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Viernes 8.5.2015 Algo de alivio para 2016: el “output gap” y el alto déficit fiscal Por: Daniel Artana El próximo Gobierno heredará una situación fiscal complicada. Si se excluyen los ingresos aportados por el BCRA y el Fondo de Garantía Solidario, el déficit sería del orden del 7% del PBI. En los últimos años el desequilibrio pasó a financiarse en forma creciente con emisión monetaria, con reservas para el pago de intereses en moneda extranjera y algo de emisión de deuda en pesos. Estas fuentes de financiamiento estarán limitadas en el futuro si se desea bajar la inflación, evitar un desplazamiento del sector privado del crédito local y se contempla, además, que las reservas netas serán escasas. Sin embargo, luego de cuatro años con un promedio de crecimiento nulo podría haber espacio para una reducción, sin tanto costo político, del problema. Ello ocurre porque el PBI real podría estar por debajo del PBI potencial y al eliminarse ese gap se generarían recursos tributarios adicionales. En términos más técnicos, el déficit fiscal estructural es menor que el observado cuando hay un receso. El problema es estimar a cuánto asciende esa brecha del PBI. Podría ocurrir que en el punto de partida la economía estuviera recalentada y que el estancamiento de los últimos cuatro años sea el reflejo de la caída en los términos del intercambio (incluido un Brasil más barato en dólares). La estimación del producto potencial puede hacerse con métodos estadísticos o estimando una función de producción. Mi colega en FIEL Ivana Templado hizo estimaciones utilizando los métodos de Hodrick-Prescott, Baxter-King, Christiano-Fitzgerald y de Kalman. La conclusión es que a finales de este año el PBI real se ubicaría entre el 2% y el 4% por debajo del potencial. Si, en cambio, se utiliza el enfoque de la función de producción, la brecha podría llegar al 8%-10% aunque ello depende del año que se tome como punto de partida. El cierre del output gap generaría una disminución del déficit fiscal por la normalización de la recaudación, en la medida en que el gasto estatal se mantenga constante en términos reales. Con una presión tributaria del orden del 40% del PBI y si suponemos que la brecha es del 5%, se podrían obtener fondos adicionales por el equivalente al 2% del PBI (en realidad, ello se logra porque los recursos se mantienen como porcentaje del PBI y el gasto reduce su peso al aumentar el tamaño de la economía). Sin embargo, aproximadamente el 40% de esos fondos mejoraría la situación de las provincias al tener en cuenta los recursos coparticipables y los impuestos provinciales y municipales. Sólo a través de una reducción equivalente en las transferencias discrecionales de la Nación a los gobiernos subnacionales se podría reducir el déficit nacional en la totalidad de los 2 puntos del PBI. De todas maneras, quedaría un déficit fiscal todavía elevado y que requerirá de acciones enérgicas por el lado del gasto en la medida en que, además, se intente una reducción en la pesada carga tributaria. Economista jefe de FIEL