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— 8o6 — (38) (80) (40) (41) (42) (43) (44) (45) (46) (47) (18) (49) (50) (51) (52) (53) RUTH, B. F. ; MONTILLA, G. H. y MONTONNA, R. E. : «Ind. Eng. Chem.», 27, 70S (1935). «Ind. Eng. Chem.», 27, 806 (1935). ALMY y LEWIS, J.: «Ind. Eng. Chem.», 4, 528 (1912). SPERRY: Met Chem, En.», 15, 198 (1916). «Met. Chem. Eng.», 11, 161 (1917). «J. Soc. Chem. Ind.», 13, 986 (1921). ALLIOT: «J. Soc. Chem. Ind.», 39, 261 (1920). HINCHLEY, URE y CLARK: «Trans. Inst. Chem. Engrs.», 3, 24 (1925). UNDERWOOD, A. J. V. : «J. Soc. Chem. Ind.», 47, 325 T (1928). «Ind. Chemist.», 4, 463 (1938). JEWET y MONTONNA: «Chem. & Met. Eng.», 3!h 86 (1927). HATSCIIEN K., E.: «J. Soc. Chem. Ind.», 37, 538 (1908). PICKARD- «Ind. Chemist.», 4, 186 (1928). CARMAN, P. C. : «J. Soc. Chem. Ind.», 02, 28.0 T (1933). «Trans. Inst. Chem. Engrs.», 12, 229 (1934). BONILLA, C. F. : en «Chemical Eng. Laboratory Equipment por Zimmerman y Lavine, «Ind. Research Service», DoverNew Hampshire, 1955. ¿Es la clavícula hueso primario o secundario? por el P. Jaime Pujiula, S. I. Director Honorario del Instituto Biológico de Sarria (Barcelona) Pocas cuestiones han ocupado a tantos embriólogos como la de señalar el origen óseo de la clavícula. Basta leer el hermoso y sólido trabajo científico de la ilustre Sr'ta. Carla Zawisch, Directora actual del Instituto Embriológico e Histológico de la Universidad de Graz, titulado : Dic fr.üthe Histogenèse der menschlichen Clavicula (1), para persuadirse de ello, vista la multitud de autores que han intentado averiguar este iniciamiento óseo ; y si se debe considerar el hueso de la clavícula hueso primario (que llaman también hueso de sustitución, por precederle siempre el tejido cartilagíneo), o más bien hueso secundario, formado directamente del conjuntivo. Esta duda respecto de la clavícula ya la hicimos resaltar en nuestra obra de Embriología (2), indicando que Goette y Hoffmann lo consideraban (el hueso de la clavícula) como hueso primario o de sustitución. Külliker le señalaba un núcleo de osificación. Por el contrario, Gengenbaur lo tenía por hueso secundario o de revestimientoEsta diversidad de opiniones ha persistido hasta nuestros días. Pero la aludida autora, que estuvo en España una temporada como una especie de auxiliar del Dr. Taure, en Barcelona, tiempo en que ella estuvo en relación científica con nosotros que la conocimos antes en Viena, estudió muy de propósito una serie de embrión humano (1) Zeitschrift für mikroskopische-aruUomiehe Forschung, 59 Bd. 1952. (2) Embriologia del hombre y demás veitebrados. (1942-1943) — Sog — que guarda el Instituto Biológico, que nos proporcionó el Dr. don Pedro Nubiola en tiempo de la República, y pudo en ella probar dicha Doctora que el iniciamiento del hueso de la clavícula era directamente sobre ej conjuntivo, como demuestran las figuras con que ilustra ese trabajo. Con ocasión de unas tesis doctorales sobre huesos, hemos tenido la ocasión de estudiar este punto, no sólo en el mismo embrión humano, objeto del estudio de Zawisch, sino también en otros embriones dé mamíferos. Desde luego nos fijamos muy de propósito en el embrión de Lepus cimiculus (conejo) de diez y ocho días, donde hemos podido comprobar de un modo evidente que dicho hueso (de la clavícula) es realmente de origen directamente conjuntivo. Por consiguiente, confirmamos en este embrión, también de mamífero, que el hueso de la clavícula es secundario o directamente formado sobre el conjuntivo. En efecto, recorriendo la serie de cortes, en unos podemos presentar porciones de la clavicula en formación y en porciones mucho más largas (trechos mucho más notables) y en alguna la clavícula en toda su extensión de longitud (figs. 1, 2 y 3). De manera que nuestras preparaciones rechazan la idea de algunos autores que admiten un origen mixto, es decir, que el centro a toda la diáfisis sería de origen conjuntivo y los extremos o epífisis de origen cartilagíneo. Nuestras preparaciones excluyen totalmente esta explicación. Tampoco podemos admitir la idea de un tejido condroideo. Nosotros no vemos más que un tejido de carácter conjuntivo y sobre éj la aparición de células óseas, del mismo modo que vemos en la osificación de las maxilas. Basta comparar figura con figura para convencerse plenamente de ello. Por consiguiente, si en los maxilares la osificación es propia de huesos secundarios, también lo será en la clavícula. En el estudio de esa osificación nos llamó la atención una circunstancia que no recordamos haberla vista otras veces o antes. En la osificación de la clavícula, que es sin duda uno de los huesos más primitivos o precoces en el embrión, hemos visto en su superficie una especie de grumitos negros o amarillentos que se pueden atribuir a la - coagulación de alguna secreción osteoplástica que tendría allí lugar. Es de notar que algo parecido hallamos también en la osificación maxilar. Esto nos ha recordado las enzimas de que nos habla Carla Zawisch. En otros huesos a los que precede cartílago, no hemos visto semejante producción o coagulación. Si fuese efecto de la técnica, parece que se debería encontrar en otras preparaciones. — Sog — El hallazgo de Carla Zawisch en el embrión humano, confirmado por nosotros, lo vemos también muy bien confirmado en el embrión de conejo de diez y ocho días, y nuestros discípulos de tesis doctorales lo han visto también en otros embriones de mamíferos. • Ahora bien, entendemos que esta manera de osificación de la clavícula es ley general de todos los mamíferos, dado que en todos ellos existe la clavícula ; y como su presencia es general en todos los mamíferos, general será también la manera de su osificación. Desde luego a nosotros nos bastaría encontrar esa manera de osificación en un mamífero, para tranquilamente atribuirla también a los demás mamíferos, y al mismo hombre, como cosa propia de mamíferos. Por lo cual, tenemos especial interés en publicar nuestros hallazgos. Desde luego, porque son una confirmación de lo que nos dice Carla Zawisch, y tendremos esto muy presente, al publicar una nueva edición de nuestra Embriología. Con esta ocasión queremos hacer una sencilla advertencia sobre la investigación, y es que no es inútil ver, mirar y remirar las preparaciones microscópicas que ya han sido objeto de alguna investigación ; porque muchas cosas pasan frecuentemente desapercibidas ; pero mirándolas una y otra vez se da uno cuenta de particularidades que no advirtió antes. Esto confirma el dicho de Cajal que no está todo investigado, aunque así se diga ; pues aun descubiertas las directrices de una investigación científica, quedan muchas circunstancias o cosas secundarias que son muy dignas de estudio y muchas veces perfeccionan o redondean la cuestión principal. Ahora bien, estos como puntos secundarios se pueden proponer a los jóvenes médicos o farmacéuticos para elaborar sus tesis doctorales, ya que esto les obliga a fijarse en todas las circunstancias de la cuestión y les da ejercicio de investigar, que es lo que necesita la ciencia. Muy bien decía un Catedrático de Madrid, Dr. Requesens, que fue por muchos años Decano de la Facultad de Medicina de aquella Universidad, que a un joven que acaba h carrera no se le puede pedir cosas extraordinarias ; pero siempre quedan en la investigación ciertas circunstancias no bien declaradas que muy bien pueden ser temas de 'tesis doctorales. Pues, como muy bien decía otro Catedrático de Madrid, el que sabe investigar ya es digno de ser doctor. Este criterio de los dos Catedráticos de Madrid nos parece tan acertado v prudente, que no hemos titubeado un punto de aconsejarlo a los jóvenes médicos o farmacéuticos para animarlos a emprender trabajos de investigación en orden a obtener el doctorado. Si •*! — 8io — guna Facultad exige para dar el título de doctor una investigdción o descubrimiento que llame la atención del mundo entero, nos parece soñar y puede reflexionar si su tesis doctoral cambió la faz del mundo científico. El doctorado es la corona de los estudios o de la carrera especializada o profesional y no una fase científica que haga cambiar la dirección de la Ciencia. Volviendo ahora a la cuestión de la clavícula, añadamos aquí algo de lo que discurre Zawisch acerca de su osificación, ya que sus ideas nos han inclinado a estudiar este punto. Supuesto ya todo lo dicho, razona nuestra autora y estudia la ulterior evolución de la clavícula, osificándose y lo que dice puede de algún modo explicarnos la diversidad de opiniones acerca de ella. Busca Zawisch el ulterior comportamiento de la osificación de la clavícula y del blastema que la produce. Porque dice que este blastema sufre dos modificaciones, cada una de las cuales determina períodos. En un primer período produce el blastema una gran multitud de células específicas que continúan el hueso por ambos extremos y en parte lo sustituyen en la reabsorción. El crecimiento de la clavícula por ambos extremos es notable, especialmente en el extremo esternal, de manera que nunca se pierde el contacto con el esternón y escápula. Dice Zawisch que este crecimiento de la clavícula nadie lo había descrito en el hombre. El tejido que se forma, se llama o se ha llamado pseudo cartílago. Se trata, según explica nuestra doctora, de un tejido condroideo (así Schaffer en el Manual de Möllendorf, citado por la misma Zawisch). Es un tejido celular muy parecido al descrito por Löwenthal y Kaschkaroff, según nos dice ella, en los peces teleóstcos. Otros habrán llamado células precondrales. Quizá se podría pensar si bajo algún respecto serían parecidas al cartílago vesiculoso que llama Cajal, v.g., en la cabeza del calamar. En todo caso se parece este 'tejido al del muñón cartilagíneo que se forma en las quebraduras de huesos, para reconstruirlos. Nosotros aducimos todos estos datos, porque nos parece que todo esto nos da la base para explicarnos las muchas opiniones acerca de la osificación de la clavícula, que se hallan en los libros o publicaciones. Pero no tenemos ninguna duda de que la clavícula, por nosotros estudiada en el embrión de conejo de diez y ocho días y del de la cobaya de treinta días, es realmente de origen directo del conjuntivo, dado que a las razones, antes expuestas, podemos añadir el que en nuestras preparaciones nunca ha tomado el tejido el color azul intenso que el verdadero cartílago toma con la doble tinción de la — Sit — ßx-cco'o incipient de? acronv'on (carA¿'ag«'/ieo). flpolteío ,1 oaraevidea. lorcídr» dç ia ¿ipofisis caraco «ics (é¿tee/o cadi '¿a 9 ¡neo). êr/"<? ¿/c la c/avt'cy/a c°mínx3<iíío Ca(fC23 det hómero. d oóilicàcse ¿(cecfemenìe. ¿e\ con/unhivo. Fig. t.—Osificación directa del conjuntivo de la clavícula en un embrión de Lepus cuniculus de 18 dias. X 50. — 8l2 lerfe dei acronrwon jofcvo; en estenc car ti lã j'i neo. fli>u/fendente/ de /a caGezay de? Kwmerof - r&rc(on att/lfecía dei* omoplate para originar la apoí-iii«, ceracoides- x»;? Clavi cuta osij-lcandose. Fig. 2.—Osificación directamente del conjuntivo de la clavícula en el embrión de Lepus cuniculus de 18 dias. X 50. - 8i 3 - f" v " ' Tx^. ^ • * • - • • ; ,:„•• »-»j^,,. «. ; « fí£ï i;:>;"~ r^ •l*~* o« ** . ** * s. / ** : V • v %* -V * ***»- !*-,,(».i'«<* * , t i v^* ' • 1 '" ; * "% ••< * ":. ^-, ^^X^'N^K .* 4Ê/Í/ rí / . -,•"»*.*;•.* ;• «. .I • » .» » *« » « *A K. f v ,*"-,:-*:'/•".**' j' 6 ' '^r-. ** - ^ ' , '» ** ». « ^•" ïSI *. ep- <--> < ? tfjSSArf •• r.*C* ^ f i < -d'S/tà $-•'-• '-t*A l %$ÍFl£\tf>./'& « . * ;> j.«l i** ;« ^f / • v , »,'•'* f*t .? •• *» r , ' -.'"V c ' ,' * . ** ' :* «»"jf * «> <• *« ' * »* $£*:¿ • -'.f S\fSp -i a'.^.'.·.v.'-.ïtí^KlW m... Fig. 3.—Porción dentro del cuadro de la figura anterior, muy aumentada. X 250.