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ESPECIAL GDA: RELACIONES BRASIL AMÉRICA LATINA – Febrero 2011 Ecuador aún no logra emular al gigante sudamericano Carlos Rojas A. y Carolina Enríquez EL COMERCIO, Quito / GDA Desde la Geografía, Ecuador es el país de América del Sur, más alejado de las ciudades más importantes de Brasil. Y, políticamente, no ha existido un verdadero interés en los últimos gobiernos por acercar a Quito con esta potencia regional. A lo largo de la historia, Brasil ha cumplido roles preponderantes para el Ecuador. El más importante, haber sido una suerte de árbitro y garante en el conflicto territorial que, por más de dos siglos, mantuvo con el Perú. Y si bien la cuestión limítrofe no fue del todo satisfactoria para Ecuador, se alcanzó la paz y, en ese espacio, Brasilia merece un gran recono cimiento. Cerrado este duro capítulo en 1998, la diplomacia ecuatoriana buscó nuevos referentes, económicos y políticos, con los cuales relacionarse en el mundo. Han sido 12 años de un intenso caminar donde no se ha podido marcar una ruta clara con EE.UU., Colombia, la Unión Europea o el Asia Pacífico. Quizás por ello, Brasil signifique también una gran interrogante pese a que los políticos que gobiernan desde Quito saben de la influencia regional del gigante sudamericano y de la impor tancia de fortalecer los lazos. Los presidentes Gustavo Noboa (2000-2003) y Lucio Gutiérrez (2003-2005) buscaron trazar las primeras alianzas, basadas, en gran medida en la cooperación internacional y en la posibilidad de construir el eje Manta-Manaos, que le dé a Brasil presencia en el Pacífico y a Ecuador una mayor integración amazónica y comercial. Pero fue la llegada al poder de Rafael Correa, en el 2007, la que proyectaba un nuevo marco de relaciones. Correa reivindicaba la agenda social de Lula, como presidente de izquierda, y apoyó su iniciativa de fortalecer el Mercosur. Sin embargo, su socialismo del Siglo XXI, terminó pareciéndose más al de Venezuela que al de Brasil: un país pragmático en sus relaciones exteriores, en su manejo de la economía de mercado y en el fortalecimiento y respeto de las instituciones. Septiembre del 2008 fue una fecha que distanció a los dos gobiernos, a propósito de la expulsión de la empresa Odebretch por supuesto incumplimiento en la construcción de la hidroeléctrica San Francisco, por su funcionamiento defectuoso. Correa pidió la requisa de los bienes de la compañía y se desató la crisis. El presidente ecuatoriano y Lula hicieron esfuerzos por no ventilar en público sus diferencias. Fue una decisión sabia, que permitió superar la crisis con prudencia y efectividad. Sin embargo, a nivel político las relaciones no han logrado recobrar el dinamismo que Correa y Lula proyectaban por su cercanía ideológica. En el tema económico y comercial, las relaciones, en la medida de lo posible, avanzan desde el 19 de agosto del 2010. Ese día los cancilleres Ricardo Patiño y Celso Amorim, se reunieron luego casi 11 meses de distanciamiento. La crisis de Odebretch significó la caída de las inversiones del gigante sudamericano en USD 46,3 millones en 2008 a 2,9 en el 2009. Seis empresas brasileñas salieron del país, quedando 50 en agosto del año pasado. Una vez que se reanudaron las relaciones se reactivaron temas relativos al mejoramiento de las condiciones de acceso de productos nacionales a Brasil. Ese país desgravó unilateralmente el acceso a 3 200 partidas ecuatorianas y las exportaciones crecieron de USD 88,9 millones, en el 2009, a USD 100,7 millones en el 2010. El sueño Manta-Manaos sigue vigente, al igual que el Acuerdo de Complementación Económica para crear una zona de libre comercio entre el Mercosur y la CAN, el 2016. Correa sorpresivamente determinó el regreso de Odebrecht, la cual está en proceso de reparación de la hidroeléctrica San Francisco, pero en noviembre pasado Petrobras, dejó el país al no renegociar su contrato para operar en los campos maduros. El nuevo gobierno en Brasil pudiera ser la oportunidad para que Ecuador fortalezca su relación con el país sudamericano. La estrategia de acercamiento aún no está clara. Correa no estuvo en la posesión de Dilma Roussef y la nueva mandataria aún no pone a Ecuador entre las prioridades de su agenda diplomática. Por el momento, la política seguirá sin poder eliminar la distancia geográfica entre estos dos países. - ¿Qué opina usted de Brasil y qué es lo primero que le viene a la mente cuando piensa en ese país vecino? Xavier Andrade Edad: 33 años Ocupación: Comunicador “Pienso que Brasil es en la actualidad una potencia mundial y posee un crecimiento en distintos sectores de la economía como hidrocarburos, construcción, entre otros. Lo primero que se me viene a la mente cuando pienso en ese país es su desarrollo económico”. Lucía Arellano Edad: 27 años Ocupación: Trabaja en un supermercado “Brasil es el país más poderoso de la región y creo que está tomando las riendas para concretar la unión de América Latina. Lo primero que se me viene a la mente al pensar en esta nación es su capacidad de liderazgo y el correcto manejo económico, que ha permitido reducir en alto porcentaje el número de pobres en su territorio”. Alexandra Vela Edad: 28 años Ocupación: Profesora “Brasil es un país que se mantiene en sus planteamien tos económicos y políticos a largo plazo. Eso le ha permitido crecer en diversas áreas como energía, desarrollo industrial, etc. La idea que viene a mi mente al pensar en ese país es su capacidad para conciliar diferentes posiciones”.