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Montserrat Ventura (ed.)
Fronteras y mestizajes
Sistemas de clasificación social
en Europa, América y África
Trabajos del grupo de investigación Antropología e Historia
de la Construcción de Identidades Sociales y Políticas (AHCISP),
Departamento de Antropología Social y Cultural, UAB
Universitat Autònoma de Barcelona
Servei de Publicacions
Bellaterra, 2010
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DATOS CATALOGRÁFICOS RECOMENDADOS POR EL SERVEI DE BIBLIOTEQUES
DE LA UNIVERSITAT AUTÒNOMA DE BARCELONA
Ventura, Montserrat
Fronteras y mestizajes : sistemas de clasificación social en Europa, Amèrica y Àsia / Montserrat Ventura
(ed.) — Bellaterra (Barcelona) : Universitat Autònoma de Barcelona. Servei de Publicacions, 2010. —
(Publicacions d’Antropologia Cultural ; 26)
ISBN 978-84-490-2624-9
I. Universitat Autònoma de Barcelona
II. Col·lecció
1. Identitat col·lectiva
2. Mestissatge
39
Con el soporte de la AGAUR
Dirección de la colección
Teresa San Román
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Universitat Autònoma de Barcelona
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08193 Bellaterra (Cerdanyola del Vallès). Spain
Tel.: 93 581 10 22. Fax: 93 581 32 39
[email protected]
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Gama, s.l.
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ISBN 978-84-490-2624-9
Depósito legal: B. 21.575-2010
Impreso en España. Printed in Spain
Impreso en papel ecológico
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ÍNDICE
Introducción: Sistemas de clasificación social, fronteras y mezclas
Montserrat Ventura................................................................................
Parte I: Mestizaje, nación y poder
1. A propósito de fronteras y mestizajes
Verena Stolcke..................................................................................
2. Agencias criollas y espiritualidad en la Compañía de Jesús
(Perú, siglo xvii). Vida del extático y fervoroso padre
Juan de Alloza, S. I. (1597-1666)
Alexandre Coello..............................................................................
3. Las mezclas no caben en el nacionalismo: el caso catalán
Montserrat Clua i Fainé...................................................................
4. Identidades, fronteras, cruces y ambivalencias: los sefardíes
en la España contemporánea
Maite Ojeda Mata.............................................................................
Parte II: Identidades en la frontera
5. Melilla. Paradojas de la identidad en un espacio de frontera
Josep Lluís Mateo Dieste..................................................................
6. Puentes en las fronteras. Identidad y mediadores culturales kunas
Mònica Martínez Mauri....................................................................
7. Sincretismos médicos. Malaria y brujería en Ifakara, Tanzania
Joan Muela Ribera............................................................................
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Parte III: Ontologías sin fronteras
8. Dualismo y mestizaje en la identidad de los mayas de Yucatán
Manuel Gutiérrez Estévez............................................................... 115
9. ¿Es posible el mestizaje sin humanidad? A propósito de las
diferencias ontológicas en la Amazonia indígena
Alexandre Surrallés......................................................................... 129
10. La transmisión de las identidades en la sociología
y la cosmología tsachila
Montserrat Ventura i Oller............................................................. 141
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Introducción: Sistemas de clasificación social,
fronteras y mezclas
Montserrat Ventura i Oller
Clasificar es propio del ser humano. Desde sus orígenes la antropología se ha
ocupado de los sistemas de clasificación social, porque desde sus orígenes el
ser humano ha clasificado su entorno. Émile Durkheim y Marcel Mauss dedicaron buena parte de su obra a entender cómo, a partir de un universo caótico
del que según ellos sólo nos quedan evidencias a través de los mitos y otras
creencias inconexas,1 el ser humano ha ordenado el mundo. El tiempo, el espacio, los animales, las plantas, los clanes, los dioses están organizados a partir
de un modelo de clasificación que confiere la sociedad misma. El sociologismo de estos autores no les permite explicar el origen de dicho modelo, pero sus
brillantes intuiciones abrieron a las ciencias sociales un largo camino de interrogantes sobre el orden cósmico y el orden social. Interrogantes cuyas respuestas, buscadas desde paradigmas a veces opuestos, siguen irresueltas, pues
ni el materialismo ni el simbolismo ni todas las vías intermedias o laterales que
han intentado entender el ser humano en sociedad han conseguido explicar por
qué, más allá de la propia necesidad de ordenar el caos, clasificamos.
Aun así, una vez asumida la dudosa utilidad de explicar los orígenes o las
razones que explican el fenómeno, seguimos preguntándonos cómo la gran
diversidad de sociedades humanas clasifican su entorno. En primera instancia, debemos averiguar en qué consiste este entorno, cuál es el punto de referencia que lo define: el ser humano individual —cuerpo, espíritu—, las agrupaciones humanas —según criterios que cada una de dichas agrupaciones
establece—, las agrupaciones espacio-territoriales —que incluyen seres hu1. Durkheim, E. y M. Mauss «De quelques formes primitives de classification. Contribution à l’étude des representations collectives», en M. Mauss Essais de sociologie, París, Éd.
de Minuit, 1969 (1903), p.162-230.
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manos, plantas, animales, elementos del cosmos—, o quizás algún otro centro de interés todavía por definir. Sólo la etnografía, en todas sus dimensiones —incluyendo la histórica— nos permitirá avanzar en esta tarea.
Nos interesan las clasificaciones, no sólo porque son inerentes a toda forma de sociedad, a todo sistema de representación y por ende punto de partida
necesario para la comprensión de las sociedades humanas; nos preocupan las
clasificaciones también porque hacen evidentes las desigualdades sociales.
Muy especialmente cuando los sistemas de clasificación son tomados como
datos innatos y no como aquello sobre lo que la antropología quiere dar luz:
manifestaciones de la variabilidad cultural, formas de organizar el mundo.
La antropología, decíamos, se ha dedicado, aunque de forma discontinua, a
pensar sobre las clasificaciones. Claude Lévi-Strauss, en toda su extensa obra2
insiste sobre la unidad del ser humano al demostrarnos las correspondencias
entre signos, elementos básicos de esta estructura elemental del pensamiento
humano que se repiten, recombinándose; y al hacerlo, Lévi-Strauss establece
en cierto modo la arbitrariedad de tales categorías poniendo de relieve su función última, organizar el caos: aquello que en una sociedad es endogamia, en
la otra es exogamia; lo que para un mito es blanco, para otro es negro. La semántica es circunstancial, lo que cuenta es el lugar del signo en su relación.
Louis Dumont, también vinculado a la función social como su maestro
Marcel Mauss, dedicó buena parte de su obra a mostrar cómo la sociedad india primero, la occidental después,3 organizan su sistema social, para llevarnos a entender que las castas, categorías sociales cerradas por excelencia y
cuya intersección está moralmente prohibida, constituyen una de las formas
posibles de establecer mecanismos de orden social no menos jerárquicos o
desiguales que el sistema de clases occidental y el individualismo moderno.
El centro del interés seguía encontrándose, por el momento, en las formas de
clasificación, no tanto en sus intersecciones. Estudios sobre castas, clases,
razas, grupos étnicos, género, proliferaron en los años sesenta, en su mayoría
centrados en formas de identificación. Quizás Fredrik Barth4 fue de los pri-
2. Ver particularmente Lévi-Strauss, C. La pensée sauvage, París, Plon, 1962.
3. Dumont, L., Homo hierarchicus: le système des castes et ses implications, París, Gallimard, 1966; Homo aequalis : genèse et épanouissement de l’idéologie économique, París,
Gallimard, 1977.
4. Barth, F., «Introducción», en Barth, F.(comp.), Los grupos étnicos y sus fronteras,
México, FCE, 1976 (1967), p.9-49.
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meros en hacer incapié en la importancia de los límites en el establecimiento
del contenido étnico que se daban los grupos humanos, la importancia de las
fronteras. Porque clasificar implica definir, delimitar, establecer criterios de
demarcación entre las cosas y los seres que organizamos; en definitiva, construir fronteras. Y estas fronteras contribuyen a dar contenido a las cosas clasificadas en una suerte de retroalimentación.
Pero si ahora ya podemos hablar, con gran conocimiento empírico, de
formas de organización social, política, de estructuras de parentesco, de estructuras simbólicas, de sistemas específicos y netos de clasificación, de límites y fronteras entre ellos, en cambio pocos estudiosos han trabajado desde
la antropología5 sobre lo que ocurre en los intersticios entre las cosas clasificadas, aquello que Mary Douglas denominó las «no-cosas» y que se traduce
en multitud de objetos, nociones, seres, grupos humanos o tipologías de individuos considerados ambiguos y que tantos interrogantes generan. Mary Douglas, siguiendo el camino abierto por Marcel Mauss, nos legó su excelente
análisis de las abominaciones del Levítico6 donde dejaba claro el estatuto de
las especies animales «anómalas» en el sistema de clasificación de los antiguos judíos. Las no-cosas, lo inclasificable, es impuro, peligroso y hay que
evitarlo. Quizás por esto fue tan difícil que la etnografía tradicional de corte
esencialista pensara críticamente sobre las categorías mezcladas; quizás por
esto, cuando se empezaron a dignificar los estudios sobre mestizos y criollos,
éstos fueron concebidos desde las distintas disciplinas sociales como fruto de
la mezcla entre grupos «puros» y los análisis giraron en torno a nociones de
aculturación y sincretismo; incluso, cuando los mestizos entraron como sujetos de pleno derecho en la historia y la antropología,7 estas figuras siguieron
considerándose una nueva categoría social, la categoría «mezclada», pero
fruto igualmente de dos categorías puras.8
5. Para otras disciplinas, como la historia, entre otras, ver Ventura, M., A. Lluís y G. Dalla Corte (eds.), La frontera entre límits i ponts, Barcelona, Casa Amèrica Catalunya, 2006.
6. En su obra clásica: Douglas, M., Purity and Danger. An Analysis of Concepts of Pollution and Taboo, Londres, Routledge & Kegan Paul, 1966.
7. Ver C. Bernand y S. Gruzinski, «La redécouverte de l’Amérique», L’Homme 122-124,
xxxii (2-3-4), 1992, p.7-38.
8. Ver V. Munasinghe, 2006 «Theorizing World culture through the New World: East
Indians and creolization», American Ethnologist, 33 (4), p. 549-62; ver también V. Stolcke,
«Los mestizos no nacen sino que se hacen», en V. Stolcke, y A. Coello (eds.), Identidades
ambivalentes en América Latina (siglos xvi-xxi), Barcelona, Bellaterra, 2008; y V. Stolcke, et
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La categoría mezclada es una categoría fronteriza. Con su doble vertiente
de indefinición y ambigüedad, de peligrosidad incluso, de lealtad dudosa, de
principios indefinidos, de ser que no responde a una cosa ni a otra y responde
a las dos a la vez; que media y une y al tiempo distancia; que se sitúa en la
frontera entre dos cosas sin ser ni una ni otra... entra incluso con dificultad en
una categoría analítica de las ciencias sociales. Este libro responde a esta inquietud. Al analizar las mezclas en su variabilidad y en su diversidad, nos
damos cuenta de que son diversos y múltiples los criterios de demarcación de
las categorías sociales; y nos damos cuenta, también, de que existen sociedades que no establecen fronteras radicales entre categorías que la ontología
occidental da por obvias, no sólo entre categorías de personas, sino en la noción misma de humanidad.
***
La obra es, pues, una discusión teórica y empírica en torno a una forma muy
especial de frontera: aquella que establecen las sociedades humanas para diferenciarse unas de las otras, y de dos de los productos que, por definición, se
saltan estas fronteras: los que las traspasan para hacer de puente entre un lado
y el otro, convirtiéndose en mediadores, y aquellos quienes las traspasan
transgrediendo sus fundamentos, al mezclarlos y devenir una tercera cosa, y
que la Colonia en el caso americano, entre otros, ha convertido en la figura
del mestizo. La obra es una discusión en torno a una categoría que la propia
etnografía ha mostrado que no es universal y esta constatación nos obliga, si
cabe, a escudriñar más allá en los usos sociales y políticos, en las constantes
y variaciones culturales, de los criterios de identificación y de clasificación
social.
La obra es una discusión teórica porque surge de la reflexión y el análisis
crítico desarrollado en el marco del grupo de investigación que elabora este
volumen, Antropología e Historia de la Construcción de Identidades Sociales
y Políticas (AHCISP); y empírica porque discute casos muy concretos sobre
los que han investigado los miembros del equipo que participan en él, todos
ellos avalados por un bagaje de trabajo de campo o de archivo de larga duración.
al. «Identitats ambivalents: estudi comparatiu de sistemes de classificació social», Revista
d’Etnologia de Catalunya, núm. 34, abril de 2009, p.165-8.
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La primera parte, «Mestizaje, nación y poder», inaugura la reflexión con
el capítulo de Verena Stolcke, quien nos ofrece una visión amplia en el tiempo y la perspectiva teórica en torno a la génesis y el desarrollo de la noción de
mestizaje, y nos aporta los elementos esenciales para seguir reflexionando a
partir de estudios concretos, tanto sobre las dificultades de la generalización
del concepto de mestizaje, como sobre la falacia teórico-política de aferrarse
a esta noción como solución benevolente a las relaciones entre colectivos
sobre los cuales pesa la idea de una frontera infranqueable. Le sigue el trabajo de Alexandre Coello, quien nos ofrece la otra cara del análisis del mestizaje en la América colonial: el fenómeno del criollismo, a partir del análisis de
un caso documentado de la ideología y la moral colonial dentro de la jerarquía eclesiástica. De las relaciones entre mestizaje, nación y poder nos hablan también otros dos casos cercanos: el nacionalismo español y la difícil
integración del colectivo sefardita en su retórica y su práctica a lo largo del
siglo xx, en el texto de Maite Ojeda Mata; y el nacionalismo catalán y las
contradicciones generadas por la figura del «charnego», en el de Montserrat
Clua Fainé. Parafraseando el título de este último texto, ambos estudios nos
muestran detalladamente que las mezclas, las identidades ambiguas, no caben en el nacionalismo.
La segunda parte, «Identidades en la frontera», nos ofrece otra vertiente
del alcance de la frontera como sistema de clasificación social. El primer texto de esta parte nos informa directamente de una situación paradigmática de
construcción de la frontera en el enclave colonial de Melilla, multicultural
por excelencia según la propaganda, que ha jugado en el devenir de la historia y la política con las identidades, construidas, de sus habitantes. Josep
Lluís Mateo nos muestra con este ejemplo cómo tanto las identidades como
las mezclas son construcciones culturales y sociopolíticas. Le sigue el trabajo
de Mónica Martínez Mauri, quien nos ofrece una visión de las transgresiones
que implican las figuras de los líderes indígenas en el caso Kuna de Panamá.
Se trata de un detallado recorrido por la teoría y la realidad de la figura que la
autora define como mediador cultural y, por ende, puente que traspasa, transgrede fronteras identitarias inevitablemente abiertas y que, a la par que las
transgrede, contribuye a construirlas: al interceder entre dos mundos, los líderes profundizan en las distancias que los separan. Y regresando al África,
en este caso a Ifakara (Tanzania), Joan Muela, en el último capítulo de este
bloque, trata de la paradoja del sincretismo médico nuevamente como puente
entre dos sistemas destinados a un mismo objetivo: la curación; y de cómo
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las prácticas sincréticas que el sistema dominante concibe como «impuras»
devienen plenamente lógicas en su aplicación cotidiana.
La tercera parte, «Ontologías sin fronteras», nos habla de las dificultades
de aplicación del concepto mestizaje a través de los textos de Manuel Gutiérrez Estévez sobre los mayas del Yucatán, de Alexandre Surrallés sobre la
sociedad candoshi de la Amazonía peruana y de Montserrat Ventura i Oller
sobre la sociedad tsachila del occidente del Ecuador. Los tres textos insisten
en la necesidad de ir más allá del estudio de la frontera étnica para comprender las identidades indígenas incorporando el estudio de la noción de persona
y de humanidad. Reflexiones etnográficamente documentadas que permiten
afirmar a Manuel Gutiérrez que entre los mayas del Yucatán no existen mezclas, sino que es posible ser uno y otro al mismo tiempo, dado que en la lógica maya uno no excluye su contrario como pasa en el pensamiento occidental
escolástico que se introduce en América con la Colonia. Ello permite a los
mayas poder conjugar el cristianismo con otras concepciones sin caer en una
contradicción, y los cinco siglos de contacto con el frente colonial no parecen
haber perturbado este principio. A partir de la etnografía candoshi, Alexandre Surrallés concluye que el concepto de humanidad no es universal, no tiene sentido al menos entre los candoshi, quienes marcan las diferencias entre
los seres a partir de la sociabilidad o la civilidad, rasgos que se manifiestan,
entre otros, por la capacidad de comunicación. Para el autor, esta asunción es
fundamental para iniciar el verdadero camino occidental de la comprensión
del otro. Por su lado, Montserrat Ventura i Oller nos informa que, más allá de
la relativa flexibilidad identitaria en términos étnicos, por cierto bien alejada
de prejuicios biológicos, lo que cuenta para los tsachila es su consciencia referencial en el mundo, indiferente a los valores absolutos del pensamiento
occidental. El universo amerindio no establece fronteras estancas entre humanos y no humanos y, aunque por razones bien distintas a las enunciadas en
la primera parte, tampoco aquí no caben las mezclas.
El volumen surge de un seminario llevado a cabo durante la primavera
del 2005 en la Casa América Catalunya por investigadores de la UB, de la
UAB y de la Casa América Catalunya, además de investigadores invitados
procedentes de otras instituciones, en torno al fenómeno histórico de las
fronteras. Participaron en dicho seminario especialistas de diversas disciplinas sociales y humanísticas, particularmente de la historia y la antropología,
en su mayoría americanistas. Por parte de la UAB y de la antropología, participaron miembros del equipo de investigación Antropología e Historia de la
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Construcción de Identidades Sociales y Políticas (AHCISP), así como investigadores externos invitados, como es el caso del profesor Manuel Gutiérrez
Estévez, catedrático de Historia de América de la Universidad Complutense
de Madrid. Del seminario surgió un libro,9 que en el proceso final de edición
acabó convirtiéndose en un volumen digital por razones presupuestarias, de
muy difícil difusión, razón por la cual nos planteamos hoy su edición como
parte de un proyecto más amplio. El libro constaba entonces de dos partes: 1)
Miradas sobre la frontera i 2) Fronteras y mestizajes, esta segunda ya elaborada por miembros e invitados de AHCISP y coordinada por mí misma.
Aquella segunda parte, Fronteras y mestizajes, es, pues, el germen del libro
que ahora proponemos al lector. Deseo hacer constar un especial agradecimiento a las dos coeditoras del libro que originó el actual, Ariadna Lluís i
Vidal-Folch y Gabriela Dalla Corte, así como a los responsables de Casa
América Catalunya, quienes nos han ofrecido amablemente el derecho de
reproducción de los capítulos aquí publicados que ya formaban parte de la
primitiva versión. Deseo hacer constar igualmente mi agradecimiento a Teresa San Román, directora de la colección Publicacions d’Antropologia Cultural, i a Joan Carles Marset, director del Servei de Publicacions de la UAB
por dar cabida a este proyecto.
Fronteras y mestizajes se ha concebido como un volumen nuevo que incluye, además de los artículos germinales mayoritariamente americanistas,
tres capítulos adicionales escritos para la presente edición por parte de tres
investigadores cuya contribución al proyecto del equipo se basa en datos europeos o africanos. El conjunto constituye entonces un volumen coherente
con los resultados, desglosados por ámbitos, de un proyecto colectivo de investigación desarrollado por el equipo AHCISP desde 2003 y financiado por
la Generalitat de Catalunya entre los años 2005 y 2008: «Mestizajes: estudio
comparativo en Europa, América y África»,10 y se convierte así en el primer
volumen de presentación de dicho proyecto.11 El conjunto, además de los re9. M.Ventura, A. Lluís i G. Dalla Corte (eds.), La frontera. Entre límits i ponts, Barcelona, Casa Amèrica Catalunya, 2006.
10. Proyecto emprendido el 2003 cuando el grupo, dirigido por la Dra.Verena Stolcke,
obtuvo el reconocimiento de Nombre Específico en la UAB y que posteriormente recibió el
reconocimiento de la AGAUR (SGR2005-00217), Generalitat de Catalunya, entidad cofinanciadora de la presente edición.
11. Aparte de las publicaciones individuales de los miembros, el grupo de investigación
AHCISP ha publicado hasta hoy una obra colectiva presentando los resultados de las investi15
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sultados de las investigaciones individuales en torno al eje común, recoge las
enseñanzas impartidas a estudiantes de máster y son fruto de investigaciones
vigentes con materiales empíricos de la América indígena y criolla, del África central y del Norte y de Europa, incluyendo el caso judeo-español y catalán y siempre combinando la antropología y la historia. Con este volumen,
pues, contamos con un material adicional teórico y empírico, comparativo,
para difundir entre los estudiantes,12 el mundo académico en general y cualquier ámbito de la sociedad interesado por la reflexión en torno a las fronteras, los mestizajes y las identidades ambivalentes como formas de clasificación social.
gaciones que parten de casos americanos (Stolcke y Coello 2008) y textos introductorios al
proyecto actual sobre identidades ambivalentes (Clua et al. 2006, Stolcke et al. 2008).
12. El grupo participa con un seminario sobre Identidades Ambivalentes y Sistemas de
Clasificación Social en el Máster Oficial del Departamento de Antropología Social y Cultural
de la UAB Investigación Etnográfica, Teoría Antropológica y Relaciones Interculturales.
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Parte I: mestizaje, nación y poder
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A propósito de fronteras y mestizajes
Verena Stolcke
Universitat Autònoma de Barcelona
Las palabras crean realidad. A medida que las estructuras de clases fueron
siendo sustituidas en las últimas dos décadas por la moda de las exclusiones e
inclusiones en el estudio de las desigualdades a escala mundial, se perdió de
vista que los procesos sociopolíticos son siempre el producto de relaciones
de poder. El resultado ha sido una visión cada vez más fragmentada, tópica,
del mundo. Hay quienes estudian las fronteras que dividen a los pueblos; hay
quienes investigan las llamadas identidades nacionales, es decir, lo que une a
cada pueblo, aunque de hecho se trate de las dos caras de una misma moneda
política histórica, producto de la formación del moderno estado nacional liberal. La cultura, una palabra que es ahora tan ubicua como ambigua y que
en realidad evoca las diferencias culturales, se ha transformado en el terreno
semántico del debate social y político. Los procesos de integración económica del mundo actual se designan sin precisión con el término de globalización. Y, aunque la globalización económica se asocia a menudo con una progresiva homogeneización cultural mundial, le acompaña una auténtica
explosión de identidades locales particulares, ya sean culturales, étnicas, raciales o sexuales. Las transgresiones de fronteras, ya sean estatales, sociales
o simbólicas, o han sido condenadas al olvido académico o son criminalizadas por infringir las normas exclusivas estatales.
Los pueblos indígenas reclaman sus derechos políticos, que legitiman en
términos de su autenticidad étnica. Las migraciones transnacionales provocan alarmas en los países receptores, cuyos habitantes temen que esas otras
culturas erosionen su integridad cultural y cohesión política.1 Influyentes
1. Verena Stolcke, «Talking culture: New boundaries, new rethorics of exclusion in
Europe», Current Anthropology, n.º 36, 1995, p.1-24.
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analistas políticos atribuyen los nuevos conflictos internacionales a enfrentamientos entre civilizaciones, entre culturas.2 El nuevo Informe sobre el Desarrollo Humano que acaban de publicar las Naciones Unidas, con el revelador
título de Libertad cultural en el mundo diverso actual, se hace eco de ese
culturalismo identitario cuando insiste en el gran valor que tiene para la estabilidad y el desarrollo equitativo mundial el respeto por las identidades étnicas, religiosas y lingüísticas en los procesos de inclusión social.3
En este capítulo quiero, en cambio, detenerme en las interrelaciones socioculturales que, cual puentes, trasponen fronteras sociopolíticas y culturales y las permeabilizan. Me propongo examinar los mestizajes, es decir, todo
ese elenco de transgresiones de las reglas de identificación sociocultural y/o
políticas que parecen contrapuntear la exacerbación de identidades y alteridades actuales. Pero de inmediato se plantea una nueva incertidumbre lingüística. De acuerdo con el Diccionario de la lengua española, mestizaje se
refiere al «cruzamiento de razas diferentes» que engendra mestizos y asimismo a la «mezcla entre culturas distintas, que da origen a una nueva». Y, como
veremos más abajo, los políticos, los medios de comunicación, la gente del
común, emplean el término mestizaje o bien para advertir ante lo nocivo de
las «mezclas» entre culturas, grupos étnicos, nacionales, «razas», etcétera, o
bien para celebrar sus bondades integradoras, sin percatarse, no obstante, de
que de este modo apuntalan las fronteras que desean franquear.
La especie humana se ha mezclado desde siempre, tanto en lo biogenético
como en lo cultural. Las mezclas no necesariamente han tenido un destaque
sociosimbólico. El mestizo y el significado del mestizaje son históricos e
ideológicos. El término mestizaje nombra una dimensión sociosexual histórica fundamental de la formación de la sociedad colonial iberoamericana.
2. Samuel P. Huntington, El choque de civilizaciones, Paidós, Barcelona, 2002; Samuel
P. Huntington, «El reto hispano», Foreign Affairs, 2004, p. 20.
3. United Nations, Human Development Report, 2004: Cultural Liberty in Today’s Diverse World, United Nations Development Programme, 2004.
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Identidades, multiculturalismos, integración, diversidad y mestizajes
A pesar de que los mestizajes en la América hispana fueron abordados tradicionalmente en términos biorraciales,4 en las huellas de los nuevos inmigrantes se ha difundido la noción de mestizaje cultural. El mestizaje cultural evoca por lo general la problemática del sincretismo cultural, el borrado de
identidades étnicas originarias. Las formas mestizas son vistas como difusas
y ambiguas. En la controversia sobre cómo afrontar la proliferación de diferencias étnicas, unos vislumbran en el mestizaje cultural un antídoto contra
los fundamentalismos identitarios, la cara amable, «tolerante» y enriquecedora del auge de la diversidad cultural provocada por las migraciones transnacionales: al neutralizar las fronteras étnicas, las mezclas culturales propiciarían la convivencia entre autócton@s y recién llegad@s. Para otros, en
cambio, el mestizaje significa un atentado contra la integridad cultural y/o
nacional al desestabilizar las identidades originarias.5 Pero, aunque estas
posturas sean opuestas, están atrapadas en una misma concepción exclusiva
de las identidades culturales: al presuponer el mestizaje la existencia de identidades culturales originarias puras que éste parece diluir, de hecho reconstituye las diferencias activamente.6 Por lo tanto, los mestizajes o la hibridación
culturales no se distinguen, además, de los multiculturalismos o interculturalismos. La única diferencia consiste en que el modelo multiculturalista confirma las identidades y diferencias culturales de modo explícito, mientras que
los mestizajes culturales lo hacen de forma escondida, implícita.
Cabe otra puntualización conceptual aquí: a pesar de su proliferación, o
precisamente por ella, la noción de identidad resulta cada vez mas difícil de
4. Richard Konetzke, «El mestizaje y su importancia en el desarrollo de la población
hispano-americana durante la época colonial», Revista de Indias, vol. vii, 1946, p. 7-44 y 21537; Richard Konetzke, Colección de documentos para la historia de la formación social de
Hispanoamérica, 1493-1810, vol. 1, 1493-1592, CSIC, Madrid, 1953; J. B. Lacerda, «Sur les
Métis au Brésil», Premier Congrès Universel des Races: Londres, 1911, d. 1911, p. 5-31;
Alejandro Lipschütz, El problema racial en la Conquista de América y el mestizaje, Andrés
Bello, Santiago de Chile, [1944] 1967; Magnus Mörner, Race Mixture in the History of Latin
America, Little Brown and Company, Boston, 1967.
5. Amin Maalouf, Identidades asesinas, Alianza, Madrid, [1998] 1999; Giovanni Sartori,
La sociedad multiétnica: Pluralismo, multiculturalismo y extranjeros, Taurus, Madrid, 2001.
6. Peter Wade, «Images of Latin American mestizaje and the politics of comparison»,
Bulletin of Latin American Research, n.º 23, 2004, p. 355-66.
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definir. Existen dos maneras distintas de entender la noción de identidad, que,
no obstante, con frecuencia se confunden en el combate de las identidades. El
término identidad, por un lado, se refiere a la individualidad y el carácter único de una persona. La identidad personal está localizada en el inconsciente de
un individuo, y tiene un carácter duradero, que lo hace distinto de todas las
demás personas. Por otro lado, está la noción mucho más antigua de la identidad sociocultural, que introdujeron teóricos sociales y antropólogos, y que
connota las propiedades de semejanza que hacen que las personas puedan
asociarse o ser incorporadas en grupos o categorías sociales en función de algún rasgo distintivo compartido seleccionado, como, por ejemplo, la identidad étnica, cultural y/o de género.7 En este segundo sentido sociocultural, las
identidades son relacionales y dinámicas, pues se constituyen unas en relación con otras, a las cuales necesitan para existir, en un proceso sociopolítico
que nunca es estático. En los debates identitarios actuales, estos distintos significados de la noción de identidad son, no obstante, muy propensos a confundirse y se tiende, de esta manera, a dotar a las identidades socioculturales históricas de una realidad esencial atemporal. Un resultado de ello es que las
identidades y diferencias socioculturales se enfocan como si se explicasen por
sí mismas, en lugar de indagar en las estrategias y los procesos sociopolíticos
y las representaciones simbólicas que las constituyen en contextos históricos.
Pero, nota bene, ni por un instante estoy negando que exista la diversidad
cultural. ¿Qué duda cabe de que distintas poblaciones o comunidades humanas hemos desarrollado formas de vida de modos diferentes, dotándolas de
significados simbólicos diversos en distintos lugares del planeta y momentos
de la historia? Es precisamente gracias a esa creatividad cultural que los seres
humanos hemos demostrado a lo largo de nuestra extensa historia ser extraordinariamente adaptables y flexibles. Las identidades y diferencias culturales se convierten en asuntos de regulación, de vigilancia, de controversia,
de exclusión, o dan pie a atrincheramientos en circunstancias sociohistóricas
en que entran en juego desigualdades de poder y conflictos de intereses. Es
preciso, por lo tanto, distinguir entre diferencias de hecho y voluntades diferenciadoras.
7. Adam Kuper, Cultura: La versión de los antropólogos, Paidós, Barcelona, [1999]
2001; Anita Jacobson-Widding (ed.), Identity: Personal and Socio-cultural, Almqvist and
Wiksell, Estocolmo, 1983; Anthony Giddens, Modernity and Self-Identity: Self and Society in
the Late Modern Age, Cambridge University Press, Cambridge, 1991.
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Lo mismo se aplica a los mestizajes. Como he señalado, desde un inicio
los seres humanos nos hemos «mezclado» a medida que íbamos migrando y
poblando el planeta. En términos biogenéticos, somos, por lo tanto, tod@s
parientes y tod@s diferentes. La genética de las poblaciones se ocupa de analizar y teorizar este aspecto de la experiencia humana. Aunque los analistas
hayan confundido con frecuencia los cruces biogenéticos con los mestizajes
como constructos socioculturales, ambos fenómenos no pueden ser reducidos el uno al otro.
En el nuevo orden global, en el que viejas y nuevas fronteras, lejos de disolverse, se activan, las diferencias culturales se han transformado, por un
lado, en pretextos ubicuos para exclusiones sociopolíticas, y, por otro, en argumentos para reclamar derechos políticos.8 En consecuencia, se trata de
examinar situaciones identificadas como mestizajes para descubrir en qué
circunstancias históricas y culturales, qué diferencias e identidades importan
o dejan de importar.
La antropología social y cultural está especialmente bien preparada para
deconstruir procesos de identificación socioculturales en más de un sentido.
El concepto de cultura es la seña de identidad de la antropología. Fueron l@s
antropólog@s quienes demostraron el papel crucial que la cultura desempeña en la vida humana en sociedad. La energía creativa de la antropología
emana de la tensión entre dos tipos de exigencias: por un lado, nos ocupamos
de seres humanos universales y, por otro, de realidades culturales particulares. La trayectoria de la reflexión antropológica ha consistido en tratar de
conciliar este ideal humanista con el respeto por las diversidades culturales,
aunque los acentos analíticos han oscilado entre el universalismo y el relativismo cultural, según los contextos del poder y del saber históricos, sin lograr jamás conciliar ambas perspectivas. La exacerbación de identidades y
diferencias en el mundo actual plantea un desafío y ofrece una especial oportunidad a la antropología para desarrollar nuevas formas de indagación sobre
los conceptos, las metáforas o analogías que justifican las diferencias socioculturales que fragmentan los tejidos de relaciones sociales y políticas, y
cómo éstas están traspuestas por distintas formas de mestizajes. Éste es mi
objetivo general.
8. Adam Kuper, «The return of the native», Current Anthropology, n.º 44, 2003, p. 389402; J. Kenrick y J. Lewis, «Indigenous peoples’ rights and the politics of the term “indigenous”», Anthropology Today, n.º 20, 2004.
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