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nº 185 / 2008
Ante la venta de Wong, entendemos perfectamente que negocios son negocios, que
no se puede medir el éxito empresarial con criterios poéticos. Y hasta que el capital
no tiene patria.
Pero no al extremo de simular indiferencia, o de creer que cualquier discusión al respecto
es una preocupación pequeña burguesa. Pura pose. Reconocemos que hay razones
para que la venta tantas veces negada haya generado diversos tipos de sentimientos y
reacciones. Que el desapego a la bodeguita que los hizo ricos no es tampoco para darles
la Orden del Sol ni para anunciar esa venta desde Palacio de Gobierno. Que lo hecho es
comercialmente correcto, pero lo admirable y excepcional hubiese sido no hacerlo. Que
es normal que haya quienes se pregunten si el padre —don Erasmo— lo hubiera hecho,
y piensen que el corso de Fiestas Patrias será este año diferente.
Cuando
Vendieron
Fernando Vivas (Crítico cultural)
Me da pena que una empresa con gran éxito en el mercado
interno y que hace campañas peruanistas, por un simple
asunto de legítima codicia comercial, deponga la posibilidad
de expandirse por sus propios medios. No tengo objeción a
las inversiones extranjeras, mientras se aliente la expansión
de las peruanas en el exterior. Por lo pronto, hay que borrar a
Wong de la lista de los empresarios que nos llenan de orgullo
y poner la de los Añaños.
Los compradores cambiaremos para siempre nuestra relación
con Wong: debe irse al diablo el desfile o los actos que
ensalcen la peruanidad porque se volverán patéticos. Las ventas no tienen por qué variar, y si así
sucede estaríamos protagonizando un efecto un poco enajenante de comprar solo peruano, así
como adjudicándole una emoción muy radical a una empresa chilena.
Jimena de la Quintana (Economista)
La globalización nos lleva a reflexionar sobre la necesidad
de la asociación de capitales como una posibilidad (¿o
necesidad?). Sí pues, Wong era la empresa bandera, pero
lamentablemente no estaba solo y necesitaba anchas
espaldas para continuar en la lucha. Si bien venderlo no
gustó a muchos, los consumidores no podemos ser egoístas.
Finalmente, si de algo debemos estar orgullosos es de que,
más allá de los capitales, Wong es producto peruano, know
how peruano, idea peruana.
Economía
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Cenaida Uribe (Congresista)
Con la venta de Wong queda claro que “negocios son negocios”. Resulta
triste que se haya vendido una empresa como esta a capitales chilenos.
Pues campañas con un eslogan como “CÓMPRALE AL PERÚ” parecen un
pedido: “CHILE: COMPRA EL PERÚ”. Con acciones como estas, se facilita
que Chile controle la economía peruana. Sin darnos cuenta servimos a una
estrategia chilena que pretende ejercer control político en nuestro país.
Por otro lado, no creo que afecte las ventas. Lamentablemente los
peruanos no asimilamos bien esta chilenizacion o extranjerización de
nuestra economía. Corporaciones como Wong, que eran orgullo nacional, se han convertido en mercancías
que se compran y se venden. Aunque cuando comprometen el sentir de los peruanos, muy aparte de ser
capital privado, no pueden ir separadas sino unidas.
Mónica Sánchez (Actriz)
Como usuario de
toda la vida, lamento la venta de Wong.
Me pareció desconcertante. La inversión extranjera es
bienvenida, si trae
aportes. Pero a la
vez quita espacio
a la inversión nacional. Y más aun
cuando se absorbe
a una exitosa como lo es Wong. Una empresa,
una marca que pudo expandirse si lo hubiera
querido.
Sé que las tiendas de Chile han tenido demandas por ser intolerantes con sus empleados.
Por ejemplo, no los dejan ir al baño en horas
de trabajo. Me preocuparía que los Wong dejen
la tienda en manos de personas con estos antecedentes.
Gian Piero Díaz (Polizonte)
No considero que afecte a la economía; por el
contrario, es una muestra de estar haciendo las cosas
bien. Tampoco considero que sea importante para los
consumidores de Wong; yo particularmente lo soy y lo
seguiré siendo, porque Wong no eran sus dueños sino
las personas que trabajan en él, que te responden y
saludan con una sonrisa y que realmente se sienten
comprometidos con el servicio. No caigamos en un
falso patriotismo o falso nacionalismo pretendiendo
que las cosas que queremos sean solo las peruanas.
Hay que querer al Perú, no hay que odiar a los demás.
Johnny Schuller (Psicólogo)
Estamos en un mundo global donde se abren los mercados. En
el sentido pragmático, como cualquier negocio privado tiene
derecho de vender y comprar las empresas que quieran. Pero
existe otro. Uno emotivo: para todos los peruanos significa
como dar algo que es muy nuestro.
Wong me ayudó mucho en la promoción del pisco como licor de
bandera, y vamos a continuar trabajando juntos.
A diferencia de otros capitalistas, ellos trabajaron de la mano de sus
colaboradores (empleados) y apostaron por un mejor servicio.
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nº 185 / 2008
Nicolasa (Ama de
casa y madre soltera)
¿Y ahora dónde compro?
Tendré que regresar a mi mercadito del barrio, el número 2
de Surquillo, yo que me había
acostumbrado a eso del
carrito, la cajera, la tarjeta
Bonus y el querido “le ayudo
señora”. Y ahora volver a la
canasta de mimbre, al “sí
hay, sí hay, caserita”. Aún recuerdo los Supermarket y los Superpesa que se fueron con los años y las
dictaduras y las devaluaciones, hasta que en plena
crisis, zuas apareció Wong, un supermercado peruano
con apellido oriental. Me hubiera gustado más un
súper llamado Huamán: sonaría más nuestro. Pero,
en fin, de todas maneras era un orgullo nacional, con
el desfile de Fiestas Patrias, los espectáculos para la
familia hechos por los empleados. Con la venta de
estos wones una ya no sabe para dónde ir, porque
todos son de capitales extranjeros, si se les puede
decir así a los chilenos, por todo lo que tienen de los
peruanos: se quedaron con parte del territorio, del
mar, con el pisco, la chirimoya. Por eso no dejaré de
comprar en mi mercado querido número 2 donde está
la Juana Quispe que me vende la papita o el Johann
Taricuarimac que me vende el pescado peruano o lo
que queda de él y que me han jurado por la Sarita
que su puesto no se vende ni por todo el dinero de
Chile o el cuento de la globalización.
Roberto Chiabra (Ex ministro de
Defensa)
Pienso que este tema va más allá de una simple
compra comercial, porque para mí tiene un
mensaje psicológico hacia la población peruana.
Wong está relacionado con la Inca Kola; es una
compra que afecta a los peruanos porque están
identificados con ellos y su estilo de atender al
cliente. No es una simple adquisición sino la compra
de un emporio que simbolizaba el trabajo de los
empresarios exitosos. Esta compra les arrebata a
los peruanos ese símbolo; no es una mera compra:
tiene su mensaje, es parte de la política externa
de Chile: “Ya no tienes de qué enorgullecerte”. El
mensaje reside en decir que Chile tiene una política
expansionista. Yo pienso seguir comprando en
Wong, porque en eso sí los peruanos tenemos que
admitir que la globalización no puede afectar a tal
grado nuestra vida cotidiana, y por ello no quita ni
invalida mi lectura del tema.
Mariella Patriú (Periodista)
Wong es una empresa privada y tiene derecho a hacer lo que quiera con
sus negocios. Sin embargo, cuando entro en la tienda no puedo dejar de
recordar la venta. Y así como yo hay mucha gente que está predispuesta
al rechazo. Me pasó hace algunas semanas cuando estuve comprando en
uno de los locales: una señora se quejó de que no la trataban igual. Eso
tiene que ver con un prejuicio que se tiene con todo lo que viene de Chile.
Particularmente en Fiestas Patrias los consumidores sentíamos que
Wong era peruano. Se preparaba el corso y en las tiendas se regalaban
banderitas blanquirrojas. Los trabajadores se vestían de chalanes. No sé si este año, cuando llegue julio,
se sienta esa atmósfera de peruanidad. De repente, se siente un poco falso.
Economía
Milagros López (Actriz)
A mí me encantaba ir a Wong. Digo encantaba
porque ahora que lo han vendido a los chilenos
no lo hago tan seguido como antes. Sé que es
una empresa y que está en todo su derecho de
hacer lo que quiera. Pero en realidad, me molesta
que los hermanos Wong hayan vendido las
tiendas a los chilenos. Considero que el trato no
es el mismo que antes, pues algunos servicios
han bajado su calidad. Por ejemplo, el dólar está
más bajo que en otros lugares.
Daniel Peredo (Comentarista deportivo)
Yo estoy de acuerdo con la inversión extranjera
en el país siempre y cuando se realice respetando
nuestro ordenamiento legal. Considero que dejar
espacio para los sentimentalismos puede evitar
realizar un bue negocio. Un ejemplo dentro del
fùtbol: Universitario de Deportes descartó un
importante capital mexicano que le hubiese
significado crecer como institución a todo nivel.
En el caso de Wong y Metro, conociendo la
tradición de los peruanos, seguro que se verá
afectado el flujo comercial, más aun luego de
que la venta se realizara a capitales chilenos.
Lógicamente, si una empresa peruana ofrece
un buen producto será grato adquirirlo, pero si
una empresa extranjera ofrece un mejor servicio
no dudo en decidir por ella. La calidad y el buen
servicio primero, sin importar el pasaporte.
Carlos Galdos (Conductor “Caídos del catre”)
Wong ha trabajado durante años el tema de fidelización con el público.
Por eso nos hemos sentido mal cuando Wong no nos hizo partícipes de
su decisión. Vender no está mal, pero me parece equivocado haberlo
negado durante un año.
Esa es la primera sensación: me mentiste; ¿por qué me dijiste que no
vendías y mucho menos a los chilenos, con quienes tenemos una tara?
En términos Perú-Chile hay cosas mucho más trascendentes que la venta
de un supermercado. Solo el nacionalismo de un enano mental puede
pasar por un supermercado.
Yo como consumidor no tolero el mal servicio, sea una empresa chica o
grande. Si me maltratan yo los mando a la mierda.
La segunda parte del resentimiento viene del porqué se vendió a una empresa que maltrata a los empleados.
Ya será otro tema el hacernos respetar, pero creo que debemos esperar que sigan con el tema de calidad.
En mi caso, pues seguiré comprando siempre y cuando haya un buen servicio y diversidad. A mí no me importa
si el que me lo vende es Pepe Pérez o un Wong; me importa que me traten bien y que haya variedad.
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Gonzalo Quijandría (Abogado)
Deberíamos ver la venta de Wong con orgullo, pues es una empresa familiar peruana
que de ser una bodega de un barrio se convirtió en el tercer accionista con mayor
participación de un grupo internacional de supermercados como Cencosud. Esto
debería permitir una mayor expansión de los supermercados Wong en todo el país,
beneficiando a los consumidores, y además una presencia de capitales peruanos en
Chile, y no solo en Lima, como ocurría con el antiguo Wong.
Aunque para mí el Perú es una marca de calidad, no se trata de comprar un producto
solo por el hecho de que sea nacional, sin ningún atributo más; me parece que no
beneficia a nadie, solo mantiene productos y servicios mediocres. Recordemos los casos de los supermercados
nacionales como Galax, Tía, Scala y otros que quebraron en la época en que teníamos políticas que protegían al
productor nacional por sobre los competidores foráneos, pero no los protegieron de su propia mediocridad.
José Carlos Plaza (Empresario de Turismo)
Una noticia con dos lecturas. Una
positiva, la más importante: un grupo empresarial peruano construyó
una marca exitosa en muy pocos
años y la vendió a un precio superior
al de Backus, otra marca nacional
que también se vendió hace unos
años. Una negativa: ¡nos estamos
quedando sin marcas nacionales!
En un mundo globalizado y con grandes capitales moviéndose a la
caza de buenas oportunidades o negocios exitosos, pocas empresas
podrán sostenerse en un ámbito tan cerrado como el de un país, menos aun de un país “chico”. Lo más probable es que terminen siendo
adquiridas por empresas más universales, pero ello no significa que
debamos deprimirnos, pues el éxito que logre cada uno de nuestros
emprendedores debe alegrarnos e incentivarnos a seguirlos y crear
más marcas y productos de exportación.
Teodora Santiago (Ex
vendedora)
Yo tenía un puesto en el mercado
de Barranco; el Municipio vendió
ese espacio a Wong y así perjudicó a los trabajadores. El Municipio, después de haber vendido
a Wong el mercado, hasta ahora
nos está cobrando los arbitrios e
impuestos como si siguiéramos
allí. Yo algunas veces he comprado
en Wong y quizá alguna vez vuelva a comprar en ese supermercado,
pero si esa empresa era peruana, ¿por qué se la venden a chilenos?
Así no se puede progresar en el Perú; si eres pequeño comerciante
no te respeta el Municipio, y si eres gran comerciante como Wong,
se vende a Chile.
Agustín de Aliaga
(Gerente Hotel Marriot)
Es una pena que la cadena de autoservicios Wong haya sido vendida a
capitales extranjeros; en realidad, que
haya sido vendida, ya que al comprar
ahí uno sentía un tratamiento tan personalizado que parecía que uno iba al
Chino de la esquina al cual conocía
toda la vida. Sin embargo, al fin y al
cabo es un negocio, y como tal creo
que hicieron una buena decisión,
ya que según se tiene entendido se
necesitaba mucho capital para poder
expandirse y competir con otras cadenas extranjeras que se instalarían
tarde o temprano en el Perú.
El sentimiento nacional debe existir,
ya que ante una buena compañía peruana que nos llena de orgullo, uno la
prefiere, pero los negocios no admiten
sentimentalismos, pues igual los clientes se irían por un mejor precio y servicio y la compañía quebraría.
Economía
Sandro Venturo (Sociólogo)
1. Muchos estamos sensibles con el tema Wong. Y cuando digo
“muchos” hablo de aquellos que compramos en Wong (una
minoría) y de otros que sienten que Wong es parte de la nueva
identidad de los peruanos (otra minoría). ¿Es el caso Wong un
tema de interés nacional o, más bien, una preocupación de
ciertas capas de la pequeña burguesía ilustrada?
2. La verdad es que las ventas en las tiendas Wong, a pesar
de los fastidios actuales, no han disminuido. Todo lo contrario.
Voceros comerciales señalan que si bien después de la noticia las
transacciones en las cajas bajaron, luego de la Navidad la cadena alcanzó nuevos picos financieros.
3. Vamos al tema de fondo. Que se ponga en venta un símbolo familiar siempre va a ser bien jodido. Más aun en
esta época de creciente interés por nuestra peruanidad. De ahí que las explicaciones económicas tengan poco
asidero en auditorios patriotas. La pregunta de rigor es: ¿seguirá siendo Wong una símbolo nacional a pesar de
la nueva identidad de sus inversionistas? He ahí el reto que Inca Kola sorteó con éxito en estos últimos años.
4. Penúltima. ¿Alquien se ha puesto a pensar en la comunidad laboral de Wong? Porque he visto peruanos y
peruanas que ahora los tratan muy mal, “acusándolos” de chilenos, de vendidos, etcétera. Una barbaridad
bastante contradictoria. Bueno, ¿qué está pasando con ellos? ¿Qué piensan? ¿Qué sienten? Acaso el
autismo que viene del patriotismo olvida a la gente de carne y hueso.
5. Última. Lo de Wong nos debería llevar al debate más relevante: cómo asegurar que las inversiones en el
país generen beneficios a todos los peruanos. ¿Tiene sentido estar resintiendo la suerte de la bodega de la
esquina cuando se están jugando campeonatos mayores?
Walter Olivari (Catedrático)
Pienso que la venta de Wong fue muy apresurada
y un poco oculta a los ojos de su gran clientela,
y encima a compradores tan poco simpáticos
como los chilenos. Por ello creo que estuvo mal.
Aunque preferiría esperar a fin de año a ver
qué dicen las estadísticas, anticipo una baja
en las ventas de los supermecardos MetroWong. Siendo suspicaz, no dejo de pensar que
lo podrían haber comprado para quebrarlo,
práctica muy usual en los grandes consorcios. Por
ahora pretendo reducir mis compras y hacerlo en
otro supermercado, de preferencia nacional.
Dina Páucar (Cantante)
Como cliente de Wong, al inicio me sentí muy
triste al saber que nuestra empresa de bandera
pasaba a ser de otra nacionalidad. Preocupada,
pregunté a uno de los trabajadores de Wong
que si todo iba a ser igual que antes. El joven me
dijo que sí, que igual iban a realizar las fiestas
a las que nos tenían acostumbrados y que los
precios iban a ser los mismos. Eso me contentó.
También me dijo que los trabajadores iban a ser
los mismos. En eso sí que está bien, porque a
dónde irían tantos jóvenes, hoy que hace falta
un trabajo para poder solventar a sus familias.
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