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S’ALBUFERA DE ALCÚDIA
(Imágenes extraídas del Google Earth)
1. Pont de ferro
2. Canal d’en Ferragut
3. Canal loco
4. Punta des Vent
5. Sa Ciurana
6. Gran Canal
7. Canal des Sol
8. Pont de sa Roca
9. Lliser Gran
10. Pont de Sta Margalida
11. Canal de s’Ullastrar
12. Camí de ses Puntes
13. Turó de ses Eres
14. Pont dels Anglesos
Plano extraído de la Guía de Paseo
editada en 1987 por el Govern
Balear
S’ALBUFERA DE ALCÚDIA
PUNTOS IMPORTANTES
-
S’Albufera ha sido el primer parque natural de las Illes Balears des de el 28 de enero de
1988.
Es un lugar privilegiado para la observación ornitológica
Define su ecosistema el hecho de ser una zona húmeda con aportes de agua tanto dulce
como salada.
Actualmente es un centro de investigación, especialmente en lo que se refiere a
biodiversidad y taxonomía.
VISITA
-
El parque de s’Albufera está abierto todos los días del año
No se puede entrar ni transitar en él en ningún tipo de vehículo motorizado
Se admite el paseo en bicicleta por algunos caminos determinados
Hay observatorios adaptados para la gente con algún tipo de limitación motora
En sa Roca se encuentra el centro de recepción e interpretación del parque
RECOMENDACIONES
-
Llevar calzado cómodo para paseos por el campo.
Es muy recomendable llevar prismáticos
En verano, son imprescindibles la gorra y las gafas de sol.
En invierno, la ropa de abrigo y alguna prenda impermeable.
Hay que ser extremadamente respetuoso con el medio ambiente para contribuir a su
conservación.
Se deben seguir en todo momento las instrucciones del personal de parque y mantenerse
siempre en los senderos marcados por los itinerarios.
Debe evitarse, especialmente, cualquier clase de ruidos, chillidos o barullos que pudieran
molestar a la fauna.
En ciertas temporadas, sobre todo al atardecer de los días calmos, los mosquitos pueden
molestar por lo que una crema o colonia repelente puede resultar muy útil.
S’ALBUFERA DE ALCÚDIA
(Textos: de la Guía de paseo y de Biel Perelló y Aina Llauger, Fotos: Josep Lluís Pol)
El Parque Natural de s’Albufera de Mallorca está situado en los términos municipales de Muro y
sa Pobla. Tiene una extensión de 1.688 hectáreas, casi el 80% de propiedad pública. El resto son
fincas de la periferia del Parque. El Parque Natural de s’Albufera de Mallorca es agua, vida y
cultura, un conjunto de valores que deben preservarse. Pero también es mucho más que esto. Las
zonas húmedas son fundamentales para la conservación de la biodiversidad de todo el planeta. Y
en nuestras islas, el Parque Natural es una pieza clave para adelantar hacia la sostenibilidad.
S’Albufera, la Al-buhayra de los árabes, la
laguna, un oasis húmedo en una isla
mediterránea dónde el agua es escasa. Aquí
abunda y hace posible la diversidad de la
vida y de los paisajes. Las lluvias caídas en
la sierra de Tramuntana llegan a s’Albufera
por diferentes caminos: los manantiales, por
donde afloran las aguas subterráneas y los
torrentes de Muro y de St. Miquel, por
donde corren las aguas superficiales.
Cuando las lluvias son muy intensas
revientan las Fuentes Artesianas y el agua
brota también hacia s’Albufera. La barra de
bajura impide la salida directa a la mar del agua dulce, que queda retenida formando amplias
zonas inundadas. En algunos puntos, como s’Oberta, el agua encuentra una salida. También se
producen filtraciones en sentido inverso, y el agua salada del mar entra en s’Albufera.
Esta combinación de agua dulce y salubre es la que configura los diversos ambientes de la zona
húmeda, en función de la salinidad, la profundidad y el tipo de terreno. Allá dónde predomina el
agua dulce hay grandes extensiones de cañota (Sorghum sp.), enea (Typha sp.) y juncos; las
alacraneras (Salicornia sp.) son propias de las aguas salubres. En los márgenes de los canales
encontramos un ecosistema peculiar, el bosque de ribera. En la barra arenosa que separa
s’Albufera del mar está
presente la vegetación
dunar.
En cada uno de estos
ambientes hay una flora y
una fauna propia, que
conforman el conjunto de
mayor biodiversidad de las
islas Balears, es decir,
s’Albufera es el lugar con
una mayor concentración
de especies diferentes,
gracias precisamente a la
presencia del agua. Hay
ranas, serpientes, tortugas
de agua, 26 especies de
pescados, 8 de murciélagos,
una enorme diversidad de
insectos como libélulas, mariposas, arañas y hasta 300 especies conocidas sólo de mariposas
nocturnas... Destacan a bulto de todo, las 268 especies de pájaros presentes en s’Albufera: más
de sesenta crían, otras descansan en su largo viaje migratorio, y otras permanecen durante todo el
invierno.
Pero s’Albufera no es sólo territorio de animales y plantas; también tiene una larga historia de
convivencia con los humanos, una historia que combina las relaciones armoniosas con las
actuaciones más transformadoras. Los pueblos vecinos obtenían de s’Albufera alimentos,
mediante la caza y la pesca; sal; pastos para el rebaño; arroz; cañas, cañizo y enea para elaborar
una gran variedad de productos. Estas actividades, compatibles con la vida salvaje en s’Albufera,
se han codeado con otras más impactantes,
que redujeron la extensión de la zona húmeda
en mitad de la superficie original. En el siglo
XIX se hizo un proyecto de desecación,
justificado por razones sanitarias y agrícolas,
que supuso un cambio profundo en el paisaje:
los caminos, canales, puentes... presentes
todavía hoy en día, son fruto de esta
actuación.
Las obras de la central térmica del Murterar,
afectaron también la zona húmeda. Pero las
transformaciones más importantes llegaron
con los proyectos urbanísticos y turísticos; a
partir de los años 60, hoteles, apartamentos,
casas, calles y carreteras... ocuparon este lugar, especialmente la barra de bajura y el extremo
norte. Para parar la urbanización de s’Albufera, multitud de científicos, entidades
conservacionistas de por todas partes de Europa y el GOB (Grup Balear d’Ornitologia i defensa
de la Naturalesa) pidieron su protección.
Finalmente, durante los años 80, se realizaron
una serie de estudios ecológicos y jurídicos que
culminarían día 28 de enero de 1988 con la
declaración del Parc Natural de s’Albufera, el
primer parque natural de las Illes Balears.
También los organismos internacionales han
reconocido la importancia ecológica de esta
zona húmeda con varias declaraciones (entre
ellos, el convenio de RAMSAR). Una vez
protegida, empieza una nueva historia: la
historia de la conservación y la recuperación de
s’Albufera.
La geología
La consolidación de Mallorca como tierra emergida es relativamente reciente en términos
geológicos. Data de unos 18 millones de años, en plena era Terciaria. Desde entonces, el nivel
del mar ha sufrido variaciones importantes y s’Albufera hubiera desaparecido ya si no fuese
porque durante el Mioceno y el Pleistoceno el llano adyacente de sa Pobla-Inca se fue
hundiendo por el peso de sedimentos depositados ahí cuando era un conjunto de lagunas
salobres.
Durante el Cuaternario, en el último millón de años, se producen las glaciaciones que provocan
fuertes variaciones del nivel del mar y muchas zonas de Mallorca, al igual que s’Albufera, se ven
inundadas y desecadas sucesivamente. Parece que fue en el periodo glacial del Riss cuando se
formó el cordón litoral arenoso como primera evidencia moderna de la formación de s’Albufera,
hará unos 100.000 años.
Los sedimentos de s’Albufera han permitido a los geólogos constatar que existían épocas en las
que predominaba el agua muy salada, debido a fuertes penetraciones del mar, mientras que en
otros períodos el agua era más dulce o incluso completamente dulce. De esos momentos son los
sedimentos de turbas.
El clima y el agua
S’Albufera de Alcudia se halla al noreste de una isla mediterránea. Al ser una zona llana y
costera, se halla expuesta a todo tipo de viento, excepto del norte, del que se halla un poco
resguardada por las montañas de la sierra de Tramontana.
Dentro de ese clima temperado mediterráneo, s’Albufera goza de un microclima algo más suave
que el resto, con una media de 16º C y, evidentemente, más húmedo. Sus niveles de precipitación
directa son más bien pobres, situándose entorno de los 500-600mm anuales.
El aporte de agua de
s’Albufera tiene un
origen triple. Por una
parte, recibe el agua
de escorrentía de los
torrentes de Muro i de
Sant
Miquel
de
Campanet.
Este
último,
tiene
la
peculiaridad de ser
alimentado en épocas
de fuertes lluvias por
unas
importantes
fuentes vauclusianas
denominadas ses fonts
ufanes que brotan del
suelo de un encinar en
la sierra de forma casi
mágica. Esta agua
suponen un total de
aproximadamente 20-24 hm3 anuales. El otro aporte de agua dulce proviene de la capa freática,
sobre todo en su parte meridional, que a través de una serie de fuentes vierten a la marisma unos
25-30 hm3 anuales.
Evidentemente, el aporte de agua salada viene del mar y se produce a través de las crecidas de
éste. En la actualidad, la obra de ingeniería realizada en la segunda mitad del s. XIX y que
pretendía su desecación a través de canales y segmentaciones del terreno, es utilizada para
regular el nivel de agua de manera que cuando hay un aporte excesivo de agua dulce ésta se
evacua directamente al mar mientras que en épocas de sequía se evita la salida excesiva del agua
hacia el mar.
La historia
Desde que las personas habitan
Mallorca, se tienen referencias de la
presencia de s’Albufera. En efecto, en
algunos
poblados
prehistóricos
cercanos, se han encontrado huesos de
aves de marisma como garzas, grullas,
fochas, cigüeñas, etc. Ya en el siglo I
Plinio el Viejo nos dejó constancia de
la existencia en las islas de especies
como la grulla, los cormoranes y el
calamón común (Porphyrio porphyrio),
reintroducido recientemente.
Parece ser que en esta época romana,
s’Albufera debía ser un puerto
navegable y que tenía una estrecha relación con la conocida ciudad romana de Pollentia, muy
próxima en la ciudad de Alcudia.
En tiempo de la dominación árabe, s’Albufera debía ser un lugar especialmente importante por la
relación de esta cultura con toda la ciencia hidráulica. En este sentido, se debe recordar que tanto
el término “albufera” (pequeño mar) como “marjal” (marisma o terreno pantanoso) provienen
del árabe. Al-Idrisi, en un breve comentario sobre la Mallorca anterior a la conquista catalana,
hace referencia a S’Albufera como uno de los elementos que proporcionaron riqueza a la isla.
Con la conquista catalana s’Albufera fue repartida entre el Rey, el Conde de Ampurias, el
Obispo de Girona y los Templarios. En un espacio rural esta circunstancia sólo se repetirá, años
a venir, en las Salinas de Eivissa, lo cual es indicio del gran interés y rentabilidad del lugar. Las
crónicas nos hablan fundamentalmente del arrendamiento de la explotación pesquera y de la
acción administrativa contra el furtivismo.
Durante el siglo XVII la marjal cultivada ya ocupaba todo el espacio privado, profusamente
parcelado, y sólo conservaba sus características iniciales una gran porción central del término de
sa Pobla, de unas mil quarterades entre las lagunas y los torrentes de Sant Miquel y de Muro, de
propiedad real y de uso comunal que, como el resto de la Albufera, se mantuvo poco alterado
hasta el s. XIX.
En el XIX, por motivos sanitarios (las fiebres
eran frecuentes a la comarca), empiezan los
ambiciosos proyectos de desecación de
s’Albufera. Una real orden de 1851 manda
estas obras y establece las condiciones. El
primer proyecto fue redactado por el ingeniero
Antonio López, a 1853, y se ejecutó soles en
parte, con la excavación de los canales de’n
Ferragut, de s’Ullastrar, de’n Molines y de’n
Conrado. Diez años más tarde queda abierto
el Gran Canal, que permitió la salida directa al
mar de las grandes avenidas de los torrentes
de Muro y S. Miquel, atravesando s’Albufera,
pero sin derramar las aguas internas.
(Fotografia en b/n del archivo Andreu Muntaner)
A finales del año 1863, tras varias iniciativas, proyectos y expedientes, se hace una nueva
concesión, a una compañía inglesa, la "New Majorca Land Co.", fundada por J. F. Bateman y W.
Hope. Los proyectos ingleses suponen el alargamiento mar adentro de los malecones del Gran
Canal por evitar obstrucciones, la apertura de dos importantes canales laterales (el des Sol y Sa
Siurana), y la efectiva desecación de la zona inundada con bombas hidráulicas movidas por
máquinas de vapor. Un auténtico ejército de 1500 hombres procedentes de toda Mallorca y de
fuera, trabaja en las órdenes de los ingenieros ingleses, transformando radicalmente el prado.
Siguiendo este plan, el año 1871 se habían conseguido desecar 2.146 Ha. pero solamente 400
fueron, finalmente, útiles para el cultivo, por la salinización o nuevas surgencias de agua en el
resto. La mayoría serían abandonadas y volvieron a su estado natural.
A finales del siglo XIX los ingleses, arruinados, venden la finca a Joaquim Gual de Torrella, que
inicia la explotación arrocera con una compañía, "Agrícola-Industrial Balear" donde tenían parte
expertos valencianos. La baja de los precios del arroz y una catastrófica inundación el año 1906
que destruyó la cosecha, provocaron el abandono de la explotación industrial, y el cultivo
arrocero fue alquilado a pequeños arrendatarios, que mantuvieron esta actividad de manera
tradicional hasta los años 60 del siglo XX. Hoy, sólo en muy pocas velas marginales se mantiene
esta actividad agrícola, con métodos arcaicos, compensados por la escasa oferta, una calidad
cierta y mitificada, que permite unos precios de venta inéditos, casi absurdos!
Como ya dijimos en la introducción, el 28 de enero de 1988 con la declaración del Parc Natural
de s’Albufera, se consiguió el primer parque natural de las Illes Balears.
Las dunas y la playa
La barra litoral de s’Albufera es arenosa, y está formada por una playa muy ancha y una serie de
dunas. La arena es, en principio, un sustrato móvil, muy árido (el agua se infiltra rápidamente),
en general pobre en nutrientes para las plantas y muy salinizado por su proximidad con el mar.
La primera planta que encontramos en la playa es la que en Mallorca se conoce como alga,
erróneamente, puesto que es una planta fanerógama, la Posidonia oceánica. Es una especie que
forma praderas submarinas y sus hojas se acumulan sobre la playa cuando mueren. Muy fibrosa,
sus restos forman unas bolas de color marrón, intrigantes y divertidas para los niños.
Posidonia oceanica
Eryngium maritimum
Pancratium maritimum
Sobre la playa propiamente dicha no crece demasiada cosa: llegan las oleadas y la vida vegetal
resulta imposible. Más atrás, a algunos metros de la ribera se hace el borró, de hojas muy largas
y amarillentas, con otras gramíneas como el Agropyrum junceum y el Sporobolus arenarius.
Entre ellas tenemos un césped discreto, de tallos agachados y hojitas compuestas que a
comienzos de la primavera da una floración amarilla espectacular: la forman dos especies,
Medicago marina y Lotus creticus. La flor más bella de la playa es estival: los Lirios de playa
(Pancratium maritimum) son espectaculares, blancos, olorosos, grandes... Pero la planta más
conocida por los bañistas (sobre todo si van descalzos) es el Cardo marino (Eryngium
maritimum), una umbelífera de tamaño discreto y púas poderosas; las hojas inmediatas de una
flora se vuelven azules, y muchos insectos las visitan. También se hace por aquí el Rábano de
mar y una casta de violeta, la Matthiola sinuata, de flores púrpuras bastante grandes.
Estas son las plantas que resisten bien los embates marinos, sobre la primera cresta de dunas.
Más adentro ya se hacen plantas leñosas, que retienen la arena con sus raíces, muy extendidas
para captar el agua que necesitan. Esta red subterránea es bien visible donde la erosión o la mano
del hombre han echado a perder la duna. Una vegetación muy importante ésta puesto que evita
que los cerros de arena, las dunas, se desplacen con el viento. La planta local más importante es
el Enebro de fruto grande, que no se encuentra en cabeza en otra localidad balear. Detrás de la
primera
Barlia robertiana
Pistacia lentiscus
Smilax aspera
faja de enebros encontramos el pinar, con pinos (Pinus halepensis) inclinados por el viento, el
lentisco (Pistacea lentiscus), el romero (Rosmarinus officinalis) el aroma mediterráneo por
antonomasia, el brezo (Erica multiflora) de espectacular floración otoñal con sus racimos de
campanillas rosadas, el labiérnago blanco (Phyllirea angustifolia), las esparragueras (Asparagus
sp),... No faltan, entre los arbustos, las lianas: las masas de zarzaparrilla (Smilax aspera) son
espectaculares y presentan una formación impenetrable inédita en Mallorca. También tenemos la
madreselva (Lonicera implexa) y la discreta rubia brava (Rubia peregrina), de hojas muy ásperas
y las raíces de la cual se utilizaban antiguamente para teñir algodón de rojo. De ahí su nombre en
catalán: rotgeta. Estas dunas son también notables por un endemismo gimnésico (es decir
exclusivo de Mallorca y Menorca) denominado peu de milà (Thymelaea hirsuta), cuya tradcción
sería pie de milano.
La vegetación de la marisma
Detrás las dunas, sobre un sustrato arcilloso o de limos, inundado de manera temporal o
permanente, encontraremos las plantas propias de la zona húmeda.
Las zonas más próximas al mar, en principio, son más saladas y permite que se hagan las plantas
que se denominan halófilas (textualmente, amigas de la sal). La más importante es el Limonium
sp., de hojas articuladas, muy carnosas y, a veces, de un vistoso color rojo. Lo acompaña
Obiones portulacoides, de hojas oblongas, grisáceas. En los lugares inundados de manera más
prolongada y dónde la salinidad no resulta tan extrema, tenemos los juncos de diferentes
especies, siempre de tallos lineales y puntiagudos. Las hojas del junco casi no se ven: son sólo
unas pequeñas láminas en la base, que tienen una función curiosa y vital: acumulan las sales que,
inevitablemente, absorbe la planta al crecer y desprendiéndose después de ellas.
En los cerros (dunas antiguas, restos de una *restinga anterior) se encuentra una vegetación
peculiar: fajas sucesivas de Junco negro, Plantago sp. y pinares más o menos bien formados.
Aquí también se espectacular la floración de Orquídeas, como la Ophrys vernixia y otras
especies. Durante algunas semanas, centenares y centenares de estos requiebros tapizan de
belleza estas dunas. Bien cerca, en terrenos inundados, se puede disfrutar de la orquídea más
grande y espectacular: la rarísima Orquídea de Prat (Orchis robusta) que tiene en s’Albufera una
de las dos únicas poblaciones europeas. No estará de más decir que las orquídeas, y otras plantas
raras, están protegidas, y es ilegal, además de inmoral, descuajarlas o cortarlas.
Ophrys vernixia
Orchis robusta
Serapias lingua
Las zonas inundadas de manera permanente por las aguas dulces están ocupadas por una densa
demasiada de Cañizo (Phragmites australis) y de Pesquera, planta de hojas en cinta muy
tajantes. Estas dos plantas dominan absolutamente el paisaje de s’Albufera, y cubren centenares
de has. Son la base del ecosistema más extenso, e incluso resultan excesivamente abundantes por
favorecer la diversidad y cantidad de la fauna, de forma que resulta necesario gestionar el
inmenso espacio que ocupan muy a menudo, especialmente a los bordes de los caminos. Estas
plantas llevan asociada una campanilla grande, blanca y de hojas sagitadas (Calystegia sepium).
Canal con el típico paisaje de cañizo (Phragmites australis)
En las aguas más dulces y encalmadas, la superficie queda cubierta por una densa sopa de
lentejas de agua (Lemna sp). En los bordes de los canales, la enea (Typha sp.) todavía es
recolectada para usos artesanales.
Sobre los terraplenes y a los bordes de los caminos que atraviesan s’Albufera fueron sembrados
Olmos y Piojos blancos, que forman unos bosquecillos caducifolios de ribera, de tipo galería,
muy curiosos. Con ellos crecen el Cerezo de pastor (Crataegus monogyna), la zarza (Rubus
ulmifolius), de fruto delicioso tanto para el paseante como por los pájaros, la vinca (Vinca
difformis), de flores lilas, como molinillos, o el Pie de Cristo (Potentilla reptans), de hojas
palmadas y flores amarillas. Aquí y allá, donde los incendios los han dejado sobrevivir, crecen
algunos tamarindos (Tamarix sp.).
Lemna minor
Calystegia sepium
Ulmus minor
La fauna de s’Albufera
Sin duda alguna, el mayor atractivo de s’Albufera lo constituye su riqueza ornitológica. Miles de
visitantes extranjeros, especialmente ingleses, llegan a Mallorca pertrechados con sus trajes de
camuflaje y sus potentes prismáticos y cámaras fotográficas para pasar unos días provechosos en
el parque. Es muy difícil describir, porque debe vivirse, el vuelo poderoso de las anátidas, el
grito de la cigüeñuela o el planeo pirata del aguilucho lagunero, el rayo azul del martín pescador,
o la explosión de colores del abejaruco. Imposible.
Se han contabilizado una treintena de aves sedentarias, que pasan todo el año, y que nidifican la
mayoría en s’Albufera. Son abundantes y fáciles de ver a simple vista el ánade real (Anas
platyrhynchos), las fochas (Fulica atra) y las pollas de agua (Gallinula chloropus).
Himantopus himantopus
Fulica atra
Fulica cristata
En verano, procedentes del sur y llegados con las migraciones primaverales, encontramos con
facilidad el avetorillo común, una de las aves más grandes de s’Albufera. Tenemos también la
cigüeñuela de patas rojas (Himantopus himantopus), los vencejos, los aviones, golondrinas y el
muy celebrado halcón de Eleonor.
En cuanto a las aves de invierno que llegan con las migraciones otoñales para escapar del frío
nórdico, tenemos que citar al petirrojo (Erithacus rubecula) que auque sea una ave que está
presente en toda la isla es destacable por su pecho carmesí. De gran tamaño, podemos destacar
los cormoranes grandes (Phalacrocorax Carbo), las elegantes garzas reales, los patos cuchara, el
avefría, etc.
No resulta fácil, en cambio, ver mamíferos en estado salvaje. De madrugada o al anochecer, se
pueden sorprender algunos conejos transitando por los malecones. También abundan las ratas y
ratones de diversas especies. Este hecho explica a su vez la presencia de la comadreja. Algunas
especies de murciélagos buscan su alimento estival en s’Albufera y, desgraciadamente, el gato
asilvestrado también es frecuente a pesar de los controles que impone el parque.
En cuanto a los anfibios y reptiles se puede decir que, aunque es un número reducido, se trata de
un grupo zoológico que merece especial atención. El reptil más vistoso es el galápago europeo.
Es fácil verlos tomando el sol sobre la hierba de los márgenes o nadando en los canales, auque en
invierno permanece en estado de letargo. La culebra viperina puede cruzar en cualquier
momento el camino y en las paredes de cualquier edificio, especialmente por la noche e ir a la
luz de algún farol. También es fácil ver la salamanquesa común. Desgraciadamente, la
introducción insensata de ejemplares de tortuga de Florida puede llegar a ser preocupante.
Por lo que a peces se refiere, la ictiofauna de s’Albufera cuenta con una veintena de especies
conocidas, tres de las cuales (la gambusia, el espinoso y el gobio) tienen su ciclo biológico
completo en este lugar. Pero el pez más importante de s’Albufera es la anguila. Esta original
especie, que entra en las marisma en forma de angula, casi como una larva, tiene un ciclo muy
largo, con cambios espectaculares. En su octavo o décimo invierno se lanza al mar para ir a criar
al centro del Atlántico. Desgraciadamente, la introducción artificial de la carpa ha llegado a
convertirse en un verdadero quebradero de cabeza para los gestores del parque que han de velar
para que no se rompa el frágil equilibrio natural.
DOCUMENTACIÓN
Bibliografía básica
- BIEL PERELLÓ et altri (2005): Parc Natural de s’Albufera de Mallorca. Guia de passeig.
Conselleria de Medi Ambient del Govern Balear, Palma. (DL: 2788-2005, 104 páginas, Idiomas:
catalán, castellano, inglés).
- JOAN MAYOL et altri (1987): S’Albufera. Guia de passeig. Edita Conselleria de Turisme,
realiza Conselleria d’Agricultura i Pesca, Gràfiques Miramar, Palma. (DL: 516/1987, 78 páginas,
Idiomas: catalán, castellano, inglés) Guia precedente de la anterior, ahora descatalogada.
- MIQUEL RAYÓ i SEBASTIÀ TORRENS (2001): Les aus de s’Albufera: la nostàlgia del
fang. di7 Edicions, Binissalem. (ISBN: 84-89754-80-2, 84 páginas, Idioma: catalán)
- TONI MUÑOZ et altri (1997): Atles dels aucells nidificants de Mallorca i Cabrera. GOB Grup
Balear d’Ornitologia i Defensa de la Naturalesa, Palma. (ISBN: 84-921579-5-X, 328 páginas,
Idioma: catalán)
- ROGER PETERSON et altri (1991): Guia dels ocells dels Països Catalans i d’Europa.
Ediciones Omega, Barcelona. (ISBN : 84-282-0765-8, 370 páginas, Idiomas : catalán, castellano,
inglés)
- RAMON CORONADO et altri (1973) : Guía de las anátidas en España. Instituto Nacional
para la Conservación de la Naturaleza, Madrid. (ISBN: 84-7479-222-3, 260 páginas, Idioma:
castellano)
DVDs.
- BIEL PERELLÓ et altri (2003): S’Albufera de Mallorca, gestió per a la conservació.
Conselleria de Medi Ambient del Govern de les Illes Balears, Palma. (DL: PM-26-16-2005,
Producción: miraprim, Durada: 23 min)
Webs
- Página no oficial creada por Biel Perelló
http://www.mallorcaweb.net/salbufera/