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Democracia delegativa vs. Populismo: Una diferenciación que desborda el concepto e inunda
lo Real1
Valeria Mosca2
Raquel Cosentino3
El presente trabajo tratará de derribar los intentos, mal fundamentados, de igualar el concepto
de populismo al de democracia delegativa. Para ello, nos remitimos a los análisis desde
Guillermo O`Donnell4 y Ernesto Laclau5 en una perspectiva transversal.
Como afirma O`Donnell (1993) el populismo implicó una ampliación de la participación popular
y un incremento de la organización política y de hecho ha coexistido con períodos de
expansión dinámica de economía domestica; mientras que las democracias delegativas
tienden a despolitizar a la población y coexisten con periodos de severas crisis económicas.
En un contexto de defensa del régimen democrático, creemos que las democracias
contemporáneas inevitablemente se convierten en populismos, dado el nivel de
heterogeneidad social imperante y la complejidad sistémica existente. Es decir, que en la
época actual del sistema de acumulación a nivel mundial, que podemos denominar
posmoderno6, la forma política de la sociedad necesariamente requiere de la instauración de
una hegemonía fundada en la categoría Pueblo.
Visiblemente en oposición a la década de los noventa (y reafirmamos como consecuencia de la
feroz dictadura cívico militar del `76), época donde se potencializó la búsqueda de lo racional,
lo objetivo, lo técnico en detrimento de lo intelectual, la a-política como política de
dominación, la exacerbación de lo económico y en especial de lo financiero como modelo de
acumulación, etc.7, intentaremos recuperar el valor de la política como herramienta de
cambio y de acción de los Pueblos.
De esta manera, tenemos por un lado un modelo socio político que desencadenó en los que se
suele llamar democracias delegativas, mientras que a partir del año 2003 podemos evidenciar
el surgimiento de un populismo renovado, diferente al de antaño, pero que intenta alcanzar y
1
Trabajo realizado para la Fundación UOCRA para la educación de los trabajadores constructores
Lic. En Ciencia Política (UBA)
3
Lic. en Ciencia Política (UBA) e investigadora social
4
Guillermo o`Donnell, (1993) “Estado, democratización y ciudadanía”, Nueva Sociedad Nº128;
“Democracia Delegativa”, publicado originalmente como Delegative Democracy, Journal of Democracy,
Vol.5, Num. 1, January 1995, 55-69.
5
Ernesto Laclau, (2010). La razón populista. Buenos Aires. FCE
2
6
La posmodernidad esta conceptualizada en base a la superación del sistema capitalista de su fase
industrial, a una nueva etapa signada por el desarrollo tecnológico e informático, cuyas apariciones han
modificado la vida en un sentido general, y el modo de acumulación a nivel mundial específicamente,
en un sentido netamente económico pero no por ello aislado del resto de las variables.
7
donde se pretendió abstraer el desarrollo del mercado de sus relación con lo social y la reducción del
Estado fundado en la necesidad de equilibrar las cuentas fiscales así como favorecer a una Argentina
“competitiva”
1
crear un grado de homogeneidad8 que favorezca a la organización social y al desarrollo
económico en un país para todos/as.
Es por ello que en una primera instancia definiremos a la democracia desde una perspectiva
histórica, para luego concentrarnos en ambos modelos por separado, y arribar a conclusiones
centradas en las posibilidades y desafíos de la Argentina actual.
La Democracia: definiendo el concepto
La palabra democracia tiene su origen del griego demos (Pueblo) y kratos (Gobierno), que
conjuntamente significan gobierno del, y podemos agregar para, el Pueblo. Su utilización se
enmarca en Atenas en el siglo V (AC), y encuentra su principal teórico en Aristóteles, quien
vale aclarar parte de una concepción relacional (social) del hombre9. Entonces, el hombre es
un ser social que a través de la relación, e identificación, con los otros establece una “forma
política” tal que le permita desarrollarse individualmente y colectivamente. De hecho,
Aristóteles describe que “El que sea incapaz de entrar en esta participación común, o que, a
causa de su propia suficiencia, no necesite de ella, no es más parte de la ciudad, sino que es
una bestia o un dios". ("Política", libro 1,1).
Es así que, la democracia moderada o politeia constituye para Aristóteles el mejor régimen de
gobierno ya que la misma favorecerá a la realización espiritual y moral de la sociedad10.
Luego de esta breve descripción del origen del concepto democracia, nos adentraremos
directamente al siglo XIX con el éxito del Iluminismo, cuya exacerbación de la objetividad y la
racionalidad de los hombres significa que se produce una separación entre política y moral,
que implica una objetividad pretendida sobre el concepto de lo político.
Es importante destacar que, junto con el Iluminismo tiene su origen el liberalismo económico
con sus teóricos clásicos como Smith o Ricardo quienes bregaban por una lógica de la
individualidad aun más profunda que, bajo la racionalidad del mercado, permitirá una libertad
extensiva e intensiva.
Es en este momento donde podemos ubicar a Tocqueville y su libro “La democracia en
América”11, cuyo interés por la democracia norteamericana, el Nuevo Mundo, se
fundamentaba en el temor que las sucesivas revoluciones liberalizadoras en Europa
evidenciaba la aristocracia. De este modo, Tocqueville llega a la conclusión de que la
8
Pues como afirma E. Laclau (2011) en “Debates y Combates” la homogeneidad nunca esta dada, sino
que se construye.
9
Baruch de Spinoza dirá luego que el hombre fuera de la sociedad simplemente no es, estableciendo
cierta semejanza con la perspectiva que Hobbes posee del Hombre en su estado natural, y
diametralmente opuesta a la de Locke, Rousseau y hasta Marx. Ver Baruch de Spinoza (1946), “Tratado
teológico político”, ed. Lautaro, Buenos Aires.
10
Para informarse sobre las criticas a Aristóteles por haber cambiado la relación entre vida activa y vida
contemplativa que Platón había desarrollado, convirtiendo al hombre en un ser contemplativo, sin
acción concreta, la cual se le adjudica al vulgo mientras que el pensar aislado de lo concreto refería al
político filosofo, ver Hannah Arendt: “La Condición Humana”, Barcelona, Paidos, 1993; “Sobre la
revolución”, Alianza, 2004.
11
Alexis de Tocqueville, (2001) “La democracia en América”, Alianza, Madrid.
2
democracia es una corriente que arraiga su fuerza en la historia, como una oleada con
alteraciones pero irrefrenable y que sucumbiría sobre todos en un corto tiempo.
En sentido general, podemos decir que el miedo a la democracia tiene su origen teórico en la
diferenciación, y oposición ficcional, entre libertad e igualdad.
No obstante, la Modernidad se caracteriza por la necesaria construcción de un Estado12, sus
fundamentos y orientaciones, con lo cual la democracia se asocia al desarrollo institucional
como organización del poder: concretamente sus cimientos son el Estado democrático.
Un Estado Democrático, cuyos principios fundamentales serán: el orden; la división de poderes
(acá hay una tradición fundada en el republicanismo de Monstesquieu13); la libertad y la Ley.
Tocqueville establece como esencial no un Estado educador como lo concebían Spinoza y
Rousseau, por ejemplo, sino una educación fundada en la experiencia, en los hábitos, lo cual
imprime un concepto más político al de educación que el que se concebía hasta el momento.
Aparece la importancia de la construcción social y de la historia desde una perspectiva
experimental, es decir, que la participación popular requiere de otro tipo de conceptualización
sobre el poder, la educación, la organización social, etc. que ya no se funda únicamente en la
posesión de propiedad privada o en títulos nobiliarios, sino en el hecho natural del Ser. Dato
importante a tener en cuenta.
La discusión sobre el valor de la democracia sigue vigente ya que es el resultado de un
antagonismo social que se fundamenta en el sistema de acumulación, cuyas desigualdades
imponen una lógica diferencial y la pretendida búsqueda de unión (fallida en términos de
Laclau, al cual volveremos más adelante) que constituye esa fuerza inmanente de la que habla
Tocqueville.
En este sentido, es necesario hacer un apartado sobre la desigualdad y su relación con la
libertad que es el fin último del Estado democrático liberal. Para el autor francés, el origen de
la desigualdad entre los hombres es la propiedad privada (Para Locke14 es la introducción del
dinero, por ejemplo) que es el origen de la aristocracia.
Realizamos un salto histórico hacia la segunda mitad del siglo XX donde Robert Dahl realiza
una revolución dentro de las definiciones de democracia que estaba vigente hasta el
momento. No obstante, es importante entender el contexto general en el que se encontraba
el autor, el fin de la segunda guerra mundial, la guerra fría y la permanente amenaza desde
distintos frentes ideológicos del surgimiento de tiranías, convierte en esencial los estudios
sobre las democracias (y dio fundamento a la teoría lefortiana sobre la tendencia de las
democracias hacia los totalitarismos) fundamental para garantizar la “libertad”.
12
El Estado entendido como el momento ético político de una sociedad, y en una relación inherente e
irreductible con ella. Consecuentemente, podemos decir que aquí también se produce una
diferenciación entre la década del noventa y los periodos democráticos populares: en la primera se
produce una división teórica entre sociedad civil y Estado, funcional a la objetividad y eficiencia
pretendida e irreal; mientras que en el segundo se produce una fusión entre ambas fortaleciendo un
vínculo recíproco de responsabilidad donde prima el sentido de lo social.
13
Montesquieu (2004), “Del espíritu de las leyes”, Ed. Libertador, Buenos Aires.
14
John Locke, (2009) “Segundo ensayo sobre el Gobierno Civil”, Ed. Libertador, Buenos Aires.
3
Los fundamentos del análisis político de Dhal15 se erigen sobre el interés en las democracias
modernas, dinámicas y pluralistas, sobre las cuales instituye su concepto de poliarquía. La
misma debe comprender siete elementos que la compongan:
-
Funcionarios electos
Elecciones libres e imparciales
Sufragio inclusivo
Derecho a ocupar cargos públicos
Libertad de expresión
Variedad de fuentes de información
Autonomía asociativa
En un sentido general, es primordial que la conceptualización referida a la democracia no solo
se remita a su contenido institucional formal, sino que tenga su correlato con lo social y de
esta manera, su reflejo sea real.
a- Democracia delegativa
En este apartado nos concentraremos en la democracia delegativa, donde O`Donnell se
pregunta sobre las democracias modernas, ya que observa que toda la teoría referida al tema
se concentra en las democracias representativas, mientras que muchas democracias “nuevas”
o recientemente recuperadas, sobre todo en América Latina, poseen todas las características
que había señalado R. Dhal (y que hemos expuesto arriba) pero no por ello son representativas
en un sentido estricto. Con lo cual se produce una suerte de separación entre teoría y realidad,
que viene a ser saldada por este nuevo sub tipo de democracia.
Las DD`s no son democracias consolidadas, es decir, institucionalizadas, pero pueden ser
duraderas, afirma el autor. De hecho, expresa que en muchos casos se produce una especie de
estancamiento institucional donde el régimen no entra en regresión, pero tampoco avanza
hacia una democracia representativa.
Asimismo, presenta que las mismas son el resultado de los gobiernos de facto que se
instalaron en la región en la década del setenta y ochenta (el caso de Paraguay, por ejemplo),
donde se han hecho habito ciertas prácticas societarias que se orientan hacia una organización
política mas autoritaria que representativa.
O`Donnell propone una nueva transición que va desde los gobiernos autoritarios hacia los
democráticos en este período, en los cuales se produce una transición de un gobierno
autoritario, a un gobierno democrático, pero no por ello a una democracia institucionalizada,
advirtiendo un contexto de incertidumbre e ineficacia.
Entonces, las DD`s son fuertemente mayoritarias, remiten a fundamentar vía triunfo de
elecciones la acción libre de un candidato triunfante que se separa luego de su base electoral,
y ejecuta una serie de políticas que considera apropiadas de manera aislada o asociado a
determinados grupos de poder.
15
Ver Robert A. Dhal, “La poliarquía. Participación y oposición”, Tecnos, Madrid, 1989
4
En este sentido, resulta esencial traer a colación las políticas previstas por el denominado
Consenso de Washington16, que le dan sustento teórico a toda esta estructura política e
institucional
“Las democracias delegativas se basan en la premisa de quien sea que gane una elección
presidencial tendrá el derecho a gobernar como él (o ella) considere apropiado, restringido solo
por la dura realidad de las relaciones de poder existentes y un periodo en funciones limitado
constitucionalmente. El presidente es considerado como la encarnación del país, principal
custodio e interprete de sus intereses. Las políticas de su gobierno no necesitan guardar
ninguna semejanza con las promesas de su campaña […] Debido a que a esta figura paternal le
corresponde encargarse de toda la nación, su base política debe ser un movimiento; la
supuestamente vibrante superación del faccionismo y de los conflictos asociados a los partidos.
(Acá, podemos agregar la crisis de los partidos políticos que se puso de manifiesto con la
llegada de la dictadura cívico militar del `76 y se profundizo en el periodo democrático).
Generalmente, en las DD`s los candidatos presidenciales ganadores se sitúan a si mismos tanto
sobre los partidos políticos como sobre los intereses organizados (estableciendo una no política
como recurso de dominación).
En este contexto, han cobrado protagonismo los técnicos y economistas que, asociados al
único que sabe como hacer las cosas, el Padre de todos nosotros, establecen el camino a
seguir. Además, otra de las características del sistema es que se exacerba, fundamentado en
el valor de la libertad, un individualismo que favorece a la segmentación social y a la
agudización de las desigualdades. Con lo cual, se produce un quiebre de la fundamentación
política clásica que se puso de manifiesto con la crisis de representación que estallo en el año
2001.
No obstante, hablar de democracia implica tener en cuenta un tipo de delegación del poder,
pero lo que caracteriza a las DD`s es que la rendición de cuentas (que es uno de los elementos
necesarios para el buen funcionamiento general del sistema político, y que se producen de
manera vertical y de forma horizontal), se ejerce débilmente constituyendo una inestabilidad
institucional, y un frágil republicanismo17 como garantía hacia los abusos de poder.
16
Recordemos las diez medidas que componían el Consenso de Washington para América Latina:1disciplina fiscal;2-reordenamiento del gasto público;3-reforma impositiva;4-liberalización comercial;5liberalización financiera;6-tipo de cambio competitivo;7-inversión extranjera directa;8-desregulación;9derechos de propiedad; y 10-privatizaciones de las empresas públicas
17
El republicanismo es un régimen que se ha sostenido como el mejor régimen posible para autores
como Maquiavelo (nosotros interpretamos este autor desde su posición republicana, anterior al escrito
de El príncipe, que sólo constituyó un intento de recuperar un puesto de trabajo perdido con los Medici,
así que nos abocamos más a su corriente ideológica básica que a quienes solo se quedan con El príncipe
como libro fundamental, para nosotros Los Discursos sobre la Primera Década de Tito Livio es mas
importante), y por Montesquieu (retomado por los Federalistas en la formación de EE. UU) quienes
intentaban defender un gobierno en donde el pueblo tuviera resguardos ante los abusos de poder, con
lo cual la división de poderes constituye el modo mas apto para lograr el cometido. De hecho,
Maquiavelo expresa que en toda sociedad hay dos humores: los del pueblo, que solo busca no ser
dominado, oprimido; y los de los nobles, que solo buscan dominar. Entonces el deber del gobierno es
frenar el apetito de los poderosos a favor de los desposeídos. Nos encontramos ante una perspectiva
netamente política, abstraída de todos los otros condimentos de la vida en sociedad, pero que
constituyen un aporte esencial que se ha incorporado en todas las Constituciones modernas. Para mas
5
De todos modos, creemos que es importante destacar que solo la rendición de cuentas
horizontal, es también un elemento peligroso, pues la misma implica una aguda distancia entre
gobernantes/ gobernados, donde se producen alianzas únicamente entre grupos políticos y
económicos de poder, aislándose de su base y responsabilidad social en nombre de una
pretendida racionalidad y objetividad a la hora de ejecutar decisiones que respectan al
conjunto social.
Consecuentemente, afirmamos que un régimen, por lo tanto, debe comprender un buen
funcionamiento institucional, pero además, debe tener un fuerte grado de responsabilidad y
relación con la estructura social que es su fundamento. A nivel sistémico, debemos bregar por
una profesionalización de las asociaciones intermedias para que se atiendan las diversas
demandas pero de manera organizada y de forma vertical (pero con una organización interna
horizontal), para que el desarrollo de la sociedad se produzca de acuerdo a intereses colectivos
y fines con beneficios generales y sustentables en el tiempo.
b-
Consideraciones generales sobre las DD`s
De acuerdo a lo antes expuesto, podemos afirmar que el contexto de presión que las
economías desarrolladas volcaron sobre la región latinoamericana, refiere a una necesaria
división internacional del trabajo que se concentre en los mismos parámetros desiguales e
históricos de siempre. Es decir, que los periodos en que América Latina en general, y Argentina
en particular han podido expandir sus economías, ampliado su base de participación social y
alcanzado índices importantes en cuanto a modernización y desarrollo generalizado,
comenzaron los levantamientos militares organizados entre una burguesía transnacionalizada
y el mercado internacional.
Asimismo, si agregamos el marco ideológico de la Guerra Fría, se puede comprender como la
búsqueda de dominación e influencia (comercial) sobre los países se había recrudecido. Con lo
cual, y mas cercanos a una interpretación fundada en la teoría de la dependencia efectuada
por CEPAL en la segunda mitad del siglo XX (y en oposición a la teoría de la modernización),
creemos que el verdadero retraso de la región se debe a esta condición marcada por el
mercado y las economías internacionales que necesitaba de países sub desarrollados como
sostén de sus propias economías, que a una verdadera crisis nacional económica, y/o política.
De hecho, ambas son creadas en función de intereses particularistas en posición diferencial al
de los intereses de la mayoría.
Es importante destacar que las DD`s se han podido desarrollar gracias a lo que O`Donnell bien
expresa: la continuidad de prácticas autoritarias impulsadas desde el terrorismo de Estado y la
marcada reducción de la participación del Pueblo en la economía y en la política. Este punto de
partida para la desregulación, el desprestigio de la política, la no participación social vuelta
legítima, la fragmentación social, el individualismo, y por ende, la pobreza, el enfrentamiento
de todos contra todos a una suerte de nuevo estado de naturaleza, de inseguridad e
incertidumbre, de plan irreductible orientado al quiebre de la región, responden a un interés
información leer Nicolás Maquiavelo (2010), “Discursos sobre la primera década de Tito Livio”, Losada,
Buenos Aires;” El príncipe”, Ed. Libertador, Buenos Aires. Montesquieu (2010), “El espíritu de las leyes”,
Ed. Libertador, Buenos Aires.
6
por sostener los niveles de crecimiento de las economías de “primer mundo” que estaban en
retroceso y disputadas por el nuevo orden político liderado por la URSS.
“Esos países [Brasil, Argentina y Perú] están viviendo la crisis prolongada de un patrón de
acumulación18 de capital centrado en el Estado y orientado hacia adentro, y de la posición del
Estado en ese patrón.”(O`Donnell, 1993: 67)
De esta manera, se pone de manifiesto que la crisis no era centralmente económica, y mucho
menos política (con toda su retorica sobre el autoritarismo, falta de libertades, centralización
burocrática, etc., que en todo caso respondían a una democracia naciente), sino que responde
a la necesidad de cambio de la estructura económica que ya no debe orientarse hacia adentro,
hacia las sociedades propiamente dichas, sino hacia afuera y sostener el sistema económico
capitalista.
Esta última afirmación nos deriva en la explicación de que permanece constante una
contrariedad dentro del régimen democrático que es claramente su relación con el sistema
económico. Sistema económico capitalista y sistema político democrático establecen una
relación errática y hasta contradictoria, ya que el primero tiende a la mantención y
exacerbación de las desigualdades producto del sostén de una aristocracia en ascenso;
mientras que el sistema político tiende a una asociación entre igualdad y libertad que se
oponen a la condición de pobreza en la que se encuentra la mayoría de la población.
Esta situación, compleja y que remite a los propios inicios de la organización política originaria,
es el punto de inicio de toda una teoría critica sobre el sistema en un sentido general,
abordado desde la política, la filosofía, el derecho, etc. Como no abordaremos la discusión en
este trabajo, si recomendaremos y señalaremos lecturas al respecto19.
De todos modos, creemos que en este actual período de pos modernización de las relaciones y
de la fuerza de trabajo, en donde se han profundizado las desigualdades producto de la
creación de un nuevo mundo en donde las necesidades primarias se volvieron secundarias y en
una constante producción del despilfarro20, se abre el paso hacia una nueva construcción
histórico social que establece una unión con el periodo democrático (popular) real de nuestra
nación: decimos una unión histórica entre peronismo y kirchenerismo, siendo este ultimo una
suerte de compensación democrática que se mueve en un contexto diferente y más
heterogéneo pero con más recursos y posibilidades de acción gracias a la diversidad e
indeterminación actual del sistema en su estadio posmoderno.
c- Democracia popular o populismo
“El proceso iniciado ese año [en el año 2003] ha sabido constituirse paulatinamente en un
punto de inflexión frente a aquellas herencias y sus lógicas hegemónicas. Asistimos desde
18
Negrita propia
Karl Marx, (1975) “prefacio a la Contribución a la Critica de la Economía Política”, Ed. Cartago, Buenos
Aires; (2000) “El Capital”, Ed. Akal, Buenos Aires; (1973), “La ideología Alemana”, Ed. Pueblos Unidos,
Buenos Aires; (2008) “El Manifiesto Comunista”, Ed. Libertador, Buenos Aires.
Claude Lefort, (1990) “La Invención Democrática”, Nueva Visión, Buenos Aires.
Carl Schmitt, (1998) “El Concepto de lo Político”, Alianza, Madrid.
20
Ver Marcuse H. (1993) “El Hombre Unidimensional” Buenos Aires, Planeta.
19
7
entonces a una mayor presencia del Estado nacional- evidente a todas luces- en el diseño e
implementación de ciertas políticas de Estado. Con ello se reactualizaron antiguos debates
nacionales y se contribuyó a aggiornar las necesidades económicas y sociales de nuestro país
de cara, ya no a las exigencias exógenas de los Organismos Internacionales, sino a las
oportunidades reales propicias para la Argentina.” (De Piero, Gradin, Ruiz del Ferrier, 2011: 77)
La presente cita nos abre el camino hacia el análisis sobre la construcción de una nueva
hegemonía que se supo establecer a partir del año 2003.
Como expresa E. Laclau, el surgimiento del populismo se produce cuando se efectiviza un
quiebre tal que permite la identificación de un bando en una lógica dicotómica. De modo tal,
podemos decir que luego de la crisis del 2001, se pudo reorganizar y recomponer el entramado
social a través del establecimiento de una lógica equivalencial en donde en una primera
instancia, se encontraban identificados aquellos que pregonaban más ajustes estructurales,
continuar asociados a los organismos internacionales de crédito, mantener una producción
nacional fundada en la agro exportación y el sostén de la reducción de la participación del
Estado; y por otro lado aquellos que buscaban un cambio sustancial en donde la política vuelva
a ser ese campo de acción y transformación donde se recupera un sentido nacional y se
observa un beneficio social a partir de la participación ampliada y la mediación del Estado
como garante de derechos y protector de los desposeídos, devolviéndole a la institución
madre su razón de ser.
“Llamamos populista a aquella forma de rearticulación de las identidades dislocadas que las
inscribe en un discurso que divide la totalidad de lo social en dos campos políticos
antagónicos”. (Laclau, 1987: 29)
Se establece así una relación identitaria que favoreció a una equivalencia de demandas que se
concentraron en la idea de cambio, y que más allá de las particularidades, compartían ese
núcleo central. Una relación identitaria que se establece discursivamente, creada a través del
uso de los significantes vacíos que actúan como puntos nodales de fijación de sentido sobre los
que se estructura la cadena equivalencial de demandas populares.
Es así que, pasamos de una lógica diferencial21, que estuvo vigente durante el neo liberalismo,
para pasar a una lógica equivalencial22 que instaurará una nueva hegemonía, constituida por el
Pueblo, que reordenará el juego socio político nacional, en un espacio antagónico común.
A esta condición le agregamos el cambio que se ha producido sobre la estructura productiva,
que trata de abandonar el patrón agro exportador (tan disímil en los tiempos de la tecnología y
la informática) para avocarse mas a un modelo de desarrollo con inclusión social basado en la
industria, cuyo valor agregado y mano de obra extensiva impulsaron un cambio esencial en la
21
La lógica diferencial es una lógica netamente institucionalista, donde las demandas (y ayudas desde
esta perspectiva) son absorbidas desde el sistema el que a su vez da respuestas. Esta perspectiva
determina una muerte de la política que se relaciona directamente con la democracia de corte
delegativa que primó en los noventa.
22
Se produce por la equivalencia de demandas insatisfechas y que comienzan a establecer una relación
de solidaridad. Estas demandas particulares pasan a constituir una cadena mayor concentrada en una
gran demanda cuyos significantes vacíos permitirán una unión simbólica (que parte de la falla) y una
identidad propia encerrada en la categoría Pueblo.
8
vida de las personas en un sentido concreto, y en la sociedad toda, desde una perspectiva
general.
Entonces, la construcción de un Pueblo, como explica Laclau, es la condición fundamental e
irreductible para el funcionamiento democrático: Hay democracia cuando hay un pueblo
democrático. Estas condiciones son irreductibles a una asociación entre política y economía,
pues es necesario un modelo de desarrollo que tienda a la inclusión y reviertan las
predisposiciones del sistema hacia la exclusión y la pobreza, junto con un régimen político de y
para el Pueblo.
Con lo antes dicho, podemos establecer que hay una diferencia sustancial entre democracia
delegativa y populismo, ya que como pudimos observar, en la democracia popular lo que se
produce es una inclusión de la sociedad en la arena política y en cuanto a su participación en la
estructura económica. De la misma manera, la ampliación de la intervención del pueblo
supone una democratización de todas las estructuras que intervienen en el sistema, pues por
ejemplo, se debe concretar una redistribución del ingreso, un real federalismo que salde las
deudas históricas, una desarrollo de regiones antes dejadas a la suerte, y con todo ello se
produce naturalmente la inclusión de todos dentro de un programa nacional entendido desde
una perspectiva más amplia que la conocida en los noventa, donde solo se tomaban en
consideración a los “adaptados”, amarrando al resto de la población a una condición de
exclusión sistemática y todas las consecuencias negativas que la misma implica.
d- Consideraciones generales sobre el populismo
Otra de las perspectivas sobre las que se puede abordar el surgimiento del populismo puede
desarrollarse desde el institucionalismo, propia de la racionalización de la política.
Podemos afirmar que, la lógica diferencial en términos de Laclau, que primó durante la década
de los noventa, se fundó en la despolitización de la sociedad, la reducción de su participación
en la economía, y en un posicionamiento de la racionalización y eficiencia de las instituciones.
Estas, deberían funcionar separadas de la sociedad, objetivadas, de modo tal que pueda
funcionar equilibradamente a favor del sostén del orden social. De esta manera, a modo de
esquema básico, decimos que las instituciones actuarían como centros de recepción de
demandas y ayudas (inputs) del sistema, las cuales procesarían y darían una respuesta
(outputs) adecuada23.
Esta situación responde a una humanización de las organizaciones y a una cosificación de las
personas, tomando a las instituciones como entes con racionalidad objetiva y una eficiencia
casi inmanente.
Lo que se pudo observar es un desborde institucional no previsto por el Consenso de
Washington (o mejor dicho, desestimada) producto de los efectos negativos que el (neo)
liberalismo ha volcado sobre la sociedad, y particularmente sobre las personas mismas. Este
23
Para mas información sobre la teoría sistémica ver: Leonardo Morlino, (1985) “Como Cambian los
Regímenes Políticos”, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid; Gianfranco Pasquino (2004)
“Sistema Político Comparado”, Prometeo, Buenos Aires; Giovanni Sartori (2000) “Ingeniería
Constitucional Comparada”, FCE, Buenos Aires.
9
desborde, puede comprenderse como ese acontecimiento al estilo de Badiou, que irrumpe en
la escena y que no pueden ser asimilados ordenadamente. Lo que nos importa aquí, es que el
hecho de que no sean absorbidos por el sistema permiten que se establezca esa lógica nueva,
equivalencial, que es el point de capitón de una nueva construcción (y forma) política creada
bajo una nueva hegemonía conformada.
De hecho, se suele justificar el achicamiento del Estado, en su pretendido equilibrio fiscal, por
la acción de las asociaciones intermedias que absorben las demandas de la sociedad y las
filtran hacia el sistema político, pero en este caso, se produjo una deslegitimación y una
destrucción de las mismas, con lo cual, las demandas se arrojaban directamente sobre un
Estado despojado de recursos y sin marco de acción.
Desde la sociedad civil, por su parte, se produjo una despolitización y desorganización que
significó una segmentación social que aparecía como insalvable, y cuyas demandas (que en
realidad serán siempre insatisfechas) no lograban establecer un punto de unión (simbólica)
que le permita posicionarse dentro de la agenda pública nacional. Mientras que las
organizaciones empresariales y de capital dominaban la escena.
En un sentido general, la idea central fue la negación de las contradicciones (la negación de lo
social), tomando a la sociedad como un todo irreductible desde lo teórico, pero que
profundizaba las contradicciones y la individualidad en lo real.
Pero, como toda crisis, efectúa un cambio y significa una posibilidad, y eso es lo que sucedió
luego del 2001. Es en este sentido que el populismo iniciado hacia el año 2003 significó la
recuperación mediante símbolos de una unión social a favor de un cambio y una recuperación
de la política como herramienta de acción (no como elemento sino como herramienta) que se
puede visualizar con la incorporación de los jóvenes en la política como sucedió en un corto
tiempo. Algo impensado diez años atrás, y que revelan la importancia de las ideologías y del
sentido teórico como fundamento de la acción.
Entonces, vemos como se aceptan y se interiorizan las contradicciones (inherentes) sociales,
entendiendo que el momento del hoy es heterogéneo (no diferencial) y cuya aceptación de las
demandas y búsqueda de respuesta debe partir de una organización social establecida sobre
una equivalencia construida.
De esta manera, se puede ver como se da respuesta a demandas estructurales entendidas
desde una perspectiva inclusiva de la seguridad social y de la protección social. De modo que
se reconoce que los fundamentos de una sociedad son sus propios integrantes, las personas, y
por ello se busca reducir los indicadores negativos heredados de la oleada (neo) liberal para así
sentar los cimientos de una sociedad mas justa e inclusiva mediante la recuperación de la
participación de la sociedad en la historia y de un Estado social con responsabilidad.
Conclusión
En este trabajo hemos intentado dejar en claro la diferencia conceptual y real entre
democracia delegativa y populismo.
10
El punto de referencia lo ha constituido la afirmación de O`Donnell sobre la diferencia entre
ambas y luego se ha utilizado a Laclau en su fuerte intento de que el populismo sea despojado
de sus connotaciones negativas y sea asimilado como un tipo de régimen positivo.
Es por ello que hemos establecido una relación entre el modelo neo liberal que se instaló por
la fuerza en nuestro país (y en casi el total de la región) en la década del setenta y cuyo auge se
ubica en la década de los noventa, donde se hace evidente la pretendida despolitización (y por
ende, la reducción de la participación y la decisión de la sociedad) y la mercantilización de la
economía. Ambas características escondidas en una retórica sobre la modernización y el
progreso e infundadas en la supuesta lógica de la globalización y detrimento de los Estados
Nación.
La realidad es que se intentó y se logró destruir la capacidad de creación de Historia por parte
de los Hombres y Mujeres, logrando desnaturalizarlos, enajenarlos, cosificarlos, dividirlos y
gracias a ello establecer una economía fundada en la racionalidad del Mercado y la
“financierización” de la economía. Se produjo una humanización del Mercado como asignador
racional de recursos, mientras que se redujo a las personas a meros números y estadísticas de
adaptabilidad y competencias.
De esta manera, se estableció políticamente una democracia delegativa que difiere
sustancialmente el sentido real del régimen, pues nos encontramos con una sociedad que
tiene escasa injerencia en las decisiones y cuyo voto mismo ha perdido fuerza gracias a, por un
lado, la negación de racionalidad de los seres humanos y su aceptación como objetos, y por
otro, como consecuencia de la pauperización social lograda intencionalmente.
Este tipo de democracia posee una fragilidad institucional fundada en la escasa
representatividad y en la condición de exclusión a la que se ha condicionado a la sociedad. De
esta manera, se ha propiciado una crisis estructural que estalló en el año 2001 y cuya
radicalidad permitió el surgimiento de un cambio sustancial de nuestra historia.
Es por ello que, a partir del año 2003 empezamos a hablar de un populismo conformado en la
recuperación del Pueblo, de la Historia, de una identidad y del establecimiento de un Estado
social con responsabilidad y acción concreta, recomponiendo la representatividad político
institucional.
No obstante, es importante destacar que lo que se ha producido además, es un cambio en el
modo de pensar, interpretar y percibir la realidad, pues ahora se concibe al ser humano como
sujetos dotado de racionalidad, como eje de las políticas públicas y se tiende a revertir las
tendencias negativas del sistema más que a potenciarlas. Hablamos de un modelo de
desarrollo con inclusión social que se asocia a un populismo y que conjuntamente significan la
recuperación de una democracia real y de un modelo de acumulación que intente brindarles a
las personas la posibilidad de desarrollarse libremente sin negarles su dignidad.
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