, (1989) "Sistema político, partidi e mivimienti sociali", Milan,
Feltrinelli.
Melucci, Alberto (1994) Asumir un compromiso: identidad y movilización en los
movimientos sociales; en Zona Abierta Nº 69, Madrid.
Melucci, Alberto, (1994) "¿Qué hay de nuevo en los "nuevos movimientos sociales"?"
en Los Nuevos Movimientos Sociales. De la ideología a la identidad, Laraña y
Gusfield editores, Madrid, CIS, pág. 124.
Meyer, David (1999) “Tending the Vineyard: Cultivating Political Process Research”,
en Sociological Forum, Vol. 14, Nº1.
Pizarro, C. (1998) La política cultural de las movilizaciones campesinas. Las narrativas
sobre un conflicto por la tierra en una localidad rural de Catamarca. Tesis de
Maestría en Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Catamarca
Pizzorno, A. (1985) “On the rationality of democratic choice”, en Telos 63: 41-69.
Pizzorno, A. (1994) “Identidad e interés” en Zona Abierta Nº 69, Madrid.
Polkinghorne, D. (1988) “Narrative Knowing and the Human Sciences”, SUNY Series in Philosophy
of the Social Sciences, SUNY Press: Albany (NY).
Polletta, F. (1998) “Contending stories: Narrative in social movements”, en Qualitative
Sociology, Vol. 21, No. 4, EEUU.
Ficha de Cátedra Nº 10
24
Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte
Polletta, F. (1998b) “It was like a fever... Narrative and Identity in social protest”, en
Social Problems, Vol. 45, Mayo Nº 2, California Press. EEUU
Polletta, F. (1999) “Snarls, Quacks, and Quarrels: Culture and Structure in Political
Process Theory”, en Sociological Forum, Vol. 14, No. 1.
Revilla Blanco, M. (1994) “El concepto de movimiento social: acción, identidad y
sentido”, en Zona Abierta, Nº 69, Madrid
Rivas (1998) “El análisis de los marcos: una metodología para el estudio de los
movimientos sociales” en Ibarra, P. y Tejerina, B. (eds), Los movimientos
sociales. Transformaciones políticas y cambio cultural, Ed. Trotta, Madrid.
Somers, M. y Gibson, G. (1995) “Narrative and Social Identity”, en Calhoun C. Social
Theory and the Politics of Identity, Blackwell, Cambridge.
Snow, D. et. al. (1986) “Frame alignment process, micromobilization, and movement
participation”, en American Sociology Rewiew, 51: 464-481.
Snow, D. y Benford, R. (1988) “Ideology, frame resonance and participant mobilization”,
en International Movement Research, 1:197-217.
Snow, D. y Benford, R. (1992) “Master frames and cycles of protest”, en Morris, Al y
Muller, C. (eds.) Frontiers in social movements theory, Social problems, Yale
University Press: 133-155, New Have.
Tarrow, Sidney (1992) “Mentalities, Political Cultures, and Collective Action Frames”,
en Morris, A. Y Mc Clurg Muller, C. (eds.) Frontiers in Social Movements
Theory, Yale University Press.
Tarrow, Sidney (1997) El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la acción
colectiva y la política, Madrid, Alianza Universidad.
Tilly, C. (1978), From Mobilization to Revolution, Addison-Wesley, Reading.
Touraine, A., "La parole et le sang", Paris, Odile Jacob, 1988.
Ficha de Cátedra Nº 10
25