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VUELTA A IBERIA EN BICICLETA
JUAN FRANCISCO CEREZO
CUADERNO DE BITÁCORA
(Día 26 de agosto)
Santiago - Pontevedra. 69 km.
Amanece lloviznando. Cielo muy cerrado. Cargo a Valkiria y asciendo la cuesta hasta Presidencia
de la Xunta de Galicia donde me espera el Secretario de Inmigración y su equipo para hacerse una
foto conmigo. Me confirman mi charla sobre Los Caminos de Santiago en Córdoba para primeros de
octubre.
Abandono Compostela hacía la tierra de los pimientos de Padrón bajo una lluvia que va en aumento.
Me planteo no parar hasta Pontevedra, así no me enfrío. El agua hace de Photoshop, intensifica el
verde. No me coloco el chubasquero pues el sudor me moja más que lo de fuera. Vadeo varios
cauces de agua que corren por los caminos. Bajo un parral, junto a un tradicional lavadero público,
entre bosques húmedos que cierran en bóveda, avanzo hasta salir a un tramo de carretera donde
anuncia "La Vuelta 2014 pasa por aquí" ¿Alguien les ha informado que venía?
Pontevedra me recibe empapado. Seco la ropa en el albergue
mientras un joven me pide prestado el champú,
a lo que le respondo que no uso. Nos reímos.
VUELTA A IBERIA EN BICICLETA
JUAN FRANCISCO CEREZO
CUADERNO DE BITÁCORA
(Día 27 de agosto)
Pontevedra-Vila Nova de Cerveira (Portugal). 140 km.
En contra del pronóstico, amanece despejado. Pregunto por la Senda da Agua que abastece a Vigo.
Resulta que Rogelio, así se llama el hombre que trabajó en este acueducto y que me indica, con
muchos detalles, mi recorrido hasta la ciudad de Vigo. 28 km de pista llaneando entre bosques. Un
mirador excelente sobre las Islas Cíes. Los árboles de los primeros kilómetros están adornados con
dibujos infantiles plastificados.
Por el carril bici a la salida de Vigo me acerco a Baiona donde me espera mi amigo Roberto y su
compañera Raquel que han venido pedaleando desde la frontera con Portugal para regresar todos
juntos. Me regalan unos dulces portugueses inolvidables.
Por el litoral aparecen las flechas del Camino Portugués de Santiago. El cielo se ha cerrado y el
viento en contra nos hace bajar el ritmo por los caminos que cortan sobre el Atlántico. Pasamos el
puente sobre el Miño a Vila Nova de Cerveira, ya en Portugal. Ducha bajo un árbol, cena bajo la
lluvia y a descansar bajo el techo de la furgoneta de mis amigos.
VUELTA A IBERIA EN BICICLETA
JUAN FRANCISCO CEREZO
CUADERNO DE BITÁCORA
(Día 28 de agosto)
Vila Nova de Cerveira - Viana do Castelo. 41 km.
Una hora menos, hora Canaria. Paseo por la decorada población cerveirense. Todo es, más o menos,
un 35% más económico. Música en la calle, desayuno relajado, clima prefecto, compañía entrañable.
Me despido de mis amigos y pedaleo con ánimo
por el litoral portugués. Una ciclo-vía me lleva a
la desembocadura del Minho. En Viana do Castelo
hago parada y fonda. Hoy etapa corta para
disfrutar de esta ciudad con rincones a descubrir,
la más bonita del norte de Portugal. Almuerzo una
lubina fresca, con bebida, pan, ensalada,.. ¡Todo
por 5€! creo que esto no se encuentra en España.
Este país ya no es el que conocí en mi travesía en bici de 1998. Los conductos de automóviles
respetan a los ciclistas y te dan el paso desde muy lejos. Las ciclo-vías abundan con todo detalle. La
franja Atlántica está dibujada por este tipo de carriles ciclistas. Una gozada, pues pasan por lugares
de naturaleza intacta.
VUELTA A IBERIA EN BICICLETA
JUAN FRANCISCO CEREZO
CUADERNO DE BITÁCORA
(Día 29 de agosto)
Viana do Castelo- Porto. 112 km.
En una "Pastelería" típica donde sólo van los lugareños tomo mi desayuno al modo que lo hacen
ellos. Abandono temporalmente mis costumbres. Salgo con Valkiria acompañado de tambores y
gaitas de la comparsa callejera que despierta a la población. La carretera es tranquila. Bosque
salpicado de prostitutas que dan servicio pasajero. Se van sucediendo las poblaciones, algunas con
gran patrimonio cultural, como Vila do Conde, mientras el viento frío me ayuda camino del sur.
Visito el mercado municipal para observar a la gente, los productos, comer algo y platicar mi
segunda lengua. Hay quien me confunde con un brasileño debido a mi acento, otros detectan rápido
mi español mimetizado y se disponen a hablarme en mi idioma natal, que pronto les freno razonando
que deseo aprender mejor su idioma.
Los cultivos de maíz abundan. Al igual que en España existen los hórreos y las paneras, aquí también,
pero de estructura oblicua. Los molinos de viento antiguos se asoman instalados sobre las dunas
atlánticas.
Pasan ambulancias con el rótulo" INEM". Encuentro cierta relación, sí.
Pasando a Porto debo detenerme. Un barco tiene
prioridad, y el puente móvil se me pone cuesta arriba.
Los ciclistas y los coches se amontonan en la parrilla de
salida. Cuando el puente vuelve a la horizontal, salen
todos a toda máquina. Viendo el panorama, me
dispongo a hacer lo que vieres. Así que aprieto
cuadriceps y glúteos y salgo buscando el primer puesto.
Los kilómetros que llevo encima me ayudan a conseguir
el pódium. Así desciendo al Duero. Paso el puente de
Eiffel y salgo a la desembocadura por la ciclo-vía hasta
encontrar al campismo (en portugués).
VUELTA A IBERIA EN BICICLETA
JUAN FRANCISCO CEREZO
CUADERNO DE BITÁCORA
(Día 30 de agosto)
Porto-Praia de Mira. 101 km.
Niebla. Mientras se levanta la humedad aprovecho para chatear con mi amigo Carlos que está
aburrido en Corea del Norte, destinado como ingeniero de Cruz Roja Internacional ¡Vaya cosas me
cuenta! Por la interminable y variopinta ciclo-vía rodo por encima de las dunas de la Reserva Gaia.
Entro en la región de Aveiro. Bordeo su Ría y me arriesgo a llegar hasta el extremo del brazo de
tierra sin saber si habrá servicio de ferry, aunque mi amigo Tomás, (de BiciTallerNómada), desde
España y a través de Whatssap me envía un horario de barco.
En 1998 pude ver en esta zona los bueyes y carros con el alga que recogen en la ría. También pude
disfrutar de los barcos que tirados por tractores sacan las redes por arrastre. Hoy aparecen ya con el
pescado en los puestos atendidos por sus mujeres. Un kilo de sardinas 5€.
El cobrador del ferry me pide con un guiño sólo
parte del billete al verme con la bici cargada.
Una forma de ayudar a la economía del viajero
ciclista.
Al otro lado, en el antiguo pueblo de pescadores, que ahora convive con el turismo, charlo con los
ciclistas de la Guardia Nacional Republicana. Me desean buen viaje en mi vuelta ibérica. Agradables
como la mayoría de los portugueses que me encuentro.
Más adelante entro en el Municipio de Vagos. No quiero ni preguntar su etimología, me quedo con la
broma ¡A empadronarse!
La ciclo-vía que me lleva a Praia de Mira está rota por las raíces de los árboles. Mucha vegetación,
lagos, puentecillos de madera, aves, barcos de pesca. Una cena copiosa. Ponen mucha comida en
Portugal, y barato ¡Voy a engordar!
Este viaje me está permitiendo conocer mejor Brasil. Debía entender parte de su origen. Portugal me
da respuestas que me acercan a comprender al gigante del otro lado, a saber más de la nueva tierra
que ahora pisa mi hija.
VUELTA A IBERIA EN BICICLETA
JUAN FRANCISCO CEREZO
CUADERNO DE BITÁCORA
(Día 31 de agosto)
Praia de Mira-San Pedro de Moel. 107 km.
Una carretera en muy mal estado es anuncia por un panel. Se adentra en una zona natural de bosque
de pinos gigantes sobre un mar de dunas. Una pareja de cicloturistas, ella italiana, y él neozelandés,
me preguntan por el estado real del camino. Respondo que sé lo mismo que ellos, pero que voy a
intentarlo. Se dan media vuelta para ciclar por la nacional repleta de tráfico hoy domingo y fin de
vacaciones.
Pedaleo buscando el mejor paso. Es un juego entretenido
y que me recuerda a mi travesía del desierto australiano.
Al final haces más kilómetros zigzagueando. Primer
pinchazo del viaje. No era normal que en 2200 km no
pasará por encima de algún saca-aires.
A 30 km encuentro la primera aldea. Un par de plátanos y uva me reponen para atravesar la nacional
y la ciudad de Figuera do Foz. A las afueras, y pasado el lío de tráfico, almuerzo junto a los
lugareños que se disputan, sin gritos, el honor con las cartas, mientras un par de loros están muy
atentos a la partida. Charlo con los ancianos que no conocen las distancias en kilómetros a los
pueblos del entorno. Debieron en su época desplazarse a lomos de animales sin aparatos de medición.
Y yo cargando con una parafernalia de cables que me lleva a plantearme la tecnología en futuros
viajes.
Carretera Atlántica adelante, por su carril-bici paralelo que surca un bosque muy extenso, de decenas
de kilómetros junto al Océano. Litoral que en este país no ha sido urbanizado, sólo algunos núcleos
distantes entre sí. Aparece el faro de Sao Pedro de Moel. Instalo mi pequeña tienda y a lavar ropa en
la pila. Cae el sol y la temperatura.