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La crisis económica
internacional y el
papel del G-20
Néstor E. Stancanelli
Resumen
La segunda reunión cumbre del G-20 en Londres arrojó resultados positivos, aunque todavía modestos,
con vistas a resolver la crisis y dar lugar a un crecimiento sustentable a largo plazo. Los resultados
concretos se relacionan con el compromiso de los miembros de contribuir a la recuperación de la demanda global, mediante la capitalización de los organismos financieros multilaterales y la ejecución de
medidas fiscales y monetarias domésticas. En esta segunda reunión se adoptaron o comprometieron
medidas efectivas y se acordó avanzar en la reforma de los organismos multilaterales de crédito y la
reestructuración regulatoria y de supervisión del sistema financiero internacional. La cuestión de mayor
importancia es de carácter institucional, ya que se dispone otorgar al G-20 y al Consejo de Estabilidad
Financiera, recientemente formado, la conducción política de gestión de la crisis y del diseño e instrumentación de las reformas propuestas.
1. Introducción
La realización de una primera reunión cumbre de los países del Grupo de los 201, a fin de discutir una estrategia
coordinada frente a la crisis económica internacional, que se desató con virulencia desde mediados de 2008,
constituyó un hecho relevante. En primer lugar, porque se reconoció, por primera vez en mucho tiempo, que
los problemas globales no pueden resolverse unilateralmente, ni aún en el ámbito un poco más amplio de
los países desarrollados del G-7 y de los denominados BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). En
segundo lugar, porque la convocatoria y el comunicado derivado de ese primer encuentro, en Washington
D.C., el 15 de noviembre de 2008, fueron más allá del marco monetario y financiero, conduciendo a una
ampliación de las competencias del grupo, originalmente limitadas a esas dos cuestiones.
La ampliación de competencias, a que hacen mención los documentos preparatorios y el comunicado de la
segunda cumbre de Londres, celebrada el 1ro y 2 de abril de 2009, involucran la coordinación macroeconómica, o sea de las políticas monetarias y fiscales, la variación de tipos de cambio, el comercio internacional,
el empleo, la contribución a la preservación del medio ambiente, la reforma de las instituciones multilaterales
de crédito y el restablecimiento del sistema financiero internacional.
La magnitud de la crisis, que es la de mayor importancia después de la registrada en los años 30 del siglo
pasado, determina la complejidad de la agenda de trabajo, a la que, además de los líderes y ministros de
economía del G-20, se han sumado los representantes de otras carteras de gobierno. Como lo señalara el
Conformado por Alemania, Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, Estados Unidos, Francia, India, Indonesia,
Italia, Japón, México, Reino Unido, Rusia, Sudáfrica, Turquía y la Unión Europea.
1
Primer Ministro Británico Gordon Brown luego de la primera cumbre, los problemas son de tal envergadura
que no pueden dejarse sólo a los ministros de economía. Desde el punto de vista institucional, la OMC, la
OIT y otras agencias internacionales se encuentran vinculadas, directa o indirectamente, al tratamiento de
los diversos temas propuestos.
Es de señalar que, paralelamente a la gestión del G-20, cuyos países representan alrededor del 90% del PIB
y del comercio mundial, se está organizando una Conferencia sobre la crisis en el marco de las Naciones
Unidas. Dicha conferencia, prevista para fines de junio próximo, en la sede de la organización en Nueva
York, significa otro paso adelante en el reconocimiento de que los graves problemas económicos y sociales
derivados de la crisis requieren de la intervención y cooperación de toda la comunidad internacional.
2. Las causas
Uno de los principales problemas que se presentan para avanzar en la solución de la crisis es de diagnóstico.
Una corriente de opinión sostiene que su origen tiene que ver con la falta de supervisión y de regulaciones
apropiadas del sistema financiero, circunstancia que no permitió controlar adecuadamente el crecimiento de
la burbuja especulativa, estimulada por las bajas tasas de interés de principios de siglo en los Estados Unidos.
En realidad, esa corriente no tiene en cuenta que el diferencial de tasas de interés de dicho país con relación a
otros mercados desarrollados y, particularmente, a los en desarrollo, tiene una larga trayectoria y se relaciona
con la falta de disciplina monetaria y fiscal, posibilitada por la inconvertibilidad del dólar desde 1970.
La potestad de emitir moneda de reserva y de recurrir al endeudamiento público y al aumento del crédito sin
limitaciones, mientras el mercado interno y el del resto del mundo está dispuesto a atesorar en dólares de los
Estados Unidos, dio lugar a la fuerte expansión del gasto público, de la oferta de moneda y del déficit fiscal
en dicho país. La expansión del gasto respondió a diversas razones, algunas de ellas de carácter político,
alejadas de la demanda del mercado por bienes públicos, mientras que la creciente liquidez mantuvo las
tasas de interés en dólares por debajo de las vigentes en el resto del mundo. A pesar de los diferenciales
de tasas de interés, el ahorro internacional en moneda estadounidense tuvo un crecimiento exponencial,
basado en la seguridad o cobertura que brindaba el atesoramiento en moneda de reserva. La consecuencia
del desenvolvimiento señalado fue el aumento gradual de la diferencia entre los coeficientes de ahorro e
inversión internos de los Estados Unidos, reflejado en los crecientes déficits de balanza de pagos y fiscal.
El sector financiero empleó la creciente liquidez en la promoción y expansión del crédito y, por tanto, del
endeudamiento y consumo privados. Internacionalmente actuó como cadena de transmisión, colocando
préstamos y aumentando los beneficios por diferenciales de tasas de interés para, a su vez, continuar multiplicando la masa de recursos prestables. El aumento del consumo basado en el crédito y la asignación de
recursos impulsada por la orientación del gasto hacia sectores no vinculados con la demanda de consumo,
propició, a su vez, la multiplicación de las importaciones desde los principales socios comerciales del país,
en primer lugar de China, Japón y otros países del Sudeste de Asia y, en menor medida, de Europa. Esos
países, por su estructura económica y competitividad, estaban en condiciones de abastecer la creciente y
diversificada demanda de la primera economía del mundo, la que se vio cada vez menos correspondida por
la evolución de la oferta interna o el aumento de las exportaciones.
La posibilidad de expandir el crédito llegó a su fin al sobrepasar la capacidad de repago de un número
creciente de consumidores en los Estados Unidos, hecho que se visualizó con el aumento de las tasas de
interés verificado a partir de 2005. Los quebrantos de las hipotecas no fueron sino la manifestación de la
imposibilidad de hacer frente a esas y otras deudas de parte de un sector considerable de la población. A
medida que los quebrantos fueron aumentando, incidieron sobre el valor de los activos o colaterales de los
bancos, impulsando fusiones y quiebras de esas instituciones y finalmente, su rescate por parte del Estado.
A nivel internacional, la difusión de paquetes financieros conteniendo créditos incobrables diseminó la crisis
a Europa y Japón. La caída del crédito y la consiguiente disminución del consumo y la inversión hicieron el
resto; la crisis que en un principio se creyó financiera, no es sino una crisis de la economía real, que se ha
extendido a la mayoría de los países del planeta, incluyendo a los en desarrollo.
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3. El dilema de la recuperación
Las soluciones para resolver la crisis deben partir de un claro diagnóstico respecto a sus orígenes, esto es,
la distorsión en los patrones de consumo e inversión que provocaron las políticas económicas a que se ha
hecho mención y la complicidad de disciplinas asimétricas a nivel internacional. En este último caso, como lo
ha afirmado el G-20, no hubo supervisión ni exigencias por parte del Fondo Monetario Internacional sobre los
actores de mayor peso económico, en particular de aquellos emisores de moneda reserva internacional.
El propósito de restaurar la demanda global y la transferencia de recursos anterior a la crisis ya no es más
sostenible. Esta es una primera constatación que demanda de importantes cambios en la distribución del
ingreso entre países y al interior de los países. Por otro lado, se presenta el interrogante de cómo se paga
y quién paga la tremenda deuda financiera que se ha acumulado y se sigue acumulando para evitar que la
recesión se transforme en depresión.
El ajuste exigido por el cambio de paradigma se visualiza en las diferencias de posición en el seno del G-20.
Existe conciencia, aunque no acuerdo, sobre la necesidad de asegurar la sustentabilidad monetaria y fiscal
de los paquetes de ayuda. De no lograrse esa sustentabilidad, gran parte del costo o pago por las políticas de
expansión de la demanda no podrá producirse sino a través de una fuerte depreciación monetaria o de una
deuda del Tesoro de Estados Unidos y de otros países de la OECD que no podrá ser reembolsada y que, por
tanto, se reflejará tarde o temprano en el valor de sus monedas. Frente a esa opción de transferencia de los
costos al resto del mundo, que no haría sino aumentar la disparidad de ingresos nacionales, se presenta otro
escenario de discusión, que está surgiendo gradualmente dentro del G-20. Se trata del esfuerzo equitativo
de la comunidad internacional y de la mitigación del impacto negativo sobre los países en desarrollo.
Este último escenario supone el equilibrio global a un nivel de demanda agregada menor al registrado
en los años recientes y una asignación de recursos que sea compatible con los requerimientos sociales,
particularmente de los sectores postergados de la población mundial, en lo que respecta a alimentación,
vivienda, acceso al agua potable, transporte, salud y medio ambiente sustentable. Exige una profunda
reforma estructural en los países de la OECD.
4. Las propuestas y resultados de la cumbre de Londres2
4.1. Coordinación macroeconómica
Las diferencias de posición que se han manifestado durante el período preparatorio y las discusiones en la
cumbre de Londres tienen que ver con la sustentabilidad de la emisión monetaria y de los paquetes fiscales
en el mediano y largo plazo.
El aumento de la emisión y del endeudamiento en los países de la OECD implica una gran absorción de
recursos financieros y, por tanto, el aumento de la tasa de interés en los países en desarrollo para contener
la fuga de capitales. Las medidas contra cíclicas en estos últimos, a la espera de las reformas de largo plazo
a que se ha hecho mención, pasa a depender, en la coyuntura, del equilibrio del balance de pagos autónomo,
del flujo de capitales que pueda derivarse de la capitalización y aumento de la capacidad de préstamo de las
instituciones financieras internacionales, es decir del FMI, del Banco Mundial y de los Bancos Regionales
de Desarrollo, de la flexibilización de las condiciones para el otorgamiento de préstamos por parte de esas
instituciones y de nuevas emisiones de Derechos Especiales de Giro (DEG).
Los acuerdos alcanzados en la cumbre de Londres se refieren a triplicar los recursos disponibles del Fondo
Monetario de 250.000 a 750.000 millones de dólares, apoyar la asignación de nuevos Derechos Especiales
de Giro del FMI por 250.000 millones de dólares, apoyar créditos adicionales por 100.000 millones de dólares de parte del Banco Mundial y los Bancos de Desarrollo y asegurar 250.000 millones de dólares para
la financiación del comercio.
2
En el Anexo se incluye el comunicado de la Cumbre.
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En total se trata de aportes prometidos por 1,1 billones de dólares, para los cuales ya hay compromisos
parciales de Japón, la Unión Europea y Estados Unidos. A la cifra anterior deberían agregarse 5 billones de
dólares de estímulos monetarios y fiscales en aplicación en todos los países de la OECD. Durante 20092010 las cifras canalizadas a través de los organismos multilaterales de crédito y los paquetes nacionales,
según el comunicado de la Cumbre de Londres, deberían incidir en un crecimiento del 4% de la producción
de bienes y servicios por sobre el valor que resultaría en ausencia de tales medidas.
Refiriéndose a esos paquetes de estímulo, el comunicado de Londres, en su párrafo 11, señala la determinación de asegurar la sustentabilidad fiscal y la estabilidad de precios a largo plazo, así como la de instrumentar adecuadas estrategias de salida una vez que se haya asegurado la solidez del sector financiero y
garantizado la recuperación económica. Parece responder, en cierta medida, a las preocupaciones de la
Unión Europea, especialmente de Francia y Alemania, pero dejando a salvo la prioridad asignada por los
Estados Unidos a la recuperación económica y al saneamiento de las instituciones financieras. El párrafo
12 del comunicado incluye los compromisos de instrumentar las políticas económicas nacionales en forma
cooperativa y responsable, de no incurrir en devaluaciones competitivas y de promover un sistema monetario
internacional estable.
Una cuestión de importancia, incorporada en el párrafo 12, es la de supervisión “independiente y equilibrada”,
por parte del Fondo Monetario Internacional, de las economías y de los sectores financieros nacionales, del
impacto de las políticas económicas nacionales en otros países y de los riesgos que enfrenta la economía
internacional. El comunicado se detiene en ese papel de vigilancia, al no incorporar disposiciones sobre
recomendaciones de política y de su aplicación por los estados nacionales. Este último aspecto se deja librado
a la discusión de una nueva carta para la actividad económica sustentable, que será objeto de tratamiento
en una próxima cumbre del G-20.
Es de destacar que a mediano y largo plazo, la sustentabilidad de las medidas fiscales de los países de la
OECD, en tanto el mayor endeudamiento coyuntural se encuentre compensado por la reducción del gasto
socialmente improductivo, resulta esencial para el desenvolvimiento equilibrado de la economía internacional y la distribución más equitativa del ingreso. Ello supone una profunda reforma de las políticas que han
constituido los fundamentos sobre los que se ha gestado la presente crisis y no sólo el equilibrio de ingresos
y gastos presupuestarios. En el ínterin resta por ver si los paquetes de estímulo a cargo de los organismos
multilaterales serán suficientes para mitigar el impacto negativo de la crisis sobre los países en desarrollo.
4.2. Comercio internacional
El equilibrio de la oferta y demanda global o sea de los coeficientes de ahorro y de inversión en el mediano y
largo plazo, de países y regiones individuales, constituye una condición necesaria para el desenvolvimiento
y la expansión sustentable del comercio.
La corrección de la situación presente, de fuertes desequilibrios, supone cambios sustantivos en las corrientes
de exportación e importación de bienes y servicios y de capitales autónomos de algunos países de importante
peso económico, como son los Estados Unidos, Alemania, China y Japón. A la vez requiere contemplar
que los cambios no impacten negativamente sobre las cuentas nacionales de los países en desarrollo. El
cumplimiento de los requisitos anteriores exige diferenciar las medidas de ajuste y compensatorias, que
necesariamente acompañan la prosecución del equilibrio, de aquellas de carácter proteccionista, cuya
continuidad y expansión pueden contribuir a agravar la crisis.
Dentro de esas últimas medidas resulta determinante la disminución sustancial de las barreras de acceso
y de las distorsiones en la agricultura en los países de la OECD, las que impactan negativamente en la
producción y exportaciones de los países en desarrollo y, por tanto, en su demanda agregada. El desmantelamiento del proteccionismo agrícola es una condición necesaria pero no suficiente, teniendo en cuenta
la limitada diversificación de la producción y exportación industrial y de servicios de muchos países en
desarrollo, cuya expansión y promoción depende de disciplinas multilaterales adecuadas. Estas disciplinas
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deberían asegurar, por un lado, la simetría de tratamiento entre las exportaciones agrícolas e industriales y,
por otro, adecuadas flexibilidades en las concesiones de manufacturas no agrícolas y de servicios que los
países en desarrollo comprometan en las negociaciones multilaterales.
El comunicado de la cumbre de Londres reitera el compromiso político de la cumbre de Washington, ahora
extendido hasta fines de 2010, de resistir la aplicación de nuevas barreras a la inversión o al comercio de
bienes y servicios, de nuevas restricciones a la exportación o de medidas de estímulo a las exportaciones
inconsistentes con la Organización Mundial del Comercio (OMC). Reitera la mención al compromiso de
aportar recursos por 250.000 millones de dólares para la financiación del comercio, incluido en el capítulo
relativo a la coordinación y recuperación económica.
Respecto a la Ronda Doha no entra en los temas de sustancia de las negociaciones. Señala la importancia
de alcanzar un resultado ambicioso y equilibrado, que se necesita urgentemente y que debe construirse
sobre los progresos realizados, incluyendo el relativo a las modalidades. A diferencia del comunicado de la
cumbre de Washington, que establecía el compromiso de aprobar las modalidades antes de fines de 2008,
no fija plazos. Expresa la intención de otorgar atención política al tema crítico de la Ronda utilizando todos
los encuentros internacionales relevantes con ese fin.
4.3. Empleo, pobreza y medio ambiente
La preocupación creciente por la desocupación provocada por la crisis ha significado que la cuestión del
empleo haya adquirido particular relevancia en los trabajos preparatorios de la cumbre de Londres, incluyendo
una conferencia de altos funcionarios de los ministerios de trabajo realizada en la segunda mitad del mes
de marzo en la sede de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en Ginebra.
El comunicado, en su párrafo 26, compromete el apoyo a aquellos afectados por la crisis mediante la creación
de empleos y a través de medidas de sostén de ingresos. En cuanto a la generación de puestos de trabajo,
identifica el estímulo al crecimiento, la inversión en educación y capacitación y las políticas activas con ese
fin específico. Solicita a la OIT, en colaboración con otros organismos relevantes, que evalúe las acciones
adoptadas y las que se necesiten en el futuro.
Respecto a la pobreza se reafirman los compromisos con la Metas de Desarrollo del Milenio y la Ayuda
Oficial al Desarrollo, incluyendo la Ayuda al Comercio, el alivio de la deuda y los compromisos especiales
con el África Subsahariana. Se expresa que las acciones y decisiones tomadas en la cumbre de Londres
proporcionarán recursos adicionales por 50 mil millones de dólares con los propósitos expresados.
En cuanto al medio ambiente, el comunicado enfatiza la transición hacia tecnologías e infraestructura limpias,
innovadoras, eficientes en el uso de recursos y de bajas emisiones. Alienta a las instituciones multilaterales de crédito y a los bancos regionales de desarrollo a contribuir plenamente a ese objetivo. Reafirma el
compromiso de llegar a un acuerdo en la Conferencia de Cambio Climático de Copenhague en diciembre
del corriente año y de encarar la amenaza de cambio climático irreversible, sobre la base del principio de
responsabilidades comunes y diferenciadas según el grado de desarrollo.
Las soluciones al desempleo tienen que ver con las reformas estructurales de largo plazo en la economía
internacional, particularmente de los cambios para una mejor asignación de recursos. En la coyuntura, los
organismos financieros internacionales pueden jugar un papel de importancia, en caso que los aportes
prometidos se integren efectivamente y se orienten a obras de infraestructura económica y social en los
países en desarrollo.
4.4. Reforma de los organismos financieros multilaterales
El comunicado de la cumbre de Londres reitera, en el capítulo financiero, el incremento de aportes de capital
y recursos al Fondo Monetario Internacional, al Banco Mundial y a los Bancos Regionales de Desarrollo,
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conforme se detallara en el acápite 4.1. Enumera las nuevas líneas de crédito, de carácter más flexible en
su utilización, como el Nuevo Acuerdo de Préstamos (New Arrangement to Borrow) y la Línea de Crédito
Flexible (Flexible Credit Line) del FMI.
Incluye el compromiso de adelantar la modificación de cuotas y la revisión de la participación de los miembros
en el FMI, acordados en abril de 2008, a enero de 2011, a fin de dar mayor peso a los países en desarrollo
en las decisiones. En igual sentido, contempla la instrumentación en el segundo cuatrimestre de 2010 de
los cambios acordados en las estructuras del Banco Mundial.
Respecto a la designación del Director Gerente y Presidente del FMI y Banco Mundial, respectivamente,
y del personal jerárquico de ambas instituciones, determina que deberán ser designados a través de un
proceso de selección abierto, transparente y basado en los méritos. Prevé analizar una mayor intervención
de los gobernadores, o sea los representantes de los países miembros, en la dirección estratégica y el
control de gestión.
Si bien se menciona la mayor flexibilidad en la utilización de las nuevas líneas crediticias, el FMI conserva un
amplio margen de discreción para imponer condicionalidades en el uso de fondos para sostener la balanza
de pagos. Por otro lado, la mayor participación de los países en desarrollo y la redistribución de cuotas
no implica, por el momento, modificaciones en el poder de veto que detentan los Estados Unidos y otros
miembros de la institución. La emisión de Derechos Especiales de Giro por 250.000 millones de dólares
constituiría el único instrumento para proporcionar liquidez que no está sujeto a condicionalidad. Por la
participación en el capital del FMI, la Argentina tendría derecho a una suma aproximada al 1% del monto a
distribuir entre los miembros.
Un aspecto sustantivo sobre el que se han intercambiado opiniones de manera preliminar es el de la supervisión multilateral y la puesta en vigor de disciplinas de ordenamiento macroeconómico, particularmente
para los miembros de mayor peso en la economía internacional. La simetría de tratamiento, independientemente del endeudamiento con los organismos multilaterales de crédito, aparece como uno de los grandes
interrogantes, a fin de evitar la repetición de los desequilibrios que llevaron a la crisis. Está ligado al tema
de condicionalidades cuya flexibilización reclaman los países en desarrollo.
4.5. Reestructuración del sistema financiero internacional
La cumbre del G-20 confirmó el establecimiento del Consejo de Estabilidad Financiera (Financial Stability
Board) como sucesor del Foro de Estabilidad Financiera que estaba integrado por los países del G-7. En
este caso se amplía el número de miembros al conjunto de los países del G-20, España y la Comisión de
la Unión Europea.
La función del nuevo organismo, que integrarán en principio los ministros de finanzas o los presidentes
de los bancos centrales de los miembros, será, desde el punto de vista de la economía internacional, la
de colaborar con el FMI en un sistema de alerta temprana sobre riesgos macroeconómicos y financieros y
proponer acciones destinadas a resolver los problemas y anticiparse a eventuales crisis.
Con relación al sistema financiero internacional, el Consejo deberá extender la aplicación del marco regulatorio que proponga y defina, así como su supervisión a todas las instituciones, instrumentos y mercados
financieros de importancia, incluyendo los mercados de futuro y fondos de alto riesgo (hedge funds).
Asimismo le corresponderá adoptar medidas, una vez que se produzca la recuperación económica, para
mejorar la transparencia de los paquetes financieros y la cobertura de riesgos de las instituciones, a través
de adecuadas relaciones de capital sobre obligaciones. Sus competencias también se extenderán a las
bonificaciones de ejecutivos, a asegurar la independencia, transparencia y neutralidad de las agencias de
calificación de riesgo y a adoptar medidas, incluyendo sanciones, contra las jurisdicciones no cooperativas
que no levanten el secreto bancario (paraísos fiscales).
Los países europeos fueron los que más insistieron en un lenguaje fuerte en materia de regulación del sistema
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financiero al atribuir gran parte de la responsabilidad de la crisis a la falta de una normativa clara y precisa
sobre el funcionamiento, supervisión, control y transparencia de las entidades y mercados. Los Estados
Unidos, que en un principio pretendían dejar para más adelante la formulación de compromisos estrictos en
esta área, accedieron a incluirlos con la condición de que las exigencias se incorporen gradualmente y en
función de la recuperación económica y la estabilización de los mercados financieros.
A pesar de los progresos que registra el comunicado de la cumbre de Londres sobre la reorganización del
sistema financiero internacional, la instrumentación de los objetivos fijados no es sencilla, teniendo en cuenta
el papel desempeñado por el sector en la transferencia de recursos entre países y al interior de los países.
Muchos de los paraísos fiscales, a título de ejemplo, son prolongaciones de los sistemas financieros nacionales y no podrán ser fácilmente desmantelados si no cambia la concepción de fondo de funcionamiento del
sistema financiero y se reorienta dicho sector de manera que cumpla con su rol natural de asignación social
eficiente del ahorro con destino a la financiación de inversiones, del consumo y del comercio.
5. Conclusiones
La segunda reunión cumbre del G-20 en Londres arrojó resultados positivos, aunque todavía modestos, con
vistas a resolver la crisis y dar lugar a un crecimiento sustentable a largo plazo. En gran parte, los resultados
concretos se relacionan con el compromiso de los miembros de contribuir a la recuperación de la demanda
global, mediante la capitalización de los organismos financieros multilaterales y la ejecución, ya en marcha,
de medidas fiscales y monetarias domésticas. La diferencia respecto a la primera cumbre de Washington,
que inició el diálogo de alto nivel sobre la crisis, estriba en que, en esta oportunidad, se adoptaron o comprometieron medidas efectivas y se acordó avanzar en la reforma de los organismos multilaterales de crédito
y la reestructuración regulatoria y de supervisión del sistema financiero internacional.
Teniendo en cuenta el largo plazo, la cuestión de mayor importancia producida por la cumbre de Londres es
de carácter institucional. En el comunicado se dispone otorgar al G-20 y al Consejo de Estabilidad Financiera,
recientemente formado, la conducción política de gestión de la crisis y del diseño e instrumentación de las
reformas señaladas.
Se trata de un paso adelante con relación a la concentración de la agenda en el G-7, que rigió hasta hace
poco tiempo atrás. El tiempo dirá si el avance se consolida y profundiza y la cooperación pasa a ser el eje
principal de conducción de los asuntos económicos internacionales. La convocatoria a una nueva reunión
cumbre del G-20, antes de fin de año, mantiene abiertas las expectativas.
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Anexo
Comunicado del G-20
1. Nosotros, los líderes del G-20, nos hemos reunido en Londres el 2 de abril de 2009.
2. Nos enfrentamos al mayor reto para la economía mundial de la era contemporánea; una crisis que se
ha agravado desde que nos reunimos la última vez, que afecta a la vida de las mujeres, hombres y niños
de todos los países y todos los países deben aunar esfuerzos para resolverla. Una crisis global exige una
solución global.
3. Partimos de la creencia de que la prosperidad es indivisible; de que el crecimiento, para que sea constante,
tiene que ser compartido; y de que nuestro plan global para la recuperación debe centrarse en las necesidades
y los puestos de trabajo de las familias que trabajan con ahínco, no sólo en los países desarrollados, sino
también en los mercados emergentes y en los países más pobres del mundo; y debe reflejar los intereses
no sólo de la población actual, sino también de las generaciones futuras. El único cimiento sólido para una
globalización sostenible y una prosperidad creciente es una economía basada en los principios de mercado,
en una regulación eficaz y en instituciones globales fuertes.
4. Hoy nos hemos comprometido a hacer lo necesario para: restablecer la confianza, el crecimiento y el empleo; reparar el sistema financiero para restaurar el crédito; reforzar la regulación financiera para reconstruir
la confianza; financiar y reformar nuestras instituciones financieras internacionales para superar esta crisis y
evitar crisis futuras; fomentar el comercio y la inversión globales y rechazar el proteccionismo para apuntalar
la prosperidad; y construir una recuperación inclusiva, ecológica y sostenible. Si actuamos conjuntamente
para cumplir estas promesas, sacaremos a la economía mundial de la recesión y evitaremos que vuelva a
producirse una crisis como ésta en el futuro.
5. Los acuerdos que hemos alcanzado hoy constituyen un programa adicional de 1,1 billones de dólares
de apoyo para restaurar el crédito, el crecimiento y el empleo en la economía mundial. Las medidas son
las siguientes: triplicar los recursos a disposición del FMI hasta los 750.000 millones de dólares; apoyar
una nueva partida de Derechos Especiales de Giro (DEG) de 250.000 millones de dólares y al menos
100.000 millones de dólares en préstamos adicionales por parte de los bancos multilaterales de desarrollo;
garantizar 250.000 millones de dólares de apoyo para la financiación del comercio; y utilizar los recursos
adicionales de las ventas de oro acordadas por el FMI para la financiación de los países más pobres. Junto
con las medidas que hemos tomado cada uno en el plano nacional, esto constituye un plan global para la
recuperación sin precedentes.
6. Vamos a emprender una ampliación fiscal concertada y sin precedentes, que salvará o creará millones
de empleos que de otro modo se habrían destruido y que, para finales de año, representará 5 billones de
dólares, elevará la producción en un 4% y acelerará la transición hacia una economía ecológica. Nos hemos
comprometido a proporcionar la escala de apoyo fiscal sostenido necesaria para reactivar el crecimiento.
7. Nuestros bancos centrales han tomado medidas excepcionales. Se han reducido los tipos de interés de
forma radical en la mayoría de los países y nuestros bancos centrales han prometido mantener políticas
de expansión lo que sea necesario y usar toda la gama de instrumentos de política monetaria, incluidos los
poco convencionales, que estén en concordancia con la estabilidad de precios.
8. Nuestras medidas para restablecer el crecimiento no darán resultado hasta que no restauremos el préstamo interno y los flujos internacionales de capital. Hemos proporcionado un apoyo significativo y extenso
a nuestros sistemas bancarios para dar liquidez, recapitalizar las instituciones financieras y abordar con
decisión el problema de los activos afectados. Nos hemos comprometido a tomar todas las acciones necesarias para restablecer el flujo normal del crédito a través del sistema financiero y garantizar la solidez de
las instituciones sistémicamente importantes, aplicando nuestras políticas según el marco acordado por el
G-20 para reparar el sector financiero.
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Artículos
9. En conjunto, estas acciones constituirán el mayor estímulo fiscal y monetario y el programa de apoyo
más extenso para el sector financiero de los últimos tiempos. Actuar conjuntamente refuerza el impacto y
las medidas políticas excepcionales anunciadas hasta la fecha deben llevarse a la práctica sin demora. Hoy
hemos acordado 1 billón de dólares más de recursos adicionales para la economía mundial a través de
nuestras instituciones financieras internacionales y la financiación del comercio.
10. El mes pasado, el FMI calculó que se reanudaría el crecimiento mundial en términos reales y superaría
el 2% para finales de 2010. Confiamos en que las acciones que hemos acordado hoy y nuestro compromiso inquebrantable de cooperar para restablecer el crecimiento y el empleo, al tiempo que preservamos la
sostenibilidad fiscal a largo plazo, acelerará la vuelta a un crecimiento positivo. Hoy nos comprometemos a
llevar a cabo cualquier acción que sea necesaria para asegurar este resultado e instamos al FMI a evaluar
periódicamente las acciones emprendidas y las acciones globales necesarias.
11. Estamos decididos a garantizar la sostenibilidad fiscal a largo plazo y la estabilidad de precios y pondremos
en marcha estrategias de salida creíbles frente a las medidas que se han de tomar ahora para apuntalar
el sector financiero y restablecer la demanda global. Si aplicamos las políticas acordadas, reduciremos los
costos y la escala de la consolidación fiscal necesaria a largo plazo.
12. Implementaremos nuestras políticas económicas de manera responsable en lo que respecta a su impacto
para otros países. Nos abstendremos de una devaluación competitiva de nuestras monedas y fomentaremos
un sistema monetario internacional estable y en buen funcionamiento. Apoyaremos, ahora y en el futuro,
la supervisión sincera, equilibrada e independiente por parte del FMI de nuestras economías y nuestros
sistemas financieros, de las repercusiones de nuestras políticas para los demás y de los riesgos a los que
se enfrenta la economía global.
13. Las grandes fallas en el sector financiero y en la regulación y la supervisión financieras fueron causas
fundamentales de la crisis. La confianza no se recuperará hasta que no reconstruyamos la confianza en
nuestro sistema financiero. Tomaremos medidas para crear un marco supervisor y regulador más fuerte y
globalmente más coherente para el futuro sector financiero.
14. Cada uno de nosotros acuerda garantizar que establecerá unos sistemas reguladores fuertes. Pero
también estamos de acuerdo en establecer una mayor coherencia y una cooperación sistemática entre
países, y el marco de criterios elevados acordados internacionalmente que un sistema financiero mundial
requiere. El fortalecimiento de la regulación y de la supervisión debe promover el decoro, la integridad y la
transparencia; proteger frente al riesgo en todo el sistema financiero; amortiguar en lugar de amplificar el
ciclo financiero y económico; reducir la dependencia de fuentes de financiación indebidamente arriesgadas; y desincentivar la excesiva toma de riesgos. Los reguladores y los supervisores deben proteger a los
consumidores y a los inversores, apoyar la disciplina de mercado, evitar impactos perjudiciales en otros
países, reducir el alcance del arbitraje regulador, fomentar la competencia y el dinamismo, y mantenerse al
día con las innovaciones del mercado.
15. Con este fin estamos aplicando el Plan de Acción acordado en nuestra última reunión. Hoy también
hemos emitido una declaración, El fortalecimiento del sistema financiero. En concreto, acordamos:
Establecer un nuevo Consejo de Estabilidad Financiera (FSB) con mayores competencias, como
sucesor del Foro de Estabilidad Financiera (FSF), que incluya los países del G-20, los miembros del
FSF, España, y la Comisión Europea.
Que el FSB deberá colaborar con el FMI para advertir de antemano los riesgos macroeconómicos y
financieros y sobre las medidas necesarias para superarlos.
Remodelar nuestros sistemas reguladores de modo que nuestras autoridades puedan detectar y
tomar en cuenta los riesgos.
Ampliar la regulación y la vigilancia a todas las instituciones, los instrumentos y los mercados financieros sistémicamente importantes. Esto incluirá a fondos de cobertura sistémicamente importantes.
Respaldar y aplicar los nuevos y estrictos principios del FSF sobre remuneración y compensación,
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y apoyar los planes de compensación sostenibles y la responsabilidad social corporativa de todas
las empresas.
Tomar medidas, una vez asegurada la recuperación, para mejorar la calidad, la cantidad y la coherencia
internacional del capital en el sistema bancario. En el futuro, la regulación debe impedir un endeudamiento excesivo y exigir la acumulación de reservas de recursos en momentos de prosperidad.
Tomar medidas contra las jurisdicciones no cooperativas, incluidos los paraísos fiscales. Estamos
dispuestos a desplegar sanciones para proteger nuestras finanzas públicas y nuestros sistemas
financieros. La era del secreto bancario se ha acabado. Señalamos que la OCDE ha publicado hoy
una lista de países evaluados por el Foro Mundial de acuerdo con la norma internacional para el
intercambio de información fiscal.
Solicitar a los encargados de establecer las normas contables que colaboren urgentemente con supervisores y reguladores para mejorar los criterios de valoración y provisión, y alcanzar un conjunto
de normas contables mundiales de alta calidad.
Ampliar la supervisión y el registro regulador a las Agencias de Calificación de Crédito para garantizar
que cumplen el código internacional de buenas prácticas.
16. Ordenamos a nuestros ministros de Finanzas que completen la aplicación de estas decisiones de
acuerdo con el calendario establecido en el Plan de Acción. Hemos pedido al FSB y al FMI que hagan un
seguimiento y que presenten un informe en la reunión de nuestros ministros de Finanzas que se celebrará
en Escocia en noviembre.
17. Los nuevos mercados y los países en vías de desarrollo, que han sido el motor del reciente crecimiento
mundial, afrontan también ahora retos que se suman a la actual recesión de la economía mundial. Para
la confianza mundial y la recuperación económica es imperativo que sigan recibiendo capital. Esto exigirá
un reforzamiento considerable de las instituciones financieras internacionales, en especial el FMI. Por lo
tanto, hoy hemos acordado aportar 850.000 millones de dólares de recursos adicionales a las instituciones
financieras mundiales para respaldar el crecimiento en los nuevos mercados y en los países en vías de
desarrollo. Con este fin:
Hemos aceptado aumentar los recursos de los que dispone el FMI mediante la aportación inmediata
por parte de los miembros de 250.000 millones de dólares, posteriormente incorporados a unos
Nuevos Acuerdos de Préstamo ampliados y más flexibles, incrementados en unos 500.000 millones
de dólares, y considerar la solicitud de préstamos en el mercado.
Apoyamos un alza considerable del préstamo, de al menos 100.000 millones de dólares, por parte
de los Bancos de Desarrollo Multilaterales, incluso a países de rentas bajas, y garantizamos que
todos tendrán el capital adecuado.
18. Es esencial que estos recursos puedan usarse de manera eficaz y flexible para fomentar el crecimiento.
A este respecto acogemos favorablemente el progreso que ha hecho el FMI con su nueva Línea de Crédito
Flexible (LCF) y su marco de préstamo y condiciones reformado, que permitirá al Fondo garantizar que
sus recursos abordan con eficacia las causas subyacentes de las necesidades financieras de la balanza
de pagos de los países, en especial la retirada de los flujos de capital externo a la banca y a los sectores
corporativos. Apoyamos la decisión de México de solicitar un acuerdo de LCF.
19. Hemos acordado apoyar una asignación de Derechos Especiales de Giro que inyectará 250.000 millones
de dólares a la economía y aumentará la liquidez global, y la urgente ratificación de la Cuarta Enmienda.
20. Para que nuestras instituciones financieras contribuyan a paliar la crisis y a prevenir crisis futuras debemos fortalecer su trascendencia, su eficacia y su legitimidad a más largo plazo. Por ello, estamos decididos
a reformar y modernizar las instituciones financieras internacionales. Modificaremos sus competencias, su
alcance y su gestión para que reflejen los cambios en la economía mundial y los nuevos desafíos de la
globalización, y para que las economías emergentes y en vías de desarrollo, incluso las más desfavorecidas,
tengan más voz y representación. Esto debe ir acompañado de medidas para incrementar la credibilidad y
la responsabilidad de las instituciones a través de una mejor supervisión estratégica y toma de decisiones.
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Revista del CEI Número 14 - Abril de 2009
Artículos
Para ello:
Nos comprometemos a aplicar el plan de la cuota del FMI y a manifestar las reformas acordadas en abril
de 2008 y a apelar al FMI para que complete la siguiente revisión de cuotas en enero de 2011.
Acordamos que debería tenerse más en cuenta una mayor participación por parte de los gobernadores del Fondo a la hora de aportar una dirección estratégica al FMI y aumentar su obligación de
rendir cuentas.
Nos comprometemos a implementar las reformas del Banco Mundial acordadas en octubre de 2008.
Esperamos nuevas recomendaciones sobre reformas en cuestiones de voz y representación con un
calendario acelerado, para ser acordadas en las Reuniones de Primavera de 2010.
Acordamos que los directores y las cúpulas directivas de las instituciones financieras internacionales
deberán ser elegidos a través de un proceso de selección abierto, transparente y basado en los
méritos.
En la línea de las actuales revisiones del FMI y del Banco Mundial hemos pedido al presidente que,
de forma conjunta con los ministros de Finanzas del G- 20, mantenga consultas exhaustivas dentro
de un proceso inclusivo y nos comunique en la próxima reunión las propuestas para otras posibles
reformas para mejorar el grado de adecuación y adaptabilidad de las Instituciones Financieras
Internacionales.
21. Acordamos la conveniencia de un nuevo consenso global sobre valores esenciales y principios que
fomentarán una actividad económica sostenible. Apoyamos el debate sobre dicha carta para el desarrollo
de una actividad económica sostenible con vistas a ampliar el tema en nuestra siguiente reunión.
22. El crecimiento del comercio mundial ha sostenido una prosperidad cada vez mayor durante medio
siglo. Pero ahora está cayendo por primera vez en 25 años. Reafirmar el comercio y la inversión mundial
es esencial para restaurar el crecimiento global. No repetiremos los errores históricos del proteccionismo
de eras anteriores. Para ello:
Reafirmamos el compromiso asumido en Washington: abstenernos de levantar nuevas barreras a la
inversión o al comercio, de imponer nuevas restricciones, o de aplicar medidas inconsistentes con
la OMC para estimular exportaciones. Rectificaremos sin demora cualquiera de dichas medidas.
Aplazamos este compromiso hasta finales de 2010.
Minimizaremos cualquier impacto negativo para el comercio y la inversión de nuestras acciones de
política interior. No nos refugiaremos en el proteccionismo financiero y especialmente en medidas
que limiten el movimiento de capitales, especialmente hacia los países en vías de desarrollo.
Notificaremos sin demora a la OMC cualquier medida de ese tipo y pediremos a la OMC que controle
nuestra adherencia a dichas promesas e informe públicamente sobre ella con carácter trimestral.
Tomaremos todas las medidas que estén en nuestra mano para fomentar y facilitar el comercio y la
inversión.
Garantizaremos la disponibilidad de al menos 250.000 millones de dólares durante los próximos
dos años para apoyar la financiación de operaciones comerciales a través de nuestro crédito a la
exportación y agencias de inversión y a través de los Bancos Multilaterales de Desarrollo.
23. Seguimos comprometiéndonos a alcanzar una conclusión ambiciosa y equilibrada para la Ronda de
Desarrollo de Doha, urgentemente necesaria. Eso podría suponer un estímulo para la economía mundial
de al menos 150.000 millones de dólares al año.
24. Aportaremos un punto de vista y una atención política renovados a este tema fundamental y utilizaremos
nuestro trabajo continuado y todas las reuniones internacionales necesarias para impulsar el progreso.
25. Estamos decididos no sólo a restaurar el crecimiento, sino también a establecer las bases de una economía
mundial justa y sostenible. Reconocemos que la crisis actual tiene un impacto desproporcionado para los
más vulnerables en los países más pobres y reconocemos nuestra responsabilidad colectiva para mitigar el
Revista del CEI Comercio Exterior e Integración
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impacto social de la crisis y minimizar los daños a largo plazo que pueda sufrir el mundo. Con este fin:
Reafirmamos nuestro compromiso histórico de alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio y
cumplir las promesas de nuestras respectivas ayudas oficiales al desarrollo. Las acciones que hemos
acordado hoy proporcionarán un fondo de 50.000 millones de dólares destinado a apoyar la protección
social, impulsar el comercio y salvaguardar el desarrollo en los países con pocos recursos, como
parte de un aumento significativo de la ayuda en tiempos de crisis a estos y otros países en vías de
desarrollo y mercados emergentes.
Vamos a hacer que estén disponibles recursos para la protección social en los países más pobres,
entre otras cosas mediante la inversión en la seguridad alimentaria y las contribuciones bilaterales
voluntarias al fondo de vulnerabilidad del Banco Mundial.
Hemos acordado que se usarán recursos adicionales procedentes de ventas pactadas de oro del
FMI, junto con ingresos procedentes de excedentes, para proporcionar una financiación adicional,
privilegiada y flexible de 6000 millones de dólares a los países más pobres durante los dos o tres
próximos años.
Hemos acordado revisar la flexibilidad del Marco de Sostenibilidad de la Deuda y pedir al FMI y al
Banco Mundial que informen al Comité Monetario y Financiero Internacional y al Comité de Desarrollo
en reuniones anuales.
Hacemos un llamamiento a la ONU para que establezca un mecanismo eficaz para supervisar el
impacto de la crisis sobre los más pobres y vulnerables.
26. Reconocemos la dimensión humana que tiene la crisis. Nos comprometemos a apoyar a aquellos
afectados por la crisis mediante la creación de oportunidades de empleo y mediante medidas de apoyo
a los ingresos. Construiremos un mercado laboral justo y favorable para las familias, hombres y mujeres.
Apoyaremos el empleo estimulando el crecimiento, la inversión en educación y la formación, y mediante
políticas activas para el mercado laboral centradas en los más vulnerables. Hacemos un llamamiento a
la Organización Internacional del Trabajo para que haga una valoración sobre las medidas tomadas y las
necesarias para el futuro.
27. Hemos acordado hacer el mejor uso posible de las inversiones financiadas por los programas de estímulo fiscal, con el objetivo de construir una recuperación resistente, sostenible y respetuosa con el medio
ambiente. Llevaremos a cabo una transición hacia unas tecnologías e infraestructuras limpias, innovadoras,
poco contaminantes y que usen eficazmente los recursos. Animamos a las instituciones para el desarrollo
a que contribuyan con todos sus esfuerzos al logro de este objetivo. Estableceremos más medidas para la
construcción de economías sostenibles y trabajaremos juntos en ellas.
28. Reafirmamos nuestro compromiso de afrontar la amenaza del cambio climático irreversible, basándonos
en el principio de las responsabilidades compartidas pero diferenciadas, y de alcanzar un acuerdo en la
Conferencia de la ONU sobre Cambio Climático que se celebrará en Copenhague en diciembre de 2009.
29. Nos hemos comprometido a trabajar juntos con urgencia y determinación para transformar estas palabras
en hechos. Hemos acordado reunirnos de nuevo antes de que finalice este año para comprobar la evolución
de nuestros compromisos.