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RESTAURACIÓN ECOLÓGICA PARTICIPATIVA
DOCUMENTO TÉCNICO DE SOPORTE
Por: Germán Camargo Ponce de León
PARTE I. MARCO CONCEPTUAL
1. ELEMENTOS DE ECOLOGÍA DE LA ALTERACIÓN
1.1.1.
Ecología humana basada en sistemas de alteridad
En regiones que muestran rápidas transformaciones del paisaje (franjas
periurbanas o suburbanas, frentes de colonización, frentes coqueros, zonas de
minería, zonas de macroproyectos energéticos o infraestructurales), resulta más
evidente la falta de una metodología para la comprensión, modelación y
predicción de dichos procesos y sus resultados económicos, sociales, espaciales y
ambientales. Si tal método estuviera disponible, serviría de base, además, para
una tecnología de manejo que previniera, controlara o mitigara los efectos
sociales, económicos y ambientales indeseables al tiempo que se potenciaran los
positivos. Esto sería una auténtica metodología de ordenamiento territorial, con
un fundamento científico: la capacidad de entender, predecir y controlar el
ordenamiento espontáneo, el proceso por el cual los ecosistemas humanos se
organizan sobre el paisaje transformándolo en territorio.
En la práctica, los sistemas por los cuales el hombre se relaciona con la
naturaleza reflejan la condición dual, inherente al concepto de nicho y
fundamental en la relación hombre - Naturaleza : el estar compuesta por
procesos de adaptación, por los cuales el hombre se transforma en función de los
limitantes y oportunidades del entorno natural, así como por procesos de
adecuación, por los cuales el hombre transforma su entorno natural,
humanizándolo en función de sus propios potenciales y limitaciones biológicos,
sociales, económicos y culturales.
El ordenamiento territorial efectivo es el que se da en la práctica sobre un paisaje
concreto. Puede ser espontáneo, resultado de las interacciones entre sistema de
alteridad y sistemas de integración, o regulado, en la medida en que un ente
planificador-administrador interviene eficazmente.
El ordenamiento del paisaje procede según la determinación de la estructura por la
función socioeconómica y la función, a su vez, está determinada por la información
cultural de los actores claves.
Este planteamiento lleva a la necesidad de identificar y modelar con claridad las
“unidades estructurales y funcionales” del ordenamiento efectivo del paisaje.
Restauración
Bajo el presente enfoque, estas piezas básicas del paisaje humanizado se
denominan sistemas de alteridad.
El sistema de alteridad es la unidad estructural-funcional del paisaje humanizado ;
es un modelo de una forma típica de relación entre un grupo humano determinado
y su entorno, elaborado según las propiedades y componentes de los sistemas
abiertos autoorganizativos y autorreplicantes.
Su integralidad, distintivamente ecológica, hace al sistema de alteridad mucho
más significativo y aproximado a la realidad que los “usos del suelo” o los “tipos
de utilización de tierras”. Decir que un área en el paisaje corresponde a “cultivos
transitorios de pancoger” o “ganadería extensiva de sabanas naturales” dice poco
nada con respecto a los sistemas que están estableciéndose, creciendo,
reproduciéndose, compitiendo, depredándose, sucediéndose, evolucionando,
representándose el mundo y haciendo del paisaje la materialización de sus
propias representaciones simbólicas ; especialmente, los modelos corrientes no
dicen nada con respecto a la relación información - función - estructura y las
tendencias de transformación endógenas del paisaje.
El sistema de alteridad es, ante todo, un sistema vivo, un nivel de integración de
la materia viviente superior al organismo y un caso especial de los ecosistemas, el
cual es capaz, a partir de un poco de información bien adaptada (que presupone
una gran información ambiental a la cual se engrana), de incorporar materia y
energía al crecimiento y reproducción de su estructura y función, de modo
autoorganizativo.
Estos sistemas inducen transformaciones biofísicas y socioeconómicas que hacen
que el ambiente difiera del inicial que fue apto para su establecimiento
(adecuación). Por ende, están sujetos a la probabilidad de ser reemplazados por
otros sistemas mejor adaptados al ambiente adecuado por ellos. Es decir, que
existe una sucesión ecológica entre estas unidades, donde unas facilitan las
condiciones que incrementan la probabilidad del establecimiento de otras de
distinta naturaleza, que se hacen así sus sucesoras.
En el orden del paisaje humanizado la sucesión y la evolución ocurren entre
sistemas de alteridad (organizaciones humanas) y no entre especies biológicas. La
escala temporal de estas transformaciones es en general más corta que la
biológica.
Los factores y elementos del ambiente que tienen un efecto determinante sobre la
praxis y desarrollo del sistema de alteridad, conforman su entorno relevante.
Cada sistema de alteridad tiene su propio entorno relevante y si bien dos
sistemas de alteridad pueden compartir el mismo espacio geográfico, sus
entornos relevantes pueden no coincidir.
La facilidad con que las observaciones del entorno relevante (objetivo) se traducen
a percepciones a través del entorno subjetivo y a acciones de retorno sobre el
entorno relevante es una de las principales razones por las que los equipos
científicos interdisciplinarios no han llegado a ser rival para este método de
Restauración
ordenamiento vernáculo: las instituciones, por norma, carecen de tal agilidad.
Los estudios regionales típicamente toman demasiada información sobre
demasiadas variables poco relevantes, es decir, poco determinantes del
ordenamiento efectivo y fallan de nuevo al tratar de engranar esta gran
información en un modelo significativo en términos de adaptación y adecuación
(más allá de la superposición cartográfica y las correlaciones interesantes) y
vuelven a fallar en el intento de traducir estos modelos a acciones viables, esto es,
que puedan competir en la determinación del paisaje con los sistemas
ordenadores locales.
Como ejemplo, el entorno relevante de un sistema de alteridad de colonización
ribereña está compuesto por elementos como la fertilidad del suelo, la
anegabilidad, la comunicación fluvial con puertos de relevo, la presencia de otras
unidades de colonización, etc. De los valores que estas variables adopten en un
sitio en particular, dependen sus probabilidades de transformación
específicamente por este sistema de alteridad, bien sea constituyendo un evento
aislado de colonización o generando un nuevo frente.
Los valores que adoptan las distintas variables que componen el entorno
relevante de un sistema de alteridad, en un sitio dado, determinan la
probabilidad de ocupación del sitio por dicho sistema y las probabilidades de
desarrollo, expansión y reproducción.
Si se considera que la probabilidad de ocupación de un punto dado es función de
la distancia al punto inicial de establecimiento del sistema de alteridad y de una
serie de variables ambientales (físicas, bióticas, sociales, económicas):
PO = (d, x,y,z,...)
, entonces, en un ambiente homogéneo con respecto a las variables relevantes (x,
y, z = constantes), la probabilidad de ocupación es función de la distancia al
punto de origen.
Los puntos con igual probabilidad de ocupación por un sistema de alteridad
determinado, es decir, igual tendencia de transformación, se denominan
isotrópicos. Si alrededor del punto de origen se unen entre sí los puntos
isotrópicos, se obtienen líneas isótropas.
Cuando la oferta ambiental para las variables relevantes es homogénea ( P O = (d)
) a través de todo el territorio considerado, los puntos isótropos son los puntos
equidistantes al punto de origen y las isótropas son circunferencias concéntricas.
En las condiciones hipotéticas de tal ambiente isotrópico (siguiente figura), el
sistema de alteridad puede expandirse con igual probabilidad-velocidad en
cualquier dirección.
Restauración
AMBIENTE ISOTROPICO
En la práctica, es muy improbable encontrar un ambiente isotrópico, pues la
oferta ambiental para las variables relevantes está distribuida heterogéneamente
en el paisaje. En las condiciones reales de un ambiente anisotrópico, la
probabilidad de ocupación de cada punto es función tanto de la distancia como
de las variables relevantes, por lo que dos puntos isotrópicos entre sí pueden
estar a distinta distancia del punto de origen del sistema de alteridad analizado.
En un mapa de isótropas esto se reflejaría en contracciones y elongaciones en las
curvas concéntricas (siguiente figura); las elongaciones señalan las direcciones
en que es más probable la expansión del sistema de alteridad analizado a partir
del punto de origen.
AMBIENTE ANISOTROPICO
(origen focal)
También en la práctica, con frecuencia el punto de origen es un elemento lineal
(río, estero, carretera, canal maderero, línea eléctrica, acueducto, etc.), a partir de
cuyos márgenes se desarrollan las franjas de transformación del paisaje a través
del ordenamiento efectivo (siguiente figura).
Restauración
AMBIENTE ANISOTROPICO
(origen lineal)
Si las transformaciones del territorio se debieran sólo al juego de asociación,
competencia y reemplazamientos entre sistemas de alteridad, no se explicaría la
aparición de redes y regiones diferenciadas. Los sistemas de alteridad se
localizan, desarrollan y reproducen en el espacio siguiendo la distribución
espacial de aquellas variables que conforman su entorno relevante.
Dicha distribución de la oferta ambiental (accesibilidad, agua, tejido social, etc.)
no es aleatoria sino que está ordenada en una serie de estructuras territoriales
que, en parte, existen antes de los sistemas de alteridad y en parte son
adecuadas o creadas por éstos. Estos sistemas de integración regional agrupan a
los sistemas de alteridad, organizándolos en redes y generando una
compartimentación del territorio según éstos quedan distribuidos en una u otra
red.
Un sistema de integración regional puede definirse como aquella estructura
simbólica y/o física que enlaza los sistemas de alteridad, definiendo una porción
del territorio que, por esto, exhibe un proceso propio de ocupación y
transformación. Generalmente, un sistema de integración combina elementos
naturales y construidos. Ej: el sistema de suministro hídrico abarca el acuífero,
las fuentes superficiales, la infraestructura de captación y distribución y la
organización humana que lo maneja.
Entre los más obvios y principales se incluyen el sistema hidrográfico, sistema
vial (las vías más las organizaciones encargadas de su planeación, construcción y
mantenimiento), el sistema de comunicaciones, el sistema eléctrico, la
distribución de combustibles fósiles, el sistema político-administrativo.
La cuenca es claramente el marco estructural y funcional que mejor delimita los
procesos dentro de los paisajes predominantemente naturales ; sus límites y
canales son los de la mayor parte de los flujos y transformaciones, por lo que la
cuenca constituye, realmente, el marco más adecuado de planificación y manejo en
estas condiciones.
Restauración
No obstante, a medida que avanza el ordenamiento efectivo, conducido por las
fuerzas socioeconómicas regionales, nacionales e internacionales, desarrollando su
expresión espaciotemporal a través de los limitantes y potenciales ambientales del
territorio, se crean nuevos compartimentos, límites y canales.
En términos del ordenamiento, en el paso de los paisajes predominantemente
naturales a los paisajes humanizados, se operan dos cambios de trascendencia
mayor : la emergencia de los sistemas de alteridad como ordenadores del paisaje y
la configuración de nuevos sistemas de integración regional, que ya no son
necesariamente hidrográficos : carreteras, cables, tuberías, ondas, estaciones,
redes financieras, etc., una estructura de focos y radios que subordina la mayor
parte de los flujos y transformaciones de los ecosistemas en una órbita de influencia
creciente, isomórfica del crecimiento micelial.
Odum et al. (1986) se refiere a este hecho como el paso de la cuenca como unidad
estructural y funcional del ecosistema regional, a la microrregión socioeconómica
como nueva categoría explicativa, suficiente para delimitar y definir los procesos y
sus subsecuentes transformaciones, que tienden inicialmente a acelerarse mientras
la sociedad regional se conforma y el hombre desarrolla su relación con el paisaje,
lo cual, en último término, significa la creación de un nuevo paisaje por la cultura.
El paso de la regulación biofísica a la regulación cultural es gradual y es resultado
de varios procesos superpuestos. El total, es un formidable proceso en el cual la
cultura se extiende sobre los ecosistemas, primero reflejándolos, luego reflejándose
en ellos ; pasando de una dinámica de adaptación, a una de adecuación. En
esencia, la mayor parte de las transformaciones, encierran un cambio en la simetría
de los flujos de información sociedad - Naturaleza o, en otros términos, quién
determina a quién, en qué aspectos y en qué escala espacial, temporal y energética.
Puede plantearse que las transformaciones se dan en varios niveles, los cuales
tienen un orden temporal aproximado al que sigue:
 Transformación mental : los cambios en las ideas ordenadoras de la praxis de
alteridad, a nivel individual o familiar ; se trata de transformaciones en conceptos
y valoraciones, que inciden en la axiología personal y la jerarquía motivacional de
los individuos y familias.
 Transformación cultural : los cambios en las ideas ordenadoras a nivel colectivo
(social o comunitario), es la puesta en común (comunicación) de los cambios de
mentalidad.
 Transformación temporal : una de las más sutiles y trascendentes, consiste en
un cambio en la forma como las personas conciben, valoran y distribuyen su
tiempo. Uno de los ejemplos más dramáticos es el paso de la visión circular del
tiempo y las generaciones (típicamente indígena) a la visión del tiempo lineal, sin
retorno, implicando el progreso y diferenciación de una generación con respecto a
la anterior (típicamente colono).
Restauración
 Transformación social : o societalización, básicamente consistente en la
secundarización de la red de relaciones primarias de la comunidad local que
pasa del control afectivo y los lazos de reciprocidad al control económico y las
relaciones de comercio y precio.
 Transformación funcional : la mediación de la moneda y la organización sobre
instituciones y mercados más extensos, permiten la generación y expansión de
sistemas de integración regional eminentemente artificiales que se hacen cargo
de la regulación y conducción de los flujos de materia, energía e información, en
proporción creciente.
 Transformación física : es la más trivial consecuencia de los procesos
anteriores, o su consumación estructural ;
los cambios operados en el
criptosistema, ordenan los elementos de cobertura en el fenosistema, lo cual se
refleja en un reemplazamiento creciente de los elementos naturales por cultivos e
infraestructura artificial.
TIPOS
Paisajes naturales
Paisajes
naturales
culturalmente
Paisajes
artificiales
naturalmente
Paisajes
artificiales
artificialmente
CASOS
silvestres, colonización incipiente
mediados indígenas dispersos, rurales dispersos
regulados indígenas densos,
rurales laxos,
suburbanos incipientes
regulados rurales densos, suburbanos, urbanos
Típicamente, en cada ambiente (combinación de factores) se presenta una
secuencia característica de reemplazamientos, que constituye la serie ecológica de
aquél.
El proceso sucesional no es exclusivo de las plantas, las mariposas y otras
criaturas poco ilustradas, es un fenómeno general de la materia y la energía, en
cualquier lugar del universo donde éstas puedan conformar sistemas abiertos que
compitan por flujos limitados de materia y energía, captándolos al tiempo que
alteran su entorno, propiciando así su reemplazamiento por sistemas que, en
condiciones estables, tienden al incremento del tamaño total, la complejidad, la
especialización y la integración.
La transformación antrópica del paisaje o creación del territorio humano también
involucra una dinámica sucesional: unos actores se establecen como pioneros,
gracias a la adaptación de sus sistemas de alteridad a las condiciones
ambientales presentes. Con su desarrollo generan adecuaciones que facilitan el
arribo de otros actores con otros sistemas de alteridad que se articulan a los
primeros (simbiosis) o los reemplazan (exclusión y sucesión).
Restauración
Para cada ambiente pueden definirse seres típicas de sistemas de alteridad.
Algunos ejemplos:
 Resguardo: indígena – colono – hacendado
 Rural: latifundio – aparcero – minifundista
 Borde urbano: minifundio – vivienda suburbana – conjuntos periurbanos –
urbano consolidado
 La variante: estación de servicio La María – Se arreglan espárragos – servicio de
prensa hidráulica – se vende gallina amarilla, caldo de costilla – posada del
conductor – ambiente familiar – cambio de vereda a inspección.
Tres procesos explican el comportamiento espacial de los sistemas de alteridad:
 Ecesis: es el proceso de establecimiento, desarrollo, reproducción y
(eventualmente) descomposición de una unidad o una población de un sistema
de alteridad. Implica un proceso de percepción, ocupación, uso y
transformación del territorio.
 Sucesión: es el reemplazamiento de unos sistemas de alteridad por otros sobre
un lugar, siguiendo relaciones de facilitación (un sistema adecúa el lugar
facilitando la ecesis de otro) y/o competencia (un sistema desplaza al otro del
acceso al espacio o a los recursos relevantes).
 Evolución: es el cambio más o menos permanente de las estructuras,
prácticas y procesos propios de la ecesis de un sistema de alteridad.
Restauración
1.1.2.
Patrones de alteración
Debido a la naturaleza caótica1 de los procesos de ordenamiento espontáneo en
los paisajes antrópicos, sus estructuras características son fractales: núcleos y
radios de establecimiento y expansión, rodeados de franjas de alteración
decreciente, desde las zonas de mayor adecuación hasta aquellas en que se
desarrollan los sistemas más adaptativos.
Estos fractales se adaptan, además, a las geoformas también fractales del relieve
y la red de drenajes. En general, puede verse como el orden de ocupación está
determinado por cuatro factores principales: preferencia por temperaturas
medias, balances hídricos normales (sin excesos o déficit), accesibilidad (dictada
por vías + pendientes) y fertilidad (texturas francas a finas y concentración de
bases intercambiables). La accesibilidad es un factor dominante, si bien es una
variable muy mediada por la cultura y la historia: puede ser acuática para unos y
terrestre para otros; puede seguir la necesidad de proximidad o la de alejamiento;
la misma noción de distancia es cultural y absolutamente relativa (cerca para un
montañero está en el radio de 10 Km y para un llanero a 30 Km).
Las formas típicas de ocupación – uso – transformación en los paisajes
antropizados dan lugar a diversos fractales característicos, cada uno de los
cuales representa un escenario particular para la conservación y la restauración.
Entre las formas más representativas tenemos:
Asentamiento de pie de ladera
el origen se sitúa sobre los piedemontes, terrazas altas y coluviones,
desarrollándose entre las laderas más empinadas, hacia arriba, y las zonas de
vegas y planos inundables hacia abajo. Este origen funciona como foco de
colonización permanente, presionando por reproducirse sobre las áreas vecinas,
subsidiando las zonas de expansión, al tiempo que presiona con su creciente
demanda la extracción de materiales de dichas zonas, con la consecuente
alteración progresiva de los bordes y franjas vecinas.
Con baja energía o poco crecimiento, el asentamiento se concentra en esta franja
favorable (libre de pendientes fuertes o inundaciones) con suelos ondulados, bien
drenados y fértiles; las zonas aluviales y de ladera se emplean como fuentes de
materiales y para caza y pesca.
El término “caótico” no significa “carente de orden”, sino que hace referencia al tipo de
sistemas abiertos, complejos y autopoyéticos (autoconstructivos) los cuales se
autoorganizan en estructuras típicas, a través de una serie de retroalimentaciones
sucesivas sobre los flujos externos e internos del sistema. Un ejemplo muy simple puede
ser un sector de remolinos y rápidos en una corriente de agua; a primera vista parece
desordenado; pero una observación más atenta revela que existe una estructura de
vórtices, saltos y depresiones en la corriente que se mantiene reconocible aunque el agua
entra y sale todo el tiempo.
1
Restauración
Si aumenta la presión de población o la entrada de energía, aparece una franja
agrícola que se expande hacia laderas y vegas. Una franja más externa de
pastoreo puede ir más lejos sobre suelos menos productivos o accesibles.
A mayor desarrollo el asentamiento cuenta con suficiente energía, población y
tecnología para hacer una ocupación cada vez más extensa y más compleja de las
zonas aluviales, aprovechando así algunas ventajas como la concentración de
nutrientes y las bajas pendientes.
El patrón de alteración generado por este tipo de asentamiento generalmente se
distingue por la desforestación y erosión de las laderas vecinas, debida a la
sobreexplotación presionada desde la zona origen y la aceleración del transporte
de nutrientes ladera abajo (erosión, lixiviación). Paralelamente en las zonas bajas
aumenta la alteración agrícola y el poblamiento de las geoformas aluviales;
colmatación producida por la erosión de las partes altas y por el aporte de
nutrientes del asentamiento y los cultivos genera terrificación de humedales,
elevación y obstrucción de cauces y desbordamientos.
El patrón de alteración resultante consiste, generalmente, en un asentamiento
nucleado cerca al pie de ladera, expandido hacia unas vegas con alteraciones
hidráulicas pero con los únicos suelos fértiles, y comprimido hacia las laderas las
cuales lucen desforestadas y esqueléticas (erosión severa). Las vegas son
captadas por los grupos sociales de privilegio y permiten desarrollos agrícolas
más intensivos (suelo + capital + dominio del mercado), mientras en las laderas
los latifundios originales van cediendo a la presión de fragmentación por la
reproducción de fundos más pequeños y otros sistemas de alteridad propios de
los grupos sociales marginados. Las zonas altas con pendientes y temperaturas
moderadas pueden sostener desarrollos más sostenibles de pequeños fundos
agrícolas que a futura pueden recibir la presión de la expansión suburbana desde
la zona origen si ésta (o alguna vecina) se consolida como núcleo urbano.
Puesto que la expansión fractal del asentamiento no sigue con exactitud
determinística el fractal de las geoformas, pues diferentes eventos pueden
retroalimentar y acelerar determinados frentes o retardar otros, los bordes de
transformación pueden presentar diversas inclusiones de fragmentos menos
alterados: parches de bosque, riberas o humedales englobados en zonas más
alteradas.
La facilidad para la construcción de carreteras sobre los pies de ladera determina
la expansión más acelerada en dicha dirección. La vía se fortalece por la
presencia y crecimiento de otros asentamientos de ladera. Este fortalecimiento
funcional de la vía determina su mejoramiento estructural y sirve de motor
económico al desarrollo de los asentamientos encadenados a través de ella. En
esta retroalimentación positiva vía-asentamiento el crecimiento viene limitado por
la retroalimentación negativa ejercida desde los centros urbanos que emergen
como dominantes, reprimiendo el crecimiento y especialización de los
subordinados.
Restauración
El patrón de asentamiento de pie de ladera es dominante en la región andina en
Colombia desde tiempos precolombinos. La mayoría de los otros patrones pueden
ser vistos como variaciones a este tema básico.
Asentamiento en valles áridos
(Verde arriba – seco abajo): en algunos valles interandinos se presentan
condiciones de marcada aridez debido a la fuerte condensación sobre vertientes
externas y el consecuente ingreso de vientos fríos y secos, así como a otros
factores fisiográficos (ej: cañones estrechos con efecto de chimenea de convección,
como el Chicamocha).
En estos valles las zonas más bajas presentan balances hídricos más deficitarios
(mayor temperatura y evapotranspiración) sólo aliviados por la acumulación de la
escorrentía en las zonas aluviales. Se tiene así una zona más fresca y más verde
hacia las partes altas, una zona muy árida hacia las laderas bajas y unas vegas
atmosféricamente secas pero bien irrigadas y que fácilmente concentran los
nutrientes perdidos por la erosión de las laderas vecinas.
El patrón de asentamiento y alteración puede ser muy similar al anterior, con
algunas variaciones más o menos fuertes según el caso:
- En las partes altas se concentra una producción agropecuaria estimulada por
un balance hídrico menos restrictivo y temperaturas menos extremas. Estas
tierras verdes y frescas de la parte alta suelen concentrarse en propiedad de
grupos de privilegio, cuya captación de la escorrentía puede agravar el déficit
de las partes bajas. La sostenibilidad de este desarrollo está determinada por
la fertilidad y la vulnerabilidad del suelo a la erosión. Sobre una productividad
ecosistémica limitada, puede terminar con laderas muy erosionadas y la
expansión ascendente de las condiciones áridas de las partes bajas, impulsada
por erosión-fuego-pastoreo. En condiciones más favorables puede dar lugar a
latifundios agropecuarios más estables. Las zonas más húmedas y fértiles
pueden fragmentarse en fundos y fincas menores.
- Las laderas bajas, más afectadas por la aridez de la cuenca, presentan una
productividad primaria limitada, lo cual las hace muy vulnerables a cualquier
tensionante que afecte suelo o vegetación, pudiendo iniciarse un ciclo
degradativo de erosión – desvegetalización – aridización progresiva. La misma
productividad limitada hace que el aprovechamiento más frecuente sea el
pastoreo extensivo (para recoger por medio de un animal la productividad de
varias hectáreas), lo cual precipita el ciclo degradativo a través de fuego,
pastoreo y erosión. La degradación de estas áreas tiende a expandirse hacia las
zonas mésicas (humedad media) donde la vegetación ofrece suficiente
combustible y las estaciones secas, oportunidades de ignición. En estas áreas
tienden a concentrarse fundos campesinos muy pobres junto con latifundios
de propietarios ausentistas cuyo ganado perpetúa y profundiza la degradación.
Restauración
- Las zonas bajas irrigadas por corrientes permanentes ofrecen un fuerte
contraste con las laderas áridas a su alrededor. Si la accesibilidad lo permite,
suelen convertirse en zonas agrícolas de alguna importancia.
Este patrón de alteración se caracteriza por franjas concéntricas que parten de la
rápida degradación de los frágiles ecosistemas xerófilos primarios, la expansión
de una xerofitia secundaria sobre los bosques secos degradados y la sabanización
secundaria de los bosques subhúmedos. En la línea de humedad media (zona
mésica) el fuego y el pastoreo dinamizan el avance de la degradación. El avance
de las franjas de degradación va dejando atrás un mosaico de tierras marginales
(eriales o “badlands”), parches de matorrales secos secundarios y sabanas
degradadas.
Asentamiento de ribera o litoral
la accesibilidad acuática y los recursos hidrobiológicos son un fuerte factor para
el establecimiento de la zona origen sobre una ribera o un litoral. Las condiciones
físicas para la operación portuaria y la historia del tráfico marino o fluvial
determinan la evolución del asentamiento con tanta o mayor influencia que las
características del emplazamiento mismo.
A no ser que la economía portuaria mantenga su dominancia, la mayoría de estos
asentamientos tienden a gravitar hacia las tierras altas vecinas, acercándose al
patrón de asentamiento de pie de ladera.
Es frecuente que el emplazamiento origen sea un área elevada en medio de zonas
bajas (ciénagas, vegas, deltas, estuarios, marismas) con restricciones por drenaje
deficiente. En tales casos, el patrón de expansión tiende a seguir la conexión
terrestre hacia las tierras firmes del interior. Dicha orientación propicia que las
zonas de humedales queden marginadas y englobadas por la expansión de las
franjas de alteración (urbana, periurbana, rural, etc.) y en tal condición sufren la
degradación paulatina por contaminación y rellenos para edificios y vías.
Los grupos de privilegio tienden a concentrarse en dos puntos o etapas: el centro
comercial portuario (grupos dominantes fundacionales) y las colinas altas
cercanas (desplazamiento de los primeros + grupos dominantes posteriores).
Una variación llamativa de este patrón es la fuerte tendencia a la concentración
de la tenencia (hacendados) de las terrazas bajas y altas (a continuación del plano
aluvial) y su conversión en latifundios ganaderos bastante resilentes, que utilizan
estas geoformas como pasturas de invierno y las planicies aluviales cercanas
como pasturas de verano, ejerciendo una fuerte presión sobre los ecosistemas y
comunidades del valle aluvial. Paralelamente, los grupos marginados son
expulsados de las terrazas y pies de ladera o se mantienen confinados sobre las
zonas inundables (vegueros) o inician colonizaciones cordilleranas más al interior
(colonos).
El patrón de alteración generado por este modelo de asentamiento se caracteriza
por un deterioro relativamente lento de los ecosistemas inundables o de humedal
Restauración
(por el patrón de ocupación y la resiliencia de estos ecosistemas) y uno rápido
sobre los bosques de planicies aluviales y terrazas, impulsado por la ganadería
extensiva.
En valles inundables extensos, el patrón aquí descrito puede no ser tan evidente
si no hay zonas firmes cercanas o las condiciones de baja accesibilidad –
conexión a mercados mayores limitan el desarrollo.
La ganadería y sus patrones de alteración
Los análisis de la historia ambiental colombiana adelantados por el Profesor
Márquez (2004) nos muestran cómo el modelo histórico de ocupación del
territorio colombiano se ha basado en la ocupación extensiva sobre grandes áreas
poco y mal aprovechadas, lo cual, probablemente, ha funcionado más como
estrategia de control sobre la población y sobre el acceso de la misma a los
recursos naturales, que como estrategia de aprovechamiento. De hecho, hoy el
área alterada y ocupada es mucho más de la que sería necesaria para el
sostenimiento de la población y para el crecimiento económico. Incluso, la
economía colombiana enfrenta una limitación importante en la ocupación
irracional, extensiva e ineficiente del territorio con los costos de infraestructura,
dotación, servicios y control que ello apareja, a lo cual se suman los costos
ambientales en la dispersión de los impactos, la multiplicación del área de
ecosistemas alterados y el desperdicio de recursos naturales valiosos.
Según el mismo investigador, la ganadería extensiva ha sido uno de los
principales instrumentos de dicha estrategia geopolítica. Hoy es visiblemente la
principal forma y evidencia de la ocupación extensiva e insostenible del territorio
colombiano y su contribución al mantenimiento de las asimetrías sociales y el
deterioro de los ecosistemas no requiere demostración, está a la vera del camino y
a la orden del día debajo de cada titular de prensa sobre el conflicto armado o los
desastres naturales.
Por ende, los patrones de alteración ecológica generados por la ganaderia
extensiva, a distintas escalas de análisis, son de la mayor importancia para
entender la transformación de la mayor parte de los ecosistemas colombianos.
Lo primero: la vaca. La vaca (Juanito et al., 1970) es un animal muy importante
que presta grandes beneficios al hombre. Sus otras manías son menos del
dominio público:
- Una res adulta en pie reparte aproximadamente 400 Kg sobre cerca de 300
cm2 de pezuñas, lo que se traduce fácilmente en una presión de 1.3 Kg/cm2
que quizás parezca poco para el que jamás ha sido pisado ni por un novillo
sute, pero que multiplicado por el pisoteo de un día y un año, alcanza para
dejar bien compactado cualquier suelo.
La compactación por pisoteo hace más lento el drenaje del suelo con lo que se
favorece la abundancia de especies hidrófilas en la regeneración inicial. En
suelos pantanosos esta compactación tiene un efecto distinto: afirma el terreno
Restauración
llegando a excluir con el tiempo a las plantas de pantano a favor de gramíneas
y arbustos de suelos mejor drenados. En laderas, la vaca se desplaza en zigzag
(si no, se vuelca) con lo que su pisoteo va creando terrazas de compactación y
erosión caracterizadas como “pie de vaca” o “terraceo”.
- La mecánica de forrajeo del ganado bovino implica envolver el pasto con la
lengua y cortar con los incisivos. Además, la vaca huele y lame antes de
morder (tenga Usted cuidado, porque no da otro aviso).
Si hay bastante pasto, la res no corta al ras. Pero cuando no se rotan los
potreros adecuadamente, hay demasiadas cabezas por hectárea o el verano
agosta los pastos, las reses hacen el llamado “repelo” y entonces cortan al ras o
arrancan con todo y raíz. Y Usted encuentra a una vaca mascando con tierra y
polvo saliéndole de los belfos mientras la erosión superficial se acelera por
repelo y pisoteo.
- La res no forrajea sobre el mismo punto ni en línea recta. Se balancea, no sólo
para espantarse las moscas, sino que va catando la palatabilidad del forraje a
su alrededor, manteniéndose donde está bueno y desplazándose en dicha
dirección. Desafortunadamente el pastostato de la vaca no tiene clinómetro
incorporado. Si la palatabilidad aumenta al tiempo con la pendiente, la vaca
prosigue hasta despeñarse.
- El estercolado es otro de los efectos propios del pastoreo. La combinación de
forrajeo y deposición acelera el ciclo de nutrientes con dos consecuencias: una
es la fertilización del horizonte superficial que favorece a especies vegetales con
mayores requerimientos de nutrientes, las cuales usualmente se dispersan con
el mismo estiércol; de modo que es exacto afirmar que la vaca siembra y abona
su forraje. La segunda, es la exposición de este flujo forzado de nutrientes a las
pérdidas por lavado (lixiviación), la cual aumenta con la precipitación y la
pendiente.
- La res necesita un sitio fresco para tumbarse a rumiar. Esto la lleva a
acercarse a los árboles aislados y a los bordes de los bosques, e incluso
ingresar a ellos.
El ingreso de la res al bosque acarrea más desgracias que un toro en una
tienda de espejos: se come las plántulas del bosque; troncha y ramonea los
arbolitos del sotobosque; compacta el mantillo; tumba cada tronco que no
soporte la rascada de una vaca; trasnporta semillas de sabana o potrero al
interior del bosque.
A medida que este tratamiento prosigue, el bosque no se renueva. Se va
clareando por efecto directo del pastoreo y por la falta de reemplazamiento de
los árboles que caen. Con el tiempo el bosque se fragmenta hasta convertirse
primero en un potrero arbolado y, finalmente, en uno limpio.
Las vacas hacen potreros como los marranos hacen chiqueros y como los
humanos ciudades. A su paso. De hecho, el brioso corcel de Atila debió ser, en
Restauración
realidad, un pardo orejano. Pero nadie se ha hecho una estampa ecuestre
sobre un astado, por lo menos desde el dios Assur.
- En los páramos y sabanas naturales, es práctica corriente quemar por sectores
para sostener el ganado con los rebrotes tiernos de las macollas. Aunque estos
son ecosistemas preadaptados al fuego, el acortamiento del ciclo de quema
sumado al pastoreo y el pisoteo, van cambiando la composición y dinámica de
los pastizales, favoreciendo las especies dispersadas por el ganado y
empobreciendo la participación de especies leñosas (páramos degradados y
sabanas cautivas).
- En los valles aluviales, el ganado se desplaza entre pastizales de invierno
(terrazas altas y colinas) y pastos de verano: terrazas bajas, vegas y
humedales. La entrada del ganado en las formaciones inundables produce la
fragmentación de los bosques inundables (vitales para el sostenimiento de la
red trófica de ríos y ciénagas) y su forrajeo y estercolado acelera el ciclado de
nutrientes y la terrificación de los humedales.
Si a lo anterior se añade la práctica de quemar los pantanos y esteros en
verano y la de taponar los caños para desecar las ciénagas, resulta
comprensible el conflicto entre ganaderos y comunidades de pescadores
artesanales. Conflicto que frecuentemente se dirime del modo más civilizado, el
genocidio (una práctica ligada a la civilización desde el alba de la historia).
La principal característica de la ganadería extensiva es el uso de la vaca para
recoger la productividad de una amplia extensión de tierra, por lo cual requiere
menos vías y menos mano de obra que la agricultura.
Por la misma razón, este sistema de alteridad se beneficia de la baja capacidad de
carga de la mayoría de los ecosistemas tropicales, en los cuales compite con
ventaja frente a otros usos.
Así mismo, se beneficia de las facilidades del sector para la evasión de impuestos
y el lavado del dinero procedente del narcotráfico, la corrupción y el tráfico de
armas. Esto explica la alta correlación geopolítica entre el conflicto armado, los
cultivos ilícitos y la distribución geográfica de la ganadería extensiva, así como su
alta resiliencia social, ligada como está a los señores de la tierra y de la guerra de
cada región.
A gran escala, la transformación ecológica producida por la ganadería se traduce
en:
-
Paramización secundaria de las tierras altas.
Potrerización de las alturas medias.
Sabanización secundaria de las zonas selváticas basales y de piedemonte.
Terrificación de humedales.
Fragmentación de bosques protectores a gran escala.
Desforestación de las cuencas hidrográficas.
Restauración
En suma, la ganadería extensiva es el mayor factor de alteración y desecación del
país. Aún así, los ambientalistas siguen escandalizados con el eucalipto y
comiendo solomito.
Movilidad de las franjas en el ordenamiento espontáneo del
paisaje humano
En el esquema de Lugo&Brown, existe una dinámica sucesional (biótica) en la
dirección alterados -> regenerados. Esta dinámica involucra la adecuación
progresiva del medio por sucesivas comunidades bióticas, cada una de las cuales
se reproduce sobre las zonas cuya oferta ambiental corresponde a su propia
adaptación y las transforma, lo cual crea la posibilidad de que se establezcan
otras especies con otras adaptaciones.
Sin embargo, existe también una dinámica sucesional (antrópica) en el sentido
inverso, es decir, apuntando a la ampliación de los cinturones de alteración.
Cada sistema de alteridad se establece en las zonas que brindan una adecuada
oferta en aquellas variables que constituyen su entorno relevante. Sobre este
ambiente el sistema se desarrollo y a través de su ecesis cambia el ambiente y
cambia en respuesta al ambiente (adecuación/adaptación). Los cambios
generados, incluyendo su propia presencia y desarrollo y la adecuación de los
sistemas de integración (acceso, agua, tejido social, etc.) representan condiciones
que pueden facilitar el establecimiento de otros sistemas que eventualmente
desplazan a los primeros.
Visto a mayor escala, esta dinámica genera patrones de alteración en franjas
concéntricas desde las zonas origen o núcleos de asentamiento. Cada franja
exhibe un nivel y forma de alteración característica y es ocupada por unos
sistemas de alteridad típicos. Los sistemas de cada franja ejercen presión de
alteración en dos direcciones: por un lado, adecúan o deterioran las condiciones
ambientales de su zona (las cuales inicialmente les permitieron establecerse) y,
por otro, ejercen una presión de explotación, asimilación, exclusión o deterioro
sobre las franjas externas y sus sistemas de alteridad.
Esto da lugar a una dinámica de franjas rodantes, donde cada una compite por
expandirse sobre la externa, al tiempo que genera condiciones específicas para
que la vecina interna se expanda sobre ella.
Por tanto, las estrategias de preservación, restauración, uso sostenible, deben
atender a las dos dinámicas y, en especial, a prevenir los efectos de facilitación
del rodaje de las franjas más alteradas sobre las menos. Tales estrategias
incluyen la amortiguación, el aislamiento y la protección, lo cual se trata en la
sección 1.4.2.
Así, en los bordes entre franjas deben implementarse:
Restauración



Acciones de mitigación de los factores de alteración (tensionantes) en la franja
expansiva (la más alterada);
Acciones de protección (prevención de cambios facilitadores) en la franja
precursora (contigua, menos alterada y con una vulnerabilidad variable);
Acciones de aislamiento (reducción de la accesibilidad) en las zonas de borde
entre franjas.
Las acciones de restauración tienen especial valor en la reversión de la alteración
en los bordes.
En tales contextos, al menos para el corto y mediano plazo, la restauración debe
priorizar la acción contra aquellas alteraciones que específicamente facilitan la
expansión de las condiciones, dinámicas y sistemas de alteridad de la franja más
alterada contigua. Ej: en una franja de colonización consolidada es importante
prevenir alteraciones que facilitan la expansión de las haciendas sobre los
fundos, tales como el agotamiento del suelo agrícola, la desaparición de los
bosques y sus recursos suplementarios (caza, pesca, materiales) y la
desintegración del tejido social (redes de reciprocidad).
Sin embargo, no puede ignorarse que cualquier contribución a la consolidación y
prosperidad de una franja, no sólo puede estabilizarla. También puede tener otros
dos efectos:
- Que se disparen sucesiones por incremento del valor agregado al suelo, en las
que una diferenciación socioeconómica aparece, se retroalimenta y tiende a
privilegiar a algunos mientras margina y desplaza a otros (aparece un “rico de
la vereda”).
- Que el sistema logre generar los excedentes y los atractivos para retener y
captar población y reproducirse sobre las áreas vecinas.
En cualquier caso, siempre habrá que estar atentos a en qué punto una
estrategia de conservación cruza la tenue y amplia zona gris entre estabilizar una
franja de alteración y fomentar su desarrollo.
El desarrollo espontáneo del territorio es un proceso complejo (caótico). Por ende,
no deja mucho lugar para visiones y estrategias simplistas.
Restauración
2. LINEAMIENTOS PARA LA RESTAURACIÓN ECOLÓGICA
Casi por convención, la conservación de la biodiversidad, ha tenido como marco
teórico la Biología de la Conservación. Dicho marco fundamental puede ser
complementado con nuevos enfoques de la Ecología aplicada, como son la
Ecología de la Alteración (mencionada en la sección anterior) y la Ecología de la
Restauración.
Estos enfoques complementarios vienen a proporcionar herramientas adicionales
a las ya convencionales en conservación, mejorando la capacidad de análisis y
manejo de situaciones dinámicas, en las cuales la prevención y la mitigación de
las alteraciones no son suficientes y se requiere entrar a manejarlas y corregirlas
dentro de una visión más integral de los paisajes culturales, aquellos donde las
formas y procesos antrópicos se combinan intrincadamente con la estructura y
función de los ecosistemas.
En este contexto, la restauración ecológica ha venido cobrando un creciente
interés entre las organizaciones y personas dedicadas a la conservación. Sin
embargo, se trata de un campo nuevo y relativamente complejo cuya
implementación enfrenta diversas limitaciones:
-
Resistencia conceptual a considerar las alteraciones, en especial las
antrópicas, como parte de los sistemas ecológicos: existe la tendencia más o
menos consciente, según el caso, a forzar los contextos territoriales de la
conservación, sustrayendo los ecosistemas a los procesos culturales, sociales
y económicos que los engloban, lo cual resta viabilidad a los objetivos y las
estrategias en la mayoría de los casos.
-
Resistencia conceptual a intervenir los ecosistemas: la restauración activa es
una alteración de un ecosistema alterado pero, aún así, en equilibrio.
-
Expectativa sobre la restauración como una especie de “máquina del tiempo”
(enfoque “Jurasic Park”): los ecosistemas no regresan. La restauración
tampoco. Dependiendo de la alteración dada y de los objetivos de la sociedad
(decisiones políticas sobre el territorio) pueden restablecerse más o menos
atributos del ecosistema.
-
Misoneísmo: temor de las personas a la pérdida de privilegios o seguridades,
por la disminución del valor de sus enfoques y prácticas frente a la entrada de
enfoques nuevos en las instituciones.
-
Dificultad para ajustar rutinas de planificación y evaluación al
comportamiento estocástico de los ecosistemas en restauración: los
ecosistemas son complejos y autopoyéticos; su respuesta a la restauración
casi nunca es lineal o predecible en detalle.
Restauración
-
Falta de información sobre la dinámica de alteración y regeneración de tipos
específicos de ecosistema: la mayor parte de la información disponible es
descriptiva (zonificaciones descriptivas, inventarios) y no ha sido revisada
desde una óptica funcional de los ecosistemas.
-
Falta de capacidad técnica: no sólo se acumulan informaciones poco
relevantes para la restauración sino que los conocimientos y destrezas
disponibles no se han ordenando dentro de un marco conceptual y un método
que los haga útiles para estos fines.
-
Complejidad interdisciplinaria dependiente de la escala: a mayor escala, cada
aspecto de un proyecto de restauración (suelos, vegetación, hidráulica, etc.)
tiende a convertirse en un campo disciplinario específico que demanda la
intervención de un especialista dispuesto a aprender de otras disciplinas y
verlas bajo un marco nuevo de restauración ecológica.
-
Polémicas precoces: siendo la restauración ecológica un campo aún más
nuevo que la conservación, en él son aún más absurdas las polémicas
basadas en posiciones fundamentalistas o polarizadas. Sin embargo, se dan y
con frecuencia confunden a quienes se inician en el campo de la restauración.
Por tanto, la introducción de la Restauración Ecológica en la gestión del Sistema
de Parques Nacionales Naturales debe adelantarse bajo el principio de precaución
y enmarcada en una discusión amplia entre los actores involucrados. Y, aún así,
suscitará polémicas.
1.1. MARCO
CONCEPTUAL
ECOLÓGICA
DE
LA
RESTAURACIÓN
Aún procurando que los presentes lineamientos no se conviertan en un manual
de restauración, es difícil establecer directrices escuetas para un campo aún tan
nuevo para casi todo el mundo, sin antes proporcionar algunas bases
conceptuales y metodológicas (qué es y con qué se come).
2.1.1.
Qué es y qué abarca la restauración ecológica
La restauración es el restablecimiento más o menos parcial de la estructura,
función y composición de un ecosistema alterado, mediante la protección y/o
inducción y/o manejo de la sucesión ecológica.
La restauración ecológica se basa en el conocimiento de los patrones de
alteración y de regeneración natural de los ecosistemas. Sus tratamientos utilizan
y modifican dichos patrones, según los objetivos de la restauración, para evitar,
inducir, acelerar, frenar u orientar determinados cambios en el ecosistema.
Restauración
Restauración pasiva y restauración activa
 Restauración pasiva: la que procede exclusivamente mediante la protección y
monitoreo de la regeneración natural, es decir, que la exclusión de los
tensionantes para asegurar el avance de la sucesión ecológica.
 Restauración activa: la que procede mediante la intervención física del
ecosistema, más allá de la exclusión o control de los tensionantes, y adiciona o
modifica elementos de la estructura, composición y función del ecosistema
para inducir, acelerar u orientar la sucesión ecológica.
¿Recuperación ambiental o Rehabilitación ecológica?
Según el grado en que se restablecen los atributos (estructura, composición y
función) del ecosistema original (previo a la perturbación que se quiere corregir) y
los fines de manejo del ecosistema meta, la restauración ecológica puede ser:
 Recuperación (o recuperación ambiental): es la restauración de áreas
degradadas orientada a restablecer el potencial de uso sostenible u ocupación
segura.
Ej: descontaminación de cuerpos de agua, recuperación de canteras para
edificar, recuperación de basureros para zonas recreativas, recuperación de
suelos salinizados o erosionados para la agricultura, reforestación productora
de áreas degradadas, etc.
 Rehabilitación (o rehabilitación ecológica): es el restablecimiento de las
condiciones de un ecosistema natural, primarias o previas a un disturbio, o de
la capacidad del mismo para regenerar por sí solo hasta tal condición. Los
ecosistemas rehabilitados atienden a objetivos de preservación del ecosistema
y de los servicios ambientales que dependen de la integridad del mismo.
Ej: reforestación protectora de cuencas y nacederos, restauración de
comunidades vegetales nativas, restauración del hábitat de la fauna,
restauración de paisajes naturales con significado histórico o cultural,
restauración de bosques tradicionales de grupos indígenas, etc.
Estos conceptos se ilustran en mayor detalle en el siguiente apartado (Conceptos
básicos de Ecología de la Restauración).
Restauración análoga y homóloga
El concepto básico de la Restauración Ecológica es el copiar y adaptar los
patrones de la regeneración natural, es decir, de la sucesión ecológica observada
en un área, para inducir y acelerar el restablecimiento de los ecosistemas.
Restauración
Sin embargo, en la práctica pueden darse variaciones más o menos fuertes en
relación con los patrones naturales de referencia, dependiendo de los contextos y
los objetivos del manejo.
Según este aspecto, dentro de una gama bien matizada pueden entre dos
enfoques distintos:
 Restauración homóloga: sus diseños y tratamientos procurar replicar del modo
más fiel posible lo que se conoce sobre la composición, estructura y dinámica
de la regeneración del ecosistema que se maneja, tanto para cada etapa de la
sucesión – restauración, como para el estado final buscado.
 Restauración análoga: sus diseños y tratamientos se basan en las tendencias
principales y la mecánica general de la sucesión ecológica, así como en las
características de la dinámica del ecosistema en manejo. Pero tienen en
cuenta, además, otros factores determinantes tales como la irreversibilidad de
ciertas alteraciones o cambios seculares, así como el contexto social y el
compromiso con diversos objetivos de manejo (producción de bienes o
servicios, ocupación humana, bienestar, etc.).
Bajo el enfoque analógico, las etapas y el estado final de la restauración se
definen a partir del potencial de restauración (oferta ambiental + potencial biótico
+ potencial sociodinámico) y de los objetivos de restauración resultantes de los
intereses de los propietarios del proyecto, las políticas públicas y las
concertaciones con los actores involucrados. El término “analógico” se debe a
que, en general, utiliza especies distintas a las que aparecerían en una sere
“primitiva” pero guarda una analogía con la sucesión local, en cuanto a patrones
espaciales, temporales y causales.
El enfoque homológico tiene varias limitaciones de aplicabilidad. En primer lugar
está la cuestión de que entre más severas y prolongadas hayan sido las
alteraciones menos probable es una regeneración (espontánea o inducida) con las
etapas y a los estados de la sucesión natural primitiva. Muchos factores pueden
haber cambiado en cualquiera de los tres conjuntos principales de variables que
definen el potencial de restauración de un proyecto específico:
- Oferta ambiental: las condiciones climáticas, hidrológicas y edáficas pueden
haber cambiado sustancialmente desde el tiempo del ecosistema de referencia,
como consecuencia de la alteración y/o por cambios seculares (v.gr.
calentamiento global, cambios naturales de las geoformas y del patrón de
drenaje, etc.).
- Potencial biótico: en algunos casos la cobertura y continuidad de los mosaicos
de formaciones y ecosistemas ha cambiado, desde el tiempo de referencia, más
allá de lo que permitiría la regeneración. En otros casos, no están ya presentes
las especies dinamizadoras de una o más etapas, o las condiciones para su
propagación y ecesis ya son poco frecuentes.
Restauración
- Potencial sociodinámico: en muchos casos, las condiciones socioeconómicas
determinan un ambiente en el cual el modelo de referencia, sencillamente no
sería viable.
Este último punto nos lleva a otra cuestión: toda vez que se elige como modelo de
referencia para el estado final de una restauración, un ecosistema del pasado y
ese pasado involucra una ocupación y uso mucho menores o significativamente
distintos del contexto cultural y socioeconómico actual, el proyecto de
restauración está implicando una exclusión mayor o menor de la presencia
humana y, por ende, se trata de una rehabilitación de un espacio que se
destinará a la preservación.
Por ende, un enfoque homológico difícilmente puede aplicarse por fuera de áreas
donde la decisión política favorece la conservación más estricta. En cualquier otra
situación, la armonización del proceso de restauración con el uso y ocupación
presentes implicará la modificación de los patrones culturales y socioeconómicos
para favorecer el restablecimiento de determinados elementos y procesos
naturales, así como la modificación del patrón de restauración, alejándose del de
la regeneración natural para acercarse más a la temporalidad, la estructura
espacial del territorio humano y las necesidades locales.
Por supuesto, uno no necesita matricularse en algún enfoque. Siempre es más
conveniente disponer de las herramientas de uno o de otro según el caso de
restauración lo requiera.
En general, podría suponerse que en la medida en que los objetivos se centren en
la conservación de la biodiversidad y el mantenimiento de muestras de
ecosistemas naturales, el enfoque homólogo es más aplicable. Por otra parte, en
la medida en que los objetivos de conservación involucren más actores locales y
abarquen otros intereses y aspectos, el enfoque análogo puede ser más
recomendable.
Diferencias entre micro y macro-restauración
La forma como se planifica y se adelanta un proyecto de restauración varía
ampliamente según la escala del mismo. Por eso, es corriente hablar de micro y
macro-restauración (Brown & Lugo, 19).
En el siguiente cuadro se resumen las principales diferencias entre micro y
macro-restauración.
Micro-restauración
 Poca extensión, poca duración,
pocas variables: es más fácil de
predecir y controlar.
Macro-restauración
 Gran extensión, mayor duración,
múltiples variables y relaciones:
fácilmente resulta difícil de predecir
y controlar.
Restauración
 Los distintos aspectos del proyecto
pueden ser manejados por una o
pocas personas, con poco
conocimiento especializado, con
sensibilidad e intuición (se parece a
la jardinería y tiene mucho de
percepción estética de la
complejidad de la Naturaleza).
 Los distintos aspectos del proyecto
requieren investigación de soporte
(estudios especializados) y la
conformación de equipos
interdisciplinarios. La intuición y la
sensibilidad siguen siendo
importantes pero se requieren
algunos procedimientos industriales.
 Involucra pocos actores con pocos
objetivos
 Actores múltiples y diversos con
objetivos no siempre conciliables.
 El restaurador suele tener domino
del predio y control sobre acceso y
manejo.
 Distintos actores con distintos
niveles de dominio y control sobre
numerosos predios.
 La diversidad de ambientes a
restaurar sólo se da a pequeña
escala.
 Diversidad de condiciones
ambientales a distintas escalas:
dentro de un predio, una cuenca, de
una cuenca a otra, etc.
 Suele manejar tensionantes leves y
alteraciones simples.
 Con frecuencia enfrenta
tensionantes severos y alteraciones
extensas y profundas.
 Las acciones cuentan con un marco
normativo simple.
 Las acciones pueden involucrar
distintos marcos normativos
(temáticos o sectoriales) y requerir
distintos trámites y permisos.
 Requiere poco o ningún
reracionamiento con instituciones.
 Generalmente implica convocar y
coordinar las competencias y
jurisdicciones de distintas
entidades.
 Los efectos, aun si inesperados, sólo
afectan al vecindario inmediato.
 Los resultados e impactos pueden
afectar áreas, comunidades e
instituciones mucho más allá del
área tratada.
 Los costos son fácilmente
manejables a escala de proyecto
local.
 Los aspectos administrativos,
derivados de la escala de los costos,
pueden llegar a ser el aspecto más
complejo del proyecto.
 Pocas personas deciden sobre
expectativas, plazos y lo satisfactorio
de los resultados.
 Enfrenta presiones de múltiples
actores (diversamente informados)
por resultados. La medición y la
divulgación se hacen vitales.
Restauración
 Pueden escogerse entre
procedimientos alternativos con
distintas velocidades y costos de
restauración.
 La selección de procedimientos y
tratamientos está limitada por la
presión por mostrar resultados
dentro del plazo de una
administración o contrato. Esto
incide en los costos.
Como puede verse, son dos experiencias muy distintas.
Enfoque científico y enfoque empírico de la restauración
La restauración ecológica, entendida como el proceso asistido de reparación de
los ecosistemas, con distintos métodos y estados finales, de acuerdo con los
objetivos del manejador, puede abordarse de dos maneras: científica y empírica,
ambas válidas en sus apropiados contextos.
De modo empírico, la restauración puede ser abordada con base en un robusto
sentido común, una cuidadosa observación de la naturaleza, una aguda
sensibilidad para reconocer sus elementos y procesos (inclusive bajo conceptos
vernáculos) y el seguimiento estrecho al proceso de sanación del ecosistema.
Esto es viable a pequeña escala, tratándose de un predio, un pequeño humedal,
un pequeño foco de erosión, un jardín, etc.
Como puede quedar claro para el que lo haya intentado, la restauración tiene
una afinidad más notoria con la jardinería que con la silvicultura industrial o la
ingeniería civil. Desde los enfoques naturalistas de la jardinería hasta la
restauración ecológica como campo científico-técnico hay una gama amplia y
continua de posibilidades y matices.
Cuando el proyecto de restauración afecta mayor territorio, mayor población, más
inversión, más organización e involucramiento interinstitucional, se hace
necesario la formalización de los métodos y técnicas, poniendo más énfasis en
los modelos y en la investigación formal, que en la intuición y la sensibilidad.
Finalmente, debe recalcarse que la exigencia de un profundo conocimiento del
ecosistema no pone todo en manos de especialistas ni descarta el aporte de las
comunidades locales, pues frecuentemente es en el diálogo de saberes donde
puede armarse el rompecabezas de la restauración.
¿Qué cosas son o no son restauración?
Aunque es demasiado temprano, en el desarrollo de un campo nuevo como la
Restauración Ecológica, para comenzar a delimitar taxativamente lo que hace o
Restauración
no hace parte del mismo, con alguna
sorprendentemente acaloradas al respecto.
frecuencia
se
dan
discusiones
No para terciar en una polémica, cuya pertinencia no es aún muy clara, sino para
ilustrar un poco su contenido, pueden plantearse las siguientes cuestiones:
¿Es o no es restauración…
…el establecimiento de sistemas agroforestales cuando éstos verifican un
incremento de la conservación del suelo, un mejoramiento del balance hídrico y
un incremento de la biodiversidad cultivada y silvestre?
…la incorporación de prácticas de conservación de aguas y suelos en los
agroecosistemas, cuando éstas generar un mejoramiento verificable de procesos
ecológicos esenciales como la regulación hídrica y la pedogénesis y propician el
restablecimiento parcial de la biodiversidad local?
…la plantación productora o protectora-productora con especies forestales
exóticas sobre antiguos eriales, cuando se comprueba el mejoramiento del suelo,
el balance hídrico y la conectividad ecológica?
…el reemplazamiento de plantaciones forestales protectoras con especies exóticas
por sucesiones vegetales con especies nativas?
…la promoción del desarrollo de sucesiones mixtas (especies cultivadas, especies
introducidas, especies silvestres) allí donde estas fórmulas son las únicas que
comprobadamente regeneran ambientes forestales y proporcionan soporte a la
biodiversidad y los servicios ambientales (ej: cafetales con sombrío)?
…la inducción de sucesiones con especies introducidas allí donde las nativas no
son viables debido al nivel o persistencia de la alteración?
…el paisajismo que combina el restablecimiento parcial de la estructura, función
y composición de un humedal con una composición de de espacios y
circulaciones adecuados para la educación ambiental y la recreación?
…el mejoramiento de las prácticas de jardinería en áreas suburbanas (fincas de
recreo, condominios campestres, vivienda conmutadora, etc.) que permite
incrementar la biodiversidad, la cobertura forestal y la conectividad ecológica
regional a través de estos cinturones?
…el manejo ambiental de un área inundada artificialmente, cuando está
orientado a acelerar la sucesión de un ecosistema acuático diverso y estable?
…el manejo ambiental de un área desecada artificialmente, cuando está orientado
a acelerar la sucesión de un ecosistema terrestre diverso y estable?
Fácilmente podrían clasificarse estas actividades dentro de la Restauración
Ecológica, como pertenecientes a la recuperación ambiental o a la rehabilitación
Restauración
ecológica, o como afines al enfoque análogo u homólogo. Sin embargo, en
cualquiera de estos casos existen personas en el país que estarían dispuestas a
argumentar apasionadamente que sí o que no. Afortunadamente y pese a muchos
intentos, ni la Ecología ni la restauración tienen aún jerarquías eclesiásticas que
definan sus dogmas de fe.
El desarrollo de cualquier campo científico y tecnológico depende, en gran
medida, de lo abierto que sea éste, las discusiones y las posiciones, a incorporar
nuevos interlocutores, ideas, enfoques y propuestas. Mucho de lo que parece, en
principio, irreconciliable, puede resultar de una complementariedad deliciosa y
fértil, más tarde o más temprano. Si usted lleva toda una vida desayunando
huevo con sal, probarlo con azúcar no va a poner en riesgo su salud; pero el
exceso de sal o de azúcar sí es, en cambio, comprobadamente peligroso.
2.1.2.
Algunos conceptos básicos de Ecología de la
Restauración
La sucesión es un desarrollo de toda la estructura y función del ecosistema,
que tiende, en general, al incremento de la biomasa, la diversidad, la
estabilidad, la regulación de suelo y atmósfera, la productividad bruta y al
cierre del ciclo de nutrientes. La sucesión es el desarrollo de la biosfera
tomando control sobre el medio físico. Las poblaciones se establecen
transformando el medio y el medio cambiante permite el establecimiento de
otras poblaciones que introducen nuevos cambios ambientales hasta llegar
al punto donde la energía disponible y la capacidad biótica para adecuar el
medio se copan.
La mecánica básica de la sucesión es la facilitación, la cual se define como los
cambios que una especie introduce en un lugar, los cuales, eventualmente
propician el establecimiento de otra. La especie cuya ecesis (establecimiento) es
facilitada por la otra, puede establecer distintas relaciones con su precursora. Si,
con el tiempo, compite con ella hasta reemplazarla, puede considerarse que la
segunda es sucesora de la primera.
En una sucesión vista bajo el modelo clásico de facilitación obligada, una especie
1 se establece en un ambiente A, dado que dicho ambiente esté dentro de su
rango de adaptación (rango ecofisiológico). A partir de su establecimiento, la
especie 1 va transformando el ambiente A hasta convertirlo en un ambiente B. El
nuevo ambiente B puede estar aún dentro del rango adaptativo de 1. Incluso, el
ambiente B puede ser más adecuado para 1 que el ambiente inicial A. Al mismo
tiempo puede ocurrir que exista y tenga acceso al lugar, una especie 2, cuyo
rango adaptativo cubre el ambiente B (creado por la especie 1 y que incluye su
presencia como factor ambiental), lo cual le permite a 2 establecerse. La especie
facilitada, 2, podría ser más especializada en ambientes tipo B. Si,
eventualmente, 2 resulta más competitiva que 1 en este ambiente, irá
marginándola o reemplazándola.
Restauración
La mecánica puede repetirse iterativamente, pues cada población o comunidad
que se establece introduce nuevos cambios que pueden facilitar el
establecimiento de otras sucesoras. En principio, la sucesión sólo se detiene
cuando las poblaciones que se establecen ya no son capaces de crear cambios
ambientales adicionales que faciliten el establecimiento de otras. O cuando, a
pesar de que las poblaciones establecidas generan cambios ambientales
significativos, no existe en el potencial biótico (especies con acceso al lugar)
poblaciones con adaptaciones que les permitan competir por dicho ambiente
modificado y reemplazar a las existentes. En dicho punto, las poblaciones
establecidas sólo son reemplazadas por sus sucesoras y la composición del
ecosistema tiende a fluctuar en torno al mismo arreglo de especies, de un modo
más o menos estable, lo cual se conoce con el polémico término de “clímax
sucesional”.
Sin entrar en las polémicas sobre si existe un “clímax”, ninguno o varios, sí es
importante considerar, para efectos de la restauración ecológica, que la sucesión
en un lugar concreto tiende a avanzar en dirección a un estado estacionario, en el
cual, para las condiciones físicas de base (clima, geología, pendientes, etc.) las
poblaciones biológicas existente ya no pueden generar más adecuaciones ni más
reemplazamientos. Así, una vegetación densa de arbolitos achaparrados
heterogéneos en altura puede ser una etapa de la sucesión en pendientes
moderadas a 3000 m.s.n.m. Pero si la pendiente es más fuerte o la altitud
mayor, el desarrollo del ecosistema puede estar limitado por dichos factores de
modo que tal vegetación tienda a ser, más bien, el clímax para el lugar.
No todas las sucesiones dependen del proceso de facilitación en la misma medida.
En ambientes con algún limitante fuerte (ej: temperatura, humedad, nutrientes)
la facilitación puede ser más importante y más notoria. Sin embargo, en
ambientes con una oferta ambiental más amplia y una alta diversidad de especies
y adaptaciones, diversas poblaciones pueden establecerse en ambientes iniciales
o adecuados por otras, con mayor o menor probabilidad.
Un modelo que prácticamente prescinde de la facilitación es el de la composición
florística inicial (Gómez-Pompa, 19) en el cual todas (o casi todas) las poblaciones
están presentes en el ambiente inicial y la composición varía debido a las
relaciones de competencia entre ellas y a las diferencias en sus ciclos de vida
(unas terminan más pronto y otras permanecen más tiempo).
En un modelo intermedio (Horn, 19) existen unas poblaciones más competitivas
en ambientes iniciales, lo cual no excluye que otras puedan establecerse allí. Las
sucesivas adecuaciones del lugar van cambiando las relaciones de competencia,
de modo que van excluyendo a las que estaban mejor adaptadas a los ambientes
iniciales y van incrementando la eficacia de las otras. Hacia los estados finales, la
competitividad de las poblaciones mejor adatadas al ambiente creado restringe o
excluye del todo las posibilidades de establecimiento de las especies más
adaptadas al ambiente inicial. Esto se conoce como jerarquía competitiva.
La sucesión puede ser primaria, cuando ocurre sobre un sustrato desnudo, como
en el caso de rocas, islas recién formadas o playas meándricas recién
Restauración
depositadas. En estos casos la sucesión discurre desde un medio totalmente
físico hasta uno predominantemente biótico.
La sucesión secundaria es la que se da en ecosistemas perturbados,
comenzando por los remanentes que la perturbación ha dejado, como en el caso
de incendios forestales, caídas de árboles en el bosque, talas, etc. En tales casos
la sucesión parte del potencial biótico superviviente (semillas, retoños, plántulas,
adultos, huevos, larvas, esporas, etc.) y pasando por diferentes estados,
recompone el ecosistema en una semblanza del original. Este proceso puede en
alguna medida considerarse análogo de la cicatrización, a nivel del ecosistema,
que es la forma fácil de entenderlo, para empezar, aunque tal simplificación
implica mucha inexactitud.
La restauración de los ecosistemas se basa en el conocimiento y manejo de la
sucesión ecológica. Sucesión es el proceso de desarrollo estructural y funcional
del ecosistema, a través del cual se da un reemplazamiento de unas poblaciones y
comunidades por otras en el tiempo.
El caso típico de sucesión es la
regeneración del bosque a partir de pastizales, sobre los que primero crecen
arbustos, luego ciertas especies de árboles y finalmente las poblaciones de
árboles propias del bosque maduro.
Aunque la sucesión es una transformación de todo el ecosistema, en los
ecosistemas terrestres el principal agente sucesional es la vegetación. La
mecánica básica de la sucesión se basa en el proceso de facilitación, que
consiste en la modificación de las condiciones ambientales por las especies que se
establecen en un lugar, hasta hacer este medio más propicio para el
establecimiento de otras especies que para sus propios descendientes. Al
aumentar las probabilidades de reemplazamiento por encima de las de
autorreemplazamiento, se facilita la introducción de una nueva etapa y la
sucesión avanza con especies que introducen nuevos cambios. En tal sentido se
dice que determinadas especies o biotipos facilitan la ecesis de otros, que ya
estaban presentes o llegan al sitio por dispersión y suceden a los primeros.
Restauración ecológica es sinónimo de sucesión asistida (o regeneración
asistida). La restauración ecológica es el restablecimiento artificial, total o parcial
de la estructura y función de ecosistemas deteriorados por causas naturales o
antrópicas. Opera por medio de la inducción de transformaciones ambientales en
apoyo a y en la dirección de las tendencias generales de la sucesión, lo que
implica el manejo de factores físicos, bióticos y sociales.
En la gráfica de la siguiente página (tomada de Brown & Lugo, 1994) se exponen
los conceptos internacionalmente homologados en lo tocante a restauración
ecológica. Esta terminología corresponde al consenso internacional que intenta
construirse en torno a los conceptos fundamentales de la ecología de la
restauración. A continuación los anotamos, acompañados (entre paréntesis) de
sus equivalentes originales en inglés.
Restauración
Un tensionante (o factor tensionante) es todo aquel evento que potencialmente
genera una alteración del ecosistema. Los tensionantes pueden ser episódicos
(ocurren una o rara vez) o crónicos (se mantienen o se repiten con cierta
periodicidad). Pueden ser de origen natural (fuegos naturales, deslizamientos) o
antrópicos (desforestación, contaminación y un largo etc.).
La alteración (conversión) es cualquier pérdida funcional o estructural del
ecosistema a consecuencia de una perturbación. Como se aprecia, los
ecosistemas maduros pueden ser alterados en diversos grados. El término
empleado por Brown & Lugo, literalmente “conversión”, hace referencia al cambio
en el uso del suelo y la transmutación de bosques tropicales en terrenos agrícolas
o de estos en tierras marginales.
Más allá de cierto punto (línea segmentada), los ecosistemas no pueden regenerar
por sí solos en el tiempo requerido por los objetivos de manejo, necesitándose la
intervención humana. En tal grado de alteración se habla de deterioro (damage)
del ecosistema. Muchos agroecosistemas y sistemas urbanos son ecosistemas
profundamente deteriorados y, sin embargo, productivos. Las tierras o
ecosistemas deteriorados son incapaces de la recuperación normal hasta las
condiciones originales debido a que uno o más de sus atributos clave ( suelos,
biota, geomorfología, hidrología, etc.) han sido modificados. Pueden producir sin
embargo bienes y servicios para la sociedad (Brown & Lugo, 1994).
Restauración
Cuando la alteración del ecosistema llega más lejos, se pierde la capacidad del mismo
para generar bienes o servicios ambientales, lo que se conoce como degradación
(degradation) ecosistémica ; en el extremo de la alteración, la degradación conduce a
la creación de tierras marginales y su salida del ciclo productivo socioeconómico
(abandono parcial o total) impulsa la alteración de nuevos ecosistemas vírgenes para
satisfacer las demandas de poblaciones crecientes.
La rehabilitación (rehabilitation) es la restauración de ecosistemas deteriorados, hasta
el punto en que puedan regenerarse sin apoyo en un tiempo adecuado a los objetivos
de manejo. Lo esencial de la rehabilitación es el restablecimiento de los procesos
ecológicos esenciales que permiten que el ecosistema se mantenga y regenere por su
cuenta.
La recuperación (reclamation) es la restauración del potencial ambiental de un área
dada para un uso o conjunto de usos predeterminado, pudiendo tratarse de usos
consumidores (ej : agricultura, caza de subsistencia, abastecimiento hídrico) o usos no
consumidores (ej : recreación pasiva, ecoturismo, investigación). La recuperación es el
intervalo de la restauración que va de ecosistemas degradados a ecosistemas
productivos para la obtención de bienes o servicios ambientales y sus métodos y
alcances dependen del objetivo económico. La agroforestería, por ejemplo, tiene gran
aplicación en la recuperación ambiental.
Al calificar el estado y dinámica de un ecosistema a restaurar o en proceso de
restauración (evaluación y monitoreo) es preciso distinguir entre dos factores negativos
para el desarrollo acumulativo del mismo : tensionantes y limitantes.
Como limitantes
se consideran aquellos factores que se hallan en cantidad,
concentración, frecuencia o accesibilidad inferiores a las requeridas para el desarrollo
del ecosistema, en particular de la vegetación. La teoría del factor limitante (Liebig,
1930) reza que el desarrollo de la vegetación (o del ecosistema) llega hasta el punto
permitido por la disponibilidad del factor que se halla en proporción menor con
respecto a la demanda de aquélla, aunque no se halla captado aún la total
disponibilidad de los demás factores.
Así, un suelo puede ser muy fértil, pero si hay baja disponibilidad de agua, el
desarrollo está limitado por ésta. Los casos de limitación por oligoelementos son
frecuentes en monocultivos, pero difícilmente pueden encontrarse en contextos de
elevada biodiversidad (rodales nativos bien conservados), debido a la multiplicidad de
estrategias adaptativas seleccionadas y evolucionadas en tales condiciones y al control
biótico del ciclo de nutrientes. Sin embargo, la alteración puede crear las condiciones
para que tal fenómeno se dé aún en vegetación silvestre.
Como tensionantes se consideran aquellos factores que se introducen en el
ecosistema y que restringen la entrada de energía a éste o a uno de sus
compartimientos o aumentan las pérdidas, deteriorando las reservas en cada
compartimiento y los flujos entre ellos (procesos ecológicos esenciales). Muchos
tensionantes actúan intensificando los limitantes (Brown & Lugo, 1994).
Restauración
Factores tensionantes en el ecosistema
Para plantear adecuadamente las estrategias de restauración, es preciso entender
cómo se ha alterado el ecosistema, las causas y mecánica del cambio y de la
permanencia de dicha transformación. Para comprender el modo como operan los
factores tensionantes, es preciso partir de considerar cómo funcionan los ecosistemas
y en qué puntos y de qué manera interactúan los con ellos los tensionantes.
Fuente
Productor
Consumidor
Descomponedor
En el lenguaje de simbología energética de Odum, el diagrama anterior significa: parte
de una fuente de energía constante (el sol es la principal, casi todas las demás son
intermediarios: lluvia, viento, escorrentía, mareas) es captada por un compartimento
productor (la vegetación); parte de la energía almacenada por el productor es captada
por el consumidor o cadena de consumidores (la fauna); los restos y desechos de
productores y consumidores son acumulados en algún sustrato (principalmente el
suelo en los ecosistemas terrestres y el sedimento en los acuáticos) donde una cadena
de descomponedores desintegra las moléculas orgánicas en pequeños compuestos
minerales y iones libres; los nutrientes liberados por la descomposición son
indispensables para amplificar (la caja con la X es un multiplicador del flujo de energía
hacia la derecha) la entrada de energía a los productores (fertilización de las plantas).
Un factor tensionante, es un evento (puede ser frecuente o periódico, pero no una
condición constante del medio) que ocasiona pérdidas al ecosistema o restringe las
entradas o las fuentes de energía (sol, agua, viento).
En el diagnóstico previo y la formulación de las estrategias y tratamientos de
restauración es importante saber no sólo en qué estado se encuentra el ecosistema,
sino, también, qué factores lo han llevado allí y lo mantienen equilibrado en su
deterioro.
Restauración
Brown & Lugo (1994) consideran tensionantes severos los 1-2, capaces de alterar las
fuentes de energía o la entrada de la misma al sistema, con lo que ésta ni siquiera
alcanza a ser elaborada en los compartimientos o niveles tróficos, causando un daño
extenso y profundo al mismo. Ente los tensionantes severos Lugo & Brown (op.cit.)
contemplan factores que afectan la toma de agua y nutrientes por parte de las plantas
(aridización, salinización, erosión severa, compactación, etc.), inhiben la fotosíntesis
(herbicidas, calentamiento climático, contaminación atmosférica) o tienen un efecto
generalizado sobre todo el ecosistema (ej : prácticas y políticas inadecuadas de
ordenamiento y manejo).
Los mismos autores consideran los tensionantes 3-5 como leves. Éstos no impiden la
toma de energía por parte del ecosistema, sino que retiran (cosechan) parte de lo
acumulado en cada uno de los tres compartimentos, como en el caso de las quemas,
desforestación, la cacería o la erosión.
Sin embargo, a largo plazo, si estos
tensionantes conforman un régimen crónico de perturbaciones, pueden llegar a
degradar el ecosistema (sobrecaza, sobrepastoreo, etc.).
El modelo puede complementarse con la incorporación de los tensionantes que afectan
los elementos culturales y sociales del sistema. Éstos tienen gran importancia, dada
su repercusión en el funcionamiento y evolución de los ecosistemas controlados por el
hombre. Los tensionantes que implican destrucción de conceptos, valores y relaciones
sociales, pueden considerse como tipo 6 y su efecto es complejo. Ej: si una concepción
cultural o institucional niega el espacio para la conservación en el territorio, esto
puede desencadenar todo un régimen de tensionantes leves y severos que acarrearían
la eventual devastación del ecosistema.
Los factores tensionantes característicos de las áreas rurales son leves crónicos. Esto
significa que no producen alteraciones drásticas que el ecosistema no pueda regenerar
por sí solo, hasta que se hacen crónicos y su reiteración multianual profundiza la
alteración hasta hacerla deterioro (el ecosistema no regenera ágilmente) o incluso
degradación (pérdida de reservas y productividad).
Restauración
De hecho, el manejo agropecuario consiste en alterar el ecosistema haciéndolo
retroceder en su desarrollo, hasta el punto donde produzca excedentes cosechables. El
agroecosistema así constituido, se mantiene en dicho estado por medio de las labores,
el pastoreo y la cosecha, deteniendo la sucesión con estas perturbaciones leves pero
reiterativas. Si la tasa extractiva supera la de reposición de las reservas
(principalmente suelo), se acumula un saldo negativo que en el mediano plazo
deteriora el ecosistema, esto es, deja la sucesión detenida aunque se suspenda la
perturbación, y en el largo plazo agota las reservas y la productividad, generando
degradación hasta tierras marginales.
Entre los principales ejemplos de cada tipo de tensionante se tienen:









Desforestación: tala rasa de fragmentos para ampliar cultivos y pasturas;
entresaca de fragmentos para tutores, postes y leña. Aumento de la fragmentación.
Eventual y expansiva.[3]
Cultivo: complejo de perturbaciones que incluyen arado, introducción de
monocultivos, deshierba y aplicación de fertilizantes químicos y biocidas.
Constante.[3,4]
Erosión superficial: favorecida por la deshierba, la labranza con la pendiente y la
desprotección de los campos cosechados. Permanente, se incrementa en
poscosecha. [4]
Pastoreo: eliminación de rebrotes y plántulas, compactación del suelo e incursión
al interior de los parches de vegetación remanente intensificando la fragmentación.
Frecuencia: cotidiano, dependiente de la rotación de potreros.[3,4]
Fuego: destrucción del banco de semillas, plántulas, microbiota del suelo y
nutrientes volátiles. Frecuencia anual.[3-5]
Minería de cielo abierto: remoción de suelo y excavación profunda del subsuelo,
dejando medios inertes, de muy difícil regeneración. Puntual y episódica (se explota
y se abandona). [1-4]
Alteraciones hidráulicas: desviación de cursos de agua, construcción de diques y
carillones, embalses, sistemas de regadío extensivo, avenamiento de zonas
anegadizas, etc. [1-2]
Apertura de vías y otros proyectos de infraestructura lineal: destrucción de
cobertura vegetal, remoción de suelos y alteración del drenaje superficial y
profundo del suelo. Eventual.[2-4]
Edificación: reemplazo total de coberturas naturales por artificiales. Implica la
suspensión de todos los procesos vitales, total y prácticamente irreversible. Única y
permanente (ccurre una vez en cada sitio).[1-4]
Los números entre corchetes, indican la clasificación de los tensionantes dentro del
modelo de Brown & Lugo (1994).
Es usual en áreas de expansión reciente o activa de la frontera agrícola, emplear los
cultivos para detener la regeneración natural en los terrenos recientemente talados y
facilitar el establecimiento posterior de pastos.
Restauración
En las tierras altas, la desforestación progresiva complica el factor limitante del frío y
la expansión del mesoclima de páramo, o paramización secundaria. A la aridización se
suma entonces la sequedad fisiológica del páramo, dificultando la regeneración.
Las perturbaciones sobre el suelo agotan las reservas de nutrientes, más rápidamente
en aquellos suelos limitados por un material parental pobre.
La modificiones del suelo: erosión, compactación, lavado de nutrientes, concentración
residual de agroquímicos, retardan la regeneración y restringen la gama de plantas que
pueden iniciar la sucesión.
La continuidad del régimen de perturbaciones agropecuarias, limita mucho los
espacios destinables a la restauración. La pérdida progresiva de productividad
(degradación) presiona a la ocupación intensiva del suelo, lo cual se complica en las
áreas de minifundio con la fragmentación progresiva de los predios.
Hay que tener en cuenta que los tensionantes antrópicos pueden operar como
refuerzos de la intensidad o frecuencia de tensionantes naturales, para los cuáles ya
existían adaptaciones en el potencial biótico local, por lo que puede generar un cambio
en las relaciones de competencia entre poblaciones y un sesgo en la composición
resultante. Ej: aumento de la frecuencia de fuego que favorece un aumento en la
abundancia relativa de las especies pirófilas preexistentes mientras vulnera la
conservación de otras menos resistentes.
Además, los tensionantes tienden a generar retroalimentaciones positivas con los
limitantes, en cuyo caso la perturbación generada puede ser severa. Ej: un ecosistema
con limitaciones de nutrientes, bajo un tensionante de desforestación-erosiónlixiviación.
Potencial de Restauración
Así como la sucesión ecológica está limitada por la oferta ambiental y el potencial
biótico del lugar, los alcances de la restauración ecológica están determinados por:
 Oferta ambiental (OA): cantidad, regularidad en el tiempo y distribución espacial de
los recursos físicos (radiación, temperatura, humedad, materia orgánica,
nutrientes). Algunos factores pueden hacerse determinantes por su escasez
(limitantes), su periodicidad (ciclos) o sus excesos (tensionantes naturales).
 Potencial biótico (PB): la diversidad (riqueza + abundancias relativas + distribución
espacio-temporal) de especies con acceso a un lugar en restauración. El potencial
biótico puede ser autóctono, si está establecido en el sitio, o alóctono, si depende de
la dispersión o la movilidad de la especie y de la conectividad ecológica para llegar al
lugar.
 Régimen de tensionantes (RT): la naturaleza, intensidad y frecuencia de los
tensionantes típicas de un lugar, de origen natural o antrópico y las perturbaciones
que generan.
Restauración
La combinación de los tres determina el potencial de restauración (PR) para un lugar
determinado. Entonces, puede plantearse que:
PR = OA + PB - RT
2.1.3.
Orden espacial y temporal de la vegetación: ecoclinas
y seres
Siendo la vegetación la matriz estructural y funcional de los ecosistemas terrestres y
anfibios, un componente central de la restauración es el manejo de la sucesión vegetal.
Para el manejo de la vegetación en una región, debe partirse de elaborar un
modelo de la variación espacial (ecoclinas) y temporal (seres) de la vegetación,
ubicando cada una de las poblaciones dominantes y sus asociaciones, en estos
dos ejes.
Un cambio gradual en la composición florística de la comunidad de un punto en el
espacio a otro es una cenoclina. Un cambio gradual de uno o más factores
ambientales (luz, humedad, temperatura, etc.) de un punto en el espacio a otro se
denomina gradiente ambiental. Con frecuencia se aprecia cómo la variación del
ambiente a través de un eje espacial, es acompañada - reflejada por una variación en
la composición de la comunidad sobre el mismo eje: esto es una cenoclina sobre un
gradiente ambiental, lo cual se denomina ecoclina.
Ej: la ecoclina del manglar está determinada por un gradiente de salinidad y
anegabilidad. Desplazándose desde los bosques más salobres y frecuentemente
inundados hasta los menos, se pueden atravesar franjas de manglar rojo, pantano de
mangle, natal-naidizal, guandal, selva inundable (rebalses) y bosque mixto de colinas
bajas.
Al recorrer un gradiente ambiental (ej: de zonas frías a cálidas, secas a húmedas,
inundables a firmes, etc.) puede apreciarse un cambio más o menos gradual de la
composición del ecosistema. Aunque el cambio sea gradual, pueden diferenciarse
franjas de composición dentro de ciertos intervalos. Donde los cambios son algo más
abruptos puede distinguirse un borde más neto de transición entre dos condiciones
físicas y bióticas bien diferenciadas, esto es, un ecotono.
Por tanto, el concepto de ecotono es relativo: depende de cuán distintas se consideren
las condiciones a un lado y otro del ecotono planteado y de qué tan breve en el espacio
sea la transición. Ej: podría considerarse todo el manglar como un ecotono entre mar y
selva o tomarlo como una comunidad más dentro de la ecoclina mar-selva y distinguir
Restauración
a su interior otras franjas y ecotonos dentro de la ecoclina de manglar-guandal, según
el caso y los objetivos del análisis.
La gradualidad de la ecoclina depende de:
- La continuidad o discontinuidad del gradiente ambiental: si el cambio ambiental es
gradual en el espacio o si presenta bordes más abruptos, esto probablemente se
refleje en la composición del ecosistema como un borde o ecotono. Esto se aprecia
con frecuencia en los bordes de contacto entre formaciones geológicas y entre tipos
de suelo o en la diferenciación entre selvas de rebalse y selvas de firme en donde es
el patrón espacial y temporal de las inundaciones el que define un borde más o
menos neto.
- La dinámica de la vegetación: aún si el gradiente es más bien continuo, la
vegetación puede desarrollarse desde el extremo más favorable del gradiente,
extendiendo por adecuación biótica dichas condiciones ambientales y empujando un
borde más o menos neto frente a áreas con ambientes más severos, como sucede
con el límite superior del bosque sobre páramos secos o en pendientes fuertes.
- Los patrones de perturbación: algunas perturbaciones pueden dibujar límites netos
entre ecosistemas o comunidades vegetales, como en el caso del ecotono sabana –
bosque de galería en cuya definición interviene el fuego. También puede suceder que
una perturbación con un patrón espacial complejo contribuya a fractalizar un
borde, como ocurre en frentes viejos de colonización por un patrón complejo de
roza-quema-cultivo-pastoreo-regeneración que con los años crea mosaicos y bordes
muy complejos con distintas edades y superposiciones de eventos de sucesión
secundaria.
Sobre el gradiente o gradientes ambientales principales de una región, cada población
vegetal se distribuye ocupando un rango alrededor de su óptimo ecofisiológico (las
condiciones en que mejor desarrollo alcanza, dada su adaptación específica y las
relaciones con otros organismos presentes).
La ecoclina es un concepto fundamental en ecología vegetal y en restauración. El
conocimiento de la ecoclina o ecoclinas de una región permite determinar el rango
ambiental de cada población y entender cómo se asocian unas con otras (nótese que se
usa el término población, pues la consideramos localmente y no la generalidad de la
especie), esto es, exactamente dónde debería encontrarse o restablecerse cada una.
Si el gradiente sucesional de una región es complejo (más de una variable ambiental
determinante varía en direcciones espaciales distintas) se presentará más de una
ecoclina superpuesta. Sin embargo, lo más frecuente en Colombia es que predomine
un gradiente vertical, a través del cual cambian numerosas variables: textura del
suelo, drenaje, balance hídrico, temperatura, pendiente, etc., lo cual hace que la
ecoclina vertical sea muy determinante y los ecosistemas presenten una organización
en franjas transversales muy marcada.
Debido a que el ambiente físico sigue una evolución caótica (autoorganización por
retroalimentaciones reiterativas) y la sucesión ecológica lo sigue y lo modifica también
bajo una dinámica también caótica, no cabe esperar líneas simples como límite entre
Restauración
las franjas de una ecoclina. Más bien se encuentran líneas fractales caracterizadas por
indentaciones de una franja en otra e incluso parches de una franja en otra. Esto es
más fácil de apreciar en los bordes entre formaciones herbáceas y forestales, como se
aprecia en imágenes aéreas de selva-sabana o bosque-páramo, pero se da en todos los
casos, salvo donde discontinuidades geológicas o patrones de perturbación han
dibujado otras geometrías. Ej: el fuego tiende a dibujar patrones parabólicos
determinados por el viento y la topografía; las discontinuidades geológicas pueden
dibujar líneas muy simples, casi rectas entre tipos de vegetación asociados a los suelos
generados por cada litología.
Si cada franja de la ecoclina implica unas condiciones físicas y una composición
biótica bastante diferenciadas, es de esperarse que la sucesión tenga una dinámica
(causas-efectos) distinta en cada franja y las etapas y su composición también varíen
de un punto a otro de la ecoclina.
El orden y composición de las etapas sucesionales que típicamente se presentan bajo
determinadas condiciones ambientales (de potencial biótico, oferta ambiental y
régimen de tensionantes) puede considerarse como la sere o serie ecológica típica de
dicho ambiente. Algunos ejemplos pueden ilustrar mejor el concepto:
- La sere típica para humedales implica un reemplazamiento de vegetación flotante a
enraizada a emergente (ej: juncos) a arbustos y graminoides, a rastrojo (mezcla de
biotipos leñosos) hasta bosque.
- La sere propia del bosque altoandino pasa de pajonales a matorrales de Asteráceas,
luego cordones de ericáceas o chuscales (según la humedad), rastrojo mixto y,
finalmente, bosque de encenillos.
- Sin embargo, en el mismo piso bioclimático (altoandino) las vegas y fondos de
cañada presentan una sere muy distinta, en donde los alisos pueden presentarse
como pioneros o luego de una colonización de arbustos o chuscales.
- La sere de regeneración de los bosques de galería en altillanura comienza con
pajonales, arbustos pirófilos, arbolitos de borde, palmas de borde y finalmente el
bosque secundario cuya composición final difiere según la geoforma y el drenaje del
suelo.
Las seres no son simples progresiones lineales de reemplazamientos. Pueden ser muy
cortas, como sucede con frecuencia en zonas inundables; pueden tener retardos o
estancamientos, como es frecuente en las etapas arbustivas de algunas seres o en los
chuscales (consociaciones densas de Chusquea scandens) y otras bambusoides;
también pueden tener alguna tendencia a ser cíclicas, como las sucesiones pirogénicas
dominadas por especies altamente inflamables en ambientes con estaciones secas muy
marcadas (ciclosere por fuego) o las sucesiones forestales en suelos muy pendientes y
con drenaje deficiente (ciclosere por deslizamiento).
Restauración
La sere no es un proceso predecible que sigue siempre a una perturbación.
Dependiendo de la extensión, intensidad y naturaleza de la perturbación, la sucesión
puede arrancar de condiciones tan alteradas que tarde mucho en converger a la sere
típica o, en casos más severos, no converger en absoluto. De hecho, en ambientes
profunda y extensamente alterados por el hombre, las seres observables (y utilizables
en restauración) son en su mayoría seres antropóficas (sucesiones bajo un régimen
ambiental antrópico dominadas por especies adaptadas al mismo) que puede ser difícil
(no imposible) conducir a la restauración de tipos primarios, si es que eso es lo que se
necesita y se pretende.
Si el gradiente ambiental es amplio, entre extremos ambientales muy distintos, las
ecoclinas pueden ser extensas, con numerosas franjas. En tal caso se encontrarán
otras tantas seres y la restauración deberá ajustar sus estrategias y tratamientos para
cada uno de estos ambientes sucesionales diferenciados.
Las seres suelen describirse por la sucesión de especies vegetales dominantes de las
distintas etapas, lo cual no es gratuito. La restauración ecológica trabaja
principalmente con las especies vegetales denominadas
constructivas o
dinamogenéticas. En general, los atributos que definen a una especie vegetal como
dinamogenética son:
1.
Son sociales: su distribución espacial tiende a la formación de agregados más o
menos extensos. Es difícil que una planta aislada induzca cambios sucesionales a
escala de la formación vegetal completa.
2.
Son constructivas: generan acumulaciones importantes de biomasa y necromasa.
Esto depende tanto del tamaño como de la tasa de producción y renovación de
hojas, tallos y raíces. Una planta puede ser pequeña pero producir y depositar
follaje a gran velocidad.
3.
Son adecuativas: su desarrollo genera cambios significativos a nivel físico (suelos,
atmósfera) o biótico (microbiota del suelo, hábitat para fauna dispersora, etc.).
No obstante, es posible encontrar casos en los que una especie vegetal resulta
dinamogenética por otras razones. Ej: restablecimiento del hábitat de una especie
animal clave en la sucesión.
Los cambios que las poblaciones dinamogenéticas introducen, propiciando el avance
de la sucesión, esto es, las relaciones de facilitación, pueden darse de diversas
maneras:
 Por mitigación de tensionantes edáficos (Al, Fe, acidez, agrotóxicos, otros venenos).
 Por atenuación de las fluctuaciones ambientales (de temperatura, humedad,
químicas, etc.)
 Por mitigación del régimen de perturbaciones (viento, fuego, pastoreo,
deslizamientos, erosión)
 Por fijación de nitrógeno por medio de bacterias simbiontes.
 Por aumento de la fertilidad, estructura y profundidad efectiva del suelo.
 Por aumento de la micorrización y microflora benéfica del suelo.
Restauración










Por aumento del contenido de humedad del suelo.
Por mejoramiento del drenaje del suelo (mitigación del anegamiento).
Por adición de materia orgánica (que afecta todo lo anterior).
Por creación de micrositios de germinación.
Por creación de refugios, perchas, comederos y otros atrayentes para los
dispersores.
Por supresión de poblaciones competidoras.
Por disuación de los herbívoros (defensas químicas agresivas, espinas, simbiosis con
insectos agresivos)
Por sombreado (favorable a las especies esciófilas).
Por ciclos vitales cortos y alta tasa de renovación de rametos o individuos
(multiplicando las posibilidades de reemplazamiento).
Por establecimiento de un ritmo fenológico favorable al ciclo vital de la otra especie
(ej : un ciclo de luz y sombra por defoliación - foliación, o una frecuencia de caídas
de ramas o de quemas propiciadas por la acumulación de combustibles).
En general, cualquier adecuación que haga al ambiente más favorable para otra
especie que para sí misma, constituye una facilitación y un atributo dinamogenético de
la especie facilitadora, pues impulsa la sucesión. Todas estas estrategias pueden ser
copiadas por el hombre dentro de técnicas restauración para la inducción física,
química o biótica de la sucesión.
2.1.4.
Patrones sucesionales y su aplicación en restauración
Shantz (citado en Van Dersal, 1938), afirma que "una profunda comprensión del clímax
de la vegetación natural y de los estados secundarios que conducen a su restablecimiento
cuando aquél ha sido destruido, es la mejor base para un programa de revegetalización y
control de la erosión", luego añade: "Dondequiera uno mira, la naturaleza ha señalado la
vía para la recuperación".
Hoy es generalmente aceptado que el fundamento y esencia de la restauración
ecológica es el conocimiento, imitación y manipulación de la sucesión ecológica, tal y
como ésta funciona en un área determinada:
- La restauración toma los patrones de composición de la sucesión, cómo se asocian
las especies, el orden en que aparecen y se reemplazan unas a otras, y los convierte
en fórmulas de composición para sus propios tratamientos.
- La restauración toma los patrones de estructura de la sucesión, los patrones de
distribución espacial horizontal y vertical y a distintas escalas, con los cuales los
cambios sucesionales se inician, se afianzan y se extienden, y los convierte en
fórmulas de diseño para sus propios tratamientos.
- Especialmente, la restauración toma los patrones funcionales de la sucesión, es
decir, las relaciones causa efecto, la lógica y la mecánica de los cambios de los
Restauración
patrones de composición y estructura, y los convierte en estrategias, en la lógica de
sus propios proyectos y tratamientos.
Sólo al entender la lógica (el orden general) y la mecánica (las causas y elementos) de
la sucesión ecológica, la restauración puede hacer más probable un determinado
cambio (acelerarlo) o, por el contrario, reducir las probabilidades de otro (frenarlo). Por
supuesto, si unos cambios pueden ser inducidos y acelerados, mientras que otros
pueden ser frenados, el proceso total es susceptible de ser orientado en una gama de
direcciones y estados finales, más amplia o reducida, según el caso.
Existen tres grandes patrones o aspectos fundamentales de la sucesión ecológica cuya
adecuada comprensión es de gran importancia a la hora de planificar, diseñar y
adelantar trabajos de restauración ecológica: el patrón temporal, el patrón espacial y el
patrón termodinámico. Los tres son esquemas probabilísticos, no programas rígidos y
determinísticos del desarrollo del ecosistema, por lo tanto, no predicen cómo
exactamente y en detalle sucederán las cosas; más bien, indican cómo tienden a
cambiar las cosas en líneas generales y, lo que es más importante: por qué.
Como proceso típicamente fractal, la sucesión ecológica tiene ese carácter
aparentemente contradictorio de las formas caóticas: sigue estos grandes patrones
generales, tanto a gran como a pequeña escala, y, al mismo tiempo, presenta grandes
variaciones de un lugar a otro y de un tiempo a otro. Por tanto, en la restauración
ecológica no se pueden aplicar recetas simples ni fórmulas rígidas. Es preciso estar
atento a todos los rasgos y cambios del lugar, entrar en diálogo con su desarrollo,
sentirlo fluir y transformarse para conectar cada intervención de modo armónico y
oportuno con el proceso interno del ecosistema.
El conocimiento de los patrones generales de la sucesión ayuda mucho a entender los
matices y novedades que pueden presentarse, y de hecho se encontrarán, en cada caso
y proyecto. Esta comprensión de lo que está sucediendo permitirá al restaurador
interpretar lo que su sensibilidad le indica y ajustar su estrategia, sus tratamientos y
recursos, de un modo dinámico y creativo, a cada momento de la sucesión en el
ecosistema.
Patrones temporales
La sucesión ecológica es un proceso en el que cada evento tiene efectos que se
retroalimentan al sistema como causas de los siguientes cambios.
A manera de ejemplo: después de un fuego, cuántas semillas sobreviven y de qué
especies es un resultado de eventos anteriores (características del fuego, especies
cercanas, temporada de dispersión, resistencia de las semillas, etc.); este resultado es
la causa o insumo para la siguiente etapa, el reclutamiento de plántulas; la velocidad y
viabilidad de esta nueva etapa, así como la densidad y la composición de la nueva
vegetación es, en gran medida, dependiente de los resultados de la etapa anterior.
Este hecho evidente tiene dos efectos no tan obvios:
Restauración
1.
Dada la secuencia compuesta por cambios en unos componentes que se
retroalimentan en los cambios de otros componentes del ecosistema, la sucesión
resulta ser un proceso autoorganizativo complejo sometido a los principios
generales de los sistemas caóticos. Esto tiene, a su vez, una serie de implicaciones:
 Los cambios reconocidos como regeneración pertenecen a la familia de eventos
de energía media: con poca energía no sucede nada; con mucha energía se
destruyen; con una energía media se generan procesos de autoorganización
espontánea, tras un período inicial de agitación, aparentemente aleatoria.
 Los ecosistemas sólo sobreviven a través de un constante proceso de
autovariación – autocreación. Una homeostasis absoluta (permanencia libre de
alteraciones en el tiempo) reflejaría una baja capacidad de automantenimiento y
autorregeneración (baja resiliencia).
 La conservación de los ecosistemas se define dentro de un ritmo endógeno de
caos y orden, es decir, períodos de desarrollo regular y estable intercalados con
episodios de cambio estocástico.
 Es poco exacto (e invita al fracaso) definir factores o eventos como ajenos o
externos al sistema. Un ecosistema en sucesión es un sistema extremadamente
abierto y creativo; sus límites, si se le pueden definir algunos, son muy difusos y
permeables; es influenciado por todo y afecta todo lo que se contacta con él.
 Los cambios sucesionales son susceptibles de ser determinados por influencias
sutiles (efecto mariposa) que se amplifican iterativamente en los eventos
subsiguientes.
 Por lo mismo, los procesos sucesionales sólo son predecibles en sus rasgos
generales. No es posible predecir detalladamente los cambios a escala local ni los
que se darán a largo plazo.
 Las formas generadas por la sucesión sobre el espacio son necesariamente
fractales naturales. En estos patrones existen regularidades claramente
reconocibles y que se repiten a distintas escalas espaciales y temporales
(autosemejanza o ritmicidad del fractal), pero así mismo existen variaciones,
diferencias o disonancias con respecto al patrón general, determinadas por
eventos de influencia sutil.
 Las geometrías de la sucesión ecológica no corresponden a las euclidianas,
propias de muchas estructuras humanas: prediación, jurisdicción, métodos de
zonificación basados en polígonos, plantaciones y tratamientos con patrones
geométricos simples (bloques, cuadros, etc.).
Tal vez, algunos de estos planteamientos resulten un tanto crípticos bajo una mirada
técnica convencional. Sin embargo, revelan pautas trascendentales para orientar los
trabajos de conservación y restauración.
Restauración
2.
Debido al encadenamiento y dependencia estricta de unas etapas o cambios con
respecto a los previos, la probabilidad de cada etapa es siempre una fracción de la
probabilidad de la etapa anterior o cambio previo necesario.
Es necesario ilustrar: el desarrollo de una nueva generación de plántulas que
colonicen un área, luego de una perturbación, depende de un evento previo: la
germinación de las plántulas que, a su vez, depende de un evento previo: la
viabilidad de las semillas sobrevivientes a la perturbación o llegadas después de la
misma. Si de cada 100 semillas en el terreno, sólo 60 son viables y no son
depredadas en la semana siguiente; si de cada 100 semillas viables, sólo 30
encuentran sitios y condiciones adecuados para la germinación y germinan en las
dos semanas siguientes a la perturbación; si de cada 100 que germinan, sólo
sobreviven y se desarrollan 20 en el mes siguiente; entonces la probabilidad de que
se desarrolle una nueva cobertura vegetal sobre el sitio recién perturbado, al cabo
de mes y medio, es el 20% del 30% del 60% = 3.6%. Puede apreciarse, además,
que el encadenamiento de probabilidades se extiende a toda la sucesión: el proceso
de dispersión, germinación y desarrollo se repite para cada nuevo individuo y
población vegetal que se establece en el sitio y que, además, debe competir con sus
predecesores hasta subordinarlos o reemplazarlos.
Lo maravilloso de la vida es, precisamente, que se desarrolla contra todas las
probabilidades más obvias. Ello se explica, en gran medida, por el hecho de que
las probabilidades no son absolutas: la probabilidad real de un evento depende del
tiempo considerado y de las repeticiones. Obtener cincuenta caras seguidas del
lanzamiento de una moneda puede parecer improbable; pero no tanto si durante
20 años se lanza la moneda quinientas veces al día. La vida es así de tenaz.
El encadenamiento probabilístico tiene
restauración, entre los que cabe destacar:
efectos
determinantes
sobre
la
 La duración de cada etapa es inversamente proporcional a la probabilidad
(certeza) de los efectos de la etapa anterior y a la probabilidad de sus propios
cambios.
Ilustremos: si el potencial biótico y/o la oferta ambiental son limitantes (ej:
suelos muy erosionados y pocos remanentes de vegetación cercanos) las
probabilidades de cada cambio sucesional son bajas y hacen aún mas bajas las
probabilidades totales de los eventos subsiguientes. Así, cada cambio en
dirección a la regeneración puede demorar mucho en suceder y más en
disparar otro cambio. Los cambios de los que la sucesión depende pueden
tardar mucho en acumularse, de modo que cada etapa sucesional tarda en
establecerse y consolidarse y generar adecuaciones para facilitar la siguiente.
Las etapas se dilatan en el tiempo y se hacen más fáciles de diferenciar.
Por tanto, es importante identificar los principales cuellos de botella
probabilísticas, aquellos eventos que por inciertos reducen las probabilidades
totales de la sucesión y la demoran. Gran parte del trabajo de restauración
consiste en hacer que esos pasos improbables de la cadena ocurran con toda
certeza.
Restauración
 El estiramiento de cada etapa en el tiempo la expone a nuevos eventos externos
determinantes, muchos de los cuales pueden destruir, frenar o desviar la
sucesión.
Si una sucesión se demora, entonces la frecuencia (probabilidad) del avance
puede ser igual o inferior a la frecuencia (probabilidad) de una nueva
perturbación devastadora. Es decir, que si una sucesión es muy lenta es
probable que sea destruida antes de lograr un avance que le confiera mayor
resistencia y resiliencia.
En síntesis: la incertidumbre genera demora; la demora aumenta las
incertidumbres. Esta doble retroalimentación positiva en contra de sucesiones
débiles explica la tenaz estabilidad de muchos estados degradados.
Esto explica, también, la variedad y resiliencia de los paisajes extensamente
alterados, bajo un régimen de tensionantes antrópicos crónicos. Las seres, en
cada área se destruyen, frenan y desvían con frecuencia, por lo que la sucesión
general del mosaico difícilmente muestra alguna convergencia a tipos
“primarios”.
 En el caso contrario, cuando las probabilidades de los sucesivos cambios se
incrementan (porque existe un alto potencial biótico o alóctono y/o una elevada
oferta ambiental y/o un régimen de perturbación más benigno), las etapas se
acortan y se inician tempranamente, con lo que, en total, todo el proceso se
reduce en el tiempo.
En estas condiciones, los cambios sucesionales suceden y se acumulan con
mayor frecuencia, de modo que disparan los cambios subsiguientes con mayor
agilidad. Adicionalmente, las poblaciones biológicas en un ambiente más
favorable o más accesible tienden a establecerse más precozmente y dependen
menos de una facilitación previa.
A modo de ilustración, pensemos en un área desprovista de vegetación luego de
una quema, con un suelo rico en materia orgánica, una atmósfera húmeda
constante y un rodal de bosque cercano. Puede que las condiciones ofrecidas por
el sitio no sean las más probables para el establecimiento de especies de bosque,
pero tampoco son las más restrictivas y la proximidad del bosque determina una
intensa lluvia de semillas (muchos lanzamientos de la moneda) lo que fuerza las
probabilidades y propicia una sucesión abreviada. Es exactamente lo que ocurre
en la regeneración de claros dentro de una matriz forestal.
Este fenómeno, es conocido como telescopización (“telescoping”, Cooper, 1923)
por el parecido entre el modo como un tubo telescópico se acorta cuando sus
segmentos se introducen cada uno en el anterior y una sere donde las etapas
subsecuentes se introducen tempranamente en las anteriores, antes de que
éstas se hallan consolidado.
La telescopización espontánea también se observa en los micrositios favorables
en medio de un ambiente más severo. Mientras toda la matriz muestra etapas
más dilatadas y diferenciadas, ciertos abrigos, hondonadas, terrazas o cañadas
Restauración
o vecindades de parches remanentes de vegetación, muestran una sucesión más
rápida, donde las etapas se desdibujan al introducirse precozmente unas sobre
otras.
Esto explica, también, la diferencia entre dos modelos sucesionales
extensamente discutidos en la literatura: composición florística inicial y series
obligadas de facilitación. Si el ambiente inicial (nuevo o alterado) es favorable
y/o la biota es rica en adaptaciones a ambientes para las condiciones ofrecidas,
la sucesión depende menos de la facilitación y puede contraerse toda hacia una
composición florística inicial que luego se decanta por diferencias en los ciclos
de vida de las distintas poblaciones.
La telescopización reviste gran importancia en restauración, pues demuestra
que la duración probable de una sucesión es relativa. Por lo tanto, si se
manipulan los factores determinantes (oferta ambiental, potencial biótico,
régimen de perturbaciones) y/o los eventos claves (establecimiento inicial,
llegada en orden de las sucesoras, etc.) la secuencia de eventos de la
regeneración puede acelerarse, mejorando la eficiencia de la restauración y
reduciendo la exposición en el tiempo a nuevas perturbaciones.
Patrones espaciales
La regeneración natural presenta, en la mayoría de los casos, un patrón espacial
definido como fractal estadístico. En dicho patrón, las probabilidades de
transformación de un punto dependen de las condiciones de dicho punto y del estado y
cambios en los puntos adyacentes (efecto de contagio). Esto tiene varias implicaciones
e importantes aplicaciones en restauración:
- Los puntos que inicialmente presentan mayor potencial de restauración (PR =
OA+PB-RP2) no sólo retroalimentan positivamente su desarrollo sucesional. Además,
ejercen una presión de adecuación y reproducción sobre los puntos vecinos,
incrementando sus probabilidades de regeneración.
- En una sucesión espontánea, estos puntos funcionan como focos de invasión que se
telescopizan y empujan a las áreas vecinas a telescopizarse, dependiendo de lo
favorable u hostil que sea el entorno en cada caso. En su propagación, estos focos
se aprecian como agregados de vegetación, fisonómicamente mayor que su entorno
(ej: arbustivo en medio herbáco, forestal en medio arbustivo, emergente en medio de
flotantes, etc.), en los que generalmente hay una o pocas especies constructivas
(dinamogenéticas o dinamizadoras de la agregación), algunas satélites típicas
(constantes pero menos constructivas) y algunas ocasionales (bastante dependientes
de la adecuación del micrositio por las anteriores).
- Dichos agregados, al expandirse sobre una matriz alterada contrastante muestran,
en general, un patrón de colonización (establecimiento y multiplicación de los
Explicado anteriormente (Algunos conceptos básicos de ecología de la restauración). OA:
oferta ambiental; PB = potencial biótico; RP = régimen de perturbaciones. PR = potencial de
restauración.
2
Restauración
agregados), agregación (expansión e interconexión de los agregados a través de
distancias menores y franjas favorables) y consolidación (formación de una
cobertura continua, desarrollo de una estratificación más definida, clareos por
pérdida de rametos e individuos y pérdida gradual de definición de los límites de los
agregados originales).
- Con un entorno adverso, los focos de colonización tienden a presentar bordes muy
netos y a mostrar sucesiones hacia su interior, conformando agregados muy densos
y ricos en especies en contraste con la matriz alterada a su alrededor.
- Con un entorno más favorable, los bordes de estos focos tienden a expandirse en la
dirección de las franjas de mayor oferta ambiental y hacia los otros focos más
cercanos. En una sucesión inducida, intencionalmente se establecen puntos así,
como estribones de dispersión para apoyar la construcción de corredores biológicos
(“núcleos de actividad biológica” sensu Brown & Lugo).
- En entornos con un potencial de restauración alto y bien distribuido, la sucesión es
tan acelerada que los agregados o focos de regeneración pueden resultar poco
discernibles o absolutamente inexistentes. En tales casos el patrón espacial de la
regeneración es mucho más aleatorio (no agregado) o tiende a ser, incluso, bastante
regular.
- Los puntos con regeneración restringida, no sólo presentan mayores fluctuaciones
ambientales (baja homeostasis) sino que tienden a funcionar como puntos de
propagación de las mismas, afectando las áreas vecinas. En cualquier caso, las
áreas más alteradas tienden a funcionar como focos desestabilizadores, cuyos
efectos pueden frenar, destruir o desviar la sucesión en las áreas vecinas.
- Por tanto, las probabilidades de alteración/regeneración de un punto dado, en un
mosaico sucesional, dependen tanto de su propio potencial de restauración como
del estado y eventos en los puntos vecinos.
- Si los puntos más alterados se conectan entre sí, se refuerza su función alterada
(retroalimentación recíproca) y tienden a mantener su efecto alterador sobre el
vecindario. Por el contrario, si los puntos alterados son “estrangulados” en una
malla coherente (bien conectada) de focos y franjas de regeneración, su efecto
alterador se mitiga y su expansión tiende a frenarse o, incluso, revertirse.
- Si los focos de regeneración o remanentes de vegetación están fragmentados en
medio de una matriz coherente de focos de alteración, su sucesión tiende a frenarse
o incluso a destruirse, estabilizándose un mosaico en el que predominan los estados
más alterados. Tal efecto puede emplearse en restauración cuando se desea crear
un paisaje abierto estable o asegurarse de frenar la sucesión en determinado estado
(a través de dejar demasiado “abierta” la malla de puntos del siguiente estado).
- Podría postularse, entonces, que en un área determinada (predio, área protegida,
cuenca, región) existe un punto de no retorno del mosaico sucesional (expresable
mediante un índice fractal), por encima del cual la densidad y conectividad de los
focos de regeneración del estado B sobre la matriz inicial del estado A, es tan alta
que la tendencia espontánea es a la regeneración general de B y el estrangulamiento
Restauración
de los parches de A, los cuales podrían permanecer sólo como puntos aislados sobre
las áreas con menor potencial de restauración (restringidas por bajos OA, PB o alto
RP).
- Por debajo de dicho punto de retorno, la matriz de A sería lo bastante coherente
para restringir las probabilidades de colonización, agregación y consolidación de
focos de B, haciendo incierto el paso sucesional y alargando su exposición en el
tiempo a nuevos eventos de alteración.
- El nivel de conectividad al cual puede situarse el punto de retorno necesariamente
varía según el potencial de restauración de cada caso y la dinámica sucesional de
cada ecosistema. En ciertos ecosistemas y bajo determinadas condiciones, una
conectividad muy baja puede asegurar el desarrollo ulterior de la regeneración de
toda la matriz del paisaje. En otros casos, incluso con una conectividad muy alta, la
regeneración puede ser incierta y estar muy expuesta a dinámicas de alteración.
El punto de no retorno, si se acepta tal planteamiento, correspondería
aproximadamente a la primera inflexión en la curva logística de desarrollo
sucesional del ecosistema (fase de transición, explicado a continuación en Patrones
termodinámicos).
- Si la regeneración de las distintas áreas en una cuenca depende de de la
disponibilidad y conectividad de rodales en estados sucesionales más avanzados, la
destrucción selectiva de los rodales más avanzados en una cuenca reduce las
probabilidades de regeneración, lo que equivale a un aumento relativo de las
probabilidades de alteración.
En efecto, en las regiones donde los tipos sucesionales más avanzados han
desaparecido (seres decapitadas) la sucesión se hace más limitada y vulnerable y los
estados alterados tienden a profundizarse y estabilizarse. A la desaparición
progresiva de las cabezas de sere se denomina erosión sucesional.
Los aspectos espaciales de la regeneración varían de un caso a otro, según el
ecosistema y el potencial de restauración de cada área y cada punto. Aún así, estas
líneas generales son bastante útiles para la planificación y el diseño de la restauración.
Entre otras cosas, ayudan a evitar el desperdicio de recursos tratando de inducir la
regeneración en puntos y franjas equivocados o con tratamientos masivos que no
tienen en cuenta la heterogeneidad ambiental, esto es, el modo como se distribuye el
potencial de restauración tanto a pequeñas como a grandes escalas.
Patrones termodinámicos
El desarrollo de un ecosistema puede ser visto bajo el esquema típico del crecimiento
de todo sistema vivo. Dicho patrón fue planteado inicialmente en las ecuaciones de
crecimiento logístico de Lotka y Volterra. Implica un razonamiento muy simple, que en
términos actuales podría plantearse así:
Restauración
-
El desarrollo de un sistema autopoyético implica una retroalimentación positiva,
pues a medida que el sistema aumenta su tamaño y complejidad, aumenta su
capacidad para controlar pérdidas por fluctuaciones externas y para captar
recursos y emplearlos eficientemente (con circuitos especializados).
-
El desarrollo de un sistema autopoyético implica una retroalimentación negativa
creciente, pues a medida que aumentan su masa y su complejidad, se elevan
también los costos de mantenimiento y se acumulan circuitos autocatalíticos
(estructuras parásitas internas).
En la siguiente gráfica se ilustra este modelo de desarrollo del ecosistema, según lo
hacen Lugo & Morris (1982).
Aunque con la Termodinámica se corre el riesgo de ahuyentar a más de un interesado
en la restauración ecológica, en realidad es de lo más importante e interesante en este
campo.
La gráfica dice, sencillamente, que la energía (sol, lluvia, escorrentía, mareas) entra al
ecosistema al ser captada principalmente por las plantas, lo que se denomina la
producción primaria; pero el ecosistema también consume una parte de la energía que
entra, en su mantenimiento a través de la respiración de todos los organismos. El
saldo es lo que el ecosistema (principalmente la vegetación y el suelo) logran acumular
como crecimiento y reproducción, gracias a lo cual aumentan la biomasa y el
contenido orgánico del suelo.
Los ecólogos, que son un gremio desaprensivo, suelen llamar a esto, la Ley del coitus
interruptus: todo lo que entra, sale; y lo que no sale se convierte en crecimiento y
reproducción. Es lo que otros llaman la Ley 1 de la Termodinámica o principio de
conservación de la energía.
Restauración
Uno de los fundamentos principales de la restauración ecológica es maximizar la
energía que el ecosistema capta y retiene (más plantas, trinchos, banquetas,
reservorios, etc.) y disminuir las pérdidas (escorrentía, fuego, erosión, pastoreo, etc.)
para que el saldo acumulado le permita al ecosistema crecer y reproducirse. La
sucesión sólo avanzará si cada etapa logra un adecuado ritmo de crecimiento y
reproducción.
Al principio de la sucesión la producción de las plantas (captación de energíae) es
limitada y sufren muchas pérdidas por perturbaciones recurrentes y por su propia
respiración. De hecho sus gastos respiratorios (consumo de energía) aumentan para
compensar o reponerse de los distintos tensionantes naturales y antrópicos
(insolación, heladas, ni qué hablar del pastoreo y otras fechorías).
Pero, a medida que las plantas y el suelo logran escamotear algún saldo a todos estos
gastos y percances, van ganando biomasa, contenido orgánico y capacidad reguladora
y mejora su capacidad de captación. El ecosistema comienza a crecer más rápido.
Dado que los gastos y pérdidas no tienden a aumentar simultáneamente, aumenta
también el saldo, con lo cual el crecimiento y la reproducción se aceleran aún más y
aumenta el saldo y aumenta la velocidad y aumenta el saldo y aumenta la velocidad…
y…
En este punto los ecosistemas presentan una alta productividad y, dado que no
consumen tanto, acumulan excedentes cosechables. Estos son los ecosistemas
secundarios, los que presentan mayor capacidad de carga para la explotación. Suele
ser el punto en que el hombre los altera y recoge los excedentes de energía y materia
orgánica (ciclos de quema, roza, tala, cultivo, pastoreo, etc.).
Si la sucesión prosigue, en cierto punto la capacidad de captar y almacenar energía,
agua y nutrientes es bastante más alta que al principio, pero el gasto metabólico
(respiración) también se hace oneroso y reduce los saldos de energía, de modo que no
es posible un crecimiento ulterior. En este punto el ecosistema alcanza su mayor
productividad, pero la consume toda o casi en su propio sostenimiento. Por eso estos
no son ecosistemas cosechables pero sí son los que brindan mayor capacidad
reguladora, es decir, servicios ambientales.
En su artículo clásico “La estrategia de desarrollo del ecosistema”, Odum (1969) hace
un análisis comparativo de las tendencias respectivas de la sucesión y del manejo
humano, en términos de propiedades globales de los ecosistemas.
Básicamente, este autor pone el paralelo en términos de la tendencia de la sucesión al
incremento de la biomasa, la homeostasis y la diversidad, mientras que el manejo
usual por parte del hombre persigue el incremento de la cosecha, la productividad y la
homogeneidad, lo cual representa un retroceso forzado de la sucesión y el
mantenimiento del ecosistema en un estadio temprano de su desarrollo, por medio de
perturbaciones cíclicas como fuego, pastoreo, tala, escarda, cosecha, etc.
Sobre esta base, Odum (op.cit.) puntualiza la necesidad de establecer en qué extensión
es conveniente alterar de este modo los ecosistemas y en qué extensión, por
Restauración
contrapartida, es necesario permitir (hoy diríamos apoyar) que la sucesión avance en
otros compartimentos y mantener tales ecosistemas “maduros”, para asegurar los
beneficios que el hombre deriva de ellos.
Enfocando el problema de la planificación y la conservación como una cuestión de
asignación de espacios a distintos manejos, es decir, de ordenamiento, este autor hace
un conocido paralelo entre los ecosistemas alterados y los conservados, calificando a
los primeros como “productores” y a los segundos como “protectores”.
Restauración
Odum (op.cit.) resume nuestra dependencia de ambos tipos de ecosistema o extremos
de manejo, en términos de lo que esperamos obtener de cada uno, así:
Ecosistemas
Ecosistemas
Jóvenes
Maduros
Producción
Protección
Crecimiento
Estabilidad
Cantidad
Calidad
Fuente: Odum, 1969
Odum se adelantaba entonces al concepto de ordenamiento y de sostenibilidad, al
plantear la necesidad de balancear en una región o país las dimensiones de cuatro
tipos básicos de ecosistemas, en razón de sus intercambios recíprocos y su
interdependencia. Su modelo de cuatro compartimentos es bien conocido:
Fuente: Odum, 1969
El mismo autor destaca, además, los compartimentos de compromiso, esto es,
ecosistemas que son manejados en un punto sucesional intermedio, conciliando el
mantenimiento de la diversidad con la obtención de la productividad, como es el caso
en muchos sistemas de acuicultura y en algunos métodos de silvicultura.
Este esquema reafirma el contexto de ordenamiento y planificación del uso de la tierra,
para los trabajos de restauración y preservación, denotando la necesidad de diseñar y
construir a distintas escalas geográficas, la simbiosis sociedad - Naturaleza, lo cual
equivale a negociar una opción de compromiso entre el desarrollo y la conservación,
entre el capital y la vida.
En términos del desarrollo del ecosistema, podemos dividir la clásica ilustración de
Lugo en tres etapas bien evidentes:
1. Etapa heterárquica (crecimiento lineal): en su desarrollo inicial el sistema tiene
poco tamaño y complejidad. Está fuertemente determinado desde su entorno
(disponibilidad de recursos, fluctuaciones exógenas, perturbaciones devastadoras,
etc.). Su capacidad para retroalimentar positivamente (impulsar) su propio
desarrollo es muy baja y es frecuentemente contrarrestada por eventos externos.
Restauración
Las retroalimentaciones positivas exceden por poco las negativas externas, de modo
que el sistema muestra algún crecimiento... ...muy lento y precario.
2. Etapa de transición (crecimiento exponencial): cuando el sistema alcanza cierta
masa crítica, en términos de tamaño y complejidad, llega a un punto de no-retorno,
en el que su contenido de información es suficiente para controlar las
retroalimentaciones negativas externas, pero los costos de sostenimiento no
implican aún una retroalimentación negativa endógena muy efectiva. A partir de
este punto, la forma como las estructuras y eventos del sistema se han articulado
con los de su entorno, ordena las mayores probabilidades en dirección a un
desarrollo acelerado. Ahora las retroalimentaciones positivas endógenas exceden
holgadamente la suma de las retroalimentaciones negativas exógenas y endógenas.
Con el viento de las probabilidades en popa, el crecimiento se precipita.
3. Etapa autárquica (crecimiento asintótico): en su crecimiento el sistema va
incrementando los costos de sostenimiento de tres maneras principales:
-
La más trivial: mayor tamaño, mayores costos directos de sostenimiento.
-
La sorprendente: las estructuras propias de un sistema tienen intervalos de tamaño
en los que son más eficientes. Por debajo de tales (etapa heterárquica) no son tan
eficientes. A medida que rebasa tales límites (etapa autárquica) las pérdidas se
acumulan en detrimento de la eficiencia.
-
La infame: se esperaría que el peso de los costos sobre el rendimiento del sistema
se deba al puro y justo costo de las estructuras y procesos desarrollados cada uno
hasta su óptima contribución al sistema total. Sin embargo, el desarrollo del
sistema e incluso el de cada subsistema es en realidad un racimo de desarrollos
unos más y otros menos integrados y armonizados con el conjunto y cada uno da
lugar a circuitos con distintas tasas de eficiencia. Los más integrados pueden verse
más forzados a funcionar al ritmo general. Otros pueden tener más grados de
libertad e incluso desplegar estrategias propias de crecimiento y reproducción, esto
incluye los que simplemente medran a expensas del sistema (desarrollos parásitos)
y los que incluso depredan las estructuras y funciones construidas (desarrollos
autocatalíticos). A mayor desarrollo del sistema, mayores probabilidades de
anomalías acumulativas.
Patrones caóticos
Los ecosistemas en sucesión presentan varias características propias de los sistemas
caóticos, que ya han sido comentadas atrás (retroalimentación iterativa, morfología
fractal). Otra de estas cualidades es el punto de bifurcación.
Un punto de bifurcación es un evento o influencia, a partir del cual se generan o
modifican flujos en el sistema, a los cuales otros se van sumando por
retroalimentación, amplificando o conteniendo los primeros. Esto genera una cadena
de eventos a través de los cuales el sistema se autoorganiza, de una agitación inicial,
aparentemente aleatoria, a estructuras y dinámicas más o menos regulares.
Restauración
Como desarrollo de un sistema caótico, la sucesión puede llegar a distintos puntos de
bifurcación en cualquier momento dado, en los que un evento o factor cualquiera
determina el momento y la dirección de una cascada de eventos de autoorganización
del sistema. Ej: la oferta de micrositios heterogéneos en el terreno (abrigos rocosos,
pequeñas zanjas, hondonadas, etc.) brinda numerosos puntos de bifurcación, en los
cuales a unos determinados cambios inducidos por la oferta del micrositio, se van
sumando otros que los amplifican o amortiguan los primeros, impulsando o
conteniendo la autoorganización de un agregado en cada uno.
Los puntos de bifurcación en el desarrollo de un ecosistema pueden estar dados como
factores que hacen parte de un régimen ambiental más bien constante, lo cual genera
patrones de transformación más o menos repetitivos y reconocibles. Esto es lo que
llamaríamos determinantes ambientales. Ej: en las altillanuras, la distribución
fractal de las corazas de laterita en el suelo muestra ciertas regularidades, desde las
lomas hasta los vallecitos de disección, que constantemente influencian el desarrollo
de la vegetación, generando patrones sucesionales bien reconocibles. Así, el desarrollo
y distribución de los distintos tipos de bosques y sabanas es tan complejo como el
sistema de geoformas y corazas, a pesar de lo cual presenta unos patrones generales
fácilmente reconocibles a simple vista y, más, en cualquier imagen aérea o satelital de
la Orinoquia. Otro tanto sucede con las heladas en el páramo, las sequías en las zonas
áridas o el patrón de inundaciones en los humedales y planos aluviales.
Sin embargo, puede suceder que algunos puntos de bifurcación en el desarrollo del
ecosistema sean eventos más o menos fortuitos o fugaces. En esos casos, el factor
incide y genera una serie de transformaciones que se amplifican o se atenúan según
las retroalimentaciones del sistema, aunque el factor inicial desaparezca. La huella del
punto de bifurcación en la organización del sistema puede ser reconocible por un
tiempo mayor o menor hasta que eventualmente se atenúa; sin embargo, el origen
mismo de los cambios puede ser difícil de identificar una vez ha desaparecido. Esto es
lo que se denomina histéresis.
Un caso típico son los eventos fortuitos de dispersión o de perturbación que inciden en
la dirección que la sucesión toma en un momento dado. Ej: una etapa sucesional es
dominada por una especie A; pero este momento coincide con una perturbación que
elimina específicamente sus plántulas o sus semillas; la reducción de A va a favorecer
la densificación de otras especies, lo que puede dar lugar a una desviación de la
sucesión en ese rodal
Otro caso de histéresis bien documentado en la sucesión vegetal son las fluctuaciones
fortuitas del potencial biótico en el momento de la perturbación. Si en el momento en
que se abre el claro, una determinada especie vegetal, en los bordes del mismo, se
halla en su fase de dispersión, puede llegar a dominar los primeros estados de la
regeneración, dando lugar a cambios sucesionales que pueden perdurar más o menos
en cada caso. Eventualmente, las sucesiones de los distintos claros pueden llegar a
converger en torno a una composición promedio, haciendo progresivamente difícil
identificar los límites de los claros originales.
Restauración
2.1.5.
Estabilidad ecológica, no-alteración y sostenibilidad
La ecología de la alteración y la restauración ha llevado a una comprensión más
profunda y completa de las estructuras y funciones en los ecosistemas, del mismo
modo como la patología permitió el avance de la anatomía y la fisiología en medicina.
Realmente se aprende más cuando las cosas no funcionan o se salen de la expectativa
de lo “normal”.
A la vista de un cuadro tan dinámico como el que hasta aquí se ha presentado, vale la
pena revisar algunos conceptos que parecerían estar relacionados con una visión más
estática de la Naturaleza.
Cuando se escuchan o leen algunos planteamientos conservacionistas sobre la
estabilidad de los ecosistemas, la preservación de muestras autosostenibles, la noalteración de los ambientes naturales, es difícil no quedarse con una impresión, así
sea subliminal, de que se invita a apreciar la Naturaleza como cuadros en una
exposición. Hay algo de museográfico en muchos de estos planteamientos, que unas
veces parece inconsciente y otras totalmente explícito.
Empecemos por aclarar algunos términos.
Equilibrio ecológico
La Ecología tiene hondas raíces en la Termodinámica y en la Teoría General de
Sistemas. Un planteamiento básico que hereda de ambas es que los sistemas abiertos
jamás están en equilibrio hasta que se disuelven por completo. Esto parece de un
trillado aburridísimo, pero a lo trillado le ha faltado beneficio.
La Termodinámica define “equilibrio” como una situación de distribución homogénea
de la energía entre todos los elementos, fuentes o compartimentos en contacto. Y
añade que todo evento en el Universo ocurre espontáneamente en la dirección de dicho
equilibrio, hacia el aumento de la entropía total.
Sin embargo, los sistemas vivos, incluyendo los ecosistemas, se caracterizan por
aumentar y mantener concentraciones de energía en distintos compartimentos, lo que
consiguen a costa de disipar cantidades mayores que las acumuladas (metabolismo o
neguentropía).
Aquí surge la primera pista sobre lo que puede ser la estabilidad ecológica: una
acumulación de energía como los ecosistemas no puede ser estable; es intrínsecamente
inestable, por la tendencia espontánea de la energía a fluir hacia el entorno, a
disiparse. Un ecosistema es una acumulación notable de energía potencial: cosas que
pueden caer, rodar, quemarse, descomponerse, descomprimirse, etc.
Los ecosistemas logra evitar estas disipaciones por distintos períodos, sólo a costa de
un flujo de energía constante donde las entradas superan o equiparan las salidas y
donde el aumento de lo acumulado es siempre inferior a lo disipado en el mismo
Restauración
intervalo de tiempo. Esta especie de equilibrio dinámico es lo que se denomina estado
estacionario y es lo único que se aproxima al “equilibrio ecológico” de la prensa.
Vórtices y caos
Al igual que un remolino en una corriente de agua muestra una configuración más o
menos constante, al tiempo que toda el agua que lo constituye entra y sale en un
momento dado, un ecosistema exhibe una organización reconocible en el tiempo
aunque los individuos, la materia y la energía que lo componen tengan tiempos de
residencia distintos y finitos.
El hecho de que los ecosistemas puedan mantener su acumulación de especies, agua,
materiales y energía, sólo gracias a un permanente equilibrio de entradas y salidas
implica otras fuentes de inestabilidad. Una extrínseca o ambiental, por las
fluctuaciones en las entradas o en las pérdidas por eventos externos. Otra intrínseca,
debido a que toda fluctuación externa puede ser o atenuada o amplificada por las
retroalimentaciones internas del sistema, generando cambios menores o mayores.
En consecuencia, los estados estacionarios son fluctuantes, no constantes. Más aún,
sus fluctuaciones rara vez son regulares como las de un termostato (con el que con
frecuencia se comparan) debido a que hay más de un circuito de retroalimentación
involucrado.
El estado estacionario, al igual que el desarrollo que lleva hasta él, es caótico: exhibe
variaciones en patrones complejos autoorganizados, que pueden pasar por períodos
más regulares y otros más aleatorios, aún en un ambiente estable. Dado que el
ambiente tampoco es estable, los ecosistemas resultan ser sistemas intrínsecamente
caóticos y, al mismo tiempo, abiertos a y conectados con el caos ambiental:
fluctuaciones climáticas, geológicas, hidráulicas, antrópicas, etc.
En su mayoría, los estados estacionarios no representan un punto fijo en medio de las
configuraciones probables, sino una fluctuación constante entre varios puntos o
configuraciones más o menos estables. La tendencia del sistema a fluctuar entre
dichas configuraciones y a volver a dicho patrón endógeno de cambios luego de una
perturbación, es lo que la teoría del caos denomina fenómeno del atractor extraño.
En términos de la conservación esto coincide con la visión de los ecosistemas
primarios como un mosaico de parches en distintos estados, unos más dinámicos que
otros, que fluctúan constantemente, bien sea por perturbaciones externas o por
cambios endógenos.
Homeostasis, resistencia, resiliencia y equifinalidad
La mayoría de los conceptos de estabilidad ecológica se relacionan con el concepto
general de homeostasis, es decir, la capacidad de un sistema abierto para mantener
unas determinadas condiciones en el tiempo.
Restauración
En la práctica, la homeostasis comprende, al menos, dos fenómenos: resistencia y
resiliencia, que en el caso de los ecosistemas se aprecia como un mantenimiento de
determinada configuración (composición, estructura y función) en el tiempo.
La resistencia es la capacidad de un sistema abierto para mantener sus propiedades
(en especial su configuración) más o menos invariables a pesar de una perturbación o
cambio externo. Hablamos entonces de ecosistemas resistentes a la sequía, a las
inundaciones, al pastoreo, etc.
La resiliencia es la capacidad de un sistema abierto para recuperar sus características
o volver a una determinada configuración luego de que una perturbación lo altera.
La resistencia es determinada por factores de tamaño y sustancia. Tamaños mayores y
sustancias más rígidas confieren mayor resistencia al sistema.
Los sistemas mayores se mantienen con mayor facilidad frente a los cambios o
perturbaciones externos. Esto se debe a las reservas de energía y materia de las que
disponen y la cantidad de energía requerida para agitar y modificar un sistema, todo lo
cual aumenta con las dimensiones del mismo. A medida que un bosque se desarrolla,
aumenta su biomasa y se eleva su dosel, con lo cual aumenta su capacidad para
mantener una humedad y una temperatura constantes, a pesar de los cambios
estacionales y circadianos.
Las características físicas y químicas de los materiales que componen el sistema
también determinan su resistencia. Si estos materiales son mecánicamente frágiles o
químicamente muy reactivos, el sistema está expuesto a una gama mayor de posibles
eventos alteradores y, por ende, a una mayor frecuencia de alteración. Ej: los bosques
secundarios de maderas blandas son menos resistentes a los vendavales que los
primarios de maderas duras; la vegetación herbácea se incendia con mayor facilidad y
frecuencia que la forestal.
La resistencia puede ser vencida de dos maneras: por violencia y por catálisis. La
primera consiste en aplicar una cantidad de energía suficiente para vencer el tamaño y
la rigidez del sistema, forzándolo a cambiar. Dado que la capacidad autoorganizativa
de los sistemas abiertos es un fenómeno de gama energética media, la violencia
generalmente sólo genera destrucción.
La catálisis implica que si los cambios en un sistema rígido son altamente
improbables, su probabilidad puede ser elevada si determinados elementos, factores o
informaciones se colocan juntos en el espacio y el tiempo, haciendo que lo improbable
ocurra con mayor certeza y que los cambios requieran menos tiempo y energía.
La recuperación de canteras es un ejemplo de restauración sobre sistemas degradados
y resistentes. Algunas de las estrategias como la fractura de capas rocosas mediante
maquinaria o explosivos para inducir la meteorización y la formación de micrositios,
son ejemplos de violencia (que puede ser bien aplicada). El moldeado artificial de la red
de drenajes de la cantera para propiciar la humectación de micrositios de acumulación
existentes o creados, es un ejemplo de catálisis.
Restauración
Por su parte, la resiliencia está relacionada con la densidad y complejidad de las
interacciones entre los elementos. Si en un sistema los elementos están relacionados a
través de una gran cantidad y diversidad de interacciones (alta integración), luego de
una perturbación que modifique la configuración, los circuitos de retroalimentación
remanentes pueden impulsar y regular la regeneración de la configuración, volviendo a
una muy aproximada a la anterior.
La probabilidad de que la configuración primitiva regenere con mayor o menor
exactitud depende, entre otros factores, de la amplitud de la alteración sufrida, la
integración del sistema alterado y lo determinístico de la configuración anterior (una de
varias muy probables o la única posible en un ambiente dado).
La resiliencia es una consecuencia clara del contenido de información de un sistema,
el cual varía con el desarrollo del mismo. Típicamente, en los primeros estadios de
desarrollo, los sistemas contienen poca información (pocos elementos y poco diversos;
pocas relaciones y poco complejas) por lo que son desbordados por la información del
entorno (condiciones, eventos e influencias). El desarrollo de un sistema pasa por una
fase eminentemente adaptativa, en la cual incorpora activamente información del
entorno y la hace parte de sus estructuras y funciones, como calcando el medio a
través de adaptaciones. A medida que el sistema se desarrollo, aumenta su contenido
de información (aumento de tamaño y complejidad) hasta cruzar el punto de equilibrio
adaptativo en el cual la información interna bloquea a la externa (muy pocos eventos o
condiciones del exterior pueden determinar cambios de su configuración). Por encima
de dicho punto, el sistema incrementa su capacidad adecuativa, es decir, que puede
“bombear” información propia al entorno, determinando cambios en la configuración
del mismo.
Cada adición de información en la configuración del sistema representa una
disminución de los grados de libertad que aumenta la determinación de los estados
posteriores y del patrón total de transformación. Los puntos de bifurcación de cada
cambio pueden determinar la sucesiva desaparición de cursos de desarrollo
alternativos: lo que el sistema ya no será.
La resiliencia de una configuración puede ser vencida de tres maneras básicas:
devastación, revolución e infestación.
Las perturbaciones devastadoras son clásicas en Ecología desde los estudios de Odum.
Básicamente, consisten en la eliminación de grandes porciones de elementos y
estructuras del sistema, lo cual hace “retroceder” el contenido de información del
sistema hasta un punto en el que las estructuras y circuitos de información
remanentes no alcanzan a regenerar la configuración anterior. El sistema “rejuvenece”,
ha recuperado grados de libertad y puede decantarse hacia cursos de desarrollo
alternativos que su desarrollo anterior había descartado, pasando por distintos puntos
de bifurcación. La devastación de un banco de ostras (Odum, 19) por el oleaje, de un
bosque por un deslizamiento, de un sector urbano por un sismo o de una institución
por una “reestructuración administrativa” son ejemplos clásicos de devastación.
La revolución consiste en la introducción de retroalimentaciones nuevas en el sistema
que aumentan de modo emergente la integración de más o menos compartimentos en
el mismo. Usualmente se aprecia como dos componentes preexistentes que no estaban
Restauración
integrados y que en un momento dado se conectan. Esto produce, típicamente, saltos
cualitativos en el desarrollo del sistema, llevándolo a otro nivel de organización y
desarrollo. Esto es lo que Lorenz (19) ha llamado “fulguración”: la aparición de
propiedades emergentes, por nuevos circuitos de retroalimentación, que genera nuevas
jerarquías de desarrollo.
Aunque la evolución cultural y tecnológica del hombre abunda en ejemplos de
revolución (que generalmente no corresponden a lo que las crónicas han llamado
revoluciones), en los procesos ecológicos la mayoría de los casos corresponden a
simbiosis, muchas de las cuales pueden ser aprovechadas en restauración: dispersión,
polinización, micorrización, ciclo forzado de nutrientes (planta- herbívorodescomponedor-suelo); éstos ocurren en la Naturaleza y generan cambios sutiles y
poderosos (revoluciones) y pueden ser imitados e impulsados en restauración. Ej: un
suelo degradado y desprovisto de microfauna desintegradota es enriquecido con
lombrices y un subsidio inicial de materia orgánica reguladora; esto crea un circuito de
retroalimentación positiva al desarrollo de la vegetación que previamente no existía (el
ciclo de nutrientes estaba abierto y éstos se perdían). Los resultados suelen ser
notables.
Un cambio que típicamente “revoluciona” los sistemas es el acceso a nuevas fuentes o
reservas de energía. El ejemplo clásico es el acceso de la humanidad a las
acumulaciones de combustibles fósiles orgánicos, lo cual “desencadenó” la revolución
industrial. En las sucesiones vegetales se verifica algo similar cuando en un
determinado momento de la sucesión entran nuevos biotipos (ej: arbustos en una
comunidad herbácea) que logran acceder a la acumulación de humedad y nutrientes
que los anteriores no alcanzaban. En esos casos es frecuente observar lo que Odum
denominó un “bloom” sucesional. La sucesión entra en una nueva etapa de
crecimiento exponencial hasta llegar a un nuevo equilibrio entre la disponibilidad de
los nuevos recursos y su capacidad de captación.
Sin embargo, es preciso hacer dos aclaraciones formales al respecto. La conexión a
nuevas fuentes de energía es y no es una revolución en el sentido sistémico estricto.
Por un lado, cuando lo que se accede es la acumulación de energía y materiales
dejados por ecosistemas anteriores, podría hablarse de una retroalimentación nueva a
través del tiempo, donde la producción del pasado impulsa el desarrollo actual. Pero el
principal efecto de las nuevas energías es que posibilitan el desarrollo de nuevos
circuitos de retroalimentación (fomento y control): la revolución industrial no consistió
en un aumento de la energía disponible, sino que éste posibilitó nuevas formas de
organización social para la producción y distribución de la riqueza, cambiando los
roles del Estado y los grupos sociales. Análogamente el “blooming” sucesional no
consiste en la adición de una nueva fuente de energía (la acumulación de nutrientes y
humedad en horizontes antes inaccesibles), sino que ésta genera un nuevo y más
amplio circuito de retroalimentación entre la vegetación y el suelo, ampliando la altura,
profundidad y complejidad de los flujos de energía.
La infestación ocurre con la introducción de un elemento o subsistema nuevo en un
sistema abierto autopoyético. El elemento infestante posee típicamente cualidades que
en contacto con las del sistema invadido se convierten en relaciones adaptativas que
permiten al primero utilizar las estructuras del segundo para reproducirse de modo
virulento. El infestante entra a competir agresivamente por los flujos de energía y
Restauración
demás recursos disponibles, con lo que desplaza, destruye y reemplaza una parte
importante de los elementos y estructuras aborígenes. El efecto de una infestación
combina muchos rasgos de la devastación y la revolución, con las características de
algo que se reproduce (autopoyético).
Aunque el ejemplo típico de infestación es el ciclo de vida de los virus, a nivel de
ecosistemas también se encuentran numerosos ejemplos. De hecho, la introducción de
poblaciones nuevas por facilitación y relevo sucesional puede tener en ocasiones las
características de una infestación. No obstante, el caso más vistoso lo constituyen las
invasiones de especies nuevas, ampliamente documentadas en la bibliografía
ecológica.
Estas invasiones demuestran un rasgo clave de la infestación: ésta es un fenómeno
emergente, es decir, que no puede predecirse con exactitud qué organismo será
infestante en qué ambiente, sino que la infestación resulta de la integración de las
características del organismo con las del ambiente. Por eso, es frecuente que un
cambio ambiental desencadene un comportamiento infestante en un organismo
preexistente. Esto tiene grandes aplicaciones en restauración: hay cambios
ambientales que pueden ser aprovechados para promover la reproducción acelerada de
determinadas poblaciones dinamogenéticas.
Dado que una parte esencial de la configuración de un sistema autopoyético es su
proceso de desarrollo, necesariamente la resiliencia debe interpretarse como una
capacidad de retorno a un patrón de transformación más que a un estado en
particular. Esto también ha sido llamado estabilidad dinámica (Orians, 19).
Esta es, precisamente una de las principales propiedades de los sistemas abiertos
autopoyéticos y uno de las observaciones centrales en que se fundó la Teoría General
de sistemas. Bertalanffy denominó “equifinalidad” a este fenómeno y sobre el mismo
estableció el siguiente enunciado clave de la TGS:
“La energía requerida para transformar un sistema desde su exterior es directamente
proporcional a la medida en que se pretende alejar al mismo de su patrón intrínseco de
desarrollo”.
El patrón intrínseco de desarrollo es un fenómeno teleonómico: los elementos y
relaciones que componen el sistema suman suficiente información como para cerrar
los grados de libertad del mismo, determinando un patrón de posibles estados futuros
tal, que parece que todo el sistema tendiera a un estado final predeterminado. A mayor
contenido de información (mayor integración), mayor resiliencia y menor probabilidad
de alteraciones desde el exterior.
El principio fundamental de la equifinalidad, aplicado a la restauración ecológica,
indica que el costo de la restauración aumentará y su viabilidad se comprometerá, en
la medida en que se pretenda imprimir al ecosistema una dinámica o llevarlo a unos
estados distintos a lo que su dinámica propia y su oferta ambiental determinan.
Restauración
Por eso, cuando alguien pregunta cuánto cuesta una restauración, la respuesta
generalmente ofrece dos alternativas: ¿Cuál quiere? Rápida, cara y a las patadas? O
con calma, con cariño y más barata?
Algunas personas sienten gran ansiedad por los finales: leen los libros de atrás para
adelante, se casan con preacuerdos de separación de bienes, se toman los remedios
antes de enfermarse, etc. Otras aprenden a amar los procesos. La restauración es más
iniciar dinámicas que terminar procesos. Como la vida, que sólo dura mientras es
camino y no tiene más final que cuando se acaba.
La alteración como parte de la restauración
Los fenómenos de homeostasis tienen la mayor importancia en restauración. Podrían
definirse los propósitos de la mayoría de los procesos de restauración en términos de:
-
Disminuir la homeostasis de los estados alterados para inducir su transformación.
Orientar los cambios en dirección al restablecimiento de unas preferencias de
configuración (composición, estructura, función).
Estabilizar la configuración deseada.
Proteger la configuración deseada de nuevas perturbaciones.
Por tanto, la restauración trabaja en unas ocasiones en contra de la homeostasis y en
otras en procura de ella. Esto es un aspecto implícito en la restauración ecológica, a
pesar de lo cual suele tomar por sorpresa a muchos.
Muchas intervenciones en restauración son verdaderas perturbaciones clara y
expresamente dirigidas a romper la estabilidad del estado alterado. Algunas son bien
sutiles y fáciles de digerir, como la supresión de factores tensionantes crónicos (ej:
pastoreo, fuego) con lo cual se libera al ecosistema de los determinantes de su
alteración y éste, casi siempre, se desplaza inmediatamente a otras configuraciones.
Otras pueden ser más drásticas y difíciles de vender, como las obras hidráulicas de
cierta envergadura, la introducción masiva (temporal) de especies exóticas para
determinados mejoramientos de clima o suelo o las secuencias de cultivos temporales
que se aplican para mejorar el suelo, atraer dispersores y subir la rentabilidad en
determinadas etapas de la restauración.
La literatura abunda en ejemplos que a más de uno le cortarían el aliento, como los
caballos que Janzen introdujo en el Parque Nacional Natural de Guanacastle (Costa
Rica) para ayudar a la dispersión de las semillas duras de especies claves que venían
desapareciendo por la extinción de los tapires y venados, sus dispersores naturales.
El fuego prescrito es otro gran ejemplo de una tecnología que tiene distintintas
aplicaciones en restauración: el control de la frecuencia de fuego, la creación de
hábitats para fauna, el control de determinadas poblaciones vegetales, la viabilización
de determinadas semillas, el rompimiento del equilibrio de sucesiones desviadas, el
clareo de plantaciones forestales, etc. Aplicado por expertos es un ejemplo de cómo la
Restauración
restauración juega con las perturbaciones, sobre la base de una comprensión precisa
del papel que juegan como parte de la dinámica de los ecosistemas.
Obviamente, en manos inexpertas, algunas herramientas son más peligrosas que
otras.
Alteridad y no-alteración
Allí donde el ser humano está presente, al carácter esencialmente dinámico de los
ecosistemas con su cúmulo de cambios alterativos, regenerativos, seculares y
endógenos, se suma la dinámica de transformación del paisaje humano.
El
nicho
ecológico
del
hombre
se
distingue
por
un
alto
balance
adecuación/adaptación. La adecuación del entorno humano abarca cambios que van
desde la apropiación simbólica del entorno por medio de clasificaciones y significados,
hasta la ocupación y transformación física.
Además, el hombre es un organismo termodinámicamente pesado: homeotérmico (con
el alto consumo metabólico de todo mamífero), social (lo que concentra su carga en el
espacio y el tiempo) y lleno de artefactos que amplían su costo (exometabolismo).
No hay posibilidad de implantaciones sutiles ni cero-intervención ni no-alteración, una
vez que el ser humano se asienta en un área.
Tampoco es posible hablar de sistemas sostenibles basados en determinados tamaños
de población y ocupación. El sostenimiento del hombre, como el de cualquier biomasa,
conduce a la reproducción.
Es preciso, por tanto, que la restauración y, en general, la conservación partan de una
perspectiva realista de la dinámica del paisaje. Mejor que negar la alteración, cerrar los
ojos, apretar los dientes y cruzar los dedos, es entender y predecir las
transformaciones y adoptar estrategias elásticas y creativas que saquen el mejor
partido de las resiliencias y las resistencias, así como de las dinámicas de los
ecosistemas en distintos grados de intervención.