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 XI Congreso Argentino de Antropología Social
Rosario, 23 al 26 de Julio de 2014
GRUPO DE TRABAJO Nº 77
“Antropología política y jurídica: etnografías de las burocracias estatales, los procesos de
demandas de derechos y las políticas públicas en seguridad y justicia”.
Título de la Ponencia:
“Este tipo no me gusta”.
Olfato policial y actitud sospechosa.
Algunas reflexiones sobre los procedimientos de los Libros de Guardia del
Comando Radioeléctrico. 1974 - 1975
Melisa Paiaro
Centro de Estudios Avanzados-UNC / CONICET
[email protected]
1 Introducción
El 3 de diciembre de 2013 un grupo de familiares de policías de la provincia de
Córdoba tomó el hall central de la Jefatura Policial para hacer oír un reclamo que constaba de
tres puntos centrales: aumento salarial, bono de fin de año y limpieza del nombre de los
uniformados de menor rango1. Este conflicto fue la punta de lanza de una serie de protestas
que, inmediatamente, encontraron eco entre las policías de otras veinte provincias argentinas.
A raíz del acuartelamiento de miles de agentes policiales se inició una ola de saqueos, robos y
tiroteos en distintos sectores de la ciudad que se extendió hasta el día siguiente, declarándose
por parte de las autoridades provinciales asueto administrativo con suspensión total de
servicios de transporte público, actividades bancarias y el cierre de comercios. Estos
acontecimientos ocurridos en diciembre, sumados a las denuncias sobre la presunta
vinculación de policías cordobeses con el negocio del narcotráfico hechas públicas en el mes
1
Según decían, sus nombres habían sido manchados por el proceder de agentes de mayor jerarquía denunciados por vínculos
con el narcotráfico.
– XI Congreso Argentino de Antropología Social – Facultad de Humanidades y Artes – UNR – Rosario, Argentina
de septiembre2 y a la multitudinaria 7ma “Marcha de la gorra” por la derogación del Código de
Faltas3 que tuvo lugar en noviembre del mismo año, ponían a la institución policial en el centro
de los cuestionamientos de gran parte de la ciudadanía cordobesa.
Ese era el escenario que enmarcaba aquella tarde calurosa de mediados del mes de
diciembre en la que, como parte de mi trabajo de campo4, entrevistaba a un policía provincial
sobre la utilización de registros escritos en sus labores cotidianas. Entre otras cosas, me
contaba que había participado del acuartelamiento por el reclamo salarial y que se sentía
dolido5 por las críticas que estaba recibiendo la institución que lo acobija hace más de
dieciséis años.
Por ahí a nosotros nos duele, sabemos las falencias que hay acá, pero creo que a nadie le
gusta que hablen mal. Es como que vos tenés un hijo tonto, sabés que tú hijo es tonto, pero
no querés que el mundo te lo diga […] Ese es el tema, con el tiempo vas aprendiendo a
quererla, a ponerte la camiseta como quien dice. (Entrevista realizada el 16/12/2013)
La entrevista duró alrededor de dos horas y, pese a sentir en muchos momentos la necesidad
2 de dar mi opinión (la mayoría de la veces, opuesta a la del entrevistado), opté por escuchar e
intentar comprender la forma en que él describía y pensaba su propia actividad, es decir,
entender cómo daba sentido a aquello que hace (Geertz, 2003:270). En un momento de la
2
En el mes de septiembre de 2013, el programa televisivo “ADN” hizo público un informe en el que, a través del testimonio
de un colaborador encubierto policial, Juan Francisco “el Francés” Viarnes, se denunciaba la presunta vinculación de policías
cordobeses con el negocio del narcotráfico. La causa es investigada por el Fiscal Federal Enrique Senestrari, quien hasta el
momento imputó a una docena de personas, entre ellos nueve efectivos policiales, incluido el comisario mayor Rafael Sosa,
ex titular de la Dirección de Lucha contra el Narcotráfico. El “narcoescándalo”, tal como es conocido públicamente este
hecho en la provincia de Córdoba, derivó en las renuncias del Ministro de Seguridad, Alejo Paredes, y del Jefe de Policía,
Ramón Frías.
3
El 20 de noviembre de 2013 se realizó en el centro de la ciudad de Córdoba, la denominada “Marcha de la Gorra” por 7º
año consecutivo, convocada bajo la consigna “Tu seguridad nos limita, nuestra resistencia es infinita”. Si bien muchas
organizaciones e instituciones hacen suya esta movilización, sus organizadores principales son “El Colectivo de Jóvenes por
Nuestros Derechos”, quienes desde el 2007 utilizan ésta junto a otras estrategias para visibilizar las problemáticas referidas al
Código de Faltas, herramienta legislativa que ampara y legitima miles de casos diarios de atropellos, violencia y
discriminación policial. El mismo ha sido declarado como inconstitucional por diferentes especialistas de derecho en materia
de seguridad y actualmente se encuentra siendo discutido.
4
El mismo tiene por objeto el análisis etnográfico de un tipo particular de documentos estatales, los Libros de Guardia del
Comando Radioeléctrico (CRE) de la Policía de la Provincia de Córdoba, los cuales fueron producidos entre los años 1974 y
1984 y, treinta años más tarde, recuperados, acondicionados y resguardados por el Archivo Provincial de la Memoria (APM).
5
Utilizaré las itálicas para referirme a aquellas palabras pronunciadas por el propio entrevistado así como para mencionar las
categorías que surgidas de los Libros de Guardia del Comando Radioeléctrico analizados en este trabajo.
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conversación, cuando me relataba sus tareas diarias arriba del patrullero, escuché algo que
llamó mi atención, y se convirtió en el origen a las reflexiones que anidan en este trabajo.
Entrevistado: […] A la noche, los controles vehiculares en las patrullas son más que nada
para los coches de alquiler, taxi y remis. […] Muchas veces, si se puede, hay que pararlos a
todos, al grueso de remis y taxis, porque muchas veces vienen con un pasajero, el tipo te
va a saludar pero, a lo mejor, lo van encañonando y le dicen “no parés”. Y ahí está la viveza
tuya, vos lo parás si lo ves medio. Eso sí, no me lo preguntés ni a mí ni a nadie, porque vos
decís “¿y cómo sabés que es sospechoso?” Los años te van dando el olfato que vos decís
“este tipo no me gusta”. Por ejemplo, yo no uso traje. Si yo tuviera que combinar un traje, no
sé con qué corbata va ni con qué camisa va. Entonces alguien que sí usa traje va a decir
“este tipo no usa nunca traje”. Vos decís, tiene todo Armani, “pero no usa traje”, date cuenta
que esa corbata no va, ese saco no va. Vos te das cuenta cuando alguien hace siempre lo
mismo. El olfato nuestro es lo mismo, vos te das cuenta “esto no encaja acá, no sé por qué,
eso no es de ahí”. Eso te lo dan los años, eso no está en ningún manual ni nada. Muchas
3 veces, esta sociedad estúpida te dice “portación de rostro”. Portación de rostro, nada.
(Entrevista realizada el 16/12/2013)
En un contexto social en el que, desde hacía algunos meses, la “sospecha” y el
cuestionamiento recaían sobre la propia institución policial, sobre sus miembros y sus
prácticas, el entrevistado ponía “los roles en su lugar”. La sospecha era presentada en su
narración como un saber aprendido a través de los años de servicio y, por tanto, un saber
exclusivo de los agentes policiales. En ese sentido, la sociedad estúpida era incapaz de
comprender, decodificar y aplicar esa técnica por carecer de ese saber. Encontraba en esas
palabras aquello que fuera advertido por Garriga Zucal (2013) en su etnografía sobre la policía
bonaerense; en tanto es presentado como saber específico del mundo policial, la técnica del
olfato establece y refuerza las diferencias entre policías y no-policías. Así también, el mismo
autor entiende que el olfato permite establecer límites internos dentro de la comunidad policial
y, en este sentido, es presentado por los agentes policiales como técnica que señala
diferencias entre quienes realizan tareas en la calle y quienes se dedican a tareas
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administrativas. En tanto el olfato es concebido negativamente puertas afuera del mundo
policial, un agente debía
saber cómo presentar correctamente las intervenciones policiales en el mundo burocrático
para que las mismas no sean nulas en el mundo legal. Diego [policía bonaerense] afirmaba
que en los informes había que tener la “picardía” para no poner los motivos que realmente
guiaban el accionar policial. Por eso, entre risas mencionaba que nunca había que poner un
“me gustó”, y aseguraba que era necesario poner cosas falsas del tipo: “iban sin casco”
cuando tenían el casco puesto o “iban con las luces apagadas” cuando tenían las luces
prendidas. La sapiencia era ocultar las verdaderas razones y recordaba que conocía
compañeros, novicios carentes de los saberes policiales, que no lo hacían (Garriga Zucal,
2013: 497).
Ahora bien, si en los registros policiales no cabía la posibilidad de dejar inscripto lo de “este
tipo no me gusta”, ¿cuáles eran las palabras utilizadas para dejar constancia de esa acción
policial?, ¿cómo sería inscripto en el papel ese olfato? Esas dos categorías, sospecha y olfato
4 policial, dichas casi como al pasar por el policía entrevistado, me interpelaron profundamente,
ayudándome a dar sentido a las reiteraciones que encontraba en el registro escrito, hace más
de treinta años, por agentes que cumplían su turno de guardia en un cuerpo policial que
patrullaba todos los rincones de una ciudad muy movilizada, como era la Córdoba de los años
`70. En los procedimientos narrados en los Libros de Guardia del Comando Radioeléctrico
(CRE) entre 1974 y 1975, había leído, una y otra vez, un individuo fue observado por el
agente policial en actitud sospechosa. Pero, ¿a qué se referían cuando hablaban de actitud
sospechosa?, ¿qué volvía a un individuo centro de las sospechas del policía en determinados
contextos?
El presente trabajo parte de la idea de la existencia de un estrecho vínculo entre lo que
los propios agentes policiales entienden por olfato, en tanto acción policial constituida como
una técnica capacitada para distinguir a los delincuentes (Garriga Zucal, 2013: 490), y lo que
en el registro escrito es expresado en términos de actitud sospechosa. De esta manera,
intentaré analizar dos procedimientos policiales narrados en los Libros de Guardia del
Comando Radioeléctrico de la policía de la provincia de Córdoba que tienen la particularidad
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de adjetivar la acción de un individuo como sospechosa. A los fines de comprender estos
registros policiales en su contexto de producción, en un primer momento, abordaré la creación
de este Comando, sus tareas específicas, así como las implicancias que tuvo su aparición en
el circuito represivo de los años `70. En un segundo momento, partiendo de las preguntas
sobre la conservación y clasificación de los documentos estatales, en tanto nos brindan pistas
para comprender lo que en determinado momento histórico se consideró oportuno guardar y
se evaluó como adecuado conservar (Da Silva Catela y Jelin, 2002), nos detendremos en el
hallazgo de los Libros de Guardia, pasando luego a describir su estructura interna y las
características de este tipo de registro policial. Finalmente, tomaremos dos ejemplos de
procedimientos que, enmarcados en los Libros de Guardia, tienen la particularidad de
constituirse en un relato, de características monocordes, respecto del accionar policial sobre
aquellas personas que eran observadas en actitud sospechosa.
5 El Comando sabe, el Comando llega
Según el único libro que, hasta el momento, pude hallar6 sobre la historia de la policía
de Córdoba, los antecedentes inmediatos del Comando Radioeléctrico nos remontan al año
1954, momento de creación de la “Patrulla Motorizada y de Seguridad, Alarma y Patrullaje”
que, subordinada a la Guardia de Infantería7, estaba a cargo de la vigilancia del Departamento
Central de Policía, controlando los servicios de patrulla y alarma (Retamoza, 1983). Sin
embargo, la aparición del llamado Comando Radioeléctrico, cuyo nombre aludía al servicio de
radiopatrulla, tendría lugar diez años más tarde. Para el Comisario (R) Retamoza, por aquellos
años, la creación de este cuerpo policial venía a satisfacer “la necesidad de contar con un
servicio de calle, con un medio ágil de comunicación permanente con la Jefatura, en procura
de lograr un real contralor y vigilancia de la ciudad y alrededores” (1983:211). El mismo,
6
Lo que hubiese sido imposible sin la información que me fuera brindada por Guadalupe Samoluk, integrante del Área de
Investigación de HIJOS-Regional Córdoba, y la buena predisposición de la gente del APM, tanto del Área de Investigación
como de la Biblioteca, donde estaba guardada la copia que me fue ofrecida del libro de Retamoza (1983).
7
Creada en 1944 a los fines de actuar en casos de alteración del orden público y en cualquier acto que pudiera poner en
peligro a las autoridades constituidas. Ver Retamoza (1983:194).
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dependía de la Jefatura Policial y tenía las tareas de prevención del delito, atención de
emergencias y patrullaje para lo que contaba con una guardia y móviles que se desplazaban
por toda la ciudad. Habría estado conformado por un Grupo de Recepción de Llamadas de
Auxilio, Alarma y Emergencia; un Grupo de Operadores Radioeléctrico; vehículos automotores
provistos de radios de largo alcance (Patrulla Caminera); vehículos con radios (Patrulla
Radio); Grupo de Grabación, escribiente y Archivo; y una Plana mayor que nucleaba los
respectivos mandos.
Si tenemos en cuenta que, hasta la aparición del automóvil, el caballo había sido
utilizado como medio para el desplazamiento de los agentes policiales, la creación del CRE
reconfiguraba la presencia, ahora permanente e intimidante, de la policía en las calles de la
ciudad de Córdoba. La centralidad de este tema me fue advertida por Miguel Robles8, quien
me remarcaba las implicancias que tuvo la aparición del Comando como nuevo dispositivo de
control policial.
Miguel: El Comando Radioeléctrico es la fuerza de despliegue rápido de la policía. Es una
6 infantería motorizada, una caballería de los militares. Esto tiene su importancia en un
esquema de seguridad, pero también en un esquema de arribo rápido ante una situación de
eventual conflicto […] A mediados de la década del `60 comienza con toda otra dinámica en
lo que era el avance de los nuevos oficiales de escuela, y comienza a desarrollarse esta
fuerza de acudida rápida, en donde lo fundamental, ¿qué era? Dos cosas: la movilidad, que
era toda una novedad para la época […] La aparición de la movilidad fue un punto
fundamental para la policía y a eso se le sumó la comunicación. Es decir, se desplazaban y
se iban escuchando unos con otros en una sola frecuencia. […] La comunicación y la
movilidad forman una especie de hermandad, en el sentido de que todos estaban
comunicados y todos podían llegar rápido a cualquier lugar. Eso generó esta cuestión que
8
Ha sido integrante de la Policía de la Provincia de Córdoba, miembro de la Dirección General de Policía Judicial, Jefe de la
División Telefonía del Departamento de la Policía Judicial en Córdoba, Subsecretario de Delitos Complejos y Lucha contra
la Criminalidad Organizada y Subdirector de Enlace de la Fiscalía general de la Provincia. Autor del libro “La búsqueda. Una
entrevista con Charlie Moore” (2010), en el que retrata el caso de un militante del ERP, detenido y secuestrado por el D2, y
acusado de colaborador por sus ex compañeros. En el libro, Moore aparece como un testigo clave para desentrañar el
asesinato del padre de Miguel Robles, el Comisario José Elio Robles, en noviembre de 1975 por parte de los propios policías. – XI Congreso Argentino de Antropología Social – Facultad de Humanidades y Artes – UNR – Rosario, Argentina
te decía: el comando llega, llega o llega. Era como un imperativo. El comando sabe y el
comando llega. No se perdían una. (Entrevista de la autora a Miguel Robles, 16/4/2014).
Para llevar adelante su intervención en el territorio, al comenzar el día de guardia en el CRE
se designaban las zonas que, cada una de las trece dotaciones de móviles con las que
contaba (por lo menos entre 1974 y 1975), debía patrullar. Dichas zonas o áreas operativas,
eran identificadas en los Libros de Guardia con el número de seccional policial en cuya
jurisdicción debía patrullar el móvil.
Secc. 9nª
Secc. 5tª 16º
Móvil 109
Cabo 1º [nombre]
Patrullero
Agte 7273 [nombre]
Chofer
Cabo [nombre]
Móvil 114
Cabo [nombre]
Patrullero
Agte 7065 [nombre]
Chofer
Cabo [nombre]
(Libro de Guardia del Comando Radioeléctrico, 19/12/1974)
7 Sin embargo, esa división territorial no era inamovible, Miguel: […] Pero lo característico es que, más allá de la división, cuando había un hecho
relevante los móviles del Comando trasgredían, y estaban autorizados a hacerlo, su zona e
iban. Eran solidarios. Si tenías un tiroteo en la otra punta de la ciudad, se iban todos para
allá. Todos participaban. Esa solidaridad estaba dada, por un lado, por una supuesta
amistad, hermandad, compañerismo de trabajo; y, por otro lado, por la necesidad imperiosa
de acción. El Comando era acción, todos los días. Era el hospital de urgencias en la calle.
(Entrevista de la autora a Miguel Robles, 16/4/2014).
Esta capacidad de comunicación y movilidad, de saber y llegar, fue lo que le permitió a
los miembros del CRE tener una intensa participación en el plan represivo desplegado en la
provincia de Córdoba en los años `70 (Paiaro, 2010). Al respecto, Samoluk9 (2013), en su
artículo publicado en el blog “Causa Ayala (un desprendimiento de UP1)”, considera que tanto
en las denuncias de víctimas y familiares, como en los distintos documentos producidos por
las fuerzas de seguridad y en la prensa, está probada la participación del Comando
9
Miembro del Área de Legales, Investigación y Comunicación de Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido
y el Silencio (H.I.J.O.S.) - Regional Córdoba.
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Radioeléctrico en los operativos de control, secuestro, allanamiento y detenciones por
“averiguación de antecedentes”, que culminaron con la muerte de los detenidos o el traslado
de las víctimas a Centros Clandestinos de Detención. Hasta el momento, este accionar
represivo ilegal y clandestino de miembros del Comando ha sido parcialmente condenado por
la justicia. Dos10 de los seis11 juicios por delitos de lesa humanidad desarrollados en la
provincia de Córdoba, han condenado los crímenes cometidos por miembros del CRE. Un
dato que llama la atención a la hora de pensar el análisis de los Libros de Guardia, tiene que
ver con que éstos se han constituido como medios probatorios de los delitos cometidos por
aquella institución que los produjo. Es el caso de la causa “Ayala, Juan Domingo y otros por
homicidio agravado”, surgida como un desprendimiento de la causa “UP1-Gontero” que
investigó las torturas y fusilamiento de treinta y ocho detenidos por razones políticas en la
Unidad Penitenciaria Nº1 de la ciudad de Córdoba. En el desarrollo del proceso del juicio, que
encontraba en el banquillo a Menéndez y a Videla, los miembros del Archivo Provincial de la
8 Memoria aportaron el registro que había quedado asentado en un Libro de Guardia de mayo
de 1976, en el que se narraba que personal del Comando Radioeléctrico había retirado a seis
presos (Diana Fidelman, José Alberto Svagusa, Miguel Ángel Mozé, Ricardo Yung y Luís
Ricardo Verón) de la Unidad Penitenciaria Nº1, momentos antes de que fueran asesinados en
las inmediaciones del puente Santa Fé en un simulacro de intento de fuga. De esta manera,
esta nueva documentación aportada por el APM fue determinante en la decisión judicial de
10
Causa “Roselli”: El 26 de marzo de 2012 fueron condenados a prisión perpetua tres integrantes del Comando
Radioeléctrico de la Policía de Córdoba: Worona, Olivieri y Nolasco Bustos por la privación ilegítima de la libertad agravada
y el homicidio calificado por alevosía en el año 1976 de Ana Villanueva, Carlos Oliva y Jorge Diez, militantes de la Juventud
Universitaria Peronista. Causa “Ayala”: Desde el 11 de junio y hasta el 26 de julio de 2013, tuvo lugar el Juicio más breve
de todos. Los integrantes del Tribunal determinaron la responsabilidad y condenaron a doce años de prisión al ex policía,
miembro del Comando Radioeléctrico y chofer de uno de los vehículos en que trasladaron a las seis víctimas –Diana
Fidelman, José Alberto Svagusa, Miguel Ángel Mozé, Ricardo Yung y Luis Ricardo Verón– maniatadas y vendadas, para
fraguar un intento de fuga en mayo de 1976.
11
Año 2008: Causa “Brandalisis” (o “Menéndez I"); Año 2009: Causa “Albareda-Morales-Moyano” (Menéndez II); Año
2012: Causa “UP1-Gontero” (“Videla-Menéndez”); Año 2012: Causa “Roselli” (“Comando Radioeléctrico”); Año 2012 a la
actualidad: “Megacausa La Perla” (Menéndez III); Año 2013: Causa “Ayala” (Desprendimiento de UP1).
– XI Congreso Argentino de Antropología Social – Facultad de Humanidades y Artes – UNR – Rosario, Argentina
abrir una nueva línea de investigación sobre la presunta participación de seis policías del
Comando Radioeléctrico12 en el asesinato de presos políticos.
Irónicamente, producidos y rubricados por los propios agentes policiales, los Libros de
Guardia portan, lo que Bourdieu (1996) denomina, “el verdadero poder creador del Estado”.
En tanto contienen la palabra autorizada, legítima y oficial, se constituyen como medio
probatorio de la existencia del delito. Es así que, al trabajar con este tipo de registros que se
inscriben en el seno de perdurables prácticas burocráticas estatales, debemos cuidarnos de
escindirlos analíticamente de los particulares procesos históricos que los generaron y de los
diversos escenarios que los mismos contribuyen (en distintas temporalidades) a constituir
(Muzzopapa y Villalta, 2011).
De registros y vigilancias: los Libros de Guardia del Comando Radioeléctrico
9 Los Libros de Guardia del CRE fueron hallados por miembros del Archivo Provincial de
la Memoria en el marco de la Ley 928613, a partir de una denuncia anónima recibida en el
2012 sobre la existencia de una pared hueca, que podía contener documentación, en la
manzana ubicada entre las calles Mariano Moreno, Duarte Quirós, Paso de los Andes y
Caseros, de la ciudad de Córdoba. En las esquina de las calles Mariano Moreno y Caseros,
hoy ocupada por el Equipo Táctico Especial Recomendado (ETER) de la policía provincial,
había funcionado en los años `70 la sede del Comando Radioeléctrico donde se encontraba la
12
De los seis imputados iniciales, sólo Ayala se sentó en el banquillo de los acusados; tres imputados fallecieron antes del
juicio: Ricardo Rivera, Sixto Contreras y Tomás Hugo Vera; entre los restantes: Jorge Salazar fue apartado de la causa
alegando razones médicas y Hugo Armando Pedrosa es el único prófugo por estos delitos en Córdoba. Ver PARODI, Julia,
“12 años para un ex policía de la dictadura”, en: http://causaayala.blogspot.com.ar/ 26/7/2013. 13
En marzo del 2006, los legisladores de la provincia de Córdoba aprobaron por unanimidad la Ley 9286, denominada "Ley
de la Memoria", que establece la creación de la Comisión y el Archivo Provincial de la Memoria, así como también la
preservación de los espacios que funcionaron como CCDTyE (en este marco, el ex CCD “La Perla”, “La Ribera” y el
Departamento de Informaciones “D2”, se erigen hoy como Espacios para la Memoria y la Promoción de los Derechos
Humanos). La ley otorgaba al APM la potestad de buscar, acondicionar y resguardar documentos producidos por las fuerzas
de seguridad y defensa (policía, servicios de inteligencia, fuerzas armadas, servicios penitenciarios, gendarmería) durante los
períodos autoritarios de los años ´60 y ´70.
– XI Congreso Argentino de Antropología Social – Facultad de Humanidades y Artes – UNR – Rosario, Argentina
antena de radiocomunicación. Sobre las condiciones del hallazgo de los Libros, una de las
integrantes del Área de Investigación del APM14 me comentaba:
Clarisa: […] De hecho recorrimos todas las dependencias buscando, por todos lados,
paredes huecas y llegamos atrás de lo que es la dependencia hoy del Cuerpo de
Protección a Testigos que nos acompaña a hacer las pesquisas, en un depósito atrás
donde hay también cualquier cosa, digamos. Depósito de motos, pedazos de motos viejas,
escritorios, armarios, que sé yo. Encontramos una serie casi completa de Libros de Guardia
del Comando Radioeléctrico. (Entrevista de la autora a Clarisa Villares, 2/10/2013).
En esa oportunidad se pudieron recuperar, en medio de los escombros y la basura, un total de
trescientos dos Libros de Guardia, producidos de manera consecutiva entre los años 1974 y
1984, los cuales fueron trasladados hacia el APM, acondicionados y puestos a disposición del
público y de la justicia.
Cada uno de éstos Libros, se trata de un cuaderno de tapas duras color negro, tamaño
oficio, con un total de trescientos folios numerados completamente manuscritos. Al abrirlo, se
10 pueden ver diversos colores de lapicera que se mezclan con muy disímiles caligrafías
haciendo pensar, a quien lo tiene entre sus manos, la cantidad de personas abocadas a la
tarea de llenar cada renglón, cada página. Como es de esperar en documentos producidos en
el “campo burocrático”, todos los Libros de Guardia del CRE se organizan en base a una
misma estructura. En la primera hoja de cada encuadernación, blanca y sin renglones (a
diferencia del resto del cuaderno), puede leerse: “En la fecha se habilita el presente, que
consta de 300 fojas útiles, destinado a novedades de la Guardia de prevención. Comando
Radioeléctrico”; debajo de la misma se observa la fecha, la firma y aclaración del Jefe del
Cuerpo Comando Radioeléctrico, terminando con el sello característico de la Policía de la
14
El Archivo Provincial de la Memoria cuenta con ocho áreas de trabajo: Documentación y conservación, Historia Oral,
Educación, Redes, Sitios, Comunicación, Legales e Investigación. Esta última Área se aboca a la búsqueda, clasificación y
análisis de documentación relacionada al accionar del terrorismo de Estado y la lucha en defensa de los Derechos Humanos
en el ámbito de la provincia de Córdoba, teniendo como objetivos: 1) Facilitar el acceso a la documentación obrante en el
APM a todos aquellos que demuestren interés legítimo; 2) Aportar información a la Justicia; 3) Promover el estudio de
temáticas relacionadas con Terrorismo de Estado, DDHH y el análisis del pasado reciente; 4) Generar herramientas
pedagógicas que aporten a la reflexión sobre el terrorismo de Estado para el fortalecimiento de la democracia y el respeto de
los DDHH.
– XI Congreso Argentino de Antropología Social – Facultad de Humanidades y Artes – UNR – Rosario, Argentina
Provincia. El cuaderno continúa (ahora sí en las hojas rayadas), con el registro del acontecer
de cada día, denominado allí día de guardia, que consta de veinticuatro horas seguidas que
se extienden desde las siete de la mañana hasta las siete de la mañana del día siguiente. Se
da inicio al día de guardia con la siguiente frase:
Córdoba, [fecha]. Al Sr. Jefe del Comando Radioeléctrico. Llevo a su conocimiento las
novedades ocurridas durante las 24.00hs. de guardia comprendidas entre las 7.00 hs de la
fecha y las 7.00hs del [fecha].
Allí se nos advierte sobre la propia razón de ser de los Libros de Guardia, esto es, dar cuenta
al superior burocrático de que la responsabilidad ha sido transferida, que el procedimiento se
ha seguido según los reglamentos. Ahora bien, que se registre para dejar constancia de la
acción y de la actuación ante los superiores, no supone que se haya dado cuenta de los
hechos tal cual han ocurrido, de los testimonios tal como se han proferido o del resguardo de
las pruebas tal como se han encontrado. Más bien, estos registros “son pistas para armar el
funcionamiento de las relaciones de poder en ellos inscriptas antes que para construir
11 políticas sobre el crimen. En esos registros, que son espejos de prácticas cotidianas, están las
extremidades desde las cuales asir el poder punitivo” (Tiscornia, 2004: 7).
El registro continúa con la descripción detallada de las Dotaciones de móviles. Se trata
de un listado en el que se observan los números de móviles, al lado de los cuales, se
encuentran los nombres de agentes policiales que se desempeñarán como jefe de coche,
patrullero y chofer. En general, se trata de trece móviles con radio que patrullan diversos
sectores de la ciudad. Seguidamente, bajo el subtítulo Personal de guardia, se observa un
nuevo listado en el que figuran los nombres y funciones de agentes que se desempeñarán
ese día como Oficial asistente, Cabo asistente, Telefonista, Encargado del día, Furriel,
Agentes asistentes. Por debajo, con el título Novedades se inicia el desarrollo de lo que irá
aconteciendo a lo largo del día de guardia, detallándose, siempre en primer lugar, la hora
precisa en que es registrado el hecho. En términos generales, dentro de lo que se denomina
Novedades, se encuentran distintos tipos de relatos que son antecedidos por una o más
palabras que “titulan” lo que, a continuación, es desarrollado. Con pocas variaciones, los
– XI Congreso Argentino de Antropología Social – Facultad de Humanidades y Artes – UNR – Rosario, Argentina
“títulos” más frecuentes son: Carpeta médica - Detenido/s - Explosivo (o Artefacto explosivo) –
Servicio – Telefonograma Nº - Circular – Constancia - Procedimiento, entre otros. Pero, ¿qué
es una circular?, ¿qué es una constancia?, ¿a qué cuestiones refieren cada uno de ellas?,
¿qué información brindan? De estas preguntas se desprende aquello en lo que insistían varios
de los primeros antropólogos sobre la necesidad de aprender el idioma nativo como exigencia
de un trabajo de campo exitoso (Eilbaum, 2008: 28). En ese sentido, y tomando las
recomendaciones de Geertz (2003), Tiscornia advierte que el primer paso en el análisis de
documentos producidos por organismos del Estado, es intentar comprender el lenguaje y sus
reglas, tanto para leer dichos registros y sus especificidades como para comunicarse como
interlocutor válido. Pero, una vez aprendido ese lenguaje, resulta necesario desembarazarse
de él y saber explicar qué y cómo esas categorías significan, clasifican y se transforman en
dispositivos de regulación de actividades burocráticas (2004: 6-7).
Me interesa detenerme aquí en la descripción de lo que, en los Libros de Guardia del
12 CRE, aparece bajo el nombre de procedimiento. Se trata, en cuanto a extensión, de los
relatos más largos que podemos encontrar en el Libro de Guardia. En ellos, el escribiente
narra una actuación policial siguiendo, con muy pocas variantes, una estructura
estandarizada: primero, encontramos asentada la hora en que es realizado el registro;
posteriormente comienza el relato del hecho con el detalle del horario en el que fue efectuada
la actuación policial; prosigue con el rango y apellido (a veces, también el número de chapa)
del agente interviniente; el número de móvil del patrullero en el que se dirige el agente policial
en cuestión; el nombre y altura dónde tuvo lugar el hecho; una pormenorizada descripción de
las acciones efectuadas por el agente policial. En los casos en los que el procedimiento tiene
como consecuencia de la acción policial, la detención de una (o varias) personas, se registra
el nombre, apellido y domicilio de la misma. La mayoría de los procedimientos finaliza con la
frase Procedimiento entregado en Informaciones (o Robos y Hurtos, o Seccional Nº, etc). El
elemento clave que destaca a estas narraciones respecto de otras del mismo Libro de
Guardia, tiene que ver con el detalle de la descripción de las acciones de los agentes y de las
personas implicadas en el hecho que está siendo relatado. Bajo la forma de simples adjetivos
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o descripciones de una situación observada/vivida/escuchada, encontramos clasificaciones
que refieren a esos “otros” (delincuentes, subversivos, malvivientes, etc.) sobre los que el
poder policial interviene en nombre del Estado. Coincidimos con Vianna (2007) en que estas
clasificaciones implican un sistema de nociones jerarquizadas que remiten a modelos sociales
indicativos de lo que puede ser considerado normal o desviado en un determinado momento.
Dice Foucault que, para llevarse a cabo el poder policíaco, “debe apropiarse de
instrumentos de una vigilancia permanente, exhaustiva, omnipresente, capaz de hacer todo
visible, pero a condición de volverse ella misma invisible” (2002: 217). Es esta incesante
observación del policía la que debe acumularse en una serie de informes y de registros que
tienden a cubrir la sociedad gracias a una organización documental compleja. Los
procedimientos del Libro de Guardia del CRE dan cuenta de esa particularidad que hace la
diferencia entre la escritura policial y la judicial o administrativa; esto es, en ellos se puede
observar la descripción de conductas, actitudes, virtualidades y hasta sospechas (Foucault,
13 2002 [1976]: 217). En ese sentido, los Libros de Guardia nos advierten sobre la permanente
mirada policial respecto del comportamiento de los individuos. Ubicándonos en el punto de
vista del policía, no se trata de una simple mirada sino, antes bien, se trata de la observación
de dichos comportamientos. En el mundo policial, observar no es sólo mirar pasivamente,
vigilando “que no esté pasando nada” sino impedir, efectivamente –por medio de esta “mirada
requisadora y (se supone) disuasiva”– que algo suceda (Sirimarco, 2004: p. 271).
Las actitudes sospechosas en el relato del procedimiento policial
Tal como decíamos en el apartado anterior, en los Libros de Guardia del CRE, el
procedimiento se presenta como un tipo de registro con una estructura estandarizada, pero
con la particularidad de describir detalladamente algún hecho en el que intervinieron los
agentes de este cuerpo policial. Un elemento a tener en cuenta para el análisis es que ni en
esta, ni en otras narraciones de los Libros de Guardia, encontramos borrones, manchas o
tachones que nos den la idea de que la escritura se realizó “a las apuradas”, en medio del
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“fragor” de la labor cotidiana. Esto, posiblemente, tenga que ver con dos cuestiones centrales:
en tanto registran los actos administrativos efectuados por funcionarios públicos, los Libros de
Guardia son documentos públicos y, en ese sentido, una mancha o rotura de una página
pueden ser consideradas un delito; por otro lado, los Libros eran elaborados por el Jefe de
Guardia, un experto en decodificar aquello que le era transmitido a través del radio por el Jefe
del Móvil y trasladarlo al papel transformándolo en un relato coherente de los hechos. Más
que sugestivo es pensar aquí, siguiendo los planteos de Jack Goody (2008 [1985]), que la
escritura no es ni el simple reflejo del habla, ni la simple transcripción y fijación en el papel de
la palabra oral, sino que la escritura transforma lo que fue hablado. Para este autor, las
características propias de la escritura son la abstracción, descontextualización, formalización y
despersonalización de la información transmitida. Es en esta línea que podemos leer la tarea
efectuada por estos agentes que llevaban adelante el registro escrito de las actividades
diarias de un cuerpo policial. Miguel Robles considera que “el libro de guardia lo que termina
14 haciendo es dando un relato monolítico, concordado y sin ningún tipo de situación que la
cruce” (Entrevista de la autora a Miguel Robles, 16/4/2014). Pero entonces, la pregunta que
surge a continuación es ¿cómo se construía ese relato escrito a partir de aquello que era
trasmitido de manera oral?
Procedimiento. Hs. 12.40 Se presenta el Sargento [policía A] a/c Móvil 275 donde
ampliando constancia de hs11, manifiesta que siendo las 10hs patrullaba la Avenida Velez
Sarfield y al llegar a la altura del 1300 notó la presencia de tres individuos sospechosos que
trataban de cruzar la calle, donde los mismos al notar la presencia policial se dan a la fuga
a pié dos de ellos por calle Velez Sarfield hacia el Sud, los que son perseguidos por el
Cabo [policía B] y el Agente [policía C], este ultimo efectuó dos disparos intimidatorios con
pistola provista, donde más adelante proceden a su detención; en esos momentos el
Sargento [policía A] sale en persecución del restante individuo el que extrae de un portafolio
un arma de fuego, y continua su fuga, donde el empleado policial mencionado le efectúa un
disparo al aire con su pistola provista, donde este mal viviente tambien comienza a efectuar
disparos contra el personal policial y de esta forma se intercambian varios disparos más por
ambas partes, y en un momento dado el individuo nombrado cae al suelo, pero se
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reincorpora con rapidez y se introduce en un rancho que se hallaba en el lugar, donde
[policía A] penetra al interior de la vivienda y dicho sujeto se desacata que para lograr
reducirlo se efectúan tres disparos con la escopeta provista y se lo identifica como [apellido
A] al que se le secuestra 11 magacines pero no se localiza el arma y a los restantes
individuos [apellido B] y [apellido C] se le secuestra efectos sin importancia. Procedimiento
entregado a Robos y Hurtos. (Libro de Guardia del Comando Radioeléctrico, 29/10/1974.
Las itálicas son de la autora)
Estamos aquí ante un relato que encierra cierta lógica en cuanto al orden causal y temporal
en el que son presentados los hechos. En tanto presenta las características de una narrativa
argumental, podemos identificar en él los tres elementos clásicos en los que se divide la
trama: una introducción, un nudo y un desenlace. En lo que aquí llamaremos introducción,
en primer término encontramos la presentación del personaje principal (Sargento) de la
historia, a quien se menciona cumpliendo con su deber (patrullar la Avenida); la narración
continúa con los datos relativos al momento (hora) y al lugar (calle) en el que se desarrolla la
15 historia; para pasar, inmediatamente, a la presentación del/os elementos disruptivos (tres
individuos sospechosos), indicándose la acción con la que aparecen en la escena (tratando de
cruzar la calle). El nudo de la historia se desata con la descripción de la acción de los
elementos disruptivos (la fuga), que da lugar a la aparición de nuevos personajes (el Cabo y el
Agente) quienes, al igual que en el primer caso, también son presentados cumpliendo con su
deber (persiguiendo a los fugados) y logrando con éxito el objetivo de su accionar (detención
de dos de los sospechosos). Otro puntos fuerte que hace al nudo de la historia, es cuando se
describe una acción que pone en riesgo la vida del personaje principal (el individuo extrae de
un portafolio un arma de fuego), dando lugar al enfrentamiento (se intercambian varios
disparos) entre el personaje principal (Sargento) y uno de los elementos disruptivos de la
historia (individuo sospechoso). Cuando parece que la narración llega a su fin porque el
elemento disruptivo se presenta derrotado (cae al suelo), el relato se acelera (se reincorpora
con rapidez) y se desliza hacia el final de la historia. El desenlace aparece así con el relato
del momento en el que el personaje principal reduce al elemento disruptivo y lo desenmascara
(lo identifica). El relato concluye con la mención de la última acción efectuada por el personaje
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principal y los secundarios (la entrega del procedimiento), momento que marca, por un lado, el
punto final de la historia narrada, y por el otro, que la tarea ha sido cumplida con efectividad.
Es necesario considerar, de manera más detallada, algunos de los elementos que son
mencionados en medio de este relato policial. En primer lugar, es más que interesante
encontrar a la fuga como la acción que da inicio al nudo de la historia. Esta palabra, utilizada
aquí para definir la acción de quienes ya habían sido identificados como individuos
sospechosos por parte del agente policial, debe ser enmarcada en el contexto represivo de los
años `70 a los fines de poder comprender sus implicancias. Por aquellos años, “ley de fuga”
era la conceptualización del mecanismo normativo utilizado para explicar las ejecuciones
extrajudiciales. Bajo esta forma se simulaba que, en el marco de un traslado, un detenido
intentaba fugarse y, al no responder la voz de alto, el agente de seguridad abría fuego y le
daba muerte para evitar su escape. Esta fue la argumentación esgrimida por las fuerzas de
seguridad para liberar de responsabilidad a los ejecutores y “blanquear” los asesinatos.15 Para
16 el caso del procedimiento que aquí estamos analizando, podemos ver que la fuga aparece en
el relato como una acción que, por un lado, busca reforzar aquella primera observación que
hace el policía sobre los transeúntes a quienes no duda (¿quizás porque su “olfato” no le
fallaba?) en caracterizar como sospechosos. Por el otro, la fuga justifica en el relato la
consiguiente utilización del arma provista (reglamentaria) por parte de los agentes policiales.
Finalmente, vale señalar que aquí, como ocurre en la mayoría de las novedades narradas en
los Libros de Guardia, los agentes efectúan disparos intimidatorios o disparos al aire (no hacia
quienes son presentados como sospechosos), sin embargo los malvivientes disparan
directamente contra el personal policial.
En el desenlace de la trama, la historia se resuelve con la detención de los
sospechosos fugados, su identificación y el secuestro de los elementos que portaban los
mismos. Si leemos rápidamente el procedimiento, podríamos pasar por alto otro elemento
significativo con el que intentar comprender la lógica y funcionalidad del relato policial. En la
15
Dossier Derecho a la verdad/Derecho a la Justicia. Un recorrido histórico sobre las Causas UP1 y Gontero (2010),
Comisión y Archivo Provincial de la Memoria, Córdoba.
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anteúltima oración, casi como al pasar, se señala: “se le secuestra 11 magacines pero no se
localiza el arma y a los restantes individuos… se le secuestra efectos sin importancia”. El que
el arma del sospechoso, con la que había disparado a los policías, no haya sido localizada, es
aquí un dato interesante sobre el cual reflexionar. Si bien lo primero que pensé fue que aquí el
relato policial caía en una trampa, en tanto había dado por existente un objeto (el arma del
sospechoso) cuya materialidad jamás sería evidenciada, comprendí que, también aquí, la
fuerza de la versión estaba en la propia narrativa. La introducción de los detalles de algunas
situaciones como “en un momento dado el individuo nombrado cae al suelo”, o “se introduce
en un rancho”, o el policía “penetra al interior de la vivienda”, brindan una serie de escenarios
que complejizan la acción policial narrada y, por tanto, dan licencia a este tipo de
incompatibilidades como puede ser la de no encontrar el arma del sospechoso.
A modo de presentar otro ejemplo de este tipo de relato policial, tomaremos el caso de
17 un procedimiento efectuado en el mes de enero de 1975.
Procedimiento Movil 37.
Hs 21.00 Comunica el Sgto 1º [policía A], a cargo del Movil 37 patrullaba zona céntrica al
llegar a Humberto 1º y La Cañada, observa a una pareja que transitaban por el lugar,
haciéndolo en actitud sospechoza [sic] y al notar la presencia del móvil se dan en forma
precipitada a la fuga, siendo perseguidos por el personal actuante, donde metros más
adelante se procede a su detención, pero que los mismos se desacatan abiertamente a
golpes de puños y puntapiés y luego de un breve forcegeo [sic] son reducidos, quienes
resultan ser [nombre y apellido A] y [nombre y apellido B], ambos sin domicilio fijo a quienes
se les secuestran del interior de un bolso varias calcamonías tamaño chico con la bandera
y estrella del ERP, una libreta con direcciones varias, hojas de papeles, con leyendas tipo
subversivos, se hace constar que en la lucha con la pareja, resultaron el Cabo [policía B],
con lecciones [sic] como también el Agte c/c [policía C], en distintas partes del cuerpo,
siendo conducidas a Sanidad Policial, donde le asignaron (10) días de curación a cada uno,
Procedimiento que juntamente con los detenidos y los elementos secuestrados, fueron
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entregados en Informaciones. Se efectuo Agte [policía A] 7 disparos con 11.25. (Libro de
Guardia del Comando Radioeléctrico, 5/1/1975. Las itálicas son de la autora)
Si bien este relato ha sido realizado por otro escriba del Comando Radioeléctrico, otro Jefe de
Guardia, podemos reconocer una estética narrativa compartida con el procedimiento
transcripto más arriba. Aquí también la trama argumental puede dividirse en los tres
momentos de introducción, nudo y desenlace. La sospecha policial recae ahora en otros
elementos disruptivos, esta vez se trata de una pareja que aparece en la escena transitando
una calle céntrica de la ciudad de Córdoba. El hilo conductor de la historia es el mismo: la
presencia policial lleva a los sospechados a emprender la fuga, y esto habilita la persecución
por parte de los agentes. Parecería que esta historia se resuelve más rápidamente que la
anterior, ya que los sospechosos son detenidos metros más adelante, apenas iniciada la
persecución. Sin embargo, aquí la detención da comienzo al punto fuerte del nudo de la
narración: la pareja sospechosa (ya detenida) se desacata y golpea a quienes son los
18 representantes de la autoridad en esa escena. Si bien el relato refiere a un forcejeo, no es
mencionada la participación policial en el mismo (sólo se mencionan los golpes de puños y
puntapiés efectuados por la pareja). Este momento del relato presenta importantes similitudes
con la escena del procedimiento anterior donde los agentes policiales sólo efectúan disparos
intimidatorios y los sospechosos disparan contra el personal policial. En ambos relatos, la
actitud de los policías es presentada como defensiva ante los ataques (con golpes o disparos)
perpetrados por los sospechosos. También se advierte, en la sintética frase final, “Se efectuo
Agte [policía A] 7 disparos con 11.25”, que los siete disparos efectuados por parte del policía
están siendo registrados a modo de dejar constancia del uso del arma reglamentaria, sin
embargo, no han sido puestos en contexto respecto de los hechos relatados en la historia. La
pregunta que se desprende de ello es entonces ¿cuáles son los elementos que eran dejado
fuera del relato? y ¿por qué?
Finalmente, la historia relata que los policías logran imponerse y reducen a los
desacatados cumpliendo de manera efectiva con su deber. Quizás, la diferencia más
significativa entre este relato y el anterior, la podemos encontrar en el desenlace de la historia,
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cuando se mencionan los elementos que le son secuestrados a la pareja sospechosa. Aquí,
las pertenencias secuestradas a la pareja (calcamonías tamaño chico con la bandera y
estrella del ERP, una libreta con direcciones varias, hojas de papeles, con leyendas tipo
subversivos) reforzaban esa caracterización a priori que había sido efectuada por el policía ya
que reforzaban convertían a estos sospechosos en un tipo particular de delincuente, en
“delincuentes subversivos”.
Muchas son las líneas que se abren para seguir pensando este tema. Aquí tan sólo he
propuesto algunas primerísimas reflexiones sobre lo que los policías del Comando
Radioeléctrico de Córdoba hacían (o decían hacer) y dejaban registrado en los Libros de
Guardia entre los años 1974 y 1975. Coincido con Muzzopapa y Villalta (2011) en que, si bien
sabemos que este tipo de documentos no constituyen un reflejo directo de las prácticas
19 represivas que efectivamente desarrollaron las fuerzas policiales que los produjeron, lo
interesante de su análisis es poder interpretarlos como guías de acción, que consagraban lo
que era correcto y deseable, y por tanto constreñían las prácticas cotidianas, reforzando
determinadas lógicas de funcionamiento institucional y opacando otras.
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Entrevistas
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Entrevista a Clarisa Villares, realizada el 2 de octubre de 2013.
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22 – XI Congreso Argentino de Antropología Social – Facultad de Humanidades y Artes – UNR – Rosario, Argentina
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