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La crisis económica mundial: orígenes, desarrollo y respuestas Américo García La continuidad y permanencia de la crisis mundial ha modificado sus iniciales interpretaciones. De aquellas que en sus comienzos, allá por los años 2007/2008, la caracterizaban como una mera crisis financiera que tenía que ver con la mala administración de los recursos financieros por parte de algunas entidades, o con el descontrol y abuso de algunos ejecutivos, o con el otorgamiento de préstamos a clientes insolventes (consecuencia de políticas oficiales de bajas de la tasa de interés) se ha pasado a una caracterización más global y más conceptual que la relaciona con el propio funcionamiento de la economía capitalista y con las particularidades que dicho funcionamiento ha venido experimentando desde mediados de los años ’70, y más precisamente desde el abandono de las políticas regulatorias que caracterizaron a la situación internacional y a algunas de las principales economías nacionales. Desde una perspectiva teórica y crítica del capitalismo se sostiene que las crisis que periódicamente sufre el sistema social están íntimamente relacionadas con su particular forma de desempeño. Un análisis del comportamiento de la economía capitalista muestra como la misma presenta fuertes y permanentes fluctuaciones. Constituye un dato empírico el hecho de que la producción de las economías capitalistas está permanentemente sujeta a ciclos periódicos de prosperidad y depresión A los periodos de auge, que presentan una fuerte acumulación, importantes aumentos de la inversión, crecimiento de la producción y del empleo; les siguen periodos recesivos, detención de los procesos de acumulación, caída de la producción, alta desocupación. Estas fuertes fluctuaciones han dado lugar a ciclos económicos. Ahora bien, ¿cuales son las causas de este comportamiento cíclico? En el artículo sobre Capitalismo1 se afirma que este sistema social necesita de una permanente acumulación, de una permanente reproducción, y que ello significa un constante proceso de ampliación de los mercados, tanto en materia territorial como en la cantidad y tipo de mercancías que se producen. Es así como mercados locales y dispersos se han ido transformando a través del tiempo en un cada día más integrado mercado mundial. Asimismo, esa necesidad de una acumulación continua lleva a un proceso tendencial que impulsa a convertir la mayoría de los productos y servicios en mercancías. La producción capitalista extiende y generaliza la producción de mercancías, convierte a todos los productos posibles en mercancía. Hace que todos tomen dicha forma y por esta vía, esto es decisivo para entender algunas de las causas de las crisis, convierte a la venta de las mercancías en una condición previa y fundamental para la reproducción. Se agradecen los comentarios y sugerencias de los docentes integrantes de la cátedra Kogan – García de la materia Introducción al Conocimiento de la Sociedad y el Estado, del CBC de la UBA. Los posibles errores y omisiones son de responsabilidad del autor. 1 Lifszyc, Sara: “El capitalismo”, en Introducción al Conocimiento de la Sociedad y el Estado”. Gran Aldea Editores. 2008 1 La necesidad de acumulación y ampliación de los mercados, la continua conversión de bienes y servicios en mercancías, la búsqueda por disminuir los costos de producción y por hacer más productivo el trabajo, muestran que el objetivo básico de la producción capitalista no es la satisfacción de las necesidades, sino la obtención de ganancias o, dicho de otro modo, la valorización del capital. Las cantidades producidas, su incremento o su reducción, no son dictadas por las necesidades del consumo sino por la realización de un beneficio. Este tipo de expansión característica de la sociedad capitalista produce una separación entre la producción y el consumo, lo cual implica que la continuidad de la producción esté sujeta a la venta de las cantidades producidas. A su vez, todo este proceso de acumulación se realiza en un marco de relativa anarquía de la producción, que elimina la relación directa entre producción y consumo con lo cual las posibilidades de desequilibrios están siempre latentes. Es decir, que la posibilidad de crisis brota ya de la vigencia de una producción no regulada, que elimina la relación directa entre producción y consumo. Interpone entre la producción y el consumo la condición de la obtención de una determinada tasa de beneficio. Algunos análisis teóricos concluyen que dentro de la economía capitalista, las mismas razones que conducen a la prosperidad y al auge son las que llevan consigo la potencialidad de la próxima crisis.2 La tendencia a un aumento permanente de la producción y el requisito de obtención de un determinado beneficio crean tensiones que en ciertas circunstancias culminan en una situación de crisis general. Los ciclos expansivos coinciden generalmente con salarios elevados, altos consumos masivos, incrementos del bienestar general, pero su continuidad puede llegar a afectar la tasa de beneficios. En la fase expansiva de estos ciclos, muchas empresas decidirán ampliar su escala de producción, comprar un mayor volumen de materias primas y de insumos, invertir en nuevas maquinarias para hacer más eficiente sus procesos productivos, con más bienes a menor costo, y contratar una mayor cantidad de trabajadores. Un mayor empleo de trabajadores significará que se pagarán más salarios en total, lo cual incrementará la demanda en alimentos, vestimentas, artefactos para el hogar y otros bienes y servicios que forman parte del consumo de los trabajadores. Es probable también que por estos aumentos en la demanda se produzcan incrementos en los precios, lo que a su vez estimulará una mayor producción en ese tipo de bienes, con las expectativas de obtener mayores beneficios. Pero no solamente habrá un aumento en la demanda de los bienes de consumo de los asalariados, sino también se verá incrementada la demanda de maquinarias y de equipos para la producción. Es decir, el crecimiento se expande y muy particularmente para este último tipo de bienes que son los que facilitan una mayor acumulación. Si la necesidad del sistema es la permanente expansión ello se concreta mediante la inversión en nuevas actividades y en el crecimiento de las existentes, y ello significa una mayor demanda de bienes de producción. Pero por diferentes razones, el ciclo expansivo se detiene, muy especialmente porque llega un momento en que la generalización de la expansión de la producción hace que los mayores volúmenes ya no puedan ser adquiridos, no hay ya demanda que los “La crisis es el momento en que se verifica la reducción de la tasa de beneficio. Las mismas razones que conducen a la prosperidad encierran en sí potencias que empeoran paulatinamente las condiciones de explotación del capital.” Hilferding, Rudolf: El Capital Financiero. Ed. Tecnos, Madrid, 1973. 2 2 absorba, la producción entonces se paraliza, se liquidan las existencias, se despiden trabajadores, se reducen los salarios. Algunas fábricas cierran aumentando los niveles de desocupación de la mano de obra. Los precios se derrumban y también los beneficios. Cuando ya se hayan terminado las existencias, cuando los precios hayan descendido a un mínimo, cuando la caída de los salarios comience a recomponer la tasa de ganancia, será el momento en que la economía comience a recuperarse y se inicie nuevamente otro ciclo expansivo. Cabe la pregunta de si la crisis proviene simplemente por la falta de consumo, porque no hay poder adquisitivo para absorber los continuos incrementos de la producción. Expresa Marx al respecto: “Decir que las crisis provienen de la falta de un consumo en condiciones de pagar, de la carencia de consumidores solventes, es incurrir en una tautología cabal. El sistema capitalista no conoce otros tipos de consumo que los que pueden pagar”…”Pero si se quiere dar a esta tautología una apariencia de fundamentación profunda diciendo que la clase obrera recibe una parte demasiado exigua de su propio producto y que por ende el mal se remediaría no bien recibiera aquella una fracción mayor de dicho producto, no bien aumentara su salario, pues, bastará con observar que invariablemente las crisis son preparadas por un periodo en que el salario sube de manera general y la clase obrera obtiene realiter (realmente) una porción mayor de la parte del producto anual destinada al consumo”.3 Si el consumo se pudiera ampliar a discreción podrían evitarse situaciones de sobreproducción, es decir, evitar situaciones en las cuales la demanda no puede absorber los incrementos de la producción. Pero en la economía capitalista la ampliación del consumo en algún momento significa reducción de la tasa de beneficios, pues la ampliación del consumo de las grandes masas va unida al aumento de los salarios y esto significa una disminución de los beneficios. Ello le pone un límite a la ampliación del consumo y cuando esta característica se profundiza y generaliza sobreviene la crisis. Decíamos más arriba que la separación entre producción y consumo y la necesidad de que la producción sea vendida para mantener la reproducción son factores de perturbación en la economía capitalista. Las condiciones de producción y las de distribución y comercialización no son las mismas. Las primeras están determinadas por la capacidad de producción de la sociedad, alimentada, a su vez, por la continua y permanente innovación en los métodos de producción y en el aumento de la productividad del trabajo. Las segundas se encuentran limitadas por la fuerza y el volumen de consumo de la sociedad, consumo que se asienta sobre la base de relaciones antagónicas de distribución de la riqueza social. Ese continuo desarrollo de los métodos de producción que se da en condiciones de una desenfrenada competencia general por mantenerse en el mercado, lo cual exige una permanente expansión productiva y ampliación de la escala de producción, entra en conflicto con la limitación que impone una base estrecha del consumo social. Esa estrechez y las restricciones que la distribución de la riqueza impone al consumo de las grandes masas en comparación con la tendencia a la continua y permanente expansión de la producción constituyen las causas fundamentales de toda crisis capitalista. La dinámica que presenta la acumulación y reproducción en el sistema capitalista está impulsada por el espíritu de ganancia que mueve a la sociedad. Esa dinámica se manifiesta 3 Marx, Carlos: “El Capital”, Siglo veintiuno editores, México, 2009. Tomo II, Vol. 5, pag 502. 3 en dos tipos de procesos. Por un lado, en una continua búsqueda de nuevos métodos de producción que permitan una mayor generación de excedente, de plusvalía como la denomina Marx, ya que ese excedente es la base de la ganancia. Por otro lado, en la reducción permanente de los costos de producción de los bienes que se suministran, con el objetivo de prevalecer en la dura batalla de la competencia contra otros capitalistas. Pero esos dos procesos, que implican la incorporación de nuevos métodos productivos y de una cada vez mayor tecnificación, modifican la relación entre el capital que se invierte en medios de producción y en la contratación de trabajadores. Es decir, que en este tipo de comportamiento del sistema social, un número cada vez menor de trabajadores pone en acción un volumen cada vez mayor de medios de producción. Esa menor proporción del trabajo en relación al capital invertido socialmente lleva en el largo plazo a una reducción en la tasa de beneficio, lo cual en determinadas situaciones puede llevar a la paralización de la acumulación y a la generación de una crisis profunda.4 La economía capitalista ha recurrido históricamente a diversas formas de corrimiento de los límites que su propia naturaleza y características le imponen. “La producción capitalista tiende constantemente a superar estos límites que le son inmanentes, pero sólo lo consigue en virtud de medios que vuelven a alzar ante ellas esos mismos límites, en escala aún más formidable.”5 El economista Francois Chesnay ha tratado de precisar como ha operado este corrimiento de límites durante el proceso económico que precedió a la actual crisis. 6 En primer lugar, este economista francés cita el amplio proceso de desregulación y de liberalización de los flujos financieros, comerciales y de inversión que caracteriza a la economía mundial desde la década del 80. Desregulación que significó el desmantelamiento de los mecanismos e instituciones de control que se habían establecido después de la segunda guerra mundial. En segundo lugar, cabe analizar la enorme creación de nuevos instrumentos financieros destinados a ampliar la demanda en los principales países de mayor desarrollo. Y en tercer lugar, la incorporación al mercado mundial de países y empresas que no formaban parte del mismo o participaban de una manera marginal. Liberalización económica, financiera y comercial A partir de la reunión de Bretton Woods y luego de la finalización de la segunda guerra la economía mundial se reorganizó sobre la base del funcionamiento de tres instituciones rectoras: el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y el Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés); y de la imposición por parte de EE.UU. del dólar como moneda mundial, en un sistema de tipos de cambio fijos. En el ámbito de las economías nacionales se adoptaron mayoritariamente los postulados de las Shaikh, Anwar: “Valor, acumulación y crisis. Ensayos de economía política”. Ediciones ryr. Buenos Aires, 2006. 5 Marx, Carlos: “El Capital”, Siglo Veintiuno editores, México, 2011, Tomo III. Vol. 6, pag. 321. 6 Chesnay, F.: “Como la crisis del 29, o más…Un nuevo contexto mundial”, Revista Herramienta, Septiembre 2008. 4 4 ideas económicas keynesianas disponiendo un conjunto de regulaciones, particularmente en el sector financiero, con el propósito de complementar el funcionamiento de los mercados con la acción estatal. Asimismo, un estado más activo se convertía también, especialmente en los países europeos de mayor desarrollo, en proveedor de una serie de bienes y servicios destinados a satisfacer, por un lado, servicios sociales que tendían a ser de carácter universal y, por otro, cierto tipo de necesidades económicas para apoyar la acumulación de capital, como obras de infraestructura y provisión de bienes básicos, como los energéticos. El surgimiento de este tipo de Estado, conocido como Estado de Bienestar Keynesiano, implicaba también una especie de pacto entre los intereses del capital y los del sector de los trabajadores, dentro del cual existía un compromiso, implícito o explícito, a partir del cual las organizaciones sindicales y los partidos obreros no cuestionaban las bases sobre las que se asentaba el sistema capitalista como tal y el sector empresarial accedía a facilitar una distribución más equitativa del excedente social y a una ampliación de los derechos laborales. Este tipo de organización, tanto a nivel internacional como en el interior de los países de mayor desarrollo perseguía varios objetivos en forma simultánea. La armonización de las conductas comerciales mundiales pretendía evitar las situaciones de guerra comercial que se habían vivido después del estallido de la crisis de 1930 y el rol de las instituciones financieras de carácter internacional estaba reservado para la atención de las situaciones de crisis que pudieran sufrir algunos países y evitar por esa vía su generalización. Por su lado, las relaciones entre el Estado y la sociedad que se derivaban del funcionamiento del Estado de Bienestar Keynesiano, significaban también un freno a una posible radicalización de las posturas políticas de las organizaciones que intentaban representar los intereses de los sectores más postergados del sistema social, habida cuenta de la presencia de la Unión Soviética y de otros países de economía socialista, que constituía, sin duda, una real preocupación de los líderes de los principales países capitalistas más desarrollados. Con estos esquemas de organización y regulación en los ámbitos internacional y nacionales la economía mundial creció fuertemente desde fines de la segunda guerra hasta entrada la década de 1970, en un ciclo que se dio en llamar la “edad de oro” del capitalismo. Aunque cabe aclarar, que dicho crecimiento no fue parejo y que no se expandió de igual manera hacia los países dependientes y de menor desarrollo. El ciclo expansivo de la economía mundial comienza a agotarse en los primeros años de la década del ´70 del siglo pasado, situación que coincide con los fuertes incrementos en los precios del petróleo. La situación de crisis desatada en esos años estimuló el cuestionamiento a la aplicación de las políticas keynesianas y del estado de bienestar, que desde el campo académico se trasladó al mundo empresarial y a la dirigencia política. Desde las viejas ideas liberales y desde las nuevas concepciones neoliberales se impulsó la apertura comercial y financiera con el objetivo de la creación de nuevos espacios para las inversiones y como forma de recuperación de los beneficios empresarios. El aumento del precio del petróleo en 1973 produjo un notable incremento en la liquidez internacional que se canalizó a través de la banca privada, sin ningún tipo de control por 5 parte de las instituciones financieras internacionales en montos que superaron rápidamente los flujos que estas manejaban. En el plano comercial, la creación de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en reemplazo del GATT, significó no sólo el levantamiento de restricciones al comercio internacional sobre la mayoría de los bienes y servicios tranzados, sino también la imposición de fuertes limitaciones en el grado de libertad de los estados nacionales en la regulación de un amplio conjunto de actividades económicas. En lo que hace a las relaciones laborales se trató de contrarrestar el terreno ganado por los trabajadores tanto en la esfera de las conquistas de nuevos derechos como en el crecimiento del poder adquisitivo de los salarios que estaba ligado a los incrementos en la productividad. Se impusieron condiciones más duras de trabajo, se estancó el aumento del salario real, se erosionaron los sistemas de protección social a través de la reducción del gasto social del estado. Los procesos de liberalización del comercio, de las inversiones y de las finanzas, junto con las reestructuraciones impulsadas en el plano de las relaciones laborales tuvieron como objetivo central la recomposición de las ganancias empresarias. Los grandes capitales adquirieron plena libertad de movimiento que les permitió trasladar sus “negocios” (plantas productivas, capitales líquidos, inversiones financieras) hacia aquellas zonas que les garantizaran un mayor beneficio. Este proceso de liberalización creciente amplió los límites del mercado mundial, con la incorporación de nuevos países, que ahora se presentan en un doble carácter, por un lado, como receptores de inversiones, pero también, por otro lado, y a partir de su crecimiento y consolidación, como nuevos competidores en el ámbito internacional. Ello significa una exacerbación de la competencia a escala mundial, no solo la tradicional entre los propios países desarrollados y entre estos y los países subdesarrollados, sino que aparecen nuevos actores en los nuevos países (China, India, Rusia) con capacidad de integrarse como socios de los grandes grupos oligopólicos tradicionales. La creación de nuevos instrumentos financieros Un segundo aspecto en el desarrollo previo al estallido de la crisis es que la mayoría de los países, particularmente EE.UU., recurrieron a la creación de formas crediticias para ampliar la demanda, en algunos casos con mecanismos de alta sofisticación. Desde finales de los noventa y a lo largo de lo que va del siglo XXI se extendió de manera extraordinaria el crédito en todas sus formas: a empresas, a las familias, créditos para el consumo y, sobre todo, créditos hipotecarios. Este proceso es lo que fue generando las condiciones para la gestación de la crisis financiera que se presentaría luego con toda su crudeza. Algunas cifras muestran con claridad el incremento del endeudamiento, tanto empresario como por parte de los hogares y, paralelamente, el desestímulo al ahorro tanto privado como público. Digamos de paso que ello fue conformando patrones de consumo, y de “consumismo”, altamente agresivo con la naturaleza y el medio ambiente. En los EE. UU., el índice de ahorro personal cayó de 9 % en los años 80 a 5 % en los 90 y a 0,6 % entre 2005 y 2007. Está claro que la deuda familiar creció más rápido que los ingresos. Pero las propiedades y 6 las acciones se valorizaban más que las deudas, lo que estimulaba la continuidad de un supuesto “círculo virtuoso”. La base monetaria7 norteamericana tuvo una continua expansión desde los U$S 231.5 billones a principios de los 90 a los U$S 1.182.5 billones al 31/12/2008. De esta manera el total de préstamos en EE. UU. llegó a representar el 100 % del PBI.8 Indice de Ahorro Personal en EE.UU. - En % 10 9 8 7 % 6 5 4 3 2 1 0 1980 1990 2005/2007 Fuente: Rovelli, Horacio: “Una visión sobre la crisis económica internacional” Para que este proceso se concretara fue necesario desmontar los mecanismos de regulación que en la actividad financiera se habían implementado después de la crisis de los años ’30. El desarrollo y las consecuencias de esta crisis llevaron a considerar al sistema financiero como altamente inestable y posible causante de perturbaciones. Fue así como en los EE.UU. se impusieron límites máximos a las tasas de interés, se estableció un régimen amplio de garantía sobre los depósitos y se restringió la presencia geográfica de filiales de las instituciones bancarias. Los diferentes servicios financieros debían ser prestados por diferentes tipos de entidades. Asimismo, la presencia del Estado en la actividad financiera no sólo se expresaba en las fuertes regulaciones emanadas de la Reserva Federal (Banco Central en los EE.UU.) sino también por la presencia de entidades específicas como la 7 Base monetaria es un concepto que comprende los billetes y moneda en circulación en un país más los depósitos a la vista, básicamente en cuenta corriente y caja de ahorro. Refleja los recursos monetarios de inmediata disponibilidad. 8 Rovelli, Horacio: “Una visión sobre la crisis económica internacional”. 7 Federal Nacional Mortgage Asociation, más conocida como Fannie Mae cuya actividad estaba destinada a garantizar y subsidiar hipotecas sobre inmuebles para uso residencial. 9 A partir de la década del ´80 las necesidades de expansión del sistema financiero y de colocación de sus fondos comenzaron a presionar para la liberalización de estos rígidos esquemas regulatorios. Las instituciones bancarias explotaron la posibilidad de operar sobre zonas grises no contempladas por la regulación, para luego lograr modificaciones substanciales en la normativa que les permitieron gradualmente, entre otras operaciones, ofrecer paquetes de productos multiservicios, operar en diferentes mercados, conformar conglomerados financieros con diferentes tipos de entidades, presentar innovaciones y crear nuevas empresas financieras que no estaban alcanzadas por las normas regulatorias. En este proceso, la innovación y ampliación de las operaciones financieras de las entidades y la desregulación de las normas se alimentaban mutuamente. Puede afirmarse al respecto que se produjo, en definitiva, una sustitución, aunque parcial, de la regulación pública por formas mercantiles de autorregulación, en especial por el papel que se le concedió a auditorías y empresas calificadoras de riesgos. Esta última fue una manera de permitir a los bancos establecer su propia forma de evaluar los riesgos de sus operaciones.10 Estas razones de fondo, estructurales y de largo plazo en el funcionamiento del sistema financiero se asociaron a comienzos del siglo XXI con bajas significativas en las tasas de interés, especialmente entre los años 2001 y 2006, que agudizaron por parte de las entidades financieras la búsqueda de nuevos y más rentables negocios. Uno de los rubros más desarrollados en esa búsqueda fueron los créditos hipotecarios, especialmente para financiar la compra de viviendas de tipo residencial. Las hipotecas presentan, por un lado, un aspecto de mayor seguridad en el recupero por parte de las entidades financieras al tratarse de préstamos que tienen una garantía real, el propio bien adquirido. Pero, por otro lado, presentan un aspecto que puede complicar la operatoria financiera al tratarse de créditos a largo plazo, a veinte, treinta o más años, con lo cual ese recupero es lento. Por ello, la mayoría de las empresas que encararon este tipo de negocios procedieron luego a la titularización o securitización de los títulos hipotecarios, es decir, a la utilización (o la venta) de las hipotecas como garantía de otras operaciones financieras de corto plazo. Ello permitió crear diferentes productos y paquetes financieros en función de los riesgos y calificaciones que requerían los diferentes inversores. Pero la continua extensión de este tipo de operaciones llevó al otorgamiento de préstamos a sectores de dudosa capacidad de devolución. Algunos analistas han denominado, con humor, a estos últimos como créditos NINJAS, porque se otorgaron a tomadores que tenían bajos ingresos, empleos precarios y ningún respaldo patrimonial.11 Más técnicamente este tipo de hipotecas se denominan subprime, o de segunda línea. Se recurrió a una práctica que intentaba disminuir riesgos mediante la creación de seguros que, supuestamente, cubrían la falta de pago. Ese objetivo tuvo la emisión de coberturas de Bleger, Leonardo: “Innovación, desregulación y burbujas en la crisis financiera actual”, en Crisis Global: una mirada desde el sur”. Capital Intelectual, Buenos Aires, 2009. 10 Recio Andreu, Albert: “La crisis del neoliberalismo”, Revista de Economía Crítica Nº 7, primer trimestre 2009. 11 NINJAS por sus siglas en inglés: non income, non job, non asset. 9 8 riesgos crediticios (Credit Defualt Swaps, CDS). Los CDS fueron motivo de una frenética especulación, cuando empezaron a comercializarse y en algunos casos se emitieron por mayor cantidad de los créditos que intentaban respaldar. Para el objetivo de este trabajo no es necesario adentrarse en el conjunto de instrumentos financieros que se crearon, pero si resulta importante destacar que entre las nuevas instituciones, las subsidiarias de bancos y las innovaciones en la operatoria se conformó un verdadero y enorme sistema bancario “en las sombras" con poco respaldo patrimonial y escaso control y supervisión desde las instituciones regulatorias. Cabe mencionar también que la expansión de los créditos hipotecarios creó una burbuja inmobiliaria aumentando los precios de las viviendas en forma significativa.12 La generalización y extensión crediticia a familias, empresas y estados comenzó a dar un vuelco en sus posibilidades de recuperación en los primeros meses del año 2007 cuando se evidenció que la falta de pago de las hipotecas subprime crecía fuertemente y que ello afectaba a las entidades que se habían especializado en este tipo de operaciones. Pero estas entidades estaban vinculadas a los grandes bancos, por lo que estos también sufrieron las consecuencias. Además, la operatoria financiera había tomado un rumbo en el cual se comercializaban paquetes de productos con diferentes grados de riesgos cuyos contenidos no eran de fácil diferenciación, con lo cual la crisis inicial de las hipotecas subprime se extendió al conjunto del sistema. La globalización financiera, a su vez, extendió la crisis desde el sistema financiero de EE. UU. al conjunto del sistema internacional, perjudicando especialmente a aquellos países que se habían especializado en los créditos hipotecarios, como los casos de España e Irlanda. Una mayor capacidad de producción mundial Como un tercer elemento cabe mencionar la incorporación al sistema capitalista mundial de un conjunto de países que no tenían esa característica en el pasado o que su grado de desarrollo no tenía influencia de consideración en el ámbito internacional. Nos estamos refiriendo a los casos de las economías de los ex países socialistas, a la India y, principalmente, a la economía china. Esta última es hoy productora y exportadora de un volumen altamente significativo a nivel mundial de bienes de consumo, abasteciendo de ellos particularmente a EE. UU. Es más, hay analistas económicos que hablan de un verdadero traslado desde EE. UU. a China de este tipo de industrias productoras de bienes de consumo, una consecuencia directa del movimiento masivo de “deslocalización” o 12 Un elemento no menor en la expansión del sistema en las sombras fue la forma de remuneración a los altos ejecutivos de las entidades, basada en premios y comisiones derivados de los nuevos negocios que se encaraban, la cual estimuló la toma de altos riesgos y la corrupción. El Presidente de la Comisión investigadora de la quiebra de Lehman Brothers del Congreso de EE. UU. le mostró al Presidente de ese banco que había cobrado en los últimos años 500 millones de dólares. Además, que se había cubierto, por si lo despedían, con un “paracaídas” de oro, una cláusula en su contrato que en ese caso obligaba a la empresa a pagarle 65 millones de dólares. Su remuneración era 2000 veces el salario mínimo (8,25 la hora) que ganaban amplios sectores de trabajadores (Ver Kliksberg, Bernardo: “¿Por qué la actual crisis económica mundial?”; en ¿Cómo enfrentar la pobreza y la desigualdad? Suplemento especial de Página 12, 9/10/2012) 9 “redespliegue” de la producción de las mayores empresas estadounidenses y también japonesas. Ello mucho tendría que ver con el grueso de los crecientes déficit comercial y fiscal de EE. UU. Es decir, lo que antes se producía internamente hoy se importa desde el país asiático. A su vez, el superávit comercial chino se transforma en acumulación de reservas (en dólares), luego en préstamos a los EE. UU. en la forma de compra de bonos del Tesoro y en la inversión en empresas norteamericanas. Por estas razones y por ciertos procesos internos, la economía china ha desarrollado una capacidad de producción que se torna muy problemática en las actuales condiciones de reversión del ciclo económico y que puede afectar seriamente a países con los que tiene fuertes vinculaciones comerciales. Cabe señalar también que en la mayoría de los países desarrollados, muy especialmente en los casos de EE.UU y de Reino Unido, hubo un aumento sin precedentes en la explotación de la fuerza de trabajo, a través de la reducción del crecimiento de los salarios en relación a la productividad. El estancamiento en la evolución salarial unido a la baja significativa de la tasa de interés se tradujo en un importante incremento de las ganancias empresarias. La caída de la tasa de interés desató una fiebre crediticia y el peso de la deuda sectorial creció en forma dramática. Ante la reducción salarial, muchos hogares de asalariados fueron tentados con facilidades crediticias por la creación de nuevos instrumentos y bajos intereses, lo que a su vez permitió mantener altos los niveles de consumo. La relación entre deuda e ingresos de los hogares creció de manera desorbitada en la década de los ´80.13 Este nuevo escenario internacional, con la incorporación de otros países como competidores en la disputa por los mercados y por la recepción de inversiones significa diferentes alineamientos en los planos económicos y políticos, por un lado, y una marcada tendencia hacia situaciones de sobreproducción latente y de exacerbada competencia, por otro. La responsabilidad de las políticas del neoliberalismo El proceso de liberalización de la economía mundial fue respaldado ideológicamente por el llamado neoliberalismo, que ha sostenido la idea principal de que el mercado por sí mismo constituye la mejor herramienta para el fomento de la inversión y la mejor asignación de los recursos económicos. Distintos autores y protagonistas en la escena internacional le han adjudicado a las ideas neoliberales esta responsabilidad. Entre ellos podemos citar a un economista autodefinido como “centrista” y “ecléctico”, Paul Samuelson, premio Nóbel de economía 1970, quien sostuvo que “los sistemas de mercado no regulados tarde o temprano se suicidan”, agregando que “en el fondo de esta hecatombe financiera, la peor de todas, está el capitalismo liberal de laissez faire de Milton Friedman y Friedrich von Hayek, que tuvo rienda suelta sin ningún tipo de regulación. Fue la raíz de todos los males de hoy.” 14 13 14 Ver Shaikh, Anwar: “La primera depresión del siglo XXI”, en www.sinpermiso.info Clarín 19/10/2008 suplemento ieco. 10 Un funcionario internacional, el entonces Director General de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Juan Somalia expresó una dura crítica en torno a las causas que desembocaron en la crisis mundial: “la política económica dominante no tuvo en cuenta, básicamente, los valores fundamentales de la OIT”. “Se sobrevaloró la capacidad del mercado para autorregular la economía, se infravaloró el papel del Estado y se devaluó el respeto a la dignidad en el trabajo y de los servicio sociales”. 15 Es que el hecho de que el neoliberalismo planteara exageradamente como objetivo primordial la lucha contra la inflación había distraído la atención de la cuestión, más fundamental, de la estabilidad financiera. El retorno del carácter cada vez más intervencionista del Estado en la economía, la reaparición del pensamiento marxista en las explicaciones de los límites de expansión del capitalismo y en la naturaleza de sus crisis y el auge de las ideas keynesianas para poner límites a las consecuencias negativas de la recesión y la depresión y estimular el diseño de políticas activas para lograr la reversión del ciclo económico, son hoy indicadores elocuentes del retroceso de las ideas neoliberales. El desempleo en el mundo - Millones de personas 205 200 195 190 185 180 175 170 165 160 155 150 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 Fuente: Organización Internacional del Trabajo Sin embargo, las políticas anticrisis que se están implementando, muy especialmente en los países europeos, parecieran transitar todavía un camino intermedio, influidas aún por viejos prejuicios monetaristas y por la presión de los diversos intereses económicos en juego, 15 www.lanacion.com.ar Nota del 03/06/2009 11 provenientes tanto de los negocios en decadencia como de aquellos sectores menos afectados por la crisis que ven la oportunidad de acrecentar su poder. En todas las crisis se acelera la concentración y centralización del capital, las empresas más sólidas o menos afectadas por la situación crítica adquieren a precios bajos las compañías más chicas o más afectadas. Generalmente, en estas ocasiones la política estatal facilita dichas operaciones. En tal sentido, puede observase que hasta ahora, mayoritariamente, el salvataje puesto en marcha, primero por la administración Bush y luego por Obama, en los EE.UU. y las limitadas medidas instrumentadas en la Unión Europea, parecieran estar destinados, mayormente, al rescate del sistema financiero y de sus instituciones en virtual quiebra. Una crisis de larga duración La crisis actual debe necesariamente mirarse como un proceso, como un proceso histórico, que no sólo tiene que ver con el estallido financiero en un determinado momento (la caída de la banca Lehman Brothers) sino con un conjunto de determinantes que involucran causas, formas de desarrollo, desenlaces y posibles salidas. Tal proceso es el que operó durante la crisis internacional de 1929. El llamado jueves negro del 24 de octubre de dicho año marcó un punto crucial, pero fue resultado de procesos anteriores y con graves consecuencias posteriores. La bolsa de Nueva York no se desplomó simplemente por una cuestión especulativa, sino porque los inversores comenzaron a visualizar que los valores de las acciones y sus promesas de rendimiento de fuertes dividendos no se correspondían con los indicadores que había comenzado a mostrar la economía estadounidense. Es decir, que el débil y frágil estado de la economía en 1929 es lo que allanó el camino para que el derrumbe de los mercados bursátiles desembocara en un colapso económico. La crisis se profundizó entre 1929 y 1933 frente a la inacción del gobierno del Presidente Hoover, cuando prevalecía la idea liberal de que la economía capitalista ajustaba casi automáticamente y que pasado el vendaval bursátil todo volvería a la normalidad. Es lo que se estimaba había ocurrido en el transcurso de anteriores crisis. Recién a partir de 1933 con la aplicación del programa conocido como New deal (nuevo trato) desarrollado por el Presidente Roosevelt la economía estadounidense comienza a recuperarse. Pero la implementación completa de ese programa demandó siete años. El ya citado Paul Samuelson se pregunta: “¿Cómo hicieron el benévolo presidente Roosevelt y el pérfido Adolfo Hitler para casi restablecer el pleno empleo seis largos años después de 1933? ¡La respuesta es ni más ni menos que con un enorme gasto presupuestario deficitario que hizo subir las deudas públicas!”16 La diferencia obvia es que en el caso del presidente norteamericano fue con un plan basado en la realización de obras públicas y en el caso de Hitler en el armamentismo. De todos modos, cabe puntualizar que la actividad económica a nivel mundial solamente se recuperó plenamente con los preparativos de guerra. Al respecto, el economista estadounidense Paul Kugman, premio Nobel de economía 2008, ha señalado con aguda ironía: “Si quieren ver que hace falta para sacar a la economía de la trampa de las deudas, miren el programa de obras públicas, conocido también con el nombre de Segunda Guerra Mundial”. 17 Cabe recordar al respecto que varios países 16 17 Clarín 19/10/2008 suplemento ieco. Clarín 17/2/2009 12 aumentaron dramáticamente el empleo a través de la guerra. Porque, entre otras cosas, una guerra implica una poderosa movilización social que puede ser muy efectiva y exitosa para sacar a una economía de la recesión. Pero en definitiva lo que se quiere decir, es que la economía mundial demoró años en recuperar sus indicadores anteriores a la crisis y que en el caso de los EE.UU. tardó diez años en volver a los niveles de actividad y de empleo previos a la gran depresión de 1929/1930. Y que en la actual situación de crisis en los cinco años transcurridos desde finales del año 2007 hasta la actualidad (fines de 2012) no se observa en la evolución que está teniendo su desenvolvimiento una forma de salida rápida y sin significativos costos en materia económica, política y social. Por el contrario, tal como se expresa en el apartado siguiente las medidas tomadas por los principales países desarrollados pareciera dirigirse mayormente hacia el salvataje de las instituciones financieras, la recuperación de los beneficios empresariales y la desarticulación de valiosos instrumentos que caracterizaron al estado de bienestar en los países europeos. Las políticas para salir de la crisis Así como existen diferentes explicaciones teóricas sobre las causas de las crisis económicas también existen distintas concepciones acerca de las políticas a instrumentar para superar los efectos e impactos de las crisis. Esas diferentes concepciones pueden visualizarse hoy en la aplicación de políticas en distintos países del mundo, donde se impulsan medidas diversas de política económica para hacer frente a las principales consecuencias de la crisis. Las medidas adoptadas difieren en función de las ideas predominantes desde las cuales se adoptan, de las alianzas sociales que sostienen los gobiernos que las aplican y de la existencia o no de mecanismos estabilizadores frente a situaciones de recesión. Cuando hablamos de esto último, es decir, de la existencia de mecanismos de estabilización, nos estamos refiriendo a sistemas de ayuda y solidaridad social frente a una recesión económica, como son los seguros de desempleo y otras medidas fiscales destinadas a favorecer a los sectores más débiles y atender a quienes sufren la pérdida del empleo. Pero estos mecanismos han sido concebidos para los momentos de estancamiento o de caída de la actividad económica. Cuando la crisis es general, como en la situación actual, esos mecanismos son insuficientes y los Estados deben requerir de otras herramientas complementarias. En términos esquemáticos podemos hablar de tres tipos de políticas que se están impulsando para enfrentar la crisis. En primer lugar, las políticas ortodoxas, con sus postulados de “austeridad”, equivalentes a la adopción de mecanismos de ajuste fiscal, esto es, reducción del gasto social, de las asignaciones a la educación, a la salud, a la seguridad social. Es lo que se impulsa hoy desde quienes conducen la política económica de los países que integran la Unión Europea, son las políticas que se han impuesto en Grecia, en España, en Italia, en Irlanda, en Portugal. Son también las políticas que se están adoptando en el Reino Unido. Es que desde las concepciones ortodoxas se interpreta que el origen de la crisis está dado por el exceso de gasto estatal, que llevó a la toma de deudas, frutos de la irresponsabilidad fiscal de los gobiernos de los países más débiles. Tanto el marco 13 normativo e institucional vigente en la Unión Europea como cierto tipo de condicionantes históricos, facilitan la aplicación de este tipo de políticas. El tratado de Maastricht fija un tope máximo para el déficit público del 3 %. Por ello las presiones desde la Comisión Europea, del Banco Central Europeo y del Fondo Monetario Internacional sobre aquellos países que tienen niveles mayores de déficit. Por otra parte, Europa carga con la “mochila” de la hiperinflación alemana de los años 1920, consecuencia del déficit fiscal, con su secuela devastadora en materia social, económica y política, lo que en cierto sentido le pone un límite adicional a las opciones de política fiscal. Pero además, pareciera que detrás de este ideario estuvieran presentes, en realidad, intereses concretos de sectores económicos y de estados, ya que el recorte de gastos estatales tiene por objeto liberar recursos para destinarlos al pago de los compromisos financieros externos y los principales acreedores de los países más afectados son bancos de origen alemán y francés. También Estados europeos, aunque con ciertas limitaciones, han salido al rescate de las entidades financieras. En Inglaterra, se ha estimado recientemente que la ayuda brindada por el Banco de Inglaterra para evitar la quiebra del Northern Rock, una entidad gravemente afectada por la crisis de las hipotecas, insumió alrededor de 2.000 millones de libras esterlinas (equivalente a 2.500 millones de euros y alrededor de 3.300 millones de dólares) La política anticrisis llevada adelante por los EE. UU. muestra ciertas diferencias. El gobierno norteamericano, tanto en la gestión Bush como en la gestión de Obama ha movilizado vastos recursos para rescatar a las instituciones financieras y salvar a bancos y empresas de la quiebra, especialmente luego de la caída de Lehman Brothers. No deja de resultar paradójico que cuando desde el sector financiero se impulsaban las medidas más extremas para liberalizar sus actividades, ahora, en situaciones de grave crisis, se apele al accionar del Estado para solventar sus pérdidas. En primer lugar, hubo una política por parte de la Reserva Federal de impulsar bajas en las tasas de interés como forma de aliviar la situación de los deudores y también de estimular el crédito para inversiones y evitar así que la crisis financiera se trasladara a las actividades productivas con sus consecuencias de recesión y desempleo. En segundo lugar, se reforzaron las garantías de los depósitos en los bancos comerciales para evitar una corrida de los depositantes que de los 100.000 dólares que había sido fijada después de la crisis de 1930 se elevó a 250.000 dólares. En tercer lugar, se destinaron fondos públicos para solventar las situaciones más críticas de algunas entidades, para facilitar la capitalización y en ciertos casos para proceder a su nacionalización (total o parcial). De estas medidas, la más trascendental fue el programa de resolución de dificultades patrimoniales (TARP, por sus siglas en inglés) por U$S 700.000 millones. Pero también se destinaron 85.000 millones de dólares para el rescate de la aseguradora AIG, U$S 200.000 para el salvataje de Freddie Mac y Fannie Mae18 y U$S 250.000 para la capitalización de bancos. 18 Fannie Mae y Freddie Mac son creaciones fonéticas a partir de las siglas de las instituciones: Federal Nacional Mortgage Association, que significa Asociación Federal Nacional Hipotecaria y Federal Home Loan Mortgage Corporation, que significa Corporación Federal de Préstamos Hipotecarios. Ambas se crearon con el fin de conceder préstamos hipotecarios y estaban garantizadas por el gobierno de Estados Unidos. 14 Detrás de este tipo de decisiones, sobre todo en el caso del gobierno de Obama, está la tradición del keynesianismo de estimular al sector privado para que el aumento de los beneficios fomente la creación de empleos. Pero el resultado ha sido pobre, tanto en relación al crecimiento de la actividad productiva como en el descenso de la tasa de desocupación. El dinero no fue utilizado para incrementar las inversiones sino que en el caso de los bancos se usó para cubrir sus activos “tóxicos” y en las industrias para saldar parte de sus deudas. La experiencia histórica demuestra que en momentos de depresión económica la disponibilidad de crédito no es suficiente. Son fundamentales las políticas de demanda, es decir, aquellas medidas mediante las cuales el Estado busca compensar a través del gasto público la deprimida demanda de las empresas. La tercer alternativa de política es la utilización del gasto público con el propósito de crear en forma directa empleo, de proveer ayuda a los sectores más afectados por la crisis y de impulsar obras de infraestructura para mejorar la competitividad de la economía nacional. De esta manera, se genera una demanda efectiva que beneficia también a los sectores empresarios privados que proveen ese tipo de bienes y servicios. Esta es la política llevada adelante por países emergentes como la Argentina y otros países latinoamericanos, como China y también por la India. Cabe acotar que las políticas que se aplican para enfrentar la crisis no son neutrales en términos de los sectores sociales que pueden beneficiar o perjudicar. Así como las condiciones de crisis son altamente perjudiciales para el sector de los trabajadores debido al incremento de la desocupación, a la pérdida salarial tanto en términos directos como en materia de beneficios sociales (salario indirecto) y en las dificultades que se plantean para las negociaciones de las remuneraciones y de las condiciones laborales; también las políticas para enfrentarlas muchas veces son usadas para lograr un mayor disciplinamiento de la clase trabajadora. La ola neoliberal de los años ´80 y ´90 no pudo quebrar las características básicas del estado de bienestar europeo. Fueron efectivas en los procesos de desregulación económica y de privatización de las empresas públicas, pero no tanto en la tarea de desmontar los instrumentos en los que se apoyaba el pacto entre el capital y el trabajo después de la segunda guerra mundial. Pero hoy las políticas de ajuste que se impulsan y que se instrumentan afectan ya el corazón del estado de bienestar. El impacto de la crisis sobre la economía argentina y las respuestas gubernamentales En el momento del estallido de la crisis la economía argentina presentaba una base mucho más sólida en relación a otras situaciones críticas anteriores: importantes tasas de crecimiento de su producto interno, un presupuesto público con superávit, un balance de pagos superavitario, acumulación de reservas internacionales, menor nivel de endeudamiento. A esta situación cabe agregar que el incremento en la masa salarial, producto del aumento del empleo y de la recuperación de los salarios, las políticas de mejoras en la distribución del ingreso y de transferencia hacia sectores de bajos ingresos consolidaron un mercado interno, que fue fundamental a la hora de enfrentar los efectos más duros de la crisis internacional. Esta situación previa le dio a la Argentina un importante margen de maniobra para la adopción de políticas anticíclicas. 15 En un país como la Argentina, de desarrollo intermedio, pero con una fuerte presencia de empresas transnacionales en áreas claves de la economía nacional, las crisis que afectan a la economía mundial pueden repercutir, principalmente, a través de dos mecanismos, por el lado financiero y por el lado comercial. En lo que respecta al primer aspecto, la crisis financiera mundial produjo una contracción de los flujos de capitales a nivel internacional, lo cual afectó el financiamiento de algunas economías de menor desarrollo. A su vez, el incremento de la incertidumbre que causa una crisis y los inconvenientes sufridos por las empresas transnacionales en sus países de origen y ciertas conductas de prevención determinan una salida de capitales desde los países de menor desarrollo donde operan las filiales de esas empresas. . En estos casos, no siempre se tienen en cuenta la situación propia de las filiales, sino que prima el análisis global de los negocios empresarios y, en la situación particular de esta crisis, las dificultades de las casas matrices. Esos comportamientos y expectativas generan, por un lado, una caída de las reservas internacionales y por otro, fuertes presiones internacionales y locales de devaluación de la moneda. También es probable que en los inversores y ahorristas se generen conductas y actitudes que fomenten una tendencia hacia la dolarización de sus activos y, por consiguiente, que se produzca una caída en los depósitos bancarios. En materia financiera la Argentina ya había tenido su crisis a fines del año 2001 con la caída de la convertibilidad y el default de su deuda externa. La reestructuración de los compromisos externos con una quita importante, de alrededor del 65 %, casi excepcional a nivel internacional, significó un alivio de consideración sobre las variables económicas internas. Ello puede observarse en la evolución de la relación entre los compromisos externos y el PBI. Mientras dicho indicador se situaba en el 164.3 % en el año 2002, en el año 2009 había descendido al 48.8 % y actualmente (2012) si sitúa en el 41.5 %. Esto quiere decir que en el presente el peso del pago de los intereses y amortizaciones de capital de la deuda externa no es un condicionante para el crecimiento de la economía nacional. Al mismo tiempo, la reestructuración practicada ha implicado también un cambio significativo en lo que hace a las monedas en que se han contraído las deudas, ya que mientras que a fines de 2001 la casi totalidad del endeudamiento estaba nominado en moneda extranjera, en el año 2012 el 39 % del mismo está en pesos, lo que significa un fortalecimiento tanto de la economía como de la moneda nacional, como así también una menor exposición financiera a las posibles variaciones del tipo de cambio. Además, el crecimiento económico sostenido desde el año 2003 en adelante ha implicado también el fortalecimiento del conjunto del sector financiero argentino. Digamos de paso que uno de los inconvenientes históricos de la economía argentina ha sido el insuficiente desarrollo de este sector. Y que esa “debilidad” en una situación crítica que afecta al sector financiero se transforma en una ventaja. Lo cierto es que en la Argentina no se vivieron circunstancias que llevaran al cierre de entidades y ni siquiera a la asistencia de estas por parte de la autoridad monetaria. Dentro del programa económico que lleva adelante el gobierno nacional ha sido la movilización del ahorro interno lo que mayormente posibilitó el crecimiento de la 16 economía argentina en los últimos años y poca la contribución del ahorro externo. También en este aspecto influyó el hecho de que el gobierno nacional impuso restricciones a los movimientos de capitales de corto plazo, que suelen crear serios problemas cuando en situaciones críticas se producen rápidas y cuantiosas salidas. Sostenibilidad de la deuda externa Año 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 - En % del PBI Deuda Pública Bruta Deuda Pública Externa 164.3 95.3 138.7 79.2 127.3 74.3 73.9 34.8 64.0 26.3 56.1 24.1 48.8 18.6 48.8 18.2 45.3 16.9 41.8 14.2 41.5 14.1 Fuente: Ministerio de Economía y Finanzas Públicas. Oficina Nacional de Crédito Público A pesar de ello la salida de capitales desde Argentina ha sido importante desde el estallido de la crisis internacional, aunque cabe reconocer que ese hecho se juntó con disputas y diferencias internas acerca del programa económico gubernamental que acrecentaron la “fuga” de capitales. La remisión de utilidades y dividendos al exterior entre los cuatro años que van desde el 2008 al 2011 totalizaron casi 32.000 millones de dólares, un promedio de U$S 8.000 millones por año, significativamente más alto a lo acontecido en años anteriores. Mientras que las estimaciones sobre la salidas de divisas, lo que comprende tanto el giro de capitales al exterior como el atesoramiento que realiza parte de la población alcanzó entre el año 2007 y el 2011 un monto cercano a los U$S 80.000 millones.19 Por el lado comercial la crisis mundial ha producido una contracción notable en las importaciones por parte de los países de mayor desarrollo. En el caso de algunas economías de menor desarrollo también ha sido importante la caída del envío de remesas por parte de grupos emigrados. En este plano, la Argentina tiene hoy una particularidad que la expone un poco menos a la crisis de los países con mayor desarrollo. Es que en los últimos años se ha producido una reorientación comercial de nuestro país, muy especialmente del destino de sus exportaciones. En la actualidad, tomando los datos de las exportaciones del año 2011, las 19 La fuga de capitales comprende la compra de dólares o de otras monedas extranjeras por parte de empresas o de particulares. Son capitales que salen del sistema económico local, se envían al exterior o se atesoran en una caja de seguridad bancaria o “debajo del colchón en el hogar”. 17 ventas realizadas a los países de la ALADI20 constituyen el 40 % de las exportaciones totales. La mitad de ese volumen se exporta al Brasil (20.6 % de las exportaciones totales) y alrededor de un 8 % del total se dirige a China. Es decir, que más del 50 % de las exportaciones argentinas en la actualidad tienen como destino países de los denominados emergentes, algunos de los cuales han tenido en los últimos años (y décadas, diríamos) un alto crecimiento económico y se perfilan hacia el futuro como grandes actores en la economía mundial. Paralelamente se ha registrado una disminución en el destino de las exportaciones hacia los países con mayor desarrollo, caso EE.UU. (5.1 %) y la Unión Europea (16.9 %). También se han producido cambios, aunque en menor medida, en la composición de las exportaciones. Como consecuencia de las políticas de fomento a las exportaciones industriales y del mantenimiento de un tipo de cambio competitivo, y a pesar del fuerte incremento de los precios internacionales de los productos primarios, hubo un crecimiento de las exportaciones industriales del 280.4 % entre 2003 y el año 2011. A partir de ello, las exportaciones industriales han llegado a significar el 34.4 % de las exportaciones totales.21 Pero además de estas políticas, que son propias del proyecto integral que lleva adelante el gobierno nacional desde el año 2003, se han tomado y se siguen implementando una serie de medidas para contrarrestar los efectos más perniciosos de la crisis. Evolución de las exportaciones argentinas Millones de dólares Total Primarios MOA MOI Combustibles Fuente: INDEC 1997 26.431 2002 25.651 2003 29.484 2004 34.576 5.705 5.273 6.666 6.852 9.104 8.138 9.938 11.926 8.334 7.601 7.675 9.616 3.288 4.639 5.206 6.181 2005 40.387 2006 46.456 2007 55.780 2008 70.589 2009 55.669 2010 68.134 2011 83.950 8.111 8.627 12.352 13.141 15.244 19.188 16.425 9.306 15.142 20.213 24.050 21.202 22.661 28.192 11.985 14.826 17.321 22.209 18.713 23.816 28.916 7.150 7.760 6.919 7.905 6.438 6.515 6.629 Una de las decisiones más trascendentes en este aspecto ha sido, sin duda, la reestatización de las AFJP (Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones). Ello cumplió con diversos objetivos. En primer lugar, la medida evitó el deterioro que podían sufrir los fondos acumulados por las Administradoras y que afectarían las futuras jubilaciones de los trabajadores cotizantes. La profundidad de la crisis financiera a nivel mundial ha afectado gravemente la situación de los fondos de pensiones y jubilaciones en el mundo a partir de la caída de las cotizaciones bursátiles. La decisión del gobierno nacional de reestablecer un sistema público de jubilaciones permitió sortear una segura caída en el valor de estos 20 La ALADI, Asociación Latinoamericana de Integración, es el mayor grupo latinoamericano de integración. Sus trece países miembros comprenden a Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, México, Panamá, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela, representando en conjunto 20 millones de kilómetros cuadrados y más de 510 millones de habitantes. 21 Tal como puede observarse en el gráfico “Composición de las exportaciones”, en el año 2011 las exportaciones correspondientes a las Manufacturas de Origen Industrial (MOI) fueron el 34.4 % de las exportaciones totales, las Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA) el 33.6 %, las de bienes primarios el 24.1 y los combustibles el 7.9 %. 18 fondos con efectos muy perjudiciales hacia los futuros jubilados que habían adherido al sistema privado. En segundo lugar, la decisión tomada recuperó un sistema de solidaridad intergeneracional, dejando de lado un esquema que ponía como prioritario el rol del sistema de jubilación en función de su aporte al mercado de capitales, es decir, donde los aportes de los trabajadores estaban destinados a financiar las inversiones del capital privado. Composición de las exportaciones por grandes rubros - En % - 2011 1997 12,4 7,9 21,6 34,4 31,5 34,4 Primarios 24,1 MOA MOI 33,6 Combustibles Fuente: INDEC En tercer lugar, el traspaso de los fondos acumulados por las AFJP al control estatal, que en el momento de la estatización sumaban más de 90.000 millones de pesos ha permitido, a su vez, la implementación de diversas políticas contracíclicas para defender el nivel de empleo y la producción, expandiendo el consumo y la actividad económica en general.22 En materia de política fiscal expansiva se pusieron en marcha diversos planes de inversión pública destinados, por un lado, a la ejecución de obras vinculadas con el desarrollo energético, la infraestructura de transporte, las comunicaciones, la seguridad, la banca pública, la infraestructura de salud y, por otro lado, la construcción de complejos habitacionales junto con la ampliación del servicio de agua potable y cloacas. Con respecto a la política laboral el gobierno implementó un conjunto de medidas tendientes al mantenimiento del empleo y del poder adquisitivo de los salarios. Por un lado, se puso en práctica un plan de regularización con beneficios de reducción de cargas sociales para aquellas empresas que registren a sus trabajadores. Se fortaleció el desarrollo del Programa de Recuperación Productiva (REPRO), cuya vigencia data del año 2002, que destinó más de $ 500 millones para el sostenimiento del empleo de casi 150.000 trabajadores pertenecientes a 2.750 empresas durante el año 2009, en su mayoría pequeñas y medianas. De esta manera, el REPRO se convirtió en una de las herramientas más importantes para frenar despidos colectivos y suspensiones de trabajadores, ya que las 22 El llamado Fondo de Garantía de Sustentabilidad alcanzó al III trimestre de 2012 un valor total de $ 227.544 millones. 19 empresas que lo solicitan se comprometen a mantener la dotación total del personal y a abstenerse de disponer despidos sin causa y el suplemento en dinero suministrado por el Estado se destina a alcanzar el salario establecido en el convenio colectivo correspondiente a la actividad que desarrolla la empresa. Este programa fue prorrogado hasta el 31/12/2012 y se actualizó el importe del beneficio aportado por el Estado, fijándolo en $ 800.- para el primer semestre de 2012 y $ 1.000.- para el segundo semestre. En materia de política ingresos, en un principio se continuó con los aumentos de haberes jubilatorios y luego se impulsó la sanción de la ley 26.417 con un esquema de aumentos semestrales que tratan de garantizar el mantenimiento en términos reales de las jubilaciones y su incremento por encima del nivel general de precios. De esta manera, el haber mínimo jubilatorio pasó de $ 690.- en febrero del 2009 a $ 1.879.67 después del último ajuste en el mes de septiembre de 2012. Evolución de la Jubilación Mínima En pesos Fecha Haber Mínimo Ene 03 150 Jul 03 220 Ene 04 240 Jun 04 260 Sep 04 308 Jul 05 350 Sep 05 390 Jun 06 470 Ene 07 530 Sep 07 596 Mar 08 655 Jul 08 690 Mar 09 770 Sep 09 827 Mar 10 895 Sep 10 1.046 Mar 11 1.272 Sep 11 1.486 Mar 12 1.687 Sep 12 1.880 Fuente: ANSES A través del Decreto 1602/2009 el Poder Ejecutivo Nacional creó la llamada Asignación Universal por Hijo (AUH), que dispone la ampliación del régimen de asignaciones familiares a los menores cuyos padres se encuentren desocupados o empleados en la economía informal. Es así como se generalizó este beneficio a los menores que hasta ese momento no estaban cubiertos por el régimen de asignaciones familiares, vigente solamente 20 para los trabajadores empleados en relación de dependencia y registrados por sus empleadores. Además de la significación social y ética de esta medida, ampliada luego a la mujer embarazada, la misma se traduce en un significativo estímulo al consumo y sigue las recomendaciones de los economistas heterodoxos más importantes en la actualidad cuando expresan que los esfuerzos de los Estados ante la crisis deben dirigirse hacia los sectores de menores ingresos y mayor vulnerabilidad porque son los que gastan todo su ingreso. Evolución jubilación mínima - En $ 2000 1880 1800 1687 1600 1486 1400 1272 1200 1046 1000 895 827 770 800 600 400 200 2 2 p1 se ju l-1 1 11 en e12 m ar -1 2 m ay -1 2 no v- 1 p1 se ju l-1 0 10 en e11 m ar -1 1 m ay -1 1 no v- 0 p1 se ju l-1 9 09 en e10 m ar -1 0 m ay -1 0 no v- 9 p0 9 ju l-0 se m ar -0 m ay -0 9 0 Cabe acotar que la economía argentina sintió en el año 2009 los efectos de la crisis internacional y que se produjo un desaceleramiento en las tasas de crecimiento del PBI, que habían sido del 8.5 % promedio anual entre el 2003 y el 2008, creciendo tan solo un 0.9 %, pero que como consecuencia de las política comentadas anteriormente en el año 2010 se logró recuperar el sendero del crecimiento llegando a una suba del 9.2 %, lo que ha continuado durante el año 2011 en que se alcanzó una suba del PBI del 8.9 %. En el año 2012 y en la misma línea de medidas reseñadas más arriba se puso en vigencia el llamado Plan Procrear que proyecta entregar 400.000 créditos para la construcción de vivienda, de los cuales se prevé que los primeros 100.000 créditos, beneficiando a más de 400.000 personas, se otorgarán en el periodo 2012-2013. El objetivo de este programa es el fortalecimiento de las políticas de estímulo a la producción y el empleo, dado que la actividad de la construcción se caracteriza por sus efectos multiplicadores hacia otros sectores económicos y por una fuerte creación de empleo. Asimismo, los créditos se otorgan a plazos entre los 20 y los 30 años y con tasas bajas de interés que van del 2 % al 21 14 %, dependiendo del monto de los ingresos familiares, es decir, bajo condiciones que no existen en la plaza financiera. Resulta de importancia destacar el papel financiero del Estado Nacional que compromete fondos provenientes de diferentes organismos, entre ellos ANSES y el Ministerio de Economía y Finanzas Públicas, pero que también convoca a otros inversores privados que puedan estar interesados. También se inscribe en este tipo de política la reforma a la carta orgánica del BCRA. Dentro de las concepciones neoliberales se había impuesto la idea de que los Bancos Centrales debían encargarse solamente de la estabilidad de la moneda y debían tener una completa independencia de las políticas que desarrollaban los gobiernos. La modificación de la carta orgánica significa poder conciliar la estabilidad monetaria y financiera, porque no es que el BCRA va a dejar de cumplir esta misión, con la economía real, con el crecimiento económico y el empleo. Y haciendo uso de las nuevas atribuciones otorgadas por la reforma, el Banco Central dispuso que los bancos privados y provinciales destinen el 5 % de sus depósitos para el financiamiento de proyectos productivos y a una tasa que aproximadamente será del 15 % anual. Algunas estimaciones prevén que por este concepto se alcanzarán alrededor de 15.000 millones de pesos para el otorgamiento de créditos. Perspectivas futuras Históricamente toda crisis ha desencadenado cambios transcendentales tanto en el ámbito de las relaciones internacionales entre países, como en el interior de las naciones en cuanto a la relación entre los diferentes sectores que componen una sociedad y entre estos y sus estados. Seguramente esta no será la excepción. Debido a lo que hemos expresado respecto a la incorporación al mercado mundial de nuevos actores con un peso importante se ha puesto en cuestión la hegemonía estadounidense en materia económica. El crecimiento de la economía china y el de otros países, lleva a pensar, por un lado, en situaciones de un mayor equilibrio de poder en términos comerciales, pero por otro, en una agudización de los procesos de competencia por los mercados y por la recepción de inversiones. Las presiones de EE.UU sobre China para que este último revalorice su moneda como forma de contrarrestar el déficit comercial externo del primero es una demostración de las situaciones de disputa a nivel internacional que se están desarrollando. Las nuevas realidades en el ámbito internacional repercuten también en los bloques de países que se conforman y en la actuación de estos en los organismos internacionales. La actuación conjunta de los llamados BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) es un elemento más que cuestiona la hegemonía norteamericana. Sus propuestas unificadas han producido ya modificaciones en los estatutos del Fondo Monetario Internacional con cambios que les dieron a estos países un mayor poder de voto y en los esquemas de financiamiento. También este conjunto de países cuestionan la sobrevivencia del dólar como moneda mundial y tratan de elaborar una propuesta alternativa en forma unificada, lo que no les resulta fácil dada las diferentes situaciones y lugares que cada uno de ellos ocupa en el ámbito internacional. Entre las dificultades que enfrentan se destaca la gran acumulación de reservas en dólares por parte de China. Las proposiciones de los BRICS 22 pasan también por una reestructuración del comercio internacional y una reformulación de organismos como la OMC que traten de superar los rígidos esquemas actuales. A fines de marzo de 2012 en un cónclave de estos países se propuso realizar las operaciones comerciales entre ellos en sus propias monedas. Como la crisis actualmente (2013) continúa en pleno desarrollo y no se visualizan claras salidas de la misma, resulta difícil trazar un panorama futuro de las relaciones y poder internacionales. Igualmente, en base al análisis que venimos realizando puede preverse que el mundo futuro se presenta con nuevos equilibrios a nivel internacional, dado el retroceso de EE.UU. como potencia económica frente a la irrupción de otros países que vienen experimentando un fuerte crecimiento y que están siendo menos afectados por las consecuencias más graves de la crisis. Es probable entonces que la humanidad se encamine hacia un poder económico con mayores contrapesos y se asista a la consolidación de nuevos bloques con mayor ingerencia en las relaciones internacionales. Más incógnitas se presentan si se quiera evaluar la evolución futura del sistema productivo en crisis. El ya citado Francois Chesnay trata de vincular la crisis económica con la crisis climática del planeta. La enorme expansión que desde su consolidación como sistema social ha tenido el capitalismo y que pareciera no tener obstáculos, a pesar de sus crisis periódicas, comienza a mostrar que existen barreras peligrosas de transponer sin poner un juego su propia subsistencia. Esa barrera está dada hoy por la propia Naturaleza, por la propia sobrevivencia del planeta tierra como tal, como consecuencia de la expansión continua de un sistema de producción y consumo que los arremete y que compromete su futuro. Pero la irrupción de nuevas formas de producción y consumo, más amigables con la Naturaleza y más equitativas socialmente, necesitan no sólo de nuevos equilibrios de poder a nivel mundial, sino también de concepciones políticas y de relaciones de fuerza que permitan lograr acuerdos necesarios para que esas nuevas formas fueran factibles. Y esas condiciones dentro del marco del desarrollo de esta crisis aún no se perciben. 23 La crisis europea, Grecia y la Argentina RECUADRO Uno de los países europeos más afectados por la crisis mundial ha sido Grecia. A pesar de ser un país pequeño y formar parte de lo que podríamos considerar como la periferia de la Unión Europea (UE), esto es, un país que no tiene los mismos indicadores de desarrollo y de bienestar como los países centrales o maduros (Alemania, Francia, Inglaterra), su situación y las posibles salidas de la crisis han tenido una amplia repercusión en el ámbito internacional. La economía griega representa tan sólo el 3.3 % de la economía de la Unión Europea medido en términos porcentuales en relación al PIB. Su población económicamente activa constituye solamente el 2.7 % de los 225 millones de personas que suma esta categoría para el conjunto de los países de la UE. Podrían seguir dándose cifras que demostrarían que en realidad la economía griega es una economía pequeña en relación al potencial conjunto de la totalidad de los países que constituyen la UE. Surge entonces la pregunta acerca de por qué la crisis de una economía pequeña tiene tanta trascendencia no sólo para el continente europeo, sino también para la economía global. Cabe destacar que otros países, como Portugal, España, Italia e Irlanda, para considerar aquellos que están dentro de la órbita del Euro como moneda común, sufren síntomas similares a los de la economía griega, básicamente un alto endeudamiento, interno y externo, déficit fiscal y desocupación. Pero también Inglaterra, un país que mantuvo su propia moneda, atraviesa por una situación crítica similar y pareciera no despertar tantos comentarios mediáticos. Grecia adoptó el euro a comienzos del año 2001 (el 1º de enero). Tuvo un boom de consumo, derivado de la estabilidad de precios y de un fácil acceso al crédito a bajas tasas de interés. Solamente en sus apariencias pueden aparecer los consumidores griegos como los beneficiarios de este proceso. Porque un análisis más acabado llevaría a la conclusión que en realidad han sido los bancos, de origen alemán y francés principalmente, y las empresas multinacionales que abastecieron ese boom, los mayormente beneficiados en ese proceso. Esa expansión del consumo basado en el endeudamiento público y privado pronto empezó a hacer mella en dos sectores básicos de la economía griega. Por un lado, en el sector externo. Efectivamente, entre los años 1996 y 2007 Grecia estuvo entre los 10 países del mundo con mayor déficit en su balance de pagos. Esta situación se fue agravando en el curso de los años, llegando en el 2009 a sumar 21.000 millones de dólares de exportación y 64.000 millones de importaciones, arrojando un déficit comercial de 43.000 millones de dólares. Por otro lado, el déficit del sector público alcanzó en el año 2009 al 13,6 % del PBI. Cabe recordar que el Tratado de Maastricht que estableció la unión económica y la creación del euro, puso un límite al déficit fiscal de los países miembros del 3 % de su PBI. Esas situaciones críticas desembocaron primero en un encarecimiento del crédito para cubrir el déficit y luego en prácticamente la pérdida del acceso al financiamiento. 24 Ahora bien, ¿que otras consecuencias trajo para la economía griega la adopción del euro y la eliminación de su propia moneda? Y aquí pueden establecerse ciertas vinculaciones con la situación que padeció la Argentina a fines de la década del ’90 y principios del siglo XXI. La adopción de una moneda en común no sólo significa ceder soberanía en términos de no poseer una moneda propia sino también que se resignan posibilidades en la aplicación de políticas monetarias y cambiarias. La política monetaria quedó en última instancia en poder del Banco Central Europeo, pero desde una concepción absolutamente influida por el pensamiento neoliberal se le prohibió a éste el financiamiento del déficit de los países miembros. Es decir, no sólo existe para los países integrantes de la UE una fuerte restricción monetaria y cambiaría, sino que la aplicación de la lógica neoliberal determina también una gran limitación a la política fiscal, constreñida al financiamiento privado y a posibles modificaciones del régimen tributario. La asimilación con la situación de la Argentina a fines de la Convertibilidad se hace evidente. La adopción de un esquema de tipo de cambio fijo (la paridad 1 a 1, peso / dólar) significó inicialmente para la economía argentina un destacable proceso de contención de la inflación. Sin embargo, la convertibilidad terminó siendo un formidable mecanismo para la valorización financiera del capital. La certidumbre cambiaria a mediano plazo estimuló la entrada especulativa de capitales, aprovechando el diferencial de tasas de interés, esto es, que altas tasas locales frente a una cotización fija de dólar, se traducían en pingües ganancias financieras en dólares. Este esquema de valorización financiera se combinó luego con la persistencia del déficit fiscal, agudizado luego de la privatización del sistema jubilatorio y la imposibilidad de cerrar el agujero fiscal que esto ocasionaba, y también con el retraso de la cotización cambiaria que el lento pero continuo crecimiento de los precios internos iba generando. La combinación de déficit comercial externo y déficit fiscal creciente estimuló el endeudamiento, que posteriormente se combinaría con la fuga de capitales cuando la percepción de la imposibilidad del sostenimiento del tipo de cambio fijo se hizo evidente. Los intentos por sostener la convertibilidad se parecen mucho a los planes de ajuste que se están tratando de implementar actualmente en los países europeos más comprometidos en la situación de crisis: rebajas de salarios de los empleados estatales, recortes en las jubilaciones, ajustes presupuestarios que llegan a afectar áreas muy sensibles como la educación, etc. Cabe recordar que con la asunción de Domingo Cavallo como Ministro de Economía en el mes de marzo de 2001 se profundizó la política del ajuste. La insistencia en mantener el esquema de convertibilidad hacía imposible una devaluación de la moneda nacional como forma de ganar en productividad a nivel internacional, esto es, hacer más baratos los bienes de exportación nacionales y facilitar así su colocación en el mercado mundial, intentando cerrar la brecha en el déficit comercial externo. De esta manera, el ajuste económico sólo podía descargarse sobre otras variables, en especial sobre los costos salariales. Finalmente, la convertibilidad estalló a fines del año 2001, con elevados costos socio económicos y políticos, pero se abrió la posibilidad de aplicar otro tipo de programa económico. 25 Lo que algunos autores plantean es que la crisis europea no tiene un claro camino de salida a la luz de las políticas que se están aplicando. Por el contrario, las medidas implementadas son de similar naturalezas a aquellas que se estiman como responsables de la crisis. Es por ello que también estas visiones ponen en duda la continuidad del euro como moneda común y hasta la propia integración. Un razonamiento en tal sentido sería: “Si el costo de permanecer en la eurozona es mayor a los beneficios, ¿por qué pertenecer? “23 El economista griego Costas Lapavitsas lo reafirma: “si ellos (los griegos) aceptan un salario de 300 euros por mes, pensiones de 150 euros, un desempleo del 20 por ciento, falta de trabajo para los jóvenes, es decir, convertirse en una esquina insignificante, chica, lateral y paralizada, ser un rincón de Europa para vacacionar, entonces se pueden quedar en la Unión. Si no aceptan eso, si quieren un mejor futuro, deben irse del euro.”24 Cualquier predicción acerca de la integridad futura de la Unión Europea y de la zona del euro es prematura, dado aún el desarrollo pleno de la crisis. Ese futuro dependerá de la evolución no sólo del desarrollo particular en plano económico de la crisis sino de las decisiones políticas que se tomen, por un lado, por parte de los países centrales de la Unión Europea que son los que en última instancia tienen una mayor influencia sobre el conjunto de los países y sobre las instituciones que rigen la integración y, por otro lado, de la marcha del proceso político en cada uno de los países más afectados y de las convicciones de sus dirigentes en torno a balancear los costos y beneficios de la permanencia en la Unión Europea y en la zona del euro y los que implicarían un alejamiento. “El Euro no es viable”. Entrevista a Noemí Brenta, en Comunidad y Desarrollo N° 15, Buenos Aires, Mayo 2012. 24 Suplemento Cash de Página 12. 19 de abril de 2012. 23 26 Bibliografía Arceo, E.; Golonbek, C.; Kupelian, R.: “Crisis mundial: elementos para su análisis”. CEFIDAR. Documento de Trabajo N° 26. 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