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ficha pedagógica Publicidad “verde” PIENSA… Cada vez estamos más concienciados con el problema del cambio climático y todas sus consecuencias, y hacemos lo posible por cuidar el medio ambiente desde las opciones que tenemos: intentamos ahorrar energía, agua, desplazarnos menos en coche, reducir, reciclar, etc. ¿Te has preguntado alguna vez si las empresas se preocupan por el cambio climático? ¿De qué sirve comprar productos de empresas que sean cuidadosas con el medio ambiente? ¿Es la publicidad de la marca suficiente para saber si son sostenibles en sus prácticas? sabias que... Según la ley de la oferta y la demanda, si los consumidores muestran un interés sobre el medio ambiente y sobre los productos llamados “verdes”, las empresas ofertarán más cantidad y variedad de productos y servicios de este tipo, para aumentar sus ventas. Pero el problema realmente viene cuando hacer publicidad sobre este tema es tan sencillo como ponerle el apellido “verde” a los productos, sin que sea cierto que se haya contribuido a respetar el medio ambiente en todas las fases por las que atraviesa. A veces, también sucede que se toman medidas en alguna parte del proceso, pero se descuidan otras que son igual o más importantes, de modo que cualquier efecto positivo de una medida adoptada es superado con creces por el impacto negativo de otra. Por ejemplo: si una empresa comienza a usar papel reciclado, pero este papel es importado desde un país muy lejano, el impacto medioambiental que supondría el transporte del papel podría ser mayor que la ventaja que aporta el cambio. La manera de saber cuál es el impacto ecológico de un producto determinado es estudiar su ciclo de vida, es decir, el conjunto de procesos que intervienen durante su extracción, crianza o fabricación, su uso o consumo y su desecho. Veamos cuáles son estas fases y los factores que se pueden tener en cuenta en cada una de ellas: • El proceso de producción, extracción o crianza. Las sustancias empleadas en la elaboración de los productos, la cantidad de energía necesaria y los residuos generados, tanto sólidos y líquidos que pueden contaminar la tierra y el mar, como en forma de emisión de gases dañinos para la atmósfera. ©2011 iStockphoto Publicidad ficha pedagógica Publicidad “verde” • El embalaje y envasado de los productos, que a veces atiende más a criterios de estética que de sostenibilidad, así como los materiales empleados y la procedencia de los mismos. • La distribución, es decir, la forma de hacer llegar los productos a todos los puntos de venta, y las distancias que estos recorren con ese fin, ya que los vehículos que los transportan pueden ser muy contaminantes. • El empleo que se hace del producto a lo largo de su vida útil. Hay productos que no tienen por qué generar ninguna emisión ni consumo de energía, pero para que lo entiendas bien, piensa en cualquier aparato electrónico que usas una y otra vez. • El desecho del producto, una vez que ya no nos sirve o ha dejado de funcionar. ¿Se puede reciclar? ¿Tiene componentes difíciles de eliminar sin impacto para el medio ambiente, como por ejemplo plásticos? ¿Requiere de un procesado especial, como las pilas, las baterías o los componentes electrónicos? INFORMACIONES DE INTERÉS Greenwashing Ser una empresa “verde” en sus prácticas o elaborar un producto “verde” está de moda. Las empresas saben que el consumidor se preocupa por el medio ambiente y se siente atraído por los productos que garantizan la sostenibilidad, de modo que consigue que éste opte por sus bienes y servicios basándose en ese sentimiento de protección y concienciación. Aunque esto no tendría que ser algo negativo si se llevase a cabo de forma honesta, a veces los argumentos “verdes” se usan dentro de campañas de publicidad engañosa. Eso es lo que se conoce como Greenwash o Greenwashing, que consiste en vender el mismo producto de siempre con un “lavado de imagen” que asegura el respeto al medio ambiente, sin que su proceso de producción haya cambiado o mejorado, o teniendo en cuenta una práctica aislada que no tiene impacto real en el conjunto del proceso. ¿Cómo puede ser “verde” un producto? Se entiende por producto “verde” aquel que favorece o que hace tiene el menor impacto posible en el medio ambiente, a lo largo de todas las fases de su ciclo de vida que ya hemos visto. La realidad es que buena parte de estas prácticas ecológicas suponen a menudo una mayor inversión, tanto para la renovación de la maquinaria empleada en su proceso de producción o para la adquisición de las sustancias necesarias para su elaboración, de manera que no es una opción tan fácil para todas las empresas. 2 ficha pedagógica Publicidad “verde” Es por eso por lo que prolifera la publicidad engañosa en referencia a lo “verde” o greenwashing. Si los consumidores empezamos a desconfiar de este tipo de mensajes, las empresas que sí hayan invertido lo necesario para adoptar estas prácticas no verán recompensados sus esfuerzos. Sin olvidar, por supuesto, el prejuicio que todo esto supone para el medio ambiente. Mejorar la imagen de las empresas gracias a lo “verde” También las empresas mejoran su imagen al decir que son “verdes”, adoptando prácticas respetuosas con el medio ambiente que no están directamente relacionadas con la producción de un bien o la prestación de un servicio. Por ejemplo, las oficinas o las instalaciones de una empresa pueden haber sido construidas a partir de materiales limpios y no contaminantes, emplear energías renovables (ej.: energía solar), cuidar el consumo de papel y la gestión de residuos, u organizar el transporte conjunto de sus empleados con autobuses que los recojan cerca de sus casas. Esta mejora de imagen puede conseguir que ganen simpatía por parte del consumidor y, por tanto, que se inclinen a adquirir sus productos o contratar sus servicios. Etiquetas y sellos que garantizan que un producto es “verde” Las ecoetiquetas sirven para certificar que los productos que las llevan son respetuosos con el medio ambiente. No tienen un carácter obligatorio, por lo que no es necesario ajustarse a ellas. Los empresarios pueden optar por adoptar una serie de medidas que les permita conseguir una ecoetiqueta como forma de mejorar la calidad de sus productos, añadiendo un valor positivo que los consumidores aprueban y buscan de forma activa. Hay tres tipos de ecoetiquetas, y es importante que conozcas la diferencia: • Tipo I: Son ecoetiquetas que deben ser reguladas por organismos de certificación, lo que garantizan que las buenas prácticas que designan, la reducción del impacto medioambiental o todo lo relacionado con la gestión de residuos y el reciclaje se corresponden con la realidad, es decir, que no se tratan de una mera estrategia publicitaria. Algunos de las ecoetiquetas más importantes son: la margarita europea para una gran diversidad de productos, AENORMedioambiente, Cisne Nórdico para el papel, o Greenfreeze para los frigoríficos. • Tipo II: Son autoafirmaciones que realizan las propias empresas acerca de sus productos. Puesto que no están reguladas por ninguna norma ni supervisadas por ningún organismo, es la empresa la que asume la responsabilidad sobre las afirmaciones que realiza, ya que en todo momento ha optado libremente por elegir esta vía en lugar de someterse a un control de calidad. 3 ficha pedagógica Publicidad “verde” Seguramente has visto este tipo de etiquetas en los envases en forma de pequeños logos o pictogramas diseñados por muchas marcas, motivo por el cual hay tantos diferentes. El problema reside en que no siempre queda claro a qué cualidad o característica del producto se refieren, y de qué forma se cumple. • Tipo III: Son certificaciones que reciben los productos que se ajustan a una serie de datos cuantitativos de consumo e impacto medioambiental a lo largo de todo su ciclo de vida. ¿QUÉ PUEDO HACER YO…? • A la hora de comprar un producto calificado de “verde”, infórmate de si la publicidad que se hace de ello tiene una base cierta. No te dejes impresionar por un anuncio o un eslogan convincente; introduce en un buscador de Internet el nombre del producto o de la marca y consulta los artículos, estudios e investigaciones publicados. Desarrolla tu capacidad crítica y pon en duda aquellas cosas que no te parezcan coherentes desde un punto de vista ecológico, como por ejemplo un producto que se venda en un envase reciclable pero que haya recorrido miles de kilómetros para llegar al punto de venta. • También puedes informarte a través de un profesional especializado en el lugar donde lo vayas a adquirir, como complemento a esa campaña de publicidad que se ha hecho en torno a él. • Encuentra los productos verdaderamente “verdes”. Lee las letras pequeñas y las especificaciones de todos los envases, busca las ecoetiquetas reconocidas y aprende a distinguirlas de las etiquetas creadas por los anunciantes. • Compra y anima a comprar productos “verdes” en casa, una vez que te has asegurado de que cumplen con lo que se promete. Estaréis favoreciendo la producción de este tipo de artículos y poniendo vuestro granito de arena para el cuidado del medio ambiente. • No dejes de buscar productos y servicios ecológicos tras descubrir que algunas campañas publicitarias no son del todo ciertas. Más allá de la publicidad, hay muchos productores que han invertido en sus instalaciones y materias para poder ofrecer bienes y servicios que sí suponen una alternativa respetuosa con el medio ambiente que puede marcar la diferencia con los demás. 4