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RUTH, B. F. ; MONTILLA, G. H. y MONTONNA, R. E. : «Ind.
Eng. Chem.», 27, 70S (1935).
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por Zimmerman y Lavine, «Ind. Research Service», DoverNew Hampshire, 1955.
¿Es la clavícula hueso primario o secundario?
por el
P. Jaime Pujiula, S. I.
Director Honorario del Instituto Biológico de Sarria (Barcelona)
Pocas cuestiones han ocupado a tantos embriólogos como la de
señalar el origen óseo de la clavícula. Basta leer el hermoso y sólido trabajo científico de la ilustre Sr'ta. Carla Zawisch, Directora actual del Instituto Embriológico e Histológico de la Universidad de
Graz, titulado : Dic fr.üthe Histogenèse der menschlichen Clavicula (1), para persuadirse de ello, vista la multitud de autores que
han intentado averiguar este iniciamiento óseo ; y si se debe considerar el hueso de la clavícula hueso primario (que llaman también hueso de sustitución, por precederle siempre el tejido cartilagíneo), o más bien hueso secundario, formado directamente del
conjuntivo. Esta duda respecto de la clavícula ya la hicimos resaltar
en nuestra obra de Embriología (2), indicando que Goette y Hoffmann lo consideraban (el hueso de la clavícula) como hueso primario
o de sustitución. Külliker le señalaba un núcleo de osificación. Por
el contrario, Gengenbaur lo tenía por hueso secundario o de revestimientoEsta diversidad de opiniones ha persistido hasta nuestros días.
Pero la aludida autora, que estuvo en España una temporada como
una especie de auxiliar del Dr. Taure, en Barcelona, tiempo en que
ella estuvo en relación científica con nosotros que la conocimos antes
en Viena, estudió muy de propósito una serie de embrión humano
(1) Zeitschrift für mikroskopische-aruUomiehe Forschung, 59 Bd. 1952.
(2) Embriologia del hombre y demás veitebrados. (1942-1943)
— Sog —
que guarda el Instituto Biológico, que nos proporcionó el Dr. don
Pedro Nubiola en tiempo de la República, y pudo en ella probar
dicha Doctora que el iniciamiento del hueso de la clavícula era directamente sobre ej conjuntivo, como demuestran las figuras con que
ilustra ese trabajo.
Con ocasión de unas tesis doctorales sobre huesos, hemos tenido
la ocasión de estudiar este punto, no sólo en el mismo embrión humano, objeto del estudio de Zawisch, sino también en otros embriones dé mamíferos. Desde luego nos fijamos muy de propósito en el
embrión de Lepus cimiculus (conejo) de diez y ocho días, donde
hemos podido comprobar de un modo evidente que dicho hueso (de
la clavícula) es realmente de origen directamente conjuntivo. Por
consiguiente, confirmamos en este embrión, también de mamífero,
que el hueso de la clavícula es secundario o directamente formado
sobre el conjuntivo. En efecto, recorriendo la serie de cortes, en
unos podemos presentar porciones de la clavicula en formación y
en porciones mucho más largas (trechos mucho más notables) y en
alguna la clavícula en toda su extensión de longitud (figs. 1, 2 y 3).
De manera que nuestras preparaciones rechazan la idea de algunos
autores que admiten un origen mixto, es decir, que el centro a toda
la diáfisis sería de origen conjuntivo y los extremos o epífisis de
origen cartilagíneo. Nuestras preparaciones excluyen totalmente
esta explicación. Tampoco podemos admitir la idea de un tejido
condroideo. Nosotros no vemos más que un tejido de carácter conjuntivo y sobre éj la aparición de células óseas, del mismo modo que
vemos en la osificación de las maxilas. Basta comparar figura
con figura para convencerse plenamente de ello. Por consiguiente,
si en los maxilares la osificación es propia de huesos secundarios,
también lo será en la clavícula.
En el estudio de esa osificación nos llamó la atención una circunstancia que no recordamos haberla vista otras veces o antes. En
la osificación de la clavícula, que es sin duda uno de los huesos más
primitivos o precoces en el embrión, hemos visto en su superficie una
especie de grumitos negros o amarillentos que se pueden atribuir a
la - coagulación de alguna secreción osteoplástica que tendría allí
lugar. Es de notar que algo parecido hallamos también en la osificación maxilar. Esto nos ha recordado las enzimas de que nos habla
Carla Zawisch. En otros huesos a los que precede cartílago, no hemos visto semejante producción o coagulación. Si fuese efecto de
la técnica, parece que se debería encontrar en otras preparaciones.
— Sog —
El hallazgo de Carla Zawisch en el embrión humano, confirmado
por nosotros, lo vemos también muy bien confirmado en el embrión
de conejo de diez y ocho días, y nuestros discípulos de tesis doctorales lo han visto también en otros embriones de mamíferos.
• Ahora bien, entendemos que esta manera de osificación de la
clavícula es ley general de todos los mamíferos, dado que en todos
ellos existe la clavícula ; y como su presencia es general en todos
los mamíferos, general será también la manera de su osificación.
Desde luego a nosotros nos bastaría encontrar esa manera de osificación en un mamífero, para tranquilamente atribuirla también a los
demás mamíferos, y al mismo hombre, como cosa propia de mamíferos. Por lo cual, tenemos especial interés en publicar nuestros hallazgos. Desde luego, porque son una confirmación de lo que nos dice
Carla Zawisch, y tendremos esto muy presente, al publicar una nueva
edición de nuestra Embriología. Con esta ocasión queremos hacer
una sencilla advertencia sobre la investigación, y es que no es inútil
ver, mirar y remirar las preparaciones microscópicas que ya han
sido objeto de alguna investigación ; porque muchas cosas pasan
frecuentemente desapercibidas ; pero mirándolas una y otra vez se
da uno cuenta de particularidades que no advirtió antes. Esto confirma el dicho de Cajal que no está todo investigado, aunque así se
diga ; pues aun descubiertas las directrices de una investigación científica, quedan muchas circunstancias o cosas secundarias que son muy
dignas de estudio y muchas veces perfeccionan o redondean la cuestión principal. Ahora bien, estos como puntos secundarios se pueden
proponer a los jóvenes médicos o farmacéuticos para elaborar sus
tesis doctorales, ya que esto les obliga a fijarse en todas las circunstancias de la cuestión y les da ejercicio de investigar, que es lo que
necesita la ciencia. Muy bien decía un Catedrático de Madrid, Dr. Requesens, que fue por muchos años Decano de la Facultad de Medicina de aquella Universidad, que a un joven que acaba h carrera no
se le puede pedir cosas extraordinarias ; pero siempre quedan en la
investigación ciertas circunstancias no bien declaradas que muy bien
pueden ser temas de 'tesis doctorales. Pues, como muy bien decía
otro Catedrático de Madrid, el que sabe investigar ya es digno de
ser doctor.
Este criterio de los dos Catedráticos de Madrid nos parece tan
acertado v prudente, que no hemos titubeado un punto de aconsejarlo
a los jóvenes médicos o farmacéuticos para animarlos a emprender
trabajos de investigación en orden a obtener el doctorado. Si •*!
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guna Facultad exige para dar el título de doctor una investigdción
o descubrimiento que llame la atención del mundo entero, nos parece
soñar y puede reflexionar si su tesis doctoral cambió la faz del
mundo científico. El doctorado es la corona de los estudios o de la
carrera especializada o profesional y no una fase científica que haga
cambiar la dirección de la Ciencia.
Volviendo ahora a la cuestión de la clavícula, añadamos aquí algo
de lo que discurre Zawisch acerca de su osificación, ya que sus ideas
nos han inclinado a estudiar este punto. Supuesto ya todo lo dicho,
razona nuestra autora y estudia la ulterior evolución de la clavícula,
osificándose y lo que dice puede de algún modo explicarnos la diversidad de opiniones acerca de ella. Busca Zawisch el ulterior comportamiento de la osificación de la clavícula y del blastema que la
produce. Porque dice que este blastema sufre dos modificaciones,
cada una de las cuales determina períodos. En un primer período
produce el blastema una gran multitud de células específicas que
continúan el hueso por ambos extremos y en parte lo sustituyen en
la reabsorción. El crecimiento de la clavícula por ambos extremos es
notable, especialmente en el extremo esternal, de manera que nunca
se pierde el contacto con el esternón y escápula. Dice Zawisch que
este crecimiento de la clavícula nadie lo había descrito en el hombre.
El tejido que se forma, se llama o se ha llamado pseudo cartílago.
Se trata, según explica nuestra doctora, de un tejido condroideo
(así Schaffer en el Manual de Möllendorf, citado por la misma
Zawisch). Es un tejido celular muy parecido al descrito por Löwenthal y Kaschkaroff, según nos dice ella, en los peces teleóstcos.
Otros habrán llamado células precondrales. Quizá se podría pensar
si bajo algún respecto serían parecidas al cartílago vesiculoso que
llama Cajal, v.g., en la cabeza del calamar. En todo caso se parece
este 'tejido al del muñón cartilagíneo que se forma en las quebraduras
de huesos, para reconstruirlos.
Nosotros aducimos todos estos datos, porque nos parece que todo
esto nos da la base para explicarnos las muchas opiniones acerca de
la osificación de la clavícula, que se hallan en los libros o publicaciones. Pero no tenemos ninguna duda de que la clavícula, por nosotros
estudiada en el embrión de conejo de diez y ocho días y del de la
cobaya de treinta días, es realmente de origen directo del conjuntivo,
dado que a las razones, antes expuestas, podemos añadir el que en
nuestras preparaciones nunca ha tomado el tejido el color azul intenso que el verdadero cartílago toma con la doble tinción de la
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Fig. t.—Osificación directa del conjuntivo de la clavícula en un embrión de Lepus
cuniculus de 18 dias. X 50.
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en estenc car ti lã j'i neo.
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de /a caGezay
de? Kwmerof
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r&rc(on att/lfecía dei*
omoplate para originar
la apoí-iii«, ceracoides-
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Clavi cuta
osij-lcandose.
Fig. 2.—Osificación directamente del conjuntivo de la clavícula en el embrión de Lepus
cuniculus de 18 dias. X 50.
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Fig. 3.—Porción dentro del cuadro de la figura anterior, muy aumentada. X 250.