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Artículos de Mesoweb
Rezar y k’ex, San Silverio, Quintana Roo, 2012
Bruce Love
En mayo de 2012, en el noroeste de Quintana Roo, cerca del límite con el Estado de Yucatán, tuve el
privilegio de observar y fotografiar un complejo rito de sanación, llevado a cabo por don José, el j-meen
de la aldea.
Damiano Dzib Aban, residente de Xuilub, amigo mío, custodio y consultor en muchos proyectos
etnográficos a lo largo de los años, vino conmigo a la aldea de San Silverio en mi vehículo de campo (ver
foto arriba) y fungió como traductor y explicador de los ritos que estábamos por presenciar.
2012 Traducción de “Rezar and K’ex, San Silverio, Quintana Roo, 2012.” Mesoweb: www.mesoweb.com/
es/articles/Love/Rezar.pdf. Esta traducción: mesoweb.com/es/articulos/Love/Rezar.pdf.
Rezar y k’ex, San Silverio, Quintana Roo, 2012
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Al llegar a San Silverio, alrededor de las 4:45 PM, don José se hallaba ocupado produciendo virutas
a partir de un material leñoso, a la luz de la puerta abierta de su casa. Damiano se sentó a un lado,
haciéndole preguntas a don José de mi parte, con el fin de identificar los materiales y sus usos.
Las virutas eran de tankas che’,1 a utilizarse en los rezos o plegarias por venir, en el marco de un rito de
purificación también conocido como “santiguar,” cuyo propósito es eliminar los malos aires, responsables
de las enfermedades. Anteriormente, había yo presenciado el uso de hojas de tankas che’ en ceremonias
de “santiguado” (Love, 2012: 5, 28), pero en este caso don José estaba juntando virutas hechas con las
raíces de dicho árbol.
1
Zanthoxylum fagara (Barrera Marín et al., 1976: 145; Mendietta y del Amo R., 1981: 353). Para una discusión más amplia
sobre el tancaz y los aires malignos, ver Redfield y Villa Rojas, 1962: 164-166. Villa Rojas informa de cruces hechas con tancaz
che’ para proteger a los niños de los aires malignos (Villa Rojas, 1945: 134, 1987: 384).
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En otra pila, se hallaban raíces de boox tankas aak’, una liana negra que se utiliza contra el k’ak’as iik’, el
viento maligno.2
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No se halla mención alguna del boox tank’as aak’ en las dos principales fuentes de etnobotánica de Yucatán, si bien en una
de ellas se hallan referencias al boox ak’, identificándola como Tournefortia volubilis (Mendieta y del Amo, 1981: 341), en tanto
que en otra fuente se le identifica como Nicolia fruticosa (Barrera Marín et al., 1976: 53).
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Había una tercera planta: besinikche’, “planta de camino de hormigas.”3 Y, a diferencia de las otras dos, la
pila de ésta parecía consistir en ramitas y no en raíces. Don José también estaba produciendo virutas con
ella, aunque en este caso para macerarlas en alcohol, utilizándolas específicamente para síis tu wíinklil o
“enfriar el cuerpo.”
Una vez que hubo preparado las virutas necesarias con las raíces y las ramitas, las reunió, desechando
los restos no utilizados frente a su casa, entre arbustos y árboles.
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Alvadaroa amorphoides (Barrera Marín et al., 1976: 340; Mendieta y del Amo, 1981: 19).
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Otro importante ingrediente lo constituían las hojas de boox tankas che’, aparentemente una planta
diferente de la boox tankas ak’, que no he podido identificar. Don José nos informó que debía hervirlas.
Junto con las tres pilas de virutas, don José reunió otros ingredientes para crear sus paquetes de curación.
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Las hojas de boox tankas che’ están en la bolsa de plástico negro, en tanto que el manojo verde que reposa
sobre el periódico es el conocido sipiche’, que se utiliza en toda la península para las ceremonias de
“santiguar” o, en este caso, de “rezar.”4
Sipiche’, algunas veces mencionado como sipche’, Bunchosia swartziana/glandulosa (Barrera Marín et al., 1976: 139; Love
2012; Mendieta y del Amo, 1981: 63).
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7
Don José preparó paquetes de los ingredientes curativos con periódico; primero, ajo y luego x-chawal
ik.5 El ajo cura el k’i’inam o dolor, en tanto que el x-chawal ik sirve para combatir los k’ak’as íik, los vientos
malignos.
5
En las fuentes botánicas no he hallado referencia alguna al x-chawal ik , aunque si al chawa’ ik , Capsicum annum (Barrera
Marín et al., 1976: 65; Mendieta y del Amo, 1981: 78). Es posible que haya yo escuchado mal la pronunciación del nombre, pero
me pareció escuchar una l final en la palabra chawal.
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Sobre ellos puso las virutas de tankas che’,
y luego envolvió todo en un paquete apretado.
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En un pequeño vaso de plástico mezcló tankas che’, tabaco de un cigarrillo, alcohol y quizás otros
ingredientes que no estoy seguro de poder identificar.
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En ese momento llegaron el paciente, un joven agricultor maya llamado Ejilico, y su familia, llevando un
saco con más artículos: tres huevos crudos, tres velas nuevas y una gran bola de sakan (masa cruda de
maíz molido). Damiano se sentó justo frente a la puerta. Mientras intentaba yo tomar nota de todo, don
José salió por la puerta de atrás y entró a la cocina. Pronto comprendí que estaba preparando la bebida
ritual saka’, mezclando agua y la masa de maíz que la esposa de Ejilico había traído.
Cinco minutos más tarde, a las 5:35, salimos todos al patio. Ahí ya se había construido la “mesa” más
sencilla de todas: la llamada k’at che’ o k’atal che’: dos postes atados entre un arbolillo y un poste vertical.
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Ejilico sostuvo la cubeta de saka’, mientras don José colgaba los soportes de los vasos.
Se llenaron siete vasos de saka’, y se pusieron sobre la k’at che’, colocando dos vasos llenos adicionales en
las ramas.
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Los dos que estaban en las ramas, sobre la mesa, se sacralizaron cada uno con una cruz de xi’imche’.6
6
Casearia nitida (Barrera Marín et al., 1976: 168; Love, 2012; Mendieta y del Amo, 1981: 82).
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Don José comenzó su plegaria en español, pero al levantar los dos vasos con las cruces vegetales, comenzó
a hablar en maya. Al terminar de rezar, volvió a colocar los dos vasos en las ramas del árbol y entramos
a la casa. La familia de Ejilico se había quedado dentro de la casa durante toda la sesión de plegarias.
Una vez dentro de la casa, don José le dio instrucciones al paciente de sentarse en una silla, al tiempo
que iniciaba sus procedimientos.
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En cada una de tres camas de hojas de sipiche’, próximas a la silla, se colocaron dos paquetes y un huevo.
Se agregó una vela a cada conjunto. Como ya se dijo, había tres de estos conjuntos y cada uno incluía
todos los elementos descritos: uno a cada lado de la silla y uno detrás de ella.
Al explicar el contenido de los paquetes, don José utilizó términos que yo no había escuchado en todos
mis años de trabajo de campo (un ejemplo perfecto de las grandes variaciones que hay entre las prácticas
de un j-meen y otro, y de aldea a aldea). Hay un total de seis paquetes, dos en cada uno de los grupos
colocados alrededor de la silla: dos paquetes para siete “palabras,” dos para nueve palabras y dos para
catorce palabras. Creo que el término “palabras” se refiere a las plegarias que el j-meen habría de recitar
en el curso de la ceremonia de k’ex, pero no estoy completamente seguro de esto. El par para las siete
palabras era para los cuatro evangelios, la kan ti’its lu’um (“tierra de cuatro esquinas”) y mucho más que
no pude registrar. El par de paquetes para nueve palabras era para los balam yuntsilo’ob y balam wíinklil.
El par para catorce palabras era para los santos wínklil.
La discusión de cada uno de estos términos rebasa el alcance de este estudio (favor de consultar Love,
2012 para mayores descripciones y explicaciones de estos términos). El término “evangelios” resultó
nuevo para mí (al igual que el uso de “palabras” en el sentido descrito). Posteriormente, cuando le
pregunté a Damiano, mi consultor, quiénes eran los “evangelios,” sencillamente me dijo que eran santos
wíinklil o “seres sagrados.” Y que vivían en el cielo.
Las tres velas ayudaron a aclarar un poco mi confusión tipológica. Cada grupo de paquetes y huevo se
acompañaba de una vela y se me explicó que cada vela era para una diferente clase de seres sagrados:
santos wíinklil, balam wíinklil y los cuatro evangelios. Así que, obviamente, en el marco esotérico de la
cosmovisión de don José, estas tres clases son distintas y cada una recibe su propio grupo de plegarias.
Pero, antes de poder llevar a cabo el k’ex, deben llevarse a cabo los rezos.
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Trazando pequeñas cruces, don José unta el preparado de tabaco, alcohol y tankas che’ en muchos puntos
clave del cuerpo del paciente, incluyendo las sienes.
Los miembros de su familia que acompañan a éste último también se aplican el curativo, especialmente
en las coyunturas.
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Esto es seguido por una larga plegaria, en el curso de la cual don José describe grandes círculos frente a
Ejilico con el manojo de sipiche’, en sentido contrario al de las manecillas del reloj.
Al terminar su plegaria, coloca un crucifijo en el suelo, cerca del grupo constituido por el huevo, la vela
y el paquete que se halla detrás de la silla.
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Luego, recoge el pequeño paquete hecho de periódico, junto con su pequeña cama de hojas y, utilizando
el manojo de sipiche’, “barre” la enfermedad, retirándola del paciente y pasándola al paquete. Hace lo
mismo con cada uno de los tres paquetes hechos de periódico, sin dejar de rezar todo el tiempo.
Hace luego lo mismo con los huevos, “barriendo” la enfermedad del cuerpo y pasándola al huevo.
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Mientras rezaba y “barría,” me pareció que las plegarias debían ser las “palabras” que había mencionado
anteriormente: siete palabras, nueve palabras y catorce palabras.
Después de que cada paquete y cada huevo, junto con las hojas, han cumplido su función, se apilan en
el piso.
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Cuando concluyen las plegarias, el paciente se levanta, la silla se retira y se coloca agua bendita
cuidadosamente, en pequeños charcos, en el lugar previamente ocupado por el paciente. El agua se vierte
en cinco lugares, cuatro forman las esquinas de un gran cuadrado y uno en el centro, en una disposición
de quincunce. Durante todo el procedimiento, las velas permanecen prendidas y el crucifijo en su sitio.
Don José saca al patio (él solo) el bulto de hojas, huevos y paquetes de periódico contaminados.
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Al pasar por la mesa k’at che’, se detiene, ofrenda el bulto a las alturas y recita una breve plegaria, antes
de continuar.
En la agonizante luz del crepúsculo, lleva el bulto al interior de la selva.
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Ahí, se deshace de los paquetes, los huevos y las hojas contaminadas de enfermedad. Va abriendo los
paquetes uno por uno y arroja sus contenidos entre la maleza, rompiendo los huevos contra las piedras
del suelo.
Habiendo desechado con seguridad la enfermedad en la selva, regresa entonces a la mesa en el patio.
Usando las hojas de xi’imche’ de las cruces sagradas que están sobre los vasos, salpica algo de santo saka’
en el aire, en ofrenda a los seres celestiales.
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Estas hojas, lavadas con saka’, se colocan luego en la base de la pared de piedra que separa el patio de
don José de la calle. Desarma entonces la mesa, vierte la saka’ nuevamente a su cubeta de plástico, reúne
los vasos y quita los postes.
De regreso en casa, don José apaga las velas, coloca el crucifijo sobre la mesa que funge como altar
doméstico, y comienza a consultar con el paciente y su familia. La manera en que las velas se quemaron
es importante. Don José las interpreta para el paciente y su familia.
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Les da medicina para que la utilicen en los días por venir, instruyéndoles sobre la manera de prepararla.
Esta medicina está hecha con boox tankas aak’, la liana negra que preparó antes de que llegaran el paciente
y su familia. Don José recibe el pago de sus servicios y luego el paciente y su familia se retiran, habiendo
concluido exitosamente el rezar o santiguado, en el curso del cual se utilizaron hojas especiales, mojadas
con una mezcla de tabaco, alcohol y tankas che’ para hacer el signo de la cruz sobre el paciente y su
familia, y se llevó a cabo un k’ex, en el que se extrajeron los aires malignos causantes de la enfermedad
del paciente, transfiriéndolos a la selva.
Los santos y guardianes católicos parecen mirar con benevolencia desde el altar doméstico de don José,
mientras éste da por concluida la sesión, conjunción perfecta de las creencias nativas y españolas en el
marco de un desempeño magistral y eficaz de las artes de sanación.
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Bibliografía
Barrera Marín, Alfredo, Alfredo Barrera Vásquez, y Rosa María López Franco
1976 Nomenclatura etnobotánica maya. Una interpretación taxonómica. Colleción Científica 36. INAH-SEP, Mexico.
Love, Bruce
2012 Maya Shamanism Today: Connecting with the Cosmos in Rural Yucatan. Precolumbia Mesoweb Press, San
Francisco.
Mendieta, Rosa María, y Silvia del Amo Rodríguez
1981 Plantas medicinales del estado de Yucatán. Instituto Nacional de Investigaciones Sobre Recursos Bióticos,
Xalapa.
Redfield, Robert, y Alfonso Villa Rojas
1962 Chan Kom: A Maya Village. University of Chicago Press, Chicago.
Villa Rojas, Alfonso
1945 The Maya of East Central Quintana Roo. Publication 559, Carnegie Institution of Washington, Washington D.C.
1962 Los elegidos de Dios. Etnografía de los mayas de Quintana Roo. Colección 56. Instituto Nacional Indigenista,
Mexico.