Download Descargar PDF
Document related concepts
Transcript
REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA Misión Permanente ante las Naciones Unidas Intervención del Embajador Rafael Ramírez, Representante Permanente de la República Bolivariana de Venezuela en las Naciones Unidas Debate: Arquitectura de las operaciones de mantenimiento de la paz post conflictos Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas Favor cotejar palabras del orador 23 de febrero de 2016 Primero de todo, queremos agradecer al Representante Permanente de Kenya y Presidente de la Comisión de Consolidación de la Paz, Embajador Macharia Kamau; al ex Presidente de la Comisión de Consolidación de la Paz, Embajador Olof Skoog, y al Presidente del Grupo Consultivo de Expertos sobre el Examen de la Estructura para la Consolidación de la Paz, Embajador Gert Rosenthal, por sus distinguidas intervenciones. También quisiera agradecer al Representante Permanente del Brasil, Embajador De Aguiar Patriota, por sus extraordinarios aportes cuando estuvo al frente de esta Comisión. Les damos las gracias a todos por su participación en el debate del día de hoy sobre la consolidación de la paz, que se desarrolla a la par de un importante proceso de negociación intergubernamental en la Asamblea General de esta Organización, facilitado por la Representante Permanente de Australia, Embajadora Gillian Bird, y el Representante Permanente de Angola, Embajador Gaspar Martins. La consolidación de la paz comprende una gama de actividades políticas, institucionales y de desarrollo a largo plazo que busca abordar las causas de fondo de los conflictos para evitar que éstos resurjan y para alcanzar una paz sostenible y duradera. Fue el visionario informe del Secretario General Boutros Boutros Ghali en el año 1992: Una Agenda para la paz, la que sentó las bases para que el sistema de las Naciones Unidas creara lo que se conoce como la estructura de consolidación de la paz, compuesta por la Comisión, el Fondo y la Oficina de Apoyo para la consolidación de la paz. El año pasado, con motivo de sus diez años de creación, se produjo el informe del Grupo Consultivo de Expertos sobre el Examen de la Estructura para la Consolidación de la Paz (véase S/2015/490) que examina su gestión en los últimos años. Los resultados de ese informe nos invitan, pues, a una profunda reflexión sobre cómo las Naciones Unidas abordan la consolidación de la paz. Los procesos de consolidación de la paz no son lineales y son mucho más largos y costosos de lo que se había previsto cuando se creó la estructura de consolidación de la paz en el año 2005. Estamos hablando de cambios estructurales que pueden tomar hasta una generación para dar frutos. Ello requiere que la Organización actualice y adapte sus proyecciones y sus modelos para alcanzar una paz larga y duradera en países en situación de posconflicto. Se deben dejar atrás las plantillas que promueven procesos mecánicos e innecesariamente rígidos y acelerados de consolidación de la paz. Los procesos de mediación, acuerdos de paz, redacción de constituciones y celebración de elecciones, deben ser mucho más representativos e incluyentes de las dimensiones locales y más conscientes del contexto político de los países de acogida. Adicionalmente, los procesos de consolidación de la paz deben estar acompañados de la presencia y atención política permanente de la Organización de las Naciones Unidas. Si bien la creación de capacidad y de instituciones en los países en situaciones de posconflicto requiere de conocimientos técnicos, la consolidación de la paz es antes que nada un proceso inherentemente político. Como revelan algunos casos de estudio, una vez que las operaciones de mantenimiento de la paz o misiones políticas especiales se retiran del terreno, se observa una desinversión política sustantiva por parte del sistema de las Naciones Unidas. Esta situación no puede seguir ocurriendo. Los procesos de consolidación de la paz, para que sean efectivos y duraderos, requieren de atención política y recursos de manera sostenida durante períodos prolongados de tiempo. Esta realidad debería ser prioridad de los Estados Miembros de la Organización y tomar las medidas necesarias para afrontarla. Actualmente, las Naciones Unidas dedican poca atención política y recursos a la consolidación de la paz. Esto se correlaciona directamente con la distribución presupuestaria de los recursos y representa una de las causas de la recaída de muchos países en conflicto. La Organización de las Naciones Unidas tiende a actuar de manera reactiva frente a los conflictos, privilegiando el uso de medidas de seguridad y humanitarias a corto plazo, en detrimento de acciones a largo plazo que pudieran atender las causas del fondo del problema. Esta se refleja claramente en la distribución de los recursos. Mientras el presupuesto para la ayuda humanitaria alcanza los 24.500 millones de dólares y el de las operaciones de mantenimiento de la paz los 8.000 millones de dólares, el Fondo para la Consolidación de la Paz solo cuenta con 100 millones de dólares al año para ser repartidos entre 22 países. En el tema de la consolidación de la paz, el Consejo de Seguridad y de la manera como enfrenta los conflictos, tiene mucho que hacer. Pareciera haber una predilección por la aplicación el Consejo de Seguridad del Capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas en vez de los capítulos de prevención de los conflictos. Esto agrava aún más la situación de los países en posconflicto. Pocos casos reflejan de mejor manera este patrón de forma tan clara como el caso de Libia. Luego de ser aprobada la resolución 1973 (2011) y establecer una zona de exclusión aérea, una coalición militar internacional autorizada por el Consejo de Seguridad empleó miles de millones de dólares para derrocar al Gobierno libio. Luego de la intervención militar en Libia, tal como ocurrió antes en el Iraq, el país entró en un prolongado y permanente estado de inestabilidad política, sin instituciones, sin infraestructura, sin servicios públicos, sin seguridad, sin medios de sobrevivencia, y sin una economía estable pero con miles de las más sofisticadas de las armas en el mercado y la presencia de grupos no estatales armados, la división del país y la consecuente inestabilidad política y económica. La necesidad de consolidar la paz en estos hermanos países árabes es uno de los principales retos y responsabilidades de las Naciones Unidas, en particular del Consejo de Seguridad. La crisis de migrantes que cruzan el Mediterráneo desde el norte de África arriesgando su vida y la de sus hijos es un desgarrador indicador de la necesidad de reforzar la estructura para la consolidación de la paz. La mayoría de estos migrantes viene de países africanos que han salido de conflictos, pero que no han podido ni consolidar la paz ni restablecer condiciones mínimas de vida en sus países de origen ni restablecer su sociedad y su economía. La consolidación de la paz así solo será posible en la medida en que se atiendan las causas de fondo de los conflictos, sino tendremos conflictos y conflictos recurrentes basados sobre todo en la debilidad de los Estados, las instituciones de un país en posconflicto. Debemos dar mayor énfasis a la reactivación del desarrollo económico sostenible en los países en situaciones de posconflicto. No podemos pretender consolidar la paz cuando ignoramos la necesidad de las poblaciones de superar sus necesidades socioeconómicas más básicas, obtener los medios sencillos para ganarse la vida y crear las bases para un desarrollo incluyente con justicia social. Por lo tanto, dar a la población los medios para incorporarse e insertarse en la economía y en la sociedad y crear los cimientos de un crecimiento incluyente, sostenido y justo, debe ser parte de todo proceso de consolidación de la paz. Sin embargo, poca o ninguna atención se dirige hacia estas necesidades. No existe ni siquiera claridad en los estudios o en la práctica institucional sobre cómo reimpulsar las economías de los países, las instituciones de los países que salen de los conflicto. Para Venezuela, este es uno de los temas centrales en la consolidación de la paz y se le debe dar debida atención. Por otra parte, la recuperación de los países que salen de los conflictos no puede pasar por la asistencia de instituciones financieras internacionales que pretenden imponer onerosas e injustas condiciones a los países, sobre todo aquellas que vulneran su soberanía. Hacen falta más recursos para el desarrollo económico social de los países que salen de conflictos que atiendan condiciones diferenciadas y beneficiosas para los mismos. Deben establecerse condiciones preferenciales en el sistema financiero internacional y diferenciados para apoyar directamente a países que han cesado la guerra y que no quieren volver a la senda del conflicto, en particular, y hemos observado con preocupación, hay que dotar a los países que salen de los conflictos para que tengan capacidades propias para el manejo de sus recursos naturales y para el manejo de su propia economía. Es una necesidad para nuestros países. Como latinoamericano, vemos dos casos emblemáticos: Haití y Colombia. En el caso de Haití, ha demostrado que es necesario mantener el respeto a la soberanía del país y el apoyo permanente para que este hermano país pueda superar terribles condiciones económicas que han dejado muchos años de conflicto, y en el caso de Colombia, estamos esperanzados en que la comunidad internacional ayude al pueblo de Colombia a transitar la paz y crear las condiciones económicas y sociales para que no vuelvan nunca más a un conflicto tan desgarrador como el que se pretende superar. Una vez más, queremos reconocer la visión del ex Secretario General Boutros Boutros Ghali al cual rendimos homenaje a raíz de su desaparición y esperamos sinceramente que el debate del día de hoy sirva para profundizar nuestra reflexión sobre cómo la Organización de las Naciones Unidas y la comunidad internacional pueden abordar la consolidación de la paz y contribuir a los procesos de consulta y negociaciones que tendrán lugar en los otros órganos de las Naciones Unidas.