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LOS PRIMATES
NO HUMANOS
COMO INGENIEROS
ECOSISTÉMICOS
Fuente: fotografía de fotografía de Sacha Cárdenas.
Pablo R. Stevenson
Los primates no humanos
como ingenieros ecosistémicos
Pablo R. Stevenson
Ph. D., profesor titular
del Departamento de
Ciencias Biológicas de la
Universidad de los Andes.
[email protected]
Los ingenieros son primates humanos que usando varias áreas del conocimiento y técnicas científicas
pueden dar respuesta a problemas y optimizar soluciones que afectan a los miembros de su especie. El
término ingenieros ecosistémicos se ha acuñado para las especies que pueden afectar el medioambiente
de manera evidente, mediante la creación o modificación drástica de hábitats que pueden hacer que se
vea alterada la cantidad de recursos disponibles para otras especies que habitan en el mismo ecosistema [1]. Entre los ejemplos clásicos de este tipo de ingenieros están los castores, capaces de convertir
ecosistemas terrestres en hábitats acuáticos represando intencionalmente corrientes de agua [2]. También se sabe que grandes mamíferos, como elefantes, pueden afectar profundamente la composición y
estructura de la vegetación [3]. Por ejemplo, en zonas donde estos son excluidos experimentalmente, la
cobertura de la vegetación puede ser muy distinta a la de zonas que ellos ocupan; de hecho, tienen la
capacidad de transformar un ecosistema de bosque en uno de sabana [4]. Este concepto también se ha
aplicado a organismos de menor tamaño, incluso a microorganismos que pueden cambiar las condiciones químicas del ambiente [5], o a pequeños insectos. Entre los insectos, los ejemplos mejor documentados son las hormigas [6]; por ejemplo, una colonia de hormigas cortadoras de hojas puede remover
entre 51 y 500 kg de hojas al año [7]. Las termitas degradan una enorme cantidad de material muerto y,
de manera similar, las lombrices cumplen un papel muy importante en la aceleración de los procesos de
degradación [8] y posibilitan que otros organismos más pequeños sigan utilizando los detritos en el suelo.
En quince años de estudios sobre este tipo de especies se ha determinado que existen diversos tipos de
ingenieros ecosistémicos, y se han propuesto varias categorías para clasificarlos, según sus efectos [9].
Pocos estudios se han centrado en revisar el papel de los primates como ingenieros ecosistémicos [10],
aunque es claro que nuestra especie (Homo sapiens) es el principal modificador ecosistémico a lo largo y
ancho de todo nuestro planeta [11]. El doctor Colin Chapman, de la Universidad de McGill (Canadá) [10],
ha resaltado que los primates pueden jugar el papel de ingenieros ecosistémicos, principalmente por sus
comportamientos relacionados con la búsqueda de alimentos. Según él, numerosos estudios demuestran que muchas especies de primates comedores de frutos, mientras realizan esta actividad, ingieren
y luego defecan en buena condición las semillas de las plantas (un proceso conocido como dispersión
de semillas). Por otra parte, Chapman y sus colaboradores resaltan que los primates pueden consumir
tal cantidad de hojas y flores de plantas individuales, que pueden causar la muerte de dichas plantas.
Basándose en datos de un estudio a largo plazo, han demostrado que la probabilidad de morir de unas
plantas consumidas por monos colobos está asociada con su alto consumo por estos primates. De esta
manera, se ha postulado que los primates no humanos pueden ejercer el papel de ingenieros ecosistémicos por su alto consumo de hojas y por sus preferencias alimenticias, que afectarían más a unas especies
que a otras, lo cual implica potenciales cambios en la composición de los bosques. No obstante, en esta
nota me centraré en describir el papel de los primates relacionados con la dispersión de las semillas, en
vista de que los estudios relacionados con este tema son más numerosos.
Las plantas, por ser organismos preponderantemente estáticos, requieren del movimiento de sus semillas para colonizar nuevos hábitats, llegar a lugares adecuados para su establecimiento y evitar procesos
negativos como el derivado de establecerse debajo de la copa de una planta parental [12]. De hecho, en
bosques tropicales se ha encontrado que la probabilidad de establecimiento de una semilla es mucho
68 Hipótesis, Apuntes científicos uniandinos, número especial, 2013
Figura 1. Neimar, un macho adulto de mico churuco del parque nacional natural Cueva de los Guácharos (Huila). Nótese que tiene un collar con un dispositivo GPS que permite rastrear sus movimientos a lo largo y ancho de su rango de hogar. De esta manera se pueden estimar las distancias a las que dispersa las semillas que ingiere
Fuente: Foto de Sasha Cárdenas.
mayor entre aquellas que se alejan de las plantas parentales que
las producen [13]. Esto puede ocurrir por dos razones: porque
cerca del parental caen numerosas semillas, y es más fácil que
animales las encuentren y consuman; que las semillas o plántulas, cuando se concentran en altas densidades, mueran porque
hay mayor posibilidad de que se vean infestadas por patógenos
o por la alta competencia con plantas de su misma especie.
Por lo tanto, la dispersión es un proceso sumamente relevante, y
afecta la composición de especies de plantas y la disponibilidad
de los recursos que generan. Las plantas cuentan con dos tipos
básicos de dispersión de semillas: por agentes bióticos (animales) o abióticos (viento, agua, gravedad, etc.). Cuando consumen
frutos, los animales cargan semillas en el tracto digestivo por
un tiempo (endozoocoria), antes de desecharlas en otro lugar;
pero también transportan semillas cuando estas quedan adheridas a sus pelos o plumas (epizoocoria), o incluso cuando las
cargan deliberadamente (sinzoocoria). En muchos casos, en la
sinzoocoria participan animales depredadores de semillas, como
roedores, que cuando tienen mucho alimento pueden esconder
algunas semillas para consumirlas con posterioridad. Cuando algunas de estas semillas son olvidadas pueden llegar a germinar,
en un proceso también conocido como dispersión dizoocórica.
Por ejemplo, en semillas marcadas con isótopos de escandio
se ha encontrado que, a pesar de haber sido alejadas apenas
unos metros de su parental por el viento, pueden llegar a alejarse cientos de metros cuando son tomadas sucesivamente por
varias ardillas [14].
Universidad de los Andes, Facultad de Ciencias 69
Figura 2. Ejemplos de semillas que pertenecen a especies que pueden ser dispersadas por los micos churucos: a) Garcinia macrophylla (Clusiaceae) y b) Pseudomalmea diclina (Annonaceae)
Fuente: fotografías del autor
La probabilidad de establecimiento de una semilla depende en
gran medida de que logre sobrevivir [15] a enemigos naturales, que incluyen vertebrados, invertebrados y microorganismos.
También son determinantes las condiciones abióticas que enfrentan, ya que una semilla pequeña, que tiene pocas reservas,
requiere de mucha luz para desarrollarse [16]. Por su lado, semillas grandes pueden contar con reservas que les permiten
perdurar en ambientes con poca luz (como bajo el follaje de los
árboles de un bosque). Esto puede conducir a suponer que las
plantas deberían tener semillas grandes (al menos en bosques);
sin embargo, las semillas grandes no pueden ser eficientemente dispersadas por el viento o el agua. Por esta razón, entre el
70 y el 90% de las plantas de los bosques tropicales producen
frutos carnosos para atraer animales que puedan dispersar sus
semillas grandes en sus tractos digestivos, o cargándolas para
llevarlas a escondites temporales [17].
En la actualidad se reconoce que el papel de los primates puede
ser muy variable entre especies y dentro de la misma especie
[18, 22]; por ejemplo, estudios realizados en África indican que
los simios son destacados dispersores de semillas, ya que las
trasladan a grandes distancias de los árboles parentales, mientras que los micos guenones suelen acumular frutos y semillas en abazones que tienen en los cachetes y luego escupen
muchas de las semillas cerca de los árboles parentales. Los
micos churucos suelen depredar (dañando por masticación)
una proporción significativa de semillas (7% de las especies);
sin embargo, este rol es mucho más frecuente en épocas de
escasez de frutos, cuando no tienen acceso a otros recursos
del bosque [20]. Adicionalmente, las semillas que dispersan la
mayor parte de las especies frugívoras de primates pasan intactas por el tracto digestivo y luego pueden germinar en alta
proporción [23].
Aquí los primates entran a jugar un papel relevante, porque son
uno de los grupos de animales comedores de frutos que más
abundan en los bosques tropicales [18]. A partir de la década de
1980 se han desarrollado numerosas investigaciones sobre el
papel que juegan los primates en este proceso de dispersión de
semillas, y se ha visto que incluso primates pequeños, de cerca
de un kilo de peso, son capaces de ingerir y dispersar sin dañar
semillas de más de 1 cm de largo [19]. Los estudios que realicé
para el doctorado indicaron que los micos churucos (de hasta 9
kg de peso [figura 1]) ¡dispersan semillas de hasta 1,8 cm de
ancho y más de 3 cm de largo! (figura 2). Además, en la localidad estudiada, situada en el parque nacional Tinigua (Meta), su
abundancia es tan alta (entre 40 y 50 individuos por kilómetro
cuadrado) que la población entera podría dispersar cerca de un
millón de semillas por kilómetro cuadrado cada día [20]. De manera similar, los monos araña (entre 8 y 10 kg de peso) pueden
ingerir semillas muy grandes (de cerca de 2 cm de ancho) y también dispersan semillas de muchas especies, que son viables y
llevadas lejos de los parentales [21].
A pesar de esta variación, en un estudio reciente se documentó mediante una comparación realizada en lugares donde la
abundancia de monos atelinos (como los churucos y los monos
araña) es alta, que la diversidad de plantas que se regeneran
es mayor que cuando la densidad de estos animales es baja o
cuando han sido extinguidos por la cacería [24]. Otros estudios
han demostrado que en lugares donde se cazan micos grandes,
que son los que aportan más carne, la diversidad de plantas
que se regeneran es baja y la composición de las plantas cambia [25, 26]. Varios estudios también han reportado de modo
consistente que en lugares donde abunda la cacería y no hay
tantos dispersores naturales, aumenta la cantidad de plantas
que basan su dispersión en el viento y disminuyen aquellas cuyas semillas son de mayor tamaño y que deben ser dispersadas
por animales [27]. Por estas razones, parece razonable concluir
que, a largo plazo, la ausencia de los primates dispersores de
semillas ocasiona cambios en la composición de las plantas y
en los recursos presentes en el ecosistema que benefician a
otros organismos.
70 Hipótesis, Apuntes científicos uniandinos, número especial, 2013
Es importante resaltar que estos cambios en la composición
de especies pueden ser lentos, ya que los ejemplares juveniles y adultos de plantas pueden vivir largos períodos, y toma
bastante tiempo la extinción local de especies que mayoritariamente basan su dispersión en los primates [24]. Sin embargo, cuando la intervención humana incluye otros efectos,
aparte de la cacería, como la deforestación, se espera que los
cambios en la composición sean más grandes y rápidos. Por
lo tanto, de los trabajos realizados hasta el momento se puede
concluir que los primates (especialmente las poblaciones de
frugívoros grandes) tienen un papel determinante en la composición de los bosques donde habitan, y se prevé que en su
ausencia los recursos del bosque cambiarán a largo plazo. De
acuerdo con esto, se puede concluir que estos animales actúan como ingenieros ecosistémicos, dado el papel que juegan
en la regeneración de los bosques. •
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