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“Las Pymes, en
la base de la
competitividad
para el
crecimiento”
Asamblea General de Cepyme
Madrid, 2 de julio de 2013
1
“LAS PYMES, EN LA BASE DE LA COMPETITIVIDAD PARA EL CRECIMIENTO”
ÍNDICE
Presentación ..................................................................................................... 2
1.
El contexto socioeconómico de la pyme ............................................... 4
1.1. Un tejido empresarial con rasgos muy definidos ................................. 4
1.2. Inmerso en una profunda crisis ........................................................... 8
1.3. Con potencial para impulsar a la economía fuera de la crisis ........... 11
2.
Plan de acción para la pyme, la estabilización y el crecimiento
de la economía española ....................................................................... 13
2.1. Facilitar la financiación y reducir el coste del capital ......................... 13
2.2. Equiparar la fiscalidad efectiva de todas las empresas ..................... 15
2.3. Ajustar los costes salariales a la productividad y someter los costes
intermedios al libre juego de la competencia de mercado ........................ 17
2.4. Sin innovación no hay futuro, tampoco en la pyme ........................... 19
2.5. La internacionalización de la pyme ................................................... 20
2.6. El emprendimiento que nutra al tejido empresarial ........................... 21
2.7. Fomento de la competencia de mercado, una regulación
simplificada, eficaz y eficiente; y costes administrativos reducidos .......... 22
3.
Conclusiones y recomendaciones ....................................................... 24
2
“LAS PYMES, EN LA BASE DE LA COMPETITIVIDAD PARA EL CRECIMIENTO”
Presentación
Las Pymes son un eslabón decisivo de la actividad y el empleo en toda
economía, también en la economía española. Aseguran tanto la capilaridad y
especialización que requiere una cadena de suministro moderna, como la
última milla de la distribución al consumidor.
La crisis está exigiendo un elevado peaje a este colectivo empresarial con
enormes implicaciones para el empleo y el bienestar. Uno de los factores que
más están contribuyendo a este desempeño es su preocupante situación
financiera, atenazada entre la escasez y carestía del crédito y la excesiva
dependencia de la financiación bancaria.
También debe situarse entre los lastres que han precipitado a las Pymes a su
situación actual la reducida escala e inadecuada estructura de este grupo de
empresas. Este hecho, más allá de la definitoria característica de su pequeño o
mediano tamaño, impide a muchas de las Pymes españolas alcanzar la
categoría de mittelstand altamente competitiva y cumplir las principales
funciones empresariales eficaz y eficientemente.
Sin embargo, el papel que las Pymes así caracterizadas desempeñan es
insustituible en una economía avanzada. Y las Pymes españolas también están
dispuestas a desempeñar este papel contribuyendo decisivamente a la salida
de la crisis, la recuperación del empleo y la consolidación de un modelo
competitivo de crecimiento sostenido y sostenible para la economía española.
Para ello, las Pymes necesitan un clima estable y estimulante que dinamice
su compromiso en vez de paralizar sus posibilidades. Este clima, no se
conseguirá —a pesar de lo que todavía reivindican ciertas posiciones
convencionales entre el empresariado— con discriminaciones positivas,
subvenciones o tratamientos injustificados frente a otros colectivos
empresariales o sociales.
Las Pymes españolas están soportando su parte, y más, del esfuerzo que toca
afrontar en esta crisis. Pero necesitan normas sencillas de cumplir, eficaces
y eficientes. Normas homogéneas en todo el espacio funcional y territorial de
nuestra economía, y más allá si atendemos a la globalidad en la que quieren
insertarse. Necesitan un entorno financiero mucho más rico en alternativas
adaptadas a su idiosincrasia, al tiempo que deben hacer sus deberes para
demandar e incorporar los nuevos esquemas a su operativa y gestión.
3
“LAS PYMES, EN LA BASE DE LA COMPETITIVIDAD PARA EL CRECIMIENTO”
Tanto como lo anterior, las Pymes españolas necesitan un clima social
favorable en todos los planos. Necesitan vitalmente nueva savia
emprendedora aportada por las jóvenes generaciones de trabajadores,
profesionales y egresados de la formación profesional especializada y el
sistema de educación superior, así como de las escuelas de negocio y de las
instancias de conocimiento e investigación básica y aplicada.
Este documento, elaborado con motivo de la Asamblea General de CEPYME,
quiere resaltar los trazos claroscuros que definen en estos momentos el
panorama de las pequeñas y medianas empresas españolas, a las que
representamos.
Pero, por encima de todo, quiere transmitir a los poderes públicos y a la
sociedad española la necesidad de transformar el campo de juego y las reglas
que rigen la actividad de cientos de miles de empresas, atrapadas entre sus
limitaciones internas y un conjunto de incentivos perversos y normas
restrictivas. Una combinación que, en estos años de crisis, resulta letal para las
Pymes, como no en vano muestran las elocuentes cifras de destrucción del
tejido empresarial y de su empleo asociado.
Como se decía más arriba, no solicitamos trato de favor. Solo queremos que el
terreno de juego sea liso y que las reglas sean las mismas para todos. De esta
manera, las Pymes podremos limitar el daño que estamos sufriendo, contribuir
solventemente al esfuerzo que la crisis exige de cada uno de nosotros y,
especialmente, expresar el potencial de competitividad, creación de empleo y
crecimiento sostenible que nuestras empresas poseen en beneficio de todos.
Este memorándum enfatiza todos estos aspectos de manera constructiva,
creemos, y por ello estamos convencidos de que los poderes públicos y la
sociedad se harán cómplices de nuestras aspiraciones, porque son las mismas
que las suyas.
Jesús Mª Terciado Valls
Presidente de CEPYME
4
“LAS PYMES, EN LA BASE DE LA COMPETITIVIDAD PARA EL CRECIMIENTO”
1. El contexto socioeconómico de la pyme
1.1. Un tejido empresarial con rasgos muy definidos, no todos favorables
Según el Directorio Central de Empresas (DIRCE, INE), a 31 de diciembre de
2011 (último dato disponible), había en España 4.923 empresas con 200 o más
asalariados; 1.434.630 empresas con menos de 200 asalariados; y 1.764.987
empresas sin asalariados.
Respecto al total de empresas existentes, las de 200 o más asalariados
representaban el 0,15%; las de menos de 200 asalariados, el 44,68%; y las
empresas sin asalariados, el 55,16% restante. Estos mismos grupos de tamaño
de empresas acaparaban, respectivamente, el 38,40%, el 44,87% y el 9,91%
del empleo (ocupados EPA), mientras que los autónomos no incorporados
como sociedades representaban el 6,81% restante hasta el cien por cien de la
ocupación. El detalle de la escala de las empresas españolas y las
estimaciones de empleo asociado a cada categoría puede apreciarse en el
cuadro siguiente.
Características del tejido empresarial español (a 31 dic. 2011)
Nº Empresas % sobre total
Asalariados (1)
% sobre total
% sobre
ocupados (2)
Asalariados por
empresa
0,0
Sin asalariados
De 1 a 2 asalariados
De 3 a 5 asalariados
De 6 a 9 asalariados
De 10 a 19 asalariados
De 20 a 49 asalariados
De 50 a 99 asalariados
De 100 a 199 asalariados
De 200 a 499 asalariados
De 500 a 999 asalariados
De 1.000 a 4.999 asalariados
De 5.000 o más asalariados
1.764.987
867.550
288.896
131.944
79.113
43.070
12.700
6.434
3.214
935
669
105
55,16%
27,11%
9,03%
4,12%
2,47%
1,35%
0,40%
0,20%
0,10%
0,03%
0,02%
0,003%
0
1.301.325
1.155.584
989.580
1.147.139
1.485.915
946.150
965.100
1.124.900
701.250
2.007.000
3.005.258
0,00%
8,78%
7,79%
6,67%
7,74%
10,02%
6,38%
6,51%
7,59%
4,73%
13,53%
20,27%
9,91%
7,31%
6,49%
5,56%
6,44%
8,34%
5,31%
5,42%
6,32%
3,94%
11,27%
16,88%
28.621,5
De 1 a 9 asalariados
De 10 a 49 asalariados
De 50 a 199 asalariados
De 200 y más
1.288.390
122.183
19.134
4.923
40,267%
3,819%
0,598%
0,154%
3.446.489
2.633.054
1.911.250
6.838.408
23,24%
17,76%
12,89%
46,11%
19,35%
14,79%
10,73%
38,40%
2,7
21,6
99,9
1.389,1
Total
3.199.617
100,00%
14.829.200
100,00%
93,19%
4,6
2,7
21,6
99,9
795,6
(1) Corresponden a la EPA IV trimestre de 2011. Para asignarlos a las diferentes categorías de tamaño se han utilizado marcas de clase (medias de
los extremos de cada intervalo), excepto para la categoría máxima, que se ha obtenido por diferencia de todas las demás respecto al total de
asalariados de la EPA.
(2) Las empresas sin asalariados aportan tantos ocupados como empresas (trabajadores autónomos). La diferencia a 100 del total % es el número de
ocupados autónomos no incorporados como empresas ( 1,2 millones de autónomos, un 6,81%).
Nota: La estimación del número medio de asalariados no coincide con los datos que se obtienen para grupos equivalentes de los registros de la
Seguridad Social, que sólo contemplan afiliados al Régimen General.
Fuente:Elaboración
elaboración
Afi aa partir
partirdedeDIRCE
DIRCE
(INE).
Fuente:
propia
(INE)
5
“LAS PYMES, EN LA BASE DE LA COMPETITIVIDAD PARA EL CRECIMIENTO”
Los datos de
más precisos
arrojan una
corresponden
elocuente.
cuentas de afiliación a la Seguridad Social (Régimen General),
en lo que se refiere al número de afiliados en cada empresa,
perspectiva sobre las cuotas del empleo asalariado que
a cada grupo de empresa por tamaño que no puede ser más
En el gráfico siguiente, mediante una curva de Lorenz, se muestra cómo el
87,5% de las empresas (las de menos de 10 asalariados) acapara tan sólo el
21,4% de los afiliados por cuenta ajena; o cómo el 99,6% de las empresas (las
de menos de 250 asalariados) absorbe el 58,3% de la afiliación, mientras que
el 0,4% restante de las empresas (las de 250 asalariados o más) concentra el
42% de la afiliación.
Fuente: Elaboración propia a partir de la Seguridad Social
6
“LAS PYMES, EN LA BASE DE LA COMPETITIVIDAD PARA EL CRECIMIENTO”
En términos generales, esta distribución por tamaño empresarial es
característica de cualquier economía, avanzada o no, pero se encuentra en
nuestro país mucho más sesgada hacia las pequeñas empresas y las
microempresas que hacia las empresas medianas o grandes.
En efecto, España presenta similares porcentajes de Pymes sobre el total de
empresas que nuestros principales socios comerciales. Pero, sin embargo,
tenemos un mayor porcentaje de pequeñas y microempresas que aquéllos
países. Además, tenemos un porcentaje de empresas de mediano tamaño
inferior, que a su vez presentan un tamaño empresarial más reducido.
Finalmente, nuestras micro y pequeñas empresas contribuyen en mayor
medida al total de valor añadido y del empleo que las empresas del mismo
tamaño en el conjunto de la Eurozona.
Fuente: Elaboración propia a partir de DIRCE (INE)
Aunque las diferencias entre países (o regiones) en el escalón de los 50 a 200
asalariados suelen ser pequeñas, dado el peso predominante de las empresas
con menos de 10 asalariados, estas casi insignificantes variaciones determinan
enormes diferencias en los niveles de renta por habitante, productividad por
asalariado o salarios medios.
7
“LAS PYMES, EN LA BASE DE LA COMPETITIVIDAD PARA EL CRECIMIENTO”
Es precisamente en el segmento de las medianas empresas (entre 50 y 199
asalariados) donde se encuentra la clave de la productividad y la
competitividad. Es el que podríamos denominar el “universo mittelstand” el que
marca la diferencia entre España y, por ejemplo, Alemania, Holanda o EE. UU.
El cuadro siguiente ilustra perfectamente, para el caso de los dos extremos
regionales españoles, Extremadura y País Vasco, lo que supone esta
singularidad.
La mayor escala empresarial es la garantía de que la empresa puede crear una
estructura profesional que se ocupe del desempeño de las diversas funciones
empresariales en el seno de las organizaciones con la eficacia y eficiencia
exigidas por la competencia global. Cuesta imaginar cómo una empresa de
menos de 10 trabajadores (el caso del 95,4% de las empresas españolas)
puede destacar profesionales suficientes para acometer con garantías la
dirección de I+D, o la financiera, o la de operaciones, o un proyecto de
internacionalización, etcétera.
Las razones por las que existen muchas pequeñas y medianas empresas o una
miríada de profesionales y autónomos son, sin embargo, muy numerosas; y la
mayor parte de ellas son buenas razones.
Un tejido empresarial poblado de Pymes garantiza la diversidad de
proveedores de bienes y servicios para todos los eslabones de la cadena, la
competencia entre los mismos y la capilaridad productiva y comercial allí donde
se necesita. Aunque se suele invocar la capacidad del tejido de Pymes y
autónomos para asegurar una buena mitad del empleo asalariado y las dos
terceras partes de la ocupación, se aducen en menor medida otras cuestiones
importantes. Entre ellas, su capacidad para asegurar la diversidad y eficiencia
de la oferta de bienes y servicios, o para facilitar la externalización de funciones
de las grandes empresas o las administraciones públicas.
En este sentido, resulta imprescindible identificar adecuadamente la naturaleza
del problema de la escala empresarial entre las Pymes. El gráfico anterior
ilustra perfectamente esta naturaleza si se hace una interpretación cuidadosa
de los datos que contiene.
Carecería de sentido pretender que todas las Pymes aumentasen su escala o
que todos los autónomos pasasen a contratar asalariados. Ello, con toda
seguridad, no sería ni posible ni eficiente.
8
“LAS PYMES, EN LA BASE DE LA COMPETITIVIDAD PARA EL CRECIMIENTO”
Esa mala noticia queda, por lo tanto, inmediatamente matizada por la buena
noticia que supone la evidencia de que bastaría con que un número
relativamente pequeño de Pymes alcanzase una mayor escala para
reforzar el tejido empresarial, justamente en los niveles intermedios,
provocando importantísimos efectos económicos y sobre el bienestar.
El foco debe estar en la fusión de aquellas pequeñas empresas con potencial
para crear nuevas, de tamaño mediano, altamente competitivas (mittelstand).
La movilidad de las Pymes en la escala del tamaño debe ser, pues, una
prioridad.
1.2. Inmerso en una profunda crisis
El entorno en el que se desenvuelve la socio-economía española ha venido
complicándose sin apenas tregua en los últimos cinco años. Los hogares, las
empresas y las instituciones están sufriendo ajustes y limitaciones en su
capacidad para operar muy severos, que se condensan en una tasa de
desempleo del 26%, una enorme mortandad empresarial —unida a una
reducida natalidad— que se ha llevado por delante y/o ha impedido el
alumbramiento de unas 800.000 empresas; unos niveles de deuda
desorbitados y una fuerte restricción crediticia y financiera, que ahoga la
gestión misma del circulante en las empresas.
Las Pymes, en particular, están sufriendo especialmente los problemas
de demanda, ya que dependen mayoritariamente de la demanda doméstica
de hogares y administraciones públicas, y bastante menos de la exportación, la
única cara buena de la crisis. Y están sufriendo los problemas de crédito, ya
que afrontan una restricción cuantitativa más severa y unos costes financieros
sensiblemente más elevados, agravado ello por los retrasos en los cobros y
pagos y la morosidad asociada.
Al mismo tiempo, sufren desproporcionadamente los aumentos de la
fiscalidad indirecta y societaria, pues disponen de menores recursos y vías
normativas y contables para reducir su base imponible, así como la incidencia
de las normas laborales y administrativas, debido a su escasa capacidad
para generar economías de escala en la gestión de sus plantillas y los
procedimientos administrativos.
Para hacerse una idea de cómo la recesión continua ha afectado a las
empresas con trabajadores conviene mirar los datos de afiliación de empresas
al Régimen General de la Seguridad Social.
9
“LAS PYMES, EN LA BASE DE LA COMPETITIVIDAD PARA EL CRECIMIENTO”
Como se muestra en el cuadro siguiente, el número de cuentas de empresas
ha descendido sostenidamente desde finales de 2008, materializándose al
cabo del periodo de crisis en una caída acumulada del 17,3%, que se ha
reforzado desde 2011.
Variación interanual del número de empresas registradas en el Régimen
General de la Seguridad Social en el periodo 2005-2008 (mes de enero) y
variación acumulada entre enero de 2008 y enero de 2013
TOTAL
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2008-2013
3,33%
5,57%
2,86%
1,11%
-5,64%
-4,65%
-2,31%
-2,69%
-3,28%
-17,29%
De 1 a 9
3,42%
5,53%
2,73%
1,21%
-4,56%
-4,17%
-2,14%
-2,29%
-2,79%
-14,99%
De 10 a 49
2,79%
5,98%
3,42%
0,24%
-12,48%
-8,21%
-3,66%
-5,56%
-6,74%
-31,83%
De 50 a
249
3,02%
5,06%
4,66%
1,71%
-9,34%
-5,16%
-2,22%
-4,56%
-6,17%
-24,70%
De 250 a
499
2,94%
4,80%
6,39%
4,07%
-4,39%
-1,48%
-1,82%
-3,54%
-5,68%
-15,87%
De 500 a
999
1,90%
2,25%
4,89%
3,20%
-0,53%
-2,49%
-3,20%
-2,36%
-3,57%
-11,60%
1.000 ó
más
4,08%
4,99%
4,52%
4,55%
1,24%
-2,97%
0,63%
-2,09%
-5,78%
-8,80%
Fuente: Elaboración
Mº Empleo
y SS y SS
Fuente:
Afi a propia
partira partir
deldelMº
Empleo
Sin embargo, es más notable todavía el hecho de que las empresas de entre
10 y 49 trabajadores se han reducido en un 31,8% en el mismo periodo, un
ritmo que casi duplica el del conjunto. Las empresas de entre 50 y 249
trabajadores han sufrido un ajuste a la baja del 24,7%.
Han sido las Pymes, por lo tanto, las que más dolorosamente han
afrontado el embate de la crisis. Estas empresas eran responsables en 2008
del 41,6% del empleo asalariado, porcentaje que en la actualidad ha caído al
36,9%, un descenso descomunal con cualquier métrica que se utilice.
El número de trabajadores autónomos, por su parte, ha variado en términos
netos en 569.300 (un 15,8%) entre el tercer trimestre de 2008 y el primero de
de 2011, pero se ha estabilizado en torno a los 3 millones desde entonces.
10
“LAS PYMES, EN LA BASE DE LA COMPETITIVIDAD PARA EL CRECIMIENTO”
La caída sufrida por este colectivo (más de la mitad de los cuales están
incorporados como empresas sin trabajadores) en el periodo 2008-2011, en
términos porcentuales, es equivalente al del total de empresas con
trabajadores; y de hecho, es más intenso al haberse producido en un periodo
sensiblemente más corto de tiempo. Pero, al mismo tiempo, su notable
estabilización desde mediados de 2011 refleja que el trabajo autónomo está
siendo, ante la continuación de la crisis, una salida tanto para
trabajadores por cuenta ajena despedidos, como para empresarios que
previamente acogían a trabajadores en sus empresas y que se han visto
obligados a cerrar.
La dolorosa contribución de las Pymes a la destrucción de tejido empresarial y
de empleo puede apreciarse también en el cuadro siguiente. En él se constata
que —entre otros indicadores— las Pymes (10 a 249 trabajadores) han
soportado la destrucción del 61% de la afiliación en el periodo de crisis (1,7
millones de afiliados de los 2,8 millones totales de caída). Y han sido testigos
de la desaparición (en términos netos) de 67.762 unidades empresariales,
frente a las 237.198 unidades de microempresas (1 a 9 trabajadores), o las 68
empresas de 100 o más trabajadores.
Número medio de trabajadores por tamaño de la empresa y contribución
de cada grupo a la caída de la afiliación (Régimen General) durante la
crisis (enero de 2008 a enero de 2013)
TOTAL
De 1 a 9
De 10 a
49
De 50 a
249
De 250 a
499
De 500 a
999
1.000 ó
más
10,4
2,6
19,6
98,0
343,5
690,6
3.846,4
Caída de la afiliación en
2008-2013 (miles)
-2.840,4
-607,1
-1.126,2
-608,0
-148,1
-88,9
-262,2
Íd. en % de los efectivos de
cada grupo en 2008
-19,38%
-19,35%
-32,58%
-23,04%
-16,04%
-11,37%
-7,05%
Nº medio de trabajadores
2008-2013
Fuente:
Afi a partir
Empleo
y SS
Fuente: Elaboración
propia adel
partirMº
del Mª
Empleo y SS
Los desarrollos económicos propios de la recesión casi continua que
padecemos tocarán suelo más pronto que tarde, si nos atenemos a numerosos
indicadores adelantados que convergen en un próximo, si bien todavía incierto,
punto de inflexión.
11
“LAS PYMES, EN LA BASE DE LA COMPETITIVIDAD PARA EL CRECIMIENTO”
Si, además, vuelve la confianza a los agentes económicos y no se producen
dificultades en el ámbito exterior (europeo) de nuestra economía; y si, por
último, se persevera en la finalización de las reformas emprendidas, que ya
están ayudando a trazar el escenario y el guión de la recuperación, las Pymes
desempeñarán un papel protagonista en la misma a medida que su tejido
se reconstruye y regenera, con las consiguientes aportaciones al empleo y el
valor añadido.
1.3. Con potencial para impulsar a la economía fuera de la crisis
En el anterior contexto —devastador para las empresas, pero al que conviene
enfrentarse resueltamente—, las Pymes españolas deben encontrar la vía para
convertirse en ese factor decisivo para la superación de la crisis y para la
transformación hacia la competitividad de la economía española.
Para ello es preciso abordar con inmediatez, intensidad y decisión,
debidamente calibradas por la urgencia en la que nos encontramos, una serie
de reformas que inciden directamente en la eficacia y eficiencia del clima
en el que se desenvuelve la actividad de nuestras empresas.
Las líneas de reforma que CEPYME considera ineludibles se detallan en la
sección siguiente de este documento. A continuación se argumenta sobre el
potencial de las Pymes para el impulso a la recuperación.
No vale fiar ese impulso solamente al mero dato de que las Pymes (excluidas
las microempresas) constituyen el 12,14% del total de las cuentas de cotización
a la Seguridad Social (enero de 2013) y el 36,92% de la afiliación. Sino también
al tipo de funcionalidad que desempeñan en el tejido productivo y de
distribución de bienes y servicios en la economía.
Si bien se argumenta a menudo, con razón, sobre la necesidad de aumentar la
escala de las Pymes —y especialmente de las microempresas—, también se
argumentaba anteriormente que son las pequeñas diferencias en los escalones
centrales de la pirámide de tamaño del tejido empresarial las que determinan,
junto a otros factores, las grandes diferencias en renta per cápita y bienestar
que se observan entre las regiones, países, etc. El que haya una proporción
ligeramente mayor de Pymes en la economía suele acarrear la consecuencia
de que estas Pymes son de una naturaleza distinta.
12
“LAS PYMES, EN LA BASE DE LA COMPETITIVIDAD PARA EL CRECIMIENTO”
En las grandes cadenas de suministro (supplychains) las Pymes se ocupan de
funciones avanzadas (por ejemplo, innovación) debido a su grado de
especialización y mayor flexibilidad y adaptación a las demandas del mercado.
De hecho, muchas Pymes especializadas no son sino el resultado de los
procesos de desintegración vertical de las grandes empresas que se deshacen
de divisiones internas no esenciales, con las que llegan a nuevos acuerdos de
colaboración. A su vez, las Pymes resultantes de este proceso, gracias a su
especialización, acaban constituyendo potentes empresas de suministro a las
grandes empresas del sector del que proceden.
Las Pymes aseguran la capilaridad y eficiencia del proceso productivo
suministrando bienes y servicios just-in-time a las empresas tractoras del
empleo y la actividad. Igualmente, aseguran el servicio de la “última milla” en la
distribución de dichos bienes y servicios al consumidor, a través de una tupida
red logística y comercial que regularmente, a tenor de las demandas del
mercado, adquiere nuevas configuraciones y modelos de negocio innovadores.
La renovación del tejido de las Pymes es esencial para una recuperación
del empleo y la competitividad de la economía española. Para ello, la
financiación y el clima de negocio en el que se desenvuelven las empresas
debe mejorar de manera que éstas puedan materializar su potencial.
Esta renovación pasa también por la exploración y el impulso de las nuevas
formas de emprendimiento que la crisis y las tendencias de fondo están
contribuyendo a consolidar, basadas en el autoempleo, las spin-offs y las startups. Pero también es necesario impulsar la renovación de las Pymes
tradicionales (mainstreet) y potenciar las formas de colaboración interempresarial a lo largo y ancho de la cadena de suministro.
13
“LAS PYMES, EN LA BASE DE LA COMPETITIVIDAD PARA EL CRECIMIENTO”
2. Plan de acción para la pyme, la estabilización y el
crecimiento de la economía española
2.1. Facilitar la financiación y reducir el coste del capital
La crisis financiera ha traído consigo una escasez y un encarecimiento del
crédito, nunca vistos antes, que se prolongan ya desde hace cinco años. Por
descontado que las unidades empresariales han paralizado los proyectos de
ampliación de capacidad o de creación de nuevas empresas, como
consecuencia del colapso de la demanda de mercado y las correspondientes
expectativas de negocio. Y no demandan financiación ajena para este
propósito.
Además, están experimentando considerables dificultades para afrontar el pago
de las deudas contraídas durante el boom en un contexto de elevado
apalancamiento.
Por último, y más relevante, la operación diaria de una empresa implica la
incesante realización de pagos y cobros, cuyos plazos se están multiplicando
antes de resultar fallidos en una elevada proporción. La financiación del
circulante se ha convertido en el talón de Aquiles de las Pymes
españolas. Y su elevado grado de bancarización no facilita su salida del cada
vez más asfixiante círculo financiero en el que están casi obligadas a
permanecer.
La financiación, por otra parte, es necesaria también para que las Pymes
atiendan a la única salida que tienen a su alcance en los actuales momentos: la
internacionalización.
Tampoco debe olvidarse la financiación al emprendimiento innovador, que
puede darse incluso en el seno de una pyme consolidada y que requiere una
financiación muy especial (venture capital), que también es muy complicada en
estos momentos. Internacionalización e innovación van de la mano en el
seno de las empresas, pues la segunda es la base de la competitividad
ineludible en la arena global.
Claramente, las Pymes se encuentran en la convergencia de dos graves
carencias.
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“LAS PYMES, EN LA BASE DE LA COMPETITIVIDAD PARA EL CRECIMIENTO”
Por un lado, la falta de estructura y cultura internas para demandar y
acomodar en su seno nuevas formas de financiación ah hoc para las nuevas
funciones empresariales que superen la cárcel en la que se ha convertido la
financiación bancaria, a la que siguen excesivamente expuestas. Por otra, la
carencia de instancias privadas y públicas de financiación alternativa y el
raquítico desarrollo de estas vías de financiación en nuestro país.
Una acción que debería emprenderse inmediatamente desde instancias
empresariales —con la colaboración de las administraciones públicas— es la
de facilitar la compensación entre deudores y acreedores de estos dos
ámbitos. Una especie de clearinghouse para que las posiciones deudoras de
una empresa frente a la administración (tributaria u otros servicios) pudiesen
compensarse a un coste asequible con las posiciones acreedoras de esa
misma empresa contra la administración. Más que el coste de instrumentación
de un tal sistema, lo que impide que esto sea ya una realidad es el excesivo
celo de las administraciones.
En cuanto a la creación reciente de un régimen especial en el IVA que
permite evitar ingresar el IVA hasta que se cobre la factura, sustituyendo el
criterio de devengo por el de cobro y pago, éste requiere su aplicación
inmediata, así como la de una serie de condicionantes que permitan aplicar
efectivamente esta medida.
Otra iniciativa que quiere proponer CEPYME al Gobierno, en esta materia,
tiene que ver con la necesidad que tienen las Pymes de acceder al crédito y
con un menor coste. Para ello, dado que las circunstancias no van a cambiar
previsiblemente a corto plazo, es preciso —también— que las pequeñas
empresas y los autónomos puedan superar la barrera de los avales y garantías
exigidos por las entidades financieras.
Por este motivo urge la culminación de la reforma financiera. La solidez de
los estados contables y financieros de las entidades de crédito son un elemento
esencial para la reactivación del crédito al resto del sistema económico. En
este sentido, es fundamental que estas reformas tengan el menor impacto
sobre las provisiones adicionales de recursos financieros hacia los sectores no
financieros.
Asimismo, es necesario articular los instrumentos financieros precisos, a través
del ICO, CERSA, ENISA y las entidades de crédito, para que los fondos
financieros del BEI, FEI y del BCE lleguen a las Pymes.
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“LAS PYMES, EN LA BASE DE LA COMPETITIVIDAD PARA EL CRECIMIENTO”
En este sentido, se debe potenciar el uso de préstamos participativos,
regulados por el artículo 20 del Real Decreto-ley 7/1996, de 7 de junio, sobre
medidas urgentes de carácter fiscal y fomento y liberalización de la actividad
económica, y microcréditos a emprendedores, a través de acuerdos con estos
agentes.
Por último, se trataría de fortalecer el sector de las sociedades de garantías
recíprocas (SGR), con el fin de que puedan desarrollar todo su potencial en la
concesión de avales a las Pymes como garantía ante los bancos.
Actualmente operan en España 23 sociedades de garantía recíproca, que
concentran a más de 112.000 Pymes, cuyos representantes legales forman
parte de ellas como socios partícipes. En riesgo vivo total del sector superaba
los 5.500 millones de euros a finales de 2012. Esto supone una inversión real,
por parte de las Pymes beneficiarias, de casi 33.500 millones de euros.
CEPYME entiende que las SGR, cuya cultura financiera es la misma que la de
las Pymes, y forman parte de sus órganos de gobierno, son el complemento
más eficaz para superar las barreras que actualmente impiden a las
empresas el acceso a sus tradicionales fuentes de financiación.
Consecuentemente, parece imprescindible que el Gobierno de la nación asuma
el compromiso de revitalizar este sector, mediante el fortalecimiento de la
Compañía Española de Reafianzamiento (CERSA), así como el impulso —a
través de Cesgar— a un proceso de reestructuración del sector.
Teniendo en cuenta la capacidad operativa media de las SGR, sus estados
financieros y el progresivo debilitamiento de su actividad, sería recomendable
que el proceso de reestructuración y de reordenación, al igual que el que se ha
producido en otras entidades de crédito, se dirija al fortalecimiento del
mencionado sector.
2.2. Equiparar la fiscalidad efectiva de todas las empresas
La presión fiscal que soporta la pequeña y mediana empresa está
constituyendo un factor de potenciación de los problemas que de por sí crean
las condiciones financieras (circulante) antes mencionadas. Más allá de esta
primera constatación, las Pymes sufren el marco fiscal existente en nuestro
país por vías muy diversas.
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“LAS PYMES, EN LA BASE DE LA COMPETITIVIDAD PARA EL CRECIMIENTO”
El Gobierno, por iniciativa propia y por imperativo comunitario, se encuentra en
la necesidad de reordenar la fiscalidad existente en nuestro país, enormemente
distorsionada por la acumulación de cambios ad hoc e inconexos durante
lustros, antes y después de la crisis.
Ello equivale a formular una auténtica reforma fiscal que debería tener a la
pyme en el foco de sus preocupaciones a la hora de limitar el daño ineludible
que toda fiscalidad impone; y, especialmente, ordenar los incentivos de forma
más racional y coherente con la competitividad y el crecimiento.
Debe impulsarse la fiscalidad orientada a promover el emprendimiento, la
alianza entre Pymes, la emergencia de canales alternativos de
financiación, así como a asegurar la solvencia empresarial, la formación,
la innovación y la internacionalización.
EL DECÁLOGO DE LA FISCALIDAD
1.- Debe ayudar a la competitividad de la empresa, no perjudicarla.
2.- Debe estimular el emprendimiento, no disuadirlo.
3.- Debe aliviar el coste de financiación de la empresa, no hacerlo más
pesado.
4.- Debe apuntalar su solvencia, no socavarla.
5.- Debe ser sencilla de interpretar y de tramitar; y no distraer recursos de
las verdaderas funciones empresariales.
6.- Debe ser neutral ante las iniciativas de cooperación empresarial y
fusiones de empresas, en vez de desanimarlas.
7.- Debe ser homogénea en el espacio funcional y territorial de operación
de las empresas, en vez de levantar barreras territoriales y segmentar el
mercado.
8.- Debe ser estimulante, no discriminatoria.
9.- Debe ser clara y comúnmente aplicable a la base empresarial más
amplia posible.
10.- Y debe reunir los recursos que la sociedad necesita y que
corresponde al mundo empresarial aportar. Pero no más, ni de manera
desproporcionada.
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“LAS PYMES, EN LA BASE DE LA COMPETITIVIDAD PARA EL CRECIMIENTO”
En este contexto, CEPYME considera imprescindible que el Gobierno
proceda a una reducción del tipo efectivo, que contemple una minoración
del tipo nominal con respecto a este tamaño empresarial y a una mayor
aplicabilidad del sistema de deducciones existentes por parte de estas
empresas.
Con esta medida, además de fortalecer la actividad económica del 99% de las
empresas españolas, también se pondría fin a una importante diferencia de
tributación con cargo a este impuesto según el tamaño de las empresas. Es
decir, la aparente discriminación positiva a favor de las Pymes sería realmente
una justa equiparación con la tributación real y efectiva de las grandes
empresas. La aplicación de esta medida supondría, por lo tanto, eliminar una
distorsión que se ha tolerado históricamente y que supone un agravio para las
pequeñas y medianas empresas.
Por otra parte, la reducción de la tributación del Impuesto de Sociedades a las
Pymes implicaría una mejora de la capacidad competitiva de las mismas,
especialmente de aquellas que realizan alguna actividad en otros países.
2.3. Ajustar los costes salariales a la productividad y someter los costes
intermedios al libre juego de la competencia de mercado.
El crecimiento de los salarios por encima del de la productividad, como ha
venido produciéndose sistemáticamente antes de la crisis, sólo redunda en
pérdida de competitividad de la economía.
Los costes intermedios, por otra parte —dadas las obligaciones salariales de
las empresas—, determinan los precios que éstas cargan por sus bienes y
servicios; y por diferencia entre ingresos y gastos salariales e intermedios,
determinan el margen que aquéllas tienen para afrontar sus restantes
obligaciones empresariales (pago de cotizaciones sociales, gastos financieros y
amortizaciones) y societarias (pago de dividendos a sus accionistas). Pues
bien, numerosas distorsiones intervienen en estos procesos de determinación
de costes y precios que, finalmente, impiden que la economía sea eficiente y
genere rentas adicionales y más bienestar para la sociedad.
Las Pymes se encuentran atrapadas entre los procesos de determinación
de salarios y de los precios de los consumos intermedios que utilizan en
sus procesos productivos (energía, comunicaciones, materiales, etc.).
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“LAS PYMES, EN LA BASE DE LA COMPETITIVIDAD PARA EL CRECIMIENTO”
Carecen, en general, de poder de mercado por su escala, lo que les convierte
en una instancia de moderación de precios y generadora de excedente para los
consumidores, pero sufren la tenaza de los costes salariales y de producción
que les imponen las prácticas casi monopolísticas de la fijación de salarios y de
muchos de sus costes intermedios. Ello conlleva el consiguiente
estrechamiento de sus márgenes, lo que les impide afrontar su capitalización
adecuadamente (haciéndolas dependientes de la financiación ajena de
origen bancario) y remunerar decentemente a sus accionistas.
La solución a estos problemas radica en la introducción de más competencia
en los mercados de bienes y servicios intermedios, como es el caso de la
energía, por ejemplo; y eliminando la abominable pulsión al proteccionismo
oligopolístico de los mercados que subsiste en múltiples actividades
productivas en nuestra economía.
En el caso de los costes salariales, fuertemente regulados, la introducción de
competencia se traduciría, por ejemplo, en la adopción del criterio del aumento
de la productividad como guía para la fijación del incremento salarial en
cada año o periodo plurianual determinado.
En este sentido, se orienta el II Acuerdo para el Empleo y la Negociación
Colectiva 2012-2014, suscrito con los sindicatos el 25 de enero, pues
especialmente sus contenidos en materia de flexibilidad interna, y la
moderación salarial son instrumentos que, en manos de las empresas,
redundarán en la mejora del empleo.
No es evidente ni inmediato cómo calcular la productividad del trabajo en una
empresa; y menos aún lo es cómo deslindar el efecto que en ella tienen
factores propios del trabajador (sus cualificaciones o actitud en el trabajo),
factores propios del empresario (su capacidad gerencial) o factores propios del
accionista (dotación de capital).
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“LAS PYMES, EN LA BASE DE LA COMPETITIVIDAD PARA EL CRECIMIENTO”
2.4. Sin innovación no hay futuro, tampoco en la pyme
El conocimiento es ya el factor productivo más relevante de la economía del
siglo XXI. La empresa que no cuente con este recurso entre sus trabajadores,
directivos o accionistas —entre sus clientes y proveedores, incluso—, no podrá
competir con garantías de permanencia en la arena global. Tampoco podrá
competir en sus mercados locales, por restringidos que crea que son.
Hoy no hay mercados protegidos, ni de bienes ni de servicios, ni regionales ni
de barrio. En los próximos veinte años van a producirse más bienes y servicios
de todo tipo que en los últimos cincuenta. El conocimiento y la organización
flexible de la producción marcarán el paso
Las Pymes deben innovar para ser más competitivas. Para ello pueden
asociarse a los protocolos de innovación de sus clientes tractores. Es decir,
vincularse a una cadena de valor en la que la innovación esté distribuida y
delegada aguas arriba. La innovación y el conocimiento deben ser asimilados
por la pyme como los factores de producción que son hoy en día,
independientemente de que la pyme sea industrial o de servicios.
La innovación consiste en la comercialización de una buena idea. No
basta con disponer de esta última. Además hay que ponerla en el mercado en
forma de más o mejores bienes y servicios, o de bienes y servicios más
baratos, sin detrimento de su calidad y funcionalidad para el consumidor. La
I+D está estrecha y positivamente correlacionada con el crecimiento
económico; y su peso en el PIB determina, en asociación con otros factores
desencadenantes, el grado de desarrollo y sofisticación de la economía.
Las Pymes carecen de muchos de esos factores coadyuvantes (la escala, por
ejemplo, o la financiación) y solo podrán adquirirlos, junto a la propia pulsión
innovadora, en estrecha asociación entre ellas, mediante programas
específicos de promoción pública y vinculándose a las cadenas encabezadas
por grandes empresas innovadoras. Esto es especialmente cierto cuando se
refiere a la innovación de base tecnológica. Pero la base tecnológica no es
consustancial a la innovación; y en materia de modelo de negocio, por ejemplo,
las Pymes tienen por delante un amplio espacio para avanzar de manera
estratégica y acumulativa.
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“LAS PYMES, EN LA BASE DE LA COMPETITIVIDAD PARA EL CRECIMIENTO”
La alianza de las Pymes con sus clientes e incluso con sus competidores
es una buena manera de generar procesos complejos de innovación
(generación, implantación y protección de la idea) capaces de marcar la
diferencia en términos de desempeño de mercado. Las Pymes pueden innovar,
a su manera, igual que las grandes empresas. Aunque el substrato y proceso
de la innovación, incluso sus modalidades, serán específicas a su condición de
pequeñas y medianas empresas y así debe ser reconocido. Pero necesitan
introducir el talento y el conocimiento en sus plantillas, acceder a financiación
dedicada a este propósito y encontrar las plataformas empresariales e
institucionales en las cuales puedan sumar sus propios esfuerzos, venciendo la
tendencia al ostracismo y la desconfianza hacia sus competidores.
2.5. La internacionalización de la pyme
Los mercados domésticos, incluso locales, en los que compiten las Pymes han
dejado de ser mercados protegidos hace muchos años. No es consuelo alguno
que la competencia global se juegue en los mercados globales y que las
pequeñas y medianas empresas puedan quedar aisladas de esta dinámica, ya
que, precisamente, la innovación en materia de modelos de negocio está
haciendo que las franquicias internacionales puedan desplazar sin
contemplaciones de su nicho a cualquier pequeña empresa de barrio.
Las Pymes deben mirar hacia el mercado global, independientemente de
que en un momento dado se ven fuera —o no— de sus nichos domésticos por
la incesante capilaridad de la competencia global. La innovación, como se
decía antes, es una de las claves, pero la internacionalización es la clave
decisiva para esta estrategia. A cambio del esfuerzo de internacionalización o
de la pérdida del nicho local, la pyme tiene acceso a un mercado mucho más
amplio y —a la postre— más remunerador.
Un largo boom centrado en el abastecimiento de la demanda doméstica desvió
a las Pymes españolas de la internacionalización. Y el esfuerzo que hoy se
requiere es doble, justamente cuando más dificultades hay para ello. La función
de internacionalización en la empresa, por otra parte, es compleja, propensa al
fracaso (dos terceras partes de las empresas que se inician en la exportación
acaban abandonando esta vía antes de que transcurra el primer año) y
requiere estructura interna, personal muy cualificado y una visión estratégica
difícil de generar en una pyme.
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“LAS PYMES, EN LA BASE DE LA COMPETITIVIDAD PARA EL CRECIMIENTO”
Pero al mismo tiempo, si las Pymes tienen éxito en vincularse a las cadenas de
suministro de las grandes empresas competitivas, acabarán teniendo presencia
exterior, así como haciendo innovación, por delegación de las cabeceras de la
cadena. Esta inserción funcional, que tampoco es sencilla, proporciona a la
pyme un escenario radicalmente nuevo.
Es, por lo tanto, fundamental acompañar a las empresas de menor
dimensión en su reorientación estratégica hacia el posicionamiento en los
mercados exteriores, teniendo en cuenta tanto el mayor esfuerzo que deben
realizar las mismas, empezando por el cambio cultural en sus cúpulas
directivas.
Muchos de los obstáculos identificados en los procesos de internacionalización
de las Pymes son salvables en mayor o menor medida —a pesar del problema
de escala recurrente en este tipo de empresas—, si éstas poseen una cartera
de activos competitivos y una estrategia marcada por la diferenciación. A ello
contribuyen decisivamente las tendencias en materia de modelo de negocio,
modularidad tecnológica y accesibilidad a las TIC. La inserción en las cadenas
de valor globales requiere flexibilidad y capacidad de adaptación, cualidades
que en buena medida caracterizan a las Pymes.
2.6. El emprendimiento que nutra al tejido empresarial
La fuerza de una empresa consolidada radica en la potencia de su modelo
de negocio, fruto —en su día— de un emprendedor que supo innovar, bien
diseñando dicho modelo o bien adaptándolo con éxito a partir de uno existente.
En el proceso de consolidación de la unidad productiva, la adquisición de
activos valiosos, tangibles e intangibles (factores productivos o reputacionales),
el acierto estratégico y táctico de los dirigentes empresariales y las bases
materiales de la actividad de la empresa (el producto o el servicio ofertado),
entre otros elementos, son decisivos para el éxito empresarial.
Si la función del empresario es primordial y debe ser ampliamente reconocida y
potenciada por la sociedad, la función del emprendedor es quintaesencial. De
él parte la savia nueva del tejido empresarial y su primer logro es una micro,
pequeña o mediana empresa. Bastaría con que el doble de las que lo hacen
normalmente en nuestro país (es decir, tan solo unos pocos miles de
empresas) cada pocos años pasasen la barrera de la escala para convertirse
de pequeñas en medianas empresas. No dejarían de ser Pymes, pero
marcarían una enorme diferencia.
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“LAS PYMES, EN LA BASE DE LA COMPETITIVIDAD PARA EL CRECIMIENTO”
¿Por qué no sucede esto? ¿Dónde se sitúa el “techo” del empresario? No
basta con constatar que los dos primeros años son los más delicados para la
vida de la empresa. Las consecuencias de esta evidencia pueden
contrarrestarse fácilmente haciendo que nazcan más empresas, pues otras
tantas sobrevivirán para nutrir al tejido empresarial. La cuestión es cómo
conseguir que el empuje emprendedor se multiplique en la sociedad y perviva
intacto en el ansia más recóndita del empresario.
Para ello, de nuevo, hay que revisar todos los incentivos fiscales, contables
y normativos de “apoyo” a las Pymes y al emprendimiento. Hay que remover
todos los obstáculos al emprendimiento y al desarrollo empresarial. Hay que
inocular el gen emprendedor a las nuevas generaciones desde la escuela y
revacunar a los empresarios adultos en su fase madura. De otra manera no
habrá ninguna forma —democrática, eficaz y eficiente— de impulsar el empleo,
la creación de riqueza y el bienestar de la sociedad.
2.7. Fomento de la competencia de mercado, una regulación simplificada,
eficaz y eficiente y costes administrativos reducidos
El clima en el que se desenvuelve la actividad de la empresa viene
determinado decisivamente por la mezcla de elementos regulatorios,
normativos y administrativos, que afectan directa o indirectamente a aquéllas.
Así como una autovía pagada con impuestos generales aumenta la
productividad y competitividad de las empresas que la utilizan sin coste
adicional para ellas (es un factor de producción no pagado), una mala
regulación de la competencia en los mercados de energía, logística o
semimanufacturas, o unos procedimientos administrativos onerosos e
improductivos, pueden suponer importantes lastres para dicha productividad y
competitividad empresarial.
De todas las maneras, muchos de los elementos analizados en las secciones
previas de este capítulo —que quiere esbozar un plan de acción para las
Pymes españolas— convergen en esta área de actividad propia de las
autoridades económicas y administrativas. La innovación, los costes salariales
y de suministros, los costes financieros, la internacionalización, el
emprendimiento, la fiscalidad… Todo se ve impactado por lo competitivos que
sean los mercados, por lo buena y justa que sea la regulación o los
procedimientos administrativos. No son los únicos condicionantes, aunque sí
los más importantes.
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“LAS PYMES, EN LA BASE DE LA COMPETITIVIDAD PARA EL CRECIMIENTO”
Se debe adoptar un enfoque de economía política excelente que identifique las
vías para alcanzar el mix adecuado de incentivos y limitaciones con las
mínimas y más eficientes normativas y burocracia posibles. Se trata de
materializar las más agudas prácticas de libertad de mercado por encima de
intereses monopolistas y oligopolistas, que extraen rentas a su favor, en
detrimento del bienestar del conjunto de ciudadanos y del resto de empresas,
provocan exceso de capacidad, concentran la carga fiscal en espaldas ajenas,
aumentan el desempleo estructural y cercenan la innovación y la
competitividad.
La maldad de una mala regulación nunca será suficientemente denostada y las
Pymes son las empresas que mayormente sufren —dentro del ámbito
empresarial— este tipo de consecuencias por las razones anteriormente
expuestas al abordar el capítulo de la fiscalidad.
Urge pues, en particular, como antídoto frente al riesgo de estancamiento
duradero, la remoción de las regulaciones, normativas y procedimientos
administrativos que restan oportunidades competitivas a las Pymes, que
concentran la carga fiscal, directa e indirecta, visible e invisible, en sus
espaldas y que imponen a este importante colectivo empresarial unos costes
de operación insoportables para cualquier empresario.
En este sentido, es importante alertar del grave deterioro que ocasiona la
implantación de distintas tasas y tributos en los ámbitos territoriales, cuestión
que drena la actividad eficiente de las empresas en el ámbito nacional y
supone un grave obstáculo para la consecución de la unidad de mercado.
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“LAS PYMES, EN LA BASE DE LA COMPETITIVIDAD PARA EL CRECIMIENTO”
3. Conclusiones y recomendaciones
A continuación, se resumen las principales conclusiones de este documento
elaborado desde la convicción de que las Pymes son un factor decisivo para
la salida de la crisis, la recuperación del empleo y la consecución —por
primera vez en muchos lustros— de un verdadero patrón de crecimiento
competitivo y sostenible de nuestra economía.
Junto a cada grupo de conclusiones se ofrecen, igualmente, las
recomendaciones que CEPYME considera más oportunas para convertir las
sombras más intensas de estas conclusiones en luces que pauten el camino de
la recuperación del crecimiento y el bienestar.
● Si bien la escala de la pyme española es muy reducida y debe
aumentar para facilitar el cumplimiento de las funciones empresariales,
sería utópico e ineficiente pretender que todas las Pymes aumentasen
su escala y que todos los autónomos pasasen a contratar asalariados.
1.- Concentrar los recursos para la cooperación empresarial en programas para
incentivar fusiones eficientes de pequeñas empresas en otras de mayor escala.
● Las Pymes aseguran la capilaridad y la eficiencia de las actividades
productivas y de distribución de bienes y servicios; y su inserción en las
grandes cadenas de suministro (supplychains) las hace insustituibles.
2.- Impulsar la renovación de los modelos de negocio avanzados y de la
capacidad innovadora de las Pymes para su globalización.
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“LAS PYMES, EN LA BASE DE LA COMPETITIVIDAD PARA EL CRECIMIENTO”
● La crisis se ha cebado especialmente entre las Pymes, ya que
mientras el número de empresas de mil o más trabajadores se ha
reducido en un 8,8% entre 2008 y 2013, el número de pequeñas
empresas (de 10 a 49 trabajadores) se ha reducido en un 31,8%; y el de
medianas empresas (50 a 249 trabajadores) lo ha hecho en un 24,7%.
3.- Realizar un seguimiento específico de la evolución del tejido pyme (50 a 249
trabajadores) para detectar sus líneas de carencias e identificar las bases de
apoyo a las mismas.
● En materia de financiación, las Pymes sufren una fuerte restricción y
una muy elevada carestía del crédito. Asisten también a un casi colapso
del sistema de pagos y cobros inter-empresariales y con las
administraciones públicas. El excesivo apalancamiento y bancarización
de las Pymes españolas no facilita las cosas y ello cercena las vías de
salida de la crisis: innovación e internacionalización.
4.- Culminar la reforma financiera. La solidez de los estados contables y
financieros de las entidades de crédito son un elemento esencial para la
reactivación del crédito al resto del sistema económico. En este sentido, es
fundamental que estas reformas tengan el menor impacto sobre las provisiones
adicionales de recursos financieros hacia los sectores no financieros.
5.- Articular los instrumentos financieros precisos, a través del ICO, CERSA,
ENISA y las entidades de crédito, para que los fondos financieros del BEI, FEI y
del BCE lleguen a las Pymes. En este sentido, se debe potenciar el uso de
préstamos participativos, regulados por el artículo 20 del Real Decreto-ley
7/1996, de 7 de junio, sobre medidas urgentes de carácter fiscal y fomento y
liberalización de la actividad económica, y microcréditos a emprendedores, a
través de acuerdos con estos agentes.
6.- Desarrollar la cultura de la financiación alternativa y los instrumentos de la
misma en nuestro país.
7.- Fortalecer las SGR como instrumento complementario al sector bancario para
garantizar el acceso al crédito de las Pymes y los autónomos.
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“LAS PYMES, EN LA BASE DE LA COMPETITIVIDAD PARA EL CRECIMIENTO”
● En materia de fiscalidad, se constatan una multiplicidad de figuras
impositivas y unas bases impositivas llenas de tratamientos ad hoc.
Todo ello afecta a las empresas de manera casi arbitraria, pero deja a
las Pymes sin capacidad para elegir (como en el caso de las restantes
empresas) las bases impositivas. La fiscalidad, además, no es
homogénea, ni funcional ni territorialmente.
8.- Eliminar el distinto tratamiento fiscal a empresarios según su condición de
persona física o jurídica, mediante la asimilación de la tributación de los
rendimientos de actividades económicas en el Impuesto sobre la Renta de las
Personas Físicas a la tributación por el Impuesto de Sociedades.
9.- Reducir la tributación del Impuesto de Sociedades para las Pymes del
desde el 1 de enero de 2014.
10.- Establecer bonificaciones o deducciones a todos los empresarios por
reinversión de beneficios en su propia empresa o en el lanzamiento de nuevas
actividades.
11.- Facilitar la posibilidad de compensar las deudas tributarias y de Seguridad
Social contra las deudas de las administraciones públicas, así como la
implementación del criterio de caja del IVA.
12.- Rebajar la imposición indirecta, que está afectando de manera muy negativa
al consumo interno la competitividad exterior de sectores claves como el Turismo.
Son necesarias las bajadas inmediatas del IVA y no deben incrementarse los
Impuestos Especiales.
● En materia de salarios y costes intermedios, las Pymes españolas
sufren las rigideces de la normativa salarial y los costes intermedios
(energía) procedentes de mercados fuertemente intervenidos, al tiempo
que carecen de poder de mercado para defender sus márgenes y
asegurar las funciones que estos les permiten cumplir (capitalización y
remuneración de sus accionistas).
13.- Los salarios deben ligarse directamente a la evolución de la productividad
en la empresa. Y los mercados de bienes y servicios intermedios deben
liberalizarse para erradicar prácticas oligopolísticas.
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“LAS PYMES, EN LA BASE DE LA COMPETITIVIDAD PARA EL CRECIMIENTO”
● En materia de innovación, la escala, la financiación y la falta de
estrategia o cultura innovadora lastran la asimilación del conocimiento
por parte de las Pymes. Al igual que sucede con su incapacidad para
compartir información pre-competitiva y lograr asociaciones de empresas
innovadoras. Muy poca de la escasa innovación realizada por las Pymes
es de base tecnológica, si bien en la innovación relativa —por ejemplo,
al modelo de negocio y el marketing— las Pymes tienen un enorme
campo de expansión propio.
14.- Debe fomentarse la vinculación de las Pymes a las cadenas de valor
competitivas lideradas por grandes empresas tractoras, al tiempo que una
cooperación pre-competitiva de nuevo cuño entre ellas debe inocular el gen
de la estrategia y la cultura innovadora en su seno.
● En materia de internacionalización también son notorias las
carencias de las Pymes, anormalmente enfocadas en mercados locales
cada vez más expuestos por la globalización y golpeados por la crisis. El
fracaso de los intentos en este campo es elevado y se impone un
cambio de cultura y una mejora de la estructura internas, así como —
cabe insistir— la vinculación de las Pymes a las cadenas globales de
suministro.
15.- Deben revisarse todos los apoyos y esfuerzos para la internacionalización de la empresa, consolidando estructuras y recursos, facilitando
la gestión interna de este cambio y empujando literalmente a las Pymes
hacia las supplychains globales.
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“LAS PYMES, EN LA BASE DE LA COMPETITIVIDAD PARA EL CRECIMIENTO”
● En materia de emprendimiento, debe partirse del reconocimiento
social de la función del empresario para, a continuación, admitir la
absoluta necesidad de multiplicar las iniciativas emprendedoras. Los
emprendedores crean las micro, pequeñas y medianas empresas. Para
que éstas se conviertan en grandes empresas, los empresarios jamás
deben olvidar al emprendedor que un día les hizo crecer como tales.
Tanto como los incentivos normativos, importa el empuje interno.
16.- Es preciso multiplicar el número de emprendedores, activar la genética
emprendedora de los empresarios y romper el “techo” de la escala
empresarial mediante los incentivos adecuados y eliminando los obstáculos
que se oponen a ello.
● En materia de costes administrativos y regulación de los
mercados, la normativa mejor intencionada puede convertirse en una
profunda desventaja competitiva si desconsidera la naturaleza de los
negocios, de las empresas y del propio empresario; o si ve en ellos
únicamente una fuente recaudatoria independientemente de quien la
soporta.
Las Pymes, por las razones esgrimidas en este documento, acaban
siendo las que soportan esa carga en la mayoría de los casos. Por ello
se necesitan reformas en este ámbito, que desatascarían muchos otros
procesos virtuosos en la mayor parte de las direcciones antes
aludidas.
17.- La “silverbullet” de las reformas económicas que abre la puerta a la
competitividad, el crecimiento, el pleno empleo y el bienestar — de la mano de las
Pymes sin lugar a dudas— es la defensa de la competencia en todos los
mercados y la reforma de los procedimientos administrativos a los que se
enfrentan las empresas.
18.- Eliminar los obstáculos estructurales que dificultan la inversión y el
crecimiento, como son la fragmentación del mercado único, las excesivas cargas
administrativas, las dificultades para internacionalizar los productos o la elevada
imposición.
19.- Establecer un principio de licencia única y de aceptación de la legislación
de origen, de manera que una empresa pueda operar en todo el territorio nacional
sin necesidad de cumplir con trámites adicionales.