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CONSUMO COLABORATIVO, ECONOMÍA LOCAL Y TRABAJO AUTÓNOMO. Sin duda es una realidad en Europa la extensión de los sistemas asociativos y participativos en el ámbito del consumo familiar, pero también en el de las empresas, que cada vez más se ven obligadas a ajustar los costes en la provisión de bienes y servicios y acuden a las ofertas informales y al intercambio para cubrir parte de sus necesidades. Efectivamente el consumo colaborativo es una oportunidad que permite abordar las necesidades de los sectores más débiles de la sociedad, promociona los valores asociativos y cooperativos e incluso podría llegar a generar nuevos nichos de empleo. Detrás de este impulso y de este nuevo fenómeno en expansión se encuentra el rápido desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación y su popularización, que ya han llegado a los hogares y a las más pequeñas empresas, especialmente a través de las redes sociales y a los portales-web de intercambio de información y trabajo colectivo. Pero no solo es a través de la Red por la vía que podemos contrastar el fenómeno. En el ámbito presencial la generalización de los mercadillos comerciales minoristas de carácter no sedentario, la implantación de los denominados mercados de productos usados, incluso la recuperación del tradicional “trueque”, especialmente entre productos perecederos, son también fenómenos que se vienen extendiendo, de manera muy particular en el ámbito rural, espacio, por cierto, que se ha visto reforzado en estos últimos años con un retorno desde las zonas urbanas, principalmente entre los más jóvenes, proceso que todavía está siendo muy poco estudiado. Una de las consecuencias que podrían generar estos nuevos modelos de consumo es la de la creación de productos duraderos y preparados para un uso intensivo que puedan ser utilizados por diversas familias, incluso por las empresas, así como poner en valor muchos objetos que hoy no encuentran un uso productivo adecuado. Activos hasta ahora de exclusivo uso familiar pueden convertirse en activos económicos y generar un PIB europeo de mayor volumen. En el ámbito empresarial este factor se presenta de diversas formas y situaciones, el más significativo sería el de la recuperación del valor de la continuidad de las empresas y sucesión de negocios. Hoy cada vez más los descendientes valoran en positivo la empresa de sus progenitores o familiares cercanos, y asumen la continuidad de las mismas. Por otra parte vemos como se multiplican los casos de sucesión o transferencia de activos, es decir los nuevos empresarios que constituyen su capital inmobiliario con los bienes procedentes de otras empresas anteriores. Incluso el intercambio o trueque de activos cuando se abordan modelos de diversificación empresarial. Desde la perspectiva del trabajo independiente, artesanal o de las más pequeñas empresas este nuevo modelo de consumo tiene al menos las siguientes ventajas: - Los productos al ser más duraderos y por lo tanto mantener su periodo efectivo de uso necesitan de mayor mantenimiento y reparación, trabajos que se realizan más habitualmente por profesionales independientes. El sector de la reparación de productos, particularmente eléctricos, mecánicos o tecnológicos, es uno de los que más han sufrido la crisis, incluso ya antes habían perdido mucho espacio de mercado, pero puede contemplar una mayor recuperación en este nuevo periodo, debido a este factor. - En términos de empleo permite recuperar viejas profesiones, especialmente para la fabricación de piezas complementarias y actividades auxiliares a la del consumo. - Los propios pequeños empresarios pueden unirse al modelo colaborativo sumando sus esfuerzos y complementando sus ofertas. - Se ayuda mantener la población rural y la fijación local de las actividades. - En resumen el modelo colaborativo, también en términos productivos, permite que la pequeña empresas pueda sustituir su debilidad en la escasa dimensión, por la fortaleza de la coordinación e interrelación. Pero también en este proceso surgen dudas y algunas incertidumbres, así como problemas añadidos que deberemos abordar. El principal problema viene dado en encontrar la frontera entre el consumo solidario y la “competencia desleal”, cuando las transacciones económicas se hacen en un ámbito de ”informalidad”. A pesar de que la denominada Economía Informal tiene una fuerte presencia en todo el ámbito internacional, sin embargo este es un fenómeno expulsado de la Unión Europea desde hace años. En ningún caso nuevos modelos comerciales pueden hacer retornar un sistema que implique a la larga menor cohesión social y menor ordenación de la economía. En este sentido las asociaciones deben ser conscientes de esta realidad y acudir a los modelos cooperativos y al emprendimiento social como fuente de su organización. Por otra parte el desarrollo de las actividades de mantenimiento y de reparación, que son básicas para el desarrollo de este sistema choca con los intereses de los grandes productores, en particular en productos sofisticados como los electrodomésticos, maquinaria de precisión o bienes de consumo ordinarios, como relojes, vehículos etc.. En la actualidad muchas fábricas acuden a la prohibida, pero tolerada, “obsolescencia programada”, es decir la identificación de un periodo máximo de vida efectiva de determinados productos. Con ello se obliga a la renovación del producto y se limita la posibilidad de arreglo y reparación, haciendo inviable el sistema indicado y los beneficios que pudiera producir. Por otra parte son muchos los creadores de marcas que imponen condiciones casi imposibles de cumplir para poder acceder a las piezas necesarias que permitan la reparación de productos, así como limitan el acceso a las guías técnicas y a la información básica para actuar. La Comisión resolvió en parte este problema relacionado con los talleres de vehículos que no forman parte de concesionarios oficiales, pero vuelve a repetirse el problema en otros sectores, como en el de los relojes o piezas de precisión. De esta forma los grandes grupos intentan monopolizar la reparación, lo que acabará dando problemas al consumo colaborativo al limitar la duración de las piezas. En todo caso, y más allá de los problemas inevitables que plantea el asociacionismo consumidor en sus diferentes versiones este puede ser una nueva fuente de creación de riqueza, servicios a la sociedad, ayuda al mantenimiento de las más pequeñas empresas en la economía local y circular, así como fuente generadora de empleo. Sebastián Reyna Fernández. Secretario General de la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos de España (UPTA).