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Laura Herrero Torras
Práctica nº 1. Fundamentos de la proyección
¿Desearía usted un sistema económico diferente al actual?
Esta es una pregunta a la cual un tanto por ciento muy elevado de la población responde o
respondería con un SI.
El sistema capitalista actual incentiva valores dañinos como el afán de lucro, la competencia, la
codicia, la envidia, la ambición y el egoísmo, valores totalmente contradictorios a los que
consideramos buenos socialmente. Con esta actitud, el sistema ha creado un escenario de
crisis con alto desempleo, hambruna y repartos desiguales.
La meta del capitalismo es aumentar el capital, no la satisfacción de las necesidades básicas de
la población. En muchos casos, esto conduce al hecho de que quienes carecen de poder
adquisitivo, simplemente no son atendidos. Persiguiendo ciegamente el aumento del capital
financiero y no el bienestar de todos, el capitalismo destruye los fundamentos vitales del ser
humano y la economía.
Frente a este panorama surge la idea de un cambio, una alternativa llamada la Economía del
bien común, basada en los valores de las relaciones humanas; la confianza, la sinceridad, el
respeto, la cooperación, el aprecio, la ayuda mutua, la solidaridad y la voluntad de compartir.
Este sistema quiere resolver la contradicción actual entre los valores de la economía y de la
sociedad, incentivando y premiando a las empresas por su honestidad, empatía, confianza,
cooperación y solidaridad, así como por sus valores ecológicos. El nuevo objetivo es alcanzar
beneficios de igualdad de oportunidades, calidad de vida y democracia, creando así el mayor
aporte posible de bienestar general.
El sistema capitalista, incentiva la competitividad como naturaleza del ser humano para
conseguir mayor productividad. Sin embargo, estudios antropológicos realizados, demuestran
que la naturaleza del hombre se basa en la cooperación, mediante relaciones satisfactorias de
reconocimiento y de valoración. Por el contrario, la competencia es el logro del éxito de uno o
del otro, basándose en el miedo a perder (el trabajo, los ingresos…) y en el deseo de triunfar y
ser mejor que los demás. Aquel que relaciona su propio valor con ser mejor que los demás,
depende completamente de que los demás sean peores. Con la competencia hay perdedores
en cambio con la cooperación ganamos todos.
Actualmente el indicador utilizado para definir el éxito económico en la macroeconomía es el
PIB y en la microeconomía son los balances de beneficios, tratándose éstos, de indicadores
basados en el dinero. La medición mediante valores monetarios deshumaniza la economía ya
que un buen resultado económico no garantiza un bien común. El dinero muestra valores de
cambio, no utilidades sociales y los seres humanos lo que necesitamos son utilidades.
Un beneficio financiero elevado puede ir acompañado de destrucción de puestos de trabajo,
de discriminación sexual, de la fabricación de productos peligrosos, de la destrucción del
medio ambiente, de evasión de impuestos o de financiación de partidos políticos.
Con una economía del bien común el indicador de éxito tendría que basarse en el bienestar y
la felicidad de su población. Aplicando este nuevo sistema las empresas tendrían que
incorporar un balance del bien común y convertir el balance financiero en un balance paralelo
que registre los gastos, inversiones y provisiones pero no el éxito empresarial, que sería
reflejado en el balance del bien común. Evidentemente las empresas no han de tener perdidas
pero no han de aspirar únicamente a maximizar el beneficio. El beneficio pasa a ser un medio
para conseguir un bien común, poniendo de esta forma fin a los excesos del capitalismo.
Un balance del bien común dispondría de indicadores que proporcionarían unos puntos a las
empresas que cumplan con ellos. Las consecuencias de adquirir puntos de bien común serian
ventajas legales como ayudas directas o impuestos reducidos entre otros. Ventajas que
actualmente disponen la mayoría de las empresas aunque pisoteen derechos humanos o
destrocen el medio ambiente y que aplicando este nuevo sistema dejarían de percibir, siendo
los productos o servicios éticos y justos los que contarían con más ventajas y resultarían más
baratos para el consumidor que los productos no éticos y injustos.
Una vez eliminado el beneficio como finalidad de las empresas, ya no será necesaria la
preocupación por el crecimiento de la misma, por tener más beneficio que las demás y por lo
tanto ser más grande y absorber a la competencia. Con la economía del bien común una
empresa ha de ambicionar a llegar a su tamaño óptimo de manera relajada y sin miedo. Una
vez adquirido la cooperación y la solidaridad con otras empresas se vuelve más fácil, y a su vez
estas acciones incrementan aún más el beneficio del bien común generado.
Por otro lado, este sistema quiere acabar también con la desigualdad. Los ingresos máximos de
un ejecutivo no deberían sobrepasar más de 10 veces el salario mínimo establecido, acabando
con los sueldos escandalosamente desorbitados existentes. Se propone también que las
empresas midan su huella ecológica y la reduzcan a un nivel sostenible, que se reduzca la
jornada laboral para una calidad de vida superior menos consumista y aliviar el mercado
laboral realizando un año sabático por cada diez años trabajados disminuyendo así la tasa de
desempleo un 10%.
Evidentemente para poder llevar a cabo toda esta idea, es necesario realizar cambios en todo
el sistema, adaptando los bienes comunales democráticos y creando una banca que garantice
las cuentas de ahorro y ofrezca créditos razonables aportando transparencia y seguridad.
La economía del bien común no es un modelo cerrado ni el único modelo imaginable para un
futuro, es una IDEA abierta a mejoras y que en los próximos años estará marcada por la
participación, el desarrollo y la interconexión gracias a los talleres y plataformas de
comunicación (grupos de apoyo) existentes. Se trata de un proceso de cambio para un bien
común basado en la participación global en la q cualquiera puede opinar mediante democracia
directa y participativa.
Expuesta la idea de un modelo económico alternativo surge la siguiente pregunta;
¿Van a permitir que se inicie el cambio?
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