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Ángel Alberto Berroterán Vidartei
Perspectiva
Las migraciones han permitido que la humanidad haya ocupado el planeta completamente;
y los estudios de la antropología moderna evidencian que luego de nuestro origen, bastante
aceptado hasta el presente, ocurrido en medio
del continente africano, buscando nuevas y mejores posibilidades para la vida de recolectores
que caracterizó nuestra forma de vida inicial de
homínidos, nos desplazamos por todo el planeta, sufriendo sus inclemencias, disfrutando sus
posibilidades y transformándolo a nuestro interés. Y parece ser, que estas migraciones no solo
tuvieron la direccionalidad de alejamiento del
África originario, sino que durante más de cuatro
millones de años, recorrimos las rutas en interminables y contrarias direcciones, estableciendo
las más diversas formas de relacionamiento con
todos los espacios del planeta y construyendo
también, los más variados modos de vida con
una inacabable y cambiante diversidad cultural.
Por ello consideramos necesario iniciar un
diálogo sobre el desarrollo sustentable con la referencia de las migraciones, porque todo proceso
de desarrollo de los pueblos, entendido como un
proceso de dinamización de las posibilidades
productivas de los territorios, produce migraciones y movilización de recursos, desde cualquier
lugar hasta las zonas donde son requeridos para
incorporarse a las actividades productivas, que
incrementadas y diversificadas, ofrecen nuevas
y mejores posibilidades de condiciones de vida
para las personas y sus comunidades (Vásquez,
1999).
Precisamente los homínidos, dentro de
nuestro semigregarismo, que nos hace construir
subjetividades desde y con la comunidad, hemos
venido desplazándonos por el planeta, descubriéndolo, redescubriéndolo y transformándolo
de acuerdo con nuestras expectativas, sueños y
fantasías.
Desde el inicio, el incremento de las capacidades transformadoras de los seres humanos;
ha redundado en cada vez mejores respuestas
de adaptación al planeta, hasta que en algún
momento estas respuestas y estas nuevas capacidades se transformaron en negación de
nuestra propia condición planetaria.
La gran revolución de la productividad,
devenida con la revolución industrial del siglo XVIII, concentró en los Estados Unidos de
Norteamérica, Europa y el Japón, quien ya competía tecnológicamente con el resto del mundo,
la mayor capacidad productiva conocida, iniciando un proceso progresivo e indetenible de
potenciación de las posibilidades de transformar
la naturaleza, multiplicando cincuenta veces desde su inicio, la capacidad de producir bienes y
servicios y la capacidad de controlar las fuerzas
de la naturaleza (Drucker, 2004) pero también la
capacidad de garantizar la alimentación, salud y
la seguridad de todos los miembros de la especie, donde quiera que estemos, aunque ésta no
haya sido la prioridad y no lo estemos logrando.
Esta acelerada transformación de las fuerzas
productivas iniciada a mediados del siglo XVIII,
marcó los siguientes siglos XIX y XX, hasta el
Ingeniero Geólogo, Magister en Planificación del Desarrollo, mención Desarrollo Económico y en Administración, mención en Empresas y Servicios del Estado. Especialista en Gestión Local. Profesor de postgrado en las Universidades Simón
Bolívar (USB), Del Zulia (LUZ), y De Oriente (UDO), Venezuela Actualmente Profesor Agregado de la Universidad Nacional
Experimental de Guayana adscrito al Departamento de Organización y Gerencia. Consultor del PNUD, OIT, PDVSA, Consejo
Nacional de la Alimentación, Banco Mundial, SUNACOOP y varias empresas consultoras nacionales. Correo Electrónico:
[email protected]
i
Ensayos
del Desarrollo Sustentable
Ángel Berroterán
presente; convirtiendo a las naciones donde se dieron
estos procesos en países con capacidad para absorber grandes cantidades de recursos naturales más
allá, de las posibilidades para producirlos en sus propios territorios, y producir más que proporcionalmente
bienes y servicios que empezaron a ser distribuidos e
inundaron el planeta, creando nuevas relaciones económicas y nuevas maneras de convivencia.
Desde esta nueva situación, desarrollaron una
gran estrategia de ocupación forzada de otros países, para que los abastecieran de las materias primas
requeridas y al mismo tiempo adquirieran la gran
cantidad de productos que ahora eran capaces de
producir; imponiendo relaciones privilegiadas de intercambio, sobre las cuales diversificaron e intensificaron
los flujos de ingresos que transformaron por consiguiente, las condiciones de vida de sus nacionales y
estimularon migraciones de los países conquistados
hacia sus propios países, para aprovechar también
estas nuevas oportunidades y compensar la creciente
demanda de fuerza de trabajo.
Se repite la vieja historia de las sociedades antiguas, que fueron concentrando gran cantidad de
población en la medida de la acumulación de su riqueza y poder militar, pero multiplicada por la nueva
fuerza de la tecnología y la industria, con una capacidad de generación de riqueza, impensable en la
antigüedad.
Una potencia con una capacidad de transformación de la sociedad, que fue entendida tempranamente
por los emperadores chinos y sus cortes de aristócratas y generales, cuando en pleno siglo catorce, ante
el fastuoso avance tecnológico que experimentaban;
que les había permitido el pleno control del viento
para generar movimiento y para la navegación, la
invención del papel, de la pólvora y avances en la
metalurgia y formas diversas de mecanización de procesos de fabricación; decidieron prohibirlos y detener
así el desarrollo del conocimiento y de los avances
tecnológicos, por el temor de perder poder (Mokyr,
s.f.; en Castells, 2001).
Y efectivamente, el avance científico técnico,
vino acompañado de nuevas ideas sobre el Estado
y la organización social, trayendo consigo a las revoluciones burguesas ocurridas a finales del siglo
XVIII y durante el siglo XIX, en los Estados Unidos
de Norteamérica, Francia e Inglaterra; hasta contagiar
al resto de Europa, impulsando la transformación del
Japón como el nuevo imperio del sureste de Asia y las
revoluciones burguesas de principio del siglo XX en
países como China y Rusia (Castells, 2001).
El mundo entero empezó a cambiar con la efervescencia científico-técnica industrializadora y su
impacto transformador sobre las distintas regiones
del mundo, según sus condiciones de aportar materias primas y de adquirir productos industrializados.
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El planeta se hizo pequeño para tanta producción,
las naciones de la vanguardia industrializadora, fueron sacudidas por las crisis de sus propios procesos
de crecimiento económico acelerado y empezaron a
pugnar por el control de recursos naturales y mercados en las distintas regiones del planeta; hasta que
luego del mayor despliegue de violencia conocido por
la humanidad, hubo condiciones de acuerdo; no las
requeridas por el bienestar y la felicidad de los seres
humanos, pero sí el requerido por las naciones de mayor capacidad económica y militar, vencedoras de las
contiendas bélicas que ocuparon la primera mitad del
siglo XX, para establecer sus reglas de convivencia
mundial, para el desempeño económico y el comercio internacional; a través de la multiplicación de los
beneficios y privilegios para las corporaciones industriales y comerciales fundadas en sus territorios.
Con la intervención estatal en la regulación de
los procesos de acumulación de capital, como parte
de los mecanismos institucionales diseñados para
superar la crisis de la primera mitad del siglo XX, el
progreso fundado en la productividad industrialista,
encontró nuevas posibilidades para continuar su evolución y en el contexto de la postguerra, durante las
décadas de los años 50 y 60, la economía mundial sufrió una nueva reestructuración, alrededor de los dos
grandes polos enfrentados de hegemonía económica
y política; que afectó todos los procesos económicos
posteriores.
La economía mundial retomó su dinámica, concentrada en el crecimiento de las tasas de acumulación
de capital, en manos de corporaciones económicas
que adquirieron la condición de transnacionales, principalmente estadounidenses, apoyadas en la única
estructura productiva industrial moderna que se mantuvo operativa durante los tiempos de guerra y que
ahora enfrentaba una gran presión de demanda en
todo el mundo, por la escasez de postguerra.
En los países de economía liberal liderizados por
los Estados Unidos; países de Europa Occidental y
otros como: Japón, Australia, Corea del Sur, Filipinas,
Oceanía y en la mayoría del continente americano;
fueron iniciados procesos de planeación económica,
denominados así para diferenciarse de la planificación
soviética, implantada desde 1.917, como parte del
mismo proceso de transformación socialista; surgiendo diversas escuelas de planificación del desarrollo
como la de Polos de Desarrollo o del Gran Empujón,
dirigidas todas a racionalizar los procesos de desarrollo económico en condiciones de paz y convivencia
(Vásquez, 1999).
Las teorías del desarrollo económico y de la planificación del desarrollo, se hacen parte de las políticas
públicas, desde sus diferentes enfoques, conformando por primera vez un conjunto de criterios y técnicas
para organizar las economías de los países en su pri-
Perspectiva del Desarrollo Sustentable
mera fase de reconstrucción de postguerra algunos
de ellos y en sus procesos de organización de la economía y de reinserción en la economía mundial en la
mayoría de los casos.
Y como parte de las estrategias de desarrollo, se
difunden metodologías y herramientas de planificación, dirigidas a imprimirle racionalidad y eficiencia a
los procesos económicos de las naciones, orientar a
los países con menores ventajas tecnológicas y mayor ineficiencia en sus procesos económicos, mejorar
su producto nacional y sus condiciones de reinserción
en la economía mundial.
Pero toda esta perspectiva del desarrollo de las
naciones concentra su atención en la dimensión del
desarrollo económico, condicionado a su vez por la
industrialización, por su capacidad de incrementar
la productividad y por consiguiente, acelerar los procesos de acumulación de capital. Razón por la cual,
los principales indicadores establecidos para medir
el desarrollo son el Producto Interno Bruto (PIB) y el
Producto Interno Bruto per cápita (PIB/per cápita) o
por persona, a partir de los cuales, se implantaron en
los distintos países, los sistemas de cuentas nacionales y regionales, para llevar el control y seguimiento
del desarrollo, entendido como crecimiento económico y determinado por la variación del PIB de un año
respecto al otro.
Las comisiones económicas para la reconstrucción de Asia y para la reconstrucción de África,
constituidas una vez finalizada la segunda guerra
imperialista, al amparo de la Organización de las
Naciones Unidas [ONU] y teniendo como referencia
la comisión de reconstrucción de Europa, se convirtieron en instancias de promoción del desarrollo,
reuniendo importantes talentos y recursos financieros
para orientar estos procesos. De igual forma, América
Latina, aunque no sufrió los embates de la guerra, logró el reconocimiento de su iniciativa para la creación
de una comisión económica para la promoción del
desarrollo y así surgió la Comisión Económica para
América Latina [CEPAL], que ha significado un espacio institucional para la realización de los estudios y
la elaboración de propuestas teóricas, metodológicas
y programáticas para atender los problemas latinoamericanos del desarrollo, constituyéndose en una referencia mundial en la materia.
El mercado libre cedió ante el Estado su tarea de
control y regulación de los procesos de acumulación,
para orientar efectivamente el desarrollo económico,
quedando proscrito cualquier forma de monopolio privado, luego de la nefasta experiencia de principio de
siglo y la planificación del desarrollo, desprovista del
signo estatista de la planificación soviética, logró un
espacio en las políticas públicas de las naciones, erigida en oficinas, direcciones e incluso ministerios de
planificación.
Los caminos de industrialización que recorrieron
los países con el mayor avance tecnológico e industrial, se impusieron como referencias a seguir, como
parte de las estrategias de teorías de desarrollo difundidas, fundamentadas en la inversión extranjera y
la sustitución de importaciones; siendo descuidados
aspectos medulares del desarrollo de las naciones
como sus especificidades en la estructura social, la
identidad y el sentido de pertenencia, los mecanismos
de distribución de la riqueza nacional, los servicios de
salud y educación y los servicios básicos de las ciudades; condicionantes básicos que fueron atendidos
eficientemente en los países industrializados para garantizar la salud, los servicios a empresas, comercios
y hogares, la formación de la gente para que pudiera
incorporarse como fuerza de trabajo calificada en los
procesos industriales y la cohesión social necesaria
para comprometer a todos los sectores de cada país
con sus objetivos nacionales.
Sin embargo, la desigualdad económica y social entre los países con los mayores indicadores de
crecimiento económico, involucrados además en la
crisis económica y la confrontación bélica de la primera mitad del siglo XX; respecto a los países con
menos aprovechamiento tecnológico e industrial, se
incrementa. Desnutrición, pobreza, deterioro de las
economías nacionales y deterioro de las condiciones
de vida en las comunidades de los países con desventajas tecnológicas, se encargaron de aumentar las
brechas con los países de acelerada industrialización;
pero además, dentro de estos mismos países, surgieron distintas formas de concentración de riqueza a
favor de grupos sociales privilegiados por su fortaleza
en la posición de control de los medios de producción
potenciados, los procesos tecnológicos emergentes,
los suministros necesarios para operar, los mecanismos de distribución y/o de los lugares donde se
emplazaron los establecimientos productivos; además de los beneficios privilegiados de las políticas y la
inversión públicas (Programa de las Naciones Unidas
para el Desarrollo [PNUD], 2006).
Estos nuevos conflictos alteran la práctica del
industrialismo acelerado y de la productividad sin restricciones y obligan a repensar el proceso civilizatorio
reciente con sus riesgos asociados, relacionados con
la estabilidad de las naciones, la sobrevivencia de las
especies vivientes y la misma sobrevivencia humana;
puestos en evidencia por los mismos organismos internacionales surgidos después de la segunda guerra
imperialista, cuando reconocieron las crisis ambiental,
económica y social; luego de los estudios realizados
en diversas partes del mundo y de las crecientes protestas sociales. Acuerdos internacionales, nuevas
instancias y mecanismos de actuación, coordinación
y seguimiento entre las naciones, adquieren carácter
de permanencia ante la agudización de los indicadoStrategos
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Ángel Berroterán
res críticos identificados (Banco Interamericano de
Desarrollo [BID], 1992).
Surge entonces la perspectiva del desarrollo
sustentable, como una necesaria respuesta a las
inequidades observadas a lo interno de los países industrializados, con métodos de actuación pública para
promover la dinamización de las fuerzas productivas
en las distintas regiones, según sus particularidades;
introduciendo mecanismos para mejorar los procesos de interrelación de forma equilibrada y reducir el
desplazamiento de recursos y de fuerza de trabajo
de una región a otra, para compensar los desbalances territoriales y sociales (BID, 1992; Organización
Internacional del Trabajo [OIT], 2008).
Las tendencias conflictivas obligan a reconsiderar
el tema del desarrollo tal como se expresó desde un
principio:
1. Las inequidades entre los países, continúan
acentuándose en cuanto a sus ingresos promedios, manteniendo la tendencia que se registra
desde hace doscientos años (Dervis, 2008).
2. El PIB per cápita mundial ha mantenido una
tasa crecimiento positiva en los últimos treinta años, incrementándose 2,3% anual desde
el año 2.002, mientras estuvo en 1,2% entre 1.990 y el año 2.002 (Unidad Técnica de
Economía S.A. [UTE S.A], 2008).
3. Este crecimiento del PIB per cápita está determinado fundamentalmente por el crecimiento
de la productividad y no ha impactado el desempleo, que se ha mantenido en 6,3% y oculta
las variaciones entre los países, sufriendo los
más pobres las mayores tasas. Entre 1.996
y el 2.006, la productividad creció 26% mientras el empleo creció 16,6%. Tendencias que
se agudizan como resultado de la actual crisis recesiva que afecta a las economías más
industrializadas y redunda en el resto de la
economía mundial, aunque de manera diferenciada (Dervis, 2008).
4. El desempleo afecta predominantemente a los
jóvenes entre 15 y 24 años de edad, quienes
para el año 2.006 constituían un grupo de 86,3
millones de personas, equivalente al 44% de
todos los desempleados del mundo (Dervis,
2008).
5. En 2.006 el 48,9% de las mujeres de 15 años
o más estaban trabajando, uno por ciento menos que diez años antes y en relación con el
empleo masculino, en 1.996 fue el 24,3% del
total, mientras diez años después fue el 26%
(Dervis, 2008).
6. En 2.006 el sector servicios aumentó a 40%; de
39,5% en 1.996; superando por primera vez a
la agricultura que bajó de 39,7% a 38,7% y el
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sector industrial, aportó el 21,3% del total (UTE
S.A., 2008).
7. En 2.008 los países de la Unión Europea,
con el 5% de la población mundial lograron el
27,6% del PIB mundial. A EEUU con el otro 5%
de la población mundial correspondió el 21% y
a Japón con el otro 5% de la población mundial
correspondió el 7,1% del PIB mundial, concentrando entre los tres el 54,9% del PIB mundial
y el 15% de la población. Mientras América
Latina en conjunto con el 10% de la población
mundial alcanzó el 5,8% del PIB mundial (UTE
S.A., 2008).
8. La Unión Europea, EEUU y Japón redujeron
su participación en el PIB mundial, a 30,2%;
23,17% y 7,9% respectivamente en 2.007,
sumando 61,26% contra 54,9% en 2.008;
mientras América Latina aumentó de 4,03% a
5,8% del 2.007 al 2.008. (UTE S.A., 2008).
9. El 1% de los adultos más ricos acapara el 40%
de los activos globales, el 2% más de la mitad y el 10% controla el 85%. Mientras la mitad
más pobre de la población adulta solo posee el
1% de la riqueza global (Dervis, 2008).
10. De los setenta billones de dólares de PIB
correspondiente al año 2008, a los EEUU
correspondió poco más de 14, a la Unión
Europea poco más de 18 y a Japón cerca de 5.
China obtuvo alrededor de 3,9; India 1,2 y de
los países de América latina, el que más obtuvo fue Brasil con 1,6; seguido por México con
0,95; Venezuela con 0,343 y luego Argentina
con 0,323. O sea, Venezuela, el cuarto país
de América latina en PIB mundial, logró un PIB
52 veces menor que el de la Unión Europea y
40veces menor que el de los EEUU. Esto nos
da una idea cierta de los niveles de inequidad
en la economía mundial (Dervis, 2008).
11. En lo referente a los niveles de inequidad dentro de los países, encontramos que dentro de
los EEUU, en Canadá y en los países de la
Unión Europea, las diferencias regionales en el
aporte al PIB nacional, están entre 1 a 2 veces;
mientras en los países de América latina se encuentran entre 1 y 12 veces de diferencia, lo
cual nos ilustra los niveles de inequidad interna, situación que se repite en países de África
y Asia, incluyendo China e India (Dervis, 2008).
12. De los diez millones de especies identificadas
que viven en el planeta Tierra, los bosques
tropicales albergan entre el 50% y el 90% del
total, sin embargo; alrededor de 17 millones de
Hás. de bosques tropicales son desmontadas
anualmente y los científicos estiman que a ese
ritmo, entre el 5% y el 10% de las especies de
estos bosques tropicales, se verán enfrentadas
Perspectiva del Desarrollo Sustentable
a la extinción en los próximos treinta años, con
el riesgo de ser conservadores en esta estimación, considerando la aceleración que muestra
la destrucción de los bosques y entre 60 mil
y 240 mil especies de plantas y una cantidad
similar de vertebrados e insectos, podrían
correr la misma suerte durante este mismo período (Enviromentally Sustentable Economic
Development [ESED], 2008).
13. Los bosques húmedos templados corren una
suerte similar a los bosques tropicales (ESED,
2008).
14. No es posible encontrar una muestra de agua
del océano, que no tenga una porción de los
20 billones de toneladas de desperdicios humanos arrojados anualmente. Plásticos y
diversos tóxicos químicos como el DDT y otros
que contienen diversos metales pesados, se
encuentran acumulados en los ecosistemas
marinos y un quinto de la población mundial,
respira aire contaminado, fuera de las normas
mínimas recomendadas para la salud (ESED,
2008).
15. La economía humana utiliza en la actualidad,
cerca del 40% de la producción primaria neta
de la fotosíntesis terrestre, que alcanza el 25%
si incluimos los océanos y ecosistemas acuáticos (ESED, 2008).
16. El año 1.990 fue el más caliente en más de
un siglo de registros y siete de los más calientes ocurrieron en los últimos catorce años. En
1.980 fue 0,5° más caliente que en 1.880 y en
1.990 fue 0,7° más caliente. Esta medición
contrasta con la referencia mundial que indica que la temperatura del planeta no varió sino
entre uno y dos grados en los últimos 10 mil
años. La mayor contribución al calentamiento
global proviene de la combustión del carbón,
petróleo y gas natural, que son rápidamente
acumulados en la atmósfera. En la actualidad,
la población humana del planeta quema anualmente, el equivalente a una tonelada de carbón
por persona. El desarrollo económico, seguirá
contribuyendo al calentamiento global, tendiendo a colapsar la capacidad regenerativa de la
biósfera, con el incremento de los efluentes de
metano, CFCs y óxidos nitrosos (ESED, 2008).
17. Los efectos del deterioro de la capa de ozono
han sido suficientemente estudiados y las evidencias indican que cada 1% de deterioro de la
capa de ozono, resulta en 5% más de ocurrencias de cáncer de la piel (ESED, 2008).
18. Cerca del 35% de los suelos del planeta se
encuentran degradados, ampliándose esta proporción de manera irreversible; evidenciando
que hemos excedido la capacidad regenerativa
de los suelos. La agricultura lideriza la erosión,
salinización y deterioro de acuíferos, alrededor de 6 millones de Hás. por año, afectando
seriamente la economía mundial de alimentos
(ESED, 2008).
19. El 20% de la población más rica del planeta,
consume cerca del 70% de la energía comercial del mundo (ESED, 2008).
20. El 77% de la población mundial reside en países periféricos. Crece más rápido de lo que sus
países pueden mantener, constituyendo cerca
del 90% del crecimiento de la población mundial (ESED, 2008).
Sin ánimo de pretender ser exhaustivos, consideramos que lo expuesto, evidencia que existe suficiente
conocimiento sobre la problemática del planeta y del
desarrollo de las naciones, como para implantar correctivos efectivos y que ciertamente, estamos en
medio de una crisis planetaria que integra elementos demográficos, ecológicos, económicos y sociales
que deben ser considerados de manera integral en
las políticas públicas que los países adelanten de manera independiente a lo interno de sus sociedades y
de manera coordinada, con las demás naciones del
planeta, para producir los cambios estructurales necesarios que garanticen la permanencia de la especie
humana en equilibrio con los sistemas naturales y por
consiguiente, con las demás especies, permitiendo a
las generaciones futuras, el disfrute de los espacios
y recursos naturales necesarios para sus adecuadas
condiciones de vida (Comisión Mundial del Medio
Ambiente y del Desarrollo, 1992).
El desarrollo económico que conocemos, sigue
operando como crecimiento económico y es el resultado directo del incremento de la acumulación de
capital como objetivo principal a costa de cualquier
otra consideración. Supone un modelo económico
capitalista productivista, que se fundamenta en la innovación creativa privada, determina las posibilidades
competitivas de las empresas e incluye a la vez, la
destrucción de recursos naturales, la exclusión del
bienestar social de seres humanos y el desequilibrio
ambiental.
El desarrollo de los pueblos, como expresión
del bienestar colectivo, no puede medirse entonces,
como un resultado subordinado del desarrollo económico con los indicadores de crecimiento del PIB o
del PIB per cápita, porque no consideran los costos
ambientales y los costos sociales relacionados con el
proceso de transformación productiva que no es simplemente un proceso técnico sino que en todo caso,
es un proceso socio técnico ambiental.
Todo proceso de transformación económica tiene impactos ambientales, los cuales tienen que ser
contabilizados y atendidos, para corregir o compenStrategos
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sar sus efectos. Cuando se contabilizan los éxitos
de una tasa de crecimiento económico determinada
solo como acumulación de capital, se soslaya la significativa destrucción de capacidades productivas,
materiales y humanas que esconden tales índices.
En términos de Polanyi y Bourdieu (2005), “el
mercado provoca la muerte de unos y el éxito de
otros. No hay racionalidad social en esto. Ningún sistema puede sostenerse moralmente sobre la base de
la desaparición o degradación sistemática de los que
no pueden ganar en la lucha por el valor de cambio”
(p.208). Este proceso inmoral ha sido sostenido por
el poder concentrado en un estrato de la economía
que Arrighi, G. (2003; en Coraggio y Quiroga, s.f.:12)
llama el Comando Estratégico de la Economía-Mundo
y constituye el poder real oculto detrás de los procesos del supuesto mercado libre, cuya opacidad le
secuestra toda la libertad a favor de quienes controlan
solapadamente la información y los mecanismos de
intercambio.
Este poder oculto detrás de los mecanismos del
mercado libre, además de reducir lo humano a mercantil, se coaliga con los poderes políticos, participa
en las luchas interestatales, presiona, condiciona,
miente, manipula situaciones e impone un sistema de
derecho centrado en la propiedad privada en abstracto
y la guerra, para corregir las deficiencias del mercado,
en otras palabras, constituye la negación del mercado
para privilegiar el mercado libre de sus intereses en
contra de los intereses colectivos (Coraggio, 2004).
Por debajo de este estrato de control estratégico
mundial, está uno intermedio que en las condiciones
de intercambio mundial, constituye un nivel de economía de mercado, poco transparente y alienante, pero
que comparado con el nivel superior, tiene un alto nivel
de reconocimiento, de registros y por consiguiente, de
seguimiento posible. Es en este nivel de mercado y
en su esfera de producción que se basan las estadísticas modernas y se mide el crecimiento económico.
En las sociedades periféricas, estos mercados son
muy heterogéneos y están fuertemente segmentados
cuando no dualizados (Coraggio, 2004).
Debajo de la economía formal de mercado, encontramos una economía mercantil, oculta a los registros
y a los códigos legislados y existe una esfera económica importante no reconocida, donde identificamos
a la economía doméstica, la economía reconocida
como informal o buhonería, la de los hogares y de las
comunidades; donde se fundaron todos los sistemas
económicos para asegurar su permanencia.
Esta economía subterránea o secreta contempla
amplios núcleos de economía criminal que van desde
el tráfico de drogas y el lavado de dinero proveniente
de actividades relacionadas con la corrupción de cualquier tipo, contrabando, tráfico de órganos humanos y
de personas, comercio ilegal de armas y de obras de
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arte entre otras actividades criminales, que no pueden
dejar de ser consideradas como parte de la economía secreta y que afecta al resto de la economía de
diversas formas, como parte de la economía popular,
atravesada por mafias y traficantes ilegales organizados mundialmente (Coraggio, 2004).
El desarrollo de las naciones tiene que sujetarse
en justicia, equidad, ecología y equilibrios territoriales
y por consiguiente, en el desarrollo de las regiones
como espacios intranacionales, con sus especificidades, relacionados con los sistemas ambientales y
las cuencas hidrográficas que los delimitan y que se
relacionan directa o indirectamente, de formas particulares, con la economía-mundo particulares. Estos
mecanismos tienen que ser utilizados para fortalecerlas por sí mismas y establecer vínculos de solidaridad
y cooperación con las demás regiones del país, para
lograr los equilibrios territoriales que reduzcan las migraciones internas y consoliden el proceso nacional,
como un complejo de sistemas territoriales en equilibrio, que a su vez se integra equilibradamente con el
resto del mundo.
Este es un proceso que requiere un estado capaz
de hacer respetar los términos de intercambio con la
economía-mundo y las políticas públicas dirigidas a
favorecer los equilibrios territoriales y ambientales,
que se construye sobre la base de la organización
protagónica de las comunidades, como un componente medular, determinante de nuevas estructuras y
procesos económicos territoriales, capaces de imprimir eficiencia real y efectividad a las políticas públicas
que surgen a la vez de su seno.
La economía local comunitaria, alrededor de la
cual se tejen redes de intercambio inter territoriales,
sustentadas en las potencialidades y restricciones de
los territorios; relaciona eficiente y adecuadamente
las posibilidades y riesgos internacionales, con los
procesos locales y constituye el conjunto de preceptos necesarios para garantizar los intereses actuales y
futuros de la humanidad (Coraggio, 2004).
Se trata de la construcción consciente y comprometida de las comunidades, de nuevas estructuras
económicas basadas en principios de igualdad, solidaridad, transparencia, justicia y ecología que
desmercantilicen las necesidades básicas, implanten nuevas condiciones de intercambio humano y
de inserción en la economía mundial, que dificulten
cualquier forma de hegemonía, con efectos de alta
capacidad emancipadora.
En el escenario de recesión y restricciones económicas que los organismos internacionales prefiguran
para los años 2.009 y 2.010, a propósito de la crisis
financiera impuesta por el “Comando Estratégico” de
la economía mundo, como estrategia para retomar la
hegemonía, reestructurar los procesos económicos y
recomponer a su favor las reglas de juego mundia-
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les; las economías avanzadas se contraerán con un
efecto de desaceleración de la dinámica económica
mundial y corresponde a las comunidades intranacionales, fortalecer sus procesos locales de producción,
consumo, intercambio e innovación.
Esta última, como condición sine qua non para
su proyección futura y consolidación, refundando sus
economías, fortaleciendo sus capacidades para atender eficientemente las demandas locales y regionales
y su reinserción en la economía mundo; implantando
un sistema de información y de indicadores, que recoja todas las variables involucradas en los procesos
socioproductivos reales, como lo intenta la iniciativa
del Índice de Desarrollo Humano, mejorado según sus
consideraciones y la contabilidad empresarial, con el
índice de Paridad Proporcional Adquisitiva o PPA que
permite comparar la distribución mundial del ingreso
según la paridad cambiaria y su efecto sobre la capacidad adquisitiva relativa (Coraggio, 2004).
Con esta perspectiva del desarrollo de las naciones, como estrategia para dinamizar los territorios y
generar bienestar colectivo, desde el esfuerzo integrado y protagónico de las comunidades y el respeto a la
ecología, el desarrollo regional necesariamente sustentable, reivindica la comprensión y compensación
de las diferencias territoriales y el manejo adecuado
de las ventajas locales para consolidar comunidades,
evitando los desequilibrios y las inequidades entre los
distintos espacios donde se realizan las diversidades
societales.
Como un momento de cambios estructurales y
surgimiento de nuevas relaciones, la crisis actual de
la economía mundo, se nos presenta como un amplio espectro de retos y oportunidades para que los
pueblos del planeta Tierra repensemos nuestras realidades, sobre la base de las fortalezas de los propios
procesos locales, las particularidades regionales y el
protagonismo creativo de nuestras comunidades.
Referencias Bibliográficas
Banco Interamericano de Desarrollo (1992): Nuestra Propia Agenda. Comisión de Desarrollo y Medio Ambiente de América Latina y el
Caribe.
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Vásquez, A. (1999): Desarrollo, Redes e Innovación. Lecciones sobre Desarrollo Endógeno. Madrid: Pirámide.
La tarea es inmensa e incierta. No podemos sustraernos a la desesperanza, ni a la esperanza. La misión y la dimisión son igualmente imposibles. Debemos armarnos de una ardiente paciencia. Estamos en vísperas, no de la lucha
final, sino de la lucha inicial”.
Edgar Morin (1993)
Strategos
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ISSN: 1856-9129
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