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JOSEP MIQUEL LACASTA
Josep Miquel llegó al barrio de Singuerlín en el año 1976. En junio de
aquel año finalizó sus estudios de magisterio en la Escola de Mestres de San
Cugat, donde existía un espíritu de tolerancia, de libertad y donde se
impartía una formación innovadora impulsada por un profesorado
comprometido. A los pocos meses, entró a trabajar como maestro en la
escuela Lluís Millet, en una clase de 6º curso con más de 40 alumnos.
Cuenta que conoció la propuesta de organizar un equipo de maestros a
través de Ferran Pla, compañero de estudios en San Cugat.
Recuerda el momento en el que llegó al barrio. Encontrar un edificio nuevo,
moderno y aislado, la escuela Lluís Millet, alrededor de la cual había un
espacio inhóspito con edificios que flotaban sobre un terreno sin urbanizar.
Así, para participar en aquel equipo de maestros era necesario tener mucha
ilusión, un compromiso ideológico, una estrecha relación con la lucha del
barrio y mucha dedicación. La mayoría de los días se entraba a trabajar a las
9 de la mañana pero no existía una hora fija para terminar la jornada y no
resultaba fácil poner el límite entre el trabajo de maestro y el compromiso
como vecino y ciudadano.
Fue necesario crear los propios materiales, planificar los programas,
renovar e innovar todo lo relacionado con la enseñanza y, al mismo
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tiempo, construir una organización democrática, con un amplio Consejo
Escolar y una Asociación de Padres que participaba. Con esta nueva
visión, la implicación con la lucha del barrio era vital. Desde la escuela se
explicaba la lucha del barrio, se representaba en forma de teatro, se
realizaban murales, etc. Así se consiguió crear un profundo sentido de
pertenencia al barrio.
Desde muy joven, Josep Miquel se vinculó al PSUC en los años de
universidad y vivió, conjuntamente con el grupo de vecinos que conforman
el núcleo del PSUC en el barrio, el compromiso político y la utopía de la
lucha. Como tantos otros maestros, Josep Miquel defiende que el origen del
Casal del Mestre está en aquel grupo de maestros del Lluís Millet y en su
consciencia de que era necesario desarrollar un trabajo global en la ciudad.
Recuerda cómo, junto con Joan, Izaskun, Teresa Canut y otros profesores,
organizaron el primer encuentro de l’Escola d’Estiu de Santa Coloma de
Gramenet, que fue el embrión del Casal del Mestre y consolidó una red de
grupos de trabajo educativo en la ciudad que elabora y producía materiales
y propuestas educativas innovadoras. En este sentido, la escuela acogió en
1981 el Primer encuentro del Movimiento de Renovación, al que acudieron
maestros de toda Catalunya.
Sin duda, la escuela marcó el inicio de una etapa innovadora, con un
excelente equipo de profesionales y, al mismo tiempo, con un grupo que
compartía inquietudes políticas. Fue una etapa con dificultades, pues había
personas que no entendían aquel proceso de cambio, pero era necesario
romper con muchos tabús y seguir adelante con la máxima ilusión. De esta
manera, nació en Les Oliveres una etapa de enorme esperanza que, con el
tiempo, comportó grandes resultados para el barrio y también para Santa
Coloma de Gramenet.
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