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Transcript
Dependencia y sistema
mundial: ¿convergencia o
divergencia? Contribución
al debate sobre la teoría
marxista de la
dependencia en el siglo
XXI
Adrián Sotelo Valencia*
Resumen
En este ensayo se plantea la vigencia de la teoría marxista de la dependencia para
el siglo XXI. Se analizan las corrientes principales del pensamiento social latinoamericano
y se coloca la tesis de la imposibilidad, como plantean algunos, de fusionar dicha tesis
con la teoría del sistema-mundo capitalista.
Palabras clave: América Latina, Dependencia, Superexplotación, Sistema Mundial.
Introducción
El presente ensayo reflexiona y debate sobre la vigencia de la teoría de la
dependencia, particularmente en su vertiente marxista (TMD), en la explicación
y superación del modo capitalista de producción en el siglo XXI. Al respecto, se
*
Sociólogo e investigador del Centro de Estudios Latinoamericanos (CELA) de la Facultad de
Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, México. Agradezco al parecerista del presente artículo
sus valiosas observaciones que contribuyeron al mejoramiento del presente artículo. Sin embargo,
dejo constancia de que las posibles deficiencias son de mi exclusiva responsabilidad.
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colocan tesis centrales que se contraponen a las de quienes sustentan la
factibilidad de la fusión entre la teoría de la dependencia y la del sistema mundial. Por el contrario, planteamos que la TMD contiene el potencial teórico,
metodológico y analítico para desarrollarse internamente sin fusionarse
necesariamente con otras corrientes de pensamiento como puede ser la teoría
del sistema mundial elaborada por los braudelianos y, particularmente, por el
propio I. Wallerstein o con cualquier otra corriente del pensamiento social
latinoamericano contemporáneo.
Qué es la teoría de la dependencia y su objeto de estudio
Para abordar esta temática, es preciso destacar qué es la teoría de la
dependencia, en particular, la inscrita en la corriente marxista, para después
compaginarla con la teoría del sistema mundial.
La teoría de la dependencia surgió a mediados de la década de los sesenta
del siglo pasado. Es la corriente del pensamiento latinoamericano encaminada
a estudiar las raíces del desarrollo del capitalismo, el subdesarrollo y el atraso
para discutir y, en su caso, destacar los mecanismos de superación frente a
esas problemáticas.
Advertimos dos corrientes de la dependencia: la que considera a este
concepto como coyuntural, es decir que puede ser superada en el marco del
capitalismo. Aquí se inscriben la mayoría de los autores cepalinos y, en particular, Fernando Henrique Cardoso y su escuela. Por el contrario, la vertiente de la
TMD difiere de la interpretación de Cardoso y Faletto en las siguientes temáticas
que consideramos los puntos más destacables.
a) Primeramente, como él mismo lo plantea (CARDOSO, 1976), así como
alguno de sus seguidores (WEFFORT, 1992), ellos niegan la existencia de una
teoría de la dependencia, a lo sumo reconocen un “enfoque” de la dependencia
(también SONNTAG, 1989). En cambio Marini, por ejemplo, en su libro
Dialéctica de la dependencia, expone que su trabajo es apenas un esbozo
para elaborar una teoría de la dependencia.
b) En segundo lugar, para la vertiente marxista de la dependencia, ésta es
de naturaleza estructural y sólo se supera con su abolición, que implica la
superación del capitalismo y una lucha antiimperialista. En esta perspectiva figuran autores de la talla de André Gunder Frank (1974), Ruy Mauro
Marini (1973), Theotônio Dos Santos (2002), Orlando Caputo y Pizarro (1979)
o los mexicanos Fernando Carmona (1964), Alonso Aguilar (2002) y José Luis
Ceceña Gámez (1963 y 1975). Por ejemplo, Aguilar (2002) en el contorno de la
teoría de la dependencia destaca que
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La dependencia es inherente a la expansión mundial del capitalismo. El
éxito de los nuevos países industriales de Asia derivó de haber hecho lo
opuesto a lo que el dogma liberal pretendía. La polarización es propia del
capitalismo; pero la globalización liberal la profundiza, y además agrava los
problemas de los países subdesarrollados (AGUILAR, 2002, p. 294).
c) Por último, una diferencia gruesa entre la vertiente marxista de la teoría
de la dependencia y la escuela de Cardoso, se produce en el ámbito de la teoría.
En efecto, mientras que los autores de la primera escuela recurren al instrumental epistemológico marxista, según Roberto Goto — quien releyó toda a la
obra de Cardoso, ex-presidente de Brasil, expuesta a lo largo de tres décadas
en un sinnúmero de libros —, en referencia a uno de sus más importantes
libros, Dependencia y desarrollo en América Latina, escrito en colaboración
con el chileno Enzo Faletto, asegura que “…O livro adota o método históricoestrutural e uma tipologia de inspiração weberiana” (1998, p. 107).
En otro trabajo de polémica con las concepciones de Bresser y Mantega
destacamos que
…el weberianismo dependentista de Cardoso y Faletto se expresa, muy
claramente, en el capítulo 2 de su libro: Dependencia y desarrollo en América Latina, que concentra las reflexiones teórico-metodológicas de los
autores y donde ellos certifican que: ‘De acuerdo con el enfoque hasta
ahora descrito, el problema teórico fundamental está constituido por la
determinación de los modos que adoptan las estructuras de dominación,
porque es por su intermedio que se comprende la dinámica de las relaciones de clase (MARTINS Y SOTELO, 1998, p. 73).
Como vemos, a diferencia de la TMD, estos autores le atribuyen el
predominio a “lo político”, es decir a los sistemas de dominación del poder y a
las clases sociales como factores esenciales en el análisis concreto de las
situaciones dependencia, quedando francamente marginados los elementos
económicos planteados por el pensamiento marxista así como los históricos
estructurales fundamentales para la comprensión de la totalidad del fenómeno
de la dependencia.
Por último, reforzando esta idea de la influencia weberiana en el
pensamiento de Cardoso, (MARTINS, 2003) es contundente al afirmar con
propiedad que:
A visão weberiana da dependência se estabelece a partir das obras de
Cardoso e Faleto. Para eles a dependência é o paradigma de desenvolvimento de sociedades marcadas pela ambigüidade de possuírem autonomia
política, mas terem seus laços econômicos definidos em função do mercado internacional. Sob a ação política formalmente livre e soberana pesariam
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os limites dessa estrutura de dominação que condicionaria as possibilidades de desenvolvimento dessas sociedades.
Cardoso e Faleto constroem um verdadeiro tipo ideal da dependência. Embora utilizem categorias marxistas em vários trabalhos, esses conceitos são
claramente subordinados ao uso abrangente do instrumental weberiano e
perdem o vigor original (MARTINS, 2003, p. 231).
Definición de la teoría marxista de la dependencia
Ahora paso a definir qué es la teoría de la dependencia en su filón marxista, pero antes expongo su contexto histórico y teórico-político de su surgimiento.
Bambirra (1978) propone seis aspectos que influyeron en su formación.
a) Los análisis de Marx y Engels sobre la cuestión colonial.
b) La polémica de los socialdemócratas rusos y del mismo Lenin con los
narodniki-populistas en Rusia.
c) La teoría del imperialismo y sus alcances en la cuestión colonial en los
escritos de Hilferding, Rosa Luxemburgo y Lenin.
d) La polémica al interior del Segundo Congreso de la Comintern sobre
las tesis de la cuestión colonial.
e) La aplicación creadora del pensamiento de Mao Tse Tung y, por ende,
de la experiencia de la revolución socialista de China después de 1949.
f) Por último, la obra de Paul Baran escrita en los años cincuenta sobre el
problema del “subdesarrollo” sería otra gran fuente de influencia.
Agrego otro elemento que se da en función del debate con las tesis levantadas por los partidos comunistas latinoamericanos (marxismo endogenista)
y con las tesis de la CEPAL alrededor de su teorema “centro-periferia” impulsado
por jóvenes intelectuales y militantes de la izquierda revolucionaria identificada
con los planteamientos de la revolución cubana y con los ideales libertarios y
justicieros del socialismo. Esta reflexión encontrará su sistematización en la
teoría de la dependencia de filiación marxista, en la medida en que es ésta
doctrina, y no otra, la que le proporciona los elementos teóricos y el método de
investigación y de exposición que posibilitan su constitución (para este punto
véanse los trabajos reunidos en Marini y Millán, 1994).
En cuánto al contexto histórico, la teoría de la dependencia surgió en
Brasil al calor del golpe militar que depuso al gobierno constitucional de Joao
Goulart en 1964 y se sistematizó más tarde en Chile, sobre todo, debido a las
condiciones favorables que ahí ofreció el triunfo del movimiento popular y la
instauración del gobierno de la Unidad Popular en 1970. Por último, en México
experimentó uno de sus más fructíferos periodos (al respecto véase la Memoria
de Marini, s/d).
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A diferencia de otros autores ubicados en la teoría de la dependencia
(Cardoso, Furtado, Ferrer, Weffort), el intento más sistemático por edificar una
teoría de la dependencia fue, sin duda, el desarrollado por el brasileño Ruy
Mauro Marini, principalmente en su libro Dialéctica de la dependencia publicado por editorial Era en 1973 una vez que comenzara a circular por el continente latinoamericano de forma clandestina, lo que revelaba su importancia
para la intelectualidad latinoamericana de aquél entonces.
El concepto de dependencia
A continuación expongo el concepto de dependencia, porque es la clave
para comprender en su justa dimensión esta teoría, así como las diferencias con
otras corrientes de pensamiento.
Marini define la noción de dependencia como una:
relación de subordinación entre naciones formalmente independientes, en
cuyo marco las relaciones de producción de las naciones subordinadas
son modificadas o recreadas para asegurar la reproducción ampliada de la
dependencia. El fruto de la dependencia no puede ser, por ende, sino más
dependencia, y su liquidación supone necesariamente la supresión de las
relaciones de producción que ella involucra (MARINI,1973, p. 18).
Por su parte, para Dos Santos:
La dependencia es una situación donde la economía de cierto grupo de
países está condicionada por el desarrollo y expansión de otra economía, a
la cual se somete aquella. La relación de interdependencia establecida por
dos o más economías, y por éstas y el comercio mundial, adopta la forma de
dependencia cuando algunos países (los dominantes) pueden expandirse
y autoimpulsarse, en tanto que otros (los dependientes) sólo pueden hacerlo
como reflejo de esa expansión, que puede influir positiva o negativamente
en su desarrollo inmediato. De cualquier manera, la situación básica de
dependencia lleva a los países dependientes a una situación global que los
mantiene atrasados y bajo la explotación de los países dominantes (DOS
SANTOS, 1974, p. 42).
Dos Santos aclara que la dependencia condiciona “…cierta estructura
interna que la redefine en función de las posibilidades estructurales de las diferentes economías nacionales” (1974, p. 44), con lo que confirma su alejamiento,
al igual que Marini, de las tesis estancacionistas del desarrollismo.
Para Frank, la dependencia
no debe ni puede considerarse como una relación generalmente ‘externa’
impuesta a todos los latinoamericanos desde fuera y contra su voluntad,
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sino que la dependencia es igualmente una condición ‘interna’ e integral de
la sociedad latinoamericana, que determina a la burguesía dominante en
Latinoamérica, pero a la vez es consciente y gustosamente aceptada por
ella. Si la dependencia fuera solamente ‘externa’ podría argumentarse que la
burguesía ‘nacional’ tiene condiciones objetivas para ofrecer una salida
‘nacionalista’ o ‘autónoma’ del subdesarrollo. Pero esta salida no existe –
según nuestro argumento – precisamente porque la dependencia es integral y hace que la propia burguesía sea dependiente (FRANK, 1974, p. 13).
Objeto de estudio de la TMD
Con base en estas definiciones, el objeto de estudio de la teoría de la
dependencia es la formación económico-social latinoamericana a partir de su
integración subordinada a la economía capitalista mundial. Abarca el periodo
colonial y la posindependencia, en la cual la economía exportadora cede paso a
la formación de una economía industrial capitalista dependiente que forja su
propio ciclo de reproducción; mismo que, en el plano del mercado interno, se
escinde en dos esferas: la alta, propia del consumo de las clases burguesas y
medias y la baja, que corresponde al consumo de las clases trabajadoras y
populares que se reproducen fundamentalmente a costa del salario. En la
producción surge, así, un régimen de superexplotación del trabajo (SOTELO,
1994), en el que, dicho sea de paso, algunos autores ven la contribución más
acabada y original del pensamiento de Marini1, como contrapartida de la
transferencia de valores y de plusvalía que las economías dependientes realizan
hacia las industrializadas y cuya síntesis es el sistemático y enorme endeudamiento
externo global de los países latinoamericanos.
Es importante destacar que el marco teórico y el método de análisis de la
teoría de la dependencia es el marxismo – afirmación ampliamente respaldada
por el cubano Fornet-Betancourt, 2001 – que parte de la teoría del valor-trabajo
de Marx y de otras nociones como ganancia, renta de la tierra, plusvalía y
ganancia. Pero no se limita a ellas: aborda también los problemas sociopolíticos
y cuestiones más particulares que atañen al debate político, a la cultura, la
tecnología, el conocimiento y la educación.
Para analizar las formaciones sociales latinoamericanas la TMD parte de
la circulación mundial del capital; del ciclo del capital dinero y el capital mercantil para, posteriormente, abordar la esfera de la producción interna de los
países dependientes y, en seguida, plantear el problema de la formación de sus
propias esferas de circulación y realización en el plano de la economía interna.
Como resultado de la unificación de ambos procedimientos, es posible abordar
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las situaciones concretas de dependencia y los fenómenos sociales y políticos
de allí derivados.2
Además, la teoría de la dependencia, del mismo modo que lo hacen las
ciencias sociales, va diversificando sus líneas temáticas esforzándose por
alcanzar altura en la comprensión de los fenómenos contemporáneos.
La teoría del sistema mundial
La teoría del sistema mundial es, sin duda, una de las más importantes
corrientes teóricas del pensamiento crítico contemporáneo. Además, la más
cercana a la TMD, al mismo tiempo que permite discutir y valorar su pertinencia
en el siglo XXI. Sin embargo, consideramos que ambas corrientes poseen sus
propios marcos teóricos, metodológicos y analíticos como para desarrollarse de
manera autónoma.
Pero vale la pregunta: ¿puede la teoría de la dependencia fusionarse en la
del sistema mundial como expresión de una teoría para el siglo XXI?
La respuesta de Theotônio Dos Santos es afirmativa al plantear la idea de
que, al influjo de la tendencia de los fenómenos sociales y humanos a proyectarse
global y simultáneamente en varios espacios y tiempos en escala mundial, es
posible la integración con la teoría del sistema mundial debido a que:
Las implicaciones de la teoría de la dependencia están todavía por
desarrollarse. Su evolución en dirección a una teoría del sistema mundial,
buscando reinterpretar la formación y el desarrollo del capitalismo moderno dentro de esa perspectiva, es un paso adelante en este sentido (DOS
SANTOS, 2002, p. 52).
Niemeyer Almeida Filho sustenta también la factibilidad de la fusión entre
la teoría de la dependencia y el sistema mundial porque, según el autor, esta
última “…descaracteriza la idea de la dependencia como una cualidad inmutable
de algunas economías” (ALMEIDA FILHO, 2005, p. 38)3.
Aún más, Martins (2003, p. 264, nota 210) asegura que Dos Santos considera a la teoría (marxista) de la dependencia de los años sesenta y setenta del
siglo pasado como la primera etapa de construcción de la teoría del sistema
mundial a la que deberá de converger e integrarse. Se entiende, por deducción,
que la segunda etapa es la actual que supone la construcción y ampliación de la
teoría del sistema mundial. Sólo que habría que responder la pregunta de cómo
se habrá integrado sin desaparecer sus principios, conceptos y categorías.
Por la importancia que reviste este planteamiento vale la pena, aunque de
manera breve, hacer un balance de la teoría del sistema mundial y sus relaciones con la teoría de la dependencia.
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El planteamiento de Wallerstein
El objetivo que se propone Wallerstein en su monumental obra en tres
volúmenes (1998 y 1999), es reconstruir la historia global del capitalismo y de la
modernidad desde el siglo XVI hasta la actualidad y crear una teoría correspondiente a ese proceso histórico que culminará en la teoría del sistema-mundo
capitalista (AGUIRRE, 2003, p. 37).
En el primer volumen de su obra, Wallerstein (1999, Vol. 1, p. 489-502),
esboza su concepción de sistema mundial (word-system analysis) como un:
…sistema social, un sistema que posee límites, estructuras, grupos,
miembros, reglas de legitimación, y coherencia. Su vida resulta de las fuerzas
conflictivas que lo mantienen unido por tensión y lo desgarran en la medida en que cada uno de los grupos busca eternamente remodelarlo para su
beneficio. Tiene las características de un organismo, en cuanto a que tiene
un tiempo de vida durante el cual sus características cambian en algunos
aspectos y permanecen estables en otros (WALLERSTEIN, 1999, p. 489).
La perspectiva del sistema mundial posee una concepción analítica –
enmarcada en la historia económica y social, más que en la perspectiva
económica o cultural – que pondera los procesos sistémicos por analogía con
los organismos vivos, de donde se deduce que mientras unas “partes” del sistema cambian, otras permanecen intactas. De aquí la idea de que hasta la fecha
existen economías–mundo, pero no imperios–mundo donde prevalece un solo
poder político; nublando de esta manera la verdadera dimensión del imperialismo liderado por Estados Unidos, en el centro del bloque imperialista global
actual que ocupa y domina todos los espacios del sistema capitalista incluyendo
a la economía-mundo.
Wallerstein considera que las economías de subsistencia y los sistemas
mundiales son formas del sistema social. Por su parte, los sistemas mundiales
estarían constituidos básicamente por los imperios-mundo y las economías de
subsistencia. Una tercera forma, “imaginaria”, del sistema mundial, es el
gobierno mundial socialista. Lo interesante a destacar aquí es que para el
autor, después de la era modera, cuya duración aproximada es de quinientos
años hasta la fecha, sólo ha existido una economía–mundo capitalista que se ha
visto imposibilitada para transformarse en imperio-mundo, lo que estaría a punto
de suceder con la actual “crisis de hegemonía” de Estados Unidos.
Por otro lado, la economía mundo posee tres divisiones: los Estados del
centro, las áreas periféricas y, por último, las áreas de la semiperiferia.
En la obra citada de Wallerstein se lee que en el siglo XVI:
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La periferia (Europa Oriental y la América española) utilizaba trabajo forzado
(esclavitud y trabajo obligado en cultivos para el mercado). El centro, como
veremos, utilizaba cada vez más mano de obra libre. La semiperiferia (antiguas
áreas centrales en evolución hacia estructuras periféricas) desarrolló una
forma intermedia, la aparcería, como una alternativa extendida. (WALLERSTEIN,
1999, p. 144).
Esta visión pareciera acercar la teoría del sistema mundial a la de la
dependencia, en lo que concierne a esta división tripartita que supera a la propia
teoría de la CEPAL, la cual trabajó con el teorema bipartito centro-periferia.
De la siguiente proposición se pueden extraer dos resultados:
La arena externa de un siglo se convierte a menudo en la periferia –o
semiperiferia– del siguiente. Pero también, por otra parte, los Estados del
centro pueden convertirse en semiperiféricos y los semiperiféricos en periféricos (WALLERSTEIN, 1999, T.1, p. 493).
a) En primer lugar, la tesis que me parece correcta, sostiene que de un
siglo a otro la “arena externa” de la economía-mundo, los sistemas mundiales
con los que esa economía mantiene relaciones comerciales y de intercambio
(WALLERSTEIN, 1999, p. 426 y ss.), puede convertirse en periferia o en
semiperiferia de una economía-mundo.
b) En segundo lugar, se esboza una teoría de la interdependencia que
resulta problemática: postula que un Estado central – por ejemplo, Estados
Unidos, Alemania, Francia o Inglaterra – puede trocarse en semiperiferia en el
transcurso de un determinado periodo histórico (un siglo, dos siglos).
Hasta donde yo sé, ninguno de los países centrales históricos (España,
Francia, Inglaterra, Estados Unidos) se ha convertido en periferia o semiperiferia,
por lo menos hasta hoy. Lo que si ha sucedido es el surgimiento de nuevas
periferias derivadas del derrumbe de la Unión Soviética y del bloque socialista
en Europa, además de las diferencias estructurales entre esos países capitalistas tanto a nivel regional, como internacional: niveles diferenciados de evolución
y posiciones en la jerarquía económica y geopolítica de la estructura imperialista y neoimperialista mundial (para este tema véase: Pernett, 2005 que hace una
interesante radiografía del desarrollo de los eventos geopolíticos después del
ataque del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas y el Pentágono
centrando su reflexión sobre sus implicaciones en la geopolítica mundial a partir
de las repercusiones en Asia Central y Medio Oriente).
De aquí que resulte difícil de sostener la tesis de Niemeyer, que
implícitamente comparte con Cardoso y con la teoría del sistema mundial,
respecto a que
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…existen especificidades en las estrategias nacionales que dependen de
las condiciones concretas de cada uno de los países, lo que abre la
posibilidad para (impulsar) una política de desarrollo que, en determinadas
circunstancias de disponibilidad de recursos naturales y tamaño del mercado, venga a acortar la brecha histórica de desarrollo con las economías
desarrolladas4 (ALMEIDA FILHO, 2005, p. 45)
Por el contrario, lo que se observa, por lo menos a partir de la posguerra
fría, es una unión estratégica del bloque imperialista bajo comando de Estados
Unidos (¿unilateralismo imperial?), que dista mucho de suscitar un panorama
donde la diferenciación se resuelva en la creación de periferias o semiperiferias
al interior de ese bloque ni mucho menos en la conversión de las mismas en
economías desarrolladas. Más bien, la modernidad y la globalización económica
y del capital financiero, desarrolladas en las dos últimas décadas, profundizaron
la división internacional del trabajo y del capital en centros y supercentros,
periferias, semiperiferias y microperiferias debido a esos factores y a la crisis
estructural de larga duración que prevalece hoy día en la economía capitalista
mundial (MARINI, 1996).
La crítica de Hardt y Negri de la teoría del sistema-mundo de
Wallerstein
Hardt y Negri, (2002, p. 307) cuestionan esta concepción del sistema
mundial y de la economía-mundo, pero con una visión completamente equivocada de la estructura del capitalismo, cuando dicen que esa división real en
centros, periferias y semiperiferias es insuficiente para dar:
…cuenta de las divisiones globales ni de la distribución de la producción,
ni de la acumulación ni de las formas sociales. Mediante la descentralización
de la producción y la consolidación del mercado mundial, las divisiones
internacionales de las corrientes de mano de obra y de capital llegaron a
fracturarse y multiplicarse hasta tal punto que ya no es posible demarcar
amplias zonas geográficas como el centro y la periferia, el Norte y el Sur. En
regiones geográficas tales como el cono sur de América Latina o el sudeste
asiático, todos los estratos de producción, desde los más altos a los más
bajos niveles de tecnología, productividad y acumulación, pueden existir
simultáneamente uno junto al otro mientras un complejo mecanismo social
mantiene la diferenciación y la interacción entre ellos. También en las
metrópolis, el trabajo abarca todo un continuo desde las alturas a las profundidades de la producción capitalista: los talleres donde se explota a los
obreros de Nueva York o París pueden rivalizar con los de Hong Kong y
Manila. Aun cuando el Primer Mundo y el Tercero, el centro y la periferia, el
Norte y el Sur, estuvieran realmente separados por líneas nacionales, hoy
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existe una clara influencia recíproca que distribuye las desigualdades y
las barreras según múltiples líneas fracturadas. (HARDT y NEGRI, 2002, p.
307, cursivas mías).
Debido a que:
…la división de la esfera capitalista en centro, periferia y semiperiferia
homogeneiza y eclipsa las diferencias reales que existen entre las naciones
y las culturas, pero lo hace con el propósito de destacar cierta tendencia a
la unidad en cuanto a las formas políticas, sociales y económicas que surgen
en los largos procesos imperialistas de la supeditación formal (HARDT y
NEGRI, 2002, p. 306-307).
Según Hardt y Negri ya no existen diferencias de naturaleza, sino de
grado, entre los países imperialistas y los subdesarrollados. Lo que entonces
anula la dependencia e introduce la “interdependencia”. Así, expresan que: “La
geografía de un desarrollo desigual y las líneas de división y jerarquía ya no
estarán determinadas por fronteras nacionales o internacionales estables, sino
por límites infra y supranacionales” (HARDT y NEGRI, 2002, p. 307).
Pero: ¿cómo se mantiene esa “clara influencia recíproca”; la interdependencia?
Los autores responden que “indirectamente” a través de las empresas
transnacionales, de organismos como el Banco Mundial y el Fondo Monetario
Internacional y la imposición de políticas neoliberales que de una forma u otra
impulsan todos los gobiernos dependientes en la actualidad, evidentemente no
en beneficio de la segunda parte del argumento de Hardt y Negri: la que
“distribuye las desigualdades y las barreras según múltiples líneas fracturadas”,
sino en detrimento concreto de los países de la periferia y semiperiferia del
capitalismo que siguen existiendo, independientemente de las tendencias
homogeneizadoras del imperialismo en escala mundial que son muy reales y
perjudiciales.
Como se desprende del párrafo anterior, los autores ignoran que esas
“similitudes y diferencias”, que apuntan como “evidencia” de lo insuficiente
que resulta la división del mundo capitalista en centros y periferias, originó un
cúmulo de discusiones, clasificaciones y tipologías – las más de las veces imprecisas – justamente para delimitar esas diferencias y similitudes históricoestructurales al interior de los países dependientes, y entre éstos y los capitalistas del centro. Por lo tanto, no hay novedad en ese planteamiento, sino confusión
cuando afirman que en “zonas geográficas como el Cono Sur – en Argentina
que ha experimentado una de las crisis más violentas y profundas de su historia;
en Uruguay, Paraguay y Brasil – ya no existe la dependencia, ni el estatus de
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economías periféricas, por el solo hecho de operar allí “enclaves” avanzados
de tecnología, productividad y acumulación de capital (versión muy cercana a
los planteamientos del moderno pensamiento neoclásico).
En beneficio de la ambigüedad teórica y política, Hardt y Negri olvidan
que esas no son las determinaciones de raíz del sistema capitalista, sino las
relaciones sociales de producción basadas en la propiedad privada de los medios
de producción y de consumo, la integración imperialista de los sistemas
productivos y de trabajo (Marini), de la circulación, del intercambio y el consumo bajo el dominio del capital extranjero y de las empresas transnacionales; en
América Latina, la sistemática transferencia de valor y plusvalía a los centros y
el concomitante aumento de la deuda externa, además de la superexplotación
del trabajo, la exclusión social de grandes contingentes de la población y la
precariedad laboral en el universo contradictorio del mundo del trabajo.
Por último, resta destacar que la concepción de Hardt y Negri, desprendida de sus recientes libros, Imperio y Multitud, de ninguna manera se aproxima
a la corriente del sistema mundial, ni mucho menos a la teoría de la dependencia.
Por el contrario, constituye un cuerpo “teórico” enraizado en un resurgimiento
de las teorías kantianas, de las teorías de Spinoza y Michel Foucault y de autores del derecho constitucional que aplican una redefinición del viejo imperio
romano y lo convierten en la categoría Imperio que aplican a un supuesto
estado actual del sistema mundial con centro en Estados Unidos y su constitución
política expansionista.
Borón (2002), desnuda la filiación teórica y las raíces epistemológicas del
pensamiento de estos autores. Señala que ellos combinan la ciencia social
norteamericana (relaciones internacionales y economía política internacional) y
la mezclan con la filosofía francesa. Después usan un estilo y un lenguaje
posmodernos, de donde resulta una especie de eclecticismo “…que, pese a las
intenciones de sus autores, difícilmente podría perturbar la serenidad de los
señores del dinero que año tras año se reúnen en Davos” (BORÓN, 2002, p.
15). Para este autor las fuentes que utilizan Hardt y Negri en sus escritos
(libros y artículos) se enmarcan en el “establishment académico franco-americano”, mientras que prácticamente ignoran la literatura que se produce en
América Latina, India, África y en otras partes del Tercer Mundo, así como las
discusiones respecto al imperialismo de los autores del marxismo clásico como
Hilferding, Luxemburgo, Lenin, Bujarin y Kautsky tan necesarias hoy en día
par fundamentar nuestras nociones contemporáneas sobre el imperialismo. Todo
esto redunda en la elaboración de una visión ideológica del imperio “…tal y
como él mismo se observa desde su cumbre” (BORÓN, 2002, p. 15-16). Visón
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parcial y unidimensional que desestima la totalidad del sistema para conocer
sus manifestaciones globales, esenciales, y no quedarse perdido en la superfluidad.
Puntos de contacto y divergencias entre la teoría de la
dependencia y la del sistema mundial.
A continuación expongo los puntos de discordancia y de acuerdo existentes entre la teoría marxista de la dependencia y la del sistema-mundo.
a) En primer lugar, la raíz epistemológica de la primera es el marxismo en
general mientras que la de la segunda es un ecléctico de marxismo, teoría
sistémica y las concepciones de los ciclos de la larga duración de Braudel.
Las raíces de la teoría del sistema mundial están arraigadas en la perspectiva sistémica y en las concepciones de la Escuela de los Annales dirigida
por Braudel (véase Aguirre, 1997 y para la Escuela de los Annales, del mismo
autor, 1999). Se advierte que son totalmente diferentes en sus principios y
planteamientos epistemológicos respecto a la TMD.
En efecto, al respecto Aguirre plantea que:
…no es posible entender los trabajos de Wallerstein sin esa múltiple
herencia braudeliana que, en primer lugar, implica la división de todos los
fenómenos abordados del presente o del pasado desde una óptica intensamente histórica, que los resitúa de modo permanente dentro de los varios
registros temporales de los acontecimientos, de las coyunturas y de las
estructuras de la larga duración histórica, para delimitar su verdadera
profundidad y sentido, y así otorgarles su real significación histórica específica...
En segundo lugar, es fácil reconocer la presencia de Braudel, y también de
los primeros Annales en general, en el esfuerzo wallersteiniano permanente
de resituar, una y otra vez, los problemas investigados dentro de una perspectiva globalizante o totalizante, que en su caso específico ha derivado
en la reubicación de dichos temas dentro del horizonte de la ya aludida
dinámica global planetaria del sistema-mundo capitalista en su
conjunto...y en una línea que en este caso remonta a los trabajos de Marc
Bloch junto a los del propio Fernand Braudel. (AGUIRRE, 2003, p. 29).
b) En segundo lugar, en cuanto al método, la TMD recoge la concepción
de Marx, Lenin y Bujarin sobre la economía mundial para, en un segundo momento, ubicar el análisis particular de nuestros países y sociedades. Al respecto,
una de las diferencias más importantes entre la teoría del World System Análysis
y la TMD es el sobredimensionamiento que la primera le otorga al factor “mundial” por encima de los factores nacionales y locales hasta quedar estos
prácticamente asfixiados en la lógica mundial:
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Así, lo que este segundo perfil de la visión de Wallerstein sobre capitalismo postula es que para entender cualquier problema histórico o presente
de los hombres, acontecido en cualquiera de los momentos que abarca el
período de los siglos XVI a XXI, lo que hace falta es remitirlo y conectarlo
de manera orgánica con esa dinámica y estructura primero semiplanetaria y
luego planetaria del sistema-mundo global. Lo que quiere decir que más
allá de las dinámicas y los marcos de las “sociedades”, de las “naciones”,
de los “Estados” y hasta de las “macroregiones” y las “civilizaciones”,
existe también una dinámica-marco más universal del sistema-mundo como
un todo, que no sólo es real y actuante, sino que influye de manera determinante en la irrupción, el curso y desenlace específico de dichos
acontecimientos, situaciones y procesos que se despliegan de modo constante en su seno. (AGUIRRE, 2003, p. 42).
Mientras que la TMD, a diferencia de la teoría del sistema mundial, vislumbra la totalidad de la economía mundial distinguiendo, sin embargo, al mismo
tiempo, las especificidades nacionales y regionales, la cuales abren un espacio
teórico para estudiarlas y generar justamente los elementos constitutivos de la
teoría de la dependencia que también den cuenta, simultáneamente, de la esencia
y dinámica del sistema capitalista internacional.
c) En tercer lugar, una consecuencia, a mi juicio equivocada, de esta
concepción del sistema mundial por parte de los teóricos braudelianos, consiste
en calificar sólo a ese sistema como capitalista, pero no a los países y a las
regiones en tanto tales, considerados aisladamente aunque constituyan “partes” del sistema mundial. Aquí se retrocede, a mi entender, respecto a las
concepciones de la economía mundial de autores marxistas como el propio
Marx, Lenin o Bujarin que desde un principio establecieron la articulación
dialéctica – que no la suma – de las economías nacionales con la economía
capitalista mundial.
d) Otro punto importante que destacó brevemente para evaluar las diferencias y rasgos comunes de la TMD con la teoría del sistema mundial, es el
relativo a las ondas o ciclos largos que desempeñan un papel importante en
ambas teorías sobre la dinámica del capitalismo.
La teoría del sistema mundial utiliza los ciclos braudelianos relativos a
la larga duración que caracterizan a la estructura del sistema-mundo. Destaca,
en primer lugar, la tendencia estructural de la “expansión progresiva” y la
“consolidación del sistema-mundo capitalista por todo lo largo y ancho de los
espacios del planeta” (Aguirre 2003: 48) Después describe los ciclos
hegemónicos que plantean el problema del auge y caída de los grandes imperios,
desde el holandés del siglo XVII, pasando por el inglés del siglo XIX hasta el
actual, el estadounidense en el siglo XX (ARRIGHÍ y SILVER, 2001) que,
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según Wallerstein, hoy está en “decadencia” (WALLERSTEIN, 2005). Por
último, también introduce el ciclo, cuya magnitud supone dos fases: una (A), de
ascenso, crecimiento y recuperación de 25 años de duración aproximada y, otra
(B) depresiva, de caída, también de aproximadamente 25 años de duración
(AGUIRRE, 2003, p. 51-54. Para los ciclos véase Izquierdo, 1979).
Es en este último punto donde existen similitudes y diferencias. Las
primeras, debido a que la TMD utiliza a la teoría del ciclo de Kondratiev al igual
que la teoría del sistema mundial. Las segundas, sin embargo, contienen dos
interpretaciones opuestas respecto a la situación estructural del capitalismo
contemporáneo. Mientras que autores como Wallerstein, Amin o Theotonio
Dos Santos suponen que nos encontramos ante una ola de ascenso que se
habría originado en la época de ClintonTP5PT, otros autores (Sotelo, Chesnais,
Brenner, Beinstein o Valenzuela Feijóo (que no son necesariamente
dependentistas), muestran, por el contrario, una serie de indicadores de la
economía capitalista actual dentro de un proceso macrohistórico de crisis,
recesiones y depresiones. La primera interpretación conduce a una actitud
optimista respecto al ciclo histórico de la evolución del sistema capitalista y de
las luchas sociales y de clases, mientras que la segunda plantea que esas luchas
y el futuro de los trabajadores se tendrán que librar en el seno de un proceso
capitalista cada vez más parasitario, recesivo y con graves tendencias al
estancamiento estructural, la descomposición social y la guerra.
e) Por último un punto que considero esencial respecto a las diferencias
entre ambas teorías, es el relativo a que la teoría de la dependencia, a diferencia del sistema mundial, pugna por construir una teoría y comprensión propias
sobre el capitalismo mundial y el capitalismo dependiente del siglo XXI, con el
fin de encontrar las rutas de su transformación económica y social más allá del
orden existente. Observación esencial en la que Theotônio Dos Santos insiste,
al igual que Marini, y que recientemente es recordada en un trabajo por André
Gunder Frank cuando escribe que
Theotônio…nos llamó la atención acerca de que nosotros mismos tenemos
que hacer nuestro propio estudio de la economía mundial…pues no se
puede confiar en los estudios de la problemática mundial y tercermundista
elaborados por los que la manejan a su gusto, ni a sus portavoces ‘teóricos’… (FRANK, s/d)).
Considero que la tarea de reescribir y continuar con la construcción de
una teoría de la dependencia sobre la economía capitalista mundial contemporánea
es justamente la perspectiva que levanta la TMD frente a las demás corrientes
de pensamiento, en particular, frente a la teoría del sistema-mundo. Y no es por
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otra razón que consideramos que en la medida en que se avance en esta empresa de construcción epistemológica, teórica y de método se estará en
condiciones de enfrentar y atajar de raíz la envestida eurocentrista y de la
ideología norteamericana contra el pensamiento crítico latinoamericano y las
ciencias sociales de la región para comprender nuestra propia historia y, de este
modo, poder encontrar nuestros propios caminos de liberación.
Breve síntesis
Hago una breve síntesis de lo dicho hasta aquí.
La teoría del sistema mundial proporciona elementos muy valiosos al conocimiento de la economía mundial y de los países latinoamericanos, sobre
todo, con su retrospectiva histórica de los ciclos largos – de cien o doscientos
años –, así como en sus aportes al conocimiento del capitalismo mundial, cuya
división internacional del trabajo reproduce y profundiza la relación dialéctica
entre centros, periferias y semiperiferias, cuestión que representa un indudable
avance al conocimiento de esta dinámica mundial y regional.
Pero, dada su naturaleza epistemológica, esa teoría no puede de ninguna
manera fundirse con la TMD. Consideramos, más bien, que a partir del intercambio y del debate con otras corrientes progresistas de pensamiento –
probablemente con algunos autores neoestructuralistas-keynesianos (no con
todos por supuesto) y con otros representantes de expresiones marxistas –, a
mi modo de ver, la TMD tiene que seguir su propia trayectoria cognoscitiva,
como importante corriente de pensamiento teórico y crítico latinoamericano
que tiene muchísimos elementos por aportar en el siglo XXI.
Sin embargo, pese a las diferencias entre el world-system análysis de
Wallerstein y de otros autores y la TMD obviamente de ninguna manera ello
significa que no se puedan establecer relaciones de debate y de intercambio
conceptual y hasta de resultados en el análisis contemporáneo de América
Latina, por ejemplo, sobre el papel que ésta juega en el actual sistema capitalista mundial.
El examen anterior me permite concluir que hay alcances y limitaciones
de las principales expresiones paradigmáticas del pensamiento social
latinoamericano. En la actualidad las dos corrientes más importantes que
prometen superar esas limitaciones son la teoría del sistema mundial y la TMD,
aunque ambas marchan con sus propios medios y caminos, encontrándose en
algunos espacios, pero sin fundirse. Lo deseable es que esos encuentros sean
cada vez más duraderos con el fin de proseguir con temas de estudio y objetivos comunes.
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En el caso de la teoría marxista de la dependencia, tendrá que perfeccionar
sus métodos, conceptos y categorías de tal suerte que pueda levantar hipótesis
sugestivas cuya verificación empírica permita comprender la esencia de los
fenómenos sociales y humanos que hoy determinan la realidad latinoamericana
en la escena internacional.
Abstract
This paper postulates the validity of the marxist theory of the dependence for the
XXI century. The main currents of the thought social Latin American are analyzed and
the thesis of the impossibility is placed, like they outline some, of fusing this thesis with
the modern world-system theory.
Key words: Latin América, dependence, super exploitation, world-system.
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Notas
1
“El gran aporte de Marini a la teoría de la dependencia fue haber demostrado cómo la
superexplotación del trabajo configura una ley de movimiento propia del capitalismo dependiente”
(BAMBIRRA, 1978, p. 69-70).
2
Mignolo (1997), de la vertiente posoccidentalista de estudios poscoloniales, no entendió este
procedimiento del método de Marini cuando al criticar la teoría de la CEPAL y la del marxismo
dogmático (cuyos pensadores estaban “autocolonizados”, según él), cree encontrar en Marini un
recurso para entender América Latina en el siglo XX a partir de “sus historias locales”, cuando en
realidad Marini plantea exactamente lo contrario.
3
El autor sostiene la pertinencia de la fusión de la teoría de la dependencia – que él llama: Aporte
da Dependencia particularmente en las versiones de Theotonio Dos Santos y de Cardoso ignorando los indudables aportes de Ruy Mauro Marini –, con la teoría del sistema mundial cuestión
que, en la práctica, presupone la absorción y dilución de aquélla en esta última.
4
Hay que aclarar que no se debe confundir el evidente desarrollo capitalista en la periferia
respecto a la superación de la dependencia estructural y del subdesarrollo. Son dos cuestiones
distintas que merecen tratamientos diferenciados. Esta confusión fue propia de los debates de la
década de los sesenta del siglo pasado, donde al lado de los impulsores de la teoría de la dependencia
(Marini, Theotonio, Bambirra) que sostenían el carácter estructural y de largo plazo de la
dependencia, estaban los autores del “enfoque” así bautizado por Cardoso y su escuela que
vislumbraban la dependencia como “suceso coyuntural” que podía ser “superado” sin superar el
modo capitalista de producción. Al respecto véase la polémica de Marini con Cardoso y José
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Serra; del primero, 1973 y 1978; de los segundos, 1978. En los últimos años Cardoso se encargó
de enterrar lo poco que quedaba de “crítico” de este enfoque para entregarse de lleno a promover
el neoliberalismo y profundizar la dependencia histórico-estructural en que actualmente se debate
el Brasil de nuestros días.
5
En la óptica de la teoría del sistema mundial y del ciclo Kondratiev, por ejemplo, Martins (2003,
p. 271) plantea que en América Latina países como México o Chile (ya) se encuentran en la fase
A del ciclo ascendente Kondratiev, cuando afirma que: “O Brasil é forte candidato a impulsionar
os níveis de descapitalização da região, pois México e Chile são países que já ingressam na nova
fase A do Kondratiev e estão em melhor situação relativa na região, e a crise na Argentina talvez
já tenha atingido seu ponto mais baixo”. Tesis polémica, pues si el autor tomara un período
amplio, como el del ciclo neoliberal (1981-2001), constataría sin duda que la tasa promedio de
crecimiento en América Latina, independientemente de los comportamientos de la tasa de ganancia
cuyas causas se tendrían que analizar, fue de sólo 2.05%, mientras que el producto por habitante
fue negativo (-0.9%) y sólo creció, en los años 90 a una tasa de 0.15% (SOTELO, 2004, p. 71-72).
Cifras que distan mucho de ofrecer un panorama donde países como México o Chile, y mucho
menos regiones como América Latina, estarían internándose en la paradisíaca fase A del ciclo
Kondratiev de 25 años.
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