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A22. EL COMERCIO
JUEVES 23 DE MAYO DEL 2013
OPINIÓN
“Nuestro sistema de representación parlamentaria tiene un problema: no arroja resultados que nos representen. Según las encuestas, el Congreso demora menos de cuatro meses de elegido para que el 75 % de
nosotros lo desapruebe”. Editorial de El Comercio Receta para dejar de crear Frankensteins / 2 de febrero del 2012
EDITORIAL
Evitando huaicos
L
Es una buena noticia que la Comisión de Constitución haya aprobado el financiamiento público para los partidos.
a Comisión de Constitución del Congreso ha aprobado la parte del dictamen
de la reforma de la ley de partidos que
establece el financiamiento público a
los partidos políticos a partir del 2014,
mandando que se dé en proporción a su participación en el Congreso. En realidad, esta obligación
estaba ya contenida en la ley vigente, promulgada hace diez años, pero nunca se aplicó porque
el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF)
sencillamente no presupuestó los fondos, pese a
que se trataba de apenas el 0,1% del presupuesto
público. Quizá el MEF actuó así porque sentía que
no se trataba de un asunto prioritario ni siquiera
para los propios partidos. De hecho, azorados por
el pudor político de recibir dinero del público sin
gozar de una imagen muy solvente ante los ciudadanos, los partidos nunca presionaron para tal
inclusión presupuestal.
La realidad, sin embargo, es que el país necesita
partidos fuertes. Los pocos partidos relativamente institucionalizados que tenemos, como el Apra
y el PPC, tienen una existencia más bien precaria
y carecen de presencia efectiva en muchas de
las provincias y distritos del país. Los demás solo
existen como olas electorales.
Ciertamente, sin estos canales resulta mucho más
Los partidos, cuando funcionan como tales,
viable para cualquier autoridad con aspiraciones
son los canales por los que se expresan las neceautoritarias ir desprestigiando a la “clase política”
sidades, los intereses, las preocupaciones y los
hasta poder justificar los más diversos atropellos
anhelos de los ciudadanos, dándoles una voz
contra las instituciones representativas: es mucho
organizada en el espacio público y una presencia
más fácil acabar con la reputación de un hombre
real en las instituciones en las que, al final del día, que con la de una organización que, al represense resuelve sobre los derechos y obligaciones de
tar un ideario y tener bases y procesos, trasciende
todos. Por estos canales se transmila identidad de cualquiera de sus
DEMOCRÁTICO
ten las diferentes demandas desde
integrantes. Teniendo en cuenta
Los ciudadanos deben esto último, de hecho, acaso el Perú
la base hasta los niveles regionales
sentir que tienen
o nacionales capaces de darles resnecesite partidos sólidos hoy más
un conocimiento
puesta o prevenirlas.
que nunca.
y un control sobre
Sin estos canales, es muy fácil
Demás está decir que la imprediclas personas que las
que los reclamos ciudadanos se ratibilidad y la tendencia a los estallirepresentan.
dicalicen, ante la frustración de no
dos de violencia (donde la razón la
sentirse escuchados, y se desborden, a la manera
acaba teniendo quien quiera que logre patear más
de los huaicos que no encuentran un cauce, dejan- fuerte) que son alentadas por la ausencia de pardo solo un camino de destrucción tras de sí, como
tidos sólidos tienen también consecuencias para
vemos en nuestras continuas, y violentas, “protes- el crecimiento y la reducción de la pobreza. Si no,
tas sociales”. Sin estos canales, se vuelve también
baste con mirar lo que ha pasado con la economía
muy normal que estas demandas sean desviadas
de Cajamarca desde la violencia del año pasado o
por los conductos improvisados y muchas veces
lo que pasa con la confianza y la inversión en el país
traicioneros que abren los caudillos que, en ausen- cada vez que aparece un ‘outsider’ populista o autocia de partidos reales, aparecen constantemente.
ritario del que nadie sabe realmente qué esperar.
Ahora bien, no obstante la buena noticia que
venimos comentando, ha sido una lástima que la
comisión decidiese aprobar también el aumento
del número de invitados que las cúpulas partidarias pueden traer a sus listas: si lo que se quiere es
fortalecer a los partidos, lo que se tiene que hacer
es fortalecer la militancia de sus miembros y el
poder de decisión de sus elecciones internas.
En la misma línea, también se echa de menos
la que acaso sea la reforma principal que sigue
faltando a nuestro sistema electoral: el cambio
de los distritos grandes y plurinominales en los
que hoy elegimos a nuestros representantes a
distritos pequeños y uninominales. Para que los
partidos funcionen como verdaderos canales
de representación los ciudadanos deben sentir
que tienen un conocimiento y un control reales
sobre las personas de carne y hueso en las que
finalmente se traduce su representación. Y esto
se vuelve mucho más viable cuando cada elector
tiene un solo representante, como para poder
darse el trabajo de seguirle la pista, y como para
que, sabiendo esto, ese representante tenga que
darse el trabajo de escuchar y rendir cuentas a
quienes lo pusieron en donde está.
HUMOR PROFANO
EL TÁBANO
- MARIO MOLINA -
- EL TUNCHE -
P
Congreso imparable
or primera vez en la historia peruana reciente, el Congreso de la República cuenta con impresionantes
cifras de aprobación en las encuestas. Algunos especialistas explican
este inusual apoyo popular al prestigio y profesionalismo que han demostrado los parlamentarios, en especial a la hora de debatir. “Escuchar un debate tan alturado y sofisticado como
el de Mauricio Mulder con Daniel Abugattás
en la Comisión de Relaciones Exteriores hace
recordar a debates históricos de nuestros más
ilustres y recordados tribunos”, comentó a modo de elogio un reconocido historiador.
Sin embargo, la mayoría de analistas coincide en que el principal motivo para la aprobación del Parlamento es, sin dudarlo, su
importante producción legislativa, siempre en
sintonía con las necesidades más urgentes de la
patria. Y los ejemplos de ello abundan.
Frente a los problemas de malnutrición infantil,
los congresistas aprobaron la ley contra la comida
chatarra. Frente a un posible escenario de desaceleración económica, la Comisión de Economía
discute actualmente un proyecto de ley para que
la moneda deje de llamarse nuevo sol y pase a
llamarse simplemente sol. Por último, frente a la
grave crisis educativa, los congresistas proponen
prohibir el uso de celulares en el salón de clase.
Consultado sobre el particular, el presidente
del Congreso no pudo ocultar su orgullo y, agradeciendo al pueblo el reconocimiento, declaró:
“Todo esto lo estamos logrando en menos de dos
años de trabajo legislativo. ¿Se imaginan todo
lo que haremos en los próximos tres años?”. Su
mirada llena de ilusión fue compartida por todos
los periodistas presentes en la conferencia.
CONSERVADORES VERSUS LIBERALES
UN RÉGIMEN ECONÓMICO CON RESULTADOS POSITIVOS
Totalitarismo de alcoba
Libre iniciativa privada
S
- ENRIQUE PASQUEL -
- JOSÉ LUIS SARDÓN -
Editor adjunto de Opinión
Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC)
i sale una ley que prohíbe
que nuestros hijos lleven
chizitos al colegio, se escuchan montones de furibundas voces largando a
los congresistas de las loncheras de los
niños. Si Humala hace un amague de
querer gran-transformarnos y empezar a meter su mano en los negocios privados, medio
Perú grita: ¡fuera de nuestros bolsillos! Pero
cuando el Estado decide que unas personas
no tienen los mismos derechos que el resto
debido a su orientación sexual, son pocos los
que reclaman que, así como los funcionarios
públicos no deben meterse en los bolsillos o
loncheras ajenas, tampoco puedan hacerlo
en camas que no sean las suyas.
Lo que sucede es que, en el Perú, la mayoría
de personas que defienden las libertades económicas suelen ser conservadores y no parten (a diferencia de quienes nos consideramos liberales) de la premisa de que todos los
seres humanos somos moralmente iguales y
libres en todo sentido. Por eso, se escandalizan cuando el Estado asesina a la cajita feliz,
pero no cuando promueve, como describe un
reciente informe de Promsex, que se retire de
tratados internacionales la protección contra
la discriminación a grupos homosexuales. O
se horrorizan por el regreso del Estado empresario, pero no porque –como muestra una
encuesta de la PUCP– el serenazgo y la policía
sean las dos instituciones de la sociedad que
menos respeto muestran por los ciudadanos
homosexuales. No es casual que el viernes pasado, Día Internacional contra la Homofobia,
haya habido tanto silencio entre las personas
que sí defienden libertades económicas.
¿A qué viene todo esto? Pues a que creo que
es muy difícil defender lo uno sin defender lo otro. Si aceptamos la premisa de
que todos somos iguales, entonces nadie
puede decirle a otro qué hacer con su dinero ni tampoco con su pareja. Y es que lo
contrario supondría que, realmente, no
somos iguales: alguien tendría derecho a
imponer las elecciones de vida de su preferencia
en desmedro de las del resto.
Los defensores de los derechos económicos,
por otra parte, suelen argumentar que el Estado
no puede meterse con sus empresas porque es
su dinero. Bueno, resulta que el cuerpo de un
homosexual es su cuerpo y que, al igual que con
su dinero, él tiene todo el derecho a usarlo como
le venga en gana. Por eso, quienes reclaman que
el Estado no ponga barreras burocráticas para
crear negocios deberían reclamar que tampoco
ponga trabas –como hoy lo hace– para que un
transexual, por ejemplo, inscriba legalmente su
nueva identidad y obtenga un documento que
recoja lo que es fruto de su elección personal.
Con justa razón, a mucha gente le aterra o le
parece indignante que Humala dé muestras de
añorar una época en la que, totalitariamente, el
gobierno decidía qué hacer con nuestras casas,
tierras o empresas. Por ejemplo, como sucedió
cuando dijo que quería un punto medio entre
el modelo económico de los setenta y el de los
noventa. Pero a la mayoría le parece hasta cómico cuando el presidente se burla de los jóvenes
que usan arete, el pelo largo o un mechoncito, y
cuando les dice despectivamente que mejor se
vayan al cuartel. La mayoría no se queja de que,
en lo que toca a sus decisiones personales, los
homosexuales sigan viviendo casi en la época
de Velasco. Parece, pues, que muchos no se dan
cuenta de que el totalitarismo también es malo
cuando se mete entre las sábanas.
“
La iniciativa privada es libre”,
afirma categóricamente la primera oración del Régimen Económico de la Constitución de
1993. Es algo que parecen olvidar las propuestas intervencionistas que
se tienen ahora en el Congreso y que van
desde la amenaza de institucionalización del
“perro muerto”, con la coartada de la insolvencia
familiar, hasta la de prohibir los exámenes de ingreso a los colegios. Siguiendo la pauta de la Ley
30021, Ley de Promoción de la Alimentación
Saludable para Niños, Niñas y Adolescentes, estas iniciativas pasan por alto aquel principio fundamental del ordenamiento jurídico de nuestra
economía.
Ciertamente, la primera oración del artículo
115 de la Constitución de 1979 contenía una
afirmación idéntica respecto a la iniciativa privada; no obstante, este artículo no era el primero
sino el sexto de su régimen económico. Precedido por cinco artículos que apuntaban en otra
dirección, la libertad económica no era establecida entonces como principio fundamental del
ordenamiento económico. Más bien, se diría que
la libre iniciativa privada era reconocida de una
manera vergonzante; y, consiguientemente, era
acotada por pautas, parámetros y consideraciones de todo tipo.
Sin embargo, recogiendo las lecciones de la
debacle económica ocurrida en los 12 años en
que estuvo vigente la Constitución de 1979, la
de 1993 trajo consigo otra manera de ver las
cosas. Este cambio fue consecuencia de que, a
sangre y fuego, los peruanos habíamos entendido que no era buena idea entregarle al Estado
la tarea de responder a las preguntas básicas
de qué, cómo y para quién producir. Las ideas
intervencionistas de la Constitución de 1979,
arropadas en afirmaciones románticas
pero irresponsables, habían desembocado en la hiperinflación y la más feroz
embestida terrorista.
La visión menos arrogante sobre el rol
del Estado en la economía, contenida en
la Constitución de 1993, ha dado veinte
años de impresionante crecimiento económico.
Sostenido y respetado por cuatro gobiernos sucesivos, el régimen económico de 1993, basado
en la libre iniciativa privada, es la clave principal
para explicar lo que ya empieza a llamarse el
milagro económico peruano. Gracias a este, y no
solo a las condiciones favorables de los mercados
internacionales, como afirman algunos comentaristas mezquinos, el Perú de hoy no tiene nada
que ver con el país quebrado de hace veinte años.
Aunque el contraste entre el Perú de la década de 1980 con el actual es muy expresivo,
la avalancha de iniciativas legislativas intervencionistas es también un dato de la realidad.
Directamente, ella se origina en el desdén por
la Constitución de 1993 por parte de los legisladores actuales; sin embargo, indirectamente,
deriva también de una opinión pública desinformada, que ya ha olvidado las experiencias que se
vivieron en los años de estatismo. Esta opinión
pública tiene de aliados a algunos observadores
extranjeros, que comentan con ligereza sobre
asuntos que no terminan de comprender.
Lo que ocurra en las próximas semanas terminará de definir la situación que tendrá el Perú al
cumplir doscientos años de vida independiente.
El Gobierno podría continuar en una competencia con el Congreso por promover nuevas iniciativas intervencionistas; sin embargo, distinta
sería la historia si toma el camino de respeto a
la libre iniciativa privada, constitucionalmente
consagrada.