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Roberto Dávila Gómez Palacio, el colega economista
Por Jorge Deschamps Góngora (VI 19 2013)
Agradezco la oportunidad de hablar en esta ocasión de Roberto Dávila Gómez Palacio, el
economista. En lo que va del año he tenido el privilegio de hablar de Roberto Dávila en su actividad de
poeta, con cuatro libros publicados, uno de ellos por la UNAM, y otro en prensa, obra de la cual se han
expresado de manera muy elogiosa, Jorge Guillén, Álvaro Mutis y José Emilio Pacheco, poetas
galardonados con el Premio de Literatura Miguel de Cervantes, el más importante en lengua castellana.
También he tenido la distinción, de referirme a Roberto Dávila, el excursionista por más de medio
siglo y quien presidiera al club más antiguo de México; al tutor, al maestro, al lector de filosofía, al
conocedor de música clásica y de cine, … al amigo por casi 40 años.
Hoy en este Colegio, llamado así por reunir a colegas, me referiré solamente a Roberto Dávila… el
colega economista, quien se autodefinía como "un economista interesado en las políticas estructuralistas,
que no por las neoliberales".
Roberto Dávila, el economista en ciernes
Empezó a formarse como testigo y actor activo de la economía y la política de México y el mundo,
en 1949, al ingresar a la Escuela Nacional de Economía, lo que consideraba entre los hechos más
significativos de su vida.
Escribió su tesis profesional sobre la inconvertibilidad monetaria en el Viejo Continente, cuando
todavía no se creaba la Comunidad Económica Europea; la tituló Incompatibilidad monetaria y comercio
franco -mexicano, y con ella obtuvo la licenciatura en la Universidad Nacional con mención honorífica.
Participó en un curso sobre inconvertibilidad monetaria en la Escuela de Ciencias Políticas de la
Universidad de París, en 1956.
Fue profesor de Teoría Monetaria y del Crédito en la Escuela Nacional de Economía de 1960 a
1964.
En 1964 ya había ejercido la profesión, como investigador en el Banco Nacional Hipotecario,
Urbano y de Obras Públicas (1952); investigador en la Oficialía Mayor de la Secretaría de Economía (19531955); asesor de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (1957); investigador en la
Comisión de Estudios de Planeación Universitaria en la UNAM (1958); y como jefe del departamento de
Comercio Exterior en la Secretaría de Industria y Comercio desde 1959.
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Participó en investigaciones y formulación de recomendaciones sobre la vivienda popular en la
ciudad de México; la concentración económica en México, tanto en la producción como en la
intermediación financiera; y la educación en México, en especial de los institutos tecnológicos.
Escribió el apartado sobre educación tecnológica del libro “La educación en México”, de la UNAM
(1958); y los artículos publicados en la revista Investigación Económica, “La formación de la tasa general
de beneficio”, “Concentración financiera privada en México” y “La asimetría de la balanza de pagos”,
(1953, 1956 y 1963), así como “La inconvertibilidad monetaria”, en la revista Economía Aplicada, en París
(1956). También, “Ciclo económico y comercio exterior” y “Características de las importaciones
mexicanas durante la actual administración”, publicados en 1962.
Roberto Dávila, el funcionario público
De 1965 a 1970 emprendió una intensa carrera profesional como funcionario público de alto nivel
en la Embajada de México ante el Reino de Bélgica y las Comunidades Europeas, en calidad de Secretario,
de donde regresó para ser, de 1971 a 1985, el Director General de Asuntos Económicos Internacionales
en las secretarías de Industria y Comercio; Comercio; Energía, Minas e Industria Paraestatal; y Relaciones
Exteriores. Y desempeñó, honorariamente, el cargo de Secretario Técnico del Gabinete de Comercio
Exterior, de 1980 a 1982.
Diseñador y conductor de las negociaciones del primer acuerdo de Cooperación Económica con la
Comunidad Económica Europea, el Consejo de Ayuda Mutua Económica, el Pacto Andino, y con los países
de Centroamérica y con Panamá, en el interés de diversificar los intercambios económicos mexicanos tan
dependientes de Estados Unidos.
Principal negociador de los asuntos económicos internacionales del gobierno mexicano por tres
lustros, en foros multilaterales y algunos bilaterales, cuando la defensa de la soberanía nacional era una
divisa irrenunciable para México, y muy importante para los países en desarrollo. Ahí lanzaba propuestas
de mejoramiento de las condiciones de vida de los países menos desarrollados, con el afán de lograr un
mundo más justo. Era la vanguardia principal del gobierno en asuntos económicos y de comercio exterior:
preparaba los acuerdos que firmarían secretarios de estado o presidentes.
Se conducía como el gran caballero que siempre fue, y generaba asombro al hacer planteos con
equidad y reciprocidad, que ahora llaman estrategia de ganar-ganar. Por lo mismo no es de asombrar
que otras cualidades suyas fueran la honradez y la honorabilidad.
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Durante su trayectoria logró fama bien ganada de negociador, por la congruencia de sus enfoques
y criterio equitativo, ajeno a quienes crean relaciones ásperas con sus interlocutores porque quieren todo
a cambio de nada. De ahí que haya sido bienvenido en varios países, por funcionarios que lo conocieron
en foros bilaterales o multilaterales, algunos de los cuales llegaron a presidentes de sus respectivos países
o de organismos internacionales.
Criterio independiente y amplio, honradez profesional, facilidad para desarrollar cualquier tema,
y capacidad negociadora, fueron cualidades determinantes de una intensa labor como representante de
México en foros y organismos internacionales de la mayor relevancia. Entre ellos figuraron la Conferencia
de las Naciones Unidas para Comercio y Desarrollo, el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y
Comercio, el Sistema Económico Latinoamericano, el Grupo de los 77, la Conferencia de las Naciones
Unidas para el Desarrollo Industrial, la Comunidad Económica Europea, el Consejo de Ayuda Mutua
Económica, los Países No Alineados, los Países de Tercer Mundo, la Asociación Latinoamericana de Libre
Comercio, el Pacto Andino, el Grupo Contadora, y varios más.
Como es de suponer, era viajero inagotable, en el cumplimiento del deber laboral, por países de
todos los continentes.
Su participación fue clave para que se lograra la aprobación, por la Organización de las Naciones
Unidas, de la Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados, que atendía las peticiones que
presentaban los países subdesarrollados a los desarrollados, relativas a las reglas de funcionamiento de
la economía internacional, en sustitución de la denominada "ayuda al desarrollo", y que influyeron en las
decisiones adoptadas en la mayor parte de los foros internacionales, incluyendo la aprobación por la ONU
del Programa de Cooperación entre Países en Desarrollo.
Prueba de su honradez profesional fue el criterio con el cual participó en la Comisión
lntersecretarial para la Adhesión de México al GATT. Hizo notar sus diferencias al respecto y manifestó
que se pretendía realizar una apertura mercantil demasiado acelerada después de décadas de
proteccionismo extremo; señaló entonces que lo correcto sería una apertura gradual.
A lo largo de estos años siempre insistió en la necesidad de una ley de comercio exterior mexicana
que incluyera sanciones a los países que nos perjudicaran, pues se carecía de un código al respecto, y las
disposiciones existentes no contemplaban ese tipo de respuestas.
Contribuyó a definir la plataforma de exportación de hidrocarburos, con objeto de estabilizar el
mercado internacional en el segundo tercio de los 80s, así como la participación de México en la
Organización Latinoamericana de Energía, y la definición y puesta en práctica de ayuda petrolera a los
países de Centroamérica y el Caribe.
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En 1991 se jubiló formalmente de la administración pública desde la Comisión Nacional de los
Libros de Texto Gratuitos, donde trabajó como Coordinador de Administración y Desarrollo Institucional.
En seis años ahí, propugnó por el aprovechamiento de la capacidad instalada en la producción editorial
en beneficio del nivel de empleo propio, en vez de recurrir a maquiladores externos, y logró la distribución
oportuna de los libros en los periodos escolares correspondientes.
Como funcionario público trabajó a las órdenes directas de Fernando Carmona, Ricardo Torres
Gaytán, Alfonso Ortega Martínez, Roberto Martínez Le Clainche, Emilio Calderón, Eliseo Mendoza, Héctor
Hernández, Jorge Eduardo Navarrete, y Javier Wimer.
Y bajo las órdenes indirectas de Plácido García Reynoso, quien desde la época de Adolfo López
Mateos fue promotor de la integración latinoamericana. Y También, de manera muy cercana de Carlos
Torres Manzo, José Campillo, Fernando Solana, Jorge de la Vega, y Bernardo Sepúlveda. Y de forma
menos directa, pero trató con los presidentes Luis Echeverría, José López Portillo y Miguel de la Madrid.
Gran formador de economistas, egresados de todas las escuelas, no tenía prejuicios ideológicos.
De su forma de ser como economista tomaron ejemplo como subordinados, profesionistas como Eduardo
Alcaraz, Luis Demeneghi, Claudio Urencio, José Rivera Banuet, Óscar Flores Beltrán, Herminio Hernández
Ramírez, Eduardo García Sánchez, Miguel Ángel García Falcón, Salvador Arriola, y varias decenas más.
Dejaba a sus colaboradores trabajar e innovar, los apoyaba y los defendía en caso de error porque
“sólo no se equivoca alguna vez quien no trabaja”, decía. Los impulsaba a sobresalir y hasta a conseguir
becas para seguirse preparando. Su trato era considerado, correcto, educado, de buen humor, y ameno,
muy ameno gracias a su gran cultura como economista.
Le hizo sentir muy orgulloso de su herencia profesional cuando se enteró que un excolaborador
había recibido del presidente de una empresa norteamericana la frase lapidaria siguiente: “te invité a
trabajar como vicepresidente de finanzas porque eres honrado, pero no hay necesidad de ser honrado,
honrado, honrado”. Y renunció, porque había aprendido de Roberto que no hay gradualismo posible:
se es o no se es honrado.
Por el contrario, lo hubiera lastimado e indignado profundamente el enterarse de otra respuesta,
porque consideraba que su ejemplo de probidad, era contundente, rotundo, tajante.
Roberto Dávila, el gremialista
Participante activo del Colegio Nacional de Economistas desde los 50s en calidad de panelista en
foros de discusión, integrante de comisiones, autor de textos para los órganos de difusión, expositor, y
comentarista frecuente en congresos nacionales, continuó su trabajo en este gremio de profesionistas al
asumir la presidencia para el bienio 1983-1985.
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Se caracterizó por su interés en los grandes problemas nacionales y las estrategias para resolverlos.
Crítico objetivo y sereno, con capacidad para ir de lo más general a lo específico, tuvo visión histórica y
criterio pragmático para plantear cuestiones y ofrecer propuestas concretas.
En sus dos años de gestión, organizó un centenar de foros de discusión de los grandes problemas
nacionales, con pluralidad ideológica, como el que duró una semana sobre “Los trabajadores y la
economía”, en colaboración con el Congreso del Trabajo, incluyendo los sindicatos independientes,
académicos, funcionarios, y personajes como Fidel Velázquez y Luis Donaldo Colosio, en 1984.
Impulsó la celebración de congresos estatales y regionales como los del sureste, occidente y
pacífico norte, para propiciar que los economistas reflexionaran sobre los grandes problemas del país, en
su vinculación con los de cada estado o región. Esos congresos, que tendían a generar propuestas
concretas desde cada lugar, tuvieron buen impacto desde el principio, han continuado como aportación
del Colegio a la teoría económica del desarrollo estatal, y nutrieron el VI Congreso Nacional dedicado a la
Descentralización económica y desarrollo regional, en julio de 1985, donde actuaron como expositores los
presidentes de todos los colegios estatales de economistas, además de otros reconocidos expertos.
Durante su gestión en el Colegio fue el primer mexicano en presidir a los economistas de
Latinoamérica y el Caribe. En 1984 organizó en México el congreso “América Latina ante la Crisis”, con
la participación de 100 economistas de 22 países y 8 organismos internacionales, de amplias
repercusiones porque en él se plantearon problemas como la deuda externa de nuestros países, la
urgencia de cambios estructurales, e instrumentos de cooperación financiera, industrial y alimentaria.
También organizó un Congreso Centroamericano sobre “Economía y desestabilización” en esa región, en
1985.
En su gestión se respetó el Lema: “Por la superación académica, la participación dinámica y el
pluralismo”.
La Superación académica como resultante de la participación del gremio en un centenar de
debates, lectura de propuestas y declaraciones públicas emanadas de los foros, y también por los diversos
cursos organizados.
El Pluralismo porque en los foros participaban los directamente relacionados a los temas
analizados, académicos de las distintas ideologías, representantes de todos los partidos políticos, y
funcionarios públicos e internacionales de muy diversas tendencias también. Participaron intelectuales
foráneos como Aldo Ferrer, Antonio Barros Do Castro, Theotonio Dos Santos, Roberto Frenkel, Enrique
Iglesias, Salomón Kalmanovitz, Domingo Maza Zavala, José Antonio Ocampo, Pedro Paz, Aníbal Quijano,
Clark Reynolds, Gert Rosenthal, Héctor Silva Michelena, Víctor Tokman, Pedro Vuskovic, y 80 personajes
más, así como más de 300 mexicanos, algunos de los cuales participaron más de una ocasión como
Rolando Cordera, Manuel Aguilera y Antonio Gazol, por ejemplo.
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Y La Participación dinámica, se orientó al mejoramiento de la vida nacional, con propuestas y
declaraciones públicas resultantes de los foros organizados, sin modificar o manipular éstas por estar al
frente del gremio un funcionario público. Fueron impactantes las expresadas en contra de: el pago por
los trabajadores del costo de la crisis; superinflación y menor gasto; intromisión del FMI en la política
interna; aumento de las tasas de interés; fuga de capitales; pago de la deuda; dependencia al capital
externo; ingreso al GATT (Roberto consideraba que México, de hecho, formaba parte del GATT sin ser
miembro, en 1984), entre otras. También tuvieron mérito las formuladas en favor de: el fortalecimiento
del mercado interno; incremento del salario real de los trabajadores; mejoramiento del nivel de vida al
obrero y desarrollo equilibrado; empresa pública; desarrollo regional; redoblamiento del esfuerzo
pacificador de México en Centroamérica; formación de un club de deudores en América Latina, entre
otras.
En su labor estuvo apoyado dentro del Consejo Directivo del Colegio por: Salvador Arriola;
Dionisio Meade; el decano de la escuela de economía del ITAM, Antonio Bassols; el director de la Escuela
Superior de Economía del IPN, José Ávila; Carlos F. Carrillo; Rafael Lucatero; entre otros distinguidos
economistas.
En su vida de gremialista sobresale su labor en el Colegio Nacional de Economistas también por
haber sido, hasta entonces, el único presidente que llegó por elecciones mediante voto secreto y directo,
(con 151 sufragios de diferencia, 23 del D.F. y 128 de provincia), y aseguró que el sucesor llegara por la
misma vía. En esto último desoyó a un colega de muy alto nivel político, que le dijo al iniciar su gestión,
que su principal objetivo en el bienio sería escoger al sucesor y garantizar que llegara al cargo.
Antes de concluir el bienio al frente de este Colegio Nacional promovió junto con otros
economistas distinguidos, la fundación de la Academia Mexicana de Economía Política, a partir de la idea
de años atrás de Ricardo Torres Gaytán. La Academia tiene ya tres décadas de congregar a los estudiosos
y hacedores de políticas públicas, de impacto social, de mayor trayectoria, y se caracteriza por la
pluralidad de sus integrantes. Además, es autofinanciada por los miembros para garantizar la autonomía
y sentido crítico de esa institución que apoya e impulsa la investigación, estudio y difusión de las
disciplinas de la economía política, y contribuye al conocimiento de los fenómenos económicos y sociales
de México y del mundo. Y tiene como lema “La ciencia económica al servicio del pueblo”.
Miembros fundadores que firmaron el acta constitutiva, el 14 de octubre de 1985, son: Ifigenia
Martínez, Antonio Sacristán Colás, Alonso Aguilar, Rolando Cordera quien fue el primer presidente,
Ricardo Torres Gaytán, Fernando Carmona, José Luis Ceceña, David Ibarra, y Roberto Dávila. También
son académicos de número otros 30 economistas destacados como Manuel Aguilera, Antonio Gazol,
Ramón Carlos Torres, ...
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Roberto Dávila presidió las cuatro primeras disertaciones presentadas por miembros de la AMEP,
para confirmar su membresía y obtener un sitial o número de académico, iniciando con Ifigenia Martínez
y respuesta de Ricardo Torres Gaytán, en 1986. Él a su vez presentó su disertación en 1990 (La alternativa
de la inversión extranjera) y recibió respuesta de José Blanco.
Dio respuesta a las disertaciones de confirmación de ingreso de los académicos Sofía Méndez (La
política económica externa de México); Víctor Manuel Bernal (Las estrategias centrales del capital
transnacional); Roberto Martínez Le Clainche (La monética); y Arturo Bonilla (El mercado internacional
del petróleo), entre 1991 y 2005.
Fue uno de los asistentes más asiduo a las reuniones del Consejo Directivo de la AMEP, participante
en comisiones y en foros de debate, y presidió ese Consejo durante un semestre de 1989 (16 III a 15 IX) y
otro en 1998 (16 IV a 15 X).
En 2007 decide retirarse de las labores gremiales y dedicarse a sus labores literarias. En
septiembre de ese año, el presidente en turno de la AMEP, Manuel Aguilera, le comunica que por acuerdo
de la Asamblea fue nombrado Miembro Honorario por Mérito de la AMEP, al igual que Alonso Aguilar,
Ángel Bassols, José Luis Ceceña, Horacio Flores de la Peña y Ricardo Torres Gaytán.
Roberto Dávila, el analista propositivo
Mucho se puede decir de este activo testigo del desarrollo nacional e internacional, analista con
alta capacidad de síntesis, y siempre propositivo, como autor de cuatro libros y varias docenas de artículos
y ponencias; conferencista y comentarista; dador de discursos; y escritor de discursos para sus jefes.
Sus artículos se pueden leer en las revistas Comercio Exterior, Investigación Económica, Mexicana de
Política Exterior, Comercio y Desarrollo, Energéticos, y El Economista Mexicano, principalmente.
En su quehacer como funcionario público las temáticas principales fueron la economía
internacional, la integración subcontinental, la cooperación entre países en desarrollo, el comercio
exterior, los organismos mundiales y regionales, y su vínculo con México, entre otros. De esta época es
su libro “Proyección económica de México en el exterior”, de 1975.
En su labor gremialista las temáticas principales fueron los problemas de la economía interna, lo
Nacional, y de esta otra etapa son sus libros: “La reconversión económica en México y la política financiera
nacional”, CEMLA, 1986; “La inversión extranjera directa y el desarrollo económico de México”, CEPAL,
1988; y, antes como Coordinador de “México: una economía en transición”, tres tomos publicados por
Editorial Limusa, en 1984.
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Se mostraba parco al hablar de sí mismo: "Soy simplemente un observador, interesado en hacer
juicios y dar opiniones sobre la evolución económica nacional", decía. Y respecto de sus influencias
teóricas consideraba que "continuaban vigentes", aunque con todos los ajustes que requiere, la teoría
estructuralista como la empezó a desarrollar Raúl Prebisch en la CEPAL, y como la continuaron Celso
Furtado, Aldo Ferrer, Gert Rosenthal. “Estoy consciente de que no nos sirven los enfoques teóricos de los
países ricos; es un error el querer trasplantar escuelas como la de Chicago".
De su compenetración con la política económica nacional, en sus aspectos fundamentales y
tópicos diversos, hablan estudios, artículos, y declaraciones de prensa. Al tomar posesión como
presidente del Colegio Nacional de Economistas, se refirió a la crisis y concretó su filosofía en los siguientes
términos:
"Es nuevamente en el enfoque teórico de la aplicación de políticas donde la crisis se ha agudizado.
Los países en desarrollo se han dedicado a aceptar pasivamente fórmulas de gestión económica
elaboradas en potencias hegemónicas, cuyo interés por acrecentar mercados, expandir ingresos
financieros, y proporcionar rendimientos a sus inversionistas, sobrepasa su voluntad de reactivar y conferir
estabilidad al sistema económico mundial".
Así lo expresaba y consideraba "improrrogable que los países del Tercer Mundo elaboraran un
cuerpo de teoría económica acorde con sus características y con la crisis que los afectan secularmente", a
fin de sacudirse el "neoliberalismo prevaleciente". También propuso dar la importancia que merece a la
relación equilibrada entre salarios y utilidades, en cada política económica nacional. Y desde luego, dar
mayor atención a lo social en los programas estabilizadores, y asegurar un financiamiento no inflacionario
del desarrollo.
"Se requiere sentar las bases para un crecimiento más estable y duradero, que no se desarrolle en
perjuicio del pueblo. Es impostergable el cambio estructural de nuestra economía, pero sin dejar caer el
peso de este proceso sobre los trabajadores y las clases más necesitadas. Ello demanda a los economistas
mayores esfuerzos para presentar propuestas concretas, que permitan solucionar los problemas
fundamentales del país".
Señaló que la disminución del ritmo inflacionario, si bien exigía actuar en varios frentes, requería
sobre todo generar más empleos y restituir al salario su poder adquisitivo. Para satisfacer las demandas
básicas de la población y fortalecer el mercado interno, añadía, es necesario realizar cambios radicales en
lo que se va a producir; se deben reorientar las inversiones para mejorar la dieta popular, la salud y los
niveles educacionales, y sentar las bases para un desarrollo sin dependencia externa.
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Antes de compartirles el último apartado, permítanme aclarar que todo lo aquí expresado es veraz
y comprobable. Falta muchísimo más por decir para justipreciar la trayectoria de Roberto Dávila, el
economista. Estoy cierto de que me estoy quedando corto pero sólo he dicho lo que conozco y me consta.
Es mi deber decir que el esfuerzo biográfico puede llevar a imprecisiones serias, aunque no de mala fe,
sobre todo al consultar la información sobre el homenajeado del internet. Me explico.
Roberto Dávila aparece como galardonado por la UNAM en Investigación en ciencias económicoadministrativas, específicamente con la Distinción Universidad Nacional para Jóvenes Académicos y en un
libro correspondiente a 1989-1998, Edición 1999, UNAM, Tomo V, página 399. Ahí se relacionan los
nombres de otras 21 personas, 12 de las cuales son o han sido miembros de la AMEP, Rolando Cordera
incluido (José Ayala, Jorge Basave, Ángel Bassols, José Blanco, Fausto Burgueño, Fernando Carmona, José
Luis Ceceña, Sofía Méndez, Benito Rey, Elena Sandoval y Ricardo Torres Gaytán)
Ese premio no fue otorgado a Roberto Dávila, ni recibido por él. Así que ese hecho en apariencia
cierto no es parte de su historia.
Roberto Dávila, en opinión de otros economistas
Opiniones sobre Roberto en el gremio, hay muchas y la mayoría muy favorables pero citaré sólo
extractos de las que he recibido mediante escrito, para continuar con la objetividad de esta intervención:
Es una pena que haya quedado en la penumbra la noticia del deceso de Roberto. Era, en mi
opinión, una persona de gran calidad humana, y de sincero compromiso social: JOSÉ BLANCO MEJÍA
Que triste noticia la de Roberto. Compartimos muchas tareas en Sudamérica, sobre todo en la
ALALC hoy ALADI … Fue un nacionalista sincero y actuante: VÍCTOR MANUEL BARCELÓ
En toda su vida profesional, por convicción propia apoyó la integración económica
latinoamericana… fuimos testigos de los esfuerzos de México con la colaboración como economista y
como diplomático de Roberto. Sin embargo, no se obtuvo la misma convicción de los países
sudamericanos, en especial Brasil para buscarle una salida y alternativas a una zona de libre comercio
común.
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La realidad fue que se eliminaron las metas para la formación de un área de libre comercio como
se estipulaba en la ALALC, entre todos los países, y surgió la ALADI que dejó el camino libre de integración
a los países que lo decidieran sin la obligación de todos los asociados, lo que dio lugar a los llamados
acuerdos de alcance parcial. La participación de Roberto fue muy importante en este procedimiento
porque aprovechó con gran lucidez, su talento para abrir la puerta a la integración a países como Cuba y
los del Istmo Centroamericano, en una época en que los países del Cono Sur estaban dominados por
dictaduras militares de ultraderecha.
Apreciamos el talento de Roberto como diplomático puesto que a México le importaba que Cuba
no quedara aislada de América Latina: EDUARDO ALCARAZ ORTIZ
"Conocí a Roberto Dávila en Septiembre de 1972 en Ginebra, Suiza. Yo estaba participando en la
Conferencia de Naciones Unidas en la que se negociaba un Convenio Internacional del Cacao y Roberto
llegó a una reunión de la Junta de Comercio y Desarrollo de la ONU… por los comentarios de Dionisio
Meade, Manuel Armendáriz y Fernando de Mateo supe de las brillantes intervenciones de Roberto en las
difíciles negociaciones de los países del Tercer Mundo para tener acceso a los mercados de los países
desarrollados, todo ello exacerbado por la presencia de Salvador Allende en la Presidencia de Chile.
A partir de 1976… tuve … la oportunidad de participar con él en muchas de las reuniones de
Comisiones Mixtas entre México y la Comunidad Económica Europea en el marco de un Acuerdo de
Cooperación Económica recién firmado: Roberto se empeñaba en estas reuniones en darle un contenido
al Acuerdo más allá de lo comercial y pugnaba en todo momento para que la Comunidad le brindara a
México mayor cooperación en el ámbito industrial y tecnológico.
Lo recuerdo como un extraordinario negociador, muy firme, siempre muy bien preparado y con
ideas muy claras sobre lo que convenía a México, luchando porque nuestros productos, sobre todo
manufacturados, tuvieran acceso a los mercados de los países industrializados y sobre todo con un
profundo nacionalismo del que todos nos sentimos orgullosos.": LUIS DEMENEGHI COLINA
Compartí con ustedes sólo algunas opiniones propias y ajenas sobre el quehacer económico de Roberto
Dávila. En caso de que ustedes tuvieran algunas otras opiniones, sugiero respetuosamente que soliciten
a los copresidentes de la mesa permiso para expresarlas.
Hasta aquí llega mi humilde intervención. Queda en ustedes la posibilidad de nutrir este homenaje a
ROBERTO DÁVILA GÓMEZ PALACIO, EL COLEGA ECONOMISTA.
Muchas gracias por su atención.
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