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Gato con sombrero Le tengo harta fe al Banco Central, pero no puedo dejar de ver con algo de inquietud su precario equilibrio político y técnico actual. por Oscar Landerretche - 08/10/2010 - 04:00 EN EL LIBRO infantil The cat in the hat, del Dr. Seuss, el gato divierte a unos niños equilibrándose sobre una pelota y balanceando un grupo creciente de objetos en sus manos, nariz y cabeza. La tensión crece hasta que el gato se desploma. Como resultado del desorden se genera una crisis entre el gato y los niños, los que dejan de ser pasivos frente a los eventos. Yo le tengo harta fe al Banco Central, pero no puedo dejar de mirar, con algo de perturbación, su precario equilibrio político y técnico actual. Digan lo que digan las autoridades, el acelerado crecimiento actual se explica completamente por el violento impulso monetario y fiscal de 18 meses atrás. El problema es que el retiro de ambos estímulos a la velocidad necesaria se ha vuelto un desafío técnico y político. El desafío de corto plazo del BC es subir rápido las tasas para sosegar la demanda doméstica antes de que la economía global se afirme. El BC no puede subir las tasas a la velocidad que le gustaría debido al tipo de cambio. Si el banco sorprende al mercado con sus anuncios, el dólar se apreciará, y aunque eso sea transitorio, tendrá costos. En el Central saben del peligro político de un titular del tipo: "El BC sorprende y el TC se desploma". Se necesita entonces un equilibrio de gato con sombrero: subiendo a velocidad máxima sin sorprender. El Fisco ayudaría al BC si es que retirara rápido el impulso fiscal, pero esto se enfrenta a las promesas electorales y a los desafíos del terremoto. Además, parece que en la práctica algo de esto ya se ha hecho por la vía de subejecutar el presupuesto. Por ende, cada vez se ve más difícil que se pueda hacer una contribución adicional muy significativa. Lo otro que puede hacer el Fisco es anunciar cambios en la composición y calendarios de su deuda, lo que probablemente estén reservando como munición. Como si el gato no tuviera suficientes cosas oscilando sobre sus narices, el gobierno colocó otra: una estrategia comunicacional dirigida a mostrar influencia sobre ellos bajo el eufemismo de "coordinación". En cuestión de días se ha generado duda sobre la trayectoria esperada de tasas y la tolerancia inflacionaria. Si se consolida la idea de que el Ejecutivo los convenció de ir más lento, o se valida esa noción o se sorprende al mercado. Ambas opciones tienen costos. Quizás es una suerte que la "coordinación", hasta el momento, se esté interpretando como un conjunto de gestos vacíos. La discusión de fondo sobre competitividad e innovación excede el problema cambiario actual. Más temprano que tarde Chile volverá a enfrentar un escenario de commodities caros, lo que generará oportunidades y riesgos, pero tendrá inevitablemente una expresión cambiaria. Para enfrentarlos tendremos que repensar en su conjunto las políticas monetaria, fiscal, cambiaria, tributaria, laboral, de innovación y de fomento productivo. El problema excede (no excluye) el ámbito del BC. Reconozco que si el gato se desploma, posiblemente se detone ese debate. Todos sabemos que en nuestro país la política usa catalizadores dramáticos. Recomiendo no esperar a que eso ocurra, ni seguir apostando a que las tendencias de mercado nos permitan seguir haciéndonos los lesos con este problema por unos años más.