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Estudio-vida de 1 y 2 Timoteo, Tito y Filemón
1 Timoteo
CONTENIDO
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MENSAJE UNO: LA ECONOMÍA DE DIOS EN CONTRASTE CON LAS
ENSEÑANZAS DIFERENTES
MENSAJE DOS: LA FE Y UNA BUENA CONCIENCIA SON NECESARIAS
PARA GUARDAR LA FE
MENSAJE TRES: LA ORACIÓN QUE CUMPLE EL DESEO DE DIOS DE QUE
LOS HOMBRES SEAN SALVOS
MENSAJE CUATRO: LA VIDA NORMAL DE LOS HERMANOS Y LAS
HERMANAS EN LA IGLESIA
MENSAJE CINCO: LOS QUE VIGILAN Y LOS DIÁCONOS EN RELACIÓN
CON LA ADMINISTRACIÓN DE LA IGLESIA
MENSAJE SEIS: LA FUNCIÓN DE LA IGLESIA
MENSAJE SIETE: PREDICCIÓN DE LA DECADENCIA DE LA IGLESIA
MENSAJE OCHO: UN BUEN MINISTRO DE CRISTO
MENSAJE NUEVE: EN CUANTO A LOS SANTOS DE DIFERENTES EDADES
MENSAJE DIEZ: EN CUANTO A LOS ANCIANOS
MENSAJE ONCE: EN CUANTO A LOS ESCLAVOS Y LOS QUE AMAN EL
DINERO
MENSAJE DOCE: UN HOMBRE DE DIOS
2 Timoteo
CONTENIDO
13. MENSAJE UNO: LA VACUNA CONTRA LA DECADENCIA DE LA IGLESIA:
LAS PROVISIONES DIVINAS
14. MENSAJE DOS: EL FACTOR BÁSICO DE LA DECADENCIA: ABANDONAR
AL APÓSTOL Y SU MINISTERIO
15. MENSAJE TRES: AQUEL QUE ADMINISTRA LA VACUNA
16. MENSAJE CUATRO: LA DECADENCIA SE EXTIENDE
17. MENSAJE CINCO: LA DECADENCIA EMPEORA
18.MENSAJE SEIS: EL ANTÍDOTO CONTENIDO EN LA VACUNA
19. MENSAJE SIETE: EL INCENTIVO DEL VACUNADOR
20.
MENSAJE OCHO: EL RESULTADO DE LA DECADENCIA
Tito
CONTENIDO
21. MENSAJE UNO: EL ESTABLECIMIENTO DE LA AUTORIDAD EN LA
IGLESIA
22.
MENSAJE DOS: CONFRONTAR LA INFLUENCIA DEL JUDAÍSMO Y
DEL GNOSTICISMO
23.
MENSAJE TRES: GUIAR A LOS SANTOS DE DIFERENTES EDADES A
LLEVAR UNA VIDA ORDENADA
24.
MENSAJE CUATRO: MANDAR QUE LOS ESCLAVOS SE PORTEN
BIEN DENTRO DEL SISTEMA SOCIAL ESCLAVISTA
25.
MENSAJE CINCO: MANDAR QUE LOS SANTOS MANTENGAN UNA
RELACIÓN APROPIADA CON EL GOBIERNO
26.
MENSAJE SEIS: HACER FRENTE A LOS QUE CAUSAN
DISENSIONES
Filemón
CONTENIDO
27.
MENSAJE UNO: UN ESCLAVO QUE NACE DE NUEVO COMO
HERMANO
28.
MENSAJE DOS: UN HERMANO RECOMENDADO PARA QUE SEA
ACEPTADO EN EL NUEVO HOMBRE
ESTUDIO-VIDA DE 1 TIMOTEO
MENSAJE UNO
LA ECONOMÍA DE DIOS EN CONTRASTE CON
LAS ENSEÑANZAS DIFERENTES
Lectura bíblica: 1 Ti. 1:1-17
Con este mensaje daremos inicio a una serie de mensajes de estudio-vida sobre 1
Timoteo, 2 Timoteo, Tito y Filemón. En previos estudios-vida abarcamos seis epístolas
escritas por Pablo: Romanos, Hebreos, Efesios, Colosenses, Gálatas y Filipenses. En
estos seis libros se revelan las verdades fundamentales y cruciales acerca de Cristo y la
iglesia. Las otras cuatro epístolas escritas por Pablo son: 1 y 2 Corintios y 1 y 2
Tesalonicenses.
De las catorce epístolas escritas por Pablo, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses,
Romanos y Hebreos son muy básicas y se les puede considerar como un solo grupo.
Asimismo, 1 y 2 Timoteo, Tito y Filemón pueden ser consideradas como otro grupo. No
nos cabe duda de que la secuencia que siguen los libros del Nuevo Testamento es
conforme a la soberanía de Señor, y que, según este orden soberano, estos cuatro libros
—1 y 2 Timoteo, Tito y Filemón— aparecen juntos como un solo grupo.
Quizás usted se pregunte de qué manera las otras cuatro epístolas de Pablo —1 y 2
Corintios y 1 y 2 Tesalonicenses— se relacionan con los anteriores grupos de escritos. El
primer grupo, compuesto por seis libros, contiene la revelación básica acerca de Cristo y
la iglesia, mientras que el segundo grupo, compuesto de cuatro libros, trata acerca de la
economía de Dios en cuanto a la iglesia. En este grupo se abarca la economía de Dios
con respecto a la iglesia. Los libros de 1 y 2 Corintios fortalecen estos dos grupos de
epístolas. En estos dos libros se nos revelan más ricos aspectos acerca de Cristo y la
iglesia. Por una parte, en 1 y 2 Corintios encontramos más de las riquezas de Cristo; por
otra, estos libros confirman la economía de Dios respecto a la iglesia. ¿Qué podríamos
decir entonces acerca de 1 y 2 Tesalonicenses? En estas epístolas Pablo nos muestra cuál
es nuestra esperanza, la esperanza de gloria, que es la manifestación de nuestro amado
Señor Jesucristo.
I. EL PROPÓSITO DE ESTAS CUATRO EPÍSTOLAS
A. 1 Timoteo: el de revelar la economía de Dios con respecto a la iglesia
En 1 Timoteo se nos revela la economía de Dios con respecto a la iglesia. No es fácil
resumir este libro de una forma tan breve y a la vez tan completa. Es sólo cuando nos
sumergimos en las profundidades de esta epístola que comprobamos que éste es el
tema. Si profundizamos en este libro, veremos que puede ser resumido como un libro
que trata acerca de la economía de Dios en el Nuevo Testamento con respecto a la
iglesia.
En 1 Timoteo 1:4 Pablo usa una maravillosa expresión: “la economía de Dios”. Esta
economía es una administración, de hecho, se trata de la economía de Dios. La
economía de Dios se revela en cuatro expresiones halladas en 1 Timoteo 3: “grande es el
misterio de la piedad”; “Dios fue manifestado en la carne”; “la iglesia es la casa del Dios
viviente”; “la iglesia es columna y fundamento de la verdad”. La economía de Dios está
relacionada con el gran misterio de la piedad, con la manifestación de Dios en la carne y
con la iglesia, que es la casa del Dios viviente y columna y fundamento de la verdad.
Cuando relacionamos estos cuatro asuntos con la economía de Dios, vemos que lo que
se revela en 1 Timoteo es la economía de Dios con respecto a la iglesia.
B. 2 Timoteo: el de vacunar a la iglesia
en contra la decadencia
El propósito de 2 Timoteo es vacunar a la iglesia en contra de la decadencia. Por una
parte, una vacuna es algo positivo; por otra, es una señal negativa, pues indica que hay
una enfermedad que puede matarnos y que necesitamos ser protegidos. El propósito de
Pablo al escribir 2 Timoteo era vacunar a la iglesia contra la decadencia, la degradación
y el deterioro.
C. Tito: el de mantener el orden en la iglesia
El propósito del libro de Tito es mantener el orden en la iglesia. Fue escrito con el fin de
asegurar que la iglesia local tuviera el debido orden.
En 1 Timoteo se nos revela la economía de Dios con respecto a la iglesia, en 2 Timoteo
recibimos la vacuna en contra de la decadencia de la iglesia, y en Tito se trata el asunto
de mantener el orden en la iglesia. Éstos son tres diferentes aspectos de un mismo
propósito: esto es, preservar la iglesia como la expresión apropiada del Dios Triuno, que
es simbolizado por los candeleros de oro en la sección final de la revelación divina (Ap.
1:12, 20). Para conseguir este propósito, en estos tres libros se recalcan reiteradamente
los siguientes asuntos básicos y cruciales:
1. 1) La fe, el contenido del evangelio completo de acuerdo con la economía
neotestamentaria de Dios. Esta fe es objetiva, y es mencionada en 1 Timoteo 1:4, 19; 2:7;
3:9, 13; 4:1, 6; 5:8; 6:10, 12, 21; 2 Timoteo 3:8; 4:7; Tito 1:1, 4, 13.
2. 2) La verdad, la realidad del contenido de la fe, mencionada en 1 Timoteo 2:4, 7; 3:15;
4:3; 6:5; 2 Timoteo 2:15, 18, 25; 3:7, 8; 4:4; Tito 1:1, 14.
3. 3) La sana enseñanza, en 1 Timoteo 1:10; 2 Timoteo 4:3; Tito 1:9; 2:1; las sanas palabras,
en 1 Timoteo 6:3; 2 Timoteo 1:13; el hablar sano, en Tito 2:8; y sanos en la fe, en Tito
1:13; 2:2. Todos estos asuntos están relacionados con la condición de la vida.
4. 4) La vida, la vida eterna de Dios, en 1 Timoteo 1:16; 6:12, 19; 2 Timoteo 1:1, 10; Tito 1:2;
3:7.
5. 5) La piedad, un vivir que es la expresión de Dios, lo cual se menciona en 1 Timoteo 2:2,
10 (reverencia a Dios); 3:16; 4:7, 8; 5:4 (respetuosos); 6:3, 5, 6, 11; 2 Timoteo 3:5, 12
(piadosamente); Tito 1:1; 2:12 (piadosamente). Lo contrario, la impiedad, se menciona
en 1 Timoteo 1:9 (impíos); 2 Timoteo 2:16; Tito 2:12.
6. 6) La fe, nuestra acción de creer en el evangelio, en Dios, en Su palabra y en Sus obras.
Esta fe es subjetiva y se menciona en 1 Timoteo 1:2, 5, 14, 19; 2:15; 4:12; 6:11; 2 Timoteo
1:5, 13; 2:22; 3:10, 15; Tito 2:2; 3:15.
7. 7) La conciencia, la parte principal de nuestro espíritu, la cual justifica o condena nuestra
relación con Dios y con los hombres. Ésta se menciona en 1 Timoteo 1:5, 19; 3:9; 4:2; 2
Timoteo 1:3; Tito 1:15.
La fe equivale al contenido de la economía, la administración doméstica, la
dispensación, de Dios. La verdad es el contenido, la realidad, de la fe conforme a la
economía de Dios. La sana enseñanza, las palabras sanas y el hablar sano son el
ministerio de la verdad, el cual ministra a las personas la realidad de las verdades
divinas. La vida eterna es el medio y el poder que lleva a cabo las realidades divinas de la
fe. La piedad es el vivir que expresa la realidad divina, una expresión de Dios en todas
Sus riquezas. La fe (subjetiva) es la respuesta a la verdad de la fe (objetiva); tal fe recibe
las realidades divinas y participa de ellas. La conciencia nos aprueba o nos desaprueba a
fin de que seamos guardados en la fe.
D. Filemón: el de presentar un cuadro
de la igualdad de condiciones entre los creyentes
en el nuevo hombre
La epístola a Filemón no parece guardar ninguna relación con 1 y 2 Timoteo ni con Tito.
Muchos maestros de la Biblia llaman a estos tres libros “epístolas pastorales”, pues en
ellos se dan instrucciones de cómo pastorear a una iglesia. Debido a que el término
pastoral con relación a estos libros es demasiado superficial, yo prefiero no usarlo.
Reconozco que en estos libros se encuentra el aspecto del pastoreo; no obstante, es muy
superficial llamarlos epístolas pastorales. Si nos sumergimos en las profundidades de
estos libros y descubrimos que ellos respectivamente nos revelan la economía de Dios
con respecto a la iglesia, nos vacunan en contra de la decadencia de la iglesia y nos
enseñan a mantener el orden en la iglesia, comprenderemos que Filemón debe formar
parte del mismo grupo.
En Filemón se nos presenta un cuadro que nos muestra que en el nuevo hombre todos
los creyentes son iguales. Aunque Filemón era el amo de Onésimo, y éste era su esclavo,
ambos eran considerados iguales en el nuevo hombre. Como veremos, Onésimo huyó de
su amo, pero fue salvo por medio de Pablo en la prisión. Luego Pablo lo devolvió a
Filemón, pero ya no como esclavo, sino como un amado hermano en Cristo. Por
consiguiente, vemos un cuadro que nos permite ver que en el nuevo hombre todos los
creyentes son iguales. Si unimos esta epístola a 1 y 2 Timoteo y a Tito, sabremos cómo
llevar una vida de iglesia local apropiada.
El título de este mensaje es: “La economía de Dios en contraste con las enseñanzas
diferentes”. Entre los que leen la Biblia, muy pocos han visto este tema en el primer
capítulo de 1 Timoteo. Sin embargo, en este capítulo se nos muestra que la economía de
Dios es contraria a las enseñanzas diferentes. ¿Cuál es el pensamiento crucial de la
revelación de Dios, el enfoque central de la economía de Dios? La economía de Dios
consiste en que Dios, en Cristo y por el Espíritu, se imparta a Sí mismo en Sus escogidos
a fin de que ellos, en virtud de la vida y la naturaleza divinas, lleguen a ser el Cuerpo de
Cristo, el nuevo hombre, la iglesia, que expresa a Dios en el universo. Éste es el tema
crucial.
El problema entre los cristianos a través de los siglos siempre ha sido las diferentes
enseñanzas que son contrarias a la revelación de Dios. Algunos tal vez argumenten
diciendo que cuando enseñan a la gente que el bautismo es por inmersión, lo hacen tal y
como Dios lo ha revelado. Aunque esto puede ser cierto, el bautismo por inmersión no
es el tema primordial de la revelación divina. El tema crucial de la revelación divina no
es el bautismo por inmersión, ni si usamos vino o jugo de uvas en la mesa de Señor, ni
tampoco si creemos en que el arrebatamiento ocurrirá antes de la tribulación, después
de la tribulación o durante la tribulación. El enfoque central de la economía de Dios
tampoco es la gran imagen descrita en Daniel 2 ni las bestias de las que se habla en
Apocalipsis 13. ¡Cuán lamentable es que los cristianos hayan disputado acerca del tipo
de agua que debe usarse en el bautismo y hayan descuidado por completo la economía
de Dios! Es crucial que veamos que la economía de Dios consiste en que Dios se imparte
en Sus elegidos como el maravilloso Dios Triuno —el Padre, el Hijo y el Espíritu—, a fin
de que ellos, al poseer Su vida y naturaleza, lleguen a ser Sus muchos hijos, miembros de
Cristo, que lo expresan en el universo. Ésta es la revelación central de las Escrituras y
esto es lo que la Biblia llama la economía de Dios.
Al igual que hoy, hubo algunos en la época de Pablo que enseñaban cosas diferentes.
Ellos enseñaban cosas contrarias a la economía de Dios. Sin embargo, Pedro, Juan,
Jacobo, Pablo y los demás apóstoles predicaban lo mismo: Cristo y la iglesia. Aunque
había muchos apóstoles, todos ellos tenían un solo ministerio. Nunca debemos pensar
que Pedro, Juan, Jacobo y Pablo enseñaban cosas diferentes el uno del otro. No, todos
ellos enseñaban acerca de Cristo y la iglesia.
En los cuatro Evangelios se revela una misma persona por medio de cuatro biografías.
Estas biografías, aunque fueron escritas cada una desde una perspectiva diferente, no
nos revelan diferentes personas; más bien, todas ellas nos revelan a la misma persona, al
Señor Jesucristo. Puesto que esta maravillosa persona tiene un Cuerpo, a partir de
Hechos y hasta el final del Nuevo Testamento, vemos el Cuerpo de dicha persona.
Quisiera repetir nuevamente que todos los apóstoles predicaban y enseñaban una
misma cosa: Cristo y la iglesia.
Debido a que los apóstoles enseñaban y predicaban a Cristo y la iglesia, todos ellos
tenían un solo ministerio. Es por ello que Pablo dijo: “Teniendo nosotros este
ministerio” (2 Co. 4:1). Así, pues, aunque había muchos apóstoles, todos ellos habían
recibido el mismo ministerio. En el capítulo uno de Hechos encontramos otro indicio de
que todos los apóstoles participaban en un mismo ministerio (v. 17). Cualquier
“ministerio” que sea distinto al ministerio de Pablo y de los demás apóstoles, ni siquiera
debe ser considerado un ministerio, sino más bien, una enseñanza diferente. Según el
Nuevo Testamento, el único ministerio tiene como objetivo ministrar a Cristo a los
elegidos de Dios para que la iglesia pueda ser formada. Ésta es la economía de Dios, la
cual es contraria a toda índole de enseñanzas diferentes. Ciertamente la economía de
Dios no tiene que ver con prácticas como cubrirse la cabeza, el lavamiento de los pies ni
con normas acerca de la comida o con la observancia de ciertos días. La economía de
Dios es contraria a todas estas enseñanzas diferentes.
II. INTRODUCCIÓN
A. Pablo, apóstol de Cristo Jesús
Pablo empieza 1 Timoteo con estas palabras: “Pablo, apóstol de Cristo Jesús según el
mandato de Dios nuestro Salvador, y de Cristo Jesús nuestra esperanza”. Fue según el
mandato de Dios y de Cristo que Pablo llegó a ser apóstol. En sus primeras epístolas nos
dijo que él era apóstol por voluntad de Dios (1 Co. 1:1; 2 Co. 1:1; Ef. 1:1; Col. 1:1). El
mandato de Dios es una expresión definitiva, una dirección más detallada, de Su
voluntad.
Dios nuestro Salvador (1 Ti. 1:1; 2:3; 4:10; Tito 1:3; 2:10, 13; 3:4) es un título especial
atribuido a Dios en estos tres libros, que se basan en la salvación de Dios para enseñar lo
pertinente a la economía neotestamentaria de Dios (1:15-16; 2:4-6; 2 Ti. 1:9-10; 2:10;
3:15; Tit. 2:14; 3:5-7). Pablo llegó a ser apóstol según el mandato del Dios que salva,
Dios nuestro Salvador, y no según el mandato del Dios que da la ley, el Dios que exige.
En 1:1 Pablo habla de “Cristo Jesús nuestra esperanza”. Cristo Jesús no es solamente el
Ungido (el Cristo) de Dios que vino a ser nuestro Salvador (Jesús), a fin de que nosotros
pudiéramos ser salvos para obtener la vida eterna de Dios, sino que también es la
esperanza que nos ha de introducir en la plena bendición y disfrute de esta vida eterna.
La esperanza de la vida eterna revelada en Tito 1:2, que es la base y la condición del
apostolado de Pablo y la esperanza bienaventurada revelada en Tito 2:13, que es la
esperada manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro, están íntimamente
relacionadas con la persona del Mesías de Dios, nuestro Salvador. Por lo tanto, Él
mismo es nuestra esperanza, la esperanza de gloria (Col. 1:27). Pablo llegó a ser apóstol
según el mandato no sólo de Dios nuestro Salvador, sino también de Aquel que nos
salvó con vida eterna y que nos introducirá en la gloria de esta vida. Este mandato
pertenece a la vida eterna y ha de ser cumplido por ella, y está en contraste con el
mandato del Dios que da la ley, mandato que pertenecía a la letra y había de ser
cumplido por el esfuerzo humano, sin el suministro de la vida eterna.
B. A Timoteo, verdadero hijo en la fe
En el versículo 2 Pablo continúa sus palabras de introducción: “A Timoteo, verdadero
hijo en la fe: Gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y de Cristo Jesús nuestro Señor”.
En griego, el nombre Timoteo es timótheos, el cual se compone de timé, que significa
honra, y de theós, que significa Dios; por ende, significa honrar a Dios. Timoteo llegó a
ser un verdadero hijo de Pablo, no por medio del nacimiento natural, sino en la fe (es
decir, en la esfera y en el elemento de la fe), no en el sentido físico sino espiritualmente.
III. LA ECONOMÍA DE DIOS EN CONTRASTE
CON LAS ENSEÑANZAS DIFERENTES
A. Enseñanzas diferentes
En el versículo 3 Pablo declara: “Como te exhorté, al irme a Macedonia, a que te
quedases en Efeso, para que mandases a algunos que no enseñen cosas diferentes”. La
frase “al irme a Macedonia”, muy probablemente se refiere a los viajes que hizo Pablo
después que fue liberado de su primer encarcelamiento en Roma. Quizás él escribió esta
epístola desde Macedonia, región que corresponde hoy al norte de Grecia y sur de
Bulgaria.
En el versículo 3 Pablo se refiere a “algunos”. Éstos eran ciertos disidentes, tales como
los mencionados en el versículo 6 y en Gálatas 1:7 y 2:12.
Enseñar cosas diferentes quería decir enseñar mitos, genealogías interminables (v. 4) y
la ley (vs. 7-8). Todas estas enseñanzas eran vana palabrería (v. 6) y eran diferentes de la
enseñanza de los apóstoles, la cual estaba centrada en Cristo y la iglesia.
Las epístolas de Pablo completan la revelación divina con respecto al propósito eterno
de Dios y Su economía (Col. 1:25). Su ministerio completa la revelación tocante al Cristo
todo-inclusivo y Su Cuerpo universal, el cual es la iglesia que, por ser Su plenitud, lo
expresa. En cuanto a la iglesia como Cuerpo de Cristo, existen dos aspectos: la vida y la
práctica. Desde Romanos hasta 2 Tesalonicenses, se nos presenta una revelación
completa de la vida de la iglesia, que incluye la naturaleza, la responsabilidad y la
función de la iglesia. Luego, desde 1 Timoteo hasta Filemón, se nos presenta una
revelación detallada del aspecto práctico de la iglesia. Éste tiene que ver con la
administración y con el pastoreo de una iglesia local. Para que esto pueda llevarse a
cabo, lo primero que se necesita es acabar con las enseñanzas diferentes que promueven
los disidentes, las cuales distraen a los santos apartándolos de la línea central y meta
final de la economía neotestamentaria de Dios (vs. 4-6). Las enseñanzas diferentes
mencionadas en 1:3-4, 6-7; 6:3-5, 20-21, y las herejías de 4:1-3, son la semilla, el origen,
de la decadencia, degradación y deterioro de la iglesia, lo cual se aborda en el segundo
libro.
1. Los mitos
En el versículo 4 Pablo continúa su tema: “Ni presten atención a mitos y genealogías
interminables, que acarrean disputas más bien que la economía de Dios que se funda en
la fe”. La palabra griega traducida “mitos” en este versículo es múthos, la misma que se
usa en 4:7 y en 2 Timoteo 4:4. Denota palabras, discursos y conversaciones acerca de
cosas tales como rumores, informes, historias (verdaderas o falsas) e imaginaciones.
También puede haber incluido historias judías sobre milagros e invenciones rabínicas.
Éstas eran mitos profanos y de viejas (4:7) así como mitos judaicos (Tit. 1:14). Los mitos
judaicos pueden haber sido la semilla que dio origen a las mitologías gnósticas.
2. Las genealogías interminables
Las “genealogías interminables” mencionadas en este versículo probablemente se
refieren a las genealogías del Antiguo Testamento adornadas con fábulas (Tit. 3:9).
3. Acarrean disputas
Los mitos y las genealogías interminables acarrean disputas y vanas palabrerías más
bien que la economía de Dios.
4. Vana palabrería
Los mitos y las genealogías interminables conducen a vana palabrería y desvían a las
personas del propósito de la orden de amar. En los versículos 5 y 6 Pablo declara: “Pues
el propósito de esta orden es el amor nacido de un corazón puro, una buena conciencia y
una fe no fingida, de las cuales cosas algunos, habiéndose desviado, se apartaron a vana
palabrería”. La orden del versículo 5 se refiere al mandato mencionado en el versículo 3.
Las enseñanzas diferentes de los disidentes, mencionadas en el versículo 3, causaban
envidia y discordia entre los creyentes, lo cual era contrario al amor, el propósito del
mandato del apóstol. Para llevar a cabo la orden del apóstol, se necesita el amor, que
proviene de un corazón puro, de una buena conciencia y de una fe no fingida.
Un corazón puro es un corazón sencillo y sin impurezas, un corazón que sólo busca al
Señor y toma al Señor como su única meta. Una buena conciencia es una conciencia sin
ofensa (Hch. 24:16). Una fe no fingida, que está relacionada con la fe mencionada en el
versículo 4, es una fe sin presunción ni hipocresía, una fe que purifica el corazón (Hch.
15:9) y opera por medio del amor (Gá. 5:6). En la decadencia de la iglesia, al confrontar
las enseñanzas diferentes, se requieren todos estos atributos para tener un amor puro,
verdadero y genuino.
5. La ley
En el versículo 7 Pablo habla de los maestros de la ley: “Queriendo ser maestros de la
ley, sin entender ni lo que hablan ni lo que afirman con tanta seguridad”. Los maestros
de la ley, quienes enseñan a la gente qué hacer y qué no hacer, son diferentes de los
ministros de Cristo (4:6), quienes ministran las riquezas de Cristo a otros. Según este
versículo, los que desean ser maestros de la ley afirman ciertas cosas con mucha
seguridad. La palabra griega traducida “afirman con tanta seguridad” puede traducirse
también “afirman categóricamente” o “afirman enfáticamente”. Esta misma palabra se
usa en Tito 3:8.
Según los versículos del 8 al 10, la ley es buena si uno la usa legítimamente. Pablo
declara que “la ley no fue dada para el justo, sino para los inicuos e indomables, para los
impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los que levantan la mano
contra su padre y contra su madre, para los homicidas, para los fornicarios, para los
homosexuales, para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cuanto se
oponga a la sana enseñanza”.
Las palabras “sana enseñanza” indican que ésta es una cuestión de la vida. Cualquier
cosa que podamos calificar como sana debe contener vida. La sana enseñanza de los
apóstoles, la cual concuerda con el evangelio de la gloria de Dios, ministra la sana
enseñanza como el suministro de vida a otros, ya sea nutriéndolos o sanándolos. En
cambio, las enseñanzas diferentes de los disidentes, a las cuales se refiere el versículo 3,
siembran en otros las semillas de muerte y veneno. No es sana ninguna enseñanza que
distraiga a las personas del centro y de la meta de la economía neotestamentaria de
Dios.
B. La economía de Dios
En griego, las palabras “la economía de Dios”, que aparecen en 1:4, se refieren a la
economía doméstica de Dios (Ef. 1:10; 3:9). Ésta es la administración doméstica de Dios,
que consiste en que Dios en Cristo, se imparta a Sus escogidos, a fin de obtener una
casa, una familia, que le exprese, la cual es la iglesia, el Cuerpo de Cristo (1 Ti. 3:15). El
ministerio del apóstol estaba centrado en la economía de Dios (Col. 1:25; 1 Co. 9:17),
mientras que las enseñanzas diferentes de los disidentes eran usadas por el enemigo de
Dios para distraer a Su pueblo de dicha economía. La economía divina debe ser
presentada claramente a los santos en el contexto de la administración y pastoreo de
una iglesia local.
Mi carga se centra únicamente en la economía de Dios. Ésta ha sido mi carga por más de
cuarenta años. En los años que llevo en este país, no he enseñado otra cosa que no sea la
economía de Dios.
1. La economía doméstica de Dios
La economía de Dios es Su economía doméstica. Según la Biblia, lo que Dios
primeramente desea obtener no es un reino, sino una casa, una familia. Una vez que Él
obtenga una familia, Su familia espontáneamente se convertirá en Su reino. Si Él no
logra obtener una familia, una casa, tampoco podrá obtener un reino. Por ello, la
economía de Dios tiene que ver primeramente con Su economía doméstica, con la
economía de Su familia.
2. La administración de la casa de Dios
En segundo lugar, la economía de Dios es la administración de Su casa, que consiste en
que Dios, en Cristo, se imparta a Su pueblo escogido, a fin de obtener una casa, una
familia, la iglesia, el Cuerpo de Cristo, que le exprese a Él.
3. El enfoque del ministerio del apóstol Pablo
La economía de Dios era el enfoque del ministerio del apóstol Pablo (Col. 1:25; 1 Co.
9:17).
4. Se funda en la fe
En el versículo 4 Pablo nos dice que la economía de Dios se funda en la fe. La
impartición de Dios en nosotros se efectúa completamente por fe. La economía de Dios
está relacionada con la fe, es decir, se lleva a cabo en la esfera y en el elemento de la fe,
en Dios y por medio de Cristo. La fe está aquí en contraste con las disputas. La economía
de Dios, que consiste en que Dios se imparta en Sus escogidos, no se lleva a cabo en la
esfera natural ni por medio del esfuerzo humano por tratar de guardar la ley, sino en la
esfera espiritual de la nueva creación por medio de la regeneración que es por la fe en
Cristo (Gá. 3:23-26). Es por medio de la fe que nacemos de Dios y llegamos a ser hijos
Suyos que participan de Su vida y naturaleza para expresarle a Él. Por medio de la fe
somos puestos en Cristo y llegamos a ser miembros de Su Cuerpo que participan de todo
lo que Él es, con miras a Su expresión. Ésta es la economía de Dios según Su economía
neotestamentaria, la cual se lleva a cabo en fe.
Es crucial que conozcamos el significado de la fe según el Nuevo Testamento. Hemos
ahondado mucho al respecto en nuestros estudios-vida de Romanos, Hebreos y Gálatas.
En primer lugar, la fe es Dios mismo como la Palabra que nos ha sido hablada. Así que,
primero tenemos a Dios, y luego a Dios como la Palabra hablada. Por medio de la
Palabra de Dios y por el Espíritu de Dios, Dios en Cristo se infunde a nosotros. Como
resultado, algo brota de nuestro interior. Ese algo es la fe. Luego, la fe opera en nosotros
para introducirnos en una unión orgánica con el Dios Triuno. Por medio de esta unión
orgánica, Dios se infunde en nosotros continuamente. Como resultado, obtenemos la
vida divina y la naturaleza divina, y llegamos a ser hijos de Dios, miembros de Cristo y
partes del nuevo hombre. En conjunto, llegamos a ser la casa de Dios, el Cuerpo de
Cristo y el nuevo hombre. Ésta es la economía de Dios, la cual se funda en la fe.
5. Según el evangelio de la gloria del Dios bendito
La economía de Dios es “según el evangelio de la gloria del Dios bendito” (v. 11).
¿Habían escuchado esta expresión antes? Muchos han oído hablar del evangelio de la
gracia, del evangelio del perdón, del evangelio de la justificación y del evangelio de la
regeneración, mas no del evangelio de la gloria. Este evangelio no sólo nos trae buenas
nuevas acerca del perdón de los pecados y de la justificación por la fe; más bien, el
evangelio de la gloria es el evangelio de la economía de Dios. La gloria es Dios mismo
expresado. Por lo tanto, el evangelio de la gloria es el evangelio del Dios expresado; es
un evangelio que expresa la gloria de Dios.
El “evangelio de la gloria del Dios bendito” es una expresión excelente. Se refiere a la
economía de Dios mencionada en el versículo 4. El evangelio que le fue encomendado a
Pablo es el resplandor de la gloria del Dios bendito. Al impartir la vida y naturaleza de
Dios, en Cristo, a los escogidos de Dios, este evangelio resplandece con la gloria de Dios,
en la cual Dios es bendito entre Su pueblo. Ésta es la comisión y el ministerio que el
apóstol recibió del Señor (v. 12). Este evangelio debe ser frecuentemente enseñado y
predicado en una iglesia local.
En el versículo 12 Pablo declara: “Doy gracias al que me reviste de poder, a Cristo Jesús
nuestro Señor; porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio”. El Señor no sólo
designó al apóstol para el ministerio y le comisionó la economía de Dios externamente,
sino que además lo revistió de poder interiormente para que llevara a cabo Su ministerio
y cumpliera con Su comisión. Todo esto se efectúa exclusivamente por la vida en el
Espíritu.
6. Un modelo de uno que estaba
bajo la economía de Dios
En 1:13-17 vemos el modelo de uno que estaba bajo la economía de Dios.
a. El primero entre los pecadores
Pablo declara que él era el primero entre los pecadores (vs. 15-16). Él había blasfemado
contra Dios, había perseguido a los hombres y había sido una persona injuriadora y
destructiva con relación a la iglesia. En el versículo 13, él declara respecto de sí mismo:
“Habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; mas me fue concedida
misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad”. Un blasfemo es uno que
habla en contra de Dios, y un perseguidor es uno que actúa contra el hombre. Saulo de
Tarso no blasfemaría contra Dios, puesto que era un fariseo estricto (Hch. 22:3; Fil. 3:4-
5); sin embargo, él había hablado mal del Señor Jesús. Aquí él confiesa que aquello era
blasfemia. Esto indica que él creía en la deidad de Cristo.
Saulo de Tarso perseguía a la iglesia de una manera injuriosa y destructiva (Hch. 22:4;
Gá. 1:13, 23), tal como los judíos injuriosos perseguían al Señor Jesús.
Pablo además declara que había actuado por ignorancia y en incredulidad. Ser ignorante
equivale a estar en tinieblas, y la incredulidad proviene de la ceguera. Saulo de Tarso
estaba en tinieblas y actuaba ciegamente cuando se oponía a la economía
neotestamentaria de Dios.
b. Le fue concedida misericordia
En el versículo 13 Pablo testifica que le fue concedida misericordia. A Saulo, un blasfemo
y perseguidor, primero se le concedió misericordia, y después recibió gracia (v. 14). El
brazo de la misericordia es más largo que el de la gracia y, por ende, alcanza al indigno.
Puesto que Pablo era uno que blasfemaba contra Dios y perseguía a los hombres, fue la
misericordia de Dios, y no Su gracia, la que lo alcanzó.
c. Sobreabunda la gracia del Señor
El versículo 14 añade: “Y la gracia de nuestro Señor sobreabundó con la fe y el amor que
están en Cristo Jesús”. La gracia del Señor, la cual viene después de la misericordia de
Dios, visitó a Saulo de Tarso y no sólo abundó, sino que sobreabundó en él con la fe y el
amor que están en Cristo. La fe y el amor son productos de la gracia del Señor. La
misericordia y la gracia vienen a nosotros de parte del Señor; la fe y el amor vuelven al
Señor desde nosotros. Ésta es la circulación espiritual que ocurre entre el Señor y
nosotros. Por medio de la fe recibimos al Señor (Jn. 1:12), y por medio del amor
disfrutamos al Señor a quien hemos recibido (Jn. 14:21, 23; 21:15-17).
d. Salvo por Cristo Jesús
En el versículo 15 Pablo declara: “Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que
Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero”.
Cristo vino al mundo por medio de la encarnación para ser nuestro Salvador (Jn. 1:14).
Él era el Dios que se encarnó como hombre para salvarnos al morir y resucitar en Su
cuerpo humano. En una iglesia local, esto debe ser anunciado constantemente como
evangelio, es decir, como las buenas nuevas.
e. Cree en Cristo para vida eterna
En el versículo 16 Pablo habla de creer en Cristo para vida eterna. La vida increada de
Dios es el máximo don y la bendición más alta dada por Dios a aquellos que creen en
Cristo.
f. Para mostrar toda la longanimidad de Cristo
y ser un modelo para todos los creyentes
En el versículo 16 Pablo declara: “Pero por esto me fue concedida misericordia, para que
Jesucristo mostrase en mí el primero toda Su longanimidad, y quedara yo como modelo
para los que habrían de creer en Él para vida eterna”. Saulo de Tarso, el primero entre
los pecadores, llegó a ser un modelo para los pecadores, lo cual muestra que éstos
pueden recibir la visitación de la misericordia de Dios y ser salvos por la gracia del
Señor.
7. Honor y gloria al Rey de los siglos
En el versículo 17 Pablo dice: “Por tanto, al Rey de los siglos, incorruptible, invisible, al
único Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén”. Estas palabras deben
ser entendidas dentro del contexto de la decadencia de la iglesia. Mientras Pablo se
hallaba en prisión, las iglesias empezaron a degradarse, y la situación vino a ser muy
desalentadora. Muchos estaban desanimados. Incluso algunos de los colaboradores de
Pablo lo abandonaron; pero él tenía una fe firme y una seguridad absoluta de que el
propio Dios en quien él creía, Aquel que le había encomendado el evangelio de la gloria,
es el Rey de los siglos. Él nunca cambia. A ningún rey terrenal se le puede llamar el Rey
de los siglos. César fue un gobernante por un tiempo, pero ¡cuán diferente es nuestro
Dios! El Dios a quien Pablo servía es verdaderamente el Rey de los siglos. Esto significa
que Él es el Rey de la eternidad. Él nunca cambia; Él siempre permanece igual.
Todo se corrompe, excepto Dios. La iglesia tal vez pueda deteriorarse y degradarse, pero
Dios es incorruptible. Pablo también declara que Dios es invisible. Dios es poderoso,
eterno, incorruptible y también invisible. No podemos verlo. Ciertos calificativos que se
le atribuyen a Dios en este versículo se usan únicamente en este libro. Al igual que
Pablo, debemos usar estas palabras para alabar a Dios. Quisiera animar a algunos a que
escriban una melodía adecuada para este versículo. De una manera viviente y liberada,
debemos declarar: “Por tanto, al Rey de los siglos, incorruptible, invisible, al único Dios,
sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén”.
ESTUDIO-VIDA DE 1 TIMOTEO
MENSAJE DOS
LA FE Y UNA BUENA CONCIENCIA
SON NECESARIAS PARA GUARDAR LA FE
Lectura bíblica: 1 Ti. 1:18-20
En el mensaje anterior vimos en 1 Timoteo 1:1-17 que la economía de Dios es contraria a
las enseñanzas diferentes. En este mensaje examinaremos 1:18-20, versículos que
indican que la fe y una buena conciencia son necesarias para guardar la fe.
I. EL ENCARGO QUE EL APÓSTOL HACE
A SU HIJO TIMOTEO
En 1:18 Pablo declara: “Timoteo, hijo mío, te confío este encargo en conformidad con las
profecías que se hicieron antes en cuanto a ti, para que por ellas milites la buena
milicia”. ¿A qué encargo se refiere Pablo aquí? Para contestar esta pregunta, tenemos
que guardar el principio según el cual, para entender una oración, frase, o incluso una
palabra de la Biblia, debemos tener en cuenta el contexto, no sólo del párrafo en el que
se halla el versículo, sino a veces todo el libro y hasta toda la Biblia. Tomando este
principio como base, debemos examinar la manera en que Pablo usa la palabra
“encargo” en el versículo 18, según el contexto de todo el capítulo. Este encargo abarca
todos los asuntos principales presentados en los diecisiete versículos anteriores. Por el
lado positivo, el tema principal de estos versículos es la economía de Dios, y por el lado
negativo, son las enseñanzas diferentes. Por consiguiente, el encargo que dio el apóstol a
su hijo espiritual tiene que ver con la economía de Dios, en el aspecto positivo, y con las
enseñanzas diferentes, en el sentido negativo.
A. En conformidad con las profecías hechas anteriormente en cuanto a
Timoteo
En el versículo 18 Pablo declara que él confiaba este encargo a Timoteo en conformidad
con las profecías que se habían hecho antes en cuanto a éste. Probablemente algunas
palabras proféticas fueron dichas en cuanto a Timoteo cuando fue recibido en el
ministerio (Hch. 16:1-3). Tal vez los ancianos de la iglesia, quienes recomendaron a
Timoteo para que fuera colaborador de Pablo, le impusieron las manos. Fue quizás en
esa ocasión que se dieron algunas profecías acerca de él.
B. Militar la buena milicia
Refiriéndose a estas profecías, Pablo le dice a Timoteo: “Para que por ellas milites la
buena milicia”. Militar la buena milicia es pelear en contra de las diferentes enseñanzas
de los disidentes y llevar a cabo la economía de Dios (v. 4) en conformidad con el
ministerio del apóstol tocante al evangelio de la gracia y la vida eterna, para que el Dios
bendito sea glorificado (vs. 11-16).
C. En conformidad con las profecías
Pablo encargó a Timoteo que militara la buena milicia en conformidad con las profecías,
es decir, en la esfera y con el respaldo y la confirmación de las profecías.
Quisiera que ahora veamos algo en cuanto a la manera en que están agrupadas las
epístolas de Pablo y la época en que fueron escritas. Aunque la Epístola a Filemón
pertenece al mismo grupo con 1 y 2 Timoteo y Tito, de hecho fue escrita antes, durante
el primer encarcelamiento de Pablo. Pablo fue encarcelado por primera vez a causa de la
persecución de los judíos, no del Imperio Romano. El libro de Hechos relata que Pablo
apeló a César y que debido a ello fue enviado a Roma, donde fue encarcelado. Durante
su primer encarcelamiento, él escribió cuatro libros: Efesios, Filipenses, Colosenses y
Filemón. Así que, conforme a la fecha en que fue escrito, Filemón debiera ser agrupado
junto con Colosenses, Filipenses y Efesios; sin embargo, por su contenido, debe ser
agrupado, no con estas epístolas, sino junto con 1 y 2 Timoteo y Tito. Pablo escribió
Filemón poco antes de ser liberado de la cárcel. En la Epístola a los Filipenses, él
expresa su creencia de que iba a ser liberado pronto y luego podía visitar a las iglesias.
Poco después él fue liberado, y después de su liberación viajó a Éfeso, donde estaba
Timoteo, y de Éfeso pasó a Macedonia. Mientras estaba en Macedonia, Pablo escribió su
primera epístola a Timoteo. Luego, de Macedonia, fue a Nicópolis, donde escribió la
Epístola a Tito. Así, pues, Pablo escribió 1 Timoteo y Tito después de ser liberado de su
primer encarcelamiento. Después de aproximadamente un año, el César Nerón empezó
inesperadamente a perseguir a los cristianos. En aquel entonces, Pablo fue acusado de
ser el principal líder entre los cristianos. Así que fue arrestado y encarcelado de nuevo,
esta vez a causa de la persecución de Nerón. Desde la prisión, él escribió su segunda
epístola a Timoteo. En el capítulo cuatro, él dice a su amado hijo Timoteo que estaba
listo para partir, para sufrir el martirio y ser derramado en libación.
Durante el primer encarcelamiento de Pablo, las iglesias fueron puestas a prueba. Esta
prueba puso en evidencia que había comenzado la decadencia y la degradación. Esta
decadencia se debía a las enseñanzas diferentes, enseñanzas que diferían del ministerio.
Por esta razón, Pablo le encargó a Timoteo que militara la buena milicia.
A lo largo de los siglos, la degradación y la decadencia de la iglesia han tenido una sola
causa: las enseñanzas que diferían del ministerio de los apóstoles. En Hechos 2:42,
vemos que al principio de la vida de iglesia, los creyentes perseveraban en las
enseñanzas de los apóstoles. Estas enseñanzas eran el ministerio. Lo que los apóstoles
enseñaban y predicaban no era otra cosa que Cristo y la iglesia. Ellos predicaban a un
Cristo que se había encarnado, que había sido crucificado, y que había resucitado y
ascendido a fin de impartirse en Sus creyentes como la vida de resurrección, y así
producir la iglesia. Éste es el tema central de la enseñanza de los apóstoles, y es muy
crucial que veamos esto. Indudablemente, la Biblia contiene enseñanzas acerca de
muchas cosas. Sin embargo, el tema central del ministerio de los apóstoles era el Cristo
encarnado, crucificado, resucitado, ascendido y glorificado, quien llega a ser nuestro
Salvador, nuestra vida y nuestro todo, para hacernos Su Cuerpo, la iglesia. Éste es el
tema vital de la revelación del Nuevo Testamento, y en esto consiste la economía de
Dios.
Debemos tener contacto con la Palabra y, por medio de ella, recibir a Dios por el
Espíritu. Entonces tendremos fe. Cuando acudimos a la Palabra, Dios se infunde en
nosotros, y espontáneamente la fe opera dentro de nosotros para introducirnos en una
unión orgánica con Dios. Cuanto más Dios se infunde en nosotros, más nos hacemos
uno con Él. Sin embargo, este asunto tan crucial ha permanecido oculto por muchos
siglos. Puesto que Pablo sabía la importancia de esto, encargó a Timoteo que peleara la
buena batalla, que militara la buena milicia.
Por una parte, Timoteo debía militar en contra de las enseñanzas diferentes de los
disidentes; por otra, debía llevar a cabo la economía de Dios conforme al ministerio del
apóstol. Si deseamos llevar a cabo la economía de Dios, no debemos hacerlo según las
enseñanzas del cristianismo tradicional, ni según la teología sistemática, sino conforme
al ministerio del apóstol.
Además, la economía de Dios tiene que ver con el evangelio de la gracia y la vida eterna.
Éstos son dos elementos básicos del evangelio. Este evangelio tiene como objetivo la
gloria del Dios bendito, es decir, tiene como objetivo la expresión, la manifestación, del
Dios bendito.
Cuando Pablo estuvo en la cárcel por primera vez, los disidentes empezaron a enseñar
cosas diferentes. Estas enseñanzas diferentes fueron la semilla de la decadencia de la
iglesia. Aun mientras estaba en la cárcel, Pablo se enteró de esta situación. Esto lo
sabemos por el contenido de epístolas como Colosenses y Filipenses. Sobre todo en
Colosenses, vemos que ciertos “ismos” —como el judaísmo, el gnosticismo y el
ascetismo— se habían infiltrado en la vida de iglesia. Estas diferentes enseñanzas
causaron disensiones y decadencia. Ésta fue la razón por la cual Pablo encargó a su fiel
colaborador que peleara la buena batalla contra las enseñanzas diferentes y luchara por
la economía de Dios.
Hoy nosotros también debemos estar alerta con respecto a las enseñanzas diferentes. A
lo largo de los siglos, estas enseñanzas han envenenado y contaminado la iglesia. Si
bajamos la guardia, las enseñanzas diferentes también pueden causar daño al recobro
del Señor. Hemos visto el daño que provocaron en el pasado las enseñanzas diferentes,
las cuales fueron propagadas de una manera sutil y oculta. Esto enseñó a los hermanos
que toman la delantera en las iglesias la importante lección de cuidarse de las
enseñanzas diferentes. No debemos permitir que enseñanzas diferentes se infiltren en el
recobro del Señor. El recobro tiene como único objetivo llevar a cabo el ministerio. Al
decir esto, no me estoy refiriendo a mi ministerio, sino al ministerio de los apóstoles,
que se inició con Pedro y hoy se sigue llevando a cabo. Todos los verdaderos apóstoles
enseñan y predican lo mismo; de hecho, enseñan y predican una sola cosa: la economía
neotestamentaria de Dios. El tema central de nuestra predicación y enseñanza es Cristo
y la iglesia. Enseñar y predicar la economía de Dios con respecto a Cristo y la iglesia
equivale a militar la buena milicia.
II. MANTENER LA FE Y UNA BUENA CONCIENCIA
En el versículo 19 Pablo dice: “Manteniendo la fe y una buena conciencia, desechando
las cuales naufragaron en cuanto a la fe algunos”. Este versículo nos explica cómo
militar la buena milicia. Para militar la buena milicia, debemos mantener la fe y una
buena conciencia.
A. La fe, nuestra acción de creer
La palabra “fe” hallada en la expresión “manteniendo la fe”, se refiere a nuestra acción
de creer; por ende, denota la fe subjetiva. Como ya hemos dicho, esta fe brota en
nosotros cuando tenemos contacto con la Palabra, y Dios se infunde en nosotros
mediante la Palabra y por el Espíritu. La fe subjetiva entonces opera dentro de nosotros
y genera una unión orgánica entre nosotros y el Dios Triuno. En esta unión, recibimos la
vida y la naturaleza divinas, en virtud de las cuales llegamos a ser los muchos hijos de
Dios y los muchos miembros del Cuerpo de Cristo, el nuevo hombre, que
corporativamente expresará al Dios Triuno por la eternidad. Debemos militar la buena
milicia con esta clase de fe, en lugar de hacerlo guardando la ley.
B. Una buena conciencia
Además de la fe, necesitamos también una buena conciencia, una conciencia sin ofensa
(Hch. 24:16). Tener una buena conciencia es la salvaguardia de la fe y la vida cristiana.
La fe y una buena conciencia siempre van juntas. Siempre que haya alguna ofensa en
nuestra conciencia, habrá un agujero, y nuestra fe se escapará. Por lo tanto, se necesita
una buena conciencia que acompañe a la fe para militar la buena milicia en contra de las
enseñanzas diferentes de una iglesia local que tenga conflictos.
C. Naufragados
Es difícil afirmar si en el griego el pronombre traducido “las cuales” en el versículo 19, se
refiere a la conciencia sola o a la conciencia así como a la fe. Es probable que se refiera a
ambas, puesto que la fe subjetiva está estrechamente relacionada con la conciencia.
Como ya hemos dicho, si no tenemos una buena conciencia, no podemos tener una fe
viva. Asimismo, si no tenemos una fe viva, no podemos tener una buena conciencia.
Podemos comparar la fe y la buena conciencia con una pareja de casados: la fe es
semejante al marido, y la conciencia es semejante a la esposa. La fe proviene de nuestro
contacto con Dios y nos introduce en una unión orgánica con Dios, y la conciencia es el
órgano que Dios toca después que hemos tenido contacto con Él por la fe.
Al desechar la fe y una buena conciencia, “naufragaron en cuanto a la fe algunos”. Esto
muestra cuán serio es desechar una buena conciencia. Mantener la fe y una buena
conciencia es una salvaguardia para nuestra fe y nuestra vida cristiana. La palabra
“naufragaron” implica que la vida cristiana y la vida de iglesia son como un barco que
navega sobre un mar tempestuoso y que, por ende, éstas necesitan ser salvaguardadas
por medio de la fe y una buena conciencia.
Los que desechan la fe y una buena conciencia naufragan en cuanto a la fe. En este
versículo, Pablo nos habla de la fe subjetiva, de nuestra acción de creer, y de la fe
objetiva, de las cosas en las que creemos. Al hablar de los que naufragaron en cuanto a la
fe, Pablo tiene en mente la fe objetiva, el contenido del evangelio completo conforme a la
economía neotestamentaria de Dios.
En el versículo 20 Pablo menciona dos personas que naufragaron en cuanto a la fe: “De
los cuales son Himeneo y Alejandro, a quienes entregué a Satanás como castigo para que
aprendan a no blasfemar”. Himeneo era uno que enseñaba herejías (2 Ti. 2:17), y
Alejandro era un opositor y agresor del apóstol (2 Ti. 4:14-15).
Vale la pena resaltar que aquí Pablo menciona a las personas por su nombre. Es posible
que nosotros, pretendiendo ser más cuidadosos o “espirituales” o “celestiales” que
Pablo, no estuviésemos dispuestos a dar nombres de personas bajo ninguna
circunstancia. Dios mismo fue el primero en mencionar el nombre de Su enemigo:
Satanás. Dios nunca dijo: “Pueblo mío, tengo un enemigo. Pero como soy tan
misericordioso y paciente y recibo a todos, no quiero descubrir o mencionar su nombre,
con la esperanza de que algún día se arrepienta”. Así como Dios no tuvo reparos en
mencionar el nombre de Su enemigo, Pablo mencionó los nombres de Himeneo y
Alejandro.
Además, Pablo tampoco nos dice en el versículo 20 que había estado orando por
Himeneo y Alejandro. Él no le encarga a Timoteo, diciendo: “Timoteo, aprende de mí a
orar por aquellos que te causan daño, así como yo he estado orando por Himeneo y
Alejandro”. Al contrario, en 2 Timoteo 4:14 Pablo dice: “Alejandro el calderero me ha
causado muchos males; el Señor le pagará conforme a sus hechos”.
Pablo le dice a Timoteo que había entregado a Himeneo y a Alejandro a Satanás “como
castigo para que aprendan a no blasfemar”. Cuán distinto es esto de decir que él los
encomendaba a la mano bondadosa del Señor para que recibieran misericordia. Pablo
deseaba que Satanás trabajara a su favor y disciplinara a Himeneo y Alejandro.
El versículo 20 de 1 Timoteo 1 es un versículo muy poco común en la manera en que
aborda un asunto negativo. En él se mencionan dos personas, y la persona que lo hace
no es alguien que se ha descarriado, sino el principal apóstol. Además, ellos no son
entregados a Dios, ni a la iglesia, ni a una persona espiritual, sino a Satanás.
Pablo entregó a Himeneo y a Alejandro a Satanás “como castigo para que aprendan a no
blasfemar”. Pablo no dijo aquí “como escarmiento”, sino “como castigo”. El castigo o
disciplina es diferente del escarmiento. Cuando los padres disciplinan a sus hijos, a
veces les dicen que lo hacen como escarmiento. Sin embargo, en realidad no se trata de
un escarmiento, sino de una disciplina en amor. El castigo del versículo 20 pudiera
referirse a la destrucción del cuerpo (véase 1 Co. 5:5).
Por medio de este castigo, Himeneo y Alejandro aprenderían a no blasfemar contra
Dios, a no hablar mal de la economía de Dios, ni causar perjuicio al ministerio del
apóstol. Entregar personas como Himeneo y Alejandro a Satanás significa ejercer la
autoridad que el Señor ha dado al apóstol y la iglesia (Mt. 16:19; 18:18) con respecto a la
administración de la iglesia, a fin de que ella contraataque todas las maquinaciones
malignas de Satanás.
ESTUDIO-VIDA DE 1 TIMOTEO
MENSAJE TRES
LA ORACIÓN QUE CUMPLE EL DESEO DE DIOS
DE QUE LOS HOMBRES SEAN SALVOS
Lectura bíblica: 1 Ti. 2:1-7
UNA VIDA DE ORACIÓN APROPIADA
QUE REDUNDA EN UNA VIDA DE IGLESIA APROPIADA
En el primer capítulo de 1 Timoteo, Pablo pone un buen fundamento al hablar de la vida
de iglesia de una manera positiva. En 2:1, él añade: “Exhorto ante todo, a que se hagan
peticiones, oraciones, intercesiones y acciones de gracias, por todos los hombres”. Si
queremos llevar una vida de iglesia apropiada, es preciso que primero llevemos una vida
de oración. Aquellos que toman la delantera en las iglesias, en particular aquellos que
ministran la Palabra en la iglesia, deben ser los primeros en llevar una vida de oración.
Tener un ministerio de oración es el requisito indispensable para administrar y
pastorear una iglesia local. Por esta razón, Pablo exhorta a Timoteo a que se hagan
peticiones, oraciones, intercesiones y acciones de gracias, por todos los hombres. Éstas
son las primeras palabras que Pablo profiere con respecto al aspecto positivo de la vida
de iglesia, después de haber hablado de la economía de Dios y de haber encargado a
Timoteo que milite la buena milicia por causa de la economía de Dios. Timoteo debía ser
el primero en llevar una vida de oración.
Llevar una vida de oración es un requisito necesario para tener una vida de iglesia
apropiada en el recobro del Señor hoy. Una iglesia apropiada es una iglesia que ora. Una
iglesia que no ora, se encuentra en una condición lamentable. La falta de oración es un
pecado. En el recobro del Señor, todos debemos guardar una actitud de oración y
oponernos al pecado de no orar. Los ancianos en todas las iglesias deben recibir la
exhortación de Pablo de “ante todo” orar.
De las catorce epístolas que escribió Pablo, diez se escribieron a iglesias y cuatro a
personas en particular. La Epístola a los Romanos fue escrita a todos los creyentes de
Roma, y la de Hebreos fue escrita, no a ningún individuo en particular, sino a los
creyentes hebreos colectivamente. Efesios, Filipenses, Gálatas, Colosenses, 1 y 2
Corintios y 1 y 2 Tesalonicenses fueron epístolas escritas a iglesias, mientras que las
cuatro epístolas de 1 y 2 Timoteo, Tito y Filemón fueron escritas a individuos en
particular. Tal vez algunos piensen que estas epístolas, por haber sido escritas a
individuos en particular, no tienen nada que ver con nosotros. No obstante, nosotros
debemos ser los “Timoteos”, los “Titos” y los “Filemones” de hoy. En particular, cada
santo individualmente debe ser un Timoteo.
Si queremos ser Timoteos, debemos ser ejemplo de aquellos que no argumentan,
chismean, ni critican, sino que oran. Cada vez que oigamos noticias, buenas o malas,
acerca de alguna iglesia en particular, debemos orar. No comente sobre la situación, no
chismee ni critique. ¡Simplemente ore! Asimismo, si usted oye algo acerca de un santo o
de un anciano, ore por esa persona. El primer requisito para llevar una vida de iglesia
apropiada es orar. ¡Oh, todos debemos poner esto en práctica! Si procuramos llevar una
vida de oración, la iglesia será viviente y su condición mejorará. Si algunos aspiran a ser
los Timoteos de hoy y toman la iniciativa para orar, otros les seguirán. Un ejemplo de
esto es la manera en que un rebaño sigue un pequeño grupo de ovejas que va adelante.
Si usted, como Timoteo que es, toma la iniciativa para orar, todos en su localidad le
seguirán.
En lugar de hablar tanto y en vez de trabajar tanto, debemos orar más. Si se enterara de
que un santo está débil o se ha apartado, no hable de él, ni lo critique. Aun más, no lo
visite inmediatamente; más bien, ore por él. Si lo ha de visitar o no, eso dependerá de
cómo el Señor lo dirija. Después de haber orado, si el Señor lo guía a visitarlo, obedezca
sencillamente al Señor y visítelo. Pero no actúe con soberbia. Si el Señor no lo ha guiado
a visitar a un santo que se ha descarriado, no debería visitarlo por su propia cuenta. Es
posible que aun al visitar a los santos estemos procediendo con arrogancia. Créanlo o
no, visitar a un santo que se ha apartado es un pecado de soberbia, si es que hacemos
esto por iniciativa propia, sin oración y sin la dirección del Señor. No obstante, si al orar
el Señor nos indica claramente que debemos ir a visitar a ese hermano, entonces esa
visita será eficaz.
También debemos orar cada vez que escuchemos que hay problemas entre los santos.
No debemos suponer que tenemos la experiencia y aptitudes necesarias para resolver
problemas. Esta actitud no sólo es arrogante sino también blasfema, pues equivale a
creernos Dios. Así, pues, si nos enteramos de que hay problemas entre hermanos,
debemos presentarle este asunto al Señor en oración.
Lo primero que deben hacer los ancianos al cuidar de la iglesia es orar. No tomen
decisiones sin oración. No critiquen ni alaben a nadie sin antes orar por él. Antes de
hacer cualquier cosa, debemos orar. Además, no debemos orar a la ligera ni de manera
superficial, sino con la debida seriedad. Sólo después de que hayamos orado de esta
manera por algún asunto, podremos tomar una decisión, no por nosotros mismos sino
en unidad con el Señor y conforme a su dirección. Si los ancianos ponen esto en
práctica, la vida de iglesia en nuestra localidad mejorará notablemente y será apropiada.
El hermano Nee solía decirnos que al leer la Biblia, debíamos captar el espíritu del
escritor. La letra de la Biblia se puede comparar al cuerpo humano, y el espíritu del
escritor, a la vida, al espíritu, del cuerpo. Dentro del “cuerpo” de la Biblia se halla el
espíritu del escritor. Si captamos el espíritu de Pablo en 2:1-7, percibiremos que su carga
era que los que toman la delantera en la vida de iglesia, deben llevar una vida de
oración. En estos versículos, Pablo parecía decirle a Timoteo: “Ya te mostré un cuadro
muy claro de la economía de Dios y de cómo ella está en contraste a las enseñanzas
diferentes. Además, te conté cómo el Señor, en Su misericordia, hizo de mí un modelo
de Su economía. También te encargué solemnemente que militaras la buena milicia por
el bien de la economía de Dios. Ahora, en lo profundo de mi espíritu, siento la carga de
exhortarte a que ores. Te exhorto a que hagas peticiones, oraciones, intercesiones y
acciones de gracias, por todos los hombres. No pienses que la enseñanza precede a la
oración. No, la oración debe ir primero, y después la enseñanza”.
En 2:1, Pablo menciona peticiones, oraciones, intercesiones y acciones de gracias. La
oración es general, y su esencia es la adoración y la comunión. Las peticiones son
especiales y se ofrecen por necesidades específicas. La palabra griega traducida
“intercesiones” significa acercarse a Dios con confianza y de manera personal, es decir,
significa intervenir o interferir ante Él en los asuntos de otros para el beneficio de ellos.
Además, debemos ofrecer acciones de gracias. A menudo, cuando oímos buenas noticias
acerca de iglesias, de ancianos o de los santos en particular, los elogiamos en vez de dar
gracias a Dios por ellos. Si la condición de cierta iglesia es buena, no se debe a la iglesia,
sino a Dios. Asimismo, si a un anciano o a un santo en particular progresa
positivamente, eso también se debe a la gracia de Dios. Por consiguiente, en lugar de
elogiar a una iglesia o a un hermano, debemos dar gracias a Dios.
Cuando Pablo hablaba de peticiones, oraciones, intercesiones y acciones de gracias,
sentía una gran carga en su espíritu con respecto a la importancia de la oración. Él
quería que sus queridos hijos espirituales oraran. Una y otra vez yo quisiera recalcarles
que sólo podemos tener una vida de iglesia apropiada si llevamos una vida de oración.
Puedo testificar que en estos últimos años he orado como nunca antes. También puedo
testificar que he recibido respuestas concretas a mis oraciones. Recientemente, me
pidieron que cesara mis actividades por algún tiempo para que pudiera descansar y
cuidar mi salud. Luego, cuando me enteré de ciertas necesidades, simplemente oré por
ellas. Tal vez el Señor me restringió para mostrarme que la oración es más importante
que la obra. Que todos aprendamos la lección de que la única forma de tener una buena
vida de iglesia es orar. Esto es crucial. Si en lugar de hablar, empezamos a orar más, la
iglesia en nuestra localidad será transformada.
PIEDAD Y DIGNIDAD
Después de señalar que debemos orar por todos los hombres, Pablo dice que debemos
orar “por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que llevemos una vida
tranquila y sosegada en toda piedad y dignidad”. Una vida tranquila y sosegada es una
vida apacible, reposada y sin alteraciones, no sólo externamente en las circunstancias,
sino también interiormente en nuestro corazón y espíritu. Tal vida nos capacita para que
tengamos, en piedad y dignidad, una vida de iglesia muy disfrutable. La piedad es ser
como Dios, expresar a Dios. La vida cristiana debe ser una vida que exprese a Dios y que
tenga la semejanza de Dios en todas las cosas. La dignidad es una cualidad del carácter
humano que es digna de profundo respecto y que inspira y e invita honra. La piedad es
la expresión de Dios, mientras que la dignidad es manifestada hacia los hombres.
Nuestra vida cristiana debe expresar a Dios ante los hombres con un carácter honorable
que haga que los hombres sientan profundo respeto.
DIOS NUESTRO SALVADOR
El versículo 3 dice: “Porque esto es bueno y aceptable delante de Dios nuestro Salvador”.
En esta epístola Pablo hace hincapié en el Dios Salvador. Por consiguiente, en este
versículo él no habla del Dios de la gracia, ni del Dios de la misericordia, sino del Dios
Salvador, el Dios que nos salva.
EL DESEO DE DIOS
En el versículo 4 Pablo dice que Dios desea que todos los hombres sean salvos y vengan
al pleno conocimiento de la verdad. Debemos orar por todos los hombres porque Dios
nuestro Salvador desea que todos ellos sean salvos y conozcan la verdad. Nuestra
oración es necesaria para que se cumpla el deseo de Dios.
Dios desea que todos los hombres no sólo sean salvos, sino que además obtengan el
pleno conocimiento de la verdad. La palabra “verdad” aquí significa realidad y denota
todas las cosas verdaderas reveladas en la Palabra de Dios, las cuales principalmente
son Cristo como corporificación de Dios y la iglesia como Cuerpo de Cristo. Toda
persona salva debe llegar a tener el pleno conocimiento, una comprensión completa, de
todas estas cosas.
El objetivo de las dos epístolas dirigidas a Timoteo era hacer frente a la decadencia de la
iglesia. En la primera epístola vemos que la decadencia se había infiltrado sutilmente
por medio de las enseñanzas diferentes (1:3), y en la segunda, vemos que la degradación
se había desarrollado abiertamente y había empeorado por causa de las herejías (2:16-
18). La verdad debe mantenerse para detener tal decadencia. La primera epístola hace
hincapié en que Dios desea que todos los que Él ha salvado vengan al pleno
conocimiento de la verdad, y que la iglesia es columna y fundamento de la verdad (3:15).
La segunda epístola subraya que la palabra de la verdad debe ser expuesta con exactitud
(2 Ti. 2:15), y que los que se han desviado deben volver a la verdad (2 Ti. 2:25).
UN SOLO MEDIADOR
En 1 Timoteo 2:5 Pablo añade: “Porque hay un solo Dios, y un solo Mediador entre Dios
y los hombres, Cristo Jesús hombre”. En este versículo, Pablo declara explícitamente
que hay un solo Dios. Aunque Dios es Triuno —el Padre, el Hijo y el Espíritu— Él es un
solo Dios, y no tres Dioses, contrario a lo que muchos cristianos erróneamente
reconocen y creen.
En este versículo Pablo también nos dice que hay un solo Mediador entre Dios y los
hombres. Un mediador es alguien que media entre dos partidos. El único Mediador es el
Hombre, Cristo Jesús. El Señor Jesús era Dios desde la eternidad (Jn. 1:1). En el tiempo,
Él se hizo hombre por medio de la encarnación (Jn. 1:14). Mientras Él vivía en la tierra
como hombre, también era Dios (1 Ti. 3:16). Después de Su resurrección, Él seguía
siendo hombre y también Dios (Hch. 7:56; Jn. 20:28). Por lo tanto, Él es el único que
está calificado para ser el Mediador, el que media entre Dios y el hombre.
TESTIMONIO DADO A SU DEBIDO TIEMPO
El versículo 6 dice: “El cual se dio a Sí mismo en rescate por todos, testimonio dado a su
debido tiempo”. Cristo se dio a Sí mismo para efectuar la redención por todos los
hombres. Esto era necesario para que pudiera ser nuestro Mediador. La palabra griega
traducida “rescate” denota un rescate dado en recompensa. Cristo está calificado para
ser el Mediador entre Dios y el hombre, no sólo en Su persona divina y humana, sino
también en Su obra redentora. Su persona y Su obra son únicas.
En este versículo Pablo habla del “testimonio dado a su debido tiempo”, lo cual está en
aposición a la cláusula anterior. En otras palabras, el hecho de que Cristo se diera en
rescate por todos los hombres llega a ser el testimonio dado a su debido tiempo. Cada
vez que este hecho es proclamado, es dado a los hombres como un testimonio a su
debido tiempo. Por ejemplo, cuando este hecho fue predicado en África,
automáticamente llegó a ser un testimonio dado a los hombres en África a su debido
tiempo. La predicación del hecho es, por tanto, el testimonio de ese hecho. Cuando
Pablo predicó en Asia Menor, aquello fue el testimonio dado a su debido tiempo.
Sucedió lo mismo cuando él recibió el llamado del varón macedonio y empezó a predicar
en Europa oriental. Ése fue el tiempo propicio para que se declarara el testimonio en ese
lugar. Cada vez que se proclama el hecho de que Cristo se encarnó y murió por todos,
aquello es la predicación, el testimonio, dado a su debido tiempo.
LAS TRES PAPELES QUE DESEMPEÑABA PABLO
En el versículo 7 Pablo concluye, diciendo: “Para esto yo fui constituido heraldo y
apóstol (digo la verdad, no miento), y maestro de los gentiles en fe y verdad”. Un
heraldo es uno que proclama el evangelio de Cristo, uno que pregona oficialmente la
economía neotestamentaria de Dios; un apóstol es alguien enviado por Dios con la
comisión divina de establecer iglesias para Dios, un embajador de Dios enviado al
mundo para llevar a cabo el propósito de Dios; un maestro es un tutor que enseña,
define y explica el contenido del propósito eterno de Dios y Su economía
neotestamentaria. Pablo desempeñaba estos tres papeles y tenía esta comisión triple
para los gentiles.
FE Y VERDAD
Pablo desempeñaba estos tres papeles en fe y verdad. Aquí la fe se refiere a la fe en
Cristo (Gá. 3:23-25), y la verdad se refiere a la realidad de todas las cosas reveladas en el
Nuevo Testamento. Esto corresponde a 4:3, donde se nos habla de los que creen y
“tienen pleno conocimiento de la verdad”. Pablo fue constituido heraldo, apóstol y
maestro del Nuevo Testamento en la esfera y el elemento de esta fe y verdad, y no en la
esfera de la ley, de los tipos y de las profecías del Antiguo Testamento.
EL PRINCIPIO DE LA ENCARNACIÓN
El título de este mensaje es “La oración que cumple el deseo de Dios de que los hombres
sean salvos”. Aunque Dios tiene tal deseo, tal anhelo, de salvar a las personas, Él sólo
puede cumplir Su deseo mediante el principio de la encarnación. Eso significa que Él no
puede salvar a las personas directamente, sino que se ve obligado a hacerlo por medio
de nosotros. Ni siquiera a los ángeles se les ha entregado la comisión de cumplir el deseo
de Dios. Esto le fue confiado exclusivamente al hombre. Y para que esta comisión se
lleve a cabo, nosotros tenemos que orar. En Hechos 10 vemos que Pedro y Cornelio
estaban orando; Pedro, en la azotea, y Cornelio, en su casa. Desde ambos lugares, la
oración ascendía al trono de Dios para que se llevara a cabo el deseo de Dios. Fue por
medio de esta oración, que Dios pudo cumplir Su deseo de salvar a los gentiles. La
primera familia gentil en ser salva fue la casa de Cornelio. Este ejemplo muestra que
nuestras oraciones son cruciales para que se cumpla el deseo de Dios de que los
hombres sean salvos.
ESTUDIO-VIDA DE 1 TIMOTEO
MENSAJE CUATRO
LA VIDA NORMAL DE LOS HERMANOS
Y LAS HERMANAS EN LA IGLESIA
Lectura bíblica: 1 Ti. 2:8-15
En este mensaje examinaremos 1 Timoteo 2:8-15, que trata sobre la vida normal de los
hermanos y hermanas en la iglesia. Pablo habla de este asunto después de que exhorta a
Timoteo a tomar la iniciativa de llevar una vida de oración. En 2:8-15 Pablo dedica un
solo versículo a los hermanos (v. 8), y siete a las hermanas (vs. 9-15). Esto indica que si
hemos de llevar una vida de iglesia apropiada, las hermanas deben llevar una carga
séptuple y una responsabilidad también séptuple.
I. LOS HERMANOS
A. Deben orar en todo lugar
En cuanto a los hermanos, Pablo declara en el versículo 8: “Quiero, pues, que los
hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda”. En una
iglesia local, los líderes deben llevar una vida de oración, según el mandato dado en los
versículos 1 y 2, para establecer un ejemplo de oración a fin de que todos los miembros
lo sigan, orando siempre en todo lugar. En Efesios 6 Pablo nos manda que oremos en
todo tiempo, mientras que aquí nos dice que oremos en todo lugar. Aunque es posible
orar en todo tiempo, en la mañana, en la tarde y en la noche, tal vez no nos sea posible
orar en todo lugar. Así que, el requisito de orar en todo lugar es más alto que el de orar
en todo tiempo. Si podemos orar en todo lugar, ciertamente podremos orar en todo
tiempo. Pero aun cuando podamos orar en todo tiempo, tal vez no nos sea posible orar
en todo lugar. Por ejemplo, no nos es posible orar en ciertos lugares mundanos. Puesto
que no podemos orar en esos lugares, no debiéramos ir allí. Si usted puede orar en un
lugar determinado, entonces puede ir allí; pero si no puede orar, entonces no debería ir.
Según el versículo 8, los hermanos deben llevar la carga única de orar en todo lugar. Ore
en el trabajo, en la casa y en su auto. Como hombres que somos, debemos ser personas
que oran.
Es muy significativo que en el versículo 8 Pablo empieza con las palabras: “Quiero”. Esta
expresión es más enfática que “ojalá” o “exhorto”. Cuando Pablo dice “pues”, indica,
como ya vimos en el mensaje anterior, que los ancianos, los que toman la delantera,
deben ser los primeros en orar y en preparar así el camino para que los demás los sigan
a fin de que ellos también lleven también una vida de oración. En el primer mensaje de
este estudio-vida mencionamos algunos aspectos muy importantes relacionados con la
economía de Dios. Pero por muy importantes que sean estos asuntos, ninguno de ellos
se puede llevar a cabo sin la oración de los hermanos. Así, que, consciente de este hecho,
Pablo dijo: “Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar”.
Mientras les hablo acerca de orar en todo lugar, siento una profunda carga. Les ruego a
todos, y en especial a los que toman la delantera, que de ahora en adelante lleven otra
clase de vida: una vida de orar en todo lugar. Si oran en todo lugar, su vivir será
transformado, y la iglesia en su localidad será también transformada. Tal vez haya
hermanos que no estén totalmente satisfechos con la iglesia de su localidad. La única
manera en que la iglesia de su localidad puede ser de su agrado es que usted ore en todo
momento y en todo lugar. En lugar de hablar de la condición de la iglesia, ore por la
iglesia. La vida normal que los hermanos llevan en la iglesia debe ser una en la que oren
en todo lugar.
B. Deben levantar manos santas
Cuando oremos en todo lugar, debemos levantar manos santas. Las manos simbolizan
nuestros hechos. Por lo tanto, las “manos santas” representan un vivir santo, un vivir
santificado y apartado para Dios. Esta vida santa fortalece nuestra vida de oración. Si
nuestras manos no son santas, nuestro vivir no será dedicado a Dios, y entonces no
tendremos la fuerza que nos sostiene para orar, es decir, no tendremos manos santas
que levantar en oración.
Cuando oremos, en vez de alzar nuestra mirada para observar a los demás, debemos
levantar manos santas. Si usted está siempre observando a los ancianos y a los santos
con una actitud de crítica, su vida de oración quedará anulada; pero si levanta manos
santas, su vida de oración será fortalecida.
C. Sin ira ni contienda
En el versículo 8 Pablo exhorta a los hermanos a orar “sin ira ni contienda”. La ira y la
contienda apagan nuestra oración. La ira pertenece a nuestra parte emotiva, y la
contienda, a nuestra mente. Para tener una vida de oración y para orar sin cesar, nuestra
mente y nuestra parte emotiva deben ser reguladas de modo que estén bajo el control
del Espíritu, quien está en nuestro espíritu.
La palabra griega traducida “contienda” significa argumentos que acarrean disputas.
Pablo no se refiere a argumentos simples y lógicos, sino aquellos que acarrean disputas.
Debemos evitar esto si hemos de orar debidamente.
Lo que dice Pablo acerca de las contiendas está relacionado con su amonestación de
levantar manos santas. Si cerramos nuestros ojos y levantamos nuestras manos,
podremos orar; pero si abrimos nuestros ojos para fijarnos en los demás y analizar su
situación, no podremos orar. En lugar de levantar nuestras manos, las tendremos atadas
detrás de nuestra espalda. ¿Quién puede orar con las manos atadas detrás de su
espalda? Pero si levantamos nuestras manos y nos abstenemos de contender, podremos
orar de una manera apropiada.
Por experiencia, he aprendido que nuestra vida de oración puede verse afectada por
nuestro estado de ánimo. Si no hago nada por conservarme en un buen estado de ánimo,
mi vida de oración queda anulada. El enojo siempre deja nula nuestra vida de oración
por cierto tiempo. Si un hermano se enoja con su esposa, comprobará que no podrá orar
bien por varios días. Si hemos de llevar una vida de oración, debemos aprender a no ser
temperamentales y a no enojarnos con los demás. Por la gracia del Señor, la cual está
con nuestro espíritu, debemos ejercer dominio propio sobre nuestra parte emotiva.
II. LAS HERMANAS
En el versículo 9 Pablo se dirige a las hermanas. En este versículo, él empieza diciendo
“asimismo”, lo cual está relacionado con la palabra “quiero” del versículo 8. También
esto parece indicar que la exhortación de Pablo respecto a orar en todo lugar, aplica
tanto a las hermanas como a los hermanos.
A. Su atavío
El versículo 9 dice: “Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y
cordura; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos”. La palabra
“decorosa” denota lo que corresponde a la naturaleza y posición de las hermanas como
santas de Dios. En el griego, la palabra traducida “ropa” implica conducta, porte. La
ropa es la señal principal del porte de una hermana, y éste debe corresponder a su
posición como santa.
La palabra griega traducida “pudor”, literalmente significa tener un sentimiento de
vergüenza, es decir, estar restringida o regulada por un sentimiento de vergüenza que es
honroso (Vincent), lo cual implica un comportamiento que no es descarado ni muy
osado, sino moderado, y que conserva el decoro propio de una mujer.
La palabra “cordura” denota sobriedad, autorestricción. Significa restringirse sobria y
discretamente. Las hermanas de la iglesia local deben vestirse de estas dos virtudes: el
sentimiento de vergüenza y la autorestricción.
En el versículo 10 Pablo añade: “Sino con buenas obras, como corresponde a mujeres
que profesan reverencia a Dios”. La palabra “reverencia” denota reverencia hacia Dios;
significa reverenciar y honrar a Dios, como corresponde a uno que adora a Dios.
B. Cómo deben aprender
En el versículo 11 Pablo dice: “La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción”. La
exhortación a que las hermanas aprendan en silencio y con toda sujeción tiene como fin
que se den cuenta de su posición como mujeres. Esto salvaguarda a las hermanas de
sobrepasar la posición que les corresponde en la iglesia local.
El versículo 12 dice: “No permito a la mujer enseñar, ni ejercer autoridad sobre el
hombre, sino estar en silencio”. Aquí enseñar significa enseñar con autoridad, definir y
decidir el significado de doctrinas relacionadas con la verdad divina. Si una mujer
enseña de esta manera o ejerce autoridad sobre el hombre, eso significa que ha
abandonado su posición. En la creación, Dios dispuso que el varón fuera la cabeza y que
la mujer estuviera sujeta al hombre (1 Co. 11:3). Este orden debe ser guardado en la
iglesia. La frase “estar en silencio” del versículo 12 significa abstenerse de hablar.
En el versículo 13 Pablo nos da una explicación al respecto: “Porque Adán fue formado
primero, después Eva”. Esto nos remite al principio. Dios siempre desea llevarnos de
regreso al principio que Él estableció (Mt. 19:8).
En el versículo 14 Pablo añade: “Y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo
engañada, incurrió en trasgresión”. El versículo 13 nos provee la primera razón por la
cual la mujer debe estar sujeta al hombre. Aquí, se nos da la segunda razón: Eva fue
engañada por la serpiente (Gn. 3:1-6) debido a que no permaneció en sujeción a Adán,
su cabeza, sino que sobrepasó su posición como mujer al hablar directamente con el
maligno tentador sin tener su cabeza cubierta. Ésta fue la base firme sobre la cual se
apoyó el apóstol para no permitir que las hermanas en una iglesia local enseñaran con
autoridad y ejercieran autoridad sobre los hombres, sino que, en lugar de ello,
aprendieran en silencio y permanecieran en toda sujeción. La posición del hombre como
cabeza es una salvaguardia para la mujer.
C. Cómo son salvas
En el versículo 15 Pablo concluye, diciendo: “Pero se salvará engendrando hijos, si
permanece en fe, amor y santidad, con cordura”. Engendrar hijos es un sufrimiento. El
sufrimiento restringe y guarda a quien ha caído de incurrir en transgresión.
La gramática del versículo 15 es bastante peculiar. Al principio del versículo Pablo
declara: “Se salvará”, y luego, añade: “Si permanecen [lit.] en fe, amor y santidad, con
cordura”. El verbo “se salvará” [en singular] alude a Eva, la cual se menciona en el
versículo 13. La razón por la que Pablo cambia del singular al plural es que al referirse a
Eva, él estaba incluyendo a todas las mujeres. De manera que la frase “se salvará” no
incluye a todas las mujeres; sin embargo, es evidente que la palabra “permanecen”, sí las
incluye. La manera en que Pablo usa los verbos en el original griego, deja claro que al
hablar de Eva él se estaba refiriendo a todas las mujeres.
En el versículo 15 Pablo menciona la fe, el amor y la santidad. La fe nos permite recibir
al Señor (Jn. 1:12), el amor nos permite disfrutarle (Jn. 14:21, 23), y la santidad nos
permite expresarle por medio de la santificación. Por medio de la fe agradamos a Dios
(He. 11:6), por medio del amor guardamos la palabra del Señor (Jn. 14:23), y por medio
de la santidad, le vemos a Él (He. 12:14).
En este mensaje, siento una carga particular de hablarles en cuanto al pudor, la virtud
principal de la mujer. En algunas familias no se le da la debida importancia al pudor. En
vez de ello, los padres crían y educan a los hijos y a las hijas de la misma manera. El
pudor es una virtud que marca la diferencia entre el varón y la mujer. Como dijimos, la
palabra griega traducida “pudor”, que aparece en 2:9, significa literalmente tener un
sentimiento de vergüenza, es decir, estar regulado y restringido por un sentimiento de
vergüenza que es honroso.
Una palabra relacionada con la virtud del pudor es vergüenza. Sentir vergüenza equivale
a tener pudor y a saber manifestar ese pudor. Cuando una hermana habla en una
reunión de la iglesia, debe hacerlo con pudor, con cierta vergüenza.
El pudor es una gran salvaguardia y una gran protección para la mujer. Es un error
educar a las niñas de la misma manera en que se educa a los niños. Los niños pueden
exponerse a ciertas situaciones, pero las niñas no deben hacerlo, ya que quedarán sin
protección. Esta falta de protección puede dar lugar a la fornicación. Si las mujeres que
trabajan en una oficina tienen la virtud del pudor, no se relacionarán indebidamente con
los hombres que trabajen allí. Es muy fácil que una mujer en ese ambiente se enrede en
una relación con algún hombre, si no tiene la debida cobertura, o sea, el pudor
necesario, el sentimiento de vergüenza, que la ayuden a guardar su distancia.
Todas las hermanas que están en la vida de iglesia deben exhibir la virtud del pudor. Las
hermanas deben vestirse según el principio del pudor. Este principio no les permitirá
descubrir su cuerpo. Toda mujer que descubra su cuerpo está en contra del principio del
pudor. Las hermanas necesitan cubrirse la cabeza, no sólo físicamente, sino también de
forma psicológica, ética, moral y espiritual. Éste es el pudor del que se habla en la Biblia.
Tener pudor simplemente significa que una mujer se cubre en todo sentido.
En la vida de iglesia, los hermanos y las hermanas tienen mucha comunión entre sí. Al
tener comunión, las hermanas deben cubrirse con el vestido moral, ético y espiritual,
llamado pudor. En todas sus interacciones con los hermanos, las hermanas deben
cubrirse con el “abrigo” del pudor. Ésta es una gran salvaguardia y protección.
Las hermanas nunca deben olvidar que son mujeres. Esto especialmente se aplica a las
hermanas solteras. Ellas deben tener mucho cuidado de no permitir que nada
contamine su cuerpo, el cual es santo, ha sido apartado para Dios, y es templo del
Espíritu Santo. Para guardar su cuerpo de esta manera, una joven requiere pudor.
Aconsejo a todas las hermanas jóvenes a que se pongan el abrigo celestial que las
protegerá de la influencia de esta era maligna. Sólo así serán guardadas para el
propósito de Dios. Luego, en el tiempo señalado por Dios, Él escogerá para cada una de
las que se han guardado vírgenes, el hermano idóneo con quien habrán de casarse. Una
y otra vez quisiera recordarles a las hermanas que se vistan del abrigo del pudor. Las
hermanas deben siempre recordar que son mujeres, y que, como tales, deben estar
cubiertas. En esto consiste el pudor.
Además del pudor, las hermanas necesitan cordura (2:9). A medida que una hermana
desarrolla la virtud del pudor, ella debe también prestar atención a la cordura. Lejos de
ser insensata, ella debe ser sensata y prudente. Debe entender claramente cómo son las
cosas y tener un discernimiento agudo. Una hermana debe guardar silencio, mas no
carecer de cordura y discernimiento. Ella debe guardar silencio con cordura y no de una
manera insensata. Así, pues, además de procurar guardar silencio y evitar sobrepasar su
posición, una hermana necesita ejercer un discernimiento agudo. Su “cielo” espiritual
debe estar despejado, sin nubes y sin ninguna contaminación. Entonces entenderá todo
claramente y será cuidadosa y prudente.
Las virtudes del pudor y la cordura son de gran importancia en la vida de iglesia. Las
hermanas deben asistir a las reuniones de la iglesia para recibir el pleno conocimiento
de la verdad. Este conocimiento les ayudará a ser sobrias en su entendimiento.
Entonces, junto con el pudor, tendrán lo que Pablo llama “santidad, con cordura” (2:15).
Así, no serán santas de una manera insensata, de una manera que demuestre falta de
conocimiento, sino que, por el contrario, serán santas de una manera que demuestra
pleno conocimiento, entendimiento y discernimiento.
En los primeros dos capítulos de 1 Timoteo, Pablo da instrucciones prácticas sobre cómo
tener una iglesia local apropiada: (1) terminar con la distracción de las enseñanzas
diferentes (1:3-11); (2) recalcar la economía de Dios, de modo que ésta sea la línea
central y la meta de la vida cristiana (1:4-6); (3) predicar a Cristo para salvar a los
pecadores (1:12-17); (4) militar la buena milicia por la economía neotestamentaria de
Dios manteniendo la fe y una buena conciencia (1:18-19); (5) confrontar a los maestros
herejes y a los opositores del apóstol (1:20); (6) hacer que los líderes sean los primeros
en llevar una vida de oración, en la que interceden por todos los hombres para que la
redención de Cristo sea dada como testimonio a su debido tiempo (2:1-7); (7) hacer que
los hermanos sigan el modelo de oración, orando en todo tiempo (2:8); y (8) hacer que
las hermanas se atavíen con un comportamiento apropiado, y se sujeten a los hermanos,
permaneciendo en silencio, fe, amor y santidad, con cordura.
ESTUDIO-VIDA DE 1 TIMOTEO
MENSAJE CINCO
LOS QUE VIGILAN Y LOS DIÁCONOS EN RELACIÓN CON LA
ADMINISTRACIÓN DE LA IGLESIA
Lectura bíblica: 1 Ti. 3:1-13
En 1 Timoteo 3:1-13 Pablo habla de los que vigilan y de los diáconos en relación con la
administración de la iglesia. En los versículos del 1 al 7, él aborda el tema de los que
vigilan, y en los versículos del 8 al 13, el tema de los diáconos.
I. LOS QUE VIGILAN
A. Aspirar al cargo de vigilar
En el versículo 1 Pablo dice: “Palabra fiel: Si alguno aspira al cargo de vigilar, buena obra
desea”. Pablo empieza este versículo usando la expresión: “Palabra fiel”. Esta expresión
indica que lo que él está por decir es muy importante.
En el versículo 1 Pablo habla del cargo de vigilar, y en el versículo 2, de los que vigilan.
La palabra griega traducida “el cargo de vigilar” es epískope, que se compone de epí que
significa sobre, y skopé, que significa vigilar; por ende, denota la función de uno que
vigila. La palabra griega traducida “el que vigila” es epískopos, de epí y skopon, y
significa aquel que ve; por ende, el que vigila (o “obispo”, que viene del latín episcopus).
Uno que vigila en una iglesia local es un anciano (Hch. 20:17, 28). Las dos expresiones
se refieren a la misma persona: “anciano” denota una persona de madurez; y “el que
vigila”, denota la función de un anciano. Fue Ignacio en el siglo segundo quien enseñó
que uno que vigila, un obispo, tiene una posición más alta que un anciano. De esta
enseñanza errónea vino la jerarquía de obispos, arzobispos, cardenales y el papa.
Además, esta enseñanza fue la fuente del sistema episcopal de gobierno eclesiástico. La
jerarquía y el sistema mismo son abominables a los ojos de Dios.
En el versículo 1 Pablo nos dice que si alguno aspira al cargo de vigilar, buena obra
desea. Tener una aspiración con un motivo puro es diferente de tener una ambición con
un motivo impuro. El Señor desea que muchos hermanos tengan la aspiración de la que
se habla aquí. Por causa del recobro del Señor y la edificación de las iglesias locales, se
necesitan personas apropiadas que puedan tomar la delantera. Por consiguiente, aspirar
al cargo de vigilar no sólo es digno de aprobación, sino que además es digno de
admiración. Por una parte, condenamos la ambición; por otra, valoramos el hecho de
que muchos hermanos aspiren al cargo de vigilar. Un hermano que tenga dicha
aspiración ciertamente desea una buena obra.
B. Los requisitos de uno que vigila
1. Irreprensible
En el versículo 2 Pablo declara: “Es, pues, necesario que el que vigila sea irreprensible,
marido de una sola mujer, moderado, sensato, decoroso, hospitalario, apto para
enseñar”. El primer requisito que Pablo menciona es ser irreprensible. Esto no denota
ser perfecto a los ojos de Dios, sino estar en una condición irreprochable a los ojos de los
hombres. Uno que vigila debe ser alguien con buena reputación. No debe dar lugar a que
otros hablen mal de él.
2. Marido de una sola mujer
El que vigila debe ser marido de una sola mujer. Esto implica restringir la carne, lo cual
es un requisito primordial para un anciano. Esto lo guarda en una vida matrimonial
simple y pura, libre del enredo que viene de un matrimonio complicado y confuso.
3. Moderado
El que vigila debe ser moderado. Moderado significa aquí tener dominio propio,
templanza.
4. Sensato
Ser sensato no sólo significa ser perspicaz, sino también discreto con respecto a su
entendimiento de los asuntos. En 1 y 2 Timoteo y Tito, Pablo usa en más de una ocasión
las palabras “sensato” y “cordura”. Todos los santos que están en la vida de iglesia deben
ser sensatos. Todos deben tener la virtud de ser sensatos. Si tenemos esta virtud
cristiana, tendremos gran discernimiento y perspicacia. Sin embargo, guardaremos
silencio y no seremos muy locuaces. Una persona locuaz no es una persona sensata.
Alguien que es sensato tiene un entendimiento agudo de las cosas, y al mismo tiempo
piensa lo que va a decir.
Al tener comunión como cristianos, es muy importante que entendamos a los demás. Si
alguien viene a tener comunión con usted, usted no debe hablar mucho. En vez de ello,
escuche mientras la otra persona habla. Lamentablemente, son muchos los que tienen el
hábito de interrumpir a la otra persona y de hablar antes de tiempo. Si queremos tener
una comunión apropiada con los demás, debemos estar calmados en nuestro interior,
como las aguas tranquilas de un lago. Hablar sin restricción alguna, agita el agua y hace
que se enturbie.
Los ancianos deben tomar la iniciativa en todos los aspectos positivos de la vida de
iglesia. Deben ser los primeros en orar y en exhibir la virtud de ser sensatos. Si un
hermano es capaz de permanecer callado por quince minutos mientras alguien tiene
comunión con él, ha cumplido con este requisito necesario para ser anciano. Cuando
alguien habla con él, debe permanecer calmado, como las aguas tranquilas de un lago,
las cuales son diáfanas y cristalinas. Éste es uno de los requisitos que debe cumplir uno
que vigila. Hablar sin restricción alguna descalifica a un hermano para ser anciano. Un
anciano idóneo es una persona que no habla mucho, es calmada y posee un
entendimiento agudo y gran discernimiento.
5. Decoroso
La palabra griega traducida “decoroso” en 3:2 significa también moderado. Ser
moderado o decoroso significa tener una conducta que es siempre acorde con la ocasión;
significa no ser ni muy rápido ni muy lento, ni muy osado ni muy tímido. Una persona
decorosa siempre hace lo que es más apropiado para el momento; habla cuando tiene
que hablar y calla cuando tiene que callar. También se ríe cuando es apropiado reírse.
Este requisito muestra cuán difícil es ser anciano. No exageraríamos al decir que ser
anciano es la tarea más difícil que existe en la tierra. ¡Cuán difícil es cumplir nada más
este requisito de ser decoroso o moderado! Un anciano debe ser decoroso aun en la
manera en que usa el teléfono. Por un lado, no debe hablar demasiado; por otro, si su
conversación es demasiado breve, podría ofender a la otra persona. Es posible irnos a
los extremos incluso en la manera en que usamos el teléfono. Un extremo sería
desconectar el teléfono para no hablar con nadie, y el otro, sería extenderse demasiado
en el teléfono. Ninguna de estas acciones es decorosa.
Los ancianos también deben ser decorosos en la manera en que hablan con los demás. A
veces deben subir el tono de su voz, y otras veces deben hablar en voz baja.
Asimismo, deben ser decorosos en la manera en que se cortan el cabello. Tener el
cabello demasiado largo o demasiado corto no es decoroso. Con estos ejemplos podemos
ver que los requisitos para ser anciano son prácticamente incontables.
Dado que los requisitos para ser anciano son tantos y tan difíciles de cumplir,
ciertamente sería vano que alguien ambicionara ser anciano. Los que tienen esta
ambición sencillamente ignoran lo difícil que es ser anciano. Si un hermano no tiene una
aspiración genuina ni una motivación pura por el recobro del Señor, no debiera desear
ser anciano. Debiera más bien buscar satisfacer su ambición fuera de la iglesia, y no
procurar el cargo de anciano. La iglesia no es el lugar apropiado para que un hermano
satisfaga su ambición.
El cargo de anciano es muy exigente, y los requisitos son extremadamente altos. Por esta
razón, me compadezco de los ancianos. Por experiencia, sé que reciben llamadas
telefónicas aun a la media noche, y no tienen más alternativa que contestar el teléfono y
atender a la persona que llama.
En este momento, quisiera dar unas palabras de consuelo y aliento a aquellos que son
hijos de ancianos. Los hijos de un anciano tal vez se sientan molestos por el hecho de
que su padre dedique tanto tiempo a la iglesia. Si un anciano no dedica suficiente
tiempo a la vida de iglesia, no podrá cumplir con su responsabilidad debidamente. No
obstante, debido a que la iglesia ocupa gran parte de su tiempo, a él le queda
relativamente poco tiempo para dedicarles a sus hijos. Así que quisiera alentar a los
hijos de los ancianos a que comprendan que el hecho de que su padre dedique tanto
tiempo a la iglesia es algo muy aceptable para Dios. Puede ser que por algún tiempo los
hijos experimenten dificultades, pero el Señor los recompensará. En lugar de
desalentarse por su situación, deberían alegrarse de que su padre haya consagrado su
vida y su tiempo al recobro del Señor. Tarde o temprano, los hijos de un anciano
disfrutarán la recompensa del Señor.
Ser anciano es una gran bendición para la familia y para la iglesia. Ciertamente vale la
pena que un hermano aspire al cargo de vigilar. Aunque ser anciano es una tarea muy
difícil, es una gran bendición.
Los que son ancianos en las iglesias del recobro del Señor reciben esta carga de parte del
Señor y son escogidos conforme al discernimiento, la visión y la perspicacia de los ojos
espirituales de la iglesia. No son elegidos por voto, y son muy diferentes de aquellos que
son llamados ancianos en las denominaciones.
6. Hospitalario
Otro requisito que debe cumplir uno que vigila es ser hospitalario. Para hospedar se
requiere amor, solicitud por otros y perseverancia. Todas estas virtudes son necesarias si
alguien ha de ser apto para ser anciano.
Nada nos trae más incomodidades que dar hospedaje. Dar hospedaje demuestra si un
anciano reúne todos los requisitos. En principio, dar hospedaje es dar sin recibir, es
sufrir sin recibir nada a cambio. Implica sacrificarse con gozo, sin recibir ninguna
recompensa. Un anciano debe tener un corazón y un espíritu dispuesto a dar
hospitalidad.
7. Apto para enseñar
En el versículo 2 Pablo declara que un anciano debe ser apto para enseñar. Enseñar aquí
es similar a la enseñanza que los padres imparten a sus hijos. Un anciano debe ser apto
para proporcionar esta clase de enseñanza a los miembros de la iglesia local.
Si un padre no recibió una educación apropiada, le será difícil enseñar a sus hijos.
Asimismo, si los ancianos han de ser aptos para enseñar, necesitan tener el
conocimiento apropiado. Por ejemplo, un anciano debe ser capaz de explicar lo que es el
misterio de Cristo. Si un hermano no tiene el debido conocimiento de las verdades, no es
apto para ser anciano. Un anciano debe ser capaz de enseñar a los santos al igual que un
padre ayuda a su hijo con sus tareas escolares. Sin embargo, esto no significa que cada
anciano debe ser un maestro. No es necesario que los padres sean maestros para ayudar
a sus hijos con sus tareas. Asimismo, no todos los ancianos son maestros; aun así, todos
deben ser aptos para enseñar.
8. No dado al vino
En el versículo 3 Pablo enumera otras cualidades: “No dado al vino; no pendenciero,
sino apacible; no contencioso; no amador del dinero”. Cuando Pablo dice que un
anciano no debe ser dado al vino, él, por supuesto, da a entender que un anciano no
debe excederse en nada. Esto exige un firme dominio propio. En los asuntos como el
comer y el vestir, un anciano no debe excederse. Esto pone a prueba su capacidad de
ejercer dominio propio.
9. No pendenciero
El siguiente requisito, “no pendenciero”, tiene que ver con el control que uno tiene sobre
su temperamento. Esto implica restringir rigurosamente nuestro temperamento. Un
anciano no debe perder la paciencia.
10. Apacible
Ser apacible significa ser flexible, tierno, templado, razonable y considerado en su trato
con los demás. Es no ser estricto con la gente.
11. No contencioso
Un anciano no debe ser contencioso. No debe ser una persona que le gusta la polémica,
sino más bien, alguien que es apacible y no disputa con los demás ni pelea con ellos. Aun
cuando alguien lo busque para pelear, él no debe replicar, sino aprender a no ser
contencioso.
12. No amador del dinero
Un anciano tampoco debe ser amador del dinero. El dinero es una prueba para todos los
hombres. Un anciano debe ser puro en los asuntos relacionados con el dinero, y con
mayor razón sabiendo que los fondos de la iglesia están bajo la administración de los
ancianos (Hch. 11:30). Un anciano debe comprender que el dinero que pasa por sus
manos no es para su propio provecho. Ni siquiera debe pasar por su mente el sacar
algún provecho monetario.
13. Que gobierna bien su casa
En los versículos 4 y 5 Pablo añade: “Que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en
sujeción con toda dignidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará
de la iglesia de Dios?)”. Gobernar bien su propia casa es una prueba de que uno cumple
los requisitos para el cargo de vigilar en una iglesia local. Un anciano debe gobernar
bien su casa y mantenerla en buen orden. Esto deja claro que el que no sabe gobernar su
propia casa tampoco puede cuidar de la iglesia de Dios.
14. No un recién convertido
El versículo 6 dice: “No un recién convertido, no sea que, cegado por el orgullo, caiga en
la condenación del diablo”. La palabra griega traducida “cegado” significa literalmente
nublado con humo. Aquí el orgullo es comparado con el humo, el cual nubla la mente,
cegándola y embotándola por una exagerada autoestima. El que está cegado por el
orgullo puede caer en la misma condenación del diablo. Esta condenación se refiere al
juicio sufrido por Satanás por haberse enorgullecido a causa de su alta posición (Ez.
28:13-17). El diablo fue juzgado por su rebelión, la cual provino del orgullo. El diablo
puso de manifiesto su soberbia, ceguera y rebeldía. Por ello, recibió el juicio de Dios.
15. Que tenga buen testimonio ante los de afuera
En el versículo 7 Pablo concluye, diciendo: “También es necesario que tenga buen
testimonio ante los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo”. Un
anciano debe ser recto consigo mismo, con su familia, con la iglesia y con los de afuera,
esto es, con la sociedad. Asimismo, según el contexto, un anciano debe demostrar
integridad con respecto a su intención, motivo, carácter, actitud, palabras y hechos.
Lo que hace que un anciano caiga en la condenación del diablo es el orgullo, y lo que lo
lleva a caer en el lazo del diablo son las críticas de los de afuera. De manera que, por un
lado, un anciano cuidarse del orgullo y, por otro, debe ser irreprensible para no caer en
la trampa del diablo.
II. LOS DIÁCONOS
A. Los requisitos de un diácono
En el versículo 8 Pablo dice: “Los diáconos asimismo deben ser honorables, sin doblez,
no dados a mucho vino, no codiciosos de viles ganancias”. Los diáconos son servidores.
Los que vigilan se encargan de cuidar de la iglesia, y los diáconos sirven a la iglesia bajo
la dirección de los ancianos. Éstos son los únicos cargos que hay en una iglesia local.
1. Honorables
Los diáconos deben ser honorables. Ésta es una virtud que inspira honor y respeto. Una
persona honorable no es descuidada ni frívola.
2. Sin doblez
Una serpiente tiene la lengua dividida. Es fácil que un diácono, al servir a los santos, se
comporte con doblez. De ser así, él expresa, en su vivir, la naturaleza del diablo y trae
muerte a la vida de iglesia.
Hoy a menudo usamos la expresión “ser de dos caras”. Una persona que es de dos caras
es una persona hipócrita. Se expresa de un modo acerca de un hermano mientras éste
está presente, y de otro modo en su ausencia. Los diáconos deben ser personas sin
doblez, es decir, no deben ser personas de dos caras. Si el Señor no le ha mostrado que
debe hablarle con franqueza a un hermano respecto a su situación, simplemente
quédese callado. No diga nada con el objeto de agradarlo, ni tampoco hable mal de él a
sus espaldas.
Los diáconos deben cumplir con sus deberes y evitar hablar demasiado. No obstante, es
siempre una gran tentación hablar más de la cuenta. En sus conversaciones con los
ancianos, los diáconos se enteran de muchos asuntos, y pueden sentirse tentados a
contárselos a otros. Cuando un diácono se comporta de esta manera, se convierte en el
centro de información de la iglesia. Los diáconos no deben ser centros de información.
Si ellos se cuidan de no divulgar cualquier información innecesariamente, esto matará
los gérmenes de muerte en la vida de iglesia.
3. No dados a mucho vino
Los diáconos no deben ser dados a mucho vino. Ser dado a mucho vino es una señal de
que uno no es capaz de controlarse a sí mismo. Todo diácono que sirva en una iglesia
local debe ejercer un completo dominio de sí mismo.
4. No codiciosos de viles ganancias
Un diácono tampoco debe codiciar viles ganancias, es decir, no debe procurar sacar
ganancia del servicio que presta a los santos. Esto sería codiciar viles ganancias (cfr.
6:5b). Por lo tanto, un diácono no debe amar el dinero.
5. Guardan el misterio de la fe
con una conciencia pura
El versículo 9 dice: “Que guarden el misterio de la fe con una conciencia pura”. Aquí la
fe, como en 1:19 y 2 Timoteo 4:7, es objetiva, es decir, se refiere a las cosas en que
creemos, cosas que constituyen el evangelio. El misterio de la fe es principalmente
Cristo como el misterio de Dios (Col. 2:2) y la iglesia como el misterio de Cristo (Ef. 3:4).
Los diáconos de una iglesia local deben tener una comprensión cabal del misterio de la
fe y guardar este misterio con una conciencia pura por causa del testimonio del Señor.
Si los diáconos tienen el conocimiento del misterio de la fe, la norma de su servicio será
más alta. Cada vez que los ancianos les pidan que hagan algo o que ayuden a alguien, los
diáconos deben comprender que están sirviendo a los santos en el misterio de la fe. Esto
mejorará su servicio. Hay un gran beneficio cuando los diáconos se relacionan con los
demás sobre la base de la economía neotestamentaria de Dios.
Hace años, visité el palacio real de Londres. Observé que cada aspecto del servicio del
palacio, desde el cambio de guardia hasta el trabajo del mantenimiento y la limpieza,
seguía una norma estricta y se hacía con dignidad. Inclusive los que estaban encargados
de la limpieza se conducían con dignidad y honor, de modo que inspiraban el respecto
de los demás. ¡Cuánto más honroso debería ser el servicio que desempeñan los diáconos
en la iglesia local! Incluso la limpieza de los baños debiera hacerse con dignidad y
solemnidad. Los que realizan este servicio deben comprender que no están limpiando en
un lugar mundano, sino que están sirviendo a la iglesia, la casa de Dios.
En el versículo 9 Pablo habla de tener una conciencia pura. Una conciencia pura es una
conciencia purificada de toda contaminación. A fin de guardar el misterio de la fe en pro
del testimonio del Señor, necesitamos una conciencia purificada.
Para tener una conciencia pura, los diáconos deben comportarse según el conocimiento
que tienen del misterio de la fe. Es posible conocer este misterio y no vivir en
conformidad con él. Como resultado, en lugar de tener una conciencia pura, tenemos
una conciencia que nos condena. Un diácono debe reflexionar sobre la manera en que
trata a su esposa, a sus hijos y a otros santos. Entonces se percatará de sus deficiencias y
de que no vive según el misterio de la fe. Un diácono debe ser justificado primeramente
por su propia conciencia. Debe tener una conciencia que incluso pueda dar testimonio
ante los demonios de que él vive según la norma del misterio de la economía
neotestamentaria de Dios. Sólo así guardará verdaderamente el misterio de la fe con una
conciencia pura.
6. Irreprensibles
En el versículo 10 Pablo añade: “Y éstos también sean sometidos a prueba primero, y
entonces ministren, si son irreprensibles”. Aquí ser irreprensible significa ser
intachable. La frase “sean sometidos a prueba primero” supone un período de
aprendizaje, y la palabra “ministren” en este versículo, significa servir. Ésta es la función
de un diácono.
7. Marido de una sola mujer
El versículo 12 dice: “Los diáconos sean maridos de una sola mujer”. Éste es el mismo
requisito que se exige de los que vigilan, según se menciona en el versículo 2.
8. Que gobiernen bien sus hijos y sus casas
En el versículo 12 Pablo dice también que los diáconos deben gobernar bien “sus hijos y
sus casas”. Gobernar bien sus hijos y su propia casa demuestra que un hermano está
capacitado para servir a la iglesia.
B. Las bendiciones que recibe un buen diácono
1. Gana para sí un grado honroso
En el versículo 13 Pablo menciona las bendiciones que recibe un buen diácono: “Porque
los que ministran bien, ganan para sí un grado honroso, y mucha confianza en la fe que
es en Cristo Jesús”. La palabra “ministran” significa servir. La expresión “un grado
honroso” se refiere a la posición firme e inconmovible que obtiene un creyente y un
santo delante de Dios y de los hombres. Servir bien a la iglesia como diácono afirma la
posición que uno tiene como cristiano.
2. Gana para sí mucha confianza en la fe
que es en Cristo Jesús
Al servir bien, un diácono también recibirá la bendición de tener mucha confianza en la
fe que es en Cristo Jesús. La palabra “confianza” también denota denuedo. Servir bien a
la iglesia nos dará mayor denuedo y confianza en la fe cristiana. La fe aquí es subjetiva y
se refiere a nuestra acción de creer.
III. LAS DIACONISAS
El versículo 11 dice: “Las mujeres asimismo sean honorables, no calumniadoras, sino
moderadas, fieles en todo”. La palabra “mujeres” en este versículo se refiere a las
diaconisas (Ro. 16:1), y no a las esposas de los diáconos. Las hermanas que sirven en la
iglesia son diaconisas. Tales hermanas deben ser honorables. Además, no deben ser
calumniadoras. Esto corresponde a la expresión “sin doblez”, que aparece en el versículo
8. El diablo es un calumniador (Ap. 12:10). Calumniar equivale a expresar la naturaleza
del maligno calumniador. Una hermana que es diaconisa, que sirve en una iglesia local
entre muchas otras hermanas, debe huir de la calumnia, la cual es un acto malvado del
diablo.
Las diaconisas también deben ser moderadas y fieles en todas las cosas. Ser moderado
significa tener dominio propio, templado. El encargo de ser “fieles en todo” corresponde
a la frase “no codiciosos de viles ganancias”, mencionada en el versículo 8. Una hermana
diaconisa debe ser fiel, confiable, en todas las cosas, especialmente en lo relacionado con
ganancias.
ESTUDIO-VIDA DE 1 TIMOTEO
MENSAJE SEIS
LA FUNCIÓN DE LA IGLESIA
Lectura bíblica: 1 Ti. 3:14-16
Los versículos del 14 al 16 de 1 Timoteo 3 constituyen la sección más crucial de este
grupo de cuatro libros, conformado por 1 y 2 Timoteo, Tito y Filemón. Los temas que
hasta aquí Pablo ha tratado son: las enseñanzas diferentes, la economía de Dios, la
necesidad de que los que toman la delantera lleven una vida de oración digna de ser
imitada por los demás hermanos, y el encargo hecho a las hermanas respecto a
permanecer en fe, amor y santidad con cordura. Además, se han establecido ancianos y
se han designado diáconos. Una iglesia con todas estas características es ciertamente
una iglesia maravillosa. Ahora, en el versículo 15, Pablo nos dice que la iglesia es la casa
del Dios viviente, columna y fundamento de la verdad. Luego, en el versículo 16, declara:
“E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: El fue manifestado en la carne,
justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado entre las naciones, creído en el
mundo, llevado arriba en gloria”. En estos versículos Pablo presenta una norma
sumamente elevada que la iglesia debe aspirar a alcanzar.
Entre los cristianos de hoy, la norma de la iglesia está muy por debajo de la norma
divina revelada en 3:15 y 16. Para alcanzar esta norma, la iglesia debe reunir todas las
características descritas en los primeros dos capítulos y medio de 1 Timoteo. No debe
haber enseñanzas diferentes, y debe llevarse a cabo continuamente la economía de Dios.
Los hermanos que toman la delantera en la iglesia deben llevar una vida de oración, y
todos los demás hermanos deben seguirlos, orando en todo lugar. Además, las
hermanas deben permanecer en fe, amor y santidad con cordura. Luego, el gobierno de
la iglesia debe establecerse con dos cargos, a saber: el cargo del anciano y el cargo del
diácono. Contamos con llevar a la práctica esta vida de iglesia. Alabamos al Señor
porque en Su recobro, hemos visto esta vida de iglesia, al menos en cierta medida. Cada
vez que se logra alcanzar la norma establecida por Dios para la iglesia, tal como se nos
describe en 1 Timoteo, la iglesia en cuanto a su función será la casa del Dios viviente, y la
columna y fundamento que sostiene la verdad. Esto es también el gran misterio de la
piedad, la manifestación de Dios en la carne. Así como en el pasado el Señor Jesús fue la
manifestación de Dios, hoy la iglesia también debe ser dicha manifestación. Ésta es la
meta, el objetivo, de estas cuatro epístolas escritas por Pablo.
Aunque Pablo fue testigo del inicio de la decadencia de la iglesia, esto no lo desanimó ni
lo desilusionó. El discernimiento y la visión que él tenía lo mantuvo alentado. Él sabía
que algún día y de algún modo, la iglesia alcanzaría la norma de Dios. Aunque la
mayoría de los creyentes se degraden, al menos habrá unos cuantos que Dios escogerá,
guardará y afirmará para poner en práctica la vida de iglesia conforme a la norma
divina.
Los que estamos en el recobro del Señor podemos dar testimonio de la gran diferencia
que hay entre el recobro y el sistema organizado del cristianismo; es imposible
reconciliarlos. Todos los santos debemos sentirnos alentados de que el recobro de Señor
se encamina hacia la norma de Dios. Esta norma consiste en que la iglesia sea en
función la casa del Dios viviente, la columna y el fundamento de la verdad, y, como el
gran misterio de la piedad, sea Dios manifestado en la carne. La vida de iglesia hoy debe
ser la manifestación misma de Dios en la carne. De este modo, cuando personas nuevas
vengan a nuestras reuniones, incluyendo a aquellas que aún no han creído, y vean esta
manifestación, sin duda se maravillarán. Tal vez dirán: “¿Qué es esto? Es diferente de
todo lo que hemos visto en otras partes. Incluso es diferente de los llamados ‘cultos’ de
la religión”. Efectivamente, la iglesia es diferente, pues es la casa del Dios viviente,
columna y fundamento de la verdad, y la manifestación de Dios en la carne. Toda iglesia
local debe conformarse a esta norma y permanecer en esta condición. No debemos
permitir que haya ninguna decadencia; antes bien, debemos guardar la norma de Dios
hasta que nuestra Cabeza, nuestro Salvador Jesucristo, aparezca en gloria.
En 3:14 Pablo declara: “Esto te escribo con la esperanza de ir pronto a verte”. La frase
“esto te escribo”, se refiere a todo lo que Pablo había abarcado anteriormente en esta
epístola. Cuando Pablo escribió este libro, él tenía la esperanza de ir pronto a ver a
Timoteo.
I. LA CASA DEL DIOS VIVIENTE
El versículo 15 dice: “Pero si tardo, escribo para que sepas cómo debes conducirte en la
casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y fundamento de la verdad”.
Las palabras “cómo debes conducirte” indican que en este libro Pablo da instrucciones
acerca de cómo cuidar de una iglesia local.
Según lo dicho por Pablo en el versículo 15, la iglesia es la casa de Dios. La palabra
griega traducida “casa” también puede traducirse familia. La misma palabra aparece en
3:4, 5 y 12. La familia de Dios es la casa de Dios. La casa y la familia son una sola cosa: la
asamblea que está compuesta de los creyentes (Ef. 2:19; He. 3:6). La realidad de que
esta casa es la morada del Dios viviente está en nuestro espíritu (Ef. 2:22). Debemos
vivir y actuar en nuestro espíritu para que en esta casa Dios sea manifestado como el
Dios viviente.
La iglesia, siendo la morada de Dios, es la casa de Dios y Su familia. En el Antiguo
Testamento, el templo y el pueblo de Dios, Su familia, eran dos entidades distintas, pero
en el cumplimiento en el Nuevo Testamento, la morada y la familia son una misma
entidad. Así que, la familia es la morada de Dios, y la morada de Dios es Su familia.
Como hemos indicado, la palabra griega traducida “casa” podría traducirse también
familia. Según la economía neotestamentaria de Dios, la familia de Dios es Su casa.
Éstas no son dos entidades distintas, sino una sola. Nosotros somos la familia de Dios y
también Su templo, Su morada.
Al decir que la iglesia es la casa de Dios, Pablo específicamente se refiere a Dios
llamándolo el Dios viviente. El Dios viviente, quien vive en la iglesia, debe ser conocido
por la iglesia de una manera subjetiva, y no meramente objetiva. Un ídolo de un templo
pagano no tiene vida. El Dios que no sólo vive en Su templo vivo, la iglesia, sino que
también actúa y obra en él, es viviente. Debido a que Él es viviente, la iglesia también es
viviente en Él, por Él y con Él. Un Dios viviente y una iglesia viviente, viven, actúan y
obran juntos. La iglesia viviente es la casa y la familia del Dios vivo. Por consiguiente,
ella viene a ser la manifestación de Dios en la carne.
II. COLUMNA Y FUNDAMENTO DE LA VERDAD
Hablando de forma metafórica, Pablo dice además que la iglesia es “columna y
fundamento de la verdad”. La columna es lo que sostiene la edificación, y el fundamento
es lo que sostiene la columna. La iglesia es la columna y fundamento que sostiene la
verdad.
La verdad aquí se refiere a las cosas verdaderas reveladas en el Nuevo Testamento con
respecto a Cristo y la iglesia, según la economía neotestamentaria de Dios. La iglesia es
la columna de apoyo y el fundamento que sostiene todas estas realidades. Una iglesia
local debe ser tal edificio, el cual sostiene la verdad, la apoya y da testimonio de la
verdad, la realidad, de Cristo y la iglesia.
La iglesia, siendo la casa del Dios viviente, es la columna que apoya la verdad y el
fundamento que sostiene dicha columna. Como hemos señalado, la verdad denota la
realidad y el contenido de la economía neotestamentaria de Dios. Dicha economía se
compone de dos misterios: Cristo, el misterio de Dios (Col 2:2), y la iglesia, el misterio
de Cristo (Ef. 3:4). Cristo y la iglesia, la Cabeza y el Cuerpo, son el contenido de la
realidad de la economía neotestamentaria de Dios.
III. EL MISTERIO DE LA PIEDAD
El versículo 16 empieza diciendo: “E indiscutiblemente, grande es el misterio de la
piedad”. La conjunción con la que comienza el versículo 16 indica que Pablo, en el
versículo 15, aún no había terminado de hablar de la iglesia. ¡Oh, cuán importante es la
iglesia! Ella es la casa del Dios viviente, y columna y fundamento de la verdad. El hecho
de que Pablo usara esta conjunción al comienzo del versículo 16 indica que la iglesia es
mucho más que la casa del Dios viviente y columna y fundamento de la verdad. La
iglesia es también el misterio de la piedad. Así, pues, la iglesia es la casa, la columna y el
fundamento, y también es el misterio de la piedad.
Según el contexto, la piedad mencionada en el versículo 16 se refiere no sólo a la
devoción a cosas santas, sino también al hecho de vivir a Dios en la iglesia, es decir, a
que Dios como vida sea expresado en el vivir de la iglesia. Éste es el gran misterio que ha
sido confesado universalmente por los creyentes de Cristo.
La iglesia en calidad de la casa del Dios viviente y como columna y fundamento de la
verdad, no es tan misteriosa; pero la iglesia en calidad de la manifestación de Dios en la
carne, es ciertamente un misterio. Un misterio siempre sobrepasa nuestro
entendimiento; se refiere a algo que no se puede explicar. Si existe algo que puede ser
explicado, ese algo no es un misterio.
La iglesia no es solamente la casa del Dios viviente y columna y fundamento de la
verdad, sino que también es el misterio de la piedad. La piedad se refiere al hecho de
expresar a Dios. ¿Qué hacemos en la vida de iglesia? Expresamos a Dios. Los seres
humanos tal vez no comprendan bien esto, pero los ángeles sí lo reconocen y lo valoran.
Por una parte, los ángeles buenos se regocijan cuando ven la expresión de Dios en la
iglesia; por otra, los ángeles malignos y los demonios temen y tiemblan, pues se dan
cuenta de que un día los que están en la vida de iglesia los condenarán y enviarán al lago
de fuego.
Cuándo el Señor Jesús nació, una hueste de ángeles alabó a Dios (Lc. 2:10-14). Si los
ángeles se regocijaron por el nacimiento del Señor Jesús en Belén, la ciudad de David,
¿no habrán de alegrarse también al ver a Dios manifestado en la iglesia, la cual es el
aumento y el agrandamiento de Cristo? Asimismo, cuando el Señor Jesús, quien
expresaba y manifestaba a Dios en la tierra, confrontó a los demonios, éstos clamaron.
Al menos en una ocasión le pidieron al Señor Jesús que no los enviara al abismo (Lc.
8:31). Si los demonios temblaron ante la presencia del Señor Jesús, ¿no habrán de
temblar también ante la manifestación del Dios viviente en la iglesia? Sin duda, cuando
la iglesia exprese a Dios en su vivir y sea Su manifestación, los demonios y los ángeles
malignos se llenarán de pavor. Cada iglesia local debe ser un lugar donde Cristo nace
nuevamente en los santos. Además, cada iglesia local debe expresar a Dios al grado de
acortar el tiempo que le resta al diablo. Así que, por un lado, cuando las iglesias se
conformen a la norma de Dios, los ángeles cantarán y se regocijarán, y por otro lado, los
demonios y los ángeles malignos temblarán.
En el versículo 16, cabe resaltar que en el texto original griego no aparece el pronombre
personal “Él” en la frase: “El fue manifestado en la carne”, sino el pronombre relativo
“quien”, es decir, dice: “Quien fue manifestado en la carne”. Sin embargo, es bastante
claro que aquí se refiere a Cristo, quien, como el misterio de la piedad, es Dios
manifestado en la carne. El hecho de que el referente del pronombre relativo “quien” sea
“el misterio”, implica que Cristo, como manifestación de Dios en la carne, es el misterio
de la piedad (Col. 1:27; Gá. 2:20). Este misterio corresponde al vivir de una iglesia
apropiada, un vivir que es también la manifestación de Dios en la carne. Es posible que
la parte del versículo 16 —que empieza con la frase “El fue manifestado en la carne” y
termina diciendo: “Llevado arriba en gloria”— fuese un cántico de la iglesia primitiva.
La primera parte del versículo 16 nos habla de “el misterio de la piedad”. Por
consiguiente, lo lógico sería que Pablo hubiera usado el pronombre relativo “el cual”,
refiriéndose al misterio de la piedad como un asunto; sin embargo, el hecho de que él
hubiera usado el pronombre relativo “quien”, implica que el misterio de la piedad es una
persona y no meramente un asunto. Como veremos, esta persona es Cristo, quien es la
Cabeza así como el Cuerpo.
Por medio de la encarnación y el vivir humano (Jn. 1:1, 14), Dios fue manifestado en la
carne. Las palabras “en la carne” significan en la semejanza o porte exterior de un
hombre (Ro. 8:3; Fil. 2:7-8). Cristo se manifestó ante los hombres en la forma de un
hombre (2 Co. 5:16); no obstante, Él era Dios manifestado en el hombre.
Cristo también fue “justificado en el Espíritu”. La palabra griega traducida “justificado”
también significa vindicado. El Cristo encarnado en Su vivir humano no sólo fue
vindicado como Hijo de Dios por el Espíritu (Mt. 3:16-17; Ro. 1:3-4), sino que también
fue justificado, probado y aprobado como recto y justo por el Espíritu (Mt. 3:15-16; 4:1).
Él fue manifestado en la carne, pero fue vindicado y justificado en el Espíritu. Él se
manifestó en la carne, pero vivió en el Espíritu (Lc. 4:1, 14; Mt. 12:28) y se ofreció a Sí
mismo a Dios mediante el Espíritu (He. 9:14). Su transfiguración (Mt. 17:2) y Su
resurrección son justificaciones en el Espíritu. Además, en resurrección Él se hizo el
Espíritu vivificante (1 Co. 15:45; 2 Co. 3:17) para poder morar y vivir en nosotros (Ro.
8:9-10), con miras a la manifestación de Dios en la carne como el misterio de la piedad.
Así que, ahora le conocemos a Él y a Sus miembros no según la carne sino según el
Espíritu (2 Co. 5:16). Puesto que la manifestación de Dios en la carne es justificada en el
Espíritu, y el Espíritu es uno con nuestro espíritu (Ro. 8:16), debemos vivir y
conducirnos en nuestro espíritu para que se logre esta justificación.
Pablo dice también: “Visto de los ángeles”. Los ángeles vieron la encarnación, el vivir
humano y la ascensión de Cristo (Lc. 2:9-14; Mt. 4:11; Hch. 1:10-11; Ap. 5:6, 11-12).
Cristo también fue predicado entre las naciones. Cristo como manifestación de Dios en
la carne ha sido predicado como evangelio entre las naciones, incluyendo la nación de
Israel, desde el día de Pentecostés (Ro. 16:26; Ef. 3:8).
Además, Cristo ha sido “creído en el mundo”. Las personas que están en el mundo han
creído en Cristo, quien es la corporificación de Dios, y le han recibido como Salvador y
vida (Hch. 13:48).
Pablo concluye el versículo 16 con la frase: “Llevado arriba en gloria”. Esto se refiere a la
ascensión de Cristo a la gloria (Mr. 16:19; Hch. 1:9-11; 2:33; Fil. 2:9). Según la secuencia
de los eventos históricos, la ascensión de Cristo ocurrió antes de que Él fuera predicado
entre las naciones. Sin embargo, aquí se presenta la ascensión como el último paso que
Cristo dio al manifestar a Dios en la carne. Esto debe de indicar que la iglesia también es
llevada a la gloria. Por lo tanto, implica que no sólo Cristo mismo como la Cabeza, sino
también la iglesia como el Cuerpo, son la manifestación de Dios en la carne. Cuando una
iglesia está bien cuidada, conforme a las instrucciones dadas en los primeros dos
capítulos, teniendo plenamente establecidos la supervisión de los que vigilan y el
servicio de los diáconos, según lo revela el capítulo tres, la iglesia será en función la casa
y la familia del Dios viviente para el mover de Dios en la tierra, y también la columna y
fundamento que sostiene la verdad, teniendo la realidad divina de Cristo y Su Cuerpo,
como un testimonio para el mundo. De este modo, la iglesia viene a ser la continuación
de Cristo como la manifestación de Dios en la carne. Éste es el gran misterio de la
piedad: ¡Cristo expresado en el vivir de la iglesia como la manifestación de Dios en la
carne!
Quisiera recalcar que aunque Cristo fue llevado arriba en gloria (Hch. 1) antes de que
comenzara a ser predicado en Hechos 2, Pablo menciona este hecho al final, no sólo
después de la frase “predicado entre las naciones”, sino incluso después de la frase
“creído en el mundo”. Esto indica que la frase “llevado arriba en gloria” no sólo incluye
la ascensión de Cristo, sino que también pudiera incluir el arrebatamiento de la iglesia.
La Cabeza, Cristo, fue llevada arriba antes de que empezara a ser predicado; sin
embargo, el Cuerpo, la iglesia, será llevado arriba sólo después de que Cristo haya sido
predicado y creído en el mundo. Por consiguiente, en el versículo 16 hallamos una clara
evidencia de que este versículo no sólo se refiere a la Cabeza, la manifestación de Dios
en la carne, sino también al Cuerpo, la continuación de dicha manifestación. Esto es
muy lógico, pues de otro modo, ¿cómo podría nuestra cabeza ejercer su función estando
separada de nuestro cuerpo? Así que, la Cabeza, Cristo, fue llevada arriba en gloria, y el
Cuerpo, la iglesia, también será llevado arriba en gloria. De manera que, tanto la Cabeza
como el Cuerpo constituyen el misterio de la piedad. Ésta es la manifestación de Dios en
la carne.
ESTUDIO-VIDA DE 1 TIMOTEO
MENSAJE SIETE
PREDICCIÓN DE LA DECADENCIA DE LA IGLESIA
Lectura bíblica: 1 Ti. 4:1-5
En este mensaje hablaremos de la predicción dada sobre la decadencia de la iglesia,
según lo presentado en 4:1-5.
I. LA PREDICCIÓN DEL ESPÍRITU
En 1 Timoteo 4:1 Pablo declara: “Pero el Espíritu dice claramente que en los tiempos
venideros algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a
enseñanzas de demonios”. El hecho de que la palabra “pero” aparece al comienzo de este
versículo indica que lo que sigue está en contraste con lo mencionado en 3:15 y 16. Al
final del capítulo tres, Pablo había llegado a la cumbre de las cuatro epístolas de 1 y 2
Timoteo, Tito y Filemón, donde se nos presenta un glorioso cuadro de la iglesia. Sin
embargo, en 4:1-5, él describe una situación muy oscura, muy distinta de la situación
descrita en 3:15 y 16.
En 4:1 Pablo usa la expresión “el Espíritu dice claramente”. Éste es el Espíritu que mora
en nuestro espíritu y nos habla allí (Ro. 8:9-11, 16). A fin de escuchar lo que el Espíritu
dice y ser guardados de los espíritus engañadores y de las enseñanzas de demonios,
debemos ejercitar nuestro espíritu para que tenga la debida perspicacia y claridad.
En el movimiento pentecostal de hoy, muchos profetizan según la manera que se usaba
en el Antiguo Testamento y dicen: “Así dice el Señor...” Esta expresión no se encuentra
en el Nuevo Testamento; en vez de ello, en el Nuevo Testamento vemos el principio de
encarnación. Según este principio, Dios no habla directamente, sino por medio del
hombre. Primero, en Jesucristo, Dios se encarnó y se mezcló con el hombre. Ahora,
después de la muerte y resurrección de Cristo, Él puede ser un solo espíritu con aquellos
que creen en Cristo. En 1 Corintios 6:17, Pablo declara: “Pero el que se une al Señor, es
un solo espíritu con Él”. Esto se refiere al espíritu mezclado, esto es, al Espíritu divino
mezclado con el espíritu humano regenerado. En el Nuevo Testamento, este espíritu
mezclado es quien nos habla. Ésta es la razón por la cual 1 Timoteo 4:1 no dice: “El
Espíritu de Dios dice...” ni “El Espíritu Santo dice...”, sino: “El Espíritu dice...”. Según el
principio de encarnación revelado en el Nuevo Testamento, en esta expresión se halla
implícito nuestro espíritu. Hemos visto que el principio de encarnación consiste en que
la divinidad entre en la humanidad y opere junto con la humanidad. Por lo tanto,
cuando el Espíritu habla, Él habla en nuestro espíritu, por medio de nuestro espíritu y a
partir de nuestro espíritu. Si no hubiera nadie que verdaderamente fuera un solo
espíritu con el Dios que habla, no habría ninguna posibilidad, según el principio de
encarnación, de que Dios nos hablara.
Pablo fue un modelo de uno que fue un solo espíritu con el Señor. Debido a que era uno
con el Señor de esta manera, él habló por el Señor en muchas ocasiones. En 1 Corintios
7, Pablo dijo claramente que, con respecto a cierto asunto, no tenía mandamiento del
Señor, pero expresaba su parecer, su sentir, como uno a quien el Señor había concedido
misericordia para ser fiel (v. 25). No obstante, cuando leemos este pasaje de la Biblia
hoy en día, damos cuenta de que lo que Pablo dijo era en efecto la palabra del Señor. De
este modo, cuando Pablo hablaba, el Dios Triuno —quien se había procesado y había
llegado a ser el Espíritu, y quien se había mezclado con el espíritu regenerado de Pablo—
hablaba dentro de él. Hoy, nosotros también tenemos este espíritu mezclado, y es en
este espíritu y por medio de él, que el Espíritu habla claramente hoy.
El versículo 1 del capítulo cuatro de 1 Timoteo es la continuación de 3:15 y 16. Sin duda
alguna, estos versículos eran las palabras de Pablo. Luego, en 4:1, Pablo declara que el
Espíritu habla claramente. ¿Dónde hablaba el Espíritu? Sin lugar a dudas, el Espíritu
hablaba desde el interior de Pablo. Mientras Pablo escribía a Timoteo acerca de que la
iglesia es la casa de Dios, columna y fundamento de la verdad, y el gran misterio de la
piedad, el Espíritu le decía todo esto en su espíritu. Éste no es el Espíritu que
súbitamente desciende sobre nosotros para que profeticemos, diciendo: “Así ha dicho el
Señor...” Lo que el Espíritu dice en 4:1, lo dice según el principio de encarnación. El
Espíritu habló desde el interior del espíritu de Pablo.
Si queremos oír lo que el Espíritu dice, debemos ejercitar nuestro espíritu. Sólo nuestro
espíritu puede oír las palabras del Espíritu. La mente no puede oírlas porque es incapaz
de escuchar lo que el Espíritu dice. El Espíritu habla a nuestro espíritu, y nuestro
espíritu responde al Espíritu. Por consiguiente, al leer 1 Timoteo, debemos ejercitar
nuestro espíritu para escuchar lo que el Espíritu habla desde el interior del espíritu del
apóstol Pablo.
II. APOSTATARÁN DE LA FE
Según 4:1, el Espíritu dice que en los tiempos venideros algunos apostatarán de la fe.
Los tiempos venideros se refieren a los tiempos que vinieron después de que se
escribiera este libro. Esto difiere de la expresión “los postreros días” de 2 Timoteo 3:1,
que denota el período final de esta era.
Mientras Pablo escribía esta epístola, él comprendía que en los tiempos venideros
algunos apostatarían de la fe. La fe en este versículo denota la fe objetiva, es decir, se
refiere a aquello en lo que creemos. Por una parte, Pablo habló confiadamente y con
mucho ánimo, y de ningún modo se mostró desilusionado. Él tenía la certeza de que la
iglesia era la casa del Dios viviente, columna y fundamento de la verdad, e incluso el
misterio de la piedad. Por otra parte, en lo profundo de su espíritu, él sabía que algunos
“creyentes” apostatarían de la fe, de la economía neotestamentaria de Dios. Pablo sabía
esto porque el Espíritu, quien estaba mezclado con su espíritu, se lo había revelado. Esta
apostasía de la economía neotestamentaria de Dios marcaría el inicio de la decadencia
de la vida de iglesia.
Pablo declara que aquellos que apostatarían de la fe escucharían a espíritus engañadores
y a enseñanzas de demonios. Muchos cristianos no se percatan de que, según la Biblia,
existen dos categorías de espíritus malignos. Los espíritus engañadores que se
mencionan en 4:1 están en contraste con el Espíritu, como se menciona en 1 Juan 4:2 y
6. Éstos son los ángeles caídos, que siguieron a Satanás en su rebelión y vinieron a ser
sus subordinados, quienes trabajan para su reino de tinieblas (Mt. 25:41; Ef. 6:12). Los
demonios son los espíritus inmundos y malignos (Mt. 12:22, 43; Lc. 8:2) de las razas
que vivieron en la tierra durante la era preadamítica y que se unieron a la rebelión de
Satanás y fueron juzgados por Dios (véase el Estudio-vida de Génesis, mensaje dos).
Después de ser juzgados, ellos vinieron a ser demonios, los cuales trabajan en la tierra
para el reino de Satanás. Éstos son diferentes de los espíritus engañadores, que son los
ángeles caídos. Los ángeles caídos están en el aire, mientras que los demonios están
activos en la tierra.
Así que, en el versículo 1 Pablo habla de los espíritus engañadores, los cuales están en el
aire, y de los demonios, los cuales están en la tierra. Hoy en día, entre los cristianos
existen doctrinas engañadoras que provienen de los espíritus engañadores, quienes
están en el aire, y también enseñanzas que provienen de los demonios. La historia de la
iglesia ha demostrado que Pablo tenía razón cuando afirmó que surgirían tales
enseñanzas y doctrinas, y que aquellos que apostatarían de la fe las escucharían.
En el versículo 2 Pablo añade: “Por la hipocresía de mentirosos que, teniendo
cauterizada la conciencia como con un hierro candente”. La frase “por la hipocresía de
mentirosos” modifica la expresión “enseñanzas de demonios”, que se menciona en el
versículo 1. Las enseñanzas de demonios son llevadas a cabo por medio de la hipocresía
de aquellos que mienten. Esto indica que los demonios y las personas mentirosas
colaboran para engañar a la gente. Estos hipócritas, junto con los espíritus malignos y
los demonios, trabajan juntos para introducir enseñanzas engañadoras y doctrinas
demoníacas.
La conciencia de estos mentirosos hipócritas ha perdido la sensibilidad, como si hubiera
sido cauterizada con un hierro candente, semejante a la manera en que en esa época se
marcaba a los esclavos y al ganado de cierto dueño. Este libro recalca categóricamente la
conciencia. En la vida de iglesia, el amor que es contrario a la envidia y a la discordia
nace de una buena conciencia (1:5). Aquellos que desechan una buena conciencia llegan
a naufragar en cuanto a la fe (1:19). Los que sirven en la iglesia deben guardar el
misterio de la fe con una conciencia pura (3:9). Mantener una conciencia buena y pura
es mantener la conciencia sensible en cuanto a su función. Esto nos salvaguardará de las
enseñanzas demoníacas e hipócritas de los mentirosos y engañadores.
Cuando yo era joven, fácilmente confiaba en cualquier persona que profesara ser
cristiana. Un día, el hermano Nee dijo que era un hecho que algunos cristianos mentían.
Yo me pregunté cómo una persona, siendo cristiana, podía ser mentirosa. La Biblia
afirma que Satanás es “padre de mentira” (Jn. 8:44). Finalmente, por experiencia supe
que los cristianos sí mienten. Pareciera que la conciencia de estos cristianos mentirosos
hubiera sido cauterizada y no ejerciera más su función. Hoy en día, muchas de las
mentiras que se han difundido acerca de nosotros, las han propagado cristianos mismos.
Algunos incluso se han atrevido a publicar estas mentiras. Con todo, nuestra conciencia
testifica que nosotros, que estamos en el recobro del Señor, creemos en la verdad
revelada en la Biblia, y quizás aun con más certeza que otros cristianos.
Nosotros los que estamos en el recobro del Señor, no sólo debemos conocer la economía
de Dios, sino también las artimañas malignas de Satanás. Es crucial que veamos el
marcado contraste entre lo que se nos describe al final del capítulo tres y lo que se nos
describe al inicio del capítulo cuatro. Debemos tener discernimiento, ser sobrios y tener
muy claro la diferencia que existe entre el cristianismo actual y el recobro del Señor.
También debemos percatarnos de lo que el diablo está haciendo por medio de los
espíritus malignos, los demonios y aquellos que hablan mentiras en su hipocresía.
El versículo 3 dice: “Prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios
creó para que con acción de gracias participasen de ellos los que son creyentes y tienen
pleno conocimiento de la verdad”. El matrimonio y la comida fueron ordenados por
Dios, la comida para que la humanidad pueda subsistir, y el matrimonio para que la
humanidad continúe y se multiplique. Por un lado, Satanás hace que el hombre abuse de
estas dos cosas induciéndole a entregarse a su carne lujuriosa; por otro, pone demasiado
énfasis en el ascetismo al prohibirle al hombre casarse y al mandarle abstenerse de
ciertas comidas. ¡Esto es una enseñanza demoníaca!
El matrimonio fue establecido por Dios para que se llevara a cabo el propósito de Dios
con respecto al hombre. La comida es esencial para la subsistencia de la humanidad, a
fin de que ésta exista en la tierra para el cumplimiento del propósito de Dios. Sin
embargo Satanás, valiéndose de los espíritus engañadores y de las enseñanzas de
demonios, y con la colaboración de hombres hipócritas y mentirosos, procura destruir
estas dos cosas, induciendo a la gente a que abuse de ellas ya sea entregándose a los
apetitos de la carne o practicando el ascetismo.
III. LA VERDAD CON RESPECTO A LA COMIDA
En el versículo 3 Pablo habla respecto de “alimentos que Dios creó para que con acción
de gracias participasen de ellos”. Todas las cosas comestibles fueron creadas por Dios
para la subsistencia del hombre. Debemos participar de ellas con acción de gracias a
Dios, con un corazón agradecido.
Puesto que todos los alimentos son un regalo de Dios para nosotros, debemos participar
de ellos con acción de gracias. Cuando vayamos a comer, debemos decir: “Señor,
gracias”. Sin embargo, no debemos hacerlo como un rito tradicional. Por un lado, no
estoy de acuerdo con que se haga de esa manera; por otro, tampoco estoy de acuerdo
con que no se dé gracias al Señor por los alimentos que Él nos ha dado. Yo puedo
testificar que siempre agradezco al Señor por la comida; incluso, le doy gracias por el
vaso de agua que me bebo, diciendo: “Señor, esta agua es un regalo Tuyo, y te doy
gracias por ella”. Por lo general, la gente da gracias por los alimentos antes de empezar a
comer; sin embargo, no sólo debemos dar gracias al Señor por los alimentos antes de
comer, sino aun mientras los ingerimos, y también después que acabamos de comer.
Además, podríamos dar gracias por cada cosa que nos comemos.
Los que creen y tienen pleno conocimiento de la verdad deben participar de alimentos
que Dios ha creado con acción de gracias. Creer significa ser salvo y comenzar la vida
espiritual; tener el pleno conocimiento de la verdad equivale a comprender el propósito
de Dios en Su economía y crecer hasta la madurez en la vida espiritual. Dios desea que
todos los hombres sean salvos y vengan al pleno conocimiento de la verdad (2:4). La
verdad que aquí se menciona se refiere a la economía neotestamentaria de Dios.
Nosotros hemos sido salvos al creer en el Señor Jesús para salvación y conocemos el
contenido, la realidad, de la economía de Dios respecto a Cristo como misterio de Dios y
la iglesia como misterio de Cristo; por eso, debiéramos dar gracias por todo lo que
comemos. Aquellos que han creído y conocen la verdad son los que deben tomar los
alimentos con acción de gracias. Nosotros comprendemos que vivimos en la tierra para
Dios y para Su propósito. Por esta razón, tomamos lo que Él nos ha provisto para
nuestro sustento, y le damos las gracias por ello.
En los versículos 4 y 5 Pablo añade: “Porque todo lo que Dios creó es bueno, y nada es
de desecharse, si se toma con acción de gracias; porque por la palabra de Dios y por la
intercesión es santificado”. La declaración “todo lo que Dios creó es bueno” es contraria
al gnosticismo, que enseña que algunas cosas creadas son malignas, y a ciertas
enseñanzas ascéticas que mandan a los hombres a abstenerse de ciertos alimentos.
Algunos insisten en que debemos comer sólo vegetales y no carne; pero según las
palabras de Pablo, todo lo que Dios creó es bueno.
Asimismo, Pablo dice que “nada es de desecharse”. En el pasado, yo cortésmente decía:
“No, gracias”, cuando me servían ciertas comidas en los festines cantoneses. En
particular, evitaba comer tortuga, serpiente o rana. Sencillamente no podía comer esas
cosas. Pero según las palabras de Pablo, no debemos rechazar ningún alimento que Dios
creó, sino que debemos recibir todas las cosas con acción de gracias.
En el versículo 5 Pablo concluye, diciendo: “Porque por la palabra de Dios y por la
intercesión es santificado”. Todos los alimentos que ingerimos pueden ser santificados,
apartados para Dios y Su propósito, por la palabra de Dios y por la intercesión. La
palabra de Dios aquí se refiere a las palabras de nuestra oración a Dios, parte de la cual
puede ser una cita de las Escrituras o de mensajes que hayamos escuchado o leído. En
este versículo, la intercesión se refiere a nuestra oración a Dios por el alimento que
comemos; orar así hace que nuestra comida sea separada de lo profano y sea santificada
para Dios con miras a Su propósito, el cual consiste en que nos alimentemos a fin de
vivir para Él.
En muchas versiones de la Biblia, tal parece que los traductores no se atrevieron a usar
la palabra “intercesión”, aunque éste es el significado de la palabra griega. En lugar de
ello, tradujeron la palabra griega como “oración”. No obstante, aquí Pablo dice
claramente que debemos interceder por nuestros alimentos. Por lo general, uno ora por
uno mismo, e intercede por personas o cosas. Según las palabras de Pablo en este
versículo, debemos interceder por nuestros alimentos y pedirle al Señor que los
santifique. Cada vez que nos sentemos a comer, debemos orar por la comida e interceder
por ella, diciendo: “Señor, santifica estos alimentos para Tu propósito, a fin de que ellos
alimenten a Tu siervo. Señor, yo he creído y conozco la verdad. Yo estoy aquí en la tierra
por Ti y por Tu economía. Necesito estos alimentos, y pido que sean santificados,
apartados, para Ti para el cumplimiento de Tu economía”. A los ojos de Dios, cuando
intercedemos así por nuestros alimentos, éstos llegan a ser santos. Ésta es la manera
apropiada de tomar con acción de gracias los alimentos que Dios nos ha dado.
ESTUDIO-VIDA DE 1 TIMOTEO
MENSAJE OCHO
UN BUEN MINISTRO DE CRISTO
Lectura bíblica: 1 Ti. 4:6-16
En 1 Timoteo 4:6 Pablo usa la expresión “buen ministro de Cristo Jesús”. Un ministro de
Cristo es uno que sirve Cristo a otros, ministrándoles a Cristo como Salvador, vida,
suministro de vida y como todas las cosas positivas. Tal persona difiere de aquel que
enseña la ley y otras cosas (1:7, 3).
I. EXPONER ESTAS COSAS A LOS HERMANOS
La expresión “ministro de Cristo” no denota principalmente a un ministro que pertenece
a Cristo, sino a una persona que ministra a Cristo a los demás. Se trata de alguien que
sirve a Cristo a las personas. Por ejemplo, si dijéramos que un hombre es servidor de
cierta comida, por supuesto, no querríamos decir que él pertenece a esa comida, sino
más bien que él sirve esa comida a los demás. Del mismo modo, aunque es cierto que un
ministro de Cristo pertenece a Cristo, la idea principal aquí es que él sirve a Cristo a los
demás, es decir, que él les ministra a Cristo. No sólo él pertenece a Cristo, sino que
además sirve a Cristo a los demás.
Actualmente en el cristianismo hay muchos ministros que pertenecen a Cristo, pero son
muy pocos los que ministran a Cristo a los demás. Ser un ministro de Cristo no consiste
principalmente en predicar a Cristo, en enseñar acerca de Cristo ni en hablar a las
personas acerca de Cristo. El significado principal de esta expresión es ministrar a Cristo
a los demás.
El versículo 6 confirma este entendimiento de la expresión “buen ministro de Cristo“,
pues allí Pablo declara: “Si expones estas cosas a los hermanos, serás buen ministro de
Cristo Jesús, nutrido con las palabras de la fe y de la buena enseñanza que has seguido
fielmente”. Al decir “estas cosas”, Pablo se estaba refiriendo a todo lo que había
abarcado anteriormente en esta epístola. Al igual que un camarero sirve diversos
platillos a los invitados en una cena, un buen ministro de Cristo debe exponer “estas
cosas” a los creyentes. Además, al usar la palabra “nutrido”, Pablo indicó que el
concepto que tenía era el de suministrar vida a otros. Es muy significativo que aquí
Pablo no dice “instruido”, sino “nutrido” con las palabras de la fe. Si hemos de ministrar
a Cristo a los demás, primero nosotros mismos tenemos que ser nutridos. Una vez que
seamos nutridos de Cristo, tendremos a Cristo como alimento, como suministro de vida,
a fin de poder ministrarlo a otros. La palabra “nutrido” nos permite afirmar que un buen
ministro de Cristo no sólo enseña a los demás acerca de Cristo, sino que además les
ministra al Cristo que es alimento para ellos. Así, otros podrán testificar que los hemos
nutrido con Cristo.
En todos estos años, el objetivo en mi ministerio ha sido el de nutrir a los santos. Sin
duda alguna, también he transmitido bastante conocimiento; pero puedo testificar que
en cada mensaje ejercito mi espíritu para no simplemente transmitir conocimiento, sino
para que, a medida que imparto cierto conocimiento, pueda suministrar algo nutritivo al
pueblo del Señor. Mi deseo es ministrar las riquezas de Cristo en forma de alimento para
que los santos puedan ser nutridos. Últimamente muchos santos me han escrito cartas,
en las que me cuentan cómo han sido ricamente alimentados con Cristo por medio de
estos mensajes.
Si su interés es cuidar de otros en el recobro del Señor, no debe impartirles solamente
enseñanzas. Al tener comunión con otros acerca de Cristo, es probable que les imparta
algún conocimiento; pero mientras esté enseñándoles, usted debe ejercitar su espíritu
para ministrarles el alimento espiritual para que sean nutridos. Si hace esto, usted será
un buen ministro de Cristo.
Pablo y Timoteo nos proveen un modelo excelente. Como hemos señalado, Pablo le
pidió a Timoteo que expusiera “estas cosas a los hermanos”, refiriéndose a las cosas de
que había escrito en esta epístola. No obstante, antes de poder exponerlas a los demás,
Timoteo debía nutrirse primero con ellas, es decir, tenía que digerirlas, asimilarlas y
permitir que ellas saturaran su interior. Sólo entonces él podría exponerlas a los
hermanos. Hoy en día debemos seguir el ejemplo de Timoteo y exponer a los santos las
cosas con las cuales el Señor nos ha nutrido por medio del ministerio. ¡Cuán maravillosa
sería la vida de iglesia si todos hiciéramos lo mismo! Sin embargo, si nos apartamos del
ministerio y procuramos producir algo diferente, es probable que demos lugar a
enseñanzas diferentes. Timoteo no tenía el menor interés en enseñar algo distinto de lo
que enseñaba Pablo; al contrario, su deseo era exponer a los hermanos lo que había
recibido de Pablo.
Ahora, quisiera compartirles un poco de cuál ha sido mi carga con respecto a la
publicación de los mensajes de estudio-vida. El objetivo de estos mensajes es el de
producir víveres para las iglesias locales. Mi carga no consiste principalmente en
“cocinar” estos víveres espirituales, sino producirlos y suministrarlos a las iglesias, a fin
de que cada iglesia local sea como un supermercado bien abastecido, lleno de toda clase
de alimentos nutritivos. Si los que toman la delantera en la iglesia local exponen a los
santos las riquezas contenidas en los estudios-vida, ellos serán nutridos ricamente. He
recibido muchas cartas, en las que se da testimonio de esto.
Un hecho que hemos comprobado en la historia del recobro del Señor es que toda iglesia
que sigue el ministerio es una iglesia fortalecida y bendecida. Por otra parte, aquellas
iglesias que no han dado importancia al ministerio, y en vez de ello han intentado hacer
algo propio, se han hundido en el fracaso. No obstante, al decir esto, quiero dejar muy
claro que de ninguna manera insisto en que las iglesias o los santos lean los mensajes de
estudio-vida. Mi carga, les repito una vez más, es la de “producir víveres”. Las iglesias y
los santos tienen libertad para usarlos o rechazarlos. Pero si los santos desechan el
alimento que se encuentra en estos mensajes, me pregunto entonces de qué se van a
alimentar. Nosotros somos lo que comemos. Si nos alimentamos de los “víveres” que se
producen en la religión de hoy en día, vendremos a formar parte de la religión.
Permítanme decirles con toda franqueza y sinceridad que los hermanos que toman la
delantera en las iglesias debieran nutrirse de “estas cosas” y luego exponerlas a los
santos para que éstos sean nutridos.
La expresión de Pablo “si expones estas cosas a los hermanos” es muy significativa.
Quisiera recalcarles que esto lo dice la Biblia, la Palabra de Dios. Yo no exhortaría a
nadie a que expusiera mis palabras a los santos. Nunca acostumbro a mandar a las
iglesias a que hagan algo. Todos los que se hallan reunidos aquí en representación de
centenares de iglesias, pueden testificar que no les he pedido que hagan nada. Yo ni
siquiera me entero de muchas de las cosas que suceden aquí mismo en la iglesia en
Anaheim, donde vivo. De hecho, me siento muy contento de que los ancianos tomen
decisiones con respecto a muchas cosas sin consultármelo. Esto es una prueba
contundente de que no soy un “papa”. Todo lo contrario, yo soy un humilde siervo del
Señor, un agricultor cuyo único interés es el de producir víveres para los santos. Lejos de
dar órdenes a las iglesias, simplemente anhelo que ellas se alimenten de las riquezas
espirituales que el Señor nos ha dado. No expongan las enseñanzas de Witness Lee a los
hermanos; más bien, preséntenles las riquezas, los víveres, que el Señor nos ha
mostrado en la Palabra.
Siento una gran carga debido a que muchos que aman al Señor Jesús y le buscan, han
sido engañados y se han quedado estancados. Debemos buscar cómo compartir con ellos
las riquezas espirituales que el Señor nos ha provisto. Muchos de los que aman
sinceramente al Señor están muriendo de hambre. Debemos asumir la responsabilidad
de proporcionarles alimento. Todos debemos ser buenos ministros de Cristo, que sirven
Sus riquezas a los demás. Nutrámonos primero nosotros y luego ministremos este
alimento a todo el pueblo de Dios.
Queremos recalcar que la finalidad de ser nutridos es que crezcamos en vida. Éste es un
asunto relacionado con la vida, y difiere del mero hecho de ser instruidos, lo cual tiene
que ver con el conocimiento. Para ministrar Cristo a otros se requiere que primero
nosotros mismos seamos nutridos con las palabras de vida relacionadas con Cristo.
II. NUTRIDOS
En el versículo 6 Pablo específicamente dice: “Nutrido con las palabras de la fe y de la
buena enseñanza”. Las palabras de la fe son las palabras del evangelio completo tocante
a la economía neotestamentaria de Dios. La economía de Dios no se centra en la imagen
de Daniel 2 ni en las cuatro bestias de Daniel 7. Si desean conocer el tema central de la
economía de Dios, deben estudiar los libros de Gálatas, Efesios, Filipenses y Colosenses.
Debemos ser nutridos con las palabras de la fe, de la economía de Dios, contenidas en
estos libros.
Según el versículo 6, debemos nutrirnos también con la buena enseñanza que hemos
seguido fielmente. Las palabras de la buena enseñanza son palabras agradables que
contienen y transmiten las riquezas de Cristo para nutrir, edificar y fortalecer a Sus
creyentes. De hecho, las palabras de la fe y las palabras de la buena enseñanza denotan
lo mismo. Si queremos enseñar a los demás, primero nosotros mismos tenemos que
seguir fielmente estas palabras. Si las seguimos fielmente y nos nutrimos con ellas,
entonces podremos alimentar a los demás. Por ejemplo, si una madre no sabe
alimentarse bien, tampoco sabrá cuáles son los alimentos saludables que debe dar a sus
hijos. Por haber aprendido a alimentarse bien, ella sabrá cuáles alimentos son mejores
para sus hijos. Este ejemplo nos muestra que, como buenos ministros de Cristo, primero
debemos alimentarnos nosotros mismos con las palabras de la fe y de la buena
enseñanza que hemos seguido fielmente, y luego, podremos nutrir a otros.
III. DESECHAR LOS MITOS PROFANOS Y DE VIEJAS
En el versículo 7 Pablo añade: “Desecha los mitos profanos y de viejas. Ejercítate para la
piedad”. La palabra griega traducida “profanos” significa tener cualquier clase de
contacto con lo mundano es contrario a ser santo. Si queremos ejercitarnos para la
piedad, debemos desechar los mitos profanos y de viejas. La mayoría de lo que se enseña
y predica en el cristianismo actual cae en la categoría de mitos de viejas. Debemos
desechar estos mitos y volvernos a la palabra pura de la Biblia. Hoy en día, en los así
llamados “cultos” cristianos, se habla mucho de cosas profanas, seculares y mundanas.
Las personas hablan de política y de cómo tener éxito en los negocios. Todas éstas son
conversaciones profanas, muy semejantes a los mitos de viejas.
IV. EJERCITARNOS PARA LA PIEDAD
Habiendo desechado los mitos profanos y de viejas, debemos ejercitarnos para la
piedad. El ejercicio referido aquí es semejante a la gimnasia. La frase “para la piedad”
significa con miras a la piedad. La piedad es Cristo expresado en nuestro vivir como la
manifestación de Dios. Hoy en día este Cristo es el Espíritu que mora en nuestro espíritu
(2 Co. 3:17; Ro. 8:9-10; 2 Ti. 4:22). Por lo tanto, ejercitarnos para la piedad es ejercitar
nuestro espíritu para vivir a Cristo en nuestra vida diaria.
En el versículo 7 Pablo, al exhortarnos a ejercitarnos para la piedad, usa una palabra
griega que denota ejercicios gimnásticos. Ya vimos en 3:16 que el misterio de la piedad,
Dios manifestado en la carne, es un gran misterio. Debemos, por tanto, ejercitarnos para
alcanzar esta meta, la meta de ser la expresión de Dios, valiéndonos de nuestro espíritu
y del Espíritu que mora en nosotros.
En el versículo 8 Pablo añade: “Porque el ejercicio corporal para poco es provechoso,
pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la
venidera”. La expresión “para poco es provechoso” significa provechoso sólo en unas
cuantas cosas y en una medida muy limitada, y está en contraste con la expresión “para
todo aprovecha”, la cual no se refiere solamente a un aspecto de nuestro ser, sino a todos
los aspectos: físicos, psicológicos y espirituales, tanto temporales como eternos. La
promesa de la vida presente, la cual alude a la era actual, es como las promesas de
Mateo 6:33; Juan 16:33; Filipenses 4:6-7; y 1 Pedro 5:8-10. La promesa de la vida
venidera, la cual alude a la próxima era y a la eternidad, es como las promesas de 2
Pedro 1:10-11; 2 Timoteo 2:12; Apocalipsis 2:7, 17; 21:6-7. Una promesa como la que se
menciona en Marcos 10:29-30 corresponde tanto a la vida presente como a la vida
venidera.
Una vez más, les ruego que desechen todo mito profano y de viejas. Incluso hablar de
doctrinas, tales como la seguridad eterna, puede ser un simple mito de viejas. Es posible
que después de una reunión alguien se acerque a nosotros y nos diga: “He asistido ya a
varias reuniones de la iglesia y aún no he escuchado un solo mensaje sobre la seguridad
eterna. ¿Qué es lo que creen ustedes al respecto?”. Otros quizá quieran discutir
diciéndonos que el día que debemos guardar es el día de sábado. Esto también sería
hablar de mitos de viejas.
Cuando aplico el asunto de los mitos de viejas a las conversaciones que comúnmente se
escuchan entre los cristianos de hoy, me baso en el principio establecido por Pablo. En 1
Timoteo, los mitos de viejas probablemente se refieran a mitos judíos. Aquellos que
habían sido criados en el judaísmo conocían muchos mitos. Según el mismo principio,
los que llevan muchos años en el cristianismo también conocen muchos mitos. Algunos
nos han hecho preguntas sobre la sanidad, el hablar en lenguas, el profetizar e incluso
sobre el acto de emparejar las piernas. En el pasado conocí a muchas personas que
hablaban en lenguas, pero no manifestaban la piedad en su vida diaria. Debemos tener
el testimonio vivo de que nosotros somos quienes desechamos los mitos de viejas y que
nos ejercitamos continuamente para la piedad.
Es sumamente importante que nos ejercitemos para la piedad. Interiormente,
necesitamos recibir el alimento, y exteriormente, debemos manifestar la piedad.
Debemos nutrirnos de Cristo interiormente, y luego, debemos llevar una vida que
exprese a Dios.
V. UN MODELO PARA LOS CREYENTES
En el versículo 10 Pablo añade: “Que por esto mismo trabajamos y luchamos, porque
hemos puesto nuestra esperanza en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los
hombres, mayormente de los que creen”. Podemos poner nuestra esperanza en Dios
debido a que Él es viviente.
En el versículo 12 Pablo dice a Timoteo: “Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé
modelo para los creyentes en palabra, conducta, amor, fe y pureza”. Aunque Timoteo era
joven, el apóstol le encargó la responsabilidad de la edificación de una iglesia local y del
establecimiento de los ancianos y los diáconos. Se le mandó no ser infantil y ser un
modelo para los creyentes, a fin de que llevara a cabo tal responsabilidad. Timoteo debía
ser un modelo en palabra, en conducta, en amor, en fe y en pureza; él debía ser puro, sin
contaminación alguna, en sus motivos y en su proceder.
El versículo 13 dice: “Mientras voy, ocúpate en la lectura pública, la exhortación y la
enseñanza”. Aquí Pablo no se refiere a leer en el sentido de estudiar, sino a leer en voz
alta y en público. Según el contexto, esta clase de lectura pública puede servir para
exhortar y enseñar.
VI. NO DESCUIDAR EL DON
El versículo 14 añade: “No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante
profecía con la imposición de las manos del presbiterio”. Aquí Pablo no habla del don
que reposaba sobre Timoteo, sino del don que estaba en él, el cual probablemente era el
don de enseñar, según el contexto de los versículos 11, 13 y 16. Los siguientes versículos
también parecen confirmar esto: 1 Timoteo 1:3; 4:6; 5:7; 6:2, 12, 20; 2 Timoteo 1:13-14;
2:2, 14-15, 24-25; 4:2, 5.
La frase “el don que hay en ti” indica que el don mencionado aquí no es un don externo,
sino la capacidad intrínseca de la vida, mediante la cual podemos ministrar a otros. No
es un don milagroso, como el don de hablar en lenguas o sanar (1 Co. 12:28), sino un
don de gracia, como lo son la enseñanza y la exhortación (Ro. 12:7-8).
Este don fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio. La
imposición de manos tiene dos funciones: una es mostrar identificación, como en
Levítico 1:4, y la otra, impartir algo, como en este caso. Mediante la imposición de las
manos de los ancianos y del apóstol Pablo (2 Ti. 1:6), le fue impartido a Timoteo el don
de la gracia.
La palabra griega literalmente traducida “presbiterio”, alude no solamente a los
ancianos sino al cuerpo de ancianos. Los ancianos, los que vigilan (3:2), son los
representantes de una iglesia local, la cual es la expresión del Cuerpo de Cristo. Por
consiguiente, la imposición de manos por parte del presbiterio, indica que el Cuerpo de
Cristo estaba participando con Dios en la impartición del don de gracia a Timoteo. Esto
no era meramente una cuestión de individuos, sino algo que comprometía a todo el
Cuerpo.
ESTUDIO-VIDA DE 1 TIMOTEO
MENSAJE NUEVE
EN CUANTO A LOS SANTOS DE DIFERENTES EDADES
Lectura bíblica: 1 Ti. 5:1-16
LA NORMA DIVINA Y EL NIVEL HUMANO
Hemos visto que al final del capítulo tres, Pablo asciende a la cumbre de la economía de
Dios. En 3:15 y 16 vemos la norma divina. Pero en 5:1-16 Pablo desciende al nivel
humano. Por una parte, en la vida de iglesia debemos conformarnos a la norma divina;
por otra, debemos darles importancia a los asuntos de nivel humano. Por ejemplo, en
5:8 Pablo habla de proveer para nuestra propia familia. Todas las instrucciones dadas en
este capítulo son muy humanas, comunes y ordinarias. Nada es especial, milagroso ni
sobrenatural. Todo el libro está escrito según el mismo principio. Esto es necesario para
la vida de iglesia.
Este principio de presentar tanto la norma divina como el nivel humano no sólo se
encuentra en 1 Timoteo, sino también en las epístolas de Efesios y Colosenses. En
Efesios, Pablo primero escribe acerca de la iglesia conforme a la norma divina, y
después, en un nivel humano, él escribe acerca de los maridos, las esposas, los padres,
los hijos, los esclavos y los amos. Asimismo, en Colosenses Pablo primero escribe acerca
de Cristo conforme a la norma divina, y luego nos habla en un nivel humano acerca de
asuntos familiares. En 1 Timoteo Pablo no habla de lo tocante al nivel humano
directamente, sino que más bien lo hace a través de las instrucciones que da a Timoteo.
En 5:1-16 Pablo le enseña a Timoteo cómo relacionarse con los santos de diferentes
edades. Mi carga en este mensaje consiste en abarcar cuatro asuntos hallados en 5:1-16.
LLEVAR UNA VIDA HUMANA NORMAL
En primer lugar, todas las instrucciones dadas aquí se presentan de una manera muy
humana. Jamás debemos pensar que si alcanzamos la norma divina, dejaremos de ser
humanos. Algunos creyentes han sido afectados por la falsa enseñanza de que los
cristianos deben ser como los ángeles, y que, por tanto, ya no necesitan llevar una vida
humana normal. Muchos monjes y sacerdotes católicos llevan una vida anormal. Aun
más, el requisito que prohíbe a los sacerdotes y a las monjas casarse, no sólo es contrario
a la naturaleza humana, sino que además tiene su origen en los demonios. Según lo que
dice Pablo en 4:1-3, prohibir casarse es una enseñanza demoníaca.
Todos debemos aprender a ser humanos. De hecho, cuanto más espirituales seamos,
más humanos seremos. Si deseamos vivir a Cristo, es preciso que aprendamos a ser
humanos de una manera genuina. Cuando el Señor Jesús estuvo en tierra, Él fue muy
humano.
Cualquier daño que sufra la naturaleza humana, estropea el medio y el canal que Dios
creó para Su economía. Los demonios y los ángeles caídos prohíben el matrimonio y
mandan que la gente se abstenga de ciertos alimentos debido a que tienen la intención
de destruir el género humano. Por lo tanto, en la iglesia, nosotros debemos ser muy
humanos y seguir la norma de una vida humana normal. Algunos nos han acusado
falsamente de no comportarnos de una manera humana. Nosotros rechazamos
firmemente tales acusaciones. En la vida de iglesia, nosotros recalcamos mucho la
necesidad de tener una humanidad apropiada. Puedo testificar que yo mismo vivo de
una manera humana y normal. Si usted examina mi vivir, verá que soy muy humano. No
soy ni un “santo” ni un ángel; simplemente soy un ser humano. Además, insto a todos
los ancianos a que sean humanos. Los ancianos no deben ayudar a los santos de su
localidad para que sean como ángeles. Estimamos a los ángeles, pero no procuramos
imitarlos; antes bien, preferimos ser muy humanos.
Debemos ser cristianos, sin dejar de ser humanos. Por una parte, poseemos la
naturaleza divina (2 P. 1:4); por otra, somos seres humanos normales. El hecho de
poseer la naturaleza y la vida divinas no significa que algún día seremos deificados; más
bien, debemos llevar una vida humana genuina en virtud de la vida y la naturaleza
divinas. De esta manera, podremos llevar la vida humana más elevada, una vida
semejante a la que llevó el Señor Jesús. Cuando el Señor estuvo en la tierra, Él vivió por
la vida y la naturaleza divinas, es decir, llevó una vida humana en virtud de la vida
divina. Así también debe ser nuestro vivir humano. Por tanto, todos debemos aprender
a comportarnos como seres humanos.
En 5:1-16 vemos que Pablo instruyó a su joven colaborador, Timoteo, a que se
relacionara con los santos de una manera muy humana. El versículo 1 dice: “No
reprendas con dureza al anciano, sino exhórtale como a padre”. Exhortar a un anciano
como a padre es ciertamente comportarse de una manera muy humana. Los hermanos
más jóvenes deben exhortar como a padres a aquellos hermanos que son una generación
mayores que ellos.
Pablo también le pide a Timoteo que exhorte “a los más jóvenes, como a hermanos; a las
ancianas, como a madres; a las jovencitas, como a hermanas, con toda pureza”. Timoteo
no debía asumir una posición elevada como obispo, considerándose superior a los
demás; al contrario, él debía comportarse como un hermano con los hermanos y
hermanas más jóvenes, y como un hijo con los que eran padres o madres. En la vida de
iglesia hay muchos padres, madres, hermanos y hermanas. Relacionarse así con los
santos es conducirse de una manera muy humana.
Nuestro trato con los santos debe llevarse a cabo en una atmósfera apropiada y con la
actitud y el espíritu correctos. La atmósfera, la actitud y el espíritu al relacionarnos con
los demás son sumamente importantes. Si un hermano joven muestra una actitud de
superioridad frente a un hermano de edad avanzada, la relación entre ellos se dañará;
pero si se dirige a él como un hijo a su propio padre, su comunión será íntima, afable,
conmovedora e incluso inspiradora.
Supongamos que en mi relación con los santos, me comporto como un maestro y trato a
los santos como a alumnos. Si ésta es mi actitud, mi relación con los santos no será muy
buena. En cambio, si soy muy humano en mi relación con los santos y me considero a mí
mismo como un hermano entre los hermanos y hermanas, madres y padres, mi relación
con todos será muy dulce e íntima. ¡Cuán distinto es cuando somos verdaderamente
humanos en la forma en que nos relacionamos unos con otros! Repito, en la vida de
iglesia todos debemos ser muy humanos.
EJERCER SABIDURÍA
En segundo lugar, vemos que Pablo en 5:1-16 instruye a Timoteo a que ejerza sabiduría.
La exhortación de no reprender a un anciano, sino exhortarlo como a padre, es una
palabra de sabiduría. No reprender con dureza a una persona mayor es algo que
demuestra sabiduría. Al relacionarnos con los santos de diferentes edades no solamente
necesitamos amor, sino también sabiduría. Debemos comprender a quién le estamos
hablando. ¿Nos estamos dirigiendo a un hermano o hermana mayor? Si es así, debemos
hablarle como lo haría un hijo a su padre o a su madre. ¿Nos estamos dirigiendo a un
hermano o hermana más joven? Debemos hablarle como a hermano o hermana. Aun
más, debemos hablarle de una manera a un padre, de otra manera a una madre, y de
otra distinta a los hermanos y hermanas. Por ejemplo, en nuestras propias casas,
nosotros no nos dirigimos de la misma manera a todos los miembros de nuestra familia.
No le hablamos a nuestro padre de la misma manera en que le hablamos a nuestra
madre. Si habláramos de la misma manera a todos los miembros de nuestra familia,
ciertamente seríamos insensatos. Al relacionarnos con santos de diferentes edades,
necesitamos sabiduría.
Si ejercemos sabiduría, hablaremos de una manera distinta a los santos de diferentes
edades. Los hermanos hablarán con los hermanos como a hermanos, y hablarán con las
hermanas como a hermanas. Esto demuestra sabiduría. No debemos dirigirnos a una
hermana joven de la misma forma en que le hablaríamos a un hombre mayor.
Asimismo, una hermana puede abrazar a otra, pero una hermana joven no debiera
demostrar su afecto hacia un hermano, joven o de más edad, abrazándolo. No amen a
los santos de una manera insensata; más bien, ejerzan siempre sabiduría, sabiendo a
quién se están dirigiendo.
CON TODA PUREZA
Tercero, en todo debemos relacionarnos con los santos “con toda pureza” (5:2). Cada vez
que nos dirijamos a los hermanos y hermanas en la vida de iglesia, debemos ser puros
en todo sentido. Debemos ser puros en nuestra motivación y propósito.
La pureza es especialmente necesaria en la relación entre hermanos y hermanas. Por
eso, un hermano y una hermana que sean casi de la misma edad, no debieran hablar
privadamente a puerta cerrada. Otro hermano o hermana debería estar presente.
Consideren el ejemplo del Señor Jesús. Él habló a solas con Nicodemo por la noche y en
una casa, mientras que con la mujer samaritana Él habló en un lugar público y durante
el día. Esto nos muestra que la relación entre hermanos y hermanas debe llevarse a cabo
con toda pureza.
En la vida de iglesia, es inevitable que los hermanos y hermanas tengan mucha
comunión entre sí. Así que, si no nos relacionamos con toda pureza, correremos el
riesgo de caer en alguna trampa. Muchos son los que han caído en una trampa por haber
sido descuidados y no haber ejercido pureza en su relación con los demás. Por
consiguiente, queremos recalcar una y otra vez que la relación entre hermanos y
hermanas debe llevarse a cabo con toda pureza.
Como hemos indicado, nuestra relación con todos los santos, hermanos y hermanas,
ancianos y jóvenes, debe ser pura en todo aspecto. Al dirigirnos a una hermana mayor
como a madre, debemos tener una motivación pura. Tener motivos impuros es algo
maligno. Tener una motivación impura significa procurar alguna ganancia, ventaja o
privilegio para nosotros mismos. En nuestra relación con todos los santos en la vida de
iglesia, debemos tener una sola motivación: ministrarles a Cristo para que crezcan en el
Señor.
CUMPLIR CON NUESTROS DEBERES
El cuarto asunto que quisiera resaltar en este mensaje es el de cumplir con nuestros
deberes. Debemos ser muy humanos, necesitamos ejercer sabiduría, tenemos que
conducirnos con toda pureza y debemos cumplir con nuestros deberes. En la vida de
iglesia, todos debemos tener algo que hacer. Nadie debe estar ocioso ni ser una persona
entrometida. En 5:4 Pablo declara: “Pero si alguna viuda tiene hijos, o nietos, aprendan
éstos primero a ser respetuosos para con su propia familia, y a recompensar a sus
padres; porque esto es aceptable delante de Dios”. La palabra “recompensar” aquí
significa mostrar gratitud a los padres, devolviéndoles algo como compensación.
En el versículo 13 Pablo habla de las viudas que “aprenden a ser ociosas, andando de
casa en casa; y no solamente ociosas, sino también chismosas y entremetidas, hablando
lo que no debieran”. Algunas viudas son ociosas, y aparentemente no tienen nada que
hacer, pero su ociosidad las incita a ser entrometidas. Van de casa en casa esparciendo
chismes y “hablando lo que no debieran”. En la iglesia, nadie debiera estar ocioso, ni ser
chismoso ni entrometido; antes bien, todos debemos tener algo que hacer, alguna labor
apropiada que cumplir.
Pablo, consciente de la necesidad de que todos los santos cumplan con sus deberes, pide
a Timoteo que no permita que una viuda menor de sesenta años sea puesta en la lista (v.
9), y luego le manda que no admita a las viudas más jóvenes, porque podrían dejar a un
lado su primer voto, o su fe (vs. 11-12). Dejar a un lado “su primer voto” significa romper
un voto o una promesa. Esto indica que algunas viudas más jóvenes hicieron una
promesa o voto de dedicarse en su viudez a algún servicio de la iglesia.
En el versículo 14 Pablo añade: “Quiero, pues, que las viudas jóvenes se casen, críen
hijos, se ocupen de su casa; que no den al adversario ninguna ocasión de reproche”.
Criar hijos y ocuparse de la casa es un rescate y una salvaguarda para las entremetidas
ociosas. Dios dispuso esto a partir de la caída a fin de restringir y proteger a la mujer
(Gn. 3:16).
Lo dicho por Pablo en el versículo 14, de que las viudas más jóvenes se casen, parece ser
contrario a lo que él declara en 1 Corintios 7:8. Lo dicho en 1 Corintios expresa el deseo
de Pablo en los inicios de su ministerio; en cambio, en 5:14 tenemos el consejo que él da
al final de su ministerio, el cual estaba basado en sus experiencias con respecto a las
viudas jóvenes. La diferencia entre estos dos pasajes indica que Pablo no era legalista ni
siquiera en sus enseñanzas, las cuales había recibido por inspiración de Dios; todo lo
contrario, él era muy flexible. Esto indica que, con relación a algunos asuntos, no hay
legalismos en el Nuevo Testamento. En ciertos casos, el camino que escojamos puede
variar según las circunstancias.
ESTUDIO-VIDA DE 1 TIMOTEO
MENSAJE DIEZ
EN CUANTO A LOS ANCIANOS
Lectura bíblica: 1 Ti. 5:17-25
En 5:17-25 Pablo da instrucciones a Timoteo sobre cómo relacionarse con los ancianos.
Los ancianos son la autoridad de una iglesia local, es decir, son los que tienen a su cargo
el gobierno de una iglesia local. Por lo tanto, relacionarse con los ancianos significa tocar
la autoridad, el gobierno o la administración, de la iglesia. Durante siglos, los cristianos
han debatido acerca de la clase de administración que debe haber en la iglesia. En 5:1725 Pablo aborda el tema crucial de la administración de la iglesia.
I. LOS ANCIANOS SEAN TENIDOS POR
DIGNOS DE DOBLE HONOR
Los versículos 17 y 18 declaran: “Los ancianos que presiden bien, sean tenidos por
dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en la predicación y en la
enseñanza. Pues la Escritura dice: ‘No pondrás bozal al buey que trilla’; y: ‘Digno es el
obrero de su salario’”. Según el versículo 18, la expresión “doble honor” incluye
provisiones materiales. En especial se debe proveer de lo necesario a los que laboran en
la predicación y en la enseñanza. Todos los ancianos deben ser aptos para tomar la
delantera en una iglesia local, pero algunos, no todos, demuestran una aptitud especial
para enseñar. En el versículo 17, “la predicación” denota una exposición de las doctrinas
en general, y “la enseñanza” denota instrucciones especiales con respecto a cosas
específicas. Es posible que los que laboran en la predicación y en la enseñanza estén
completamente ocupados por haber dedicado todo su tiempo a ello. Por consiguiente, la
iglesia y los santos deben encargarse de su sustento. Por esta razón, en el versículo 18,
Pablo se refiere a lo que dice la Escritura en cuanto a no poner bozal al buey que trilla y
que el obrero es digno de su salario.
II. ACUSACIÓN CONTRA UN ANCIANO
En el versículo 19 Pablo dice: “Contra un anciano no admitas acusación si no está
apoyada por dos o tres testigos”. Según el griego, la acusación hecha contra un anciano
no debe ser meramente verbal; más bien, debe hacerse por escrito. Es muy serio hacer
una acusación contra un anciano. Para que todo quede bien claro, ésta debe hacerse por
escrito, y no meramente de forma verbal. Además, no se debe admitir acusación alguna
si no está apoyada por dos o tres testigos.
El versículo 19 es sencillo, pero implica algo muy importante. El hecho de que Pablo
encargara a Timoteo que recibiera acusaciones contra un anciano indica que los
apóstoles, aun después de haber establecido a los ancianos, todavía tienen autoridad
sobre ellos. Es claro que las acusaciones en contra de un anciano debían ser presentadas
a Timoteo por escrito. ¿Quién, pues, era Timoteo? Los que defienden el sistema
jerárquico en el que los obispos están por encima de los ancianos, consideran a Timoteo
un obispo. Pero, como señalamos anteriormente, el Nuevo Testamento revela que los
obispos son ancianos y que los ancianos son obispos. Estos términos son sinónimos y se
refieren a las mismas personas. Sabemos por 1 Tesalonicenses 1:1 y 2:6 que Timoteo era
un apóstol. Además, en el libro de 1 Timoteo vemos que Timoteo era el representante del
apóstol Pablo. Por consiguiente, la acusación presentada a Timoteo era en realidad una
acusación presentada a un apóstol. Era de esperarse que tales acusaciones llegaran a
manos de los apóstoles, ya que ellos eran quienes habían nombrado a los ancianos.
Hay algunos que, después de haber leído el libro del hermano Nee: La vida cristiana
normal de la iglesia, han entendido que una vez que los apóstoles nombran a los
ancianos en una iglesia local, los apóstoles, bajo ninguna circunstancia, tienen derecho a
interferir en los asuntos de esa iglesia. Sin embargo, éste es un entendimiento equívoco
de lo que dijo el hermano Nee. En otro libro, Los asuntos de la iglesia, el hermano Nee
señala que una vez que los ancianos son designados por los apóstoles, los ancianos
deben tomar la delantera en la iglesia según la enseñanza de los apóstoles. Si los
ancianos extravían a los creyentes o si yerran de alguna manera, los santos pueden
presentar una acusación a los apóstoles en contra de ellos.
No obstante, un apóstol tampoco es un papa. Si leemos detenidamente el Nuevo
Testamento, veremos que los ancianos no son designados por ningún dictador ni por
nadie que ejerce autoridad de forma autónoma. Al contrario, a los ancianos se les
designa conforme a la vida. Al reunirse los santos en determinada localidad para adorar
a Dios y servir al Señor, se hará manifiesto que ciertos hermanos tienen un mayor grado
de madurez que otros. Aunque no hay nadie que haya madurado completamente, sí hay
algunos que son relativamente más maduros que otros. Ni siquiera Pablo, en Filipenses
3, consideró que había madurado plenamente. Ya que la madurez es relativa, los
requisitos que debe cumplir un anciano no son absolutos. En otras palabras, los
requisitos de un anciano son relativos; es decir, que de entre todos los santos de una
iglesia local, hay ciertos hermanos que comparativamente han llenado más requisitos y
son más maduros que los demás. Estos hermanos se hacen manifiestos como tales ante
la iglesia, y todos los santos entienden claramente que ellos deben ser designados
ancianos. Este nombramiento no se efectúa por votación de la congregación ni por el
ejercicio de una autoridad autónoma. Antes bien, los ancianos son elegidos conforme a
la perspicacia y previsión de los santos. Con base en la perspicacia y previsión de los
santos, los apóstoles luego designan a ciertos hermanos como ancianos. Los apóstoles
ministran la Palabra, traen a otros a la salvación del Señor y luego edifican a los que han
sido salvos; además de ello, establecen a los creyentes como iglesia local. Esto, por tanto,
les proporciona la base y la posición para declarar que aquellos que han demostrado ser
relativamente más maduros, deben ser designados ancianos.
En el versículo 20 Pablo añade: “A los que pecan, repréndelos delante de todos, para que
los demás también teman”. El hecho de que los apóstoles puedan reprender a los
ancianos que pecan, muestra la autoridad de los apóstoles sobre los ancianos. La
expresión “delante de todos” se refiere a toda la iglesia. Un anciano que haya pecado
debe recibir reprensión pública debido a que su posición es pública. Si un anciano es
reprendido públicamente, los demás ancianos temerán.
El versículo 21 dice: “Te encargo solemnemente delante de Dios y de Cristo Jesús, y de
los ángeles escogidos, que guardes estas cosas sin prejuicios, no haciendo nada con
parcialidad”. Los ancianos de una iglesia local son la autoridad delegada por Dios.
Reprender a los ancianos es algo muy solemne delante de Dios. Por lo tanto, el apóstol
encargó solemnemente a Timoteo delante de Dios, de Cristo y de los ángeles que lo
hiciera, para que los ángeles escogidos, o sea, los ángeles buenos que tienen la autoridad
de Dios, vieran que tal autoridad había sido establecida y que estaba siendo mantenida
sobre la tierra entre Su pueblo redimido.
La expresión “ángeles escogidos” usada por Pablo, indica que él estaba abordando un
tema relacionado con la administración, el gobierno, la autoridad. El libro de Daniel
indica que los ángeles escogidos son autoridades representativas de la administración de
Dios. Así que, Pablo usa deliberadamente la expresión “ángeles escogidos” para indicar
que sus instrucciones estaban relacionadas con la administración, el gobierno y la
autoridad de la iglesia. Él no sólo da este encargo a Timoteo delante de Dios y de Cristo
Jesús, sino también delante de los ángeles escogidos.
El encargo de Pablo a Timoteo en el versículo 21 era que guardara “estas cosas sin
prejuicios, no haciendo nada con parcialidad”. “Guardar” aquí significa vigilar o
custodiar. La palabra “prejuicios” se refiere a un juicio prematuro, o condenación,
formado o aplicado antes de oír el caso, y la “parcialidad” se refiere a mostrar
inclinación, favoritismo o prevención. La expresión “sin prejuicios” implica que ningún
juicio previo debe hacerse al crédito del acusador, y la expresión “no haciendo nada con
parcialidad” implica que no se debe mostrar favoritismo al acusado, pues sería algo
pervertido. Por una parte, Timoteo no debía ponerse del lado de los que presentaban la
acusación contra el anciano. Apresurarse a darles el crédito sería mostrar prejuicio. Por
otra parte, Timoteo no debía mostrar ninguna parcialidad, es decir, no debía mostrar
favoritismo al acusado, porque esto habría sido algo pervertido. Por consiguiente, al
afrontar una acusación contra un anciano, se debe tener en cuenta tres asuntos:
primero, la acusación debe estar apoyada por dos o tres testigos; segundo, no debe
haber ningún prejuicio; y tercero, no se debe hacer nada con parcialidad. No se debe dar
ningún crédito a los acusadores de manera privada, ni tampoco se debe mostrar un
pervertido favoritismo al acusado.
III. IMPONER MANOS SOBRE LOS ANCIANOS
Para que Timoteo pudiera seguir estas instrucciones, se le encargó que no actuara
apresuradamente. El versículo 22 dice: “No impongas las manos apresuradamente a
ninguno, ni participes en pecados ajenos. Consérvate puro”. Hemos visto que la
imposición de manos cumple dos funciones: mostrar identificación e impartir algo.
Según el contexto de los versículos anteriores, la imposición de manos aquí se refiere
principalmente a imponer manos a los ancianos. Esto no debe hacerse
apresuradamente.
En el versículo 23 Pablo añade: “Ya no bebas agua sola, sino usa de un poco de vino por
causa de tu estómago y de tus frecuentes enfermedades”. Según el contexto, este
versículo implica que la salud física de uno puede afectar su manera de tratar a otros
espiritualmente.
En los versículos 24 y 25, Pablo declara: “Los pecados de algunos hombres son
manifiestos antes que ellos vengan a juicio, mas a otros se les descubren después.
Asimismo se hacen manifiestas las buenas obras; y las que son de otra manera, no
pueden permanecer ocultas”. La mención de la palabra “pecados” en el versículo 24,
indica que este versículo es la continuación del versículo 22. Explica que los pecados de
algunas personas se hacen manifiestos antes, y los pecados de otros, después. Por lo
tanto, uno no debe imponer manos apresuradamente. Lo que se menciona aquí con
respecto a juzgar los pecados es un principio que se aplica tanto al juicio del hombre
como al juicio de Dios. Las palabras “mas a otros se les descubren después” se refieren a
los pecados de otros, que aunque ahora están ocultos, luego se descubrirán, e irán a
juicio después.
La exhortación del apóstol en estos dos versículos deja implícito que Timoteo no debía
aprobar apresuradamente a ninguna persona, pues era posible que sus pecados aún no
se hubieran manifestado, ni tampoco debía condenar apresuradamente a nadie, pues
era posible que sus buenas obras aún no hubieran sido manifiestas. A menudo, las faltas
que ha cometido una persona se hallan encubiertas y demoran en manifestarse.
Asimismo, a veces las buenas obras de una persona pueden también estar ocultas, y
posiblemente las falsas acusaciones y rumores impidan verlas. Así que, es necesario
también dejar pasar cierto tiempo hasta que sean disipadas todas las mentiras y se
aclare la verdadera situación. Por esta razón, no debemos decidir a la ligera si un
anciano ha hecho o no algo indebido. En lugar de ello, debemos esperar y permitir que
con el tiempo todo salga a la luz.
Es fácil tomar decisiones apresuradas y emitir juicios a la ligera. Pero aunque es difícil
proceder con calma en asuntos como éstos, debemos aprender a no precipitarnos. Los
ancianos deben seguir este principio al cuidar de la iglesia. No deben apresurarse en
juzgar nada ni a nadie. Lo que hagan, deben hacerlo con testigos, sin prejuicios, sin
parcialidad y sin ninguna prisa.
En varias ocasiones los santos han venido a presentarme acusaciones contra un anciano.
Mi respuesta siempre ha sido: “Permítanme orar al respecto, y luego tendré comunión
con algunos colaboradores”. Debido a que a veces la persona que presentaba la
acusación quería que se emitiera un juicio en ese momento, me reprendía y me acusaba
de ponerme del lado del acusado. Sin embargo, no era partidario de ninguno; solamente
quería orar y tener comunión con otros para no actuar precipitadamente.
La iglesia es muy diferente de cualquier organización mundana, y también es diferente
del sistema del cristianismo. La iglesia actúa en conformidad con la misericordia y la
gracia del Señor, y está bajo Su autoridad. Cuando tocamos la administración de la
iglesia, debemos cumplir estos cuatro requisitos: debe haber testigos, y se debe actuar
sin prejuicios, sin parcialidad y sin ninguna prisa. Cuando les presenten una acusación,
no emitan juicios anticipadamente; y al defender a alguien que es acusado, háganlo todo
sin parcialidad. En vez de tomar una decisión apresurada, deténganse, oren, tengan
comunión con aquellos que tienen más discernimiento espiritual y esperen la dirección
del Señor.
A menudo, los ancianos me dicen que hacen falta más ancianos en su localidad, y por lo
general me recomiendan a alguien para que sea nombrado anciano. Entonces yo les
pregunto hace cuánto fue salvo ese hermano, cuánto tiempo lleva en la vida de iglesia y
cuánto ha crecido en el Señor. Después de esto, animo a los hermanos a que esperen
más tiempo y también a que oren. Así que muchos ya saben que lo que acostumbro decir
a las personas es que esperen y oren. En realidad, ésta no es una regla que yo haya
establecido, sino algo que nos instruye el apóstol Pablo. Si después de cierto tiempo, los
ancianos todavía sienten que tal hermano debe ser nombrado anciano, y que,
relativamente hablando, ningún otro es más competente que él, probablemente les
recomiende que sirva como aprendiz, a fin de que sea puesto a prueba. Eso significa que
él desempeñará las responsabilidades de un anciano, pero sin tener el oficio de anciano.
En la administración de una iglesia local, no procedemos de forma dictatorial ni de
forma democrática. Los ancianos no son designados por ningún dictador, ni son
elegidos por el voto de la congregación. En el recobro del Señor, no existe tal cosa como
un dictador autónomo. Nosotros no procedemos como una dictadura; antes bien,
reconocemos la autoridad divina, la vida divina y la luz divina. La iglesia local no se
administra como se administra una nación o una organización del mundo. En la iglesia,
tenemos la autoridad del Señor, la Cabeza, así como la naturaleza, la vida, la luz, la
sabiduría y la gracia divinas. Por lo tanto, oramos y esperamos en Él mientras
observamos el crecimiento de los santos. En aquellos casos esporádicos en los que se
presenta una acusación bien fundada contra algún anciano, no debemos actuar con
ligereza; antes bien, debemos esperar y orar. Los versículos 24 y 25 nos muestran que
los pecados o buenas obras de una persona con el tiempo se harán manifiestos. Así como
la nieve al derretirse deja al descubierto las piedras que estaban antes escondidas,
también los pecados o las buenas obras de una persona finalmente saldrán a la luz. Por
esta razón, no debemos admitir ninguna acusación contra un anciano, ni tampoco
debemos justificarlo apresuradamente; más bien, tenemos que asegurarnos de que la
acusación sea sustanciada por dos o tres testigos, y entonces podremos proceder sin
prejuicios, sin parcialidad y sin darnos prisa. Además, debemos reconocer la soberanía
del Señor y esperar hasta que Él aclare la situación.
Muchos me han acusado de ser un papa y de actuar como dictador autónomo que
controla a las iglesias locales. Hoy en día, en el recobro del Señor, hay cerca de
cuatrocientas iglesias, además de las que se establecieron en China. De estas iglesias,
cerca de trescientas setenta han sido establecidas directamente por el ministerio
durante los pasados treinta y un años. Ciertamente yo no controlo todas estas iglesias.
Sin embargo, algunos se preguntarán por qué las iglesias y los santos prestan atención a
lo que yo digo en el ministerio. Ellos siguen el ministerio simplemente porque les doy
alimento y les ministro a Cristo. Agradecemos al Señor porque, en Su misericordia, Él
nos ha abierto la Palabra y ha establecido el ministerio de la Palabra entre nosotros, a
fin de que todas las iglesias sean abastecidas y todos los santos reciban el alimento. La
forma en que el Señor cuida de las iglesias consiste en proveerles el suministro y el
alimento.
Rara vez ejercemos la autoridad entre nosotros en el recobro del Señor. Yo evito ejercer
autoridad siempre que sea posible. Aunque tal vez tenga la posición en el Señor para
decir algo, no es mi costumbre ejercer autoridad. Del mismo modo, rara vez los ancianos
ejercen autoridad en las iglesias locales. Nuestro deseo es cuidar de los santos, amarlos,
alimentarlos, consolarlos y animarlos. Ésta es la manera correcta en que los ancianos
deben ejercer su función, pues no somos una organización sino una entidad orgánica,
somos el Cuerpo de Cristo.
ESTUDIO-VIDA DE 1 TIMOTEO
MENSAJE ONCE
EN CUANTO A LOS ESCLAVOS
Y LOS QUE AMAN EL DINERO
Lectura bíblica: 1 Ti. 6:1-10
En 1 Timoteo 6:1-10 Pablo habla acerca de los esclavos y de los que aman el dinero. En
los versículos 1 y 2, él habla sobre los esclavos, y luego, en el versículo 3, cambia de tema
y se refiere a los que enseñan cosas diferentes y no se conforman a las sanas palabras.
Más adelante, en el versículo 7, él empieza a hablar sobre el amor al dinero.
Aparentemente, lo que dice acerca de los esclavos no tiene nada que ver con el hecho de
enseñar cosas diferentes, y enseñar cosas diferentes no tiene nada que ver con el amor al
dinero. Sin embargo, en 6:1-10 Pablo menciona todos estos asuntos dentro de la misma
sección. Esto lo indica la palabra “si”, al comienzo del versículo 3, y la palabra “pues”, al
principio del versículo 7. Estas palabras que aparecen al inicio de estos versículos,
indican que dichos versículos son una continuación de los versículos anteriores.
Al estudiar la Biblia, no debemos pasar por alto ningún detalle. Incluso palabras
aparentemente insignificantes como “si” y “pues” merecen nuestra atención. Muchas
veces podemos recibir luz prestando atención a palabras como éstas. Estas palabras no
sólo nos permiten ver el desarrollo del pensamiento, sino que además abren paso para
que entre la luz. Puesto que, por la misericordia del Señor, hemos recibido tanta luz de
la Palabra, podemos afirmar que en el recobro conocemos la Biblia conforme a la vida, la
luz y al espíritu.
Actualmente en Estados Unidos existen diversas clases de teología. Algunos seminarios
enseñan la teología del modernismo, que niega la autoridad de la Biblia y enseña que
Jesús era meramente un hombre, que Su muerte en la cruz no tenía como fin la
redención, sino que simplemente murió como un mártir, y que no resucitó de los
muertos. Las facultades teológicas de algunos institutos y universidades seculares
consideran la religión y la teología simplemente como parte de la cultura humana. Por
su parte, en otros seminarios se enseña la teología fundamentalista, aunque el nivel con
el que se enseñan las verdades no es muy elevado. El nivel teológico más alto entre los
cristianos de hoy en Estados Unidos, es el que se funda en las enseñanzas de las
Asambleas de los Hermanos, especialmente aquellas que se hicieron populares gracias
al Dr. C. I. Scofield, a su famosa Biblia de referencia y a sus cursos por correspondencia.
Aunque Scofield adoptó casi todas las enseñanzas de las Asambleas de los Hermanos, él
no concordó con la manera en que ellos practicaban la vida de iglesia. El principal
maestro entre los Hermanos fue J. N. Darby. Todo aquel que diga que es teólogo y no
conozca los escritos de Darby, no es un teólogo del más alto calibre.
En 1925 le escribí al hermano Nee preguntándole qué libro, según su conocimiento, me
podría ayudar más a entender la Biblia versículo por versículo. Como creyente joven que
era, estaba muy deseoso de adquirir un conocimiento completo de la Palabra de Dios.
Quería entender cada versículo de la Biblia, desde el primer versículo de Génesis hasta
el último de Apocalipsis. El hermano Nee me dijo que la publicación que más me
ayudaría a entender la Biblia de esta manera era Sinopsis de los libros de la Biblia por J.
N. Darby. Ocho años más tarde, él me regaló un juego de esta obra de cinco tomos.
J. N. Darby y sus contemporáneos fueron grandes maestros de la Biblia. Según la
historia, a nadie antes le fue abierta la Biblia tanto como a los maestros de las
Asambleas de los Hermanos. Estos maestros no conocieron la Palabra meramente
conforme a la tradición o según la letra, sino conforme a la nueva luz que recibían
directamente de parte del Señor. Puesto que fueron alumbrados por el Señor, ellos
recibieron la visión y la revelación de muchas verdades contenidas en la Palabra.
Hoy en día los cristianos comúnmente hablan de la Biblia conforme a la letra. Algunos
conocen muy bien la geografía y la historia bíblicas, así como algunas enseñanzas
básicas. Sin embargo, es posible que no tengan ninguna luz ni ninguna revelación.
Anteriormente dijimos que hay cristianos que hablan de ciertas doctrinas bíblicas como
si no fueran más que mitos de viejas. Algunos incluso han hecho de la doctrina de la
justificación por la fe un “mito”. Por ejemplo, hace cincuenta años había en China un
pastor luterano que enseñaba la justificación por la fe, aunque él mismo era un
contrabandista de opio. Con respecto a él, la justificación por la fe no era más que un
“mito”. Al respecto, él carecía de toda luz y revelación. Un día, una evangelista de
Noruega, una mujer ya de avanzada edad, quien predicaba poderosamente acerca de la
regeneración, detuvo a este pastor luterano después de una reunión y le preguntó si ya
había sido regenerado. Cuando él intentó decirle que sí, ella le dijo que tan solo con
mirarlo a la cara, se daba cuenta de que él no había sido regenerado. Este pastor
luterano se ofendió y sintió tanto odio hacia aquella evangelista, que conspiró asesinarla
esa misma noche. Pero en ese mismo momento, el Espíritu Santo lo alumbró y lo
reprendió, y él se arrepintió y clamó al Señor. A la mañana siguiente, cuando la
evangelista lo vio, le dijo: “¡Alabado sea el Señor! ¡Usted ha sido regenerado!”. Luego, en
esa misma reunión, este pastor dio su testimonio con gran impacto. Esto hizo que
centenares de jóvenes fueran salvos. El caso de este pastor luterano muestra la
diferencia entre conocer la Biblia meramente según la letra y conocer la Palabra
conforme al resplandor de la luz divina.
Hoy entre los cristianos existen muchos mitos de viejas. No sólo existen “mitos” sobre
asuntos doctrinales, sino también “mitos” relacionados con los supuestos milagros. Un
pastor pentecostal me contó una vez que los dientes de algunas personas habían sido
milagrosamente rellenados de oro. Otro ministro pentecostal dijo que en una reunión,
una persona de la congregación habló milagrosamente en chino. Sin embargo, ambas
historias no eran más que “mitos”.
La enseñanza del apóstol en 1 Timoteo es muy superior a los mitos de viejas. Además, en
esta epístola no se mencionan cosas milagrosas. Por el contrario, en 5:23 Pablo le dice a
Timoteo: “Ya no bebas agua sola, sino usa de un poco de vino por causa de tu estómago
y de tus frecuentes enfermedades”. Aquí Pablo no se valió de ningún don milagroso para
sanar a su colaborador; antes bien, le estaba aconsejando que fuera muy humano, que
no fuera religioso, y que cuidara su salud de una manera humana.
Muchos de los que enseñan la Biblia no tienen ni luz ni revelación. Enseñan la Palabra
meramente según la letra, y quizás den algunos datos geográficos o históricos. ¿Dónde
pueden ustedes oír algún mensaje basado en 1 Timoteo 1:4, acerca de la economía de
Dios en el Nuevo Testamento? Por la misericordia del Señor, Él nos ha alumbrado y nos
ha dado a conocer Su verdad. Por ello, espero que los teólogos y maestros más
reconocidos estudien la Versión Recobro y los mensajes de estudio-vida, incluso de una
manera crítica. Yo creo que si ellos estudian nuestras publicaciones, recibirán luz.
I. EN CUANTO A LOS QUE ESTÁN
BAJO YUGO COMO ESCLAVOS
Examinemos ahora la relación lógica que existe entre 6:2 y 3 y entre 6:6 y 7. En 6:1 y 2,
Pablo exhorta a los que están bajo yugo como esclavos a que tengan a sus propios amos
por dignos de todo honor, para que “no sea blasfemado el nombre de Dios y nuestra
enseñanza”. La palabra “blasfemado” significa difamado, vituperado. Además, Pablo
exhorta a los esclavos que tienen amos creyentes a que los sirvan apropiadamente. Pablo
concluye el versículo 2 con las palabras: “Esto enseña y exhorta”.
II. EN CUANTO A LOS QUE AMAN EL DINERO
A. Aquellos que enseñan cosas diferentes
Luego, en los versículos 3 y 4, Pablo dice: “Si alguno enseña cosas diferentes, y no se
conforma a las sanas palabras, las de nuestro Señor Jesucristo, y a la enseñanza que es
conforme a la piedad, está cegado por el orgullo”. Enseñar cosas diferentes significa
enseñar cosas que difieren de la enseñanza de los apóstoles, la cual se centra en Cristo y
la iglesia. Aquí “las sanas palabras” se refieren a la sanidad de la vida. La sana
enseñanza de los apóstoles ministra sanas palabras como suministro de vida a las
personas. Las palabras de nuestro Señor Jesucristo son palabras de vida (Jn. 6:63); por
lo tanto, son palabras sanas. Las sanas palabras del Señor son la fuente de la enseñanza
que es conforme a la piedad. Cuando se enseña con las palabras de vida del Señor,
particularmente en ciertos aspectos, éstas vienen a ser la enseñanza que es conforme a
la piedad. Las palabras vivas del Señor siempre traen la piedad, que es una vida que vive
a Cristo y expresa a Dios en Cristo.
Lo que dice Pablo en 6:3 en cuanto a no enseñar cosas diferentes indica que incluso su
enseñanza con relación a los esclavos era conforme a las sanas palabras del Señor Jesús.
La enseñanza de Pablo era conforme a la piedad. Sin embargo, puesto que algunos no se
conformaban a las sanas palabras, enseñaban cosas diferentes. No enseñaban conforme
a la piedad. Por lo tanto, hay una conexión clara entre los versículos 2 y 3.
Todo lo que enseñemos debe conformarse a las sanas palabras de la economía de Dios.
Incluso los que cuidan a los pequeños en las reuniones de niños deben, en principio,
enseñarles conforme a las sanas palabras del Señor Jesús. Esto significa que los niños
deben recibir la enseñanza que es según la piedad.
B. Cegados por el orgullo
En 6:4 y 5 Pablo dice que aquel que enseña cosas diferentes y no se conforma a las sanas
palabras está “cegado por el orgullo, nada sabe, y padece la enfermedad de cuestiones y
disputas acerca de palabras, de las cuales nacen envidias, contiendas, calumnias, malas
sospechas, constantes altercados entre hombres corruptos de entendimiento y privados
de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia”. Las enseñanzas que
difieren de las sanas palabras del Señor siempre resultan del orgullo y del engreimiento
del hombre, los cuales lo ciegan. Pablo y sus colaboradores enseñaban de cierta manera;
pero había algunos que, cegados por el orgullo, deliberadamente enseñaban cosas
diferentes. Para ellos, era humillante enseñar igual que los demás. Puedo testificar que
cuando estaba en China, me sentía muy contento de poder enseñar lo mismo que el
hermano Nee. En la medida de lo posible, incluso usaba las mismas expresiones del
hermano Nee, porque me daba cuenta de que así llevaba a cabo el ministerio de Señor.
En el versículo 4 Pablo usa la expresión “padece la enfermedad de cuestiones”.
Cuestionar y contender acerca de palabras es una enfermedad. Aquí la palabra
“enfermedad” está en contraste con la palabra “sanas” del versículo 3.
La palabra “calumnias”, mencionada en 6:4, significa literalmente blasfemias; se refiere
aquí, como en Colosenses 3:8, a calumnias e injurias contra el hombre, y no a blasfemias
contra Dios.
Hemos visto que en el versículo 5 Pablo habla de “constantes altercados entre hombres
corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente
de ganancia”. En el griego, las palabras “constantes altercados” también pueden
traducirse como incesantes peleas. Quienes altercan de esta manera son hombres
corruptos de entendimiento y privados, destituidos, de la verdad. La palabra griega
traducida “privados” implica que ellos una vez poseyeron la verdad, pero que luego les
fue quitada; por ende, fueron destituidos de la verdad.
En el versículo 5 Pablo se refiere a los que toman “la piedad como fuente de ganancia”.
Ellos hacen de la piedad su fuente de ganancia, es decir, sacan de ella algún beneficio
material y hacen de ella un negocio rentable. El deseo de obtener ganancias materiales
es otra de las razones por las que algunos enseñan cosas diferentes. Por consiguiente, el
hecho de que hoy algunos enseñen cosas diferentes se debe al orgullo y al deseo de
obtener ganancias o riquezas. El orgullo está relacionado con el deseo de obtener fama y
una buena reputación, y la ganancia está relacionada con el dinero y el lucro material.
C. La piedad acompañada de contentamiento
En el versículo 6 Pablo declara: “Pero gran ganancia es la piedad acompañada de
contentamiento”. Respecto a la expresión “contentamiento”, Vincent declara: “Una
suficiencia interna, en contraste con un sentimiento de escasez o un deseo por cosas
externas. Ésta era un dicho popular entre los estoicos”. La expresión “gran ganancia”
significa la mejor forma de obtener ganancias, y se refiere principalmente a las
bendiciones para esta era, las cuales son la piedad acompañada de autosuficiencia y el
poder que nos libera de la codicia y de los afanes de esta era.
Debido a que Pablo habla de ganancia en los versículos 5 y 6, espontáneamente empieza
a hablar del tema de los que aman el dinero, en los versículos del 7 al 10. Ésta es la razón
por la cual usa la conjunción “pues” al comienzo del versículo 7, la cual establece una
conexión con el versículo 6.
Una vez más, quisiera señalar que es debido a que prestamos atención a todos estos
detalles que hemos llegado a conocer la Biblia según la vida, la luz y el espíritu. En
ningún momento afirmamos conocer la Biblia más que otros en lo que respecta a su
geografía o su historia. Tampoco afirmamos ser los únicos que han aprendido más
versículos de memoria. No obstante, sí podemos testificar que, por la misericordia del
Señor y con la ayuda de los grandes maestros de la Biblia que nos han precedido, el
Señor nos ha dado mucha luz. El Señor nos ha dado luz, vida y espíritu por medio de la
Palabra. El salmista declaró una vez: “La exposición de Tus palabras alumbra” (119:130).
Además, el Señor Jesús dijo: “Las palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida”
(Jn. 6:63). ¡Alabamos al Señor por darnos luz, vida y espíritu!
El Señor Jesús fue criado en la casa de un carpintero en la ciudad de Nazaret y era
considerado una persona inculta. Pero indudablemente Él tenía muchísima luz, vida y
espíritu. Tener luz, vida y espíritu no depende de cuán cultos seamos ni de cuántos
títulos tengamos; al contrario, fiarnos de nuestra educación puede impedirnos recibir
luz, vida y espíritu por medio de la Palabra.
En 6:7 Pablo añade: “Pues nada hemos traído a este mundo, porque nada podremos
sacar”. Dios en Su sabiduría dispuso que fuera así para que podamos confiar en Él para
nuestras necesidades, y vivir por Él para expresarle sin preocupación ni distracción.
El versículo 8 añade: “Pero, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto”.
Aunque la palabra “abrigo” se refiere a la ropa, puede también incluir el albergue. Estar
contentos significa tener lo suficiente para cubrir nuestras necesidades.
D. El deseo de enriquecerse
En el versículo 9 Pablo dice: “Mas los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo,
y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y
ruina”. Aquí la palabra “quieren” significa tener un intenso deseo de ser rico. Es el amor
a las riquezas, y no la posesión de las mismas, lo que lleva a los avaros a la tentación.
Hay algunos que ya son ricos, mientras que hay otros que desean serlo. Este deseo
maligno los arruina y los destruye. La palabra “destrucción” implica ruina, y ruina
implica perdición temporal y eterna. Los que quieren enriquecerse caen en una trampa,
caen en una red, y también en muchas codicias lujuriosas, necias y dañosas, que hunden
a los hombres en destrucción y ruina.
En el versículo 10 Pablo concluye, diciendo: “Porque raíz de todos los males es el amor
al dinero, el cual persiguiendo algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de
muchos dolores”. Pablo afirma que el amor al dinero es raíz de todos los males; sin
embargo, no dice que ésta sea la única raíz. La palabra griega traducida “persiguiendo”
significa ansiando, anhelando. Los que tienen estas ansias se han extraviado de la fe, es
decir, se han alejado de aquellas cosas en las cuales creemos, de la verdad de la
economía neotestamentaria de Dios.
ESTUDIO-VIDA DE 1 TIMOTEO
MENSAJE DOCE
UN HOMBRE DE DIOS
Lectura bíblica: 1 Ti. 6:11-21
En 1 Timoteo 1:4 leemos acerca de la economía de Dios, y en 6:11 Pablo usa la expresión
“hombre de Dios”. Por consiguiente, este libro empieza hablándonos de la economía de
Dios y termina con una exhortación dirigida a un hombre de Dios. El deseo de Dios es
producir hombres de Dios, y esto lo logra al impartirse en los que creen en Cristo. Un
hombre de Dios es uno que participa de la vida y naturaleza de Dios (Jn. 1:13; 2 P. 1:4), y
de este modo llega a ser uno con Él en Su vida y en Su naturaleza (1 Co. 6:17) y que, por
ende, le expresa. Esto concuerda con el misterio de la piedad, que es Dios manifestado
en la carne (1 Ti. 3:16).
HUYE Y SIGUE
En 1 Timoteo 6:11 dice: “Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la
justicia, la piedad, la fe, el amor, la perseverancia, la mansedumbre”. Por una parte,
Pablo exhorta a Timoteo a que huya de ciertas cosas y, por otra, a que siga otras cosas.
Timoteo debía huir de las cosas negativas mencionadas anteriormente en esta epístola, y
debía seguir la justicia, la piedad, la fe, el amor, la perseverancia y la mansedumbre. Es
muy significativo que Pablo no exhortara a Timoteo a seguir el poder, los dones, los
milagros ni una buena formación teológica. Además, como veremos en el versículo 12,
Pablo no le exhorta a que pelee por sus conceptos teológicos ni a que eche mano de los
conocimientos doctrinales que ha acumulado. Sin embargo, hoy muchos cristianos
siguen en pos del poder, pelean por las doctrinas y echan mano del conocimiento
teológico, y exhortan a la nueva generación a hacer lo mismo. Asimismo, promueven los
dones, talentos y aptitudes naturales. Sin embargo, en 1 Timoteo se habla muy poco de
las aptitudes humanas. En cuanto al cargo de anciano, Pablo le dice a Timoteo que un
anciano debe ser apto para enseñar. Esto se refiere a la capacidad de instruir a otros
como un padre ayuda a su propio hijo con sus tareas escolares. En 1 Timoteo es evidente
que Pablo no hace ningún énfasis en el poder, ni en los dones, ni en las aptitudes
naturales.
Pablo exhorta a Timoteo a que siga la justicia, la piedad, la fe, el amor, la perseverancia y
la mansedumbre. La justicia consiste en estar bien con las personas delante de Dios, en
conformidad con Sus requisitos justos y estrictos. Si hemos de ser los que llevan a cabo
la economía de Dios con miras a la edificación de las iglesias locales como expresión de
Cristo, debemos seguir la justicia. Debemos procurar estar bien con Dios y con los
hombres.
En segundo lugar, debemos seguir la piedad, que consiste en ser la expresión de Dios.
En 4:7 Pablo exhorta a Timoteo a que se ejercite para la piedad. Un hombre de Dios no
debe seguir el poder ni los dones milagrosos; antes bien, debe seguir la justicia y la
piedad, es decir, debe procurar estar bien con Dios y con los hombres, a fin de ser la viva
expresión de Dios en todo aspecto. Esto es llevar una vida diaria que manifiesta a Dios.
En el versículo 11 Pablo menciona la fe después de la piedad. La fe consiste en creer en
Dios y en Su palabra, y en confiar en Él y en Su palabra. Como hemos señalado, la fe
implica una unión orgánica, la cual se produce cuando tenemos contacto con Dios
mediante la Palabra y el Espíritu. Por consiguiente, la fe denota una unión viva. En lugar
de procurar realizar una gran obra, debemos procurar tener una unión orgánica con el
Dios Triuno.
En 6:11 Pablo menciona también el amor. Debemos ser personas que aman a otros con
el amor de Dios (1 Jn. 4:7-8, 19-21).
Pablo además menciona la perseverancia y la mansedumbre. Debemos seguir la
perseverancia, que es la capacidad para soportar sufrimientos y persecuciones, y
también la mansedumbre, que es la actitud apropiada que se debe tener al hacer frente a
la oposición. Si llevamos una vida piadosa, ciertamente sufriremos. El mundo se opone a
Dios. Si vivimos a Dios y lo expresamos en nuestro vivir, el mundo impío se opondrá a
nosotros y nos atacará. Así que, debemos seguir la perseverancia, y también la
mansedumbre.
PELEAR LA BUENA BATALLA DE LA FE
En el versículo 12 Pablo continúa su exhortación: “Pelea la buena batalla de la fe”. Pelear
por la fe significa contender por la economía neotestamentaria de Dios. En particular, es
contender por el hecho de que Cristo es la corporificación de Dios y la iglesia es el
Cuerpo de Cristo.
ECHAR MANO DE LA VIDA ETERNA
En el versículo 12 Pablo también dice: “Echa mano de la vida eterna, a la cual fuiste
llamado, habiendo hecho la buena confesión delante de muchos testigos”. Esta vida
eterna es la vida divina, la vida increada de Dios, la cual es eterna. La palabra “eterna”
denota la naturaleza de la vida divina más que el factor tiempo. Para pelear la buena
batalla de la fe en la vida cristiana, y especialmente en el ministerio cristiano,
necesitamos echar mano de la vida divina y no confiar en nuestra vida humana. Por lo
tanto, en 1 y 2 Timoteo y en Tito se pone énfasis en la vida eterna una y otra vez (1 Ti.
1:16; 6:19; 2 Ti. 1:1, 10; Tit. 1:2; 3:7). Esta vida constituye un requisito previo para llevar
a cabo la economía de Dios con respecto a la iglesia, como vemos en 1 Timoteo, para
hacer frente a la decadencia de la iglesia, como lo revela 2 Timoteo, y para mantener un
buen orden en la vida de iglesia, como lo indica Tito.
Nosotros hemos sido llamados a entrar en la esfera de la vida eterna de Dios. Nacimos
de la vida humana natural, pero renacimos de la vida divina y eterna cuando Dios nos
llamó en Cristo.
Las palabras “habiendo hecho la buena confesión delante de muchos testigos”
probablemente se refieren a la confesión de fe que hizo Timoteo en el momento de su
bautismo. Fue quizás en aquella ocasión que Timoteo hizo la buena confesión de la vida
eterna delante de muchos testigos (todos debiéramos practicar esto en nuestro
bautismo), creyendo y teniendo la certeza de que había recibido la vida de Dios.
Los versículos 11 y 12 son un maravilloso resumen de casi todo el Nuevo Testamento. Un
hombre de Dios debe seguir la justicia, la piedad, la fe, el amor, la perseverancia y la
mansedumbre; él debe pelear por la economía neotestamentaria de Dios y debe echar
mano de la vida eterna. Todos estos asuntos constituyen aspectos esenciales del Nuevo
Testamento. En contraste, las bestias de Apocalipsis 13 y el lago de fuego, mencionado
en Apocalipsis 20, no tienen comparación con estos aspectos esenciales. Hoy en día
debemos pelear la buena batalla de la fe. Esto significa que debemos pelear por Cristo
como corporificación de Dios y por la iglesia como Cuerpo de Cristo. Además, no
debemos pelear meramente en un sentido objetivo, sino que debemos luchar en un
sentido subjetivo, echando mano de la vida eterna. No debemos hacer nada aparte de
esta vida. Debemos conversar con nuestro marido o esposa y con nuestros hijos, no por
medio de la vida natural, sino mediante la vida eterna. Incluso al comprar un par de
zapatos, debemos vivir según la vida eterna a la cual fuimos llamados. Como los
Timoteos de hoy, debemos echar mano de la vida eterna.
En el versículo 12 Pablo nos dice específicamente que fuimos llamados a la vida eterna.
Ningún otro libro del Nuevo Testamento dice: “...la vida eterna, a la cual fuiste llamado”.
Ésta es una característica particular de 1 Timoteo. ¿Se había antes dado cuenta de que
usted fue llamado a la vida eterna? La vida eterna no se refiere principalmente a las
bendiciones que recibiremos en el futuro. Ser llamado a la vida eterna no significa que
hemos sido llamados a disfrutar bendiciones en el cielo. La vida eterna debe ser nuestra
vida hoy, una vida que podemos experimentar en nuestro diario vivir. Mediante nuestro
primer nacimiento, el nacimiento físico, recibimos la vida adámica; pero, puesto que
fuimos llamados a la vida eterna, ya no debemos vivir la vida adámica, la vida natural.
Por supuesto, debemos ser verdaderamente humanos, aun como lo fue Jesús, mas no en
virtud de nuestra vida natural; antes bien, debemos vivir la vida humana en virtud de la
vida eterna. Hemos sido llamados a esta vida, y ahora debemos vivirla.
Con respecto a que hemos sido llamados a la vida eterna siento una gran carga. Me
preocupan particularmente aquellos amados santos que se han apartado de la vida
eterna, a la cual fueron llamados, y se encuentran distraídos con otras cosas. Nosotros
fuimos llamados únicamente a la vida eterna. Esta vida, la vida divina, es de hecho el
propio Dios Triuno. Ya que hemos sido llamados a la vida eterna, debemos ahora echar
mano de esta vida, vivir esta vida y ser completamente conformados a ella.
EL ENCARGO HECHO AL HOMBRE DE DIOS
En el versículo 13 Pablo continúa diciendo: “Te mando delante de Dios, que conserva en
vida todas las cosas, y de Cristo Jesús, que dio testimonio de la buena confesión delante
de Poncio Pilato”. Aquí Pablo describe a Dios como Aquel que conserva en vida todas las
cosas. Esto indica que debemos centrar nuestra atención en la vida. Cada aspecto de
nuestro andar cristiano debe ser algo a lo cual Dios pueda darle vida.
El concepto de Pablo en el versículo 13 es que Dios es quien da la vida, y que Cristo,
cuando estuvo en la tierra, vivió la vida eterna. Él vivió por el Dios que da vida a todas
las cosas. Luego, al final de Su peregrinación en la tierra, estuvo frente a Poncio Pilato e
hizo una buena confesión. La confesión que el Señor hizo delante de Pilato tenía que ver
con el hecho de que Él vivía por la vida divina. Ahora podemos entender por qué Pablo
exhorta a Timoteo delante de Dios y delante de Cristo Jesús; lo exhorta delante de Dios
porque Dios es quien da vida a todas las cosas, y lo exhorta delante de Cristo Jesús
porque Él vivió la vida eterna y testificó de ella ante Poncio Pilato. Por consiguiente,
Pablo señala que Timoteo debe ser tal persona, es decir, que debe ser un hombre de
Dios. Cristo era verdaderamente un hombre de Dios, un hombre que expresaba en Su
vivir la justicia, la piedad, la fe, el amor, la perseverancia y la mansedumbre. Ahora,
Pablo exhorta a Timoteo a que sea la misma clase de persona, un hombre de Dios que
vive por la vida divina.
En el versículo 14 Pablo añade: “Que guardes el mandamiento sin mácula ni reprensión,
hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo”. Este mandamiento debe de referirse a la
exhortación hecha en los versículos 11 y 12. La palabra “aparición” se refiere a la
segunda venida del Señor. Pablo exhorta a Timoteo a que viva como un hombre de Dios
hasta la venida del Señor Jesús. Así, el Señor podría hablar bien de Timoteo, como
alguien por medio de quien Dios pudo seguir viviendo en la tierra. Espero que cuando el
Señor aparezca, Él pueda decirnos: “Hijo Mío, has sido fiel. Tú eres uno de aquellos por
medio de quienes Yo pude seguir viviendo en la tierra. Yo viví en la tierra como un
hombre de Dios, y tú fuiste una réplica mía al llevar también la vida de un hombre de
Dios. En lugar de vivir por la vida natural, tú viviste por la vida eterna”.
En los versículos 15 y 16 Pablo dice: “La cual a su tiempo mostrará el bienaventurado y
solo Soberano, Rey de los que rigen como reyes, y Señor de los que gobiernan como
señores, el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno
de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el poder sempiterno. Amén”.
El pronombre relativo “la cual” se refiere a la “aparición” del versículo 14. El sujeto en la
frase “a Su tiempo mostrará”, en el versículo 15, es Dios el Padre, según Hechos 1:7.
Aunque el Padre habita en luz inaccesible, no sólo podemos acercarnos a Él en Cristo,
sino que además podemos tener comunión con Él. La razón por la cual podemos
acercarnos al Padre es que ya no estamos en tinieblas. Él está en la luz, y nosotros
también estamos en la luz (1 Jn. 1:5, 7).
UNA EXHORTACIÓN A LOS RICOS
En realidad, 1 Timoteo concluye en 6:16. Sin embargo, en los versículos del 17 al 19
Pablo hace una exhortación más a los ricos. El versículo 17 dice: “A los ricos de este siglo
manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en lo inseguro de las riquezas, sino
en Dios, que nos provee todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos”. Estas
palabras pueden considerarse como un suplemento de 6:7-10.
Los ricos a menudo son un problema para la iglesia. Con todo, hoy en día a muchos
líderes cristianos les gusta tener gente rica en sus congregaciones. Sin embargo,
nosotros no debemos mostrar ninguna preferencia por los ricos. Los pobres tal vez sean
en cierto sentido una carga para la iglesia, pero no perjudican la iglesia ni la arruinan.
Los ricos, en cambio, pueden perjudicar la economía de Dios mucho más que los pobres.
El Nuevo Testamento incluso declara que los pobres, ya sea en un sentido espiritual o
material, son bienaventurados (Mt. 5:3; Lc. 6:20). Ya que Pablo aborda el tema de la
economía de Dios con respecto a la iglesia, él no puede evitar hablar del problema que
representan los ricos. Así que, él los exhorta a que no sean altivos, ni pongan su
esperanza en lo inseguro de las riquezas.
Muchos líderes cristianos, al recaudar fondos, suelen elogiar a los ricos que ofrendan
grandes sumas de dinero, mientras que a menudo pasan por alto a aquellos que sólo
aportan pequeñas cantidades. Los hermanos que toman la delantera en las iglesias y los
colaboradores no deben mostrar esta clase de aprecio por la gente rica. El hermano Nee
incluso acostumbraba a no pasar tiempo con los ricos. Él prefería ser invitado a la casa
de un hermano pobre. La actitud del hermano Nee al respecto era ciertamente la
correcta.
Los versículos 18 y 19 añaden: “Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, que
estén prestos a repartir sus bienes, dispuestos a compartir; acumulando para sí el tesoro
de un buen fundamento para lo por venir, a fin de que echen mano de la vida que lo es
de verdad”. La frase “que hagan bien” se refiere a la presta distribución de las cosas
materiales a los necesitados, y a compartir gustosamente las riquezas con ellos. Ser ricos
en buenas obras significa ser ricos según el beneplácito de Dios (Ef. 2:10), y no
meramente ricos en cosas materiales. La expresión “un buen fundamento para lo por
venir” se refiere a la era venidera (en contraste con la era presente, mencionada en el
versículo 17), a la era del reino, cuando los santos vencedores disfrutarán la recompensa
del Señor. Para ello, todos debemos echar un buen fundamento en la era presente,
considerándolo como un tesoro que disfrutaremos en el futuro. Los que son ricos en esta
era deben usar sus riquezas de tal modo que acumulen para sí el tesoro de un buen
fundamento para el futuro.
En el versículo 19 Pablo exhorta a Timoteo a que aliente a los ricos a que “echen mano
de la vida que lo es de verdad”. Esta vida es la misma vida eterna mencionada en el
versículo 12. Las riquezas materiales sirven para la vida humana natural en esta era, una
vida que es temporal y que, por ende, no es verdadera. Si hacemos bien con respecto a
las cosas materiales, lograremos algo en términos de la vida verdadera, es decir,
acumularemos un tesoro, para nuestro disfrute en la vida eterna durante la era venidera.
Esto requiere que echemos mano de la vida eterna de Dios, la cual es la vida verdadera.
De otra manera, estaremos echando mano de nuestra vida humana natural, atesorando
riquezas materiales para la vida en esta era, una vida que no es verdadera. En vez de
ocuparnos de la vida natural, debemos ocuparnos de la vida eterna.
Tanto el versículo 12 como el versículo 19 recalcan la vida eterna de Dios. Esto indica
que la vida divina es un factor crucial y vital para nuestra vida cristiana.
GUARDAR EL DEPÓSITO
Los versículos 20 y 21 dicen: “Oh Timoteo, guarda el depósito, apartándote de las
profanas y vanas palabrerías, y los argumentos del falsamente llamado conocimiento, el
cual profesando algunos, se desviaron en cuanto a la fe”. El depósito era aquello que le
había sido encomendado y confiado a Timoteo, las sanas palabras que él había recibido
de Pablo, no sólo para sí mismo, sino también para otros. Al hablar del “falsamente
llamado conocimiento”, Pablo se estaba refiriendo a las enseñanzas de los falsos
maestros, las cuales ellos llamaban conocimiento (probablemente relacionado con el
conocimiento gnóstico). Tal enseñanza reemplazó el verdadero conocimiento de la sana
palabra de Dios que le había sido confiada a Timoteo. Aquellos que profesan lo que
falsamente es llamado “conocimiento”, se han desviado en cuanto a la fe. En lo que se
refiere al contenido objetivo de lo que creemos, ellos han errado el blanco como en el
tiro. Por consiguiente, se han desviado en cuanto a la economía neotestamentaria de
Dios. Por último, después de esta exhortación adicional, Pablo concluye, diciendo: “La
gracia sea con vosotros”.
ESTUDIO-VIDA DE 2 TIMOTEO
MENSAJE UNO
LA VACUNA CONTRA LA DECADENCIA DE LA IGLESIA: LAS
PROVISIONES DIVINAS
Lectura bíblica: 2 Ti. 1:1-14
La segunda epístola a Timoteo, la última que escribió Pablo, empieza con estas palabras:
“Pablo, apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios, según la promesa de vida, la cual
es en Cristo Jesús, a Timoteo, amado hijo: Gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y de
Cristo Jesús nuestro Señor”. Este libro fue escrito en un tiempo en que las iglesias
establecidas por medio del ministerio del apóstol en el mundo gentil se estaban
degradando y el apóstol estaba confinado a una prisión lejana. Muchos le habían dado la
espalda y lo habían abandonado (1:15; 4:16), incluso algunos de sus colaboradores
(4:10). Era una situación desalentadora y decepcionante, especialmente para su joven
colaborador e hijo espiritual, Timoteo. Por esta razón, al principio de esta epístola, la
cual sirve para animar, fortalecer y confirmar a los creyentes, él le reafirmó a Timoteo
que era apóstol de Cristo, no sólo por la voluntad de Dios, sino también según la
promesa de vida, la cual es en Cristo Jesús. Esto implica que aunque las iglesias se
degraden, y muchos de los santos caigan en infidelidad, la vida eterna, la vida divina, la
vida increada de Dios, que Él prometió en Sus santas Escrituras y dio al apóstol y a
todos los creyentes, permanece inmutable para siempre. Con esta vida inmutable y
sobre ella, el sólido fundamento de Dios fue puesto y allí permanece inconmovible a
través de la ola de degradación (2:19). Por medio de tal vida, aquellos que buscan al
Señor con un corazón puro pueden soportar la prueba de la decadencia de la iglesia.
Esta vida, de la cual Pablo en su primera epístola exhorta a Timoteo y a otros que echen
mano (6:12, 19), debe de haber animado y fortalecido mucho al apóstol en tiempos
peligrosos.
De entre todas sus epístolas, sólo en 1 y 2 Timoteo el apóstol menciona la misericordia
de Dios en su saludo inicial. Cuando se trata de rescatar al hombre caído, el brazo de la
misericordia es más largo que el de la gracia. Cuando las iglesias se degradan, la
misericordia de Dios se hace imprescindible.
I. EL TEMA DEL LIBRO:
LA VACUNA CONTRA LA DECADENCIA DE LA IGLESIA
En el momento en que Pablo escribió esta epístola, él tenía muy presente que las iglesias
habían empezado a degradarse. No obstante, como alguien que había aprendido a echar
mano de la vida eterna, él no estaba desalentado ni decepcionado. En su interior había
algo que permanecía inalterable: la vida eterna, increada e incorruptible de Dios. Por
mucho que cambien las circunstancias, la vida eterna permanece igual. Debido a que
Pablo era consolado en la vida de Dios y no se sentía decepcionado con la situación, él
escribió una segunda epístola a Timoteo, no sólo para consolar y fortalecer a su joven
colaborador, sino también para vacunar a todo el Cuerpo de Cristo en contra de la
decadencia de la iglesia.
No debemos considerar la segunda epístola a Timoteo meramente como una carta
pastoral, como suelen llamarla. Si tenemos la debida perspicacia, comprenderemos que
la intención de Pablo, la cual Dios le había infundido, era la de vacunar a los creyentes
contra la decadencia de la iglesia. Pablo había previsto esta decadencia; sin embargo, en
lo profundo de su ser él se sentía consolado, no porque tuviera argumentos lógicos, sino
porque se aferraba a la vida eterna, que Dios había prometido en las santas Escrituras.
La vida misma que Dios había prometido en las Escrituras habitaba en Pablo. La
intención de Pablo al escribir esta epístola era, por tanto, alentar y fortalecer a Timoteo,
y también “inyectar” una sustancia divina en la iglesia para vacunarla contra el germen
de la decadencia. Alabamos al Señor porque esta vacuna ha sido eficaz. Es cierto que en
el transcurso de los siglos la iglesia ha sufrido deterioro, pero no ha sido exterminada.
Pablo, anticipándose a lo que podía suceder, vacunó a la iglesia contra la decadencia.
Incluso hoy, en el recobro del Señor, estamos disfrutando de los beneficios de esa
vacuna.
En este mensaje, mi carga es compartirles acerca de ocho elementos básicos que se
incluyen en esta vacuna. Las provisiones divinas que componen esta vacuna son: una
conciencia pura, una fe no fingida, el don divino, un espíritu fortalecido, la gracia
eterna, la vida incorruptible, las sanas palabras y el Espíritu que mora en nosotros.
Estos ingredientes de la dosis maravillosa administrada por Pablo se encuentran en 1:114.
II. INTRODUCCIÓN
Los versículos 1 y 2 son unas palabras de introducción. En el versículo 1 Pablo declara
que él era apóstol, no sólo por la voluntad de Dios, sino también según la promesa de
vida que es en Cristo Jesús. La expresión “la promesa de vida” no significa que tenemos
únicamente la promesa, y no la vida; más bien, significa que hemos recibido la vida
prometida. Otra expresión similar a ésta es “la promesa del Espíritu”, la cual aparece en
Gálatas 3:14. Esta expresión no significa que hemos recibido únicamente la promesa y
no el Espíritu; más bien, significa que hemos recibido al Espíritu que había sido
prometido. Bajo el mismo principio, las palabras “la promesa de vida” denotan la vida
prometida. Pablo era apóstol según la vida que Dios había prometido, la misma que
Pablo había recibido y que moraba en él. Pablo llegó a ser apóstol en virtud de esta vida.
La vida eterna según la cual Pablo fue hecho apóstol es una vida incorruptible e
inmutable, ya que es, en efecto, el propio Dios Triuno procesado. Debido a que esta vida
moraba en Pablo, ni siquiera el Imperio Romano pudo prevalecer contra él en ninguna
de las ocasiones que lo sometió a juicio. Pablo fue fortalecido por el Dios Triuno
procesado como vida.
En ningún otro versículo, excepto en la introducción de esta epístola, Pablo declara que
él era apóstol según la promesa de vida. Hay otro pasaje en el cual también nos dice que
era apóstol por la voluntad de Dios (Ef. 1:1). Son muy pocos los maestros cristianos que
recalcan que Pablo era apóstol no sólo por la voluntad de Dios, sino también según la
promesa de la vida eterna. La razón por la cual los cristianos recalcan mucho la voluntad
de Dios y no hablan de la promesa de vida, es que ellos mismos no han visto que todo
gira en torno a la vida eterna. Lo que hagamos y seamos en el recobro del Señor hoy
debe conformarse a la vida eterna y llevarse a cabo mediante dicha vida. ¡Alabado sea el
Señor porque en virtud de esta vida participamos hoy en Su recobro!
III. LAS PROVISIONES DIVINAS
QUE SE ENCUENTRAN EN ESTA VACUNA
La vida mencionada en el versículo 1 incluye los ocho elementos básicos presentes en
esta vacuna. Esto significa que la vida eterna incluye una conciencia pura, una fe no
fingida, el don divino, un espíritu fortalecido, la gracia eterna, el elemento de
incorrupción, las sanas palabras y el Espíritu que mora en nosotros. Si poseemos esta
vida, que de hecho es el Dios Triuno procesado, tenemos entonces una conciencia pura,
una fe no fingida y todas las demás provisiones halladas en esta vacuna divina.
Examinemos ahora cada una de estas provisiones.
A. Una conciencia pura
En el versículo 3 Pablo dice: “Doy gracias a Dios, al cual sirvo desde mis antepasados
con una conciencia pura, mientras sin cesar me acuerdo de ti en mis peticiones noche y
día”. En este versículo “servir” significa servir a Dios en adoración (Hch. 24:14; Fil. 3:3).
Pablo siguió en los pasos de sus antepasados, sirviendo a Dios con una conciencia pura.
En tiempos de degradación, uno necesita una conciencia pura, una conciencia purificada
de toda contaminación, para poder servir a Dios.
Tengo plena certeza de que todos los santos que son sinceros, veraces y fieles al Señor en
Su recobro no sólo poseen una buena conciencia, sino también una conciencia pura. Con
relación a esto, no debemos aceptar ninguna mentira del enemigo. Cuanto más
dudemos de que tenemos una conciencia pura, más sentiremos que nuestra conciencia
no es pura. Debemos declarar: “Satanás, ¡aléjate de mí! Yo tengo una conciencia pura.
Satanás, ¿no sabes que toda mi vida es para el Señor y nada más? Únicamente vivo por
el Señor, por Su recobro, por Su iglesia y por Sus intereses”. Cuanto más testifiquemos
de una manera sincera que tenemos una conciencia pura, más nos percataremos de que
nuestra conciencia es realmente pura. La única manera en que podemos tener una
conciencia pura es que declararemos por fe, con sinceridad, con veracidad y con firmeza
que tenemos una conciencia pura delante del Señor. No preste atención a sus dudas ni
crea las mentiras del enemigo. La sangre del Señor prevalece contra él. No crea al
enemigo cuando le diga que usted es débil, o cuando le acuse de ser impuro y de no
tener una buena conciencia. ¿No ama usted al Señor? ¿No se ha entregado usted por
completo al Señor y Su iglesia? Aprenda a decirle al enemigo: “Satanás, me has estado
engañando por mucho tiempo. No te creeré más ni permitiré que sigas estorbando mi
avance. Toda mi vida es para el Señor, y tengo una conciencia pura”.
La vida eterna es la que nos fortalece para declararle esto al enemigo. Es por eso que
digo que una conciencia que es pura y buena forma parte de las provisiones de la vida
eterna. La vida eterna que está en nosotros, es lo que nos fortalece para declarar que
tenemos una conciencia pura.
B. Una fe no fingida
El versículo 5 dice: “Trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó
primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy persuadido de que en ti
también”. Aquí Pablo le recuerda a Timoteo de la fe no fingida que está en él. Esta fe
había habitado primero en su abuela, después en su madre y ahora moraba en él. Hoy
alabamos al Señor porque esta fe está también en nosotros. Puesto que tenemos la vida
eterna, tenemos una fe no fingida.
La fe se refiere a la unión orgánica que tenemos con el Dios Triuno, la cual hace posible
que Dios se infunda en nosotros por medio de Su Palabra y en Su Espíritu. Cuanto más
contacto tengamos con la Palabra ejercitando nuestro espíritu, más contacto tendremos
con el Señor y más de Él se infundirá en nosotros. Como resultado, nuestra fe será
fortalecida. Esta fe es de hecho el reflejo de la vida eterna que hemos recibido. Por
consiguiente, repito una vez más que la fe se refiere a la unión orgánica entre nosotros y
el Dios Triuno, en virtud de la cual tenemos contacto con el Dios vivo mediante Su
Palabra y por Su Espíritu, a fin de que Él se infunda en nosotros.
C. El don divino
En el versículo 6 Pablo añade: “Por esta causa te recuerdo que avives el fuego del don de
Dios que está en ti por la imposición de mis manos”. Esto fue escrito para animar y
fortalecer a Timoteo en su ministerio para el Señor, a fin de que su ministerio fuese
debilitado por el encarcelamiento de Pablo y la situación degradada de las iglesias. Aquí
Pablo parecía decir a Timoteo: “Timoteo, te exhorto a que avives el fuego del don de
Dios que está en ti. Dentro de ti, hay algo que está ardiendo, pero no es suficiente que
sólo esté ardiendo; debes avivar el fuego de dicho don. Ese algo que está en ti es un don
de Dios. Puesto que ya tienes una fe no fingida, te recuerdo que avives el fuego de este
don”.
Es bastante difícil definir lo que Pablo quiere decir en el versículo 6 con la expresión “el
don de Dios”. Tal vez se refiera a una función o aptitud espiritual particular, a algo que
ardía en Timoteo y lo capacitaba para ejercer una función específica.
Todos los santos que están en el recobro del Señor debieran avivar el fuego del don de
Dios que está en ellos. Sin embargo, en las reuniones, muchos santos parecen apagar el
fuego. Especialmente en las reuniones de la iglesia, debemos avivar el fuego del don que
está en nosotros. Si lo hacemos, el fuego se acrecentará y brillará con más intensidad, y
se manifestarán las riquezas de Cristo. Todos los santos deben sentirse animados por el
hecho de que tienen la vida eterna, una conciencia pura y una fe no fingida. Por ello,
deben avivar el fuego del don de Dios.
D. Un espíritu fortalecido
En el versículo 7 Pablo añade: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de
poder, de amor y de cordura”. Aquí el espíritu denota nuestro espíritu humano, el cual
ha sido regenerado y habitado por el Espíritu Santo (Jn. 3:5-6; Ro. 8:16). Avivar el fuego
del don de Dios está relacionado con nuestro espíritu regenerado.
Pablo declara que tenemos un espíritu de poder, de amor y de cordura. La frase “de
poder” se refiere a nuestra voluntad; la frase “de amor”, a nuestra parte emotiva; y la
frase “de cordura”, a nuestra mente. Esto indica que tener una voluntad fuerte, una
parte emotiva llena de amor y una mente sobria, está estrechamente relacionado con
tener un espíritu fuerte, con el cual podemos ejercer el don de Dios que está en nosotros.
Es necesario que creamos que Dios nos ha dado tal espíritu, y debemos alabarle por ello.
No debemos decir que no sentimos que tenemos un espíritu de amor, de poder y de
cordura. Por lo general uno no siente que tiene órganos en su cuerpo, a menos que
alguno de ellos tenga algún problema. En circunstancias normales, ¿está usted
consciente de que tenga un hígado? Aunque yo no me percato de mi hígado, sí sé que
tengo este órgano y que éste funciona. Asimismo, quizás no sintamos que tenemos la
clase de espíritu que se describe en el versículo 7; no obstante, debemos creer en las
palabras de Pablo y ejercitar nuestro espíritu.
En el versículo 8 Pablo dice: “Por tanto, no te avergüences del testimonio de nuestro
Señor, ni de mí, preso Suyo, sino sufre el mal junto con el evangelio según el poder de
Dios”. Aquí vemos la razón por la cual Pablo mandó a Timoteo en los dos versículos
anteriores que avivara el fuego del don de Dios que estaba en él. Debemos hacer lo
mismo para no avergonzarnos del testimonio del Señor. No avergonzarnos del
testimonio de nuestro Señor es resistir la corriente de degradación de las iglesias que
están en decadencia. También debemos estar preparados para sufrir el mal junto con el
evangelio. Ya que el evangelio, personificado aquí, sufría persecución, Timoteo debía
sufrir el mal juntamente con el evangelio. Hemos de sobrellevar la persecución
juntamente con el evangelio según la medida del poder de Dios, y no según nuestra
limitada fuerza natural.
E. La gracia eterna
En 1:9-10a Pablo, refiriéndose a Dios, dice: “Quien nos salvó y llamó con llamamiento
santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito Suyo y la gracia que nos
fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, pero que ahora ha sido
manifestada por la aparición de nuestro Salvador Cristo Jesús”. Dios no sólo nos salvó
para que disfrutemos Su bendición, sino que también nos llamó con llamamiento santo,
un llamamiento que tiene una meta específica, la de cumplir Su propósito. El propósito
aquí se refiere al plan de Dios conforme a Su voluntad de ponernos en Cristo y hacernos
uno con Él para que participemos de Su vida y posición, a fin de ser Su testimonio. La
gracia es la provisión de vida que Dios nos ha dado para que expresemos Su propósito
en nuestro vivir.
La gracia nos fue dada en Cristo antes de que el mundo comenzara. A esto se refiere la
expresión “antes de los tiempos de los siglos”. Esto pone un fundamento seguro e
inconmovible que permanece firme frente a las olas de la corriente de decadencia y pone
en evidencia cuán inútiles son los esfuerzos del enemigo por contrarrestar el propósito
eterno de Dios. A fin de fortalecer a Timoteo, el apóstol identificó el ministerio de ellos
con esta gracia eterna, un fundamento seguro.
En el versículo 9 Pablo declara que la gracia de Dios nos fue dada antes de los tiempos
de los siglos, y luego en el versículo 10 dice que esta gracia ha sido manifestada por la
aparición de nuestro Salvador Cristo Jesús. La gracia de Dios nos fue dada en la
eternidad, pero nos fue manifestada y aplicada por medio de la primera venida de
nuestro Señor, en la cual Él anuló la muerte y nos trajo vida. Puesto que esta gracia fue
manifestada por la aparición de Cristo, los santos del Antiguo Testamento, tales como
Abraham y David, no la experimentaron. La gracia que nos estaba destinada vino con la
aparición del Señor Jesús. Esta gracia no es meramente una bendición, sino una
Persona, el Dios Triuno dado a nosotros como nuestro disfrute. Esta gracia vino cuando
el Señor Jesús fue manifestado, y ahora está con nosotros.
F. La vida incorruptible
La última parte del versículo 10 declara acerca de Cristo: “El cual anuló la muerte y sacó
a luz la vida y la incorrupción por medio del evangelio”. Cristo anuló la muerte,
dejándola sin efecto, mediante Su muerte, con la cual destruyó al diablo (He. 2:14), y por
medio de Su resurrección, que sorbe la muerte (1 Co. 15:52-54).
La vida eterna de Dios es dada a todos los que creen en Cristo (1 Ti. 1:16) y también es el
elemento principal de la gracia divina que nos fue dada (Ro. 5:17, 21). Esta vida venció la
muerte (Hch. 2:24) y la sorberá (2 Co. 5:4). Pablo era apóstol según la promesa de tal
vida (2 Ti. 1:1). Esta vida y la incorrupción que es consecuencia de la misma, han sido
sacadas a la luz y hechas visibles a los hombres por medio de la predicación del
evangelio.
La vida es el elemento divino, Dios mismo, impartido a nuestro espíritu, y la
incorrupción es la consecuencia de que la vida sature nuestro cuerpo (Ro. 8:11). Esta
vida e incorrupción pueden contrarrestar la muerte y la corrupción que provienen de la
decadencia de las iglesias.
En 2 Timoteo 1:11 dice: “Del cual yo fui constituido heraldo, apóstol y maestro”. El
pronombre relativo “el cual” se refiere al evangelio de la gracia divina y la vida eterna, y
corresponde al evangelio presentado en gracia y en vida por el apóstol Juan (Jn. 1:4, 1617). Fue para este evangelio que Pablo fue constituido heraldo, apóstol y maestro. Un
heraldo anuncia y proclama el evangelio, un apóstol establece y confirma a las iglesias
donde Dios puede ejercer Su administración, y un maestro da instrucciones a las
iglesias, a todos los santos.
En el versículo 12 Pablo añade: “Por esta causa asimismo padezco esto; pero no me
avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy persuadido de que es poderoso para
guardar mi depósito para aquel día”. El apóstol sufría por una sola causa, la causa del
más alto nivel: proclamar las buenas nuevas del evangelio de gracia y vida, confirmar a
las iglesias e instruir a los santos. Tal causa debe de haber animado y fortalecido a
Timoteo, mientras éste afrontaba el deterioro de las iglesias que estaban en decadencia.
Ya que Pablo no estaba avergonzado, Timoteo tampoco debía estarlo.
En el versículo 12 Pablo declara: “Yo sé a quién he creído”. El apóstol creía en una
persona viviente, Cristo, el Hijo del Dios vivo, quien es la corporificación de la gracia
divina y de la vida eterna, y no en una cosa ni en un asunto. La vida eterna que está en
Cristo es poderosa; basta y sobra para sostener hasta el fin a aquel que sufre por Su
causa, y para guardarlo a fin de que pueda heredar la gloria venidera. La gracia que se
halla en Él es más que suficiente para proveer a Su enviado de todo lo necesario para
acabar la carrera de su ministerio hasta obtener la recompensa en gloria (4:7-8). Por lo
tanto, Él podía guardar lo que el apóstol le había confiado, para el día del regreso del
Señor. Tal seguridad también debe de haber alentado y fortalecido al débil y afligido
Timoteo.
Las palabras “mi depósito” se refieren a lo que Pablo había encomendado al Señor. El
apóstol había encomendado todo su ser y su glorioso futuro a Aquel que es poderoso
para guardar, por medio de Su vida y gracia, ese depósito para el día de Su segunda
manifestación.
G. Las sanas palabras
En el versículo 13 Pablo continúa diciendo: “Retén la forma de las sanas palabras que de
mí oíste, en la fe y el amor que son en Cristo Jesús”. Lo dicho en el versículo 12 es una
forma, o sea un ejemplo, de las sanas palabras. Las palabras de nuestro Señor Jesucristo
son palabras de vida (Jn. 6:63); por ende, son palabras sanas. Aquí la palabra “sanas”
alude a la sanidad de la vida.
H. El Espíritu que mora en nosotros
En el versículo 14 Pablo concluye, diciendo: “Guarda el buen depósito por el Espíritu
Santo que mora en nosotros”. El Espíritu Santo mora en nuestro espíritu (Ro. 8:16); por
ende, para guardar el buen depósito por el Espíritu Santo, debemos ejercitar nuestro
espíritu.
Hemos señalado que el Espíritu es la forma consumada en la que el Dios Triuno se
relaciona con el hombre. ¡Alabado sea el Señor porque ahora este Espíritu mora en
nuestro espíritu!
Damos gracias al Señor por todas las provisiones divinas que se incluyen en esta vacuna
contra la decadencia de la iglesia. Cuanto más experimentemos estas provisiones, más
vacunados seremos contra cualquier índole de decadencia. Con esta maravillosa vacuna,
tendremos suficiente base para declarar que en el recobro del Señor no existe
decadencia alguna.
ESTUDIO-VIDA DE 2 TIMOTEO
MENSAJE DOS
EL FACTOR BÁSICO DE LA DECADENCIA:
ABANDONAR AL APÓSTOL Y SU MINISTERIO
Lectura bíblica: 2 Ti. 1:15-18
En este mensaje examinaremos 2 Timoteo 1:15-18, versículos que nos muestran que el
factor básico de la decadencia consiste en abandonar al apóstol y su ministerio. Aunque
este pasaje de 2 Timoteo es breve, Pablo debe de haber estado lleno de sentimientos
cuando escribió estas palabras.
En 1:1-14 Pablo abarca muchos asuntos positivos, los cuales nos suministran aliento y
fortaleza. Basándose en la exhortación que hace a Timoteo en los versículos del 1 al 7,
Pablo declara en el versículo 8: “Por tanto, no te avergüences del testimonio de nuestro
Señor, ni de mí, preso Suyo, sino sufre el mal junto con el evangelio según el poder de
Dios”. En este versículo el evangelio es personificado; es considerado una persona viva
que sufre persecución. Así que, Pablo alentó a Timoteo a sufrir el mal junto con el
evangelio según el poder de Dios.
En el versículo 9 Pablo dice además: “Quien nos salvó y llamó con llamamiento santo,
no conforme a nuestras obras, sino según el propósito Suyo y la gracia que nos fue dada
en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos”. Este propósito se refiere a la meta de
Dios, y la gracia alude a los medios por los cuales se llega a esa meta. La gracia mediante
la cual se llega a la meta de Dios nos fue dada en Cristo Jesús “antes de los tiempos de
los siglos”, es decir, antes de que el mundo empezara. Tal gracia “ha sido manifestada
por la aparición de nuestro Salvador Cristo Jesús” (v. 10). Esto indica que la gracia no
vino sino hasta que vino el Señor Jesús. Juan 1:17 confirma esto cuando dice: “Pues la
ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la realidad vinieron por medio de
Jesucristo”. La gracia que vino por medio de Jesucristo es nada menos que el Dios
Triuno que se imparte en nosotros y viene a ser nuestro disfrute. Esta gracia lleva a cabo
el propósito de Dios y nos capacita para llegar a Su meta.
La gracia obra de dos maneras; por un lado, anula la muerte, y por otro, nos trae la vida
y la incorrupción. Esta obra de la gracia aún sigue operando en nosotros. Hoy, en la vida
de iglesia, la gracia está anulando la muerte y también está sacando a luz la vida y la
incorrupción por medio del evangelio. Pese a que oímos la predicación del evangelio en
el pasado, tal vez nunca oímos que el evangelio de la gracia anula la muerte y nos trae la
vida y la incorrupción.
Por causa de este evangelio Pablo fue “constituido heraldo, apóstol y maestro” (v. 11).
Pablo era un heraldo que proclamaba el evangelio, un apóstol que establecía iglesias y
un maestro que instruía a las iglesias y a los santos en cuanto a los detalles del
evangelio. Por causa de este evangelio, Pablo pasó por sufrimientos. Sin embargo, él no
se avergonzó, porque sabía en quien había creído y estaba persuadido de que Aquel era
poderoso para guardar su depósito, esto es, para guardar lo que Pablo le había
encomendado a Él (v. 12).
En el versículo 13 Pablo exhorta a Timoteo, diciendo: “Retén la forma de las sanas
palabras que de mí oíste, en la fe y el amor que son en Cristo Jesús”. Las palabras que
Pablo había hablado a Timoteo en los versículos anteriores eran un modelo de las sanas
palabras que Timoteo debía de retener. Debemos retener este modelo en la fe, en la
unión orgánica con el Dios Triuno, y en el amor divino. Además, según el versículo 14,
debemos guardar “el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros”. En este
versículo, el buen depósito equivale a las sanas palabras. Debemos guardar este depósito
por el Espíritu Santo que mora en nosotros. Cuanto más consideremos todos los asuntos
mencionados en los versículos del 1 al 14, más veremos las riquezas que allí se hallan.
I. LA APOSTASÍA
En 1:15 Pablo declara: “Ya sabes esto, que me han vuelto la espalda todos los que están
en Asia, de los cuales son Figelo y Hermógenes”. Aquí Asia se refiere a la provincia de
Asia. En este versículo, Pablo dice que los creyentes de Asia, quienes anteriormente
habían recibido su ministerio, lo habían abandonado. A pesar de tal deserción, el
apóstol se fortaleció en la gracia que estaba en Cristo, quien permanece igual y nunca
cambia. Sin ningún desánimo, él exhortó a su hijo en la fe a perseverar firmemente en el
ministerio en medio del fracaso y de la ruina de las iglesias.
Es difícil saber con certeza a quién se refieren las palabras “todos los que están en Asia”.
¿Significa esto que cada uno de los creyentes de Asia le había dado la espalda a Pablo?
Pablo menciona específicamente a Figelo y Hermógenes, dos hermanos que
seguramente fueron los primeros en abandonar al apóstol por causa del
encarcelamiento del mismo. Pero, ¿qué podemos decir de todos los demás creyentes de
Asia? No podemos afirmar que todos abandonaron a Pablo, debido a que Pablo
menciona a Onesíforo como un hermano que a menudo lo confortó y lo buscó
solícitamente en Roma y lo halló (vs. 16-17).
Algunos expositores dicen que estos versículos aluden a una apostasía, a una desviación
de la verdad. Pero, ¿cuál fue la magnitud de la apostasía? Yo creo que la frase “todos los
que están en Asia” hace referencia a la condición general de los creyentes que estaban en
Asia, sin incluir a cada creyente en particular. En un sentido general, había apostasía en
Asia.
II. LA FIDELIDAD
En 2 Timoteo 1:15-18 vemos que no podemos permanecer neutrales; o somos un Figelo
y un Hermógenes, o somos un Onesíforo. Onesíforo fue un vencedor que se opuso a la
tónica general de las iglesias y luchó contra la corriente de degradación confortando al
embajador del Señor, en espíritu, alma y cuerpo; él no se avergonzó del encarcelamiento
de Pablo, quien padecía esto a causa de la comisión que el Señor le había dado. Con
respecto a él, Pablo dice: “Concédale el Señor que halle misericordia de parte del Señor
en aquel día. Y cuántos servicios me prestó en Efeso, tú lo sabes mejor”. Las palabras
“aquel día” se refieren al día de la victoriosa manifestación del Señor cuando
recompensará a Sus vencedores (4:8; Ap. 22:12).
El principio descrito aquí es muy semejante al que vemos en la época de Elías. Elías le
dijo al Señor: “He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos
de Israel han dejado Tu pacto, han derribado Tus altares, y han matado a espalda a Tus
profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida” (1 R. 19:14). Jehová
le contestó: “Y yo hice que quedaran en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron
ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron” (v. 18). El principio que vemos aquí es que, aun
en un período de decadencia en el que la mayor parte del pueblo de Dios se descarría,
existe siempre un remanente fiel. Siempre habrá un Onesíforo que se oponga a la
degradación. Si bien es cierto que Figelo, Hermógenes y otros de Asia rechazaron a
Pablo, Onesíforo, un vencedor, se opuso a la decadencia, a la corriente de degradación.
Estoy muy seguro de que Figelo y Hermógenes eran creyentes. De otro modo, Pablo no
hubiera dicho que ellos le habían dado la espalda. Hubo un momento en que Figelo y
Hermógenes estuvieron con Pablo, y es muy probable que no hubieran sido creyentes
comunes, sino colaboradores o tal vez líderes entre los santos. Sin duda alguna, ellos
fueron los primeros en darle la espalda a Pablo.
Los que dieron la espalda a Pablo no sólo lo abandonaron a él, sino que también
abandonaron su ministerio. De hecho, no es la persona en sí lo que importa; lo que es de
suma importancia es el ministerio que lleva a cabo dicha persona. Así que, cuando Pablo
dijo que algunos le habían dado la espalda, no estaba queriendo decir que lo habían
abandonado a él personalmente, sino que habían abandonado su ministerio. En tiempos
peligrosos, los verdaderos creyentes, incluso los que toman la delantera y los
colaboradores, pueden apartarse.
Al respecto quisiera contarles algunos aspectos de la historia del recobro del Señor.
Durante los años que estuve con el hermano Nee en la China continental, vi que muchos
recibieron el ministerio del hermano Nee por un tiempo y más tarde lo rechazaron.
Aunque el número de santos no era significativo, a menudo algunos, quizá sólo dos o
tres, abandonaban el ministerio del hermano Nee.
Nosotros también tuvimos muchas experiencias similares desde que fuimos enviados de
China a Taiwán en 1949. En un corto período de seis años, el número de santos que
estaban en el recobro del Señor en Taiwán aumentó de aproximadamente quinientos a
más de veinticinco mil. En uno de esos años, invitamos a un hermano de Inglaterra,
quien era una persona muy espiritual y de mucha experiencia, para que nos ministrara.
Su primera visita fue de mucho provecho, puesto que la palabra que nos ministró no
tenía que ver con la práctica de la vida de iglesia. Pero cuando lo invitamos por segunda
vez, él vino con la intención de corregir la manera en que nosotros practicábamos la vida
de iglesia. De hecho, su intención era convencernos de que debíamos abandonar el
terreno de la iglesia. En su opinión, cada vez que dos o tres creyentes se reúnen en el
nombre del Señor Jesús, allí está la realidad de la iglesia. Él enseñaba que durante la era
que él llamaba “el cristianismo organizado”, era posible que en una ciudad hubiera
varios grupos reuniéndose en el nombre del Señor y que cada uno de ellos tuviera cierta
medida de la realidad de la iglesia. Debido a la influencia de este hermano, hubo unos
cuantos jóvenes que abandonaron la práctica de la vida de iglesia, declarando que ellos
habían recibido una visión de lo que ellos mismos llamaban “el Cristo completo“. Hasta
hoy no hemos sabido lo que ellos querían decir con esa expresión; pues aunque la Biblia
ciertamente nos habla de las inescrutables riquezas de Cristo y de la plenitud de Cristo,
en ningún momento nos habla de un “Cristo completo”.
A pesar de que estos jóvenes empezaron a socavar la obra que se hacía en Taiwán, yo
simplemente esperé y oré. Pasaron siete años antes de que se aclarara el asunto. Hubo
un momento en que les dije con franqueza que yo seguiría el camino de Cristo y la
iglesia por toda la eternidad. Les pedí que consideraran seriamente lo que sucedería si
ellos sólo tomaran a Cristo y descuidaran la vida de iglesia. También les dije que, como
hijos de luz, debíamos conducirnos en la luz. Una vez más, les dije que yo seguiría por
siempre el camino de Cristo y la iglesia, tal como fue recobrado por el hermano Nee, y
les aseguré que al respecto yo jamás cambiaría de parecer. Les dije también que si ellos
preferían dejar la vida de iglesia y seguir su visión del “Cristo completo”, no haría nada
para impedirlo. Por el contrario, ellos ciertamente tendrían la libertad de seguir el
camino que consideraran mejor. No obstante, les dije que ellos no debían seguir con
nosotros, fingiendo ser lo mismo que nosotros cuando en realidad estaban socavando la
obra. Ellos dijeron que no tenían ningún problema respecto del terreno de la iglesia, y
siguieron reuniéndose con nosotros por siete años; no obstante, durante todo ese
tiempo estuvieron socavando la obra en Taiwán.
El Señor en Su soberanía me trajo a este país y puso en mí la carga de empezar el
ministerio aquí. Algunos de los que estaban en el liderazgo en Taiwán me escribían
regularmente, contándome de la situación relacionada con estos hermanos jóvenes que
socavaban constantemente la obra allí. Yo les contesté usando las mismas palabras que
el Señor Jesús expresó en Juan 2:19: “Destruid este templo, y en tres días lo levantaré”,
para recordarles de un mensaje que les había dado. En ese mensaje les dije: “Si esta obra
en la isla de Taiwán es de hombres, que sea derribada; pero si es del Señor, una vez que
sea destruida, el Señor la levantará de nuevo en resurrección”. Yo les dije a los hermanos
que estaban en el liderazgo, que tuvieran paz. Finalmente, los disidentes abandonaron la
vida de iglesia y la obra en Taiwán; y al cabo de poco tiempo, se dividieron entre sí.
Nunca consiguieron destruir la vida de iglesia.
Permítame ahora referirles varias experiencias por las cuales hemos pasado en el
recobro del Señor en Estados Unidos. En cierta ocasión, un grupo de cristianos que
recalcaba mucho el hablar en lenguas, quiso unirse a nosotros para practicar la vida de
iglesia. Por un lado, nunca nos opusimos a que hablaran en lenguas; por otro, tampoco
fomentamos esta práctica ni permitimos que llegara a caracterizar nuestras reuniones.
Al cabo de poco tiempo, este grupo abandonó la iglesia.
Otros que una vez estuvieron con nosotros, reconocieron que la manera en que nosotros
practicábamos la iglesia era la correcta, pero preferían tener un apóstol que fuera nativo
de Estados Unidos. Cuando me enteré de esto, me dije a mí mismo: “Sólo el primer
grupo de apóstoles estaba compuesto por apóstoles nativos, es decir, por judíos que eran
apóstoles para los judíos. Pero Pablo llegó a ser un apóstol ‘extranjero,’ un [judío que
era] apóstol para los gentiles”. Rechazar a un extranjero y recibir solamente a aquellos
apóstoles que sean del mismo país que uno, viola el principio del Cuerpo. El Cuerpo de
Cristo es universal. Sin embargo, a pesar de ello, les dijimos a los que deseaban un
apóstol nativo de este país, que tenían la libertad de buscar uno. Así, pues, los que
deseaban un apóstol originario de este país también abandonaron la vida de iglesia.
Otro caso tiene que ver con un hermano que era muy elocuente. En cierta ocasión, él
testificó públicamente que el Señor le había dicho que se entregara al camino del
recobro. Pero después de algún tiempo, fue distraído con respecto a la vida de iglesia y
llegó a creer que lo tocante al terreno de la iglesia era un concepto demasiado estrecho.
En su opinión, el recobro era meramente algo trasplantado de China. Así que, este
hermano también abandonó la vida de iglesia.
Tuvimos otro caso en el que un hermano pensaba que las denominaciones eran el
campo de nuestra obra. Él decía que si ofendíamos a los que están en las
denominaciones, perderíamos el campo de nuestra labor. Así que este hermano, aunque
reconocía que éramos la iglesia, nos aconsejaba no declarar este hecho. Le dijimos que
esto sería semejante a una mujer que evita decir que es la esposa de cierto hombre. La
meta de este hermano era conducir a un terreno neutral a aquellos creyentes que habían
dejado las denominaciones pero que aún no habían ingresado a la vida de iglesia. De
hecho, esto equivale a poner en peligro la verdad; pues, por un lado, se comparten las
enseñanzas en cuanto a la vida cristiana, pero, por otro, por temor a ser rechazados, se
evita compartir la verdad acerca de la iglesia. Este hermano recomendaba los libros del
hermano Nee que no hablan de la iglesia, y no le daba importancia a aquellos libros que
tienen que ver con la vida de iglesia. Así que él también se apartó.
Había un hermano que estuvo en la vida de iglesia durante varios años. Después de
algún tiempo declaró haber visto una “tercera línea”. Afirmaba que el hermano Nee
había visto la línea de Jerusalén y la línea de Antioquía, mientras que él había visto la
línea de Éfeso. Así que abandonó la vida de iglesia para practicar esta “tercera línea”.
Otro hermano dijo que él conocía la mejor forma de practicar la vida de iglesia. Según él,
una iglesia local se edifica con los hijos de las familias de la iglesia y con los hijos de las
familias del vecindario. Yo asistí a una reunión de la mesa del Señor en esa localidad con
el propósito de ver lo que sucedía allí. Pese a que allí se permitía participar del pan a
niños muy pequeños, no expresé ninguna crítica. Sin embargo, le dije a ese hermano:
“Como iglesia, tenemos que recibir a todos los creyentes y no ser sectarios. Así que, si
usted desea practicar la vida de iglesia a su manera, no nos opondremos; pero por favor
no insista en que ha encontrado la mejor o la única manera de edificar la iglesia. Insistir
en ello sólo causará problemas”. Finalmente, este hermano también se apartó.
En años recientes, ciertos hermanos ambiciosos miraron el recobro del Señor como una
oportunidad para obtener poder. Se dieron cuenta de que en el “campo” del recobro, no
había ni “leones” ni “tigres”. Por el contrario, todos los santos eran “palomas” y
“corderos”, en otras palabras, los santos del recobro del Señor parecían ser ingenuos.
Sin embargo, aunque estas personas ambiciosas procuraban conseguir poder, no lo
lograron, y al final se dieron cuenta de que tales “palomas” y “corderos” ingenuos tenían
a alguien que los cuidaba, que Dios mismo era quien guardaba Su gloria en Su recobro.
Así que, viendo que no podían conseguir lo que querían, abandonaron también la vida
de iglesia.
Les relato todas estas historias para mostrarles que no todos los que vienen al recobro
del Señor permanecerán. Debido a que la vida de iglesia es una prueba para todos,
algunos con el tiempo la abandonarán. Sin embargo, esto no nos debe desanimar.
Debemos sentirnos animados así como Timoteo fue alentado con las palabras de Pablo.
Es cierto que el camino del recobro del Señor constituye una prueba que descubre
nuestra condición; no obstante, el recobro también demuestra que, aunque algunos se
aparten, como Figelo y Hermógenes, otros, como Onesíforo, permanecerán firmes. Hoy
en Su recobro, el Señor tiene centenares, e incluso millares de hermanos como él.
El deseo de Pablo era que el Señor le concediera misericordia a Onesíforo tanto en el
presente como en “aquel día”. Esto nos habla de una bendición doble: una bendición
para toda la casa de Onesíforo en esta era y una bendición para Onesíforo mismo el día
de la victoriosa aparición del Señor. ¿No desea usted también recibir esta doble
bendición de la misericordia del Señor? Si lo desea, no sea un Figelo ni un Hermógenes,
sino un Onesíforo. Cuando otros se aparten, permanezca con el apóstol y su ministerio.
Después de que salimos de China y llegamos a Taipéi, construimos un salón de
reuniones con capacidad para aproximadamente quinientas personas. El primer día del
Señor, después de haber concluido la edificación, el nuevo salón se llenó de personas,
principalmente de cristianos que habían huido de China. Conociendo la condición de los
asistentes, les hablé con franqueza, diciendo: “En el cristianismo actual hay diversas
clases de iglesias. Algunas de estas iglesias los casarán a ustedes; otras, los ayudarán a
resolver sus problemas médicos, e incluso otras les ayudarán a encontrar empleo.
Algunas iglesias les proporcionarán oportunidades a aquellos que tienen talento o
dinero. Si ustedes tienen ciertas aptitudes, les darán una posición. Pero la iglesia aquí no
les proporcionará esta clase de ayuda. Además, no hay posiciones aquí con las que
satisfagan su ambición. De manera que, si algunos de entre ustedes anhelan estas cosas,
están en el lugar equivocado. Como iglesia, lo único que nos interesa es predicar el
evangelio puro, enseñar la Biblia y ayudar a las personas a que reciban a Cristo, lo amen
y crezcan en Él. No buscamos aquí ningún interés terrenal; sólo nos interesan las cosas
celestiales. Por lo tanto, les pedimos a todos los que realmente buscan estas cosas
celestiales, que se sigan reuniendo con nosotros. Todos los demás deben ir a otro lugar a
buscar la ayuda que buscan”. Para la siguiente reunión del día del Señor, más de la
mitad de los que habían asistido, no regresaron. De este modo, pudimos saber que los
que habían regresado realmente tenían interés en las cosas del Señor. Ellos en su
mayoría fueron ganados para el Señor y aún permanecen en la vida de iglesia.
Una vez más, deseo recalcarles que en el recobro del Señor sólo nos interesa Cristo y la
iglesia. Éste es nuestro “grito de guerra”. Nuestra meta no es ayudar a las personas a
conseguir cosas terrenales, ni mucho menos satisfacer su ambición de obtener una
posición. Estamos aquí para ministrar a Cristo por el bien de la iglesia, en conformidad
con el propósito eterno de Dios. Si usted busca a Cristo y la iglesia, entonces la vida de
iglesia es el lugar para usted. Aquellos que buscan algo que no es Cristo y la iglesia, con
el tiempo se darán cuenta de que la vida de iglesia no es el lugar que ellos buscan, y se
apartarán de ella.
ESTUDIO-VIDA DE 2 TIMOTEO
MENSAJE TRES
AQUEL QUE ADMINISTRA LA VACUNA
Lectura bíblica: 2 Ti. 2:1-15
Hemos señalado que el tema de 2 Timoteo es la vacuna contra la decadencia de la
iglesia. En este mensaje abarcaremos 2:1-15, donde se mencionan cinco designaciones
específicas atribuidas a la persona que administra esta vacuna. Estas designaciones son:
maestro, soldado, competidor (un atleta), labrador y obrero. Si leemos estos versículos
detenidamente, veremos que Pablo consideraba a Timoteo y a sus otros colaboradores
como personas que debían ser maestros, soldados, competidores, labradores y obreros.
I. UN MAESTRO
En 2:1 Pablo dice: “Tú, pues, hijo mío, fortalécete en la gracia que es en Cristo Jesús”. La
palabra “pues” hace referencia al capítulo uno. La exhortación que Pablo hace en 2:1
está dentro del contexto de lo mencionado en el capítulo anterior. Así que, con base en
lo que le acaba de escribir a Timoteo, Pablo ahora lo alienta a que se fortalezca en la
gracia que es en Cristo Jesús. Pablo no exhortó a Timoteo a que se fortaleciera en el
conocimiento o en los dones, sino a que se fortaleciera en la gracia. El apóstol mismo
había tenido experiencias de ser fortalecido por la gracia en vida (1:9-12), y ahora
exhortaba a Timoteo a que se fortaleciera en esa misma gracia. Tal gracia es la provisión
de vida que Dios nos brinda para que vivamos conforme a Su propósito. Pablo, en lugar
de desalentarse, se había fortalecido en la gracia, a pesar de que estaba en una cárcel. Él
sabía muy bien que la gracia es nada menos que el Dios Triuno procesado: el Padre
corporificado en el Hijo y el Hijo hecho real como el Espíritu que mora en nosotros. En 2
Corintios 13:14 vemos que la gracia es el propio Dios Triuno: “La gracia del Señor
Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros”.
La gracia no es una cosa, sino una persona única, la persona divina y viviente del Dios
Triuno, quien pasó por un proceso para llegar a ser el Espíritu vivificante y todoinclusivo que mora en nosotros. Este Espíritu reside ahora en nosotros como nuestra
gracia. Todos podemos fortalecernos en esta gracia, esto es, en el Dios Triuno que pasó
por un proceso para que lo pudiésemos disfrutar.
Cuanto más nos fortalezcamos en esta gracia, más idóneos seremos para enseñar a
otros. Es por ello que en el versículo 2 Pablo añade: “Lo que has oído de mí mediante
muchos testigos, esto confía a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a
otros”. Al decir “esto”, Pablo se refería a las sanas palabras de 1:13. Las sanas palabras,
después que son confiadas a hombres fieles, se convierten en el buen depósito de ellos
(1:14). Esto indica que si alguien en una iglesia local tiene un depósito de las sanas
palabras del Señor, debe adiestrar a hombres fieles, a hombres fidedignos, para que
ellos también tengan del Señor un buen depósito y sean idóneos para enseñar a otros.
Pablo sabía que Timoteo había recibido un buen depósito, que había sido enseñado y
nutrido con las riquezas de la gracia. Por consiguiente, él exhortó a Timoteo a que
confiara estas cosas a otros que fueran fieles e idóneos para ejercer el mismo ministerio.
Esto indica que se necesita más que una sola persona para distribuir las riquezas de la
economía neotestamentaria de Dios. Mi esperanza es que a través de los mensajes de
estudio-vida, miles de santos que están en el recobro del Señor reciban un buen depósito
de las riquezas de la gracia con respecto a la economía neotestamentaria de Dios, y que
después de recibir tales riquezas, las confíen a otros. Imagínense cómo sería si el Señor
pudiera contar con diez mil santos que estuvieran llenos de Su buen depósito, y si ellos
propagaran las riquezas de Su economía en toda la tierra. Sin duda, esto aceleraría el
tiempo de Su gloriosa aparición.
Hay un solo Dios, un solo Cristo, un solo Espíritu y una sola iglesia. Puesto que Dios es
uno solo, Él debe de tener un solo camino. ¿Podemos acaso encontrar este camino en el
catolicismo o en las denominaciones o en el movimiento carismático? ¡Por supuesto que
no! Ni siquiera podemos encontrarlo en los grupos cristianos independientes. El camino
de Dios únicamente se halla en Su recobro. De hecho, el recobro consiste en recobrar el
camino de Dios. Muchos santos pueden testificar con una conciencia pura, desde lo más
recóndito de su ser, que si ellos no siguieran el camino del recobro, no tendrían otro
camino que seguir. El recobro del Señor es el único camino. Digo esto no porque el
Señor me haya usado en Su recobro, sino simplemente porque es un hecho. Algunos que
se volvieron disidentes y abandonaron la iglesia, descubrieron que les era imposible
regresar a las denominaciones. En algunos casos, puede ser que ni siquiera las
denominaciones estén dispuestas a recibirlos. Esto nos muestra que si tocamos el
recobro y luego lo abandonamos, cometemos suicidio espiritual, pues nos apartamos del
único camino que Dios ha escogido.
En 2:1 y 2 vemos que Pablo tenía la carga de exhortar a Timoteo, quien había recibido
un buen depósito, a que trasmitiera a otros las riquezas de la gracia. De este modo,
habría muchos maestros, muchos ministros de Cristo, que propagarían las riquezas de la
economía neotestamentaria de Dios.
II. UN SOLDADO
En el versículo 3 Pablo dice a continuación: “Tú, pues, sufre el mal conmigo como buen
soldado de Cristo Jesús”. Los apóstoles consideraban el ministerio de ellos una guerra
por Cristo, al igual que en Números 4:23, 30, 35 se le consideraba al servicio sacerdotal
un servicio militar, una guerra. Cada vez que ministramos a Cristo a los demás, nos
encontramos en una batalla. Por consiguiente, no sólo debemos ser maestros que
confían a otros el buen depósito, sino también soldados que luchan por los intereses de
Dios.
El versículo 4 dice: “Ninguno que sirve de soldado se enreda en los negocios de esta
vida, a fin de agradar a aquel que le alistó como soldado”. La palabra griega traducida
“vida” es bíos, la cual denota la vida física en esta era. Para pelear la buena batalla (4:7)
en pro de los intereses del Señor en la tierra, debemos deshacernos de todo enredo
terrenal. Los asuntos relacionados con nuestra vida material y física, no deben
enredarnos mientras procuramos ministrar a Cristo a los demás. Este ministerio es una
lucha, y la lucha requiere que estemos libres de todo enredo. Por una parte, el servicio
sacerdotal consiste en ministrar a Dios; por otra, consiste en librar una guerra contra los
enemigos de Dios. Mientras los sacerdotes llevaban el arca del testimonio, ellos tenían
que estar preparados para pelear contra cualquiera que se dispusiera a atacar dicho
testimonio.
III. UN COMPETIDOR
En el versículo 5 Pablo compara a Timoteo con un atleta que compite en los juegos: “Y
también el que compite en los juegos, no es coronado si no compite legítimamente”.
Además de ser un maestro y un soldado, Timoteo también debía ser un atleta. Un
soldado debe pelear para ganar la victoria, mientras que un atleta debe competir
legítimamente para recibir la corona.
En una carrera, lo más importante es que el corredor sea veloz. Ése no es el momento
para ejercitar paciencia. En un mensaje anterior, les animé a que esperaran y oraran;
pero en lo que se refiere a correr la carrera a fin de ganar la corona, no debemos esperar.
Al contrario, debemos correr de manera que lleguemos a la meta.
IV. UN LABRADOR
El versículo 6 añade: “El labrador que se esfuerza debe ser el primero en participar de
los frutos”. Aquí Pablo compara a Timoteo con un labrador, con un agricultor. Así como
un soldado debe obtener la victoria y un atleta debe recibir la corona, un labrador debe
participar de los frutos, del alimento. Esto requiere paciencia. Como atletas, debemos
ser veloces, pero como agricultores, debemos ser pacientes. Si en un momento de
impaciencia un agricultor decide arrancar los pequeños brotes, echará a perder su
cosecha. Asimismo, si él hace andar mucho a los bueyes, puede lastimarlos. Con relación
a la cosecha y el ganado, los labradores deben aprender a ser pacientes.
Los versículos del 7 al 14 están relacionados con la exhortación que Pablo da a Timoteo
con respecto a que éste debe ser labrador. Después de decirle a Timoteo que considere lo
que él le dice y que el Señor le dará entendimiento en todo (v. 7), Pablo añade:
“Acuérdate de Jesucristo, resucitado de los muertos, nacido del linaje de David,
conforme a mi evangelio”. La palabra “resucitado” del versículo 8 hace alusión a la
victoria que Cristo obtuvo sobre la muerte por medio de Su vida divina y el poder de
resurrección de la misma. La expresión “el linaje de David” alude a la naturaleza
humana de Cristo llena de dignidad, la cual fue exaltada y glorificada juntamente con Su
naturaleza divina. Las palabras “mi evangelio” indican que el evangelio de Pablo era las
buenas nuevas de una persona viviente, Cristo, quien posee la naturaleza divina y la
naturaleza humana, se encarnó para ser el Hijo del Hombre, y resucitó para ser el Hijo
de Dios, como se relata en Romanos 1:1-4, un pasaje análogo.
Pablo dice que sufría el mal “hasta prisiones a modo de malhechor”, pero que “la palabra
de Dios no está presa” (v. 9). A pesar de toda la oposición provocada por los esfuerzos
humanos que habían sido instigados por el enemigo, Satanás, las prisiones que sufrió el
apóstol hicieron que la palabra de Dios fuera liberada, que fuera predicada por los
hombres libremente y llegara a ser más prevaleciente.
En el versículo 10 Pablo añade: “Por tanto, todo lo soporto por amor de los escogidos,
para que ellos mismos también obtengan la salvación que es en Cristo Jesús con gloria
eterna”. Los “escogidos” son aquellos que creen en Cristo, quienes fueron escogidos por
Dios el Padre antes de la fundación del mundo (Ef. 1:4) y elegidos de entre la
humanidad para salvación. El apóstol soportó todos los sufrimientos por causa de
nosotros, para que obtengamos la salvación así como él.
En el versículo 10 Pablo no habla de la salvación y de la gloria eterna, sino de la
salvación con gloria eterna. La gloria eterna es la meta final de la obra salvadora de Dios
(Ro. 8:21). La salvación de Dios nos conduce a Su gloria (He. 2:10). Esto nos anima a
soportar los sufrimientos por causa del evangelio (Ro. 8:17).
Inmediatamente después de encargarle a Timoteo a que sea un labrador, Pablo habla del
sufrimiento. Esto indica que un labrador debe ser capaz de sufrir y perseverar. Como
labrador, no sólo debe aprender a sufrir, sino también a morir.
En estos versículos Pablo no solamente habla de sus propios sufrimientos, sino que
además presenta al Señor Jesús como el modelo de alguien que sufrió, murió y resucitó.
Los versículos del 11 al 13 tal vez hayan sido un himno. Este pasaje corresponde a
Romanos 6:8 y 8:17. El versículo 11 declara: “Palabra fiel es ésta: Si morimos con El,
también viviremos con Él”. La expresión, “morimos con Él”, tiene que ver con la
crucifixión de Cristo, según es simbolizado por el bautismo (Ro. 6:3-8); y las palabras
“viviremos con Él”, significan vivir a Cristo en Su resurrección (Ro. 6:5, 8; Jn. 14:19).
El versículo 12 declara: “Si perseveramos, también reinaremos con El; si le negamos, El
también nos negará”. La perseverancia tiene que ver con la vida en esta era, y el reinar
con Cristo, con la era venidera. Si nosotros le negamos, Él también nos negará, es decir,
no nos reconocerá (Mt. 10:33; Lc. 9:26).
El versículo 13 dice: “Si somos infieles, El permanece fiel; pues El no puede negarse a Sí
mismo”. La palabra “fiel” en este versículo se refiere a la fidelidad del Señor a Su propia
palabra. “Si somos infieles”, el Señor permanece fiel, pues no puede negarse a Sí mismo.
Si le somos infieles, Él aún permanecerá fiel, pero no podrá aceptarnos como fieles, pues
de lo contrario sería infiel, es decir, estaría negándose a Sí mismo, estaría negándose a
Su naturaleza y Su ser.
En el versículo 14 Pablo dice: “Recuérdales esto, encargándoles solemnemente delante
de Dios que no contiendan sobre palabras, lo cual para nada aprovecha, sino que lleva a
la ruina a los oyentes”. Al decir “recuérdales esto”, Pablo se refiere a la exhortación
según la cual los hombres fieles e idóneos, a quienes se les ha confiado el buen depósito,
no sólo deben ser maestros, sino también soldados, atletas y labradores. Ellos debían ser
pacientes y perseverantes, tal como lo fue el Señor Jesús durante Su vida en la tierra. El
Señor sufrió con paciencia y fue perseverante; y después que le dieron muerte, Él
resucitó. Basándose en este hecho, Pablo declaró que si moríamos con Él, también
viviríamos, y que si sufríamos con Él, también reinaríamos con Él.
V. UN OBRERO
En el versículo 15 Pablo declara: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado,
como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que traza bien la palabra de verdad”.
Aquí Pablo indica que el que administra la vacuna debía ser un obrero. Tal como si fuese
un carpintero, este obrero él debía trazar bien la palabra de verdad. Esto significa que
debía exponer la palabra de Dios en sus diferentes secciones de manera recta y exacta,
sin distorsión alguna. Así como un carpintero es diestro para cortar la madera, el obrero
del Señor necesita aprender a trazar bien la palabra de verdad. Esto es necesario porque
cuando la iglesia se degrada hay algunos que tuercen las verdades y las presentan de
forma distorsionada y tendenciosa.
Las contiendas sobre palabras (2:14), las profanas y vanas palabrerías (v. 16), las
palabras que se extienden como gangrena (v. 17), y las cuestiones necias y las nacidas de
una mente indocta (v. 23), son frecuentemente usadas por el diablo (v. 26) en la
corriente de degradación entre las iglesias para engendrar contiendas (v. 23), para llevar
a la ruina a los oyentes (v. 14), para promover la impiedad (v. 16), y para trastornar la fe
de la gente (v. 18). Así que, la palabra de verdad, debidamente expuesta, es necesaria
para alumbrar a los que están en tinieblas, inyectarles el antídoto contra el veneno,
sorber la muerte y encaminar a los que han sido distraídos.
Hoy en día, entre los cristianos, los únicos aspectos de la verdad que no han sido
torcidos, son los aspectos superficiales. Casi todos los asuntos más profundos de la
verdad han sido distorsionados. Respecto a ellos, muchos no han trazado bien la palabra
de verdad, sino que la han trazado de una manera torcida y tendenciosa. Por
consiguiente, no sólo debemos ser maestros, soldados, competidores y labradores, sino
también obreros, carpinteros, que trazan bien la palabra de verdad. La verdad aquí no
denota simplemente la doctrina bíblica, sino el contenido y la realidad de la economía
neotestamentaria de Dios. Los elementos principales de esta verdad son Cristo como
misterio de Dios y corporificación de Dios, y la iglesia como misterio de Cristo y Cuerpo
de Cristo. Todos debemos aprender a trazar bien la palabra de verdad con respecto a
Cristo y la iglesia.
Algunos de los maestros de las Asambleas de los Hermanos, según su propia
interpretación de lo que dijo Pablo respecto a trazar bien la palabra de verdad,
consideran que se refiere a dividir la Biblia en las distintas dispensaciones: la inocencia,
la conciencia, el gobierno humano, la promesa, la ley, la gracia y el reino. Si bien es
cierto que se puede entender la Biblia conforme a estas dispensaciones, dividir la
Palabra conforme a tales dispensaciones no es lo que Pablo quiso decir en 2:15, donde
nos exhorta a trazar bien la palabra de verdad. El vocablo “verdad”, tal como se usa en
los tres libros de 1 y 2 Timoteo y Tito, tiene un significado específico: denota el
contenido de la economía neotestamentaria de Dios. Por no haber visto esto, muchos de
los que leen la Biblia creen que en 2:15 Pablo habla de la verdad de un modo general. Sin
embargo, debemos entender la palabra “verdad” tal como se usa en este versículo, según
el uso que se le da en los tres libros de 1 y 2 Timoteo y Tito. En 1 Timoteo 3:15 se nos
dice que la iglesia es “columna y fundamento de la verdad”. Esta verdad es el misterio de
la piedad, Dios manifestado en la carne. La iglesia debe mostrar, enarbolar, esta verdad,
esta realidad. Pablo habla de la verdad en muchas ocasiones en estas tres epístolas. Por
ejemplo, en 1 Timoteo 2:4 él declara que Dios “quiere que todos los hombres sean salvos
y vengan al pleno conocimiento de la verdad”. “La palabra de verdad”, mencionada en 2
Timoteo 2:15, se refiere a las sanas palabras de la economía neotestamentaria de Dios.
Como obreros, no solamente debemos aprender a seccionar la Biblia según las
dispensaciones, lo cual es demasiado superficial, sino que debemos aprender a exponer
la palabra de verdad en cuanto a la economía de Dios. Si queremos hacer esto, debemos
estudiar con detenimiento la manera en que Pablo usó la palabra verdad en estas tres
epístolas. Si examinamos estos libros detenidamente, veremos que en este contexto la
verdad denota la realidad del contenido de la economía neotestamentaria de Dios. Por
consiguiente, trazar bien la palabra de verdad equivale a exponer, sin prejuicio y sin
distorsión, la realidad de la economía de Dios revelada en el Nuevo Testamento.
ESTUDIO-VIDA DE 2 TIMOTEO
MENSAJE CUATRO
LA DECADENCIA SE EXTIENDE
Lectura bíblica: 2 Ti. 2:16-26
El versículo 16 de 2 Timoteo 2 está en contraste con lo que dijo Pablo en el versículo 15,
donde dice: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no
tiene de qué avergonzarse, que traza bien la palabra de verdad”. Un buen obrero es uno
que traza bien, no la palabra del conocimiento ni de la doctrina, sino la palabra de
verdad. Muchos cristianos piensan que la verdad que se menciona en versículos como
2:15, se refiere a doctrinas o enseñanzas. Sin embargo, según el Nuevo Testamento, la
verdad no denota simples doctrinas. En cuanto a Cristo en Su encarnación, Juan 1:14
declara: “Y el Verbo se hizo carne, y fijó tabernáculo entre nosotros... lleno de gracia y de
verdad”. Ciertamente sería insensato interpretar la palabra “verdad” aquí como
doctrina. ¿Cómo podríamos decir que el Verbo se hizo carne y que estaba lleno de
doctrina? La palabra verdad, tal como se usa en el Nuevo Testamento, se refiere a la
realidad de la economía neotestamentaria de Dios. Cuando Cristo vino mediante la
encarnación, también vinieron la gracia y la realidad. Tanto la gracia como la realidad
son Dios mismo. La gracia es Dios en el Hijo como nuestro disfrute; la realidad es Dios
hecho real para nosotros en el Hijo. Por consiguiente, la gracia y la realidad se refieren
al Dios encarnado. Cuando recibimos la gracia, recibimos también la realidad. Entonces,
Dios mismo llega a ser nuestra realidad. Esta realidad es la verdad mencionada en 2
Timoteo 2:15. Como hemos señalado, esta verdad es la realidad del contenido de la
economía neotestamentaria de Dios. Este contenido incluye a Cristo, la Cabeza, y a la
iglesia, Su Cuerpo. Trazar bien la palabra de verdad no consiste en simplemente dividir
la Biblia en sus distintas secciones; más bien, significa trazar bien las sanas palabras de
la realidad del contenido de la economía de Dios.
I. EVITAR PROFANAS Y VANAS PALABRERÍAS
A. Conducen más y más a la impiedad
En contraste con el versículo 15, Pablo añade en el versículo 16: “Mas evita profanas y
vanas palabrerías, porque conducirán más y más a la impiedad”. La palabra “profanas”
denota cualquier clase de contacto con lo mundano; es lo contrario de ser santo. Las
profanas y vanas palabrerías que Pablo mandó a Timoteo que evitara, conducen más y
más a la impiedad, esto es, a una condición que es contraria a la piedad, que es la
manifestación de Dios en nuestra vida diaria y en la vida de iglesia.
B. Se extiende como gangrena
En el versículo 17 Pablo dice: “Y su palabra se extenderá como gangrena; de los cuales
son Himeneo y Fileto”. La palabra griega traducida “se extenderá” puede traducirse
también se alimentará o comerá. Literalmente significa “hallará pastos”, semejante a
Juan 10:9. En el griego, la palabra que literalmente significa “pastos” es un término
médico usado para referirse al avance de una enfermedad mortal que consume (Alford).
Por ello, en este versículo significa extenderse. La palabra “gangrena” denota una úlcera
que carcome, un cáncer. Pablo usó una expresión muy severa para describir a aquellos
que enseñaban cosas diferentes. No dice solamente que las palabras de ellos conducirán
más y más a la impiedad, sino que además se extenderán como gangrena que consume
la carne y causa la muerte de los miembros del cuerpo. Según lo que hemos observado,
esto ha sucedido con algunos disidentes.
C. Himeneo y Fileto
1. Se desviaron en cuanto a la verdad
Al referirse a Himeneo y Fileto, Pablo dice en el versículo 18 que ellos se desviaron “en
cuanto a la verdad, diciendo que la resurrección ya sucedió, y trastornaron la fe de
algunos”. La frase “se desviaron” significa erraron el blanco, se apartaron. Pablo no dice
que Himeneo y Fileto se desviaron en cuanto a la doctrina o la enseñanza, sino que se
desviaron en cuanto a la verdad, es decir, en cuanto a la realidad de la economía
neotestamentaria. Ellos se desviaron de la verdad diciendo que la resurrección ya había
sucedido. Esto equivale a afirmar que no habrá resurrección. Ésta es una grave herejía,
pues niega el poder divino de la vida (1 Co. 15:52; 1 Ts. 4:16; Ap. 20:4, 6).
2. Trastornaron la fe de algunos
En el versículo 18 Pablo declara también que al desviarse en cuanto a la verdad,
Himeneo y Fileto trastornaron la fe de algunos. Esta fe es subjetiva y se refiere a la
acción de creer. La fe subjetiva, la acción de creer, está estrechamente ligada a la
resurrección de Cristo (Ro. 10:9). Como hemos señalado, la fe subjetiva supone una
unión orgánica entre nosotros y el Dios Triuno. El hecho de que la fe de uno sea
trastornada significa que la unión orgánica interior sufre algún tipo de daño. Algunos de
entre nosotros pueden testificar que se han desligado de esta unión orgánica por algún
tiempo por haber escuchado a aquellos que enseñaban cosas diferentes. En su interior,
ellos pudieron percatarse de que había habido una interrupción en su unión orgánica.
Esto significa que su fe fue trastornada.
II. EL SÓLIDO FUNDAMENTO DE DIOS Y SU SELLO
En el versículo 19 Pablo declara: “Pero el sólido fundamento de Dios permanece firme,
teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son Suyos; y: Apártese de injusticia todo
aquel que invoca el nombre del Señor”. Muchos maestros cristianos aseveran que el
fundamento aquí mencionado se refiere a Cristo. Es cierto que en 1 Corintios 3:11 Pablo
declara que Cristo es el único fundamento; aparte de Él, no existe ningún otro
fundamento. Sin embargo, si examinamos el versículo 19 según el contexto del capítulo,
veremos que este fundamento no se refiere a Cristo como el fundamento de la iglesia,
sino a la iglesia como el fundamento, o la base, de la verdad. Los versículos del 14 al 18,
por un lado, dan instrucciones en cuanto a cómo hacer frente a las herejías y, por otro,
en cuanto a cómo manejar la verdad. Según el contexto de los versículos 15, 18 y 25, el
fundamento aquí no se refiere a Cristo como el fundamento de la iglesia, sino a la iglesia
como el fundamento de la verdad. Esto corresponde al “fundamento de la verdad”, el
cual sostiene la verdad (1 Ti. 3:15), especialmente la verdad en cuanto a la resurrección
de Cristo (Hch. 4:33).
La iglesia es edificada con la vida divina en Cristo, una vida que es indestructible,
invencible (He. 7:16; Hch. 2:24) y capaz de soportar la decadencia mortal, cualquiera
que sea su origen. Así que, la iglesia es el sólido fundamento de Dios que permanece
para siempre en contra de cualquier herejía. Sin importar qué clase de herejías puedan
surgir, o cuánto se extienda esta gangrena, este sólido fundamento permanece firme.
Algunos de los que abandonaron el recobro del Señor pensaron que en poco tiempo el
recobro se desmoronaría. No obstante, debido a que el recobro está edificado sobre un
sólido fundamento, no se derrumbó ni se derrumbará jamás. Si el recobro del Señor
hubiera sido fundado en algo que no fuese la vida divina, o sea que no fuese la vida
eterna, se habría derrumbado hace mucho tiempo. Pero puesto que el recobro tiene el
sólido fundamento de la verdad, no es afectado por los ataques. Por el contrario, los que
procuran hacerle daño al recobro, de hecho se perjudican a sí mismos y, al mismo
tiempo, fortalecen el recobro y sacan a relucir más la firmeza de su fundamento. El
recobro está edificado sobre algo eterno y divino: la vida y la naturaleza de Dios. Por
esta razón, ni siquiera las puertas del Hades pueden vencerlo. Puesto que está edificado
sobre la vida eterna, indestructible e invencible, el sólido fundamento de la verdad
permanece firme. En años recientes, no hemos necesitado proteger el recobro del Señor;
antes bien, el recobro ha sido protegido por la vida divina invencible. Por consiguiente,
la iglesia es el sólido fundamento de Dios, que permanece firme sobre la vida eterna.
Pablo declara que este sólido fundamento tiene “este sello”. Este sello tiene dos lados.
Por el lado del Señor dice: “Conoce el Señor a los que son Suyos”. Esto se basa en la vida
divina del Señor, la cual Él ha dado a todos Sus creyentes y la cual ha hecho posible que
ellos tengan una unión orgánica con Él, de modo que sean uno con Él y le pertenezcan.
Por el lado nuestro, dice: “Apártese de injusticia todo aquel que invoca el nombre del
Señor”. Éste es el resultado de la vida divina: nos capacita para apartarnos de la
injusticia y nos guarda irreprensibles en Su santo nombre. La iglesia como el sólido
fundamento en la vida divina lleva este sello de dos lados, el cual testifica que la vida
divina del Señor nos ha hecho Suyos y también nos ha guardado de las cosas que son
contrarias a Su camino justo.
III. UNA CASA GRANDE
El versículo 19 indica claramente que las personas descubiertas por la luz en los
versículos del 16 al 18 no son del Señor. Las maldades de ellos son una prueba categórica
de esto.
En el versículo 20 Pablo dice a continuación: “Pero en una casa grande, no solamente
hay vasos de oro y de plata, sino también de madera y de barro; y unos son para honra, y
otros para deshonra”. La palabra “pero” al comienzo de este versículo indica que lo que
sigue está en contraste con la definición dada en el versículo anterior acerca de los
verdaderos creyentes.
¿Qué quiere decir Pablo con la expresión “una casa grande”? En esta casa grande no sólo
hay vasos de oro y de plata, sino también de madera y de barro, y unos son para honra y
otros para deshonra. Yo he pasado mucho tiempo considerando este asunto delante del
Señor. La casa de Dios, definida en 1 Timoteo 3:15 y 16, denota la iglesia genuina con su
naturaleza divina y su característica esencial, a saber, es el fundamento de la verdad;
mientras que la casa grande aquí mencionada se refiere a la iglesia deteriorada, la cual
se caracteriza por el hecho de que se ha mezclado con el mundo, lo cual se nos muestra
en Mateo 13:31 y 32 en la parábola del gran árbol que crece de forma anormal. En esta
casa grande no solamente hay vasos preciosos, sino también vasos viles. Así que no
podemos concordar que la casa grande de este versículo se refiera a la iglesia, la casa del
Dios viviente mencionada en 1 Timoteo 3:15. La casa grande definitivamente no es la
casa del Dios viviente. La casa del Dios viviente es el gran misterio de la piedad y es
también Dios manifestado en la carne. Entonces, ¿cómo podría haber en esta casa vasos
para deshonra? Por lo tanto, la casa grande indudablemente se refiere al cristianismo, a
la cristiandad. Aun más, esta casa grande corresponde al gran árbol que se nos describe
en Mateo 13. La iglesia genuina hoy es la casa del Dios viviente, mientras que el
cristianismo anormal es la casa grande. ¡Cuán grande y cuán anormal es esta casa! Así
como en el gran árbol se alojan muchos pájaros inmundos, en la casa grande hay vasos
para deshonra, vasos de madera y de barro. No obstante, en la iglesia genuina sólo hay
vasos de oro y de plata.
A. Vasos para honra y para deshonra
Los vasos de honra están constituidos tanto de la naturaleza divina (el oro) como de la
naturaleza humana redimida y regenerada (la plata). Estos vasos, tales como Timoteo y
otros creyentes genuinos, constituyen el firme fundamento que sostiene la verdad. En
cambio, los vasos de deshonra están constituidos de la naturaleza humana caída (la
madera y el barro). Himeneo, Fileto y otros falsos creyentes pertenecen a esta categoría.
B. Limpiados de los vasos de deshonra
En el versículo 21 Pablo añade: “Así que, si alguno se limpia de éstos, será un vaso para
honra, santificado, útil al dueño, y dispuesto para toda buena obra”. Limpiarse significa
apartarse de la injusticia (v. 19), lo cual es la evidencia externa de la naturaleza divina
interior. La palabra “éstos” del versículo 21 se refiere a los vasos para deshonra,
incluyendo a aquellos mencionados en los versículos del 16 al 18. No sólo debemos
limpiarnos de todo lo injusto, sino también de los vasos deshonrosos. Esto significa que
debemos mantenernos alejados de ellos. Por consiguiente, debemos limpiarnos de las
cosas injustas como también de los vasos deshonrosos de madera y de barro. Si nos
limpiamos de estas cosas y de personas negativas, seremos vasos para honra,
santificados, útiles al dueño, y dispuestos para toda buena obra. La frase “para honra”
tiene que ver con la naturaleza, la palabra “santificado” tiene que ver con nuestra
posición, el término “útil” tiene que ver con lo que ponemos en práctica, y la palabra
“dispuesto” tiene que ver con el adiestramiento.
IV. LA EXHORTACIÓN QUE PABLO HACE A TIMOTEO
A. Huir y seguir
En el versículo 22 leemos: “Huye de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el
amor y la paz, con los que de corazón puro invocan al Señor”. Timoteo tenía que estar
alerta no sólo con respecto a la corrupción externa que existía entre las iglesias, sino
también con respecto a sus propias concupiscencias internas. Él tenía que evitar la
corrupción externa y huir de las concupiscencias internas. Además de ello, debía seguir
la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón puro invocan al Señor. La
justicia la debemos aplicar a nosotros mismos; con respecto a Dios, debemos tener fe; y
con respecto a los demás, debemos mostrar amor. La paz es el resultado de estas tres
virtudes.
B. Invocar al Señor
Invocar al Señor de corazón puro significa “mencionar el nombre del Señor” cuando
oramos a Él y lo alabamos. Los que buscan al Señor deben ser aquellos que invocan Su
nombre. Hoy los que invocan al Señor de corazón puro se encuentran en Su recobro.
Damos gracias al Señor porque estamos con los que le invocan de corazón puro. Con
tales creyentes, podemos seguir virtudes tales como la justicia, la fe, el amor y la paz.
C. Desechar las cuestiones necias
y las nacidas de una mente indocta
En el versículo 23 Pablo declara: “Pero desecha las cuestiones necias y las nacidas de
una mente indocta, sabiendo que engendran contiendas”. La palabra griega traducida
“necias” significa también tontas. Una mente indocta denota una mente no educada,
disciplinada o instruida, es decir, una mente que no se somete a Dios, sino que sigue sus
propios designios y su propia voluntad (Darby). La palabra “engendra” quiere decir
genera, produce. Debemos desechar las cuestiones necias, porque ellas se originan en
Satanás, la serpiente. Hace muchos años leí que alguien dijo que mientras la serpiente
hablaba con Eva, probablemente estaba erigida en forma de signo de interrogación. Ella
le hizo a Eva esta pregunta: “¿Conque Dios os ha dicho?” (Gn. 3:1). Todas las cuestiones
necias se originan en la serpiente. Así que, debemos desechar las cuestiones necias y las
nacidas de una mente indocta, las cuales engendran contiendas. Estas cuestiones
siempre provienen de una fuente maligna y serpentina.
D. No ser contencioso
En el versículo 24 Pablo añade: “Porque el esclavo del Señor no debe ser contencioso,
sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido”. Cuando las personas lo traten
mal, no se moleste; antes bien, como esclavo del Señor, usted debe ser amable y sufrir el
maltrato.
E. Corregir a los que se oponen
En el versículo 25 Pablo añade: “Que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por
si quizá Dios les conceda el, arrepentimiento que conduce al pleno conocimiento de la
verdad”. Al usar la palabra “arrepentimiento”, Pablo indica que el problema de aquellos
que se oponen a la verdad radica en el corazón y en la conciencia. La verdad es la
revelación del Dios viviente y de Su economía, el deseo de Su corazón. Para recibir la
revelación divina, el corazón y la conciencia deben ser ejercitados debidamente para con
Dios. Debemos volver nuestro corazón a Él, de modo que se enfoque sólo en Él, y
debemos tener una conciencia pura e irreprensible delante de Él. De otro modo,
podríamos ser llevados cautivos por el diablo y caer en su lazo (v. 26).
En el versículo 25 Pablo se refiere nuevamente al pleno conocimiento de la verdad.
Pablo no habla aquí del pleno conocimiento de la Biblia ni del pleno conocimiento de las
doctrinas y enseñanzas. Él recalca el arrepentimiento que conduce al pleno
conocimiento de la verdad. Aquel que administra la vacuna tiene la responsabilidad de
corregir con mansedumbre a los que se oponen, con la esperanza de que sean
iluminados, se arrepientan y se vuelvan al pleno conocimiento de la verdad.
Existe la posibilidad de que los que se arrepienten “vuelvan al buen sentido,
escapándose del lazo del diablo (quien los había capturado vivos) para hacer la voluntad
de El” (v. 26). Según Vincent, volver al buen sentido significa volver a la sobriedad,
despertarse del estupor de la embriaguez. Al usar la expresión “el lazo del diablo”, Pablo
da a entender que los que se oponen a la verdad, por no tener el suficiente conocimiento
de la revelación divina, han sido capturados y han quedado atrapados en el lazo del
diablo. El enemigo de Dios llena de error la mente reprobada de ellos, y le niega a Dios
la entrada a ellos, tal como lo hizo con los fariseos (Jn. 8:42-45). Tales opositores
necesitan volver sus corazones a Dios y limpiar sus conciencias.
El pronombre “quien” en la frase “quien los había capturado vivos” se refiere al diablo.
Sin embargo, en el idioma original la frase “para hacer la voluntad de Él” es “para la
voluntad de Aquel” y se refiere a Dios, quien se menciona en el versículo 25; por ende,
significa “con miras a”, “por el bien de”, o “para hacer” la voluntad de Dios.
Supongamos que algunas personas se acercaran a usted con la intención de disputar
sobre alguna doctrina o práctica. En lugar de argumentar con ellas, presénteles la
economía de Dios. Para ello, usted necesita conocer bien el contenido de la economía
neotestamentaria de Dios. Todos los santos deben ser adiestrados, quizás por aquellos
que toman la delantera en su localidad, para presentar el pleno conocimiento de la
verdad, o sea, para compartir con otros la realidad del contenido de la economía
neotestamentaria de Dios.
A menudo la gente nos pregunta por qué decimos que somos la iglesia. La primera vez
que oí esta pregunta fue en Estados Unidos en 1963. En esa ocasión un hermano,
mientras teníamos comunión, me preguntó: “¿Por qué su grupo se llama la iglesia en
Los Ángeles?”. Como respuesta a esta pregunta, que por cierto era muy buena, le dije
que en la Biblia, a los santos de determinada localidad, como Jerusalén o Antioquía, se
les consideraba simplemente como la iglesia en esa localidad. Hechos 8:1 habla de la
iglesia en Jerusalén, y 13:1, de la iglesia en Antioquía. Además de ello, le dije que en
Jerusalén había una sola iglesia. Pedro, Jacobo y Juan laboraban juntos para edificar la
única iglesia que había en Jerusalén. Sin embargo, los cristianos de hoy se han desviado
y se reúnen en diversas denominaciones. Por esta razón, en la ciudad de Los Ángeles
existen distintas clases de “iglesias”. Incluso hay grupos que dicen ser una iglesia china o
una iglesia coreana. Después de decirle esto le pregunté a cuál de esas iglesias
deberíamos unirnos. Él reconoció que no debíamos unirnos a ninguna de esas llamadas
iglesias. Luego añadí que si nosotros vivimos en Los Ángeles y no nos llamamos la
iglesia en Los Ángeles, vendríamos a ser una secta más. Si no somos la iglesia en Los
Ángeles, entonces ¿qué somos? No tenemos otra alternativa que llamarnos la iglesia en
Los Ángeles.
Puesto que sabía que algunos podrían decir que la iglesia en Los Ángeles debe incluir a
todos los santos de esa ciudad, agregué: “Es cierto que la iglesia en Los Ángeles incluye a
todos los creyentes en Los Ángeles. Sin embargo, si ellos en su mayoría no están
dispuestos a reunirse simplemente como la iglesia, eso ya es responsabilidad de ellos, no
de nosotros. Por ejemplo, digamos que la familia Jones consta de muchos miembros, y
que la mayoría de ellos se fuera a vivir a otro lugar y quedan únicamente tres miembros
en esa casa. ¿Acaso no serían estos tres la familia Jones? ¿Sería incorrecto si pusieran
un letrero en su casa que dijera: ‘La familia Jones’? Por supuesto que no. Si no se llaman
los Jones, entonces ¿cómo deberían llamarse? Definitivamente sería un error si
adoptaran el apellido Smith o cualquier otro apellido. Así que es correcto que ellos digan
que son la familia Jones, aunque la mayoría de los miembros de esa familia se hayan
mudado a otro lugar. Asimismo, muchos de los que son verdaderamente miembros de la
iglesia en Los Ángeles no se reúnen como la iglesia. Aun así, quienes se reúnen como la
iglesia allí, tienen el derecho a llamarse la iglesia en Los Ángeles”.
En aquella ocasión, pregunté: “¿Por qué los que están en las denominaciones no se
llaman la iglesia? Ellos se molestan porque nos llamamos la iglesia en Los Ángeles. En
lugar de ello, debieran preguntarse por qué adoptan nombres tales como presbiteriano y
luterano. Yo quisiera que ellos estuvieran dispuestos a dejar esos nombres y ser
simplemente la iglesia local en su ciudad. A los que estén dispuestos a dar este paso en
esta ciudad, quisiera decirles: ‘Ya que todos somos la misma iglesia, la iglesia en Los
Ángeles, ¿entonces por qué no simplemente nos reunimos y somos la iglesia?
Reunámonos juntos para practicar la vida de iglesia’”. Éste es un ejemplo que nos
muestra cuánto necesitamos aprender el contenido del pleno conocimiento de la verdad,
y después aprender a presentar la verdad a los demás, sobre todo a los que se oponen.
Esperamos que otros sean alumbrados y lleguen también al pleno conocimiento de la
verdad.
ESTUDIO-VIDA DE 2 TIMOTEO
MENSAJE CINCO
LA DECADENCIA EMPEORA
Lectura bíblica: 2 Ti. 3:1-13
El tema de 2 Timoteo es la vacuna contra la decadencia de la iglesia. Después de que
Pablo presenta sus palabras de introducción (1:1-2), él habla de las provisiones divinas
que se incluyen en esta vacuna: una conciencia pura, una fe no fingida, el don divino, un
espíritu fortalecido, la gracia eterna, la vida incorruptible, las sanas palabras, y el
Espíritu que mora en nosotros (1:3-14). Después de esto, él hace notar que el factor
básico de la decadencia consiste en haber abandonado al apóstol y su ministerio (1:1518). En 2:1-15 Pablo habla acerca del que administra la vacuna, e indica que éste debe
ser maestro, soldado, competidor, labrador y obrero. En la segunda parte del capítulo
dos, él nos habla de la extensión de la decadencia, lo cual se asemeja mucho a la manera
en que se extiende la gangrena (2:16-26). En el capítulo tres Pablo nos dice que la
decadencia empeora, y que ésta nos traerá tiempos de pena y de engaño (3:1-13), y luego
habla del antídoto contenido en esta vacuna: la palabra divina (3:14-17). El capítulo
cuatro consta de tres secciones: el incentivo de aquel que vacuna: la recompensa
venidera (4:1-8); el resultado de la decadencia: amar el presente siglo y cometer muchas
perversidades (4:9-18); y la conclusión (4:19-22). Si examinamos el bosquejo de 2
Timoteo, veremos que ésta no es una simple epístola pastoral, es decir, no es un libro
para los así llamados pastores, sino más bien, un libro escrito para vacunadores, esto es,
para aquellos que deseen vacunar a otros contra la decadencia de la iglesia.
I. LOS TIEMPOS DIFÍCILES
A. En los postreros días
El capítulo tres empieza diciendo: “Pero debes saber esto: que en los postreros días
vendrán tiempos difíciles”. Una vez más, Pablo usa la palabra “pero” para indicar
contraste; este contraste tiene que ver con la esperanza a la que se alude al final del
capítulo anterior. Al final del capítulo dos, Pablo declaró que “el sólido fundamento de
Dios permanece firme” (v. 19), y que debemos huir “de las pasiones juveniles” y seguir
“la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón puro invocan al Señor” (v. 22).
Además, dijo que si con mansedumbre corregimos a los que se oponen, “quizá Dios les
conceda el arrepentimiento que conduce al pleno conocimiento de la verdad, y vuelvan
al buen sentido, escapándose del lazo del diablo” (vs. 25-26). Pablo se dio cuenta de que,
a pesar de que la decadencia se extendería, el sólido fundamento de Dios permanecería
firme, teniendo este sello: “Conoce el Señor a los que son Suyos”, y: “Apártese de
injusticia todo aquel que invoca el nombre del Señor”. Al menos Dios tendría un
remanente compuesto por los que invocan al Señor de corazón puro y siguen la justicia,
la fe, el amor y la paz. Aun más, tales personas pueden vacunar a otros contra la
decadencia de la iglesia. Es verdad que entre nosotros la decadencia sigue
extendiéndose, pero tenemos un fundamento firme; por eso, podemos disfrutar las
riquezas del Señor, llevar a cabo la labor de vacunar a otros e incluso convencer a los
que se oponen para que volvieran al pleno conocimiento de la verdad, lo cual equivale a
rescatar a los que han sido capturados por el diablo y han caído en su lazo, y llevarlos a
hacer la voluntad de Dios. Todo esto nos muestra que Pablo no estaba desanimado; así
que, a pesar de que la decadencia se sigue extendiendo, nosotros podemos hacer algo
positivo y vacunar a otros contra ella.
Ahora, en contraste con todo esto, Pablo dice en 2 Timoteo 3:1: “Pero debes saber esto:
que en los postreros días vendrán tiempos difíciles”. Pablo logró prever y discernir que
en los postreros días vendrían tiempos difíciles. La expresión “los postreros días” denota
el período final de la era presente (2 P. 3:3; Jud. 18), la cual empezó a partir del
momento en que termina la llamada era apostólica, a fines del primer siglo, y durará
hasta la segunda venida de Cristo. La duración de este período no les fue revelada a los
apóstoles (Mt. 24:36); ellos pensaban que el Señor regresaría durante su generación.
Muchos cristianos piensan que la frase “los postreros días”, que aparece en 3:1, es
sinónima de “los tiempos venideros”, que se menciona en 1 Timoteo 4:1; pero no es así.
La Biblia traza una línea divisoria entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento.
Los judíos de antaño consideraban los tiempos del Antiguo Testamento como los
primeros tiempos o los primeros días. La venida de Cristo puso fin al período de la ley
mosaica y dio inicio a un nuevo período, considerado como los últimos días, el cual se
extiende hasta la segunda venida de Cristo. Con respecto a la segunda venida de Cristo,
hay un período secreto, que era desconocido para los apóstoles. Ellos anhelaban saber
cuándo ocurriría la segunda venida del Señor; pero en Marcos 13:32 el Señor Jesús dijo:
“Pero de aquel día o de aquella hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo,
ni el Hijo, sino el Padre”. Más adelante, después de la resurrección del Señor, los
discípulos le preguntaron: “¿Restaurarás el reino a Israel en este tiempo?” (Hch. 1:6), a
lo cual el Señor contestó: “No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones que el
Padre dispuso por Su propia voluntad” (v. 7). No es fácil explicar por qué el Señor dijo
que sólo el Padre, no el Hijo, conocía el tiempo del fin. Puede ser que el Señor, al
rehusar contestar la pregunta acerca del tiempo de Su venida, guardó Su posición como
uno que estaba sometido a la autoridad del Padre. Por consiguiente, les contestó que
esto era algo que “el Padre [había dispuesto] por Su propia voluntad”.
Los primeros discípulos pensaban que el Señor Jesús regresaría en su generación. Éste
era el concepto de Pablo cuando escribió 1 y 2 Tesalonicenses, lo cual nos muestra que la
duración de los postreros días era un secreto que los apóstoles desconocían.
Simplemente no sabemos cuánto dura el periodo que el Padre dispuso en Su
administración entre la ascensión del Señor y Su segunda venida.
En 3:1 Pablo dice que en los postreros días “vendrán tiempos difíciles”. La palabra
griega traducida “tiempos difíciles” significa también tiempos arduos, tiempos de pena,
tiempos peligrosos. Eso significa que estos tiempos serán sumamente difíciles para los
cristianos. En el versículo 12 Pablo declara: “Todos los que quieren vivir piadosamente
en Cristo Jesús padecerán persecución”. Para aquellos que siguen la justicia, la fe, el
amor y la paz, e invocan el nombre del Señor de corazón puro, sin duda alguna, estos
tiempos serán muy difíciles, dolorosos y peligrosos. Pablo aquí parecía decir: “Timoteo,
me consuela el hecho de que el sólido fundamento de Dios permanece firme y que tú,
junto con otros, podáis seguir la justicia, la fe, el amor y la paz, e invocar al Señor con un
corazón puro. Vosotros podéis permanecer firmes juntos y aplicar la vacuna contra la
decadencia de la iglesia. Incluso podréis hacer que algunos regresen al pleno
conocimiento de la verdad y ayudarlos a hacer la voluntad de Dios. Con todo, quiero que
sepas que el tiempo que se acerca será muy difícil para ti. Este tiempo será muy doloroso
y peligroso para todos los que invocan al Señor de corazón puro y desean vivir
piadosamente en Cristo Jesús”.
B. Cómo serán los hombres
En el versículo 2 Pablo añade: “Porque los hombres serán amadores de sí mismos,
amadores del dinero, vanagloriosos, soberbios, injuriadores, desobedientes a los padres,
ingratos, impíos”. El cuadro profético presentado en los versículos del 2 al 5, no describe
la condición maligna de la sociedad que no es cristiana, sino la condición corrupta de la
“casa grande” mencionada en 2:20, que representa al cristianismo degradado. Esto lo
comprueba la expresión “tendrán apariencia de piedad” (v. 5). Los incrédulos ni siquiera
tienen la apariencia de piedad; los únicos que tienen esta apariencia son aquellos que se
llaman cristianos. Así que, los hombres que se mencionan en el versículo 2, son
cristianos.
Lo primero que Pablo dice acerca de estos hombres es que serán “amadores de sí
mismos”. Hoy en día muchos cristianos son amadores de sí mismos. No sólo son
egoístas los que se entregan a los entretenimientos mundanos, sino también los que
asisten a las capillas y a las catedrales.
En las tres epístolas de 1 y 2 Timoteo y Tito se mencionan siete clases de amadores:
amadores de sí mismos, amadores del dinero (2 Ti. 3:2; 1 Ti. 6:10), amadores de los
deleites, amadores de Dios (2 Ti 3:4), amadores del bien (Tit. 1:8), amadores de sus
cónyuges y amadores de sus hijos (Tit. 2:4). También se mencionan dos clases de
personas que no aman: las que no aman el bien y las que no aman a Dios (2 Ti. 3:3-4).
Lo que uno ama es lo que ocupa y posee todo su corazón y todo su ser. ¡Cuán crucial es
esto! Si hemos de tener un día de gloria y de victoria en la iglesia o días penosos en la
decadencia de la iglesia, ello dependerá completamente de cuál sea el objeto de nuestro
amor. La historia nos dice que la raíz de la decadencia de la iglesia es que ella perdió su
primer amor por el Señor (Ap. 2:4). A fin de que la iglesia se mantenga en un nivel
victorioso, debemos amar a Dios y amar el bien en lo que respecta a la economía de
Dios.
En el versículo 2 Pablo habla de hombres que son vanagloriosos, soberbios,
injuriadores, desobedientes a los padres, ingratos e impíos. La palabra griega traducida
“soberbios” significa también altaneros, y la palabra traducida “injuriadores” significa
literalmente blasfemos, como en 1 Timoteo 1:13. Sin embargo, aquí no se refiere a los
que blasfeman contra Dios, sino a los injuriadores o vituperadores, o sea a aquellos que
maldicen e injurian a los hombres. ¡Cuánto hemos sido injuriados por los que dicen ser
cristianos!
En un mensaje anterior les dije que algunos hermanos de Taiwán que habían estado
bajo mi entrenamiento por años, se volvieron disidentes. Algunos incluso injuriaron al
gobierno de Dios. Ellos no sólo eran rebeldes, sino también desagradecidos, ingratos. Es
muy significativo que en el versículo 2 Pablo asocia la ingratitud con la desobediencia a
los padres. Esto pudiera indicar que la ingratitud aquí es principalmente la que se
muestra para con los padres. Debemos ser agradecidos con aquellos que nos han criado
física y espiritualmente, ser agradecidos con nuestros padres naturales como también
con nuestros padres espirituales.
En la década de 1940, el hermano Nee fue objeto de una intensa oposición y se vio
obligado a suspender su ministerio durante seis años. Puesto que yo había sido de ayuda
a algunos de estos hermanos disidentes, la actitud de ellos para conmigo siguió siendo
positiva. Un día, uno de ellos me preguntó: “¿Acaso cree usted que el hermano Nee
nunca se ha equivocado?”. Le contesté: “Si el hermano Nee se ha equivocado o no, no
me corresponde a mí juzgarlo. Lo único que sé es que yo estoy en deuda con él como lo
está un hijo con sus padres. Si no fuera por este siervo del Señor, yo no tendría la vida
que ahora tengo como cristiano. He aprendido la lección de Cam, el hijo de Noé, y no me
atrevo a decir nada en contra de él. Aun más, él ha sido para mí un padre espiritual. Él
me formó en el Señor. Por consiguiente, no me atrevo a decir nada negativo acerca de
él”. Puedo testificar que a lo largo de los años, he visto la bendición de haber tenido tal
actitud hacia mi padre espiritual. Debemos aprender a ser agradecidos con nuestros
padres en la carne así como con nuestros padres espirituales. Es algo muy grave ser
ingratos con nuestros padres. La ingratitud es una característica de la corriente de esta
era. Esta corriente incluso ha afectado el cristianismo.
En los versículos 3 y 4 Pablo añade: “Sin afecto natural, implacables, calumniadores,
intemperantes, salvajes, aborrecedores del bien, traidores, impetuosos, cegados por el
orgullo, amadores de los deleites más que de Dios”. Ser implacable es ser irreconciliable,
ser traidor es ser desleal, y ser impetuoso es ser contumaz. En el cuadro que aquí se nos
presenta, hay tres clases de amadores: amadores de sí mismos, amadores del dinero y
amadores de los deleites; y dos categorías de personas: las que no aman el bien y las que
no aman a Dios.
El versículo 5 dice: “Que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella;
de éstos apártate”. Tener apariencia de piedad es tener la mera semblanza, sin la
realidad esencial. La eficacia de la piedad se refiere a la virtud verdadera y práctica que
influye sobre nosotros de manera viviente para que expresemos a Dios.
Estos versículos nos presentan un cuadro sombrío del cristianismo degradado de hoy.
Por la misericordia y la gracia del Señor, nosotros, en Su recobro, debemos rechazar
todas estas cosas que aquí se describen, y ser todo lo contrario.
Los versículos 6 y 7 hablan de los que siempre “están aprendiendo, y nunca pueden
llegar al pleno conocimiento de la verdad”. Estas palabras se han cumplido en la
experiencia de muchos cristianos de hoy. Ellos escuchan un sermón tras otro y estudian
la Biblia, pero no conocen la realidad del contenido de la economía neotestamentaria de
Dios. No conocen a Cristo como la corporificación del Dios Triuno, ni la iglesia como el
misterio de Cristo.
El versículo 8 dice: “Y de la manera que Janes y Jambres se opusieron a Moisés, así
también éstos se oponen a la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos en
cuanto a la fe”. Según la tradición judía, Janes y Jambres fueron los magos egipcios que
se opusieron a Moisés en Éxodo 7:11 y 22.
En la decadencia de las iglesias, la verdad es el blanco del ataque del enemigo. Por lo
tanto, la verdad es también el remedio que cura y rescata a las iglesias de su condición
de enfermedad y ruina. En el versículo 8, la palabra “réprobos” significa no aprobados, y
“la fe” denota aquello en lo cual creemos.
En el versículo 9 Pablo dice además: “Mas no irán más adelante; porque su insensatez
será manifiesta a todos, como también lo fue la de aquéllos”. La palabra “insensatez” se
refiere a la falta de prudencia y de sensibilidad en sus acciones. La frase “la de aquéllos”
se refiere a la insensatez de Janes y Jambres, quienes fueron derrotados y reducidos a
nada (Éx. 8:18; 9:11).
II. EL VACUNADOR PERMANECE FIRME FRENTE
A LA OLA DE LA DECADENCIA
En el versículo 10 Pablo le recuerda a Timoteo: “Pero tú has seguido fielmente mi
enseñanza, conducta, propósito, fe, longanimidad, amor, perseverancia”. La palabra
“conducta” se refiere a la manera de vivir, y el término griego traducido “propósito” se
usa en las epístolas de Pablo en relación con el propósito de Dios.
En el versículo 11 Pablo habla de la persecución y de los padecimientos que le
sobrevinieron en Antioquía, Iconio y Listra. Listra era la ciudad donde vivía Timoteo
(Hch. 16:1-2), la cual quedaba cerca de Iconio y Antioquía de Pisidia.
El versículo 12 dice: “Y en verdad todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo
Jesús padecerán persecución”. La palabra griega traducida “quieren” significa también
determinan. Vivir piadosamente equivale a llevar una vida de piedad. Todos los que
deseen, determinen, llevar una vida piadosa en Cristo Jesús, padecerán persecución. Por
esta razón, no debemos esperar que el cristianismo de hoy nos trate con benignidad.
Antes bien, debemos anticipar persecución por procurar llevar una vida piadosa en un
entorno impío. Mientras estemos a favor del recobro del Señor, algunos nos
condenarán, se opondrán a nosotros y nos atacarán. También propagarán rumores
acerca de nosotros y denigrarán nuestro buen nombre. Esta persecución no vendrá de la
gente del mundo, sino de aquellos que dicen ser cristianos. En Juan 16:2 el Señor Jesús
dijo que vendría la hora cuando cualquiera que matara a los discípulos pensaría que con
ello estaría rindiendo servicio a Dios. El celo por Dios los llevará a matar a los
seguidores del Señor, simplemente por seguir un camino distinto al tradicional.
III. LA DECADENCIA EMPEORA
En el versículo 13 Pablo concluye, diciendo: “Mas los malos hombres y los impostores
irán de mal en peor, engañando y siendo engañados”. La palabra “impostores” significa
impostores tramposos. Este versículo nos dice que la decadencia de la iglesia
empeorará. Los malos hombres y los impostores, los que engañan a los demás con sus
argucias, irán de mal en peor. Después de haber sido engañados ellos mismos,
engañarán a otros.
Damos gracias al Señor porque, en Su misericordia, Él nos ha traído a Su recobro, donde
podemos oír palabras sanas y francas.
ESTUDIO-VIDA DE 2 TIMOTEO
MENSAJE SEIS
EL ANTÍDOTO CONTENIDO EN LA VACUNA
Lectura bíblica: 2 Ti. 3:14-17
Hemos visto que el tema de 2 Timoteo es la vacuna contra la decadencia de la iglesia. En
este mensaje hablaremos acerca del antídoto contenido en esta vacuna, el cual es la
Palabra divina. En 2:16-26 vemos cómo se extiende la decadencia, y en 3:1-13 vemos
cómo la decadencia empeora. Alabamos al Señor porque en 3:14-17 encontramos un
antídoto maravilloso, celestial, divino, espiritual y lleno de riquezas. Como veremos, este
antídoto es la palabra divina del Antiguo y Nuevo Testamento, es decir, la Escritura que
es dada por el aliento de Dios y es útil para enseñar, para redargüir, para corregir y para
instruir en justicia, y hace que el hombre de Dios sea cabal, enteramente equipado para
toda buena obra.
I. LA PALABRA DIVINA
A. Del Nuevo Testamento
En 2 Timoteo 3:14 dice: “Pero persiste tú en lo que has aprendido y de lo que estás
convencido, sabiendo de quiénes has aprendido”. Las cosas que Timoteo aprendió del
apóstol y de las cuales tenía certeza, eran la porción vital del contenido del Nuevo
Testamento, con la cual se completó la revelación divina (Col. 1:25). Así que, él tenía una
comprensión práctica de gran parte del Nuevo Testamento. Éstas eran las cosas que él
había aprendido de Pablo y de las cuales tenía certeza.
La palabra ministrada por Pablo completó la revelación divina, la parte principal del
Nuevo Testamento. El versículo 14 indica que Timoteo había recibido de Pablo el
conocimiento apropiado del Nuevo Testamento y que estaba persuadido de ello, a pesar
de que en ese entonces el Nuevo Testamento como tal aún no había terminado de
escribirse. Así que, a Timoteo se le había confiado la revelación central del Nuevo
Testamento.
B. Del Antiguo Testamento
En el versículo 15 Pablo añade: “Y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras,
las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús”.
Además de su conocimiento del Nuevo Testamento, Timoteo había recibido, desde su
niñez, un buen fundamento en el conocimiento del Antiguo Testamento. Él fue
completamente perfeccionado y equipado para ministrar la palabra de Dios, no sólo al
cuidar de una iglesia local, sino también al afrontar la decadencia de la iglesia, la cual
iba de mal en peor.
Los versículos 14 y 15 se refieren al Antiguo Testamento como también al Nuevo. Puesto
que Timoteo conocía las santas Escrituras desde su niñez, él conocía bien el Antiguo
Testamento y había recibido de Pablo un conocimiento apropiado de la parte principal
del Nuevo Testamento. Así, pues, Timoteo tenía una comprensión apropiada de la Biblia
en su totalidad. Hoy todos los santos del recobro de Señor, sobre todo los jóvenes,
necesitan entender la Palabra de Dios, tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo.
II. LA ESCRITURA
A. Dada por el aliento de Dios
El versículo 16 declara: “Toda la Escritura es dada por el aliento de Dios, y útil para
enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia”. Las palabras griegas
traducidas “toda la Escritura es dada por el aliento de Dios y útil”, significan también:
“Toda Escritura que ha sido dada por el aliento de Dios, es también útil”.
Para confrontar la muerte, la corrupción y la confusión que imperan en la decadencia de
la iglesia, se necesita la vida eterna, en la cual se basa el capítulo uno (vs. 1, 10), la
verdad divina, que se recalca en el capítulo dos (vs. 15, 18, 25), y la santa Escritura, que
se tiene en tan alta estima en el capítulo tres (vs. 14-17). La vida eterna no sólo sobre la
muerte, sino que además proporciona el suministro de vida; la verdad divina reemplaza
la vanidad de la corrupción con la realidad de todas las riquezas divinas; y la santa
Escritura no sólo disipa la confusión, sino que además nos proporciona luz y revelación
divinas. Por esta razón, en este libro el apóstol subrayó estos tres asuntos.
La expresión “dada por el aliento de Dios” indica que la Escritura, la palabra de Dios, es
el aliento que sale de Su boca. El hablar de Dios es Su exhalación. Por consiguiente, Su
palabra es espíritu (Jn. 6:63), pneúma, o aliento. Así que, la Escritura contiene y
comunica a Dios como el Espíritu. El Espíritu es, por tanto, la esencia misma, la
sustancia, de la Escritura, así como el fósforo es la sustancia esencial de los cerillos.
Debemos “encender” el Espíritu de la Escritura con nuestro espíritu para obtener el
fuego divino.
La Escritura, que contiene y comunica a Dios el Espíritu, también contiene y comunica a
Cristo. Cristo es la Palabra viva de Dios (Ap. 19:13), y la Escritura es la palabra escrita de
Dios (Mt. 4:4).
B. Útil
Según el versículo 16, toda la Escritura es también útil para enseñar, para redargüir,
para corregir y para instruir en justicia. Aquí “redargüir” significa reprender, refutar. La
palabra “corregir” denota rectificar lo incorrecto, volver a alguien al camino correcto o
restaurarle a una condición recta. La palabra “instruir” se refiere a disciplinar o castigar
conforme a la justicia, es decir, por medio del elemento y la condición de la justicia.
C. A fin de que el hombre de Dios sea cabal
En el versículo 17 Pablo declara: “A fin de que el hombre de Dios sea cabal, enteramente
equipado para toda buena obra”. Hemos visto que un hombre de Dios es uno que
participa de la vida y naturaleza de Dios (Jn. 1:13; 2 P. 1:4) de modo que llega a ser uno
con Dios en Su vida y en Su naturaleza (1 Co. 6:17) y así lo expresa. Esto corresponde al
misterio de la piedad, que es Dios manifestado en la carne (1 Ti. 3:16). Por medio de la
Escritura dada por el aliento de Dios, el hombre de Dios llega a ser cabal, enteramente
equipado para toda buena obra. Aquí la palabra “cabal” significa completa y
perfectamente capacitado, y “equipado” significa pertrechado, provisto de lo necesario,
preparado.
Necesitamos conocer la Biblia no meramente según la letra impresa, sino también según
la revelación divina y la sabiduría celestial. No debemos pensar que un doctorado puede
capacitar a alguien para entender una epístola como Efesios. Si estudiamos esta epístola
únicamente según la letra, no podremos entenderla. Para obtener una comprensión
adecuada de este libro, como de toda la Biblia, requerimos un espíritu de sabiduría y de
revelación. Por esta razón Pablo oró: “Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el
Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el pleno conocimiento de
Él, para que, alumbrados los ojos de vuestro corazón, sepáis cuál es la esperanza a que
El os ha llamado” (Ef. 1:17-18). Damos gracias al Señor porque por más de cincuenta
años hemos estado recibiendo este espíritu de sabiduría y de revelación. Como
resultado, los mensajes publicados en el recobro del Señor siempre contienen algo
fresco y nuevo. Estos mensajes no son dados meramente conforme a la letra de la
Escritura, sino según el espíritu de sabiduría y de revelación.
En el recobro del Señor no valoramos la teología, las tradiciones ni los concilios.
Honramos, respetamos y valoramos la santa Palabra que nos es dada bajo el resplandor
de la luz celestial, luz que proviene de un espíritu de sabiduría y de revelación. Debido a
que dependemos de la iluminación de Dios, Él nos abre Su Palabra.
Muchos cristianos aplican mal 3:16 y 17, al decir que la santa Escritura es útil para
enseñar, redargüir, corregir e instruir en justicia y que hace posible que el hombre de
Dios sea cabal, enteramente equipado y perfeccionado. Aunque todo esto es cierto, pasa
por alto el elemento de vida contenido en la Palabra. Aquellos que consideran la Biblia
un libro de enseñanzas, de reprensiones, de correcciones y de instrucciones, a menudo
pasan por alto la esencia vital que está en la Palabra. Como seres humanos,
exteriormente tenemos un cuerpo físico, pero interiormente tenemos un espíritu y un
alma. Nuestra persona no consiste principalmente de la parte externa, el cuerpo, sino de
las partes internas, el espíritu y el alma. Lo mismo sucede con respecto a la Biblia. La
Biblia no sólo tiene un “cuerpo”, la letra, sino que además posee un espíritu, ya que es
dada por el aliento de Dios. Si al leer la Biblia ejercitamos únicamente nuestra mente
para estudiarla, no recibiremos el suministro de vida.
La mayoría de los cristianos pasa por alto el espíritu y toma la Biblia como un libro
escrito. El Señor Jesús dijo en cierta ocasión: “Las palabras que Yo os he hablado son
espíritu y son vida” (Jn. 6:63). Además, hemos señalado que cada palabra de la Biblia
contiene el aliento de Dios. Por tanto, no sólo debemos estudiar la Palabra, sino también
inhalar el aliento divino que está en la Palabra. Si no ejercitamos nuestro espíritu para
inhalar el aliento divino, no recibiremos la vida divina cuando estudiemos la Biblia. Pero
si inhalamos el aliento de Dios, seremos avivados por un elemento divino, celestial y
espiritual.
Quisiera recalcarles que no es suficiente estudiar la Biblia con el simple propósito de
seguir instrucciones. A menudo, durante una ceremonia de bodas, el ministro da
instrucciones a la novia y al novio según las palabras de Pablo en Efesios 5. A la mujer,
le recuerda que debe estar sujeta a su marido, y al marido, que debe amar a su mujer.
No obstante, aunque ellos prometan cumplir esos requisitos, no podrán hacerlo a menos
que reciban el aliento divino hallado en la Palabra. Las instrucciones en justicia, dadas
según la Biblia, no funcionan si no recibimos el aliento de Dios, ya que en realidad
estaríamos rebajando dichas instrucciones al mismo nivel de las enseñanzas éticas de
Confucio.
Damos gracias al Señor por mostrarnos que cada vez que leamos la Palabra debemos
ejercitar nuestros ojos, nuestra mente y nuestro espíritu. Podríamos decir que con los
ojos establecemos contacto con el “cuerpo” de la Palabra, que con nuestra mente
establecemos contacto con el “alma” de la Palabra, y que, al ejercitar nuestro espíritu
para orar la Palabra, entramos en contacto con el espíritu de la Palabra. De este modo,
logramos no sólo entender el significado de cierto pasaje de la Escritura, sino también
inhalar el aliento divino para recibir el suministro de vida.
Muchos de entre nosotros podemos testificar que cuando leemos ciertos versículos de la
Biblia nos resultan muy preciosos. Sin embargo, es posible que también los discípulos
de Confucio consideren preciosas algunas de las frases que él dijo. No obstante, las
enseñanzas de Confucio no contienen el aliento divino. La Palabra de Dios, en cambio,
contiene el aliento divino. Detrás de la letra impresa de la Biblia se halla al Espíritu que
da vida. Por consiguiente, cada vez que leamos la Palabra, debemos ejercitar nuestro
espíritu, además de nuestra mente. De este modo, los versículos que leamos no sólo nos
parecerán preciosos, sino que además nos nutrirán y nos refrescarán.
De hecho, las funciones que cumple la Palabra, tales como enseñar, redargüir, corregir e
instruir, están relacionadas con la transformación. La Biblia no nos corrige
principalmente de manera externa, sino de manera interna, transformándonos. Esto
significa que la palabra de la Escritura opera en nosotros de forma metabólica. Tal como
los alimentos que ingerimos y digerimos nos nutren interiormente al cambiarnos y
transformarnos metabólicamente, de la misma manera, la Palabra de Dios nos
transforma al enseñarnos, reargüirnos, corregirnos e instruirnos interiormente.
Si queremos que la Palabra nos nutra, no sólo debemos orarla, sino también salmodiarla
y cantarla. En Colosenses 3:16 Pablo declara: “La palabra de Cristo more ricamente en
vosotros en toda sabiduría, enseñándoos y exhortándoos unos a otros con salmos e
himnos y cánticos espirituales, cantando con gracia en vuestros corazones a Dios”. Si
oramos, salmodiamos y cantamos la Palabra, avivaremos el fuego de nuestro espíritu.
Aun más, cada vez que oremos, salmodiemos y cantemos la Palabra, inhalaremos el
aliento divino y recibiremos más del elemento de Dios. De esta manera, Dios se
impartirá en nosotros y nos infundirá Su elemento.
No podemos negar el hecho de que el Señor nos ha mostrado mucha luz de Su Palabra.
Un ejemplo de esto es la luz que recibimos cuando leemos el Evangelio de Juan. Si leen
el bosquejo del Evangelio de Juan impreso en la Versión Recobro, comprenderán que el
Señor verdaderamente nos ha dado a conocer Su Palabra. Muchos tal vez conozcan la
Biblia según la letra, pero nosotros, por la misericordia y gracia del Señor, conocemos la
Biblia conforme a la vida, la luz y el espíritu.
Permítame testificar acerca de la luz que hemos recibido en Juan 16:8-11. Un día,
mientras leía estos versículos, vi que el pecado, la justicia y el juicio están relacionados
respectivamente con tres personas, a saber: Adán, Cristo y Satanás. Poco tiempo
después de haber visto esto, se me asignó dar un mensaje en una reunión de
evangelización en la iglesia en Shangái, y compartí sobre estos versículos. Les dije a las
personas: “Como seres humanos, ustedes nacieron en Adán. En Adán, ustedes pecaron y
fueron condenados; pero existe otra persona, Cristo, y hay un camino por el cual ustedes
pueden salir de Adán y entrar en Cristo, a fin de ser justificados por Dios. Si creen en
Cristo, serán trasladados a Él; pero si no creen en Cristo, permanecerán en Adán, la
primera persona, y su destino finalmente será el mismo de Satanás, la tercera persona.
El juicio ya ha sido preparado para Satanás. ¿Quieren ustedes ayudar a que Satanás
sufra el juicio por toda la eternidad? ¿Permanecerán ustedes en Adán y en el pecado
para finalmente compartir el mismo juicio con Satanás, o creerán en Cristo y serán
trasladados a Él, a fin de recibir el don de la justicia?”. Aquel mensaje fue muy bueno e
impartió mucha luz. Cuando terminé de dar ese mensaje, me sentí muy nutrido. Poco
después, el hermano Nee, refiriéndose a ese mensaje, me dijo: “Witness, casi nadie ha
visto que en Juan 16:8-11, el pecado está relacionado con Adán; la justicia, con Cristo; y
el juicio, con Satanás. Te aliento a que sigas enseñando la Biblia de esa manera”. Nunca
podré olvidar aquellas palabras que me habló el hermano Nee. Estas palabras me siguen
animando, fortaleciendo y confirmando hasta el día de hoy.
Damos gracias al Señor porque con el paso de los años ha seguido brillando sobre
nosotros la luz, y aun se ha derramado sobre nosotros. Si el Señor no nos alumbrara,
podríamos leer 2 Timoteo una docena de veces sin llegar a ver nada respecto a la
vacuna. Para ver esto, se necesita la luz. Cuando la luz nos ilumina, nos damos cuenta de
que la palabra divina, la Escritura, es el antídoto contenido en esta vacuna.
No debiéramos leer la Biblia como lo hicieron los religiosos de la época del Señor Jesús y
de Pablo. Ellos no se percataron de que en el título de Dios —el Dios de Abraham, el
Dios de Isaac y el Dios de Jacob— se hallaba implícita la resurrección. Gamaliel muy
probablemente instruyó a Pablo acerca de Génesis 12 y 15, pero no fue sino hasta que
Pablo fue alumbrado por el Señor y recibió la revelación, que él comprendió que la
esposa de Abraham y su concubina tipificaban dos pactos. Esto nos muestra que una
cosa es ser un erudito de la Biblia, y otra muy distinta es tener la luz de la revelación de
Dios.
No debemos estudiar la Biblia meramente según la letra escrita. Debemos orar para que
el Señor nos dé un espíritu de sabiduría y de revelación. Si no tenemos dicho espíritu y
meramente leemos la letra de la Biblia, no experimentaremos la vida, la luz, ni el
espíritu. Existe una gran diferencia entre la manera en que la mayoría de los cristianos
de hoy lee la Biblia, y la manera en que nosotros leemos la Biblia en el recobro del
Señor. La mayoría de los creyentes lee la Palabra según la letra, pero nosotros leemos la
Palabra según la vida, la luz y el espíritu. Es por ello que constantemente nos
humillamos ante el Señor, abrimos nuestro ser a Él y le pedimos que nos dé luz, visión,
sabiduría y revelación. Espero que todos aprendamos a acudir a la Palabra de Dios de
esta manera.
ESTUDIO-VIDA DE 2 TIMOTEO
MENSAJE SIETE
EL INCENTIVO DEL VACUNADOR
Lectura bíblica: 2 Ti. 4:1-8
En este mensaje hablaremos acerca del incentivo de aquel que administra la vacuna
(4:1-8). Como veremos, este incentivo es la recompensa venidera.
I. EL ENCARGO DEL APÓSTOL
En 2 Timoteo 4:1 Pablo le dice a Timoteo: “Delante de Dios y de Cristo Jesús, que
juzgará a los vivos y a los muertos, te encargo solemnemente por Su manifestación y por
Su reino”. Dios le dio a Cristo todo el juicio debido a que Él es un hombre (Jn. 5:22, 27;
Hch. 10:42; 17:31; Ro. 2:16). Como Juez justo (2 Ti. 4:8), Cristo juzgará a los vivos en Su
trono de gloria, en Su segunda manifestación (Mt. 25:31-46), y juzgará a los muertos en
el gran trono blanco después del milenio (Ap. 20:11-15).
En 4:1 Pablo habla de la manifestación de Cristo y de Su reino. La manifestación de
Cristo tiene como fin juzgar, o sea, darnos a cada uno nuestro pago (Mt. 16:27; Ap.
22:12), y Su reino tiene como fin que Él reine junto con Sus vencedores (Ap. 20:4, 6).
Por causa de estos dos eventos, el apóstol le encargó a Timoteo que cumpliera fielmente
el ministerio de la palabra, el cual le había sido encomendado. Era como si Pablo le
estuviera diciendo: “Timoteo, debes comprender que tu vida y tu obra tienen mucho que
ver con la manifestación del Señor y con Su reino. Cuando Él se manifieste, ¿serás
alabado por el Señor, o recibirás de parte de Él una reprensión? ¿Recibirás una
recompensa o un castigo? ¿Serás tenido por digno de participar en el reino divino y
reinar con Cristo por mil años, o serás tenido por indigno de reinar con Él? Timoteo,
debes pensar seriamente acerca de estos asuntos. Por lo tanto, te encargo solemnemente
por la manifestación del Señor y por Su reino”.
Es de suma importancia el que se le encargue a uno algo por la manifestación del Señor
y por Su reino. Puesto que somos cristianos genuinos, somos salvos eternamente, pero
¿cómo llevamos nuestra vida cristiana, y cuán eficientemente estamos cumpliendo
nuestros deberes como cristianos? ¿Estamos llevando a cabo la economía
neotestamentaria de Dios? ¿Practicamos la vida de iglesia apropiada, la vida corporativa
en el Cuerpo de Cristo, a fin de expresar a Dios en Cristo por medio del Espíritu? Estas
preguntas merecen nuestra atención, porque la manera en que las contestemos podría
determinar nuestro futuro con respecto a la manifestación del Señor y Su reino
venidero. No preste atención a aquellas enseñanzas supersticiosas y superficiales, que
dicen que mientras usted sea salvo, no tendrá ningún problema con el Señor a Su
venida. Es posible que tenga serios problemas cuando esté delante de Él en Su tribunal.
Todo creyente de Cristo, toda persona que haya sido verdaderamente salva, tendrá que
comparecer ante el tribunal de Cristo y ser juzgado por Él, no con relación a si ha de ser
salvo o si ha de sufrir la perdición eterna, sino con respecto a si ha de recibir una
recompensa o un castigo. Por tratarse de un asunto tan solemne, Pablo le da este
encargo a Timoteo delante de Dios y de Cristo Jesús y por la manifestación del Señor y
por Su reino.
En el versículo 2 Pablo continúa su exhortación: “Que proclames la palabra; que te
mantengas preparado a tiempo y fuera de tiempo; convence, reprende, exhorta con toda
longanimidad y enseñanza”. La palabra que Timoteo debía proclamar incluía lo que él
había aprendido tanto de Pablo como del Antiguo Testamento (3:14-15). Esto
comprueba que los versículos 1 y 2 son la continuación de 3:14-17. Al cuidar de una
iglesia local, especialmente en los tiempos de la decadencia de la iglesia, la proclamación
de la Palabra es vital.
La palabra que Timoteo debía proclamar no se trataba meramente de la salvación que
nos libra del infierno y nos lleva al cielo; al contrario, él había de proclamar la palabra
que completara la revelación divina en lo tocante a Cristo y la iglesia. Una palabra sana
como ésta es equivalente a la verdad, a la realidad del contenido de la economía
neotestamentaria de Dios. A Timoteo se le encargó que estuviera preparado para
proclamar esta palabra a tiempo y fuera de tiempo. Predicar a tiempo y fuera de tiempo
significa predicar en cualquier situación, sea ésta oportuna o inoportuna, conveniente o
inconveniente, ya sea que uno sea bien recibido o rechazado. Además de esto, Timoteo
tenía que convencer, reprender y exhortar con toda longanimidad y enseñanza. La
palabra “convencer” significa reargüir. El adjetivo “toda” modifica tanto a longanimidad
como a enseñanza, y quiere decir “enseñar en muchos aspectos y desde diversas
perspectivas”. Para enseñar de esta manera se requiere longanimidad.
II. EL TIEMPO DE LA APOSTASÍA
Los versículos 3 y 4 declaran: “Porque vendrá tiempo cuando no soportarán la sana
enseñanza, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus
propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a los mitos”. El
tiempo mencionado en el versículo 3 se refiere al tiempo en que habrá empeorado la
decadencia de la iglesia. Para entonces, muchos no soportarán la sana enseñanza, es
decir, la enseñanza que es saludable e imparte el suministro de vida. En vez de ello, ellos
preferirán maestros que impartan enseñanzas agradables al oído. Esto nos muestra que
los que no soportan la sana enseñanza, tienen comezón de oír, esto es, oídos que buscan
escuchar palabras agradables conforme a sus deseos. Además, tales personas apartarán
su oído de la verdad y se volverán a los mitos. Tener comezón de oír y apartar el oído de
la verdad es el factor principal que hace que la decadencia de las iglesias empeore.
En la actualidad muchos cristianos no soportan las sanas enseñanzas relacionadas con
la economía de Dios. Cuando enseñamos que Cristo es el Dios-hombre, Aquel que es la
corporificación de Dios y Su expresión, algunos nos han acusado de blasfemos o herejes.
Otros, tergiversando lo que hemos dicho en cuanto a que Cristo es el Dios-hombre, nos
han acusado falsamente y por escrito, de enseñar que Cristo no era completamente Dios
ni completamente hombre. En el libro The Four Major Steps of Christ [Los cuatro pasos
trascendentales que Cristo dio], digo: “Sabemos que Cristo es Dios mismo, quien se
encarnó y llegó a ser un hombre. Cristo es el Dios-hombre. Él no solamente es un
hombre de Dios, sino también un Dios-hombre. Por lo tanto, la encarnación de Cristo
simplemente denota la mezcla de Dios con la humanidad” (pág. 6). Algunos opositores
nuestros, torciendo y tergiversando vilmente nuestras palabras, han escrito lo siguiente:
“Esta deidad encarnada en realidad no era ni Dios ni hombre, sino una tercera cosa, una
mezcla de Dios y hombre”. Nosotros creemos que puesto que Cristo es verdaderamente
Dios y hombre, Él es el Dios-hombre; Él es el Dios perfecto así como el hombre
completo. Su naturaleza divina y Su naturaleza humana, siendo cada una completa, se
unen en Su persona, sin que haya ninguna separación entre ellas, sin confundirse la una
con la otra, y sin que se produzca una tercera naturaleza. Nuestro Señor Jesucristo, el
Dios-hombre, una sola persona que posee dos naturalezas, es digno de recibir nuestra
adoración y alabanza por siempre.
Hoy en día muchos cristianos, debido a que no soportan la sana enseñanza, amontonan
para sí maestros que satisfacen su comezón de oír. Las enseñanzas que tenemos en el
recobro del Señor son completamente diferentes. Nuestras enseñanzas no producen
comezón de oídos; antes bien, son capaces de operar en los oídos de los oyentes.
Algunos, debido a que no soportan esta operación, apartan su oído de la verdad.
Hemos señalado vez tras vez que en 1 y 2 Timoteo la verdad se refiere a la realidad del
contenido de la economía neotestamentaria de Dios. Esta realidad consta
principalmente de Cristo como corporificación de Dios y de la iglesia como Cuerpo de
Cristo. En lugar de escuchar las enseñanzas correctas acerca de Cristo y la iglesia,
muchos cristianos se han apartado para ir en pos de otras cosas.
III. TIMOTEO, EL VACUNADOR
En el versículo 5 Pablo dice a Timoteo: “Pero tú sé sobrio en todo, sufre el mal, haz obra
de evangelista, cumple con perfección tu ministerio”. Con respecto a Timoteo, cumplir
con perfección su ministerio significaba que él debía ejercer su ministerio conforme a la
medida plena de éste. El ministerio aquí denota el ministerio de la Palabra, el cual
consiste en ministrar a Cristo en todas Sus riquezas (Ef. 3:8) a los pecadores y a los
creyentes para la edificación del Cuerpo de Cristo (Ef. 4:11-12). Tal ministerio se
necesita desesperadamente para contrarrestar la decadencia, que fue profetizada en los
versículos 3 y 4.
IV. PABLO, EL MODELO
En los versículos 6 y 7 Pablo testifica de sí mismo: “Porque yo ya estoy siendo
derramado en libación, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena
batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe”. En el versículo 6 Pablo indica que él ya
estaba siendo derramado en libación. La libación acompañaba a las ofrendas básicas
reveladas en los capítulos del uno al seis de Levítico (Nm. 15:1-10; 28:7-10), las cuales
tipifican distintos aspectos de Cristo. La libación era un tipo del Cristo disfrutado por el
oferente; Cristo, el vino celestial, lo llenó al grado de convertirlo en vino para Dios. El
apóstol Pablo llegó a ser tal libación al disfrutar a Cristo al grado en que pudo
derramarse en libación para Dios sobre la fe de los creyentes, mediante el
derramamiento de su sangre. Ser derramado aquí significa verter la sangre de uno. La
expresión “ya estoy siendo derramado” indica que el proceso de ser ofrecido en libación
había empezado.
Pablo dijo que el tiempo de su partida estaba cercano. Esto se refiere al hecho de partir
del mundo para estar con el Señor (Fil. 1:23), por medio del martirio. Pablo fue
encarcelado en Roma en dos ocasiones. El primer encarcelamiento tuvo lugar alrededor
del año 62 o 64 d. de C., y se debió a la acusación de los judíos (Hch. 28:17-20). Durante
aquel período Pablo escribió las epístolas a los colosenses, a los efesios, a los filipenses y
la Epístola a Filemón. Después de ser liberado del primer encarcelamiento (una
liberación que él esperaba según se menciona en Filipenses 1:25; 2:24; y Filemón 22),
debe de haber ido a Éfeso y a Macedonia (1 Ti. 1:3), donde probablemente escribió la
Primera Epístola a Timoteo. De allí fue a Creta (Tit. 1:5) y a Nicópolis (Tit. 3:12), donde
escribió la Epístola a Tito; luego fue a Troas y a Mileto (2 Ti. 4:13, 20), donde
probablemente escribió la Epístola a los Hebreos. Durante su segundo encarcelamiento,
el cual ocurrió alrededor del año 67 d. de C. y se debió a la persecución repentina por
parte de Cesar Nerón, escribió la Segunda Epístola a Timoteo mientras esperaba su
inminente martirio por la causa de su Maestro.
En el versículo 7 Pablo menciona tres cosas: pelear la buena batalla, acabar la carrera y
guardar la fe. Una vida cristiana apropiada incluye estos tres aspectos: pelear la buena
batalla contra Satanás y su reino de tinieblas por los intereses del reino de Dios (1 Ti.
6:12); correr la carrera para llevar a cabo la economía de Dios según Su propósito eterno
(He. 12:1); y guardar la fe para participar de las riquezas divinas de la economía de Dios
(1 Ti. 3:9). En cuanto a esto, Pablo estableció un modelo adecuado para nosotros.
Pablo empezó a correr la carrera celestial después de que el Señor tomó posesión de él, y
siguió corriendo continuamente (1 Co. 9:24-26; Fil. 3:12-14) para poder acabarla (Hch.
20:24). Ahora, al final, triunfalmente proclama: “He acabado la carrera”. Por esto
recibirá del Señor una recompensa: la corona de justicia (v. 8).
Pablo al final testificó que había guardado la fe. Esto significaba que había guardado la
economía neotestamentaria de Dios. Guardar la fe significa guardar la economía
neotestamentaria de Dios en su integridad: la fe en cuanto a Cristo como la
corporificación de Dios y el misterio de Dios, y también en cuanto a la iglesia como el
Cuerpo de Cristo y el misterio de Cristo.
V. LA RECOMPENSA: EL INCENTIVO
El versículo 8 dice: “Y desde ahora me está guardada la corona de justicia, con la cual
me recompensará el Señor, Juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos
los que aman Su manifestación”. La corona, un símbolo de gloria, es dada como premio,
además de la salvación del Señor, al corredor que triunfa en la carrera (1 Co. 9:25). En
contraste con la salvación, la cual proviene de la gracia y se recibe por fe (Ef. 2:5, 8-9),
este premio proviene de la justicia a través de las obras (Mt. 16:27; Ap. 22:12; 2 Co.
5:10). Los creyentes serán recompensados con dicho premio no según la gracia del
Señor, sino según Su justicia. Por lo tanto, se le llama la corona de justicia. El que
otorgará la recompensa será el Señor como Juez justo, y no como Dios misericordioso ni
como Redentor bondadoso. Pablo estaba seguro de que tal premio estaba reservado,
guardado, para él y de que lo recibiría por recompensa el día de la segunda
manifestación del Señor.
Pablo declara que esta recompensa será otorgada a todos los que aman la manifestación
del Señor. La manifestación del Señor, Su regreso, es una advertencia, un estímulo y un
incentivo para nosotros. Debemos amarla y aguardarla con anhelo y gozo. Fue por esta
manifestación que el apóstol le encargó a Timoteo que cumpliera su ministerio (vs. 1-2,
5).
La corona de justicia que Pablo estaba seguro que recibiría, es el incentivo de aquellos
que administran la vacuna divina. Si permanecemos fieles a la sana palabra de la verdad
y si administramos fielmente a los cristianos la vacuna divina que contiene todos los
ricos ingredientes, a fin de que ellos se vuelvan al pleno conocimiento de la verdad, nos
será dada esta recompensa el día de la manifestación del Señor. Dicho de otro modo, si
somos fieles al ministerio del Señor, la corona de justicia será nuestra recompensa.
Actualmente, entre los cristianos se habla mucho acerca de la segunda venida del Señor.
Sin embargo, no muchos creyentes saben que cuando el Señor Jesús regrese, no vendrá
como el Dios misericordioso ni como el Salvador lleno de gracia, sino como el Juez
justo. Los cristianos deben ser advertidos y exhortados a que se preparen para
comparecer ante este Juez. Espero que en esta era de tinieblas, muchos de entre
nosotros asuman la responsabilidad de llevar este solemne encargo al pueblo del Señor.
Todos debemos recibir este encargo delante de Dios y del Señor Jesús, quien juzgará a
los vivos y a los muertos. Tenemos que declarar el hecho de que cuando venga el Señor
Jesús, Él será el Juez de todos, tanto de los que son creyentes como de los que no lo son.
Según Mateo 25, todos los siervos del Señor tendrán que rendirle cuentas. El Señor nos
dirá: “Bien, esclavo bueno y fiel” (v. 21), o, “esclavo malo y perezoso” (v. 26). El Señor,
basándose en Su justicia, determinará si hemos de recibir una recompensa o no.
Puesto que la venida del Señor y Su reino son asuntos solemnes, Pablo le dio un solemne
encargo a Timoteo en 4:1-8. No debemos pensar que la manifestación del Señor será
simplemente un momento de suma alegría y emoción, ya que también será un momento
muy solemne para todos los que han creído en Cristo. Ésta es la razón por la cual Pablo
le dio este encargo a Timoteo por la manifestación del Señor y por Su reino. Espero que
todos prestemos atención a esta solemne advertencia.
ESTUDIO-VIDA DE 2 TIMOTEO
MENSAJE OCHO
EL RESULTADO DE LA DECADENCIA
Lectura bíblica: 2 Ti. 4:9-22
En este mensaje examinaremos el resultado de la decadencia de la iglesia, basándonos
en 4:9-22.
I. AMAR ESTE SIGLO
En 2 Timoteo 4:9 Pablo le dice a Timoteo: “Procura con diligencia venir pronto a
verme”. Estas palabras demuestran afecto e intimidad. Pablo sólo podría haber escrito
tales palabras a alguien que fuera muy allegado a él. Timoteo era muy allegado a Pablo y
tenía una relación muy íntima con él.
En el versículo 10 encontramos la razón por la cual Pablo le encargó a Timoteo que
viniera pronto a verle: “Porque Demas me ha abandonado, amando este siglo, y se ha
ido a Tesalónica; Crescente a Galacia, y Tito a Dalmacia”. Amar este siglo, es decir, el
mundo que vemos con nuestros ojos, está en contraste con amar la manifestación del
Señor, lo cual se menciona en el versículo 8. El mundo, el cosmos, se compone de
muchos siglos o eras. Pareciera que cada década es un siglo diferente. El siglo presente
denota el mundo que nos rodea, nos atrae y nos seduce. Demas era uno que amaba este
siglo.
Algunos creen que Demas era oriundo de Tesalónica, y que ésta fue la razón por la que
volvió allí después de haber abandonado a Pablo. Pero independientemente de si él
provenía de esa ciudad o no, es un hecho que él se fue allí porque amaba el mundo y
había abandonado al apóstol.
El versículo 10 es difícil de entender, debido a que las palabras “se ha ido” no modifica
únicamente a Demas, sino también a Crescente y a Tito. Esto significa que Demas se
había ido a Tesalónica, Crescente se había ido a Galacia, y Tito se había ido a Dalmacia.
¿Indicaría esto que cuando Tito, igual que Demas, partió dejando a Pablo, lo hizo sin
estar en buenos términos con él? Si no fuera por el hecho de que el Nuevo Testamento
nos habla positivamente de Tito, yo podría pensar que este versículo está afirmando que
Demas, Crescente y Tito partieron, dejando a Pablo sin estar en buenos términos con él.
Al menos podría entender que Crescente y Tito siguieron su propio camino. No
obstante, encuentro muy difícil creer que Tito hubiera abandonado a Pablo, sobre todo
después de haber sido el destinatario de una de las epístolas de Pablo. Tito visitó a Pablo
después de que éste fue arrestado y encarcelado por segunda vez. De todos modos,
aunque encuentro difícil de creer que Tito hubiera abandonado a Pablo, el hecho es que
a él se le menciona junto con Demas en el versículo 10. ¿Fue Pablo quien envió a
Crescente a Galacia y a Tito a Dalmacia? No sabemos a ciencia cierta si ellos fueron
enviados allí por Pablo o si se fueron por su propia cuenta.
En el versículo 11 Pablo dice: “Sólo Lucas está conmigo. Toma a Marcos y tráele contigo,
porque me es útil para el ministerio”. El hecho de que Pablo hubiera declarado que sólo
Lucas estaba con él podría indicar que Tito se había despedido de Pablo de manera
negativa o que simplemente se había ido. Demas abandonó a Pablo porque amaba este
siglo, y es probable que Tito se hubiera despedido de Pablo por otra razón. Ya que Pablo
sufría encarcelamiento en Roma, ninguno de sus colaboradores debió haberlo dejado
por ningún motivo, a menos que Pablo los hubiese enviado. Ellos debieron haber
permanecido con Pablo para fortalecerlo. El hecho de que Pablo pidiera que le trajesen a
Marcos indica que Pablo necesitaba algunos asistentes que lo fortalecieran. En última
instancia, debemos dejar al Señor la cuestión de si Pablo envió a Tito a Dalmacia o si
éste se fue allí por su propia cuenta.
En el versículo 12 dice: “Pero [gr.] a Tíquico lo envié a Efeso”. La palabra que aparece al
comienzo de este versículo es difícil de traducir; podría traducirse “ahora bien”, “pero”,
“sin embargo” o “y”. En lo personal, me parece mejor usar la palabra “pero” o “sin
embargo”. Era como si Pablo estuviese diciendo: “Es cierto que necesito algunos
asistentes y que vengas pronto trayendo a Marcos contigo, sin embargo, envié a Tíquico
a Éfeso”. Aunque resulte difícil saber cómo traducir la palabra griega al comienzo del
versículo 12, podemos alabar al Señor porque había una iglesia en Éfeso, porque Pablo
pudo enviar allí a un hermano y porque hubo un hermano que estaba dispuesto a ser
enviado. ¡Alabado sea el Señor por este envío!
Yo valoro mucho los versículos del 9 al 12 porque revelan que la relación entre Pablo y
sus colaboradores estaba regida por Dios y no por las reglas de una organización
humana; es decir, los colaboradores de Pablo tenían libertad de actuar por su propia
cuenta. Pablo no dijo: “Tito, te prohíbo que te vayas a Dalmacia. Tienes que quedarte
aquí conmigo. Si te vas, te despediré de la obra”. Sin embargo, aunque no estaban
regidos por ninguna organización humana, fue por designación divina que el principal
apóstol fuera la autoridad. Por consiguiente, Pablo pudo encargarle a Timoteo que fuera
pronto a verle.
Durante los años que pasé con el hermano Nee, muchos colaboradores vinieron a él para
pedirle consejo, queriendo que él les dijera qué hacer con respecto a ciertos asuntos. En
muy pocas ocasiones, si acaso hubo alguna, el hermano Nee les dio una respuesta. Sin
embargo, puedo testificar —junto con otros que estuvimos con él—, que siempre que yo
le preguntaba algo al hermano Nee, siempre me daba una respuesta directa. A veces,
cuando me encontraba lejos en otra ciudad, él me enviaba un telegrama pidiéndome que
fuera a verle o que fuera a cierto lugar.
Si comparamos los libros de 2 Timoteo y Tito, veremos que hay un mayor grado de
intimidad entre Pablo y Timoteo que entre Pablo y Tito. Si bien Pablo le escribió una
epístola a Tito, no le logró expresar las mismas cosas que expresó a Timoteo. A un
colaborador tan íntimo suyo como era Timoteo, Pablo pudo encargarle que llegara
pronto.
La relación entre Pablo y sus colaboradores no era regida por los términos de una
organización; en otras palabras, Pablo no se consideraba un jefe que podía contratar o
despedir a sus colaboradores según su criterio. Asimismo hoy en día, puesto que no nos
regimos por las normas de una organización, en el recobro del Señor no se emplea ni se
despide a nadie.
Hemos visto que Demas, por haberse dejado atraer por este siglo, abandonó al apóstol.
En los versículos 8 y 10, vemos un contraste entre amar la manifestación del Señor y
amar este siglo. Si amamos la manifestación del Señor, nos pondremos de Su lado y
combatiremos junto con Él por Sus intereses; pero si amamos este siglo, nos pondremos
del lado del mundo. Aunque Demas amó este siglo y abandonó a Pablo, Pablo no dice
que lo hubiera despedido de la obra. Además, es probable que Crescente y Tito se
hubieran ido sin que Pablo los hubiera enviado. Quizás Pablo, en lo profundo de su ser,
hubiera deseado que Tito se hubiera quedado con él para asistirlo y darle apoyo. En
cualquier caso, estos versículos dejan claro que Pablo no usó su autoridad como se
acostumbra hacer en las organizaciones humanas.
Muchos de los que han sido colaboradores por más de treinta años pueden testificar que
el recobro del Señor no es una organización humana en la que hay un jefe que usa su
autoridad para contratar o despedir a sus colaboradores. En vez de ello, vemos cómo
Dios coordina con Su autoridad delegada. Debido a que entre Pablo y sus colaboradores
había tal coordinación y tal principio de autoridad, el apóstol pudo pedirle a Timoteo
que viniera pronto a verle y también pudo enviar a Tíquico a Éfeso.
Según Filipenses 2, Timoteo era absolutamente uno con Pablo. Él era del mismo ánimo
que Pablo e incluso muchas veces estuvo dispuesto a arriesgar su propia alma por la
obra de Cristo. Debido a esta unidad y al nivel de intimidad que había entre ellos, Pablo
pudo pedirle a Timoteo que fuera pronto a verle. Fue también por ello que pudo enviar a
Tíquico a Éfeso. No obstante, esto no era como las decisiones que se toman en una
organización, sino que, más bien, eran las decisiones espirituales que tomaban aquellos
que estaban en la coordinación de Dios. La libertad con la que puedan hablar con usted
los que están en el liderazgo y coordinan con Dios, depende de la medida en la que usted
sea uno con el ministerio. No depende en absoluto de políticas organizativas, sino del
grado de unidad que se tenga.
En el versículo 13 Pablo añade: “Trae, cuando vengas, el capote que dejé en Troas en
casa de Carpo, y los rollos, mayormente los pergaminos”. Estas palabras también
revelan el grado de intimidad que había entre Pablo y Timoteo. Troas era un puerto
marítimo al noroeste de Asia Menor, donde Pablo recibió el llamado de Macedonia
(Hch. 16:8-11). Los rollos y los pergaminos eran materiales que se usaban para escribir
en la antigüedad. La palabra griega traducida “capote” era probablemente una capa o se
refería a una funda en la que se podía guardar algo.
II. CAUSAR MUCHOS MALES
El versículo 14 dice: “Alejandro el calderero me ha causado muchos males; el Señor le
pagará conforme a sus hechos”. Aunque Pablo no maldijo a Alejandro, sí expresó una
palabra de justicia, diciendo que el Señor le pagaría conforme a sus hechos.
En los versículos 10 y 14 vemos dos aspectos del resultado de la decadencia. Por una
parte, vemos que algunos, afectados por la decadencia, amaban este siglo; por otra,
vemos que otros le causaron muchos males al apóstol. En tiempos de degradación, estas
cosas ocurren vez tras vez.
En 1 Timoteo 1:20 Pablo habla de Himeneo y de Alejandro. En 2 Timoteo 2:17 él se
refiere de nuevo a Himeneo, y en 4:14, a Alejandro. ¿Eran Himeneo y Alejandro
creyentes verdaderos o impostores? Esto hace que nos preguntemos dónde se halla la
línea divisora entre la casa grande (2 Ti. 2:20) y la casa de Dios (1 Ti. 3:15). Sólo el Señor
puede trazar la línea de una manera definitiva. Sólo Él tiene el pleno conocimiento de
quién es un creyente verdadero y quién es un creyente falso.
Los que han conducido un estudio científico de la diferencia entre el trigo y la cizaña
mencionados en Mateo 13, señalan que el trigo y la cizaña son iguales en apariencia,
tamaño, color y forma, hasta que dan fruto. En esa etapa, el trigo produce espigas
doradas y la cizaña produce espigas negras. Antes de ese momento, nadie es capaz de
diferenciar el trigo de la cizaña. Sin embargo, eso no significa que no debamos hacer
ninguna distinción entre los verdaderos creyentes y los falsos. Mientras que sepamos
que cierta persona no es trigo, no debemos recibirla ni reconocerla como trigo. Pero si
en determinado caso no estamos seguros, debemos recibir a esa persona. Hacer esto no
va en contra de nuestra conciencia. Es posible que algunos de los que recibamos no sean
creyentes genuinos. Es posible que Himeneo hubiera sido un verdadero creyente que
naufragó en cuanto a la fe. Tal vez algunos piensen que Himeneo no era un verdadero
creyente, y otros opinen que sí era un verdadero creyente, pero que después cayó en
herejía. Puesto que el Señor es el único que sabe esto a ciencia cierta, no debemos
dedicar demasiada atención al caso de Himeneo.
En cuanto a nosotros los creyentes, no debe existir ninguna área gris. Esto significa que
debe de resultarles fácil a los demás discernir si nuestro color es “negro” o “blanco”. Por
ejemplo, nadie pone en duda que Timoteo era un creyente genuino. Timoteo no sólo era
blanco; él era un blanco luminoso y resplandeciente. Asimismo debiera ser muy
evidente para los demás que nosotros somos verdaderos creyentes del Señor.
Hemos señalado que es difícil trazar la línea divisora entre la casa grande y la casa de
Dios. (A los ojos del mundo, nosotros somos considerados parte del cristianismo
institucional). En la casa grande puede haber ciertas cosas que sean usadas por Dios; sin
embargo, nosotros no debiéramos ser usados por Dios de esa manera. En la casa grande
no sólo hay vasos de oro y de plata, sino también de madera y de barro. ¿Le gustaría ser
usado por Dios como un vaso de madera o de barro, o como un vaso de oro o de plata?
Yo preferiría ser usado por Él como un vaso de oro y de plata en la casa de Dios.
No dediquen demasiado tiempo tratando de discernir si Alejandro era o no un
verdadero creyente. En vez de ello, concéntrense en asuntos que sean positivos, claros y
nutritivos. Si Alejandro era un creyente verdadero o falso, si era trigo o cizaña, eso lo
determinará el Señor. Sin embargo, debemos asegurarnos de una cosa: de no seguir su
ejemplo. Debemos ser Timoteos, y no Alejandros.
Con respecto a Alejandro el calderero, Pablo le aconsejó a Timoteo: “Guárdate tú
también de él, pues en gran manera se ha opuesto a nuestras palabras” (v. 15).
Indudablemente, las palabras a las que se opuso Alejandro eran las sanas palabras de la
economía de Dios. Hoy enfrentamos una oposición similar por parte de los que se
oponen a las palabras de la economía de Dios.
El versículo 16 continúa el tema: “En mi primera defensa ninguno se puso de mi parte,
sino que todos me abandonaron; no les sea tomado en cuenta”. No sabemos si Demas
abandonó a Pablo antes o después de su primera defensa; lo único que sabemos es que
todos lo abandonaron y que nadie se puso de su lado.
En el versículo 17 Pablo testifica: “Pero el Señor estuvo a mi lado, y me revistió de poder,
para que por mí fuese cumplida cabalmente la proclamación del evangelio, y que todos
los gentiles oyesen. Y fui librado de la boca del león”. La expresión “la boca del león” es
una figura retórica usada para referirse a algún asunto maligno (v. 18) o a una persona
maligna (1 Co. 15:32). Quizás durante el juicio que pasó Pablo, alguien lo trató en algún
momento de una manera extremadamente cruel. Es posible que Pablo, al usar la
expresión “la boca del león”, hubiera tenido presente a esa persona.
En el versículo 18 Pablo dice: “Y el Señor me librará de toda obra mala, y me salvará
para Su reino celestial. A Él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén”. El reino
celestial es el reino de nuestro Padre (Mt. 13:43), el reino del Padre (Mt. 26:29), el reino
de Cristo y de Dios (Ef. 5:5), y el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo (2
P. 1:11), que será una recompensa para los santos vencedores. Esto equivale a la corona
de justicia, mencionada en el versículo 8, y es un incentivo para que los creyentes corran
la carrera celestial. Pablo tuvo la seguridad de declarar triunfalmente que habría de ser
salvo para este reino celestial.
III. CONCLUSIÓN
Después de saludar a Prisca y a Aquila, y a la casa de Onesíforo (v. 19), Pablo declara:
“Erasto se quedó en Corinto, y a Trófimo dejé en Mileto enfermo”. Mileto era una ciudad
de Asia Menor que estaba cerca de Éfeso (Hch. 20:15, 17). ¿Por qué dejó enfermo el
apóstol a uno que tenía una relación tan íntima con él, sin hacer una oración de sanidad
por él? ¿Por qué no ejerció su don de sanidad (Hch. 19:11-12) para sanar a Timoteo de su
enfermedad estomacal en vez de indicarle que usara métodos naturales para curarse (1
Ti. 5:23)? La respuesta a estas preguntas es que él y sus colaboradores estaban bajo la
disciplina de la vida interior durante ese tiempo de sufrimiento, y no bajo el poder del
don externo. Lo primero tiene que ver con la gracia en vida; y lo último, con el don en la
esfera del poder, es decir, el poder milagroso. En la decadencia de la iglesia, y en el
sufrimiento que uno padece por la iglesia, el don de poder no se necesita tanto como la
gracia en vida.
Según el Nuevo Testamento, los dones milagrosos pueden ser de alguna utilidad en el
establecimiento de una iglesia, pero para que la iglesia resista la decadencia o la
persecución, los dones o poderes milagrosos no son muy eficaces. Lo único que tiene
gran eficacia es la vida eterna, de la cual debemos echar mano. Es por medio de esta vida
que somos capaces de resistir la decadencia y la persecución.
Algunos pensarán que Pablo, por haber atendido a las enfermedades de Timoteo y
Trófimo de manera muy humana, actuó como si fuera un incrédulo. En ningún lugar
leemos que él hubiera orado pidiendo sanidad, y nos queda muy claro que él no ejerció
el don de sanidad. En lugar de ello, leemos que aconsejó a Timoteo tomar un poco de
vino, y que dejó a Trófimo en Mileto enfermo. Pablo atendió a sus colaboradores de una
manera muy humana. Él no actuó de forma espectacular buscando exhibirse. De la
misma manera, en el recobro del Señor nadie debe procurar exhibirse. Sólo debemos
hacer hincapié en la vida eterna, mediante la cual podemos resistir las pruebas, las
tribulaciones, las persecuciones, los ataques y la oposición. El sólido fundamento
permanece firme. Este fundamento no depende de los milagros, sino de la vida eterna,
que no es otra cosa que la gracia que reside en nosotros.
Después de encargarle a Timoteo que procurara con diligencia venir antes del invierno y
de enviarle los saludos de todos los hermanos que estaban con él, Pablo concluye,
diciendo: “El Señor esté con tu espíritu. La gracia sea con vosotros” (v. 22). Aquí vemos
que Pablo concluye con dos de los principales elementos de la estructura de 2 Timoteo,
los cuales son: un espíritu fortalecido y la gracia de Dios. El libro de 2 Timoteo, en el
cual se dan instrucciones acerca de cómo hacer frente a la degradación de la iglesia, hace
un marcado énfasis en nuestro espíritu. Al principio, se recalca que nos ha sido dado un
espíritu de poder, de amor y de cordura, un espíritu con el cual podemos avivar el fuego
del don de Dios y sufrir el mal junto con el evangelio según el poder de Dios y la gracia
del Señor, la cual nos imparte vida (1:6-10). En la conclusión de este libro, se nos
bendice recalcando que el Señor está con nuestro espíritu a fin de que le disfrutemos
como gracia para estar firmes contra la corriente de degradación de la iglesia en
decadencia y para llevar a cabo la economía de Dios en virtud de Su Espíritu que mora
en nosotros (1:14) y de la palabra que nos equipa (3:16-17).
En tiempos de pena, cuando la degradación de la iglesia empeora, lo que se necesita es
la eterna gracia de Dios, la cual nos fue dada en la eternidad (1:9) y de la cual debemos
apropiarnos en esta era. Esta gracia, la cual está en la vida indestructible, es nada menos
que Cristo, el Hijo de Dios, la corporificación misma de la vida divina, quien mora y vive
en nuestro espíritu. Necesitamos ejercitar nuestro espíritu para poder disfrutar de las
riquezas de este Cristo (Ef. 3:8), la gracia suficiente (2 Co. 12:9). De esta manera,
podemos vivirle a Él como nuestra piedad (1 Ti. 4:7-8) para la edificación de la iglesia
como Su testimonio, teniendo todas las realidades divinas conforme a la economía de
Dios.
Como santos que están en el recobro del Señor, todos debemos aprender a tocar al
Señor en nuestro espíritu, teniendo muy claro que la gracia que está con nosotros es
nada menos que el Dios Triuno, quien pasó por un proceso para llegar a ser el Espíritu
todo-inclusivo, vivificante y compuesto que mora en nosotros. Ahora nuestro espíritu
humano es uno con el Espíritu, uno con la máxima consumación del Dios Triuno
procesado. Día tras día podemos disfrutar a este Espíritu en nuestro espíritu. Mientras
sepamos que el Señor está con nuestro espíritu y que el Dios Triuno procesado es
nuestra gracia, y mientras ejercitemos nuestro espíritu para disfrutar de esta gracia,
tendremos la realidad de la economía neotestamentaria de Dios. Así, en medio de la
degradación del cristianismo actual, habrá un testimonio de la realidad de la economía
de Dios.
Según Juan 1:14, el Verbo, que es Dios mismo, se hizo carne, lleno de gracia y de
realidad. Esto indica que mientras tengamos la gracia, tendremos también la realidad. Si
ejercitamos nuestro espíritu y disfrutamos de esta gracia, tendremos la realidad.
Entonces llevaremos a cabo la economía neotestamentaria de Dios.
ESTUDIO-VIDA DE TITO
MENSAJE UNO
EL ESTABLECIMIENTO DE LA AUTORIDAD
EN LA IGLESIA
Lectura bíblica: Tít. 1:1-9
Es muy conveniente que conozcamos la secuencia en que fueron escritos los cuatro
libros de 1 y 2 de Timoteo, Tito y Filemón. Filemón se escribió primero, durante el
primer encarcelamiento de Pablo en Roma. Después de que Pablo fue liberado de la
prisión, él escribió 1 Timoteo y la Epístola a Tito. Finalmente, durante su segundo
encarcelamiento, cuando Nerón llevó a cabo su persecución, escribió su última epístola,
2 Timoteo.
I. EL TEMA DEL LIBRO:
MANTENER EL ORDEN EN LA IGLESIA
El tema del libro de Tito es el de mantener el orden en la iglesia. Durante el primer
encarcelamiento de Pablo en Roma, las iglesias estaban siendo probadas. Durante ese
tiempo de prueba, resultó evidente que algunas iglesias no tenían un buen orden. Así
que, después de ser puesto en libertad, Pablo visitó varios lugares, incluyendo la ciudad
de Éfeso y la isla de Creta. Percatándose de cuál era la situación de las iglesias, Pablo
sintió la urgencia de escribirle una epístola a Tito para darle instrucciones sobre cómo
mantener el debido orden de una asamblea local. Éste es el contexto histórico de este
libro y también la razón por la cual fue escrito. Si se ha de mantener el orden de la
iglesia, es menester establecer en ella la autoridad. Por consiguiente, en este mensaje,
basándonos en 1:1-9, examinaremos el establecimiento de la autoridad en la iglesia.
Como veremos, esto tiene mucho que ver con el nombramiento de ancianos en cada
ciudad (v. 5).
II. INTRODUCCIÓN
A. Pablo, esclavo de Dios y apóstol de Jesucristo
Examinemos primero Tito 1:1-9 versículo por versículo, y luego veamos más
detalladamente algunos asuntos cruciales.
Tito 1:1 dice: “Pablo, esclavo de Dios y apóstol de Jesucristo, conforme a la fe de los
escogidos de Dios, y el pleno conocimiento de la verdad, la cual es según la piedad”.
Pablo fue constituido apóstol conforme a cuatro asuntos: el mandato de Dios (1 Ti 1:1),
la fe de los escogidos de Dios, la promesa de vida (2 Ti. 1:1) y el pleno conocimiento de la
verdad. El mandato, por parte de Dios, habla por Él y nos exige algo de nuestra parte. La
fe, por parte nuestra, responde a los requisitos de Dios y recibe Su gracia. Tener fe es
proclamar que somos incapaces de cumplir los requisitos de Dios, que Dios lo ha hecho
todo por nosotros y que nosotros hemos recibido lo que Él ha hecho. La vida prometida
por Dios es lo que hemos recibido de Él para llevar a cabo Sus exigencias. Pablo era este
tipo de apóstol para administrar la economía neotestamentaria de Dios.
En Tito 1:1 Pablo se refiere a los escogidos de Dios, o sea, a los que creen en Cristo,
quienes fueron escogidos por Dios el Padre antes de la fundación del mundo (Ef. 1:4) y
elegidos de entre la humanidad para salvación.
Pablo era apóstol no sólo conforme a la fe de los escogidos de Dios, sino también
conforme al pleno conocimiento de la verdad. La fe consiste en recibir todo lo que Dios
ha planeado para nosotros, todo lo que Él ha hecho por nosotros y todo lo que Él nos ha
dado. El pleno conocimiento de la verdad es una comprensión cabal de la verdad, un
reconocimiento pleno y un gran aprecio por la realidad de todas las cosas espirituales y
divinas que hemos recibido por medio de la fe. El apostolado concuerda con tal
comprensión y aprecio de la realidad de la economía eterna de Dios.
En 1:1 Pablo indica que la verdad es según la piedad. La verdad, la realidad, de la
economía eterna de Dios es según la piedad, la cual es Dios manifestado en el hombre.
El apostolado imparte esta realidad en los elegidos de Dios, en aquellos que han creído
en Él, y cumple tal piedad entre ellos por medio de la predicación, la enseñanza y la
administración en la Palabra y en el Espíritu (1 Ti. 6:3).
En el versículo 2 Pablo dice además: “En la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que
no miente, prometió desde antes de los tiempos de los siglos”. Pablo era apóstol no
solamente conforme a la fe y al conocimiento de la verdad, sino también en la esperanza
de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió en la eternidad. Esto
corresponde a la frase “según la promesa de vida”, mencionada en 2 Timoteo 1:1. “En la
esperanza de la vida eterna” significa sobre la base de la vida eterna, supeditada a la vida
eterna o contando con la esperanza de la vida eterna. La vida eterna, la vida increada de
Dios, no solamente tiene como fin que nosotros participemos de ella y la disfrutemos
hoy, sino también que la heredemos (Mt. 19:29) en toda su plenitud por la eternidad. Lo
que experimentamos de la vida eterna hoy, nos hace aptos para heredarla en el futuro.
El disfrute que tenemos de la vida eterna hoy es un anticipo, mientras que la vida eterna
que heredaremos en la era venidera y en la eternidad será el disfrute pleno. De ahí la
expresión la esperanza de la vida eterna. Ésta es la esperanza bienaventurada que se
revela en 2:13, la cual incluye la libertad de la gloria de la plena filiación, la redención de
nuestro cuerpo (Ro. 8:21-25), la salvación que será revelada en el tiempo postrero (1 P.
1:5) y la esperanza viva de la herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible
reservada para nosotros en los cielos (1 P. 1:3-4). Ésta es la bendición espiritual, divina y
celestial de la vida eterna, que disfrutaremos tanto en el milenio como en el cielo nuevo
y la tierra nueva (2 P. 1:11; 3:13; Ap. 21:6-7), a la cual se refiere 1 Timoteo 4:8. Pablo
asumió su apostolado y cumplió su ministerio apostólico basándose en esta esperanza
como una condición, y no en algún beneficio de esta vida, ni tomando algún privilegio
basado en la ley. Esto indica que, con respecto a su apostolado, Pablo contaba con la
vida divina y confiaba en ella con toda la esperanza de la misma. Ésta es la vida que Dios
prometió en la eternidad y que nos fue traída por medio del evangelio (2 Ti. 1:10).
El tema de la Epístola a Tito es mantener el orden en las iglesias. Para ello son
indispensables la fe de los escogidos de Dios, la verdad conforme a la piedad, y la vida
eterna. Así que desde la introducción misma se enuncian estas tres cosas.
La vida eterna es la vida divina, la vida increada de Dios, la cual no solamente perdura
para siempre, sino que también es eterna y divina en su naturaleza. La vida eterna de
Dios es dada a todos los creyentes de Cristo (1 Ti. 1:16) y es el elemento principal de la
gracia divina que nos fue dada (Ro. 5:17, 21). Esta vida venció la muerte (Hch. 2:24) y la
sorberá (2 Co. 5:4). Fue según la promesa de tal vida que Pablo fue apóstol (2 Ti. 1:1).
Esta vida y la incorrupción que se deriva de la misma han sido sacadas a la luz y hechas
visibles a los hombres por medio de la predicación del evangelio.
La vida eterna fue prometida “desde antes de los tiempos de los siglos”. Ésta debe de ser
la promesa que el Padre hizo al Hijo en la eternidad. El Padre nos escogió en el Hijo y
nos predestinó para filiación por medio de Él (Ef. 1:5) antes de la fundación del mundo.
Es probable que en la eternidad el Padre hubiera prometido al Hijo dar Su vida eterna a
Sus creyentes. Al recibir esta vida, los creyentes, quienes fueron dados al Hijo en la
eternidad (Jn. 17:2), llegarían a ser Sus hermanos (He. 2:11).
En el versículo 3 Pablo añade: “Pero a su debido tiempo manifestó Su palabra en la
proclamación que me fue encomendada según el mandato de Dios nuestro Salvador”. La
frase “a su debido tiempo” no se refiere a los tiempos de los siglos, aunque sí se refiere a
la vida eterna mencionada en el versículo 2, es decir, denota el tiempo apropiado en que
la vida eterna se manifestaría.
La frase “Su palabra”, que aparece en el versículo 3, corresponde a la vida eterna
mencionada en el versículo 2. Esto concuerda con 1 Juan 1:1 y 2.
B. A Tito, verdadero hijo según la común fe
En el versículo 4 Pablo dice: “A Tito, verdadero hijo según la común fe: Gracia y paz, de
Dios Padre y de Cristo Jesús nuestro Salvador”. Tito, al igual que Timoteo (1 Ti. 1:2), era
un verdadero hijo de Pablo, no por medio de su nacimiento natural, sino en la fe. Él era
hijo de Pablo espiritualmente, en la esfera y elemento de la fe. En este versículo, la
común fe es la fe en un sentido general, la fe que es común a todos los creyentes, la fe
igualmente preciosa (2 P. 1:1).
III. EL ESTABLECIMIENTO DE LA AUTORIDAD
EN LA IGLESIA
A. El encargo del apóstol
Tito 1:5 dice: “Por esta causa te dejé en Creta, para que pusieras en orden lo que faltaba,
y establecieses ancianos en cada ciudad, así como yo te mandé”. La expresión “cada
ciudad”, comparada con la frase “cada iglesia” de Hechos 14:23, no sólo indica que la
jurisdicción de una iglesia local es la ciudad donde ésta se encuentra, sino también que
en una ciudad debe haber una sola iglesia. La jurisdicción de los ancianos de una iglesia
local debe abarcar toda la ciudad donde está la iglesia. Este único cuerpo de ancianos en
una ciudad impide que la unidad del Cuerpo de Cristo sufra daño. Una ciudad debe
tener una sola iglesia con un solo cuerpo de ancianos. Sin lugar a dudas se puede ver
esta práctica en el modelo que nos presenta claramente el Nuevo Testamento (Hch. 8:1;
13:1; Ro.16:1; 1 Co. 1:2; Ap. 1:11), la cual también es un requisito indispensable para
mantener el debido orden en una iglesia local. Por esta razón, lo primero que el apóstol
le mandó a Tito con respecto a poner las cosas en orden, fue que nombrara ancianos en
cada ciudad.
B. Los requisitos de un anciano
En los versículos del 6 al 9 Pablo enumera los numerosos requisitos que debe cumplir
un anciano: debe ser irreprensible, marido de una sola mujer, tener hijos creyentes que
no hayan sido acusados de disolución ni sean indomables, ser como mayordomo de
Dios, no ser contumaz, ni iracundo, no ser dado al vino, no ser pendenciero ni codicioso
de viles ganancias, ser hospedador, amador del bien, sensato, justo, santo y dueño de sí
mismo. Hemos examinado detalladamente muchos de estos requisitos en el mensaje
cinco del Estudio-vida de 1 Timoteo, el cual se titula: “Los que vigilan y los diáconos en
la administración de la iglesia”.
En el versículo 9 Pablo dice:”Retenedor de la palabra fiel, la cual es conforme a la
enseñanza de los apóstoles, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y
convencer a los que se oponen”. Los ancianos son nombrados para que administren el
gobierno de Dios en una iglesia local, a fin de que se mantenga un buen orden en la
iglesia. Para lograr esto, los ancianos necesitan retener la palabra fiel, la cual es
conforme a la enseñanza de los apóstoles, a fin de calmar situaciones conflictivas y
poder tapar la boca de aquellos que causan problemas con sus habladurías (vs. 9-14).
La “palabra fiel” es la palabra confiable, fidedigna y verdadera que fue enseñada en las
iglesias conforme a la enseñanza de los apóstoles. Los ancianos de una iglesia local
deben retener esta clase de palabra sana para poder cumplir su servicio en la enseñanza
(1 Ti. 3:2; 5:17).
La enseñanza de la que se habla aquí es la enseñanza de los apóstoles (Hch. 2:42), que
con el tiempo llegó a ser el Nuevo Testamento. Esto indica que las iglesias fueron
establecidas conforme a la enseñanza de los apóstoles y siguieron dicha enseñanza.
También indica que el orden de las iglesias fue mantenido mediante la palabra fiel, la
cual fue dada conforme a la enseñanza de los apóstoles. El desorden en la iglesia se
debía principalmente a que los creyentes se habían desviado de la enseñanza de los
apóstoles. Para contrarrestar esto, debemos retener la palabra fiel, enseñada en las
iglesias conforme a la enseñanza de los apóstoles. En una situación confusa y oscura,
debemos adherirnos a la palabra del Nuevo Testamento —la enseñanza de los
apóstoles— la cual ilumina y guarda el orden. Para mantener el orden en la iglesia se
necesita, además del cuerpo de ancianos, la palabra que es conforme a la revelación de
Dios.
Hemos visto que en la frase “sana enseñanza” se halla implícita la vida. Cualquier cosa
que podamos calificar como sana hace alusión a la sanidad inherente de la vida. La
enseñanza de los apóstoles ministra la sana enseñanza como el suministro de vida a
otros, ya sea nutriéndolos o sanándolos.
Los ancianos, al retener la palabra fiel, la cual es conforme a la enseñanza de los
apóstoles, pueden “convencer a los que se oponen”. Convencer aquí significa descubrir
el verdadero carácter de algo de tal modo que alguien sea convencido y, por ende,
reprendido al quedar al descubierto su falta. Esta misma palabra griega se tradujo
“reprender” en Efesios 5:11 y 13.
Regresemos ahora a los versículos del 1 al 3 y examinemos más detalladamente algunos
asuntos cruciales.
En el versículo 1 Pablo dice que él es apóstol de Jesucristo “conforme a la fe de los
escogidos de Dios y el pleno conocimiento de la verdad, la cual es según la piedad”. En
este versículo vemos que el apostolado de Pablo era conforme a la fe de los escogidos de
Dios y conforme al pleno conocimiento de la verdad, y que esta verdad es según la
piedad. Por lo tanto, las tres palabras cruciales de este versículo son: fe, verdad y piedad.
Pablo era apóstol no solamente según la piedad, sino conforme a la fe y el pleno
conocimiento de la verdad, que es según la piedad. En el versículo 2 vemos que Pablo
era también apóstol “en la esperanza de la vida eterna”. El pronombre relativo “la cual”
del versículo 1, se refiere a la vida eterna. La vida eterna implica una esperanza. Ninguna
especie de vida temporal conlleva una verdadera esperanza, pero la vida eterna sí tiene
una esperanza. Puesto que la vida eterna perdura para siempre y es indestructible, ella
nos da esperanza.
La esperanza de la vida eterna fue prometida por Dios, que no miente, “desde antes de
los tiempos de los siglos”. La expresión “los tiempos de los siglos” es una expresión
especial que denota la eternidad. En la eternidad Dios prometió la vida eterna junto con
la esperanza que ésta conlleva. Al leer el versículo 3 vemos que Dios no sólo prometió la
vida eterna, sino que además “a su debido tiempo manifestó Su palabra en la
proclamación” que le fue encomendada a Pablo. En estos versículos vemos que Dios hizo
dos cosas: prometió la vida eterna y manifestó Su palabra.
En 1 Timoteo 1:1 Pablo dice que él llegó a ser “apóstol de Cristo Jesús, según el mandato
de Dios nuestro Salvador”. No obstante, en 2 Timoteo 1:1 él dice que era apóstol “según
la promesa de vida, la cual es en Cristo Jesús”. Pablo fue designado apóstol por el
mandato de Dios junto con Su requisito. Un mandato nos exige hacer algo, mientras que
la vida nos suministra algo. Aparte de la vida eterna, Pablo no habría tenido el
suministro necesario para cumplir lo que Dios requiere. Para que Pablo pudiese llevar a
cabo el mandato de Dios junto con todos sus requisitos, los cuales son extremadamente
altos, él necesitaba otra vida. Esta vida es en realidad la vida de Dios, la vida de Aquel
que da el mandato. Aun más, esta vida es el propio Dios que nos manda y exige hacer
cosas. Primero, Dios nos exige hacer algo, y luego Él mismo viene y nos suministra lo
necesario para que podamos cumplir lo que Él nos ha exigido hacer. Él nos comunica
Sus exigencias por medio de mandatos, y luego nos imparte el suministro siendo vida
para nosotros. Cuando Pablo recibió el mandato de Dios, de que llevara a cabo Su
economía neotestamentaria, quizás dijo: “Señor, ¿quién soy yo para ejecutar tal
mandato? Yo no puedo cumplir este requisito”, a lo cual, el Señor probablemente le
respondió: “Hijito Mío, no seas necio. Yo entraré en ti y te suministraré lo que necesitas.
Si estás dispuesto a obedecer Mis requisitos, Yo entraré en ti, a fin de cumplirlos. Yo
seré en ti la vida que tiene el poder para cumplir lo que te exijo”.
Ahora sería provechoso comparar 1 Corintios 15:10 con Gálatas 2:20. En 1 Corintios
15:10 Pablo dice: “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y Su gracia para conmigo no
ha sido en vano, antes he trabajado mucho más que todos ellos; pero no yo, sino la
gracia de Dios conmigo”; y en Gálatas 2:20 dice: “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”.
La gracia que estaba con Pablo y que lo capacitó para trabajar más que los demás, era
nada menos que el propio Dios. El Dios que estaba en Pablo era la vida eterna, la cual lo
abasteció y sostuvo para que llevara a cabo Su economía neotestamentaria. Por lo tanto,
el Dios que había dado el mandato era también el Dios que impartía el suministro.
En Tito 1:1 Pablo habla nuevamente de su apostolado, pero menciona algo adicional a lo
que dice en 1 Timoteo 1:1 y 2 Timoteo 1:1. Como hemos señalado, en 1:1 y 2 Pablo
menciona la fe de los escogidos de Dios, la verdad que es según la piedad y la esperanza
de la vida eterna. Aunque es maravilloso ver que Pablo era apóstol conforme al mandato
de Dios y conforme a la promesa de la vida eterna, debemos preguntarnos, con mucha
consideración, cómo entra en nosotros esta vida. Ella entra en nosotros por medio de la
fe, esto es, por medio de la unión orgánica que existe entre nosotros y el Dios Triuno.
Por lo tanto, en 1:1 Pablo dice que él llegó a ser apóstol, no solamente según el mandato
de Dios y la vida de Dios, sino también conforme a la fe de los escogidos de Dios, la fe
que lo introdujo en una unión orgánica con Dios. Fue así como Pablo obtuvo el
suministro de vida y el apoyo necesarios para cumplir con el mandato de Dios.
En 1:1 Pablo hace notar que esta fe es la fe de “los escogidos de Dios”. Nosotros no
escogimos a Dios; fue Él quien nos escogió a nosotros. Por consiguiente, el hecho de que
hayamos creído en Cristo depende de la elección de Dios, y no de nosotros. Dios nos
escogió en Cristo antes de la fundación del mundo. Debemos alabarle y adorarle por
habernos escogido. Hoy estamos en el recobro del Señor porque Dios nos escogió. Fue
Él quien tomó la iniciativa. ¿Cómo puede explicar el hecho de que usted cree en el Señor
Jesús cuando otros, quizás los mismos miembros de su familia, rehúsan creer en Él? La
única explicación es que Dios nos escogió. Yo puedo testificar que sencillamente no
tengo más opción que creer en Cristo. Si no creyese en Él, no tendría paz. Si no creyese
en Cristo, mi vida no tendría sentido. No podría comer ni dormir bien. No importa cómo
otros me traten ni cuáles sean mis circunstancias, siento que no tengo otra alternativa
que creer en el Señor.
En Hechos 13, Pablo y Bernabé se volvieron a los gentiles, después de que los judíos
rechazaron el evangelio. El versículo 46 dice: “A vosotros era necesario que se os hablase
primero la palabra de Dios; mas puesto que la desecháis, y no os juzgáis dignos de la
vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles”. El versículo 48 dice: “Los gentiles,
oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que
estaban ordenados para vida eterna”. La razón por la que estos gentiles pudieron recibir
la palabra del Señor y creer en ella fue que ellos habían sido destinados, incluso
predestinados, para creer en Cristo. Del mismo modo, nosotros, que creemos en Cristo,
somos los escogidos de Dios.
En Tito 1:1 Pablo no habla de la fe de los creyentes, sino de la fe de los escogidos de Dios.
Con ello indica que aun la iniciativa de creer en Cristo proviene de Dios, y no de
nosotros. Puesto que Dios nos escogió para que creyéramos en Cristo, llegamos a creer
en Él. Pablo era apóstol conforme a la fe de los escogidos de Dios. Él tenía esta fe, y
nosotros también la tenemos. Por medio de la fe, Pablo fue introducido en una unión
orgánica con el Dios Triuno y, de esta manera, pudo recibir la suministración de la vida
eterna.
Pablo se mantuvo firme ante el Imperio Romano no porque fuera una persona muy
resuelta y autosuficiente, sino porque había recibido la vida eterna. Él era apóstol
conforme a esta vida eterna, la vida eterna que él recibió mediante la fe que lo introdujo
en una unión orgánica con el Dios Triuno.
Anteriormente dijimos que Pablo afirma que también fue hecho apóstol conforme al
pleno conocimiento de la verdad. Como ya hemos visto, la verdad en 1 y 2 Timoteo y Tito
denota la realidad del contenido de la economía neotestamentaria de Dios. No sólo
debemos tener la fe de los escogidos de Dios, sino también el pleno conocimiento de la
verdad. Tenemos la fe que nos introduce en una unión orgánica con Dios, y también el
pleno conocimiento de la verdad de la economía neotestamentaria de Dios, lo cual
significa que conocemos a Cristo como la corporificación de Dios y la iglesia como el
Cuerpo de Cristo.
En resumen, el apostolado de Pablo abarcaba cuatro factores: el mandato de Dios, la
vida eterna, la fe y el pleno conocimiento de la verdad. Debido a estos cuatro elementos,
Pablo turbó la religión a tal grado que llegaron a llamarle plaga y promotor de
insurrecciones. De estos cuatro elementos, dos tienen que ver con Dios, el mandato y la
vida eterna, y dos con nosotros, la fe y el pleno conocimiento de la verdad. Cuando
recién creímos en el Señor Jesús, tuvimos fe, mas no teníamos el pleno conocimiento de
la verdad. ¡Alabado sea el Señor porque en Su recobro poseemos el pleno conocimiento
de la verdad!
Tito 1:2 dice que la vida eterna fue prometida “antes de los tiempos de los siglos”. Esto
indica que esta promesa no fue dada directamente a los escogidos, sino que fue hecha
por el Padre al Hijo en la eternidad. Juan 17:2 parece referirse a esto: “Como le has dado
potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste”. Los
creyentes, quienes fueron dados al Hijo en la eternidad, llegan a ser Sus hermanos al
recibir la vida eterna. Hebreos 2:11 se refiere a los hermanos de Cristo: “Porque todos,
así el que santifica como los que son santificados, de uno son; por lo cual no se
avergüenza de llamarlos hermanos”. Puesto que la promesa de la vida eterna fue hecha
por el Padre al Señor Jesús en la eternidad, la Biblia dice que Dios nos escogió en Cristo.
Dios no nos escogió directamente, sino que nos escogió en Cristo. De manera semejante,
la promesa de la vida eterna con respecto a nosotros, le fue hecha a Cristo. Por
consiguiente, nosotros podemos recibir ahora esta promesa en el Hijo.
Según el versículo 3, Dios no sólo prometió la vida eterna antes de los tiempos de los
siglos, sino que “a su debido tiempo manifestó Su palabra en la proclamación”. La vida
eterna fue prometida por el Padre al Hijo; sin embargo, lo que Dios el Padre manifestó
no fue la vida eterna, sino Su palabra. Si leemos los versículos 2 y 3 detenidamente, nos
daremos cuenta de que la palabra que fue manifestada es equivalente a la vida eterna
prometida. Pablo no dice que Dios prometió la vida eterna y que luego manifestó dicha
vida, sino que Dios prometió la vida eterna y que luego manifestó Su palabra. Por lo
tanto, la palabra de Dios es vida eterna. Si Su palabra no es propiamente la vida eterna,
cuando menos es el medio por el cual se nos transmite la vida eterna. En nuestra
experiencia, obtenemos la vida eterna por medio de la palabra.
La expresión “a su debido tiempo” se refiere a la vida eterna mencionada en el versículo
2. En la eternidad, Dios nos prometió por medio del Hijo que nos daría la vida eterna;
no obstante, la proclamación se llevó a cabo en diferentes épocas y en distintos
momentos. Dios manifestó Su vida eterna en Su palabra por medio de la predicación,
esto es, por medio de la proclamación. Esta proclamación fue hecha en Asia Menor en
un tiempo y en Europa en otro tiempo.
Pablo aquí no dice que la vida eterna fue manifestada por medio de la predicación del
evangelio; más bien, él nos habla de tiempos, de la palabra y de la proclamación de la
misma. La vida eterna prometida fue manifestada en diferentes tiempos por medio de la
proclamación, o sea, mediante la predicación del evangelio. Fue manifestada por
primera vez en el día de Pentecostés en Jerusalén. Después, fue proclamada en
Antioquía, en Asia Menor y en Europa. Siglos después, esta proclamación se extendió a
China. De manera que, la expresión “a su debido tiempo” denota las diferentes
ocasiones en que la palabra de Dios ha sido manifestada en la predicación del evangelio.
A Pablo le fue encomendada esta proclamación según el mandato de Dios nuestro
Salvador.
ESTUDIO-VIDA DE TITO
MENSAJE DOS
CONFRONTAR LA INFLUENCIA DEL JUDAÍSMO
Y DEL GNOSTICISMO
Lectura bíblica: Tit. 1:10-16
Según Tito 1:10-16, durante la época en que Tito estuvo en Creta, predominaban dos
“ismos”: el judaísmo y el gnosticismo. En este mensaje veremos, basados en estos
versículos, cómo se le instruyó a Tito que confrontara la influencia del judaísmo y del
gnosticismo.
I. LA INFLUENCIA DEL JUDAÍSMO
A. Hombres indomables, habladores de vanidades y engañadores
En los versículos 10 y 11 Pablo dice: “Porque hay muchos hombres indomables,
habladores de vanidades y engañadores, mayormente los de la circuncisión, a los cuales
es preciso tapar la boca; que trastornan casas enteras, enseñando por vil ganancia lo que
no deben”. Lo que dice Pablo acerca de “los de la circuncisión” en el versículo 10 y la
referencia que hace a “mitos judaicos” en el versículo 14, hace alusión a la influencia del
judaísmo. Los de la circuncisión eran creyentes judíos que seducían a otros dentro de la
iglesia. Pablo dice que a los tales era preciso tapar la boca. Y la manera de hacerlo
consistía en reprenderlos duramente (v. 13) con la palabra fiel, la cual es conforme a la
enseñanza de los apóstoles (v. 9). Estos habladores de vanidades y engañadores
trastornaron casas enteras, “enseñando por vil ganancia lo que no debían”. Lo que ellos
hacían era semejante a lo que hizo el réprobo profeta Balaam (2 P. 2:15-16; Jud. 11).
Quisiera resaltar la palabra “porque”, al comienzo del versículo 10, la cual establece una
relación entre este versículo y el versículo anterior. En el versículo 9 Pablo dice que uno
que vigila debe ser “retenedor de la palabra fiel, la cual es conforme a la enseñanza de
los apóstoles, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los
que se oponen”. Luego, Pablo explica que hay muchos hombres indomables,
especialmente los de la circuncisión, a los cuales es preciso tapar la boca. Estos
versículos nos muestran que Pablo le encargó a Tito que estableciera ancianos debido a
los desórdenes provocados por la influencia del judaísmo. Era urgente el
establecimiento de los ancianos para poder confrontar a los que enseñaban cosas
diferentes. Ciertos creyentes judíos introdujeron su judaísmo a la vida de iglesia, y éste,
con sus diversas enseñanzas, trajo desorden. Esto nos muestra un principio básico
relacionado con los ancianos: cada uno de los ancianos debe ser un atalaya que esté
alerta para que no se infiltre en la iglesia ninguna enseñanza que difiera del ministerio
de los apóstoles.
B. El testimonio verdadero de un profeta cretense
En los versículos 12 y 13 Pablo declara: “Uno de ellos, su propio profeta, dijo: Los
cretenses, siempre mentirosos, malas bestias, glotones ociosos. Este testimonio es
verdadero”. La frase “uno de ellos” se refiere a uno de los cretenses. Todos aquellos que
se describen en los versículos 9b y 10 eran cretenses. El profeta del que se habla
probablemente era Epiménides, un profeta pagano y nativo de Creta quien, según una
leyenda, vivió alrededor del año 600 a. de C.
C. El encargo del apóstol
En el versículo 13 Pablo encarga a Tito, diciendo: “Repréndelos duramente, para que
sean sanos en la fe”. La palabra griega traducida “repréndelos” en este versículo es la
misma palabra que se traduce “convencer” en el versículo 9. Significa poner de
manifiesto el verdadero carácter de algo de modo que alguien sea convencido y, por
ende, reprendido al quedar al descubierto su falta. La palabra griega traducida
“duramente” también podría traducirse severamente. El propósito de esa dura
reprensión era que los que la recibieran pudieran ser sanos en la fe. Los que se oponen
(v. 9) y los habladores de vanidades (v. 10) se contagiaron de enfermedades doctrinales
y dejaron de ser sanos en la fe. De manera que necesitaban recibir la vacuna de la sana
enseñanza y de las sanas palabras (1 Ti. 1:10; 6:3), las cuales los ancianos debían
administrar para que fueran sanados.
Al igual que en 1 Timoteo 1:19 y 3:9, la fe aquí es objetiva. Se refiere a las cosas en las
cuales creemos. Esto no debe confundirse con el significado subjetivo de la fe, que se
refiere a la acción de creer.
II. LA INFLUENCIA DEL GNOSTICISMO
A. Mitos judaicos:
la semilla de las mitologías gnósticas
El versículo 14 dice: “No atendiendo a mitos judaicos”. La palabra griega traducida
“mitos” en este versículo, en 1 Timoteo 1:4, en 1 Timoteo 4:7 y en 2 Timoteo 4:4,
también podría traducirse “cuentos” o “fábulas”. Se refiere a palabras, discursos y
conversaciones con respecto a tales cosas como rumores, informes, historias, e
imaginaciones. También puede incluir historias judaicas de milagros e invenciones
rabínicas. Éstas eran mitos profanos y de viejas. Los mitos judaicos mencionados aquí
tal vez fueron la semilla de las mitologías gnósticas.
B. Mandamientos de hombres
que se apartan de la verdad
En el versículo 14 Pablo también habla de “mandamientos de hombres que se apartan de
la verdad”. Según el versículo siguiente, los mandamientos de los herejes deben de
haber sido preceptos acerca de abstenerse de alimentos y otras cosas que Dios había
provisto para el uso del hombre (cfr. 1 Ti. 4:3; Col. 2:20-22). Éstos fueron los
mandamientos de los gnósticos primitivos, y no de los ascetas. Los gnósticos habían
adoptado su teosofía de fuentes judaicas, y algo de ello probablemente se derivó de la ley
mosaica.
Los hombres a los que Pablo se refiere en este versículo eran probablemente los de la
circuncisión (v. 10). Tales hombres se habían apartado de la verdad. La mención de “la
verdad” en este versículo y de “la fe” en el versículo anterior, demuestra que aquí no se
está hablando de los incrédulos. Había algunos en la iglesia que se habían apartado de la
verdad respecto a la economía de Dios. Probablemente ellos en su mayoría eran
cristianos judíos quienes, por estar aún aferrados a los mitos y tradiciones judíos,
trajeron desorden a la iglesia. A éstos se les debía tapar la boca con la palabra de la
verdad conforme a la fe, a fin de que se pudiera mantener el orden de la iglesia bajo el
cuerpo de ancianos establecido.
En el versículo 15 Pablo añade: “Todas las cosas son puras para los puros; mas para los
contaminados e incrédulos nada es puro; pues su mente y su conciencia están
contaminadas”. La afirmación “todas las cosas son puras para los puros” debe de haber
sido una máxima entre los cristianos. El apóstol citó esto para refutar los mandamientos
de hombres (v. 14), es decir, los preceptos relacionados con la abstinencia, los cuales
prohibían realizar ciertas acciones y comer ciertos alimentos (1 Ti. 4:3-5; Ro. 14:20).
Pablo dice que para los contaminados, o corrompidos, e incrédulos nada es puro, pues
su mente y su conciencia están contaminadas. La mente es la parte principal de nuestra
alma, y la conciencia es la parte principal de nuestro espíritu. Si nuestra mente está
corrompida, nuestra alma se corrompe espontáneamente; y si nuestra conciencia está
contaminada, inevitablemente nuestro espíritu se contamina. Todo esto se debe a la
incredulidad. Lo que nos purifica es nuestra fe (Hch. 15:9).
En el versículo 16 Pablo dice además: “Profesan conocer a Dios, pero con sus obras lo
niegan, siendo abominables y desobedientes, reprobados en cuanto a toda buena obra”.
La palabra griega traducida “reprobados” también puede traducirse réprobos, inútiles,
descalificados, y significa “incapaz de pasar la prueba”.
C. El encargo del apóstol
El encargo de Pablo a Tito consiste simplemente en no prestar atención a mitos judaicos
ni a mandamientos de hombres (v. 14).
Así como los ancianos de la iglesia en Creta debían cuidarse de la influencia del
judaísmo y del gnosticismo y no permitir que se infiltrasen en la vida de iglesia
enseñanzas diferentes, nosotros también debemos cuidarnos de los “ismos” de hoy, tales
como el catolicismo y el denominacionalismo. Debemos cuidarnos también de la
hipocresía y de los mitos superficiales y supersticiosos que circulan entre muchos
cristianos. Si se introducen estas cosas en el recobro del Señor, causarán muchos
problemas. La vida de iglesia pura se edifica solamente sobre la sana enseñanza de los
apóstoles. Es por eso que Pablo dice que los ancianos deben ser retenedores de la
palabra fiel, la cual es conforme a la enseñanza de los apóstoles, para que puedan
exhortar con sana enseñanza. La enseñanza mencionada en el versículo 9 se refiere a la
enseñanza de los apóstoles (Hch. 2:42), que con el tiempo llegó a ser el Nuevo
Testamento. La enseñanza de los apóstoles era la sana enseñanza. Las iglesias fueron
establecidas conforme a la enseñanza de los apóstoles y siguieron dicha enseñanza. Aun
más, el orden de la iglesia fue mantenido gracias a la palabra fiel, la cual fue dada
conforme a la enseñanza de los apóstoles. En los comienzos de la vida de iglesia, cada
vez que los creyentes hablaban de la enseñanza, todos entendían que se refería a la
enseñanza de los apóstoles. En Jerusalén, aquellos que habían recibido al Señor Jesús y
se habían añadido a la iglesia, perseveraban en la enseñanza y en la comunión de los
apóstoles.
En 1:9 Pablo no habla de exhortar con “buena enseñanza” ni con “pura enseñanza”, sino
con “sana enseñanza”. Ciertas enseñanzas pueden ser buenas o puras, y no
necesariamente ser sanas. La sana enseñanza siempre está relacionada con la vida, y es
útil para nutrirnos o para sanarnos. Sólo podemos considerar sano a algo que tenga
vida. Por ejemplo, uno no diría que una mesa o una silla es sana. Las enseñanzas de los
apóstoles no sólo eran buenas y puras, sino también sanas, llenas de vida.
La idea crucial en torno a la cual gira la sana enseñanza del ministerio apostólico
consiste en que el Dios Triuno pasó por un proceso para impartirse como Espíritu todoinclusivo en Sus escogidos a fin de que ellos fuesen unidos orgánicamente a Él para
poder recibir la infusión divina y así llegar a ser hijos de Dios y miembros de Cristo.
Como resultado, ellos pueden ser el Cuerpo que expresa a Cristo, Aquel en quien mora la
plenitud de Dios. Casi todo esto lo pasan por alto los cristianos de hoy en día. Incluso las
enseñanzas que son verdaderamente ortodoxas son en su mayoría superficiales.
Cuando mucho, a algunos creyentes se les dice que si reciben al Señor, serán salvos por
gracia. Ni siquiera se les explica de forma adecuada de qué los salva esta gracia. Efesios
2:8, un versículo que se cita a menudo para mostrar que la salvación es por gracia, nos
muestra que ser salvos no significa ser librados del infierno. Según el contexto, ser
salvos significa ser librados de la muerte, o de una condición de muerte, a fin de que
Dios pueda, de una manera viviente, resucitarnos y hacernos sentar en los cielos.
Además, contrario al entendimiento común y superficial, la gracia mencionada en
Efesios 2:8 no es simplemente un favor inmerecido, sino el propio Dios Triuno, quien lo
es todo para nosotros a fin de que lo disfrutemos. Los cristianos que promueven la
predicación del evangelio, a menudo citan Efesios 2:8. Sin embargo, debido a que ellos
entienden este versículo muy superficialmente, raras veces reciben la realidad que hay
en él.
En el mensaje anterior señalamos que Pablo fue constituido apóstol según el mandato
de Dios, la promesa de la vida eterna, la fe de los escogidos de Dios y el pleno
conocimiento de la verdad. ¿Podría la mayoría de los maestros cristianos afirmar con
toda sinceridad que poseen el pleno conocimiento de la verdad? Por supuesto que no.
Tal vez ellos tengan conocimiento de ciertas doctrinas y piensen que dicho conocimiento
es el pleno conocimiento de la verdad. Quizás otros sepan todo lo relacionado con las
siete dispensaciones y, a pesar de ello, no posean el pleno conocimiento de la verdad. El
Señor Jesús en cierta ocasión declaró: “Yo soy... la verdad” (Jn. 14:6). Si nuestra
interpretación es que la verdad significa doctrina, como suelen pensar muchos
cristianos, entonces el Señor Jesús estaría diciendo: “Yo soy la doctrina”. ¡Cuán absurdo
es esto! Muchos cristianos, incluso muchos maestros de la Biblia, no saben lo que
significa la palabra “verdad” en el Nuevo Testamento. Esta superficialidad puede
finalmente conducir a las personas a la hipocresía, y la hipocresía, a la superstición.
Hay una doctrina que se ha generalizado mucho entre los cristianos, según la cual una
persona, después de creer en el Señor Jesús, es salva y no tendrá más problemas cuando
el Señor regrese. Según este concepto, cuando los creyentes sean arrebatados, no
tendrán ninguna clase de problema con el Señor, y todos reinarán con Él en el reino.
Incluso hay una calcomanía que se exhibe en algunos automóviles, la cual, en un tono de
broma, se refiere al arrebatamiento, diciendo: “¡Cuidado! En caso de que ocurra el
arrebatamiento, este auto quedará sin conductor”. Muchos cristianos creen
equivocadamente que por el simple hecho de ser salvos, ya tienen el “boleto” que les
dará entrada al reino de los cielos. Pero como dijo D. M. Panton, muchos se llevarán una
sorpresa cuando descubran que ese boleto es falso y que no les dará entrada al reino
celestial. Es posible que un gran número de cristianos se lleve una terrible sorpresa al
enterarse de que el boleto que los ministros les dijeron les garantizaría la entrada al
reino, no será aceptado cuando el Señor venga. Debido a que estas enseñanzas
superficiales e incluso supersticiosas son tan prevalecientes hoy en día, debemos
combatir contra ellas, tal como Pablo combatió en contra de las hipocresías del
judaísmo y del gnosticismo.
Otra enseñanza a la cual debemos oponernos es aquella que dice que mientras que dos o
tres se reúnan en el nombre del Señor, ellos son la iglesia. Según esta enseñanza
errónea, puede haber diversas iglesias en una localidad. ¡Qué mentira tan grande! Por
supuesto, dos o tres creyentes pueden reunirse en el nombre del Señor, pero eso no
necesariamente significa que sean la iglesia en esa localidad.
Si bien debemos combatir en contra de las enseñanzas superficiales y supersticiosas, de
ningún modo estamos diciendo que ahora debamos ir a causar problemas a nuestra
familia, parientes, amigos o vecinos. Es cierto que tenemos que pelear por la verdad de
Dios y que tenemos que ser la luz del mundo y la sal de la tierra. No obstante, es crucial
que mantengamos una buena relación con los demás. Los jóvenes deben honrar a sus
padres, y todos debemos guardar una buena relación con nuestra familia, con nuestros
parientes y con nuestros vecinos. Nosotros los que estamos en el recobro del Señor,
debemos ser los mejores vecinos y la gente más pacífica. Es un rumor y una calumnia
diabólica el que digan que no somos humanos. Nosotros aspiramos a ser personas muy
humanas, tan humanas como lo fue Jesús, es decir, divinamente humanas. Así que, al
relacionarnos con los demás, debemos mostrar la humanidad más alta y la mejor
conducta y comportamiento. En realidad, no combatimos contra las personas, sino en
contra de los”ismos”.
Nuestra carga no consiste simplemente en oponernos a la superficialidad, a la hipocresía
y a la superstición, sino en ministrar a Cristo y la iglesia para el cumplimiento de la
economía de Dios. Dios nuestro Padre ciertamente tiene un propósito eterno que
cumplir. Pero Satanás ha venido a estorbarnos con muchas distracciones y falsedades.
Nuestra carga no debe ser otra que ministrar al Cristo todo-inclusivo y la iglesia como
Cuerpo de Cristo a aquellos que aman a Dios y buscan a Cristo. Debemos ayudar a todos
los que buscan al Señor a que vengan al pleno conocimiento de la verdad. Debemos
tocar la trompeta para reunir a aquellos que buscan al Señor Jesús, a fin de que sean el
Cuerpo vivo de Cristo que ha de cumplir el propósito de Dios y apresurar la venida del
Señor. Al respecto, todos debemos dedicarnos con todo nuestro ser a orar con gran
urgencia. Por una parte, preferimos estar en paz con los demás; por otra, por amor al
propósito de Dios, debemos mantenernos firmes en pro del pleno conocimiento de la
verdad de Dios y pelear la buena batalla contra las potestades malignas de las tinieblas.
ESTUDIO-VIDA DE TITO
MENSAJE TRES
GUIAR A LOS SANTOS DE DIFERENTES EDADES
A LLEVAR UNA VIDA ORDENADA
Lectura bíblica: Tit. 2:1-8
En Tito 2:1-8, la palabra “sano” o “sana” aparece tres veces. En el versículo 1 Pablo dice:
“Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana enseñanza”; luego, en el versículo 2
Pablo habla de ser sanos en la fe, en el amor y en la perseverancia; y finalmente, en el
versículo 8 Pablo hace referencia a “un hablar sano e irreprochable”. Tito debía hablar lo
que estaba de acuerdo con la sana enseñanza y presentarse como ejemplo de buenas
obras, y los ancianos debían ser sanos en la fe, en el amor y en la perseverancia. Es muy
significativo que en estos versículos, una sección de Tito en la que se pide a los santos
que lleven una vida ordenada en la iglesia, Pablo usa tres veces la palabra “sano” o
“sana”. Si estudiamos los versículos donde se emplea esta palabra, y especialmente si los
oramos-leemos, seremos ricamente nutridos. Les animo a que oren lo que Pablo dice
respecto de la sana enseñanza, de ser sanos en la fe, en el amor y en la perseverancia, y
de tener un hablar sano. Si lo hacen, disfrutarán de un excelente platillo espiritual.
I. HABLAR LO QUE ESTÁ DE ACUERDO
CON LA SANA ENSEÑANZA
Tito 2:1 dice: “Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana enseñanza”. Este
versículo comienza con la palabra “pero”, lo cual indica que lo que sigue a continuación
está en contraste con lo dicho en 1:16. Tito, a diferencia de los que profesaban conocer a
Dios pero que con sus obras lo negaban, debía hablar sólo lo que estuviera de acuerdo
con la sana enseñanza.
La sana enseñanza siempre concuerda con la verdad (1:14) de la fe (1:13), y es el
contenido de la enseñanza de los apóstoles, el contenido de la economía
neotestamentaria de Dios. Dicha enseñanza no sólo imparte el suministro de vida a los
creyentes y sana las enfermedades espirituales, sino que al hacerlo, también contribuye
a que la iglesia tenga una condición saludable y un buen orden. Por lo tanto, la sana
enseñanza se recalca mucho en estos tres libros —1 y 2 Timoteo y Tito—, los cuales
tratan del desorden y de la decadencia de la iglesia. En 2:1 Pablo encargó a Tito que no
se desviara de la sana enseñanza, la enseñanza de los apóstoles. Él no debía ser como los
que se oponen, ni como los habladores de vanidades, ni como los que enseñan cosas
diferentes y hacen que la iglesia esté sujeta a la influencia del judaísmo y del
gnosticismo.
Asimismo, nosotros debemos recordar que debemos hablar lo que concuerde con la sana
enseñanza. La palabra “sana” alude a aquello que es higiénico y que puede vacunar a
otros contra el veneno espiritual y también suministrarles vida. Nuestras enseñanzas no
deben solamente transmitir conocimiento a los demás, sino que además deben
suministrarles vida. A menudo, cuando he tenido la tentación de hablar de cierto tema,
algo me ha impedido hacerlo. Me doy cuenta de que no hay mucho del elemento
higiénico en lo que voy a decir. Es necesario que nos recordemos a nosotros mismos —y
también es necesario que el Espíritu nos lo recuerde— que debemos suministrar la sana
enseñanza.
Las sanas enseñanzas no engendran debates ni contiendas. Si damos la debida
importancia al hecho de alimentarnos del Señor, no nos interesará discutir. El comedor
no es lugar para debatir o discutir, sino un lugar para nutrirnos y disfrutar los
alimentos. En la vida de iglesia, no debemos cambiar el comedor por un escritorio.
Todos debemos aprender a servir “platillos” saludables en el comedor para alimentar a
los santos.
II. EN CUANTO A LOS ANCIANOS
En el mensaje anterior dijimos que al pelear la batalla por la verdad, debemos mantener
una excelente relación con los demás. Nuestra conducta debe concordar con el nivel más
elevado y debe ser también muy humana. En todas las áreas de nuestra vida diaria y de
nuestra vida familiar debemos conducirnos adecuadamente.
En las tres epístolas de 1 y 2 Timoteo y Tito, Pablo realza la importancia de tener una
humanidad apropiada. En 2:2 Pablo, hablando de los ancianos, dice: “Que los ancianos
sean moderados, honorables, sensatos, sanos en la fe, en el amor, en la perseverancia”.
A. Moderados
Según este versículo, los ancianos deben ser moderados. Ser moderados significa tener
dominio propio y ser templado. A menudo, los ancianos se ofenden o se enojan con más
facilidad que los jóvenes. Siendo yo mismo una persona anciana, puedo testificar que en
una familia, los más viejos son los que generalmente se irritan o impacientan. Hoy me
irritan y molestan cosas que hace cincuenta años no me incomodaban en lo más
mínimo. Eso indica que, como persona anciana que soy, necesito la exhortación de
Pablo a ser moderado. Por supuesto, ser moderado es una virtud que necesitamos todos
lo que estamos en la vida de iglesia.
B. Honorables
Los ancianos deben también ser honorables. Ser honorable es una característica del
carácter humano que es digna de profundo respecto. Implica dignidad e inspira e invita
honor. Ser honorable es una virtud que invita el respeto de los demás.
C. Sensatos
En el versículo 2 Pablo encarga a los ancianos que sean sensatos. El dice lo mismo con
respecto a las mujeres jóvenes (v. 5) y a los jóvenes (v. 6). En 1 Timoteo 3:2 Pablo
menciona esta cualidad como uno de los requisitos de uno que vigila. Ser sensato
significa ser perspicaz y también discreto en el entendimiento de los asuntos. No
importa qué edad tengamos, todos necesitamos ser sensatos. Si somos sensatos,
evitaremos caer en los extremos de ser demasiado cálidos o demasiado fríos. Por un
lado, debemos ser ardientes en espíritu; por otro, debemos ser sensatos. Si queremos ser
seres humanos apropiados, necesitamos esta virtud.
D. Sanos
1. En la fe
Si hemos de ser sanos en la fe, es preciso que participemos diariamente de la infusión
que proviene de la unión orgánica que disfrutamos con el Dios Triuno. La palabra “fe”
en el versículo 2 no se refiere a la fe objetiva, o sea, a las cosas en las que creemos, sino a
nuestra acción de creer. En nuestra vida diaria, necesitamos una fe que nos guarde en la
unión orgánica. Para ser sanos en la fe, debemos acudir a la Palabra y tener contacto con
el Señor, orando de manera viviente con el ejercicio de nuestro espíritu. Entonces
tendremos fe, es decir, el Dios vivo se infundirá en nosotros al contactar nosotros la
Palabra en el espíritu. La fe, por ende, es una persona viva que se infunde en nosotros.
Cuanto más permanezcamos en la unión orgánica con esta persona divina, más sanos
seremos en la fe.
2. En el amor
Si somos sanos en la fe, automáticamente seremos sanos en el amor. Es posible amar a
otros demasiado o amarlos muy poco. De una u otra forma, nuestro amor no es sano;
antes bien, estamos algo enfermos respecto a nuestra forma de amar.
¿Por qué ama usted tanto a cierto hermano y a otros prácticamente no los ama? Ello se
debe a que usted ama a los demás conforme a su gusto personal. En Filipenses 2:2 Pablo
dice que debemos tener el mismo amor para con todos los santos. Eso significa que el
amor que mostramos hacia todos los santos debe estar en el mismo nivel. Amar a los
santos con diferentes niveles de amor es no ser sanos en el amor. En cambio, amar a
todos con el mismo amor equivale a ser sanos en el amor.
3. En la perseverancia
Según Tito 2:2 los ancianos deben también ser sanos en la perseverancia. Si tenemos la
debida perseverancia, podremos soportar las cosas que nos molestan y nos perturban.
Como dijimos anteriormente, una persona anciana se molesta con más facilidad. Como
alguien que tiene muchos hijos y nietos, y que tiene que relacionarse con tantas iglesias
y colaboradores, puedo testificar de cuán necesaria es la perseverancia. Por ejemplo,
necesito perseverancia simplemente para atender toda la correspondencia que recibo
cada día. Recibo tanta correspondencia, que he desarrollado un sistema para clasificarla
y ordenarla. Aun esto exige perseverancia. Si me faltara perseverancia, no sabría qué
hacer con toda esa correspondencia.
Especialmente los que somos ancianos, necesitamos perseverancia. Cuanto más
envejecemos, más la necesitamos. En particular, los ancianos de una iglesia local
necesitan la perseverancia. Por ejemplo, a veces pueden recibir llamadas telefónicas a
altas horas de la noche. Para atender estas llamadas debidamente, se necesita
perseverancia.
Una vez más quiero recalcarles que en la vida de iglesia aspiramos a llevar una vida
humana apropiada, que exhiba todas las virtudes humanas. No aspiramos a ser como los
ángeles; más bien, deseamos ser genuinamente humanos.
III. EN CUANTO A LAS ANCIANAS
En los versículos 3 y 4 Pablo habla acerca de las ancianas: “Las ancianas asimismo sean
en su porte cual conviene a quienes se ocupan de las cosas sagradas; no calumniadoras,
no esclavas del vino, maestras del bien, para que eduquen a las mujeres jóvenes a amar
a sus maridos y a sus hijos”. El hecho de que Pablo usara la palabra “asimismo” indica
que la conducta de las ancianas debe ser semejante a la de los ancianos. En su porte,
ellas deben ser como conviene a quienes se ocupan de las cosas sagradas. La palabra
“porte” denota el comportamiento, lo cual incluye ademanes y costumbres. La frase
traducida “quienes se ocupan de las cosas sagradas” parece ser un término especial
usado para referirse al que desempeña algún servicio en la iglesia. Cualquier servicio
que hagamos en la iglesia es sagrado, y nuestro porte debe corresponder a dicho
servicio. El porte incluye nuestra actitud, aspecto externo y comportamiento. Todo esto
debe ser acorde con el área de servicio en el que participamos en la iglesia.
Especialmente el porte de las ancianas debe ser como conviene a quienes se ocupan de
las cosas sagradas, cosas que están relacionadas con el servicio de la iglesia.
Pablo dice también que las ancianas no deben ser calumniadoras. El diablo es un
calumniador (Ap. 12:10). Calumniar es expresar la naturaleza del calumniador malvado.
Una hermana anciana debe huir de la calumnia, la acción maligna del diablo.
En el versículo 3 Pablo les dice también que no sean “esclavas del vino”. La palabra
“esclavas” puede compararse con la palabra “dados” empleada en 1 Timoteo 3:8, aunque
ser esclavo de algo tal vez sea peor que ser dado a algo. Las ancianas definitivamente no
deben ser esclavas del vino.
Pablo dice también que las ancianas deben ser “maestras del bien” y que deben educar a
las mujeres jóvenes. Ser maestras del bien significa dar buena enseñanza.
IV. EN CUANTO A LAS MUJERES JÓVENES
En los versículos 4 y 5 vemos que las mujeres jóvenes deben “amar a sus maridos y a sus
hijos” y “ser sensatas, puras, hacendosas, buenas, sujetas a sus propios maridos, para
que la palabra de Dios no sea blasfemada”. Las ancianas deben educar a las mujeres
jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos. En la vida de iglesia hacemos mucho
hincapié en que debemos llevar una vida matrimonial y una vida familiar adecuadas. En
conformidad con lo que dice Pablo, deseamos que las hermanas amen a sus maridos y a
sus hijos de manera absoluta. Además, las mujeres jóvenes deben ser sensatas, puras,
hacendosas, buenas, sujetas a sus propios maridos, para que la palabra de Dios no sea
blasfemada. La palabra de Dios, enseñada apropiada y adecuadamente en una iglesia
local, debe ser confirmada por la sumisión de las hermanas a sus propios maridos; de
otro modo, la palabra de Dios podría ser blasfemada, esto es, difamada o censurada.
V. EN CUANTO A LOS JÓVENES
El versículo 6 dice: “Exhorta asimismo a los jóvenes a que sean sensatos”. El hecho de
que Pablo use la palabra “asimismo” indica que el encargo que dirige a los jóvenes es
similar al que ha dado a los demás. En particular, Pablo manda a Tito que exhorte a los
jóvenes a ser sensatos. Hemos dicho que en 1 y 2 Timoteo y Tito Pablo recalca la
necesidad de que todos los santos, jóvenes y viejos, hombres y mujeres, sean sensatos.
Todos los que participan en la vida de iglesia necesitan ser sensatos. Esta virtud se
requiere especialmente cuando la iglesia está en decadencia. Para que seamos
protegidos de cualquier decadencia, todos los que estamos en las iglesias locales
debemos ser sensatos.
VI. EL ENCARGO DEL APÓSTOL
En los versículos 7 y 8 Pablo dirige un encargo particular a Tito: “Presentándote tú en
todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando incorruptibilidad,
dignidad, un hablar sano e irreprochable, de modo que quien se oponga se avergüence,
no teniendo nada malo que decir de nosotros”. En primer lugar, el apóstol encargó a
Tito a hablar lo que estuviera de acuerdo con la sana enseñanza (v. 1). Ahora le encarga
además que se presente a sí mismo como ejemplo de buenas obras. En su enseñanza, la
cual tenía que ser sana, él debía mostrar tres cosas: incorruptibilidad, o sea, que no
contiene nada corrompido o que sea capaz de corromper, sino que es absolutamente
puro, genuino y sincero con respecto a su contenido, presentación y motivo; dignidad, o
sea, que inspira reverencia; y un hablar sano, un discurso dado con palabras sanas (1 Ti.
6:3) que ministra cosas sanas y no es censurable ni reprensible (v. 8). Tal hablar
avergonzará a quien se oponga. La palabra griega traducida “los que se oponen” en el
versículo 8 significa los que están del lado opuesto o contrario; se refiere a un opositor
pagano o judío. La sana enseñanza, un discurso sano dado con palabras sanas, es el
antídoto más eficaz contra las calumnias de los que se oponen. Puesto que la palabra de
verdad al ser enseñada ilumina e imparte vida, siempre tapa la boca a quienes,
instigados por la serpiente antigua, emiten sus opiniones doctrinales.
ESTUDIO-VIDA DE TITO
MENSAJE CUATRO
MANDAR QUE LOS ESCLAVOS SE PORTEN BIEN
DENTRO DEL SISTEMA SOCIAL ESCLAVISTA
Lectura bíblica: Tit. 2:9-15
En el libro de Tito, Pablo da instrucciones en cuanto a la vida de iglesia, la vida familiar,
el comportamiento de los esclavos dentro del sistema social esclavista y la relación que
los santos tienen con el gobierno. El primer capítulo trata mayormente sobre la vida de
iglesia. En cuanto a la vida de iglesia, Pablo aborda dos asuntos fundamentales en este
capítulo: el gobierno de la iglesia y la enseñanza apropiada que debe impartirse en la
iglesia. El gobierno de la iglesia se edifica sobre el cuerpo de ancianos propiamente
establecido, y la enseñanza en la iglesia se basa en la sana enseñanza de los apóstoles.
Esta sana enseñanza absorbe toda clase de “ismo”, particularmente el judaísmo y el
gnosticismo, y todo tipo de enseñanza diferente. Si hemos de llevar una vida de iglesia
que sea saludable y esté en buen orden, debe haber en la iglesia una administración
apropiada y sana enseñanza según el ministerio de los apóstoles.
En 2:1-8 Pablo habla en cuanto a cómo llevar una vida humana ordenada, y en
particular, habla acerca de la vida familiar. Estos ocho versículos nos proveen el
fundamento necesario para llevar una vida humana adecuada en virtud de la vida
divina. Quienes estamos en el recobro del Señor debemos vivir tal vida humana. Por
causa del testimonio de Jesús, necesitamos la vida humana más alta, la cual debemos
vivir en conformidad con la vida divina que Dios nos ha dado. En virtud de la vida
divina, nosotros debemos llevar una vida humana que corresponda a la norma más
elevada. En nuestro vivir debemos ser humanos como Jesús. Debemos aspirar a ser un
glorioso testimonio del Cristo en quien creemos y a quien servimos y honramos.
Entonces seremos un refulgente candelero de oro. Ésta es nuestra declaración con
respecto al vivir humano.
Después de hablar de la iglesia y de la vida familiar, Pablo manda que los esclavos se
porten apropiadamente dentro del sistema social esclavista (2:9-15). Indudablemente,
Pablo no estaba de acuerdo con el sistema esclavista. Sin embargo, como un maestro
designado por Dios y como alguien que era entendido en los asuntos espirituales, no
habló en contra del sistema social de esa época. De haberlo hecho, habría dado la
impresión de ser un reformador social, y no un maestro de la economía de Dios, un
heraldo de las buenas nuevas. Pablo en ningún momento se propuso reformar el sistema
social; en vez de ello, él dio instrucciones a los esclavos, en las cuales les mostraba la
necesidad de tener un comportamiento que fuera conforme a la norma más alta del
carácter humano. Los esclavos debían dar, con su vivir humano, un excelente testimonio
de la vida de Jesús.
Si Pablo hubiese abogado por la anulación del sistema esclavista, los que leyeran sus
epístolas lo habrían tenido por un reformador social. Esto habría opacado su enseñanza
acerca de expresar la vida divina de Cristo en nuestro vivir humano dentro del sistema
social en que uno se encuentre. A fin de que la luz pudiese brillar sin impedimento,
Pablo no pronunció ni una sola palabra que tuviera como objetivo enmendar o reformar
el sistema social.
Cuando el Señor Jesús estuvo en la tierra, Él tampoco intentó reformar el sistema social.
En lugar de ello, vivió como un judío típico en un país que estaba bajo el dominio de los
imperialistas romanos. El Señor Jesús nació en la época de César Augusto, y en el
momento de ser juzgado, fue Poncio Pilato, gobernador de Judea, quien pronunció Su
juicio. El Señor Jesús le dijo a Pilato: “Mi reino no es de este mundo” (Jn. 18:36). El
reino del Señor no era terrenal, sino de una naturaleza celestial. Ésta es la razón por la
cual, cuando el Señor estuvo en la tierra, no intentó mejorar el sistema social, ni ningún
gobierno terrenal. Pablo mostró la misma actitud. Él no procuró reformar el sistema
social romano.
Cuando se escribió la Epístola a Tito, algunos esclavos habían llegado a ser creyentes de
Cristo. Según la ley civil, un esclavo no tenía ningún derecho. El amo podía marcar a su
esclavo como si éste fuese un caballo o una mula, y también, conforme a la ley, podía
darle muerte. ¡Qué sistema tan terrible! Sin duda alguna, Dios mismo estaba totalmente
en contra de este sistema social, pues era absolutamente contrario a la posición que Él le
había dado al hombre en Su creación. Pablo indudablemente no estaba de acuerdo con
este perverso sistema social. Sin embargo, en vez de tratar de reformarlo, él mandó a los
esclavos que se portaran apropiadamente dentro de dicho sistema, es decir, que vivieran
dentro de ese sistema según la norma de la humanidad del Señor Jesús. Así, aun en
medio de un sistema social tan injusto, los cristianos podrían llevar una vida que
exhibiera la norma humana más elevada. ¡Qué testimonio más maravilloso!
Por más perversos que puedan ser los sistemas sociales de nuestros días, ninguno de
ellos es tan perverso como lo era el sistema esclavista del Imperio Romano. El hecho de
que los santos llevaran una vida humana como la de Jesús dentro de aquel sistema
social, constituyó un maravilloso testimonio de la vida divina. La sabiduría de Dios fue
la que hizo posible que un esclavo, que había sido comprado y marcado como un animal,
pudiera dar testimonio de la vida divina conforme a la norma más alta.
Algunos han criticado a Pablo por no haber intentado reformar el sistema social. Sin
embargo, nosotros ahora entendemos que Pablo aprovechó el peor sistema social para
mandarles a los creyentes que, en medio de tal sistema, llevaran una vida humana como
la que vivió Jesús. Si los santos pudieron vivir tal vida humana dentro del peor sistema
social imaginable, entonces también nosotros debemos ser capaces de llevar esta vida en
cualquier clase de entorno. ¡Alabamos al Señor porque, en virtud de la vida divina,
nosotros podemos llevar la vida humana más elevada aun dentro del peor sistema
social!
I. EL ENCARGO A LOS ESCLAVOS
En los versículos 9 y 10 Pablo dice: “Exhorta a los esclavos a que se sujeten a sus amos
en todo, que sean complacientes, y que no les contradigan; no defraudando, sino
mostrando una fidelidad perfecta, para que en todo adornen la enseñanza de Dios
nuestro Salvador”. En estos versículos no se está hablando de los siervos sino de los
esclavos, quienes eran comprados en el mercado como bueyes y caballos. Pablo les
encargó a éstos que se sujetaran a sus amos en todo. Ellos no tenían otra alternativa, y
no debían argumentar al respecto. Aun más, los esclavos no debían defraudar, es decir,
hurtar, sino mostrar una fidelidad perfecta. La palabra “fidelidad” también significa
honradez. De este modo, ellos adornarían las enseñanzas de Dios nuestro Salvador. La
fidelidad de un esclavo podía llegar a ser un adorno para la enseñanza de Dios nuestro
Salvador. ¡Qué maravilla que la enseñanza de Dios pueda ser adornada incluso con la
conducta de los esclavos!
En 2:5 Pablo exhorta a las mujeres jóvenes a que vivan de tal modo que “la palabra de
Dios no sea blasfemada”. En 2:10 él emplea un tono muy positivo cuando habla de
adornar la enseñanza de Dios nuestro Salvador. Nuestra vida diaria debe ser un
hermoso ornato para la enseñanza que hemos recibido. Si vivimos conforme a la sana
enseñanza de los apóstoles, adornaremos esta enseñanza con nuestro vivir. Si tenemos
un testimonio resplandeciente de un vivir humano como el de Jesús, nuestros vecinos
percibirán que verdaderamente somos cristianos. Ellos confesarán que nuestro vivir
adorna las enseñanzas que hemos recibido en el recobro del Señor. No debemos vivir
solamente de una manera que sea diferente de los demás, sino también de una manera
que sea más elevada y más respetable. Es posible que algunos, al observar la elevada
norma de nuestra vida diaria, deseen seguirnos. Tal vez quieran aprender cómo ellos
mismos pueden llevar una vida semejante.
En 2:10 Pablo habla de “Dios nuestro Salvador”. Nuestro Salvador no es solamente
Cristo, sino el Dios Triuno corporificado en Cristo, como lo indica el versículo 13. Dios
nuestro Salvador no solamente desea salvarnos, sino también impartirnos el pleno
conocimiento de la verdad (1 Ti. 2:4). Es por eso que se menciona la enseñanza de Dios
nuestro Salvador, la cual puede ser embellecida, adornada, por el carácter transformado
de las personas más viles que han sido salvas por la gracia de Dios.
II. LA GRACIA DE DIOS
El hecho de que el versículo 11 empiece con la palabra “porque”, indica que lo que sigue
a continuación explica cómo pueden los esclavos llevar una vida humana según la
norma de Dios. Los versículos del 11 al 14 nos hacen un resumen extraordinario de la
economía de la salvación que Dios nos otorga. El apóstol usa esto para dar razón a sus
exhortaciones en los versículos del 1 al 10.
El versículo 11 dice: “Porque la gracia de Dios se ha manifestado, trayendo salvación a
todos los hombres”. La gracia de Dios es en realidad Dios mismo en Cristo como el todo
para nosotros a fin de que lo disfrutemos. Esta gracia juega el papel más importante en
la economía, el plan, de la salvación de Dios. La gracia vino por medio de Cristo (Jn.
1:17). Aunque ésta nos fue dada en la eternidad (2 Ti. 1:19), estaba escondida en la época
del Antiguo Testamento. En la era del Nuevo Testamento, se manifestó en la primera
venida de Cristo (2 Ti. 1:10), trayendo salvación a todos los hombres, judíos y gentiles.
La eterna gracia de Dios, la gracia salvadora, fue destinada en Cristo para traernos la
salvación de Dios, la salvación completa que comprende el perdón de pecados, la
justificación, la reconciliación, la redención, la regeneración, la santificación, la
transformación y la conformación. La eterna gracia de Dios también fue destinada para
redimirnos y traernos de regreso a Dios, para impartirnos Su vida y para introducirnos
en una unión orgánica con Él con miras al cumplimiento de Su propósito eterno.
En el versículo 12 Pablo dice que la gracia de Dios nos educa para que, “renunciando a la
impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente”.
Los deseos mundanos son deseos que hallan su gratificación en este mundo. La
impiedad es la ausencia de la expresión de Dios, y los deseos mundanos son la expresión
de nuestra carne. Debemos renunciar tanto la impiedad como a los deseos mundanos, si
hemos de llevar una vida que exprese a Dios y restrinja la carne. Vivir sobriamente
significa vivir de manera discreta y restringida. Debemos vivir sobriamente con respecto
a nosotros mismos, justamente con respecto a los demás, y piadosamente para con Dios.
Por la gracia de Dios, estamos siendo educados, adiestrados, para vivir sobria, justa y
piadosamente. Para ello, debemos renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos. La
impiedad denota un vivir que no expresa a Dios. De ninguna manera debemos llevar
una vida que no exprese a Dios. Además, debemos abandonar todo lo que nos atraiga
hacia las cosas terrenales. Una vez que hayamos renunciado a la impiedad y a los deseos
mundanos, debemos llevar una vida sobria con respecto a nosotros mismos, justa para
con los demás, y piadosa para con Dios.
En el versículo 13 Pablo añade: “Aguardando la esperanza bienaventurada, la
manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo”. Nosotros
esperamos con confianza aquello que hemos creído por fe. Según el versículo 13,
estamos aguardando la esperanza bienaventurada, la cual es la manifestación de Cristo
en Su gloria. La manifestación de Cristo nos llevará a la plena filiación, es decir, a la
redención de nuestro cuerpo, a fin de que podamos disfrutar la libertad de la gloria de
los hijos de Dios, para lo cual fuimos salvos (Ro. 8:21-25). Ésta es la esperanza de vida
eterna (Tit. 1:2), una esperanza de bendición eterna, una esperanza bienaventurada en
la vida eterna del Dios Triuno. Fue sobre la base de tal esperanza que Pablo llegó a ser
apóstol.
En el versículo 13 Pablo habla de la gloria de nuestro gran Dios; ésa es la gloria del Padre
(Mt. 16:27), la cual fue dada al Hijo (Jn. 17:24) y a la cual nosotros, como los muchos
hijos de Dios, seremos llevados (He. 2:10). Dios, en Su sabiduría, nos predestinó antes
de las edades para esta gloria (1 Co. 2:7), y el Dios de toda gracia nos llamó y nos salvó
en esta eterna gloria (1 P. 5:10; 2 Ti. 2:10). El peso de esta gloria es sobrepujante y
eterno (2 Co. 4:17), y con esta gloria seremos glorificados (Ro. 8:17, 30). La aparición de
la gloria de Cristo, nuestro gran Dios y Salvador, es la esperanza bienaventurada que
estamos aguardando.
En el versículo 13 Pablo habla de “nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo”. A través de
los siglos ha habido dos escuelas de interpretación acerca de este título sagrado y divino,
el cual es además notable, maravilloso y excelente. Unos piensan que este título hace
referencia a dos personas, a Dios y a Cristo; mientras que otros afirman que hace
referencia sólo a una, a Jesucristo, quien es nuestro gran Dios y Salvador, lo cual afirma
la deidad de Cristo. Nosotros preferimos la segunda interpretación. Esto corresponde a
los dos títulos sagrados que se revelan en el nacimiento de Cristo: Jesús, que significa
Jehová el Salvador, y Emanuel, Dios con nosotros (Mt. 1:21-23). Nuestro Señor no sólo
es nuestro Salvador, sino que también es Dios; y no es solamente Dios, sino el gran Dios,
el Dios que es grande en naturaleza, en gloria, en autoridad, en poder, en obras, en
amor, en gracia y en todo atributo divino. En 1 Timoteo 2:5 nuestro Señor es revelado
como un hombre, mientras que aquí es revelado como el gran Dios. Él es hombre y Dios.
Él se manifestará en Su gloria divina no solamente para salvar a Su pueblo y conducirlo
a la era del reino, sino también para juzgar al mundo entero a fin de traer el reino de
Dios a esta tierra. Por consiguiente, Su manifestación en Su gloria es nuestra esperanza
bienaventurada.
Si hemos de sentirnos contentos o no cuando el Señor se manifieste, eso dependerá de la
vida que llevemos como cristianos hoy día. Según Mateo 25, todos los siervos del Señor
le rendirán cuentas a Él cuando venga. A algunos el Señor dirá: “Bien, esclavo bueno y
fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor” (Mt.
25:21). Pero a otros el Señor reprenderá por ser esclavos malos y perezosos (v. 26). El
esclavo malo y perezoso no denota un incrédulo ni un creyente falso. ¿Cómo podría
alguien que no es un creyente genuino en el Señor recibir un talento de parte Suya?, y
además, ¿cómo podría un creyente falso encontrarse con el Señor en Su tribunal en el
aire? Tales cosas son imposibles. De manera que aquí se está hablando únicamente de
creyentes genuinos.
Muchos cristianos se encontrarán en una situación lamentable cuando el Señor venga.
En vez de ser aprobados por el Señor, serán reprendidos por Él. ¡Oh, cuánta
superficialidad hay entre los cristianos de hoy! Muchos han sido embriagados con
enseñanzas superficiales acerca de la venida del Señor. Como resultado, no sienten
interés alguno por las sanas enseñanzas acerca de la economía de Dios. Puesto que están
embriagados, piensan que no tendrán ningún problema con el Señor cuando Él se
manifieste. Al parecer no se dan cuenta de que, según lo que Pablo dice en 2 Timoteo
4:8, el Señor aparecerá como el Juez justo. En aquel tiempo, muchos cristianos oirán
palabras muy severas de parte del Señor. Por mi parte, prefiero escuchar estas palabras
de parte de Él hoy. En contraste con la mayoría de los mensajes que se predican hoy en
día entre los cristianos, el ministerio en el recobro del Señor no ofrece enseñanzas
azucaradas; en vez de ello, los santos reciben mensajes muy serios y solemnes.
En el versículo 14 Pablo dice que Cristo “se dio a Sí mismo por nosotros para redimirnos
de toda iniquidad y purificar para Sí un pueblo especial, Su posesión personal, celoso de
buenas obras”. Las palabras “por nosotros” aquí significan “por nuestro bien”, en lugar
de “en nuestro lugar”. Redimir significa comprar por precio (1 Co. 6:20; 1 P. 1:18-19; 1
Ti. 2:6). Cristo se dio a Sí mismo por nosotros no sólo para redimirnos de toda
iniquidad, sino también para purificar para Sí un pueblo que fuera Su posesión
personal. La expresión “un pueblo especial, Su posesión personal” es una expresión
tomada del Antiguo Testamento (Dt. 7:6; 14:2; 26:18) y denota un pueblo que pertenece
a Dios, al cual Dios considera Su único y especial tesoro (Éx. 19:5), Su posesión (1 P.
2:9).
III. EL ENCARGO DEL APÓSTOL A TITO
En el versículo 15 encontramos el encargo que el apóstol da a Tito: “Esto habla, y
exhorta y convence con toda autoridad. Nadie te menosprecie”. En este versículo, Pablo
usa la expresión “esto” para referirse a todo lo mencionado en los versículos del 1 al 14.
A Tito se le encargó hablar de estas cosas, y exhortar y convencer con toda autoridad. La
palabra “autoridad” implica también un tono imperativo; de hecho, el significado literal
de la palabra griega es mandato. La frase “con toda autoridad” modifica a “exhorta” y
“convence”. Exhortar y convencer con toda autoridad significa aconsejar y convencer en
todo aspecto de forma imperativa, con palabras de autoridad, como dando órdenes.
La exhortación de Pablo, “que nadie te menosprecie”, está relacionada con la autoridad
mencionada en la frase anterior y, constituyendo la conclusión de todos los encargos
dados a Tito en este capítulo, se refiere principalmente a su enseñanza (vs. 1, 7-8, 15). La
sana enseñanza junto con las sanas palabras que son según la piedad, lo guardarían en
dignidad e inspiraría el más profundo respeto.
ESTUDIO-VIDA DE TITO
MENSAJE CINCO
MANDAR QUE LOS SANTOS MANTENGAN
UNA RELACIÓN APROPIADA CON EL GOBIERNO
Lectura bíblica: Tit. 3:1-8
Mientras escribía Pablo esta epístola a Tito, tenía presente ciertos conceptos básicos.
Estos conceptos fueron los factores o elementos que determinaron la manera en que
este libro fue escrito. Al escribir el capítulo uno, Pablo estaba profundamente
preocupado por la iglesia. Por lo tanto, en este capítulo él aborda el tema del debido
orden en la iglesia y habla de establecer un cuerpo de ancianos que se haga cargo de la
administración de la iglesia local, que ponga fin a los diversos “ismos” y que retenga la
sana enseñanza de los apóstoles. En el capítulo dos, Pablo habla de cómo llevar una vida
humana ordenada, la cual está principalmente relacionada con la vida familiar. Luego,
como vimos en los mensajes anteriores, él habla de la sociedad, o más bien, del sistema
social. En 3:1-8 Pablo habla de los gobernantes, o sea, del gobierno.
Para llevar una vida ordenada, debemos prestar atención a cuatro entidades: la iglesia,
la familia, el sistema social y el gobierno. Si damos la debida importancia a estas
entidades, llevaremos una vida ordenada en todo aspecto. La intención de Pablo, al
escribir esta epístola a Tito, era que prestáramos atención a estas cuatro entidades. Por
supuesto, los incrédulos sólo se preocupan por la familia, la sociedad y el gobierno.
Incluso los filósofos y pensadores a lo largo de los siglos solamente han tenido en cuenta
estas tres entidades de la sociedad humana. No obstante, entre nosotros en el recobro
del Señor, la entidad más importante es la iglesia. Para nosotros, la iglesia está primero.
En nuestras consideraciones nosotros damos preeminencia a la iglesia, pues ella es la
casa del Dios viviente, columna y fundamento de la verdad. Además, la iglesia es el gran
misterio de la piedad, Dios manifestado en la carne. Por consiguiente, en esta epístola
Pablo abordó el tema de la iglesia primero, y nosotros, siguiendo su ejemplo, también
ponemos a la iglesia en primer lugar entre estas cuatro entidades básicas que se abordan
en este libro.
Después de la iglesia, la entidad más importante es la familia. Algunos opositores, en su
afán por difamarnos, han esparcido la mentira diabólica de que a nosotros no nos
importa la vida familiar. Después de la iglesia, la familia es la entidad más importante
de la sociedad. Sin una vida familiar apropiada, ¿cómo podríamos tener una sociedad
sana o un buen país? Las familias son el factor esencial del cual se compone una nación.
Nosotros tenemos muy claro además que sin una vida familiar apropiada es difícil tener
una vida de iglesia ordenada. Asimismo, entendemos claramente que sin una vida de
iglesia apropiada es difícil tener una vida familiar que sea normal y adecuada. Estamos a
favor de la iglesia como también de la familia. Aun más, también estamos a favor de la
sociedad. Respetamos a los demás, honramos a nuestros vecinos y nos preocupamos por
el sistema social existente. No es nuestra misión ser reformadores sociales, ni tenemos
la menor intención de cambiar el sistema social. Nuestro único interés en el recobro del
Señor es presentar a otros las sanas enseñanzas acerca del Cristo todo-inclusivo, y de la
iglesia como el Cuerpo de Cristo.
EL ENCARGO DADO A LOS SANTOS
En este mensaje nos concentraremos en el encargo que Pablo da a los santos de
mantener una relación apropiada con el gobierno. Según la sana enseñanza del Nuevo
Testamento, debemos respetar al gobierno.
En 3:1 y 2 Pablo dice: “Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que
obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra. Que a nadie difamen, que no sean
contenciosos, sino apacibles, mostrando toda mansedumbre para con todos los
hombres”. Estar sujeto a los gobernantes significa reconocer la autoridad de Dios y
respetar Su gobierno sobre los hombres (Ro. 13:1-2). No ser contencioso (v. 2) es ser
pacífico, no disputador.
Antes de que Pablo pudiera enseñar a los santos a respetar el gobierno, ciertamente tuvo
que haber experimentado cierta medida de transformación. Cuando era Saulo de Tarso,
él era un judío patriótico que deseaba liberarse del yugo de los imperialistas romanos.
Sin embargo, él aquí instruye a los santos a que se sometan a los gobernantes y a las
autoridades. Según lo que él dice en Romanos 13, todos los funcionarios de gobierno
han sido puestos por Dios. Pablo reconocía que incluso los funcionarios nombrados por
Cesar eran gobernantes que Dios había establecido, es decir, que eran Su autoridad
delegada. Si Pablo hubiese seguido siendo una persona natural y no hubiese sido
transformado en una persona espiritual que poseía entendimiento espiritual, no habría
sido posible que hubiera escrito tales instrucciones.
EL SUMINISTRO DE DIOS
Para estar atentos a la vida de iglesia, a la vida familiar, al sistema social y al gobierno,
necesitamos un suministro específico. Cuando Pablo habla de estas cuatro entidades,
también nos habla del suministro divino. Hemos visto que en el capítulo uno Pablo
habla acerca de la vida de iglesia. El suministro que nos capacita para vivir la vida de
iglesia es la fe de los escogidos de Dios, el pleno conocimiento de la verdad, el cual es
según la piedad, y la esperanza de la vida eterna (1:1-2). En particular, la vida eterna es
el suministro que nos capacita para llevar la vida de iglesia. La palabra proclamada (1:3)
es otro aspecto del suministro que nos permite llevar una vida de iglesia apropiada.
Así como nos ha sido dado un suministro para la vida de iglesia, también se nos ha
provisto un suministro para la vida familiar. El suministro que nos ha sido dado para
llevar una vida familiar apropiada incluye la sana enseñanza (2:1), el hablar sano (2:8) y
el ser sanos en la fe, en el amor y en la perseverancia (2:2). Con respecto a nuestra vida
familiar, necesitamos el suministro de la sana enseñanza y el hablar sano. La expresión
“el hablar”, que aparece en 2:8, se refiere a nuestras conversaciones cotidianas, como las
que tenemos en la mesa mientras comemos. Si nuestro hablar es sano, nos suministrará
lo necesario para llevar una vida familiar apropiada.
Hemos visto que en 2:9-15 Pablo manda que los esclavos se porten bien dentro del
sistema social esclavista. Eso significa que debemos mostrar una actitud correcta con
respecto a la sociedad. ¿Cuál es entonces el suministro que nos capacita para vivir en el
sistema social en que nos encontramos? Este suministro es la gracia de Dios, la cual se
ha manifestado para traer salvación a todos los hombres y para educarnos a fin de que
vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, mientras aguardamos la esperanza
bienaventurada, la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo
(2:11-13). Este suministro nos capacitará para adornar en todo la enseñanza de Dios
nuestro Salvador.
El suministro que nos capacita para mantener una relación apropiada con el gobierno es
un suministro maravilloso. Pablo nos habla de este suministro en 3:4-7; pero antes de
ello, nos dice en el versículo 3: “Porque nosotros también éramos en otro tiempo
insensatos, desobedientes, extraviados, sirviendo como esclavos a concupiscencias y
deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a
otros”. Debemos recordar que en naturaleza éramos iguales que los demás y que
vivíamos en una condición caída; por lo tanto, debemos ser comprensivos con la vida
miserable que llevan ellos, y orar por su salvación (1 Ti. 2:1, 4). En otro tiempo, nosotros
también servíamos como esclavos a diversas concupiscencias, deseos y deleites. Pero
ahora tenemos un maravilloso suministro que nos capacita para tener una relación
apropiada con el gobierno.
BONDAD, AMOR Y MISERICORDIA
El versículo 4 dice: “Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y Su
amor para con los hombres”. La bondad y el amor de Dios nuestro Salvador nos
salvaron y nos hicieron diferentes de los demás.
En el versículo 5 Pablo añade: “Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros
hubiéramos hecho, sino conforme a Su misericordia, mediante el lavamiento de la
regeneración y la renovación del Espíritu Santo”. Tito 2:11 dice que la gracia de Dios trae
salvación al hombre, y 3:7 dice que somos justificados por la gracia del Señor. Pero el
versículo 5 dice que Dios nos salvó conforme a Su misericordia. El brazo de la
misericordia divina es más largo que el de la gracia. Nuestra miserable condición
produjo un gran vacío entre nosotros y la gracia de Dios. Fue la misericordia de Dios la
que creó un puente sobre este vacío y nos trajo a Su salvación de gracia.
Quisiera hacerles notar que en 3:4-5 Pablo no habla de la gracia, sino de la bondad, del
amor y de la misericordia. El amor es la fuente de la gracia. En el corazón de Dios el
Padre está el amor. Pero cuando dicho amor se expresa por medio del Hijo, se convierte
en gracia. Ésta es la razón por la cual 2 Corintios 13:14 nos habla de la gracia de Cristo y
del amor del Padre. En Juan 1:16 y 17 tenemos la gracia; sin embargo, en 1 Juan se nos
presenta el amor de Dios el Padre como la fuente de la gracia.
¿Cuál sería entonces la definición de la misericordia y la bondad? Ya dijimos que el
brazo de la misericordia es más largo que el de la gracia. Si nuestra condición fuera
apropiada, el amor de Dios podría venir a nosotros como gracia. Sin embargo, todos nos
encontrábamos en una condición lamentable; de hecho, aún es posible que ésta siga
siendo nuestra condición. Ésta es la razón por la cual necesitamos que el brazo de la
misericordia de Dios nos alcance. La misericordia de Dios puede alcanzarnos aun si
estamos en la condición más baja.
La bondad denota la actitud con la que Dios nos da Su gracia. Es posible dar un regalo a
alguien con una mala actitud. Por ejemplo, yo podría darle un regalo muy valioso a un
hermano de una manera ofensiva e insensible, o bien podría dárselo con una actitud
bondadosa. La actitud con la que Dios nos da Su gracia es una actitud bondadosa.
Cuando tenemos la misericordia, el amor y la bondad, automáticamente tenemos la
gracia. Nuestro Dios y Padre nos ha mostrado amor, misericordia y bondad. Es
mediante estas cosas que Él nos salva.
EL LAVAMIENTO Y LA RENOVACIÓN
Según el versículo 5, la salvación de Dios se efectúa mediante cierta acción: el
lavamiento de la regeneración y la renovación del Espíritu Santo. La palabra griega
traducida “regeneración” en el versículo 5 es diferente de la palabra traducida
“regenerados” (1 P. 1:23). Mateo 19:28 es el único versículo además de éste que usa este
término, y allí se refiere a la restauración que se efectuará en el milenio. Aquí se refiere a
un cambio de condición. Nacer de nuevo es el comienzo de este cambio. El lavamiento
de la regeneración comienza con nuestro nuevo nacimiento y continúa con la renovación
del Espíritu Santo, las cuales constituyen el proceso que Dios lleva a cabo en Su nueva
creación, mediante el cual llegamos a ser un nuevo hombre. En este proceso algo es
restaurado, hecho de nuevo o reconstruido con la vida. El bautismo (Ro. 6:3-5), el
despojarse del viejo hombre, el vestirse del nuevo hombre (Ef. 4:22, 24; Col. 3:9-11) y la
transformación efectuada por la renovación de la mente (Ro. 12:2; Ef. 4:23), son asuntos
que están relacionados con este proceso maravilloso. El lavamiento de la regeneración
elimina todas las cosas que provienen de la vieja naturaleza de nuestro viejo hombre, y
la renovación del Espíritu Santo imparte algo nuevo —la esencia divina del nuevo
hombre— a nuestro ser. Como resultado, pasamos de un estado viejo a un estado
totalmente nuevo, somos trasladados de la vieja creación a la nueva. Por consiguiente,
tanto el lavamiento de la regeneración como la renovación del Espíritu Santo operan en
nosotros continuamente a lo largo de nuestra vida hasta que se culmina la nueva
creación.
En 1 Timoteo se da énfasis a la iglesia (3:15-16), en 2 Timoteo, a las Escrituras (3:15-16),
y en Tito se da énfasis al Espíritu Santo. La iglesia es la casa del Dios viviente, la cual
expresa a Dios en la carne, y es columna y fundamento de la verdad, la realidad divina
del gran misterio: Dios manifestado en la carne. La Escritura es el aliento de Dios y,
como tal, contiene y transmite Su esencia divina para nutrirnos y equiparnos, a fin de
hacernos completos y perfectos para que Él nos pueda usar. El Espíritu Santo es la
persona divina que nos lava y nos renueva en el elemento divino, hasta hacer de
nosotros una nueva creación que posee la naturaleza divina, a fin de que seamos
herederos de Dios en Su vida eterna, los que heredan todas las riquezas del Dios Triuno.
El versículo 6 dice que el Espíritu Santo fue derramado “en nosotros abundantemente
por medio de Jesucristo nuestro Salvador”. El Espíritu Santo, quien es el Dios Triuno
que llega al hombre, no solamente nos ha sido dado, sino que además ha sido
derramado sobre nosotros abundantemente por medio de Jesucristo, nuestro Redentor
y Salvador, con el fin de impartirnos todas las riquezas divinas en Cristo, incluyendo la
vida eterna de Dios y Su naturaleza divina, como una porción eterna para que la
disfrutemos.
HEREDEROS CONFORME A LA ESPERANZA
DE LA VIDA ETERNA
En el versículo 7 Pablo añade: “Para que justificados por Su gracia, viniésemos a ser
herederos conforme a la esperanza de la vida eterna”. Este versículo proclama el
resultado y la meta de la salvación (v. 5) y justificación de Dios, las cuales incluyen el
lavamiento de la regeneración y la renovación del Espíritu Santo. El resultado y la meta
son que seamos herederos de Dios conforme a la esperanza de la vida eterna.
Según el versículo 7, los creyentes no sólo son hijos, sino también herederos, quienes
reúnen los requisitos necesarios para heredar los bienes del Padre (Ro. 4:14; 8:17; Gá.
3:29; 4:7). Tales herederos nacen (Jn. 1:12-13) de la vida eterna de Dios (Jn. 3:16). Esta
vida eterna los capacita no solamente para vivir y disfrutar a Dios en esta era, sino
también para heredar, en la era venidera y en la eternidad, todas las riquezas de lo que
Dios es para ellos. Así que, se nos habla de la esperanza de la vida eterna. La vida eterna
de Dios es nuestro disfrute hoy, y nuestra esperanza mañana. Conforme a esta
esperanza llegamos a ser herederos de Dios que heredan todas Sus riquezas por la
eternidad. Ésta es la cúspide, la meta eterna, de Su salvación eterna con Su vida eterna,
la cual nos ha sido dada por gracia en Cristo.
EL ENCARGO DADO A TITO
En el versículo 8 Pablo concluye esta sección de Tito, diciendo: “Palabra fiel es ésta, y
estas cosas quiero que afirmes con seguridad, para que los que han creído en Dios
procuren ocuparse en obras dignas. Estas cosas son buenas y provechosas a los
hombres”. La “palabra fiel” se refiere a lo dicho en los versículos del 3 al 7, y la frase
“estas cosas” se refiere a las cosas mencionadas en los versículos del 1 al 7. Afirmar con
seguridad es afirmar invariablemente, con firmeza, de manera positiva (con persistencia
y exactitud). Ésta es la misma palabra que se usa en 1 Timoteo 1:7.
Pablo, al hablar acerca de la vida de iglesia, de la vida familiar, del sistema social y del
gobierno, no se limitó a dar instrucciones. Además de darnos instrucciones, nos remite a
la fuente de la suministración. Para la vida de iglesia, tenemos la fe de los escogidos de
Dios, el pleno conocimiento de la verdad, la vida eterna junto con su esperanza y la
palabra proclamada que hace manifiesta la vida eterna. Para la vida familiar, tenemos
las sanas palabras, la sana enseñanza y el hablar sano. Para el sistema social, tenemos la
gracia de Dios, la cual nos ha salvado y la cual hoy nos enseña a rechazar toda impiedad
y concupiscencia mundana y a vivir en este siglo sobria, justa y piadosamente.
Finalmente, para relacionarnos apropiadamente con el gobierno, tenemos el
maravilloso suministro descrito en 3:1-8. Así, pues, tenemos el suministro divino que
necesitamos para llevar una vida de iglesia, una vida familiar y una vida social
apropiadas, y para tener una relación apropiada con el gobierno. Podemos tener una
relación apropiada con todas estas entidades, no en virtud de enseñanzas éticas,
instrucciones filosóficas, ni tampoco valiéndonos de nuestra vida y aptitudes naturales.
En vez de todas estas cosas, contamos con un suministro celestial, divino y espiritual,
que nos permite vivir de manera apropiada en la iglesia, en nuestra familia, en la
sociedad y en el gobierno.
ESTUDIO-VIDA DE TITO
MENSAJE SEIS
HACER FRENTE A LOS QUE CAUSAN DISENSIONES
Lectura bíblica: Tit. 3:9-15
Antes de examinar 3:9-15, veo necesario añadir algo más acerca de los versículos del 4 al
7. En el versículo 7 Pablo dice: “Para que justificados por Su gracia, viniésemos a ser
herederos conforme a la esperanza de la vida eterna”. Llegar a ser herederos de Dios es
la meta de Su salvación eterna, la cual incluye la vida eterna que nos ha sido otorgada
por gracia en Cristo. En los versículos del 4 al 6 vemos algunos asuntos cruciales que son
necesarios para alcanzar la meta de Dios. En los versículos 4 y 5 se mencionan ciertos
atributos divinos: la bondad, el amor y la misericordia. Cuando se juntan estos tres
atributos, tenemos la gracia. Dios nos ha mostrado Su amor, Su misericordia, Su bondad
y Su gracia, para poder salvarnos. Siempre que nos proponemos hacer algo de gran
trascendencia, ponemos todo nuestro ser en ello. Ejercitamos nuestra mente, voluntad,
parte emotiva, corazón e incluso nuestro temperamento. De igual manera, Dios ejercitó
todo Su ser para salvarnos. Él nos mostró todo Su amor, bondad, misericordia y gracia.
Mediante estos atributos divinos, Dios nos salvó. No obstante, estos atributos son la
fuente de nuestra salvación, no las actividades ni el proceso.
En 3:5 y 6 tenemos las actividades, las cuales son el proceso por el cual Dios nos salvó:
“Nos salvó... mediante el lavamiento de la regeneración y la renovación del Espíritu
Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por medio de Jesucristo nuestro
Salvador”. La salvación de Dios se basa en el ejercicio de Sus atributos y se lleva a cabo
mediante el proceso del lavamiento de la regeneración y la renovación del Espíritu
Santo. La meta es que lleguemos a ser herederos de Dios.
Pablo ciertamente era un excelente escritor. Consciente de que en los versículos del 4 al
6 no había escrito nada acerca de la justificación, añadió las palabras “justificados por
Su gracia”. Aunque la justificación está implícita de alguna manera en los asuntos de la
salvación y el lavamiento, Pablo explícitamente la menciona en el versículo 7. Nosotros
fuimos salvos, lavados y justificados. La gracia por la cual somos justificados es la suma
de la bondad, el amor y la misericordia de Dios. Éstos son atributos de Dios, pero
cuando los experimentamos juntos, tenemos la gracia. La bondad, el amor y la
misericordia son del Padre, mientras que la gracia es de Cristo. Es por ello que en 2
Corintios 13:14 Pablo habla de la gracia de Cristo y del amor de Dios el Padre.
En 3:7 Pablo dice que llegamos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida
eterna, mientras que en 1:1 y 2 dice que él llegó a ser apóstol en la esperanza de la vida
eterna. Esta vida eterna significaba mucho para Pablo, y también significa mucho para
nosotros los creyentes. Pablo llegó a ser apóstol en la esperanza de la vida eterna, y
nosotros llegamos a ser herederos de Dios conforme a la esperanza de la vida eterna.
¿Por qué usa Pablo la palabra “en” al hablar de sí mismo y la expresión “conforme a” al
referirse a nosotros? Él usó la palabra “en” al hablarnos de sí mismo, para dar a
entender que ya estaba experimentando la esperanza de la vida eterna. Sin embargo,
puesto que aún nosotros no hemos experimentado esto lo suficiente, él dice que somos
herederos conforme a la esperanza de la vida eterna. Puesto que Pablo era un creyente
muy maduro, él ya estaba experimentando la esperanza, es decir, ya estaba en ella. Pero,
con respecto a la mayoría de nosotros, esta experiencia todavía se halla delante de
nosotros. Por lo tanto, somos herederos conforme a esta esperanza.
I. EL ENCARGO DEL APÓSTOL
En 3:9 Pablo añade: “Pero evita las cuestiones necias, y genealogías, y contiendas, y
disputas acerca de la ley; porque son vanas y sin provecho”. Las cuestiones necias
mencionadas aquí son las que surgen de las genealogías (1 Ti. 1:4), y las contiendas
provienen de las cuestiones y genealogías. Las disputas denotan pleitos, los cuales se
deben a las diferentes opiniones que surgen del erróneo estudio de los mitos en cuanto a
la ley. La ley mencionada en este versículo es la ley judía, que se usaba en el judaísmo
gnóstico, el cual era contrario a la sencillez del evangelio. Estas cuestiones, genealogías,
contiendas y disputas son vanas, es decir, no apuntan a nada ni producen nada positivo.
Las cosas positivas recalcadas en los versículos del 4 al 8 deben ser afirmadas firme y
constantemente: Dios nuestro Salvador, Jesucristo nuestro Salvador, el Espíritu Santo,
la bondad de Dios, Su amor, Su misericordia, Su gracia y Su vida eterna, y las acciones
que Dios ha realizado, como la justificación, la salvación, el lavamiento, la regeneración
y la renovación. Todo esto representa al Dios Triuno con Sus atributos y virtudes, y las
acciones divinas que Él ha realizado en Su salvación eterna. Tales cosas están
relacionadas con la vida, pertenecen al árbol de la vida (Gn. 2:9) y producen los
herederos que recibirán todo lo que Dios es para ellos. Los asuntos negativos referidos
en los versículos del 9 al 11 deben evitarse; éstos incluyen las cuestiones necias, las
genealogías, las contiendas, las disputas acerca de la ley, y los hombres facciosos y
dogmáticos. Todos estos asuntos están relacionados con el conocimiento —el cual trae
muerte—, pertenecen al árbol del conocimiento, y matan a sus víctimas.
La exhortación que Pablo hace acerca de evitar cuestiones necias, genealogías,
contiendas y disputas, coincide con lo que dice en 1 Timoteo 1 acerca de enseñar cosas
diferentes. Debido a que en la iglesia habían empezado a infiltrarse enseñanzas
diferentes, Pablo le encargó a Tito que las evitara.
El ministerio del Señor no es la enseñanza de ningún individuo en particular. El
ministerio es la enseñanza de la economía neotestamentaria de Dios. Esto significa que
el ministerio del Señor es la sana enseñanza, la cual nos comunica la economía del
Nuevo Testamento. Lamentablemente, la mayoría de los maestros cristianos de hoy han
errado el blanco con respecto a la economía de Dios. La economía de Dios puede
asemejarse a un grano o semilla. Los maestros cristianos en su mayoría no prestan
atención a la semilla, sino al tronco, a las hojas, e incluso a la cáscara que recubre la
semilla. Argumentan y debaten sobre la cáscara y descuidan la semilla.
En Colosenses 1:25 Pablo dice: “Fui hecho ministro, según la mayordomía de Dios, que
me fue dada para con vosotros, para completar la palabra de Dios”. Completar la palabra
de Dios significa completar la revelación divina. El completamiento de la palabra de
Dios equivale al misterio de Cristo. Esta expresión, “el misterio de Cristo”, se refiere
tanto a Cristo como a Su misterio. El misterio de Cristo es la iglesia. De manera que, el
contenido de la enseñanza de la economía del Nuevo Testamento es el Cristo todoinclusivo y la iglesia como el Cuerpo de Cristo.
Cualquier enseñanza que se desvíe de este enfoque central la debemos considerar una
enseñanza diferente. Por ejemplo, supongamos que cierto maestro de la Biblia insiste en
que nosotros bauticemos a las personas en el nombre de Jesucristo, en vez de hacerlo en
el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo o en el nombre de Cristo Jesús.
Aunque tal enseñanza pueda ser presentada de una manera que suene muy ortodoxa y
bíblica, es de hecho una enseñanza diferente por insistir en algo que no tiene que ver
con el enfoque de la economía de Dios y porque distrae a los santos de practicar la vida
de iglesia adecuada. Por supuesto, la Biblia nos dice que tenemos que bautizarnos; pero
no debemos dejarnos afectar por las diferentes enseñanzas en cuanto al nombre en el
que deben ser bautizados los creyentes. Prestar demasiada atención a asuntos como
éstos nos distraerá de la economía de Dios.
La meta del recobro del Señor no es recobrar las verdades doctrinales, sino hacernos
regresar a la economía neotestamentaria de Dios, que no es otra cosa que Cristo y la
iglesia. Lo que el Señor desea de nosotros, y lo que nosotros necesitamos, es que todo
nuestro ser se centre en la economía de Dios. En el recobro del Señor debemos centrar
toda nuestra atención en Cristo y la iglesia.
Al dirigir nuestra atención a la economía de Dios en cuanto a Cristo y la iglesia, debemos
evitar las enseñanzas diferentes. Estas enseñanzas tal vez sean bíblicas, y quizás ciertos
predicadores hablen de ellas de una manera elocuente y atractiva. No obstante, tenemos
que discernir si tales mensajes se centran o no en Cristo y la iglesia, y si fortalecen o no a
los creyentes para que vivan a Cristo y pongan en práctica la vida de iglesia. Quizás
alguien dé un excelente mensaje sobre el amor, basándose en 1 Corintios 13. No
obstante, si no ha visto la visión de la economía neotestamentaria con respecto a Cristo y
la iglesia, aun su inspirador mensaje sobre el amor puede ser una distracción. Así,
cuanto más explica 1 Corintios 13, más los oyentes son distraídos de Cristo y de la vida
de iglesia, y, en vez de ello, centran toda su atención en el amor.
Muchos cristianos que buscan al Señor de todo corazón han sido distraídos, no por
herejías, sino por buenas enseñanzas basadas en los pasajes favoritos de la Biblia. A
muchos cristianos les atrae mucho 1 Corintios 13, y les gusta escuchar mensajes basados
en este capítulo. Hablan mucho acerca del amor y acerca de la necesidad de amarnos
unos a otros, pero pasan por alto la vida de iglesia.
Hoy en día, a los cristianos les gusta mucho el libro de Salmos. Para muchos, Salmos es
su libro favorito de la Biblia. Sin embargo, si centramos toda nuestra atención en
Salmos, esto podría distraernos de la meta de vivir a Cristo, y podría alentarnos y
motivarnos a ser creyentes que recalcan la necesidad de llevar una vida piadosa. Aun
más, algunos podrían distraerse de la vida de iglesia y no darle ninguna importancia a
ella. Tal vez incluso critiquen a algunos que están en la iglesia por no enfatizar el tiempo
devocional como lo hacen ellos.
¿Cómo podemos discernir qué mensajes debemos escuchar y qué mensajes debemos
evitar? Aunque debemos estar en contra de las herejías, no debemos oponernos a las
enseñanzas que no son heréticas. No obstante, no debemos prestar atención a
enseñanzas que no se centren en la economía de Dios, por muy sanas que sean.
Debemos evitar las enseñanzas diferentes y centrar nuestra atención en la economía de
Dios respecto a Cristo y la iglesia.
II. HACER FRENTE A LOS QUE CAUSAN DISENSIONES
Tito 3:10 y 11 dicen: “Al hombre que cause disensiones, después de una y otra
amonestación deséchalo, sabiendo que el tal se ha pervertido, y peca y está condenado
por su propio juicio”. Una persona que causa disensiones es un hereje y sectario que
propaga divisiones al formar partidos en la iglesia conforme a sus propias opiniones. El
judaísmo gnóstico, al que se hace referencia en el versículo anterior, debe estar
relacionado con esto. El origen de las divisiones es las enseñanzas diferentes. Es por ello
que el versículo 10 viene después del versículo 9. Seguramente algunos creyentes
insistieron en que había que enseñarse la ley y, a causa de ello, se volvieron facciosos.
En el versículo 10 Pablo manda a Tito que deseche al hombre que cause disensiones,
después de una u otra amonestación. A fin de mantener un buen orden en la iglesia, una
persona facciosa, una persona que cause divisiones, debe ser desechada y rechazada
después de una y otra amonestación. Esto se hace por el bien de la iglesia, a fin de
impedir que los santos sigan teniendo contacto con esa persona facciosa y se contagien
de dicha enfermedad.
En el versículo 11 Pablo habla con severidad al decir que la persona facciosa se ha
pervertido, que peca, y que está condenada por su propio juicio. Las palabras griegas
traducidas “se ha pervertido” significan literalmente ha volteado de adentro hacia fuera.
Esto es peor que apartarse de la senda recta (Tit. 1:14). Alguien que se ha pervertido de
esta manera ha quedado arruinado, dañado y destruido, en lo que se refiere a la
economía neotestamentaria de Dios.
Pablo nos dice que las personas que causan disensiones están condenadas por su propio
juicio. Cuando una persona se esta índole está a solas, puede tener una profunda
sensación de condenación, pues se da cuenta de que su paz no es genuina. Tal vez no
diga que se siente condenada, pero en lo profundo de su corazón tiene dudas y no
encuentra reposo. Algunos de los que abandonaron el recobro del Señor disputaron con
mucha vehemencia acerca de varios asuntos. Sin embargo, en lo más profundo, no
tenían verdadera paz y, en vez de ello, estaban bajo su propia condenación. Si no se
sintieran condenados, no habrían luchado por vindicarse ni habrían tratado de
convencer a otros de que tenían la razón. Sus esfuerzos por vindicarse eran la evidencia
de que se sentían condenados por su propio juicio.
III. LA CONCLUSIÓN DEL LIBRO
A. La comunión del apóstol
En los versículos 12 y 13 Pablo dice: “Cuando envíe a ti a Artemas o a Tíquico, procura
con diligencia venir a mí en Nicópolis, porque allí he determinado pasar el invierno. A
Zenas intérprete de la ley, y a Apolos, encamínales con diligencia, de modo que nada les
falte”. Nicópolis era una ciudad ubicada al extremo sudoeste de Macedonia, donde se
escribió esta epístola. Artemas y Tíquico eran íntimos colaboradores de Pablo, mientras
que Zenas y Apolos laboraban independientemente de él. Aún así, Pablo le mandó a Tito
que cuidara de ellos, lo cual nos muestra que no había celos entre los dos grupos de
colaboradores.
Lo que dice Pablo en el versículo 14 está relacionado con lo que expresa en el versículo
13: “Y aprendan también los nuestros a ocuparse en obras dignas para los casos de
necesidad, para que no sean sin fruto”. Ellos debían encargarse de las necesidades de los
siervos del Señor y ayudarles a continuar su camino.
B. Saludos
En el versículo 15 Pablo concluye, diciendo: “Todos los que están conmigo te saludan.
Saluda a los que nos aman en la fe. La gracia sea con todos vosotros”. La fe aquí se
refiere a la fe subjetiva y denota nuestra acción de creer, la cual nos introduce en una
unión orgánica con el Señor (Jn. 3:15; Gá. 3:26) y obra por el amor (Gá. 5:6). Los santos,
quienes eran uno con el Señor en Su cuidado, amaban al apóstol fiel y sufrido en el
elemento y en la operación de esta fe.
ESTUDIO-VIDA DE FILEMÓN
MENSAJE UNO
UN ESCLAVO QUE NACE DE NUEVO
COMO HERMANO
Lectura bíblica: Flm. 1-16
I. EL TEMA DEL LIBRO
El tema del libro de Filemón es: Un cuadro de la igualdad de condiciones entre los
creyentes en el nuevo hombre. En el nuevo hombre todos los creyentes, sean ellos amos,
como Filemón, o esclavos, como Onésimo, son iguales.
II. INTRODUCCIÓN
El libro de Filemón comienza con las palabras: “Pablo, prisionero de Cristo Jesús, y el
hermano Timoteo, al amado Filemón, colaborador nuestro”. En el versículo 2 Pablo se
refiere a la hermana Apia, y a Arquipo, y a la iglesia que está en la casa de Filemón. Ya
que lo tratado en esta epístola es un asunto familiar, Apia debe de haber sido la esposa
de Filemón, y Arquipo, su hijo. Filemón vivía en Colosas (v. 2, cfr. Col. 4:17; v. 10, cfr.
Col 1:2; 4:9) y, según la historia, era un anciano de la iglesia allí. Muy probablemente la
iglesia en Colosas se reunía en su casa. Por lo tanto, era la iglesia que estaba en su casa.
La introducción a esta epístola concluye con lo que dice Pablo en el versículo 3: “Gracia
y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo”.
III. UN ESCLAVO QUE NACE DE NUEVO
COMO HERMANO
En los versículos 4 y 5 Pablo dice: “Siempre doy gracias a mi Dios, acordándome de ti en
mis oraciones, porque oigo del amor y de la fe que tienes hacia el Señor Jesús, y para
con todos los santos”. Observen que en el versículo 5, Pablo menciona primero el amor y
después la fe. En la etapa inicial de la vida de un creyente, la fe viene primero, y luego, a
partir de la fe se produce el amor (Gá. 5:6; Ef. 1:15; Col 1:4). Sin embargo, aquí el amor
se menciona primero y después la fe, debido a que la igualdad que existe entre los
creyentes, de lo cual trata esta epístola, es una cuestión de amor, el cual a su vez procede
de la fe. En el nuevo hombre, los miembros se aman unos a otros en la fe (Tit. 3:15). Su
relación es una relación de amor a través de la fe. El apóstol valoraba mucho la
comunión de la fe de Filemón (v. 6) y fue animado por su amor (v. 7); entonces, él le
encargó a Filemón que recibiera a Onésimo debido a este mismo amor (v. 9). De ahí que,
estas dos virtudes se mencionen juntas aquí. Filemón manifestaba ambas virtudes, no
sólo hacia el Señor, sino también hacia todos los santos.
En el versículo 6 Pablo añade: “Para que la comunión de tu fe sea eficaz en el pleno
conocimiento de todo el bien que está en vosotros por Cristo”. Este versículo en realidad
es la continuación del versículo 4. Aquí el pleno conocimiento denota el pleno aprecio y
pleno reconocimiento que se obtiene a través de la experiencia. Con las palabras “todo el
bien” Pablo no se está refiriendo a cosas naturales (véase Ro. 7:18), sino a cosas
espirituales que son buenas en el sentido divino, tales como la vida eterna, la vida divina
y los dones espirituales, los cuales están en nosotros los creyentes, quienes hemos sido
regenerados, y no en los hombres naturales.
La palabra griega traducida “por” en la expresión “por Cristo”, significa literalmente
para o hacia. Todas las cosas espirituales y buenas en el sentido divino que están en
nosotros son para Cristo, hacia Cristo, por Cristo. El apóstol oró pidiendo que la
comunión, la comunicación, la participación, de la fe de Filemón hacia todos los santos
llegara a ser eficaz en ellos en el elemento y esfera del pleno conocimiento, la absoluta
comprensión, de todas las cosas buenas que hay en nosotros para Cristo, provocando
que ellos apreciaran y reconocieran todas las cosas espirituales y divinamente buenas
que tienen los creyentes para Cristo.
En el versículo 7 Pablo declara: “Pues tengo gran gozo y consolación por tu amor,
porque por ti, oh hermano, han sido confortados los corazones de los santos”. La
palabra “pues” presenta la razón por la cual el apóstol oró pidiendo que la fe de Filemón
fuera eficaz en los santos (v. 6); la razón era que el amor de Filemón había confortado
los corazones de los santos y, por lo tanto, había proporcionado al apóstol gran gozo y
consolación. La palabra griega traducida “confortados” significa también tranquilizados,
consolados.
Los versículos 8 y 9 dicen: “Por lo cual, aunque tengo mucha libertad en Cristo para
mandarte lo que conviene, más bien te ruego por amor, siendo como soy, Pablo ya
anciano, y ahora, además, prisionero de Cristo Jesús”. La palabra griega traducida
“anciano” puede traducirse también embajador (Ef. 6:20). La expresión “prisionero” en
el versículo 9, “compañero de prisiones” en el versículo 23 y “prisiones” en el versículo
13, indican que esta epístola se escribió durante el primer encarcelamiento del apóstol
en Roma.
En los versículos 10 y 11, Pablo dice: “Te ruego por mi hijo Onésimo, a quien engendré
en mis prisiones, el cual en otro tiempo te fue inútil, pero ahora a ti y a mí nos es útil”.
Pablo, durante su encarcelamiento, engendró a Onésimo por medio del Espíritu y con la
vida eterna de Dios (Jn. 3:3; 1:13). En griego, el nombre Onésimo quiere decir
provechoso, útil, de ayuda; éste era un nombre comúnmente dado a los esclavos. Él era
un esclavo que Filemón había comprado, y que, según la ley romana, no tenía derechos
humanos. Él había huido de su amo, cometiendo así un crimen cuyo castigo era la
muerte. Mientras Onésimo se hallaba en la cárcel de Roma con el apóstol, fue salvo por
medio de éste. Ahora el apóstol lo enviaba de regreso a su amo con esta epístola.
La palabra “inútil” mencionada en el versículo 11, significa también inservible,
ineficiente. Alude al hecho de que Onésimo había huido de Filemón. La palabra “útil”
significa también servible, eficiente. Onésimo se volvió útil porque se había convertido y
estaba dispuesto a regresar a Filemón.
El versículo 12 añade: “El cual te devuelvo, es decir, te devuelvo mi propio corazón”. La
palabra griega traducida “corazón” significa literalmente entrañas; la misma palabra
griega aparece en los versículos 7 y 20; en Filipenses 1:8 (“entrañable amor”); en 2:1
(“afecto entrañable); y en Colosenses 3:12 (entrañas), y significa profundo afecto,
ternura, compasión. Pablo devolvía su más profundo afecto y compasión a Filemón por
intermedio de Onésimo.
Los versículos 13 y 14 dicen: “Yo quisiera retenerle conmigo, para que en lugar tuyo me
ministrase en mis prisiones por el evangelio; pero nada quise hacer sin tu
consentimiento, para que tu bondad no fuese como de necesidad, sino voluntaria”. Así
como el Señor no haría nada sin nuestro consentimiento, Pablo no quiso retener consigo
a Onésimo sin el consentimiento de Filemón.
En los versículos 15 y 16 Pablo dice: “Porque quizás para esto estuvo apartado de ti por
poco tiempo, para que por siempre le tuvieras; ya no como esclavo, sino como más que
esclavo, como hermano amado, mayormente para mí, pero cuánto más para ti, tanto en
la carne como en el Señor”. La palabra “porque”, que aparece en el versículo 15, presenta
la razón por la cual Pablo, en el versículo 12, dijo que devolvía a Onésimo. La palabra
“quizás” no sólo es una expresión que denota humildad, sino también una expresión que
indica que no tenía prejuicios.
Esta breve epístola cumple el propósito especial de mostrarnos la igualdad que existe, en
la vida eterna y el amor divino, entre todos los miembros del Cuerpo de Cristo. En la
época en que vivió Pablo, la vida de Cristo había anulado, entre los creyentes, la fuerte
institución de la esclavitud. Ya que el sentimiento del amor de la comunión cristiana era
tan poderoso y prevaleciente —al grado en que espontáneamente se había dejado de
tener en cuenta el orden social maligno entre los seres humanos caídos—, no había
necesidad de que se efectuara una emancipación institucional. Debido al nacimiento
divino de los creyentes de Cristo y al hecho de que vivían por la vida divina, todos ellos
gozaban de igualdad en la iglesia, la cual era el nuevo hombre en Cristo, y en la cual no
había discriminación alguna entre el libre y el esclavo (Col. 3:10-11). Esto se basaba en
tres hechos. En primer lugar, la muerte de Cristo en la cruz abolió las ordenanzas de las
diferentes maneras de vivir, para crear un solo y nuevo hombre (Ef. 2:15); segundo,
todos los creyentes fueron bautizados en Cristo y fueron hechos uno en Él sin ninguna
diferencia (Gá. 3:27-28); y tercero, en el nuevo hombre Cristo es el todo, y en todos (Col.
3:11). Tal vida, en la cual se manifiesta el amor en la igualdad de comunión, es
perfectamente capaz de conservar el buen orden en la iglesia (en Tito), llevar a cabo la
economía de Dios en cuanto a la iglesia (en 1 Timoteo), y resistir la corriente de la
decadencia de la iglesia (en 2 Timoteo). El Señor en Su soberanía dispuso los libros del
Nuevo Testamento de tal modo que esta epístola fuera puesta después de los tres libros
que la preceden.
Según lo que dice Pablo en el versículo 16, Onésimo era más que un esclavo; de hecho,
era más que un hombre libre, era un hermano amado.
Esta epístola contiene varias expresiones que denotan intimidad: hermano amado, la
hermana (v. 2), amado colaborador nuestro (v. 1), nuestro compañero de milicia (v. 2),
mis colaboradores (v. 24), mi compañero de prisiones (v. 23), y compañero (v. 17). Estas
expresiones nos muestran el afecto entrañable que el apóstol sentía en su relación con
los miembros del nuevo hombre.
La expresión “tanto en la carne como en el Señor” significa en la carne como un esclavo,
y en el Señor como un hermano. Siendo esclavo en la carne, Onésimo era un hermano, y
siendo hermano en el Señor, era un esclavo.
El título de este mensaje es: “Un esclavo que había nacido de nuevo y se había
convertido en un hermano”. Sólo por medio de la predicación del evangelio, un esclavo,
como Onésimo, podía nacer de nuevo y venir a ser un hermano. Pablo no le predicó el
evangelio a Onésimo de una manera ordinaria ni de una manera despreocupada y
superficial. Además, él le predicó el evangelio mientras se hallaba prisionero en Roma.
Esto indica que sin importar la situación en que Pablo se encontrara, él siempre estaba
ejercitado para llevar a cabo la predicación del evangelio. Pablo dice: “Ahora bien,
quiero que sepáis, hermanos, que las cosas que me han sucedido, han redundado más
bien en el avance del evangelio, de tal manera que se ha hecho patente en toda la
guardia pretoriana y a todos los demás, que me hallo en cadenas por Cristo”. La guardia
real de Nerón oyó a Pablo predicar el evangelio e incluso le vio predicar el evangelio.
Filipenses 4:22 indica que incluso algunos de los miembros de la casa de César fueron
salvos: “Todos los santos os saludan, y especialmente los de la casa de César”. Ahora,
por la Epístola a Filemón, nos enteramos de que el esclavo Onésimo también fue salvo
por medio de Pablo.
Pablo no predicó el evangelio a Onésimo como lo hace la mayoría de los cristianos hoy
en día. Para Pablo, predicar el evangelio equivalía a engendrar hijos. Es por eso que
Pablo se refiere a Onésimo como su hijo engendrado en sus prisiones. La predicación de
Pablo implicaba un proceso en el que se engendraba y daba a luz a un hijo. Esto indica
que al predicar el evangelio, Pablo ministraba la vida divina a los demás. La vida eterna
de Dios, la cual fue impartida en Onésimo, hizo que él naciera de nuevo y llegara a ser
un hijo y un hermano espiritual de Pablo en Cristo. Cada vez que nosotros prediquemos
el evangelio, también debemos predicarlo de tal modo que engendremos hijos, o sea,
impartamos a Cristo como la vida divina en aquellos a quienes les predicamos.
Aun más, después que Pablo engendró a este hijo, no lo descuidó ni lo dejó en un
orfanato al cuidado de otros. Debido a que Pablo lo valoraba tanto, se hizo cargo de él y
le entregó todo su amor. Incluso refiriéndose a él dijo: “Te devuelvo mi propio corazón”.
Las madres a menudo se sienten así con respecto a sus hijos. Si les fuera quitado un hijo,
sentirían que les han arrancado el corazón. ¿Siente usted algo similar por alguien que
usted haya conducido al Señor? Es probable que no nos sintamos así. Sin embargo,
Pablo no sólo consideraba a Onésimo un hijo suyo, sino también su propio corazón. De
manera que el hecho de que Pablo enviara su hijo a Filemón significaba que le enviaba
también su corazón. ¡Qué preocupación vemos aquí!
Hay padres que no consideran a sus hijos en la carne su propio corazón. Tal vez digan
para sus adentros: “Dios me dio a este hijo, y es mi deber cuidar de él. No tengo otra
alternativa”. A menudo, los cristianos tienen la misma actitud cuando traen personas al
Señor. A diferencia de Pablo, ellos no sienten la misma preocupación de un padre por
aquellos que conducen a la salvación.
Sin embargo, a pesar de que Pablo sentía tanto amor y preocupación por su hijo, él sabía
que no era la persona adecuada para retenerle. Puesto que Onésimo era un esclavo que
había escapado de su amo, tenía que regresar a él. Probablemente Onésimo había
robado algo de Filemón. El versículo 18 parece indicar esto, cuando dice: “Y si en algo te
hizo daño, o te debe, ponlo a mi cuenta”. Tal vez lo que Onésimo había robado a Filemón
no era algo de poco valor sino algo muy valioso.
En esto vemos que la preocupación de Pablo era que la relación humana entre Onésimo
y Filemón fuera enmendada. Después de llevar a un pecador al Señor, primero debemos
considerarlo como nuestro hijo espiritual, y luego debemos ayudarle enmendar sus
relaciones con los demás. Por ejemplo, si ha tratado injustamente a sus padres, debemos
ayudarle a reconciliarse con ellos. Si ha ofendido a su esposo o esposa, debemos
ayudarle a restaurar su relación con su cónyuge. Éste es un principio importante.
Al enviar a este esclavo fugitivo de regreso a su amo, Pablo, quien era un excelente
escritor, apeló al amor de Filemón. En los versículos 5 y 6 Pablo declara: “Porque oigo
del amor y de la fe que tienes hacia el Señor Jesús, y para con todos los santos; para que
la comunión de tu fe sea eficaz en el pleno conocimiento de todo el bien que está en
vosotros por Cristo”. Debido a que en esta epístola Pablo apela al amor de Filemón, él
menciona el amor antes que la fe mencionada en el versículo 5.
El versículo 6 es un versículo difícil de entender. Parece que Pablo estuviese diciendo:
“Cuando los hermanos de las distintas localidades se enteren de lo que hiciste en amor y
por fe, y tengan comunión acerca de tu fe, tu fe obrará en ellos. Operará en ellos en el
pleno conocimiento de todo el bien que está en nosotros por Cristo, puesto que todos los
creyentes tienen en su interior las mismas cosas buenas”. El bien que está en nosotros
incluye la vida divina, la naturaleza divina y los dones divinos. Tales cosas se mencionan
en detalle en los tres libros de 1 y 2 Timoteo y Tito. Todas las cosas buenas que están en
nosotros son para Cristo. La comunión de la fe de Filemón puede compararse a un
abanico con el cual avivamos el fuego de todo el bien que hay en nosotros por Cristo (2
Ti. 1:6). Así, cuando los santos escucharan lo que Filemón había hecho por amor, se
“avivaría” todo el buen depósito que estaba en ellos. Esto es lo que la fe de cierto santo
efectúa, al tener comunión los creyentes acerca de ella.
En el libro de Filemón encontramos un excelente modelo y ejemplo de cómo conducir a
un pecador al Señor al engendrarle con la vida divina; de tenerle como un hijo, incluso
como nuestro propio corazón; y de ayudarle a enmendar todas sus relaciones humanas.
En las iglesias del recobro del Señor, siempre procuramos devolver al fugitivo y ayudar
al esposo o a la esposa que se ha divorciado o separado de su cónyuge, a reconciliarse
con éste. Nuestro deseo es que todas las relaciones humanas sean enmendadas. Para
ello, debemos mostrar el debido amor y preocupación y apelar al amor de la otra
persona. Por último, siguiendo el ejemplo de Pablo en esta epístola, debemos ayudar a
los recién salvos a entrar en la vida de iglesia. El deseo de Pablo era conducir a Onésimo
a la vida de iglesia. Onésimo, habiendo sido engendrado por Pablo, era ahora un esclavo
que había nacido de nuevo y se había convertido en un hermano. Pablo, quien lo había
engendrado, asumió la responsabilidad de conducir a Onésimo a la vida de iglesia, esto
es, a la comunión que existe entre los miembros del Cuerpo.
ESTUDIO-VIDA DE FILEMÓN
MENSAJE DOS
UN HERMANO RECOMENDADO
PARA QUE SEA ACEPTADO EN EL NUEVO HOMBRE
Lectura bíblica: Flm. 17-25
El tema del libro de Filemón es: Un cuadro de la igualdad que existe entre los creyentes
en el nuevo hombre. Aparentemente esta epístola no dice nada al respecto, pero en
realidad, toca el meollo de este asunto.
Mientras escribía a Filemón, Pablo se hallaba en una prisión romana, y Filemón estaba
en Colosas, muy lejos de allí. Uno de los compañeros de prisión de Pablo, Onésimo,
había sido conducido al Señor y engendrado por Pablo en el Espíritu; como resultado,
había llegado a ser no sólo un creyente en Cristo y un hijo de Dios, sino también un
amado hijo para el propio Pablo. Ya que en Roma había una iglesia local, ¿por qué Pablo
no recomendó a este recién salvo a la iglesia allí? No lo hizo porque Onésimo era un
esclavo que había huido de su amo, Filemón, quien vivía en Colosas.
El hecho de que hubiera iglesias en Roma y en Colosas indica que las iglesias, como
expresión del Cuerpo de Cristo, tienen un aspecto universal. Esto era tan cierto en la
antigüedad como lo es hoy. La primera iglesia, la iglesia en Jerusalén, surgió
aproximadamente en el año 34 o 35 d. de C. La Epístola a Filemón se escribió
aproximadamente treinta años después. En este período relativamente corto, se habían
establecido iglesias no sólo en Judea, sino también en el mundo gentil. Así, pues, la
iglesia era universal. Esto sucedió conforme a la soberanía del Señor a fin de que se
cumpliera la comisión que Él le había dado a Pablo. Esto también cumplió el deseo de
Pablo, que consistía en poder ver un nuevo hombre en la tierra.
Con la expansión del Imperio Romano, muchas naciones y pueblos de los alrededores
del mar Mediterráneo empezaron a relacionarse entre sí e incluso llegaron a unificarse
políticamente. Había mucha circulación y comunicación entre los pueblos de distintas
regiones del imperio. Esta comunicación tenía que ver absolutamente con el viejo
hombre. Pero para cuando Pablo escribió a Filemón, había surgido otro hombre en la
tierra. A partir del viejo hombre, había llegado a existir el nuevo hombre. Esto se revela
claramente en Colosenses 3:10 y 11, donde dice: “Y vestido del nuevo, el cual conforme a
la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno, donde no hay
griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro, escita, esclavo ni libre; sino que
Cristo es el todo, y en todos”. Filemón era anciano de la iglesia en Colosas. En la Epístola
a los Colosenses, Pablo recalcó que todos los creyentes forman parte del nuevo hombre
y, además, que en el nuevo hombre no puede haber griego, ni judío, ni esclavo ni libre.
Filemón era un hombre libre, y Onésimo era su esclavo. No obstante, en el nuevo
hombre ellos eran considerados iguales.
En Colosenses 4 encontramos un relato de la comunión que es propia del nuevo
hombre. Colosenses 4:9 habla de Onésimo, y el versículo 17, de Arquipo, hijo de
Filemón. Un hombre libre y un esclavo, quienes eran miembros de la misma casa, eran
también parte de la iglesia como nuevo hombre.
La Epístola a Filemón debe considerarse como una continuación de Colosenses 4 y como
un cuadro de cómo en el nuevo hombre quedan excluidos todos los rangos sociales. En
el mensaje anterior hicimos notar que esta breve epístola cumple el propósito especial
de mostrarnos la igualdad que existe, en la vida eterna y en el amor divino, entre todos
los miembros en el Cuerpo de Cristo. Las distinciones de niveles o rangos sociales entre
los creyentes son anuladas, no por alguna disposición legal externa sino por un cambio
interno de constitución. Los rangos han sido abolidos debido a que la vida de Cristo ha
llegado a ser el elemento constitutivo de los creyentes. La vida de Cristo se había forjado
en Filemón de modo que llegó a ser su constitución, y esta misma vida, con el mismo
elemento divino, se había forjado en su esclavo, Onésimo. Según la carne, Filemón era el
amo y una persona libre, mientras que Onésimo era un esclavo, alguien que no tenía
ninguna libertad. Sin embargo, respecto a la constitución intrínseca de los dos, eran
iguales. Debido a que los creyentes de Cristo han experimentado un nacimiento divino y
viven por la vida divina, todos son iguales en la iglesia, la cual es el nuevo hombre en
Cristo, donde no hay distinción alguna entre libres y esclavos.
En Tito 2:9-15 Pablo exhorta que los esclavos se porten apropiadamente dentro del
sistema social esclavista. Les manda que lleven una vida humana como la de Jesús en
medio de dicho sistema, mientras que en la Epístola a Filemón, él presenta a las iglesias
un cuadro de cómo los esclavos así como los amos han sido reconstituidos de la vida de
Cristo y que, por consiguiente, todos ellos forman parte del nuevo hombre. En el viejo
sistema social, que pertenece al vivir del viejo hombre, se hacen distinciones entre los
amos y los esclavos. Pablo en ningún momento se propuso reformar dicho sistema
social; antes bien, por un lado, mandó a los esclavos llevar una vida humana como la de
Jesús dentro de ese sistema social, y por otro, nos presentó un cuadro según el cual los
esclavos y los amos son hermanos en el Señor y que, como miembros del nuevo hombre,
son iguales.
Filemón 16 presenta muy claramente esta relación. En cuanto a Onésimo, Pablo declara:
“No ya como esclavo, sino como más que esclavo, como hermano amado, mayormente
para mí, pero cuánto más para ti, tanto en la carne como en el Señor”. Por medio de la
regeneración, Onésimo había llegado a ser más que un esclavo y más aun que un
hombre libre, pues había llegado a ser un amado hermano. Ahora Onésimo tenía una
relación con Filemón “tanto en la carne como en el Señor”: en la carne, como esclavo, y
en el Señor, como hermano. En la carne, Onésimo era un hermano en calidad de
esclavo, y en el Señor, él era un esclavo en calidad de hermano. Por consiguiente,
Filemón debía recibir a Onésimo y acogerlo de manera afectuosa y entrañable. Por
supuesto, él no debía recibirle conforme al viejo hombre, es decir, conforme al antiguo
sistema social, sino en Cristo y en el nuevo hombre. Así, aunque Onésimo seguía siendo
esclavo de Filemón, en Cristo él había llegado a ser hermano de Filemón. Ahora, en el
nuevo hombre, Filemón debía recibir a Onésimo como a hermano y como alguien que
era igual a él. Aquí vemos que Pablo recomienda a un hermano para que se le acepte en
el nuevo hombre.
En el libro de Filemón no se menciona la expresión “el nuevo hombre”. No obstante, al
examinar la situación descrita en este libro, vemos que Pablo recomendó a un hermano,
no a una iglesia local en la ciudad donde él se hallaba en ese momento, sino a una iglesia
local en una ciudad remota. Esto indica que la recomendación de Pablo se hallaba
circunscrita a la esfera del nuevo hombre. Como dijimos anteriormente, esto lo
demuestra Colosenses 3:11, donde se nos dice que en el nuevo hombre no hay ni esclavo
ni libre. Así que, mientras Pablo escribía a Filemón, tal vez su pensamiento era el
siguiente: “Onésimo ha venido a ser un amado hermano en el Señor. Ahora deseo
recomendarlo a él, un esclavo, a un hermano que es un hombre libre. Deseo ayudar a
ambos a darse cuenta de que como hermanos, ellos son iguales. Uno debe ser recibido, y
el otro debe estar dispuesto a recibirle”. Es a esto que me refiero cuando afirmo que la
Epístola a Filemón presenta un cuadro de la igualdad que existe entre los creyentes en el
nuevo hombre.
Mientras veamos que los creyentes son iguales en el nuevo hombre, no habrá ningún
problema entre nosotros respecto a rango social, nacionalidad o raza. No tendremos
problemas con personas de diferentes pueblos. Aquellos que discriminan de algún modo
a las personas no practican la vida de iglesia apropiada. Si queremos llevar una vida de
iglesia genuina, debemos recibir a todos los santos sin importar cuál sea su raza,
nacionalidad o nivel social. No obstante, es un hecho de que en muchos lugares, los
creyentes no están dispuestos a hacer esto y, como resultado, no pueden experimentar la
vida de iglesia apropiada.
Nunca debemos referirnos a una iglesia según la raza o el color; no existe una iglesia
para blancos, otra iglesia para los de raza amarilla, otra iglesia para los de raza negra y
otra para los que son morenos. La iglesia es de un solo color, y ese color es azul celeste.
Una vez que usted empiece a participar de la vida de iglesia, no debe hacer ninguna
distinción entre los creyentes según su raza o color de piel. Mientras en su interior haya
discriminación, en lo que a usted se refiere, la vida de iglesia habrá quedado anulada.
Los colores que representan las distintas razas ya fueron anulados por la cruz. Ahora
debemos estar dispuestos a pagar el precio para que queden anulados en la vida de
iglesia genuina y verdadera.
En la sociedad se siguen haciendo distinciones basadas en el color de la piel, la
nacionalidad o el nivel social. Pero tales distinciones no pueden existir en la iglesia, en el
nuevo hombre. El viejo hombre ha sido dividido por estas distinciones; pero en el nuevo
hombre todas las distinciones basadas en el color de la piel han sido anuladas. Pablo fue
enfático al enseñar esto, y nosotros debemos considerarlo como parte del pleno
conocimiento de la verdad.
Como hemos dicho en repetidas ocasiones, el pleno conocimiento de la verdad, que se
menciona en 1 y 2 Timoteo y Tito, se refiere al contenido de la economía
neotestamentaria de Dios en cuanto a Cristo y la iglesia. Si todavía hacemos distinciones
basadas en el color de la piel, la raza o la nacionalidad, estamos sujetos a ser reprobados
con respecto a la verdad y no retenemos el pleno conocimiento de la verdad.
Ciertamente no fue fácil para Pablo, siendo judío, decir que en el nuevo hombre no hay
judíos. Sin embargo, puesto que esto formaba parte del pleno conocimiento de la
verdad, lo declaró abiertamente y lo enseñó con toda claridad. Conforme al pleno
conocimiento de la verdad, en el universo existe un solo y nuevo hombre, un solo
Cuerpo de Cristo y una sola iglesia de Dios. Aun más, en una localidad sólo debe haber
una iglesia local. Todos debemos conocer de manera experimental este aspecto de la
verdad.
Conforme a la soberanía del Señor, la Epístola a Filemón se escribió antes de las
epístolas a Timoteo y Tito, pero fue puesta al final de este grupo de cuatro libros del
Nuevo Testamento. Estos libros revelan cómo se lleva a la práctica la economía
neotestamentaria de Dios, y en Filemón se nos muestra un aspecto específico de esa
práctica.
Al poner en práctica la economía de Dios, es crucial que sean absorbidos todos los
diferentes rangos sociales y todas las distinciones de raza y nacionalidad. Si permitimos
que permanezcan estos rangos y distinciones en la vida de iglesia, el nuevo hombre será
anulado y la vida de iglesia apropiada será destruida. ¡Qué maravilloso es que en el
Nuevo Testamento haya una breve epístola acerca de un esclavo que fue conducido al
Señor y a la vida de iglesia! Si este libro nos contara que César Nerón había sido salvo,
yo no lo valoraría tanto. Pero este libro nos habla de un esclavo que fue salvo, de alguien
que dentro del sistema social romano era considerado poco más que un animal, sin
ningún derecho legal. Quizás algunos piensen que no valía la pena que Pablo hubiera
escrito acerca de él. Tal vez otros digan que un esclavo debe conformarse con ser salvo y
tener la certeza de ir al cielo. Sin embargo, Pablo mostró mucha sabiduría al escribir esta
epístola. Jamás se ha escrito otra carta semejante.
¿Por qué mostró Pablo tanto amor y preocupación por un esclavo que había sido salvo?
Lo hizo porque sentía la carga de mostrar que entre todos los santos y todas las iglesias
locales, los creyentes son iguales en el nuevo hombre. Onésimo y Filemón son un buen
ejemplo de esta igualdad. Ciertamente fue por la soberanía de Dios que Onésimo
hubiera sido salvo en la cárcel por medio de Pablo. La salvación de Onésimo fue lo que
le proporcionó a Pablo la oportunidad de presentar un cuadro tan maravilloso acerca de
la vida del nuevo hombre. Él pudo mostrar que un esclavo, que en ese tiempo se
encontraba en Roma, y su amo, que vivía muy lejos de allí, en Colosas, eran iguales
como creyentes en el nuevo hombre.
Pablo sabía que, por causa de su conciencia, debía cuidar debidamente de Onésimo. Él
conocía muy bien a Filemón y su familia. Así que, quizás se dijo a sí mismo: “Ahora el
esclavo de Filemón ha sido salvo por medio de mí. ¿Qué haré con él? ¿Lo devolveré a su
amo? ¿Y qué le diré a Filemón acerca de Onésimo?”. De hecho, éste era un asunto muy
importante, que había sido dispuesto soberanamente por el Señor. Ningún otro cuadro
habría descrito mejor el hecho de que todas las distinciones de rango han sido anuladas
en el nuevo hombre. El caso de Onésimo y Filemón describen a la perfección que en el
nuevo hombre, todos los creyentes son iguales. ¡Cuán crucial es que veamos esto!
¡Alabado sea el Señor por la salvación de Onésimo, y alabado sea el Señor por este
cuadro de la igualdad que existe en el nuevo hombre!
I. LA RECOMENDACIÓN DEL APÓSTOL
En el versículo 17 Pablo dice lo siguiente a Filemón acerca de Onésimo: “Así que, si me
tienes por compañero, recíbele como a mí mismo”. La palabra “compañero” que se usa
aquí, denota una profunda relación de comunión en el Señor. Pablo pide a Filemón que
reciba a Onésimo como si fuera Pablo mismo. Los santos de una iglesia local junto con
los ancianos son compañeros del Señor, y el Señor les confía a ellos los recién salvos, así
como el buen samaritano le confió al mesonero el hombre que había rescatado (Lc.
10:33-35).
II. LA PROMESA DEL APÓSTOL
En los versículos 18 y 19 Pablo añade: “Y si en algo te hizo daño, o te debe, ponlo a mi
cuenta. Yo Pablo lo escribo de mi mano, yo lo pagaré; por no decirte que aun tú mismo
te me debes también”. La expresión “si en algo te hizo daño, o te debe” indica que
Onésimo había defraudado a su amo. Al respecto, Pablo declara: “Ponlo a mi cuenta”. Al
cuidar de Onésimo, Pablo hizo exactamente lo que el Señor hace por nosotros. En el
versículo 19 Pablo declara: “Yo lo pagaré”, tal como el Señor lo paga todo por Sus
redimidos.
En el versículo 19 Pablo también le recuerda a Filemón: “Tú mismo te me debes
también”. Esto indica que Filemón había sido salvo a través de Pablo.
III. LA PETICIÓN Y CONFIANZA DEL APÓSTOL
En el versículo 20 Pablo dice: “Sí, hermano, tenga yo algún provecho de ti en el Señor;
conforta en Cristo mi corazón”. La palabra griega traducida “provecho” es onaimen, que
suena parecido a Onésimo. Era un juego de palabras que implicaba que puesto que
Filemón mismo se debía a Pablo, era un Onésimo para él y, por consiguiente, debía serle
de provecho a Pablo en el Señor.
En este versículo Pablo también pide a Filemón que conforte en Cristo su corazón. La
palabra griega traducida “conforta” significa alivia, consuela, y la palabra griega
traducida “corazón” significa literalmente entrañas, al igual que en el versículo 7. Así
como Filemón había confortado los corazones de los santos, ahora su compañero le
pedía que hiciera lo mismo con él en el Señor.
En los versículos 21 y 22 Pablo declara: “Te he escrito confiando en tu obediencia,
sabiendo que harás aun más de lo que te digo. Y al mismo tiempo prepárame también
alojamiento; porque espero que por vuestras oraciones os seré concedido”. La confianza
de Pablo de que sería liberado de sus prisiones y de que visitaría nuevamente a las
iglesias se expresa también en Filipenses 1:25 y 2:24. Pablo consideraba que su visita
sería un regalo de gracia a la iglesia.
IV. CONCLUSIÓN
En los versículos del 23 al 25 tenemos la conclusión de esta epístola: “Te saludan
Epafras, mi compañero de prisiones en Cristo Jesús, Marcos, Aristarco, Demas y Lucas,
mis colaboradores. La gracia del Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu”. El apóstol
siempre saludaba a los destinatarios de sus epístolas, tanto al comienzo como al final,
con la gracia del Señor. Esto muestra que él confiaba en la gracia del Señor, teniendo la
seguridad de que esta gracia les permitiría tanto a ellos como a él mismo (1 Co. 15:10),
lograr lo que les había escrito. Ningún esfuerzo humano es útil para llevar a cabo una
revelación tan elevada como la revelación consumadora que recibió el apóstol Pablo.