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Ciencia, tecnología e innovación en América Latina Marga Gual Soler La región afronta el desafío de alcanzar el grado de inversión y capacidades necesarias para aprovechar mejor la economía del conocimiento. El crecimiento de la última década es una oportunidad para diversificarse hacia estructuras productivas y exportaciones de alto valor tecnológico. os países de América Latina se encuentran en el siglo XXI ante el desafío y la oportunidad de avanzar con paso firme hacia la construcción de unas sociedades y economías del conocimiento. Los beneficios de generar nuevo conocimiento como base para desarrollar bienes y servicios con valor tecnológico agregado han convencido a la mayoría de líderes latinoamericanos de la importancia de impulsar modernos sistemas nacionales de innovación y formar y atraer capital humano avanzado para la competitividad y el desarrollo sostenible de la región. El crecimiento económico sostenido que América Latina ha presentado en una última década caracterizada por la inestabilidad internacional supone una ventana de oportunidad para proponer metas a largo plazo de desarrollo sostenible económico, social y medioambiental basadas en la ciencia, la tecnología y la innovación. Para lograrlo, una de las grandes tareas de los países de la región consistirá en desarrollar un conjunto de estrategias y políticas propias para el diseño de sistemas nacionales de ciencia y tecnología adaptados a la demanda regional y a las necesidades locales, pero sin perder de vista la inserción de la región en un mundo cada vez más globalizado. L El contexto económico y la inversión en I+D La economía mundial evolucionó positivamente hasta el comienzo de la crisis en 2008. América Latina fue una de las regiones menos Marga Gual Soler es doctora en Biología Molecular por la Universidad de Queensland en Australia, investigadora en la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS) y coordinadora de la Red Latinoamericana de Jóvenes Científicos, auspiciada por la Unesco. ECONOMÍA EXTERIOR. Núm. 69. Verano 2014 2 ECONOMÍA EXTERIOR afectadas por la recesión global, debido en gran parte a la creciente presencia de China como socio comercial. Así, el crecimiento de América Latina entre 2010 y 2011 fue uno de los más acelerados del mundo, solo por detrás del bloque asiático, y la presencia de China en el hemisferio Sur contribuyó a garantizar la estabilidad económica de la región. A pesar de que América Latina invierte en I+D menos de la cuarta parte del porcentaje del producto regional bruto que destinan los países de la OCDE, las condiciones económicas favorables de la última década han propiciado un nuevo impulso a la agenda para la innovación por parte de los principales líderes de la región. Según el informe “El Estado de la Ciencia 2013,” publicado por la Red Iberoamericana de Indicadores de Ciencia y Tecnología (Ricyt), entre 2002 y 2011 América Latina duplicó la inversión en I+D, alcanzando casi los 44.000 millones de dólares. Sin embargo, a nivel mundial este aporte continúa siendo bajo, ya que la inversión en I+D de América Latina solo representa el 3,2 por cien del total. Así, en 2011, el conjunto de países latinoamericanos realizó una inversión equivalente al 0,78 por cien de su PIB regional, un valor muy MARGA GUAL SOLER 3 por debajo de la media de América Latina, a excepción de Brasil. El resto de países invirtió menos del 0,5 por cien de su PIB en I+D, excepto Argentina con el 0,65. Estos valores están muy por debajo de la media de la Unión Europea, situada cerca del dos por cien, Estados Unidos, el 2,84, o Corea e Israel, situados sobre el cuatro por cien. Cabe destacar que el grado de inversión es muy desigual entre los países de la región: Brasil representa el 63 por cien con una suma de 27.690 millones de dólares, México el 18 y Argentina el 11, cuadruplicando su inversión con respecto a 2002. Esto significa que tres países concentran el 92 por cien de la inversión total del bloque. En el otro extremo se encuentran El Salvador, Trinidad y Tobago, y Guatemala como los tres países con menor inversión en I+D, situados entre el 0,03 y 0,04 por cien. Así, aunque “el crecimiento global de la región es positivo, el reto es promover políticas que permitan a los demás países de la región desarrollar sus sistemas de investigación científica y tecnológica, de modo que puedan aportar más”, señala Rodolfo Barrere, director del informe “El Estado de la Ciencia 2013”. Sector privado, de innovación y patentes Además de promover el aumento en la inversión en I+D de los países latinoamericanos, es necesario que el desarrollo de los sistemas científicos apoye la diversificación de la estructura productiva y las exportaciones de bienes de alta tecnología y valor agregado para disminuir la dependencia de las exportaciones de materias primas, que 4 ECONOMÍA EXTERIOR representan más del 50 por cien de las exportaciones de la región. Esta transformación se ilustra con el caso de EE UU, país que entre 1990 y 2007 registró un fuerte incremento de los sectores intensivos en conocimiento, llegando a representar el 60 por cien del valor agregado total de la manufactura, lo que transformó la composición sectorial de la industria. Dentro de la región se identifican fundamentalmente tres grupos de países: los del cono Sur, concentrados en bienes primarios y manufacturas basadas en recursos naturales; los de América Central, especializados en la exportación de manufacturas de mediana y baja tecnología derivadas de la industria manufacturera de exportación, y un grupo formado por Costa Rica, Brasil y México, que presentan el mayor grado de diversificación regional en las exportaciones, incluyendo manufacturas de mediana y alta tecnología. Esto pone de manifiesto una vez más la heterogeneidad de la región a la hora de elaborar un diagnóstico conjunto de la innovación. Un rasgo característico de los sistemas científicos de América Latina es la escasa participación del sector privado en la financiación y ejecución de la I+D. Las universidades latinoamericanas son responsables del 36,6 por cien de la I+D regional, un porcentaje muy alto comparado con la media de los países de la OCDE (17,1), EE UU (14,3) o la UE (22,1). La inversión del sector empresarial creció levemente del 39 al 42 por cien desde 2002 hasta 2011, sin embargo, sigue por debajo de los valores de la UE, con un 53 por cien, y EE UU y MARGA GUAL SOLER 5 Canadá, con el 59. Esto se debe al pequeño tamaño de las empresas (más del 80 por cien son microempresas de menos de 10 empleados) y a que estas pertenecen a sectores económicos que no dependen de la ciencia y la tecnología (más del 75 por cien pertenece a sectores tradicionales). En la mayoría de empresas latinoamericanas, a excepción de Brasil, la innovación se limita a la adquisición de tecnología ya incorporada como maquinaria y equipos. Como las empresas no poseen la capacidad financiera necesaria para la generación endógena de conocimiento optan por la adquisición de tecnología incorporada, lo que representa una oportunidad para el leapfrogging, saltando etapas de desarrollo tecnológico menos eficientes, pero también retrasando la generación de conocimiento propio y formulación de nuevas aplicaciones. Esta estructura empresarial, caracterizada por empresas pequeñas, de sectores tradicionales y que utilizan maquinaria importada, explica el bajo grado de vinculación con otros actores clave en el proceso de innovación, particularmente las universidades, institutos de investigación y otros centros de producción de conocimiento. Por ejemplo, en México solo el 4,5 por cien de las firmas innovadoras colabora con institutos de investigación en proyectos de I+D, y en los países donde la cooperación es mayor, como Argentina y Uruguay, el porcentaje no supera el 12. El volumen de las solicitudes de patentes presenta también marcadas desigualdades entre países de la región, debido principalmente a dos motivos. El primero es el grado de interés de los mercados locales en la comercialización de los productos que se busca proteger, y el segundo viene determinado por las leyes y el marco regulador de la propiedad intelectual en cada país. Para ilustrar esta desigualdad: entre 2002 y 2011, Brasil aumentó en un 57 por cien su registro de solicitudes de patentes, México solo lo hizo en un ocho por cien, mientras que Argentina disminuyó las solicitudes en un uno por cien. Cabe destacar que la mayoría de las solicitudes de patentes (un 84 por cien) corresponden a empresas extranjeras que buscan proteger productos en los mercados latinoamericanos. Así, aunque los países de América Latina han incrementado el número de patentes solicitadas en los últimos años, siguen lejos de alcanzar a los países asiáticos: mientras que en 1995 los países latinoamericanos registraron 196 patentes en la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos, los países asiáticos, sin Japón, registraron un total de 3.545. En 2009, la región asiática tenía 20.036 patentes, pero América Latina solo había alcanzado 290. 6 ECONOMÍA EXTERIOR Cooperación intrarregional e interregional Uno de los instrumentos fundamentales para nivelar la fuerte desigualdad en capacidades científicas entre los países latinoamericanos es la cooperación regional e internacional. Desde la segunda posguerra se distinguen tres etapas en la evolución de la cooperación científica en América Latina. La primera estuvo enfocada en fortalecer las capacidades científicas como motor del crecimiento económico, considerado sinónimo de desarrollo. En la segunda etapa se orientaron esfuerzos hacia la creación de capacidades científicas y transferencia tecnológica como sinónimo de modernización. La tercera y actual etapa se basa en el papel de la ciencia como motor del desarrollo sostenible –económico, social y ambiental– en un mundo cada vez más multipolar, globalizado y conectado. En las últimas décadas se ha producido una gran diversificación de los actores que participan en la cooperación científica: además de los gobiernos y el sector público, se han añadido las universidades, el sector privado y la sociedad civil. La cooperación científica y tecnológica entre los países de América Latina se organiza a nivel bilateral, subregional, regional e internacional. A nivel regional existen iniciativas por parte de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y un nuevo Plan de Acción para la coordinación de políticas de ciencia, tecnología e innovación aprobada por la reunión de ministros y altas autoridades de Ciencia y Tecnología de América Latina en 2011. Estas iniciativas tienen como objetivo promover la integración y el desarrollo de la región en su totalidad. También existen, a nivel subregional, la Reunión Especializada en Ciencia y Tecnología (Recyt) de los países de Mercosur, la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), centrada en la transferencia tecnológica entre los países del Amazonas, la Comunidad Andina (CAN), la Comisión para el Desarrollo Científico y Tecnológico de Centroamérica y Panamá (Ctcap), y la recién creada Alianza del Pacífico. A pesar de la existencia de numerosas iniciativas, planes de acción, instrumentos y mecanismos, el impacto de estas alianzas en el fortalecimiento de la capacidad científico-tecnológica y de innovación de América Latina es todavía insuficiente, y en ocasiones puede llegar a ser perjudicial por la redundancia y duplicidad de foros, tratados y acuerdos de cooperación. Entre las razones para la baja productividad y eficiencia de los organismos intergubernamentales cabe destacar la poca o ninguna interacción entre las instancias, la multiplicidad de diálogos de alto nivel político que no se traducen en acciones concretas MARGA GUAL SOLER 7 y la ausencia de recursos fijos para la participación y financiación de proyectos, dificultando el logro de resultados. En cuanto a los instrumentos de cooperación birregional, América Latina desarrolla la cooperación con España, Portugal y Andorra a través del Espacio Iberoamericano del Conocimiento (EIC), establecido por las cumbres iberoamericanas de jefes de Estado y de gobierno. Asimismo, la UE, como principal inversor en la región, es un socio estratégico político, económico y también en materia de cooperación científica, tecnológica y de innovación. Las relaciones entre los dos bloques se han desarrollado mayoritariamente a través de la participación de países latinoamericanos en acciones de los programas marco de I+D europeos, en principio mediante acuerdos bilaterales que se extendieron a varios países para al final converger en acuerdos birregionales, como el acuerdo UE-Mercosur, y se espera que se fortalezcan a partir de 2014 bajo las acciones específicas de cooperación del nuevo Programa Marco de Investigación e Innovación de la Comisión Europea, Horizonte 2020. Perspectivas Este breve repaso al estado de la ciencia, tecnología e innovación en América Latina muestra una región que afronta grandes retos para alcanzar los niveles de inversión, competencias y capacidades necesarias para insertarse en las grandes ligas de la nueva economía del conocimiento. Al mismo tiempo, los cambios en los mercados mundiales propiciados por el auge de las tecnologías de la información y comunicación y los nuevos campos de investigación multidisciplinarios, como la biotecnología, nanotecnología, nuevos materiales y el estudio del cambio global, requieren inversiones cuantiosas en I+D, nuevos instrumentos de gestión y una cooperación más efectiva y dinámica entre gobiernos, universidades, empresas, sociedad civil y el sector público, para aumentar la competitividad en los mercados mundiales y generar empleo. Resulta evidente que la tendencia de crecimiento de América Latina de la última década, liderada por el sector primario exportador, es vulnerable a las fluctuaciones de los mercados internacionales, por lo que su continuidad no será sostenible a medio y largo plazo. Es ahora cuando los países latinoamericanos deben aprovechar esta ventana de crecimiento económico y estabilidad política para impulsar la diversificación de la economía hacia estructuras productivas y exportaciones de alto valor tecnológico, a la vez que priorizar la sostenibilidad social y ambiental. Para cerrar la brecha en I+D será imprescindible estimular 8 ECONOMÍA EXTERIOR la inversión del sector empresarial en actividades de innovación y la coordinación entre las agendas de política científica e innovación, desarrollo productivo y prioridades estratégicas en materia de política exterior y cooperación internacional. La vinculación entre los diferentes sectores y actores también requerirá un cambio en la cultura de innovación en empresas, universidades y gobiernos, con la introducción de nuevos incentivos para fomentar una mayor colaboración. Asimismo, deberán simplificarse y unificarse los procesos de solicitudes de patentes, aumentar la inversión destinada a la formación de recursos humanos altamente cualificados en investigación y transferencia de conocimiento, y mejorar la coordinación entre las múltiples iniciativas e instrumentos regionales e internacionales de cooperación para la innovación.