Download 2010 “La Bolivia del Siglo XXI y los desafíos de las Ciencias Sociales”.

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Transcript
Autor: MICHEL LOPEZ, MARCOS
Título: RETROSPECTIVA DE LA ARQUEOLOGÍA EN BOLIVIA
Año: 2009
Libro: PONENCIA PRESENTADA AL PANEL “LA BOLIVIA DEL SIGLO XXI Y LOS DESAFÍOS
DE LAS CIENCIAS SOCIALES”
1
Retrospectiva de la arqueología en Bolivia1
Marcos R. Michel López Ph D.
Director
Instituto de Investigaciones Antropológicas y Arqueológicas.
Universidad Mayor de San Andrés.
La Paz. Bolivia
Introducción
La Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia reconoce la existencia de 36
naciones originarias. A pesar de ello el mínimo conocimiento que tenemos de cada una de
estas es uno de los principales motivos del retrazo de las ciencias sociales en nuestro país.
Habiéndose privilegiado la historia colonial y la arqueología de Tiwanaku, la construcción de
un nuevo Estado Plurinacional requiere de la urgente participación de la Antropología, la
Arqueología y las ciencias sociales orientadas al conocimiento de las culturas originarias,
especialmente de aquellas regiones marginadas de la investigación: los valles y las tierras
bajas, para el desarrollo de un proyecto pluri e inter cultural que las integre.
Históricamente la arqueología ha demostrado ser una herramienta útil para la investigación,
conservación, valorización e interpretación del pasado. En nuestro contexto pluricultural
debería constituirse en una ciencia fundamental para iniciar un verdadero proceso de
investigación, descolonización y reivindicación de las identidades. Sin embargo desde la
formación del Estado nacional la arqueología constituyó un medio populista que pregonó el
origen común del boliviano en una sola cultura: Tiwanaku, como reflejo del proyecto de una
nación monocultural y esencialmente Andina.
La arqueología es una ciencia relativamente nueva en Bolivia, sus inicios se remontan a los
años cincuentas con la fundación del Centro de Investigaciones Arqueológicas en Tiwanaku
(CIAT 1958) y la creación del Departamento de Antropología de la Universidad de San
Simón en 1955. Posteriormente se dio paso a la creación de las carreras de Antropología y
Arqueología en la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz en el año 1984.
Presentamos una retrospectiva histórica de la arqueología de Bolivia haciendo énfasis
en sus principales tendencias históricas y políticas, reflexionando sobre los diferentes
momentos de su desarrollo, además de exponer las necesidades futuras para su
implementación en un país diverso.
1
Presentada al panel: “La Bolivia del Siglo XXI y los desafíos de las Ciencias Sociales”. Plan Estratégico
e Institucional de la Facultad de Ciencias Sociales de la UMSA. 2010- 2015. Auditorio de la Facultad de
Ciencias Sociales Max Portugal Ortiz. 1 a 4 de septiembre del 2009
La ponencia se trabajo a partir de una versión inicial preparada para la III Reunión Internacional de
Teoría Arqueológica en Sudamérica efectuada en Bogota, Colombia el año 2002 y del capítulo 2do de la
tesis doctoral del autor (Michel 2008).
2
Antecedentes del nacionalismo en arqueología
Desde su auge a comienzos del siglo XX esta tendencia fue el pilar para el surgimiento
de la arqueología en Europa y otros países del mundo, el nacionalismo se ha definido de
la siguiente manera:
Se llama nacionalismo al programa político creado para la existencia de la nación y
como tal es precedente a esta. Las naciones son creadas por políticos e intelectuales
nacionalistas y este proceso es apoyado por las clases sociales que se benefician política
y económicamente de su construcción. Históricamente esta tendencia ha presentado una
serie de problemas como proyecto estatal (Karakasidou 1997):
„ 1. La construcción del pasado de un grupo nacional no debería ser hecha a
expensas de otros.
„ 2. Todas las tradiciones culturales deberían ser reconocidas como valiosas para
la investigación y ser respetadas.
„ 3. La construcción de un pasado no debería abandonar la perspectiva
antropológica universal de la humanidad (Kohl 1998).
El nacionalismo en la arqueología ha tenido distintas características en cada país, siendo
afectados por esta corriente ideológicamente homogenizadora aquellos países de mayor
diversidad cultural.
En los años noventa resurge el interés en la contextualización política de la arqueología
y su papel en el futuro. Eventos políticos acaecidos en Europa como el
desmembramiento de la URSS y la caída del muro de Berlín entre otros, son
mencionados como los momentos críticos en que se cuestionó el papel del nacionalismo
(Díaz Andreu y Champion 1996).
El nacionalismo surge en Europa como una narrativa construida mediante la búsqueda
en el pasado de una “Edad de Oro”, como la justificación y la forma de movilizar a la
población en torno a una cultura común unificadora. Desde esta perspectiva en los
países latinoamericanos el nacionalismo fue fundamental para la integración de lo
“indígena” como una forma de homogenización y mestizaje cultural para la creación del
Estado.
La arqueología en Bolivia desde una perspectiva histórica
En sus inicios la antropología y la arqueología fueron herramientas para ver lo exótico y
abigarrado de la sociedad, la elite impulsó los trabajos de naturalistas y viajeros en un
contexto social en el que se practicaban tradiciones indígenas en una compleja mezcla
cultural (Platt 1988; Rivera Cusicanqui 2003).
Por su parte la sociedad indígena rural continuó practicando sus tradiciones como una
forma de resistencia contra un sistema que implementaba formas drásticas de opresión
mediante la expropiación y venta de sus propiedades comunales (Rivera Cusicanqui
2003).
Desde los inicios de la República, surge una suerte de inestabilidad social caracterizada
por levantamientos indígenas que se intercalan con guerras promovidas por potencias
3
extranjeras en busca de los recursos naturales. Entre estas por su importancia podemos
citar:
„
„
„
„
Rebeliones indígenas de comienzos de la república
Guerra del Pacífico 1879–1884
Guerra civil (1898 y 1899).2
La guerra del Acre 1899- 1903
Surgimiento de la antropología
A comienzos del siglo XX serán los países europeos los que envían expediciones
científicas conformadas por investigadores entrenados en las ciencias naturales. Surge el
concepto de raza en la antropología como medio para explicar las diferencias físicas
relacionadas a las diferencias culturales y a una supuesta inferioridad o atraso de
desarrollo.
En 1903 la Misión Científica Francesa Crequí-Montfort y E. Senagal de La Grange,
patrocinada por el Ministerio de Instrucción Pública de Francia efectuará una larga
travesía exploratoria desde el norte de Chile, pasando por el Altiplano de Bolivia y el
noroeste de Argentina. Ejecuta las primeras excavaciones en el sitio de Tiwanaku con la
aquiescencia del presidente Pando (Crequí-Montfort y E. Senagal de La Grange 1904).
Se publica el primer libro de: “Antropología de Bolivia” de Arthur Chervin (1908), el
que sentará las bases para los estudios de antropología física enfocada al conocimiento
de las denominadas razas indígenas de Bolivia y sus correlatos culturales considerados
inferiores. En este trabajo se utilizó fotografías estandarizadas y mediciones
antropométricas en las que el hombre blanco (tipo medio francés) es el modelo.
La obra de Arthur Posnansky
La amplia obra de Arthur Posnansky abarca un largo período desde 1904 hasta la
década de los 1940, destacando la difusión de Tiwanaku con una serie de
investigaciones e hipótesis que constituyeron por muchos años la posición científica de
la élite. Vinculado al mundo político e intelectual formó parte de la Sociedad
Geográfica de La Paz. Efectuó una serie de publicaciones y participó como delegado
oficial en varias reuniones científicas de americanistas. En 1922 fundó el Museo
Arqueológico de Tiwanaku y fue nombrado presidente de la Sociedad Geográfica de La
Paz (Ponce 1999, pp. 35–42). También fue fundador de la Sociedad Arqueológica de
Bolivia, además de ser parte de varias sociedades científicas. Durante la década de los
años 1930’s, el monopolio sobre Tiwanaku ejercido por Posnansky tendrá un viraje
importante que se inicia con la apertura a misiones extranjeras y a la crítica de su
trabajo, enmarcado en criterios empíricos y personales (Ibid. p. 71).
2
Formación de la primera “nación” india, en un momento de emancipación y las masacres de Mohoza,
Peñas y Sacaca, los indígenas nombran presidentes locales y piden:
„ 1. La restitución de sus territorios.
„ 2. Guerra de exterminio contra las minorías dominantes.
„ 3. Constitución de un gobierno indígena.
„ 4. Desconocimiento de las autoridades revolucionarias.
5. Reconocimiento de Pablo Zarate Willca como jefe supremo de la insurrección autóctona (Condarco
Morales 1983).
4
Hacia la década de los 1940’s Posnansky define claramente su posición racista: la
antropología considerada “moderna”, utilizaba el concepto de “raza”, distinguiendo sus
variantes mediante la medida de los índices craneanos. Los grupos humanos que
compartían medidas índices del cráneo, además que tengan en los ojos, la piel y el
cabello una pigmentación preponderante corresponderían a una “raza”. Para Posnansky
existían razas superiores e inferiores, hecho que debería ser tomado muy en cuenta para
“familiarizar al indio con nuestra cultura” (Posnansky 1943). Sus trabajos habían
quedado estancados en la etapa descriptiva de objetos y “razas superiores e inferiores”
concentrados en Tiwanaku, como “La cuna del hombre Americano” (Posnansky 1945,
1958). El apoyo estatal y la consolidación de su obra estuvo ligada a la atmósfera
favorable del contexto político del gobierno de Villarroel (1943–1946), la limitación del
debate académico y la amplia difusión de sus teorías que consolidaron una suerte de
racismo intelectual, centralización territorial y de tema de la investigación en Tiwanaku,
retardando el nacimiento de las corrientes indigenistas en el país hasta comienzos de los
años 1950.
La arqueología nacionalista estatal
Una de las corrientes de mayor fuerza y que sigue en boga hasta nuestros días es la
arqueología nacionalista impulsada por el Movimiento Nacionalista Revolucionario
MNR. Esta arqueología puede ser caracterizada por estar centrada en Tiwanaku, su
monumentalismo y la búsqueda e implementación de símbolos comunes para la
creación de una nación mestiza.
El MNR fue un partido político que tomó el poder en abril de 1952 después de una
sangrienta revuelta. El programa político del MNR se inició con la nacionalización de
las minas, se decretó el voto universal, se reestructuró el ejército y se permitió la
exportación y explotación de petróleo por parte de empresas extranjeras en un proceso
revolucionario y de transformación del estado oligárquico minero y de terratenientes.
En 1952 Carlos Ponce Sanginés fue designado director del Instituto Indigenista
Boliviano, donde confluyeron los investigadores Maks Portugal Zamora y Gregorio
Cordero Miranda en la construcción de una postura indigenista que sería utilizada por la
revolución (Ponce 1995). A finales de 1953 se organiza la 1ra Mesa Redonda de
Arqueología Boliviana que constituye la primera evaluación de la arqueología del país
hecha por investigadores nacionales (Ponce 1957).
En 1955 Ponce obtuvo una posición como diplomático en México, a su regreso en 1958
Ponce Sanginés crea el Centro de Investigaciones Arqueológicas de Tiwanaku (CIAT) y
entre 1963–1964 fue nombrado Ministro de Asuntos Campesinos en el segundo
mandato de Víctor Paz Estensoro, gestión en la que aceleró el proceso de titulación de
tierras y trabajó activamente en la implementación de escuelas rurales. Posteriormente
fungiría de Secretario del Comité Ejecutivo Nacional del MNR entre 1985 y 1992
(Browman 2005).
El trabajo arqueológico de Ponce se concentró en la puesta en valor del sitio
arqueológico de Tiwanaku como símbolo de la nacionalidad boliviana, con la
proyección política y el fuerte impulso del MNR. Las excavaciones en área efectuadas
5
por el Cento de Investigaciones Arqueológicas en Tiwanaku en: Kheri Kala, Laka
Kollu, Putuni, Kantatayita más la excavación y reconstrucción del templete semisubterraneo y Kalasasaya fueron consideradas hacia los años 1960 como las de mayor
extensión en el mundo.
Sin embargo el trabajo de Ponce Sanginés será consolidado e institucionalizado en los
tiempos de la dictadura del General Hugo Banzer Suarez desde 1971 hasta 1978, cuando
surgen una serie de medidas legales para: La declaración de los primeros monumentos
nacionales: Iskanwaya 17-VIII-1973 y Samaypata 11-I-1974, la institucionalización de
la arqueología boliviana mediante la creación del Instituto Nacional de Arqueología de
Bolivia (INAR) 14-III-1975, la implementación de centros de investigación en los sitios
arqueológicos de mayor proyección turística, como el Instituto de Investigaciones
Arqueológicas de Copacabana en 1978 (Ponce 1995). En forma exploratoria también se
promoverán algunas investigaciones en los valles y tierras bajas (Bustos 1976, 1977;
Kuljis y Bustos 1977; Portugal 1978 entre otros), sin embargo este intento de expansión
no llegó a prosperar debido a que los trabajos fuera de Tiwanaku no tenían un adecuado
soporte.
La creación de la normativa arqueológica y sus instituciones dentro de un esquema
centralista autoritario, focalizado en el área del lago Titicaca y que había impedido las
investigaciones de extranjeros por casi 30 años, creó una estructura hermética y que no
llegó a mayores debates para su validación.
La respuesta aymara al nacionalismo
Hacia el comienzo de los años 1980 la apertura democrática da paso al desarrollo del
indigenismo y el indianismo, surgen nuevos partidos tales como los Movimientos
Revolucionario e Indio Túpak Katari (MRTK y MITKA, respectivamente). El
nacionalismo fue cuestionado al haber servido como herramienta ideológica para la
construcción de la nación, mediante la proyección de Tiwanaku como cuna de una
nacionalidad mestiza y la legitimización del denominado colonialismo interno, negando
los derechos indios para el estudio de su propio pasado (Rivera Cusicanqui 1980, 1986;
Mamani 1989). Se reprochaba el carácter empírico de los arqueólogos del Instituto
Nacional de Arqueología INAR, además de las inadecuadas formas de interpretación del
pasado con base en modelos ajenos a la realidad. De acuerdo con el investigador
Mamani (1989) el nacionalismo habría fallado en su intento de integrar a los indígenas
en la corriente de la civilización moderna, creando una suerte de identidad nacional en
una republica dominada por blancos. Este fallido intento fue cubierto por las continuas
protestas anti imperialistas y la interpretación del pasado con referentes ajenos a la
realidad.
El aporte de la investigación etnohistórica
Uno de los mayores aportes de la investigación etnohistórica frente a la arqueología
oficialista fue el de descubrir la diversidad cultural del Altiplano y valles de Bolivia, las
estructuras y estrategias sociales de organización que la sustentaban y sus particulares
formas de control de una ecología variada. Casi en forma paralela al auge y declinación
de la arqueología nacionalista, entre los años de 1970 y 1980 se efectuaron
investigaciones etnohistóricas dirigidas a la comprensión de las peculiaridades de las
sociedades Andinas. Los trabajos de Ramiro Condarco Morales y John V. Murra (Murra
6
1972; Condarco y Murra 1987) identificaron la denominada “verticalidad”, o control
vertical de un máximo de pisos ecológicos. Esta teoría mostraba al mundo cómo en los
Andes se desarrollaron formas de utilización y aprovechamiento del escarpado y
variado territorio andino mediante la explotación de diferentes pisos ecológicos. Las
posibilidades de acceder a nichos ecológicos distantes localizados en los valles de las
vertientes orientales y valles costeros se habían desarrollado mediante una serie de
estrategias, como la posesión de territorios continuos, territorios discontinuos (en los
valles) y realizando viajes de caravanas de llamas, estrategias facilitadas mediante
vínculos de parentesco (Martínez 1998; Murra 1985). Aunque se desconocía el origen
de esta forma de control territorial, se sabía que todas las estrategias fueron
ampliamente utilizadas ya por los Inka, quienes habían efectuado también el
movimiento de poblaciones enteras (mitmaq) para la administración, explotación de
recursos y protección del imperio (Murra 1972).
Estudios posteriores reportaron valiosa información sobre las características de las
confederaciones y grupos asentados en el Altiplano (siglos XVI a XVIII), que
implicaron también avances en la comprensión de las características del “ayllu” o
célula básica de la sociedad en los Andes. Este aporte realzaba en forma positiva la
originalidad y creatividad de las sociedades en tiempos precoloniales (Bouyse Cassagne
1987; Murra 1975; Platt 1987; Rivera Cusicanqui 2003; Saignes 1986, entre otros).
En palabras de Rivera Cusicanqui:
“..., los nuevos trabajos sacaron a la luz algo que ni los burócratas estatales ni los
antropólogos desarrollistas de las décadas anteriores habían podido ver: que en muchas
regiones de los Andes, y a pesar de siglos de agresión y deterioro impuestos, los
pobladores Andinos continuaban utilizando dichos sistemas para enfrentar los riesgos
de una agricultura sometida a las limitaciones del medio ambiente alto Andino y a los
efectos destructores de un mercado profundamente desigual” (Rivera Cusicanqui 2003,
p. 86).
Thierry Saignes con base a un estudio retrospectivo de la documentación colonial del
Altiplano y valles de Bolivia identificó la configuración poblacional de los Andes
Meridionales hacia los siglos XV y XVI, con proyección a épocas anteriores (Saignes
1986). El mapa preliminar de asentamientos étnicos del siglo XVI de Saignes inicia la
investigación de unidades sociopolíticas mayores que los españoles llamaron “Señoríos”
y que ocupaban los Altiplanos norte, central y sur y los valles, con posesiones
territoriales también en los valles costeros, representando mosaicos multiétnicos
compuestos por pobladores autóctonos y colonos dependientes de núcleos instalados en
las punas (Condarco y Murra 1987; Murra 1985; Saignes 1986, p. 10). La nueva
información reportada por la etnohistoria nunca fue utilizada por la arqueología
nacionalista debido a que resquebrajaba la idea de Tiwanaku como un poder monolítico:
elemento unificador de la nación. Además el nacionalismo mostraba el pasado como un
“continum” sin las rupturas y transformaciones de las épocas inka y colonial.
Fundación de las carreras de antropología y arqueología de la UMSA y la
investigación de la diversidad
Constituyendo una respuesta al monopolio de la antropología y la arqueología estatales
y la necesidad de crear nuevas alternativas de interpretación de las sociedades actuales y
7
del pasado, en 1984 se fundan las carreras de antropología y arqueología de la
Universidad Mayor de San Andrés de La Paz.
Desde su creación la carrera de arqueología, única en el sistema nacional de
universidades del país, se caracterizó por ser una unidad académica creativa, crítica y
productiva que ha servido como un instrumento científico para cuestionar la arqueología
oficialista, profundizar el debate sobre el pasado y la diversidad. La implementación del
Instituto de Investigaciones Antropológicas y Arqueológicas el año 2001, también ha
formado parte de este impulso, aportando de diferentes maneras para la investigación y
la formación de profesionales pluriculturales.
Sin descuidar el tratamiento de la arqueología de la zona circumlacustre, en la que se
desarrollaron trabajos de talleres y tesis de licenciatura continuamente (Alconini 1993,
Portugal Loayza 2001, Rivera Casanovas 1994, Machicado 2009, entre otras), varias
tesis de licenciatura también serán orientadas con mucho esfuerzo a la investigación de
regiones alejadas del centro tradicional, abarcando el Altiplano central, los valles y las
tierras bajas (Álvarez 2005, Avilés 1998, Ángelo 1999, Díaz Rojas 2003, Díaz Garzón
2005, Lima 2000, entre varias), iniciando un proceso de reflexión a nivel de las
diferentes regiones y departamentos.
La diversidad y riqueza de la arqueología del Altiplano, valles y Tierras Bajas será
motivo de análisis y debates académicos plasmados en el desarrollo del: I Simposio de
Actualización en Arqueología I (1996) y el II Simposio de Actualización en
Arqueología (2001), eventos que por primera vez congregan a estudiantes, profesionales
nacionales y extranjeros en un franco debate para su publicación como requisito
fundamental (Ángelo 2005).
Este impulso inicial será ampliado e institucionalizado en congresos como: el Primer
Congreso de Arqueología de Bolivia 2004 (Rivera ed. 2008), con su correlato en el 2do
Congreso de Arqueología de Bolivia efectuado en la ciudad de La Paz el año 2009
(IIAA en preparación). Ampliando las características de difusión de los primeros
simposios, los congresos de arqueología aglutinan a la mayoría de los profesionales que
efectúan trabajos sobre arqueología, patrimonio y puesta en valor del patrimonio,
generando nuevas alternativas para el debate sobre el pasado y el patrimonio cultural de
todo el país.
Después de largas décadas de limitaciones en la producción y el debate, la arqueología
boliviana experimenta, desde la universidad, un profundo cambio como producto de la
formación de profesionales. Esta transformación se ve reflejada en una considerable
producción de tesis, publicaciones y el desarrollo de investigaciones, seminarios y
congresos que integran a varias regiones del país, dando lugar a la temática de la
diversidad cultural desde el pasado, de sumo interés para nuestra sociedad pluricultural
y multilingüe. Como resultado de este proceso se inicia también el debate sobre el
tratamiento del patrimonio cultural arqueológico del país, notablemente descuidado en
Tiwanaku y fuera del área circumtiticaca.
Los trabajos mencionados han permitido ampliar el panorama de la arqueología
boliviana promoviendo el debate profesional y formulando propuestas sobre las
arqueologías locales, regionales y departamentales en el ámbito nacional e
internacional. Varios trabajos que se iniciaron como tesis de licenciatura y propuestas
8
de proyectos de investigación, se ven hoy en día reflejadas en tesis doctorales
desarrolladas en diferentes países de Europa y Estados Unidos (Ángelo 2010 en
preparación, Avilés 2010 en preparación, Alconini 2002, Jaimes 2010 en preparación,
Rivera 2004, Michel 2008, Sáenz 2006, entre otras).
Arqueología de Cochabamba
A diferencia de la arqueología nacionalista focalizada en Tiwanaku y la creación de un
símbolo nacional, casi paralelamente el trabajo arqueológico en Cochabamba constituirá
la apertura de la arqueología boliviana a nuevas temáticas de la diversidad cultural
desde el pasado, como; el análisis de las expansiones culturales, nacimiento y desarrollo
de las tradiciones locales y la conquista inka del kollasuyo (Sánchez 2008).
El Departamento de Antropología de la Universidad de San Simón fue fundado por
Dick Edgard Ibarra Grasso en 1955. El investigador argentino había manifestado en
revistas internacionales y en la 1ª Mesa Redonda de Arqueología Boliviana, su interés
en ampliar la investigación del pasado precolombino a regiones de los valles y tierras
bajas, donde existían evidencias de importantes desarrollos regionales (Ibarra Grasso
1953, 1957). Su trabajo fue determinante para la creación de los primeros museos
departamentales y que existen hasta la actualidad: El Museo Universitario de San
Francisco Xavier en Chuquisaca, el Museo Universitario de la Universidad Tomas Frías
en Potosí, el Museo Arqueológico de Palacio de la Moneda en Potosí, y el museo de
sitio de Samaipata en Santa Cruz de la Sierra, además de conformar el primer panorama
general de la diversidad desde el pasado del país en sus libros de Prehistoria de Bolivia
(Ibarra Grasso 1965, 1973; Ibarra Grasso y Querejazu Lewis 1986).
Ibarra y su trabajo en San Simón constituyeron una corriente crítica y de oposición a la
arqueología nacionalista que se desarrollaba en Tiwanaku (Ibarra Grasso y Querejazu
Lewis 1986, p. 12). Entre 1955 y 1958 Ibarra descubrió y difundió los “mounds” o
montículos arqueológicos formativos de Cochabamba e investigó las tradiciones
cerámicas Omereque Polícromo, Sauces, Tupuraya y Mojocoya también en
Cochabamba. En los valles del sur de Bolivia identificó los estilos Uruquilla, Yampara,
Chaqui, Chicha y Lipez del Altiplano (Ibarra Grasso 1953). Entre 1958 y 1960 trabajó
junto a la Misión Científica Alemana liderada por Hermann Trimborn, en Mizque
elaborando sus primeras inferencias a cerca de la cronología de los valles. Hacia 1965
presentó su libro “Prehistoria de Bolivia”. Las repercusiones de esta obra clásica
reimpresa en diferentes años se han restringido al ámbito académico sin que se haya
utilizado para una difusión mayor y/o la educación escolar (Ibarra Grasso 1965, 1973;
Ibarra Grasso y Querejazu Lewis 1986).
En 1963 Ibarra fundó la primera carrera de Antropología de Bolivia, proyecto que no
llegó a prosperar por problemas políticos de ese tiempo, de su labor educativa surgieron
investigadores conocidos como Mario Montaño Aragón y Ramón Sanzetenea.
Tras la salida de la Dirección del museo de Dick Ibarra Grasso se sucede una serie de
interinatos hasta 1973, año en que Geraldine Byrne de Caballero asume la dirección del
museo y este pudo ser elevado a la categoría de Departamento de Arqueología. Ese
9
mismo año y frente una posición definida como “agresiva” por parte del INAR que
cuestionaba la independencia de las investigaciones del departamento, el museo tramita
ante el Consejo Nacional de Educación Superior los permisos para realizar trabajo de
campo (Instituto de Investigaciones Antropológicas 2001).
Walter Sánchez (2005, p. 6) destaca cinco grandes logros de la gestión de Byrne de
Caballero:
1. Elevar al museo al rango de Instituto de Investigaciones Antropológicas (INIAN).
2. Implementar un proyecto arqueológico de largo alcance: “Los asentamientos
Incaicos en el área de Cochabamba”.
3. Incorporar al patrimonio arquitectónico y arqueológico como una línea prioritaria
de investigación.
4. Articular al INIAN con los más importantes centros universitarios del mundo
arqueológico.
5. Publicación del órgano oficial del Museo Arqueológico: “Cuadernos de
Investigación”.
En 1979 el Departamento de Arqueología y Museo cambió a la categoría de Instituto de
Investigaciones e inició la publicación de los llamados “Cuadernos Antropológicos”,
donde se publicaran trabajos destacados de los investigadores Ricardo Céspedes, David
Pereira y María de los Ángeles Muñoz. La producción intelectual de Byrne de Caballero
sentó las bases para el estudio de las difusiones, interrelaciones, prestamos,
retroalimentaciones culturales desarrollando una “fascinación por lo diverso, lo
complejo y multidimensional”, contraponiendo una multiplicidad de historias evidentes
en los variados estilos cerámicos (Sánchez 2005).
En 1982 se inicia uno de los proyectos mas conocidos del Museo Antropológico, el
proyecto Formativo con el apoyo de la Universidad Carolina del Norte, la Sociedad
Nacional de Geografía de los Estados Unidos y la Dumbarton Oaks, trabajo es liderado
por Donald Brockington y David Pereira, habiendo conformado hasta la fecha un
importante panorama sobre la arqueología de este periodo en el valle de Cochabamba y
en las tierras bajas (Pereira 1993; Pereira y Brockington 2000). En 1986 fallece la
investigadora Geraldine Byrne de Caballero tomando como homenaje su nombre el
Museo Antropológico de San Simón. Desde ese año el director de esta institución fue el
arqueólogo David Pereira hasta el año 2008 en que fue sucedido por su actual directora
María de los Ángeles Muñoz. La labor pionera y regional del Museo Antropológico de
Cochabamba constituirá un ejemplo de independencia e investigación fuera de los
marcos de la arqueología nacionalista, de igual manera este centro de investigación
profundizará en temas poco tratados, como el Formativo en los valles y la ocupación
Inkaica o de desarrollos regionales en los valles.
Una propuesta para la creación de la arqueología plurinacional
En un breve análisis retrospectivo hemos visto el desarrollo de la arqueología de Bolivia
fuertemente influenciada por su contexto histórico. Dos extremos, productos del
acontecer histórico, marcan sus características: el nacionalismo focalizado en Tiwanaku
y la creación de una identidad mestiza; y la arqueología de Cochabamba que prioriza a
su región en el marco de la investigación y puesta en valor del patrimonio.
10
Ambos extremos producen limitaciones para las investigaciones arqueológicas y sus
resultados en un país de alta diversidad cultural, la arqueología nacionalista y las figuras
de pioneros como Arthur Posnansky, Carlos Ponce Sanginés lograron cierta continuidad
para establecer investigaciones prolongadas y difundir sus trabajos sobre Tiwanaku. Sin
embargo esta visión nacionalista en extremo produjo un vacío de más de 30 años de
investigaciones extranjeras con el correspondiente estancamiento del debate científico.
El proyecto de sistema nacional de arqueología planificado a finales de los años 1970
por el INAR, no se pudo imponer en las distintas regiones ni departamentos con
dramáticas consecuencias para la protección del patrimonio cultural, que no posee
instituciones, profesionales ni normativa a nivel departamental.
El centralismo nacionalista de la investigación arqueológica tiene repercusiones
negativas, como:
¾ El desconocimiento de que en el pasado se desarrollaron diversas
tradiciones culturales en diferentes regiones del país.
¾ Cada una de estas constituye un valor de suma importancia en el
proceso de la conformación de la sociedad, problema patente en los
libros escolares que presentan mínima información sobre el pasado
precolombino fuera de la región andina
¾ La proyección de un modelo evolutivo de desarrollo en el que
Tiwanaku representa el mayor grado de civilización alcanzado en
tiempos precolombinos, va en desmedro de tradiciones culturales
anteriores, contemporáneas y posteriores
¾ Serios problemas en la administración y cuidado del patrimonio
arqueológico. Los nueve departamentos y sus 314 municipios carecen
de instituciones y normativa que promueva la investigación, puesta en
valor, difusión de la arqueología, cuidado de sitios arqueológicos
Por otra parte, si bien la arqueología regional practicada en Cochabamba constituye la
apertura de la arqueología boliviana a nuevas temáticas sobre la diversidad cultural
desde el pasado, análisis de las expansiones culturales, nacimiento y desarrollo de las
tradiciones locales y la conquista Inka, sus limitaciones se redujeron a la imposibilidad
de crear normas propias y más aún a nivel nacional, entrando en confrontación con el
esquema centralista de los gobiernos pasados.
La experiencia académica y de investigación de la carrera de Arqueología de la UMSA
constituye un acicate para el nuevo desarrollo de la arqueología en términos de las
nuevas políticas instauradas en la nueva Constitución Política del Estado. Después de
largas décadas de limitaciones en la producción y el debate, la arqueología boliviana
experimenta, desde la universidad, un profundo cambio como producto de la formación
de profesionales. Esta transformación debe ser apoyada e incentivada por los gobiernos
departamentales, los municipios y sus regiones tomando la experiencia y el trabajo de
los arqueólogos en diferentes regiones para la fundación de nuevas arqueologías locales
y plurinacionales que permitan una visualización de la diversidad con profundidad
histórica y proyección al futuro.
En un momento histórico en el que se plantea una importante transformación política y
administrativa del país, el estudio del pasado precolombino de las diferentes
11
manifestaciones culturales debe ser el objetivo principal del desarrollo plurinacional
asumiendo las siguientes medidas:
¾ El estado y las organizaciones departamentales, municipales y
regionales deben fomentar la arqueología, implementando normativas
especificas para la investigación y protección del patrimonio
arqueológico.
¾ Para ello se debe promover la enseñanza de la arqueología profesional
y la difusión de sus resultados de investigación como una fuente para
el debate de la interculturalidad desde el pasado en todo el sistema
educativo
¾ Resulta necesaria la creación de carreras de arqueología e institutos de
investigación, museos en las diferentes universidades del país
¾ Otra tarea fundamental es ampliar la normativa sobre la posesión y
uso de patrimonio arqueológico por parte de los municipios, aspecto
contemplado en la Ley de Participación Popular, pero que no ha
desarrollado el corpus normativo necesario
¾ La caducidad y limitaciones de la legislación sobre la práctica
profesional del arqueólogo y sobre salvamento arqueológico, hacen
necesaria su actualización y replanteamiento en función de la nueva
legislación vigente en materia de impacto ambiental, minería,
hidrocarburos y actividades que impliquen posibilidades de impacto al
patrimonio cultural y principalmente la nueva ley de autonomías.
La diversidad cultural desde el pasado ha sido asumida desde la carrera de arqueología
de la UMSA a nivel de la investigación y la creación de un espacio de debate, su
desarrollo como parte de las demandas y aspiraciones de la nueva sociedad boliviana
son parte importante del nuevo reto que debemos afrontar desde diferentes instancias y
en la creación de la nueva estructura normativa del Estado Plurinacional de Bolivia.
Agradecimientos
El autor agradece a la Facultad de Ciencias Sociales del la UMSA por esta oportunidad
de difundir los resultados de los trabajos y perspectivas de nuestra carrera profesional de
arqueología.
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