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Transcript
“QUÉ BIEN SE ESCUCHA, QUÉ BIEN TE VES.”
La música pop como negocio y como identidad.
Entrevista a Ariana Lizeth Zendejas Vázquez
Estudiante de Ciencias de la Comunicación de la
Universidad La Salle, México, D.F.
[email protected]
La música pop comercial es un fenómeno que existe desde hace varias
décadas, sobre todo en Estados Unidos y Europa, principales países creadores
de este tipo de grupos y solistas. Sin embargo, este género musical se propagó
rápidamente por casi todo el mundo a partir de la década de los ochenta del
siglo anterior; Michael Jackson, Cindy Lauper, Madonna, se volvieron desde
entonces estrellas con fama mundial, y algunos de ellos todavía siguen cantando
hoy día, con cientos de miles de seguidores en todo el mundo y millones de
discos vendidos. En el caso iberoamericano y latinoamericano, artistas como
el grupo Mecano y Miguel Bosé fueron bastante exitosos bajo este tipo de
corriente, tanto en términos económicos como de número de oyentes.
Si bien en el público masculino y femenino de alrededor de quince años de
edad este género ha contado con un enorme número de fieles, siempre ha
habido una parte de la música pop dedicada a los niños y los más jóvenes.
Grupos como New Kids On The Block (Estados Unidos), aparecido a
principios de 1990, y Menudo (Puerto Rico), Timbiriche y Magneto
(México), surgieron más o menos en las mismas fechas para captar al público
juvenil de habla hispana. Y lo lograron de muchas formas, mediante cientos
de conciertos en todo el continente, participaciones en telenovelas,
entrevistas en muchos medios de comunicación, películas, publicidad, etc.
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Proyecto Espiral
Sin embargo, para casi toda agrupación o cantante de este estilo parece
inevitable llegar a la cima, vender por varios años miles e incluso millones
de discos, sobre todo entre los adolescentes, para luego perder popularidad
y desaparecer casi de un día a otro. Dejan el camino a las nuevas expresiones,
con las cuales crecerán las siguientes generaciones, y así cumplen con el
ciclo natural en este medio: “fama por un rato y olvido por otro tanto”
(hasta que se concrete varios años después una gira mundial del
“reencuentro” para recordar viejos tiempos y obtener algo más de dinero).
Ariana Zendejas tiene hoy veinte años y vive en Ciudad de México. Es una
de esas miles, si no millones de personas que, si bien ya no escucharon en
su plenitud a New Kids On The Block o a Mecano, crecieron desde pequeños
con esta música y sus principales exponentes desde mediados de la década
de 1990. Cuando era niña y estudiaba en una escuela privada, católica y
exclusiva para mujeres, la influencia de este género estuvo presente en todas
sus amigas. “Si no escuchabas este tipo de música y no actuabas como las
demás que sí lo hacían, simplemente eras relegada del grupo. No podías
estar ahí”. En un principio no tuvo otra opción y, para no quedarse sin
amistades, aceptó seguir las pautas y el estilo de las estrellas de la música
pop del momento. “Somos muy dados a buscar la aceptación de los otros,
por las reglas de la sociedad”, dice sin pensarlo dos veces. A lo largo del
tiempo ha escuchado a distintos exponentes de la música pop que le han
gustado, como las Spice Girls, Fey, Paulina Rubio, Shakira, Sin Bandera y
Alejandra Guzmán, entre otros.
La entrevistada nos traza un perfil a grandes rasgos de los seguidores y
fanáticos de esta música, cuya edad en promedio oscila entre los diez y los
23 años, siendo muy grande la cantidad de adolescentes que gustan de este
género. Ariana considera que se trata de gente “fresa” (término usado en
México para referirse a quienes buscan vestirse siempre bien, a la moda,
que tienen dinero, o buscan tenerlo, y lo demuestran en cuanto pueden).
“A este tipo de personas les gusta escuchar música generalmente tranquila
y se sienten superiores a los que no son como ellos; buscan hablar de forma
distinta y obvia para remarcar su estatus, con entonación más superficial y
romántica; a ellos solo les importa cómo los ven y qué piensan de ellos las
demás personas”, asegura Ariana.
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“Qué bien se escucha, qué bien te ves”
Tornándose más específica sobre el género de quienes oyen este tipo de
música, Ariana añade que el público pop es mayoritariamente femenino.
Influyen en esto las letras de las canciones, que le cantan al amor, a la mujer,
al hombre deseado o a los rompecorazones. Como muchos hombres no
quieren ser considerados como sensibles y “cursis” (de gustos románticos),
a la mayoría de ellos no le gusta o aparenta no gustarle esta música.
Según Ariana, existe otra característica presente en muchos de los amantes
del pop juvenil: hay quienes no tienen una personalidad propia y definida.
Esta relativa falta de identidad personal hace que estos jóvenes copien las
tendencias usadas por sus ídolos, como la forma de vestir, de hablar y de
pensar, consuman los productos promocionados por ellos, vean y escuchen
sus programas, quieran ser como ellos y además crean poder llegar a serlo
para, de la misma forma, algún día terminar haciendo telenovelas y discos.
No por nada las compañías disqueras y los productores de todo tipo de
programas apuntan sus recursos y sus estrellas al público de diez y 23 años
de edad, etapa en la cual se moldean, muchas veces para siempre, los
intereses, los patrones y la forma de ser de cada individuo.
Es interesante conocer la manera de pensar que transmiten las canciones y
actuaciones de quienes se dedican a este estilo musical. Muchas de sus letras
hablan y reflejan lo importante que es tener dinero, estar a la moda y cumplir
con los estereotipos dictados por la televisión, como estar delgado(a), hacer
ejercicio para verse bien –no tanto para estar sano–, tener cabello rubio o
claro, etc. En esta subcultura musical los temas invitan a los jóvenes a pensar
por lo general más en sí mismos que en otras personas y, a veces, solo en su
núcleo inmediato de amigos y familiares. No más. En algunos casos, comenta
Ariana, “este tipo de vida, este tipo de vanidad y superficialidad se queda
para toda la vida en quienes oyen este tipo de corriente musical, que se les
convierte en una obsesión”.
Ariana no niega el papel que desempeñan los medios de comunicación para
influir en la preferencia y aceptación de estos artistas y sus canciones: “Si
uno ve la televisión, en muchos canales te encontrarás con una buena
cantidad de programas donde presentan a estos artistas y sus canciones. En
la radio es lo mismo; la mayoría de las estaciones de música están dedicadas
a este estilo y si oyes una canción en una estación de radio y te cambias a
otra, seguro volverás a oírla. Si haces lo mismo sucederá de nuevo, casi de
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Proyecto Espiral
manera mecánica. A veces no es cuestión de que te guste esta música –a mi
hermano no le agrada, por ejemplo–, pero como la tocan en todos lados se
te acaba pegando la letra o la tonada y de pronto ya estás cantándola”.
Ariana acepta que, si en un principio escuchaba pop para no ser rechazada
por sus amigas y compañeras del colegio, ahora lo hace por gusto y puede
diferenciar entre la simple música y todo lo demás que trae consigo esta
industria, como el look (apariencia física) y la ropa. Y esto se nota: Ariana
viste una chaqueta y un pantalón de mezclilla, unos tenis (calzado deportivo)
y una camisa no muy ajustada. No se pinta el cabello y al parecer no trae
maquillaje, o no mucho, algo que no concuerda con la indumentaria
promovida por sus mayores intérpretes, quienes visten ropa muy entallada,
tanto los pantalones como la camisa, zapatos de tacón alto, pulseras de todo
tipo en los antebrazos, cabello pintado (todo o en parte) y abundante
maquillaje en la cara.
Es evidente que la música pop es, de cierta forma, prefabricada con el fin de
obtener ganancias financieras. Sin embargo, con el paso de los años, sus
intérpretes, sus sonidos y letras también han evolucionado. Si bien antes la
mayoría de las canciones hablaban casi exclusivamente sobe el amor y el
desamor, ahora también hacen mención al derecho, sobre todo de las mujeres,
a ser diferentes, atrevidas, a no dejarse ver como un objeto sino como un
sujeto con capacidad y con derecho de elección. En la música pop la mujer
ya no aparece como el sexo débil. Quizá por eso ahora muchas de sus
máximas exponentes femeninas, como Christina Aguilera, Britney Spears o
la colombiana Shakira, visten unos miniatuendos poco útiles para la
imaginación, queriendo dejar establecido que ellas pueden vestirse como
quieran sin que por eso sean mal vistas o se ponga en duda su calidad musical,
artística y moral. Hay quienes sospechan de la intención de la industria pop
de cautivar al mercado masculino, en apariencia alejado de este sector
musical, con la sensual apariencia de las artistas. Además, estas estrellas
han sabido utilizar fama e influencia social para dirigir campañas en contra
del maltrato hacia las mujeres, así como acciones por un medio ambiente
sano o enderezadas a conseguir fondos para ayuda humanitaria. Por otro
lado, en la parte musical los exponentes del pop casi nunca se encasillan con
un estilo de música: son muy versátiles y usan formas melódicas que incluyen
rhythm and blues, rap, reggae y ritmos latinos como salsa, merengue y son.
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“Qué bien se escucha, qué bien te ves”
El pop, dice Ariana para finalizar, “no propone algo novedoso, únicamente
se vuelve una opción más dentro de todo el espectro musical. Es una fábrica
de dinero, establecida con la única idea de obtener ganancias del público
joven. Es una industria hecha para que la gente consuma una cierta moda,
aunque pueda tener un mensaje positivo, como contra el consumo de
drogas”.
La industria de la mayoría de los intérpretes de música pop parece ser más
una idea creada para fomentar ciertas pautas de comportamiento, como la
individualidad y la obsesión por un cuerpo delgado. Muchas veces esto se
contrapone a las tradiciones culturales y sociales de las naciones donde este
género musical no fue creado, e incita a consumir ciertos productos y amasar
grandes cantidades de dinero, más que a dar esparcimiento y alegría a sus
seguidores, aunque esto suceda muchas veces. Si para eso es mejor vestirse
recatadamente o de forma más atrevida, hablar sobre ciertos temas y después
ya no, no importa, siempre y cuando logre su principales objetivos: fomentar
pautas de comportamiento, pensamiento y estilos de vida, sobre todo en la
juventud, y obtener beneficios financieros para unos cuantos. Todo esto se
ha sentido en la mayoría de los países latinoamericanos; a muchos jóvenes
les importa más recuperar estos símbolos e ideas difundidos en los medios
de comunicación de masas, que conocer, reconocer e incluso recuperar
ciertos rasgos nacionales y propios de su cultura, como los aportados por
los pueblos indios, o las músicas y vestidos considerados como tradicionales.
Carlos Federico Piñeyro Nelson
[email protected]
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