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1 El neoinstitucionalismo de Douglass C. North: una exposición crítica. Por Eliézer Tijerina G., Profesor Titular C, Departamento de Economía, Área de Economía Política, Universidad Autónoma Metropolitana- Unidad Iztapalapa. Octubre 3, 2008. Resumen. Esta investigación consta de tres partes. En la primera, se resumen las ideas principales del neoinstitucionalismo. En la segunda, se continúa con una exposición detallada de los principales componentes de esta escuela. Finalmente, en la parte tercera, para facilitar la comprensión de lo expuesto, se destacan las partes complementarias y las críticas, tanto de la ortodoxia como de parte importante de la heterodoxia. En efecto, se exponen estos aspectos en conexión con la economía neoclásica, del estructuralismo latinoamericano y del marxismo. El contenido crítico de la exposición se circunscribe a destacar la impugnación de pilares de la teoría neoclásica, como la existencia de equilibrio único y eficiente y, en consecuencia, sin improductividad ni explotación; la conclusión de la convergencia económica entre países; la información y racionalidad perfectas; los ajustes flexibles, incluso en el largo plazo; la estática sin instituciones, sin historia, ni complejidades empíricas como la existencia de economías de escala, costos de transacción y los poderes de negociación desiguales. Con el propósito de una interpretación que no deforme las aportaciones de North, sólo se incluyen algunas críticas al enfoque de North que se ampliarán en una investigación futura (críticas adicionales se presentan en Tijerina, 2007ª y 2007b). 2 I. Introducción al neoinstitucionalismo de Douglass C. North. La nueva escuela económica fundada por North es un impulso renovador de la investigación económica. Enriquece el contenido empírico de la economía al incorporar complejidades reales ignoradas por el discurso económico principal, como la información y racionalidad limitadas, los equilibrios ineficientes, múltiples e indeterminados, las instituciones y las organizaciones en un contexto histórico dinámico. De esta manera, amplía el entendimiento de la economía, considerando la importancia de las especificidades institucionales de cada país para determinar las consecuencias de la aplicación de políticas generales como la apertura de mercados tan en boga en los últimos 25 años. Concibe a la innovación de manera amplia, como un determinante principal de la eficiencia dinámica que genera creaciones productivas y crecimiento económico. En consecuencia, por la importancia que North atribuye a la información y cognición limitadas y a la innovación, su contribución es en términos de incertidumbre. Encuentra que las instituciones son fruto de individuos emprendedores que trabajan dentro de organizaciones, brindando las reglas generales para los intercambios humanos y definiendo las oportunidades en unión con las preferencias y posibilidades de producción, así como los incentivos. Vincula las instituciones con las decisiones bajo incertidumbre, recalcando que las instituciones proveen normas culturales (informales) y legales (formales), que ayudan a reducir las deficiencias en la información y comprensión de la realidad. Introduce así factores amplios, como la ideología, la religión, los valores, principios y convenciones que funcionan como un filtro cultural para la 3 interpretación de la información. Al agregar las normas legales, considera que éstas emanan del Estado y que son primordiales para reducir los costos de las transacciones y definir los incentivos, así como garantizar el cumplimiento obligatorio de las leyes y los contratos. A diferencia de los dogmas aún comunes que atribuyen todos los males al Estado y todas las virtudes al mercado, sostiene que el Estado tiene un papel principal en el desempeño económico de los países porque el crecimiento económico depende esencialmente de un Estado imparcial que combata a las actividades improductivas y fomente la creatividad e innovación productivas, definiendo y cumpliendo derechos de propiedad dinámicamente eficientes. Como reconoce que los agentes actúan bajo condiciones de información, cognición, participación y poderes de negociación desiguales, ni las organizaciones ni el Estado ni las instituciones en su conjunto operan para el beneficio social ni son necesariamente eficientes. Introduce así la ambivalencia institucionalizada, particularmente del Estado. En consecuencia, sugiere el equilibrio de poderes del Estado par aproximarlo a la imparcialidad, en un contexto cultural de participación descentralizada, y de libre discusión racional de las ideas, que reduzcan la inmovilidad cultural, organizacional e institucional y las actividades simplemente distributivas. Critica las conductas de la economía neoclásica por estrechas y por ignorar que tienen dos aspectos: las motivaciones y el desciframiento del medio. Por lo que respecta a las motivaciones, es imposible desconocer el altruismo ni el precio que se está dispuesto a pagar por defender convicciones e ideologías. En cuanto al desciframiento del medio, se efectúa con base en las habilidades innatas y adquiridas y de la cultura prevaleciente. Se refuta así la soberanía del individuo. 4 El interés central de North es entender porqué no hay convergencia económica entre países en largos periodos históricos conocidos y las tendencias al auge, el estancamiento o la declinación del desempeño económico en el mundo. Plantea un marco teórico con interacciones entre las organizaciones y las instituciones en el que la estructura de incentivos determina de manera fundamental aquellas tendencias, integrando una teoría de la conducta humana y una teoría de los costos de transacción. Se entiende así el papel de las instituciones, al que es necesario agregar una teoría de la producción para poder entender las interacciones determinantes del desempeño económico. Fuera de reconocer la importancia de la tecnología y las innovaciones, North no ofrece realmente una teoría que articule la tecnología con la producción capitalista y el dinero, como si propusieron Marx y Keynes- tradición defendida por los poskeyenesianos actuales. Como resumen y ayuda de memoria visual se puede consultar el diagrama adjunto. El Neoinstitucionalismo de DC North Cultura, Historia Estado Normas culturales Poder Ejecutivo Poder Legislativo Poder Judicial Normas legales Estructura Institucional Incentivos (incluidos los derechos de propiedad) Desempeño de los organismos estatales Costos de transacción Tecnología Contratos Resultados económicos Fuente: Banco Mundial, Informe sobre el desarrollo mundial 1997. El Estado en un mundo en transformación, Washington 1997, pág. 34. 5 II. Una exposición más detallada del neoinstitucionalismo de Douglass C. North. El neoinstitucionalismo de Douglass C. North es una de las propuestas teóricas económicas más atractivas de los últimos tres decenios (de sus escritos en más de tres décadas, destacan: North, 1973, 1981 y 1993). En efecto, se llama neoinstitucionalismo porque pone en el corazón del análisis económico a las instituciones, como lo hizo el viejo institucionalismo. También es conocido como cliometría (clío, la musa de la historia, y metría, medición), esencial en la nueva historia económica. Es decir, esta otra denominación se aplica porque el neoinstitucionalismo emplea los supuestos neoclásicos de una forma de maximización, competencia y escasez, formulando hipótesis refutables y recurriendo a sofisticadas técnicas cuantitativas de estimación y confutación (North, 1993, p.168). Por el papel central de las instituciones y las organizaciones en interacción, es conveniente definirlas. “Las instituciones son las reglas del juego en una sociedad o, más formalmente, son las limitaciones ideadas por el hombre que dan forma a la interacción humana. Por consiguiente, estructuran incentivos en el intercambio humano, sea político, social o económico. El cambio institucional conforma el modo en que las sociedades evolucionan a lo largo del tiempo, por lo cual es la clave para entender el cambio histórico” (ibídem, p. 13). Las organizaciones son concebidas como grupos de individuos con identidades y objetivos comunes. Las organizaciones abarcan múltiples campos del interés humano, incluyen no sólo a las empresas de negocios con fines de lucro, sino también a los cuerpos políticos (los partidos, el senado, la cámara de diputados, los ayuntamientos y las agencias reguladoras); los cuerpos económicos (las empresas, los sindicatos y las 6 cooperativas); los cuerpos sociales (las iglesias, las asociaciones deportivas, los clubes sociales); los órganos educativos (escuelas, universidades, centros de capacitación) (ibídem, p. 15). Otro concepto central es el de los costos de transacción, que se definen por el costo de adquirir información, de medición, de definición de los términos de las transacciones y de su cumplimiento obligatorio (ibídem, p.49). Son determinados conjuntamente por los incentivos, el comportamiento de los organismos estatales y la tecnología. Los costos de transacción de añaden a los de transformación para fijar los costos totales de producción. La influencia conjunta anterior define las oportunidades para efectuar contratos, que a su vez son determinantes para los resultados económicos en intercambios complejos e impersonales. También es crucial la cultura. Es el marco conceptual ligado al lenguaje que interpreta o filtra la información. Está constituido no sólo por los valores, sino por todo tipo de conocimientos, convenciones y procedimientos que influyen en la conducta humana y se transmiten de una generación a otra. La persistencia cultural explica porqué los cambios revolucionarios generalmente pierden su radicalidad con el transcurso del tiempo, ante circunstancias cambiantes (ibídem, pp.55y 62-63). Admite que se sabe muy poco de la cultura social y más de las limitaciones culturales del individuo (ibídem, p.115), con base en la economía experimental y las contribuciones de autores como Simon (1986), Akerlof (1970), Winter (1986), y Margolis (1982). La matriz o estructura institucional comprende a las normas culturales (informales) y a las legales (formales). Ella a su vez, estructura los incentivos. Como se dijo antes, ésta es parte fundamental, conjuntamente con el Estado y sus agentes, y la tecnología (como abstracción de la producción o fuerzas productivas) para determinar los costos de 7 transacción, los costos totales, los contratos y, finalmente, el desempeño económico. Con base en el marco teórico anterior, comparte con varios economistas y escuelas disidentes el cuestionamiento de la corriente económica principal por el abuso de los modelos deductivos con escaso contenido empírico y pobre relevancia. Propone, en esencia, considerar la importancia fundamental del Estado en la formulación de un marco legal que proteja los derechos de propiedad y estimule el trabajo productivo e innovador, a la vez que reduce los costos de transacción, conminando al cumplimiento estricto de las leyes y contratos con bajo costo. Asimismo, el libre mercado no es suficiente ni necesario para el crecimiento económico de los países, en virtud de que se reconoce la existencia de mercados imperfectos, información y racionalidad incompletas, y la influencia de la ideología y de otras normas culturales, a la vez que los poderes de negociación desiguales de los agentes económicos, sociales y políticos. Acepta también la interacción entre organizaciones e instituciones, y que ambas, como el Estado, generalmente no son ni eficientes ni imparciales, debido no sólo a la existencia de poderes de negociación, sino también de información, conocimientos y participaciones desiguales. Además, dado el interés predominante de los actores de los intercambios en las diferentes esferas de interés humano en su propio bienestar, y el carácter impersonal de los intercambios complejos de las sociedades modernas, alejados de la reciprocidad y del control comunitario, prevalecen las conductas oportunistas sin interés en el bienestar social. En consecuencia, no es extraño que haya intervenciones sucias, ineficiencias e improductividad. Los ajustes están lejos de ser oportunos, incluso en el largo plazo, debido a la inflexibilidad de las normas culturales y a las ventajas de empezar primero, a la racionalidad e información limitadas, a los costos de 8 transacción, y a que los incentivos no siempre premian la innovación productiva ni la reducción de los costos de transacción, no sólo en la economía sino de manera primordial en la política. Las deficiencias del análisis estático convencional son admitidas y se propone un marco básico “que integre el análisis institucional en la economía política y en la historia económica” (ibídem, p.13). De esta manera, resulta evidente que comparte perspectivas con la escuela histórica alemana, el viejo institucionalismo y el marxismo. Al analizar el cambio institucional, enfatiza la “dependencia del sendero” o “de la vía”, apoyándose en los artículos clásicos de Paul David (David, 1985) sobre la persistencia del teclado tradicional de las máquinas de escribir, y ahora de las computadoras, sin que haya una razón aparente para su superioridad sobre teclados ordenados de manera diferente que pudieran ser más fáciles de operar, y de Brian W. Arthur (Arthur, 1989) sobre la explicación de vías tecnológicas dominantes, en términos de cuatro determinantes: 1) rendimientos de escala, al reducirse los costos unitarios de producción con escalas de producción mayores, 2) reducción de costos de producción, debido a que se aprende haciendo; 3) efectos de coordinación por ventajas de adoptar una acción similar a la ya emprendida, y 4) expectativas adaptivas. De lo anterior se desprende que hay equilibrios múltiples, debido a que con rendimientos de escala la curva de posibilidades de producción presenta varias ondulaciones, de modo que la tangencia con la curva de preferencias no es única, por lo que el resultado no está determinado (equilibrios múltiples también se sustentan en conocimientos, informaciones y participaciones asimétricas, como se deduce de Hahn, 1987, p.324; North, 1993, p.40). Hay además, equilibrios ineficientes probables, porque las opciones tecnológicas dominantes no son necesariamente superiores. Además, una 9 vez adoptada una vía es difícil abandonarla, fenómeno muy común en diferentes elecciones humanas. Por último, hechos pequeños y casuales llevan a elegir una vía, que después es difícil abandonar (North, 1993, pp. 123-124). North precisa acertadamente que la competencia es directa entre organizaciones y sólo indirectamente entre tecnologías estándar, por lo que el resultado no sólo depende de la superioridad tecnológica abstracta, como lo plantea Arthur sino, de manera decisiva, de las aptitudes organizacionales, que North las relaciona con el conocimiento tácito de los empresarios (el conocimiento tácito fue explorado por Michael Polanyi, 1967; se refiere a destrezas innatas y al conocimiento adquirido en la práctica y sólo es parcialmente comunicable) (North, 1993, pp. 100 y 104), y de aspectos específicos de las tecnologías disponibles ( ibídem, p. 124). Destaca que es posible que la aptitud empresarial sea la más importante entre las diferentes aptitudes innatas, afirmación con la que estoy de acuerdo, pues he conocido personas con pocos estudios formales que han sido empresarios de gran éxito, líderes políticos destacados, dirigentes empresariales, responsables de la política económica pública, deportistas y artistas. Sobre todo, la aptitud empresarial es quizá la más importante, si tomamos en cuenta como North, precedido por Theodore W. Schultz (Schultz, 1964; Tijerina, 1999, pp. 93-96), que la capacidad empresarial está conectada íntimamente con la creatividad innovadora no sólo en los negocios, como destacaron acertadamente K. Marx (1977) y J. Schumpeter (1934 y 1939) de manera pionera, ni tampoco sólo en los negocios grandes y exitosos, como es entendido habitualmente, sino también entre los campesinos pobres, de interés capital en el examen de Schultz, aparentemente incapaces de actuar racional y creativamente ( y por extensión, entre todos los ciudadanos pobres), particularmente en todos los 10 órdenes de la vida, como el hogar, la política, las organizaciones civiles y sin fines de lucro, etcétera. Por su importancia, conviene establecer que Schultz integró además el factor humano con la necesidad del financiamiento público a la investigación y desarrollo, subrayando la capacidad innovadora de los campesinos pobres, frecuentemente coartada por incentivos incorrectos o por programas públicos de gabinete, desconocedores de las condiciones específicas de la agricultura campesina (una exposición concisa de las contribuciones de Schultz se encuentra en Tijerina, op. cit.). Se confirma así la precedencia de Schultz en este campo, y la superación de los planteamientos de Marx y Schumpeter y de la mayoría de los tratamientos convencionales sobre la innovación tecnológica y empresarial que desconocen las contribuciones de él. Para integrar el análisis de las opciones tecnológicas que perduran con el de las organizaciones que operan dentro de las instituciones, ambas en interacción, plantea que hay rendimientos crecientes para las instituciones y mercados imperfectos caracterizados por altos costos de negociación, como fuerzas que modulan la vía del cambio institucional. Adviértase que añade los costos de transacción o negociación, en términos de los costos de información, medición de las características de las mercancías y de los agentes en el intercambio, especificación de los términos del éste, así como de la formulación de los contratos y el cumplimiento de sus términos (ibídem, p.49). Ronald Coase es el autor que dilucidó el papel de los costos de transacción para explicar porqué las transacciones se conducen mayormente entre organizaciones y no entre minúsculos intercambiadores, como supone la economía neoclásica. Sin introducir características empíricas del mundo real, como las economías de escala, aptitudes empresariales innatas y tácitas, economías de producción conjunta (de scope), ventajas de producir 11 con administración y organización eficientes, etcétera, Coase concluyó que la simple existencia de los costos de transacción explica porqué se opta por una organización sobre las transacciones individuales en el mercado. Emplear el mercado tiene un costo de transacción, de modo que se opta por una organización si ésta reduce el costo de transacción (Coase, 1937). Más de dos décadas después, Coase extendió su análisis para examinar el costo social, concluyendo que los costos sociales de los monopolios y de la contaminación ambiental, por ejemplo, no se eliminan porque los involucrados enfrentan derechos de propiedad mal especificados y costos de transacción que lo impiden (Coase, 1960). Estos son los principales antecedentes intelectuales de la asociación por North de las imperfecciones en el mercado con los costos de transacción, pero hay que recordar que él acepta otras características de la realidad omitidas por la corriente principal ya mencionadas y otras que se examinarán posteriormente. Por la importancia que North atribuye a los costos de transacción, es pertinente destacar que se apoya en las estimaciones empíricas que muestran que se incrementaron del 25% del ingreso nacional al 45% en los Estados Unidos en un siglo(Wallis y North, 1986; North, 1993, p.44). Estima que los costos de transacción dependen fundamentalmente de las instituciones jurídicas, y de la tecnología. Además, tomando en cuenta la predominancia de contratos incompletos, por la incertidumbre y los costos prohibitivos de la especificación completa de los términos contractuales, incorpora factores culturales, como la reputación, normas convencionales de conducta y acuerdos fruto de intercambios repetidos en la realización de las transacciones (ibídem, p.85). Considera asimismo entre los costos de transacción, a los honorarios legales y de los agentes intermediarios, como los corredores de bienes raíces, además de los costos de indagación sobre la 12 delincuencia, protección de la policía y los sistemas de seguridad (ibídem, p. 87). Otra contribución importante de North, consiste en advertir que hay un costo dentro de la organización del cumplimiento obligatorio de los contratos y de los términos de las transacciones, derivados del monitoreo, la supervisión, recompensas y castigos basados en el desempeño, por lo cual el salario monetario no se iguala al valor del producto marginal del trabajador como concluye la economía neoclásica, pues es necesario deducir de éste los costos de monitoreo y vigilancia (ibídem, pp. 49 y 50). De lo anterior deduzco que es indispensable descontar el conjunto de los costos de administración y organización del valor del producto marginal del trabajo y, en consecuencia, como es deseable mejorar las condiciones de vida de los trabajadores, es primordial innovar la administración y la organización para disminuir las diferencias abismales, abusivas y con frecuencia improductivas y desalentadoras en las retribuciones de los directivos respecto a las de los trabajadores y productores directos de las mercancías y servicios (diversos autores se han ocupado del abuso de poder de los directivos empresariales y de las irracionalidades en el ejercicio de la administración, entre otros: Garfield, 1992; Llano, 1994; Aktouf, 1994; Tijerina, 2000,p.150). Aunque acepta los supuestos neoclásicos de alguna forma de maximización, bajo escasez y competencia, sostiene que en condiciones de incertidumbre se limita el objetivo maximizador (por ejemplo, Simon se inclina por objetivos satisfactorios, dadas las capacidades cognitivas humanas limitadas y las restricciones impuestas por los puntos de vista personales y sociales: Tijerina, 1999, pp. 87-88). En cuanto a la escasez y competencia, afirma que sobreviven bastante bien, pero que las anomalías de la economía neoclásica provienen de los supuestos adicionales de información y racionalidad completas, ignorando además que la 13 información no es gratuita ni los derechos de propiedad perfectos y gratuitos (North, 1993, pp. 19 y 23). Agrega que se supone erróneamente que los agentes poseen los modelos cognitivos verdaderos para tomar decisiones, o que las condiciones permiten la convergencia (ibídem, p.31). Estas son las razones principales para que el pronóstico neoclásico de convergencia económica entre países haya sido refutado no sólo en el último milenio, sino en toda la historia de la civilización humana conocida; es decir ¡en los últimos 10,000 años! (ibídem, p.121). Con base en lo anterior, North critica despiadadamente a la economía neoclásica porque la “tensión persistente en las ciencias sociales entre las teorías que construimos y la evidencia que compilamos sobre la interacción humana en el mundo que nos rodea… es más notable en el campo de la economía, donde el contraste entre las implicaciones lógicas de la teoría neoclásica y el desempeño de las economías (independientemente de cómo se definan y midan) es pasmoso” (ibídem, p.23). Añade que la teoría principal adolece de comprensión sobre la coordinación y cooperación (ídem). Después de comentar las evidencias disponibles sobre las posibilidades de cooperación, concluye afirmando que las instituciones socialmente eficientes-en la apreciación de North, son las instituciones que promueven la innovación productiva y el crecimiento económico- están determinadas por los modelos subjetivos de los actores y por instituciones que reducen los costos de transacción y son adaptables a preferencias y precios relativos cambiantes (ibídem, pp. 29-30). Dada la riqueza descriptiva considerada por North, se entiende claramente porqué los resultados económicos distan mucho del óptimo. Sin embargo, North se equivoca al considerar que los supuestos neoclásicos funcionan bastante bien en los mercados financieros, respaldando las posiciones de Robert Lucas, entre otros (ibídem, p.34). Es suficiente mencionar a la actual crisis financiera y a las numerosas provocadas por el 14 neoliberalismo y el abandono de la economía mixta y su sistema de regulación en el mundo en los últimos 25 años para refutar la tesis de mercados financieros óptimos y estables sin regulaciones y acreditar, en cambio, enseñanzas olvidadas e incomprendidas de Marx (1977), Keynes (1964), Davidson (1978), Minsky (1975), Kindleberger (1996), entre otros (una contribución reciente muy notable en esta perspectiva es la de Pérez, 2003). Estos autores permiten comprender las peculiaridades del dinero, el crédito y las finanzas y sus interacciones con la producción y las innovaciones tecnológicas, así como, en particular, la existencia de auges, manías y pánicos. Es muy significativo que la incomprensión de North se corrobora porque en su obra principal no menciona a ninguno de estos autores en conexión con la crítica de los mercados financieros y del capitalismo sin regulación. 15 III. Precisiones adicionales sobre el Neoinstitucionalismo de Douglass C. North: complementación y crítica de la economía neoclásica y de parte importante de la economía heterodoxa. Douglass C. North ha desarrollado una teoría complementaria a la vez que crítica, tanto de la teoría económica neoclásica como de parte importante de la heterodoxa. En efecto, en cuanto a la complementación de la economía neoclásica, consiste básicamente en emplear los supuestos neoclásicos de alguna forma de maximización en condiciones de escasez y competencia, pero añadiendo racionalidad e información limitadas, equilibrios ineficientes, indeterminados y múltiples, poderes de negociación desiguales, los costos de transacción y el marco institucional, como antes se expuso. En términos de la complementación de la economía heterodoxa, consiste en incorporar propuestas de escuelas y pensadores como el viejo institucionalismo, la escuela histórica alemana, K. Marx (1977), Alfred Marshall (1966), J. Schumpeter (1934 y 1939), J.M. Keynes (1964), G. Myrdal (1962), K. Polanyi (1975), G. Roegen (1960 y 1971) y el estructuralismo latinoamericano (Rodríguez, 1980), por cuanto comparte con estas escuelas y pensadores la necesidad de incrementar el contenido descriptivo de las teorías y su relevancia empírica, adaptando los modelos abstractos a las especificidades histórico-institucionales de cada país, cuestionando las nociones neoclásicas del equilibrio estático, único y eficiente, así como la racionalidad e información perfectas, sin instituciones y sin historia. Al mismo tiempo, cuestiona tanto a la economía neoclásica como a buena parte de la heterodoxa. 16 Contradice la propuesta neoliberal de liberación de mercados por carecer de la adaptación a las condiciones histórico-institucionales específicas de cada país y porque el equilibrio es indeterminado bajo incertidumbre, información y racionalidad limitadas si no se especifican las condiciones institucionales. Justo en la primera página de su obra, en la que expone integralmente su contribución teórica, North define a las instituciones como indispensables para articular el análisis institucional con la economía política y la historia económica y entender la falta de convergencia económica entre países ( Ibídem, p.13). Además, las instituciones no garantizan un equilibrio eficiente, ya sea estático o adaptivo, porque el conjunto de normas formales e informales, las organizaciones y el cumplimiento de las normas (North denomina marco institucional a este conjunto de factores: ibídem, p.51), aunados a los incentivos y los costos de transacción no promueven necesariamente las actividades productivas óptimas e innovadoras. Explica que las instituciones socialmente eficientes dependen de los modelos subjetivos de los actores y de instituciones que reducen los costos de transacción y se ajustan a preferencias y precios relativos cambiantes, agregando que las limitaciones informativas y cognitivas determinan modelos erróneos de la realidad, en tanto que las instituciones, particularmente las normas formales, son ideadas para beneficiar a los intereses con mayor poder de negociación (ibídem, pp. 29 y 30). De modo que las instituciones del mundo real son una mezcla de eficientes e ineficientes, y son en gran medida diseñadas para satisfacer el bienestar privado, sin consideración del bienestar social (ibídem, p. 68). Abunda en este sentido cuando define el equilibrio institucional como una situación en la que los actores no consideran aconsejable cambiar las normas culturales y legales, dado el poder de negociación de los participantes, las normas y los contratos, así como los costos y beneficios 17 de alterar los arreglos institucionales, sin que signifique que éstos sean totalmente satisfactorios (ibídem, p.114). El equilibrio institucional imperfecto lo relaciona con la pregunta de porqué diversos países persisten en senderos de crecimiento económico, de estancamiento o de declinación aún en el largo plazo. Encuentra que con mercados incompletos, retroalimentación de información fragmentaria y costos de negociación altos, los modelos subjetivos de los agentes, ajustados por una retroalimentación muy incompleta y por la ideología, determinarán la forma que tome el sendero. La “dependencia del sendero” o “de la vía” antes mencionada aplica también a las instituciones, sobre todo por la dificultad de cambiar la cultura, las leyes y el papel del Estado, debido sobre todo a las limitaciones cognitivas y de información, y a las asimetrías de los agentes en éstas, en el poder de negociación y de participación. Más específicamente, North admite la existencia de la explotación y la improductividad de las actividades económicas y de los arreglos institucionales prevalecientes, afirmando que “debido a que gran parte de la historia económica es un relato de humanos con potencial de negociación desigual que maximiza su propio bienestar, sería sorprendente que tal actividad maximizadora no se realizara con frecuencia a expensas de otros (ibídem, p.172). Impugna así a la economía principal que rechaza la existencia empírica de la explotación y la improductividad. Aún más, tomando en cuenta la importancia de las innovaciones, éstas se realizan bajo incertidumbre y, en estas condiciones, es difícil definir qué es una decisión racional “y nadie puede, en efecto, maximizar utilidades” (ibídem, p.108). En consecuencia, rechaza el supuesto de la maximización de utilidades no sólo por la existencia de información y racionalidad limitadas, sino también porque las motivaciones humanas no se reducen a maximizar el ingreso o el bienestar privado, pues constan también de la 18 defensa de las convicciones, principios e ideas personales que incluyen el altruismo, tal como lo han confirmado la economía experimental, el análisis de las decisiones de los legisladores, el abandono de la esclavitud en los Estados Unidos, la cooperación que ha evitado el caos social, así como por su comprensión del Estado que no puede reducirse a simple redistribuidor de rentas, como lo hacen los hacen los minimizadores del Estado agrupados en la llamada nueva economía política y en los estudiosos de la sociedad buscadora de rentas (ibídem, pp.34-35, 36, 37, 59 , 63 y 179). Dada la importancia empírica de la “dependencia del sendero o de la vía”, es conveniente subrayar que está puede operar como un círculo virtuoso. Así, las organizaciones e instituciones eficientemente dinámicas, es decir, innovadoras, dependen de condiciones muy diferentes a las equivalencias marginales de las curvas de indiferencia y de iso-producción del equilibrio eficiente paretiano. Depende de la inclinación social al riesgo, a la incertidumbre y la creatividad innovadora. En este sentido, factores no considerados por la economía neoclásica como la descentralización de las decisiones, la tolerancia a la disidencia, la maximización de experimentos, los derechos de propiedad bien especificados con bajos costos para su cumplimiento obligatorio y las leyes de quiebras que permitan desechar experimentos fracasados, son fundamentales para la eficiencia dinámica (ibídem, pp.108-109). Un resumen de las recomendaciones para la eficiencia dinámica derivadas del marco analítico propuesto por North, se encuentra en la comparación que hace de la declinación de España y del ascenso de Inglaterra a partir del siglo XVII. Esencialmente, plantea la importancia del gobierno representativo que evite los abusos del poder que despoja y obstruye a los agentes, organizaciones e instituciones dinámicamente eficientes; la seguridad de los derechos de propiedad; el estímulo a la innovación productiva; un sistema monetario y fiscal que 19 procure finanzas sanas, la innovación financiera y el desarrollo del mercado de capitales, y un marco institucional que permite adaptaciones flexibles con bajos costos de negociación en todo el sistema económico para restringir las actividades simplemente distributivas y promover las actividades socialmente eficientes (ibídem, pp. 177-179; Tijerina, 1999, pp. 155-156). Es pertinente precisar qué se entiende por equilibrio eficiente estático y qué por equilibrio eficiente adaptivo o dinámico. El primero es el equilibrio tradicional determinado por el cruce de la oferta y la demanda- en el equilibrio parcial, o de las equivalencias marginales mencionadas antes desde la perspectiva del equilibrio general-, en ambos casos sin instituciones y sin tiempo; el segundo se refiere a la adaptación del equilibrio a la innovación generadora de crecimiento económico bajo incertidumbre e instituciones dadas (ibídem, pp. 108-109, 121, 129, 139). En cuanto a refutar a la economía heterodoxa, North limita sus críticas al marxismo y al estructuralismo latinoamericano (ibídem, pp.130, 140, 169, 170 y 172), ignorando otras corrientes heterodoxas, principalmente al viejo institucionalismo y al poskeynesianismo (en el libro que presenta su propuesta teórica no hay ninguna referencia a estas escuelas o algunos de sus miembros). Sin embargo, aunque no menciona al viejo institucionalismo ni a sus expositores contemporáneos, como Hodgson (1988 y 2007; como es conocido, Hodgson ha sobresalido por sus argumentos inteligentes y actualizados en la exposición del viejo institucionalismo, véase por ejemplo:2007, en esta obra, que será de gran utilidad porque facilitará la comprensión de las controversias y el diálogo crítico, se seleccionan contribuciones del autor de la última década, con una introducción de Bruno Gandlgruber y Arturo Lara Rivero), su propuesta es una crítica constructiva implícita a esta escuela, pues integra propuestas y críticas del viejo institucionalismo, basándose en pensadores 20 ajenos a éste, como F.H. Knight (1921), H. A. Simon (1986), R. Coase (1937 y 1960), P. David (1985), W. B. Arthur (1989), S. Winter (1986), F.H. Hahn (1987), G.A. Akerlof (1970), R. Axelrod (1984), y R. Margolis (1982), entre otros soportes importantes para su síntesis innovadora. Al poskeynesianismo simplemente lo ignora, a costa de su apología infundada de los mercados financieros eficientes sin regulaciones. Por otro lado, es comprensible, dadas nuestras limitaciones racionales y de información. Impugna al marxismo porque en su opinión la explotación, aceptándola como una realidad empírica a lo largo de la historia, debido a la desigual distribución de poder, información, conocimientos y participación en las decisiones y a la búsqueda predominante del bienestar privado (North, 1993, p. 172), no se sustenta en el análisis de Marx por no especificar éste las condiciones institucionales determinantes de los costos de transformación y de transacción, ni de la explotación (ídem). Además, en su opinión, si bien Marx tuvo el acierto de de proponer una teoría dinámica del cambio, subsanando una carencia enorme de la economía principal, lo hizo muy deficientemente por no formular un modelo del cambio institucional (ibídem, p. 139). Cuestiona también a Marx en su esfuerzo pionero de integrar el cambio tecnológico con el cambio institucional por, a su entender, proponer un final feliz, algo que no está garantizado por la propuesta institucional de North (ibídem, p. 169). Por último, señala que la teoría marxista falla porque hace depender sus resultados de un cambio en la conducta humana, algo que, supone, no se logró en 70 años de experiencia socialista (ibídem, p. 170). En el cuestionamiento del estructuralismo latinoamericano, asimila la propuesta de la Comisión Económica para América Latina con la de la teoría de la dependencia para señalar que al diagnosticar ambas escuelas los obstáculos al crecimiento económico de América Latina exclusivamente 21 por los términos del comercio internacional y otras condiciones externas, se convirtieron en una ideología que racionaliza no sólo la estructura económica interna vigente sino que implica también una posición política que refuerza el marco institucional doméstico existente (ibídem, p. 130). 22 Bibliografía Akerlof, G.A., 1970, “The Market for ‘Lemons’: Qualitative Uncertainty and the Market Mechanism”, Quarterly Journal of Economics, 84: 488500. Aktouf, O., 1994, “The Management of Excellence: Deified Executives and Depersonalized Employees” en In Search of meaning, (Pauchant, T.C., ed.), Jossey Bass, S. Francisco. Aktouf, O., 1998, La Administración: entre Tradición y Renovación, Artes Gráficas, Cali. 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