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LAICADO: CUENTOS CON REFLEXIÓN EN ORACIÓN… EN BÚSQUEDA… un estilo de caminar creyente MIRADA A LA VIDA - Es cierto que nuestro entorno y nuestra cultura nos “hablan” de otra realidad distinta, pero también es cierto que, HOY en día, son muchas las personas, los hombres y las mujeres, adultos y jóvenes que BUSCAN un ALGO para sus vidas. Por caminos diversos y diferentes; conociendo religiones diferentes; por medio de experiencias “extrañas”; o en una búsqueda honesta con un acompañamiento. El deseo de Dios sigue vivo en medio de este nuestro mundo. ¡Sin duda alguna! ¿Será que el hombre busca a Dios, o será que Dios mismo es el que busca al hombre? Los testimonios hablan de ello: “Yo pensaba alcanzar a Dios, y es Dios el que me ha pillado a mí”. - Pero también es verdad que hoy en día “ENTRAR DENTRO” de uno mismo, nos cuesta mucho. Hay mucho “ruido” en nuestro interior; tenemos muchos medios e instrumentos de comunicación. De ahí que sumergirnos en lo profundo de nuestro ser… ¡es más complicado! San Agustín expresó esto de forma clara y rotunda, partiendo desde su misma experiencia: “Señor, yo te he buscado por largo tiempo, pero no me he encontrado contigo. Ahora me doy cuenta que te buscado “fuera” y resulta que Tú estabas en lo más profundo de mi ser”. - De ahí que hoy se nos plantea, claramente, que para ENCONTRARNOS con Dios es necesario ENTRAR, aunque sea poco a poco, en nuestro interior, y ESTAR y permanecer ahí, abiertos y a la espera, porque Dios se hace presente. Y es que, además, tiene mucho que decirnos y mostrarnos. Es necesario, pues, ENTRAR DENTRO. CUENTO - PARÁBOLA EL CORAZÓN Una historia hindú cuenta que, en cierta ocasión, Dios se cansó de la gente que no hacía más que molestar y pedir favores. Por lo que pensó: “Voy a esconderme por una temporada”. Entonces reunió a todos sus consejeros y les preguntó: - «¿Dónde creéis que debo retirarme? ¿Cuál será el mejor lugar para esconderme?». Algunos pensaban que lo más acertado sería esconderse en la cima de la montaña más alta de la tierra. Otros pensaban que en el fondo del mar. Algunos creían que el mejor lugar sería más allá de la luna, adonde realmente nadie podría llegar. Entonces Dios, dirigiéndose a su ángel más inteligente, le preguntó: - «¿Dónde me aconsejas que me esconda?». A lo que el ángel inteligente, sonriendo, respondió: - «Escóndase en el corazón humano, ése es el único lugar al que ellos nunca van». REFLEXIONES PARA LA VIDA - ¡Qué “dura” es la parábola que se nos ofrece hoy para nuestra reflexión! Cuanto más lejos le buscamos a Dios, Él más se aleja de nuestra mirada. ¡Curioso! Es nuestro afán de lo “extraordinario” lo que nos reclama. Parece que la cercanía no cuenta. ¿Qué te parece? Según tu impresión, las personas que buscan a Dios… ¿miran hacia el interior o, más bien, le buscan LEJOS y fuera…? - El “ángel inteligente” de la parábola, le recuerda algo MUY FUERTE a Dios: “Escóndase en el corazón humano, ése es el único lugar al que ellos nunca van”. ¡Qué paradoja la de nuestra vida y de nuestro corazón! Él es lo más cercano a nosotros, y nosotros empeñados en mirar a las nubes del cielo para ver si descubrimos algún signo de su presencia… ¿Qué te parece? Desde tu experiencia personal ¿nos es tan difícil buscarle a Él en nuestro propio corazón? ¿Es ésta nuestra forma de actuar en nuestro caminar…? - Los buceadores, para introducirse en la profundidad de las aguas del mar, necesitan del oxígeno como elemento imprescindible. Acaso sea también nuestra situación: necesitamos del Espíritu del mismo Dios para poder introducirnos en las profundidades de nuestro ser, que es donde precisamente habita Él ¿Qué te parece? Normalmente en esta aventura de la búsqueda de Dios y de la penetración en tu interior, ¿te lo planteas en solitario o acompañado por alguien, o, acaso, por un grupo? ¿Cuál es tu proceder? A LA LUZ DE LA PALABRA Mateo 6, 5-8 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que la gente los vea. Os aseguro que con eso ya tienen su recompensa. Pero tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora en secreto a tu Padre. Y tu Padre, que ve lo que haces en secreto, te dará tu recompensa. Y al orar no repitas palabras inútilmente, como hacen los paganos que se imaginan que por su mucha palabrería Dios les hará más caso. No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis aun antes de habérselo pedido». MOMENTO PARA EL COMPROMISO 1. La conclusión parece clara: para orar y ESTAR con el Dios-Padre de la Vida y de la Alianza, nos es necesario ir “muy lejos”. Al contrario, siempre que se quiere y en cualquier lugar, Él esta dispuesto a escuchar y a hablarnos. No le gustan las apariencias y las grandezas. Basta entrar, con sencillez y sinceridad, en lo más profundo de nosotros mismos. “Cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora en secreto a tu Padre…”. Ahí es donde nos espera el Padre y está deseoso del encuentro. ¡Está en nuestras manos! ¿Qué te parece?: ¿A qué me (te) “suena” lo de “entra en tu cuarto”? ¿No basta con “cumplir lo mandado” y… ya está? 2. La propuesta de Jesús es clara, aunque nosotros la intentemos evitar siempre que podemos: “Ora en secreto a tu Padre”. Allí está el Padre. Es necesario dejar a un lado las ocupaciones para estar ABIERTOS a su voluntad. Es la actitud que vivió intensamente Jesús de Nazaret. Necesario, pues, cerrar bien las puertas para estar a la ESCUCHA. ¿Qué te parece: ¿Qué importancia le doy al hecho de tener señalados estos tiempos de silencio y a la preparación a los mismos? ¿Los tengo en cuenta y en qué medida? 3. Por supuesto que con el Padre no hacen falta muchas palabras ni grandilocuentes plegarias. Basta con mirar como le miraba Jesús. Ahí se da la COMUNIÓN de los corazones y, desde ahí, todo se vuelve diferente, NUEVO. ¿Qué te parece?: ¿A qué me (te) “suena” el consejo del “ángel inteligente” de la parábola? ¿Será verdad, también en mi (tu) vida? ¿Qué conclusiones quiero sacar? ¿Me propongo…?