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La crisis económica mundial: orígenes, desarrollo y respuestas
Américo García
La continuidad y permanencia de la crisis mundial ha modificado sus iniciales
interpretaciones. De aquellas que en sus comienzos, allá por los años 2007/2008, la
caracterizaban como una mera crisis financiera que tenía que ver con la mala
administración de los recursos financieros por parte de algunas entidades, o con el
descontrol y abuso de algunos ejecutivos, o con el otorgamiento de préstamos a clientes
insolventes (consecuencia de políticas oficiales de bajas de la tasa de interés) se ha pasado a
una caracterización más global y más conceptual que la relaciona con el propio
funcionamiento de la economía capitalista y con las particularidades que dicho
funcionamiento ha venido experimentando desde mediados de los años ’70, y más
precisamente desde el abandono de las políticas regulatorias que caracterizaron a la
situación internacional y a algunas de las principales economías nacionales.
Desde una perspectiva teórica y crítica del capitalismo se sostiene que las crisis que
periódicamente sufre el sistema social están íntimamente relacionadas con su particular
forma de desempeño. Un análisis del comportamiento de la economía capitalista muestra
como la misma presenta fuertes y permanentes fluctuaciones. Constituye un dato empírico
el hecho de que la producción de las economías capitalistas está permanentemente sujeta a
ciclos periódicos de prosperidad y depresión A los periodos de auge, que presentan una
fuerte acumulación, importantes aumentos de la inversión, crecimiento de la producción y
del empleo; les siguen periodos recesivos, detención de los procesos de acumulación, caída
de la producción, alta desocupación. Estas fuertes fluctuaciones han dado lugar a ciclos
económicos. Ahora bien, ¿cuales son las causas de este comportamiento cíclico?
En el artículo sobre Capitalismo1 se afirma que este sistema social necesita de una
permanente acumulación, de una permanente reproducción, y que ello significa un
constante proceso de ampliación de los mercados, tanto en materia territorial como en la
cantidad y tipo de mercancías que se producen. Es así como mercados locales y dispersos
se han ido transformando a través del tiempo en un cada día más integrado mercado
mundial. Asimismo, esa necesidad de una acumulación continua lleva a un proceso
tendencial que impulsa a convertir la mayoría de los productos y servicios en mercancías.
La producción capitalista extiende y generaliza la producción de mercancías, convierte a
todos los productos posibles en mercancía. Hace que todos tomen dicha forma y por esta
vía, esto es decisivo para entender algunas de las causas de las crisis, convierte a la venta de
las mercancías en una condición previa y fundamental para la reproducción.

Se agradecen los comentarios y sugerencias de los docentes integrantes de la cátedra Kogan – García de la
materia Introducción al Conocimiento de la Sociedad y el Estado, del CBC de la UBA. Los posibles errores y
omisiones son de responsabilidad del autor.
1
Lifszyc, Sara: “El capitalismo”, en Introducción al Conocimiento de la Sociedad y el Estado”. Gran Aldea
Editores. 2008
1
La necesidad de acumulación y ampliación de los mercados, la continua conversión de
bienes y servicios en mercancías, la búsqueda por disminuir los costos de producción y por
hacer más productivo el trabajo, muestran que el objetivo básico de la producción
capitalista no es la satisfacción de las necesidades, sino la obtención de ganancias o, dicho
de otro modo, la valorización del capital. Las cantidades producidas, su incremento o su
reducción, no son dictadas por las necesidades del consumo sino por la realización de un
beneficio.
Este tipo de expansión característica de la sociedad capitalista produce una separación entre
la producción y el consumo, lo cual implica que la continuidad de la producción esté sujeta
a la venta de las cantidades producidas. A su vez, todo este proceso de acumulación se
realiza en un marco de relativa anarquía de la producción, que elimina la relación directa
entre producción y consumo con lo cual las posibilidades de desequilibrios están siempre
latentes. Es decir, que la posibilidad de crisis brota ya de la vigencia de una producción no
regulada, que elimina la relación directa entre producción y consumo. Interpone entre la
producción y el consumo la condición de la obtención de una determinada tasa de
beneficio.
Algunos análisis teóricos concluyen que dentro de la economía capitalista, las mismas
razones que conducen a la prosperidad y al auge son las que llevan consigo la potencialidad
de la próxima crisis.2 La tendencia a un aumento permanente de la producción y el
requisito de obtención de un determinado beneficio crean tensiones que en ciertas
circunstancias culminan en una situación de crisis general. Los ciclos expansivos coinciden
generalmente con salarios elevados, altos consumos masivos, incrementos del bienestar
general, pero su continuidad puede llegar a afectar la tasa de beneficios. En la fase
expansiva de estos ciclos, muchas empresas decidirán ampliar su escala de producción,
comprar un mayor volumen de materias primas y de insumos, invertir en nuevas
maquinarias para hacer más eficiente sus procesos productivos, con más bienes a menor
costo, y contratar una mayor cantidad de trabajadores. Un mayor empleo de trabajadores
significará que se pagarán más salarios en total, lo cual incrementará la demanda en
alimentos, vestimentas, artefactos para el hogar y otros bienes y servicios que forman parte
del consumo de los trabajadores. Es probable también que por estos aumentos en la
demanda se produzcan incrementos en los precios, lo que a su vez estimulará una mayor
producción en ese tipo de bienes, con las expectativas de obtener mayores beneficios. Pero
no solamente habrá un aumento en la demanda de los bienes de consumo de los asalariados,
sino también se verá incrementada la demanda de maquinarias y de equipos para la
producción. Es decir, el crecimiento se expande y muy particularmente para este último
tipo de bienes que son los que facilitan una mayor acumulación. Si la necesidad del sistema
es la permanente expansión ello se concreta mediante la inversión en nuevas actividades y
en el crecimiento de las existentes, y ello significa una mayor demanda de bienes de
producción. Pero por diferentes razones, el ciclo expansivo se detiene, muy especialmente
porque llega un momento en que la generalización de la expansión de la producción hace
que los mayores volúmenes ya no puedan ser adquiridos, no hay ya demanda que los
“La crisis es el momento en que se verifica la reducción de la tasa de beneficio. Las mismas razones que
conducen a la prosperidad encierran en sí potencias que empeoran paulatinamente las condiciones de
explotación del capital.” Hilferding, Rudolf: El Capital Financiero. Ed. Tecnos, Madrid, 1973.
2
2
absorba, la producción entonces se paraliza, se liquidan las existencias, se despiden
trabajadores, se reducen los salarios. Algunas fábricas cierran aumentando los niveles de
desocupación de la mano de obra. Los precios se derrumban y también los beneficios.
Cuando ya se hayan terminado las existencias, cuando los precios hayan descendido a un
mínimo, cuando la caída de los salarios comience a recomponer la tasa de ganancia, será el
momento en que la economía comience a recuperarse y se inicie nuevamente otro ciclo
expansivo.
Cabe la pregunta de si la crisis proviene simplemente por la falta de consumo, porque no
hay poder adquisitivo para absorber los continuos incrementos de la producción. Expresa
Marx al respecto: “Decir que las crisis provienen de la falta de un consumo en condiciones
de pagar, de la carencia de consumidores solventes, es incurrir en una tautología cabal. El
sistema capitalista no conoce otros tipos de consumo que los que pueden pagar”…”Pero si
se quiere dar a esta tautología una apariencia de fundamentación profunda diciendo que la
clase obrera recibe una parte demasiado exigua de su propio producto y que por ende el mal
se remediaría no bien recibiera aquella una fracción mayor de dicho producto, no bien
aumentara su salario, pues, bastará con observar que invariablemente las crisis son
preparadas por un periodo en que el salario sube de manera general y la clase obrera
obtiene realiter (realmente) una porción mayor de la parte del producto anual destinada al
consumo”.3 Si el consumo se pudiera ampliar a discreción podrían evitarse situaciones de
sobreproducción, es decir, evitar situaciones en las cuales la demanda no puede absorber
los incrementos de la producción. Pero en la economía capitalista la ampliación del
consumo en algún momento significa reducción de la tasa de beneficios, pues la ampliación
del consumo de las grandes masas va unida al aumento de los salarios y esto significa una
disminución de los beneficios. Ello le pone un límite a la ampliación del consumo y cuando
esta característica se profundiza y generaliza sobreviene la crisis.
Decíamos más arriba que la separación entre producción y consumo y la necesidad de que
la producción sea vendida para mantener la reproducción son factores de perturbación en la
economía capitalista. Las condiciones de producción y las de distribución y
comercialización no son las mismas. Las primeras están determinadas por la capacidad de
producción de la sociedad, alimentada, a su vez, por la continua y permanente innovación
en los métodos de producción y en el aumento de la productividad del trabajo. Las
segundas se encuentran limitadas por la fuerza y el volumen de consumo de la sociedad,
consumo que se asienta sobre la base de relaciones antagónicas de distribución de la
riqueza social. Ese continuo desarrollo de los métodos de producción que se da en
condiciones de una desenfrenada competencia general por mantenerse en el mercado, lo
cual exige una permanente expansión productiva y ampliación de la escala de producción,
entra en conflicto con la limitación que impone una base estrecha del consumo social. Esa
estrechez y las restricciones que la distribución de la riqueza impone al consumo de las
grandes masas en comparación con la tendencia a la continua y permanente expansión de la
producción constituyen las causas fundamentales de toda crisis capitalista.
La dinámica que presenta la acumulación y reproducción en el sistema capitalista está
impulsada por el espíritu de ganancia que mueve a la sociedad. Esa dinámica se manifiesta
3
Marx, Carlos: “El Capital”, Siglo veintiuno editores, México, 2009. Tomo II, Vol. 5, pag 502.
3
en dos tipos de procesos. Por un lado, en una continua búsqueda de nuevos métodos de
producción que permitan una mayor generación de excedente, de plusvalía como la
denomina Marx, ya que ese excedente es la base de la ganancia. Por otro lado, en la
reducción permanente de los costos de producción de los bienes que se suministran, con el
objetivo de prevalecer en la dura batalla de la competencia contra otros capitalistas. Pero
esos dos procesos, que implican la incorporación de nuevos métodos productivos y de una
cada vez mayor tecnificación, modifican la relación entre el capital que se invierte en
medios de producción y en la contratación de trabajadores. Es decir, que en este tipo de
comportamiento del sistema social, un número cada vez menor de trabajadores pone en
acción un volumen cada vez mayor de medios de producción. Esa menor proporción del
trabajo en relación al capital invertido socialmente lleva en el largo plazo a una reducción
en la tasa de beneficio, lo cual en determinadas situaciones puede llevar a la paralización de
la acumulación y a la generación de una crisis profunda.4
La economía capitalista ha recurrido históricamente a diversas formas de corrimiento de los
límites que su propia naturaleza y características le imponen. “La producción capitalista
tiende constantemente a superar estos límites que le son inmanentes, pero sólo lo consigue
en virtud de medios que vuelven a alzar ante ellas esos mismos límites, en escala aún más
formidable.”5
El economista Francois Chesnay ha tratado de precisar como ha operado este corrimiento
de límites durante el proceso económico que precedió a la actual crisis. 6 En primer lugar,
este economista francés cita el amplio proceso de desregulación y de liberalización de los
flujos financieros, comerciales y de inversión que caracteriza a la economía mundial desde
la década del 80. Desregulación que significó el desmantelamiento de los mecanismos e
instituciones de control que se habían establecido después de la segunda guerra mundial. En
segundo lugar, cabe analizar la enorme creación de nuevos instrumentos financieros
destinados a ampliar la demanda en los principales países de mayor desarrollo. Y en tercer
lugar, la incorporación al mercado mundial de países y empresas que no formaban parte del
mismo o participaban de una manera marginal.
Liberalización económica, financiera y comercial
A partir de la reunión de Bretton Woods y luego de la finalización de la segunda guerra la
economía mundial se reorganizó sobre la base del funcionamiento de tres instituciones
rectoras: el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y el Acuerdo General
sobre Aranceles y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés); y de la imposición por parte
de EE.UU. del dólar como moneda mundial, en un sistema de tipos de cambio fijos. En el
ámbito de las economías nacionales se adoptaron mayoritariamente los postulados de las
Shaikh, Anwar: “Valor, acumulación y crisis. Ensayos de economía política”. Ediciones ryr. Buenos Aires,
2006.
5
Marx, Carlos: “El Capital”, Siglo Veintiuno editores, México, 2011, Tomo III. Vol. 6, pag. 321.
6
Chesnay, F.: “Como la crisis del 29, o más…Un nuevo contexto mundial”, Revista Herramienta, Septiembre
2008.
4
4
ideas económicas keynesianas disponiendo un conjunto de regulaciones, particularmente en
el sector financiero, con el propósito de complementar el funcionamiento de los mercados
con la acción estatal. Asimismo, un estado más activo se convertía también, especialmente
en los países europeos de mayor desarrollo, en proveedor de una serie de bienes y servicios
destinados a satisfacer, por un lado, servicios sociales que tendían a ser de carácter
universal y, por otro, cierto tipo de necesidades económicas para apoyar la acumulación de
capital, como obras de infraestructura y provisión de bienes básicos, como los energéticos.
El surgimiento de este tipo de Estado, conocido como Estado de Bienestar Keynesiano,
implicaba también una especie de pacto entre los intereses del capital y los del sector de los
trabajadores, dentro del cual existía un compromiso, implícito o explícito, a partir del cual
las organizaciones sindicales y los partidos obreros no cuestionaban las bases sobre las que
se asentaba el sistema capitalista como tal y el sector empresarial accedía a facilitar una
distribución más equitativa del excedente social y a una ampliación de los derechos
laborales.
Este tipo de organización, tanto a nivel internacional como en el interior de los países de
mayor desarrollo perseguía varios objetivos en forma simultánea. La armonización de las
conductas comerciales mundiales pretendía evitar las situaciones de guerra comercial que
se habían vivido después del estallido de la crisis de 1930 y el rol de las instituciones
financieras de carácter internacional estaba reservado para la atención de las situaciones de
crisis que pudieran sufrir algunos países y evitar por esa vía su generalización. Por su lado,
las relaciones entre el Estado y la sociedad que se derivaban del funcionamiento del Estado
de Bienestar Keynesiano, significaban también un freno a una posible radicalización de las
posturas políticas de las organizaciones que intentaban representar los intereses de los
sectores más postergados del sistema social, habida cuenta de la presencia de la Unión
Soviética y de otros países de economía socialista, que constituía, sin duda, una real
preocupación de los líderes de los principales países capitalistas más desarrollados.
Con estos esquemas de organización y regulación en los ámbitos internacional y nacionales
la economía mundial creció fuertemente desde fines de la segunda guerra hasta entrada la
década de 1970, en un ciclo que se dio en llamar la “edad de oro” del capitalismo. Aunque
cabe aclarar, que dicho crecimiento no fue parejo y que no se expandió de igual manera
hacia los países dependientes y de menor desarrollo.
El ciclo expansivo de la economía mundial comienza a agotarse en los primeros años de la
década del ´70 del siglo pasado, situación que coincide con los fuertes incrementos en los
precios del petróleo.
La situación de crisis desatada en esos años estimuló el cuestionamiento a la aplicación de
las políticas keynesianas y del estado de bienestar, que desde el campo académico se
trasladó al mundo empresarial y a la dirigencia política. Desde las viejas ideas liberales y
desde las nuevas concepciones neoliberales se impulsó la apertura comercial y financiera
con el objetivo de la creación de nuevos espacios para las inversiones y como forma de
recuperación de los beneficios empresarios.
El aumento del precio del petróleo en 1973 produjo un notable incremento en la liquidez
internacional que se canalizó a través de la banca privada, sin ningún tipo de control por
5
parte de las instituciones financieras internacionales en montos que superaron rápidamente
los flujos que estas manejaban. En el plano comercial, la creación de la Organización
Mundial de Comercio (OMC) en reemplazo del GATT, significó no sólo el levantamiento
de restricciones al comercio internacional sobre la mayoría de los bienes y servicios
tranzados, sino también la imposición de fuertes limitaciones en el grado de libertad de los
estados nacionales en la regulación de un amplio conjunto de actividades económicas.
En lo que hace a las relaciones laborales se trató de contrarrestar el terreno ganado por los
trabajadores tanto en la esfera de las conquistas de nuevos derechos como en el crecimiento
del poder adquisitivo de los salarios que estaba ligado a los incrementos en la
productividad. Se impusieron condiciones más duras de trabajo, se estancó el aumento del
salario real, se erosionaron los sistemas de protección social a través de la reducción del
gasto social del estado.
Los procesos de liberalización del comercio, de las inversiones y de las finanzas, junto con
las reestructuraciones impulsadas en el plano de las relaciones laborales tuvieron como
objetivo central la recomposición de las ganancias empresarias. Los grandes capitales
adquirieron plena libertad de movimiento que les permitió trasladar sus “negocios” (plantas
productivas, capitales líquidos, inversiones financieras) hacia aquellas zonas que les
garantizaran un mayor beneficio.
Este proceso de liberalización creciente amplió los límites del mercado mundial, con la
incorporación de nuevos países, que ahora se presentan en un doble carácter, por un lado,
como receptores de inversiones, pero también, por otro lado, y a partir de su crecimiento y
consolidación, como nuevos competidores en el ámbito internacional. Ello significa una
exacerbación de la competencia a escala mundial, no solo la tradicional entre los propios
países desarrollados y entre estos y los países subdesarrollados, sino que aparecen nuevos
actores en los nuevos países (China, India, Rusia) con capacidad de integrarse como socios
de los grandes grupos oligopólicos tradicionales.
La creación de nuevos instrumentos financieros
Un segundo aspecto en el desarrollo previo al estallido de la crisis es que la mayoría de los
países, particularmente EE.UU., recurrieron a la creación de formas crediticias para ampliar
la demanda, en algunos casos con mecanismos de alta sofisticación. Desde finales de los
noventa y a lo largo de lo que va del siglo XXI se extendió de manera extraordinaria el
crédito en todas sus formas: a empresas, a las familias, créditos para el consumo y, sobre
todo, créditos hipotecarios. Este proceso es lo que fue generando las condiciones para la
gestación de la crisis financiera que se presentaría luego con toda su crudeza. Algunas
cifras muestran con claridad el incremento del endeudamiento, tanto empresario como por
parte de los hogares y, paralelamente, el desestímulo al ahorro tanto privado como público.
Digamos de paso que ello fue conformando patrones de consumo, y de “consumismo”,
altamente agresivo con la naturaleza y el medio ambiente. En los EE. UU., el índice de
ahorro personal cayó de 9 % en los años 80 a 5 % en los 90 y a 0,6 % entre 2005 y 2007.
Está claro que la deuda familiar creció más rápido que los ingresos. Pero las propiedades y
6
las acciones se valorizaban más que las deudas, lo que estimulaba la continuidad de un
supuesto “círculo virtuoso”. La base monetaria7 norteamericana tuvo una continua
expansión desde los U$S 231.5 billones a principios de los 90 a los U$S 1.182.5 billones al
31/12/2008. De esta manera el total de préstamos en EE. UU. llegó a representar el 100 %
del PBI.8
Indice de Ahorro Personal en EE.UU. - En %
10
9
8
7
%
6
5
4
3
2
1
0
1980
1990
2005/2007
Fuente: Rovelli, Horacio: “Una visión sobre la crisis económica internacional”
Para que este proceso se concretara fue necesario desmontar los mecanismos de regulación
que en la actividad financiera se habían implementado después de la crisis de los años ’30.
El desarrollo y las consecuencias de esta crisis llevaron a considerar al sistema financiero
como altamente inestable y posible causante de perturbaciones. Fue así como en los
EE.UU. se impusieron límites máximos a las tasas de interés, se estableció un régimen
amplio de garantía sobre los depósitos y se restringió la presencia geográfica de filiales de
las instituciones bancarias. Los diferentes servicios financieros debían ser prestados por
diferentes tipos de entidades. Asimismo, la presencia del Estado en la actividad financiera
no sólo se expresaba en las fuertes regulaciones emanadas de la Reserva Federal (Banco
Central en los EE.UU.) sino también por la presencia de entidades específicas como la
7
Base monetaria es un concepto que comprende los billetes y moneda en circulación en un país más los
depósitos a la vista, básicamente en cuenta corriente y caja de ahorro. Refleja los recursos monetarios de
inmediata disponibilidad.
8
Rovelli, Horacio: “Una visión sobre la crisis económica internacional”.
7
Federal Nacional Mortgage Asociation, más conocida como Fannie Mae cuya actividad
estaba destinada a garantizar y subsidiar hipotecas sobre inmuebles para uso residencial. 9
A partir de la década del ´80 las necesidades de expansión del sistema financiero y de
colocación de sus fondos comenzaron a presionar para la liberalización de estos rígidos
esquemas regulatorios. Las instituciones bancarias explotaron la posibilidad de operar sobre
zonas grises no contempladas por la regulación, para luego lograr modificaciones
substanciales en la normativa que les permitieron gradualmente, entre otras operaciones,
ofrecer paquetes de productos multiservicios, operar en diferentes mercados, conformar
conglomerados financieros con diferentes tipos de entidades, presentar innovaciones y crear
nuevas empresas financieras que no estaban alcanzadas por las normas regulatorias. En este
proceso, la innovación y ampliación de las operaciones financieras de las entidades y la
desregulación de las normas se alimentaban mutuamente. Puede afirmarse al respecto que
se produjo, en definitiva, una sustitución, aunque parcial, de la regulación pública por
formas mercantiles de autorregulación, en especial por el papel que se le concedió a
auditorías y empresas calificadoras de riesgos. Esta última fue una manera de permitir a los
bancos establecer su propia forma de evaluar los riesgos de sus operaciones.10
Estas razones de fondo, estructurales y de largo plazo en el funcionamiento del sistema
financiero se asociaron a comienzos del siglo XXI con bajas significativas en las tasas de
interés, especialmente entre los años 2001 y 2006, que agudizaron por parte de las
entidades financieras la búsqueda de nuevos y más rentables negocios. Uno de los rubros
más desarrollados en esa búsqueda fueron los créditos hipotecarios, especialmente para
financiar la compra de viviendas de tipo residencial. Las hipotecas presentan, por un lado,
un aspecto de mayor seguridad en el recupero por parte de las entidades financieras al
tratarse de préstamos que tienen una garantía real, el propio bien adquirido. Pero, por otro
lado, presentan un aspecto que puede complicar la operatoria financiera al tratarse de
créditos a largo plazo, a veinte, treinta o más años, con lo cual ese recupero es lento. Por
ello, la mayoría de las empresas que encararon este tipo de negocios procedieron luego a la
titularización o securitización de los títulos hipotecarios, es decir, a la utilización (o la
venta) de las hipotecas como garantía de otras operaciones financieras de corto plazo. Ello
permitió crear diferentes productos y paquetes financieros en función de los riesgos y
calificaciones que requerían los diferentes inversores. Pero la continua extensión de este
tipo de operaciones llevó al otorgamiento de préstamos a sectores de dudosa capacidad de
devolución. Algunos analistas han denominado, con humor, a estos últimos como créditos
NINJAS, porque se otorgaron a tomadores que tenían bajos ingresos, empleos precarios y
ningún respaldo patrimonial.11 Más técnicamente este tipo de hipotecas se denominan
subprime, o de segunda línea.
Se recurrió a una práctica que intentaba disminuir riesgos mediante la creación de seguros
que, supuestamente, cubrían la falta de pago. Ese objetivo tuvo la emisión de coberturas de
Bleger, Leonardo: “Innovación, desregulación y burbujas en la crisis financiera actual”, en Crisis Global:
una mirada desde el sur”. Capital Intelectual, Buenos Aires, 2009.
10
Recio Andreu, Albert: “La crisis del neoliberalismo”, Revista de Economía Crítica Nº 7, primer trimestre
2009.
11
NINJAS por sus siglas en inglés: non income, non job, non asset.
9
8
riesgos crediticios (Credit Defualt Swaps, CDS). Los CDS fueron motivo de una frenética
especulación, cuando empezaron a comercializarse y en algunos casos se emitieron por
mayor cantidad de los créditos que intentaban respaldar. Para el objetivo de este trabajo no
es necesario adentrarse en el conjunto de instrumentos financieros que se crearon, pero si
resulta importante destacar que entre las nuevas instituciones, las subsidiarias de bancos y
las innovaciones en la operatoria se conformó un verdadero y enorme sistema bancario “en
las sombras" con poco respaldo patrimonial y escaso control y supervisión desde las
instituciones regulatorias. Cabe mencionar también que la expansión de los créditos
hipotecarios creó una burbuja inmobiliaria aumentando los precios de las viviendas en
forma significativa.12
La generalización y extensión crediticia a familias, empresas y estados comenzó a dar un
vuelco en sus posibilidades de recuperación en los primeros meses del año 2007 cuando se
evidenció que la falta de pago de las hipotecas subprime crecía fuertemente y que ello
afectaba a las entidades que se habían especializado en este tipo de operaciones. Pero estas
entidades estaban vinculadas a los grandes bancos, por lo que estos también sufrieron las
consecuencias. Además, la operatoria financiera había tomado un rumbo en el cual se
comercializaban paquetes de productos con diferentes grados de riesgos cuyos contenidos
no eran de fácil diferenciación, con lo cual la crisis inicial de las hipotecas subprime se
extendió al conjunto del sistema. La globalización financiera, a su vez, extendió la crisis
desde el sistema financiero de EE. UU. al conjunto del sistema internacional, perjudicando
especialmente a aquellos países que se habían especializado en los créditos hipotecarios,
como los casos de España e Irlanda.
Una mayor capacidad de producción mundial
Como un tercer elemento cabe mencionar la incorporación al sistema capitalista mundial de
un conjunto de países que no tenían esa característica en el pasado o que su grado de
desarrollo no tenía influencia de consideración en el ámbito internacional. Nos estamos
refiriendo a los casos de las economías de los ex países socialistas, a la India y,
principalmente, a la economía china. Esta última es hoy productora y exportadora de un
volumen altamente significativo a nivel mundial de bienes de consumo, abasteciendo de
ellos particularmente a EE. UU. Es más, hay analistas económicos que hablan de un
verdadero traslado desde EE. UU. a China de este tipo de industrias productoras de bienes
de consumo, una consecuencia directa del movimiento masivo de “deslocalización” o
12
Un elemento no menor en la expansión del sistema en las sombras fue la forma de remuneración a los altos
ejecutivos de las entidades, basada en premios y comisiones derivados de los nuevos negocios que se
encaraban, la cual estimuló la toma de altos riesgos y la corrupción. El Presidente de la Comisión
investigadora de la quiebra de Lehman Brothers del Congreso de EE. UU. le mostró al Presidente de ese
banco que había cobrado en los últimos años 500 millones de dólares. Además, que se había cubierto, por si
lo despedían, con un “paracaídas” de oro, una cláusula en su contrato que en ese caso obligaba a la empresa a
pagarle 65 millones de dólares. Su remuneración era 2000 veces el salario mínimo (8,25 la hora) que ganaban
amplios sectores de trabajadores (Ver Kliksberg, Bernardo: “¿Por qué la actual crisis económica mundial?”;
en ¿Cómo enfrentar la pobreza y la desigualdad? Suplemento especial de Página 12, 9/10/2012)
9
“redespliegue” de la producción de las mayores empresas estadounidenses y también
japonesas.
Ello mucho tendría que ver con el grueso de los crecientes déficit comercial y fiscal de EE.
UU. Es decir, lo que antes se producía internamente hoy se importa desde el país asiático.
A su vez, el superávit comercial chino se transforma en acumulación de reservas (en
dólares), luego en préstamos a los EE. UU. en la forma de compra de bonos del Tesoro y en
la inversión en empresas norteamericanas. Por estas razones y por ciertos procesos
internos, la economía china ha desarrollado una capacidad de producción que se torna muy
problemática en las actuales condiciones de reversión del ciclo económico y que puede
afectar seriamente a países con los que tiene fuertes vinculaciones comerciales.
Cabe señalar también que en la mayoría de los países desarrollados, muy especialmente en
los casos de EE.UU y de Reino Unido, hubo un aumento sin precedentes en la explotación
de la fuerza de trabajo, a través de la reducción del crecimiento de los salarios en relación a
la productividad. El estancamiento en la evolución salarial unido a la baja significativa de
la tasa de interés se tradujo en un importante incremento de las ganancias empresarias. La
caída de la tasa de interés desató una fiebre crediticia y el peso de la deuda sectorial creció
en forma dramática. Ante la reducción salarial, muchos hogares de asalariados fueron
tentados con facilidades crediticias por la creación de nuevos instrumentos y bajos
intereses, lo que a su vez permitió mantener altos los niveles de consumo. La relación entre
deuda e ingresos de los hogares creció de manera desorbitada en la década de los ´80.13
Este nuevo escenario internacional, con la incorporación de otros países como
competidores en la disputa por los mercados y por la recepción de inversiones significa
diferentes alineamientos en los planos económicos y políticos, por un lado, y una marcada
tendencia hacia situaciones de sobreproducción latente y de exacerbada competencia, por
otro.
La responsabilidad de las políticas del neoliberalismo
El proceso de liberalización de la economía mundial fue respaldado ideológicamente por el
llamado neoliberalismo, que ha sostenido la idea principal de que el mercado por sí mismo
constituye la mejor herramienta para el fomento de la inversión y la mejor asignación de los
recursos económicos.
Distintos autores y protagonistas en la escena internacional le han adjudicado a las ideas
neoliberales esta responsabilidad. Entre ellos podemos citar a un economista autodefinido
como “centrista” y “ecléctico”, Paul Samuelson, premio Nóbel de economía 1970, quien
sostuvo que “los sistemas de mercado no regulados tarde o temprano se suicidan”,
agregando que “en el fondo de esta hecatombe financiera, la peor de todas, está el
capitalismo liberal de laissez faire de Milton Friedman y Friedrich von Hayek, que tuvo
rienda suelta sin ningún tipo de regulación. Fue la raíz de todos los males de hoy.” 14
13
14
Ver Shaikh, Anwar: “La primera depresión del siglo XXI”, en www.sinpermiso.info
Clarín 19/10/2008 suplemento ieco.
10
Un funcionario internacional, el entonces Director General de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT), Juan Somalia expresó una dura crítica en torno a las
causas que desembocaron en la crisis mundial: “la política económica dominante no tuvo
en cuenta, básicamente, los valores fundamentales de la OIT”. “Se sobrevaloró la capacidad
del mercado para autorregular la economía, se infravaloró el papel del Estado y se devaluó
el respeto a la dignidad en el trabajo y de los servicio sociales”. 15
Es que el hecho de que el neoliberalismo planteara exageradamente como objetivo
primordial la lucha contra la inflación había distraído la atención de la cuestión, más
fundamental, de la estabilidad financiera.
El retorno del carácter cada vez más intervencionista del Estado en la economía, la
reaparición del pensamiento marxista en las explicaciones de los límites de expansión del
capitalismo y en la naturaleza de sus crisis y el auge de las ideas keynesianas para poner
límites a las consecuencias negativas de la recesión y la depresión y estimular el diseño de
políticas activas para lograr la reversión del ciclo económico, son hoy indicadores
elocuentes del retroceso de las ideas neoliberales.
El desempleo en el mundo - Millones de personas
205
200
195
190
185
180
175
170
165
160
155
150
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
Fuente: Organización Internacional del Trabajo
Sin embargo, las políticas anticrisis que se están implementando, muy especialmente en los
países europeos, parecieran transitar todavía un camino intermedio, influidas aún por viejos
prejuicios monetaristas y por la presión de los diversos intereses económicos en juego,
15
www.lanacion.com.ar Nota del 03/06/2009
11
provenientes tanto de los negocios en decadencia como de aquellos sectores menos
afectados por la crisis que ven la oportunidad de acrecentar su poder. En todas las crisis se
acelera la concentración y centralización del capital, las empresas más sólidas o menos
afectadas por la situación crítica adquieren a precios bajos las compañías más chicas o más
afectadas. Generalmente, en estas ocasiones la política estatal facilita dichas operaciones.
En tal sentido, puede observase que hasta ahora, mayoritariamente, el salvataje puesto en
marcha, primero por la administración Bush y luego por Obama, en los EE.UU. y las
limitadas medidas instrumentadas en la Unión Europea, parecieran estar destinados,
mayormente, al rescate del sistema financiero y de sus instituciones en virtual quiebra.
Una crisis de larga duración
La crisis actual debe necesariamente mirarse como un proceso, como un proceso histórico,
que no sólo tiene que ver con el estallido financiero en un determinado momento (la caída
de la banca Lehman Brothers) sino con un conjunto de determinantes que involucran
causas, formas de desarrollo, desenlaces y posibles salidas. Tal proceso es el que operó
durante la crisis internacional de 1929. El llamado jueves negro del 24 de octubre de dicho
año marcó un punto crucial, pero fue resultado de procesos anteriores y con graves
consecuencias posteriores. La bolsa de Nueva York no se desplomó simplemente por una
cuestión especulativa, sino porque los inversores comenzaron a visualizar que los valores
de las acciones y sus promesas de rendimiento de fuertes dividendos no se correspondían
con los indicadores que había comenzado a mostrar la economía estadounidense. Es decir,
que el débil y frágil estado de la economía en 1929 es lo que allanó el camino para que el
derrumbe de los mercados bursátiles desembocara en un colapso económico. La crisis se
profundizó entre 1929 y 1933 frente a la inacción del gobierno del Presidente Hoover,
cuando prevalecía la idea liberal de que la economía capitalista ajustaba casi
automáticamente y que pasado el vendaval bursátil todo volvería a la normalidad. Es lo que
se estimaba había ocurrido en el transcurso de anteriores crisis. Recién a partir de 1933 con
la aplicación del programa conocido como New deal (nuevo trato) desarrollado por el
Presidente Roosevelt la economía estadounidense comienza a recuperarse. Pero la
implementación completa de ese programa demandó siete años. El ya citado Paul
Samuelson se pregunta: “¿Cómo hicieron el benévolo presidente Roosevelt y el pérfido
Adolfo Hitler para casi restablecer el pleno empleo seis largos años después de 1933? ¡La
respuesta es ni más ni menos que con un enorme gasto presupuestario deficitario que hizo
subir las deudas públicas!”16 La diferencia obvia es que en el caso del presidente
norteamericano fue con un plan basado en la realización de obras públicas y en el caso de
Hitler en el armamentismo. De todos modos, cabe puntualizar que la actividad económica a
nivel mundial solamente se recuperó plenamente con los preparativos de guerra. Al
respecto, el economista estadounidense Paul Kugman, premio Nobel de economía 2008, ha
señalado con aguda ironía: “Si quieren ver que hace falta para sacar a la economía de la
trampa de las deudas, miren el programa de obras públicas, conocido también con el
nombre de Segunda Guerra Mundial”. 17 Cabe recordar al respecto que varios países
16
17
Clarín 19/10/2008 suplemento ieco.
Clarín 17/2/2009
12
aumentaron dramáticamente el empleo a través de la guerra. Porque, entre otras cosas, una
guerra implica una poderosa movilización social que puede ser muy efectiva y exitosa para
sacar a una economía de la recesión.
Pero en definitiva lo que se quiere decir, es que la economía mundial demoró años en
recuperar sus indicadores anteriores a la crisis y que en el caso de los EE.UU. tardó diez
años en volver a los niveles de actividad y de empleo previos a la gran depresión de
1929/1930. Y que en la actual situación de crisis en los cinco años transcurridos desde
finales del año 2007 hasta la actualidad (fines de 2012) no se observa en la evolución que
está teniendo su desenvolvimiento una forma de salida rápida y sin significativos costos en
materia económica, política y social. Por el contrario, tal como se expresa en el apartado
siguiente las medidas tomadas por los principales países desarrollados pareciera dirigirse
mayormente hacia el salvataje de las instituciones financieras, la recuperación de los
beneficios empresariales y la desarticulación de valiosos instrumentos que caracterizaron al
estado de bienestar en los países europeos.
Las políticas para salir de la crisis
Así como existen diferentes explicaciones teóricas sobre las causas de las crisis económicas
también existen distintas concepciones acerca de las políticas a instrumentar para superar
los efectos e impactos de las crisis. Esas diferentes concepciones pueden visualizarse hoy
en la aplicación de políticas en distintos países del mundo, donde se impulsan medidas
diversas de política económica para hacer frente a las principales consecuencias de la crisis.
Las medidas adoptadas difieren en función de las ideas predominantes desde las cuales se
adoptan, de las alianzas sociales que sostienen los gobiernos que las aplican y de la
existencia o no de mecanismos estabilizadores frente a situaciones de recesión. Cuando
hablamos de esto último, es decir, de la existencia de mecanismos de estabilización, nos
estamos refiriendo a sistemas de ayuda y solidaridad social frente a una recesión
económica, como son los seguros de desempleo y otras medidas fiscales destinadas a
favorecer a los sectores más débiles y atender a quienes sufren la pérdida del empleo. Pero
estos mecanismos han sido concebidos para los momentos de estancamiento o de caída de
la actividad económica. Cuando la crisis es general, como en la situación actual, esos
mecanismos son insuficientes y los Estados deben requerir de otras herramientas
complementarias.
En términos esquemáticos podemos hablar de tres tipos de políticas que se están
impulsando para enfrentar la crisis. En primer lugar, las políticas ortodoxas, con sus
postulados de “austeridad”, equivalentes a la adopción de mecanismos de ajuste fiscal, esto
es, reducción del gasto social, de las asignaciones a la educación, a la salud, a la seguridad
social. Es lo que se impulsa hoy desde quienes conducen la política económica de los países
que integran la Unión Europea, son las políticas que se han impuesto en Grecia, en España,
en Italia, en Irlanda, en Portugal. Son también las políticas que se están adoptando en el
Reino Unido. Es que desde las concepciones ortodoxas se interpreta que el origen de la
crisis está dado por el exceso de gasto estatal, que llevó a la toma de deudas, frutos de la
irresponsabilidad fiscal de los gobiernos de los países más débiles. Tanto el marco
13
normativo e institucional vigente en la Unión Europea como cierto tipo de condicionantes
históricos, facilitan la aplicación de este tipo de políticas. El tratado de Maastricht fija un
tope máximo para el déficit público del 3 %. Por ello las presiones desde la Comisión
Europea, del Banco Central Europeo y del Fondo Monetario Internacional sobre aquellos
países que tienen niveles mayores de déficit. Por otra parte, Europa carga con la “mochila”
de la hiperinflación alemana de los años 1920, consecuencia del déficit fiscal, con su
secuela devastadora en materia social, económica y política, lo que en cierto sentido le pone
un límite adicional a las opciones de política fiscal. Pero además, pareciera que detrás de
este ideario estuvieran presentes, en realidad, intereses concretos de sectores económicos y
de estados, ya que el recorte de gastos estatales tiene por objeto liberar recursos para
destinarlos al pago de los compromisos financieros externos y los principales acreedores de
los países más afectados son bancos de origen alemán y francés.
También Estados europeos, aunque con ciertas limitaciones, han salido al rescate de las
entidades financieras. En Inglaterra, se ha estimado recientemente que la ayuda brindada
por el Banco de Inglaterra para evitar la quiebra del Northern Rock, una entidad
gravemente afectada por la crisis de las hipotecas, insumió alrededor de 2.000 millones de
libras esterlinas (equivalente a 2.500 millones de euros y alrededor de 3.300 millones de
dólares)
La política anticrisis llevada adelante por los EE. UU. muestra ciertas diferencias. El
gobierno norteamericano, tanto en la gestión Bush como en la gestión de Obama ha
movilizado vastos recursos para rescatar a las instituciones financieras y salvar a bancos y
empresas de la quiebra, especialmente luego de la caída de Lehman Brothers.
No deja de resultar paradójico que cuando desde el sector financiero se impulsaban las
medidas más extremas para liberalizar sus actividades, ahora, en situaciones de grave crisis,
se apele al accionar del Estado para solventar sus pérdidas. En primer lugar, hubo una
política por parte de la Reserva Federal de impulsar bajas en las tasas de interés como
forma de aliviar la situación de los deudores y también de estimular el crédito para
inversiones y evitar así que la crisis financiera se trasladara a las actividades productivas
con sus consecuencias de recesión y desempleo. En segundo lugar, se reforzaron las
garantías de los depósitos en los bancos comerciales para evitar una corrida de los
depositantes que de los 100.000 dólares que había sido fijada después de la crisis de 1930
se elevó a 250.000 dólares. En tercer lugar, se destinaron fondos públicos para solventar las
situaciones más críticas de algunas entidades, para facilitar la capitalización y en ciertos
casos para proceder a su nacionalización (total o parcial). De estas medidas, la más
trascendental fue el programa de resolución de dificultades patrimoniales (TARP, por sus
siglas en inglés) por U$S 700.000 millones. Pero también se destinaron 85.000 millones de
dólares para el rescate de la aseguradora AIG, U$S 200.000 para el salvataje de Freddie
Mac y Fannie Mae18 y U$S 250.000 para la capitalización de bancos.
18
Fannie Mae y Freddie Mac son creaciones fonéticas a partir de las siglas de las instituciones: Federal
Nacional Mortgage Association, que significa Asociación Federal Nacional Hipotecaria y Federal Home Loan
Mortgage Corporation, que significa Corporación Federal de Préstamos Hipotecarios. Ambas se crearon con
el fin de conceder préstamos hipotecarios y estaban garantizadas por el gobierno de Estados Unidos.
14
Detrás de este tipo de decisiones, sobre todo en el caso del gobierno de Obama, está la
tradición del keynesianismo de estimular al sector privado para que el aumento de los
beneficios fomente la creación de empleos. Pero el resultado ha sido pobre, tanto en
relación al crecimiento de la actividad productiva como en el descenso de la tasa de
desocupación. El dinero no fue utilizado para incrementar las inversiones sino que en el
caso de los bancos se usó para cubrir sus activos “tóxicos” y en las industrias para saldar
parte de sus deudas. La experiencia histórica demuestra que en momentos de depresión
económica la disponibilidad de crédito no es suficiente. Son fundamentales las políticas de
demanda, es decir, aquellas medidas mediante las cuales el Estado busca compensar a
través del gasto público la deprimida demanda de las empresas.
La tercer alternativa de política es la utilización del gasto público con el propósito de crear
en forma directa empleo, de proveer ayuda a los sectores más afectados por la crisis y de
impulsar obras de infraestructura para mejorar la competitividad de la economía nacional.
De esta manera, se genera una demanda efectiva que beneficia también a los sectores
empresarios privados que proveen ese tipo de bienes y servicios. Esta es la política llevada
adelante por países emergentes como la Argentina y otros países latinoamericanos, como
China y también por la India.
Cabe acotar que las políticas que se aplican para enfrentar la crisis no son neutrales en
términos de los sectores sociales que pueden beneficiar o perjudicar. Así como las
condiciones de crisis son altamente perjudiciales para el sector de los trabajadores debido al
incremento de la desocupación, a la pérdida salarial tanto en términos directos como en
materia de beneficios sociales (salario indirecto) y en las dificultades que se plantean para
las negociaciones de las remuneraciones y de las condiciones laborales; también las
políticas para enfrentarlas muchas veces son usadas para lograr un mayor disciplinamiento
de la clase trabajadora. La ola neoliberal de los años ´80 y ´90 no pudo quebrar las
características básicas del estado de bienestar europeo. Fueron efectivas en los procesos de
desregulación económica y de privatización de las empresas públicas, pero no tanto en la
tarea de desmontar los instrumentos en los que se apoyaba el pacto entre el capital y el
trabajo después de la segunda guerra mundial. Pero hoy las políticas de ajuste que se
impulsan y que se instrumentan afectan ya el corazón del estado de bienestar.
El impacto de la crisis sobre la economía argentina y las respuestas gubernamentales
En el momento del estallido de la crisis la economía argentina presentaba una base mucho
más sólida en relación a otras situaciones críticas anteriores: importantes tasas de
crecimiento de su producto interno, un presupuesto público con superávit, un balance de
pagos superavitario, acumulación de reservas internacionales, menor nivel de
endeudamiento. A esta situación cabe agregar que el incremento en la masa salarial,
producto del aumento del empleo y de la recuperación de los salarios, las políticas de
mejoras en la distribución del ingreso y de transferencia hacia sectores de bajos ingresos
consolidaron un mercado interno, que fue fundamental a la hora de enfrentar los efectos
más duros de la crisis internacional. Esta situación previa le dio a la Argentina un
importante margen de maniobra para la adopción de políticas anticíclicas.
15
En un país como la Argentina, de desarrollo intermedio, pero con una fuerte presencia de
empresas transnacionales en áreas claves de la economía nacional, las crisis que afectan a la
economía mundial pueden repercutir, principalmente, a través de dos mecanismos, por el
lado financiero y por el lado comercial.
En lo que respecta al primer aspecto, la crisis financiera mundial produjo una contracción
de los flujos de capitales a nivel internacional, lo cual afectó el financiamiento de algunas
economías de menor desarrollo. A su vez, el incremento de la incertidumbre que causa una
crisis y los inconvenientes sufridos por las empresas transnacionales en sus países de origen
y ciertas conductas de prevención determinan una salida de capitales desde los países de
menor desarrollo donde operan las filiales de esas empresas. . En estos casos, no siempre se
tienen en cuenta la situación propia de las filiales, sino que prima el análisis global de los
negocios empresarios y, en la situación particular de esta crisis, las dificultades de las casas
matrices. Esos comportamientos y expectativas generan, por un lado, una caída de las
reservas internacionales y por otro, fuertes presiones internacionales y locales de
devaluación de la moneda. También es probable que en los inversores y ahorristas se
generen conductas y actitudes que fomenten una tendencia hacia la dolarización de sus
activos y, por consiguiente, que se produzca una caída en los depósitos bancarios.
En materia financiera la Argentina ya había tenido su crisis a fines del año 2001 con la
caída de la convertibilidad y el default de su deuda externa. La reestructuración de los
compromisos externos con una quita importante, de alrededor del 65 %, casi excepcional a
nivel internacional, significó un alivio de consideración sobre las variables económicas
internas. Ello puede observarse en la evolución de la relación entre los compromisos
externos y el PBI. Mientras dicho indicador se situaba en el 164.3 % en el año 2002, en el
año 2009 había descendido al 48.8 % y actualmente (2012) si sitúa en el 41.5 %.
Esto quiere decir que en el presente el peso del pago de los intereses y amortizaciones de
capital de la deuda externa no es un condicionante para el crecimiento de la economía
nacional. Al mismo tiempo, la reestructuración practicada ha implicado también un cambio
significativo en lo que hace a las monedas en que se han contraído las deudas, ya que
mientras que a fines de 2001 la casi totalidad del endeudamiento estaba nominado en
moneda extranjera, en el año 2012 el 39 % del mismo está en pesos, lo que significa un
fortalecimiento tanto de la economía como de la moneda nacional, como así también una
menor exposición financiera a las posibles variaciones del tipo de cambio.
Además, el crecimiento económico sostenido desde el año 2003 en adelante ha implicado
también el fortalecimiento del conjunto del sector financiero argentino. Digamos de paso
que uno de los inconvenientes históricos de la economía argentina ha sido el insuficiente
desarrollo de este sector. Y que esa “debilidad” en una situación crítica que afecta al sector
financiero se transforma en una ventaja. Lo cierto es que en la Argentina no se vivieron
circunstancias que llevaran al cierre de entidades y ni siquiera a la asistencia de estas por
parte de la autoridad monetaria.
Dentro del programa económico que lleva adelante el gobierno nacional ha sido la
movilización del ahorro interno lo que mayormente posibilitó el crecimiento de la
16
economía argentina en los últimos años y poca la contribución del ahorro externo. También
en este aspecto influyó el hecho de que el gobierno nacional impuso restricciones a los
movimientos de capitales de corto plazo, que suelen crear serios problemas cuando en
situaciones críticas se producen rápidas y cuantiosas salidas.
Sostenibilidad de la deuda externa
Año
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
- En % del PBI Deuda Pública Bruta
Deuda Pública Externa
164.3
95.3
138.7
79.2
127.3
74.3
73.9
34.8
64.0
26.3
56.1
24.1
48.8
18.6
48.8
18.2
45.3
16.9
41.8
14.2
41.5
14.1
Fuente: Ministerio de Economía y Finanzas Públicas. Oficina Nacional de Crédito Público
A pesar de ello la salida de capitales desde Argentina ha sido importante desde el estallido
de la crisis internacional, aunque cabe reconocer que ese hecho se juntó con disputas y
diferencias internas acerca del programa económico gubernamental que acrecentaron la
“fuga” de capitales. La remisión de utilidades y dividendos al exterior entre los cuatro años
que van desde el 2008 al 2011 totalizaron casi 32.000 millones de dólares, un promedio de
U$S 8.000 millones por año, significativamente más alto a lo acontecido en años anteriores.
Mientras que las estimaciones sobre la salidas de divisas, lo que comprende tanto el giro de
capitales al exterior como el atesoramiento que realiza parte de la población alcanzó entre
el año 2007 y el 2011 un monto cercano a los U$S 80.000 millones.19
Por el lado comercial la crisis mundial ha producido una contracción notable en las
importaciones por parte de los países de mayor desarrollo. En el caso de algunas economías
de menor desarrollo también ha sido importante la caída del envío de remesas por parte de
grupos emigrados.
En este plano, la Argentina tiene hoy una particularidad que la expone un poco menos a la
crisis de los países con mayor desarrollo. Es que en los últimos años se ha producido una
reorientación comercial de nuestro país, muy especialmente del destino de sus
exportaciones. En la actualidad, tomando los datos de las exportaciones del año 2011, las
19
La fuga de capitales comprende la compra de dólares o de otras monedas extranjeras por parte de empresas
o de particulares. Son capitales que salen del sistema económico local, se envían al exterior o se atesoran en
una caja de seguridad bancaria o “debajo del colchón en el hogar”.
17
ventas realizadas a los países de la ALADI20 constituyen el 40 % de las exportaciones
totales. La mitad de ese volumen se exporta al Brasil (20.6 % de las exportaciones totales) y
alrededor de un 8 % del total se dirige a China. Es decir, que más del 50 % de las
exportaciones argentinas en la actualidad tienen como destino países de los denominados
emergentes, algunos de los cuales han tenido en los últimos años (y décadas, diríamos) un
alto crecimiento económico y se perfilan hacia el futuro como grandes actores en la
economía mundial. Paralelamente se ha registrado una disminución en el destino de las
exportaciones hacia los países con mayor desarrollo, caso EE.UU. (5.1 %) y la Unión
Europea (16.9 %).
También se han producido cambios, aunque en menor medida, en la composición de las
exportaciones. Como consecuencia de las políticas de fomento a las exportaciones
industriales y del mantenimiento de un tipo de cambio competitivo, y a pesar del fuerte
incremento de los precios internacionales de los productos primarios, hubo un crecimiento
de las exportaciones industriales del 280.4 % entre 2003 y el año 2011. A partir de ello, las
exportaciones industriales han llegado a significar el 34.4 % de las exportaciones totales.21
Pero además de estas políticas, que son propias del proyecto integral que lleva adelante el
gobierno nacional desde el año 2003, se han tomado y se siguen implementando una serie
de medidas para contrarrestar los efectos más perniciosos de la crisis.
Evolución de las exportaciones argentinas
Millones de dólares
Total
Primarios
MOA
MOI
Combustibles
Fuente: INDEC
1997
26.431
2002
25.651
2003
29.484
2004
34.576
5.705
5.273
6.666
6.852
9.104
8.138
9.938
11.926
8.334
7.601
7.675
9.616
3.288
4.639
5.206
6.181
2005
40.387
2006
46.456
2007
55.780
2008
70.589
2009
55.669
2010
68.134
2011
83.950
8.111
8.627
12.352
13.141
15.244
19.188
16.425
9.306
15.142
20.213
24.050
21.202
22.661
28.192
11.985
14.826
17.321
22.209
18.713
23.816
28.916
7.150
7.760
6.919
7.905
6.438
6.515
6.629
Una de las decisiones más trascendentes en este aspecto ha sido, sin duda, la reestatización
de las AFJP (Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones). Ello cumplió con
diversos objetivos. En primer lugar, la medida evitó el deterioro que podían sufrir los
fondos acumulados por las Administradoras y que afectarían las futuras jubilaciones de los
trabajadores cotizantes. La profundidad de la crisis financiera a nivel mundial ha afectado
gravemente la situación de los fondos de pensiones y jubilaciones en el mundo a partir de la
caída de las cotizaciones bursátiles. La decisión del gobierno nacional de reestablecer un
sistema público de jubilaciones permitió sortear una segura caída en el valor de estos
20
La ALADI, Asociación Latinoamericana de Integración, es el mayor grupo latinoamericano de integración.
Sus trece países miembros comprenden a Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, Ecuador,
México, Panamá, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela, representando en conjunto 20 millones de
kilómetros cuadrados y más de 510 millones de habitantes.
21
Tal como puede observarse en el gráfico “Composición de las exportaciones”, en el año 2011 las
exportaciones correspondientes a las Manufacturas de Origen Industrial (MOI) fueron el 34.4 % de las
exportaciones totales, las Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA) el 33.6 %, las de bienes primarios el
24.1 y los combustibles el 7.9 %.
18
fondos con efectos muy perjudiciales hacia los futuros jubilados que habían adherido al
sistema privado.
En segundo lugar, la decisión tomada recuperó un sistema de solidaridad intergeneracional,
dejando de lado un esquema que ponía como prioritario el rol del sistema de jubilación en
función de su aporte al mercado de capitales, es decir, donde los aportes de los trabajadores
estaban destinados a financiar las inversiones del capital privado.
Composición de las exportaciones por grandes rubros
- En % -
2011
1997
12,4
7,9
21,6
34,4
31,5
34,4
Primarios
24,1
MOA
MOI
33,6
Combustibles
Fuente: INDEC
En tercer lugar, el traspaso de los fondos acumulados por las AFJP al control estatal, que en
el momento de la estatización sumaban más de 90.000 millones de pesos ha permitido, a su
vez, la implementación de diversas políticas contracíclicas para defender el nivel de empleo
y la producción, expandiendo el consumo y la actividad económica en general.22
En materia de política fiscal expansiva se pusieron en marcha diversos planes de inversión
pública destinados, por un lado, a la ejecución de obras vinculadas con el desarrollo
energético, la infraestructura de transporte, las comunicaciones, la seguridad, la banca
pública, la infraestructura de salud y, por otro lado, la construcción de complejos
habitacionales junto con la ampliación del servicio de agua potable y cloacas.
Con respecto a la política laboral el gobierno implementó un conjunto de medidas
tendientes al mantenimiento del empleo y del poder adquisitivo de los salarios. Por un lado,
se puso en práctica un plan de regularización con beneficios de reducción de cargas sociales
para aquellas empresas que registren a sus trabajadores. Se fortaleció el desarrollo del
Programa de Recuperación Productiva (REPRO), cuya vigencia data del año 2002, que
destinó más de $ 500 millones para el sostenimiento del empleo de casi 150.000
trabajadores pertenecientes a 2.750 empresas durante el año 2009, en su mayoría pequeñas
y medianas. De esta manera, el REPRO se convirtió en una de las herramientas más
importantes para frenar despidos colectivos y suspensiones de trabajadores, ya que las
22
El llamado Fondo de Garantía de Sustentabilidad alcanzó al III trimestre de 2012 un valor total de $
227.544 millones.
19
empresas que lo solicitan se comprometen a mantener la dotación total del personal y a
abstenerse de disponer despidos sin causa y el suplemento en dinero suministrado por el
Estado se destina a alcanzar el salario establecido en el convenio colectivo correspondiente
a la actividad que desarrolla la empresa. Este programa fue prorrogado hasta el 31/12/2012
y se actualizó el importe del beneficio aportado por el Estado, fijándolo en $ 800.- para el
primer semestre de 2012 y $ 1.000.- para el segundo semestre.
En materia de política ingresos, en un principio se continuó con los aumentos de haberes
jubilatorios y luego se impulsó la sanción de la ley 26.417 con un esquema de aumentos
semestrales que tratan de garantizar el mantenimiento en términos reales de las jubilaciones
y su incremento por encima del nivel general de precios. De esta manera, el haber mínimo
jubilatorio pasó de $ 690.- en febrero del 2009 a $ 1.879.67 después del último ajuste en el
mes de septiembre de 2012.
Evolución de la Jubilación Mínima
En pesos
Fecha
Haber Mínimo
Ene 03
150
Jul 03
220
Ene 04
240
Jun 04
260
Sep 04
308
Jul 05
350
Sep 05
390
Jun 06
470
Ene 07
530
Sep 07
596
Mar 08
655
Jul 08
690
Mar 09
770
Sep 09
827
Mar 10
895
Sep 10
1.046
Mar 11
1.272
Sep 11
1.486
Mar 12
1.687
Sep 12
1.880
Fuente: ANSES
A través del Decreto 1602/2009 el Poder Ejecutivo Nacional creó la llamada Asignación
Universal por Hijo (AUH), que dispone la ampliación del régimen de asignaciones
familiares a los menores cuyos padres se encuentren desocupados o empleados en la
economía informal. Es así como se generalizó este beneficio a los menores que hasta ese
momento no estaban cubiertos por el régimen de asignaciones familiares, vigente solamente
20
para los trabajadores empleados en relación de dependencia y registrados por sus
empleadores.
Además de la significación social y ética de esta medida, ampliada luego a la mujer
embarazada, la misma se traduce en un significativo estímulo al consumo y sigue las
recomendaciones de los economistas heterodoxos más importantes en la actualidad cuando
expresan que los esfuerzos de los Estados ante la crisis deben dirigirse hacia los sectores de
menores ingresos y mayor vulnerabilidad porque son los que gastan todo su ingreso.
Evolución jubilación mínima - En $ 2000
1880
1800
1687
1600
1486
1400
1272
1200
1046
1000
895
827
770
800
600
400
200
2
2
p1
se
ju
l-1
1
11
en
e12
m
ar
-1
2
m
ay
-1
2
no
v-
1
p1
se
ju
l-1
0
10
en
e11
m
ar
-1
1
m
ay
-1
1
no
v-
0
p1
se
ju
l-1
9
09
en
e10
m
ar
-1
0
m
ay
-1
0
no
v-
9
p0
9
ju
l-0
se
m
ar
-0
m
ay
-0
9
0
Cabe acotar que la economía argentina sintió en el año 2009 los efectos de la crisis
internacional y que se produjo un desaceleramiento en las tasas de crecimiento del PBI, que
habían sido del 8.5 % promedio anual entre el 2003 y el 2008, creciendo tan solo un 0.9 %,
pero que como consecuencia de las política comentadas anteriormente en el año 2010 se
logró recuperar el sendero del crecimiento llegando a una suba del 9.2 %, lo que ha
continuado durante el año 2011 en que se alcanzó una suba del PBI del 8.9 %.
En el año 2012 y en la misma línea de medidas reseñadas más arriba se puso en vigencia el
llamado Plan Procrear que proyecta entregar 400.000 créditos para la construcción de
vivienda, de los cuales se prevé que los primeros 100.000 créditos, beneficiando a más de
400.000 personas, se otorgarán en el periodo 2012-2013. El objetivo de este programa es el
fortalecimiento de las políticas de estímulo a la producción y el empleo, dado que la
actividad de la construcción se caracteriza por sus efectos multiplicadores hacia otros
sectores económicos y por una fuerte creación de empleo. Asimismo, los créditos se
otorgan a plazos entre los 20 y los 30 años y con tasas bajas de interés que van del 2 % al
21
14 %, dependiendo del monto de los ingresos familiares, es decir, bajo condiciones que no
existen en la plaza financiera. Resulta de importancia destacar el papel financiero del
Estado Nacional que compromete fondos provenientes de diferentes organismos, entre ellos
ANSES y el Ministerio de Economía y Finanzas Públicas, pero que también convoca a
otros inversores privados que puedan estar interesados.
También se inscribe en este tipo de política la reforma a la carta orgánica del BCRA.
Dentro de las concepciones neoliberales se había impuesto la idea de que los Bancos
Centrales debían encargarse solamente de la estabilidad de la moneda y debían tener una
completa independencia de las políticas que desarrollaban los gobiernos. La modificación
de la carta orgánica significa poder conciliar la estabilidad monetaria y financiera, porque
no es que el BCRA va a dejar de cumplir esta misión, con la economía real, con el
crecimiento económico y el empleo. Y haciendo uso de las nuevas atribuciones otorgadas
por la reforma, el Banco Central dispuso que los bancos privados y provinciales destinen el
5 % de sus depósitos para el financiamiento de proyectos productivos y a una tasa que
aproximadamente será del 15 % anual. Algunas estimaciones prevén que por este concepto
se alcanzarán alrededor de 15.000 millones de pesos para el otorgamiento de créditos.
Perspectivas futuras
Históricamente toda crisis ha desencadenado cambios transcendentales tanto en el ámbito
de las relaciones internacionales entre países, como en el interior de las naciones en cuanto
a la relación entre los diferentes sectores que componen una sociedad y entre estos y sus
estados. Seguramente esta no será la excepción.
Debido a lo que hemos expresado respecto a la incorporación al mercado mundial de
nuevos actores con un peso importante se ha puesto en cuestión la hegemonía
estadounidense en materia económica. El crecimiento de la economía china y el de otros
países, lleva a pensar, por un lado, en situaciones de un mayor equilibrio de poder en
términos comerciales, pero por otro, en una agudización de los procesos de competencia
por los mercados y por la recepción de inversiones. Las presiones de EE.UU sobre China
para que este último revalorice su moneda como forma de contrarrestar el déficit comercial
externo del primero es una demostración de las situaciones de disputa a nivel internacional
que se están desarrollando.
Las nuevas realidades en el ámbito internacional repercuten también en los bloques de
países que se conforman y en la actuación de estos en los organismos internacionales. La
actuación conjunta de los llamados BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) es un
elemento más que cuestiona la hegemonía norteamericana. Sus propuestas unificadas han
producido ya modificaciones en los estatutos del Fondo Monetario Internacional con
cambios que les dieron a estos países un mayor poder de voto y en los esquemas de
financiamiento. También este conjunto de países cuestionan la sobrevivencia del dólar
como moneda mundial y tratan de elaborar una propuesta alternativa en forma unificada, lo
que no les resulta fácil dada las diferentes situaciones y lugares que cada uno de ellos ocupa
en el ámbito internacional. Entre las dificultades que enfrentan se destaca la gran
acumulación de reservas en dólares por parte de China. Las proposiciones de los BRICS
22
pasan también por una reestructuración del comercio internacional y una reformulación de
organismos como la OMC que traten de superar los rígidos esquemas actuales. A fines de
marzo de 2012 en un cónclave de estos países se propuso realizar las operaciones
comerciales entre ellos en sus propias monedas.
Como la crisis actualmente (2013) continúa en pleno desarrollo y no se visualizan claras
salidas de la misma, resulta difícil trazar un panorama futuro de las relaciones y poder
internacionales. Igualmente, en base al análisis que venimos realizando puede preverse que
el mundo futuro se presenta con nuevos equilibrios a nivel internacional, dado el retroceso
de EE.UU. como potencia económica frente a la irrupción de otros países que vienen
experimentando un fuerte crecimiento y que están siendo menos afectados por las
consecuencias más graves de la crisis. Es probable entonces que la humanidad se encamine
hacia un poder económico con mayores contrapesos y se asista a la consolidación de
nuevos bloques con mayor ingerencia en las relaciones internacionales.
Más incógnitas se presentan si se quiera evaluar la evolución futura del sistema productivo
en crisis. El ya citado Francois Chesnay trata de vincular la crisis económica con la crisis
climática del planeta. La enorme expansión que desde su consolidación como sistema
social ha tenido el capitalismo y que pareciera no tener obstáculos, a pesar de sus crisis
periódicas, comienza a mostrar que existen barreras peligrosas de transponer sin poner un
juego su propia subsistencia. Esa barrera está dada hoy por la propia Naturaleza, por la
propia sobrevivencia del planeta tierra como tal, como consecuencia de la expansión
continua de un sistema de producción y consumo que los arremete y que compromete su
futuro.
Pero la irrupción de nuevas formas de producción y consumo, más amigables con la
Naturaleza y más equitativas socialmente, necesitan no sólo de nuevos equilibrios de poder
a nivel mundial, sino también de concepciones políticas y de relaciones de fuerza que
permitan lograr acuerdos necesarios para que esas nuevas formas fueran factibles. Y esas
condiciones dentro del marco del desarrollo de esta crisis aún no se perciben.
23
La crisis europea, Grecia y la Argentina RECUADRO
Uno de los países europeos más afectados por la crisis mundial ha sido Grecia. A pesar de
ser un país pequeño y formar parte de lo que podríamos considerar como la periferia de la
Unión Europea (UE), esto es, un país que no tiene los mismos indicadores de desarrollo y
de bienestar como los países centrales o maduros (Alemania, Francia, Inglaterra), su
situación y las posibles salidas de la crisis han tenido una amplia repercusión en el ámbito
internacional.
La economía griega representa tan sólo el 3.3 % de la economía de la Unión Europea
medido en términos porcentuales en relación al PIB. Su población económicamente activa
constituye solamente el 2.7 % de los 225 millones de personas que suma esta categoría para
el conjunto de los países de la UE. Podrían seguir dándose cifras que demostrarían que en
realidad la economía griega es una economía pequeña en relación al potencial conjunto de
la totalidad de los países que constituyen la UE.
Surge entonces la pregunta acerca de por qué la crisis de una economía pequeña tiene tanta
trascendencia no sólo para el continente europeo, sino también para la economía global.
Cabe destacar que otros países, como Portugal, España, Italia e Irlanda, para considerar
aquellos que están dentro de la órbita del Euro como moneda común, sufren síntomas
similares a los de la economía griega, básicamente un alto endeudamiento, interno y
externo, déficit fiscal y desocupación. Pero también Inglaterra, un país que mantuvo su
propia moneda, atraviesa por una situación crítica similar y pareciera no despertar tantos
comentarios mediáticos.
Grecia adoptó el euro a comienzos del año 2001 (el 1º de enero). Tuvo un boom de
consumo, derivado de la estabilidad de precios y de un fácil acceso al crédito a bajas tasas
de interés. Solamente en sus apariencias pueden aparecer los consumidores griegos como
los beneficiarios de este proceso. Porque un análisis más acabado llevaría a la conclusión
que en realidad han sido los bancos, de origen alemán y francés principalmente, y las
empresas multinacionales que abastecieron ese boom, los mayormente beneficiados en ese
proceso.
Esa expansión del consumo basado en el endeudamiento público y privado pronto empezó
a hacer mella en dos sectores básicos de la economía griega. Por un lado, en el sector
externo. Efectivamente, entre los años 1996 y 2007 Grecia estuvo entre los 10 países del
mundo con mayor déficit en su balance de pagos. Esta situación se fue agravando en el
curso de los años, llegando en el 2009 a sumar 21.000 millones de dólares de exportación y
64.000 millones de importaciones, arrojando un déficit comercial de 43.000 millones de
dólares. Por otro lado, el déficit del sector público alcanzó en el año 2009 al 13,6 % del
PBI. Cabe recordar que el Tratado de Maastricht que estableció la unión económica y la
creación del euro, puso un límite al déficit fiscal de los países miembros del 3 % de su PBI.
Esas situaciones críticas desembocaron primero en un encarecimiento del crédito para
cubrir el déficit y luego en prácticamente la pérdida del acceso al financiamiento.
24
Ahora bien, ¿que otras consecuencias trajo para la economía griega la adopción del euro y
la eliminación de su propia moneda? Y aquí pueden establecerse ciertas vinculaciones con
la situación que padeció la Argentina a fines de la década del ’90 y principios del siglo
XXI. La adopción de una moneda en común no sólo significa ceder soberanía en términos
de no poseer una moneda propia sino también que se resignan posibilidades en la aplicación
de políticas monetarias y cambiarias. La política monetaria quedó en última instancia en
poder del Banco Central Europeo, pero desde una concepción absolutamente influida por el
pensamiento neoliberal se le prohibió a éste el financiamiento del déficit de los países
miembros. Es decir, no sólo existe para los países integrantes de la UE una fuerte
restricción monetaria y cambiaría, sino que la aplicación de la lógica neoliberal determina
también una gran limitación a la política fiscal, constreñida al financiamiento privado y a
posibles modificaciones del régimen tributario.
La asimilación con la situación de la Argentina a fines de la Convertibilidad se hace
evidente. La adopción de un esquema de tipo de cambio fijo (la paridad 1 a 1, peso / dólar)
significó inicialmente para la economía argentina un destacable proceso de contención de la
inflación. Sin embargo, la convertibilidad terminó siendo un formidable mecanismo para la
valorización financiera del capital. La certidumbre cambiaria a mediano plazo estimuló la
entrada especulativa de capitales, aprovechando el diferencial de tasas de interés, esto es,
que altas tasas locales frente a una cotización fija de dólar, se traducían en pingües
ganancias financieras en dólares.
Este esquema de valorización financiera se combinó luego con la persistencia del déficit
fiscal, agudizado luego de la privatización del sistema jubilatorio y la imposibilidad de
cerrar el agujero fiscal que esto ocasionaba, y también con el retraso de la cotización
cambiaria que el lento pero continuo crecimiento de los precios internos iba generando. La
combinación de déficit comercial externo y déficit fiscal creciente estimuló el
endeudamiento, que posteriormente se combinaría con la fuga de capitales cuando la
percepción de la imposibilidad del sostenimiento del tipo de cambio fijo se hizo evidente.
Los intentos por sostener la convertibilidad se parecen mucho a los planes de ajuste que se
están tratando de implementar actualmente en los países europeos más comprometidos en la
situación de crisis: rebajas de salarios de los empleados estatales, recortes en las
jubilaciones, ajustes presupuestarios que llegan a afectar áreas muy sensibles como la
educación, etc.
Cabe recordar que con la asunción de Domingo Cavallo como Ministro de Economía en el
mes de marzo de 2001 se profundizó la política del ajuste. La insistencia en mantener el
esquema de convertibilidad hacía imposible una devaluación de la moneda nacional como
forma de ganar en productividad a nivel internacional, esto es, hacer más baratos los bienes
de exportación nacionales y facilitar así su colocación en el mercado mundial, intentando
cerrar la brecha en el déficit comercial externo. De esta manera, el ajuste económico sólo
podía descargarse sobre otras variables, en especial sobre los costos salariales.
Finalmente, la convertibilidad estalló a fines del año 2001, con elevados costos socio
económicos y políticos, pero se abrió la posibilidad de aplicar otro tipo de programa
económico.
25
Lo que algunos autores plantean es que la crisis europea no tiene un claro camino de salida
a la luz de las políticas que se están aplicando. Por el contrario, las medidas implementadas
son de similar naturalezas a aquellas que se estiman como responsables de la crisis. Es por
ello que también estas visiones ponen en duda la continuidad del euro como moneda común
y hasta la propia integración. Un razonamiento en tal sentido sería: “Si el costo de
permanecer en la eurozona es mayor a los beneficios, ¿por qué pertenecer? “23 El
economista griego Costas Lapavitsas lo reafirma: “si ellos (los griegos) aceptan un salario
de 300 euros por mes, pensiones de 150 euros, un desempleo del 20 por ciento, falta de
trabajo para los jóvenes, es decir, convertirse en una esquina insignificante, chica, lateral y
paralizada, ser un rincón de Europa para vacacionar, entonces se pueden quedar en la
Unión. Si no aceptan eso, si quieren un mejor futuro, deben irse del euro.”24
Cualquier predicción acerca de la integridad futura de la Unión Europea y de la zona del
euro es prematura, dado aún el desarrollo pleno de la crisis. Ese futuro dependerá de la
evolución no sólo del desarrollo particular en plano económico de la crisis sino de las
decisiones políticas que se tomen, por un lado, por parte de los países centrales de la Unión
Europea que son los que en última instancia tienen una mayor influencia sobre el conjunto
de los países y sobre las instituciones que rigen la integración y, por otro lado, de la marcha
del proceso político en cada uno de los países más afectados y de las convicciones de sus
dirigentes en torno a balancear los costos y beneficios de la permanencia en la Unión
Europea y en la zona del euro y los que implicarían un alejamiento.
“El Euro no es viable”. Entrevista a Noemí Brenta, en Comunidad y Desarrollo N° 15, Buenos Aires, Mayo
2012.
24
Suplemento Cash de Página 12. 19 de abril de 2012.
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