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HISTORIA DEL DESARROLLO ECONÓMICO INTERNACIONAL
CURSO 4º - Licenciatura de Economía.
PROGRAMA
PROGRAMA COMENTADO
BIBLIOGRAFÍA
Profesor: Domingo Gallego Martínez
CURSO ACADÉMICO 2009-2010
Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales . Universidad de Zaragoza
Universidad de Zaragoza
1
PRESENTACIÓN
El objetivo de esta asignatura es ofrecer un análisis teórico e histórico del
desarrollo económico internacional. El eje central del programa será el análisis de los
modos de salida del atraso comparando las experiencias positivas con las de aquellos
países que siguen mostrando graves desequilibrios (altos niveles de población en
condiciones de pobreza, elevados porcentajes de población activa en el sector informal
o fuertes niveles de desempleo).
Para enfrentarnos al problema de cómo salir del atraso económico se ha elegido
un camino que se inicia con las aproximaciones teóricas más generales y termina con el
estudio de algunos países concretos. El programa comienza con una síntesis de las
reflexiones sobre el crecimiento económico realizadas desde el cuerpo central de la
teoría económica (temas 1 y 2). Posteriormente se presentan las principales teorías del
desarrollo económico (temas 3 a 7). Con estas últimas nos aproximamos al problema
central del curso (los modos de salir del atraso), pues la mayoría de las teorías del
desarrollo están muy influidas en sus planteamientos por experiencias históricas
concretas de países y coyunturas económicas (en gran medida son maquetas diseñadas
para el análisis de casos). La parte teórica termina (último epígrafe del tema 7) con un
reflexión general sobre las aportaciones de las distintas teorías manejadas. Estas
reflexiones se realizan desde la presunción de que estas teorías son, entre sí, más
complementarias que contradictorias: sus distintos enfoques son, en gran parte,
resultado de las disparidades entre los casos y coyunturas estudiadas; sus diferencias
también son consecuencia de la distinta perspectiva desde la que analizan los mismos
procesos históricos.
Tras la parte teórica entraremos en la propiamente histórica (temas 8 a 14).
Comenzaremos con sucesivas visones generales de la evolución económica de las
grandes áreas del mundo, descendiendo, tras el análisis de cada zona, al estudio de
algunos países concretos. En el desarrollo de la parte histórica se utilizarán las
herramientas presentadas en los capítulos teóricos. Así, podremos emplear en el análisis
de casos las experiencias sistematizadas en las reflexiones teóricas. Tras el estudio de
las distintas condiciones históricas que condujeron al desarrollo o al atraso, estaremos
en condiciones de hacer algunas reflexiones generales sobre los elementos
condicionantes de los modos de evolución económica de las distintas sociedades (tema
14).
PREPARACIÓN Y EVALUACIÓN
Para la preparación de la asignatura se facilitarán una serie de lecturas
obligatorias que, junto a las exposiciones del profesor, serán los materiales básicos para
el estudio de los distintos temas del programa. En la evaluación se tendrá en cuenta el
resultado del examen, la participación en clase y la calidad de los trabajos presentados
(fichas sobre las lecturas y recensión de un libro de entre los propuestos -van en negrita
en la bibliografía-). El 70% de la clasificación final se obtendrá mediante el examen y el
30% restante mediante alguno de los demás sistemas mencionados.
2
PROGRAMA.
PRIMERA PARTE. TEORÍAS DEL CRECIMIENTO Y DEL DESARROLLO
ECONÓMICO.
Tema 1. Los primeros pasos. Antes del crecimiento: los escolásticos. Crecer a costa de
otras repúblicas (Mun, List). La productividad de la naturaleza (Cantillon, Quesnay).
Crecer explotando a los trabajadores (Marx). Crecer ahorrando, crecer especializándose
(Smith, Ricardo, Mill). Crecer removiendo obstáculos institucionales mediante reformas
y revoluciones (Quesnay, Smith, Ricardo, Marx). Crecer mejorando la eficiencia en el
uso de los recursos (Walras). Crecer innovando (Schumpeter).
Tema 2. El crecimiento formalizado. La inestabilidad del crecimiento (Keynes y
Harrod). Las fuerzas inductoras del crecimiento equilibrado (Solow, Kaldor, Kalecki,
Goodwin). Desagregando la función de inversión. Sobre los condicionantes históricos
del crecimiento (Sraffa).
Tema 3. Teorías del desarrollo económico I: del desarrollo posible al desarrollo
inviable. El desarrollo posible: las etapas de crecimiento económico (Rostow); los
distintos modos de organizar el crecimiento (Gerschencron). Los obstáculos al
desarrollo y las posibilidades de evitarlos: Nurkse, Prebisch y Hirschman. El desarrollo
inviable: las teorías de la dependencia (Baran).
Tema 4. Teorías del desarrollo económico II: teorías universales, teorías
particulares. Las teorías neoclásicas del desarrollo: análisis de las distorsiones
inducidas por la intervención pública en los países atrasados (Harberger). Los
problemas de la salida del subdesarrollo: una teoría económica para los países atrasados
(Michael Todaro). Hacia una nueva síntesis (Ray).
Tema 5 Las condiciones institucionales del crecimiento. La perspectiva
individualista: North, Olson, Coase. Las consecuencias de los desequilibrios sociales
(Bhaduri). Las fuerzas correctoras de los desequilibrios sociales (Hirschman, Sen).
Crecer acumulando capital, crecer desarrollando capacidades (Sen). La economía de
mercado en la naturaleza y en la sociedad.
Tema 6 El crecimiento limitado. La percepción de los condicionantes
medioambientales al crecimiento en la historia del pensamiento económico (Naredo).
Los condicionantes energéticos y las características de los procesos de desarrollo
(Wrigley y Sieferle). La gestión de los recursos naturales: entre el mercado y la
negociación política (Martínez Alier y Roca). El crecimiento económico en perspectiva
ecológica (Tello).
Tema 7. Evaluación de los factores inductores del crecimiento y del atraso. Sobre la
convergencia y las circunstancias que la inducen o la retardan: una aproximación
cuantitativa (Sala-i-Martin, Crafts; Helpman); los condicionantes del desarrollo a la
vista de la experiencia de los países avanzados (Chang). Entre las fuerzas de la
globalización y las circunstancias locales (Pipitone, 2006).
3
SEGUNDA PARTE. HISTORIA ECONÓMICA DEL CRECIMIENTO DEL
ATRASO Y DEL SUBDESARROLLO.
Tema 8. Los modos de desarrollo económico en los países avanzados.
Características de sus economías en el periodo preindustrial. Los modos de
crecimiento en economías integradas. El papel del sector exterior. Las características de
la intervención pública en la economía. La convergencia sectorial y territorial y las
pautas de distribución personal de la renta. Análisis de casos y coyunturas: Suecia, Italia
y Japón.
Tema 9. Los obstáculos al desarrollo económico en América Latina I (1800-1939).
Los problemas heredados de la época colonial. La época del desarrollo guiado por las
exportaciones (desde la independencia a 1914): posibilidades externas y desequilibrios
internos. Dificultades exportadoras en el período de entre guerras. Análisis de casos:
Argentina, Canadá y Australia comparadas.
Tema 10. Los obstáculos al desarrollo económico en América Latina II (19401990): El crecimiento hacia adentro de los grandes estados y la vía exportadora de las
pequeñas repúblicas: dos modelos de crecimiento sin desarrollo durante la segunda
mitad del siglo XX. Análisis de casos: El Brasil o los desequilibrios persistentes.
Tema 11. Asia entre los nuevos países industriales y el dualismo económico. El
desarrollo económico guiado por las exportaciones de manufacturas: análisis de las
condiciones internas y externas del desarrollo económico de los pequeños dragones
asiáticos durante la segunda mitad del siglo XX. Análisis de casos: Taiwan y Corea del
Sur. Sobre el origen y persistencia de la pobreza y el dualismo económico en los
grandes países del sur de Asia: el caso de la India.
Tema 12. África o la persistencia del atraso. Los países árabes: de la dominación
colonial a los límites del crecimiento introvertido; las transformaciones económicas de
los países exportadores de petróleo. Las consecuencias económicas de la trata de
esclavos y de la dominación colonial en el África subsahariana; las dificultades para la
consolidación, tras la independencia, de un tejido social y económico estable. Análisis
de casos: Nigeria.
Tema 13. Del socialismo y la planificación central a la transición al capitalismo. La
formación del modelo económico soviético: del comunismo de guerra a los planes
quinquenales. Sobre el origen de los problemas que condujeron al desmantelamiento de
la URSS y del sistema de planificación central. Las transiciones al capitalismo china y
rusa comparadas.
Tema 14. Un balance de las experiencias históricas analizadas. Tipología de modos
de salida del atraso. Características de las economías con dificultades para salir del
atraso. Factores inductores del atraso. ¿Qué hacer para combatir el subdesarrollo?
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PROGRAMA COMENTADO.
PRIMERA PARTE. TEORÍAS DEL CRECIMIENTO Y DEL DESARROLLO
ECONÓMICO.
El objetivo de esta primera parte es presentar una historia de las reflexiones
teóricas en torno al crecimiento y al desarrollo económico. El método escogido ha sido
elegir un conjunto de temas y perspectivas de análisis e ir seleccionando a autores
representativos de cada una de ellas para presentar sus principales resultados.
Frecuentemente las aportaciones del autor o autores seleccionados se matizan con las
propuestas de otros de su misma orientación analítica.
El método docente elegido consiste en presentar primero oralmente las líneas
argumentales de los distintos autores. Luego se proponen lecturas sobre esos mismos
autores (de las que los alumnos tienen que hacer una pequeña ficha) y, finalmente, se
discuten en las clases prácticas. Es decir, los principales temas o autores son
presentados en las clases teóricas, leídos y resumidos por los alumnos y posteriormente
comentados. Además, en la parte histórica de la asignatura se induce a los alumnos a
que utilicen las teorías estudiadas para el análisis de los casos concretos que se van
presentando en clase o en los trabajos que tienen que realizar. Este acceso repetido a los
mismos autores facilita a mi entender una mejor comprensión tanto de sus propuestas
como de sus capacidad analítica.
Tema 1. Los primeros pasos. Antes del crecimiento: los escolásticos. Crecer a costa de
otras repúblicas (Mun, List). La productividad de la naturaleza (Cantillon, Quesnay).
Crecer explotando a los trabajadores (Marx). Crecer ahorrando, crecer especializándose
(Smith, Ricardo, Mill). Crecer removiendo obstáculos institucionales mediante reformas
y revoluciones (Quesnay, Smith, Ricardo, Marx). Crecer mejorando la eficiencia en el
uso de los recursos (Walras). Crecer innovando (Schumpeter).
El objetivo de este tema es contextualizar las propuestas de los autores actuales
en las reflexiones sobre el crecimiento económico de los autores que pusieron las bases
del pensamiento económico. En ellos encontramos una gran parte de las variables y las
líneas argumentales barajadas con posterioridad. Se van a destacar en particular los
siguientes aspectos: el crecimiento no ha sido siempre un objetivo ni para la sociedad ni
para los pensadores económicos; cuando el problema del crecimiento se introdujo se
destacaron (indirectamente Mun y directamente List) las restricciones que el
crecimiento de unos países podía generar sobre los otros; desde el punto de vista
interpersonal Ricardo y Marx destacaron similares contradicciones entre el bienestar de
unos y la acumulación de otros.
Pero tempranamente se introdujo también en la argumentación económica la
complementariedad de intereses internacionales e intersociales en el fomento del
crecimiento. Crecer aplicando el desarrollo científico y agronómico para potenciar el
producto neto (Quesnay); crecer a través de los efectos directos e indirectos que el
ahorro genera sobre la magnitud del capital social y sobre el cambio técnico (Smith);
crecer aprovechando los efectos que la división internacional del trabajo sobre la
capacidad productiva global (Ricardo). Crecer mejorando la eficiencia estática en el uso
de los recursos, lo que engloba todo el conjunto de efectos positivos directos e
indirectos de la cooperación mercantil (Walras). Crecer impulsado por los incentivos
que inducen a la innovación (Schumpeter).
Estos modos de crecer beneficiosos para todos (cooperando con los demás todos
ganan) requieren a su vez de sociedades con características adecuadas y tanto Quesnay
5
como los autores clásicos vieron necesario señalar estas características así como las
reformas que sería necesario introducir en la sociedad para acercarse a ellas. En este
último aspecto resulta de gran interés la relevancia que todos ellos otorgan al sistema
político y a las normas sociales que regulan el comportamiento de las personas.
Tema 2. El crecimiento formalizado. La inestabilidad del crecimiento (Keynes y
Harrod). Las fuerzas inductoras del crecimiento equilibrado (Solow, Kaldor, Kalecki,
Goodwin). Desagregando la función de inversión (Oscar de Juan). Sobre los
condicionantes históricos del crecimiento (Sraffa, Nell).
La obra de Keynes, aunque se interesa más por las causas de la inestabilidad del
crecimiento que por el crecimiento mismo, tuvo la virtud de situar en el centro de la
discusión económica el problema del crecimiento, facilitando además los elementos
conceptuales para plantearse, de modo sistemático, la dinámica global de las economías.
La obra de Keynes puso también las bases conceptuales que facilitaron la estimación de
las principales variables macroeconómicas por instituciones nacionales e
internacionales, lo que ha permitido reflexionar de modo más ordenado y contrastable
sobre la dinámica macroeconómica de las distintas sociedades.
El capitulo parte de presentar la inestabilidad de las expectativas empresariales y
la rigidez de precios como principales razones keynesianas de la inestabilidad
económica, presentando a su vez, con el modelo de Harrod, una situación límite de
inestabilidad económica que supuso un reto a los demás economistas para intentar
buscar los mecanismos mercantiles que indujeran a la estabilidad de las sendas de
crecimiento y las hicieran compatibles con el pleno empleo. El núcleo principal del
capítulo se centra así en presentar algunos de los modelos, formulados en las décadas de
1950 y 1960, que muestran las posibilidades autónomas del mercado de alcanzar una
senda de crecimiento estable y de pleno empleo.
En el caso de Solow, desde la perspectiva de la síntesis neoclásica, será la
flexibilidad de los precios y de la tecnología las que permitan que los desequilibrios en
el mercado de bienes produzcan modificaciones en los precios relativos y que estos
induzcan a los empresarios, enfrentados a una tecnología flexible, a elegir la
combinación capital trabajo más conveniente a cada estructura de precios. Desde la
perspectiva de algunos autores de raíz keynesiana (Goodwin, por ejemplo), pese a
razonar implícitamente con precios con relevantes niveles de rigidez y con tecnologías
no flexibles, muestran que la tendencia al equilibrio económico y al pleno empleo
también se hace factible mediante la dinámica autónoma inducida por los procesos de
inversión (generadores de cambio técnico inductores a su vez, como indicaba
Schumpeter, de nuevos incentivos a la inversión). La inversión será así la variable
inductora de la dinámica del sistema económico, tendiendo los flujos internacionales de
ahorro y de personas a redistribuir la mano de obra y la oferta de fondos presentables en
función de la dinámica económica inducida en cada país por la inversión. A su vez, la
inestabilidad a corto plazo del gasto de inversión se verá compensada con los efectos
estabilizadores que tendrá sobre el gasto agregado una demanda de consumo más
condicionada por la renta permanente que por las fluctuaciones de la renta anual
(Duesenberry). Años después Oscar de Juan enriquece esta perspectiva haciendo un
análisis desagregado de la función de inversión diferenciando la que va dirigida a
atender a la demanda (inversión en expansión) de la que va destinada a impulsar el
cambio técnico (inversión en modernización); esta última sería la que tendría los efectos
dinamizadores a largo plazo del sistema económico a los que se referían Schumpeter y
Goodwin.
6
La visión de la dinámica económica desde la oferta hace conveniente introducir
un discurso microeconómico con esta misma perspectiva. Para ello se recurre a la obra
de Sraffa en la que se encuentran a su vez elementos muy relevantes para profundizar en
la dinámica de los sistemas económicos, como el análisis del papel de los precios en la
reproducción del aparato productivo o el de conceptos como bienes básicos o núcleo del
sistema productivo. En cualquier caso no se trata de elegir entre los sistemas teóricos
que nos han propuesto interpretar la dinámica económica desde la soberanía del
consumidor (neoclásicos) y los que nos la muestran inducida por las decisiones de
inversión, sino de disponer de ambas lógicas analíticas para, desde la perspectiva de
usuarios, acudir a sus capacidades interpretativas en función de las características de los
problemas que en cada momento nos enfrentemos.
Tema 3. Teorías del desarrollo económico I: del desarrollo posible al desarrollo
inviable. El desarrollo posible: las etapas de crecimiento económico (Rostow); los
distintos modos de organizar el crecimiento (Gerschencron). Los obstáculos al
desarrollo y las posibilidades de evitarlos: Nurkse, Prebisch y Hirschman. El desarrollo
inviable: las teorías de la dependencia (Baran).
En los temas cuatro al siete se pasa del análisis general de los procesos de
crecimiento a un análisis más concreto, inspirado en el estudio de casos y en la
teorización a partir de ellos. Estas teorizaciones suelen ser de un rango menos general
que las presentadas en los tres capítulos iniciales donde las reflexiones en torno al
crecimiento pretenden, en muchos casos, sentar leyes generales de universal o al menos
de amplia aplicabilidad. Los próximos capítulos son, por lo tanto, un punto intermedio
entre las teorías generales ya analizadas y el análisis histórico que se abordará en la
segunda parte de la asignatura. El tema cuarto se centrará en las aportaciones de las
décadas de 1950 y 1960; el quinto en las sistematizaciones de los años ochenta y el
sexto y séptimos en los nuevos rumbos de la década de 1990 en las que gana peso el
factor institucional (tema sexto) y el análisis econométrico de los factores que han
posibilitado o frenado la convergencia entre las economías de los distintos países del
mundo (tema séptimo).
El tema cuatro comienza con las reflexiones de autores optimistas (Rostow y
Gerschencron) que perciben la posibilidad de que el desarrollo económico vaya
paulatinamente afectando a sectores más amplios de la población mundial. Pero aunque
en este aspecto su enfoque sea similar sus propuestas concretas son divergentes. Rostow
resalta principalmente la trascendencia de unas condiciones internas adecuadas para que
la economía pueda aprovechar los efectos de arrastre del impulso inicial protagonizado
por algún sector productivo. El sector impulsor provocará nuevas demandas, efectos
favorables en sus clientes y posibilidades de emulación de sus innovaciones ya sean de
carácter tecnológico u organizativo. Pero para que estos efectos transformadores tengan
lugar no solo será necesario un sector productivo capaz de provocarlos, sino también
una economía capaz de responder a esos incentivos, de ahí la importancia que otorga
Rostow a las condiciones de partida y en particular a la integración del sistema
económico que posibilitará que los cambios ocurridos en una pieza del sistema terminen
por afectar al conjunto.
Los planteamientos de Gerschencron nos hacen pasar de las condiciones
interiores a las internacionales y nos hacen ver el desarrollo de unos países como una
fuente de nuevas posibilidades para los países atrasados. Para ellos, los mercados, la
capacidad financiera, los avances tecnológicos u organizativos de los países más
avanzados son una fuente de posibilidades de crecimiento que puede sustituir con
ventaja a las condiciones internas favorables a las que tanta importancia atribuía
7
Rostow. El problema para cada país será encontrar el modo de organizar el transplante y
adaptación a sus condiciones internas de los logros de otros países. Gerschencron
insiste, por lo tanto, en las diferentes formas que tomará el proceso de desarrollo en los
distintos países, consecuencia tanto de los cambios en el contexto internacional como en
las condiciones internas de cada país, pues estas últimas afectarán a los modos de
aprovechar los avances externos. Rostow, sin embargo, insistía en que los procesos de
desarrollo tenían pautas comunes, unas fases por las que todos tendrían que pasar.
Ambos enfoques, los de Rostow y Gerschencron, podemos considerarlos como
complementarios pues juntando los condicionantes internos e internacionales y la lógica
general y particular de los procesos de desarrollo podemos alcanzar una capacidad de
análisis mayor que si utilizamos un enfoque u otro. De todos modos ambos autores
comparten un considerable optimismo sobre las posibilidades de generalización del
desarrollo en el largo plazo debido, quizá, a una excesiva vinculación de sus propuestas
iniciales al análisis de los países con éxito en el XIX. Pero otros autores más orientados
a la observación de países con problemas durante el siglo XX van a tener una
perspectiva más pesimista. Es el caso de Nurkse y también el de Prebisch y
Hirschaman.
Nurkse resalta las dificultades de crecer exportando materias primas y alimentos
durante el periodo posterior a la primera guerra mundial (su punto de mira se sitúa a
mediados de la década de 1950). La razón es que salvando los productos energéticos la
demanda de importaciones de alimentos y materias primas de los países desarrollados
tendía a crecer, según Nurkse, a tasas inferiores a sus respectivas rentas. Las razones de
este resultado son múltiples (el creciente peso del sector servicios en la renta nacional,
la creciente sustitución de materias primas naturales por sintéticas, la creciente
capacidad de autoabastecimiento de productos agrarios de los países desarrollados, sus
políticas proteccionistas) pero el resultado es que las posibilidades de crecer exportando
materias primas y alimentos se vieron reducidas y era necesario buscar alternativas.
Nurkse propone dos vías, la exportación de manufacturas sencillas, camino al
que termina atribuyendo tantos problemas como al de la exportación de productos
primarios, y el crecimiento hacia adentro. Este último sería la senda más segura para
salir del atraso en las condiciones del mercado mundial del periodo posterior a la
primera gran guerra. Este desarrollo hacia adentro requeriría de un proteccionismo
selectivo y de intervención pública en los procesos productivos pudiendo terminar
generando una maduración de las economías de los países atrasados y una variación de
sus ventajas comparativas que les permitirá reorientar su integración internacional hacia
líneas de exportación con más posibilidades. Se utilizan también complementariamente
en la exposición de clase textos de Prebisch y Hirschaman para enriquecer la línea
argumental del Nurkse introduciendo temas como el del papel cambiante de las
empresas multinacionales en las economías de los países atrasados, el ciclo económico,
el deterioro de las relaciones de intercambio o las críticas de Hirschaman (más tarde
matizadas) al concepto de desarrollo equilibrado de Nurkse.
El capítulo termina con un referencia a Paul Baran como ejemplo de los autores
que observan con mayor pesimismo las posibilidades de salir del atraso y que proponen
como única salida el cambio de sistema económico. Sus reflexiones son especialmente
interesantes al contrastarlas con las de Gerschencron pues mientras este último autor
señala que el crecimiento de los otros abre nuevas posibilidades a los países atrasados,
Baran señala justamente el efecto contrario: el contacto con los países desarrollados
desestabiliza y colapsa el desarrollo de los países atrasados. Las profundas diferencias
entre ambas propuestas tienen bastante que ver con el distinto campo de observación de
8
ambos autores (efecto del contacto con Gran Bretaña en la India -Baran- y el caso de la
interacción entre los países europeos -Gerschencron-) de tal modo que ambas líneas
interpretativas pueden tener rasgos complementarios en los que se pretende insistir.
Tema 4. Teorías del desarrollo económico II: teorías universales, teorías particulares.
Las teorías neoclásicas del desarrollo: análisis de las distorsiones inducidas por la
intervención pública en los países atrasados (Harberger). Los problemas de la salida del
subdesarrollo: una teoría económica para los países atrasados (Michael Todaro). Hacia
una nueva síntesis (Ray).
Tras una notable abundancia de reflexiones en torno al desarrollo durante las
décadas de 1950 a 1970, en los años ochenta encontramos algunas reflexiones sobre el
desarrollo realizadas tanto a la vista de las teorizaciones realizadas en las décadas
anteriores como a la del desenvolvimiento de las economías atrasadas durante el periodo
1950-1970, uno de los periodos más dinámicos para el conjunto de la economía
mundial. Del resultado de estos intentos de síntesis resaltamos dos trabajos que
tomaremos como representativos de sus respectivos ámbitos teóricos: para el ámbito
neoclásico un texto de Haberger en el que se sintetizan los resultados de un congreso
celebrado en México a comienzos de los años ochenta (se contextualizar en las
aportaciones de otros autores de esta corriente: Chenery, Bhagwati, Lal); y para el
ámbito de los herederos intelectuales de Nurkse y Prebisch el manual de desarrollo
económico de Michael Todazo publicado en 1985.
Haberger, en el trabajo citado, sintetiza las ponencias presentadas sobre la
evolución de una muestra amplia de países hasta finales de la década de 1970. Las
conclusiones que alcanza terminan responsabilizando de los fracasos en el crecimiento a
las políticas económicas que habían distorsionado la acción del mercado tanto en el
contexto interior de cada país como en el internacional: políticas proteccionistas que
afectan negativamente a las posibilidades de exportar; intervencionismo directo en las
actividades productivas del sector público que genera sectores económicos
sobredimensionados e ineficientes que conducen a invertir los escasos recursos de la
sociedades atrasadas en el líneas de producción sin futuro que, además, al absorber
contingentes importantes del gasto público, provocan que los estados desatiendan la
provisión de bienes públicos claves. Estas políticas combinadas con sistemas fiscales
sin suficiente capacidad recaudatoria inducen también al sector público a financiarse
mediante procedimientos generadores de inflación que desvían recursos hacia la
inversión especulativa y que nublan la información contenida en el sistema de precios.
La alternativa propuesta por Haberger es dejar hacer al mercado, al interior y al
internacional, pues esto inducirá a desarrollar procesos productivos en cada país
adecuados a sus respectivas dotaciones de recursos, por lo que tenderán a ser rentables y
competitivos internacionalmente induciendo a unas amplias relaciones económicas con
el exterior que permitirán, paulatinamente, ir seleccionando aquellas ofertas
tecnológicas y organizativas más apropiadas para el desarrollo de las actividades
productivas internas. Este camino podrá ir transformando a su vez las ventajas
competitivas de los países atrasados hacia actividades productivas más complejas.
En definitiva, las reflexiones de Harberger son muy críticas con las políticas
inductoras del desarrollo hacia adentro propuestas por Nurkse y Prebisch resaltando la
pérdida de posibilidades que supusieron al aplicarse en un periodo de intensísimo
crecimiento del comercio internacional. En todo caso la intervención, de realizarse,
señala Haberger, hubiera necesitado sistemas compensatorios de los daños que
9
potencialmente podían causar al sector exportador y esto no se hizo particularmente en
muchas repúblicas latinoamericanas. Su modo de análisis remite también a unas formas
de enfocar los problemas de los países atrasados que no difieren de los métodos de
análisis utilizados para estudiar las economías de los países avanzados. Implícitamente
está presente la idea de que la teoría económica tiene un carácter universal al captar
pautas de comportamiento de los mercados y de los agentes que en ellos se
desenvuelven; sus resultados serían así aplicables a cualquier circunstancia histórica.
Las propuestas de Michael Todaro van, sin embargo, en la dirección de
manifestar las especificidades de los países atrasados y, por lo tanto, de resaltar la
existencia de problemas peculiares en estas economías que necesitan soluciones
adaptadas a sus peculiares circunstancias. Resalta así el efecto mucho más intenso, en
crecimiento de la población, de la transición demográfica de los países atrasados;
destaca la existencia de procesos migratorios interiores del campo a la ciudad que no
están justificados por oportunidades de empleo (como se suponía en el modelo de
Lewis) y que generan sobrepoblación urbana y gravísimos problemas de marginalidad
social en las ciudades; muestra también la existencia de distribuciones de la renta muy
desiguales (mucho más que en los países avanzados en su etapa preindustrial) y que no
tienden a equilibrarse con el crecimiento económico como intuía Kuznets para el caso
de los países de desarrollo temprano.
La persistencia de pautas muy desequilibradas de distribución de la renta
provocará, a su vez, graves problemas en la capacidad de la economía de mercado de
atender las necesidades básicas de la población al centrarse en las demandas solventes,
que en estos casos solían ser las de los grupos sociales más acomodados. El atender a
las demandas de los grupos acomodados implicaba, en no pocos casos, poner en marcha
procesos productivos muy intensivos en capital que eran inadecuados para la dotación
de recursos locales (siendo así internacionalmente no competitivos) y provocando su
desarrollo una demanda de trabajo muy débil en comparación con las enormes
disponibilidades de mano de obra. En este contexto el fracaso, o el insuficiente éxito, de
las políticas de desarrollo hacia adentro lo achaca, más que a su maldad intrínseca, a las
características de algunos países atrasados, de ahí el distinto efecto que tuvieron en las
repúblicas latinoamericanas que las adoptaron y en los países de Asia oriental. Así, en
los casos de Corea y Taiwan, al tener sistemas sociales interiores menos desequilibrados
que los latinoamericanos, sus demandas internas se orientaron más a bienes de consumo
básico con procesos productivos más adaptados a la dotación de recursos locales (lo que
abría la posibilidad de su competitividad internacional) y con mayor capacidad de
generar demandas de mano de obra por sus técnicas de producción inicialmente muy
intensivas en trabajo. La competitividad internacional favorecía además un crecimiento
mucho más intenso al estar apoyado tanto en la demanda interna como en la exterior.
Quedan así presentadas dos líneas interpretativa complementarias. Harberger
resalta los problemas derivados de las políticas económicas inadecuadas pero también
mal instrumentadas en algunos de los países que habían elegido el desarrollo hacia
adentro; mientras que Todaro resalta el distinto efecto de estas políticas al ser sus
resultados muy dependientes de las características internas de los países. Los caminos
propuestos para dar salida a los problemas también eran diferentes, pues en unos casos
(Harberger) se insistía en la liberalización de los sistemas económicos y en otros
(Todaro) en las transformaciones del sistema social, ya que los fortísimos desequilibrios
en la distribución de la renta afectaban negativamente al funcionamiento del mercado, y
también a la acción del estado que en estos contextos tendía a desarrollar políticas más
consideradas con los sectores modernos de la economía que preocupadas por
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aprovechar las potenciales capacidades productivas de las economías informales
urbanas y de las zonas rurales deprimidas. Como colofón a este capítulo se hará
referencia al manual de Ray, tanto porque desarrolla alguna ideas solo apuntadas en el
texto de Haberger, como porque muestra la convergencia interpretativa, a finales de los
años noventa, entre las corrientes de pensamiento representadas por Haberger y Todaro.
Tema 5. Las condiciones institucionales del crecimiento. La perspectiva
individualista: North, Olson, Coase. Las consecuencias de los desequilibrios sociales
(Bhaduri). Las fuerzas correctoras de los desequilibrios sociales (Hirschman, Sen).
Crecer acumulando capital, crecer desarrollando capacidades (Sen). La economía de
mercado en la naturaleza y en la sociedad.
El contexto institucional en el que se desenvolvían las distintas economías fue
ganando peso como variable explicativa durante la década de 1990. La obra de North
tuvo responsabilidad en la apertura de esta línea de trabajo desde el centro de la
economía ortodoxa pero hay que recordar que esta preocupación por lo institucional no
es nueva y que nos la hemos encontrado ya en bastantes de los pioneros del
pensamiento económico (tema 1) y que se encuentra también en otros autores no
considerados en esta asignatura (me refiero tanto a la escuela histórica alemana como al
institucionalismo americano). Pero, en cualquier caso, las aportaciones de la economía
institucional contemporánea, en conjunto y desde sus distintos enfoques, no estaban
muchas de ellas implícitas en los discursos anteriores y son de gran relevancia a la hora
de enfrentarse a reflexionar sobre las cusas del crecimiento y del atraso. El objetivo de
este capítulo es así presentar las líneas básicas de las aportaciones de la literatura
institucional de las últimas décadas y en particular de aquellos aspectos relevantes para
el análisis del desarrollo económico.
North argumenta sobre cómo los valores y las normas formales e informales son
claves para entender los comportamientos de individuos y organizaciones y en la
medida que sean respetuosas con los derechos individuales tenderán a inducir formas de
cooperación entre los agentes beneficiosas para todas las partes implicadas, pues en un
régimen de libertades aparentemente a nadie se le podría forzar a colaborar con los
otros, con su trabajo o su patrimonio, si no es mediante un acto voluntario, lo que
inducirá a que la cooperación resultante sea beneficiosa para las partes implicadas y
para el conjunto de la sociedad. El afianzamiento de los valores individuales sería por lo
tanto clave para inducir comportamientos cooperativos que ampliarían las capacidades
de la comunidad frenando la tendencia a acumular a costa de los recursos ajenos. Pero
este tipo de valores sociales tiene también otros efectos favorables, pues la aceptación
general de valores y normas aumenta el grado de seguridad en el comportamiento de los
otros, lo que tiende a disminuir los costes de transacción (Coase) mejorando así tanto el
funcionamiento del mercado como el de las organizaciones, pues los acuerdos
alcanzados en todos estos ámbitos, al tender a cumplirse, disminuyen riesgos y costes.
Algunos autores, es el caso de Olson, señalan sin embargo que estas
posibilidades de cooperación en un mundo en el que rigen los valores individuales
funcionan para la provisión de bienes privados a través del mercado pero, en general, no
para la provisión de bienes públicos pues los individuos y las organizaciones tenderán,
guiados por sus intereses egoístas, a beneficiarse de ellos evitando sufragar los costes de
producirlos. Según Olson solo quienes controlan el estado tendrán el interés y la
capacidad de realizar suministros regulares de bienes públicos. Incluso si el estado
estuviese controlado por un bandido estable (un monarca despótico, por ejemplo), este
individuo estaría interesado en no presionar en tal grado a la población con impuestos
que impidiese la reproducción de los negocios particulares de sus súbditos. Le podría
11
interesar también a ese tipo de monarca invertir parte de lo expropiado vía impuestos en
producir bienes públicos, pues al aumentar con ello la eficiencia general del sistema
económico podrá, en el futuro, tener ingresos fiscales más elevados.
Pero para Olson la eficacia del estado en la provisión de bienes públicos será
mucho más elevada si el acceso al control del estado se realiza en el contexto de un
sistema democrático. En un sistema político democrático las mayorías sociales, al
hacerse con el control del estado, tenderán a combinar sus intereses individuales como
propietarios, que les inducirán a reducir la presión fiscal, con sus intereses como
controladores del sector público que les inducirían a aumentarla. Pero si esa mayoría es
inclusiva (está muy vinculada por motivos económicos y culturales con los demás
grupos sociales) sus intereses tenderán a incluir a los de las minorías. En estos casos los
intereses de las mayorías como controladoras del estado irán confluyendo con sus
intereses como ciudadanos y con los del conjunto de la población, tendiendo así a
extraer vía impuestos justo la magnitud de recursos necesarios para producir los bienes
públicos que la sociedad reclama. En resumen, la combinación entre derechos
individuales y estado democrático creará las condiciones más favorables, según estos
autores, para el desarrollo económico, pues se complementarán las condiciones
favorables para el funcionamiento del mercado y del estado, es decir, para la
complementaria producción de bienes privados y públicos. Para Olson permanecería,
sin embargo, el riesgo de que los grupos de presión orientaran al estado a seguir sendas
favorables para ellos pero contradictorias con los intereses generales.
Pero esta visión de lo institucional que resalta sobre todo los contextos políticos
y normativos en los que las personas y las organizaciones (incluido el estado) actúan
deja de lado los problemas que pueden derivarse de los graves desequilibrios en la
distribución de la propiedad o en el acceso a los recursos. En la medida que estos
desequilibrios sean tan imponentes que el campo de posibilidades de decisión de unos
quede tan reducido que, pese a el contexto individualista y democrático en el que se
desenvuelvan, no les quede más remedio que aceptar las propuestas de los otros pues,
aunque no sean muy consideradas con sus intereses, pueden no tener a su alcance otras
opciones. En algunas situaciones aún más extremas podemos encontrar poblaciones
que, pese a desenvolverse en contextos individualistas y formalmente democráticos, ni
tan siquiera se vean limitadas por propuestas desconsideradas de los otros, pues puede
darse el caso de que nadie solicite sus capacidades, quedándose una buena parte de la
población abocada la marginalidad.
Estas situaciones, deducidas de las reflexiones de Amit Bhaduri, no son meras
elucubraciones sobre situaciones hipotéticas, sino resultados de la observación de la
realidad de no pocos países latinoamericanos o de Asia del sur en la que la democracia y
los valores individualistas vienen conviviendo desde hace décadas con graves
problemas de marginalidad social que no tienen una solución tan solo vía rediseño del
sistema político, de las normas jurídicas o de los valores que orientan los
comportamientos, sino que están necesitadas también de modificaciones en la
distribución de los recursos o de las oportunidades de acceder a ellos. Incluso en la
lógica argumental de Olson los graves desequilibrios sociales pueden afectar a la
eficacia del estado en la producción de los bienes públicos, pues aunque nos
encontremos en un sistema democrático las mayorías que controlen el estado es difícil
que lleguen a tener en estos contextos intereses inclusivos con aquellos grupos con los
que no cooperan (o con los que cooperan de modo muy desequilibrado) en el ámbito del
las relaciones mercantiles.
12
En definitiva, el acceso general a los recursos y el consiguiente margen de
maniobra que ese acceso puede otorgar a los agentes es una parte fundamental, en
opinión de Bhaduri, de las condiciones que pueden generar el crecimiento, pues
permitirá el aprovechamiento de los recursos humanos disponibles y con ello unas
sendas de desarrollo no en exceso desequilibradas. Además, la construcción o
preservación de un margen de maniobra amplio para todos no tiene por qué pasar
exclusivamente por la preeminencia de los valores individualistas, pues otros valores
(familiares, comunitarios, nacionales, religiosos, políticos) y otras formas de acceso a
los recursos distintas a la propiedad privada pueden mejorar el margen de maniobra de
las personas y las organizaciones y con ello dar lugar a modos de cooperación más
equilibrados con los intereses de unos y otros, potenciándose así las capacidades
conjuntas del grupo humano considerado.
Pero ¿cómo corregir los desequilibrios sociales que dificultan el desarrollo
económico? Hirschaman muestra, con los aparentemente sencillos conceptos de voz y
salida, como las acciones individuales y colectivas tienen capacidad de transformar su
entorno por procedimientos políticos muy descentralizados y por ello muy eficaces,
pues tienen capacidad de dar cuenta de las ineficiencias y desequilibrios sociales o
ambientales que puedan darse en los rincones más recónditos del sistema social. Estas
llamadas de atención pueden ir así corrigiendo múltiples aspectos económicos e
institucionales del funcionamiento de una sociedad. Tanto la voz como la salida tendrán
capacidad de inducir a la acción colectiva pues a través de ellas se pueden conectar y
organizarse los que tienen similares problemas facilitándose con ello el mejorar el
margen de maniobra de los particulares o empresas concertados. Los efectos de estos
movimientos en dar lugar a modos de cooperación más equilibrados pueden verse
favorecidos por que si se coopera con los demás, aunque sea desequilibradamente, se
pueden acabar percibiendo las ventajas de tener en cuenta sus intereses pues, mejorando
las capacidades de los otros puede mejorar la productividad de cooperar con ellos (Sen).
Al señalar la eficiencia de la equidad Sen recoge una de las razones de fondo que
pueden llegar a dar eficacia a la voz y a la salida pues los desajustes que por ese camino
se manifiestan pueden mejorar las capacidades de todos. Estas reflexiones le conducen a
su vez a Sen a resaltar como el crecimiento es resultado de la combinación de la
acumulación de capital y de capacidades humanas, dependiendo estas últimas tanto de
las condiciones de cada individuo como de los vínculos con otras personas que le
faciliten la cooperación con ellos y el acceso a los recursos. En cualquier caso son
evidentes los múltiples obstáculos que pueden aparecer a estas potenciales fuerzas
inductoras del cambio, pues la prepotencia de unos sobre otros tiene eficiencias de clase
para los mejor situados cuya pérdida puede erosionar la capacidad de seguir
manteniendo su hegemonía.
Como conclusión de este tema se va a resaltar que las mismas fuerzas que
pueden inducir a matizar los desequilibrios sociales pueden limitar también los daños
ambientales, pues para esto último es clave que los afectados negativamente por las
degradaciones del medio tengan capacidad, por sí mismos o a través de las
organizaciones a las que tengan acceso, de transmitir esa información y de presionar.
También se pretende resaltar la aparente contradicción entre el razonamiento de Olson
al negar posibilidades de producir bienes públicos a los particulares y a sus
organizaciones con la importancia que autores como Hirschman, Sen o Bhaduri dan a la
acción colectiva que implica de hecho un esfuerzo de los particulares de proveer para
ellos, e incluso para el conjunto de la comunidad, de un contexto social y ambiental más
favorable para el desarrollo humano.
13
Tema 6. El crecimiento limitado. La percepción de los condicionantes
medioambientales al crecimiento en la historia del pensamiento económico (Naredo).
Los condicionantes energéticos y las características de los procesos de desarrollo
(Wrigley y Sieferle). La gestión de los recursos naturales: entre el mercado y la
negociación política (Martínez Alier y Roca). El crecimiento económico en perspectiva
ecológica (Tello).
Con este capitulo se pretende señalar que los procesos de producción resultado
de las decisiones de inversión son solo responsables de una parte de los recursos que
utilizamos, pues tanto ellos mismos como los procesos de consumo dependen también
de la capacidad de la naturaleza de producir, almacenar y reciclar. Es decir, a la
sociedad le vienen desde fuera unas reservas y unos flujos de recursos y servicios de los
que depende la viabilidad productiva de cualquier sistema económico. Así, tanto para
los países concretos, como para el conjunto del planeta, se hace necesario pensar sobre
la interacción sociedad naturaleza cuando se intenta reflexionar sobre el crecimiento y
su sustentabilidad o sobre las causas de las diferencias espaciales en el
desenvolvimiento económico de los países.
Con este objetivo, y con la ayuda de textos de Naredo, Wrigley y Sieferle, se
combinará la explicación de los distintos modos de relacionarse históricamente la
sociedad con la naturaleza, con la forma cambiante de integrar las condiciones
ambientales en las teorías de los principales pensadores económicos. Así, el paso de una
visión de la sociedad y del hombre inerme ante la naturaleza y sometido a sus ciclos
(Santo Tomás), a otra en el que se le otorga una considerable capacidad de manejarla
para fines humanos gracias al conocimiento científico de sus leyes (Quesnay), nos
remite a sociedades orgánicas con distinto desarrollo tecnológico y, por lo tanto, con
distinta capacidad de adecuar la naturaleza a las necesidades humanas pero, con plena
percepción en ambas, de que la producción y el excedente que con ella se pueda obtener
eran un don que la naturaleza ofrece y que el hombre puede orientar pero no sustituir.
De esta perspectiva se va pasando a modelos económicos en los que la
producción aparece como resultado del trabajo humano, en los que la naturaleza solo es
tenia en cuenta cuando no es suficientemente generosa. Este último es el caso de la
insuficiente cantidad disponible de tierra de buena calidad para atender a la demanda de
alimentos sin provocar aumentos en sus costes de producción (Ricardo, J. S. Mill). Este
periodo sería en el que se manifiesta la contradicción entre un sistema industrial y unas
economías urbanas crecientemente apoyadas en una tecnología industrial de base
energética mineral y una economía rural aun de carácter orgánico y, por lo tanto, con
dificultades para seguir los ritmos impuestos por la demanda urbana de alimentos y
materias primas de origen vegetal.
La paulatina internacionalización del mercado de productos agrícolas primero y
luego la creciente industrialización de la producción agrícola abriría una etapa en que
todo parecía depender de las decisiones humanas. Así lo asumieron también los
modelos económicos. En ellos el crecimiento parecía depender tan solo del crecimiento
de la población, del ahorro, de la especialización, de la eficiencia en la asignación de
recursos, de los incentivos al cambio técnico, pero la naturaleza y su interacción con el
proceso económico no eran considerados (este tipo de razonamientos nos los
encontramos principalmente en los modelos de crecimiento presentados en el tema 2).
Posteriormente, las consecuencias del éxito productivo de la tecnología
industrial, aplicada tanto a la producción manufacturera como a la agrícola, provocó
tanto escasez de algunos recursos energéticos básicos como degradación ambiental,
14
convirtiéndose en un problema central el de la relación actividad económica con la
naturaleza. Estos éxitos productivos pasaron a verse (Wrigley) como resultado de que la
creciente productividad del trabajo era muy dependiente de los imponentes incrementos
de consumo de energía por unidad de trabajo humano, lo que remitía tanto al problema
de la escasez de la energía de base fósil como a los efectos ambientales provocados por
su combustión. La gestión de los recursos naturales pasa a ser así un problema central
de las sociedades y todas las corrientes del pensamiento económico intentan integrar
estas cuestiones en sus modelos.
Los epígrafes finales de este capítulo se centran en el modo en el que el pensamiento
económico se adaptó a esta nueva situación, tanto desde una perspectiva micro como
desde el replanteamiento de los modelos de crecimiento económico. En este último
aspecto se presentarán los modos de incluir los recursos naturales en los modelos de
crecimiento y la discusión en torno a la sustituibilidad de recursos naturales por capital,
repensada a su vez como la capacidad del capital y el cambio técnico de facilitar la
sustituibilidad de recursos no renovables por renovables y de residuos no asimilables
por asimilables. Todo ello nos remitirá a una breve discusión sobre los criterios de
sustentabilidad de los procesos de crecimiento tanto a escala nacional como
internacional.
Tema 7. Evaluación de los factores inductores del crecimiento y del atraso. Sobre la
convergencia y las circunstancias que la inducen o la retardan: una aproximación
cuantitativa (Sala-i-Martin, Crafts); los condicionantes del desarrollo a la vista de la
experiencia de los países avanzados (Chang). Entre las fuerzas de la globalización y las
circunstancias locales (Pipitone, 2006).
La evolución económica de los distintos países del mundo ha sido medida y
analizada desde distintas perspectivas durante los últimas décadas. De este análisis han
surgido reflexiones de extremo interés para identificar las causas del desarrollo y del
atraso. A su vez, el cambio hacia el liberalismo de las políticas económicas de los países
atrasados durante las décadas de 1980 y 1990 ha abierto nuevas posibilidades de
evaluación de las consecuencias de este tipo de políticas, pues si Harberger era crítico
ante el intervencionismo propio del desarrollo hacia adentro tras las experiencias de los
años cincuenta sesenta, desde otra perspectiva, Chang va a mostrar los problemas que
también ha podido causar las orientaciones liberalizadoras de las dos últimas décadas
del siglo XX. El objetivo de este capítulo es integrar en el programa estos resultados así
como hacer una reflexión final sobre las aportaciones de las distintas teorías incluidas
en este capítulo y en los precedentes.
La reflexiones realizadas en torno a la convergencia entre las economías de los
distintos países es una línea de análisis de sumo interés (se toman los textos de Sala-iMartin como representativos de esta línea de trabajo). La convergencia implicaría un
comportamiento económico de los distintos países que sería muy del agrado de
Gerschencron: los países más atrasados tenderían a tener un crecimiento de su renta por
persona más elevado que el de los países más avanzados. Sin embargo, la medición del
grado de convergencia en renta por persona da unos resultados muy desesperanzadores
pues más que convergencia se aprecia divergencia. Este resultado se obtiene ya
midamos el fenómeno con la convergencia  (la tasa de crecimiento del nivel de renta
entre dos fechas es una función negativa de la renta en el periodo inicial, siendo  el
coeficiente que relaciona el crecimiento de la renta en el periodo considerado con su
nivel inicial ) ya se mida con el criterio  (cálculo de la dispersión de los niveles de
renta por persona en el momento inicial y final de la observación).
15
Estas conclusiones conducen a indagar sobre las causas de la persistencia y
agravamiento de las disparidades internacionales de la renta por persona. Para ello se ha
utilizado el concepto de convergencia condicionada con el que se intenta identificar
cuáles son las variables que favorecen el crecimiento de la renta y, por lo tanto, cuales
son las que ponen techos al potencial de crecimiento de las economías que no disponen
de las circunstancias favorables en la dosis adecuada. Estas carencias pondrían límites al
crecimiento ajenos al funcionamiento de la economía de mercado. Así, la economía de
mercado estaría cumpliendo su papel si logra que las economías, aunque no converjan
entre ellas en sentido estricto, si converjan de modo condicional, es decir, acercándose
más rápidamente a su techo particular aquellas que estén inicialmente más lejos de él.
La idea implícita en estos planteamientos es que para pasar de un convergencia
condicional a una convergencia efectiva (de tipo  o ) la acción del mercado no sería
suficiente, siendo necesario modificar las condiciones que puedan estar tras una baja
propensión al ahorro, tras una inversión en educación insuficiente, tras una gestión
pública de mala calidad o tras un orden público o unos derechos de propiedad
insuficientemente asegurados. Como se puede apreciar los resultados no son muy
impactantes pero dejan claro una línea de investigación que ya avanza en la actualidad y
que intenta averiguar cuáles son las circunstancias primarias que explicarían estas
deficiencias. Las reflexiones de la economía institucional, comentadas en el tema seis,
son una fuente de hipótesis, como también lo son las propuestas de los pensadores
presentadas e los temas anteriores.
Pero la medición de los resultados de una economía nacional tan solo a través de
la renta por persona puede tener sesgos cuando lo que intentemos medir sea la
convergencia en niveles de vida. Por ello tanto las Naciones Unidad como múltiples
investigadores utilizan los índices de desarrollo humano que, aunque calculados de
distinto modo según la fuente que se utilice, tienen en común intentar combinar, para la
medición del nivel de vida, la renta por persona con información sobre el bienestar
físico y el acceso a la cultura. Analizando los procesos de convergencia con esta
información los resultados tienden a ser más optimistas que los obtenidos tan solo con
la renta por persona. En parte la razón de este resultado es el modo de cálculo del índice
de desarrollo humano que implícitamente fija techos a los coeficientes por lo que la
convergencia tiende a ser consecuencia de que uno, los más desarrollados, tienen muy
poco margen de crecimiento (en la esperanza de vida o en los niveles de acceso a la
cultura, por ejemplo) mientras que los más atrasados aún tienen mucho trecho por
recorrer. Una línea de solución a este problema es la propuesta de Crafts en la que mide
los cambios en el índice de desarrollo humano como porcentaje del camino recorrido
respecto al que le queda por recorrer a cada país en el momento inicial. Con esta
aproximación se retorna al pesimismo que aún se acentuaría más si se introdujeran
criterios de calidad educativa (y no solo de acceso a la educación) así como otros
indicadores de bienestar físico además de la esperanza de vida. Pese a todo, las
aproximaciones al bienestar utilizando el índice de desarrollo humano muestran
disparidades entre los países del mundo menos intensas que las resultantes de comparar
los niveles de renta por persona.
Enfrentados, sea cual sea su modo de medición, a la persistencia de intensos
niveles de desigualdad entre los países las reflexiones de Ha-Joon Chang nos transmiten
serias dudas sobre la eficiencia de las políticas liberalizadoras para favorecer los
procesos de convergencia. Su lectura histórica del problema es además una buena forma
de transición entre la parte teórica e histórica de esta asignatura. Efectivamente, Chang
nos señala cuáles fueron las condiciones en las que los países ahora desarrollados
16
comenzaron a alcanzar su madurez económica y nos muestra que tuvieron unos sistemas
políticos muy excluyentes, políticas de comercio exterior de corte protector,
intervención directa de los estados en el fomento de la actividad económica,
condiciones de inestabilidad política e inseguridad jurídica. Que quienes se
desarrollaron en ese contexto intenten imponer a los países atrasados sistemas políticos
democráticos de los que ellos no dispusieron, límites a la redefinición y a la
redistribución de los derechos de propiedad que ellos no tuvieron o medidas
comerciales intensamente liberalizadoras que no impulsaron le resulta muy sospechoso
a Chang, sobre todo a la luz de los malos resultados de esas políticas en generar
prosperidad durante las últimas dos décadas del siglo XX.
Estas reflexiones abren una posibilidad de debate muy adecuado para terminar
esta parte teórica, pues de las reflexiones de Chang surgen algunas dudas (él mismo
plantea varias) sobre cuáles fueron las circunstancias interiores e internacionales que les
permitieron a los países hoy desarrollados avanzar; o planteado de otra forma ¿el
camino seguido en sus inicios por los países hoy líderes puede ser una buena guía para
el progreso de los actualmente atrasados? o también ¿es posible seguir hoy aquellos
caminos? Son preguntas que probablemente le formularía Gerschencron a Chang. Pero
Bhaduri le plantearía quizá si no estaba fijándose demasiado en las superestructuras
políticas y económicas sin tener en cuenta las consecuencias de los más graves
desequilibrios sociales en los países hoy atrasados que en los adelantados en el inicio de
su industrialización. En cualquier caso conviene tener en cuenta que los problemas de
los países atrasados no son homogéneos y que para desentrañarlos necesariamente hay
que descender de la teoría al análisis de los procesos históricos concretos. Pero
siguiendo la propuesta de Chang parece adecuado comenzar con la experiencia de los
países adelantados. Eso es lo que se hará en el capítulo ocho.
17
SEGUNDA PARTE. HISTORIA ECONÓMICA DEL CRECIMIENTO DEL ATRASO Y DEL
SUBDESARROLLO.
El método docente de esta segunda parte consiste en ofrecer a los alumnos una
explicación muy esquemática de los rasgos generales de la evolución económica de los
espacios considerados en cada tema. En estas explicaciones no se pretende presentar
claramente diferenciadas las aportaciones historiográficas de cada autor, sino un
esquema general elaborado por el profesor que permita presentar los rasgos más
característicos de cada uno de los grandes espacios analizados en cada tema. De todos
modos se hará referencia a los principales autores y obras manejadas para la
construcción de las síntesis presentadas (son los trabajos que en la bibliografía de cada
tema aparecen destacados con asterisco; se señalan también frecuentemente las páginas
claves de las obras utilizadas). Estas explicaciones de carácter general se verán
arropadas con la presentación de cuadros y gráficos en los que se muestren las
principales tendencias comentadas en la argumentación.
El criterio de selección de regiones del mundo y de países tomados como
ejemplo es el de disponer de unas muestras de casos que nos permitan tratar de los
principales contextos en los que los procesos de desarrollo o de atraso han tenido lugar
y poder así reflexionar sobre las consecuencias del colonialismo, de las disparidades
sociales o territoriales, de las exportaciones de materias primas, de las políticas
librecambistas o proteccionistas, de las consecuencias de los distintos sistemas
económicos y de la transición de unos a otros, o de los aspectos ambientales en los que
los procesos de producción y consumo se desenvuelven.
Las clases prácticas de la segunda parte de la asignatura consistirán en discutir
sobre las causas de la evolución de cada uno de los espacios estudiados utilizando para
ello las teorías analizadas en la parte teórica (para facilitar la discusión los alumnos
tendrán que elaborar y presentar una pequeña ficha con sus reflexiones sobre estos
temas).
En paralelo a las explicaciones y a las discusiones de clase, los alumnos irán
efectuando también un pequeño trabajo sobre un país. El objetivo será reconstruir sus
rasgos macroeconómicos básicos y, utilizando unos textos básicos previamente
recomendados, realizar una explicación de la senda seguida recurriendo también a las
teorías manejadas en la parte teórica.
En definitiva, el objetivo de esta segunda parte es principalmente asentar las
ideas transmitidas en la parte teórica utilizándolas de modo abierto y a su vez pasar de la
mera perspectiva teórica al análisis histórico de los procesos de desarrollo.
Tema 8. Los modos de desarrollo económico en los países avanzados. Características
de sus economías en el periodo preindustrial. Los modos de crecimiento en economías
integradas. El papel del sector exterior. Las características de la intervención pública en
la economía. La convergencia sectorial y territorial y las pautas de distribución personal
de la renta. Análisis de casos y coyunturas: Suecia, Italia y Japón.
El objetivo de este capítulo es resaltar algunas de las características de los países
atrasados que les permitieron convertirse no solo en economías avanzadas sino
socialmente equilibradas. Se van a resaltar básicamente cuatro aspectos:
El desarrollo industrial y urbano vino acompañado de una persistencia del
mundo rural que permitió que el desencadenante de las migraciones campo ciudad fuese
la atracción más que la expulsión. Este resultado se vio favorecido porque el mundo
18
rural no solo persistió, sino que también se transformó haciendo compatible la
permanencia en él con mejoras en las condiciones del vida de la población rural. Con
ello se consiguió evitar graves procesos de marginalidad social en las ciudades. En ello
también colaboró la menor presión demográfica generada en las transiciones
demográficas de los países avanzados y las posibilidades migratorias abiertas con la
colonización de las nuevas europas.
Tanto el desarrollo rural como el urbano fueron además inductores de la
formación de una gran diversidad de clases medias. El desarrollo urbano propició en las
áreas rurales buenas posibilidades para las explotaciones medias que utilizaban mano de
obra familiar: las elevaciones de salarios inducidas por la emigración y de la demandas
urbanas de productos agrarios intensivos en trabajo (ganaderos por ejemplo) daba
ventaja a las explotaciones pequeñas sobre las grandes. En el mundo urbano el
desarrollo de la gran industria convivió (y frecuentemente indujo) oportunidades tanto
para el trabajo doméstico como para distintos tipos de empresas medianas y pequeñas
dedicadas a actividades comerciales o de transformación operando frecuentemente estas
últimas como abastecedoras de grandes empresas, pero también para atender la
demanda final (los talleres de confección pueden ser un buen ejemplo).
La integración sectorial y regional interior de las economía de gran parte de los
países avanzados era relevante a finales del antiguo régimen, lo que atenuó los
problemas derivados de la formación de economías de enclave pues los cambios
tendieron a irse difundiendo, gracias a la interconexión sectorial y regional, por el
conjunto del sistema económico.
En estas sociedades se fueron formando, a su vez, unos estados que actuaban en
un contexto donde ningún sector hegemónico tenía capacidad de raptarlos para ponerlos
a su servicio: los distintos intereses sectoriales propios de economías diversificadas ya
durante el Antiguo Régimen, los distintos intereses territoriales, la capacidad de incidir
desde fuera del sistema político de los grupos sociales no predominantes, todo ello
condicionó el comportamiento de los gobiernos dificultando políticas que potenciando a
unos anularan las posibilidades de los otros. Estas fuerzas actuaron con anterioridad a la
democratización de los sistemas políticos pero alcanzaron más eficacia conforme fueron
asentándose contextos políticos más abiertos. Estos equilibrios de fuerzas tuvieron que
afectar también positivamente a las relaciones entre particulares y entre empresas en el
mercado y en otros ámbitos.
Tuvieron lugar en estos países unos procesos de integración internacional de sus
economías que, aunque dependiente de las tendencias generales y de las capacidades
negociadoras de cada país fue paulatino y controlado a grandes rasgos por los intereses
económicos locales. La proximidad cultural y/o física, las no muy grandes disparidades
tecnológicas y organizativas entre los países colaboraron también a que la integración
económica internacional favoreciese la difusión del crecimiento. La diversidad de
intereses sectoriales y sociales indujo a que las políticas de comercio exterior fuesen el
resultado de la interacción de una gran diversidad de sectores productivos y grupos
sociales, lo que impidió que estuviese al servicio prioritario de alguno de ellos, lo que
podría haber limitado seriamente las posibilidades de los demás. En general la acción
pública tendió a estar favorablemente condicionada por esta diversidad de fuerzas que
actuaban sobre ella.
En las clases y en los trabajos de los trabajos de los alumnos se ejemplificarán,
se matizarán y se completarán estos argumentos a la luz del análisis de casos históricos
concretos. Pero, en cualquier caso, se puede señalar que los países que maduraron
19
durante el siglo XIX tenían desde la perspectiva de Rostow unas buenas condiciones de
partida; desde la de Gerschencron, unas condiciones favorables para que los logros de
los países más avanzados se difundieran de un país a otros; desde la de Nurkse,
disponían de una demanda internacional de materias primas y alimentos muy favorable
para los países exportadores durante gran parte del siglo XIX y desde el punto de vista
institucional ya se ha comentado que sus condiciones eran favorables no tanto por el
carácter democrático de sus instituciones, que fue tardío, como por la diversificación de
su aparato productivo y por la consiguiente amplitud de oportunidades que esta
situación transmitía a ciudadanos y empresas. La persistencia y las transformaciones de
unos espacios rurales no muy desequilibrados socialmente y la diversidad de
oportunidades en las ciudades debieron de ser una piezas clave en la reproducción del
margen de maniobra económico y político de muchos grupos sociales.
Tema 9. Los obstáculos al desarrollo económico en América Latina I (1800-1939).
Los problemas heredados de la época colonial. La época del desarrollo guiado por las
exportaciones (desde la independencia a 1914): posibilidades externas y desequilibrios
internos. Dificultades exportadoras en el período de entre guerras. Análisis de casos:
Argentina, Canadá y Australia comparadas.
Este tema tiene por objeto presentar las razones que pudieron provocar que la
integración de los países latinoamericanas en el comercio internacional no diese lugar a
la configuración de economías diversificadas e integradas. Para completar esta línea
argumental se presentan también los casos de economías exportadoras que acabaron
cuajando como economías desarrolladas. Se pretende así reflexionar sobre qué
diferencias les permitieron alcanzar a estos dos grupos de países resultados tan distintos
en el contexto de lo que aparentemente eran unas condiciones internacionales similares
para todos. Se comienza presentando una línea argumental adaptada a los países
latinoamericanos con alta proporción de población indígena. Luego se analizan las
causas de las peculiaridades argentinas que en algunos de sus rasgos podrían extenderse
al Uruguay y a el sur de Brasil. Finalmente se intenta buscar explicaciones a las
diferencias entre la trayectoria argentina y las de otros países agroexportadores (Canadá
y Australia).
Para detectar los problemas de la América más indígena se resaltarán primero
aspectos puramente comerciales: muy baja diversificación en el contenido y el destino
de las exportaciones que dificulta conseguir, a largo plazo, tasas de crecimiento de las
exportaciones elevadas para cada país. Los ciclos exportadores de productos concretos
tienden a agotarse; además, el exportar poca variedad de productos tiende a provocar
problemas cíclicos de balanza de pagos y agravamiento del ciclo económico local.
Para entender las consecuencias interiores de la actividad exportadora en estas
repúblicas es útil dividir las economías de cada país exportador en tres subsistemas: las
ciudades exportadoras; la agricultura exportadora; y el mundo indígena. La agricultura
exportadora suele estar gestionada básicamente por criollos y crecer sobre espacios
antes ocupados por la población indígena. El efecto más directamente positivo de la
expansión de la agricultura exportadora actúa sobre las ciudades ya que estas se
convierten en unos centros de provisión de servicios orientados a gestionar la actividad
exportadora. Frecuentemente las ciudades completan este carácter terciario al ser sede
de la administración central del estado. Desde el punto de vista de la composición de su
población las ciudades suelen tener una proporción de europeos mucho más elevada que
la de las áreas rurales. La actividad urbana a su vez suele ser muy dependiente de la
coyuntura exportadora. En definitiva, la ciudad y la agricultura exportadora forman una
economía integrada y se potencian mutuamente; el problema es por qué esos sectores
20
modernos e internacionalizados de las economías latinoamericanas no logran
transformar y modernizar el conjunto del sistema económico.
Una de las razones centrales es que este entramado moderno crece a costa de
debilitar la economía indígena ya que se extiende expropiándole tierra y en no pocos
casos degradándola, lo que limita la vitalidad de la economía campesina tanto en sus
aspecto agrario como manufacturero. Pero a su vez el crecimiento de la actividad
exportadora no es tan continuo e intenso como para que la expropiación sea en parte
compensada con nuevas alternativas de empleo agrarias o urbanas. En este último
aspecto hay que resaltar que las ciudades exportadoras no solo son abiertas al exterior
vía exportaciones, sino también a través de las importaciones, ya que muchos de los
bienes de producción y consumo que las abastecen son importados, lo que debilita la
capacidad de la actividad exportadora de impulsar el desarrollo de otros sectores y de
crear empleo.
El dualismo económico que tiende a producir este proceso se refuerza por el
carácter excluyente del sistema político, una exclusión que no reposa solo sobre las
normas que así lo regulan sino sobre una sociedad también polarizada en la que los
sectores modernos están en manos criollas (ya sea la actividad agraria, la comercial o la
financiera) no teniendo las comunidades indígenas modos de acceso directo o indirecto
a los procesos de toma de decisiones políticas. La exclusión de amplios sectores de la
población del sector moderno y del sistema político combinado con un sector moderno
poco diversificado y sin suficiente capacidad de crecimiento, y aún menor de arrastre
(parte de esos efectos son neutralizados vía importaciones), configuran las
características de un modelo de crecimiento que reproduce e incluso potencia la
marginalidad política y económica de una parte muy amplia de la población restándoles
además capacidad de reacción al expropiarle algunos de sus mejores recursos.
El análisis de las causas de que otras economías exportadoras hallan tenido
mejores resultados lo realizaremos haciendo breves referencias a los casos de Argentina,
Canadá y Australia. El caso de Argentina es el de una economía sin sector indígena
(tiene un tamaño muy reducido) de tal modo que su sistema solo se compone de
agricultura y ciudades exportadoras. Además, pese a la apropiación de la tierra por
grandes propietarios, la combinación entre la inmigraciones europeas y el tránsito de las
exportaciones ganaderas a las agrícolas facilitó la formación de una agricultura
campesina (los propietarios daban acceso a la tierra, mediante contratos de
arrendamiento, a colonos de origen europeo para la explotación agrícola de una parte
del suelo). Esto dio origen a una agricultura exportadora socialmente más diversificada
de la que se beneficiaron estratos más amplios de la población. Si esto se combina con
las mayor diversificación e intensidad de las exportaciones argentinas respecto a otras
repúblicas latinoamericanas el resultado es una actividad exportadora más potente,
cuyos efectos beneficios se transmiten a amplios sectores de la población sin generar
además marginalidad social al ritmo en que estaba ocurriendo en las repúblicas con
elevada población indígena. Pero la economía argentina no fue creando con suficiente
intensidad sectores que pudieran ser la alternativa, en la dinamización de su sistema
económico, al sector agrario exportador, de tal modo que cuando este comenzó a
mostrar síntomas de debilidad no hubo sectores económicos con capacidad de tomar la
alternativa.
El caso argentino es pues el de un sector agrario exportador dinámico que logra
trasladar a todo el sistema económico (zonas urbanas y rurales) y a gran parte de la
población sus efectos dinamizadores, pero que no tuvo suficiente efecto de arrastre
como para inducir a la formación en paralelo de un sistema industrial con capacidad de
21
madurar y tomar la alternativa a la agricultura exportadora cuando esta entró en crisis
desde la tercera década del siglo XX. Si comparamos el caso argentino con el
canadiense o el australiano llama la atención el muy débil peso de la industria en
argentina respecto al que ya había alcanzado antes de la primera guerra mundial en los
otros dos países. El tema termina con una discusión en torno a las causas de estos
distintos niveles de industrialización.
Las hipótesis que la explican por la debilidad del mercado interno argentino
respecto a esos otros países resaltan el carácter de colonos propietarios de los
agricultores canadienses y australianos al no haber tenido lugar una previa apropiación
del territorio por familias terratenientes; su carácter menos prolífico y su mayor
propensión al ahorro que les induce en mayor medida que en Argentina a sustituir
trabajo por capital y a conseguir mayores niveles de vida; a la mayor diversificación de
su actividad exportadora que, sobre todo en Canadá, contó con el importante peso de las
exportaciones mineras y en ambos países con la ventaja institucional añadida de
pertenecer a la Commonwealth.
Las hipótesis que se refieren a las diferencias en las políticas de comercio
exterior señalan cómo el enorme poder económico y político de los grandes propietarios
en Argentina indujo a la persistencia del librecambismo industrial al menos hasta la
primera guerra mundial; mientras que las tempranas condiciones favorecedoras de la
sustitución de importaciones en Canadá y en Australia estarían inducidas por una menor
concentración del poder económico y político en las elites agrarias. Las hipótesis que se
centran en aspectos institucionales señalan la mayor seguridad institucional propia de
unas sociedades, la australiana y canadiense, más equilibradas y diversificadas que
recuerdan los equilibrios propios de los países avanzados ya comentados en el tema
ocho. La discusión queda abierta y el objetivo es tomarla como objeto de reflexión para
avanzar en el conocimiento de los factores inductores del crecimiento.
Tema 10. Los obstáculos al desarrollo económico en América Latina II (19401990): El crecimiento hacia adentro de los grandes estados y la vía exportadora de las
pequeñas repúblicas: dos modelos de crecimiento sin desarrollo durante la segunda
mitad del siglo XX. Análisis de casos: El Brasil o los desequilibrios persistentes.
El objetivo de este capítulo es discutir sobre las razones que explican los
insatisfactorios resultados del desarrollo hacia adentro de algunas de las grandes
repúblicas latinoamericanas durante el periodo 1940-1973, así como los aún menos
atractivos resultados de las repúblicas que continuaron con la vía exportadora y
librecambista.
La idea central es que el desarrollo hacia adentro supuso centrar una parte
considerable de los recursos en dirección al desarrollo urbano industrial. En esta
dirección fueron tanto los recursos privados como los públicos. Los primeros inducidos
por ser las ciudades las zonas con mercados más profundos, los otros por la
combinación entre un mercado político que inducía esa dirección y el optimismo en las
posibilidades del desarrollo industrial de transformar el conjunto de la economía. Pero
en una sociedades muy desiguales el mercado interior era principalmente el inter
industrial y el de bienes de consumo duradero, ambos con una tecnología intensiva en
capital y con moderada capacidad de generar empleo, objetivo este fundamental en unas
sociedades con gran desarraigo social y con fortísimas tasas de crecimiento de la
población. Ambos sectores tuvieron, a su vez, mínima capacidad exportadora (en
general estaban mal adecuados a la dotación local de recursos) por lo que sus
posibilidades de crecimiento estuvieron limitadas a la expansión del mercado interior.
22
Desde el punto de vista agrario las políticas estuvieron más orientadas a la
transformación tecnológica en el camino de los revolución verde que en la
transformación de la sociedad rural. Las transformaciones productivas permitieron
mejorar el abastecimiento interno, pero a costa de desentenderse del empleo rural dado
que las nuevas tecnologías aumentaban la capacidad productiva al mismo tiempo que
descendían considerablemente las necesidades de mano de obra por unidad de producto.
Además, buena parte de las zonas rurales quedaron desatendidas de comunicaciones y
de servicios básicos convirtiéndose en no pocos casos la actividad agraria en un tipo
más de ocupación informal.
Nos encontramos así con un modelo de desarrollo económico con muy limitada
capacidad de absorber mano de obra, pero que también tenía a su vez capacidad de
destruir empleos tradicionales, en este caso más por el camino de la competencia que
por el de la expropiación como en el siglo XIX. El aumento de la capacidad productiva
de la agricultura industrializada dejaba fuera del mercado a muchas pequeñas
explotaciones. Las insuficientes inversiones públicas en el mundo rural dejaban a su vez
a las zonas rurales sin dotaciones de servicios básicos. Todo ello vino unido al atractivo
de la ciudad por las aparentes expectativas de poder prosperar en ellas más que en el
campo, lo que indujo a que potentes procesos migratorios campo-ciudad fueran un
factor adicional de desestabilización de la capacidad de las economías rurales de ofrecer
alternativas de vida razonable a sus habitantes más pobres.
En resumen, al mismo tiempo que se destruían posibilidades de empleo en áreas
rurales se desarrollaban en las ciudades unos procesos de industrialización que, por sus
características, tenían una limitada capacidad de absorber mano de obra, dando lugar a
que los nuevos emigrantes se incorporaren a unas ciudades que no les ofrecían
posibilidades de integrarse en el sector moderno, teniendo así que organizar su sustento
en una gran diversidad de actividades de tipo informal con muy baja productividad y
malas condiciones de trabajo.
La situación no era muy propicia tampoco para aprovechar el intenso
crecimiento de la demanda exterior que estaba teniendo lugar entre 1945-1973. La
continuidad en la exportación de materias primas y alimentos no fue muy fructífera
excepto para los productos energéticos, hubo dificultades para redirigir las
exportaciones hacia los productos manufactureros porque en las líneas de producción
industrial predominantes (productos intermedios y bienes de consumo duradero) de
estos países no eran internacionalmente competitivas. Todo ello condujo a que en el
desarrollo hacia adentro se combinasen graves problemas de marginalidad social con
graves problemas de balanza de pagos. El endeudamiento público y la parquedad de las
prestaciones sociales fue también una consecuencia del enorme esfuerzo financiero que
realizaron los estados en crear y mantener sectores industriales básicos que requirieron
un constante apoyo de las finanzas públicas.
Las pequeñas repúblicas latinoamericanas que continuaron siendo
agroexportadoras, y sus políticas económicas de talante liberal, tampoco tuvieron
capacidad de absorber los enormes contingentes de población que fue lanzando al
mercado la caída de la tasa de mortalidad. La mayor estabilidad macroeconómica que
consiguieron (en general tuvieron menores problemas de balanza de pagos y
presupuestarios) no evitó que tuviesen problemas sociales tan profundos como los de las
grandes repúblicas. Además tuvieron un problema adicional, pues el liberalismo de la
política económica y la debilidad de sus mercados internos no permitió la configuración
de un sistema industrial que, pese a los problemas que se han señalado, permitió en los
23
grandes países latinoamericanos la creación de unas tramas empresariales que a largo
plazo mejoraría el margen de maniobra de sus economías.
En la últimas décadas (años ochenta y noventa) los cambios en las políticas
económicas y en las orientaciones productivas de los grandes países latinoamericanos
(privatización de empresas públicas, mayor apertura de sus economías) han
transformado sus modos de conexión con el mercado internacional hacia unas pautas
más prometedoras: me refiero al creciente peso de sus exportaciones de manufacturas
integradas, una buena parte de ellas, en las cadenas productivas de empresas
multinacionales de muy distinto tamaño y orientaciones productivas. La
democratización de sus regímenes políticos es otro factor esperanzador que puede llegar
a afectar a sus sistemas fiscales y a unas políticas de gasto menos sesgadas hacia los
intereses urbano industriales. Pero hasta la fecha no se ha logrado integrar a sus
amplísimas masas de población desarraigada, entre otras cosas por el muy débil
crecimiento de sus economías en las dos últimas décadas del siglo XX.
Tema 11. Asia entre los nuevos países industriales y el dualismo económico. El
desarrollo económico guiado por las exportaciones de manufacturas: análisis de las
condiciones internas y externas del desarrollo económico de los pequeños dragones
asiáticos durante la segunda mitad del siglo XX. Análisis de casos: Taiwan y Corea del
Sur. Sobre el origen y persistencia de la pobreza y el dualismo económico en los
grandes países del sur de Asia: el caso de la India.
Con el caso de Taiwán y Corea del Sur se pretende presentar un contrapunto del
camino seguido por las grandes repúblicas latinoamericanas en la época del desarrollo
hacia adentro. El contrapunto surge de que aparentemente políticas proteccionistas de
similar carácter en ambos grupos de países dieron resultados muy distintos y entre ellos
el más llamativo es el imponente desarrollo de la capacidad exportadora de estos países
asiáticos.
Para analizar los casos de Corea del Sur y Taiwán hay que situarse en el
contexto de la industrialización japonesa durante la segunda mitad del siglo XIX. El
caso de Japón, como el de Gran Bretaña, es el de un proceso de industrialización que
tiende a exportar desarrollo a su entorno pues Japón, como Gran Bretaña, es un pequeño
país con una gran economía industrial que necesita los recursos de su entorno (materias
primas y alimentos, pero también manufacturas (alimentos transformados, minerales
con cierto grado de transformación). Japón incidió así sobre buena parte de Asia oriental
con sus demandas y con su tecnología, pero también con el despliegue de un imperio
colonial que transforma institucionalmente países como Corea y Taiwán o la Manchuria
china.
Es decir, tanto Corea del Sur como Taiwán por circunstancias de localización y
políticas tuvieron un acceso particularmente fluido al mercado japonés. Además, tras la
segunda guerra mundial y la guerra civil china quedaron configuradas como fronteras
entre el mundo comunista y capitalista. Esa posición estratégica favoreció también que
tuvieran un acceso particularmente abierto al mercado y la tecnología de los Estados
Unidos. En este aspecto son países que tuvieron más facilidades que otros países
atrasados para penetrar con sus manufacturas en los mercados de los países avanzados
(minimizan los problemas a los que se refería Nurkse) y se encuentran en condiciones
especialmente favorables para beneficiarse del efecto Gerschencron, es decir, para
aprovechar las experiencias de los países avanzados. Todo ello afectará positivamente
tanto a la calidad de la gestión pública como de las organizaciones empresariales.
24
Pero a su vez tanto Corea del Sur como Taiwán eran sociedades con una
sociedad rural campesina (las explotaciones agrarias eran gestionadas principalmente
por empresas familiares) y tanto las reformas agrarias realizadas en la época de la
dominación japonesa como, sobre todo, las efectuadas en el periodo posterior a la
segunda guerra mundial, potenciaron el carácter campesino de la sociedad rural al
facilitar a los campesinos el acceso a la propiedad de la tierra y a las nuevas técnicas
agrarias (se establecieron, por ejemplo, redes de centros de experimentación y difusión
agronómica). Todo ello facilitó la integración social de los sectores más débiles de la
población primero en las zonas rurales y luego en las urbanas (es decir, desde la
perspectiva de Bhaduri y Sen tenían unas circunstancias mucho más favorables para el
desarrollo económico y humano que los campesinos latinoamericanos).
En estos dos países se combinaba la existencia de un mercado interior profundo
al que tenían en general acceso todos los grupos sociales con unas posibilidades de
penetración en los mercados de dos de las economías más desarrolladas y más grandes
del mundo. En este contexto, pese a que durante varias décadas estos países estuvieran
gobernados por regímenes autoritarios de carácter militar el margen de maniobra de sus
ciudadanos era relevante e incomparablemente más amplio que países democráticos
como la India pero con elevadísimos niveles de marginalidad social.
Tanto el contexto internacional como interior que caracterizaban a Corea del Sur
y a Taiwán eran muy distintos al que se enfrentaban las grandes repúblicas
latinoamericanas, por lo que no es extraño que las políticas de sustitución de
importaciones así como la intervención directa del estado en la economía tuvieran
efectos tan distintos. Pero también hubo diferencias en la calidad de las políticas
económica que pudieron estar tras estos diferentes resultados. Así, las políticas
comerciales de Corea del Sur y Taiwán combinaban la sustitución de importaciones con
políticas de fomento de las exportaciones. Es decir, el acceso al crédito privilegiado, a
los cupos de importación de maquinaria, a un tratamiento fiscal favorable estaba
condicionado a la actividad exportadora de las empresas de tal modo que eran las que
tenían capacidad exportadora las que lograban condiciones para crecer y transformarse
tecnológicamente, sosteniendo así su capacidad exportadora y haciéndose también con
crecientes cuotas del mercado interior protegido. Así las empresas exportadoras eran las
mismas que se beneficiaban de la reserva del mercado interior. Este resultado fue quizá
posible tanto porque la demanda interna se orientaba a bienes de consumo sencillos en
los que las empresas locales podían ser internacionalmente competitivas, como porque
grandes empresas públicas, conectadas frecuentemente con empresarios privados,
desarrollaron sectores productivos básicos vitales para el desarrollo de muchos sectores
de mercado interior al mismo tiempo que exportadores.
El proceso una vez iniciado permitió ir creando mercado interior para bienes de
capital y para bienes de consumo duraderos, desarrollando también capacidad
exportadora en estas líneas de producción que tenían la ventaja de disponer de una
demanda más dinámica y de generar un mayor valor añadido. Siguiendo esta senda se
fueron consolidando como economías maduras en las décadas finales del siglo XX. El
crecimiento de su renta por persona, de su esperanza de vida, de sus niveles de acceso a
los distintos niveles del sistema educativo son una muestra del éxito social y productivo
de estos países asiáticos. El que sean como Japón países pequeños y con mucha
dependencia de los suministros externos fue dando lugar a que se convirtieran también
en economías inductoras del crecimiento en su entorno, particularmente cuando sus
condiciones interiores les habían hecho perder ventajas exportadoras en mercancías
intensivas en trabajo, lo que orientó a sus empresas a inducir al desarrollo de estas
25
actividades en países vecinos para poder así atender las demandas de los mercados a los
que tenían acceso. El desarrollo de Asia oriental está así lejos de ser un conjunto de
casos de países particulares y, más bien, como en el caso de Europa, nos remite a un
proceso de interacción económica con gran capacidad de inducir a un desarrollo de
amplias dimensiones en el conjunto de las economías de Asia oriental. Entre ellas está
el caso de la República Popular China del que se tratará en el tema trece.
Para al caso de la India se ofrece a los alumnos la posibilidad de realizar un
trabajo monográfico sobre ella ya que en este país, como por ejemplo en Brasil, la
política industrializadora hacia el mercado interior y la transformación técnica de la
agricultura convivió con la reproducción de amplísimos niveles de marginalidad social.
Por ello la comparación de las circunstancias de este país con los de Asia oriental puede
resultar muy fructífera.
Tema 12. África o la persistencia del atraso. Los países árabes: de la dominación
colonial a los límites del crecimiento introvertido; las transformaciones económicas de
los países exportadores de petróleo. Las consecuencias económicas de la trata de
esclavos y de la dominación colonial en el África subsahariana; las dificultades para la
consolidación, tras la independencia, de un tejido social y económico estable. Análisis
de casos: Nigeria.
El tema comienza con una presentación de las consecuencias demográficas y
sociales de la trata de esclavos en el África tropical. Pero el núcleo de la argumentación
se centra en caracterizar el modelo colonial Europeo en esta zona del mundo y en el
análisis de sus consecuencias para el periodo post colonial.
El modelo colonial en el África tropical se adapta, con algunas variantes, al
llamado colonialismo indirecto, en el que la presencia de la población de origen europeo
es débil y en general circunstancial. Es decir, no se produce la incorporación a estos
territorios de una población europea estable que se integre como clase dominante en
tanto en el ámbito político como económico. Este sería, sin embargo el caso de algunos
países como la antigua Rodesia o Sudáfrica en los que el modelo colonial recuerda al
que tuvo lugar en Latinoamérica, pero la pauta general es la formación de una pequeña
élite política, militar y económica muy inestable en lo que se refiere a su vinculación
africana y que se apoya para desplegar sus proyectos en la población local y en sus
redes y jerarquías sociales.
En el caso del ejército y la administración pública el carácter crecientemente
indirecto de la dominación colonial es muy claro. Los mandos militares son europeos,
pero los suboficiales y la clase de tropa se componen sobre todo de población indígena.
Además, paulatinamente, la población local va adquiriendo rangos militares más
elevados, ocupando incluso importantes posiciones en las etapas finales del dominio
colonial. En el caso de los funcionarios civiles también se fue produciendo un proceso
de indigenización creciente lo que implicó que no solo el personal auxiliar y
administrativo fuera de origen local sino que paulatinamente los aborígenes fueron
ocupando posiciones en cuerpos medios y altos de la administración pública. Incluso se
fue formando una clase política local pues el domino colonial tendió a apoyarse en las
redes de poder existentes adaptándolas a las necesidades de la administración colonial.
Este recurso a la población local implicó un proceso de occidentalización de la
cultura de los sectores de la población integrados en el ejército, la administración
pública y la clase política creándose así centros de enseñanza, en general de ubicación
urbana, en los que además de formación general y profesional se entraba en contacto
con los valores y la cultura europea. Este proceso dio lugar a la paulatina formación de
26
unas clases políticas, militares y funcionariales con creciente capacidad de gestión de
los asuntos públicos que ocuparon un lugar prominente en la constitución y en el control
de los estados que surgieron tras la independencia. Su influencia además fue reforzada
por la debilidad de las clases empresariales cuyo desarrollo había sido frenado por el
papel predominante de las empresas y los empresarios europeos en la gestión de las
actividades mercantiles.
Efectivamente, las empresas comerciales que gestionaban el abastecimiento
urbano y los tráficos de importación exportación, las de carácter financiero, las
dedicadas a la construcción urbana o de infraestructuras, las empresas mineras, las
pocas empresas industriales dedicadas a la trasformación de algunas de las mercancías
exportadas, todas ellas eran en general controladas y gestionadas por personal europeo
siendo frecuentemente fuertes las barreras de entrada a estas actividades para la
población local. En algunos casos no solo existían barreras sociales sino también
barreras legales que frenaban el acceso al crédito o a la constitución de sociedades a la
población local que se desenvolvía en un contexto legal diferenciado del que regulaba
las relaciones entre europeos. En estas circunstancias solo actividades comerciales de
pequeña escala quedaron en manos de comerciantes indígenas, lo que frenó la
formación de unas clases medias de origen mercantil con sus intereses propios y su
capacidad de incidir en la vida económica y política.
La mayoría de la población de las zonas coloniales vivía en las áreas rurales y su
contacto con europeos era pequeña o circunstancial. En general la presencia de los
europeos fue pequeña en el mundo rural y recurrieron más al trabajo independiente de
las explotaciones familiares que a la constitución de grandes explotaciones agrícolas no
habiendo procesos de apropiación a gran escala del suelo por europeos como ocurrió en
Latinoamérica o en Sudáfrica. En el mundo rural se mantuvo así una organización del
trabajo autónoma del poder colonial y conectada con él solo indirectamente a través de
las relaciones mercantiles que se establecían a través de pequeños intermediarios
locales. Desde el punto de vista político el contacto se realizaba mediante el control que
el poder colonial ejercía de modo también indirecto sobre las jerarquías de las distintas
etnias y territorios. A través de estos canales políticos y comerciales el mundo rural
estaba conectado con el exterior. En lo que se refiere a la actividad comercial era
frecuente que pequeños comerciantes locales adquiriesen los productos demandados por
los exportadores europeos y los trasladasen hasta los lugares en los que aquellos tenían
sus almacenes, que solían ser puntos bien comunicados por su cercanía al ferrocarril o a
otros medios de transporte (fluviales, por ejemplo).
Las principales casos de uso de mano de obra local por empresas extranjeras se
dieron en la minería, en las grandes obras de infraestructura (ferroviarias, por ejemplo),
y en los almacenes, comercios y fábricas en general de ubicación urbana. En las
ciudades también el servicio doméstico para los colonizadores tuvo relevancia como
fuente de empleo. Las ciudades coloniales se fueron convirtiendo pues en centros
importantes y regulares de demanda de trabajo indígena para las actividades
enumeradas y para los servicios públicos antes comentados. El contacto entre europeos
y africanos se dio de modo continuo sobre todo en este ámbito urbano. Mientras, en las
áreas mineras y en las obras públicas, que por su naturaleza estaban espacialmente
dispersas, la mano de obra utilizada fue en bastantes casos reclutada de modo forzado y
no a través de contrataciones más o menos formalizadas, como sí fue ocurriendo en los
espacios urbanos.
El ejemplo de Nigeria nos muestra las consecuencias en esta estructura social de
la retirada de la administración colonial y de los empresarios europeos que actuaban
27
bajo su protección. El vacío creado por la retirada del poder colonial fue ocupado por
los grupos militares y políticos que habían crecido a su sombra y que ahora tenían
mayor autonomía para utilizar sus redes de poder. Pero el hueco dejado por las
empresas comerciales europeas no podía ser cubierto por los pequeños comerciantes
locales que carecían de contactos y de capital para sustituirlos, por ello se creo un vacío
entre el mundo rural, del que provenían la mayor parte de las mercancías exportables, el
mundo urbano y los mercados exteriores. Este vacío fue ocupado por la gestión
administrativa de los tráficos comerciales, creándose organismos públicos para la
gestión de las compras de los productos agrarios y para su comercialización externa.
Las clases políticas urbanas herederas del poder colonial se pudieron hacer así
con el control de los circuitos exportadores. El diferencial entre los precios pagados a
los productores y los de venta a las empresas extranjeras generaba un margen de
acumulación público/privado a costa de los ingresos de los agricultores y de los grupos
sociales locales que venían organizando a pequeña escala las primeras fases del proceso
de comercialización: con ello se frenaban tanto las posibilidades de cambio agrario
como el desarrollo de una clase empresarial local. A cambio, se potenciaba a las elites
políticas y urbanas, más propensas a impulsar proyectos de industrialización
centralizados que a fomentar el desarrollo rural.
El caso de Nigeria también resulta de interés por las consecuencias de la
descubrimiento de importantes reservas petrolíferas. En el contexto político y
económico que se acaba de comentar, la lucha por el control de estos recursos dio lugar
a una dura guerra civil y tras ella a unos criterios de gestión de las rentas del petróleo
orientadas al fomento de la industrialización a costa del desarrollo agrario. Los altos
tipos de cambio inducidos por la exportación de crudo restaron competitividad a las
exportaciones agrícolas (el país pasó incluso a convertirse en un importador neto de
alimentos). Mientras, las rentas del petróleo financiaban un intento de industrialización
acelerada sin viabilidad en el largo plazo, como mostró su desmantelamiento posterior.
Ambos aspectos, los problemas agrarios y el desarrollo industrial, potenciaron potentes
procesos migratorios campo ciudad, que ayudaron a desestabilizar la capacidad
productiva del campo. Es decir, se sacrificó a la pieza vital de la economía nigeriana, la
rural, y se dilapidaron buena parte de las rentas del petróleo en el altar de un desarrollo
industrial difícilmente viable.
Con independencia de la evolución posterior de la economía nigeriana, en la que
tuvo lugar cierto renacimiento de las economías rurales y de las exportaciones agrícolas,
el ejemplo nos muestra los problemas provocados, en los procesos de asignación de
recursos, por la formación de estructuras sociales muy desequilibradas, en las que las
elites, gracias a su control del estado, no tienden a considerar en sus procesos de toma
de decisiones a los intereses de amplios sectores de la población y en particular a la
ubicada en áreas rurales de la que dependía buena parte de las capacidades de estos
países tras su independencia. El uso de la violencia tuvo también en este contexto una
fuerte implantación. La responsabilidad de las potencias coloniales en estos resultados
(efecto Baran) es también un resultado relevante. En cualquier caso es evidente que la
diversidad de problemas del África subsahariana no ha sido abarcada en este capítulo:
simplemente se trata de abrir un campo de reflexión a partir del origen de algunos de los
problemas de una de las partes del mundo con más dificultades para salir de la pobreza.
28
Tema 13. Del socialismo y la planificación central a la transición al capitalismo. La
formación del modelo económico soviético: del comunismo de guerra a los planes
quinquenales. Sobre el origen de los problemas que condujeron al desmantelamiento de
la URSS y del sistema de planificación central. Las transiciones al capitalismo china y
rusa comparadas.
El objetivo de este tema es analizar las consecuencias de las repetidas rupturas
de su sistema social al que se enfrentó el Imperio Ruso primero y luego la URSS.
También se pretende comparar la transición al capitalismo de la antigua URSS con la de
la Republica Popular China con el objeto de destacar las consecuencias de dos caminos
tan distintos. La reflexión principal que se quiere extraer se centra en señalar los costes
en desmantelamiento de capital social derivados de las rupturas radicales con
situaciones anteriores así como las ventajas de sostener sistemas sociales complejos en
los que convivan distintos modos de coordinación social.
La aceleración del cambio económico en el último cuarto del siglo del Imperio
Ruso provocó la mercantilización de las zonas rurales que abrió oportunidades tanto a
las explotaciones campesinas como a las grandes explotaciones formadas en el proceso
de disolución del sistema agrario señorial. Las actividades manufactureras y las
pequeñas industrias también encontraron posibilidades de desarrollo en el campo ruso.
Todo ello dio a su vez lugar a la formación de redes de empresas comerciales que
organizaban tanto el tráfico interior como internacional. Es decir, se fue formando
paulatinamente un tejido empresarial con capacidad de organizar una amplia diversidad
de actividades productivas, comerciales y financieras.
Este proceso se completó con un desarrollo industrial urbano en el que en sus
primeros pasos tuvieron mucha importancia tanto la demanda pública como las
empresas de obras públicas, industriales y financieras de otros países de Europa
instaladas en suelo ruso. Pero al coincidir este proceso industrializador centralizado y
urbano (orientado principalmente a sectores básicos: minería, siderurgia, transformados
metálicos) con el desarrollo agrario y de empresas industriales de capital local (más
orientadas a la producción de bienes de consumo) se fueron creando las condiciones
para que ambos procesos se retroaliementaran, restando protagonismo a la demanda
pública y facilitando la formación de grupos empresariales locales que fueron
sustituyendo el inicial predominio del capital extranjero en la gran banca y la gran
industria. Es decir, se fue formando un sistema empresarial complejo con capacidad de
poner en marcha grandes y pequeñas iniciativas y de mantener activas redes comerciales
y financieras de muy distinta envergadura. Todo ello convivió, desde luego, con la
persistencia de niveles de vida muy bajos en el contexto europeo, por lo que la
economía rusa debía de estar lejos de su madurez cuando se puso en marcha el proceso
revolucionario.
Lo que se pretende resaltar ahora son las consecuencias del desarrollo del
comunismo en Rusia sobre este tejido empresarial. En las primeras etapas (comunismo
de guerra y nueva política económica) se iniciaron procesos de nacionalización y de
coordinación planificada en lo que podemos denominar (siguiendo a Sraffa) el núcleo
del sistema productivo. Pero en los demás ámbitos siguieron teniendo gran importancia
las iniciativas privadas tanto en lo comercial como en lo productivo aunque,
frecuentemente, pudieron cambiar propietarios y gestores al acceder a la propiedad y al
control de las empresas y explotaciones sus antiguos trabajadores. Pero las redes
empresariales debieron de subsistir, de tal modo que la propiedad pública y la
coordinación planificada de la actividad económica convivían con la gestión mercantil
29
de muchas actividades productivas y de muchos circuitos comerciales. Es decir, se fue
construyendo un nuevo sistema de coordinación social que convivía con la coordinación
mercantil, manteniéndose así una sociedad compleja y diversificada en la que,
probablemente, se fueron paliando algunos de los graves desequilibrios sociales de la
etapa capitalista gracias a los mejores servicios públicos y a un acceso a los recursos
productivos menos desequilibrados. Estos cambios fueron a su vez compatibles con el
esfuerzo bélico de la guerra civil y con el inicio de la recuperación de la economía rusa
durante los años veinte y treinta.
La época estalinista implicó, sin embargo, el paso a una opción radical por la
propiedad pública y la planificación, lo que supuso el desmantelamiento de los tipos de
empresa y de las redes de comercialización surgidas en torno al mercado, bastantes de
ellas, además, ya adaptadas a las condiciones posrevolucionarias. Indudablemente el
nuevo sistema tuvo que beneficiarse de las capacidades tecnológicas y de gestión
acumuladas en las etapas anteriores, pero desmanteló las redes sociales y mercantiles
preexistentes y con ellas un sistema complementario a la planificación que podía haber
dado más agilidad al conjunto del sistema social. A todo ello habría que añadir el
sufrimiento humano derivado de la represión que debió ser necesario montar para
neutralizar las resistencias al cambio.
Pero los resultados de la planificación como único sistema de coordinación
social fueron espectaculares. Se tuvo capacidad de sostener un imponente esfuerzo
bélico y tecnológico primero frente a la Alemania nazi y luego frente a los Estados
Unidos. Pese a ello se consiguió durante la década de 1960 considerables mejoras en el
nivel de vida de la población, de tal modo que el modelo de industrialización acelerada
y centralizada como camino para el desarrollo se convirtió en un patrón incluso para
países fuera de la órbita comunista. El caso de la India y de Brasil pueden ser de los más
destacados. La imagen que transmitía la URSS es que concentrando esfuerzos en los
sectores industriales básicos se podía conseguir renovar el conjunto del sistema
económico y crear empleos que permitieran mejoras generalizadas en el nivel de vida de
la población. Potenciar la industria vía mercado o vía planificación parecía ser el
camino más seguro para el desarrollo aunque para ello tuvieran que sacrificarse, como
ocurrió en el caso ruso, la agricultura o las industrias de bienes de consumo, pues luego
todos estos sectores podrían mejorar su productividad con la energía y las máquinas
generadas por la industrialización de los sectores básicos de la economía.
Los problemas de este modelo de desarrollo para los países atrasados ya se han
comentado en el tema 10. Los casos del Brasil y India son buenos ejemplo de cómo la
concentración de esfuerzos en el sector industrial no tuvo capacidad de inducir al
desarrollo general y, aún peor, esa concentración de esfuerzos supuso tanto desatender a
otros sectores como dejar sin margen financiero al estado para producir bienes públicos.
Pero incluso en el caso de la URSS comenzaron a sentirse problemas de falta de
flexibilidad del sistema centralizado de planificación dada la falta de incentivos y
autonomía de las unidades productivas para aprovechar mejor los recursos que recibían
vía planificación y para el desarrollo de sus propias estrategias de producción y
comercialización. A las dificultad de la industria planificada para adaptarse a las nuevas
necesidades del sistema productivo y de los consumidores propias de una economía
madura, se unieron las derivadas de la crisis de la década de 1970 que estaba induciendo
a la mayoría de los países industriales a modificar profundamente su tejido productivo.
La paulatina reducción del ritmo de crecimiento de la URSS durante las décadas de
1970 y 1980 fue un reflejo de esta situación y de la incapacidad de un sistema de
30
planificación rígido y aislado de otros sistemas de cooperación social para dar respuesta
a estos problemas.
Pero la solución que finalmente se fue imponiendo fue tan traumática y tan
descapitalizadora como había sido el desmantelamiento radical del mercado y sus
sustitución por la planificación. En los años noventa fue el estado el que se replegó
desmantelando un sistema de planificación que aun con sus ineficiencias sostenía la
continuidad de las actividades productivas. Además, al desmantelamiento de la
planificación se añadió el brutal retroceso del estado en la provisión de bienes públicos,
lo que afectó muy negativamente al sistema educativo, al sanitario, a la seguridad
pública y a todos los aspectos asistenciales del estado, justo en el momento en que más
necesarios eran todos ellos ante el aumento del desempleo provocado por el
desmantelamiento de gran cantidad empresas estatales. El descenso de la renta por
persona y los graves efectos sobre el bienestar general de la población son una muestra
de los negativos efectos de este segundo embate (dos en cincuenta años) de
desmantelamiento del capital social construido trabajosamente primero en la etapa de
desarrollo capitalista y luego en el periodo comunista.
Frete a los costes de la vía radicalmente planificadora primero y radicalmente
mercantilizadora después resulta adecuado resaltar tanto las potencialidades que podía
haber tenido la continuidad de la convivencia entre mercado y planificación de la época
de la nueva política económica, como las virtudes, respecto al modelo de transición
soviético, del modo de transición mas pausada de la planificación al mercado
protagonizado en las últimas décadas por la República Popular China.
Del caso chino solo se pretenden resaltar las opciones que fueron teniendo las
empresas y explotaciones agrarias integradas en el sistema de planificación de seguir
dándole salida a una parte de su producción vía circuitos planificados mientras
paulatinamente iban construyendo y encontrando caminos comerciales. La convivencia
de ambos sistemas permitió cambiar sin desmantelar, y ello se combinó a su vez con la
paulatina creación de economías capitalistas de nueva planta en espacios cuyo
desarrollo estaba especialmente vinculado al sector exterior y a las inversiones
extranjeras. Para explicar el éxito de estas experiencias no debe perderse de vista su
localización, pues la interacción entre el desarrollo económico de los distintos países del
Asia oriental muy probablemente ha favorecido este camino hacia el capitalismo.
Pero, además, esta paulatina transición china se ha efectuando sin que el estado
renunciase a su papel como suministrador de bienes públicos. Tampoco ha supuesto una
intensa despatrimonialización del estado, pues muchas empresas integradas en el
mercado continúan siendo de propiedad pública. Todo ello ha permitido aprovechar
organizaciones y redes sociales formadas en el periodo anterior, en unos casos para la
reorientación hacia el mercado, en otros para sostener modos de cooperación planificada
para los que aún no existían alternativas o que continúan siendo operativos.
El camino de la República popular China también resulta de interés por que
durante una buena parte de su recorrido (al menos desde la ruptura con la URSS en los
años cincuenta) las actividades productivas tendieron a organizarse, tanto en la
agricultura como en muchas actividades industriales, recurriendo a tecnologías sencillas
e intensivas en trabajo, adaptándose así a la dotación de recursos y permitiendo la
integración en el proceso productivo de la mayoría de la población, aunque con unos
niveles muy bajos de productividad. Este modelo contrasta con otros (los citados
ejemplos de Brasil y la India, por ejemplo) en los que la construcción de sectores
productivos modernos e intensivos en capital, aunque permitieron conseguir mucho
31
mayores rendimientos del trabajo fue a costa de provocar una parca capacidad de
generar empleo y una débil competitividad internacional. Pero el éxito chino en las
últimas décadas, al afectar a un parte tan elevada de la población mundial, y al ir
confluyendo paulatinamente con las tecnologías de los países avanzados, es también una
llamada de atención sobre la sustentabilidad ambiental y energética de la generalización
a escala mundial de los patrones tecnológicos y de consumo de las economías más
desarrolladas.
Tema 14. Un balance de las experiencias históricas analizadas. Tipología de modos
de salida del atraso. Características de las economías con dificultades para salir del
atraso. Factores inductores del atraso. ¿Qué hacer para combatir el subdesarrollo?
En la primera parte de esta asignatura se ha realizado un repaso a las propuestas
teóricas disponibles. En la segunda parte se han caracterizado las sendas seguidas por
una muestra de países y regiones del mundo. La pregunta que queda pendiente es qué
nos aportan estas experiencias teóricas e históricas. En los siguientes párrafos se
presentan las líneas argumentales que pueden servir como hilo conductor de una
discusión que enlace los distintos autores y experiencias históricas presentadas en esta
asignatura.
La primera es que el desarrollo raramente se logra mediante grandes saltos en el
vacío. El optimismo de Gerschencron sobre las posibilidades de los países atrasados de
quemar etapas aprovechándose de los logros de los países avanzados se ha mostrado
difícil y ha quedado lejos de ser general. Estas ideas de Gerschencron se basaban en que
los países atrasados tendían a absorber la tecnología más avanzada de entre las
disponibles en los países desarrollados, lo que les permitía comenzar su crecimiento
sobre unas bases mucho más potentes que quienes crecieron primero. Pero los ejemplos
de los grandes países latinoamericanos de la India y de la propia URSS nos muestran los
riesgos de intentar quemar etapas, pues en algunos casos quedaron descolgados amplios
sectores de la población y en otros, caso de la URSS, se creó un sistema económico
adecuado para impulsar a la gran industria, pero demasiado rígido para aprovechar las
sinergias que pudiera generar sobre otros sectores productivos. Incluso en los casos más
tratados por Gerschencron (Francia, Alemania y Rusia) quizá este autor menosprecia los
largos procesos previos de transformación que les permitieron aprovechar los avances
de los pioneros.
Parece pues que el desarrollo sigue siendo para los actuales países atrasados
(como lo fue para los hoy desarrollados) un camino lento y costoso en el que conviene
iniciarse aprovechando las capacidades de la población y del medio natural disponible y
ello implica optar inicialmente por técnicas de baja productividad que alargan el proceso
pero que, paulatinamente, pueden ir creando las condiciones para la construcción de una
economía avanzada. El caso de la República Popular China es un buen ejemplo del
largo camino que le ha permitido comenzar a aprovecharse de las posibilidades abiertas
por la existencia de economías mucho más desarrolladas. Pero este camino tortuoso
evita dejar fuera y malparados a amplios sectores de la población y permite dedicarse a
actividades que al estar preparado para ellas pueden ser internacionalmente
competitivas. Es decir, crecer supone aprovechar los recursos naturales, humanos y
organizativos locales y eso implica que las posibilidades de una sociedad siguen siendo,
como sugería Rostow (y también la teoría de la convergencia condicionada), muy
dependientes de las condiciones internas, aunque es evidente que los caminos seguidos
por cada país han sido mucho más diversos de lo que él pensaba.
32
La diversidad en los modos de organizar la cooperación entre personas y
organizaciones no es un inconveniente sino que, frecuentemente, es una ventaja. La
familia, el estado o el mercado tienen, por ejemplo, ventaja unas sobre otras según cual
sea el tipo de actividad o las condiciones en las que se realice. Lo mismo cabe decir de
actividades de tipo comunitario, comunal o cooperativo o de instituciones altruistas en
sus principios y en la mentalidad de sus miembros. Esta riqueza en las formas de
organizar la cooperación da flexibilidad a los sistemas sociales y permite completar las
carencias de unas formas de cooperación con las capacidades de otras teniendo siempre
a mano patrones comparativos de los resultados de unos y otros sistemas. Además, unos
y otros ofrecen posibilidades a distintos sectores de la población mejorando así las
capacidades de todos. Es decir, los caminos únicos son gravemente peligrosos ya sean
opciones radicales por el mercado o por la planificación o por cualquier otro sistema de
cooperación pues tienden a provocar marginalidad social, falta de agilidad de
adaptación, o ambas cosas a la vez. La experiencia de los países que han logrado
mayores niveles de bienestar para su población y la de los que siguen en la actualidad
sendas más esperanzadoras apuntan en esta dirección al igual que las reflexiones de
Hirschman, Bhaduri y Sen.
La diversidad en el tipo de actividades económicas desarrolladas es también un
factor que abre posibilidades para todos y evita sendas demasiado marcadas por los
intereses de los grupos sociales ligados a alguna región o a algún sector económico
concreto. Con diversificación productiva la posibilidad de aprovechar oportunidades
será mayor, los daños causados por crisis sectoriales menores y las posibilidades de
integración en el sistema económico mayores para todos, pues cada sector tiende a
requerir capacidades humanas distintas, inversiones de distinta envergadura, formas de
cooperación diferenciadas, relaciones internacionales peculiares. En este sentido las
líneas argumentales que presenta la conveniencia de la construcción de economías
equilibradas con amplia diversidad sectorial (List, Nurkse), así como los que se refieren
a economías integradas (Rostow), parecen apuntar en esta dirección. La experiencia de
países agroexportadores latinoamericanos con una economía interior poco diversificada
y poco integrada nos muestra, por el contrario, las dificultades de aprovechar las
posibilidades abiertas por la actividad exportadora en contraste con la evolución mucho
más favorable de países agroexportadores como Canadá o Australia.
Indudablemente las relaciones económicas internacionales son una fuente de
recursos y de experiencias tanto vía exportaciones como importaciones. En este aspecto
las reflexiones de Gerschencron y de Haberger son las más explícitas y están cargadas
de razones pero quizá pecan de no valorar suficientemente en qué condiciones internas
son aprovechables esas posibilidades y qué condiciones de los mercados internacionales
pueden también facilitar o dificultar el desarrollo de sus potencialidades. Los ejemplos
de Corea del Sur y Taiwán nos muestran la importancia de equilibrar el desarrollo
interno y el internacional, pero este también es el caso, como señala Chang, de muchos
de los actuales países desarrollados en los momentos iniciales de su crecimiento.
La llamada de atención de Barán no es baladí pues los casos del colonialismo
europeo en África o el practicado en no pocas zonas de Latinoamérica nos muestra la
posibilidad de que los contactos con países más desarrollados generen sociedades muy
desequilibradas sectorial y socialmente. Además, la historia de estos países nos muestra
la dificultad, aún presente, de superar los desequilibrios generados por la constitución
de sociedades esclavistas en la América tropical o por la marginación cultural y
económica de la población indígena de la América andina. La marginación de la
población campesina en no pocas zonas del África subsahariana pudo ser consecuencia
33
también de las formas que adoptó el colonialismo y la descolonización en esos
territorios.
Por último, pese a que el bienestar está muy lejos de generalizarse a la población
del conjunto del planeta, los límites ambientales del modo de suministrar bienestar a las
poblaciones de los países avanzados muestran las dificultades de generalizar las pautas
de producción y consumo dominantes en los países avanzados. Teniendo en cuenta que
el crecimiento implica mayor consumo de energía por persona y que las fuentes
energéticas actualmente empleadas son mayoritariamente no renovables y muy
contaminantes en sus procesos de combustión, el crecimiento supone creciente presión
sobre las reservas de materiales y creciente degradación ambiental. El camino hacia el
desarrollo humano requiere así no solo de modelos sociales que lo hagan posible, sino
también de tecnologías que le den viabilidad ambiental; ambos aspectos están, a su vez,
intensamente ligados.
34
BIBLIOGRAFÍA
(De los libros resaltados en negrita hay que elegir uno para hacer sobre él una recensión.
Los textos señalados con asterisco son los que se consideran más útiles para completar
los temas tratados en clase.)
PRIMERA PARTE (TEÓRICA).
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