Download Haz clic aquí

Document related concepts

Panxea wikipedia , lookup

Comercio justo wikipedia , lookup

Tienda de comercio justo wikipedia , lookup

Consumo responsable wikipedia , lookup

Estándares y Certificaciones de Sostenibilidad wikipedia , lookup

Transcript
Otra economía es
POSIBLE
Alejado de los grandes foros internacionales,
el Comercio Justo brinda al consumidor una forma
muy sencilla de cambiar el actual modelo económico
FRAN OTERO
C
ada vez, y esto a pesar de
la crisis económica, son
más los ciudadanos que
quieren saber en qué condiciones se ha producido aquello que
van a consumir, si el proceso
8
ha sido respetuoso con el medio ambiente y, sobre todo, si
se paga un precio digno a los
productores y no existe ningún
tipo de explotación laboral. No
todo es coste económico, tam-
bién hay un coste social que
debe ser tenido en cuenta. Así lo
hace el Comercio Justo, que lleva
establecido en España unos 25
años (ya más de 40 en todo el
mundo). Tiempo en el que se ha
creado una Coordinadora Estatal
que agrupa a las asociaciones y
ONG involucradas en esta tarea,
en la que se ha pasado de vender
en mercadillos a hacerlo en tiendas pequeñas y especializadas,
y ya, en los últimos tiempos, a
introducirse en los supermercados y grandes almacenes.
A menudo, se cree –y es uno
de los mayores retos en el campo de la sensibilización– que
el Comercio Justo es una forma de ser solidario o ejercer
la caridad con los que más lo
necesitan en determinadas épocas del año, como la Navidad, y
aunque la afirmación tiene su
razón de ser, se trata de algo
más amplio: la dignidad de la
persona humana y el respeto
por el entorno.
De hecho, la Organización
Mundial del Comercio Justo
estable diez criterios que las
organizaciones que trabajan
en este sector deben cumplir
(ver cuadro pág. 10). La primera pasa por que el comercio
sea, en primer lugar, una vía ▶▶
9
▶▶ para abandonar la pobreza y,
luego, una actividad que permita la autosuficiencia. Por
eso, es vital apoyar a pequeños
productores marginados. Tan
importante es la transparencia
y la responsabilidad como el
bienestar social, económico y
ambiental de los productores.
Los comercializadores de productos no pueden “maximizar
sus ganancias a expensas de
ellos”. En este sentido, es práctica habitual que los compradores-importadores de Comercio
Justo adelanten parte del pago
para que se pueda afrontar el
proceso de producción con garantías. La confianza, la solidaridad y el respeto mutuo son
ingredientes imprescindibles.
Un pago justo
Pagar el precio justo es otro
de las características de este
tipo de comercio, un precio que
se acuerda a través de diálogo
y participación, que se complemente con la competitividad
en el mercado. “Pago justo
significa la provisión de una
remuneración socialmente
aceptable (en el contexto local) considerado por los propios
productores como justo, y que
tenga en cuenta el principio
de igual pago entre hombres
y mujeres”, tal y como se puede leer en la página web de la
Coordinadora Estatal.
Es vital la ausencia de trabajo infantil y trabajo forzoso,
así como el compromiso con
la no discriminación, la equidad de género y la libertad de
asociación. Es algo que las organizaciones deben asegurar.
Finalmente, hay que garantizar
las buenas condiciones de trabajo, de modo que sea seguro
y saludable; que se promueva
el desarrollo de las capacidades
de los productores; que cree
conciencia sobre el Comercio
Justo y, finalmente, respete
el medio ambiente. Estos son
los requisitos básicos que debe
10
cumplir una organización que
quiera luchar por un comercio
justo, solidario y sostenible.
Pero detrás de este decálogo y
de todo el proceso hay personas
que, en el marco de una asociación o ONG, trabajan por que
el Comercio Justo deje de ser
de la que lanzan campañas de
sensibilización, realizan estudios y se convierten en interlocutores de las administraciones
públicas. Precisamente, Vida
Nueva se ha acercado a varias
asociaciones de raíces católicas
para que expresen sus percepciones, sensaciones, análisis y
El decálogo
reivindicaciones.
del comercio justo
Kidenda, promovida por Cáritas diocesana y la delegación
1. Creación de oportunidades
de Misiones de Bizkaia junto
con la ONGD Alboan, es una de
para productores con
ellas. Sus objetivos se centran
desventajas económicas.
en dar a conocer el Comercio
2. Transparencia
Justo, favorecer los valores del
y responsabilidad.
consumo responsable y pro3. Prácticas comerciales justas.
mover una solidaridad activa y
4. Pago de un precio justo.
real. Cuenta con una tienda. De
5. Asegurar ausencia de trabajo
Kidenda es Estíbaliz Izaguirre,
infantil y trabajo forzoso.
quien recalca la importancia
6. Compromiso con la no
del voluntariado en esta tarea
discriminación, equidad
y reivindica la necesidad de que
de género y libertad
todo Comercio sea Justo. “Todo
de asociación.
el comercio debería ser justo.
7. Asegurar buenas
Sin embargo, sabemos que el
condiciones de trabajo.
sistema neoliberal imperante
8. Facilitar el desarrollo
está organizado para que unos
de capacidades.
9. Promoción del Comercio Justo. pocos disfruten de las riquezas
al mismo tiempo que otros se
10. Respeto por el
empobrecen, y eso afecta, somedio ambiente.
bre todo, a las relaciones comerciales entre los diferentes
países”, añade. Como todavía
no se ha conseguido, defiende iniciativas que promuevan
unas relaciones comerciales
más justas. “El Comercio Justo
es un ejercicio práctico de solidaridad con el sur”, concluye.
Desde la Fundación Proclade,
de los Misioneros Claretianos,
una excepción y se convierta
en regla general. Algunas de
estas organizaciones tienen su
razón de ser en el marco de una
realidad religiosa, ya sea Cáritas o congregaciones religiosas,
perfectamente agrupadas en la
Coordinadora Estatal, a través
ENTREVISTA
Loribusam que
también se trabaja en la sensibilización; de hecho, ven el
Comercio Justo como una herramienta. “En un mundo tan
interconectado, hasta los actos
más pequeños de la vida cotidiana repercuten en la vida de
millones de personas en todo
el mundo. Y en esos gestos de
consumo sencillos y necesarios, los valores, la ética, la fe,
deben ser decisivos. No es una
cuestión de dinero, sino que
abarca muchos otros problemas de nuestro mundo: trabajo infantil, sobrexplotación
de recursos naturales… En los
colegios claretianos (y no claretianos), ciudades, parroquias,
queremos una economía para
que tengan vida las personas, y
no lo contrario”, explica Laura
López, responsable de comunicación y sensibilización.
El coste social
También para ella todo comercio debería ser justo. Según
dice, el problema es que se ha
permitido que, poco a poco, el
centro de la economía sea el
dinero. “Una ganga es cuando
obtenemos más producto por
menos dinero. El precio de las
cosas solo nos habla de beneficio económico. Pero, ¿y el coste
social? Si junto al precio de un
paquete de café pusiera ‘14 horas de trabajo al día los 7 días
de la semana y 0,10 euros para
el productor’…”, explica. Insiste
en que para tomarse un buen
café “no hace falta que termine
molido nadie”.
“Ojalá algún día no hablemos de Comercio Justo porque
todo sea justo. De momento,
ya tenemos la opción de elegir
entre uno y otro, y además seguro que lo tenemos cerquita
de casa. Cuantos más seamos,
antes podremos dejar de hablar
de ello”, propone.
En la Asociación Proyde (Promoción y desarrollo), vinculada a la Institución Hermanos
de las Escuelas Cristianas -La
MARTA GUIJARRO RUIZ
Portavoz
de la Coordinadora
ni consequiatae
Estatal de Comercio Justo
“El modelo actual
no funciona”
¿Por qué es importante hoy que exista el Comercio Justo, que se promueva?
La finalidad es la lucha contra la pobreza de las
comunidades más desfavorecidas. Constituye
una herramienta muy potente de cooperación al
desarrollo, ya que asegura una serie de derechos:
ingresos estables y que permiten llevar una
vida digna, igualdad entre hombres y mujeres,
promoción de las mujeres en los cargos de decisión, no explotación laboral infantil y cuidado
del medio ambiente.
¿No debería ser todo el comercio siempre
justo?
Desde luego. Sería lo deseable, ya que nos beneficiaría a todos en todos los aspectos. La filosofía
del Comercio Justo sería deseable que estuviera
presente per se en todo tipo de relaciones comerciales a pequeña y a gran escala.
¿Qué marca la diferencia entre un producto de
Comercio Justo y otro que no lo es?
Por un lado, están las condiciones laborales de
las personas que los han elaborado. Si se garantiza que por su trabajo han recibido una cantidad
de dinero que les permita cubrir sus costes de
producción y unos salarios que garanticen una
vida digna, estaremos ante un producto justo.
También es importante que este trabajo no haya
sido perjudicial para la salud de los trabajadores,
es decir, que se trabaje en lugares apropiados y
con unas condiciones de salubridad dignas. Y
por supuesto, que no haya existido explotación
infantil. Otra de las condiciones esenciales sería
la protección del medio ambiente, ya que es clave
que la producción de determinados artículos
no “hipoteque” el entorno en el que viven las
comunidades. Y por último, otra diferencia sería
el aspecto de género: estaremos ante un producto
justo si en su proceso de elaboración tantos
las mujeres como los hombres han recibido un
trato igualitario.
¿Es posible que las relaciones económicas
pongan en el centro a la persona?
Sí, sí que es posible, y deseable, por supuesto.
En los 50-60 años que lleva, el Comercio Justo
ha demostrado que es un modelo que funciona
y que favorece el desarrollo de los pueblos. Asimismo, otras experiencias de economía social,
tanto en nuestro país como en otros, muestran
otras maneras de hacer economía mucho más
respetuosas y “sanas”. Creo que somos muchos
los que queremos otra economía y sabemos que
no es una utopía conseguirlo. Lo importante es
demostrarlo en nuestro día a día, a través de un
cambio en nuestras formas de consumo.
¿Es la crisis una oportunidad para cambiar?
Pues efectivamente, la crisis actual debería de
hacernos reflexionar, a nosotros y a nuestros
gobernantes, sobre este modelo consumista, que
no es una solución adecuada. Ha demostrado
que no funciona porque deja “fuera” a muchos
pueblos, a muchas personas. Un modelo solo centrado en lo económico no asegura los derechos
fundamentales ni garantiza un desarrollo adecuado. Sin embargo, parece que las reflexiones
de quienes deben tomar decisiones no van por
ahí. Las últimas cumbres internacionales, tanto
económicas como políticas o medioambientales,
parece que insisten en no cambiar el modelo.
Ante ello, las personas que creemos en otro
modelo debemos seguir proponiendo otras vías
y manifestando nuestra opinión.
¿Por qué hay que comprar Comercio Justo?
Nosotros solemos decir que con cada compra
elegimos el mundo que queremos. Pensamos
que el Comercio Justo constituye otro modelo
de comercio que sienta las bases de otro modelo de mundo. El modelo actual se rige únicamente por criterios económicos. Sin embargo,
el Comercio Justo plantea que, además de los
aspectos económicos, hay que tener en cuenta,
en igualdad de condiciones, los criterios sociales
y medioambientales. Por eso, creemos que es
fundamental promover este otro tipo de Comercio (y de modelo global), mucho más humano
y positivo para todos y todas. Con el Comercio
Justo se benefician tanto las personas que elaboran los productos como quienes los consumen.
dado que son productos de gran calidad (ecológicos, elaborados de manera casi artesanal).
En este sentido, el Comercio Justo constituye
una manera de acercar a los productores y a
los consumidores, es una manera de pensar en
quién está al otro lado de la cadena comercial,
y no únicamente en nuestra propia satisfacción.
11
▶▶
Salle, dan mucha importancia
al trabajo con los alumnos y
familias de sus centros. Charlotte Marion, su responsable de
Comercio Justo, explica a Vida
Nueva que su labor fundamental es el fomento de este tipo de
relaciones comerciales en toda
su red, porque “mucha gente
pequeña en lugares pequeños
haciendo cosas pequeñas puede cambiar el mundo”. Proyde
cuenta con unos 20 puntos de
venta fijos por el territorio español. Los frutos se empiezan a
notar, pues son muchas las personas que, aunque han dejado
los centros de La Salle hace mucho tiempo, siguen comprando
productos de Comercio Justo.
Sensibilización
Y aunque sigan haciendo falta campañas, sí es cierto que en
España la población está mucho más sensibilizada en estas
cuestiones. “Sí, mucho más”,
responde Laura López, que reconoce que poco a poco se van
cambiando esquemas. “Es muy
bonito ver cómo cada vez llegan
más propuestas, sobre todo de
centros educativos, para realizar jornadas, poner un punto de
venta fijo o cambiar el café de la
sala de profesores. Aunque, sin
duda, el mayor reto fueron las
parroquias. Lo que más costó
fue dejar de pensar que estaban haciendo un donativo o
que aquello era una especie de
rastrillo de Navidad. Ahora, son
protagonistas y promotores de
estos espacios de economía solidaria en sus barrios”, agrega.
Por su parte, Izaguirre reconoce que es mucho más conocido y asumido en el resto de
Europa que en España, aunque
percibe más iniciativas y una
mayor voluntad de trabajar en
la sensibilización y en la promoción de un consumo responsable. Desde Kidenda trabajan,
sobre todo, con población joven
de centros educativos, grupos
parroquiales, catequesis, uni12
versidad… “Pensamos que es
necesario promover, no solo la
sensibilización con el comercio
justo, sino cuestionamientos al
actual estilo de vida, de manera
que se vaya caminando hacia
un consumo responsable y se
produzcan compromisos de
cambio”, expone. En cualquier
caso, y aunque se están dando
pasos, apunta que es “una tarea que no se termina nunca,
porque hay muchas cosas que
tienen que ir cambiando y este
es un pequeño granito de arena
en ese cambio”.
Una tarea que continúa a
pesar de la crisis. “La crisis
afecta a todo el comercio. Pero
los consumidores de Comercio
Justo son muy fieles. Probablemente, con la crisis, en lugar de
comprar tres o cuatro artículos
tan solo compran uno, pero el
cliente sigue acudiendo a hacer
compras en nuestros puntos de
venta”, apunta la representante
de Kidenda.
Desde Proclade, la situación
se percibe de forma parecida. Si
bien es cierto que los españoles
atraviesan momentos difíciles
en los que se ha hecho inevitable reducir el consumo y priorizar necesidades, también lo
es que hay más personas que
se acercan al Comercio Justo y
practican el consumo responsable. “Algunas de nuestras delegaciones y puntos de venta
están en barrios muy humildes
y se nota que, pese a la dureza
del momento, la sensibilidad y
la solidaridad es muy grande”.
En Proyde, apunta Charlotte
Marion, las ventas siguen aumentando.
¿Quiénes son los productores y quienes los importadores?
Los productores del Comercio Justo son campesinos, artesanos... de zonas desfavorecidas,
especialmente de Asia, América Latina o África, que se organizan en cooperativas, asociaciones
o empresas de carácter social para elaborar productos que les permitan vivir de un modo digno.
Según se desprende del Informe Anual sobre Comercio Justo, correspondiente al 2010 y realizado
por la Coordinadora Estatal, los artículos que se distribuyen proceden de 125 grupos productores
de más de 40 países de América Latina (16), África (10), Asia (11), Europa (3), Oriente Medio (3).
El sector de mayor volumen es el de la alimentación, tanto en ventas como en producción. Hasta
35 países envían productos de alimentación. Especial fuerza tiene en este sector América Latina.
Una vez elaborado el producto, ¿qué sucede? Las importadoras acuerdan con los productores
el precio, según los criterios del Comercio Justo. Además, se encargan de transportar los
productos a España, envasarlos y ponerlos a disposición de las tiendas, y, en algunos casos,
elaborar alimentos con ingredientes de Comercio Justo. Muy importante es la labor previa
que realizan: la prefinanciación de la producción y el asesoramiento a los productores.
El paso siguiente se da en el punto de venta. Hoy se puede elegir. Están los centros
convencionales, la compra online y las tiendas especializadas, en las que, además,
se puede recabar más información sobre el consumo responsable y solidario.
Carlos Ballesteros
Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales y profesor de Comportamiento
del Consumidor en la Universidad Pontificia Comillas
Y aunque la tendencia es positiva, es necesario que mucha
más gente se sume y apueste
por el consumo responsable.
Y para ello, al margen de todo
lo expuesto anteriormente,
¿qué razones deben motivar
este comportamiento? A esta
pregunta nos responden los
tres representantes. Laura
López tiene claró por qué hay
que decantarse por el Comercio
Justo: “Porque si creemos que
hay otro mundo posible en el
que el bienestar y los derechos
de todas las personas sean lo
más importante, tenemos que
empezar a hacerlo real. Porque es el único con una alta
calidad en la materia prima y
con alta calidad social. Porque
rescata el valor social de las
cosas. Hay vidas detrás de lo
que compramos y consumimos,
y nuestros valores deben influir
en las decisiones económicas”.
Injusticias de la compra
Estíbaliz Izaguirre dice que
un artículo de comercio justo
ofrece la garantía de que hay
“una organización productora
con una estructura democrática
donde las personas trabajan
en condiciones dignas y recibiendo un precio justo por su
trabajo y producción”. “Además, los beneficios que recibe
la organización por el trabajo
se destinan a mejoras sociales,
la producción es ecológica, se
cuida el medio ambiente y no
existe explotación laboral de la
mujer ni de los niños. Tal vez
si nos preguntáramos esto de
cada cosa que compramos, nos
daríamos cuenta de cuántas
injusticias estamos apoyando
con esa acción tan normal y tan
cotidiana nuestra como es el ir
a la compra”, recoge. Concluye en la misma línea Charlotte
Marion, que considera que el
Comercio Justo te permite estar
seguro de que estás contribuyendo al buen desarrollo de los
pueblos.
Soberanía Consumidora.
Más allá del consumo responsable
E
n economía, el consumidor siempre es
tratado con respeto y cariño pues no en
vano es la razón de ser del mercado, la
causa por la que se produce y el objeto de
deseo de marcas que compiten por su voluntad,
su fidelidad y su bolsillo.
Cuando se busca en diccionarios económicos la
definición de soberanía del consumidor, suelen
aparecer términos como “característica de un
sistema de libre mercado donde los consumidores
orientan la producción”; “idea según la cual los
consumidores deciden en última instancia lo
que se deberá producir (o no) mediante el acto
mismo de escoger lo que habrá de comprarse (y
lo que no)”. En definitiva, se está hablando de
un empoderamiento del consumidor convertido
en indiscutible gestor del mercado.
Sin embargo, esta omnipotente característica
de un soberano que con sus preferencias guía la
economía no es del todo cierta ni defendible. En
un mundo competitivo y basado en el consumo
desaforado, el truco es hacer creer al consumidor
que es libre de elegir lo que quiera, siempre que
quiera lo que se le ofrece. Al igual que los monarcas absolutos en el Despotismo Ilustrado del siglo
XVIII, que usaban su autoridad para introducir
reformas en la estructura política y social de sus
países, parecemos estar asistiendo actualmente
a un Consumismo Ilustrado: “Todo para el consumidor pero sin el consumidor”. Además, ese
consumidor supuestamente sujeto de derechos
y deberes, no puede (o no quiere) ejercerlos. En
términos legales la cobertura es perfecta: cual-
quier ciudadano tiene derecho a comprar solo
lo que quiera comprar. En la práctica no es así:
son derechos mayoritariamente desconocidos,
lejanos y redactados pensando en el consumidor
individual. Proteger su seguridad, su salud y sus
intereses; promover la información y la educación
para elegir con libertad (pero sin olvidarse de
elegir), etc. En cuanto a deberes, la cosa es más
sencilla: el único deber del consumidor parece
ser pagar. No suele hacerse referencia al deber
de informarse sobre las condiciones sociales y
medioambientales en las que se ha producido lo
que se está comprando.
Precisamente, a esta primacía del consumidor individual dueño y señor del mercado se contrapone
un nuevo concepto: la Soberanía Consumidora. Si
Soberanía Alimentaria es el derecho de los pueblos a controlar sus políticas agrícolas; a decidir
qué cultivar; a producir localmente respetando
el territorio; a tener en sus manos el control de
los recursos naturales (agua, semillas, tierra...),
la Soberanía Consumidora debería entenderse
como el derecho de las personas a decidir colectiva y responsablemente qué, por qué y para
qué quieren consumir.
El mecanismo de mercado debería así funcionar
como una forma de participación política en la que
los consumidores pasemos de la racionalidad y el
utilitarismo como criterios de comportamiento
fundamentales a criterios de transformación
global que pongan a las personas, al planeta y
a sus relaciones de consumo en el centro de la
decisión.
13