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AL COMPÁS DE LOS VARALES
1.- INTRODUCCIÓN
2.- DESARROLLO:
2.1.- Definición de música.
2.2.-La música de Capilla.
2.3.- Saeta.
2.4.- Origen de la música en Semana Santa.
2.4.1. Evolución de la forma marcha.
2.4.2. Bandas de Cornetas y Tambores. Escámez
2.4.3. Agrupación Musical.
2.4.4. Bandas de Música o Bandas de Palio.
2.5.- Los andares y la música.
1.- INTRODUCCIÓN
Buenas tardes a todos, lo primero agradecer a Antonio la presentación
que me ha dedicado, y a la Agrupación de Cofradías por la confianza
puesta en mí, y por contar conmigo para esta bonita tarea que me va a
permitir aportar mi granito de arena a la Semana Santa Tebeña.
Y también agradeceros a todos vosotros vuestra presencia y disposición
a escuchar lo que a continuación os voy a contar en esta reunión de
amigos.
Esta tarde voy a intentar exponeros:
2.1.- Definición de música.
2.2.-La música de Capilla.
2.3.- Saeta.
2.4.- Origen de la música en Semana Santa.
2.4.1. Evolución de la forma marcha.
1
2.4.2. Bandas de Cornetas y Tambores. Escámez
2.4.3. Agrupación Musical.
2.4.4. Bandas de Música o Bandas de Palio.
2.5- Los andares y la música. Cómo la música influye en la forma
de llevar los tronos en Málaga o los pasos, en Sevilla y viceversa,
cómo el ritmo en el andar de los tronos y pasos han influido e
influyen en la música de Semana Santa.
2.- DESARROLLO:
2.1. Definición de Música
“OIGO LO QUE VEO”
Éstas fueron las palabras que pronunciaba el compositor ruso Igor
Stravinsky, cuando en la Semana Santa Sevillana de 1921 presenciaba
el paso de la Virgen del Refugio por la Puerta de la Carne al mismo
tiempo que la banda interpretaba la célebre marcha de Manuel Font,
“Soleá, dame la mano” : OÍGO LO QUE VEO
No hay mejor manera de poner de manifiesto la relación tan especial
de la música con nuestras procesiones de Semana Santa. Y es que la
música, el arte de bien combinar los sonidos entre sí, y éstos con el
tiempo, tiene una importante función en todas las expresiones del ser
humano. ¿Alguno de los que está aquí se imagina María Santísima de la
Paz, bailando sobre los hombres de trono, sin que suenen “Los
Campanilleros”? ¿O la salida del Santísimo Cristo de la Sangre sin que
suene la marcha “El silencio”?...no sería lo mismo...la música tiene la
capacidad de magnificar los sentimientos, de multiplicar por diez las
sensaciones permitiendo que lleguen más directas al alma…la música
está presente en la mayoría de los momentos de la Semana Mayor:
música es el crujir del trono cuando éste se levanta; también es música
el sonido que produce el roce de las bambalinas con las barras de
palio; en los desfiles procesionales malagueños, el repicar de
campanilla, indicando los tiempos y los movimientos del cortejo
procesional de los campanilleros, también es música; los golpes de
martillo de los mayordomos sobre la campana para avisar a los hombre
de trono...también es música.
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Pero es algo más, es algo que transciende los límites de los
sentidos…según palabras de Jose Ramón de Rementería y López de
Sandaliano
“La Música es el arte de sentir, por eso de todas las artes es la más difícil de definir
con palabras, quizá imposible. Nos acompaña en nuestra vida, desde la cuna (nanas)
hasta la muerte (requiems); altera nuestro ánimo (nos consuela, alegra o exalta),
cura nuestro cuerpo (musicoterapia) y forma parte de nuestro ser al igual que la risa,
el llanto…
Carece de cuerpo como la escultura y de color como la pintura y no tiene un
significado concreto como la palabra o la literatura. La Música es pasión y emoción,
es el lenguaje del espíritu, del sentimiento. Por ello es una de las cosas de las que no
se puede prescindir en la vida, es tan necesaria como el aire que respiramos.”
Por todo ello es lógico que la Música deba jugar un papel
preponderante en determinados momentos de nuestra existencia, en
determinadas épocas del año, donde su presencia, confiere una fuerza
especial.
Y señores, desde que el Miércoles de Ceniza que empezábamos la
Cuaresma, y que nos anunciaba en el calendario cristiano la
conmemoración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesuscristo,
iniciamos un periodo de intensa actividad litúrgica y cofrade, donde la
música se hace presente en cada acto, magnificando cada instante.
2.2.-La música de Capilla.
Conviene reseñar, de modo claro y evidente, que la música desde los
inicios de la Edad Media está íntimamente ligada a la liturgia cristiana,
no existiendo la menor duda de que la música fue el primer arte al
servicio de la Semana Santa, ya desde la articulación del Año Litúrgico
en la Edad Media y que la música religiosa fue creada y alentada
durante siglos por la religión cristiana. Hablamos entonces, de la música
de Capilla.
Capilla: La palabra capilla deriva del latín medieval "cappa", y con él se
denominaba al espacio del templo donde ensayaban los músicos y, por
extensión, al conjunto de músicos encargados de cantar o tocar, con
todo el acompañamiento de libros corales, instrumentos, vestimenta,
distintivos, al servicio de una iglesia o corte.
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Los inicios de la capilla musical pueden corresponderse con los inicios
de la música occidental. Todo comienza en el siglo IX, donde Pipino el
Breve con el apoyo de Gregorio VII unificará y hermanará todas las
liturgias llamándolas Gregorianas. De esta coalición se propone como
canto oficial de la liturgia el Canto Gregoriano. A finales del siglo XI,
principios del XII la composición sustituye a la improvisación aportando
un sistema de notación musical que permite aprender, componer e
interpretar en ausencia del compositor. La polifonía sustituye a la
monofonía, sin abandonar el Canto Gregoriano, con lo que aparece el
Organum y el Discantus. Estos estilos se desarrollarían durante los siglos XII
y XIII hasta llegar al florecimiento del Organum de Notre Dame.
Canónigos de dicha catedral fueron sus máximos exponentes, Leonín y
Perotín. Con Perotín se alcanza el máximo esplendor polifónico creando
el Conductus, llegando a finales del siglo XIII, al Motete.
Hasta aproximadamente, 1322- 1325, que aparece el término Ars Nova
de la mano de Philipe de Vitry; todas las composiciones se habían
creado para uso litúrgico y de tema religioso.
Es a partir del siglo XIV, con la aparición del Ars Nova los mecenas y
príncipes de la Edad Media deben reflejar su poder. Contratan a los
mejores artistas para realizar las mejores obras que manifiesten el
esplendor de su territorio. En lo musical, se crean Capillas Musicales bajo
la dirección de un maestro. En la Corte Papal de Avignón se empezó a
contar con una capilla musical que acompañase en la liturgia y en
actos religiosos. Consecutivamente, las cortes de los Reyes Católicos,
Felipe el Hermoso, Carlos I, Felipe II,… y posteriores, fueron los precursores
de las Capillas Musicales en sus cortes, con lo que destinaban bienes
económicos a crear y conservar las capillas musicales de sus catedrales.
Estas Capillas estaban compuestas por un maestro, un coro de niños
cantores, cantores adultos que formaban un coro, ministriles (chirimías,
bajón, sacabuche,…) órgano y trompeteros.
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La capilla musical de la Catedral de Sevilla fue la más importante
capilla catedralicia de España contando con importantes y
reconocidos Maestros como Cristóbal de Morales o Hilarión Eslava.
La importancia de la capilla musical de la Catedral Hispalense, incluso
la de la Colegiata del Salvador, sería el desencadenante para que las
cofradías sevillanas apostaran por trasladar la música del oficio religioso
a la procesión y acompañamientos de sus distintas comitivas
penitenciales. Estas hermandades adaptan la Capilla Musical para que
intervenga, por medio de ministriles, en dichas estaciones de penitencia.
Con lo cual, si los músicos se disponían a interpretar su música
caminando, necesitarían utilizar instrumentos aptos para este oficio.
Instrumentos de poco peso que proporcione un timbre adecuado al
evento: nostálgico, suave,… Hablamos de instrumentos como la chirimía
y el bajón. Actualmente, estos instrumentos han evolucionado hasta
llegar a lo que conocemos como oboe (chirimía) y el fagot (bajón).
En este momento las Capillas Musicales tocan música no rítmica, suena
la música de manera independiente de los tronos o pasos, que iban a su
aire, a su forma.
La música de capilla se usaba para rezar, y para dar un golpe, es decir,
tocaban para callar a la gente, cuanto más piano más bajo habla la
gente, cuanto más suena una banda, más ruido hace la gente.
Poco a poco, se va metiendo voz a la música de capilla, y así llegamos
a la saeta, que es la más vocal de todas las expresiones de música.
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2.3.- La Saeta
El Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua define Saeta
como arma arrojadiza consistente en un asta delgada y ligera, con
punta afilada en uno de sus extremos y que se dispara con un arco. Por
eso, debo decir que fue todo un acierto bautizar como saeta este
cante que a modo de flecha sale del corazón y llega directo al alma.
La saeta es una oración en forma de cante flamenco que se lanza en
alto a un Cristo o Virgen de la devoción de la persona anónima que se
expresa con todo su sentimiento.
Aunque el origen musical de las primitivas saetas es incierto, se les
atribuye una raíz árabe relacionada con las llamadas a la oración de los
almuédanos de las mezquitas andaluzas complementada por cantos
judíos y estructuradas por los cantos procesionales cristianos de los
misioneros franciscanos en los siglos XVI y XVII, quienes llamaban saetas
a "los avisos que en forma de coplillas recitaban o cantaban por las
calles en determinados momentos de sus misiones". El nacimiento de la
saeta popular y la costumbre de cantarla el pueblo para expresar su
sentimiento religioso data, aproximadamente, de mediados del siglo XIX.
A principios del siglo XX, la saeta tradicional se transforma hacia la
llamada saeta flamenca, un canto de una sola persona muy elaborado,
en ocasiones improvisado y de extrema dificultad interpretativa. Desde
entonces, se interpretan al paso de las procesiones de Semana Santa
dirigidas, sin acompañamiento, a las imágenes. También existen las
saetas con acompañamiento de tambor. Parece que en la actualidad
se están recuperando en los pueblos de Andalucía la costumbre de
cantar saetas a los Sagrados Titulares de las Hermandades.
2.4.- Origen de la música en Semana Santa
2.4.1. Evolución de la Forma Marcha.
Pero ¿Cuál es el origen de la presencia de las bandas de música en
nuestra Semana Santa? Para encontrar el origen de la música
acompañando a nuestras hermandades tenemos que hablar de la
forma musical específica de marchas. La marcha, como tal es una
creación musical que nace para ser interpretada en movimiento por
razones no artísticas, sino funcionales, razones prácticas. Existen distintos
tipos de marchas: marcha militar, marcha procesional, marcha religiosa,
marcha triunfal, fúnebre, nupcial…todas ellas tienen un origen común.
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Este origen está asociado a la vida militar y hay que buscarlo en la
intención de producir música para conseguir que un grupo de personas
pueda caminar de manera acompasada. Debemos diferenciar el ritmo
o toque de marcha y lo que es una marcha. Entiéndase por toque o
ritmo de marcha el diseño rítmico, continuo, regular y repetitivo
generalmente producido por instrumentos de percusión para conseguir
el desplazamiento ordenado de un grupo de personas. En principio
estos sonidos fueron utilizados como parte de la técnica militar para
hacer que las tropas se desplazaran de forma conjunta y acompasada.
La unidad de movimiento no obedece por tanto sólo a un criterio
estético, sino primordialmente a criterios de efectividad militar.
La forma musical conocida como marcha surge de la evolución de
este ritmo o toque de marcha. Es una forma musical que servía y sirve
para que el movimiento de las tropas se haga de manera más unitaria y
además, según el carácter de la música, se conseguían otros efectos
psicológicos tales como: aumentar el valor de la tropa, atemorizar al
enemigo, aumentar la solemnidad en desfiles, acrecentar la emotividad
de los distintos tipos de actos en los que se utiliza,… por tanto, en sus
orígenes, nos encontramos ante una forma musical de aplicación
práctica para mejorar la productividad de una actividad humana
aunque al mismo tiempo no podamos olvidar su aportación artística
consustancial.
El momento histórico en que se comenzó a utilizar la música para
ordenar el movimiento de las personas es difícil de determinar. Existen
restos arqueológicos, del s. V a.C. sobre la tumba de Leopardos en
Tarquinia, hay pinturas, en las que se pueden contemplar
representaciones de músicos que hacían ambas cosas: tocar y andar.
Se tiene constancia de que en Roma, durante el reinado de Servio Tulio
(578-534 a.C), a través del sonido producido por músicos se conseguía la
marcha acompasada de las legiones romanas para invadir las Galias.
Para los militares de aquella época, según los escritos de Vegacio, era
primordial enseñar a los reclutas el paso militar pues pensaban que lo
más importante en una marcha o en una acción de guerra, era
conservar la unidad de movimiento entre los soldados. Los músicos de
estas bandas romanas eran soldados que gozaban de un importante
prestigio. Existen autores que piensan que la utilización de sonidos
musicales para conseguir el movimiento unificado de tropas podría
haberse utilizado antes en la India y en Egipto.
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Durante la Edad Media la utilización de la música con fines militares está
extendida por el mundo árabe y cristiano. Desde el siglo XII al XVII, como
he expuesto anteriormente, los monarcas españoles contaban con
capillas musicales que recibían el nombre de Ministriles. La
documentación escrita a medida que avanza la historia es cada vez
más numerosa. Los Reyes Católicos contaban con un grupo de
ministriles (7-8 músicos) para amenizar los desfiles militares, las
exhibiciones, etc. Sabemos que Carlos I llegó a contar con una banda
de más de cuarenta músicos. Felipe II llegó a contar con un grupo de
ministriles cuyo número de componentes osciló según la época entre los
12 y 16 músicos.
¿Pero cuándo se interpretó por primera vez una marcha tras un paso o
trono en un desfile procesional? De ese dato determinado no se tienen
constancia, hay que tener en cuenta que los grupos de ministriles, en
muchos casos, eran formaciones similares a las bandas de música
militares.
Básicamente dos tipos de marchas procesionales: marchas fúnebres y
marchas de procesión (con un montón de sinónimos, como son marcha
lenta, regular, marcha de cofradía).
Sabemos que durante el siglo XIX se interpretaban en procesiones
marchas lentas y marchas fúnebres.
Estas marchas procesionales eran originales en unos casos y en otros
casos, adaptaciones de marchas fúnebres preexistentes procedentes
de óperas por lo general. Así, en muchas ocasiones de las marchas
fúnebres emanaron grandes composiciones que posteriormente, y
debido al escaso repertorio a que tuvieron que enfrentarse las primeras
bandas de música, fueron adaptadas, siendo tocadas en las
procesiones de Semana Santa, continuando hoy en día, vigentes en
algunos lugares. Este es el caso del segundo movimiento de la Tercera
Sinfonía de Beethoven o de la marcha fúnebre que Frédéric Chopin
compuso para el segundo movimiento de su Sonata para piano n.º 2,
entre otras.
Pero muy pronto comenzarían a aparecer las primeras marchas
fúnebres compuestas específicamente para cofradías y hermandades.
Aunque aún hoy queda mucho por investigar, se considera a José
Gabaldá Bel, quien fuera director de la Banda de la Guardia Real en
Madrid, uno de los primeros autores en componer expresamente música
para la Semana Santa. Su serie de marchas fúnebres, entre las que se
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encuentran las tituladas «El llanto» o «Soledad», acompañan a la
adaptación de la marcha fúnebre de la ópera Ione del maestro Enrico
Petrella.
Pronto tomaría la alternativa Andalucía. En la segunda mitad del s. XIX,
en concreto, en el año 1874, el cordobés Rafael Cebreros compone la
primera marcha fúnebre para la Semana Santa de Sevilla. En 1876, y en
Cádiz, Eduardo López Juarranz, compone la marcha fúnebre «¡Piedad!»
en honor a la corporación del mismo nombre de esta ciudad. En años
sucesivos, Juarranz, acometería nuevas marchas, entre la que destaca
«Pobre Carmen», común en innumerables ciudades españolas.
En Córdoba, Eduardo Lucena Vallejo, músico destacado del
romanticismo andaluz, compone, en 1883 «Un recuerdo», marcha
dedicada expresamente al Ayuntamiento de Córdoba, siendo director
de la Banda Municipal de esta ciudad andaluza, formación en la que el
propio Lucena junto con otros compositores dejaron un curioso e
importante catálogo de marchas fúnebres.
Pero, si hay una época dentro del siglo XIX que resultó verdaderamente
prolífica, esta fue la década de los noventa, la de los años 1890, ya
desde esta época tan temprana, alguno de los compositores
comenzarían a introducir melodías que se pueden denominar «alegres»
dentro del patetismo propio de la marcha fúnebre.
Hoy día, son muchas las personas que investigan para descubrir
marchas procesionales cada vez más antiguas, aunque con escasa
rentabilidad para la aplicación práctica de estos descubrimientos. Hay
que tener en cuenta que las bandas de música alcanzan su esplendor a
partir de mediados del siglo XIX, con la llegada de nuevos instrumentos
como la familia de los saxofones y la mejora técnica de mucho de los
instrumentos existentes. En este proceso algunos instrumentos cayeron
en desuso. Además, la sonoridad de las instrumentaciones antiguas es
mucho menos brillante al no contar con los actuales saxofones y
trompetas agudas, que sustituyeron a instrumentos como cornetines,
trombas en mi b, saxhornos barítonos y onovenes.
2.4.2. El género de las cornetas y tambores. Alberto Escámez.
En el primer tercio del siglo XX se produce un hecho verdaderamente
curioso, la aparición de las primeras marchas para bandas de cornetas
y tambores. El auge de este tipo de bandas se produce gracias a la
labor de un compositor que desde Málaga impulsó una verdadera
revolución. Este compositor es Alberto Escámez. Es en 1918 cuando se
produce el hito fundamental de la historia de las bandas de cornetas y
tambores, con la constitución de la Banda del Real Cuerpo de
Bomberos de Málaga, pionera en Andalucía en el estilo musical
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denominado “a cuatro voces” y fundada por el jefe del cuerpo,
comandante Joaquín Ramírez y realizando su primera salida procesional
en la Semana Santa de 1920. La figura de Escámez es relevante porque
creó un repertorio propio para estas bandas. Escámez escribió marchas
a 4 voces, como si fuesen corales para bandas de cornetas y tambores.
Sus marchas procesionales se consideran dentro del repertorio clásico.
Compuso marchas como "Consolación y Lágrimas" en 1922, "La
Expiración" en 1926, "Virgen de la Paloma", "Virgen del Rocío" o la más
famosa de ellas, "Cristo del Amor" compuesta en 1944, siendo referente
de las marchas de cornetas y tambores. La mayor parte de su actividad
se desarrolló en Málaga y otras zonas de Andalucía. Las marchas de
Alberto Escámez se consideran un clásico y se interpretan por toda
España.
De la misma forma que las bandas de cornetas y tambores tienen su
origen en Málaga y de ahí se extienden al resto de Andalucía y España,
las agrupaciones de música tienen su origen en Sevilla, con la extinta
Banda del Cuartel de la Guardia Civil de Eritaña, y de ahí pasan al resto
de provincias.
2.4.3. Agrupación Musical.
Se denomina Agrupación Musical a las bandas de música para Semana
Santa que están formadas por trompetas, trombones, cornetas,
tambores y bombos.
Desde hace unos años a estas fechas, se han incorporado también
instrumentos del tipo tubas, bombardinos, fliscornos, platos y caja royal,
entre otros.
Las agrupaciones musicales se caracterizan por ser formaciones de
viento-metal, percusión en la que es la trompeta la que tiene un papel
preponderante respecto a otros instrumentos, y hacen su trabajo
polifónico al margen de la corneta, introduciéndola sólo en las partes
que estética y técnicamente es posible añadirlas. En cambio, las
bandas de cornetas y tambores son agrupaciones instrumentales de
viento-metal y percusión, pero donde el principal instrumento melódico
es la corneta.
2.4.4. Bandas de Música.
Las Bandas filarmónicas o Bandas de Música, popularmente llamadas
como bandas de palio por ser encargadas de acompañar a los tronos y
pasos de palio de las Vírgenes en la Semana Santa, es el estilo más
identificativo de nuestra Semana Santa y de estructura más compleja
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ya que en su plantilla se incluyen instrumentos de viento-madera y
viento-metal de diverso timbre y tesitura e instrumentos de percusión.
Aunque este tipo de bandas cuenta con bastante antigüedad, el
surgimiento de la marcha procesional para banda de música es algo
posterior.
Ya he citado cómo la música que va detrás de los tronos nace de
marchas fúnebres adaptadas de la ópera. Éstas van evolucionando
hasta las música actual de palio. En este proceso tuvo gran relevancia
el maestro Manuel López Farfán, quien marcó una época dentro de la
música procesional con composiciones de sorprendente alegría y
gracia, además innovando en la instrumentación de las bandas de
música.
También cabe destacar la figura del onubense Abel Moreno, con
marchas como “Madrugá”, “Hermanos Costaleros” o “Macarena”. Y la
figura del valenciano Perfecto Artola, por definición el alma mater de la
marcha malagueña, quien sentó cátedra y creó el más sólido modelo
de la marcha procesional en Málaga, con composiciones como “Virgen
de Gracia” o “Jesús de la Pasión”.
2.5- Los andares y la música. Cómo la música influye en la forma de
llevar los tronos en Málaga o los pasos, en Sevilla y viceversa, cómo el
ritmo en el andar de los tronos y pasos han influido e influyen en la
música de Semana Santa.
Partimos de la distinción de tres tipos principales de portar los tronos o
pasos:
1.- Estilo Malagueño: consiste en portar las imágenes sobre los hombros.
Los encargados de esta tarea son los denominados Hombres de Trono.
Hombre Católico y Cofrade que porta sobre su hombro a sus Sagrados
Titulares durante su salida procesional, con el comportamiento, la
religiosidad e indumentaria tradicional de nuestras Hermandades y
Cofradías. Y los varales, pieza de madera o metálica de grandes
dimensiones sobre la que va apoyada el trono y que apoyan sobre sus
hombros, los hombres de trono, están situados fuera del Trono en sí. La
cantidad de varales oscila entre 6 y 8 según el tamaño del trono. No es
raro encontrar en Málaga Capital, tronos con unos 200 hombres de
trono. Además, los hombres de trono siguen el llamado "paso marinero".
La forma de andar de los Tronos es muy similar al andar de una persona,
marcando claramente un ritmo binario, es decir, paso izquierdo-paso
derecho.
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2.- Estilo Sevillano: Es el más extendido por toda Andalucía. En este
caso, los portadores van debajo del paso (a diferencia de lo que ocurre
en Málaga con los Tronos), y soportan el peso sobre su cuello,
concretamente sobre la séptima vértebra cervical, y protegen esta
zona con una tela llamada costal, fundamental para su labor. De ahí,
que los hombres encargados de esta tarea reciban el nombre de
costaleros. Los elementos del paso adaptados para que los costaleros
carguen el peso son las trabajaderas. Éstas, son los palos que lo cruzan
transversalmente y que se colocan a diferente altura (de más a menos)
para dar cabida a los costaleros según grupos de estatura semejante. El
paso en este caso es más corto, totalmente diferenciado del estilo
malagueño. Hay pasos en los que las trabajaderas no van
transversalmente, sino a lo largo, en estos casos no se utiliza costal ya
que la trabajadera va sobre los hombros de los cargadores (dos
trabajaderas por cargador), y el estilo a la hora de andar es diferente al
del costalero. Esta forma de llevar los pasos destacaba en Granada. El
número de costaleros que lleva un paso sevillano ronda los 40, y se
hacen relevos a lo largo de la procesión.
3.- Estilo Gaditano: Es un estilo mixto, consistente en portar los pasos
sobre los hombros, pero debajo del mismo. Los portadores reciben el
nombre de cargadores. Es el estilo de la Semana Santa Gaditana, y se
caracteriza porque en apariencia es similar a la de Sevilla, pero con un
andar semejante a los tronos malagueños. Otra característica de este
estilo es que por fuera del paso van cuatro portadores, uno en cada
esquina, denominados maniguetas, que tienen la función de dirigir el
paso junto con el capataz. Cada manigueta lleva una horquilla, que
hacen sonar al compás de cada paso izquierdo, dando una peculiar
sonoridad a la Semana Santa de Cádiz. Incluso hay hermandades que
sólo llevan como acompañamiento musical el golpe de las horquillas de
los maniguetas. El número de cargadores de los pasos gaditanos es de
una media de 60 hombres.
¿Os preguntaréis qué tiene que ver esto con la música, no? Pues
mucho…
Porque los ritmos que casan con las distintas formas de andar de los
tronos y de los pasos, se diferencian de manera clara, y se marcan los
ritmos con la cadencia adecuada en cada caso. Así, la música que
suena en Málaga se diferencia de la música que acompaña a las
procesiones en Sevilla, porque las marchas que suenan en esta última
son más alegres de manera que se ajustan mejor al ritmo de andar de
los costaleros.
La música ha evolucionado en función del andar de los pasos y tronos.
Como dijimos al principio, las marchas de Semana Santa eran marchas
muy lentas y largas, procedían de las marchas fúnebres. A mediados de
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los años setenta, es cuando (sobre todo en Sevilla) las cuadrillas de
costaleros comienzan a tomar parte en la confección y elección de las
marchas a tocar en una procesión, tendiendo siempre a escoger
aquellas composiciones que, según ellos, se adaptan mejor al ritmo y al
andar del costalero. Hasta entonces las cuadrillas de costaleros se
limitaban a portar el paso sin objetar la música que sonaba. Sea lo que
fuere, lo cierto es que se pasó de un escenario en el que la música no
tenía por qué supeditarse tanto al paso, a un caso totalmente contrario:
el compositor se ve obligado a componer por y para el paso, por y para
el costalero, estableciéndose una serie de criterios que dejaban a un
segundo plano otros criterios más estrictamente musicales.
Esto ocurre especialmente en Andalucía. Así, de esta forma, para que la
música se adaptara a los tiempos de descanso de los costaleros, las
marchas procesionales se van acortando, y se van tornando cada vez
más alegres, para que el andar fuera más cómodo. ¿Qué ocurre con el
paso del tiempo? Pues que se van componiendo marchas cada vez
más cortas…y llegamos a la carrera oficial de las grandes ciudades.
Ahora son los propios capataces los que sin querer bajar el paso durante
toda la carrera requieren que las bandas toquen todo el recorrido de la
misma…se pasa a poner repeticiones en las marchas, o en repetir las
marchas una y otra vez hasta que la carrera oficial concluye. Todo esto
degenera las piezas musicales tal y como las compuso su autor.
Entonces, surge la necesidad de que director de banda de música y
capataz se pongan de acuerdo sobre las marchas que van a sonar en
cada punto del recorrido, de manera que se procura elegir marchas de
mayor duración para recorridos más largos donde el paso necesita
lucirse, y marchas más cortas cuando se está fuera de la carrera oficial.
Lo mismo ocurre, pero en menor medida en el resto de provincias
andaluzas.
Los autores contemporáneos se mueven en una situación complicada
en la que tienen que supeditar la calidad de sus composiciones bien a
las modas imperantes, o bien por imposiciones de las propias
hermandades.
En particular, mi opinión sobre este tema, es que deber existir un
equilibrio y una coordinación entre capataz- mayordomo y director de
banda de música. Ambos buscan un mismo fin, y ambos están
condenados a entenderse. Sólo de esta forma, el trono lucirá con la
música adecuada, y la música nos traspasará los sentidos y nos ayudará
a ver lo que oímos.
Irene Guerrero Ángel
Cuaresma 2014
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