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Neurotoxicidad por disolventes de pinturas
Ing. José Carlos Espino, Higienista Ocupacional
Un disolvente se define como una sustancia que permite la dispersión de otra
en su seno. Normalmente, el disolvente establece el estado físico de la disolución.
En su gran mayoría son sustancias líquidas a temperaturas ambientes y volátiles con
excepción del agua, que se considera el disolvente universal. En general, las
exposiciones ocupacionales ocurren por inhalación del vapor del solvente. Sin
embargo, la exposición dérmica también contribuye significativamente a la
exposición de los trabajadores. (Semple, 2006).
En las pinturas, los disolventes se utilizan para facilitar la aplicación y la
disolución, del aglutinante. Sirve para fluidificar y desaparece casi en su totalidad por
evaporación al secar la pintura. Algunos disolventes comúnmente usados en las
pinturas son: agua, alcohol (metílico, etílico y amílico), xileno, tolueno, solvente
stoddard, acetona, benceno, nafta, etc.
Los efectos agudos sobre la salud producido por los disolventes se reflejan
principalmente en el sistema nervioso central (SNC) e incluyen: dolores de cabeza,
mareos, inconciencia, ataques y en casos extremos la muerte. También se ha
reportado irritación de los ojos, nariz y garganta.
Los disolventes producen efectos a largo plazo por la exposición continuada.
Entre ellos: leucemia por benceno, esclerodermia y cáncer renal por exposición a
solventes clorados. Otros efectos sobre el SNC presentan mayores interrogantes.
Estudios realizados en Europa (OMS, 1985) señalan que la exposición a largo plazo
a altas concentraciones de vapores de disolventes pueden estar asociadas a
problemas neurológicos que incluyen: cambios en la personalidad; pérdida de la
memoria; déficit neurológico y encefalopatía tóxica.
Todos estos síntomas se han agrupado en el “síndrome del pintor” que fue
presentado por primera vez por la OMS en 1985. Los estudios más recientes
sugieren que los pintores expuestos pueden llegar a sufrir de diferentes patologías a
consecuencia de la exposición prolongada a disolventes orgánicos (Dick, 2006).
Entre estas: enfermedad de Parkinson; Tremor Esencial (TE); enfermedad de
Alzheimer; enfermedad de la neurona motora (ENM); esclerosis múltiple; y
demencia. Sin embargo, por los múltiples factores que pueden incidir sobre las
enfermedades arriba mencionadas, es difícil establecer una relación directa.
Otra condición soportada por evidencia firme es que los disolventes causan
neuropatía periférica con posibles dolores, pérdida de la sensibilidad, pérdida de
balance e incapacidad para controlar los músculos. Estos síntomas también se han
reportado en zapateros y fabricantes de muebles por la inhalación de vapores de los
pegamentos, principalmente n-hexano. Los sentidos del gusto, visión y olfato
también se pueden ver afectados por la exposición a disolventes). Estudios clínicos
(Paramei, 2004) muestran pérdidas en la visión de colores, sobre todo en los rojos y
verdes.
Todavía falta mucho por estudiar sobre los efectos de los disolventes a largo
plazo. Sin embargo, es importante que los trabajadores expuestos tomen las
medidas de protección adecuadas para evitar posibles daños a la salud. Entre estas
tenemos: buenas practicas higiénicas; sustitución por pinturas a base de agua;
buena ventilación; controles administrativos, educación de los trabajadores y el uso
de protección respiratoria. También puede ser necesario el monitoreo de las
concentraciones ambientales de los vapores de disolventes.