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RESEÑAS244bsOK.qxd
22/6/10
18:05
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Reseñas
Montsalvatge
Tres impromptus. Quatre diàlegs
amb el piano. Bressoleig, Improviso digital, Alborada en Aurinx.
Si a Mompou. Sonatine pour
Yvette
Mompou
Preludi XI, Preludi XII. +MONTSALVATGE: Suite del ballet Don
Perlimplín
Miquel Villalba, piano
Tritó TD0068 DDD
n las notas introductorias a
este espléndido disco, ya se
explica que en Frederic Mompou y Xavier Montsalvatge
hay «una coherencia en los
lenguajes, en las búsquedas, en
las propuestas, en una construcción sin estridencias, en la
calidez de un sonido, en la
atención armónica». Y es
cierto. A pesar del salto generacional que los separa (Montsalvatge es casi dos décadas
más joven que Mompou), son
muchas más las cosas que los
unen, de ahí que ambos pudieran componer a cuatro manos
el ballet Don Perlimplín (1956),
cuya suite, transcrita al piano,
es una de las joyas de este
registro. Escuchándola no es
difícil apreciar el toque de
cada maestro (el melodismo
intimista de Mompou, la
inventiva rítmica de Montsalvatge), pero la impresión general es de fructífero diálogo
entre ambos compositores.
Paradójicamente, el grueso del
programa está dedicado a
Montsalvatge, quien, a diferencia de Mompou, no escribió
extensamente para el piano,
aunque obras como la Sonatine
pour Yvette (1961) dan cuenta
de su dominio del instrumento,
lo mismo que la fascinante
Quatre diàlegs amb el piano
(1934-1996), puro Montsalvatge en lo que se
a la
riqueza del discurso, al juego
con el ritmo (no en balde el
cuarto diálogo se titula así, Ritmos), a la recreación de aires
caribeños… Los Tres impromp-
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tus (1933), en cambio, son una
obra más de juventud, en la
que el interés por la música
francesa, en especial Satie y
Sévérac, convive con ciertas
sonoridades a lo Mompou. La
representación de éste, además
de su aportación al ballet, es
más anecdótica, dos únicos
preludios, aunque en ellos se
aprecia su estilo depurado y
calladamente lírico.
Miquel Villalba aborda todas
estas obras con inteligencia y
personalidad, apoyándose en
una técnica segura y exacta
puesta al servicio de la música,
de estos pentagramas que
nunca buscan sorprender con
el efecto fácil, sino que persiguen la sugerencia, el matiz, la
emoción y, por qué no, también la sonrisa.
Juan Carlos Moreno